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Resumen
RESUMEN
1. La segunda visión de la 'siembra del petróleo' emergió de la lucha democrática y popular del año 1936. 2. Dentro de esta lucha la reivindicación rentística nacional encajaba perfectamente, tanto en lo político como en los económico. Al asociarse esta reivindicación con las reivindicaciones laborales, identificó como opositor un frente integrado por las élites gobernantes y el capital petrolero extranjero. 3. Con el 18 de octubre de 1945 se inicia una política de distribución popular de la renta, la cual cumple, objetivamente, con la función de disolver de modo acelerado el sector tradicional de la economía nacional, de mejorar significativamente el capital humano del país y de crear un mercado nacional con un alto poder de compra. 4. Esta absorción consuntiva de la renta, sujeta a la finalidad de abrir cauce a una futura absorción productiva, muy pronto se vio desbordada por la cuantía del ingreso petrolero. Se establecieron así patrones de consumo y de comportamiento propios de una sociedad rentística, por lo demás contrarios a la meta estratégica del desarrollo de las fuerzas productivas. 5. Más aún, Betancourt y Pérez Alfonzo concebían la absorción consuntiva como una etapa breve y previa a la etapa posterior de la absorción productiva. Sin embargo, en la práctica ellas habrían de revelarse como etapas o procesos simultáneos. La absorción consuntiva de la renta, empero, se hizo estructural, lo que llevó al concepto de la dependencia. La renta creciente hacía al país cada vez más dependiente. 6. Para hacer frente a este problema se hizo necesario disociar la legitimación del origen del ingreso petrolero de la legitimación de su destino, correspondiendo al Estado, como propietario de los yacimientos, el papel de árbitro. Ello se intentó con la prédica conservacionista. 7. La renta petrolera se concibió como contrapartida de un recurso natural agotable y no renovable, con lo que se hizo inconmensurable tanto con los salarios del trabajo como con los beneficios del capital. Nadie tenía un derecho adquirido o legítimo para beneficiarse de la renta petrolera. Los patrimonios privados se concebían en oposición absoluta a la renta petrolera, que era un patrimonio común. 8. El proceso distributivo concreto de la renta aparece como una transferencia, sin contraprestación, de recursos públicos, que es preciso detener. Sin embargo, el Estado terrateniente, completamente aislado - pues él mismo se concibe como representante de un bien común inconmensurable con el bien individual - es víctima de los intereses particulares. Estos, con su afán propio de enriquecimiento, presionan contra la política conservacionista estatal y a favor de los aumentos de la producción, lo que evidencia una alianza objetiva suya con el capital petrolero. 9. En consecuencia, el país se halla sin remedio a la deriva, siendo cada vez más dependiente por ser cada vez más afectado por una renta en extremo cuantiosa.
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10. Sin embargo, la renta es cuantiosa en el destino, no en el origen. Por ser inconmensurable el recurso natural agotable y no renovable con cualquier renta que pueda pagarse, ésta se concibe siempre como demasiado baja. 11. Aumentar la renta es posible si se restringe el acceso del capital a los yacimientos, es decir, si se imponen reducciones de la producción. 12. De esta manera se revela la verdad de que aquéllos que presionan en favor de los aumentos de la producción encarnan más bien la voluntad productora y no la rentista; el desmedido afán de enriquecimiento que se les atribuía, en realidad, es propio más bien del Estado con su condición de terrateniente. 13. Es así como la segunda visión de la 'siembra del petróleo' llega sola a un callejón sin salida. Pérez Alfonzo abruptamente abandona todos sus planteamientos previos, y movido sólo por consideraciones prácticas, vuelve al punto de partida original para reactivar la antigua legitimación de la reivindicación rentística nacional. 14. Sin embargo, esta legitimación apenas si es una justificación superficial. El único contenido positivo que le restaba a esta segunda visión era el discurso rentístico nacionalista como tal. De hecho, no había nada que pudiera hacerse sin que se llegara previamente al final del camino emprendido cincuenta años atrás. La renta tenía que seguir creciendo hasta conseguirse su máximo con la nacionalización. La nacionalización, por lo tanto, marca el final irreversible de la segunda visión de la 'siembra del petróleo'.