Asdrúbal Baptista Bernard Mommer Con prólogo de Arturo Uslar Pietri
EL PETRÓLEO EN EL PENSAMIENTO ECONÓMICO VENEZOLANO: Un ensayo
El petróleo en el pensamiento económico venezolano - Un ensayo. Co-autor Asdrúbal Baptista; Prólogo de Arturo Uslar Pietri. Ediciones IESA, Caracas, 1987. Segunda edición actualizada 1992.
ÍNDICE COMENTARIO INTRODUCTORIO A LA SEGUNDA EDICIÓN............................. 1 PROLOGO ............................................................................................................. 4 PREFACIO ............................................................................................................. 6 INTRODUCCIÓN.................................................................................................... 7 1 LA GÉNESIS DE LA RENTA PETROLERA Y LAS PRIMERAS DISCUSIONES ACERCA DE SU DESTINO INMEDIATO: Gumersindo Torres y Vicente Lecuna......................................................................................... 9 Resumen ..................................................................................................... 12 2 LA CRISIS DE LA VENEZUELA AGROEXPORTADORA Y EL PETRÓLEO: Alberto Adriani .................................................................................. 14 Resumen ..................................................................................................... 16 3 "SEMBRAR EL PETRÓLEO": UNA PRIMERA VISIÓN Arturo Uslar Pietri ......... 17 La renta petrolera, la sobrevaluación del bolívar y la necesidad de la intervención del Estado................................................................................ 18 El consumo de la renta petrolera, la catástrofe y la corrupción ................... 19 La renta petrolera y el Estado venezolano................................................... 21 La política petrolera ..................................................................................... 23 Resumen ..................................................................................................... 24 4 UNA SEGUNDA VISIÓN DE LA "SIEMBRA DEL PETRÓLEO": Rómulo Betancourt y Juan Pablo Pérez Alfonzo ................................................................. 26 La legitimación de la renta petrolera ............................................................ 26 La distribución popular de la renta: La absorción consuntiva ...................... 30 La 'siembra del petróleo' y el Estado ........................................................... 32 Petróleo y dependencia: La absorción productiva de la renta ..................... 34 La nueva legitimación de la renta y de su distribución................................. 36 La política Petrolera ..................................................................................... 43 Resumen ..................................................................................................... 47 5 LA SEGUNDA VISIÓN DE LA 'SIEMBRA DEL PETRÓLEO' Y LA NACIONALIZACIÓN............................................................................................... 49 La política petrolera ..................................................................................... 49 La 'siembra del petróleo' .............................................................................. 52 Resumen ..................................................................................................... 53 CONCLUSIONES Y PROPOSICIONES ................................................................ 54 La política petrolera ..................................................................................... 56 El petróleo en cuanto fuente rentística ........................................................ 57 El control de producción y la OPEP............................................................. 58 El petróleo en cuanto actividad productiva .................................................. 59 El sector privado y el petróleo...................................................................... 61 La economía nacional.................................................................................. 62 Conclusiones ............................................................................................... 64
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 1
COMENTARIO INTRODUCTORIO A LA SEGUNDA EDICIÓN El lapso que media entre la primera y la segunda edición de este ensayo, breve como lo es, cubre sin embargo un período de hondos cambios económicos y políticos, de fascinantes ocurrencias intelectuales y de renovadas actitudes ideológicas, que terminan por convertirlo en una profunda cisura en el decurso histórico del país. Al margen de la vocinglería que suele acompañar estos estados de cosas sociales, donde por necesidad la realineación de las fuerzas y poderes en juego arrojan fácilmente el pensamiento a la confusión y a la vana conjetura, ha de resultar innegable que, en el juicio de los autores sobre el desarrollo de las visiones formadas en la historia venezolana alrededor del petróleo y de su importancia económica, se prefiguraba con ajustados detalles la dinámica esencial que había de ocurrir luego de 1987. ¡Pero triste sería el papel de la reflexión metódica si se detuviera a solazarse en sus logros y hallazgos! A la usanza de la mejor tradición, cabe bien decir que el conocimiento importante es aquél que yace por ponerse al descubierto. Con todo, una palabra previa puede ser útil. En estos últimos años se concluyó la tarea de sentar las bases teóricas y empíricas de la Economía Política del Capitalismo Rentístico, tomando como campo específico de estudio la sociedad venezolana. Es decir, se organizó en sus líneas matrices un marco conceptual que ayuda a comprender la realidad de la dinámica y del desarrollo económico de una sociedad que capta del comercio internacional, con cargo a una propiedad inmueble del Estado, una cuantiosa renta de la tierra, relativa a sus niveles históricos de producción. Este marco conceptual, en cuanto sistema teórico, debía por necesidad satisfacer la exigencia de dar clara cuenta del proceso de captación, distribución privada y acumulación o gasto de esa renta territorial pública. Y más, debía dar inequívoca cuenta de la viabilidad económica de la estructura rentística entonces conformada, esto es, de su capacidad de auto-preservarse o reproducirse a lo largo del tiempo. Los resultados conseguidos se encuentran en publicaciones de diversa naturaleza, y el lector interesado deberá remitirse a ellas. Pero allí no se detenían las exigencias que la realidad de la sociedad impone sobre la investigación. A guisa de gran envolvente, si así puede hablarse, se hallaba la manera como el pensamiento nacional, en los diversos momentos del desenvolvimiento de los asuntos públicos, entendió el curso de las cosas vinculado al petróleo y a su renta. Lo que debía discernirse, si se quiere, era el juicio que el país tenía de sí mismo, de su propio decurso y del destino que le estaba abierto, por la boca y pluma de algunos de sus líderes y pensadores más connotados. Sólo así podía aspirarse a disponer de una Economía Política, en su sentido más primigenio y feraz. Este ensayo cumplió la misión de satisfacer la última exigencia. Por lo demás, la primera edición se topó con un número mayor de lectores del que hubiera podido esperarse, y ha sido menester proceder a reeditarlo. La oportunidad es así propicia para corregir los errores de impresión que entonces se deslizaron, tanto como para satisfacer algún propósito más de fondo.
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 2 En efecto, tanto la sección quinta como la parte final contentiva de conclusiones y proposiciones, se han reescrito para añadir algunas consideraciones que los autores estiman como particularmente relevantes. El título misma de la sección quinta se ha modificado de manera de ajustarla al contenido que anuncia. Desde luego, hay una tentación que acecha las segundas ediciones, y que es la introducción de temas que, aun cuando anejos a la materia principal, se pueden bien entender como nuevos. Por lo demás, los autores se han pautado a sí mismos ciertos límites dentro de esa libertad general que abren las páginas de una segunda edición. Aun así, el lector habrá de encontrar una postura mucho más afirmativa en las consideraciones finales. Es decir, más allá de poner de manifiesto el destino que se le reservaba a la ideología del capitalismo rentístico, y que no podía sino ser la natural compañía del colapso de la estructura material de la economía del que brindan inequívoco testimonio los últimos años, era quizás imperativo saltar la barrera de lo puramente factual y dar un paso adelante en la dirección de ofrecer nuevas vistas o espacios para el juicio y la contienda política. Si hay algún hecho sobresaliente en el curso de estos años, en cuanto significa llevar las tendencias observadas hasta su virtual agotamiento, es el que se asocia a la cuestión del ámbito que acepta como propio el conocimiento económico. La Economía, según se la llama desde algún tiempo, paso a paso ha venido reduciendo su terreno de estudio, o, si se quiere, vaciando el contenido de sus observaciones, hasta llegar, en lo que pasa para muchos por el culmen del logro científico, a la total vacuidad de lo axiomático. Desde luego, nada hay de casual en el desarrollo de la Economía en la dirección de abandonar la riqueza de lo histórico, de lo político y de lo social en favor de un núcleo conceptual puramente ficcional, y, por lo tanto, carente de vitalidad. Su relevancia social, que sin duda la tiene, es, por sobre todo, asunto de la imposición ideológica que se permite el ejercicio del poder. Es así como bajo la expresión Economía Política, que en muchos círculos ha adquirido renovada notoriedad, se expresa restrictivamente sólo aquel conocimiento que tiene que ver con la actividad económica del Estado. El punto, sin embargo, no es el de un mero definir círculos semánticos más o menos amplios. ¡Ni con mucho! Lo que está en juego, nada más pero tampoco menos, es la preservación de la esfera de dominio de la libertad individual, que es la cuestión central de la política, y que es inseparable, en la práctica, de la subsistencia material y, por lo tanto, de la posición que se ocupa en lo particular dentro de la estructura productiva. No es únicamente al Estado a quien le concierne strictu sensu la política y lo político; ni tampoco son las relaciones personales, con ocasión de la subsistencia, sólo materia de administración y asignación de recursos. Una separación, así de tajante, entre los ámbitos de la política y de la economía en el común del vivir de las gentes, dentro de la sociedad moderna, con todo y lo útil o atractivo que pueda resultar para ciertos propósitos intelectuales, sólo lleva a deformaciones o mutilaciones de la realidad, y, por consiguiente, a su falseamiento. Porque es inevitable cierta trivialización de los grandes temas socioeconómicos una vez que se ha comprendido su importancia, la noción del rentismo sirve actualmente a muchos para componer sus mensajes políticos. Cabe decir que es posible que en su uso prevalezca el sentido de un modo de vida en abstracto, más que el de una estructura social que lleva consigo actitudes y
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 3 comportamientos que colectivamente se admiten como normales o deseables. Y, con todo, aquí ha de repetirse que la gran tarea histórica que Venezuela y sus gentes tienen por cumplir es la superación del capitalismo rentístico, bajo cuyo tiempo, es asunto cierto, el país puso en marcha y aceleradamente su modernización, pero que como organización socioeconómica terminó por revelarse como inviable. Es decir, la renta del petróleo carece de futuro, dado el grado de desarrollo económico alcanzado por el país, y es por ello que debe superársela. Pero tal afirmación no significa, en modo alguno, que la actividad petrolera haya dejado de ser un poderoso y dinámico sector en el que pueda Venezuela apoyarse para impulsar con nuevas fuerzas su modernización. Es precisamente aquí, en la conciliación de estas dos perspectivas contradictorias, cada una de las cuales, en sus propios términos, es el petróleo, donde yace la gran dificultad de la tarea de superar el capitalismo rentístico. Desde luego, el asunto no es el de un simple negar la una en favor de la otra, o viceversa: esta suerte de concepciones, por decir lo menos, ignora la compleja trama que se encuentra tras el desenvolvimiento histórico de una sociedad. Por ejemplo, la renta es imprescindible en el proceso de superación de que se habla; o dicho de otro modo, la existencia de la renta, dada su naturaleza pública y sus montos, brinda ciertas seguridades, a lo largo de la transición, que conforman un invalorable margen de maniobra para la acción política. Pero su presencia en la vida de la sociedad, hasta ahora ubicua, tiene que menguar en aras de que la actividad productiva del petróleo pueda desarrollarse. Y sería de una imperdonable simplicidad pensar que ello habrá de conseguirse de la noche a la mañana, o sin la democrática persuasión colectiva que sólo un vigoroso liderazgo político puede conducir. Qué un tiempo fundamental de la historia del país ha concluido. Esa fue, quizás, la más importante de las conclusiones que de la primera edición de este ensayo claramente se desprendió. De allí se seguían, de manera natural, otras tantas conclusiones relativas a diversos temas, y, en especial, atinentes al carácter del colapso de la estructura económica rentística. Los años transcurridos, como es del todo normal, han abierto interesantes perspectivas hacia el tiempo por venir, esto es, acerca de la transición hacia un nuevo estado de cosas. La segunda edición de este ensayo avanza en esa dirección, y en tal sentido se orienta a completar la primigenia intención de los autores.
Asdrúbal Baptista y Bernard Mommer Diciembre de 1991
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 4 PROLOGO El pensamiento económico ha sido tardío en Venezuela. En realidad puede considerarse como una de las manifestaciones fundamentales de aquella gran voluntad de renovación y "aggiornamento" que brota en el país después de la muerte de Gómez. En todo el siglo XIX es poco lo que se escribe, con criterio científico, sobre la economía, ni nacional ni teórica. Excepción admirable es el estudio luminoso de Fermín Toro: Reflexiones sobre la ley del 10 de abril de 1834. El empobrecimiento general y continuo de la vida intelectual del país, que fue la secuela peor de la larga etapa de guerras civiles y asaltos de montoneras, va a extenderse desde el eclipse de Vargas, hasta la etapa en la que Guzmán Blanco, dándole facilidades y apoyo a Ernst y Villavicencio, trata de compensar el inmenso atraso intelectual y científico de aquella sociedad. Cecilio Acosta enseñó Economía en la Universidad. No sabemos qué tipo de curso dictaba y apenas conocemos algunos trabajos suyos, en que aborda ocasionalmente el tema económico, recogidos en la recopilación de sus obras. Cuando en 1936 los dirigentes políticos quieren evaluar la situación económica y sus perspectivas, van a tropezar con la increíble penuria de informaciones y estudios. No existía un índice general de precios. No se había hecho sino una elemental tentativa de esbozar la balanza de pagos para 1935. En la universidad apenas se enseñaba economía política como una asignatura más del pensum de la Escuela de Derecho, que se estudiaba de un modo casi abstracto siguiendo textos franceses, sin que por ningún motivo apareciera el menor atisbo de la economía del país. Tuve la suerte de iniciar en esa modesta cátedra el estudio de la economía venezolana. Se comenzó a hablar del bolívar, del petróleo, del desequilibrio entre la vieja economía rural y la nueva economía petrolera, de la geografía económica y humana y de los problemas reales. La fundación de la Escuela Libre de Ciencias Económicas en 1938 y la posterior de la Facultad en la Universidad Central en 1939, marcan un punto divisorio muy importante. Como consecuencia de la fundación de esa disciplina como carrera universitaria, Venezuela, por primera vez, va a contar con economistas profesionales formados no sólo en el estudio general de la ciencia económica, sino además en el interés de conocer y señalar soluciones para los numerosos problemas de carácter económico que afloraban continuamente en el país, motivados por las consecuencias de la expansión de una economía petrolera dominante sobre una economía tradicional cada vez más limitada. Los doctores Asdrúbal Baptista y Bernard Mommer han realizado un excelente estudio de "exégesis científica", como ellos lo llaman modestamente, en el trabajo que hoy se publica. Es precisamente con el auge de la riqueza petrolera que comienza a formarse un pensamiento económico venezolano que toma por objetivo el análisis y el diagnóstico de las peculiaridades que la existencia de dos economías, extrañas y hasta contrarias entre sí, provoca en la nación. Esta situación de reacción frente a un fenómeno real y avasallador en la vida del país, le da desde el comienzo cierto
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 5 carácter pragmático al pensamiento económico nacional y una inevitable intención política. A partir de 1936 el panorama económico de Venezuela comienza a hacerse atípico. La pugnaz coexistencia de las dos economías, el hecho de que la riqueza y la actividad tradicionales estaban enteramente vinculadas a la agricultura, con todas las consecuencias económicas, políticas y culturales que ello implicaba, y el de que la riqueza petrolera, reciente y creciente, tenía muchos aspectos de enclave extranjero, manejado por grandes empresas imperiales e íntimamente conectado con la acción del gobierno nacional, hicieron difícil y confusa la apreciación de la situación. Podría decirse sin exageración que una sola cuestión dominó la política y el pensamiento económico desde entonces, la que podría formularse de manera muy simplista: ¿qué hacer con el petróleo? En su excelente trabajo, que constituye un aporte de gran importancia al estudio del pensamiento económico venezolano en este siglo, los profesores Baptista y Mommer estudian con mucho rigor científico los sucesivos planteamientos y concepciones que sobre el petróleo y sus efectos en la economía venezolana fueron formulados sucesivamente por algunos autores venezolanos tales como Alberto Adriani, Rómulo Betancourt, Juan Pablo Pérez Alfonzo y quien esto escribe. Por lo que a mí me hace, debo agradecer el interés que han puesto en analizar con objetividad lo que en varias ocasiones pude aportar a este vital debate. La lectura de esta obra será de mucha utilidad para todos los que se interesan seriamente por los arduos problemas de la economía venezolana y por su cuestión central que no es otra que la coexistencia y transición de dos países, de dos Venezuelas, una del pasado que ya no existe en su ser original y otra del porvenir, que todavía no está definida y entre las cuales se coloca esta ya larga y difícil etapa de transición que se extiende a lo largo de los últimos cuarenta años.
Arturo Uslar Pietri Caracas, julio de 1986
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 6 PREFACIO El presente ensayo es un trabajo de exégesis científica, es decir, de interpretación objetiva de la cuestión del petróleo tal y como la entendieron unos hombres que marcaron la historia nacional en las seis décadas pasadas. Sólo atendiendo este carácter y manteniéndolo en la mente es como pueden comprenderse su método y propósito. La labor exegética le es indispensable a la investigación científica de la cuestión económica. Los hechos que interesan a la ciencia de la economía, en un sentido muy riguroso, son también las opiniones y juicios que se brindan de la realidad económica, las visiones del acontecer social, los manifiestos de intención política y las declaraciones de principios y postulados doctrinarios. Estos hechos, en la práctica, resultan ser inequívoca contrapartida de otras expresiones de la cuestión económica, y su comprensión, de gran utilidad entonces para la tarea investigativa, únicamente es posible mediante la exégesis científica. El presente trabajo, pues, se propone discernir la lógica o razón del pensamiento venezolano sobre ciertos puntos muy sustantivos del tema petrolero. Esta lógica o razón es un proceso que paso a paso se va desenvolviendo, y, en consecuencia, es un hecho histórico. Por lo tanto, la exégesis científica que ha de cumplirse aquí, en obediencia a la naturaleza de su objeto, debe ser una reconstrucción histórica. El proceso histórico a lo largo del cual el pensamiento venezolano revela su comprensión de las materias petroleras bajo consideración, así como las orientaciones y criterios para la acción política, se muestra, finalmente, como un proceso racional. Es decir, él posee una dirección. El lector debe distinguir muy claramente la significación de este último aserto. En efecto, lo que se quiere señalar es que el entendimiento científico es capaz de poner al descubierto las vinculaciones y asociaciones entre los distintos pasos cumplidos en la tarea colectiva de comprender la cuestión petrolera. Más todavía, se quiere señalar que cada paso engendra y determina el carácter del paso siguiente, de modo que el conjunto del proceso luce como un todo coherente y agradable a la razón. En suma, sostener que este proceso histórico posee una dirección no significa de ninguna manera que su orientación está predeterminada, o lo que sería igual, que esa orientación le viene en alguna medida impuesta. Tanto la tarea exegética misma como la lectura y análisis de las interpretaciones ofrecidas requieren de ciertas actitudes y disposiciones. Primeramente, el proceso histórico hay que contemplarlo con desasimiento. Esta es una condición básica de la investigación científica, cuya exigencia aquí se repite y reitera. En segundo lugar, el proceso histórico hay que seguirlo con entero candor. Es decir, nada debe interferir con la convicción de que los actores que lo causan proceden siempre legítimamente. Por último, el proceso histórico debe describirse permitiendo a los actores llevar la voz y sentar las orientaciones básicas. Es su pensamiento y expresión lo que al final cuenta y lo que hay que interpretar con toda fidelidad. Asdrúbal Baptista y Bernard Mommer
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 7 INTRODUCCIÓN En una investigación anterior, se estudió la capacidad de absorción de capital de los países del Tercer Mundo en general y de los países petroleros en particular1. En el caso de estos últimos, y al conceptuar el ingreso petrolero como una renta, esto es, como una transferencia unilateral e internacional, se demostró que los recursos disponibles excedieron con creces esa capacidad. En el caso Venezuela se sostuvo, además, que tal exceso ha ocurrido así desde hace ya décadas. Se concluyó, entonces, en que la política económica de los países petroleros no tiene porqué limitarse a la inversión productiva de la renta petrolera, puesto que el exceso de recursos disponibles permite aumentar, de una vez y al mismo tiempo, el nivel de consumo de la población. Más todavía, el consumo parcial de la renta petrolera contribuye a ampliar la capacidad de absorción de capital, por lo que se propuso el examen de esta última en función de aquél, siendo el parámetro decisivo para tal examen el grado de desarrollo del país en cuestión. El consumo parcial de la renta petrolera, empero, y en la medida en que la economía nacional se hace más madura, contribuye cada vez menos a ampliar la capacidad de absorción de capital. Y hay más, mientras que con su madurez se le plantea al mercado nacional la necesidad de integrarse con el mercado mundial, el consumo parcial de la renta, circunstancia tan favorable para el desarrollo primigenio del mercado nacional, ahora se revela como un obstáculo difícil de superar. El presente trabajo tiene como objeto el mismo tema, pero el camino metodológico que aquí se utiliza es radicalmente diferente. En efecto, el método empleado se propone observar a Venezuela a partir de sí misma. Es decir, aquí se va a reconstruir la discusión histórica que ha tenido lugar en Venezuela con ocasión de la significación económico-política de la consigna "sembrar el petróleo". Se trata, ha de puntualizarse, de la exégesis de controversias y disputas apasionadas, promovidas y causadas por personalidades que han ocupado posiciones destacadas en la conducción del país, y no de un juicio sobre las contribuciones de los economistas profesionales. En suma, a la literatura que servirá de fundamento para este trabajo, no cabe, como regla general, calificarla de científica. Y si bien ello puede verse como un inconveniente, lo cierto es que en cambio tiene la ventaja de que refleja la experiencia viva, la voluntad de acción política, la sabiduría y visión de conjunto de los hombres de vida pública. El examen propuesto, desde luego, habrá de realizarse a la luz de la razón científica. La consigna "sembrar petróleo" señala como destino deseable de la renta petrolera su inversión productiva. En esa consigna, sea oportuno acotar, la expresión 'petróleo' es un sustantivo genérico y no un concepto científico. Unos párrafos antes, sin embargo, se puso de manifiesto que la comprensión cabal del problema de la inversión productiva de la renta petrolera y de las limitaciones con las cuales se enfrenta, requiere en cuanto condición antecedente de la
1Bernard Mommer y Asdrúbal Baptista: "El ingreso petrolero y la capacidad de absorción de capital: el caso de Venezuela", mimeo, (IESA, mayo de 1985).
