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ESCUELA NACIONAL DE ANTROPOLOGIA E HISTORIA DIVISIÓN DE POSGRADOS POSGRADO EN HISTORIA Y ETNOHISTORIA _______________________________________________________________
INAH SEP
JOSÉ DE JESÚS, LUIS MIGUEL Y SALVADOR CORRAL GARCÍA: GOOD BYE AMERICAN WAY OF LIFE, NOS VAMOS A LA GUERRILLA. Procesos de radicalidad en jóvenes de la década de los setentas
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QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE MAESTRO EN HISTORIA Y ETNOHISTORIA
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ALICIA DE LOS RÍOS MERINO
DIRECTOR DE TESIS DR. GERARDO NECOECHEA GRACIA
México, D. F. Septiembre de 2010 Investigación realizada gracias al apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT)
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In memoriam A las doñas: Socorro, Laura, Alicia, Eudelia, María del Carmen y Concepción. A María Luisa, que continúa esperando.
A Carlos Montemayor.
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A Mima, por siempre, por todo. A Pako, Sebas y Niko, por la nueva aventura; por el futuro; por los por qué, para qué. A la Guadalupe que lleva el paliacate en el rostro. A Alicia y Gilberto, por ser los padres sembradores de felicidad. A María, costurera de aventuras, ternura y amor. A Enrique y Alicia, por permitir ser. Ejemplos espejos que se reflejan en esta historia desde el anonimato. A Salvador, Luis Miguel y José de Jesús, lección inspiración para comprender ese pasado en sombras.
Para los cinco, mi amor y
gratitud eterna. A la familia Corral García, por la confianza y el cariño acumulado de años. A Adela, Luis Miguel y Enedina, por abrir su casa y su vida. A Roberto, Tere, Lizbeth, Eloy, Josefina, Martín y Rosa Ema. A todos aquellos que concedieron largas pláticas sobre su vida y experiencia: Los hermanos Corral García, Amanda Arciniega, Francisco Javier Aguirre, Saúl Ornelas, Rigoberto Ávila, Jesús Simental, León Chávez Teixeiro, Jesús Vargas Valdez y Carlos Montemayor. No sólo por significar el antes, sino por el ahora, el futuro. A CONACYT por la oportunidad de continuar con los estudios y el estímulo para la investigación. Al posgrado en Historia y Etnohistoria de la Escuela Nacional de Antropología e Historia. A la Doctora Hilda Iparraguirre; a Erik y Marta. A los Doctores Mario Camarena, Gerardo Necoechea y la maestra Claudia Álvarez, mi gratitud y reconocimiento, por el ejemplo triple de no separar la enseñanza de la realidad y la pelea; por la congruencia. A la familia De Los Ríos Merino y las ramas de ese árbol fuerte. A Irene, Gilberto y Martha: los padrinos mágicos. A mis hermanos de vida: Sandino, Irene, Yuri, Leonor, Mónica y Paco. Por el “luego les pago”, por las promesas que se postergan, por sentirme tan acompañada y querida a pesar de la distancia. A Iván y Alfredo, los mejores doctores a la distancia, gracias.
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A los Pérez Mora: Lucha, Jorge, Rubén, Luz María, Ernesto; a los primos, los sobrinos, por ser esa parte que faltaba para la plenitud. Para los amigos y familia que acompañaron este proceso, por su ayuda de tardes cuidando a los hijos: Valentina Barrios y Diego Castillo; Cinthya Rosas, Pedro Rojo “El Apache”, Uraitz Sobies, Iván Valdez, Sofía Estelí, Doña Mari, Pepe Chef, Roberto Aceves, Alejandra Spinoso, Patricia Correa y Edgar Molina. A la familia Barrios y kloakas komunikantes que nos acompañamos: Davis, Josué (gracias, en tu compu se inició esta tesis), Davichín, Pío y Ximena; Elia Crotte, Liliana Sánchez, Gustavo Franco. A los amigos que permanecen y a los que aparecieron en este proceso, por el apoyo económico, moral y amoroso: Graciela Mijares, Marcela Turati, Yolanda Loya, Jorge Vázquez, Alejandra Lambarri; a Paola y Beto; Sergio y Yareli; Nacho y Estrella; Armando Vega Gil; Manuel Alavez; a Verónica y Ramón. A los compañeros amigos que me salvaron de muchas, por la risa: Israel, Gina, José Manuel, Liliana, Aída y Rocío. A “mis psicólogos” Víctor, Mayra y Luis Enrique. Para los chiwawitas: Oswaldo, Rocío, Ericka, Silvia, Yadira, Alejandro, Chicobeto y Adrián. A
Luisa Elena, Andy y Yareth. A los vecinos Rafael
Hernández, Rosi y Chucho. Este texto es especialmente para los pequeños, aquellos que han crecido entre cantos de cuna y cuentos infantiles, y en intervalos, han sido testigos de quejidos, gritos rabiosos o llantos silenciosos de madres, padres, abuelos, abuelas: A los barrios que se crecen en esta ciudad y en la Patagonia: Sabina, Sebastián y Nikolás; a Julia Castillo. A los norteños que vienen de los ríos, Carlos y Cecilia Rangel; Yameli y Susana Ramos; a Ismael Aquino y Camila De Los Ríos. A Maeli De La Cruz. A Luis Miguel y Jorel Corral. A los Pérez de San Andrés: Mariana y Ernesto; a Diego y Daniel Aguirre. A Sebastián Ávila Pineda,
María López
Antillón, Mateo Vera Villa y la Esperanza de Chile. Para ellos, un largo cuento que intentó en todo momento comprender cómo surgen historias desde abajo, tan desconocidas y a la vez tan cercanas. Tan amorosas y finalmente, tan desconcertadamente violentas.
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ÍNDICE
I.
CAPÍTULO 1. INTRODUCCIÓN………………………………………….Pág. 7
II.
CAPÍTULO 2. LOS CORRALES DE DURANGO……………………..Pág. 41
III.
CAPÍTULO 3. WELCOME TO JUAREZ………………………………..Pág. 54
IV.
CAPÍTULO 4. LET I BE…………………………………………………..Pág. 88
V.
CAPÍTULO 5. EL VERANO DE 1968…………………………………Pág. 126
VI.
CAPÍTULO 6. NOS VAMOS A LA GUERRILLA…………………….Pág. 159
VII.
CAPÍTULO 7. COMENTARIOS A MANERA DE CONCLUSIÓN….Pág. 197
VIII.
FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA…………………………………………..Pág. 203
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“[…] No muy me acuerdo, pero creo que les dije lo que yo quisiera que le dijeran a mis familiares si hubiera lugar, tiempo y modo: no nos fuimos porque no los quisiéramos, sino porque los queremos, aunque de otra forma, con otro modo.
No me hagan mucho caso, pero creo que fue entonces cuando abracé a Doña Concepción García de Corral y le dije al oído: “Mamá Corral”. Luego me fui […]”
Subcomandante Insurgente Marcos. (Para Mamá Corral. Cuentos para suplir las inyecciones. Enero de 2009)
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Capítulo 1 Introducción
Chihuahua fue un estado importante para los incipientes grupos armados en el México de los sesentas. Sin duda, un suceso fue importante para la historia moderna de nuestro país. El 23 de septiembre de 1965, un grupo de hombres intentó tomar por asalto el cuartel militar en la ciudad de Madera, región serrana chihuahuense. Murieron casi todos. Pero la guerrilla rural en el norte no terminó en 1965; los sobrevivientes posteriormente fundaron otros grupos.
En el transcurso de esa década, los jóvenes alrededor del mundo encabezaron la protesta contra el orden establecido. En 1968, en Checoslovaquia, Francia, Estados Unidos y México, entre otros países, los jóvenes encabezaban Vietnam triunfaba sobre Estados Unidos.
En tanto el centro del país vivía el movimiento estudiantil, la célula guerrillera de González Eguiarte eran perseguidas y reducidas por el ejército federal en la sierra chihuahuense. En la capital de Chihuahua, se invadían terrenos al norte de la ciudad y se fundaba la colonia Francisco Villa.
Estudiantes y colonos participaron
activamente en la movilización social.
Un par de años después, algunos de los estudiantes que tuvieron contacto con estos movimientos armados y otros jóvenes que militaban en movimientos sociales y populares, decidieron que sólo por medio de las armas
podrían transformar la
sociedad en que vivían, convencidos de que sus planteamientos ideológicos y político-militares tenían que llegar a las ciudades y los obreros tendrían que conocer y apoyar su lucha. El 15 de enero de 1972 se llevó a cabo el triple asalto bancario en la capital chihuahuense por el grupo armado que dirigía Diego Lucero. Murieron casi todos los guerrilleros -estudiantes de la Universidad - y los sobrevivientes fueron encarcelados.
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En marzo de 1973 se fundó la Liga Comunista 23 de Septiembre en Guadalajara, Jalisco. En la Liga convergieron diversos grupos. Durante días, integrantes de diversos grupos o células armadas acordaron crear una coalición que lucharía por la vía armada para lograr varios objetivos, entre ellos la implantación de un gobierno socialista. Los fundadores de la Liga reivindicaban el asalto al Cuartel Madera, de ahí su nombre. Eran todos menores de treinta años de edad. En Chihuahua surgió el comité regional norte en abril de 1973, justamente en la semana santa de ese año. Entre los que formaron parte de la organización armada se encontraban Salvador y Luis Miguel Corral García. Posteriormente, en octubre del mismo año, su hermano José de Jesús, profesor de la preparatoria de Navojoa, Sonora, ingresó también.
El desenlace para cada uno de ellos sería fatal. Salvador y Luis Miguel fueron ejecutados por agentes de la Dirección Federal de Seguridad en Sinaloa y el Distrito Federal, respectivamente. José de Jesús fue detenido y desaparecido en la ciudad de Puebla.
Los tres hermanos Corral García son punto de referencia dentro de la historia de la Liga. Profesionistas y estudiantes de nivel superior, con una fuerte influencia de guerrillas rurales nacionales y de la ideología del guerrillero internacionalista, decidieron que el movimiento armado en México era el único método para cambiar las condiciones sociales, económicas y políticas del país de su juventud.
El caso de los tres hermanos Corral es emblemático, pues no sólo narra cómo una familia perdió tres hijos
guerrilleros, sino también por los matices de las
personalidades de los tres jóvenes profesionistas que dejaron escuela, familia y lugar de origen por un proyecto político - militar. Cada uno es actor en diferentes etapas de la Liga, la organización guerrillera urbana más grande y la que más impactó a la opinión pública de la época de los setenta y principios de los ochenta. Los hermanos Corral García son mencionados como sucesores de Arturo Gámiz y Pablo Gómez. 1
1
Laura Castellanos. México Armado. 1943-1981. (Ediciones Era, México, 2007) p. 99.
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Decidí dedicarme al tema de la guerrilla urbana de la década de los setenta porque creo que es un problema no solamente poco desarrollado, cargado de prejuicio, de tergiversación hacia una gran parte de la sociedad: un olvido impuesto por el propio Estado; sin embargo las secuelas del enfrentamiento de guerrilleros con la contrainsurgencia todavía se dirimen en el espacio político público. Vicente Fox se comprometió durante su campaña en 1999 a aclarar los hechos de la guerra sucia de los 70. Ordenó la creación de la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (FEMOSPP) en el 2001, la cual inició sus funciones los primeros meses del 2002. El Partido Revolucionario Institucional, donde seguían militando personajes ligados a la ofensiva contrainsurgente, ya no era el partido de gobierno. La FEMOSPP funcionó cuatro años, terminando su mandato el 15 de abril de 2006.
Tardíamente pocos repararon en el mandato por el cual se creó la FEMOSPP: el propósito era investigar las denuncias en contra de posibles responsables de las desapariciones, homicidios y tortura de opositores políticos, pero no estaba obligada a investigar el esclarecimiento del paradero de los desaparecidos. Es decir, de alguna forma se reconoció el derecho al acceso de justicia pero no a la verdad, específicamente sobre el destino de los desaparecidos políticos. Para los familiares de las víctimas y los sobrevivientes de las diferentes organizaciones armadas, lo prioritario es el saber que pasó con ellos.
Los sobrevivientes de los diferentes grupos armados que se presentaron, como denunciantes o testigos ante la FEMOSPP, relacionaron su experiencia de detención – desaparición con hechos similares o ejecuciones extrajudiciales en contra de otros militantes, proporcionaron nombres de las víctimas, lugares y fechas. Otros, quienes vivieron la experiencia como familiares de las víctimas, repitieron de nueva cuenta los acontecimientos de los que se habían enterado por los periódicos, por compañeros de sus familiares o porque los habían investigado posteriormente en múltiples dependencias. Las versiones sobre un mismo hecho podían resultar diferentes ¿Qué
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hacer con estos recuerdos encontrados? Creo que es importante preguntarse no quien posee la verdad, sino el significado para que se recuerde de manera contradictoria, así como la presencia de los olvidos o de los silencios.
Para comprender a esos hombres y mujeres sobre los cuáles se investigaba judicialmente es necesario preguntarnos ¿Quiénes eran? ¿Qué había sucedido con ellos para que se radicalizaran? ¿Cómo llegaron a las diferentes organizaciones radicales armadas? ¿Cómo se entrelazaron las historias de vida de los Corral con otros actores revolucionarios de su generación?
Para entender el proceso de radicalización de los jóvenes en la década de los setentas, se centró la investigación en el antes de los actores. El antes de su vida, generalmente un lapso de veinte años, hasta el momento en que se convirtieron en guerrilleros.
La periodización de la presente tesis centra en el período de 1958 a 1973, año en que los tres hermanos se incorporaron a la militancia clandestina. El título de la tesis “Salvador, José de Jesús y Luis Miguel Corral García: Good bye american way of life, nos vamos a la guerrilla. Procesos de radicalidad en jóvenes de la década de los setentas” como una forma de ejemplificar el proceso que los tres hermanos Corral vivieron, primero cómo migrantes en su infancia hacia Ciudad Juárez.
Emigraron en 1958 de Corrales, Durango, junto con sus padres y ocho hermanos más. Salvador, Luis Miguel y José de Jesús se fueron a principios de la década de los setenta a la guerrilla y no regresaron.
Los tres hermanos vivieron en una familia modesta que sin embargo les otorgó casa, escuela y estancia en otras ciudades. Se enrolaron como guerrilleros, abandonando una vida “cómoda” en una ciudad fronteriza que se expandía al ritmo de la modernidad. Bajo la premisa de que los guerrilleros no nacen siéndolo, la pregunta
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central de la presente investigación es ¿Qué los lleva a enrolarse como actores ideológicos, políticos, opositores a un sistema estatal?
La investigación pretende precisamente reconstruir, por medio de testimonios, principalmente, las posibles razones y motivaciones por las que decidieron abandonar el hogar familiar y sus estudios para incorporarse a la Liga Comunista 23 de septiembre, una de las aproximadamente treinta guerrillas que irrumpieron en la esfera pública a partir de 1970.
Ante la imposibilidad de saber de primera mano los porqués de los tres hermanos Corral, esta investigación tiene como propósito acercarse a los procesos radicales de la década de los setenta a través de las historias de vida de Salvador, José de Jesús y Luis Miguel. Al ocuparme de la vida de los Corral, trato de entender gradualmente a otros jóvenes que también se involucraron en la guerrilla en Ciudad Juárez, comprender dónde convergen los procesos de cientos de jóvenes de la década de los setentas que apostaron familia, afectos, economía, promesas de futuro, por proyectos político militares de oposición al régimen priísta
En la investigación se recrean las historias de los Corral para comprender el ámbito en el que fueron criados y educados. Para ello fue necesario conocer las condiciones sociopolíticas y culturales que pudieran explicar los motivos que los impulsaron a levantarse en armas, así como tratar de establecer el vínculo de estas historias de vida con las luchas populares y obreras que tenían lugar en su tiempo y su región. En la presente investigación es importante observar las transformaciones que se dieron a partir de la migración; el papel de la familia, si fue determinante para que los tres optaran por integrarse a una guerrilla urbana ¿Por qué precisamente ellos, y no otros miembros de la familia, se fueron a una militancia clandestina militar? ¿Qué influyó de manera determinante para convertirse en guerrilleros?
Por el desenlace que tuvieron los tres Corral, es importante observar cómo fue asimilada por el resto de la familia la decisión de los tres guerrilleros.
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Revisión historiográfica
Se ha escrito sobre los movimientos armados de la segunda mitad del siglo XX en nuestro país. Entre 1976 y 1988 algunos académicos comenzaron a escribir pequeños análisis para compilaciones, algunos textos que se realizaron en el marco de la Reforma de Estado y otros en los aniversarios de los sucesos ocurridos el 2 de octubre de 1968.
Estos textos, la mayoría basados en entrevistas a protagonistas del movimiento estudiantil, reflexionaban acerca de las consecuencias que produjo la movilización de 1968. Se coincidía en dichos balances sobre la determinación en cientos de jóvenes de tomar las armas debido a la represión gubernamental.
Con ello, se creó una historia radical que comenzaba a partir de 1968, dejando aislados los movimientos campesinos armados en Chihuahua y en Guerrero. Recordemos que en 1964 se integró el Grupo Popular Guerrillero, conocido a partir de los hechos de Ciudad Madera, Chihuahua en septiembre de 1965 y posteriormente, en 1967 apareció el Partido de los Pobres en la sierra de Atoyac de Álvarez, Guerrero.
Carlos Montemayor reflexiona sobre la concepción del movimiento del 68 como matriz de las guerrillas posteriores denominadas “urbanas”. Para Montemayor, aún con los referentes de los acontecimientos como el 2 de octubre de 1968 y el 10 de junio de 1971, encuentra en la Liga Comunista 23 de Septiembre, las referencias a la guerrilla campesina de Arturo Gámiz y “un complejo cruce de caminos y la amplia gama de procesos políticos que desembocaron en la guerrilla mexicana” 2.
2
Carlos Montemayor. “Antes y después de 1968” en La Violencia del Estado en México. Antes y
después de 1968. (Editorial Debate. México. 2010) p. 14.
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En lo que se ha escrito sobre los movimientos armados de nuestro país, es importante preguntarnos desde dónde se ha producido la información, es decir, si ha sido escrita por las propias guerrillas, por los actores sobrevivientes de los diferentes grupos armados de oposición, la mayoría a manera de testimonio; por académicos o intelectuales especialistas en el tema o por las propias instituciones.
En el caso de las propias organizaciones guerrilleras, encontramos casos aislados de periodistas “militantes de izquierda”. De gran importancia fue la existencia de la revista “¿Por qué?”, de Mario Menéndez, en particular para el Partido de los Pobres, ya que cientos de jóvenes de las ciudades, sobre todo en el movimiento del 68, vivieron el primer acercamiento a la guerrilla de Lucio Cabañas por este medio. Existieron otros periodistas que siguieron las acciones guerrilleras como Víctor Rico Galán y Judith Reyes con el periódico “Acción” editado en Chihuahua.
Precisamente es en este estado donde El Grupo Popular Guerrillero de Arturo Gámiz reprodujo en mimeógrafo el ideario de su lucha en “Ediciones Línea Revolucionaria”. Años después “El Madera” fue la propaganda ideológica de “La Liga Comunista 23 de Septiembre”.
El Estado mexicano utilizó los medios de comunicación, la mayoría a su disposición, para calificar de gavilleros, rateros, homicidas, terroristas y adjetivos semejantes, a jóvenes que optaron por el camino de las armas. La historia de los diferentes grupos armados de oposición se circunscribió a la nota roja. El discurso gubernamental trató de descalificar y estigmatizar a quienes optaron por las armas. Luis Echeverría Álvarez, Presidente de México de 1970 a 1976, ofreció el siguiente discurso en el contexto de la aparición de grupos guerrilleros: “El terrorismo es fascista, es expresión de falta de apoyo popular. Estos pequeños grupos de cobardes, terroristas, desgraciadamente integrados por hombres y por mujeres muy jóvenes, surgidos de hogares generalmente en
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proceso de disolución, mayoritariamente niños que fueron de lento aprendizaje, adolescentes con un mayor grado de inaptación que la generalidad, con inclinación precoz al uso de estupefacientes, en sus grupos con una notable propensión a la promiscuidad sexual y con un alto grado de homosexualidad masculina y femenina”3.
Esta caracterización de los hombres y mujeres
jóvenes radicales, filtrada a la
sociedad por los medios de comunicación, omitía intencionalmente mencionar que no eran en su mayoría una generación espontánea de guerrilleros. El discurso gubernamental relacionó intencionalmente a esta generación con orígenes excepcionales, disfuncionales y marginales. En las presentes historias de vida podemos observar que los jóvenes guerrilleros tenían un origen familiar y estudiantil. En los discursos gubernamentales o la nota roja no se abordaron los antecedentes de la mayoría de ellos, o sus padres, o sus profesores, su participación en diversas luchas civiles, políticas, sociales, agrarias y sindicales, ni las razones por la cuáles se convencieron de que democráticamente no podría darse un cambio en la estructura de nuestro país. La información gubernamental buscó y en gran medida logró la deslegitimación de la oposición armada.
Para Carlos Montemayor, “la caracterización de tales movimientos desde la perspectiva oficial forma parte ya de una estrategia de combate y no de un análisis para comprenderlos como procesos sociales. Tal perspectiva postula un reduccionismo constante que confunde y elimina características sociales indispensables para entender los movimientos armados y para plantear su solución de fondo. Al reducir al
3
Gerardo Tort. La Guerrilla y la esperanza: Lucio Cabañas” (La Rabia Films, IMCINE. México,
2005)
15
máximo los datos de causalidad social se favorece la aplicación de medidas solamente policiacas o militares”4.
Al interior de las instituciones estatales, se sistematizó información sobre las diferentes guerrillas. El General Acosta Chaparro fue autor del libro “Movimiento Subversivo en México”, un manual de contrainsurgencia que contiene un listado con los nombres de los opositores y las diferentes organizaciones armadas a las que pertenecían. A su vez, las diferentes corporaciones de la policía política, como la Dirección Federal de Seguridad, la Dirección de Investigaciones Políticas y Sociales, la Secretaría de Gobernación y la Defensa Nacional, generaron millones de hojas de seguimiento, detenciones y declaraciones de opositores políticos. Esta información es en el presente, fuente consultada y utilizada por académicos y periodistas que recrean la mirada de las instituciones sobre las guerrillas de la década de los setenta.
Algunos teóricos de los temas sobre la guerrilla, los sistemas de inteligencia y contrainsurgencia, ubican el año 1994 como coyuntural para que la historia de los movimientos armados del pasado reciente saliera a la luz5. Pero aún para este año seguían siendo pocos los textos publicados en nuestro país frente a los libros de las guerrillas de Centro y Sudamérica. Es quizá la novela “Guerra en el paraíso”,6 de Carlos Montemayor, la que llegó a posicionar el papel del guerrillero en nuestra historia moderna. Pionero en el ensayo
4
Carlos Montemayor. “Los movimientos sociales mexicanos del siglo XX” en La Violencia del
Estado en México. Antes y después de 1968. p. 180. 5
En el Congreso “Lucha armada: memoria, historia y proceso social”, los periodistas Laura
Castellanos, Alejandro Jiménez Martín del Campo y Gloria Leticia Díaz, coinciden en que con el surgimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional se empezaron a ventilar de manera muy fragmentada esos pedazos de la historia armada previa. (20 de mayo de 2010, Distrito Federal) 6
Carlos Montemayor. Guerra en el paraíso. (Editorial Diana, México, 1991)
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sobre los movimientos guerrilleros en México, Montemayor escribió sobre el guerrillero: “El discurso oficial de gobernantes y el de intelectuales, tiende a una descalificación que insiste en la delincuencia común o en el delirio anacrónico de ideologías superadas. El guerrillero es el delincuente, el gavillero, denostado y tarde o temprano aniquilado. Por su constancia, por su rigor popular, por su vanamente negada vinculación con su lugar de origen, es indestructible ante las sucesivas versiones oficiales de México”.7
Alejandro Jiménez, al relatar el proceso que él y Laura Castellano vivieron en la investigación de México Armado, recuerda que “(En el) imaginario popular, la gente común y corriente, había la conciencia de que había existido la Liga Comunista 23 de septiembre, Lucio (Cabañas), Genaro (Vázquez), pero no (estaba) muy claro el orden, quiénes habían sido contemporáneos, si Genaro había luchado junto con Lucio. Nuestra batalla personal era recuperar esa memoria”8.
Los cruces de caminos de los cuáles habla Montemayor nos pueden llevar a distinguir dos tipos de organizaciones guerrilleras: las campesinas o rurales y las urbanas. Pero incluso para el propio escritor se presenta el problema de que “no es posible señalar líneas divisorias claras entre los grupos propiamente armados y las organizaciones populares activas, cambiantes y complejas que
7
Carlos Montemayor. “El Guerrillero”. Mitos Mexicanos Comp. Enrique Florescano. (Nuevo Siglo.
