El 24 de julio de 1789 cumplía seis años el niño Simón. Su mamá, doña María de la Concepción Palacios y Sojo, le regaló un soldadito de plomo.
BolĂvar feliz con su regalo, le dio las gracias a su mamĂĄ con un beso y se fue a jugar con su soldadito.
Esa noche no descansó ni un segundo. No podía dejar de mirar aquel muñequito. Lo pasaba de una mano a otra gritando y agitándolo, mientras la suave luz de las velas iluminaba su cuarto.
De pronto imaginaba el sonido de una trompeta al iniciar una batalla. Se tiraba al suelo desde la cama agitando al pequeĂąo soldadito. Imaginaba comandar un batallĂłn entero.
Pensaba, imaginaba y jugaba sin descanso, moviendo el soldado una y otra vez, hasta que se quedรณ profundamente dormido.
La educación que recibió el pequeño Bolívar moldeó su personalidad y le permitió imaginar un montón de batallas y victorias.
Esto nos enseña que los juguetes pueden cambiar el rumbo de la Historia y que tú, por más pequeño que seas, tienes las posibilidades de lograr lo que te propongas.