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 8 conceptualización de la renta petrolera como una transferencia unilateral e internacional. De esto último se sigue que al analizar las discusiones en cuestión, no basta con detenerse a considerar cómo concibe cada quien en lo concreto la 'siembra del petróleo', sino que es imprescindible estudiar también cómo se entienden el origen y la naturaleza del ingreso petrolero mismo. Y aquí debería añadirse, más aún, que bajo ese término genérico 'petróleo' no se alude sólo a la fuente de un ingreso de carácter rentístico, sino también a una actividad productiva strictu sensu. Finalmente, no pueden soslayarse las maneras diversas de comprender el proceso social de transferencia de la renta desde su origen al destino deseado.
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 9 1 LA GÉNESIS DE LA RENTA PETROLERA Y LAS PRIMERAS DISCUSIONES ACERCA DE SU DESTINO INMEDIATO: GUMERSINDO TORRES Y VICENTE LECUNA Las revoluciones sociales que condujeron al mercado en Europa, se encontraron con la presión histórica ineludible de eliminar, o, cuando menos, de reducir substancialmente los ingresos que recibían los terratenientes por el ejercicio del monopolio de la propiedad territorial, es decir, la renta de la tierra. Ello se logró por las más diversas vías, unas veces violentas, otras no, aunque todas persiguieron lo mismo: otorgar la propiedad real de la tierra a los productores, esto es, colocar la tierra bajo los mecanismos de la competencia capitalista. Esta solución, sin embargo, presentó desde siempre inconvenientes en lo que a las minas se refiere. Los productores de la superficie, en principio, nada tienen que ver con las minas, por lo que la tendencia general en Europa, con la única pero importante excepción de Inglaterra, fue la de declararlas como propiedad estatal. La propiedad estatal constituyó entonces no una manifestación positiva de la propiedad, sino simplemente un obstáculo para el ejercicio privado rentístico de la propiedad territorial. De este modo se garantizaba el libre acceso del capital a las minas, o lo que es igual, de los productores al recurso natural, previo cumplimiento de unas ciertas formalidades establecidas por la legislación. Como se sabe, en Venezuela las minas son propiedad del Estado ya desde la colonia y de acuerdo con la tradición jurídica española. No obstante, hacia fines del siglo pasado la legislación minera venezolana seguía más bien las pautas del sistema jurídico francés, en el cual se consagra de manera consecuente la libre propiedad estatal de las minas. De este modo, al momento de otorgarse las primeras concesiones petroleras a principios de siglo, la legislación venezolana se orientaba a facilitar la labor de los productores potenciales, mientras que negaba a los terratenientes cualquier aspiración rentística. He aquí algunas citas que sustenta esta aseveración. En la Exposición de Motivos de la Ley de Minas de 1909 se leen los siguientes párrafos:2 ...la bondad de una ley de minería ha de apreciarse por la mayor seguridad que se dé a los explotadores en su concesión; por la extensión de la libertad que se le conceda para obrar, pues cuanto menos trabas, mejor; y finalmente, por el cúmulo de facilidades que se les brinde para la obtención de las minas.
Desde luego, los mineros tenían que pagar impuestos como todos los ciudadanos, pero la cuestión no era gravarlos con una renta de la tierra:3 Triviales por demasiado conocidos son los principios que exigen que el impuesto sea módico, a la vez que igual para todos los contribuyentes... El impuesto sobre las minas requiere por parte del Estado que lo impone, que al determinarse, se tengan en cuenta elementos que no existen en otras especies gravables, pues no hay propiedad más contingente que la de las minas... Mas si todo esto debe tenerse en cuenta, tampoco debe olvidarse que ese impuesto,
2Citado 3Ibid.
en Manuel R. Egaña, Venezuela y sus Minas, (Caracas, 1979) p.216/7.
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 10 para que sea justo, computados los riesgos, debe ser relativamente igual al que pagan los agricultores y criadores del país, pues de lo contrario sería irritante...
Sin embargo, en esta misma Ley se hallaban presentes las aspiraciones de los terratenientes, quienes exigían que en los terrenos de su propiedad se les concediera un tercio de los beneficios que con la producción pudiera obtenerse. El artículo correspondiente mereció el siguiente comentario del Ministro de Fomento, quien, en su oportunidad, lo demandó por anticonstitucional logrando su anulación por la Corte Federal y de Casación:4 Semejante precepto constituye una restricción manifiesta puesto que nadie habría de incurrir en aportar el dinero, el crédito, la inteligencia, la actividad, la perseverancia, en fin, todo el caudal material, intelectual y moral requerido para poder alcanzar éxito en empresas de esta naturaleza, para luego hacer partícipe nada menos que en la tercera parte de las utilidades a un socio obligado que no trabaja, que con nada contribuye y que nada arriesga.
Con los primeros descubrimientos de petróleo y con la importancia que iba a adquirir esta materia prima en la Primera Guerra Mundial, se inició una viva competencia del capital petrolero internacional para obtener concesiones en Venezuela, produciéndose así el despertar de una conciencia nacionalista rentística. Las siguientes reflexiones de Gumersindo Torres como Ministro de Fomento en 1920 son merecedoras de atención:5 En Venezuela nada percibe el Fisco por la explotación de los yacimientos petrolíferos en terrenos nacionales, fuera del impuesto corriente que se aplica indistintamente a las explotaciones en terrenos baldíos o de particulares. Ahora bien, son nociones distintas la de impuesto y la de percepción de una suma derivada de estipulación contractual por el goce de una propiedad nacional, distinción que en donde quiera se ha tenido presente para cobrar por este último respecto pensiones variables según las zonas cuando la explotación petrolera se hace en terreno nacional. Así pues, en Venezuela hay impuestos, pero nada pagan las empresas por el derecho mismo a la explotación, como en todas las otras naciones tienen que hacerlo, ora a los propietarios del suelo, comprándoles carísimas tierras petroleras, ora al Estado mismo, si el terreno es baldío, mediante especiales estipulaciones contractuales.
Torres se refería aquí primordialmente a los Estados Unidos, primer país productor del mundo, donde el petróleo es propiedad privada. Por ello la industria petrolera de ese país opera sobre la base de arrendamientos, pagándose una renta de la tierra al terrateniente, independientemente y aparte de cualesquiera impuestos estatales. Y si el contrato de arrendamiento se firma con el Estado en terrenos nacionales, también se establece el pago de una renta. Esta era la aspiración de Torres. En tal sentido propuso que el Estado estableciera el cobro de una renta de la tierra en los terrenos nacionales, aparte de los impuestos ya consagrados. Y en lo relativo a los terrenos particulares, propuso conceder a los terratenientes un derecho preferencial de obtener la concesión, de
4Memoria 5Memoria
del Ministerio de Fomento, Caracas, 1912. del Ministerio de Fomento, Caracas, 1920, pp.XVIII-XXII. Destacado en el original.
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 11 manera que, de traspasarla a las compañías petroleras extranjeras, pudieran obtener como su provento la renta de la tierra correspondiente:6 El reconocimiento del derecho de los propietarios del suelo siquiera a la preferencia para obtener de la Nación la facultad de explotar el subsuelo, mediante el pago de los impuestos legales, valorizaría enormemente la propiedad territorial, porque los agentes de las compañías tendrían que entenderse previamente con ellos para obtener esa facultad, en lugar de entenderse con un contratista único como hasta ahora. La valorización de la propiedad territorial se traduciría naturalmente en la prosperidad general de la respectiva región y en el aumento consiguiente de las rentas fiscales como sucede cada vez que sube el precio de los bienes inmuebles o de frutos del país.
A esta visón de Torres se opuso Vicente Lecuna, entonces Presidente del Banco de Venezuela. Sin embargo, participaba él de la proposición de que la nación tenía que pedir una renta de la tierra, añadiendo que esa renta debería equivaler, como mínimo, a la usual en los EE.UU.:7 Los Estados Unidos consumen en su propio país todo lo que producen sus minas. Al Gobierno no le interesa encarecer un artículo que consume su escuadra, ni sería política inteligente encarecer el combustible de sus industrias; sin embargo el impuesto medio (léase regalía) es de 15 1/2 %. Venezuela se halla en un caso muy distinto: ella no aprovecha nada del petróleo que se llevan. Sólo le queda la participación que exija la ley para la República.
Lecuna se refería aquí únicamente a las tierras estatales en los EE.UU., pasando por alto las que eran el objeto de apropiación privada. Lecuna, pues, sostenía contra Torres la tesis de la propiedad nacional estatal del petróleo, de manera que la renta petrolera correspondiera única y exclusivamente al Fisco Nacional, aunque los yacimientos estuvieran ubicados en terrenos privados. Al mismo tiempo, Lecuna hacía explícita la justificación de Venezuela tras su aspiración a una renta de la tierra internacional, a saber, el atraso socioeconómico del país. La industria petrolera moderna, en cuanto actividad productiva que requiere de grandes sumas de capital y de particulares conocimientos tecnológicos, no podía en ese momento incorporarse al país con los beneficios correspondientes. De allí que se buscara aprovecharla, por lo menos, como fuente de un ingreso rentista. Torres y Lecuna estaban de acuerdo sobre la integración rentística del país a la industria petrolera internacional. Sus diferencias, en todo caso, se referían a la distribución posterior de la renta petrolera. Torres, en terrenos particulares, favorecía a los terratenientes; Lecuna, en cambio, consideraba al Estado como el único beneficiario legítimo. Para defender este punto de vista, sin embargo, este último se limitó a señalar la tradicional propiedad estatal de las minas confirmada y renovada por el Decreto del Libertador. Aquí cabe un juicio adicional. Los terratenientes venezolanos, posibles beneficiarios de la renta petrolera, no eran agricultores modernos y dinámicos, 6Ibid. 7Diario El Nacional, "El historiador Vicente Lecuna y nuestra riqueza petrolera", publicación de la Fundación Lecuna, p.8. (Suplemento del 3 de diciembre de 1975).
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 12 farmers norteamericanos, sino gente de mentalidad precapitalista, valga decir, de escaso espíritu empresarial. La renta petrolera, en sus manos, bien hubiera podido tener un uso no adecuado para el desarrollo del país. En cambio, al centralizarla en manos del Estado, se abría al menos la posibilidad de que se canalizara hacia fines productivos y hacia la modernización de la sociedad. En retrospectiva, no cabe duda de que la razón histórica estaba con Lecuna, y no con Torres. En la práctica, si bien Torres pudo imponerse, parcialmente, al asegurar en la Ley de Hidrocarburos de 1920 el derecho preferencial de los terratenientes a la concesión por un año - con lo que se inició un importante auge del comercio de concesiones -, luego se iba a imponer paulatinamente el punto de vista de Lecuna. Al final, con la reforma petrolera de 1943, y como consta de modo expreso en la Exposición de Motivos de la Ley, se le cerró definitivamente el paso a cualquier injerencia de los superficiarios en las concesiones petroleras.8 Por lo demás, la misma tendencia habría de prevalecer con el paso del tiempo en todos los países petroleros.9
RESUMEN La exposición y discusión precedente puede resumirse en los siguientes términos: 1. Las primeras concesiones petroleras fueron otorgadas gratuitamente, sin imponerse el pago de renta de la tierra alguna, en obediencia a la legislación minera vigente que seguía las pautas de la legislación más moderna sobre la materia que era la francesa. Esta última favorecía radicalmente al productor, negándose cualquier aspiración rentística al propietario de las tierras. 2. Dadas las características de la industria petrolera moderna, a saber, la producción de una materia prima que sirve de insumo a las industrias modernas del mundo bajo condiciones de alta tecnificación, Venezuela no podía integrarse con ella ni directa ni indirectamente por la vía de la producción, tal como hubiera correspondido a la esencia de la legislación minera existente. 3. Por esta situación, así como por el extraordinario éxito de las concesiones, los círculos gobernantes vieron la integración rentística con la industria petrolera internacional como la única posibilidad de que el país aprovechara su excepcional riqueza petrolífera. 4. Con ello se planteó el problema de quiénes deberían ser los beneficiarios inmediatos de la renta. Torres se inclinaba en favor de los terratenientes particulares; Lecuna, por su parte, en favor del Estado. 5. Dadas las circunstancias concretas del tiempo del que se habla, no cabe duda de que la razón histórica asistía a Lecuna y no a Torres. Con la renta petrolera concentrada en las manos del Estado - y no dispersa en las manos de
8La proposición de Lecuna se vio favorecida por el hecho de que los yacimientos descubiertos se encontraban mayoritariamente en terrenos estatales. 9Para más detalles, véase Bernard Mommer, La Cuestión Petrolera, (Caracas, 1987) passim.
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 13 terratenientes de mentalidad precapitalista - por lo menos existía la posibilidad que ella pudiera canalizarse hacia fines productivos y hacia la modernización del país.
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 14 2 LA CRISIS DE LA VENEZUELA AGROEXPORTADORA Y EL PETRÓLEO: ALBERTO ADRIANI El petróleo tuvo en los años veinte un extraordinario auge, hasta el punto de superar en importancia, hacia fines de la década, todas las exportaciones tradicionales en su conjunto. Además, mientras que la crisis económica mundial que se hizo manifiesta en 1929 llevó a una leve y temporal disminución de las exportaciones petroleras, que ya conformaban el principal rubro del sector externo nacional, el café se precipitó en una honda crisis de la cual nunca habría de recuperarse. La crisis del mercado mundial no hizo sino poner en evidencia el estado lamentable en el cual se encontraba la agricultura venezolana. Obsérvese al respecto el testimonio de Alberto Adriani, que data de la primera mitad de la década de los años treinta:10 Nuestra agricultura es rudimentaria. No hay un solo cultivo en el cual Venezuela pueda servir de ejemplo al mundo.
Pero este juicio iba al par con la siguiente afirmación:11 La agricultura y la cría son hoy y serán mañana las bases principales de la prosperidad y grandeza del país.
Y, en particular, Adriani reafirmaba la importancia decisiva del café:12 ...no se ve ningún otro cultivo, ni ninguna otra actividad capaz de tomar el puesto de la industria cafetera.
Con ello se tiene definida la esencia de lo que se ha llamado el Proyecto Nacional de Adriani concebido para remontar las vicisitudes de la crisis: modernizar el país y crear la infraestructura administrativa y material para impulsar el desarrollo de la productividad en el agro venezolano. Por lo demás, en el juicio de Adriani, para tal propósito se requería la decidida intervención estatal. En otras palabras, era preciso poner fin al liberalismo económico de la era gomecista. Al petróleo, en cambio, Adriani no le atribuía mucha importancia:13 ...No debemos equivocarnos en la apreciación de los cambios que han seguido al auge de la industria petrolera en Venezuela; ... Está en manos extranjeras, es, desde el punto de vista económico, una provincia extranjera enclavada en el territorio nacional; y ejerce una influencia relativamente insignificante en la prosperidad económica de nuestro pueblo.
10Alberto
Adriani: Labor Venezolanista, Primera Edición, (Caracas, 1937) pp.247/8. Adriani: Labor Venezolanista, Segunda Edición, (Caracas, 1946) p.191. 12Adriani, Primera Edición, op.cit., p.207. 13Ibid., p.207. 11Alberto
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 15 Venezuela no podía integrarse ni directa ni indirectamente como productora en la industria petrolera: no había nexos orgánicos entre esa industria y la agricultura. Era un enclave extranjero. Y hay más, en cuanto industria extractiva, Adriani la consideraba como precaria:14 En todo caso, son factores precarios de prosperidad. Cuando se agoten las minas, cuyos principales beneficios habrán sido para el extranjero, el país deberá soportar los perjuicios y pagar los gastos que implique la desmovilización de esas industrias.
Alberto Adriani desconocía por completo las características de la explotación petrolera. En efecto, de la lectura de su obra puede colegirse que la confundía con otro auge minero transitorio y efímero, como las 'locuras del oro' que conoció Norteamérica. De un momento a otro era de esperarse el agotamiento definitivo de los yacimientos. La posibilidad de una integración rentística le era totalmente ajena a la mentalidad productora de Adriani. Sin embargo, ésta ya se hallaba en curso y sus síntomas comenzaban a hacerse evidentes. Adriani denunció entonces los viajes de placer al exterior y el consumo de lujo que se estaba haciendo costumbre entre las clases acomodadas del país. Pero no insistía mucho: todo esto era, como la explotación petrolera misma, un fenómeno puramente coyuntural. En definitiva, con toda la importancia momentánea de la industria petrolera, ésta no tenía cabida en su Proyecto Nacional:15 No insistimos sobre el petróleo ...
Sin embargo, durante los últimos dos años de su vida comenzó a hacerse ya palmario que el petróleo se estaba convirtiendo en el eje de una nueva visión del país que amenazaba con desplazar sus propias concepciones. En enero de 1934, los EE.UU. devaluaron el dólar, de manera que la paridad oro del bolívar que era de Bs. 5,20 por dólar bajó a Bs.3,06. La situación de los exportadores tradicionales empeoró de manera dramática:16 Hasta el año pasado el dólar conservó en Venezuela un valor, que hacía todavía mediocremente remunerador el cultivo del café y del cacao... Con el nuevo dólar desvalorizado, o lo que es lo mismo, con el bolívar caro, los precios de nuestros productos de exportación se han hecho irrisorios, no cubren ni siquiera los gastos de beneficios y están arruinando a todos los interesados.
La proposición de Adriani era devaluar el bolívar en un cien por ciento. Sin embargo, se le enfrentó - entre otros - Vicente Lecuna, con el argumento de que una devaluación habría de favorecer a las compañías petroleras extranjeras. En efecto, los gastos de éstas en el país - salarios, sueldos e impuestos, esencialmente - se hacían en lo fundamental en bolívares, por lo que una devaluación implicaba pérdidas para el país. Estas pérdidas, en el juicio de Lecuna, eran más importantes 14Ibid.,
p.121. p.129. 16Ibid., p.263. 15Ibid.,
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 16 que todo lo que podría ganarse con la reactivación de las exportaciones tradicionales que seguiría a la devaluación. Adriani se empeño, en vano, en demostrar lo contrario.17 Lo demás es historia cumplida. El bolívar no se devaluó, y como paliativo se pasó a subsidiar las exportaciones tradicionales, primero, por un sistema de primas, y luego, con un sistema de tasas de cambio diferenciales. La agricultura, en lugar de ser fuerza motriz de la nueva Venezuela, como era la aspiración de Adriani, se había convertido en una actividad subsidiada.
RESUMEN 1. Para 1935 el petróleo había adquirido una importancia fundamental en la vida económica nacional, como resultado de coincidir el auge de la explotación petrolera con la decadencia de la agricultura exportadora. 2. Entre estos dos fenómenos no se dio una vinculación causal. 3. Sin embargo, de no haber sido por el petróleo, el desarrollo económico del país habría debido basarse, necesariamente, en la modernización del agro con miras a dinamizar las exportaciones tradicionales. Con el petróleo, en cambio, se le abrió al país una opción distinta. 4. Las exportaciones petroleras eran de una rentabilidad tal, que la no devaluación del bolívar no representaba un obstáculo de importancia para las compañías petroleras, mientras que los intereses rentísticos nacionales se veían favorecidos por un alto valor del bolívar. 5. Para los intereses agroexportadores de Venezuela, antes bien, la no devaluación del bolívar era fatal. 6. La discusión acerca de la devaluación o no devaluación enfrentó los intereses de los productores y exportadores del agro venezolano con los nuevos intereses rentísticos del país vinculados a las exportaciones petroleras. Resultó entonces que cuantitativamente ya eran más importantes los últimos que los primeros. El bolívar no fue devaluado.
17Véase
la carta de Adriani a Lecuna, op.cit., Primera Edición, p.361 ss.
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 17 3 "SEMBRAR EL PETRÓLEO": UNA PRIMERA VISIÓN ARTURO USLAR PIETRI Ya se observó como Venezuela, frente a la imposibilidad de integrarse directa o indirectamente como productora a la industria petrolera internacional, optó por la vía rentística. El éxito extraordinario de esta vía llevó, entre otras consecuencias, a que el sector agroexportador en su totalidad no pudiera competir con ella como fuente de recursos y, por ende, como fuente del desarrollo de las capacidades productivas para el progreso nacional. Empero, ha de tenerse presente que el ingreso petrolero en su origen es simplemente una renta. De ello se sigue que su circulación en la economía nacional tiende a producir, en primer término, un aumento en los niveles de consumo. Si a este hecho, además, se asocia la franca decadencia de las actividades económicas tradicionales, no era difícil colegir que la renta petrolera, en lugar de representar un nueva fuente de acumulación de capital, podía bien encaminar el país hacia una existencia progresivamente parasitaria. Es esta angustia la que se expresa en el famoso editorial de Arturo Uslar Pietri intitulado "Sembrar el petróleo", publicado en el Diario Ahora el 14 de julio de 1936. Con un visión reminiscente de la concepción fisiocrática del mundo económico, caracterizaba allí a la agricultura como 'economía reproductiva y progresiva', en tanto que designaban a la minería como 'economía destructiva' y, por consiguiente, efímera. Un país que se disponía a vivir de esta última, abandonando la primera, se encaminaba hacia una 'catástrofe inminente e inevitable'. Era urgente cambiar de rumbo. Para empezar, la renta petrolera íntegra tenía que destinarse, así lo propuso, a un presupuesto de inversión y no al gasto corriente.18 Con este primer artículo, empezó Uslar a destacarse como uno de los principales ideólogos del nuevo período histórico que se inicia con la muerte de Gómez. Pero no se limitaba él, en efecto, a definir un destino determinado para la renta petrolera, a saber, la inversión productiva, sino que remontándose hasta su origen lo deducía necesariamente de la naturaleza misma del petróleo en cuanto producto de una 'economía destructiva'. Bien pronto, sin embargo, sustituyó esta primera formulación por otra más acorde con el desarrollo del capitalismo global y no sólo con el de la agricultura:19 El petróleo no es ni una cosecha ni una renta, sino el consumo continuo de un capital depositado por la naturaleza en el subsuelo.