Aguilar. 1995) p. 90. 8
Congreso “Lucha…” Panel “Las batallas por la memoria”.
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enarbolaron reivindicaciones agrarias, magisteriales o sindicales, por la misma transformación de los sujetos que formaron parte de esas organizaciones”9.
Laura Castellanos caracteriza a los integrantes de las aproximadamente treinta guerrillas de los sesenta y setenta como “una juventud de origen rural, popular y clasemediero, que vio en las acciones revolucionarias el único camino para derrocar a un Estado corrupto y que reprimía cualquier expresión disidente”10.
En este panorama de guerrillas que surgen a partir de 1965, existen trabajos que comparten una cronología similar y en la que se puede incluir la presente investigación: “México Armado. 1943- 1981”, de Laura Castellanos y “Memoria Roja. Historia de la guerrilla en México (1943 – 1968)” 11 de Fritz Glockner. Ambos textos inician con el movimiento de Rubén Jaramillo. Para efectos de la presente investigación, esta tesis aborda el movimiento agrarista desde los casos de Durango y Chihuahua, no el jaramillista. En la delimitación de los textos, el de Castellanos comprende hasta la amnistía de 1978 y “los saldos finales de esa generación”. Glockner delimitó su investigación hasta los sucesos del 2 de octubre de 1968.
Castellanos y Glockner realizaron una recopilación de documentos sobre el surgimiento o continuación de los diferentes movimientos populares opositores al régimen y testimonios de actores que participaron en ellos. De manera similar, evitaron el uso de los documentos desclasificados de la policía política.
9
Carlos Montemayor. La Guerrilla recurrente. (Random House Mondadori, México, 2007) p. 25.
10 11
Castellanos. “México…” p. 17.
Fritz Glockner, Memoria Roja. Historia de la Guerrilla en México (1943-1968) (Ediciones B. México, 2007)
18
Otro trabajo de investigación que tiene una limitación cronológica similar es “Continuidad, ruptura y descubrimiento en el encuentro con la política de izquierda: memorias de militancia en México, 1950 -1970”12 de los historiadores Patricia Pensado y Gerardo Necoechea. En este trabajo se ocupan de hombres y mujeres que decidieron que el cambio de sistema requería de una revolución y que militaron en distintas agrupaciones. “Nuestros entrevistados nacieron dentro de una franja temporal que va de alrededor de 1940 a más o menos mediados de 1950. Forman en ese sentido lo que los demógrafos denominan un cohorte, y adquieren sentido de generación por los sucesos vividos y las referencias compartidas.”13
Este trabajo de análisis de testimonios, incluye tanto a quienes participaron en la guerrilla preponderantemente rural como aquellos que militaron en las ciudades, que compartieron referencias como la guerra fría, la revolución cubana y el golpe de estado en Chile “experiencia que hace de estos individuos al parecer inconexos, una generación, y en consecuencia podemos conectar, comparar y analizar
sus
testimonios como evidencia del período”14.
Tanto Castellanos como Pensado y Necoechea se preguntan como surgió el proceso de radicalización de los jóvenes que se integraron a la guerrilla. “¿De dónde habían salido tantas organizaciones? ¿Cuál era el origen de los jóvenes que al ser aprehendidos salían en la nota roja con apariencia maltrecha y miradas de incertidumbre o terror?15 ¿Cómo ocurrió la politización de quienes militaron en la oposición de izquierda?16
12
En Historia Oral y militancia política en México y en Argentina. (Colección Palabras de la
Memoria. Programa de Historia Oral. Universidad de Buenos Aires. Editorial El Colectivo. 2008) 13
Ibíd. p. 11
14
Ibíd.
15
Castellanos. “México…” p. 18
16
Pensado. “Continuidad…” p. 9
19
Podemos observar en los trabajos de investigación anteriores, cómo hombres y mujeres se incorporaron a movimientos políticos que se transformaron en radicales, es decir, armados y con una ideología revolucionaria, que surgen en el campo o en la ciudad. Esto nos da la pauta de la dificultad para delinear tajantemente una línea en los procesos campesinos y urbanos. Como escribe Laura Castellanos “El relato abarca una secuencia cronológica que comprende prácticamente todo el siglo XX. En el puede apreciarse cómo la historia parte del campo como escenario, va a las urbes y retoma hacia el campo nuevamente”.
Pareciera que para efectos de abordar la investigación de dichos procesos de radicalidad, rural y urbano, el conflicto más evidente sería el gran mapa de organizaciones radicales de 1940 a 1981. “No sabíamos en lo que nos metíamos al intentar hacer la historia holística de la guerrilla” narraron Castellanos y Jiménez ¿Por qué es difícil la reconstrucción de la memoria histórica? Para los investigadores, dentro de las principales dificultades recuerda que se dieron “batallas por la memoria” con sobrevivientes de la guerrilla. Relatan que al iniciar su investigación en 1994, accedieron al Centro de Investigaciones Históricas de los Movimientos Armados (CIHMA) fundado por ex militantes de la Liga Comunista 23 de Septiembre. “se nos facilitó en un momento y ahí fue cuando nos topamos con
la
primera batalla por la memoria. Un día llegan y nos dicen: a ver ustedes, los vemos muy sistemáticos, vienen, investigan pero ¿qué creen? Ya no van a poder pasar, esa historia la tenemos que contar nosotros. Ustedes no lo vivieron, ustedes vienen de afuera, no sabemos quienes serán. Nos pareció egoísta, decíamos que eran esfuerzos paralelos, reconstruir periodísticamente la guerrilla, nosotros no íbamos a poder reconstruir la vida cotidiana, no íbamos a poder contar hechos que no nos constaran. Ahí nos topamos sobre el cuestionamiento de ¿Quien tenía derecho o no?”
20
Ese pasado reciente sigue teniendo repercusiones tanto en los espacios públicos como privados. En los públicos ya sea porque la responsabilidad estatal está pendiente de resolverse por las violaciones sistemáticas a los derechos humanos en la contrainsurgencia de las décadas de los sesentas y setentas17; o porque algunos ex militantes se incorporaron a la vida política nacional a través de partidos políticos, la administración pública, en movimientos sociales disidentes como “La otra campaña” y en organizaciones de derechos humanos. El discurso y la mirada de muchos de estos ex militantes de organizaciones armadas se han transformado a lo largo de más de treinta años. Sus balances se han reconstruido a través de los contextos de la época: desde los que se separaron de la Liga en 1974 hasta algunos de los amnistiados de 1978 a 1982 en el marco de la reforma del Estado. En 1989 con la caída del muro de Berlín y un socialismo derrumbado. En 1994 con la irrupción de una guerrilla “indígena” que al otro día de su aparición, periódicos de gran parte del mundo reprodujeron su ideario traducido al inglés, italiano o francés. ¿Por qué no había sucedido con las organizaciones de las décadas pasadas?
En el transcurso de los años ¿quién tiene el derecho a escribir de ello? En el espacio privado de los ex militantes no se dejó la discusión y el balance en retrospectiva, pero ¿cómo ponerse de acuerdo tantos recuerdos subjetivos? ¿Cómo excluirlo de violencia, traiciones, balances que señalan las culpas de la derrota, de añoranzas frustradas, de silencios incómodos, de duelos? Por supuesto que se crearon colectivos de ex militantes empáticos que públicamente reconstruyeron “versiones oficiales” de la guerrilla, sus porqués, para qué, los hechos más relevantes, sus coincidencias o sus diferencias con las otras organizaciones. 17
Ante el fracaso de la FEMOSPP, algunas organizaciones de derechos humanos representantes
de familiares de víctimas de desaparición forzada o ejecución han acudido a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. El caso de Rosendo Radilla, de Atoyac de Álvarez, Guerrero, recibió sentencia en contra del Estado mexicano por los jueces de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Se responsabilizó al Ejército Mexicano de la desaparición de Radilla.
21
En esta investigación quedara pendiente como proyecto de investigación de Doctorado, los silencios alrededor de la militancia violenta en la Liga Comunista 23 de Septiembre. Sin embargo, me parece oportuno comentar los conflictos alrededor de las memorias de las organizaciones guerrilleras que dificultan su reconstrucción, ya que aquí podemos encontrar de nuevo una diferencia entre las guerrillas en las regiones rurales y las urbanas, en las que me atrevería a asegurar que la identidad y los “enemigos visibles” de los guerrilleros, condicionaron en gran parte la “legitimidad” para comprender su radicalización.
Podemos observar que uno de los movimientos guerrilleros más investigados ha sido el Partido de los Pobres de Lucio Cabañas.
Montemayor es un referente para el tema de la guerrilla rural contemporánea mexicana. Primero fue “Guerra en el paraíso” sobre el Partido de los Pobres, Lucio Cabañas y la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria de Genaro Vázquez. Montemayor descubrió ante los lectores “que las guerrillas no pueden explicarse sólo por un influjo ideológico, sino que más bien canalizan, a través de una ideología dominante en ese momento, el anhelo profundo de insurrección, de libertad, de dignidad que vive su comarca”. El autor conoció la zona de Guerrero, la visitó en múltiples ocasiones, caminó los territorios donde el Partido de los Pobres existió, coleccionó testimonios, los noveló. Luego por razones que él expresó como personales, escribiría “Las armas al alba”18, sobre los sucesos del 23 de septiembre de 1965 y posteriormente “La fuga”19, texto basado en el testimonio de Ramón Mendoza, uno de los sobrevivientes de la guerrilla de Gámiz, preso en las Islas Marías, de donde escapó. El 3 de diciembre del 2004 entrevistamos a Montemayor en su casa. Reconoció el largo proceso personal que le
18
Carlos Montemayor. Las armas al alba. (Joaquín Mortiz, México, 2003)
19
Carlos Montemayor. La Fuga. (Fondo de Cultura Económica, México, 2007)
22
costó escribir acerca del movimiento campesino chihuahuense y su transformación en guerrilla rural. Montemayor era estudiante de la preparatoria de la Universidad de Chihuahua. Conoció a casi todos los que murieron en el frustrado asalto de Ciudad Madera. “La mañana del 24 de septiembre (de 1965) vi en un periódico mural en la Facultad de Derecho la noticia del ataque, había algunas fotos de un amigo cercano… me indignó profundamente cómo las notas de los periódicos trataban a los jóvenes guerrilleros como criminales comunes, abigeos o gatilleros; yo los conocía, era una generación honesta, brillante y limpia. Fue el hecho que me marcó para dedicarme a escribir, tenía el compromiso de deslindar la historia oficial de la social. Me costó mucho llegar a escribir Las Armas al alba20.”
Montemayor, a través del análisis de sus entrevistas realizadas en Chihuahua y en Guerrero, expuso el conflicto entre las guerrillas de corte rural y las urbanas: “Para el discurso del MAR (Movimiento de Acción Revolucionaria) y de la Liga el concepto de Estado era el enemigo a vencer y para los guerrilleros de Lucio, el enemigo a vencer tenía nombre y apellido, no eran conceptos, eran poderes concretos, regionales, visibles. Cada parte tenía razón desde la
lógica
de
su
propio
discurso,
eran
discursos
absolutamente
incompatibles, excluyentes”21.
A partir de estos textos de Montemayor, observamos los elementos por los que él caracteriza un movimiento armado campesino: el proceso de radicalización tiene dos determinantes; no es la ideología únicamente la que hace explotar una
20
Entrevista a Carlos Montemayor, realizada por Alicia de los Ríos y Francisco Barrios, 3 de
diciembre de 2004, Ciudad de México. 21
Tort. “Guerrilla…”.
23
insurrección, sino las condiciones que vive la región, entre las cuáles se encuentran enemigos visibles, que condicionan la existencia pacífica o no, de los pobladores, en estos casos campesinos. En este caso los enemigos a vencer, tanto para Lucio Cabañas como para Arturo Gámiz, eran terratenientes, guardias blancas y la cómplice protección de los Gobernadores.
Lucio declaró: “Nosotros no necesitamos tanto análisis, vamos a desarrollar la guerra contra la clase rica. El único análisis es que no están fregando y hay que organizar al pueblo para contestarles”.22
En Chihuahua, Arturo Gámiz escribió en su proclamación de guerra, antes de los sucesos de Madera: “Llegó la hora de apoyarnos en el 30- 30 y en el 30-06 que en el Código Agrario y la Constitución”. 23
Sin embargo, las condiciones y los enemigos visibles llevaban mucho tiempo ahí. ¿Por qué entonces la guerrilla surge en un momento y lugar específico, y atrae a personas específicas? Podemos pensar que en los guerrilleros de origen campesino existió tanta ideología como en otros, pero las ideologías eran diferentes, incluso en ciertos momentos se convirtieron en opuestas. En la guerrilla de las ciudades, sería iluso pensar que los guerrilleros urbanos se fueron a la guerrilla exclusivamente motivados por una ideología: también había condiciones y enemigos visibles, bajo una violencia sistemática que para un resto de la sociedad se asume como “normalidad”.
22 23
Ibíd. Víctor Orozco. “La guerrilla de los sesenta”. Diez ensayos sobre Chihuahua. (Doble Hélice
Ediciones, México, 2003) p. 259.
24
Pareciera que Montemayor y otros investigadores, se explican a través de líneas de continuidad los movimientos campesinos y las guerrillas que se conforman en un momento determinado en esas regiones. Por ejemplo, el historiador Víctor Orozco escribió en el ensayo “La guerrilla de los sesenta”, donde establece una línea de continuación entre la guerrilla chihuahuense y el alzamiento indígena de 1994: “Quizás las condiciones de Chiapas se parecen a las de Chihuahua en 1960, con sus latifundios, sus guardias blancas, sus generalesgobernadores, etc.”24 Es decir, la radicalización pudiera llegar con el límite de las condiciones de pobreza, marginación, omisión de las autoridades, represión. Condiciones que a primera vista no pueden ser negadas y que incluso, a la vista de cualquiera legitiman la respuesta violenta de autodefensa como sucedió en el caso zapatista de 1994.
Sin embargo, los ideólogos de la guerrilla chihuahuense fueron militantes del Partido Popular Socialista además de gestores en cuestiones campesinas. Pablo Gómez viajó a Cuba. La historiografía caracteriza la guerrilla de Gámiz como marxista.
25
En el caso del Partido de los Pobres, Lucio estuvo involucrado en
diferentes organizaciones de izquierda: el Movimiento Revolucionario
del
Magisterio (MRM); fue Secretario Nacional de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México e incluso, cuando se remontó a la sierra, siguió su vínculo con el Partido Comunista Mexicano. En los relatos sobre estas dos organizaciones, continuamente se habla de la influencia de Radio Habana, los discursos de Guevara y Castro, “la absolución de la historia”.
Es claro que existía una ideología alrededor de las organizaciones rurales. Por ello, creo que el planteamiento de Laura Castellanos sobre las guerrillas
24
Ibíd. p. 250.
25
Ver Los Informantes de Javier H. Contreras y La violencia del Estado en México. Antes y
después de 1968 de Carlos Montemayor.
25
campesinas y urbanas es el más adecuado para entender este mapa de organizaciones: van del campo a la ciudad, o inversa, y regresan. Pareciera un argumento muy sencillo, sin embargo nos lleva de nuevo a la cronología de los movimientos armados a partir de 1965 y a los actores que participaron en ellos.
En la década de los sesentas se dio el acercamiento de los estudiantes, muchos de ellos normalistas, a los movimientos campesinos, trasladando su ideología. Los estudiantes llevaron su militancia ideológica a los movimientos campesinos. Después de 1968, surgieron nuevos grupos en las ciudades. En los testimonios es visible el cambio de actor revolucionario: “el campesino había perdido su oportunidad histórica”. La revolución la harían los estudiantes y los obreros. Ahora los universitarios, ya no los normalistas, se involucraron en los movimientos populares urbanos y algunos de ellos se organizaron en guerrillas, en la vanguardia revolucionaria.
Creo que la gran diferencia o conflicto entre las organizaciones, surgió de manera más obvia con la diversidad de planteamientos ideológicos y los métodos de acción, sobre todo de los urbanos contra el Partido de los Pobres. Quienes militaron en esta organización, responden ante las críticas de la supuesta falta de dirección ideológica: “La Liga y el Mar no tenían base social, para nosotros no era tan difícil porque nosotros teníamos la relación con los pueblos”.26
Es precisamente sobre Guerrero dónde se han realizado un mayor número de investigaciones y ejercicios de reconstrucción de memoria alrededor de los hechos violentos de la guerrilla de los sesentas y setentas.
En los últimos años se construyó un monumento que reproduce la imagen de Lucio Cabañas. Alrededor de su vida se han realizado biografías y en el 2005 se llevó al cine el documental “La Guerrilla y la esperanza: Lucio Cabañas” del
26
Testimonio de Vicente Estrada, ex militante del Partido de los Pobres. Tort. “Guerrilla…”
26
cineasta Gerardo Tort. A partir de que el caso de Rosendo Radilla, detenido desaparecido desde 1974 en Atoyac de Álvarez, llegó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, se filmó el documental “12.511 Caso Rosendo Radilla, Herida abierta de la Guerra Sucia en México”27 que da cuenta de las casi mil detenciones desapariciones en la región de la costa chica guerrerense realizadas principalmente por el ejército federal, y de la gestión de los familiares por el paradero de las víctimas.
En el caso de los militantes que optaron por la guerrilla en zonas rurales, Arturo Gallegos, del Partido de los Pobres y las Fuerzas Armadas Revolucionarias, escribió su experiencia en “La Guerrilla en Guerrero”28; Florencio Lugo Hernández relató su participación en la guerrilla chihuahuense en “El asalto a cuartel de Madera”29.
Pero ¿Qué sucede cuando se crean las guerrillas en las ciudades? ¿Cómo se explican esos “conceptos” que originaron la lucha contra el Estado que apunta Montemayor? Retomando la pregunta de investigación ¿por qué los jóvenes que tenían casa, escuela y un futuro profesional se enrolan en la guerrilla?
La recuperación y reconstrucción de la memoria sobre la guerrilla urbana y de sus protagonistas ha sido más difícil y tardía. Existen pocos textos periodísticos y de análisis político sobre la guerrilla en México de de los cuáles ya mencioné algunos como “México armado 1943-1981”, de Laura Castellanos; “La Guerrilla Recurrente” y “La violencia del Estado Mexicano. Antes y después de 1968” de Carlos Montemayor;
27
“Caso…” Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, WITNESS,
2008. 28
José Arturo Gallegos Nájera. La guerrilla en Guerrero. (México, segunda edición, 2007)
29
Florencio Lugo Hernández. 23 de septiembre de 1965. El asalto al cuartel de Madera.
Testimonio de un sobreviviente. (Yaxkin AC, México, segunda edición 2003)
27 “Los Informantes. Documentos confidenciales de la guerrilla en Chihuahua30” de Javier H. Contreras Orozco. Después del 2001, se publicaron varios trabajos a partir de la investigación de los documentos desclasificados depositados en el Archivo General de la Nación. Estos preferí comentarlos en el apartado de las fuentes documentales de esta introducción. Desde la perspectiva histórica encontramos los textos de “Memoria Roja. Historia de la guerrilla en México (1943-1968)”, de Fritz Glockner; “Las Fuerzas de Liberación Nacional”31 de Adela Cedillo Cedillo; “Movimientos armados en México, Siglo XX”32, compilado por Verónica Oikión Solano y Marta Eugenia García Ugarte; en esta edición el caso de la guerrilla chihuahuense fue expuesta en “La Guerrilla de la década de los sesentas” por Víctor Orozco, historiador de Chihuahua, quién en su libro “Diez ensayos sobre Chihuahua” analiza las luchas populares de los setentas posteriores a la guerrilla rural de Gámiz y la aparición de nuevos grupos que actuaron en la ciudad.
También los protagonistas de las diferentes guerrillas han escrito desde diferentes perspectivas. Algunos sin ser historiadores se han esforzado por contar sus vidas, las de sus padres o compañeros. Creo que el motivo primordial ha sido el deseo de reivindicar el papel del guerrillero, sus porqués ante la historia oficial estigmatizadora, pero también los propios conflictos al interior de las organizaciones guerrilleras y las de ex militantes, son lo que ha impulsado la publicación de sus biografías.
Los primeros textos que se conocieron fueron precisamente los de aquellos jóvenes que fueron críticos con la organización en la que militaban. Es el caso de Gustavo 30
Javier H. Contreras Orozco. Los informantes. Documentos confidenciales de la guerrilla en
Chihuahua. (Textos Universitarios, Universidad Autónoma de Chihuahua, 2007) 31
Adela Cedillo. Tesis de licenciada en Historia. El fuego y el silencio. Historia de las fuerzas de
Liberación Nacional Mexicanas (1969-1974) (UNAM, Facultad de Filosofía y letras, 2008) 32
Memoria del coloquio sobre movimientos armados en México, Siglo XX. Tres tomos. Colección
Debates. Colegio de Michoacán. 652 páginas
28
Hirales, fundador de la Liga Comunista 23 de Septiembre. En 1973 fue preso en el penal de Topo Chico. En la década de los noventa publicó su novela “Memoria de la guerra de los justos”.33 Después se publicaron las novelas “La Guerra de Galio”34 de Héctor Aguilar Camín y “¿Por qué no dijiste todo?”35 de Salvador Castañeda, militante del Movimiento de Acción Revolucionario (MAR).
A principios del 2000, otros actores de la guerrilla urbana han empezado a contar sus recuerdos a partir de autobiografías: Son los casos de Antonio Orozco Michel, con “La fuga de Oblatos. Una historia de la LC-23S”36 y su incorporación a la Liga Comunista 23 de Septiembre; Jesús Morales “El Momia” en “Memorias de un guerrillero. La guerra sucia del México de los 70”37 y el relato de su militancia en el Frente Estudiantil Revolucionario de Guadalajara y posteriormente en la Unión del Pueblo; Fernando Pineda con “Las profundidades del mar”38 y Minerva Armendáriz en “Morir de sed junto a la fuente”39, ambos militantes del MAR.
Algunos familiares de guerrilleros expusieron su vida privada y las repercusiones de la militancia de sus padres, como Fritz Glockner en la novela “Veinte de cobre”40, donde relata la militancia clandestina de su padre, Napoleón Glockner en las Fuerzas de Liberación Nacional; Diego Lucero hijo escribió “Sueños Guajiros. Diego Lucero y la guerrilla mexicana de los años 60 y 70”41 como una especie de biografía de su padre, ingeniero chihuahuense del grupo Los Guajiros, torturado y ejecutado en 33
Gustavo Hirales. Memoria de la guerra de los justos. (Cal y Arena, México,1996)
34
Héctor Aguilar Camín. La Guerra de Galio. (Cal y Arena, México, 1993)
35
Salvador Castañeda. ¿Por qué no dijiste todo? (Grijalbo, México, 1986)
36
Antonio Orozco Michel. La Fuga de Oblatos. Una historia de la LC-23S. (Taller editorial la casa
del lago, México, 2007) 37
Jesús Morales Hernández. Memorias de un guerrillero. La guerra sucia del México de los 70‟s.
(México, 2006) 38
Fernando Pineda. Las profundidades del mar. (Plaza y Valdés, México, 2003)
39
Minerva Armendáriz Ponce. Morir de sed junto a la fuente. (Universidad obrera de México, 2001)
40
Fritz Glockner. Veinte de Cobre. Memoria de la clandestinidad. (Ediciones B, México, 2004)
41
Manuscrito proporcionado por el autor.
29 1972. José Domínguez Rodríguez escribió en manuscrito42 su memoria sobre el origen y militancia de él y sus hermanos, Miguel, Gabriel, Plutarco y Alberto, integrantes de los “Lacandones”; posteriormente Gabriel fue fundador de la Liga. En esta reconstrucción de memoria también se realizó la película documental “Trazando Aleida”43, que presenta la búsqueda emprendida por Aleida Gallangos para ubicar a su hermano Lucio, el cual fue dado en adopción después de la desaparición de sus padres, Antonio Gallangos y Carmen Vargas, integrantes de la Liga Comunista 23 de Septiembre. En el trayecto, la protagonista recrea la vida de sus padres a través de otros testimonios.
En todos los trabajos anteriores, podemos observar los complejos cruces de camino entre los diversos orígenes y procesos de los jóvenes de la década de los sesenta y setenta que se enrolaron en las guerrillas. En la mayoría de los testimonios podemos encontrar similitudes en las influencias para su radicalidad y en los objetivos de incorporarse a grupos armados: la revolución socialista, la dictadura del proletariado, la derrota del sistema capitalista. Las diferencias más obvias en los testimonios se enfatizan en el cómo llegar al cambio sistemático.
