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El control de producción y la OPEP

Del mismo modo, el capitalismo mundial se encuentra con el hecho histórico del desarrollo capitalista nacional como su punto de partida; y los estados nacionales no se muestran dispuestos, como lo evidencia la experiencia histórica más generalizada, a compartir gratuitamente sus recursos naturales. La explotación internacional de un recurso natural nacional genera, así, y de manera inevitable, la transformación de la libre propiedad del Estado en propiedad estatal nacional. Y como muy bien se entenderá, ésta se ajusta del todo al ideal liberal nacional, esto es, que el recurso natural, en el mercado interno, sea gratuito; y cuando la perspectiva se torne al mercado mundial, entonces, la idea es que la renta generada, por vía del gasto público, beneficie a toda la economía nacional. Sin más, pues, es ésta la situación real en Venezuela. La nacionalización ha producido, por lo tanto, un resultado que puede considerarse como estable: la soberana propiedad estatal nacional del petróleo. Sin embargo, al mismo tiempo se ha hecho presente un elemento nuevo, a saber, la necesidad de que los niveles de la renta que se establezcan sean compatibles con el pleno desarrollo de la actividad productiva, o, lo que es igual, con una demanda creciente por el petróleo venezolano al igual que con una expansión continua de la industria petrolera para poder satisfacerla. Ello implica, de un lado, niveles de precios que garanticen tal demanda y, del otro lado, niveles impositivos que permitan la requerida expansión de la industria. Este último punto es particularmente importante, puesto que la producción venezolana consiste en una proporción creciente de crudos pesados, que envuelven mayores costos de producción y de refinación, y, al unísono, atraen precios menores en el mercado mundial. De hecho, no sería posible producirlos si se insistiera en los mismos niveles de renta como los establecidos para el petróleo mediano y liviano, proveniente de las áreas tradicionales ahora en proceso de agotamiento.

EL CONTROL DE PRODUCCIÓN Y LA OPEP

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En su lucha por el reconocimiento de sus derechos soberanos como propietarios del recurso natural, la OPEP, con su acción nacionalizadora, desmanteló el Cártel Internacional del Petróleo: aquel otrora todopoderoso cártel de arrendatarios y productores. Este cártel había ejercido durante varias décadas, junto con las instancias estadales correspondientes dentro de los EE.UU. y el Canadá, un control de producción a nivel mundial. Ahora, en respuesta a la actuación de la OPEP, en América del Norte se procedió a desmantelar también toda esa compleja estructura de control de la producción; la nueva consigna de estos países productores y consumidores era la 'desregulación'. Los nuevos niveles de precios y su estabilización eran de un interés esencial para la OPEP, aunque ya no lo eran de igual modo para los países productores y consumidores. Estos últimos movilizaron ahora la fuerza de la competencia capitalista en contra de la OPEP. De aquí en adelante siempre habrían de producir - al igual como los demás países productores y consumidores - a plena capacidad. Pero dada la importancia extraordinaria de las exportaciones petroleras para todos los países miembros de la OPEP y la extrema inestabilidad de los precios del petróleo en condiciones de

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