De esta manera se identifican, incluso en el plano formal, el origen y el destino deseado de la renta petrolera. Como capital 'natural' - natural pero capital al fin y al cabo, tal y como lo define el autor - no le cabía otro destino que la reinversión de sus proventos. Su consumo, en cambio, aparecía así como un acto de extrema negligencia que haría peligrar, se afirmaba, el mínimo al cual tiene que aspirar cualquier sociedad: la simple reproducción económica, esto es, la reposición
18Arturo 19Arturo
Uslar Pietri, Venezuela en el Petróleo, (Caracas, 1948) p.17. Uslar Pietri, Sumario de Economía Venezolana, (Caracas, 1945) p.243.
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 18 continua del capital que se va desgastando. La política económica propuesta no era, por lo tanto, una de entre muchas posibilidades, sino que constituía más bien un imperativo moral incuestionable. Empero, el petróleo sí es una renta, y lo que es decisivo, de una cuantía tal que, como se puso en evidencia en la discusión acerca de la paridad del bolívar en 1934, ya superaba la suma de los excedentes de las actividades agroexportadoras del país. Debe tenerse muy presente el supuesto fundamental sobre el cual descansa la política económica propuesta por Uslar en relación con el destino del ingreso petrolero. En efecto, para que en su totalidad éste pudiera convertirse en capital productivo, se requería que la capacidad de absorción de capital fuera lo suficientemente elevada como para asimilar de manera productiva no sólo el propio excedente nacional, sino lo que es más, la cuantiosa renta petrolera, de suyo un excedente. Se trataba, como bien puede verse, de una visión preliminar de la 'siembra del petróleo'. Se identificaban de manera inmediata los yacimientos petrolíferos con un capital, obviándose todavía el proceso concreto mediante el cual la renta petrolera habría de convertirse en recursos productivos económicamente eficientes. Considérese a continuación la evolución de la idea de la 'siembra del petróleo' que ocurre en los años siguientes y en el propio pensamiento de Arturo Uslar.
LA
RENTA PETROLERA, LA SOBREVALUACIÓN DEL BOLÍVAR Y LA NECESIDAD DE LA
INTERVENCIÓN DEL ESTADO
Entre los años 1936 y 1945 tuvo Uslar la oportunidad de adquirir un conocimiento detallado y profundo de las características peculiares de la economía venezolana, desde dos perspectivas que se complementaban armoniosamente. Al par de que ejercía responsabilidades muy importantes en los gobiernos de López Contreras y Medina Angarita, se desempeñaba como profesor de Economía Política en la recién creada Escuela Libre de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Central de Venezuela. Desde estas posiciones contribuyó a la comprensión de las fuerzas objetivas tras del proceso por el cual la economía venezolana se estaba convirtiendo en parásita del petróleo. Los altos ingresos petroleros, una vez puestos a circular en la economía nacional, desencadenaban mecanismos singulares que generaban lo que superficialmente se manifiesta como presiones inflacionarias. En consecuencia, la producción venezolana era de necesidad cara, valga decir, los productos importados eran mucho más baratos. En suma, el signo monetario nacional estaba sobrevaluado. Sin embargo, la solución no podía consistir en la devaluación de la moneda, ni mucho menos en la renuncia al ingreso petrolero. Así surgía el imperativo de la
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 19 política proteccionista. Para 1945, en el juicio de Uslar Pietri, ya se había logrado contener la tendencia fatal que venía desde años anteriores:20 Por medio de barreras aduaneras y de contingentes de importación se defendió el mercado interno de la total inundación de las importaciones, y por medio de créditos, ayuda técnica, cooperación del Estado, etc., se estimuló y fortaleció el desarrollo de la producción autóctona. La exportación agropecuaria pudo mantenerse ... por medio de subsidios... La intervención ha sido necesaria para garantizarle a Venezuela un mínimo de economía normal y mientras la industria petrolera subsista en proporción tan desmesurada con respecto al resto de nuestras actividades la intervención del Estado continuará siendo necesaria para asegurar un equilibrio económico artificial, que pueda transformarse paulatinamente en el equilibrio económico sano y espontáneo de una nación normalmente desarrollada, cuando la hipertrofia del petróleo se reduzca por sí misma o en razón del incremento y progreso de otras ramas de nuestra actividad económica.
En el ínterin no había otra solución:21 Mientras subsista con su actual preponderancia la industria petrolera, Venezuela tiene que resignarse a producir caro o no producir ...
El problema de nuestros precios no consiste en abaratarlos, sacrificando con ello toda posibilidad de desarrollo normal para el país, sino procurar reducirlos hasta aquellos niveles, que aun cuando altos en términos internacionales, le permitan a la nación el máximo de actividades distintas de la industria petrolera ... Con ello, así lo esperaba Arturo Uslar, se habían sentado las bases y condiciones para el definitivo cambio de rumbo:22 El punto de partida ha debido ser el año 1945.
EL CONSUMO DE LA RENTA PETROLERA, LA CATÁSTROFE Y LA CORRUPCIÓN Para Uslar todo el problema radicaba en la política económica: de seguirse una política acertada el país no tenía porqué continuar deslizándose hace el "parasitismo". La decisión crucial era la de aprovechar cabalmente la renta petrolera como fuente adicional y cuantiosa para el desarrollo de las capacidades productivas. Pero con la reforma petrolera de 1943, los aumentos posteriores del impuesto sobre la renta y el auge del mercado mundial del petróleo una vez concluida la Segunda Guerra Mundial, Venezuela entra en la segunda etapa de su historia como país petrolero. La renta petrolera llegó a niveles entonces sin paralelos, por lo que las expectativas de Uslar de revertir las tendencias, de otra manera manifiestas, se vieron muy pronto frustradas. La disparidad entre los recursos excedentes y la capacidad de absorción de capital se había hecho poco menos que abismal.
20Arturo
Uslar Pietri, Venezuela en el Petróleo, op.cit, p.46. p.189. 22Ibid., p.204 21Ibid.,
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 20 El inicio de esta segunda etapa coincide con el golpe de Estado del 18 de octubre de 1945. Un nuevo liderazgo asume el poder político, y con él viene otra visión de la 'siembra del petróleo'. Arturo Uslar se irá a la oposición. De allí en adelante no volverá a investigar científicamente la cuestión de la siembra del petróleo, limitándose sólo a la crítica de la política económica en marcha. Esta crítica se encuentra, en primer lugar, en un conjunto de artículos de prensa escrito entre 1945 y 1949 desde el exilio.23 Ella se concentró esencialmente en dos aspectos. De una parte, la creciente renta petrolera se estaba canalizando en su mayoría hacia el consumo, razón por la cual se hacía cada vez más amplia la distancia que entre él mediaba y el potencial productivo del país. Además, se estaban acelerando cierto cambios estructurales en la economía nacional que hacían irreversible el proceso. Por lo tanto, una futura baja de la renta petrolera no podía sino implicar una verdadera catástrofe. Y esta baja futura, para Uslar Pietri, era siempre inminente. De la otra parte, la cuestión de la corrupción. Para Adriani, ya se vio, la industria petrolera en cuanto actividad extractiva era precaria y efímera. Uslar hizo camino con este punto de vista en 1936, aunque al correr del tiempo se percató de las características de largo plazo propias de esta industria. Pero había otro problema angustiante:24 La Venezuela anterior al petróleo era ... un país que vivía de su trabajo ... ...Con el petróleo ... la riqueza creciente que va a haber no proviene del trabajo venezolano ...
Para Uslar, plenamente identificado con la ética de un capitalismo productor y con su máxima virtud: el trabajo productivo, la renta petrolera llevaba consigo un serio problema moral. El productor capitalista - como tipo ideal - genera un ingreso por el desarrollo del trabajo productivo y por el intercambio de equivalentes; su ética no es la de enriquecerse por un simple monopolio de la propiedad, ni la de comprar barato para vender caro. De donde se sigue que la renta petrolera no constituye un ingreso legítimo - éticamente legítimo - de la Nación, puesto que representa, y esta era la visión de Uslar, un don único de la naturaleza. Había que legitimarlo, y para conseguirlo sólo cabía prescindir de su consumo, o lo que es igual, dedicarlo a la inversión. Exclusivamente por esta vía, y en la medida en que sirviera al desarrollo del trabajo productivo, Venezuela adquiriría el derecho de disfrutarlo. A partir de 1945 la renta petrolera empieza, en parte, a hacerse consumo popular. Uslar saltará a la palestra para denunciar este hecho como antesala de la corrupción:25 El verdadero mal, el mal casi irreparable, ... está en que ... se ha pervertido, Dios sabe hasta qué profundas fibras, el sentido de la economía en el pueblo venezolano. Se le ha enseñado, en todas su capas sociales, a desdeñar el trabajo por el maná, a pensar en términos de magia y no de contabilidad, a perder la noción de los precios, de los costos y del equilibrio económico... 23Para
estos artículos véase Arturo Uslar Pietri, De una a otra Venezuela, (Buenos Aires, 1950) passim. 24Uslar, Venezuela en el petróleo, op.cit, pp.213/4. 25Ibid., p.117.
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 21 Se ha perdido la noción de lo que es una vida económica normal y se ha hecho casi imposible volver a ella ...
Para Uslar, así, la presencia y distribución de la renta estaban afectando la moral de trabajo tanto del obrero como del empresario. El espíritu del hombre de empresa se alejaba cada vez más de la producción como tal, esto es, de su razón natural. Esta era la corrupción, y lo corrupto, ex definitio, es perecedero, efímero y carente de verdad. De allí que la Venezuela petrolera para Uslar, aunque dure siglos, irá siempre desbocada hacia una catástrofe inminente.
LA RENTA PETROLERA Y EL ESTADO VENEZOLANO Al incorporarse Uslar en 1955 a la Academia de Ciencias Políticas y Sociales, pronunció un discurso que intituló "El petróleo en Venezuela", y en el cual abordó, por primera vez, la cuestión de la propiedad estatal del subsuelo petrolífero. Luego de comentar la necesidad del capital extranjero, dado el atraso del país en el inicio de la producción petrolera, observaba:26 En medio de la general ignorancia un hecho casi providencial vino a servir los intereses de Venezuela. En nuestra legislación se había conservado de un modo tradicional ... el derecho regaliano del Estado sobre las minas ...
Para Arturo Uslar no cabía duda de que la propiedad estatal de los yacimientos petrolíferos había sido mucho más favorable a los intereses nacionales de lo que hubiera podido ser la propiedad privada. Empero, para el tiempo que aquí se refiere y alimentado por la renta petrolera, se hallaba en pleno desarrollo el proceso de conformación de lo que habría de llamarse el capitalismo de Estado. Si bien Uslar, dadas las circunstancias políticas del momento, se expresó en esta ocasión con sumo cuidado, en cambio pocas semanas después de caer la dictadura pudo vocear su criterio con toda libertad. Estimaba él, en efecto, que en los próximos cinco años los ingresos del Estado podrían llegar a unos treinta mil millones de bolívares, planteando a continuación el problema de su uso y destino:27 Una gran parte de esa riqueza, en el pasado, se ha invertido en crear un Capitalismo de Estado, que, seguramente, es el más extenso y poderoso del mundo del lado acá de la Cortina de Hierro. Ese Capitalismo de Estado tiene consecuencias graves. Si sigue creciendo ilimitadamente, Venezuela va a llegar a ser un país, no ya de dependientes del petróleo, sino de dependientes del Estado, y ese capitalismo monstruoso del Estado, llegará fatalmente a convertirse, como en el pasado se convirtió, en una terrible máquina de tiranizar. Nosotros tenemos que hacer todo un esfuerzo para que en el porvenir inmediato, una gran parte de esa riqueza que va a pasar por las manos del Estado, no vaya a engrosar, fortificar y extender el Capitalismo de Estado ... sino que vaya, pura y simplemente, a fortificar esa clase media y a crear verdaderamente un capitalismo dentro de Venezuela que apenas en nuestros días está dando sus primeros vagidos y que ha de ser forzosamente, una fuerza estabilizadora, liberal y democrática en el futuro inmediato del país.
26Ibid.,
p.39. Uslar Pietri, Venezuela, un país en transformación, (Caracas, 1958) pp.13/4.
27Arturo
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 22
A continuación insistía en que no sólo se trataba de canalizar adecuadamente esos millares de millones de bolívares futuros, sino también en que no se olvidara el destino de los ya invertidos en las empresas estatales. La lógica inherente a estas largas citas es la siguiente. El petróleo es una propiedad común, cuya administración corresponde al Estado con miras a su mejor aprovechamiento productivo. Ello, se ha visto, no era posible conseguirlo directamente. Valga decir, Venezuela no podía ser un país productor de petróleo, y sólo le correspondía, por su desarrollo histórico, aprovechar su condición de propietario. Esto es, la tarea del Estado era canalizar la renta de su propiedad hacia el desarrollo económico; pero de allí no se seguía, en modo alguno, que él tuviera que invertirla en empresas suyas. Ahora bien, la ética del capitalismo y la esencia de la democracia son por antonomasia la propiedad privada y su libre ejercicio. Emerge así, entonces, una seria contradicción entre la práctica del Estado y el proyecto político de Uslar: ¿Cómo superar esta contradicción? O lo que es igual, ¿cuáles pueden ser las vías o los criterios para transformar la propiedad común en propiedad privada? Uslar, luego de haber definido con perfecta claridad una cuestión de suma importancia para la comprensión de la realidad económica, política y social de Venezuela, obvió cualquier precisión al respecto, optando por refugiarse, en el discurso antes citado, en una ficción histórica:28 Sería posible imaginar un proceso distinto, un proceso por medio del cual los propietarios del suelo lo hubieran sido también del subsuelo, en el que la riqueza petrolera se hubiera distribuido regionalmente y hubiera ido en primer término a manos de particulares, y en el que esos particulares hubieran sido los empresarios y los creadores del capitalismo venezolano y el Estado hubiera participado en la riqueza, por medios puramente impositivos, recibiendo su participación de las personas jurídicas y naturales que hubieran sido sus propietarios. Pero no ha sido así ...
Paradójicamente, pues, lo que en su origen resultaba ser una condición ventajosa, en su destino se convierte en un obstáculo. Para cobrar una renta internacional la propiedad estatal, efectivamente, era y es lo más conveniente; sin embargo, en el interior del proceso económico nacional esa renta debía hacerse privada. El problema, sin duda, no existiría de darse la propiedad privada sobre el recurso natural mismo. Pero para que esta solución directa sea deseable o viable con miras al desarrollo de las fuerzas productivas, y no dé lugar a la existencia de una clase terrateniente retrógrada, se necesitan condiciones concretas como las que describía Arturo Uslar: son éstas las condiciones históricas de los EE.UU., mas no las de Venezuela.
28Uslar,
Venezuela en el Petróleo, op.cit, pp.51/2.
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 23 LA POLÍTICA PETROLERA Las compañías petroleras, en cuanto encarnación del capital productor y organizador del trabajo productivo, representaban el ideal de Arturo Uslar Pietri. Eran extranjeras, pero ello sólo se justificaba por causa del atraso del país, el cual era preciso superar. Frente a ellas se encontraba el Estado venezolano: propietario del recurso natural. En su perspectiva histórica, el problema era:29 ... determinar y obtener la parte que en justicia la nación debía recibir de la riqueza que explotaba ... Esta cuestión fue la que primordialmente absorbió el interés nacional durante las dos primeras décadas de la explotación. Y puede decirse que, de un modo casi definitivo, quedó resuelta y zanjada con la reforma petrolera contenida en la ley de 1943, y con la adopción del impuesto sobre la renta como instrumento complementario de esa reforma.
Estas líneas, escritas en 1948, son prácticamente todo lo que se halla sobre el tema en los escritos de Arturo Uslar. Aquí se impone elaborar una acotación sobre el contenido esencial de esta reforma. En ella se fijó como mínimo una regalía de un sexto, en concordancia con la realidad estadounidense que ya le sirvió de pauta a Lecuna en 1920. De igual modo se sometió enteramente la actividad económica de las compañías petroleras al régimen fiscal global del Estado, y al par se creó el mecanismo fiscal del impuesto sobre la renta, adoptándose así el instrumento fiscal que desde la Primera Guerra Mundial había adquirido una importancia extraordinaria en todos los países capitalistas desarrollados. De esta manera, las relaciones formales entre las compañías petroleras y el Estado venezolano se hacían virtualmente análogas a las que prevalecían entre el Estado norteamericano y las compañías petroleras en tierras estatales. En adelante, y éste es un hito cuya importancia histórica difícilmente puede exagerarse, las compañías petroleras habrán de actuar bajo la soberanía impositiva del Estado venezolano. La analogía, sin embargo, era más formal que real. El Estado venezolano, que en los comienzos del siglo contaba con una legislación minera fundamentalmente identificada con los intereses productores, la había abandonado para aspirar a una renta. La pauta por seguir debían de ser los EE.UU., cuna de la industria petrolera, donde con cargo a la propiedad privada del subsuelo se pagaban rentas y regalías. Pero esta pauta no era sino una primera orientación. El desarrollo histórico del país habría de engendrar las suyas propias. Ya con el gobierno de López Contreras comienzan a surgir declaraciones oficiales - repetidas, desde entonces, de una u otra forma por todos lo gobiernos posteriores - que precisaban que la meta, en definitiva, era la maximización de la renta petrolera. Esta perspectiva no era de Arturo Uslar. Por su concepción de los yacimientos petrolíferos como capital natural, lo que las compañías pagaban no era 29Ibid., pp.203/4. En este trabajo se utiliza el término 'renta' en el sentido científico de renta de la tierra, y nunca como sinónimo de ingreso. Sin embargo, el uso común es más bien este último, por lo que es menester advertir al lector sobre posibles confusiones que puedan surgirle, por ejemplo, cuando se habla aquí de la Ley de Impuesto sobre la Renta.
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 24 una renta, sino el equivalente del capital natural que estaban consumiendo. Toda la confrontación entre las compañías extranjeras y el Estado venezolano se limitaba, en consecuencia, a encontrar el justo valor de ese 'capital natural'. No le pertenecía al pensamiento de Uslar Pietri la acción monopólica del terrateniente, que restringe y obstaculiza el acceso del capital productor al recurso natural. Por lo demás, cabe acotar, que si la renta en su origen es el resultado de la obstrucción del desarrollo de la producción, en su destino no puede sino ejercer efectos obstructivos similares. La tendencia histórica se movía hacia una agudización del enfrentamiento entre el capital internacional y el Estado venezolano propietario, con lo que el verdadero carácter de la renta tenía que hacerse cada vez más evidente. Para Uslar la consigna de "no más concesiones" no podía sino ser la expresión de una voluntad restrictiva de la producción. Por ello se negó a aceptarla, insistiendo en considerarla como absurda y demagógica:30 ... Esa riqueza que está en el subsuelo ... puede representar, grosso modo, una estimación de 32.000 millones de dólares ... Esa inmensa cantidad de dinero es precisamente el capital que la Providencia nos ha dado para que nosotros, inteligentemente, hagamos un país y el deber nuestro es hacerlo: por lo tanto, toda política petrolera que tienda a ... paralizar inversiones, es una política que ... contraría estos fines.
Finalmente, la historia de la política petrolera venezolana, al igual que la de la política petrolera internacional, será en el pensamiento de Arturo Uslar la conjunción de episodios azarientos o de factores externos, mas no la consecuencia de una política rentista acertada.
RESUMEN 1. El punto de partida de la primera visión de la 'siembra del petróleo' es la determinación del destino deseado para la renta petrolera, a saber, su inversión productiva. 2. Para convertir ese destino deseado en el único destino legítimo, se pasa a definir la renta petrolera en su origen, aceptando los yacimientos como un 'capital natural' cuya reinversión constituye un imperativo moral y político insoslayable. 3. Al admitir la definición referida, se imposibilita el análisis científico de la decisiva cuestión del uso más adecuado del ingreso petrolero para los fines de la modernización del país, es decir, el entendimiento de las dificultades reales de convertir productivamente la renta en capital. Al unísono, se sustituye la contradicción real entre el Estado venezolano propietario y el capital internacional arrendatario por una relación ficticia de la sociedad venezolana con un supuesto capital legado por la naturaleza. Tanto en el origen como en el destino, así, se niega al ingreso petrolero su carácter de renta, y, en consecuencia, la necesidad de su superación por el desarrollo concreto de las fuerzas productivas del país. 4. De allí que los problemas reales del proceso histórico no aparezcan sino como meros efectos de políticas económicas inadecuadas, o de cualesquiera otras 30Arturo
Uslar Pietri, Petróleo de Vida o Muerte, (Caracas, 1966) pp.73/4.
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 25 circunstancias subjetivas, y no como la resultante de la lógica interior del proceso económico rentista. Ello no impide, desde luego, que se identifiquen con acierto algunos problemas fundamentales. A saber. 5. La tendencia hacia el consumo de la renta y hacia la expansión del sector terciario a costa de los sectores productivos, se explica por los mecanismos objetivos de la sobrevaluación del signo monetario nacional que resulta de la circulación de la renta. La solución propuesta sólo consiste en medidas proteccionistas, y nunca se considerará la posibilidad de que la capacidad de absorción de capital del país sea excedida por la renta petrolera. 6. Con el consumo parcial de la renta, los niveles de consumo del país, en general, exceden la producción autóctona. Los cambios estructurales que acompañan este desequilibrio llevarán al planteamiento del problema de la creciente dependencia del país en relación con el petróleo. 7. Sin embargo, este último problema, en lo inmediato, sólo se verá como un problema moral: la sociedad venezolana, que consume lo que no es producto de su propio esfuerzo productivo, actúa ilícitamente y se corrompe. Así se cierra toda posibilidad al análisis científico. 8. La renta petrolera, en su origen, constituye una propiedad común. En su destino deseado, en cambio, debería más bien convertirse en capital privado para dar cauce y cabida a la libre iniciativa individual y a una auténtica democracia. Al Estado le corresponde la administración y distribución del ingreso petrolero en un todo de acuerdo con esta finalidad, mas no su inversión directa, valga decir, no ha de ser su propósito el desarrollo de un capitalismo de Estado. Empero, hay un total silencio acerca de los criterios y mecanismos concretos para lograr esa transformación continua de la propiedad común en propiedad privada. 9. Es en el origen mismo, esto es, en la política petrolera nacional, donde se encuentra, efectivamente, la causa de toda la cuestión del destino deseado. Es allí donde el Estado venezolano, en cuanto propietario de los yacimientos, se apropia de la renta petrolera, es decir, convierte un ingreso privado - de las compañías - en un ingreso nacional de propiedad común que carece de toda contraprestación de esfuerzo productivo. Sin embargo, ello se oculta al interponerse entre el Estado y las compañías petroleras la noción mistificada de los yacimientos como capital natural. No hay, pues, relación inmediata entre las partes, sino sólo una vinculación indirecta en la cual desaparece toda la riqueza de los entrelazamientos sociales. 10. Finalmente, donde la confrontación entre ambas partes se hace explícita, o lo que es igual, cuando el Estado venezolano obstaculiza el desarrollo de la producción para cobrar una mayor renta, la política petrolera respectiva se hace incomprensible y aparece como irracional.