Lo que interesa para este trabajo es analizar por qué cuesta la reconstrucción de esta memoria. Creo que uno de los problemas significativos es la dificultad de exponer los conceptos por los cuáles explicaban los motivos de su militancia, el uso de las armas y su declaración de guerra contra un gobierno que había nacido de una revolución. Esos jóvenes clase medieros ¿Cómo podían competir con la retórica institucional de ese gobierno revolucionario? ¿Cómo combatir las valoraciones morales sobre la violencia, no sólo por parte de las autoridades estatales, sino de sus propias familias y la sociedad a la que pertenecían?
42
Documento enviado por José Luis Alonso Vargas vía correo electrónico.
43
Christiane Burkhard. Trazando Aleida. (Burkhard. México. 2007)
30 Creo que por ello en los testimonios se esmeran en hablar de un “antes”: de jóvenes estudiosos, hijos de familias, responsables, cariñosos, únicos. En el “después”, en la clandestinidad,
los
sobrevivientes
enuncian
la
ideología
rectora
de
sus
organizaciones contra el Estado y la burguesía; relatan sobre todo anécdotas heroicas alrededor del peligro. De las acciones armadas donde se perdieron vidas humanas, propias y del enemigo, se pueden observar silencios, omisiones, rumores y mitos.
Con lo anterior no se pone en duda que existieran razones para un cambio sistémico necesario. “La rebelión postergada de las clases medias”44 de las que habla Soledad Loaeza, frente a un Estado autoritario que resguardaba celosamente la paz post revolucionaria,
permite
pensar
una
distinción
entre
los
sectores
que
no
comprendieron el proyecto de la revolución armada socialista (la clase obrera que los jóvenes guerrilleros pretendían organizar e incluso sus propias familia) y los jóvenes que se asumieron como agentes de cambio y optaron por la vía armada, podemos incluso mencionar una percepción distinta de las condiciones de vida en sus contextos particulares. Otra idea de país por medio de una revolución. La reflexión sobre la violencia que elaboró el filósofo Slajov Zi ek45 nos ayuda a comprender la percepción de la otra violencia, íntimamente ligada a los conceptos teóricos de los que nos habla Montemayor: “La violencia objetiva es invisible puesto que sostiene la normalidad de nivel cero contra lo que percibimos como subjetivamente violento. La violencia sistemática […] puede ser invisible, pero debe tomarse en cuenta si uno quiere
44
Soledad Loaeza. “México, 1968: Los orígenes de la transición”. Coord. Ilán Semo. La transición
interrumpida. México 1968-1988 (Universidad Iberoamericana. Nueva Imagen. México. 1993) p.25. 45
Slajov Zizek. “S.O.S Violencia” Sobre la violencia: seis reflexiones marginales. (Paidós, Argentina,
2009).
31
aclarar lo que de otra manera parecen ser explosiones irracionales de violencia subjetiva”. 46 La violencia subjetiva, es decir, los métodos guerrilleros, „expropiaciones‟, secuestros, etc., se hizo visible y tuvo un impacto que justificó la interpretación gubernamental y mediática de las actividades armadas como hechos „irracionales‟ que, sin embargo, pueden adquirir sentido al contrastarse con la violencia objetiva, la violencia a la que la población se acostumbra o se normaliza para una mayoría.
La noción de violencia sistemática del autor posibilita explicar y articular las formas del Estado
para castigar y eliminar los cuadros o movimientos disidentes que
pudieran amenazar las estructuras de poder o a quienes se resistían a reproducirlas. La represión a movimientos populares, estudiantiles y campesinos; las muertes de líderes o activistas sin esclarecimiento, hasta la explotación de las obreras en la maquila, son algunos
ejemplos de formas de violencia que podían haberse
“normalizado” pero que fueron percibidas desde estos jóvenes que se radicalizaron. Incluso la violencia simbólica expresada en los cacicazgos, la falta de trabajo, la ausencia de opciones educativas o de condiciones dignas de estudio; el trato cotidiano que distingue a los que si pueden participar o decir y señala a los que no; el señalamiento a los que obedecen y los que no, los que no merecen nada y los que tienen todo.
En la presente investigación, ya que los tres hermanos Corral no pueden contar su historia, sus porqués, sus para qué, es a través de la historia oral como se trató de recuperar y reconstruir los recuerdos sobre el proceso que vivieron los hermanos y otros jóvenes que optaron por la militancia armada.
El rompecabezas
46
Ibíd. p. 10.
32
Para la reconstrucción de la vida de los hermanos Corral una de las informaciones más valiosa es la de los familiares. Para la tesis se analizaron entrevistas realizadas a las hermanas y los hermanos sobrevivientes Corral García y a la madre de éstos.47
Concepción García viuda de Corral, doña Conchita, fue una de las fundadoras del Comité Eureka. Elena Poniatowska relató su encuentro con Concepción García: “Es una mujer maciza, que supongo alta; la voz gruesa. Habla golpeado. La creo norteña porque no se inhibe ni se apoca a diferencia de otras mujeres que se arrinconan como pajaritos asustados” 48 (en el contexto de la huelga de hambre realizada en la Catedral Metropolitana en agosto de 1978). Doña Concepción murió el 25 de enero de 2009, a los 91 años de edad. Sabía de memoria los nombres de los agentes que detuvieron a su hijo José de Jesús. En septiembre de 2002 había denunciado ante los ministerios públicos adscritos a la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado las ejecuciones de Luis Miguel y Salvador, así como la desaparición forzada de José de Jesús. Recordaba perfectamente cuándo y quién se trasladó a Monterrey por el cuerpo de Salvador; relataba cómo sola buscó al abogado Rojo Coronado para que la ayudara a encontrar a José de Jesús, y por último recordaba el viaje a la Ciudad de México para reconocer el cadáver de Luis Miguel y trasladarlo a Ciudad Juárez. Desde 2006 se nombraba adherente a la Otra Campaña; en noviembre de ese año, recibió al Subcomandante Marcos en su casa y escuchó atenta el mensaje de la Otra Campaña a los familiares de los desaparecidos.
Un mes después de la muerte de la señora Corral, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional invitó a las mujeres de la Otra Campaña al encuentro político, cultural y deportivo “Mamá Corral”, para conmemorar el día internacional de la mujer. Fue el 47
Agradezco profundamente al Profesor Jesús Vargas Valdez que me haya proporcionado la
entrevista realizada a la señora Corral el 25 de septiembre de 1997 en Ciudad Juárez, Chihuahua. 48
Elena Poniatowska. Fuerte es el silencio. (Ediciones Era, México, 1981, p. 83) Crónica sobre la
huelga de hambre de familiares de desaparecidos políticos de los setentas llevada a cabo en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México en agosto de 1978.
33
ocho de marzo de 2009 en Oventic, Chiapas. Adela y María del Rosario Corral “Charo”, hijas de “Doña Conchita” y hermanas de Salvador, José de Jesús y Luis Miguel, viajaron hasta allí. En ese marco pude entrevistarlas. No fueron entrevistas formales; decidí grabar las conversaciones como se iban dando, en un ambiente melancólico, nostálgico, por la entonces reciente muerte de Concepción García.
Pude percatarme de la diferencia entre las explicaciones que dan las hermanas y la madre al hablar de por qué los hermanos decidieron abandonar la casa familiar y enrolarse en la guerrilla. Las hermanas Corral recuerdan episodios con detalle. De regreso en la Ciudad de México, les enseñé a María del Rosario y a Adela fotografías digitalizadas que anteriormente me habían proporcionado del archivo familiar. Esa sesión fue muy rica, ya que a partir de las imágenes surgieron muchos temas más sobre la cotidianidad de la familia. Celebraciones, viajes, bodas. Salvador, José de Jesús y Luis Miguel se ven guapos, jóvenes, llenos de vida. Cuando enseñé las fotografías obtenidas en el Archivo General de la Nación, la reacción fue diferente. El rostro les cambió. Salvador retratado recién detenido. “No se parece” repetían. 49 El cuerpo de Luis Miguel, con las manos atadas, su cabeza recostada sobre una de sus botas y una lesión de proyectil en la mandíbula derecha.
En agosto de 2009 y febrero de 2010 realicé entrevistas con Roberto y Eloy Corral García. Roberto estaba estrechamente relacionado con Salvador; fue “Beto” quien se trasladó a Monterrey por el cadáver de su hermano guerrillero. Eloy, uno de los hermanos menores, estuvo más cercano a Luis Miguel; ambos compartían el día a día como estudiantes del Instituto Regional Tecnológico de Ciudad Juárez. La mirada de los familiares varones es distinta a la de las hermanas, lo cual se deba tal vez a la delgada línea divisoria entre los hijos e hijas de la familia en la década de los sesentas.
49
Pláticas grabadas y entrevista a Adela y María del Rosario Corral García, realizadas por Alicia de
los Ríos Merino entre los días 7 y 11 de marzo de 2009.
34
Otro elemento que hace diferencia en el análisis de las entrevistas realizadas a las hermanas y hermanos Corral es que mientras aquellas se limitan a responder lo que les consta, vivieron y conocieron, los varones se han acercado a la otra historia en la cual participaron sus hermanos guerrilleros a través de hemerografía y bibliografía y no sólo explican su acción a través de la justicia cristiana (el dolor frente a los pobres, la impotencia por la injusticia) sino por la influencia de la ideología socialista.
Sobre la memoria y la historia oral existen muchos autores que debaten sobre el abuso de los testimonios. Para Philippe Joutard, desde la década de 1970 existe una memoria hegemónica en casos de pasados recientes violentos (vale la pena aclarar que en México, esta memoria sobre la violencia de la década de los setentas es escasa). Para Joutard en la memoria se pueden diferenciar dos tipos: la orgullosa y la modesta.50
En el caso de las entrevistas hechas a los familiares podríamos ubicarlas dentro de los testimonios modestos, al percibir que contestaron lo que saben y vivieron; ante lo que no conocieron, prefirieron guardar silencio. Aún en el caso de los hermanos, la búsqueda de información sobre el proceso armado contemporáneo no ha ocasionado que su discurso sea heroico. A diferencia de la mayoría de los testimonios de ex guerrilleros, en estos podemos encontrar como se han ido modificando a través del tiempo, construyendo un discurso político donde los silencios alrededor de
las
acciones violentas o armadas, son evidentes.
En el trayecto de la investigación, pude entrevistar a ex militantes de la Liga Comunista 23 de Septiembre que vivieron episodios junto a los hermanos Corral García. Fue el caso de Amanda Arciniega Cano, Rigoberto Ávila Ordoñez “El Chícharo” y Francisco Javier Aguirre “El Gallo”. Los tres, tuvieron una relación 50
Philippe Joutard. “Memoria e historia: ¿cómo superar el conflicto?”, en Revista Historia, antropología
y fuentes orales. (Número 38, 3ª época, 2007) p. 115
35
importante con Luis Miguel Corral, por ser contemporáneos en Ciudad Juárez. Luis Miguel, Rigoberto y Francisco Javier fueron estudiantes del Instituto Tecnológico y posteriormente fundadores de Liga. Amanda entonces dividía su tiempo entre ser estudiante de preparatoria y obrera en una maquila de la ciudad fronteriza. En 1974 se integró a la organización armada.
Otro actor entrevistado fue Jesús Simental Balderas, licenciado en Físico Matemático por el Instituto Politécnico, donde fue compañero de estudio de José de Jesús Corral García. Ambos llegaron a la Ciudad de México desde la frontera juarense. La entrevista con Simental Balderas se realizó por intervención del historiador Jesús Vargas Valdez, quien a lo largo de la investigación otorgó una gran ayuda, tanto para localizar a otros compañeros de José de Jesús Corral García, como por las pláticas, lecturas y comentarios sobre el presente texto. Al igual que Simental Balderas y Corral García, Jesús Vargas fue alumno del Instituto Politécnico, pero él cursó estudios en Ciencias Biológicas. Los tres participaron en el movimiento estudiantil de 1968. Vargas fue delegado por su escuela frente al Comité Nacional de Huelga. Parte del testimonio de Vargas proviene de su ensayo “La patria de la juventud. Los estudiantes del Politécnico en 1968”.51
A lo largo de la investigación, surgió la necesidad de abordar la conformación del Grupo Popular Guerrillero, conocido como la guerrilla de Arturo Gámiz y Pablo Gómez, así como las líneas de continuación del movimiento armado campesino en Chihuahua después del frustrado ataque del cuartel de Ciudad Madera. Para ello entrevisté a Saúl Ornelas Gómez, médico y ex preso político, sobrino de Pablo Gómez. Después de la desintegración de la guerrilla rural chihuahuense, Saúl se integró inmediatamente al Movimiento 23 de septiembre.
51
Jesús Vargas Valdés. Edición no definitiva. La patria de la juventud. Los estudiantes del
Politécnico en 1968. (Nueva Vizcaya editores, México, 2008)
36
Otro actor entrevistado fue León Chávez Teixeiro, conocido cantautor y artista plástico, quien militó en el movimiento estudiantil de 1968 a través del colectivo de estudiantes del Centro Universitario de Educación Cinematográfica (CUEC) de la Universidad Autónoma de México. A principios de la década de los setenta se integró al Partido Mexicano del Proletariado, razón por la que llegó a Chihuahua en 1972. Participó en el movimiento de huelga del Tecnológico de Chihuahua y en las movilizaciones del Comité de Defensa Popular.
En la totalidad de entrevistas he tratado de dar énfasis a la cotidianidad antes y después de la militancia armada, cómo fue la experiencia, las redes familiares, afectivas y sociales en el antes y el después, a las expectativas, utopías y miedos.
Los documentos desclasificados de la DFS
Por el hecho de que Salvador, José de Jesús y Luis Miguel Corral no pueden decir los porqués, se recurrió a fuentes documentales encontradas en las galerías 1 y 2 del Archivo General de la Nación.52 Son documentos desclasificados que fueron generados por la Dirección Federal de Seguridad y la Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales. Una pregunta frecuente para el análisis de estos documentos es: ¿cuántos de ellos, depositados en las galerías del AGN, estarán alterados? Aún más lejos, ¿cuántos testimonios arrancados bajo prácticas ilegales, como la tortura física y mental, son dados como válidos por investigadores, reporteros o incluso los propios ex guerrilleros y familiares de éstos53?
52
La búsqueda de documentos del fondo de la DFS forma parte del proyecto “1, 2, 3 por mí, por ti
y por tod@s l@s desaparecid@s de México… y del mundo”, ejecutado por Kloakaskomunikantes y el Comité de Madres de desaparecid@s políticos de Chihuahua. El trabajo de archivo en el AGN, galerías 1 y 2 fue realizado por Francisco de la Cruz Hernández. 53
Esta pregunta se basa en los múltiples testimonios de personas que estuvieron retenidas en
centros de detención clandestinos, como fue el Campo Militar número uno en la Ciudad de México.
37
A pesar de todas las dudas sobre cómo se generaron estos documentos, los interrogatorios realizados a Salvador y José de Jesús son en gran medida, su testimonio; explican algunos motivos y relaciones que los llevaron a militar en la Liga, reconstruyendo períodos en los cuáles la familia no tuvo contacto con ellos. De Luis Miguel no existe interrogatorio ya que fue ejecutado. Luis Miguel tiene un amplio expediente dentro de las galerías 1 y 2 del AGN. Son decenas de fojas en que se comunica a la Dirección Federal de Seguridad las acciones en las que pareciera participó. De los tres hermanos existen fotografías al momento de la detención y posteriormente desaparición de Jesús y de la ejecución en el caso de Salvador y Luis Miguel. A través de las entrevistas realizadas en esta investigación con Amanda Arciniega y Rigoberto Ávila sobre cómo se dieron las detenciones y las declaraciones de los detenidos frente a la DFS, podemos asegurar que en ellas existen hechos verídicos y otros falsos, declarados bajo acuerdo o pacto previo con sus compañeros guerrilleros. Ello fue confirmado por los entrevistados, “echábamos la culpa a quien ya estaba muerto, para no tirar a los vivos”.
También a partir de las declaraciones podemos observar el uso que les daban las corporaciones policiacas: enfrentar por medio del rumor a los propios guerrilleros detenidos: “tu compañero ya cantó, ya te aventó, ya dijo”. El rumor tiene dos usos en este caso: el de los compañeros sobrevivientes, anecdótico la mayoría de veces, de relatos sobre la experiencia vivida junto a muchos de los ejecutados y desaparecidos de la guerrilla, casi siempre desde un “nosotros”. En estas narraciones están visibles peculiaridades sobre los recuerdos y olvidos: “Yo escuché, me enteré, me dijo, que no se publique mi nombre”. El rumor también fue utilizado del lado opuesto, por las propias corporaciones contrainsurgentes con gran eco en
los medios de
La propia Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (FEMOSPP) en su Informe Histórico presentando a la Sociedad Mexicana (2008:31) señala en el apartado de escrutinio de fuentes informativas, que la tortura fue sistemática, cruel, sofisticada y especializada, para obligar a los detenidos (disidentes políticos o no) “para que dieran información”.
38
comunicación. Además de estigmatizar a las guerrillas frente a un gran resto de la sociedad, a partir de la táctica del rumor en los interrogatorios a los guerrilleros detenidos, se enfrentó a éstos y a sus familias
A la fecha, después del transcurso de más de treinta años, existen antagonismos presentes en una gran mayoría de ex guerrilleros por las declaraciones frente a las corporaciones contrainsurgentes. Rencores, odios que alcanzan a familiares ajenos a los grupos armados y que incluso, crean rumores o mitos sobre posibles “infiltrados o policías”. También es detectable otra figura: la de los “quebrados” aquellos que por medio de tortura física y psicológica proporcionaron datos de otros militantes o las organizaciones. En la familia Corral García los recuerdos sobre la traición están personificados en un hombre: Mónico Rentería alias “Patricio”. Fue el primer contacto de Salvador con un foco guerrillero. Para los Corral, Mónico los traicionó, y por ello la Dirección Federal de Seguridad allanó la casa familiar en 1973, cuando él y Salvador ya no pertenecían al mismo grupo radical. Después de la muerte de Salvador y la amnistía de Mónico, éste no volvió al encuentro con la familia después de la muerte de Salvador. Se le trató de ubicar en el desarrollo de esta investigación sin éxito. Como se mencionó anteriormente, a diferencia de otros ex presos políticos, Mónico no se acercó a la familia Corral García. Concepción recuerda que “después supe que era diputado”.
Para Fritz Glockner, a partir del 2002, año en que se abrieron al público los documentos desclasificados de los archivos de la DFS, periodistas, académicos, familiares y curiosos acudieron “por manadas” al Palacio de Lecumberri. Para el historiador, “son archivos policiales, no históricos, por lo que ofrecen una visión parcial e incriminatoria de los guerrilleros”54.
Sergio Aguayo, doctor del Colegio de México, fue el primer académico que tuvo acceso a los documentos resguardados por el Centro de investigación y seguridad
54
Glockner. “Memoria…” p.14.
39 nacional (CISEN) antes del 2002. Narró en “La Charola. Una historia de los servicios de inteligencia en México”, la historia de la guerrilla urbana en Guadalajara, Jalisco. Aguayo señala las fortalezas y debilidades de cada una de las fuentes consultadas (documentos públicos o privados, testimonios, prensa) y cómo estas se iban complementando. Sin embargo, la verdad en los servicios de inteligencia, “en el mejor de los casos es endeble, relativa y siempre elusiva”55. En el texto, Aguayo señala que un agente policiaco infiltrado en la Liga había formado parte de un comando que participó en la fuga de seis presos políticos del penal de Oblatos, en Guadalajara, Jalisco. Posteriormente, cuando acudí al AGN a revisar el expediente de José de Jesús Corral, me percaté de que la tarjeta en la que Aguayo había basado su tesis de un informante en la fuga pertenecía a José de Jesús y de que había sido raspada
con una navaja, obviamente con el objeto de borrar lo
originalmente escrito ahí y encima escribir “informante”56.
Un texto periodístico que utilizó fehacientemente los expedientes de inteligencia y seguridad nacional como si se tratara de la “historia verdadera” es “Los patriotas. De Tlatelolco a la guerra sucia”, de Julio Scherer y Carlos Monsiváis. Aparecen las fotografías del cadáver de Salvador Corral, en el lugar donde fue encontrado el cuerpo y posteriormente en la sala de autopsias57. El reglamento para acceder a este material en el AGN es claro: si un investigador posee carta poder de los familiares o comprueba un interés particular en los expedientes, son puestos a su disposición; si no, discrecionalmente el encargado de la galería 1 puede negarlos. No obstante las
55
Sergio Aguayo. La Charola. Una historia de los servicios de inteligencia en México, (Grijalbo,
México, 2001) p.16. 56
Con esto no quiero decir que haya sido un descuido del investigador, ya que muchas tarjetas
presentan este tipo de alteraciones. Dado el interés específico en el caso de José de Jesús Corral García, pudimos percatarnos de la raspadura en el documento. 57
Julio Scherer. Los Patriotas. De Tlatelolco a la guerra sucia. (Nuevo Siglo Aguilar, México, 2004) p.
114
40
limitaciones que he señalado, las fotografías mortuorias de Salvador fueron publicadas.
Pese a las críticas expuestas, propias y de otros autores, sobre las posibles alteraciones de los informes desclasificados, decidí que la consulta para esta investigación era obligatoria pues además de que son fuentes que nos narran acciones que pocos podría ofrecernos acerca de la militancia de los hermanos Corral, ofrecen la percepción de los agentes e instituciones que generaron estos documentos. Además, el análisis de estas fuentes nos permite observar, conflictos o contradicciones sobre hechos, pero también silencios u omisiones que obedecen a distintos factores: pactos o acuerdos sobre que declarar o desconocimiento real por los “compartimientos” de los guerrilleros dentro de la clandestinidad. Otras fuentes consultadas son archivos hemerográficos de Ciudad Juárez y Chihuahua. Como anteriormente lo mencioné, los periódicos de la época se caracterizaron por contener la información sobre movimientos sociales y políticos radicales en la nota roja en la mayoría de las ocasiones. Sobre las fuentes secundarias, como lo comenté anteriormente, a partir del 2001 se han
venido
publicando
múltiples
ensayos,
artículos,
textos
y
trabajos
cinematográficos sobre los movimientos sociales (populares, estudiantiles y gremiales) y políticos de la décadas de los sesentas y setentas de México y del mundo. Todos ellos nos permiten la construcción de los contextos desde la perspectiva de la Historia Social a través del análisis de normas, expectativas y valores de la época. Los elementos de la cultura y las relaciones sociales que se transformaron evidente o sutilmente, nos permiten la conceptualización del proceso de radicalización ideológica y política de los actores. El historiador tiene como tarea explicar los significados que encuentre dentro del contexto.
La interdisciplina
coherente, utilizada desde la perspectiva social, como el uso de las herramientas antropológicas, puede permitirnos historiar los cambios en la experiencia, ya sea en términos de clase, en la vida social y en la conciencia de esa juventud de la década de los setentas.
41
Capítulo 2 Los Corrales de Durango
Los Corral García son originarios de Corrales, población ubicada al pie de la Sierra Madre, en el municipio de Tepehuanes. Santiago Papasquiaro, su cabecera municipal colindante, por la cercanía territorial a Corrales, es mencionada reiterativamente en los testimonios de la familia Corral.
Esta región vivió los combates de maderistas contra el ejército federal a partir de 1911. De ello dan cuenta los corridos populares duranguenses: “En la estación de Corrales se quedó la pasajera, temblaban los maquinistas al oír tanta balacera”58. El corrido habla de la toma de Santiago Papasquiaro por los maderistas, el 17 de abril de 1911. Otro incidente violento contra el sistema ferroviario se realizó el 19 de agosto de 1915, en medio de la lucha entre villistas y carrancistas: “Con el rumbo a Tepehuanes salió el tren de esta ciudad, el cual fue descarrilado por los hombres sin piedad”.59 El 27 de mayo de 1916 los constitucionalistas sufrieron el ataque de los villistas en las inmediaciones de Piedra Encimada, población cercana a Santiago Papasquiaro: “El veintisiete de mayo presente lo tengo yo, el tren que iba a Tepehuanes sangriento asalto sufrió”. Para Antonio Avitia, recopilador de “Los Corridos de Durango”
“la línea del ferrocarril de Durango a Tepehuanes fue una de las que más veces fue asaltada durante la revolución, sobre todo por el hecho de que no comunica a otras poblaciones importantes, excepto Santiago Papasquiaro, y porque su terminal en Tepehuanes, se ubica en medio de la Sierra Madre Occidental, lejos de todo auxilio posible”.
58
F. García “Corrido de la toma de Santiago Papasquiaro”. Corridos de Durango. Comp. Antonio
Avitia. (INAH, México, 1989) p. 53 59
Antonio Raymundo Muros. “Corrido de Carpintero”. Ibíd. p. 101.
42
En esta región serrana, poco antes de la oposición maderista, nació Telésforo Corral Montenegro, el 7 enero de 1909, hijo de Martín Corral y Brígida Montenegro. En el acta de nacimiento se lee: nacido
en Corrales. Pero
Concepción García en su entrevista, narró que su esposo Telésforo era originario de Sandías, población cercana a Corrales60. En este rancho61 nació Concepción García Esparza el 2 de Julio de 1917. Ella y Telésforo se casaron en 1934 y tuvieron once hijos: María Luisa, Heliodoro, Adela, Carlos, Roberto, Salvador, José de Jesús, Rosario, Luis Miguel, Eloy y el más chico, Martín. Este último nacería en Ciudad Juárez.
La señora Concepción habla poco de Corrales, su lugar de origen. No menciona nada sobre las historias protagonizadas por los villistas. Recuerda Corrales como “un pueblo chico, de más de cien habitantes, porque mucha gente ha salido a Estados Unidos, unos han regresado, otros no”. Concepción estima una población muy baja en relación a la registrada en los censos desde la década de los veinte a la de los setenta, cifras que oscilaban entre 665 y 538 habitantes62. Es su hijo, Roberto Corral, quien recuerda que en Corrales “vivían unas cuatro, quinientas gentes. La mayoría se habían venido a Estados Unidos y se venían pues a las contrataciones y todo, pero no había mucha gente”63. Las palabras de Concepción dan una idea de porqué se refiere poco a Corrales: “ahí no había nada y la única vida allí es la siembra, a veces llueve, a veces no”.
60
Entrevista realizada a Concepción García Esparza por Jesús Vargas Valdés el día 25 de
septiembre de 1997 en Ciudad Juárez, Chihuahua. 61
En el censo de 1921 Corrales es considerado rancho. Para el censo de 1930 se cambió la
categoría política a Pueblo. Hasta 1970 cambia el nombre al agregarse “Los” Corrales. Carta topográfica
G13C48,
tipo
rural,
consultada
en
http://mapserver.inegi.org.mx/AHL/realizaBusquedaurl.do?cvegeo=100350028 el día 22 de febrero de 2010, Chihuahua, Chih. 62
Ibíd.
63
Entrevista a Roberto “Beto” Corral García realizada por Alicia de los Ríos Merino el día 24 de
febrero de 2010, en Ciudad Juárez Chihuahua.
43
En buena parte de la entrevista Concepción hace notorio su interés por el estudio.
“Me gustó leer desde que empecé a aprender. Cualquier librito, cualquier cuentito que salía por allí, de Sal de uvas picot […] recuerdo un libro: Los doce pares de Francia; La historia Sagrada, que en ese entonces la Biblia no era permitido leerla”.
Cursó hasta el cuarto año de primaria “que en ese entonces era como el sexto de ahora”. Recuerda a su maestra de primaria, Guadalupe Galavíz, como una fuerte influencia. No era un evento intrascendente, pues fue la primera maestra rural que llegó como educadora a Corrales. Ella insistió a su alumna que fuera a Sandías, rancho cercano donde tenía familia, para que terminara primaria. Posteriormente podría convertirse en maestra rural para poblaciones cercanas a Corrales. Concepción se entusiasmo con la propuesta pues “desde chica tenía el espíritu de aprender”, pero sus padres le negaron el permiso para salir de Corrales a continuar sus estudios. Concepción tenía expectativas, tenía gusto por el estudio y quería continuar su preparación, convertirse en maestra. Ante la negativa de sus padres “mejor pensé en casarme que seguirle buscando”. No había opciones ante la autoridad familiar. Lo reafirma al revelar el motivo que la llevó al matrimonio: “decidí casarme porque ya no me dejaron estudiar”.
Telésforo, vecino de Sandías, el pueblo de donde era originario el padre de Concepción, pidió en matrimonio a ésta y se casaron en 1934. Un año después fueron padres de María Luisa, dos años después de Eleodoro y en 1938 nació Adela. El nacimiento de Carlos se prolongaría hasta 1942, quizás por el tiempo que Telésforo se alejaba del hogar por trabajos fuera de Corrales. Concepción narró que su marido se dedicaba a la agricultura, aunque Telésforo en el acta de nacimiento de uno de sus hijos declaró que su ocupación era “jornalero”.
44
Pareciera que en Corrales se subsistía por dos actividades: la agricultura de temporal de maíz y frijol y la migración de los hombres hacia otras fuentes de trabajo. Frente a las sequías y baja productividad del campo la opción era salir a laborar fuera del pueblo.
La migración dentro de Durango era recurrente. Roberto recuerda que
“hubo unas minas por ahí que tenían que bajar el mineral en burros, y mi apá se iba por dos tres días y la bajaban desde la sierra a Tepehuanes y con eso fue el sostén para vivir, se iba hasta la sierra, se iban seis siete días y ya les pagaban el mineral que traían”.
En el municipio de Tepehuanes los yacimientos de mineral eran de plata, oro y mercurio64.
Mientras Telésforo dejaba el campo por el peonaje minero, Concepción se hacía cargo de la casa, los hijos y los animales. Las responsabilidades de la ausencia del padre recaían también en los hijos mayores. Entre 1942 y 1944 nacerían Carlos y Roberto.
Concepción recuerda que no tenían muchas comodidades pero que nunca les faltó nada, “mi esposo se iba de bracero y venía y se volvía a ir. En realidad influyó mucho el trabajo del otro lado”. Eran tiempos de una guerra mundial de la que poco o nada se sabía en Corrales, “donde no había nada”. Miles de campesinos abandonaron sus tierras y se fueron al otro lado. En los relatos de los
64
En http://www.e-local.gob.mx/work/templates/enciclo/durango/mpios/10035a.htm consultado el
15 de mayo de 2010.
45
sobrevivientes de la familia Corral García, sólo Concepción se refiere al conflicto bélico de la década de los cuarenta como “la guerra de los Estados Unidos”. Esta guerra reclutó a miles de civiles norteamericanos que fueron enviados a combatir en los frentes de guerra. Una de las consecuencias fue la ausencia de mano de obra en los campos agrícolas. Las autoridades estadunidenses crearon contrataciones para ciudadanos mexicanos.
Existen corridos que cuentan la experiencia de los hombres duranguenses que intentaban irse enganchados a los Estados Unidos. Estos hombres, “muchos campesinos sin tierra y muchos que si la tenían”65 dejaron sus poblaciones de origen, algunas muy alejadas, con la expectativa de ser contratados. Para junio de 1944 la contratación de braceros estaba agotada.
“[…] Muchas gestiones hicieron hombres de buenos centavos que no salieran braceros pues necesitaban esclavos. Bien Gámiz el consejero camarada comunista, pensó que había obrado dinero de elementos sinarquistas […] Que vivan los comunistas, que muera acción nacional, alcen vuelo sinarquistas porque ahí viene Blas Corral […] 65
Comp. Antonio Avitia. “Corridos …” p. 240
46
Partido de la Revolución también de ti me despido, en otra contratación, me darás por asistido […]66
Antonio Avitia explica el contexto en que los diferentes actores políticos locales intervinieron a favor o en contra para la contratación de los braceros: Blas Corral Martínez era Gobernador de Durango por el Partido de la Revolución Mexicana en 1944. Tanto éste como los sinarquistas y los panistas
“trataron de desplegar una gran actividad política en el estado, pero fueron rechazados por el Frente Defensor de la Democracia que dirigía el líder popular Máximo Gámiz Fernández”67.
Cuando se anunció que la contratación había finalizado inició “la tragedia” para muchos campesinos que esperaban en la ciudad de Durango, concentrados en el Hospicio, recibiendo una comida al día.
“Máximo Gámiz se movilizó entre autoridades mexicanas y norteamericanas y nadie sabe cómo, pero consiguió que al estado de Durango se le señalara la cuota más alta de braceros en la República dentro de los enganches de la Segunda Guerra Mundial, solucionando de forma momentánea el problema de los braceros”68.
66
Teófilo Nevárez Ramos. “Corrido del Bracero durangueño”. Ibíd. p. 236
67
Ibíd. p 240
68
Ibíd.
47 Ay que triste es la vida que triste vida la del bracero cuanta desilusión ay cuanta decepción lejos de nuestros padres y de la novia y del compañero dan ganas de llorar tan solo al recordar […] “El canto del bracero”. Rubén Méndez del Castillo
Telésforo Corral fue uno de los millones de mexicanos que migró a trabajar en el marco del Programa de Braceros, acordado entre México y los Estados Unidos, el cual inició desde 1942 y finalizó en 196569.
Las ausencias de Telésforo para contratarse en diferentes estados de la Unión americana iniciaron en 1945, año en que finalizó la segunda guerra mundial. En 1957 retornaría definitivamente a Corrales. Durante esos doce años la familia se incrementó, nacieron Salvador, José de Jesús, Rosario, Luis Miguel y Eloy.
La migración de Telésforo y otros hombres de Corrales se daba en condiciones adversas. Eloy recuerda las pláticas de su padre: “de Corrales hacia los Mochis tenían que atravesar toda la Sierra Madre y duraban aproximadamente nueve días, tenían que atravesarla a pie en aquel tiempo […] cuando no se perdían, entonces ya de ahí agarraban
69
Alicia Castellanos G. Ciudad Juárez. La Vida fronteriza. (Editorial nuestro tiempo, México, 1981)
p.110.
48
precisamente hasta Tijuana y ya para cruzarse allá, en los programas de braceros”70. Telésforo contó a su hijo “las aventuras” que la travesía implicaba, como el desabasto de agua: “veían un riachuelo o algo de agua pues nomás agarraban, la filtraban a través del pañuelo y a tomar, todo eso hacían nuestra gente de antes”. Telésforo trabajó en Ohio, en Nuevo México, en Denver, siempre en la pizca de productos agrícolas. Aunque iba bajo contrato de trabajo, su hijo Roberto recuerda que “se llegó a desertar, de tres meses que duraba el contrato, la última vez duró como cuatro años, cinco”.
Dejaba algunos trabajos pactados para buscar
ocupaciones por su cuenta. Cuando los hombres eran contratados, su estancia en los Estados Unidos tenía un status legal; cuando dejaban los trabajos pactados, se convertían en indocumentados. En las entrevistas de los Corral García existe un recuerdo común: “no les faltaba nada”, las necesidades primarias se satisfacían. La familia tenía crédito en la tienda del pueblo. Cuando Telésforo mandaba la partida, se pagaban las deudas en la tienda. El envío de dinero era de aproximadamente cien dólares, recuerda Roberto “tirándole a eso, porque si me acuerdo, yo me acuerdo poquito de cuando estaba a 4 (pesos) el dólar y luego cuando subió a 8.60, me acuerdo porque también hubo algunos especuladores, ahí se armaban ciertos pleitecillos sería como el 54, por ahí más o menos”.
En la familia de diez hijos con un padre bracero en Estados Unidos, las responsabilidades y ocupaciones se dividían visiblemente. Los hijos mayores, María Luisa, Eleodoro y Adela quedaron como responsables de sus hermanos
70
Entrevista a Eloy Corral García, realizada por Alicia de los Ríos Merino, el 25 de febrero de 2010
en Ciudad Juárez, Chihuahua.
49
menores y su madre. Ésta no podía hacerse cargo de las labores del hogar pues sufría de una resequedad extrema en sus manos, “tenía grietas en la piel”. Adela se hacía cargo del funcionamiento de la casa, “teníamos una mesa grande donde cabíamos todos”. Su madre elaboraba ropa para los hijos con tela que mandaban los abuelos y tíos García, quienes se habían ido a vivir a Ciudad Juárez, Chihuahua.
La ausencia del padre no ocasionó que la disciplina familiar se quebrantara. Se pedían permisos para salir, se reunían todos para orar en la noche, antes de dormir. Ante las muestras de rebeldía, correspondía a Eleodoro aplicar el “patillazo, la regañada”.
Los Corral García no dejaron de ocuparse de las labores del campo aunque se recibía la remesa de Telésforo. Tenían gallinas, terreno comunal para sembrar maíz, frijol, hortalizas y hasta trigo. Los menores se ocupaban de los animales. Luis Miguel y Charo llevaban a las vacas a tomar agua al río que bordeaba Corrales. Roberto recuerda que e él le gustaba llevarse a escondidas los doce caballos de la casa hacia el Terrero, un ojo de aguas termales. Presumir los animales a sus amigos, ponía en aprietos la economía familiar, ya que ocasionaba que la pastura se acabara precisamente cuando debían utilizarse los caballos y yuntas para sembrar.
La escuela primaria era el lugar de actividades escolares y recreativas, donde llegaban los húngaros a dar funciones de cine, eventos comunes en los pueblos alejados de las ciudades.
En la entrevista de Concepción podemos observar que su propia experiencia escolar se repitió con el hijo mayor, Eleodoro, quien sólo estudió hasta cuarto de primaria “porque no había más”. La diferencia fue que a él se le permitió viajar a
50
Ciudad Juárez, con los abuelos y tíos García. En el relato de Concepción no hay referencias a la escolaridad de las hijas mayores. Recuerda que Carlos, Roberto y Salvador si concluyeron los estudios de primaria en Corrales. Los más chicos estaban cursando diferentes grados de educación básica cuando Concepción decidió migrar a Ciudad Juárez. Era 1957. Telésforo suspendió sus jornadas braceras y regresó definitivamente a Corrales.
[…] Unos huyen hacia el norte, otros huyen hacia el sur, huyen en todas direcciones, se mueven en círculos. Caen dormidos, extenuados en cualquier lugar, descansan a ratos, recuperan el aliento [...] “Ven y mira”. Francisco Barrios “El Mastuerzo” citando a Ryszard Kapúscínsky
La movilidad hacia la ciudad fronteriza se dio principalmente por dos razones: la continuación de estudios para los hijos y la residencia de los hermanos y padres de Concepción en Ciudad Juárez.
Concepción recuerda que su madre, Andulecia Esparza, convenció a su padre, Julián García, de salir de Corrales “mucho antes que nosotros […] mi mamá tenía ganas de salir de Corrales”.
Andulecia y Julián primero salieron hacia Santiago Papasquiaro, posteriormente se trasladaron a Durango hasta llegar a la frontera de Ciudad Juárez junto con uno de sus hijos varones. Concepción relató que otro de sus hermanos era bracero junto con su esposo Telésforo e “hizo sus ahorritos en Estados Unidos”; el otro vivía en Corrales y “tenía su capitalito”. Con dichos recursos “compraron una tienda de abarrotes y carnicería que nos traspasaron […] (ellos) también pusieron una tienda de abarrotes cada uno”.
51
Fue precisamente esa red familiar que primero la animó para permitir que Eleodoro y posteriormente Salvador fueran a vivir a la frontera. Éste último se trasladó desde el verano de 1957 para estudiar la carrera comercial de contador y secretario; también trabajaba con uno de los tíos García en una tienda y en oficinas de introducción de ganado. “Después ellos mismos nos ayudaron para que nos viniéramos los demás y cuando nos venimos ya nos tenían el comercio para que empezáramos a trabajar inmediatamente”, relató Concepción.
Era diciembre de 1957. No es casual que el traslado de residencia a la frontera se llevó en ese año. Desde 1956, la agricultura había caído en una profunda crisis. Al año siguiente la recesión alcanzó el nivel más alto desde el cardenismo 71. A fines de la década de los cincuenta y principios de los sesenta se dio una lucha entre los que pugnaban a favor y en contra de la continuación del Programa de Braceros72. Las opciones de vida para la familia Corral García se cerraban en las dos formas de subsistencia acostumbradas: la agricultura y el jornal de braceros.
A finales de diciembre de 1957 Concepción viajó primero a Ciudad Juárez acompañada del pequeño Eloy y los hijos mayores, Carlos y Roberto. En enero de 1958 salió Adela con sus hermanos menores: María del Rosario, José de Jesús y Luis Miguel. La razón por la que los mayores viajaron antes fue la urgencia de poner a trabajar la tienda, ya que el traspaso y el arrendamiento de la casa habitación se pagaban mensualmente. El segundo grupo,
atendiendo a los
tiempos que dictan los ciclos agrícolas, esperaron con su padre hasta que se dio la cosecha.
El viaje lo hicieron vía tren, de Corrales a la ciudad de Durango. El recorrido 71
Ilán Semo. “6. El ocaso de los mitos (1958-1968)”. México un pueblo en la historia. Coord.
Enrique Semo. (Alianza Editorial Mexicana, México, 1989) p. 23. 72
Alicia Castellanos G. “Ciudad…” p. 126.
52
duraba alrededor de doce horas. De Durango se trasladaron en autobús hasta Ciudad Juárez. Recuerdan que viajaron más de veintiocho horas hasta la frontera. La mayoría de ellos vivían por primera vez la experiencia de un viaje fuera de su lugar de origen.
Para enero de 1958 la familia Corral García estaba reunida, con excepción de Telésforo y María Luisa, la hija mayor, casada en Corrales, quien permaneció con su marido e hijos hasta mediados de la década de los setenta, cuando los hermanos se habían convertido en guerrilleros.
Doña Concepción en la entrevista dijo no extrañar mucho Corrales “porque como yo era la que tenía la idea de venir y que los muchachos estudiaran aquí; porque pensaba que allí no había ningún porvenir para ellos”.
¿Juárez, ciudad fronteriza, ofrecía mejores opciones a la familia de la pequeña población de Corrales? En el relato de la madre no se mencionan expectativas de trabajo o la cercanía con la frontera, lo importante era que los hijos pudieran cursar grados superiores y parecía que el apoyo ofrecido por el resto de la familia García Esparza garantizaba la estancia en una ciudad desconocida.
En algunos momentos emplearon a Eleodoro, Salvador y José de Jesús. Parece que existía una dependencia de la recién llegada familia con los tíos que ya estaban establecidos en la ciudad, los cuáles también vivían del comercio. Pero también podría tratarse de que en Juárez prevalecía una organización familiar campesina en la cual los hermanos de Concepción, por la jerarquía del parentesco, se responsabilizaban de ella y su familia.
En las entrevistas no queda claro porque los hermanos de Concepción decidieron
53
migrar de Corrales hacia Ciudad Juárez y establecerse ahí. Roberto recuerda que ya desde la década de los cuarenta “contrataban gente para venir a las pizcas acá (Ciudad Juárez) al algodón”.
Según registros del censo nacional de población de 1960, el segundo lugar de los pobladores no originarios de Juárez lo ocupaban hombres y mujeres provenientes de Durango. Ciudad Juárez, zona con un nivel muy elevado de desarrollo se convirtió en un foco tradicional de migración para regiones rurales de Durango, Chihuahua, Zacatecas y Coahuila73.
73
Ibíd. p. 131.
54
Capítulo 3 Welcome to Ciudad Juárez
Ciudad Juárez no es fácil de comprender. Alicia Castellanos la define como un “teatro históricamente conflictivo”74. Para entenderla no puede obviarse su relación con la vecina ciudad del Paso. Desde 1848, las ciudades fronterizas de México y de los Estados Unidos han sido escenarios de conflictos y crisis. Ciudad Juárez y El Paso son un ejemplo de ello. Algunos académicos hablan de ambas como ciudades gemelas, con claras relaciones de subordinación de la hermana mexicana ante la norteamericana. Un territorio alejado y desértico en el cual los habitantes enfrentaron durante años las invasiones de pueblos indígenas expulsados del sur de los Estados Unidos; laboratorio de proyectos creados desde los centros políticos, como la colonización de extensas tierras con ciudadanos extranjeros; se llamaron Paso del Norte y Franklin hasta que la gemela mexicana se convirtió en sede del gobierno itinerante de Benito Juárez; tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos.
Históricamente fue una población alejada, sin relación con el resto del país, como sucedió con otras ciudades fronterizas; la interacción cotidiana era entre norteamericanos y mexicanos habitantes de la frontera. Desde 1880 habían migrado miles para el otro lado, en un transitó sin menores requisitos. Ciudad Juárez, punto nodal del comercio con los Estados Unidos, vio llegar el moderno sistema ferroviario, obra magistral del porfiriato. Zona libre por unos años hasta el reclamo airado de los comerciantes gringos. Escenario de la entrevista Díaz – Taft, se convulsionó un año después por la guerra de 191075.
Ciudad Juárez fue un punto estratégico. Miguel Ángel Berumen, historiador
74
Castellanos. “Ciudad…” p. 40.
75
Ver Castellanos “Ciudad…” pp. 15-74 y Willivaldo Delgadillo et al. La mirada desterrada. Juárez
y El Paso vistos por el cine (1896-1916). (Cuadro por cuadro, México, 2000) pp. 121-131
55
juarense, especialista en la revolución mexicana, escribe como El Paso recibió a acaudalados chihuahuenses que huían de la revuelta. ¿Cómo se transformó este espacio? En un campo de batalla desde noviembre de 1910. El 30 de mayo de 1911 fue sede de para firmar los Tratados de Ciudad Juárez que confirmaron el triunfo maderista: “la frontera se convirtió en campamento de las principales compañías de noticieros cinematográficos y Francisco Villa aceptó la revolución desde la pantalla. La ciudad era un lugar lejano donde llegaban noticias de esperanza: la caída del dictador, la expectativa de cambio generada por Madero, la existencia de caudillos populares como Pascual Orozco y Francisco Villa, el triunfo de la Revolución. Pero para el público norteamericano que estaba acostumbrado a ver a México y lo mexicano a través de los estereotipos del western, Juárez era el escenario de la barbarie, sinónimo de bandidaje, la patria de bandoleros que desde el otro lado de la frontera amenazaban la paz estadunidense76”.
En los tiempos post revolucionarios, en Juárez convivían personas de diverso origen: originarios de la ciudad fronteriza; estadunidenses en busca de recreación debido a la ley seca, reglamento moral dictado en los Estados Unidos; repatriados mexicanos expulsados voluntaria o involuntariamente de aquel país. Las ciudades fronterizas como Juárez vieron colapsadas sus infraestructuras urbanas por la llegada de miles de repatriados que no podían o querían regresar a sus lugares de origen.
La subordinación de las ciudades fronterizas a la economía estadunidense la vivieron los habitantes del lado mexicano, al experimentar como su nivel de vida, de los más altos que el resto del país, fue afectado por la recesión de la década de los treinta.
76
Al inicio de la década de los cuarenta,
Delgadillo. “Mirada…” p. 131.
Juárez fue una ciudad
56 “trampolín”, de tránsito, para una nueva ola de migrantes en el contexto de la segunda guerra mundial: “los mojados” que a diferencia de los braceros, intentaban cruzar sin contratos o enganchadores de por medio. Juárez también se convirtió en destino de peones agrícolas que migraron a laborar
en el valle
juarense, sobre todo a la pizca de algodón. Castellanos registra que “entre la década de 1940 y 1950 Ciudad Juárez se convirtió en la principal ciudad de la frontera norte”77. Al finalizar la década de los cincuenta se inició la construcción de la carretera panamericana; en 1961 se terminó la vía ferroviaria Chihuahua – Pacífico, que vinculó noreste, noroeste y norte centro. Castellanos señala como “la migración hasta 1960 continuó contribuyendo en mayor proporción al crecimiento demográfico de la ciudad”78. La crisis en el campo mexicano de finales de la década de los cincuenta expulsó a miles de familias rurales a la frontera. Dicha migración ocasionó un déficit de viviendas y servicios urbanos, sin embargo, en comparación con otras ciudades fronterizas como Tijuana, Juárez era de las ciudades con mayor edificación de vivienda, en la cual seguramente se emplearon una gran cantidad de los propios migrantes.
El municipio trataba de regularizar la urbanización de la ciudad, así como las conductas de los ciudadanos, originarios juarenses o no: se prohibieron los anuncios en otro idioma que no fuera el español y los espectáculos desnudistas. Juárez vivía la contradicción de las ciudades fronterizas.
Ante ese escenario de finales de la década de los cincuenta, principios de los sesenta, en que llegó la familia Corral García a Ciudad Juárez, el propósito de este capítulo es comprender cómo vivieron el proceso de migración hacia la
77
Castellanos. “Ciudad…” p. 108.
78
Ibíd.
57
frontera, ese tránsito de una población rural a una ciudad fronteriza de decenas de miles de habitantes.
¿Qué se modificó en las vidas de esas personas que migraron? ¿Se transformó la colectividad familiar de los Corral García? ¿Cuáles fueron las actitudes, valores, reglas, relaciones familiares, costumbres, creencias y afectos que perduraron en la vida familiar? ¿Cuáles fueron los cambios, crisis o contradicciones evidentes que se recuerdan de esa vida familiar en la frontera?