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 26 4 UNA SEGUNDA VISIÓN DE LA "SIEMBRA DEL PETRÓLEO": RÓMULO BETANCOURT Y JUAN PABLO PÉREZ ALFONZO La primera visión de la 'siembra del petróleo', cuyo ideólogo más destacado, incuestionablemente, es Arturo Uslar Pietri, fue el producto de la fracción más progresista, dinámica e innovadora de la élite venezolana que se posesionó del poder entre 1936 y 1945. Su gran tema no será otro que el desarrollo de la producción y de la productividad - tema por demás propio de una concepción rigurosamente capitalista -, dejándose de lado cualquier referencia a los mecanismos económicos y políticos tras la distribución nacional de la renta petrolera. Los intereses populares, como movimiento democrático, irrumpieron con fuerza en el escenario político precisamente en el año mismo de 1936. Se dieron intentos de alianzas con el liderazgo político en el poder, mas todos ellos fallidos. La ruptura era inevitable. Así se impuso la necesidad de que el movimiento democrático que reclamaba la representación de los intereses populares desarrollara su propio proyecto nacional, su propia visión de la 'siembra del petróleo', no sólo independiente de aquella primera visión, sino más todavía, en oposición - al final insurreccional - a ella. Por este origen revolucionario, la visión populista de la 'siembra del petróleo' se erigió sobre la crítica y la denuncia militante de las condiciones económicas, políticas y sociales de la Venezuela anterior al 18 de octubre de 1945.
LA LEGITIMACIÓN DE LA RENTA PETROLERA En el blanco de las críticas y denuncias se colocó a las compañías petroleras extranjeras, a las cuales se caracterizaba con fuertes epítetos. Por los más diversos medios - se decía - habían acaparado el subsuelo petrolífero nacional para explotarlo a su exclusivo arbitrio; y no sólo ello, sino que al par sometían la fuerza de trabajo nacional a condiciones desventajosas. Todo ello sucedía - se insistía - en connivencia con las élites gobernantes, a quienes se enjuiciaba con mucha severidad. Se afirmaba que ellas se habían entregado a la nueva vida de rentistas, abandonando paso a paso su esfuerzo productivo. De esta manera, ésta era la conclusión política más relevante en lo inmediato: el pueblo venezolano no sólo no se beneficiaba de la renta petrolera, sino que también era víctima de la crisis de la economía agroexportadora, agudizada por el creciente desinterés de las clases pudientes.
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 27 Las reivindicaciones democráticas y populares eran, por lo tanto, de por sí nacionalistas. Esta condición tenía que manifestarse, en particular y con toda fuerza, en las luchas obrero-patronales dentro de la misma industria petrolera. De allí el enorme valor simbólico que adquirió la huelga petrolera que estalló hacia fines de 1936. Betancourt habría de comentarla en los siguientes términos:31 El desarrollo de esta huelga desbordó el marco clásico de los diferendos obrero-patronales. Fue piedra de toque para revelar cómo Venezuela había comprendido rápidamente que ese movimiento era la primera escaramuza de una batalla nacional para independizar al país de tutorías foráneas. El respaldo a los huelguistas asumió caracteres de cruzada encendida de patriótico fervor. Industriales y comerciantes de todo el país se unieron a los intelectuales, a los estudiantes y a los trabajadores en gesta de solidaridad colectiva con los obreros.
Pero no sólo los obreros petroleros aspiraban conseguir mejoras salariales y más adecuadas condiciones de trabajo. Todo el pueblo venezolano, más pronto que tarde, habría de reclamar su participación en los cuantiosos beneficios del petróleo. Para ello era menester que los intereses populares se identificaran con las reivindicaciones rentísticas del Estado propietario de los yacimientos, y que el pueblo participara en la lucha política democrática con miras a garantizar una distribución popular de la renta. La huelga terminó por decreto presidencial, y poco después el movimiento democrático fue ilegalizado. He aquí la interpretación de los hechos que ofrece Betancourt al comentar la actitud de intransigencia de las compañías, las que, en su opinión, habían provocado la huelga:32 ...pareciera como que hubo interés en ellas que la huelga se desatara, y darle así un argumento más al neo-gomecismo gobernante para lanzar una ofensiva desmanteladora, a fondo, contra el recién nacido movimiento político democrático.
Por lo que afirma más adelante:33 Con petróleo, más que con tinta, fueron firmados los decretos que ilegalizaron partidos y expulsaron dirigentes políticos y líderes obreros, en los comienzos del año 1937.
Para Betancourt quedaba así establecida no sólo la identidad de las reivindicaciones populares y democráticas con los intereses rentísticos nacionales, sino también la identidad de quien debía enfrentarse: las compañías petroleras extranjeras y la élite gobernante que era su aliada nacional. Para comprender la extraordinaria fuerza que iba a adquirir el nuevo mensaje nacionalista, de importancia central dentro de esta segunda visión de la 'siembra del petróleo', hay que volver a considerar la posición que ocupaba y el papel que desempeñaba el nacionalismo petrolero dentro de la primera visión que antes se estudió.
31Rómulo
Betancourt, Venezuela: Política y Petróleo, (México, 1956) p.89. p.88. 33Ibid., p.97. 32Ibid.,
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 28 El ideal de esta última era el capital productor, al que representaban las compañías extranjeras en el caso del petróleo por el hecho insoslayable del atraso del país y sólo por él. El capital nacional, por lo dicho, estaba ausente. De aquí había surgido la reivindicación rentística - actitud abiertamente en contradicción con el ideal - cuya expresión más lúcida fue la reforma de 1943. Al nacionalismo petrolero le correspondía, por lo tanto, una posición subordinada, circunstancial, y sin papel ideológico estelar alguno. Es decir, las ganancias de los productores extranjeros se aceptaban de por sí como legítimas. Pero restaba, en todo caso, el problema de la legitimación de la reivindicación rentística nacional. Ello llevó al enmascaramiento de esta reivindicación como una transacción entre iguales, a saber, entre capitales que sólo diferían en su nacionalidad. A tal fin se imponía la definición del recurso natural en cuestión como capital. De aquí se seguía que la política petrolera ocupaba, dentro de esta visión, sólo un lugar marginal. Por ejemplo, la reforma petrolera de 1943 fue sin duda radical en el mejor sentido de la palabra. Con ella culminó exitosamente la primera mitad de la historia del petróleo venezolano, al mismo tiempo que sirvió de base firme para toda la segunda mitad hasta los inicios mismos del proceso de nacionalización en los años setenta.34 Sin embargo, la retórica que la acompañó no pasó - ni podía pasar - de afirmaciones del estilo ya citado, v.g., que por fin se había resuelto el molesto problema de determinar y obtener la parte que en justicia correspondía a la nación. Es la ética del capital productor no reivindicar una participación en las ganancias que otro capital productor pueda obtener, sino en producirlas él mismo, y si fuere el caso de aumentarlas, la única vía abierta es el desarrollo de la productividad. Para el obrero sus intereses se presentan de manera distinta. En primer lugar, trabaja para otro y no directamente para sí; en segundo lugar, como asalariado no se beneficia del desarrollo de la productividad directamente, sino indirectamente, y sólo en la medida en que este desarrollo repercute en mejoras salariales. Sin embargo, estas mejoras de ninguna manera se producen automáticamente por los mecanismos del mercado, sino mediante una lucha reivindicativa o sindical. Por lo demás, la necesidad de esta lucha se reconoce en todos los países desarrollados a través del derecho a la huelga y a la organización sindical, que se considera esencialmente inherente a la democracia. El incipiente movimiento democrático de 1936 era reivindicativo no sólo en lo económico, sino también en lo político y social. En su seno la reivindicación rentística nacional tenía cabida sin reserva alguna. Más todavía, la prédica reivindicativa en general se sintió enaltecida por su identificación nacionalista y por su asociación con las reivindicaciones internas del movimiento democrático. De la otra parte, el cuestionamiento de los beneficios de las compañías petroleras llevaba consigo dudas acerca de la misma categoría o noción de beneficio. Emergía así una vinculación que las élites gobernantes no estuvieron dispuestas a aceptar. Con tal actitud se le revelaba al movimiento democrático, una
34Para
más detalles, véase Mommer, La Cuestión Petrolera, op.cit.
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 29 vez más, que éstas eran los aliados internos de las compañías petroleras extranjeras. La lucha por el poder se presentó así en términos de competencia nacionalista. En el ámbito del discurso público las élites gobernantes, por las causas expuestas, la tenían perdida de antemano. Sin embargo, en el terreno de la política real, ello todavía faltaba por verse. E, indudablemente, la reforma petrolera de 1943 era una amenaza para la bandera nacionalista de la oposición democrática. A este peligro patente se enfrentó Pérez Alfonzo con su 'Voto Salvado', redactado con la ayuda de Betancourt. La exposición que hace Betancourt sobre la reforma de 1943 lleva el siguiente título:35 "El Régimen acogió, para escamotearla, la tesis de la reforma petrolera". Con ello se pretende indicar que la reforma no resultaba de un impulso nacionalista propio de las élites gobernantes, como al final de cuentas sí lo era, sino de las presiones irresistibles de la oposición democrática. Más aún, se sometían a la duda todas las ventajas obtenidas por la reforma para el país, afirmándose que no representaban más que un arreglo amañado, en el que no se habían tomado en cuenta los auténticos intereses del pueblo. He aquí un pasaje significativo del 'Voto Salvado':36 ...cuando se pretende que las ventajas señaladas signifiquen la cancelación del pasado, 'la sanatoria absoluta de todo vicio anterior y terminación completa de toda acción o reclamo que pudiera originarse' de la situación anterior, se sostiene una pretensión de imposible realización. Porque si algo hay cierto, indiscutible, como hecho de la vida real, es la situación creada y mantenida en Venezuela por la industria del petróleo. Cómo han expoliado esa riqueza del pueblo venezolano no obstante conocer las necesidades de ese mismo pueblo, es un hecho público y notorio. Validas las compañías de las debilidades de quienes, con o sin derecho, han representado la nación, actuando al margen del derecho y la justicia han realizado utilidades ilegítimas, ocasionando daños cuya reparación no puede ser borrada por la simple disposición de una ley; no hay, ni puede haber, figura jurídica alguna que haga de la injusticia, derecho.
Más adelante, en el mismo 'Voto Salvado', se calculó que 'las ganancias injustificadas de las empresas' llegarían a US$ 1,25 mil millones:37 ...cifra ésta que supera el valor estimado de todos los capitales empleados en todas las industrias del país ... No es, pues, razonable suponer que la voluntad colectiva nacional acepte ni ahora ni después, condonar a las compañías una pretensión que representa semejante relación con la riqueza nacional, debilitando las bases de su existencia...
'Una verdadera y justa reparación' consistiría, en cambio, en el pago de la suma correspondiente, la cual se inyectaría luego y eficazmente a la economía nacional. Como puede observarse, dentro de esta nueva actitud nacionalista la reivindicación rentística no tenía problema alguno de legitimación. De las ganancias 35Betancourt,
op.cit., p.145. Destacado en el original. p.154/5. Destacado en el original. 37Ibid., p.155. 36Ibid.,
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 30 de capital, en su turno, se sospechaba que eran excesivas, y por ello su justificación se puso en entredicho: la nueva legitimación de la renta implicaba, al mismo tiempo, su distribución popular. La competencia nacionalista la iba a ganar definitivamente el movimiento democrático el 18 de octubre de 1945. Desde el gobierno y con apoyo popular abrumador, se impuso la visión antes expuesta. La política petrolera moderna - así se reclamó - se inició en esta fecha. Todo lo sucedido antes del 18 de octubre de 1945 era oscura prehistoria y tiempo de irresponsable entreguismo. Esta fue la mayor prédica del liderazgo victorioso.
LA DISTRIBUCIÓN POPULAR DE LA RENTA: LA ABSORCIÓN CONSUNTIVA La renta petrolera aumentó de US$ 43 millones en 1943 a US$ 389 millones en 1948. El gobierno de Betancourt dispuso así de una muy crecida renta, que era preciso distribuir popularmente. En primer lugar, las reformas impositivas destinadas a aumentar la renta petrolera iban al par con una baja de la tributación interna:38 Esta política fiscal respondió a una definida orientación y fue piedra de toque para demostrar como queríamos hacer justicia social y aumentar al propio tiempo la capitalización nacional. Si los impuestos percibidos de las actividades económicas más rentables (es decir, la industria petrolera) cubrían el mayor porcentaje de los gasto públicos, era de conveniencia nacional que se disminuyeran los impuestos directos sobre rentas de empleados, de empresarios medios y pequeños, de las capas más débiles, en síntesis, de la economía venezolana. Esa medida fue complementada con la eliminación de un número apreciable de impuestos indirectos.
Sin embargo, la meta de favorecer en primer lugar a las masas populares no podía lograrse con reducciones impositivas; hacía falta, además, aumentar sistemáticamente los salarios y sueldos, empezándose con mejores remuneraciones en la administración pública misma:39 Si éramos confesos defensores de una política general de altos ingresos para los sectores laborantes, el Estado-patrón debía dar el ejemplo, mejorando el nivel de sus sueldos y salarios de quienes trabajaban como empleados u obreros a su servicio.
Los nuevos niveles salariales así establecidos se extendieron luego al sector privado por vía de la libre contratación colectiva, al fomentar Acción Democrática el desarrollo sindical y al estimular y apoyar las reivindicaciones correspondientes de aumentos salariales. En cuanto al destino del ingreso adicional percibido por los trabajadores, comenta Betancourt:40
38Ibid.,
p.244. (Paréntesis nuestro). p.298. 40Ibid., p.307. Destacado en el original. 39Ibid.,
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 31 ...la mayor parte del aumento de ingresos obtenidos por los sectores laborales lo invirtieron en alimentarse y vestirse mejor.
Por lo demás, como se observa expresamente, gracias a la renta petrolera en aumento toda esta política era posible sin menoscabar las ganancias capitalistas. Si a ello se suma el gasto público con aumentos muy significativos en educación y salud, más el desarrollo de los servicios públicos y obrar de infraestructura, se tiene el cuadro completo del proceso de absorción consuntiva de la renta en aquellos años. Esta última, desde luego, cumplía una finalidad, a saber, la formación de 'capital humano', de un lado, y la creación del mercado, del otro:41 El país, con las alzas de salarios y el aumento considerable del Presupuesto Nacional a partir de 1946, se convirtió en mercado con gran poder de compra.
Sin embargo, la capacidad de absorción consuntiva, sujeta a esta finalidad, tenía sus limitaciones propias, y Betancourt sostenía que con el crecimiento vertiginoso de la renta, efectivamente, éstas ya estaban sobrepasadas para 1948:42 ...y en más de un documento oficial se dejó constancia en aquellos días de que el régimen de A.D. consideraba que se estaba en los límites del aprovechamiento útil de los recursos fiscales, y que más de ellos acechaban el riesgo de despilfarro...
Los síntomas eran evidentes:43 ...era objeto de preocupación en el equipo de Gobierno ver como, al amparo del auge petrolero, la gente gastaba alegremente casi todo el dinero que a sus manos llegaba... Y en lo de no ahorrar del todo, o ahorrar muy poco, el venezolano resultaba un típico exponente de las colectividades mineras. El país en su conjunto resultaba un calco de la California de los días ... de la "locura del oro". Gastar hasta dejar vacíos lo bolsillos era una especie de consigna nacional ... Los sectores más beneficiados en la lotería del petróleo dilapidan el dinero tan fácilmente adquirido..., con la alegre irresponsabilidad de toda clique minera. El contagio se ha extendido al resto de la población, de manera especial a las clases medias. En Miami y Puerto Rico, en La Habana y Nueva York, y no hablamos de los países europeos de monedas depreciadas, el turista venezolano es sinónimo de botarata.
Era preciso canalizar este consumo individual excesivo hacia el ahorro, mientras que para el país en su conjunto debía de crearse, escribe Betancourt:44 ...un fondo anticíclico, reserva del país para afrontar posibles coyunturas críticas, derivadas de alteraciones desfavorables en el mercado internacional del petróleo.
Pero no sólo al consumo excesivo, sino a la absorción consuntiva de la renta petrolera en general, Betancourt la consideraba como una política económica que, 41Ibid.,
p.381. p.697. 43Ibid., pp.456/7. 44Ibid., p.454. 42Ibid.,
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 32 por lo menos 'en algunos de sus aspectos', era una política 'de emergencia y transitoria', justificada por la miseria y el atraso del país:45 Había que ir a la raíz misma de los problemas económicos y sociales de la nación... Era necesario transformar la producción escasa y limitada a pocas mercancías, en producción diversificada y abundante.
Era preciso pues:46 ... sembrar el petróleo. Así una riqueza transitoria y perecedera, le aportaría cimientos estables a una Venezuela para siempre.
LA 'SIEMBRA DEL PETRÓLEO' Y EL ESTADO En la 'siembra del petróleo' le correspondía al Estado un papel central. La necesidad de su intervención, así se sostuvo, se derivaba tanto de su condición de primer receptor de la renta petrolera como de la incapacidad subjetiva del empresariado venezolano:47 Por un cúmulo de circunstancias, en pocos países hispanoamericanos como en Venezuela, la acción del Estado para estimular y orientar la producción es necesidad imperativa. La potencialidad financiera del Estado, derivada del hecho de que recibe la mayor parte de los ingresos que aporta el petróleo, viabiliza y hace insoslayable el cumplimiento de esa obligación. No puede cruzarse de brazos el Estado venezolano a esperar que la iniciativa privada desarrolle y diversifique la producción, porque la tendencia a seguir la vía de menor resistencia en un sector apreciable de los capitalistas criollo, los impulsa a ser caseros y comerciantes antes que agricultores o industriales. Tiene que actuar, en consecuencia, como Estado estimulador, financiador y orientador de las actividades económicas que tienden a hacer más abundante y variada la producción doméstica; y como Estado-empresario, para desarrollar algunas actividades directamente vinculadas al interés público (la siderúrgica, electrificación, comunicaciones radiotelegráficas y telefónicas, transporte).
Si bien se sostenía la tesis de que:48 Venezuela debía empeñarse en producir la mayor cantidad de lo que consumía, tanto en los productos de la tierra como en los elaborados...
En lo inmediato se iba a dar prioridad a la producción agrícola y ganadera, de ninguna manera se pensaba que en las agroexportaciones estuviera el futuro del país. Lo que estaba planteado era la industrialización:49 Nuestro partido, en su programa y en su prédica constante, había enarbolado y defendido la tesis de la industrialización de Venezuela... Teníamos la ventaja de que la renta petrolera nos
45Ibid.,
p.310. p.293. Destacado en el original. 47Ibid., pp.315/6. Paréntesis en el original. 48Ibid., p.380. 49Ibid., pp.380/1 46Ibid.,
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 33 capacitaba para acelerar un proceso industrialista, más lento y difícil en otros países subdesarrollados y sin tal fuente excepcional de ingresos. ...Los competidos frutos agrícolas exportables, los típicos de las zonas tropicales, el café, el cacao, ya bajo la competencia que le hacen las colonias europeas en varios continentes, ofrecían una expectativa poco halagadora. En cambio, sí lo era la de las mercancías que se manufacturaran en el país y que pudieran adquirir colocación en el vasto mercado latinoamericano. Había, pues, que impulsar en una forma planificada y con decisión firme, el desarrollo industrial de la nación.
En particular, con este fin se fundó la Corporación Venezolana de Fomento, que debía recibir - según el decreto fundador - aportes anuales entre el dos y el diez por ciento del presupuesto nacional para iniciar una política activa de créditos a los productores potenciales. Desde luego:50 Los créditos serían supervisados, y ya no se repetiría más aquello de los dineros del Estado prestados con fines refaccionarios para que se convirtieran en mansiones urbanas, automóviles trepidantes y joyas para damiselas de París o Nueva York.
Además, se consideraba que muchas de las industrias existentes no eran dignas de crédito ni de protección alguna:51 Se hicieron préstamos en condiciones liberales de cuantía, plazo y tasa de interés, a las empresas que se manifestaron dispuestas a modernizar y tecnificar la producción, admitiendo la supervisión de la Corporación en cuanto al cumplimiento del compromiso adquirido.
Esta política apenas se estaba iniciando en 1948, cuando otro golpe de Estado puso final al gobierno presidido por Rómulo Gallegos. La larguísima exposición que hace Betancourt de la 'siembra del petróleo' entre los años 1945 a 1948, termina con las siguientes reflexiones:52 En 1948, la situación económica y financiera del país presentaba perspectivas que en apariencia eran muy favorables. El incremento de la producción iba lográndose; el presupuesto de gastos del Estado era cuantioso y se financiaba sin cargas excesivas para el contribuyente; y las reservas internacionales acumuladas en el Banco Central eran muy altas y le daban fuerte respaldo a la moneda.
Sin embargo, se trataba en cierta manera de una 'apariencia', ya que:53 Detrás de ese panorama tan favorables había ... una realidad imposible de ignorar: la de la dependencia excesiva del Fisco de la creciente producción petrolera de la posguerra, verdadero carburante y lubricante de la economía venezolana.