En este capítulo se incorporan, además de los relatos de la familia Corral García, los testimonios de Rigoberto Ávila Ordoñez, “Rigo”79 y Amanda Arciniega Cano80, entonces niños y adolescentes de los sesentas, quienes también experimentaron junto a sus familias la migración hacia Ciudad Juárez. Posteriormente, en su juventud de los primeros años de la década de los setenta, formaron parte de la Liga Comunista 23 de Septiembre, al igual que Salvador, José de Jesús y Luis Miguel.
En todos los relatos pueden observarse similitudes y diferencias en los diferentes procesos a partir de la llegada y la vida en la frontera, tanto en el colectivo familiar como en lo personal. Tanto los Corral García como Amanda llegaron de zonas rurales de Durango, Los Corrales y Santa María del Oro, respectivamente. Rigo emigró del campo chihuahuense. Para 1960, el primer lugar de migración hacia Juárez lo ocupaban hombres y mujeres provenientes del interior de Chihuahua; el segundo lugar eran duranguenses81.
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Entrevista realizada a Rigoberto Ordóñez Ávila por Alicia De Los Ríos Merino, el 7 de noviembre
de 2009 en la Ciudad de México. 80
Entrevista realizada a Amanda Arciniega Cano por Alicia De Los Ríos Merino, el 25 de febrero de
2010 en Ciudad Juárez, Chih. 81
Castellanos. “Ciudad…” p.131.
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¿Por qué migran las personas? Alicia Castellanos narra como los migrantes que entrevistó para su investigación de Ciudad Juárez y la vida fronteriza “no suelen responder que emigraron a Ciudad Juárez con el objeto de cruzar la frontera y trabajar en los Estados Unidos”82. Las respuestas variaban entre considerar la existencia de oportunidades de trabajo; tener familia en la ciudad; y por la cercanía a los Estados Unidos y la posibilidad de trabajar.
Para Concepción García, los dos motivos principales fueron el seguir a los parientes ya establecidos en la frontera y que sus hijos pudieran continuar con los estudios. Rigo se enteró por los relatos de sus padres, que la crisis agrícola de 1956, determinó que migraran a Juárez, cuando él tenía pocos meses de edad; fue su madre la impulsora de la salida, al buscar una plaza de profesora en la frontera. Amanda no recuerda la fecha de la migración, sólo que su familia siguió a su padre.
Rigo, Amanda y los Corral García comparten en sus narraciones un aspecto común cuando se refieren a su experiencia: fueron sus madres quienes llevaron a la familia hacia Juárez. En los tres casos, son las madres quienes entablan el liderazgo tanto para salir del lugar de origen como en la nueva ciudad; en el caso de Rigo, fue la madre la figura permanente, que brindó seguridad en el hogar; maestra estatal, garantizó un trabajo seguro con su plaza escolar y un salario regular para una familia numerosa. En el caso de Amanda, se nombra hija de matriarcado, con un padre fugitivo; y con los Corral García, aunque Telésforo ya no migró a los Estados Unidos desde su llegada a Juárez, los hijos recuerdan a su madre Concepción como la figura de autoridad.
¿Cuáles son los recuerdos inmediatos o más importantes al llegar a una ciudad desconocida? los recuerdos están íntimamente ligados al primer lugar donde se habitó, el entorno en que se desarrolló su infancia, las redes familiares o
82
Ibíd. p. 135.
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vecinales, de solidaridad; el lugar de arribo podía ofrecer seguridad o un ambiente adverso para las expectativas de los niños jóvenes recién llegados.
La elección del lugar de residencia después de la migración obedeció a la capacidad económica de los padres para comprar o alquilar un inmueble. Incluso en el caso de los Corral, la decisión fue tomada por los tíos García residentes en Ciudad Juárez, quienes les proporcionaron casa y tienda.
Eloy Corral, el más pequeño de los hermanos, recuerda que la casa habitación a la que llegaron se encontraba un barrio un tanto humilde, pero para él ese entorno modesto no determinaba la forma de vida familiar: “Ya que en tanto a tener lo que hacía falta desde que yo tengo uso de razón ya existía una tienda, en la cual, de la cual se vivía, desde ahí hasta los siguientes veinte años”.
Roberto recuerda la primera casa en Ciudad Juárez de acuerdo a la ubicación y el tiempo que permanecieron en ella: “Era en la Bolívar y Dos de abril, ahí duramos casi cinco años y fue donde compró mi papá la grandota esa”.
En las conversaciones con Rigo y Amanda se puede percibir un proceso migratorio diferente. La familia Ávila Ordoñez, integrada por los padres y ocho hijos, llegaron a Ciudad Juárez y su lugar de residencia por seis años fueron vecindades del centro “porque no había lana”. Las vecindades las define como el “inframundo: las batallas campales de media vecindad contra la otra mitad”. Recuerda a cada uno de los inmuebles por su ubicación, la colectividad vecinal, la relación con narcomenudistas o prostitutas; la falta de espacio para una familia numerosa y la poca privacidad que eso ocasionaba entre los integrantes.
Amanda recuerda que creció en una colonia marginal, la Altavista
60 “que después había una o dos colonias más marginales que ésta, que eran la Pancho Villa y otra que no me acuerdo como se llama, ahora yo creo que hay como otras 20 más allá. Pero yo veía todo eso, un futuro muy gris, muy que no había futuro pues”.
Para las tres familias el cambio hacia colonias y la adquisición de las viviendas coincidió temporalmente, a principios de la década de los sesenta.
Para los Corral García, de un barrio humilde al que llegaron en 1957, cinco años después se desplazaron a la colonia Industrial, ubicada en el centro de la ciudad. Eloy periodiza su relato a través de los años escolares, relacionando los cambios de escuela con el de domicilio: “Ya de segundo año de primaria estuvimos en la colonia Industrial y pues era una casa muy grande, con cuartos de más, entonces mi vida siempre fue buena”. Las hermanas Adela y María del Rosario “Charo” recuerdan que “la casa era grande, pues éramos muchos. La mejor recámara era la de Lolo, pues era el mayor”. Roberto omite narrar que fue él, con el dinero de un boleto ganador de lotería, quien pagó las deudas contraídas con los tíos García por la adquisición de la nueva casa y el traspaso de la tienda. Es Eloy quien lo relata. Al recordarle el suceso, Roberto cuenta: “le di todo el dinero a mi papá, yo nada más me compré un bocho”.
En el caso de Rigoberto y de su familia, fue también en 1962 cuando pudieron adquirir una vivienda popular. Dejaron las vecindades de la zona centro y se trasladaron a la recién creada colonia Satélite. Su nueva casa era “de esas que duras miles de años pagando. Pero ya era de tres recámaras, entonces era así como de entrar a otro mundo”.
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En el caso de Amanda, asocia el trabajo de su madre en el Paso, cuando ella y sus hermanos se quedaban al cuidado de algunos vecinos de la colonia Altavista: “Mi mamá tuvo que trabajar siempre en el Paso y por semana, entonces ella se iba los lunes por la mañana y regresaba los viernes en las tardes, entonces por eso a mi se me hacía muy, muy duro el futuro, en mi niñez, pero después ya no […] se fueron unos vecinos amigos de nosotros a Satélite, que estaban vendiendo casas con una renta muy módica, pero que la estabas pagando. Que dentro hay una unidad que se llama Reforma, que hay unas casas muy bonitas, con un parque en medio, que había ruedas, columpios y que era así como otro paraíso. Entonces ya nos fuimos para allá y también empezamos a pagar la casa como renta, pero la estabas pagando. Había muchos jóvenes, chavas y chavos y nos la pasábamos muy bien y empiezan a abrirse las maquilas y ya, fue otro mundo”. ¿Qué significó el desplazamiento territorial hacia “un lugar mejor” para las familias? En los testimonios de los hermanos Corral, Rigoberto y Amanda existen un antes y después a partir de los lugares donde habitaron.
Me parece que los aspectos más relevantes fueron dos: El status de las familias se transformó al convertirse en propietarios y se gozó de espacios más amplios donde había privacidad para las familias numerosas que llegaron.
Respecto a la adquisición de la vivienda, en los casos de Rigo y Amanda, sus padres dejaron de ser arrendatarios y ejercieron un crédito para ser propietarios de una casa popular, dentro de multifamiliares. Un modelo de inmueble para las familias de la época, con determinadas piezas y áreas comunes. La colonia Satélite “era hacia el lado de la salida de Juárez”, alejada del centro de la ciudad. En el caso de la familia Corral, la adquisición se hizo a través de un préstamo familiar, el cual se pagó con el dinero del premio de Roberto, lo que terminó gradualmente con la relación de dependencia con los tíos García. Gradualmente
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porque se podrá observar a continuación que en la cotidianeidad de la familia Corral, los parientes capitalistas siguieron interviniendo, ya fuera por la permanencia de una organización familiar de tipo campesina, que asumía responsabilidades con la hermana y el resto de su familia, o porque los tíos seguían siendo una autoridad, una influencia; la red familiar de apoyo para que los Corral migraran y permanecieran en Ciudad Juárez.
Mientras las familias de
Amanda y Rigoberto acudieron a las instituciones estatales juarenses para la adquisición de su vivienda, los Corral acudieron a la institución familiar. En cuanto a los espacios, Amanda y Rigoberto recuerdan como un “el paso del inframundo al paraíso” el traslado a la nueva colonia Satélite, donde vivieron parte de su infancia y juventud, donde las nuevas relaciones con vecinos y amigos fueron importantes. En el caso de la familia Corral, a Eloy le reafirma que “entonces, mi vida siempre fue buena”. En los recuerdos de los Corral, se habla poco de lo que se transformó en el nuevo espacio: si se produjeron nuevas relaciones, beneficios o problemas. El hincapié en los relatos de los Corral se hace al interior de la colectividad familiar y su cotidianeidad dentro de casa y tienda. En cambio para Amanda y Rigoberto existen recuerdos sobre el entorno de su infancia y juventud que de alguna manera determinaba su proyecto de vida.
¿Qué pasó en la ciudad fronteriza para que el bienestar alcanzara a las tres familias migrantes? ¿Cómo era ese Juárez de los sesenta?
Los relatos de los Corral, Rigoberto y Amanda en relación a Ciudad Juárez son narrados de acuerdo a las experiencias y trayectorias de cada individuo y de sus colectividades familiares.
El hecho de adquirir una casa propia que mejoraba su calidad de vida, puede indicarnos que algo sucedió en la vida económica de la ciudad; pero también mos muestra la decisión de las tres familias de residir en Juárez, sin utilizar el trampolín de irse a los Estados Unidos.
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En el caso de los Corral García, sólo uno de los hijos, Carlos, optó por migrar al otro lado. Roberto fue y vino algunas ocasiones, pero finalmente se estableció en Juárez. En los relatos de la familia no hay temor o prejuicios sobre la migración al otro lado, tal vez porque ya la habían vivido anteriormente con los trabajos de papá Telésforo.
En cambio para la familia de Rigoberto su madre profesora se opuso a que sus hijos migraran, “fue una máxima”. Años después, cuando la madre ya había muerto, dos hermanas se fueron a los Estados Unidos. Rigoberto recuerda que “Ciudad Juárez vivía mucho de los residentes, de los que trabajaban en el otro lado pero tenían familia ahí en Juárez. Entonces los hijos de residentes, las familias de los residentes, adquirieron un status de ser familias de clases media, el tener papeles te daba esa oportunidad. Era muy raro cuando se iban, porque toda la familia entraba en una perspectiva de irse y entonces decían: pues se fue para Los Ángeles. Entonces yo me imaginaba Los Ángeles como un gran hoyo negro que se chupaba a las familias, muy queridas, que de pronto ¡pas! Entonces después de un año, dos, bajaba algún miembro de la familia y entonces llegaban a vender la casa o a mal venderla, ¿verdad? Como le pudieran hacer”.
Amanda recuerda que su madre tenía que cruzar la frontera para trabajar en casas del Paso “que la mayoría de la gente se iba a trabajar al Paso, que era relativamente fácil y (en Juárez) había muy poco trabajo, en los comercios, no había industria, industria nunca ha habido aquí, y después de la maquila, pues ya, ya se empieza a ver más oportunidades de trabajo para las mujeres, que éramos las ganonas”.
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En ese Juárez antes de la maquila, podemos observar en los recuerdos de Rigoberto y Amanda la cotidianeidad con la que se vivía la cercanía con los Estados Unidos. El Paso representa para ambos la oportunidad de trabajo y la adquisición de bienes baratos. Cruzar la frontera no era una actividad exclusiva de la élite social, familias enteras pasaban con su pasaporte familiar a hacer las compras de víveres, ropa o mobiliario. Los tranvías llevaban y traían a los juarenses del Paso, donde el crédito en las tiendas era novedoso. Rigo recuerda que “Entonces por muy pobre que fuera la gente, mal que bien, toda la familia pasaba al Paso a comprar, porque era muy barato comprar en el Paso”.
Amanda cuenta cómo desde El Paso se cubrían las necesidades más elementales en su familia: “mi mamá como tenía muy buenas patronas, para navidad nos mandaban unas cajotas con juguetes y con comida y todo, entonces por eso te digo, la cercanía con la frontera te da otro, como otro nivel de vida, o sea eres pobre pero por ejemplo, una vecina tenía un hijo que trabajaba en una carnicería del Paso, entonces al final de semana le daban lo que quedaba de carnes frías y después pues nosotros hambre, hambre no tuvimos”. Para la antropóloga Alicia Castellanos “los fronterizos mexicanos a través de la publicidad, televisión y radio, y de los contactos cotidianos, viven bajo la influencia de los sistemas de aspiración y de patrones de consumo norteamericanos”83.
Para la adquisición de ciertos artículos, como los automóviles, no se tenía que viajar al Paso. Roberto Corral recuerda que el primer carro que se compró fue para el abastecimiento de la tienda. Rigoberto narra como “un carro con diez años de uso en Juárez valía 80 dólares; si lo querías
83
Castellanos. “Ciudad…” p. 43
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más nuevecito, 100, así como de cinco años de uso; un mercury, un chevrolet, 120 dólares, lo más caro. Entonces en el 64 tuvimos el primer coche. Un mercury 53 […] en Juárez por la parte fronteriza los carros no valen”.
La frontera y su influencia matizada en la vida de los recién llegados dio sus primeros frutos: eran propietarios de casa y pudieron adquirir automóvil ¿Qué expectativas por cumplirse les esperaban dentro de este “american way life”?
Amanda recuerda que fue hasta la aparición de la maquila, cuando entró a trabajar obrera, que su sueldo le alcanzó “hasta para comprar un Renault en 50 dólares. La mayoría (de las obreras de maquila) comprábamos zapatos Thomas Kein, pantalones Levi´s, que era lo que se usaba de moda […] o sea, la cercanía con la frontera te da como otra posibilidad de ser, como que no eres obrero muy jodidón ¿verdad? porque tienes acceso a lo que te venden de segunda o semi nuevo”.
El testimonio de Amanda nos lleva a uno de los hechos más significativos que transformó a Ciudad Juárez: la llegada de la industria maquilera. Antes de la maquila, Alicia Castellanos apunta que “la actividad industrial entre 1960-65 se concentraba en un reducido número de industrias de transformación de productos agropecuarios (productos de cerveza, fabricación de refrescos, industrias alimenticias, matanza de ganado y manufactura de productos de molino)”.
Además de esta industria de transformación, la economía de Ciudad Juárez se basaba en el comercio y los servicios, a los cuáles generalmente se dedicaban los recién llegados; otros cruzaban la línea para laborar en El Paso.
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¿Cuándo apareció la maquila en Juárez? Víctor Orozco, historiador originario de Chihuahua, apunta que fue en 196584. Alicia Castellanos relaciona su aparición a la pugna del momento para terminar el Programa de Braceros en 1964 y la creación del Programa de Industrialización Fronteriza. La maquila se estableció entre otros propósitos para absorber el desempleo. A partir del endurecimiento en las fronteras para ingresar a los Estados Unidos, Juárez siguió recibiendo migrantes con la esperanza de cruzar, pero se quedaban en la ciudad mexicana ante los obstáculos migratorios. La maquila absorbió parte de esta mano de obra, la mayoría femenina85. Para Jesús Vargas, “la clase capitalista post revolucionaria no superó el trauma revolucionario, fue hasta con Eloy Vallina cuando la economía se activó entre los 40 y 60. Después sería la maquila la clase capitalista chihuahuense”.86 Vargas se refiere a los lineamientos económicos que rigieron a Juárez a partir de 1920 y la reactivación industrial partir de la aparición de la maquila. A través del Programa de Industrialización Fronteriza se otorgó a empresas
norteamericanas
establecidas del lado mexicano, “el control y la propiedad de las plantas, la importación de materias primas y maquinaria libre de impuestos, a condición de que los productos fueran exportados de México”87. Frente a la oferta de trabajo, Alicia Castellanos apunta que la maquiladora “no es una fuente de trabajo estable, está determinada por la existencia de una abundante mano de obra barata y la inexistencia de organización sindical”88.
84
Orozco. “Diez…” p. 260
85
Castellanos. “Ciudad…” pp. 126-140.
86
Entrevista a Jesús Vargas Valdés realizada por Alicia De Los Ríos Merino, el 28 de febrero de
2010 en Chihuahua, Chih. 87
Ibíd. p. 138.
88
Ibíd. p. 142
67 Rigoberto recuerda que “su mundo” era una ciudad con una población no tan numerosa como después de la maquila. Narra que observó la llegada de los nuevos migrantes “que llegaban del interior del estado, de la sierra y de algunos lugares, de los ranchos. Gente que eran más o menos como nosotros. Llegaban a las colonias […] Juárez era una ciudad muy transversal, no era una ciudad muy estratificada por ejemplo. Estaban los ricos del Campestre, una colonia que se hizo por esos tiempos que eran los Nogales, las casas de los megas ricos como los Fernández que estaba en López Mateos y Avenida de la Raza; este, las casas de los Fuentes y los Zaragoza, en lo que era la carretera Panamericana, que ahora es Triunfo de la República y bueno, las del campestre, las de la 16 de Septiembre que era la de los Bermúdez y otras casonas inmensas que posteriormente muchas se volvieron oficinas. Eran así como de los enclaves, de los ricos, muy ricos de allá de Juárez, vaya no había más”.
En esta división de ricos y pobres recaía la atención de los niños jóvenes. Amanda recuerda que “veía que los ricos eran ricos y que los pobres eran pobres y que se iban a quedar pobres por el resto de su vida”.
Con la maquila había una diferencia: los empresarios capitalistas no se trasladaron a la frontera, los que llegaban eran los gerentes extranjeros que se mantenían en el anonimato para una mayoría de la sociedad fronteriza.
En los recuerdos de los hijos e hijas Corral García, pocas ocasiones se refieren al contexto de la ciudad fronteriza en que crecieron. El antes y después de la maquila, hecho comentado por los otros entrevistados, es casi intrascendente para ellos, así como la relación con El Paso la vivieron como parte de la cotidianeidad de la vida de frontera.
68
Creo que se comprende que tanto en los Corral como de la familia de Rigoberto, las expectativas de mejoras económicas no llegaron con la maquila como fue el caso de Amanda, quien es la única entrevistada que vivió la experiencia de la línea de producción en una maquiladora. Los niños jóvenes como Rigoberto y los hijos menores de la familia Corral continuaron los estudios en la ciudad como sus madres habían aspirado, trabajando ya fuera dentro de la colectividad familiar o por “un dinero extra”. Podemos observar que en la familia Corral los testimonios, la tienda “La Colmena” significó la subsistencia para la familia y un espacio de responsabilidades. En ella trabajaban los hermanos, aún los más pequeños: “desde que yo tenía ocho y Luis Miguel 10, órale pos que a limpiar la cebolla y hacer ese tipo de cosas”. Para Eloy, el hecho de que en el negocio familiar, la ganancia de la tienda también pasaba por sus manos, lo diferenciaba de los demás niños, “de que ahí te va tu peso, tus dos pesos, entonces acá no despilfarrábamos pero siempre había algo disponible ahí”.
En el caso de Rigoberto, el sueldo de su madre profesora aseguraba la subsistencia frente a los trabajos sin constancia del padre. Rigo narra que trabajo en su infancia “fui bolero, vendí periódicos y llegué a trabajar en una panadería, pero era como un extra para disponer del recurso, no era para sostener a la familia. […] nunca tuve yo la necesidad en ese tiempo de ir a trabajar, por ejemplo, la colonia estaba llena, rodeada de campos de algodón, entonces en el tiempo de la pizca, era a finales de verano, principio del otoño, sobre todo, la pizca, porque era una chinga pero sacabas dinero; bolear, íbamos a bolear pero nos corrían de ahí de los bares, porque si pagaban bien, pero nos corrían”.
En el caso de Amanda, su madre era quien salía a trabajar de empleada
69
doméstica en El Paso. “Allá le quitaron el pasaporte porque alguien seguramente le puso el dedo de que se iba a trabajar. Un vecino que era como gerente de la lavandería le dice: -no se preocupe, mañana se va conmigo. En la costura, reparando la ropa que llevaban a lavar y todo, entonces ya fue para nosotros muy distinto el tenerla aquí […] Yo era de las mayores, entonces fui la primera que trabajé. Trabajaba yo y trabajaba mi mamá, entonces ¿Pues a qué le tiras? A que todos en cuánto puedan trabajar en la maquila van a trabajar en la maquila, como trabajaron todos mis hermanos en la maquila […] uno como miembro de la clase trabajadora si no trabajas no comes y todos teníamos que trabajar para llevar comida a la casa, verdad”.
Pero incluso para Amanda, todo lo que vivieron en ese Juárez era bueno. Para Amanda llegó con la maquila. Para los entrevistados, había un confort en ese Juárez de los sesenta.
Al interior de las familias no podemos olvidar que para los padres y los hermanos mayores, el proceso de adaptación a la ciudad fue diferente: ellos habían crecido y vivido la realidad rural.
Para el historiador Jesús Vargas, los jóvenes migrantes “se percataron que el campo no funcionaba, observaron el contraste entre éste y la ciudad, ya que a los trabajadores en la ciudad les alcanzaba para vivir bien; en el campo las semillas no valían nada. En el proceso de migración, del campo observaron la desigualdad, la injusticia, pero fue más cabrón su llegada a la ciudad, donde ocupaban el último lugar en el estrato social. Pero el retorno al lugar de origen sólo les evidenciaba la jodidez en el campo”.
70
En el mismo sentido Alicia Castellanos señala que “algunos autores reconocen que la posición de los migrantes en las ciudades, está situada en los niveles más bajos de la estructura social; pero a pesar de esto, la nueva situación es menos crítica que la previamente mantenida en el lugar de origen”89. Rigo recuerda que “a mi hermano y sus hermanas mayores, ellos si tuvieron que ponerse a trabajar para sostener la casa”. Los tres estudiaban y trabajaban en la docencia. Los hermanos Corral mayores trabajaban en el comercio, como sus padres. En la familia de Amanda todos sus hermanos laboraron en la maquila. Sólo Amanda se refiere a pertenecer a una clase obrera, sin embargo en su primer acercamiento con la maquila no existe un recuerdo negativo sobre su centro de trabajo hasta años después, cuando participó en los paros.
El darse cuenta de las diferencias entre el lugar de origen y la nueva ciudad no originó alguna conciencia de
clase. No se observa que en el proceso de
adaptación a la frontera existieron conflictos con el orden económico, social o político del Juárez de la época de los sesentas.
En los casos de Rigoberto, Amanda y de los hermanos Corral, todos ellos pertenecían a una colectividad familiar, una institución. La suerte o trayectoria de la familia repercutía en cada uno de sus miembros. El futuro, la prosperidad, la modernidad, se hallarían a través de la familia y la escuela. Creo que es a través de estas colectividades donde podemos observar pequeñas rupturas o conflictos de los niños jóvenes en el marco de una década rebelde como están descritos los sesenta, no en una estructura más amplia.
89
Castellanos. “Ciudad…” p. 135.
71 […]En mi casa mi familia se adormila en su sillón en mi casa se ha quedado a vivir la tradición en mi casa las paredes se respetan como un dios en mi casa hay una iglesia que se llama comedor en mi casa a mis padres yo les hablo con su voz pero a veces en mi casa el silencio es lo mejor. Esto de jugar a la vida es algo que a veces duele [...] “Jugar a la vida”. Enrique Ballesté
Las anécdotas de los Corral giran alrededor de un nosotros fuerte, cohesionado, que de alguna manera muestran haber vivido de manera marginal la frontera. En esta familia tradicional, que en las conversaciones se nombran unidos, armónicos, en un recurrente y casi homogéneo recuerdo de “nunca tuvimos conflictos, los normales,
pero
siempre
estuvimos
bien”
¿Cuándo
se
generan
las
contradicciones? ¿Cómo se perciben los conflictos?
La familia Corral García tenía once hijos con grandes diferencias de edades. María Luisa, quien no se trasladó a la frontera y se quedó en Corrales, tenía en 1958 veintitrés años; mientras que Martín era un pequeño de meses de edad. Eleodoro, Adela y Carlos eran jóvenes cuya infancia y adolescencia se había desarrollado en el ambiente rural de Corrales. Eleodoro y Adela siguieron asumiendo las responsabilidades de hermanos mayores con autoridad frente a los hermanos, trabajando en la tienda y la casa, respectivamente. La propia señora Concepción narró como “Eleodoro era como el segundo padre de los demás, si algo les pasaba él era el que andaba listo. Y a él lo respetaban casi como a su papá porque era el mayor. Él (Telésforo) no daba un paso sin él, todo tenía que consultarlo con Eleodoro”.
Pero en los Corral García la figura de papá Telésforo aparece poco en las narraciones ¿por qué, si ya no era un papá bracero ausente? Ante la pregunta
72
María del Rosario y Roberto afirman: “mi papá fue el hombre de la casa pero nunca discutía nada. Si para trabajar, para los centavos, pero mi mamá era la que nos llevaba así al dedillo, mi papá nunca […] La mera, mera, era mi amá, mi papá nunca nos pegó, mi mamá si nos daba de vez en cuando, era la fuerte, mi papá no, muchacho chivo, nomás así”.
Así como Eleodoro era el hermano que compartía la autoridad y responsabilidades frente a los demás hermanos, Adela siguió siendo la encargada de la casa junto con su madre.
Carlos migró hacia Chicago. Roberto y
Salvador vivían su
adolescencia en el Juárez moderno de finales de los cincuenta, trabajaban y estudiaban en la secundaria nocturna, mientras que José de Jesús, Rosario, Luis Miguel y Eloy pasaban su infancia entre el estudio, el juego y pequeñas tareas en la tienda, una nueva vida en la ciudad. Martín sólo escucharía las anécdotas del pueblo de su familia.
En el caso de los Corral, las opciones para todos sus hijos fueron visiblemente diferentes por las edades y por una cultura del trabajo. Existe una inmensa diferencia en estas tres generaciones. Para Carlos Mosiváis, “la juventud de antes de los cincuenta se entiende como la etapa de entrenamiento para la madurez; la juventud es la variedad de entradas al gran túnel de la respetabilidad”90. Jesús Vargas coincide de acuerdo a su experiencia como parte de esa generación que nació en los 40: “los jóvenes eran preparados para trabajar, conocer los oficios como garantía de éxito, prosperidad, consolidación”. La disciplina para la educación de los hijos la ejercía Concepción “con los muchachos yo era la que más los regañaba o los castigaba cuando hacían
90
Carlos Monsiváis. “La Modernidad en la nevería” en Revista Vuelo. Los años cincuenta. México
deslumbra. Año XV (julio de 2008) p. 88.
73 cualquier cosa”. Para ella, sus hijos fueron “como todos los niños, son a veces caprichuditos, pero no fueron muy rebeldes que haya tenido que batallar”. Ella les inculcó “portarse bien con la gente y obedecer a las personas mayores”. Las trayectorias de las familias, al menos la de los Corral, Rigoberto y Amanda, estuvieron ligadas a las madres, de acuerdo a sus aspiraciones, valores y costumbres.
Cuando se escribe sobre el conflicto generacional de la década de los sesenta, pareciera que éste se dio de forma masiva. Enrique Rajchenberg, en su libro “Hablemos de los años 60. La rebeldía”91, apunta que en esa década los jóvenes se rebelaron contra la opresión a las mujeres, las jerarquías rígidas y el verticalismo autoritario en las fábricas, en las universidades y en las familias. ¿Nuestros actores vivían esa rebeldía? A lo largo de las narraciones podemos observar que esos niños jóvenes que posteriormente se radicalizaron, eran parte de colectividades familiares rígidas en cuanto a valores y actitudes. Los niños jóvenes vivían una realidad en la frontera como hijos de familia que habían salido para mejorar.
Rigo recuerda que “yo no viví la calle desde el lado más agresivo, porque pues en la casa tenía una responsabilidad con la familia, con la escuela, con los vicios, no ser alcohólico porque en la familia había unos antecedentes de alcoholismo muy gruesos y el asunto de que el estudio era la palanca que te permitía lo que hoy entiendo que es socialmente ascender”.
Para Eloy
91
Enrique Rajchenberg. Hablemos de los años 60. La rebeldía. (Ríos de tinta. México. 2007) p.6.
74
“nosotros, todos crecimos bien, sin hacerse del lado de los malvivientes, pero pues nadie platicaba con nosotros en ese sentido, ni nadie nos cuidaba, ni papá y mamá y hermanos más grandes que estén pendientes de, y por ejemplo cuando uno está chiquillo es cuando más riesgo tiene de perderse, ya cuando eres estudiante ya la libras […] pero más que nada porque uno sigue patrones de conducta adquiridos”.
Amanda recuerda que “a mi (mi mamá) si me traía de la greña y olvídate, si, si, era muy carrillera conmigo porque era la mayor, yo creo que no quería, pues ella me inculcó principios y yo, pues bueno, ustedes saben si los siguen o no los siguen, pero siempre fue más estricta conmigo que con las demás”.
Rigoberto, Eloy y Amanda narran de acuerdo a su experiencia cómo vivieron la disciplina de sus hogares. Todos hacen mención a las responsabilidades, patrones, actitudes, principios o valores dentro de sus familias.
Todos ellos compartieron dos mundos que se encontraron; ambos se iban modificando: la cultura rural y la urbana. Su antes, su origen no podía perderse, el que migra no pierde su cultura. Tampoco despreciaban la cultura urbana fronteriza.
En el caso de la familia Corral, Concepción recuerda que ya establecida en Juárez “no extrañaba nada de Corrales”. El retorno a su pueblo tardó siete años, para “darle una vuelta” a su hija María Luisa, quien se había quedado allá. En las conversaciones, sólo Roberto menciona que él si iba y venía a Corrales. Pero los viajes no eran constantes para el resto de la familia, al menos para la madre y los hijos pequeños, tal vez porque toda la familia de Concepción residía para entonces en Juárez. A través de las entrevistas con los Corral se puede observar
75
la
importancia de las relaciones familiares como los compadrazgos o la
celebración de bodas en Corrales o pueblos cercanos. Es decir, las relaciones importantes se establecían con personas del mismo origen, fuera en Durango o en Juárez.
En el caso de de Rigoberto, éste recuerda las vacaciones en el campo de Satevó como su edén. Escuchaba narraciones sobre los abuelos villistas “Ellos fueron de ahí, gente que trabajaba en los ranchos como asalariados, eran amansadores de caballo, por ahí. Entonces ahí oía yo esa parte. ¡No, pues el hermano de mi abuelo fue el gobernador militar que puso Villa en el 15 y 16! Entonces todas esas cosas te daban una noción de lo justo, lo injusto, el asunto de la responsabilidad, la costumbre y la educación, que son cosas que te van de alguna manera formando ¿no?”.
Las relaciones personales, la educación familiar y las costumbres coexistían con nuevos elementos que ofrecía la ciudad: los medios de comunicación. A finales de la década de los cincuenta, la modernización permitió que los jóvenes tuvieran un acceso, aunque fuera diferencial, a la cultura, lo cual implicó asumir diferentes actitudes, actividades y la creación de expectativas diversas entre padres e hijos.
Para Jesús Vargas “los jóvenes de entonces vivían una posguerra diferente a la de los jóvenes europeos, por la cercanía con los Estados Unidos. Se vivía una juventud de triunfo, una idealización de la pareja, a través de las películas y las canciones, la imagen de la pareja triunfante”.
Eloy recuerda que iba los domingos al cine junto con su hermano Luis Miguel,
76 “a lo que estaba disponible, tanto películas de vaqueros como de otro tipo. Valía cinco pesos, los matinés eran un poco más barato creo. El cine era en realidad pos la diversión popular, habían muchos cines, bien grandes, o sea salas de mil, dos mil gentes y a veces se llenaban, o sea era la diversión para pobres y ricos”. Las hermanas María del Rosario “Charo” y Adela recuerdan que la consola siempre estaba prendida durante el día. Escuchaban música,
noticieros y un
abanico de ofertas de tiendas del Paso. En 1957 o 1958 la cultura juvenil se ligaba en primer término al rock. Sin embargo, su irrupción no fue una influencia para los jóvenes Corral, “preferíamos las rancheras”, asegura Eloy.
Rigoberto recuerda la convivencia de los covers de rock con música ranchera: “que (si) el señor se va a echar unas chelas o que la señora haciendo el quehacer, ponían la XGJ, la “Radio Mexicana” y si, se oía mucho la música ranchera”. En relación al acceso diferencial a la cultura, Enrique Rajchenberg apunta que “en los sesenta la televisión no ha entrado todavía a todos los hogares y es aún símbolo de una posición desahogada”92. En el caso los Corral, la televisión, novedad de la época, “siempre estuvo ahí”, recuerda Eloy. “Nos la regaló mi tío Luis (García) Si se descomponía, se buscaba otra de segunda”.
En el caso de Rigo, la televisión no llegó a su hogar con la misma rapidez que en el caso de los Corral. El obstáculo no era el dinero para adquirirla. Fue la oposición de la madre a tener un aparato que pudiera hacer perder el tiempo a los hijos. Los motivos para tenerla o no, en término de la facilidad de adquirirla, se diferenciaban claramente de la frontera al centro del país.
92
Ibíd. p. 52
77
Sucedía lo contrario en el caso de los libros, costosos y de poca variedad en la frontera. Rigo recuerda que su madre, maestra, invertía en la compra de enciclopedias en abonos. La señora Concepción narra como ella leía cualquier libro que tuviera en sus manos y “a mis hijos también les inculqué la lectura”. Los hijos que cursaban la primaria seguramente tuvieron acceso a los textos escolares gratuitos editados desde 1959. Sin embargo Eloy recuerda que fue Salvador quien acercó los libros y el hábito de la lectura cuando éste ya cursaba la preparatoria en Durango. “Aunque en la tienda se vendían los periódicos de Juárez se leían pero no conservábamos imágenes ni noticias”, comenta Eloy cuando se le pregunta de los hechos que ocurrían al inicio de la década de los sesenta. La Revolución Cubana no era un tema recurrente en el ámbito familiar. Para Jesús Vargas, originario de Parral, Chihuahua, esto era normal. Recuerda que los hechos posteriores a la Revolución Cubana que se sucedieron en Chihuahua, “como el 65 y lo del 68, impactaron después. Por ejemplo, Óscar González, casi una anécdota. Eran pocos los que sabían o leían. Parecido la muerte del Ché, pasa casi inadvertida. Es hasta la publicación del diario del Ché posterior a su muerte”.
En la vida narrada de los jóvenes, cuando menos al interior de sus familias, se percibe que los conflictos seguían resolviéndose a través de las reglas ya establecidas y que los grandes movimientos sociales de la posguerra no llegaban hasta ellos. La escuela y la familia los educaba. El esfuerzo de los padres que migraron fomentó expectativas: el éxito, el progreso, la superación de los hijos pequeños que llegaron a Ciudad Juárez.
Sin embargo, frente a esta tendencia a armonizar, aparecen relatos con contradicciones y conflictos, algunos de ellos ligados a la autoridad de los tíos
78
García.
A través de un par de anécdotas podemos observar como esos niños jóvenes intentaron romper con los discursos de obediencia y subordinación. Adela y María del Rosario “Charo” recuerdan que José de Jesús, igual que Salvador, entró a trabajar con sus tíos García, pero “no aguantó, les renunció, que Chuy decía que le contaban hasta una liga que se perdiera”.
Eloy narra que él y Luis Miguel
“compramos una grabadora, en abonos fáciles y olvidadizos, pero ahí se armó, que empieza el regaño y luego Luis, así bilioso como era, todavía no era, pero si era belicoso, es el más bellaco, decía mi papá. -¡Que les costó tanto! -¿Quién les dijo eso? decía Luis. -Nos dijo tu tío Pablo. -Pues tráiganme a mi tío Pablo, verán que le quito lo lenguón. ¡Uh! pues lo querían curtir ahí. -Cállate, que vas a ver. Me acuerdo de esa palabra, así decíamos acá a los mentirosos: lenguón”.
No sólo la intervención de los tíos García originó que los niños jóvenes Corral se rebelaran contra la autoridad y la organización familiar, sino los propios intereses de la edad.
Eloy recuerda que
“cuando estaba en secundaria a veces salía, vamos a decir a las 5 de la tarde. Si me iba a la casa, pues a la tienda, entonces iba mucho al cine, mucho en ese lapso de la secundaria”.
79 Es el mismo Eloy quien contesta sobre la práctica de la religión “a partir de que piensas, de que razonas, no puedes seguir creyéndote lo que te dicen”. ¿De dónde viene la posibilidad de ver otro mundo? No sólo de las expectativas creadas por la familia. Surgen de la escuela y en algunos casos del papel de los profesores. Mi amigo el que vive al lado también lee de pasada los diarios del mediodía y sin embargo está firmemente convencido de que a su isla no llegará el vendaval […] “El vecino”. León Chávez Teixeiro.
La escuela es un ámbito público donde los elementos de la modernidad están presentes. Los hijos que llegaron niños a Ciudad Juárez retomaron los estudios en esa entidad. En ocasiones les tocó asistir a la misma escuela.
A su llegada a la Ciudad Juárez Luis Miguel tenía seis años, María del Rosario “Charo” ocho y Jesús diez. Dado que Charo era la hermana de en medio, tuvo una relación muy cercana con ambos. Fueron juntos a la primaria y posteriormente a la técnica comercial. Las anécdotas sobre la primaria de los hijos pequeños son escasas. Se relacionan al cambio de domicilio la colonia Industrial. Eloy y Martín siguieron la trayectoria de las escuelas de los hermanos mayores.
Salvador llegó antes que el resto de la familia a la frontera, en el verano de 1957. “Se lo trajo mi hermano y entró en la Escuela Técnico Comercial, se recibió de contador privado a los trece años”, recuerda Concepción. Es perceptible el orgullo por su hijo Salvador: “siempre fue muy estudioso”.
Salvador y Roberto habían terminado el sexto año en Corrales. Roberto, ya en Juárez, ingresó a primer año de secundaria en la Escuela Secundaria Nocturna, para trabajadores. Salvador haría lo mismo, siendo ya Contador privado técnico. Estudió la secundaria nocturna mientras trabajaba con sus tíos y posteriormente
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en Productos Químicos del Norte, una fábrica de insecticidas.
José de Jesús, al igual que Salvador, cursó después de la primaria una carrera técnica, como Secretario y tenedor de libros, “porque no había más carreras aquí” explica Concepción.
En los inicios de los sesenta los jóvenes están buscando otras opciones que no fueran los oficios. Concepción recuerda como a “Salvador le dieron chanza de que estudiara (desde) el segundo año de secundaria, eran tres. José de Jesús también iba a entrar a la secundaria, pero fue con un maestro, que era doctor, a que le diera el certificado médico, que le dijo: y bueno ¿tú que vas a hacer? –Pues voy a entrar a segundo de secundaria. – No, has tu relación de estudios y mándala a México para que te den el tercero de secundaria para que sigas”.
El consejo del profesor le ayudó para que iniciara la educación secundaria a partir del tercer grado.
Al mismo tiempo, Roberto estudiaba primer año y Salvador
segundo en la Escuela nocturna para trabajadores y. José de Jesús ingresó a tercero en la Escuela Técnica y Comercial número 21. La familia guarda un archivo que tiende a recuperar los logros académicos de los hijos: el diploma otorgado a José de Jesús por haber obtenido el quinto lugar en el concurso de “Honra y Memoria del Benemérito de las Américas don Benito Juárez”. En una fotografía, Salvador aparece haciendo experimentos químicos en el laboratorio del plantel secundaria. En otra imagen, se le observa vestido de socorrista de la Cruz Roja, tenía dieciséis años. Lo recuerdan alegre.
José de Jesús, Salvador y Roberto finalizaron la secundaria en 1963. Este último no continuó estudiando “ya entré yo viejo a secundaria”.
Los hermanos menores, a partir de José de Jesús, ingresaron a la Secundaria 21.
81
Es en este centro escolar donde surgieron relaciones de estudio y amistad con otros jóvenes con los que vivirían procesos de radicalización política. Uno de ellos es Francisco Javier Aguirre Meraz, “El Gallo”93, originario de Ciudad Juárez. Aunque era contemporáneo de Salvador, nacidos en 1944, la relación más cercana la vivió junto a Luis Miguel Corral, casi cinco años menor que él.
Sobre cómo se conocieron lo recuerda hablando desde un nosotros: “estuve en la 21, bueno, pues nosotros somos de ahí de la 21, la 21 era, es, una escuela secundaria que era de las escuelas más socorridas […] ahí fue donde yo conocí a Jesús y a Luis Miguel ahí, en la 21”.
Con Salvador coincidió cuando acudió a la Cruz Roja debido a un accidente: “fui a la Cruz Roja y a mí me sorprendió mucho de que no me cobraran y así quedó. Después yo fui a la Cruz Roja de socorrista porque había un grupo de amigos ahí pues de los que éramos boys scouts y ahí llegué yo con ellos y conocí a Salvador […] había otros compañeros que también fueron socorristas y que también hacían referencia de la nocturna para trabajadores. Pues conocí a Chava, Salvador Corral y te digo que la referencia era la escuela para trabajadores”. Las personas a las que “El Gallo” estaba relacionado eran parte de colectivos juveniles de inspiración católica como los boys scouts y otros de acción solidaria o de compromiso social como la Cruz Roja. Jóvenes que estudiaban, trabajaban y eran voluntarios de una institución de beneficencia.
93
Entrevista a Francisco Javier Aguirre Meraz realizada por Alicia De Los Ríos Merino el 24 de
febrero de 2010, en Ciudad Juárez, Chih.
82 “Alegre y preocupado por los demás” es un recuerdo de orgullo para la familia Corral García respecto a Salvador y uno de los antecedentes para explicarse “el dolor por los demás” del joven estudiante. Cuando terminó la secundaria en 1963, tal vez influenciado por su labor como socorrista, decidió ir a estudiar la preparatoria como bachiller en Medicina y Ontología en la Universidad Juárez de Durango.
Alicia Castellanos en su estudio sobre Ciudad Juárez apunta sobre el déficit de escuelas en la frontera94. Si para Concepción, uno de los motivos principales para migrar fue la continuación de los estudios de sus hijos, la oferta limitada de instituciones educativas de nivel medio superior y superior en Juárez ocasionó que el primer hijo que cursaba la preparatoria decidiera migrar de nuevo, ahora de retorno hacia el sur, a Durango.
Tal vez dentro de las expectativas de Concepción el hecho de que sus hijos optaran por cursar una carrera universitaria fue de alguna manera un acontecimiento remotamente lejano. Salvador marcó la pauta dentro de la familia al convertirse en preparatoriano.
¿Por qué no se traslado a la ciudad de Chihuahua, dónde existía una preparatoria de la Universidad? Pudo deberse a que en esta ciudad no radicaba ningún pariente. En Durango habitaban los tíos Corral, hermanos de Telésforo.
Aunque Salvador retornó a su estado natal, se puede observar una fuerte ruptura con la tradición campesina que vivió en su niñez. Los diferentes relatos coinciden en que las opciones educativas en la frontera eran escasas, entre las cuáles estaba la Escuela Superior de Agricultura Hermanos Escobar, que recibía un porcentaje importante de jóvenes provenientes del centro del país. Ninguno de los
94
Castellanos. “Ciudad…” p. 129.
83
entrevistados optó por cursar estudios en esta escuela, a pesar del origen rural de algunos de ellos, por lo menos de los hermanos Corral y de Rigoberto.
Rigoberto apunta que además que las opciones eran pocas, la educación era privada: “Prácticamente no había, mira, lo que había: la Escuela de agricultura que por aquel tiempo era privada. La Universidad no existía, ni siquiera extensiones de la universidad, y párale de contar […] Entonces, no había, no había prepas […] estaba la de “los cebolleros” de agricultura y no había más, obviamente en el área de las ciencias sociales pos nada, no había nada de eso”.
Un año después, se creó el Instituto Tecnológico Regional de Ciudad Juárez. Retomaba el modelo educativo del Instituto Politécnico Nacional. La llegada de la industria maquilera determinó la creación del Instituto Tecnológico Regional número 11 en 1964; la demanda de mano de obra técnica fue uno de los principales motivos. Rigo narra “como casi, casi los agarran de la escuela para que empiecen a trabajar, y con un montón de facilidades que les daban, necesitaban técnicos urgentemente, era muy común que estaban en segundo de prepa y ya se iban a trabajar, sobre todo los técnicos, los de tercero”.
Rigo es el único que da énfasis en el papel del tecnológico como proveedor de mano de obra para las maquilas. En cambio, Francisco Javier “El Gallo” es optimista al recordar “qué bueno que se hizo el Instituto Tecnológico porque hubo a oportunidad de hacer una carrera aquí en Juárez”. Francisco Javier “El Gallo”, quien actualmente es profesor del Tec, recuerda:
84 “Seguimos a preparatoria y la preparatoria por ejemplo pues la iniciamos en el Tec, cuando en el 64 nos venimos a la escuela del tecnológico, por lo menos yo, que era un tribunal para menores que se reacondicionó […] Yo fui alumno fundador de nuevo ingreso pero para hacer primero de preparatoria […] que es un antecedente como las pre vocacionales o vocacionales del Distrito”.
Rigoberto recuerda que “el Tecnológico se hizo con preparatoria en el 64 y luego de ahí esa generación siguió con la profesional, que tenía: contador público e ingeniería industrial […] Además en el tecnológico eras técnico, podías ser técnico si hacías los tres años, salías con prepa y además con título de técnico en alguna de las ramas, herramientas, electrónica, etc.”
Rigo y El Gallo, junto con los hermanos José de Jesús, Luis Miguel, Eloy y Martín, fueron alumnos del Tecnológico de Ciudad Juárez. Todas las narraciones sobre esa institución comparten una cronología similar, con el énfasis de la experiencia individual y las transformaciones de la escuela.
José de Jesús fue el primero de los hermanos Corral García que cursó la preparatoria en el Tecnológico. Su madre narra que “entró al Tecnológico y después se fue al Politécnico […] todavía no había más carreras aquí. Entonces que ya se abrió el tecnológico la primera carrera que se empezó fue la de contador público, pero a Jesús no le gustaba esa carrera y nos dijo: si me dejan ir a México, voy.”
¿De dónde nace la inquietud de José de Jesús para migrar al Distrito Federal? ¿Había una tradición de jóvenes juarense que partían a la capital del país por
85 motivos de estudio? Al preguntarle a “El Gallo” si alguna vez pensó en la opción de estudiar en el Politécnico respondió que “nosotros aquí, la gente que tenía recursos terminaba prepa y se iba a estudiar, o se iban a estudiar preparatoria y vocacional al Poli, los que tenían recursos, a los que no nos alcanzaba pues no ¿verdad?”
Salvador fue el precedente de la familia al salir a estudiar la preparatoria a Durango, lo cual representaba por supuesto la migración a otra ciudad, pero con redes familiares a su alcance y una relación más cercana entre dos localidades de una misma región norteña. Pero el traslado a una ciudad tan lejana como la Ciudad de México implicaba un costo económico para las familias: transporte, manutención, escuela.
¿Cómo se abre la expectativa para Jesús Corral? A partir de este momento y en el capítulo siguiente, el testimonio de Jesús Simental Balderas95 tiene un gran valor para reconstruir episodios de la vida de Jesús y de otros jóvenes estudiantes que migraron al Distrito Federal para estudiar en el Politécnico. Jesús Simental es originario de Camargo, Chihuahua: “mi papá era un chaparrito que cuidaba los caballos a Pancho Villa”. La familia Simental Balderas también migró y se estableció en Ciudad Juárez.
La relación de Jesús Simental con José de Jesús Corral se debió a dos motivos principales: el primero eran las redes de amistad entre distintos profesores de la preparatoria del Tecnológico. Manuel Simental, hermano de Jesús, era profesor de química en la prepa del Tec; dos de sus alumnos eran José de Jesús Corral y Héctor Herrera Serrano. Éste último aparecerá constantemente en la narración de Jesús Simental, relacionándolo con Jesús Corral.
95
Entrevista a Jesús Simental Balderas realizada por Jesús Vargas Valdés y Alicia De Los Ríos
Merino, el 13 de agosto de 2009 en Chihuahua, Chih.