50Ibid.,
p.318. p.383. 52Ibid., p.452. 53Ibid., p.452/3. 51Ibid.,
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PETRÓLEO Y DEPENDENCIA: LA ABSORCIÓN PRODUCTIVA DE LA RENTA En el juicio de Arturo Uslar, para 1936 la economía nacional había llegado a un grado sustantivo de parasitismo con respecto al petróleo, y esta condición tendía a agravarse por los mismo mecanismos del mercado. Era preciso contener esta tendencia nefasta, lo que, en su pensar, se había logrado para 1945. A partir de este momento y gracias a una política económica adecuada, la tendencia se habría tenido que invertir. Sin embargo, afirma, la 'revolución de octubre' impidió que esto ocurriese. A su vez, en el pensamiento de Rómulo Betancourt, para 1945 lo que estaba planteado era desarrollar primeramente el "capital humano", con un aumento del nivel de consumo y de educación y una mejora de los servicios médicos del pueblo venezolano. Todo ello, a su vez, contribuiría a conformar el mercado. Pero como ya se ha comentado, los límites razonables de esta política, hacia 1948, se habían alcanzado - así se pensaba - por el aumento vertiginoso de la renta. Para este momento, la visión de Arturo Uslar era que el grado de parasitismo de la economía nacional había superado todos los límites tolerables, causando daños irreparables. Para Rómulo Betancourt, en cambio, se habían creado las condiciones antecedentes necesarias para una siembra efectiva del petróleo. Debe añadirse que Betancourt no negaba en absoluto el fenómeno al cual se refería Uslar Pietri con el término de "parasitismo", si bien éste no tenía cabida dentro de su exposición. El término que le era apropiado era el de "dependencia". La dependencia del petróleo, en efecto, se había agravado. Para medirla Betancourt hace uso de tres indicadores. Primero, considera la relación entre el ingreso nacional, excluido el petróleo, y el valor comercial de la producción petrolera. Las magnitudes conseguidas eran las siguientes: 2,71 para 1936 y 1,88 para 1949. Segundo, en 1936 el petróleo representaba el 89 por ciento del total de las exportaciones nacionales, y ya el 96 por ciento para 1948. Finalmente, como tercer indicador utiliza la medida de la importancia de los ingresos petroleros dentro del presupuesto gubernamental: éstos representaban un 33 por ciento en 1938 y un 58 por ciento en 1948. Sin embargo, para Betancourt esta agudización de la dependencia era sólo expresión de una estrategia diseñada, precisamente, para superarla. A partir de 1948, satisfechas ya las necesidades más inmediatas del pueblo venezolano, la tendencia, así lo sostenía, debería revertirse. Pero el golpe de Estado de noviembre 1948 impidió que ello se cumpliera. La dependencia siguió ahondándose. La relación entre el ingreso nacional, siempre excluido el petróleo, y el valor comercial de la producción petrolera, llegó a 1,39 para 1951; el petróleo representaba el 98 por ciento de las exportaciones venezolanas para 1954; y los ingresos petroleros fiscales constituían, dentro del presupuesto gubernamental, el 64 por ciento en el promedio entre los años 1950 y 1954. Si bien Betancourt le atribuye a la dictadura la responsabilidad por la continuación de esa tendencia, en su libro aquí citado se asoma un análisis que va más allá de la coyuntura política que vive el país en el momento cuando escribe. El análisis en cuestión habrá de desarrollarlo plenamente - quince años más tarde y
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 35 luego de diez años de experiencia democrática - Juan Pablo Pérez Alfonzo en su libro Petróleo y dependencia.54 Los indicadores de la dependencia que usa Pérez Alfonzo son los mismos que los antes referidos, con la excepción del primero. El considera el ingreso nacional petrolero y no el valor comercial del sector dentro del ingreso nacional total; su importancia, así lo estimaba, era del 18,4 por ciento para 1950, 23,7 por ciento para 1957 y 18,9 por ciento para 1968. En cuanto a las exportaciones petroleras, para 1968 representaban un 93 por ciento del total de lo exportado por la economía nacional. Y, finalmente, también para 1968, los ingresos fiscales del petróleo conformaban el 71 por ciento de los ingresos públicos. Sin entrar en más detalles, lo que se desprende de estos números es la ausencia de una dinámica que apunte hacia la superación de la dependencia. Y es este rasgo del proceso económico lo que busca Pérez Alfonzo elucidar. La raíz del problema la encuentra en las limitaciones que tiene la capacidad de absorción de capital de la economía venezolana:55 Quedó demostrado el principio, por lo demás evidente, de que existe una capacidad relativamente fija para emplear útilmente nuevos capitales. En cuanto se extralimita esa capacidad de absorción de capital, el crecimiento económico deja de corresponderse con las mayores cantidades empleadas más allá de aquellos límites. Entonces, dicen algunos, se trata de la inundación de capital, mientras otros señalan los efectos como los de indigestión económica ... En el caso venezolano, los exagerados aumentos de los ingresos petroleros, principalmente los fiscales, condujeron a lo que he venido destacando como la carrera perdida del petróleo. Estuvo perdida mientras ese recurso natural, que irremediablemente se agota, lo dejamos producir a una tasa tan rápida hacia su desaparición como para que la velocidad de los aumentos de sus ingresos resultara mayor que la de los aumentos en el crecimiento del resto de la economía. El terreno que ésta perdía se traducía en una mayor dependencia del petróleo, al mismo tiempo que se precipitaba su extinción.
En un recuento histórico de la 'siembra del petróleo', Pérez Alfonzo presenta las siguientes cifras. Para 1920, el capital existente en el país podía estimarse en tres mil millones de bolívares, y en cuatro mil millones para 1936, excluidas siempre las inversiones petroleras; la acumulación, por lo tanto, había sido de mil millones. Como en ese mismo período la participación fiscal en el petróleo montó a Bs. 475 millones, la capitalización la superó en una proporción de 1:2,1. Para 1950, a su vez, el capital existente alcanzó la cifra de Bs. 23.720 millones, de manera que la acumulación de los quince años anteriores fue de Bs. 19.720 millones. De la otra parte, el ingreso petrolero fiscal alcanzó los Bs. 6.115 millones, de manera que la relación es de 1:3,2. Pero obsérvese lo que pasó entre 1951 y 1969. En estos 19 años la participación fiscal de petróleo totalizó Bs. 62.226 millones; mientras que el capital existente aumentó solamente en Bs. 48.569 millones, llegando en 1969 a un total de Bs. 68.281 millones. Por lo tanto, la proporción entre la renta petrolera y la capitalización bajó bruscamente a 1:0,78.56 Pérez Alfonzo hace el siguiente comentario con respecto a estas cifras:57 54Juan
Pablo Pérez Alfonzo, Petróleo y Dependencia, (Caracas, 1971). pp.18/9. 56Ibid., pp.231/4. 57Ibid., pp.233/4. 55Ibid.,
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No es de extrañar que este factor multiplicador de 2,11 veces resulte inferior al de 3,22 del período que le siguió debido a las dificultades naturales de todo comienzo. En este caso, una economía depauperada tuvo que fortalecerse al iniciar su aprovechamiento de los nuevos recursos fiscales del petróleo ... Por consiguiente, aquello que realmente se hace difícil de comprender es que el factor de multiplicación alcanzado en el período 1936-1950 no se mantuviese o acrecentase en los años que han seguido. La explicación ... parece indudable. Consiste en la indigestión económica o inundación causada por los excesos de capital proveniente de la liquidación acelerada del petróleo...
En otra parte, y estudiando con más detenimiento el desarrollo económico de los años 1959 a 1968, Pérez Alfonzo llega a estimar la capacidad de absorción de capital de la economía venezolana en un 4 por ciento del capital existente.58 Es decir, para 1968 esa capacidad era, aproximadamente, de Bs. 2,8 mil millones. El ingreso petrolero fiscal de este mismo año, sin embargo, era de Bs. 5,8 mil millones. Ese exceso era la causa del despilfarro que podía observarse en la economía venezolana, además de que se manifestaba en sobrecapacidades y, finalmente, en la exportación de capital. Pérez Alfonzo habla así de:59 ... la increíble acumulación de capital que algunos venezolanos mantienen en el exterior, en cierta forma ociosa y como evidencia palpable de los excesos de capital, que desbordan la capacidad de emplearlo con eficiencia en Venezuela.
Excedida así la capacidad de absorción consuntiva y la capacidad de absorción de capital, la conclusión de Pérez Alfonzo no podía ser otra que la siguiente:60 La nivelación y la subsiguiente disminución de los ingresos del petróleo sería lo único capaz de detener el excesivo despilfarro observado en Venezuela, con todas sus fatales consecuencias. Por lo tanto, esta nivelación y disminución constituiría el estímulo más seguro para mejorar el empleo eficiente de todos los recursos nacionales, que a su vez aseguraría el proceso de corrección de nuestro sistema económico actual tan deformado y vulnerable. Al lograr un desarrollo económico equilibrado, también garantizaríamos la verdadera Independencia Nacional. Venezuela iría dependiendo menos del petróleo ...
O expresado de otra manera: había que sujetar la renta petrolera al crecimiento económico nacional propiamente dicho. Mientras que ella creciera a un ritmo inferior que la economía, el país se estaría encaminando, efectivamente, hacia la superación de la dependencia.
LA NUEVA LEGITIMACIÓN DE LA RENTA Y DE SU DISTRIBUCIÓN Al confrontar en 1936 los beneficios extraordinarios de las compañías petroleras con la pobreza y las necesidades del pueblo venezolano, Betancourt
58Ibid.,
p.41. p.109. 60Ibid., pp.241/2. 59Ibid.,
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 37 encontró una legitimación de las aspiraciones rentísticas de Venezuela de enorme fuerza moral y política. En realidad, el hecho de que estuviera envuelto un recurso natural de propiedad nacional ni siguiera le era esencial a esta legitimación; en las condiciones económicas y sociales del país cualquier beneficio extraordinario, que en su juicio era cualquier cifra por encima del 8 por ciento de rentabilidad anual, como tal era injustificable. Para 1948, en cambio, Betancourt consideraba ya agotada la capacidad de 'aprovechamiento útil' de la renta petrolera, por lo que planteaba la necesidad de limitarla. La pobreza y la miseria en el país, de hecho, ni con mucho habían desaparecido. Y, con todo, el problema no era ahora la falta de recursos, sino, de un lado, su distribución adecuada y, del otro lado, el sistema político y económico imperante. Se precisaba, así, de una nueva legitimación de la renta. Esta nueva legitimación debía cumplir con un doble propósito. En primer término, era necesario enfrentar y poner límite a la dinámica en curso de la economía nacional de reclamar más y más renta petrolera. La lucha reivindicativa de mejoras salariales así como la maximización de los beneficios se encontraban con que ésta era la vía más fácil, y no la que indicaba el desarrollo del trabajo productivo. Así pues, tanto Betancourt como Pérez Alfonzo no vacilaron en calificar la renta petrolera como "dinero fácil". Pero, por otra parte, había que legitimar la renta petrolera como tal, y lo que es más, la necesidad de su incremento. Betancourt encontró esa nueva legitimación en los movimientos conservacionistas de los países capitalistas desarrollados:61 Es una idea relativamente nueva la de que las naciones deben cuidar celosamente sus recursos naturales. Ha surgido toda una escuela contemporánea que ya tiene sus apóstoles y profetas, animada de la mística conservacionista. La humanidad comienza a darse cuenta de que no puede disponer ilimitadamente de sus bosques, tierras y aguas. Debe conservar reservas para el futuro y explotar las riquezas de la naturaleza en forma racional. Esta nueva concepción del aprovechamiento de los dones naturales de un pueblo acentúa su interés en el caso de los recursos naturales no renovables. Entre los más característicos se encuentra el petróleo. Se trata de una riqueza que se agota ...
Dentro de este modo de pensamiento - la caracterización del petróleo como un recurso natural no renovable y agotable - el Estado terrateniente había encontrado finalmente su identidad. Los yacimientos petrolíferos no eran conmensurables ni con el capital ni con el trabajo, y era preciso diferenciarlos y defenderlos de ambos. En lo nacional, la prédica conservacionista era una afirmación moralizante de mesura y de denuncia permanente de las tendencias 'facilistas' de vivir a costa de la naturaleza por medio de su destrucción. En razón de este origen, así se planteaba, el gasto de la renta petrolera debía acometerse con responsabilidad, con previsión y con sumo cuidado. Y aun de esta manera, lo sacrificado era inconmensurable con el mejor destino que pudiera dársele. Hacia el ámbito internacional, se ofrecía el mismo argumento. Cualquiera fuera la renta por barril que pagaran los consumidores extranjeros, ésta era insignificante en comparación con el recurso natural sacrificado. La reivindicación
61Betancourt,
op.cit., p.271.
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 38 rentística nacional ya no se limitaba a las superganancias de las compañías. El camino que se abría con la nueva legitimación se orientaba así al control de los precios del petróleo. Viendo hacia atrás y señalando el volumen de producción de petróleo de 1942 - 441 mil b/d - Betancourt brinda las siguientes reflexiones:62 Era ésa una producción que podía considerarse satisfactoria. Sobre la base de que se reajustara el sistema de impuestos de hidrocarburos, elevándolos hasta sus justos límites, era posible esperar que con ella bastara para impulsar el desarrollo económico general a ritmo acompasado, sin bruscos cambios.
Para 1948 la producción llegó a 1,3 millones de b/d, lo que Betancourt justificaba como el sacrificio de Venezuela en favor de la reconstrucción de Europa desvastada por la guerra. Pero, afirmaba, no convenía ni a Venezuela ni al continente americano ese rápido agotamiento del subsuelo venezolano:63 Así lo hicimos saber a las empresas, previniéndolas que al ser satisfecha la agudizada demanda de posguerra serían fijados límites razonables a la producción.
Sin embargo, con Pérez Jiménez se siguió adelante con los aumentos de la producción y, por ende, de la renta petrolera. Sobrepasada la capacidad de 'aprovechamiento útil' de la renta, ello llevaba a un despilfarro dañino para el país. Se imponía, por lo tanto, reducirla. Desde luego, la cuestión no era disminuir la renta por barril: el problema consistía en reducir la producción. Pero, entonces, si Venezuela estaba dispuesta a limitar esta última, se le presentaba a continuación la oportunidad de aumentar la renta por barril y posiblemente el monto global de la renta:64 ...es perfectamente posible disminuir la producción de los pozos venezolanos y aumentar los ingresos de la nación. La reducción de la producción, unida a un reajuste de la participación nacional en el rendimiento de la industria, determinaría dos resultados: 1) haríamos ahorros de riquezas naturales no recuperables; y 2) los ingresos del Fisco y el volumen de nuestras compras en el exterior no sufrirían merma.
Hay que detenerse por un momento en la lógica inherente a esta cadena de argumentos. Primero, se pide moderación en los gastos y se propone reducir la renta petrolera para ahorrar y conservar el recurso natural. Un instante luego se llega a la conclusión de que la renta es relativamente baja, y que lo que hay que hacer, en realidad, es imponer un aumento de ella. Betancourt culpaba a la dictadura de los aumentos desmesurados en la producción. Sin embargo, allí no concluía el análisis. Quince años más tarde, y con las experiencias adquiridas en el ínterin, Pérez Alfonzo habría de llevarlo más lejos.
62Ibid.,
pp.242. pp.242/3. 64Ibid., p.702. Destacado en el original. 63Ibid.,
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 39 El punto de partida era el gasto público. En efecto, la renta petrolera, debido a una "dañosa práctica facilista"65 de sustitución de los impuestos internos, había venido proveyendo los fondos necesarios para el gasto corriente. Esta "liviandad de la presión fiscal en Venezuela"66 la cuantificaba Pérez Alfonzo aproximadamente mediante comparaciones internacionales. Por ejemplo, en Francia para 1968 los 'ingresos tributarios' representaban un 36,9 por ciento del PNB; en Venezuela, en cambio, apenas un 9,3 por ciento.67 Los beneficiarios de esta situación, desde luego, eran los venezolanos de altos ingresos que, de no haber sido por la renta petrolera, hubieran debido contribuir substancialmente al gasto público. Por esta razón:68 ... los mayores contribuyentes aplauden y estimulan el Gasto Público que no se realiza con sus contribuciones y que, por consiguiente, sirve para acrecentar sus propios Activos Particulares.
Y un poco más adelante precisaba:69 En realidad se está haciendo un trasiego directo de riqueza del patrimonio común de todos los venezolanos al patrimonio privado de unos cuantos privilegiados, siempre a la caza de beneficios injustificados ...
Según Pérez Alfonzo todo ello sucedía en medio de una alianza entre 'capitalismo criollo' y la burocracia:70 ... la burocracia atiende a las necesidades crecientes de los servicios colectivos liquidando activos nacionales, que le eviten enfrentar la tarea siempre difícil de cobrar a quienes deben contribuir en mayor escala.
Identificadas así las fuerzas nacionales que presionaban en favor de los aumentos en la producción para apropiarse de más renta, lo que implicaba presiones por nuevas concesiones o por contratos de servicio, era evidente, decía el autor, que actuaban objetivamente en acuerdo con las compañías extranjeras:71 El engreído capitalismo criollo, apéndice de los consorcios petroleros, sirve de avanzada al imperialismo para mantener la situación que facilita la expoliación de los principales recursos económicos de los venezolanos.
Se denunciaba aquí de nuevo la vieja alianza de las clases pudientes con el capital petrolero. Pero lo notable del caso era que esa denuncia ahora provenía de los círculos gobernantes, pues el movimiento democrático ya se había impuesto y estabilizado como sistema. Es decir, el Estado venezolano, en su condición de
65Pérez
Alfonzo, op.cit., p.41. Destacado en el original. p.48. Destacado en el original. 67Ibid., p.49. 68Ibid., p.50. 69Ibid., pp.54-6. Destacado del original. 70Ibid., p.50. 71Ibid., p.64 y p.218. 66Ibid.,
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 40 terrateniente petrolero y por boca de su liderazgo político, iba a desarrollar una plataforma ideológica que le aislaba y le oponía a la misma clase dominante. No sólo se concebía el Estado a sí mismo enfrentado al capital petrolero internacional, sino también enfrentado a todo el capital nacional, al que se consideraba como una avanzada del primero. Según Pérez Alfonzo, 'una riqueza minera colectiva liquidada' tenía que sustituirse 'por activos equivalentes que también fueran de la colectividad'.72 Pero un recurso natural no renovable carece de equivalente, y esta inconmensurabilidad, en Pérez Alfonzo, se expresa en la oposición absoluta entre el 'patrimonio común' y el 'patrimonio privado'. La prédica conservacionista rentística termina así en el completo aislamiento: la renta petrolera no tiene destinatario posible. Pero, entonces, cabe preguntar, ¿cómo movilizar al individuo - al venezolano capitalista o trabajador - en favor de la reivindicación rentística nacional, si sus aspiraciones individuales de beneficiarse de ella se denunciaban de antemano como ilegítimas?. La política de exigir aumentos de la renta por barril sólo para bajar la producción, de manera que la renta global no aumentara o incluso bajara, y con el único fin de 'ahorrar' el recurso natural, difícilmente podía movilizar las fuerzas sociales. De allí que Pérez Alfonzo se viera obligado a recurrir de nuevo, después de todo al desarrollo anterior de la prédica conservacionista nacionalista y de la apasionada denuncia de esa especie de imperialismo ecológico que tenía arrinconado al país, a la vieja legitimación de la renta petrolera: la pobreza y el atraso se debían a la explotación imperialista, entendiéndose ésta en el sentido más tradicional del término. Apoyándose en la información de las cuentas nacionales, Pérez Alfonzo calculaba que los pagos al 'Sector Externo' representaban, en promedio, entre 1965 y 1968, un 9 por ciento del PNB, lo que le permitía hablar del "Diezmo Colonial" que gravaba a Venezuela:73 Tamaña exacción no tiene comparación. Ninguno de los países de América Latina hace pagos al Sector Externo que representen más del 2 por ciento de su PNB.
Venezuela, este mismo país del cual Pérez Alfonzo acaba de afirmar que sufría de una 'inundación de capital' o de una 'indigestión económica', ahora se exhibe como el país más explotado de América Latina. Y continúa Pérez Alfonzo:74 La exagerada vulnerabilidad y dependencia de la economía nacional, su dominación por las inversiones extranjeras en contubernio con aprovechadores criollos, cuesta muy caro al pueblo de Venezuela. Difícilmente puede seguir adelante un país que es expoliado hasta el extremo de que pierda una proporción apreciable de Producto Territorial Bruto por los simples pagos al Sector Externo ... Estos pagos tan elevados bombeados hacia afuera por el Sector Externo bajo el simple título de utilidades y beneficios excedentes de trabajo, necesariamente tienden a agotar las fuerzas económicas nacionales, entorpeciendo su progreso ...
72Ibid.,
p.54. pp.99-101. Destacado del original. 74Ibid., pp.218/9. Destacado del original. 73Ibid.,
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 41 Las relaciones económicas internacionales debilitaban y dificultaban, pues, el desarrollo de las fuerzas productivas nacionales. Con esta afirmación la reivindicación rentística se convertía, de nuevo, en una verdadera causa nacional; más aún, se trataba también de una causa popular:75 Desde luego, la funesta anomalía de la elevada carga arrancada por el Sector Externo a la economía de Venezuela tiene graves efectos más allá de lo estrictamente económico. Es la causa del desasosiego e insatisfacción general producida por la injusticia que vivimos. Cuando en la generalidad de los países los pagos a las fuerzas del trabajo que ha producido los bienes y servicios que hacen el PTB, después de descontar las amortizaciones y los impuestos indirectos, representan una inmensa proporción del Ingreso Territorial y pueden satisfacer sus necesidades, en Venezuela el reparto justo se hace difícil por la tajada que se lleva fuera del país el Sector Externo. Así para ... 1968, la remuneración del trabajo, fuerzas creadoras de toda esa riqueza, tuvieron que conformarse con el exiguo 51,8 por ciento ... El mal proviene fundamentalmente de que el Sector Externo se lleva fuera del país el Diezmo Colonial, los mencionados ... 9,2 por ciento del Ingreso Territorial ... En cuanto a la proporción del 6,7 por ciento recibida por el gobierno a título de administrador de bienes nacionales, la perturbación que ocasiona se produce por razón de su inversión defectuosamente programada, beneficiando más directamente al sector del capital que a las fuerzas de trabajo.
La participación del capital venezolano en el ingreso territorial era 32,3 por ciento. Este monto se correspondía con el de los EUA, al que Pérez Alfonzo consideraba normal. Por lo tanto, los beneficios del capital internacional y los recursos malgastados por el gobierno eran justamente dineros que pertenecían a los trabajadores. En las últimas páginas de su libro, empero, Pérez Alfonzo volverá al contenido de sus afirmaciones iniciales. Allí emerge de nuevo la Venezuela indigesta de capital y sobresaturada de inversiones improductivas.76 El material antes discutido, recapitulando, pareciera consistir no en una cadena argumental sino más bien en una serie de eslabones sueltos e inconexos entre sí. Tal impresión, sin embargo, ignora la lógica subyacente a esta nueva visión de la cuestión petrolera nacional, y puede extraviar la exégesis. De donde se sigue que es menester poner al descubierto, si es que existe, la racionalidad interior que hace de esa nueva visión un todo coherente, o lo que es igual, se impone revelar los eslabones y vínculos que organizan científicamente la exposición. La primera legitimación de la renta petrolera se basaba en la asociación de la reivindicación rentística nacional con la reivindicación obrero-patronal. Esta última, para los trabajadores, tiene una legitimación incuestionable, pues ellos se consideran las "fuerzas creadoras" de todo el excedente económico. De esta legitimación se desprende, en consecuencia, el límite superior o la medida de la reivindicación: no se debe ni se puede aspirar a más del excedente íntegro. En la práctica, empero, este límite se define y se evidencia en el mercado; más aún, la reivindicación que se acerca demasiado a ese límite absoluto tiende a paralizar la producción y, por lo tanto, no es satisfecha. Betancourt ubicaba la reivindicación rentística nacional dentro de estos mismo límites: lo que se exigía era solamente lo que se consideraba como lo 75Ibid., 76Ibid.,
pp.219/20. Destacado del original. p.299.
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 42 'nuestro'. Sin embargo, ha de saberse que la medida de esta reivindicación no se define en el mercado nacional, sino en la trama de las complicadas relaciones del mercado petrolero mundial.77 Por ello la reivindicación rentística nacional, en cuanto resulta de un complejo proceso social, lleva a generar un ingreso que sobrepasa continuamente los márgenes propios de la economía nacional. Esta es la experiencia de Betancourt y de Pérez Alfonzo en los años que corren desde 1945 a 1948. Entre otras cosas se les hizo evidente que el país consumía más de lo que producía, siendo el exceso del consumo sobre la producción tan significativo que lo ponía en peligro: el país se estaba haciendo dependiente. La renta petrolera se revelaba, así, no como algo propio, tal y como se creía, sino como algo ajeno. La primera reacción se orientó entonces a buscar reprimir el fenómeno observado, a imponerle límites y valladares a la renta a través de un discurso ecologista y moralizante. Por carecer el recurso natural de una medida que le sea común con el capital y el trabajo, la legislación nacional de principios de siglo establecía la libre propiedad del Estado, es decir, no se pautaba el pago de renta minera alguna. Esta misma argumentación, ahora, servirá de fundamento al Estado terrateniente para legitimar una renta minera infinita. Pero por esa inconmensurabilidad de su renta el Estado terrateniente terminó en el más completo aislamiento: no había destinatario legítimo posible para esa renta, lo que se expresaba, además, en la oposición absoluta entre el 'patrimonio común' y el 'patrimonio privado'. O dicho de otra manera, Pérez Alfonzo arribó a la conclusión de que la renta petrolera no tenía legitimación alguna posible. Sin embargo, esta conclusión era políticamente inaceptable, puesto que al sistema capitalista como tal le es inherente maximizar el ingreso, lo que, en las condiciones concretas de la economía venezolana llevaba, con una lógica inexorable, a la reivindicación rentística nacional. De allí que Pérez Alfonzo, sin sobresaltos, abandonara todos sus planteamientos anteriores para plegarse a las necesidades de la práctica. Volvió entonces a reactivar la primera legitimación de la renta junto con el discurso político que la había acompañado. Empero, ya no se trataba de una legitimación, sino más bien de una justificación. El mensaje 'del país arrinconado y sometido a la explotación por poderosos intereses foráneos, en alianza con los capitalistas criollos', carecía ya de contenido. El desarrollo real de la renta petrolera, con su tendencia histórica siempre creciente, había dejado atrás, a su vez, esta segunda visión de la 'siembra del petróleo'. Históricamente ella estaba superada. El único contenido que le restaba era el discurso reivindicativo-rentístico y nacionalista propiamente dicho. El vacío se haría evidente cuando este último tema se agotara, de manera definitiva, con la nacionalización.
77Para
un análisis más exhaustivo, véase Mommer, La Cuestión Petrolera, ob. cit., passim.
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 43
LA POLÍTICA PETROLERA Hay que considerar, finalmente, el desarrollo de la prédica nacionalista y rentística en su relación con la política petrolera. En el 'Voto Salvado' antes citado, Betancourt y Pérez Alfonzo establecieron dos criterios acerca de lo que podría considerarse como una participación justa de la nación en los beneficios de las compañías petroleras. He aquí el primero de ellos:78 El aumento de los impuestos en forma tal que las utilidades líquidas que rinda el petróleo nacional correspondan en mayor proporción al Estado que a la industria ... es una justa y equitativa determinación.
Más tarde Betancourt precisará porqué era 'justa' esa determinación:79 ...el porcentaje mayor pertenecía a quien aportaba más: la nación; y el porcentaje menor a quien aportaba menos: las compañías.
El aporte de la nación, esto es, el recurso natural, se consideraba así como una categoría superior al capital, que era el aporte de las compañías. El segundo criterio se refería a la tasa de beneficio de las compañías:80 ...una ganancia excepcional en la industria del petróleo, que versa sobre bienes del domino público y de los cuales dependen las condiciones de vida y el mejoramiento económico, social y cultural de los venezolanos, resulta, en cuanto exceda de la justa remuneración del capital, una ganancia injustificada por ser contraria al interés público y el bienestar general.
Esta 'justa remuneración del capital', se precisaba, era del orden del 8 por ciento sobre el capital invertido. Es menester reflexionar sobre estos dos criterios. Considérese en primer término al segundo anotado. Se parte allí de las superganancias que arrojaba la producción petrolera venezolana, debido a sus menores costos de producción por comparación con los de los pozos marginales estadounidenses. Pues bien, la aspiración máxima era la de convertir íntegramente las superganancias, es decir, las ganancias que excedieran la ganancia media normal, en renta del Estado propietario. El criterio expuesto coincidía, por lo tanto, con el concepto de la renta diferencial y con su apropiación completa por parte del terrateniente. Juzgando los hechos en retrospectiva, ésta era, sin duda, una visión acertada: todo el problema hasta aquel entonces consistía en cómo habría de apropiarse el Estado venezolano de las superganancias de las compañías.
78Citado
en Luis Vallenilla, Auge, declinación y porvenir del petróleo venezolano, (Caracas, 1973), p.714. 79Betancourt, op.cit., p.157. 80Citado en Vallenilla, op.cit., p.715.
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 44 Esta política pasiva - limitada a buscar como recaudar las superganancias existentes - no representaba sino una primera etapa en la historia del petróleo en Venezuela. La segunda etapa, en cambio, habría de caracterizarse por una política petrolera activa, con la cual el Estado propietario arbitraría los medios y las vías para influir sobre los mecanismos del mercado, aumentar esas superganancias y apropiárselas de seguida. Esta segunda etapa, a su vez, ya se prefiguraba en el primer criterio arriba enunciado. En éste, se ha visto, la propiedad territorial no se limitaba a una posición pasiva y subordinada, sino que, con clara conciencia, se la comparaba con el capital para arribar a su consideración como una categoría superior, a la que asistía el derecho de una participación mayoritaria en los beneficios. Luego se pasaría a reclamar del capital arrendatario un trato considerado y cuidadoso para con el recurso natural, lo que habría de llevar, puestos los ojos en la maximización de la renta, hasta la cuestión conservacionista. Una vez más la pauta la ofrecieron los EE.UU con su política petrolera conservacionista. Empero, hay que tener presente que la conservación petrolera en los EE.UU. se plantea como objetivo la combinación óptima entre los costos de producción, o lo que es igual, los precios más bajos posibles, y un grado máximo de recuperación del petróleo in situ. Dicho otra manera, la política conservacionista estadounidense se encuentra al servicio de los productores y consumidores, oponiéndose a los intereses rentísticos de los terratenientes. En Venezuela, por el contrario, la política conservacionista se origina en el Estado terrateniente y se plantea como objetivo la combinación óptima entre un grado de recuperación y una renta lo más alta posible - y, por ende, precios altos - en oposición a los intereses de los productores y consumidores extranjeros. Se evidencia, así, que la política petrolera rentística tenía que intervenir, forzosamente, en la producción misma, y buscar vías y métodos que obligaran a los concesionarios a tomar decisiones no siempre acordes con sus propios intereses. El interés primordial y primigenio yacía en el lado del Estado terrateniente. Si embargo, en la medida en que esto se lograra, aquéllos perderían su condición de empresas privadas libres. De esta manera se señalaba el camino que conduciría finalmente hasta la nacionalización. Betancourt así lo indicaba:81 El desiderátum para Venezuela y la aspiración última de todos los patriotas venezolanos, sería la nacionalización de la industria.
E insistía más adelante:82 ... la solución más favorable sería la de nacionalizar la industria. Que el Estado asuma el control de la producción, indemnizando previamente a las concesionarias y liberando así al país de la presencia en su suelo de agresivas fuerzas económicas y políticas extranjeras.
81Betancourt, 82Ibid.,
p.740.
op.cit., p.717.
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 45 Esta era la meta estratégica, si bien no habían madurado todavía las condiciones políticas y económicas, nacionales e internacionales, que permitieran conseguirla. Todo lo que se había logrado para 1948 era la formulación de políticas futuras posibles, sin llegarse a ninguna medida concreta. Antes bien, el desarrollo de la producción petrolera en el Medio Oriente, sobre la base de concesiones de origen colonial, representaba una situación de competencia tal para Venezuela que se hizo necesario, antes que todo, tomar medidas defensivas y promover, finalmente, la creación de la OPEP. Sólo así, en un frente común con todos los países petroleros de importancia, le resultaba posible seguir adelante. Venezuela era, sin lugar a dudas, el país petrolero más desarrollado tanto política como económicamente. Tal posición de avanzada le hacía cada vez más difícil continuar con su política petrolera, a menos que los restantes países petroleros se le aparejaran. Ha de recordarse que Pérez Alfonso, como Ministro de Minas e Hidrocarburos entre 1959 y 1963, no pudo poner en práctica un control de la producción por causa de la disparidad antes anotada. En efecto, la Comisión Coordinadora para la Conservación y el Comercio de Hidrocarburos (CCCCH) fracasó, por las razones expuestas, en sus intentos de intervenir directamente en la cuestión de los precios. A partir de 1959, debido a la baja de los precios en el mercado mundial, la defensa de la renta por barril se convirtió en el problema central de la política petrolera. La solución que se encontró, dentro del marco de la OPEP, iba a consistir en la creación de los precios de referencia fiscal. Estos "precios", meramente ficticios y convenidos con las compañías, servían de base para el cálculo de la renta del Estado, independientemente de los precios realizados en el mercado. O dicho de otra manera, mientras que la situación del mercado mundial del petróleo, a lo largo de los años sesenta, obligaba a las compañías a conceder descuentos cada vez mayores, los países petroleros, con los precios de referencia fiscal, se iban desligando de la creciente competencia capitalista, afianzando de este modo su renta por barril con prescindencia de la aguda rivalidad en el mercado. Esta independencia, desde luego, es relativa. La renta por barril siempre tendrá que ser menor que el precio de realización; o a la inversa, el precio de realización siempre tendrá que ser mayor que la renta por barril. La causalidad que prevalece depende de la coyuntura, y la coyuntura histórica se caracterizaba por un progresivo fortalecimiento de los Estados terratenientes. Así, pues, no cabe duda que la renta por barril - preestablecida por los precios de referencia fiscal - a lo largo de los años sesenta ejerció una influencia limitante sobre los descuentos en el mercado y, por consiguientes, sobre la caída de los precios. Posteriormente, con el auge del mercado mundial del petróleo a partir de 1970, habría de revelarse como un instrumento grandemente eficaz para empujar los precios a la alza. Ahora bien, antes de llegarse a la nacionalización en toda el área de la OPEP, conforme a la tendencia que los hechos señalaban internacionalmente, se produjo en Venezuela un enfrentamiento singular entre el Estado terrateniente y las compañías arrendatarias extranjeras. Se alude aquí a la "Ley sobre Bienes Afectos
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 46 a Reversión en las Concesiones de Hidrocarburos" de 1971. En breve, la materia en cuestión es la siguiente. Las principales concesiones petroleras iban a expirar entre 1983 y 1985. Las condiciones previstas en la Ley de Hidrocarburos para regular ese acontecimiento, sin embargo, correspondían a una realidad ya muy lejana, a saber, la de la libre propiedad del Estado. Las compañías, así, tenían el derecho de llevarse consigo todos sus bienes, y si algo dejaran abandonado, ello revertiría al Estado sin que mediara la obligación de indemnización alguna. Era previsible, pues, el deterioro de la industria petrolera para la fecha de la reversión, salvo que, conforme a lo establecido en la Ley de Hidrocarburos, se prorrogaran con bastante anticipación las concesiones en cuestión. Este deterioro, ha de comprenderse, era inaceptable para el Estado venezolano, por lo que se empieza a concebir medidas para impedirlo. Estas medidas se plasmaron finalmente en la Ley de Reversión. La Ley de Reversión, desde el punto de vista del capital, no puede menos que calificarse como vejatoria y nugatoria de las libertades empresariales. En efecto, a las compañías se les prohibía desinvertir, en tanto que se les obligaba al mejor mantenimiento de todas las instalaciones existentes. Según se ha dicho, todas éstas - muebles e inmuebles por igual - deberían revertir al Estado sin indemnización alguna en los años indicados. Ello, por supuesto, hacía imperativo el control burocrático detallado de todas las transacciones comerciales de las empresas. Desde el punto de vista del Estado, sin embargo, la Ley de Reversión era absolutamente necesaria. Con la importancia que había adquirido la renta petrolera en la vida económica del país, resultaba inadmisible que ella estuviera sujeta a los intereses particulares de las compañías y de sus horizontes finitos. De esta manera la Ley de Reversión creó una situación que no podía durar y que encaminó el país hacia la confrontación decisiva. A las compañías no se les permitía seguir siendo lo que eran: empresas privadas; mientras que el Estado no asumía las obligaciones y responsabilidades que ellas tenían. Con la nacionalización se solventó esta situación. Todo este acontecer nacional se sucedió dentro de la coyuntura internacional antes aludida. La nacionalización, con las diferencias propias de cada caso específico nacional, fue un fenómeno universal dentro del área de la OPEP. La renta petrolera podía entonces maximizarse sin que el capital internacional pudiera poner obstáculos.83 La segunda visión de la 'siembra del petróleo', a la cual el discurso rentístico nacionalista le había sido esencial, había así cumplido su última misión histórica.
83Para
todo lo que concierne a este párrafo, véase Mommer, La Cuestión Petrolera, op.cit., passim.
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 47
RESUMEN 1. La segunda visión de la 'siembra del petróleo' emergió de la lucha democrática y popular del año 1936. 2. Dentro de esta lucha la reivindicación rentística nacional encajaba perfectamente, tanto en lo político como en los económico. Al asociarse esta reivindicación con las reivindicaciones laborales, identificó como opositor un frente integrado por las élites gobernantes y el capital petrolero extranjero. 3. Con el 18 de octubre de 1945 se inicia una política de distribución popular de la renta, la cual cumple, objetivamente, con la función de disolver de modo acelerado el sector tradicional de la economía nacional, de mejorar significativamente el capital humano del país y de crear un mercado nacional con un alto poder de compra. 4. Esta absorción consuntiva de la renta, sujeta a la finalidad de abrir cauce a una futura absorción productiva, muy pronto se vio desbordada por la cuantía del ingreso petrolero. Se establecieron así patrones de consumo y de comportamiento propios de una sociedad rentística, por lo demás contrarios a la meta estratégica del desarrollo de las fuerzas productivas. 5. Más aún, Betancourt y Pérez Alfonzo concebían la absorción consuntiva como una etapa breve y previa a la etapa posterior de la absorción productiva. Sin embargo, en la práctica ellas habrían de revelarse como etapas o procesos simultáneos. La absorción consuntiva de la renta, empero, se hizo estructural, lo que llevó al concepto de la dependencia. La renta creciente hacía al país cada vez más dependiente. 6. Para hacer frente a este problema se hizo necesario disociar la legitimación del origen del ingreso petrolero de la legitimación de su destino, correspondiendo al Estado, como propietario de los yacimientos, el papel de árbitro. Ello se intentó con la prédica conservacionista. 7. La renta petrolera se concibió como contrapartida de un recurso natural agotable y no renovable, con lo que se hizo inconmensurable tanto con los salarios del trabajo como con los beneficios del capital. Nadie tenía un derecho adquirido o legítimo para beneficiarse de la renta petrolera. Los patrimonios privados se concebían en oposición absoluta a la renta petrolera, que era un patrimonio común. 8. El proceso distributivo concreto de la renta aparece como una transferencia, sin contraprestación, de recursos públicos, que es preciso detener. Sin embargo, el Estado terrateniente, completamente aislado - pues él mismo se concibe como representante de un bien común inconmensurable con el bien individual - es víctima de los intereses particulares. Estos, con su afán propio de enriquecimiento, presionan contra la política conservacionista estatal y a favor de los aumentos de la producción, lo que evidencia una alianza objetiva suya con el capital petrolero. 9. En consecuencia, el país se halla sin remedio a la deriva, siendo cada vez más dependiente por ser cada vez más afectado por una renta en extremo cuantiosa.
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 48 10. Sin embargo, la renta es cuantiosa en el destino, no en el origen. Por ser inconmensurable el recurso natural agotable y no renovable con cualquier renta que pueda pagarse, ésta se concibe siempre como demasiado baja. 11. Aumentar la renta es posible si se restringe el acceso del capital a los yacimientos, es decir, si se imponen reducciones de la producción. 12. De esta manera se revela la verdad de que aquéllos que presionan en favor de los aumentos de la producción encarnan más bien la voluntad productora y no la rentista; el desmedido afán de enriquecimiento que se les atribuía, en realidad, es propio más bien del Estado con su condición de terrateniente. 13. Es así como la segunda visión de la 'siembra del petróleo' llega sola a un callejón sin salida. Pérez Alfonzo abruptamente abandona todos sus planteamientos previos, y movido sólo por consideraciones prácticas, vuelve al punto de partida original para reactivar la antigua legitimación de la reivindicación rentística nacional. 14. Sin embargo, esta legitimación apenas si es una justificación superficial. El único contenido positivo que le restaba a esta segunda visión era el discurso rentístico nacionalista como tal. De hecho, no había nada que pudiera hacerse sin que se llegara previamente al final del camino emprendido cincuenta años atrás. La renta tenía que seguir creciendo hasta conseguirse su máximo con la nacionalización. La nacionalización, por lo tanto, marca el final irreversible de la segunda visión de la 'siembra del petróleo'.
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 49 5 LA SEGUNDA VISIÓN NACIONALIZACIÓN
DE
LA 'SIEMBRA DEL
PETRÓLEO'
Y
LA
En perspectiva histórica la reivindicación rentística nacional se evidencia como un proceso evolutivo. En el principio, así, se encuentra la libre propiedad del Estado, concediéndose al capital minero la más completa libertad empresarial; en el final se halla la situación contraria, es decir, la afirmación del Estado terrateniente nacional y su irrestricta libertad de acción para maximizar la renta. Sin embargo, este proceso histórico de maximización de una renta petrolera internacional se legitima por el desarrollo capitalista nacional, es decir, por el desarrollo de las formas y maneras de producción que le son inherentes a la libre empresa. El desarrollo del capitalismo en Venezuela adoptó, así, la forma contradictoria de un capitalismo rentístico. Este se entendió desde siempre como una primera etapa del desarrollo capitalista nacional, de modo que su superación, es decir, su transformación en un capitalismo normal, constituyó durante décadas la preocupación central de todo el pensamiento económico venezolano y, en particular, de la segunda visión de la 'siembra del petróleo'. Más aún, su ideólogo de mayor significación, Juan Pablo Pérez Alfonzo, en cuyos planteamientos siempre se hizo presente el consenso de Betancourt, ya hacia fines de la década de los sesenta demostraba que la madurez alcanzada por la economía nacional hacía de tal transformación una necesidad inmediata, aunque, por su parte, se confesó incapaz de concebir la trama política que habría de sostenerla. Es así como al alcanzarse el máximo histórico de la renta petrolera con la nacionalización, en la década de los setenta, el fin del capitalismo rentístico iba a manifestarse inevitablemente como un desastre.
LA POLÍTICA PETROLERA La nacionalización petrolera, dentro de la segunda visión de la 'siembra del petróleo', era una necesidad histórica desde tiempos atrás y, por lo tanto, ocurrió más bien tardíamente. El retardo se debió al atraso de los demás países petroleros. En efecto, antes de que Venezuela pudiera seguir adelante con su proceso evolutivo - por ejemplo, con la cuestión de la reversión - que se hallaba pendiente desde los primeros años de la década de los sesenta, aquellos países tenían que dar antes unos cuantos pasos decisivos. La nacionalización84 se realizó así dentro
84Es
conveniente precisar las fechas. En toda el área de la OPEP se produjo la nacionalización de facto de la industria petrolera extranjera hacia fines de 1973, al asumir los países miembros la
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 50 de un ambiente de poca excitación política, si se toma en consideración la importancia del suceso. El público venezolano, por la oportunidad en que ocurre, la recibió con sorpresa, aunque debe tenerse presente que era un acontecimiento largamente esperado. En cambio, lo que sí constituyó una real sorpresa - amen de causa de asombro en el mundo entero - fueron los nuevos niveles de la renta. Los ingresos extraordinarios se recibieron con euforia, prestando además razones que parecieron convalidar el discurso conservacionista en toda su extensión rentista: el petróleo, como recurso natural no renovable y agotable, tenía en apariencia un valor infinito, debido a su escasez absoluta. Por lo demás, es cierto que para 1970 se había hecho presente el fenómeno del agotamiento en varios de los países productores importantes, entre ellos Venezuela y los EE.UU., lo que iba a traer como consecuencia el descenso de las respectivas producciones. Sin embargo, con los nuevos niveles de precios, no sólo tenían que aumentar las reservas de petróleo económicamente explotables, además de hacerse atractivas las fuentes alternas de energía, sino que debía disminuir el crecimiento de la demanda de petróleo. Es decir, la ocurrencia de inversiones masivas en la exploración tanto como nuevos desarrollos tecnológicos habrían de permitir la incorporación de nuevas reservas en una cuantía superior al consumo corriente. Así terminaría por relegarse el fenómeno del agotamiento a un futuro lejano e incierto. Estas consideraciones no excluyen, desde luego, que en un país como los EE.UU., que ha sido intensamente explorado durante más de un siglo, el fenómeno del agotamiento persista. Pero en lo que a Venezuela se refiere, con todo, la situación era muy distinta. Primero, debido al horizonte finito de las concesiones y a la confrontación con el Estado propietario en torno a la reversión, las compañías extranjeras habían restringido a niveles mínimos sus actividades de exploración en los años de la década de los años sesenta. Ahora, sin embargo, al experimentarse un proceso de significativa activación, las reservas probadas tenían que incrementarse de nuevo. Segundo, y más importante, con la incorporación de los petróleos pesados de la Faja Petrolífera del Orinoco, cuya explotación se hizo económicamente factible precisamente con los nuevos niveles de los precios, la cuantía de las reservas probadas aumentó radicalmente. En efecto, cabe decir que el recurso natural disponible en Venezuela al presente es suficiente como para permitir un incremento sostenido de la producción durante varias décadas.
facultad soberana de fijar unilateralmente los niveles de precios y producción. La nacionalización de jure se efectuó en Venezuela el 1 de enero de 1976.