86
Simental Balderas, estudiaba en el Instituto
Politécnico Nacional. Regresó a
Ciudad Juárez en 1965 “porque era un año en que ya nos iban a cerrar esa escuela, nos pidieron un mínimo de cien alumnos de nuevo ingreso y nos dimos al propósito en la ESIQUE (Escuela Superior de Ingeniería Química de Industrias Extractivas) a irnos por toda la República, prepas y tecnológicos a invitar a los que se iban a graduar, a salir de la vocacional, para que se inscribieran en Físico Matemáticas. Ahí fue donde yo los conocí […] De todas maneras ya tenían Jesús (Corral) y Héctor la idea de irse a estudiar a México y al Politécnico, lo que no estaba todavía decidido era la especialidad, la escuela y por la cuestión económica […] Mi hermano fue el que me ayudó también a acabarlos de convencer a los dos que se fueran a México a estudiar”.
El relato anterior nos muestra el papel de influencia de los profesores, que los animaron para cumplir la expectativa de cursar carreras que no existían en el Tecnológico de Juárez. Otro aspecto relevante es la identidad de los jóvenes, como el retorno de Jesús Simental a Juárez para incorporar paisanos
en un
proyecto condicionado por las autoridades educativas del Politécnico.
Así, Salvador en Durango, José de Jesús en el Distrito Federal, dejaron atrás la frontera juarense,
un “way of life” que no los retuvo, por lo menos no para
regresar definitivamente a ella. La expectativa de Concepción, para que sus hijos estudiaran, se cumplió pero en otro lugar, no en la fronteriza ciudad a la que se trasladaron.
Dicha experiencia trazó una trayectoria que modificó desde entonces la colectividad de la familia Corral García, por lo menos en relación a la memoria de ese cohesionado “nosotros” que se empezó a fragmentar. En Salvador y José de Jesús se modificaron conductas y creencias, generando contradicciones en las
87
costumbres y valores de la familia, aspecto que podrĂĄ observarse en el capĂtulo siguiente.
88
Capítulo 4 “Let I be”
En el capítulo anterior observamos como Salvador fue el primero de los hermanos Corral que decidió salir fuera del hogar en Ciudad Juárez, para cursar la preparatoria en la Universidad de Durango. También se apuntó como en la memoria de la familia Corral existe un antes y un después acerca de Salvador. En ese antes la memoria de los Corral se unifica en un nosotros alrededor de los años de convivencia, de relaciones familiares, estudiantiles y laborales conocidas. La mayoría de los testimonios coinciden en que eran unidos, se protegían unos a otros y los conflictos entre ellos parecerían inexistentes. ¿Cuándo se rompe ese nosotros? En el caso de Salvador se pueden apreciar el momento en que la distancia es un elemento evidente para la memoria fragmentada. En la preparatoria de Durango es donde se dio el primer acercamiento de Salvador a una lucha popular como la del “Cerro del Mercado”. De este episodio la familia tiene conocimiento tanto por el propio Salvador, por las anécdotas relatadas por familiares o amigos, así como por los periódicos de la localidad.
Concepción narró que su hijo “se fue a Durango porque no estaba a gusto (en Ciudad Juárez) era muy inquieto, y empezó la (preparatoria en la) Universidad Juárez”. La madre de Salvador no da detalles de la inquietud de éste, excepto que estudiaba y era socorrista de la Cruz Roja. A través de las imágenes familiares se puede observar una familia que se divertía en diferentes eventos sociales o a Salvador rodeado de sus primos o sobrinos, hijos de su hermana mayor María Luisa. No hay evidencia de una actividad política.
Mientras estudiaba la preparatoria Salvador escribía un libro, el cual pensaba vender para ayudar a pagar sus estudios. Lo tituló “Cuando Dios sea justo”. Sólo Roberto se acuerda de ello. Todas las noches, en casa de uno de sus tíos Corral, escribía parte
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de su manuscrito. Los parientes, dudosos, revisaron que era lo que lo que ocupaba por las madrugadas al sobrino que hospedaban. Rompieron su escrito y corrieron de casa a Salvador. Eloy relata que los tíos “eran simplemente muy apegados a la religión y había otro tío que era Caballero de Colón. Hasta la vez que estábamos aquí que comentó Beto que por el libro, o sea nunca supe eso, hasta ese día que supe porque, y entonces pos de ahí va a parar con otros (tíos Corral)”.
Eloy caracteriza a esos tíos Corral, que migraron de Corrales hacia la ciudad de Durango: “más que nada eran muy, muy católicos, de hueso colorado”.
En Durango, la rebelión cristera perduró de 1926 hasta 1941. El municipio de Tepehuanes, Durango, a donde pertenece Corrales, limita con los estados de Nayarit, Zacatecas y Jalisco. El pueblo indígena tepehuan y demás habitantes del municipio profesaban y defendían la religión católica participando de manera activa en la resistencia cristera. Por eso los tíos no toleraron la duda de la justicia de su Dios. No era lo que se les había enseñado ¿Por qué la actitud del sobrino hospedado?
Pareciera que nos encontramos con una de las rupturas más fuertes hasta ese momento de Salvador con una creencia o valor familiar: la religión. En la casa familiar se atrevió a ser crítico de la religión católica en la cual se había criado. Adela narra un acontecimiento que le mostró un Salvador diferente en cuánto a la estructura católica: “Un día estaba enojada con él porque estaba hablando mal de los sacerdotes, de la iglesia. Mi mamá como que empezó a lagrimear. Le cerré la boca con la mano para que se callara. Al otro día le pedí una disculpa. Me contestó que ni me preocupara, que más le debí de haber dado”.
Su hermana María del Rosario “Charo” recuerda que a partir de la estancia en
90 Durango “comenzó la bronca”. Salvador se involucró en las manifestaciones sobre la explotación de fierro del Cerro del Mercado. “Que se lo llevaban a Monterrey (el fierro), que no era justo”. Su familia desconoce en gran parte la actividad de Salvador. “Algo bueno habrá hecho, ya que una calle de la ciudad, en la colonia Asentamientos Humanos, lleva su nombre”. La calle Salvador Corral García se encuentra en una colonia que alude a la invasión de terrenos. […]Toditos los estudiantes ya cansados de sufrir, quitan el Cerro del Mercado pensando en el porvenir. Pensando en el porvenir todito el pueblo se unió, reclamándole al gobierno, lo que antes les prometió […] “Corrido del estudiantado”. Federico Vázquez.
96
En Durango se desarrollaba un movimiento urbano popular, el del Cerro del Mercado. Armando Meza, antropólogo, señala que
“en el centro de la lucha está la reivindicación del mineral (fierro), extraído del Cerro del Mercado, y así no se lleve a Nuevo León, sino que se procese en Durango, para lo cual se solicita construir una planta siderúrgica, que dará empleo a la población de la ciudad. El movimiento es de naturaleza civil y en él intervienen distintas clases sociales, tanto del campo como de la ciudad97”.
96
Avitia. “Corridos…” p. 259.
97
Armando Meza. Movimiento Urbano Popular en Durango. (CIESAS, México, 1994). p. 32.
91
Meza señala dos etapas del movimiento del Cerro del Mercado: 1966 (del 2 de junio al 18 de julio) y 1970 (de enero a finales de mayo) 98. En ninguna de estas movilizaciones Salvador pudo haber participado, pues para diciembre de 1965 o principios de 1966 habría vuelto a su hogar en Ciudad Juárez, después de alcanzar el grado de “Bachiller en Medicina y Odontología”. Sin embargo pudo haber estado presente en las movilizaciones estudiantiles previas a la formación del Frente Cívico Durangueño. Podemos observar que no existen más relatos sobre lo que Salvador vivió en Durango. Los recuerdos que permanecen en la familia Corral son los conflictos con sus familiares Corral por la religión y su involucramiento con el movimiento del Cerro del Mercado, además de la culminación de los estudios de preparatoria. En las pláticas no se permite ver como era ese Durango que vivió Salvador.
En la presente investigación se entrevistó a un actor del movimiento popular de Durango de finales de la década de los sesenta y principios de los setenta, Jesús Vargas. En 1969 llegó a Durango de la Ciudad de México, cuando decidió abandonar sus estudios en el Politécnico. Recuerda que a su llegada
“veía mucha, mucha gente de origen campesino, las mujeres con sus chales esos grises, tradicionales, vestidos largos. Los campesinos con pechera, muchos de mezclilla en general y lo que era muy notorio eran los vendedores que ofrecían sus productos en triciclo. Muchas vecindades […] porque la propiedad estaba concentrada, había mucha gente que no tenía donde vivir, que habían llegado de la zonas rurales y se metían un montón, estaban hacinados”.99
98 99
Ibíd. p. 33 Entrevista a Jesús Vargas Valdés realizada por Alicia De Los Ríos Merino el 5 de agosto de
2010 en Chihuahua, Chih.
92
Durango era una ciudad mayoritariamente rural debido a la migración de los campesinos del interior del estado. Vargas apunta que cuando inició el primer movimiento alrededor del Cerro del Mercado “este era el punto de referencia de pequeñas organizaciones que buscaban resolver problemas económicos añejos en Durango, como el desempleo, si se daba un movimiento del cerro era muy focal, de la ciudad de Durango […] En el 65 es cuando se da más atención. Es importante pero se acaba pronto y no se llega a extender […] Era emblemática la lucha del Cerro del Mercado, porque Durango no tenía industrias, ni la vías de comunicación para conectarse con zonas industriales o comerciales que pudieran permitirle desarrollar una economía. Entonces la gente veía el cerro y decía: industria, industria. Pero el cerro no era una industria, era materia prima, lo único que iban a lograr con eso era obtener ingresos mayores que los que estaban recibiendo por la explotación de la Fundidora. Entonces yo pienso que para la gente desempeñaba un factor muy alucinante ver como el cerro se iba acabando , como estaba más chaparro y que no se les quedaba nada en realidad a ellos, que bueno, si el cerro hubiera sido de oro todavía ¿pero de fierro? No era alternativa”.
¿Por qué se involucraron los jóvenes estudiantes en la movilización del Cerro del Mercado? En el caso de Salvador podemos observar solamente elementos que posiblemente intervinieron para que se acercara a esta movilización popular: su origen rural; la expulsión del campo que vivió su propia familia porque “en Corrales no había nada” y la migración hacia Ciudad Juárez; las relaciones con estudiantes y profesores de la preparatoria. Jesús Vargas recuerda que había movilización en Durango “la presencia de Lucio (Cabañas) en Tuitán, era una leyenda para la gente de izquierda y los profesores que lo conocieron”100.
100
Serafín Nuñez, profesor de Atoyac, Gro., organizó junto a Lucio Cabañas el sindicato de su
zona escolar. Serafín relata que: “El gobierno del estado le pidió a la Secretaría de Educación
93
Vargas recuerda los motivos de su propia llegada a Durango: la invitación de Álvaro Ríos a un grupo de estudiantes del Politécnico que llegaron de China en 1969. Liliana García, autora de “Judith Reyes. Una mujer de canto revolucionario. 1924/1988” apunta que “Álvaro dedicó más de cincuenta años de su vida a la organización de los solicitantes de tierra del norte de México, específicamente los campesinos de Sonora, Chihuahua y Durango”101.
Álvaro Ríos, estudiante de Derecho, estuvo involucrado desde 1952 en la lucha agrarista de su estado con los campesinos afectados por la construcción de la presa “Abelardo Rodríguez”. En 1949 había conocido a Jacinto López, líder de la reciente creada Unión General de Obreros y Campesinos de México. A finales de la década de los cincuenta, Ríos se dio a conocer como dirigente de la UGOCM en Sonora, Chihuahua y Durango.
Para Jesús Vargas “es en los años sesenta, a través de la estrategia de Álvaro Ríos, cuando se integró el movimiento campesino en Durango. Álvaro forma un movimiento
Pública que nos sacara de aquí por que no nos aguantaba ya en Atoyac, no era para tanto, no éramos un peligro pues. Nos mandaron a un pueblito muy simpático, que parece del antiguo oeste, comenzamos a organizar a los jóvenes, a las muchachas, a los campesinos, a las mujeres, con sus hijitos, sus rebozos, descalzas, con los cachetes partidos por el frío de Durango y entonces organizamos la unión de mujeres de Tuitán. Organizamos una marcha de Tuitán a Durango, se llevaba un pliego petitorio: alimentación y empleo, nos iniciaron a visualizar ahí. De Durango pidieron que nos regresaran a Atoyac”. Testimonio para el documental “La Guerrilla y la esperanza: Lucio Cabañas” de Gerardo Tort. (La Rabia Films, IMCINE. México, 2005) 101
Liliana García Sánchez. Judith Reyes. Una mujer de canto revolucionario. 1924/1988. (Edición
redeZ “Tejiendo la utopía”, México, 2007) p. 57.
94
campesino muy grande en Durango, casi cuando aquí se está radicalizando el movimiento en Ciudad Madera, Chihuahua”.
Jesús Vargas apunta una coincidencia cronológica en los movimientos campesinos de la década de los sesenta en Chihuahua y Durango así como la presencia de Álvaro en ambos. También es relevante la incorporación o apoyo de los estudiantes a las luchas campesinas ¿Por qué?
¿Qué pasaba con el campo del noroeste en la década de los sesenta? En el segundo capítulo de este trabajo se narró brevemente la situación de las zonas rurales que produjo un éxodo de millones de familias a las ciudades, por el deterioro de la relación comercial de los campesinos, la imposibilidad de sobrevivir del producto del campo y otros factores, como la sequía de 1956. En el caso de Durango, el flujo migratorio de familias campesinas se dirigió generalmente hacia el norte; para 1960 los originarios de Durango ocupaban el segundo lugar de habitantes no chihuahuenses en Ciudad Juárez. Para Jesús Vargas “entre Chihuahua y Durango había una identidad histórica muy intensa, porque habían sido parte de la misma provincia la Nueva Vizcaña hasta 1824”. Los caminos de ambas entidades se separaron, “Chihuahua entró en una etapa de modernización en la segunda mitad del siglo XIX y Durango se quedó estancado por razones geográficas y políticas”.
Vargas señala que “en la Revolución, las identidades se vuelven a reconstruir principalmente a partir de las formaciones villistas principalmente. Se dio una unión entre chihuahuenses y duranguenses que se mantuvo hasta 1916, cuando Villa integró a la División del Norte y por cuatro años libró una guerra de guerrillas. Durango y Chihuahua pueden definirse como los dos estados
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derrotados y eso también los identifica a los habitantes de ambas identidades. Los protagonistas, el frente, que son derrotados militarmente, de alguna manera desaparecen de la escena. Los que pudieron haber hecho presión para que se llevara a cabo una reforma agraria de fondo están ausentes y lo que quedan son fuerzas en proceso de formación que no tienen claro como encausar una lucha por el reparto agrario […] Hasta 1927 son los ejidos coloniales o pueblos los que reciben una dotación insignificante comparado con todo lo que tenía el Estado susceptible de ser repartido, perfectamente se podían repartir 7 millones de hectáreas entre lo que se compró a Luis Terrazas y lo establecido como terrenos nacionales. Se repartieron 700 mil hectáreas hasta 1927, de las cuáles 500 mil eran restituidas a los ejidos coloniales”.
En los años posteriores a la revolución, tanto en Chihuahua como en Durango se desarrolló un neo latifundismo y una fuerte oposición al ejido. Es curioso observar como el propio Lázaro Cárdenas no se enfrentó a los latifundios, como en el caso del “Babícora Development Co.”, propiedad del magnate norteamericano William Randolph Hearst, principal dueño de la cadena periodística de Estados Unidos. Para Jesús Vargas, Cárdenas “no quiso aventarse la bronca después de lo del petróleo” y apoyó de manera marginal la lucha de líderes campesinos, como Socorro Rivera, en contra de los latifundistas. La lucha de Rivera para lograr la expropiación del latifundio concluyó con su muerte el 14 de abril de 1939.
La acción contra los latifundistas en la Babícora fue respaldada por maestros del Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza de la República Mexicana (STERM), afiliado a la CTM. Estos profesores venían de la escuela socialista de Lázaro Cárdenas, formados en escuelas normales regionales, normales rurales y regionales campesinas. Lorenzo Meyer apunta que “aunque Lázaro Cárdenas retomó los principios de la Reforma Agraria y terminó con la liquidación de esta
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reforma propuesta por Calles, los regímenes de Ávila Camacho y Alemán Valdés terminaron por dejar en el olvido la continuación de la repartición de tierras”102.
Con Alemán, la reforma al artículo 27 favoreció curiosamente a un reducido grupo de particulares, como Bosques de Chihuahua, empresa liderada por Eloy Vallina, quien vendió el ferrocarril al Gobierno Federal a cambio de concesiones y facilidades para explotar las zonas forestales.
Un factor estratégico de la hegemonía del PRI era la incorporación orgánica y sectorial de los campesinos y los trabajadores urbanos al partido oficial, por ello todos los campesinos beneficiados por la reforma agraria pertenecían a la Confederación Nacional Campesina (CNC). Alemán, con el objeto de asegurar un control ideológico y político más directo sobre la principal central obrera, la CTM, expulsó a Vicente Lombardo Toledano103. Éste fundó en 1949 la Unión General de Obreros y Campesinos de México (UGOCM) El gobierno alemanista declaró ilegal cualquier mediación emprendida por la nueva organización campesina. Sin embargo, en el campo norteño la Unión si tuvo una fuerte movilización frente a problemas agrarios. En ella militaban profesores, estudiantes y campesinos, algunos muy cercanos al Partido Popular al que después se le agregó Socialista (PPS).
Liliana García señala que “a finales de la década de los cincuenta, (Álvaro) Ríos se dio a conocer como dirigente de la UGOCM en Madera. Su participación en esta región
102
Lorenzo Meyer. “El primer tramo del camino” y “La encrucijada”. Historia General de México, El
Colegio de México (tomo 2, México, 1981) p. 1300. 103
Julio Labastida. “De la unidad nacional al desarrollo estabilizador (1940–1970)” en América
Latina: Historia de medio siglo, siglo 2, México, Centroamérica y el Caribe, Coord. Pablo González Casanova (Siglo XXI-UNAM. México. 1981) p. 342
97
fue determinante en el desarrollo de un gran movimiento de masas que derivó en el asalto al cuartel de Madera […]104”
Para Jesús Vargas, de 1916 transcurrió hasta finales de los cincuenta para que “nuevamente se juntaran las identidades” de Durango y Chihuahua, “inicia el movimiento agrario moderno con la UGOCM y la muerte de Luján” 105. Fue el homicidio del profesor Francisco Luján Adame, el 26 de noviembre de 1959, en Ciudad Madera, el hecho que originó el principio de un fuerte conflicto agrario en la década de los sesenta en Chihuahua.
Campesinos de la UGOCM protestaron en Ciudad Madera por el homicidio del profesor Luján, culpando a Tomás Vega y José Ibarra. En el mitin hablaron Pablo Gómez, Arturo Gámiz y Álvaro Ríos. Era enero de 1960. Los dirigentes más visibles de este movimiento incipiente, tomarían rumbos distintos después de cinco años.
Álvaro Ríos nació el
de febrero de 1933, en un humilde caserío del antiguo
municipio de Óputo, también conocido con el nombre de Villa Hidalgo, en el norte de Sonora, muy cerca de Nacozari. 106
Pablo Gómez Ramírez era originario de la ciudad de Saucillo, en el sur del estado de Chihuahua. Militó en el Partido Popular Socialista; formaba parte de la UGOCM. Era médico y profesor normalista. Desde los inicios de la década de los sesenta impartió clases en la Escuela Normal de Saucillo.
Arturo Gámiz, nació el 28 de febrero de 1940, en Súchil, Durango. Vivió su infancia y adolescencia en el Distrito Federal; cursaba la vocacional en el Instituto 104
García, “Judith…” p.58
105
Luján era secretario regional de la UGOCM. Profesor pensionado, se dedicaba a asesorar
grupos campesinos. 106
García, “Judith…” p.57
98
Politécnico Nacional en 1956 cuando se desarrollo la huelga. Desde entonces militaba en el Partido Popular Socialista. La familia se trasladó a Anáhuac, Chihuahua por trabajo del padre. En 1959 ingresó a la Escuela Normal Superior de Chihuahua. En 1961 se fue a trabajar de profesor a Cebadilla de Dolores, Madera, donde Salvador Gaytán era el presidente seccional. El conflicto agrario de Cebadillas de Dolores contra el cacicazgo de la familia Ibarra, fue el motivo principal de protestas campesinas en donde intervinieron la UGOCM, estudiantes y profesores normalistas agrupados en la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México.
Los estudiantes vivían en un contexto donde observaban dos revoluciones: la cubana y la mexicana.
Desde el discurso de una “paz indivisible”, el Estado
mexicano respondió a los reclamos populares en el campo mediante la cooptación y el corporativismo nacional; también frenó a través de la represión, pero fue capaz de condicionar que las protestas en buena medida se formularan en términos de las propias instituciones de reforma agraria. Al satisfacer demandas, el propio aparato estatal se legitimaba y fortalecía107.
En Chihuahua,
las
autoridades como el Departamento Agrario y Asuntos de Colonización, el Gobernador Práxedes Giner Durán, poco resolvían frente el apoderamiento ilegal y armado de grandes propietarios o ganaderos.
Giner es un ejemplo de los
beneficios de la Revolución burguesa de 1910: originario de Camargo, Chihuahua, había participado en la División del Norte; dejó las filas del villismo para integrarse a las fuerzas carrancistas; fue diputado federal y senador. Se convirtió en Gobernador de Chihuahua en 1962108. El Procurador de Justicia del Estado con Giner fue Hipólito Villa, hijo de “Pancho”. 107
Guillermo De la Peña. “Sociedad civil y resistencia popular en el México del final del Siglo XX”.
Coord. Leticia Reina. Crisis, reforma y revolución. (Taurus, CONACULTA, INAH, México, 2002) p. 374. 108
Contreras. “Informantes…” p. 166.
99
La revolución viva, la cubana, en donde se llevaba a cabo una radical reforma agraria. En Chihuahua se conocía a través de los folletos que el PPS editaba permanentemente. El de fecha 12 de abril de 1961, con el título “Defender a Cuba es defender a México y a la América Latina” el PPS hacía un llamado a voluntarios para trasladarse a Cuba y luchar por la soberanía de la nación. Lo firmaba Vicente Lombardo Toledano y Jacinto López, secretario de Asuntos Campesinos del PPS y al mismo tiempo dirigente nacional de la UGOCM. Pablo Gómez viajaría a Cuba en ese año.
Con la experiencia cubana se generó una profunda discusión en torno a cuestiones estratégicas y las tácticas de los posibles procesos revolucionarios. Los méritos y los alcances de la revolución mexicana de 1910- 1917 empezaron a ser severamente cuestionados a la luz de las experiencias inmediatas: la represión a las movilizaciones obreras, las persecuciones a luchadores agrarios, el autoritarismo prevaleciente.
Algunos profesores normalistas fueron agentes para que los estudiantes idearan otro país. Muchos de ellos vivieron la migración del campo a la ciudad. Jesús Vargas encuentra ese engrane de continuidad en relación a los problemas del campo: “Es precisamente la década de los cincuenta cuando la presión sobre la pobreza del campo es notoria en los hijos y nietos de los revolucionarios”. Para Víctor Orozco109, historiador, originario de la sierra de San Isidro, Chihuahua, “el proceso de migración del campo a la ciudad representó el tránsito entre una sociedad agraria y una industrial”. Cuando invadí latifundios me echaron los federales y a punto de bayoneta me vaciaron los morrales
109
Orozco. “Diez…” p. 259
100 luego fui caravanero descalzo en la carretera con miles de campesinos solicitantes de tierra. […] Soy campesino y conozco la ley por muchas razones pues la política agraria está en manos de ladrones […] “Solicitando parcela”. Judith Reyes
La cuestión agraria a partir del inicio de la década de los sesenta era un problema caliente al que se unieron jóvenes estudiantes, la mayoría de ellos normalistas, hijos de campesinos quienes habían migrado a las ciudades con el propósito de continuar estudios. Cuando el conflicto llegó a la ciudad de Chihuahua, vía caravanas organizadas por la UGOCM, se sumaron aquellos estudiantes de la Normal de Chihuahua o de las rurales cercanas, Salaices o Saucillo.
Entre 1960 y 1964 las invasiones de tierras en el Estado de Chihuahua fueron una constante. El gobierno federal no tomó decisiones que tendieran a parar la violencia en la sierra del noroeste; el gobierno del General Giner ordenó la intervención del ejército para aprehender estudiantes y campesinos en las invasiones.