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 51 La visión de Pérez Alfonzo no se correspondía con estas apreciaciones. Así, la última parte de su libro Petróleo y Dependencia llevaba el siguiente título: Política de futuro para la Venezuela actual. El petróleo se agotará y la nación habrá de continuar su existencia de acuerdo a lo que desde ahora hagamos.85 En otras palabras, la concepción fundamental de la Venezuela del futuro era la de una economía postpetrolera. Es en este sentido como la baja de la producción que se produjo a partir de 1970 - a consecuencia del agotamiento de los campos tradicionales y de la ausencia de nuevas inversiones en los años sesenta -, y en cuanto se la entendió como parte de una política conservacionista, se vio con beneplácito por el gobierno nacional y por el mismo Pérez Alfonzo. De manera que a lo largo de la década de los setenta, y luego de un auge excepcional en el mercado mundial del petróleo, la producción venezolana decreció continuamente. Sólo al final de la década Petróleos de Venezuela inició un programa de inversiones cuantiosas para detener la caída del potencial de producción. Sin embargo, en torno a este tiempo del que se habla, ocurre el derrocamiento del Chah de Irán y el comienzo de las hostilidades bélicas entre el Irán e Irak. En este marco de cosas, la OPEP y, con ella, Venezuela, llevó el nivel de los precios más allá de la capacidad de pago de los consumidores, con el resultado de una contracción de la demanda en términos absolutos. Tal situación del consumo se tradujo en una reducción de la producción, en el área de la OPEP, en un 50 por ciento entre 1981 y 1985. Y fue sólo después de la sustancial caída de los precios en 1986, cuando ésta empezó lentamente a recuperarse. En el ínterin, la producción en Venezuela había bajado desde un nivel de 3.7 millones de barriles diarios en 1970 a menos de a mitad, esto es, 1.7 millones. La tradicional política petrolera rentista, tan exitosa a lo largo de varias décadas con su concepción unilateral y excluyente del petróleo como fuente rentística, había fracasado de modo estrepitoso en el manejo del petróleo como actividad productiva. Finalmente, y como no podía ser de otra manera, se combinaron la pronunciada baja de los precios y, así, de la renta por barril, con una producción reducida, dándose como resultado el derrumbe de la renta global.
85Pérez
Alfonzo, op.cit., p.211.
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LA 'SIEMBRA DEL PETRÓLEO' Los ingresos extraordinarios de los años setenta dieron lugar a un nuevo impulso, en una escala ampliada, de la segunda visión de la 'siembra del petróleo'.86 Se trataba, como es de esperar, del desarrollo del sector no petrolero, con grandes proyectos de inversión, esencialmente estatales, destinados a permitir la superación de la dependencia del petróleo. Más aún, en el medio de la euforia rentista de aquellos años, no sólo se gastó la renta petrolera presente, sino que se dispuso también de la renta petrolera futura por vía del endeudamiento externo, toda vez que el supuesto bajo el cual se actuaba era que la renta habría de continuar creciendo durante todo el futuro previsible. Pérez Alfonzo bien sabía - y, con él, Rómulo Betancourt - que semejante política estaba destinada al fracaso. Había diagnosticado ya, en la década de los sesenta, y con niveles de inversión mucho más modestos, la limitada capacidad de absorción de capital de la economía nacional;87 más todavía, había también captado con entera perspicacia la existencia de una amplia alianza de las fuerzas sociales destinada a empujar el Estado hasta el límite de su capacidad de gasto con miras a privatizar no sólo la renta presente, sino también la renta futura. Y así, con insistencia y marcada vehemencia, no cesó de hacer conocer sus puntos de vista a la opinión pública nacional. Sin embargo, nada pudo detener el proceso en marcha. Carentes de una visión del futuro, atrapados dentro de la ideología rentista de la cual eran los principales artífices, y aislados en su identificación con un Estado terrateniente extraño a toda fuerza social, lo que ofrecían era una estéril prédica moral, mas no una concepción política. Dado el estado de cosas imperante en lo que concierne a los valores que sostienen y animan la vida del hombre contemporáneo, los llamados de Pérez Alfonzo en favor de una vida modesta, sobria y limitada no podían sino encontrar el oído más sordo de parte de la sociedad venezolana. El capitalismo es un modo de producción dinámico y siempre revolucionario en cuanto al desarrollo de sus fuerzas productivas. Así, la práctica del capitalismo rentístico apuntaba, inexorablemente, a su superación. Dada la ausencia de una política articulada, debía abrirse el paso a ciegas, es decir, a través de los caóticos
86Véase Gumersindo Rodríguez, El Nuevo Modelo de Desarrollo Venezolano, (Caracas, 1979) passim. 87Véase Felipe Berger, Der Begriff der Absorptionkapazität Theoretische Aspekte und praktische Relevanz. Eine Untersuchung am Beispiel Venezuela, (Frankfurt, 1981) p.177.
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 53 mecanismos del mercado.88 El país habría de seguir adelante con la tradicional 'siembra del petróleo' hasta su fracaso final, que se prefigura ruidosamente con la crisis cambiaria del 18 de febrero de 1983.
RESUMEN 1. Con la nacionalización petrolera, la segunda visión de la 'siembra del petróleo' cumplió su última misión histórica. 2. Por haberse limitado a considerar el petróleo como fuente rentística, y en absoluta oposición a la actividad productiva en manos del capital extranjero, no había proposición alguna más allá de la maximización de la renta, es decir, de la nacionalización. Más aún, esa maximización se concibió siempre a la sombra del agotamiento definitivo de los yacimientos. 3. De allí el fracaso de la política petrolera tradicional en el manejo del petróleo en cuanto actividad productiva, que halla su expresión en la merma de la producción y en el derrumbe de la renta en 1986. 4. Dentro de esta visión de las cosas, la nacionalización carecía de importancia estratégica dentro del desarrollo económico general, al que siempre se le vio, dado el propósito de lograr la independencia del petróleo, como el desarrollo de la economía no petrolera. 5. El sector no petrolero, sin embargo, no tenía una capacidad de absorción de capital que guardara proporción alguna con la cuantía de los ingresos generados por el sector petrolero. 6. El fracaso de esta visión, por lo tanto, va desde el origen hasta el destino de la renta petrolera, esto es, se manifiesta en el simultáneo fracaso de las políticas tradicionales petrolera y no petrolera. El fin del capitalismo rentístico significó, por lo tanto, la crisis económica más grave de este siglo, abriendo el cauce para una nueva visión acerca del petróleo en el desarrollo económico nacional.
88Véase Asdrúbal Baptista, "Tiempos de Mengua: los años finales de una estructura económica", en Venezuela Contemporánea: 1974-1989, Fundación Mendoza, (Caracas, 1989) passim.
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 54 CONCLUSIONES Y PROPOSICIONES
Desde 1936 se observa como la reivindicación rentística nacional, dentro de la segunda visión de la 'siembra del petróleo' entonces en gestación, tendió a identificar el capital nacional como una avanzada del capital extranjero. La aceptación de esta identificación se impuso en amplios sectores de la opinión pública con el 18 de octubre de 1945. El sector privado, así, se vio marginado de la política petrolera nacional. Más aún, el nacionalismo petrolero pareció tomar un giro amenazante para el sector privado. Como se expuso en las páginas precedentes, la política petrolera venezolana, en su segunda etapa, buscó restringir cada vez más las libertades empresariales de las compañías petroleras, con miras a fortalecer el papel del Estado. Y si se consideran las circunstancias políticas nacionales - y no menos las internacionales - nada fue más fácil para el empresariado venezolano que confundir este ataque del Estado terrateniente a las libertades empresariales del capital extranjero concesionario, con un ataque, de inspiración socialista, a la libre empresa como tal. Ha de decirse, por lo demás, que el discurso político mismo de la segunda visión de la 'siembra del petróleo' no dejó de sugerir coqueteos con esta confusión. Valga citar como un ejemplo revelatorio la opinión vertida, en 1973, por un distinguido empresario venezolano sobre Pérez Alfonzo y su política petrolera:89 Pérez Alfonzo no ha sido jamás un pensador frío, interesado en buscar la verdad ... dondequiera que ésta se encuentre. No. Ha sido más bien un hábil estudioso e investigador, interesado en demostrar siempre sus tesis preconcebidas y en alcanzar, a través de una dialéctica consumada, objetivos para él definitivos, inexorables, indispensables: la destrucción en Venezuela del poderío de los consorcios internacionales y la implantación en nuestro país de un sistema económico y político ... de corte socialista.
La confusión llevó al empresariado venezolano en general, y, en particular, a Fedecámaras, a asumir una posición abstracta de defensa de las libertades empresariales en solidaridad con las compañías petroleras extranjeras, abandonando así toda posibilidad de posiciones propias. Una notable excepción fue, precisamente, el empresario citado, quien enjuicia a sus colegas en los siguientes términos:90 Esta ha sido, en general, la posición del empresario venezolano frente a la problemática petrolera nacional: carente de iniciativas, se ha refugiado en una indiferencia inexplicable en un país como el nuestro. Ante esta tradicional apatía empresarial, que en general no le ha permitido mantener y defender un criterio propio y una posición independiente, son muy escasas las excepciones que pueden citarse.
89Luis
Vallenilla, op.cit., p.301. p.401.
90Ibid.,
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 55 Para el empresariado venezolano la nacionalización petrolera resultó entonces un acontecer ajeno y de implicaciones no del todo claras. Por otra parte, en cuanto al destino de la cuantiosa renta petrolera, Pérez Alfonzo no se cansaba en denunciar su privatización como corrupción. Y es dentro de esta concepción del Estado como propietario de la renta petrolera, y no como su simple primer detentador y administrador, que el auge rentista de los setenta dio un renovado impulso al capitalismo de Estado. Al sector privado, en cambio, se le concedía solamente un papel subordinado y menor dentro del desarrollo económico nacional. De manera que el final desastroso de aquella segunda visión de la 'siembra del petróleo' se presenta como crisis general de la intervención estatal en el ámbito económico y, en consecuencia, tenía que dar lugar a una ofensiva del sector privado reclamando su papel protagónico. Efectivamente, y en oposición a cualquier percepción contraria, la nacionalización favoreció a este sector en todos los planos: en lo ideológico, en lo político y en lo económico. En lo ideológico, al menguar el discurso nacionalista y reivindicativo, se vio liberado de las imputaciones que de una forma u otra siempre se le habían endilgado, mientras que se hacían obvias las limitaciones del discurso anticapitalista-terrateniente del Estado. Frente al Ministerio de Energía y Minas, asiento institucional único del nacionalismo petrolero tradicional - es decir, rentista apareció ahora un nuevo nacionalismo encarnado en un segundo polo, a saber, Petróleos de Venezuela, sede institucional de la actividad productiva. En lo político, el discurso populista que asociaba las reivindicaciones populares y laborales con el discurso nacionalista rentista, se vio debilitado una vez satisfecha del todo la reivindicación rentística nacional. En efecto, ya no era posible apoyar aquellas reivindicaciones a costa de terceros, y, en las circunstancias históricas concretas, menos aún dentro de la crisis económica que se presentó hacia fines de los años setenta. De lo que ahora se trataba era la simple repartición de los altísimos costos del fracaso económico. Rápidamente el término 'populismo', otrora mensajero de significados políticos de gran aceptación y especialmente exitosos en la contienda electoral, adquirió una fuerte connotación negativa, incluso dentro de la fracción mayoritaria del tradicional partido populista de Venezuela, Acción Democrática. En lo económico, el Estado venezolano y sus empresas se endeudaron masivamente en el empeño de crear un poderoso capitalismo de Estado, justificándose el endeudamiento con cálculos fantásticos acerca del rendimiento futuro de las inversiones por hacerse. En lo inmediato, ha de decirse, estas inversiones, dado su origen, no estaban sujetas a la rentabilidad normal del mercado, y obedecían más bien a planteamientos políticos estratégicos. En realidad de verdad, el país no contaba con el capital humano necesario, y la banca internacional le prestaba a Venezuela no por creer en aquellos cálculos, sino simplemente en función de la renta petrolera futura. Al mismo tiempo siguió adelante la distribución masiva de la renta, es decir, su conversión en medios privados. Sin embargo, el sector privado sí se orientaba por la información proveniente del mercado, y ésta señalaba de manera inequívoca cuán limitada era la capacidad de absorción de capital y, más específicamente, la limitada capacidad
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 56 empresarial de manera que la renta petrolera hecha privada, luego de un breve auge inversionista, fue a parar en cuentas bancarias del exterior. Al final del camino lo que habría de encontrarse era un Estado endeudado, con un presupuesto deficitario, colocado frente a un sector privado enormemente enriquecido.91 A todo ello hay que agregar, en último lugar, la situación internacional, caracterizada por una vehemente ofensiva neo-liberal. En el marco de esta situación, como ha de resultar obvio, las instituciones financieras internacionales, esto es, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, cumplen una misión primordial, y el Estado venezolano, al verse obligado a recurrir a ellas para la solventación de su cuantiosa deuda externa, terminó por plegarse a la orientación de la marea. Es así como la discusión pública en Venezuela sobre las causas de la crisis y, por ende, sobre las respuestas para enfrentarla, se redujo a una mera denuncia global de lo nefasto de la intervención del Estado, en cuanto causa única y presunta de todos los males, y a la glorificación de la privatización de toda actividad económica como remedio universal. Frente a la complejidad de la realidad, así, se opuso el principio abstracto de la empresa privada. Sin embargo, dada la importancia central de este principio en la sociedad capitalista, y, en particular, en lo que concierne a la materia fundamental que aquí se considera, es decir, a la superación del capitalismo rentístico, es cierto que su contenido tendrá que formar parte integral de cualquier nueva visión sobre el papel del petróleo en el desarrollo económico nacional.
LA POLÍTICA PETROLERA La superación del capitalismo rentístico siempre se concibió como el desarrollo no petrolero; o, en la terminología de la época, la dependencia del petróleo habría de conseguirse mediante 'la siembra del petróleo', por lo que se entendía estrictamente el desarrollo del sector no petrolero. La ideología rentista dominante no admitía el entender al petróleo, en cuanto actividad productiva, como parte integral de la Venezuela futura. Ahora bien, de lo que al presente se trata es de superar esta concepción que opone el sector no petrolero de la economía nacional al sector petrolero, y que es incapaz de verlos como partes complementarias de un conjunto orgánico. En realidad, es a la unidad orgánica - la economía nacional, que abarca por igual a los sectores petrolero y no petrolero - a la que se opone, efectivamente y por su inorganicidad, el petróleo como fuente rentística. La nueva política petrolera tiene que diferenciarse de la que antes prevaleció por el valor que atribuye al petróleo como actividad productiva, a la que debe aceptarse definitivamente como venezolana. Por lo demás, como bien se entenderá, su contenido lleva una dosis adicional de complejidad, toda vez que incluye ahora ambos, al petróleo como fuente rentística y como actividad productiva. 91Véase Miguel Rodríguez, "Mitos y Realidades del Endeudamiento Externo Venezolano", mimeo, IESA, (Caracas, 1984).
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 57 Pero los incluye con valores desiguales: Al petróleo como fuente rentística sólo le corresponde una importancia táctica; al petróleo como actividad productiva, en cambio, le corresponde una importancia estratégica. Forma parte íntegra del desarrollo de las fuerzas productivas nacionales.
EL PETRÓLEO EN CUANTO FUENTE RENTÍSTICA Por lo tanto, no se halla bajo tela de juicio la propiedad nacional estatal del petróleo y el derecho soberano a cobrar una renta. Es este derecho la verdadera esencia de la nacionalización, la cual constituye un logro de la OPEP que los países desarrollados consumidores han tenido que reconocer incluso dentro de su propio ámbito. Abundan los ejemplos. Tómese a Noruega, que es un país con un alto grado de desarrollo y que exporta petróleo. Allí se da el concepto de propiedad estatal nacional del recurso natural, al igual como en todo el área de la OPEP; es decir, el gobierno noruego se atribuye no sólo el derecho soberano a cobrar su renta, sino también a controlar la producción. De otra parte, considérense los ejemplos de Alaska, estado de la unión norteamericana y exportador de petróleo, o de Alberta, provincia del Canadá y también exportadora de petróleo . En ambos casos los yacimientos son de propiedad estatal o provincial, respectivamente, y son los gobiernos locales los que cobran la renta. Este hecho es tanto más notable cuanto el Canadá y los Estados Unidos son importadores netos de petróleo, de manera que sería de esperar que la nación entera y no una región particular se beneficiara del recurso nacional - tal como es el caso en Venezuela -. Sin embargo, la estructura federal del poder político en estos países no permite imponer este punto de vista. Finalmente, véanse los EE.UU. en su conjunto, donde la propiedad privada de los yacimientos constituye la regla general. Si bien la propiedad privada del recurso natural se denuncia unánimemente por todos los expertos como un obstáculo para una explotación eficiente de los yacimientos, no hay manera de desconocer el hecho histórico de su existencia y, en consecuencia, el derecho del terrateniente a cobrar una renta. Se da así un verdadero mosaico en cuanto al régimen de propiedad de los yacimientos en el mundo. Cuando el recurso natural se halla sujeto a la explotación y al consumo nacionales, el ideal liberal consiste en la libre propiedad del estado, ya que este régimen de propiedad garantiza el máximo de libertad y de eficiencia a las empresas explotadoras, así como un nivel mínimo de renta diferencial a los consumidores. Más aún, esta última renta, en toda circunstancia, puede recaudarla el Estado por vía de impuestos, para luego distribuirla entre los consumidores, por ejemplo, a través de rebajas impositivas generales. De esta manera se cumple el ideal, es decir, la gratuidad del recurso natural. La propiedad regional o privada, en cambio, son resultados de accidentes históricos, o de hechos cumplidos e irreversibles, con los cuales hay que resignarse a convivir, pues, ¿quién puede atreverse, en condiciones capitalistas, a cuestionar la propiedad privada aunque sea de un recurso natural, una vez implantada ésta?
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 58 Del mismo modo, el capitalismo mundial se encuentra con el hecho histórico del desarrollo capitalista nacional como su punto de partida; y los estados nacionales no se muestran dispuestos, como lo evidencia la experiencia histórica más generalizada, a compartir gratuitamente sus recursos naturales. La explotación internacional de un recurso natural nacional genera, así, y de manera inevitable, la transformación de la libre propiedad del Estado en propiedad estatal nacional. Y como muy bien se entenderá, ésta se ajusta del todo al ideal liberal nacional, esto es, que el recurso natural, en el mercado interno, sea gratuito; y cuando la perspectiva se torne al mercado mundial, entonces, la idea es que la renta generada, por vía del gasto público, beneficie a toda la economía nacional. Sin más, pues, es ésta la situación real en Venezuela. La nacionalización ha producido, por lo tanto, un resultado que puede considerarse como estable: la soberana propiedad estatal nacional del petróleo. Sin embargo, al mismo tiempo se ha hecho presente un elemento nuevo, a saber, la necesidad de que los niveles de la renta que se establezcan sean compatibles con el pleno desarrollo de la actividad productiva, o, lo que es igual, con una demanda creciente por el petróleo venezolano al igual que con una expansión continua de la industria petrolera para poder satisfacerla. Ello implica, de un lado, niveles de precios que garanticen tal demanda y, del otro lado, niveles impositivos que permitan la requerida expansión de la industria. Este último punto es particularmente importante, puesto que la producción venezolana consiste en una proporción creciente de crudos pesados, que envuelven mayores costos de producción y de refinación, y, al unísono, atraen precios menores en el mercado mundial. De hecho, no sería posible producirlos si se insistiera en los mismos niveles de renta como los establecidos para el petróleo mediano y liviano, proveniente de las áreas tradicionales ahora en proceso de agotamiento.
EL CONTROL DE PRODUCCIÓN Y LA OPEP En su lucha por el reconocimiento de sus derechos soberanos como propietarios del recurso natural, la OPEP, con su acción nacionalizadora, desmanteló el Cártel Internacional del Petróleo: aquel otrora todopoderoso cártel de arrendatarios y productores. Este cártel había ejercido durante varias décadas, junto con las instancias estadales correspondientes dentro de los EE.UU. y el Canadá, un control de producción a nivel mundial. Ahora, en respuesta a la actuación de la OPEP, en América del Norte se procedió a desmantelar también toda esa compleja estructura de control de la producción; la nueva consigna de estos países productores y consumidores era la 'desregulación'. Los nuevos niveles de precios y su estabilización eran de un interés esencial para la OPEP, aunque ya no lo eran de igual modo para los países productores y consumidores. Estos últimos movilizaron ahora la fuerza de la competencia capitalista en contra de la OPEP. De aquí en adelante siempre habrían de producir - al igual como los demás países productores y consumidores - a plena capacidad. Pero dada la importancia extraordinaria de las exportaciones petroleras para todos los países miembros de la OPEP y la extrema inestabilidad de los precios del petróleo en condiciones de
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 59 competencia, el cártel de Estados terratenientes se vio obligado a asumir ahora el papel de un cártel de productores. Ello implica necesariamente algún sistema de cuotas, además de un acuerdo básico sobre los niveles deseables de los precios. Desde luego, la OPEP, en cuanto cártel de productores, funciona de manera bastante deficiente, dada su característica de ser una asociación libre de Estados soberanos. Peor aún, vinculados única y exclusivamente por el capricho de la naturaleza, las diferencias entre los países miembros son tales que se ha llegado incluso al extremo de confrontaciones bélicas entre varios países miembros. Empero, pareciera no haber alternativa: Venezuela tiene que seguir como miembro activo de la organización, siempre a la búsqueda de un consenso necesario y posible. No importa el regateo, el forcejeo, las trampas y los desacuerdos en la distribución de las cuotas; o el cambio de regímenes políticos y el desenlace de las confrontaciones bélicas. En este mundo agitado y turbulento, el interés de todos los gobernantes de los países petroleros en precios estables y relativamente altos los obligará siempre a volver a la mesa de negociaciones y para buscar llegar a un nuevo acuerdo. Por lo demás, debe tenerse muy presente el trasfondo natural de la estabilidad de la OPEP, lo cual resuelve lo que de otro modo aparece como un hecho asombroso. En efecto, esa base natural no es susceptible de corrosionarse ni por la competencia capitalista, ni por maniobras políticas algunas: en el mediano y largo plazo no hay manera de negar al país, que dispone de reservas suficientes, su activa participación en el mercado mundial.
EL PETRÓLEO EN CUANTO ACTIVIDAD PRODUCTIVA La nacionalización, en esencia, consistió en el pleno disfrute de la soberanía del Estado propietario del recurso natural o, como se decía en las resoluciones de las Naciones Unidas de la época, en el ejercicio de una 'soberanía permanente'. Es decir, desde entonces compete única y exclusivamente al Estado venezolano fijar el nivel de la renta por barril - y, por ende, los precios - y los volúmenes de producción. La resistencia sistemática de las concesionarias extranjeras a esta aspiración de Venezuela, y más en general, de todos los países petroleros del Tercer Mundo, condujo a su nacionalización. Al apoderarse del 100% de las acciones, el Estado se liberó de cualquier limitación en el ejercicio de sus derechos como propietario del recurso natural. Efectivamente, el Ministro de Energía y Minas, en quien se personifica la aspiración rentística nacional, pasó a representar también el accionista único de la compañía estatal. De manera que todo el poder de decisión en materia de política petrolera se concentra en sus manos. En cambio, a PDVSA se le asignó la condición de simple operadora al servicio de los intereses rentísticos nacionales, valga decir, que strictu sensu ni siquiera le correspondió el papel de una empresa estatal. En efecto, para la industria petrolera nacional la categoría del beneficio simplemente no existe. Es decir, por una parte, el Ministro aprueba - o desaprueba y manda a modificar - los planes de inversión y gastos de PDVSA; y, por la otra, el
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 60 Ministerio ajusta la estructura fiscal de manera que cualquier excedente más allá de las necesidades así definidas se convierta en renta. La actividad productiva, con la nacionalización, perdió, por lo tanto, toda vida propia, lo cual marca el punto culminante del proceso histórico de conformación del capitalismo rentístico venezolano. La superación de éste, en consecuencia, encuentra su verdadero reto dentro del sector petrolero, y no tanto en el sector no petrolero. Es el sector petrolero su principio y su fin. Es aquí donde la renta, hecha máxima, llegó a obstaculizar definitivamente el desarrollo de la actividad productiva; por consiguiente, tendrá que ser aquí, con la remoción de las trabas creadas y, así, la liberación de la actividad productiva, donde la superación definitiva del capitalismo rentístico habrá de tomar lugar. Es decir, la nueva política petrolera tiene que contener como elemento dinámico el desarrollo productivo del sector petrolero, y ya no el aprovechamiento del petróleo en cuanto fuente rentística. Hay que abrir el espacio para la coexistencia de la renta y del beneficio en el seno de la explotación petrolera. Y ello significa que aunque el Estado siempre reclamará la renta para sí, su recaudación deberá hacerse en una forma que armonice con la necesaria presencia del beneficio, cuya existencia residual varía en función de la eficiencia gerencial, de los vaivenes del mercado, del desarrollo de la productividad, etc. La recaudación por parte del Fisco nacional de todo el excedente más allá de los gastos de operación y de inversión, va en contra de cualquier iniciativa empresarial. Lo que se tiene aquí en mente es la cuestión de la presencia en el sector del capital privado, bien sea nacional o extranjero. Efectivamente, sin su presencia Venezuela no podrá llegar, en el transcurso de las próximas décadas, al pleno aprovechamiento del recurso natural disponible y de todas las posibilidades de industrialización que de él emergen. Políticamente pareciera difícil aceptar de nuevo la presencia del capital extranjero en el petróleo. Sin embargo, como se desprende del análisis precedente, la reserva exclusiva para el Estado de la actividad productiva representó un medio para un fin - la soberana propiedad estatal nacional - mas no el fin en sí mismo. Una vez que éste último se ha alcanzado y consolidado; y una vez que el capital extranjero ha reconocido y aceptado las nuevas reglas imperantes, esto es, que todo beneficio extraordinario corresponde al Estado propietario, se han creado unas condiciones donde la renovada presencia del capital extranjero, o del capital privado en general, no puede seguir negándose por motivaciones de principio. En cambio, sí hay poderosas razones, incluso estratégicas, que sugieren su conveniencia: es ésta la vía más favorable y segura de superar con éxito esa primera etapa del desarrollo capitalista de Venezuela caracterizada por el predominio de la renta petrolera. Por otra parte, se trata también de una nueva integración del sector petrolero nacional con la industria petrolera mundial, vencido el tiempo de la desintegración que por necesidad debía traer consigo el proceso de nacionalización. Este proceso ya está en marcha, y, en realidad, empezó para Venezuela con las asociaciones de PDVSA en el exterior, especialmente en el campo de la refinación. Y si algo habría de acotarse, es que hay un franco rezago en cuanto al movimiento complementario,
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 61 es decir, en cuanto a la presencia de capitales extranjeros dentro del territorio nacional. De lo que se trata, en suma, es de diseñar una estructura fiscal que, a lo largo del tiempo, garantice al capital petrolero un beneficio y al Estado venezolano una renta. La dimensión temporal debe tenerse muy presente, porque la verdadera remuneración del capital se manifiesta sólo como un promedio temporal, equilibrándose años de rentabilidad excepcional con otros de bajo rendimiento o incluso de pérdidas. Por lo tanto, semejante estructura fiscal necesita, para cumplir con su función, alguna garantía razonable de estabilidad. Ésta no puede consistir en otra cosa que en un amplio consenso político, que habrá de ser tan amplio como aquél que existió en torno a la tradicional política petrolera rentista del pasado y que hizo posible su culminación exitosa con la nacionalización. Por lo demás, la cuestión considerada se refiere más específicamente al área de la extracción del recurso natural - el crudo y el gas - y no a las actividades que envuelven grados más intensos de procesamiento y manufactura. De hecho, es en el sector primario, strictu sensu, donde se hace presente la renta. Dentro del transporte, la refinación y la petroquímica, en cambio, todo el asunto se reduce a definir con ajustada contabilidad un precio apropiado de transferencia.
EL SECTOR PRIVADO Y EL PETRÓLEO Las anteriores consideraciones no pueden conducir a obviar el papel fundamental que, aun en el largo plazo, seguirá desempeñando el Estado dentro del sector petrolero. Otra forma de pensar sería una mera imposición ideológica, y, por lo tanto, una visión alejada de la realidad de las cosas. Su presencia a través de PDVSA, por decirlo así, simplemente no yace bajo disputa. En su condición de socio de los nuevos proyectos que puedan generarse dentro del área, bien podrá maximizar los importantes efectos multiplicadores del sector petrolero sobre la economía no petrolera. El otro lugar de importancia le corresponderá, por lo dicho, al capital extranjero. Es éste el que puede asegurar los mercados al petróleo venezolano y a los productos sucedáneos, amen de aportar capacidades gerenciales, nuevas tecnologías, y, por si algo faltara, su gran capacidad financiera. Al capital privado nacional le corresponderá, objetivamente, el otro lugar de importancia. En este momento su participación pareciera limitarse a uno que otro proyecto petroquímico. Ahora bien, sí le corresponde un papel relevante en cuanto proveedor de todo tipo de insumos y de servicios a la industria petrolera nacional, del cual, además, puede derivar fructíferos proventos en el mercado exportador con países productores vecinos. Más todavía, en el plano de lo político su situación es de otra índole. En efecto, como capital venezolano que es habrá de intervenir en la formulación y desarrollo de políticas petroleras que, en su conjunto, aseguren al sector petrolero un máximo de dinamismo. Con todo, el juicio emitido por un autor antes referido en relación con el empresariado venezolano a principios de los años setenta mantiene todavía su significación. Su obra Auge, declinación y porvenir del petróleo venezolano, en ese respecto, sigue siendo única. Aun en el ambicioso Proyecto Roraima - singular in-
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 62 tento empresarial por ofrecer una respuesta articulada frente a la crisis final de la segunda versión de la 'siembra del petróleo' - el petróleo apenas si aparece al margen, y, como curiosa paradoja, sólo en su carácter de fuente rentística. Así, al referirse a la necesidad de cuantiosas inversiones para el desarrollo de los recursos petroleros nacionales, se comenta:92 ... para Venezuela la mejor oportunidad de colocar los ingresos petroleros es invertirlos en petróleo pesado que permita explotar la escasez que se prevé en la década de 1990. ("Sembrar el petróleo para cosechar más petróleo").
En ese mismo sentido, cuando uno u otro vocero del sector privado opina públicamente sobre la política petrolera estatal, casi invariablemente sobresalen la ignorancia y el más enconado de los prejuicios. La animosidad en contra del Ministerio de Energía y Minas y de la OPEP, por ejemplo, es notoria. Y de ninguna manera se está dispuesto a conceder lugar para la misión histórica por ambos cumplida ni a la importancia del papel que por necesidad les corresponderá en la política petrolera futura. Esta situación refleja, por una parte, la disposición natural del capital en contra del terrateniente y, por la otra, la franca hostilidad que predomina en los países desarrollados consumidores con respecto a la OPEP, de la cual se hacen eco los empresarios venezolanos. Por último, se pone bajo total cuestionamiento la intervención Estado en los asuntos económicos. Sin embargo, y más allá de la fácil retórica, no hay manera de pasar por alto que en las condiciones concretas de Venezuela, esto es, dada la importancia del petróleo así como del hierro y del aluminio, no puede sino aceptarse una fuerte presencia del Estado en el ámbito económico, que en el caso del sector externo es poco menos que apabullante. Por lo tanto, el reto del liberalismo en Venezuela consiste no en la socorrida denuncia de los peligros que acechan a la intervención del Estado, sino en la más activa participación dentro del diseño de su política económica con miras a imprimirle la orientación doctrinaria deseada.
LA ECONOMÍA NACIONAL Los juicios que se tienen de parte del sector privado sobre el desenvolvimiento de la economía nacional y sobre las consecuencias de la cuantiosa renta petrolera captada y distribuida en las décadas pasadas, se caracterizan asimismo por ser tan globales como lo precisa la más ligera de las superficialidades. Si hubiera que resumir en unas cuantas ideas, y sin mayores comentarios adicionales, el contenido de las opiniones vertidas, lo que sigue es un adecuado sumario. La política tradicional de la 'siembra del petróleo' no ha dado los frutos esperados. No se ha producido una economía saludable, creciente y vigorosa. Las enormes sumas de dinero que se han desembolsado no han estimulado el 92Proyecto
Roraima, Una Proposición al País, (Caracas, 1983) p.24.
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 63 crecimiento a largo plazo de la economía, ni han situado el bienestar de los venezolanos en el elevado nivel que debería haber generado tan masivo gasto. Y con algún grado de detalle se enumeran algunas de estas causas tras el fracaso de la política económica tradicional: el gasto público desmedido, la sobrevaluación del bolívar, la ineficiencia de las empresas del sector público, los subsidios y la regulación de los precios. A continuación se formula una nueva estrategia de desarrollo, bajo el nombre de la "Venezuela Productiva", la cual consiste, para empezar, en la negación inmediata de lo que se supone fue la vieja estrategia. Luego se precisan las siguientes definiciones o líneas matrices de acción:93 El rol del gobierno es crear el clima económico necesario para una economía en vigoroso crecimiento. El sector privado debe generar las inversiones, los empleos y la eficiencia, y debe estar dispuesto a competir y ser capaz de hacerlo en un economía de mercado libre, y Los trabajadores deben suministrar la ética laboral y la productividad que permitan a Venezuela competir en los mercados mundiales.
En esa dirección se propone, entonces, una fuerte devaluación del bolívar, la restauración de las libertades económicas, la reducción de la protección arancelaria y la eliminación de los subsidios. En particular, la devaluación permitiría reorientar la distribución tradicional de la renta petrolera. Con las ganancias extraordinarias en bolívares por ella causada, se propone que el Estado, por sobre todo, pague sus deudas con el empresariado nacional, utilizando el remanente para el pago de la deuda externa pública así como para el financiamiento de los dólares preferenciales de la deuda externa privada. Como bien se observa, el Proyecto Roraima opone al capitalismo rentístico venezolano el ideal abstracto de un capitalismo normal, sin ninguna referencia concreta a la realidad económica nacional, conjeturándose por lo demás que la transición del uno al otro, en una suerte de tabula rasa histórica, apenas habrá de necesitar de unos tres años. La renta petrolera, en su turno, simplemente desaparece; su misión, si acaso le corresponde alguna, pareciera vincularse sólo al pago de las deudas ya existentes. La renta petrolera, si se toma en cuenta el servicio de la deuda pública externa, se encuentra al presente en los niveles relativos más bajos desde la Segunda Guerra Mundial, no obstante la crisis actual en el Golfo Pérsico (diciembre de 1990) y el aumento de los precios en el mercado mundial del petróleo. Y sin riesgo de equivocación cabe decir que no volverá a alcanzar los niveles que llegó a tener en la década de los cincuenta o de los setenta, puesto que su dinamismo de largo plazo, aun en el mejor de los casos, será inferior al crecimiento poblacional y de la actividad económica. Y, con todo, seguirá representando para todo el futuro previsible el mayor ingreso externo del cual podrá disponer el país. Una acertada comprensión de los mecanismos bajo los cuales sucede el proceso de distribución de la renta - ante todo, la sobrevaluación del signo monetario nacional y el bajo nivel impositivo - es esencial tanto para la comprensión 93Ibid.,
passim.
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 64 de la crisis que se presentó hacia fines de los años setenta como para la posible superación de la estructura general del capitalismo rentístico.94 Sólo así, en efecto, puede llegar a sopesarse la magnitud del reto que yace hacia adelante. Se trata de un reto estratégico y no de un simple ajuste de la política económica del gobierno en turno; y no se trata de un par de años, sino de décadas. El mayor reto de toda política económica venezolana sigue siendo el hacer explícitos los destinos posibles de la renta, a saber, el gasto social, los salarios y los beneficios. Únicamente de este modo es posible diseñar políticas que aprovechen en su integridad la enorme ventaja que implica su presencia en función del desarrollo económico nacional deseado, tanto como definir con acierto el mejor papel que puede corresponderle al sector privado nacional, cuya área de circunscripción principalísima, en cualquier escenario imaginable, habrá de ser en el futuro previsible el mercado nacional.
CONCLUSIONES La renta de la tierra es una categoría del todo extraña a la estructura social capitalista. En condiciones normales, como lo evidencian substantivas experiencias históricas, el desarrollo del capitalismo va a la par con su reducción a niveles acaso insignificantes. En Venezuela, por el contrario, la división internacional del trabajo y las condiciones de atraso del país dieron lugar, en los comienzos del siglo, a un proceso de desarrollo bajo condiciones atípicas, donde una renta internacional de la tierra, de monto creciente en relación con la producción interna, hizo de fuerza motriz primordial. De allí la calificación que se ha hecho del capitalismo venezolano como capitalismo rentístico. Este capitalismo peculiar constituye el tema natural del pensamiento económico venezolano. En los capítulos precedentes se dio cuenta de los esfuerzos más destacados, desde la perspectiva de la acción política, por desentrañar sus reglas específicas. Los resultados, como se ha visto, fueron notables, aunque finalmente negativos. El capitalismo rentístico, así concluyen, carece de futuro. Se le considera, en su instancia final, como un desarrollo equivocado que conduce las cosas hacia un callejón sin salida, por lo que se hace inevitable, más temprano que tarde, la involución o el retroceso. Sin embargo, el análisis del pensamiento económico venezolano, en su perspectiva histórica, permitió determinar la causa y naturaleza de este resultado negativo. El ingreso petrolero, en cuanto renta de la tierra, es un ingreso que carece de legitimidad dentro de la ética capitalista; por ello, su legitimación no puede encontrarse sino en el destino que se le asigne. Esto es, sólo el desarrollo de las fuerzas productivas nacionales puede justificarlo. 94Véase Bernard Mommer, "La distribución de la renta petrolera (El desarrollo del capitalismo rentístico venezolano)", en Omar Bello y Héctor Valencillo (eds.): La economía contemporánea de Venezuela. Ensayos Escogidos, Banco Central de Venezuela, Caracas, 1990, 4 tomos; tomo iv, pp.155-234.
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 65 Ahora bien, si la cuestión en juego es el desarrollo del capitalismo, debe tenerse presente que los criterios por los cuales habrá de regularse y juzgarse el proceso han de ser acorde con la ética capitalista. Es así como la experiencia vivida revela una abierta desproporción entre los medios empleados - la renta percibida y gastada - y el desarrollo real de la economía nacional. Esta desproporción es la que se siente como un fracaso. Este fracaso - espejismo de la renta - se presenta en lo inmediato bajo el aspecto cuantitativo de una desproporción entre los niveles de consumo y la producción nacional. Pero si se considera el proceso en su conjunto, resalta más bien el aspecto cualitativo. Considérese primero este último. El fracaso en lo cualitativo es la imposibilidad de darle pleno sentido al destino propuesto, y su manifestación más patente es la corrupción, valga decir, la privatización de un ingreso que es de propiedad común. La corrupción, en efecto, es un tema omnipresente en ambas visiones analizadas. Empero, todo se redujo a una denuncia y a un discurso moralizante, llegándose así a un círculo vicioso en el que era poco menos que imposible discernir las condiciones objetivas que la alimentaban. La privatización de la renta petrolera constituye un proceso necesario y legítimo, en el mismo sentido en que el capitalismo como sistema es históricamente necesario y legítimo. Esto es, desde un punto de vista teórico, el proceso de distribución y privatización de la renta hay que ubicarlo dentro del proceso de acumulación originaria del capital. Por lo tanto, se buscará en vano su necesidad y legitimación en el sistema capitalista mismo; dentro de éste esa distribución será siempre una distribución arbitraria, puesto que supone una transferencia unilateral y no un intercambio de equivalentes. Desde esta última perspectiva, la distribución y privatización de la renta se convierten en un fenómeno racional y accesible al análisis científico. La arbitrariedad se convierte así en libertad: un parámetro sujeto a la decisión política consciente. En lo que concierne al aspecto cuantitativo del problema, valen las mismas observaciones. La disparidad señalada es una expresión necesaria de la misma 'siembra del petróleo'. La absorción de capital productivo es un proceso cuyo punto de partida es la absorción consuntiva. Entre ésta y la absorción productiva se encuentra, como vínculo o término medio, la inversión consuntiva. Esta última, sin embargo, una vez que se contabiliza dentro del capital en su conjunto, determina que éste aparezca con una productividad muy baja. En efecto, tal productividad no alcanza siquiera para la reposición del capital que se consume y se desgasta anualmente, de manera que su supervivencia depende del aflujo permanente de renta petrolera. Es decir, el capitalismo rentístico se presenta como un capitalismo subsidiado y dependiente. También aquí, al entenderse el fenómeno como necesario, se abre el camino para su investigación científica y, por ende, para la formulación de políticas económicas más racionales. La inversión de la renta petrolera no es reproductiva, lo que vale decir, no genera su propia demanda sino después de un largo proceso de absorción. En el ínterin y para que este proceso se cumpla exitosamente, la misma renta petrolera, adecuadamente distribuida, tiene que proveer los fondos para la demanda necesaria.
Baptista y Mommer: Pensamiento Económico... – 66 Es precisamente la brusca alteración de este circuito lo que provocó la más severa crisis económica de la historia moderna del país. A la ingente afluencia de renta a partir de 1973 y a las inversiones cuantiosísimas financiadas por ella, se sobrepusieron nuevos patrones de distribución de la renta que luego se combinaron, por añadidura, con su caída. Las inversiones consuntivas acumuladas en los años de auge de la renta configuran una magnitud de tal tamaño, que la explicación de lo prolongado de la crisis económica - ya algo más de una década - se sigue casi de manera natural. El petróleo aparece en el pensamiento económico venezolano como un hecho negativo, sirviendo de plataforma para la oposición secular entre la 'verdadera' Venezuela, que es no petrolera, y la Venezuela petrolera real. En sucesión, primero como enclave extranjero, luego como fuente rentística, y finalmente como sector reservado al Estado, siempre se le tendrá como un elemento singular y extraño dentro de la vida política y económica del país. Sin embargo, como esta misma enumeración lo aclara, el verdadero proceso va en sentido contrario a la dirección del proceso imaginario: década tras década aquella 'verdadera' Venezuela no petrolera se fue perdiendo en el horizonte, a la par que se hacía cada vez más real la Venezuela moderna, la única verdadera, la Venezuela petrolera. La gran tarea que trae consigo el futuro, es la de aceptar en su integridad y con todas sus consecuencias el curso de las cosas que así se presenta, para entonces arrancarle todo el provecho que en él pueda encerrarse a los fines de ayudar a construir una sociedad donde pueda vivirse con decencia y dignidad.
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