Los grandes propietarios de tierra denunciaban que la amenaza roja había llegado a Chihuahua, como lo evidencia la nota del jueves 19 de septiembre de 1963 publicada en El Heraldo de Chihuahua110. El Frente Patriota de México, región Chihuahua, publicó el desplegado:
110
Contreras. “Informes...” p. 63.
101 “Hace tiempo que las fuerzas disolventes al servicio de Moscú, trabajan sin descanso para convertir a nuestro país en otro satélite más del sanguinario imperio comunista (…) Ahora ha llegado el turno a México. Y es precisamente en Chihuahua donde el rojismo vernáculo pretende ensayar sus tácticas de disturbios y de guerrillas”. La noticia se publicó días antes de celebrarse “El Primer encuentro de la sierra” en octubre de 1963. Al encuentro asistieron delegados de la UGOCM de Sonora, Durango, Coahuila, Sinaloa, México y Chihuahua.
Pablo y su hermano Raúl decidieron seguir a partir de 1964 por las invasiones de tierra. Álvaro Ríos por las caravanas campesinas. Arturo por la guerrilla. A partir de este momento ya no fue identificado como profesor o integrante de la UGOCM, sino como gavillero o guerrillero remontado en la sierra junto a los Gaytán.
En esta guerra interna chihuahuense había rupturas de ambos lados; de la futura guerrilla y las instituciones estatales. Gámiz consideraba que las posiciones de la UGOCM eran “incapaces para llevar su lucha hasta el final”. El año de 1964, momento que Jesús Vargas señala la coincidencia del movimiento campesino que se extendió en Durango con Álvaro Ríos, y en Chihuahua se radicalizó con el núcleo de Arturo Gámiz y Salvador Gaytán, el Grupo Popular Guerrillero. Año de elecciones presidenciales, Pablo Gómez era candidato del PPS como diputado suplente por el distrito de Delicias. El Partido Popular Socialista apoyó la candidatura del candidato Gustavo Díaz Ordaz del PRI. Arturo Gámiz, ya en la clandestinidad, llamó a votar por Gómez. El Frente Electoral Popular (FEP), grupo político creado por el Partido Comunista. El FEP aunque fue legalmente registrado, el día de las votaciones no se le reconoció representatividad legal en las urnas. En febrero de 1965 se realizó el “Segundo encuentro de la Sierra Heraclio Bernal”, en la ex hacienda Torreón de Cañas, en Las Nieves, Durango. Torreón de Cañas
102
era territorio de
Álvaro Ríos, extensa zona agrícola, de temporal, donde se
combinaba la agricultura con el ganado bovino principalmente. Esta zona del norte tenía más que ver con el sur de Chihuahua, que con la propia capital duranguense, a la cual se podía llegar después de recorrer más de 400 kilómetros. Para Jesús Vargas es obvio que el segundo encuentro se realizó en Torreón de Cañas “por protección, porque no estaba tan caliente como en Chihuahua y porque estaban los campesinos de Álvaro”.
En el segundo encuentro quedó claro dos posturas encontradas dentro del movimiento campesino regional: la propuesta del Grupo Popular Guerrillero con Gámiz, Gómez y Gaytán; y la de Álvaro Ríos, aún representante de la UGOCM, quien se inclinaba por la lucha de masas dentro de cauces elásticamente legales. Estaban en contra también el PPS y el PC. Para éstos Gámiz escribió: “Los que dicen que hay que esperar a que se den todas las condiciones, que hay que esperar el momento y que hay que organizarlo todo perfectamente, de hecho están esperando tras su escritorio que las columnas rebeldes lleguen hasta su oficina para informarles que empiezan las operaciones regulares y de posiciones para darse cuenta de que ya es el momento”
En el Grupo Popular Guerrillero hubo un claro deslinde de los partidos políticos de izquierda. La acción estaba en el foco guerrillero contra el enemigo, particulares con poder o las instituciones, legales o no, como el ejército, la policía o guardias blancas.
Pero Álvaro Ríos no era un dirigente político, sino campesino. Creo que la divergencia de Ríos respecto a la lucha armada de Gámiz y Gómez ha sido objeto de un juicio silencioso. Jesús Vargas, al observar durante la entrevista la poca atención para conocer los motivos de Ríos de no incorporarse a la lucha armada, reflexiona: “la diferencia es que Ríos no murió, Arturo y Pablo si”.
103
Esta frase encierra uno de los problemas más recurrentes en la reconstrucción de la memoria sobre las organizaciones armadas contemporáneas: pareciera que las luchas o resistencias civiles y abiertas se convirtieron en contrarias de la lucha armada.
El caso de los actores en el movimiento de la región de Madera bien puede comprenderse a partir de lo que señala Carlos Montemayor “no es posible señalar líneas divisorias claras entre los grupos propiamente armados y las organizaciones populares activas, cambiantes y complejas que enarbolaron reivindicaciones agrarias, magisteriales o sindicales”111. […]Arturo Gámiz le dijo, al campesino del lugar por los caminos legales tierras no te van a dar si acapararon la tierra los Borunda y Alemán toma tu rifle y pelea como lo hacen los Gaytán[…] “Corrido de Arturo Gámiz”. Judith Reyes.
El jueves 23 de septiembre a las 6: 15 de la mañana, trece miembros del Grupo Popular Guerrillero
intentaron tomar por asalto el cuartel militar de Ciudad
Madera. Resultaron muertos Arturo y Emilio Gámiz García, Pablo Gómez, Salomón Gaytán, Miguel Quiñónes, Rafael Martínez Valdivia, Antonio Scobell y Óscar Sandoval Salinas. Lograron huir cinco sobrevivientes. El grupo pretendía tomar la población, expropiar fondos del banco local y lanzar por la estación de radio un llamado a la lucha armada. Trece muchachos de menos de 25 años (con excepción del doctor Gómez de 38) se enfrentaron con armas viejas y bombas construidas por ellos mismos a ciento veinticinco militares.
111
Montemayor. “Guerrilla…” p. 25.
104
Todas las fuerzas políticas condenaron o reprobaron el intento guerrillero. El PPS y la UGOCM se deslindaron de sus ex integrantes, aunque reconocieron que el cacicazgo propició esas acciones desesperadas. El PCM “reconocía la justeza de los ideales (…) lo erróneo es el método, la línea táctica (…) se deduce la inmensa responsabilidad moral de los que alientan la línea táctica por la que se guió Gámiz112”.
El PCM, el PPS, la UGOCM, eran organizaciones legales dentro de las reglas del régimen priísta. A partir de este momento, muchos jóvenes que militaban en la Juventud Comunista, rompen con el Partido Comunista, se dio una “desbandada”, creándose un imaginario de enemigos, más evidente en el discurso de la década de los setenta.
Sin embargo creo que la observación de Laura Castellanos es importante: “También era una historia de la que la izquierda partidista había tomado distancia, no sólo porque rechazaba sus métodos por razones ideológicas, sino porque sin tomar las armas había sido perseguida prácticamente durante todo el siglo XX”113.
La guerrilla de Arturo Gámiz, como se le conoce, marcó el inició de los movimientos armados contemporáneos. Pero de alguna manera frenó el la movilización rural en la sierra de Chihuahua, ya que el resto de los campesinos simpatizantes no podían integrarse a la vanguardia revolucionaria. El entierro en la fosa común de los guerrilleros muertos en Madera fue una llamada de atención, mortal: “¿Querían tierra? ¡Pues échenles hasta que se harten!”, pronunció el Gobernador Giner.
112
Orozco. “Diez…” p. 266.
113
Castellanos. “México…” p. 17.
105
En
Durango,
el
movimiento
campesino
liderado
por
Álvaro
prosiguió,
transformándose en la década de los setenta en un movimiento popular donde participaron jóvenes, “los estudiantes” con influencia ideológica de la “línea de masas chinas”.
A partir de 1970 se dio la segunda etapa de movilización alrededor del Cerro del Mercado, la conformación de comités de defensa popular que invadieron terrenos donde se fundaron colonias populares, como la de Asentamientos Humanos, a la cual atraviesa una calle de nombre Salvador Corral García. […] Fue de planeta en planeta buscando agua potable, quizás buscando la vida o buscando la muerte -eso nunca se sabe-. Quizás buscando siluetas o algo semejante que fuera adorable, o por lo menos querible, besable, amable [...] “El elegido”. Silvio Rodríguez
Salvador Corral García terminó en 1966 la preparatoria en Durango. Retornó a la casa familiar en Ciudad Juárez. Atrás quedó el Cerro del Mercado, su participación no generó una sensación de peligro para la familia. Acaso de incomprensión. Algunas actitudes e intereses de Salvador se modificaron estando lejos de casa. Salía con una cámara a tomar fotos en las colonias de la periferia. Cuando regresó le dijo a Concepción casi llorando: “-Ay mamá, ¡cuánta miseria!, si usted viera cómo está allá. Y le pregunté: - ¿y tú qué quieres hacer? -Pues que se acabe esto.
106
- ¿Y cómo se puede acabar? Esto nunca se va a acabar. - Pues se tiene que acabar. -Pero tú no lo puedes hacer, si quieres ayudar a la gente sigue estudiando y así podrás ayudar a los que quieras, pero ahora ¿qué puedes hacer tú?”
En la anécdota de Concepción podemos observar lo que significaba el estudio: no sólo era importante para el avance individual sino para transformar la sociedad. Eso es lo que se espera de los jóvenes, el progreso y bienestar. Salvador escribió al reverso de las fotografías frases como: “¿Usted cree que esto es un baño? No, es una casa donde vive una familia de doce integrantes”. Las fotografías ya no existen, los hermanos las cuando la policía llegó la casa familiar buscando a Salvador en 1973.
Las hermanas recuerdan que con frecuencia llegaba sin chamarra a la casa. El frío extremo de Juárez hacía notoria la falta de abrigo. “Los regalaba en la calle cuando veía gente que no traía”. Su madre recuerda que cuando estaba en casa siempre estaba pendiente de lo que hacía falta, “fue de muy buen corazón”. No quería ver sufrir a nadie. Doña Concepción le decía que así era la vida y no la podría remediar.
Ante las primeras manifestaciones de inconformidad social en Salvador, la familia trata de explicarlas a través de la lógica cristiana: el dolor por el sufrimiento de los demás, la injusticia, la marginación de los pobres ¿qué mejor que el dedicarse a una carrera universitaria que pudiera salvar vidas?
Salvador pidió a sus padres lo mandaran a estudiar medicina al Distrito Federal. Su madre recuerda lo mandaron con sacrificios, “porque de la tienda apenas sacábamos”. Doña Concepción compró en El Paso lo necesario para los estudios superiores de su hijo: batas, instrumentos quirúrgicos.
107
En esta segunda separación, la vida de Salvador es mucho más borrosa para sus padres y hermanos. Recuerdan que a partir de relaciones de amistad y estudiantiles conoció a otros jóvenes que se plantearían indispensable la lucha armada como forma de cambio estructural. Cuando hablan de las nuevas relaciones de Salvador, como “Patricio” o “Ricardo”, se observa un gesto de disgusto.
El caso de Salvador es diferente al de José de Jesús, quien también se fue a la Ciudad de México. Pareciera que son más las personas que estuvieron relacionadas con Jesús en el Distrito Federal, dispuestas a aportar testimonios sobre él o la historia que vivieron juntos. En el caso de Salvador no.
Un factor para compartir o no una memoria sobre los jóvenes Corral García en la Ciudad de México bien podría suceder por el motivo que apunta Jesús Simental, promotor para que José de Jesús decidiera estudiar Físico Matemáticas en el Instituto Politécnico: “Salvador entró a estudiar medicina con mi hermano Raúl (en la UNAM) fueron compañeros, claro que Raúl de Salvador se acuerda muy poco porque la Universidad es demasiado grande y no les tocó el mismo salón. Y el caso es diferente a nosotros, ya ve que en Físico Matemáticas éramos unos cuantos, por eso había mucha interacción entre todos los que no éramos del DF”.
La UNAM, para 1966 rebasaba los cien mil estudiantes, con un promedio de 35 estudiantes por profesor114. En cambio, anteriormente Jesús Simental relató la salida de algunos estudiantes del Politécnico a provincia para buscar nuevos alumnos y evitar que cerraran algunas carreras. Pero también las entrevistas nos indican, que en el caso de Ciudad Juárez había una tradición, determinada por la economía o 114
Manuel Martínez. Documental “No se olvida”. Serie La vida en México en el siglo XX. (Dirección
de Actividades Cinematográficas de la UNAM. Vol. VII)
108
redes sociales, de residir en el Distrito Federal para cursar estudios superiores en el Politécnico.
Dos testimonios ayudan de suma manera en la presente investigación para entender el proceso de los jóvenes norteños que viajaron por motivos de estudio. Uno es el de Jesús Simental. Otro el de Jesús Vargas Valdés, contenido en el borrador de su libro “La Patria de la juventud. Los estudiantes del politécnico en 1968”.
En este
testimonio Jesús Vargas narra el período que vivió en el Distrito Federal como estudiante del politécnico.
Vargas aborda la descripción del proceso de politización de los jóvenes politécnicos, al iniciar con la experiencia que supone dejar el hogar familiar y trasladarse más de 1500 kilómetros hasta el centro de la República: “Desarraigarse de la tierra, de la casa familiar, no era fácil; se requería algo de ambición y decisión. El primer obstáculo era la separación de la familia, con todas las privaciones que esto acarreaba, no sólo económicas, sino afectivas. También dolía mucho la separación de amistades y en muchos casos de la noviecita, que se quedaba esperando (aunque de eso casi todos se curaban)”.115
En el relato es obvia la idealización de la familia, la dificultad de separarse de ella ¿No existía un sentimiento de liberarse? En el resto del capítulo podremos observar que la tendencia de la mayoría de estudiantes de Juárez, varones, retornaban a su ciudad cada período vacacional.
José de Jesús Corral presentó examen e inició los estudios de físico–matemático. Cuando llegó Salvador a la Ciudad de México, los hermanos no vivieron juntos.
115
Vargas. “Patria…” p. 69.
109
Geográficamente la distancia era extrema, Salvador estudiaba en Ciudad Universitaria y Jesús en Zacatenco. Jesús Simental cuenta como José de Jesús “se fue allá con los amigos de acá de Juárez, con los Domínguez, que vivían en unas casitas muy humildes que están por lo que fue el primer INFONAVIT, no sé si sería FOVISSSTE, porque había mucho maestro del Poli, a un lado de Zacatenco. En el cerro de Zacatenco precisamente estaba la casa”.
Simental relaciona a los hermanos Miguel y Gabriel
Domínguez como parte del
grupo en el que vivía José de Jesús; sin embargo los Corral García entrevistados no recuerdan que su hermano compartiera casa con los Domínguez en el Distrito Federal.
Los Domínguez también eran originarios de Durango, de la comunidad San Darío, municipio de Tamazula, en la Sierra Madre Occidental. En 1953 migraron de niños junto a su familia hacia la frontera juarense. Egresados de la preparatoria del Tecnológico Regional de Ciudad Juárez,
posteriormente se inscribieron en la
Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura en el Politécnico, donde estudiaban Geología116.
Los Domínguez son otros jóvenes de los cuáles poco se ha reconstruido su proceso de radicalidad en la década de los sesenta. A partir de este capítulo podremos observarlos como actores de diferentes grupos armados, coincidiendo con los hermanos Corral y otros entrevistados en la Liga Comunista 23 de Septiembre, de la cual Gabriel fundador.
¿Cómo vivían éstos recién llegados, hasta entonces hijos de familia? Simental narra que José de Jesús y sus compañeros juarenses “como vivían juntos en esa casa, no
116
Testimonio de José Domínguez Rodríguez.
110
era de asistencia sino que ellos mismos, como nosotros, pagábamos (renta), hacíamos la comida y la limpieza”.
El internado del Politécnico dejó de funcionar a partir de la huelga de los estudiantes y la toma de las instalaciones por el Ejército el 23 de septiembre de 1956. A partir de ese momento, los estudiantes de la provincia debieron llegar a casas de asistencia o reunirse con otros estudiantes para compartir y aminorar gastos.
Esta colectividad se parecía a una nueva forma que se planteó en la década de los sesenta como forma de vida: la comuna de hippies, recurrentemente asociada en la historiografía como un rompimiento de la tradición. Sin embargo, el compartir casa y gastos es una forma común de vida para los trabajadores migrantes. Para León Chávez Teixeiro, cantautor, artista plástico y militante del movimiento popular en el Distrito Federal, “eso de los hippies en realidad era algo de la clase media, de la burguesía. Cuando yo entro a la escuela de cine (CUEC) de pinche chiripa, precisamente los que me empiezan a hablar de comunas son gente de lana ¿no? Y del mundo del arte y de la chingada, de la mafia, digamos ¿no? Entonces nos enteramos realmente de manera directa, o sea ellos son los primeros que nos hablan de la revolución cubana pero como ya cerquita ¿me explico? La revolución china y de todo ese desmadre y de las comunas de Estados Unidos, pero nosotros ya vivíamos de alguna manera en comuna porque necesitas la feria y porque entre cinco güeyes te mantienes mejor que entre dos ¿si me explico? O sea nuestra colectividad era una colectividad real, la de ellos era una invención”.
Los jóvenes que llegaban de provincia se reunían normalmente por la afinidad de los lugares de origen. En el caso de los estudiantes norteños, descubren en el Distrito Federal que la identidad era un elemento que los cohesionaba. Jesús Vargas narra en su libro
111
“[…] casi todos los provincianos enarbolábamos orgullosamente nuestro origen, empezando por el acento y los modismos, que eran como la carta de presentación. En eso los del norte éramos los más ostentosos, porque la gente del DF nos expresaba cierta admiración y al hablar exagerábamos un poco el golpe y el volumen para que no quedara duda de dónde éramos”.117
En la cotidianeidad los muchachos dividían su tiempo en el estudio y regularmente en el deporte. Jesús Vargas recuerda que “algunos de los mejores jugadores del béisbol en el Politécnico eran de Sinaloa y Sonora; y en el básquetbol, los de Tijuana, Chihuahua y Durango”118. Jesús Simental va más allá y señala una frontera cultural entre los originarios del Distrito Federal y los del norte: “éramos los tontos para los chilangos, todos los que éramos de provincia, pues si eran unos pleitos en los juegos ¿verdad? En la alameda, en el básquet, en el futbol, en el béisbol, en volibol, pero siempre surgía pleito cuando algún equipo de chilangos. Jugábamos entre los de Sonora, Sinaloa, Durango, Chihuahua y terminábamos borrachos, ya fuera que ganaran ellos o ganáramos nosotros. Así sucedió”.
Jesús Simental relaciona este conflicto con la actividad política estudiantil. Él era estudiante de la Escuela Superior de Ingeniería Química de Industrias Extractivas (ESIQUE) la cual “estaba completamente dominada por el PRI a través de la FNET (Federación Nacional de Estudiantes Técnicos), entonces ellos quitaban y ponían directores, maestros y la sociedad de alumnos era de ellos. Entonces ese grupo de 50 (estudiantes de la ESIQUE) nos organizamos porque éramos
117
Ibíd. p. 72.
118
Ibíd.
112
puros de provincia y formamos un comité para jugar el comité de la sociedad de alumnos. Ganamos, pero yo el día de la toma de protesta no fui, porque sabía, yo les había dicho que no nos iban a dejar tomar posesión. Dicho y hecho, cuando iban a tomar posesión los compañeros de la ESIQUE que habían ganado la elección llegaron los porros de la FNET y quebraron vidrios y todo eso […] en la planilla estaba Nacho del Valle y varios jurenses. Entonces ya llegaron varios golpeados, claro yo estaba ahí en la casa de Zacatenco, ya teníamos tinas de cerveza y su tequilón porque sabíamos que iban a recalar. ¡Ya sabía! Les dije. Que el poder no nos lo iban a entregar a una bola de provincianos”.
Jesús Vargas relaciona a esta Federación de estudiantes con los grupos de porros que se presentaban en los clásicos de fútbol americano. Para Jesús, la rivalidad presente entre los equipos de Burros blancos y guindas “era superficial, pues eran los porros, grupos de jóvenes que habían desertado de escuelas o que no eran estudiantes, los que generaban conflictos. Desde principios de los sesentas, los grupos de porros fueron protegidos por los líderes de la FNET, quienes servían de marionetas a los políticos priístas”.119
Simental, quien cursaba Ingeniería en la ESIQUE, decidió inscribirse en Físico Matemáticas. Jesús Corral, su amigo juarense Héctor Herrera y Simental se dedicaban al estudio, “nosotros tres no sabíamos nada de política”. Jesús Simental recuerda que ellos mismos, junto con otros estudiantes de provincia integraron un club que se llamaba el Ateneo Bertrand Russell, “a partir de ese Ateneo formamos una planilla para formar la sociedad de alumnos, porque al revés, en Físico Matemáticas dominaba el Partido Comunista, a través de la Juventud Comunista, donde estaba Raúl Álvarez
119
Ibíd. p. 73.
113
Garín, ellos eran como los directivos, o sea era la izquierda, izquierda y acá en el ESIQUE pos era del PRI, ¿verdad? Entonces les ganamos, les ganamos la sociedad de alumnos con Jesús Reyes, de Tamaulipas. Entonces ahí fue donde yo vi que Jesús más que Héctor Herrera se interesó más en la política estudiantil. Ya se involucró más con los que quedaron en el comité”.
Simental recordará a lo largo de su entrevista a Raúl Álvarez Garín, militante del Partido Comunista, dirigente estudiantil politécnico, representante del Comité Nacional de Huelga en el 68 y preso político después del 2 de octubre del mismo año.
Según Simental la elección de la sociedad de alumnos fue en 1965. José de Jesús Corral no pudo participar, pues fue de la generación 1966-1969 de FísicoMatemáticas. Sin embargo, me parece significativo que Simental continuamente relacione a José de Jesús con los hermanos Domínguez precisamente en el año 65, meses antes a los hechos en Madera.
Al iniciar esta investigación se planteó de alguna forma la posible relación de José de Jesús con el Grupo Popular Guerrillero, cuando se entrenaban en la Ciudad de México ¿Por qué? Según Jesús Simental “en el 65 cuando se soltó, nos tocaron aquí los de Madera que andaban entrenándose en el Ajusco. No sé cómo estuvo la situación, a través de los Domínguez y de Jesús conocemos a varios, que después los vimos ya en el periódico, en lo del asalto y nos dijeron y nos platicaron que hubo un coronel que había desertado del ejército era el que los estaba entrenando en el Ajusco y nos invitaron en aquel entonces cuando iban a hacer el asalto”.
114
Pudiera ser que los recuerdos de Jesús Simental sobre estos hechos tengan una estrecha relación con los Domínguez y la participación de éstos a su vez evoquen la presencia de José de Jesús Corral. Las trayectorias radicales de éste y la de Gabriel Domínguez se juntarían años después, en la conformación de la Liga Comunista 23 de Septiembre.
Pero en caso de que la relación de los Domínguez con los guerrilleros del Grupo Popular Guerrillero pudiera haber ocurrido ¿cómo se dio esa relación? ¿Se podía invitar a un grupo de cuatro, cinco personas a entrenar para conformar una guerrilla? A través de la conversación con Saúl Ornelas, sobreviviente del Grupo Popular Guerrillero, es obvio que las medidas de seguridad eran estrictas, tanto, que él siendo sobrino de Pablo Gómez, sólo tenía la comisión de correo. Aún siendo estudiante de medicina en la UNAM y radicando en el Distrito Federal, no era parte del grupo que se entrenaba militarmente. Saúl aclara que lo que si supo es que no entrenaban en el Ajusco, “sino en el Cerro de la Estrella, por la salida a Puebla, creo que debe haber sido por febrero, marzo del 65. Tenía 25 años […] ellos no me decían pero me daba cuenta de algunas cuestiones. Ellos tenían una casa de seguridad en la calle que se llamaba Penitenciaría y calle Lecumberri y ahí vivían y eran un grupo muy cerrado, con normas de clandestinidad. Entonces yo nunca me enteré de que ellos hubieran hecho contactos con otros grupos para entrenarse. No se puede descartar que Arturo haya hecho eso, que haya buscado a gente del Politécnico para entrenarse en el Ajusco, pero nunca supe eso, en ningún documento, pláticas, porque los únicos que podían haber invitado a eso en esa época era Arturo o Pablo, entonces desconozco esa situación. Entonces si los invitaron, concediendo la posibilidad, solo pudo haber sido Arturo Gámiz”.120
120
Entrevista a Saúl Ornelas Gómez realizada por Alicia De Los Ríos Merino el 28 de febrero de
2010 en Chihuahua, Chih.
115
Saúl recuerda que después del frustrado ataque al cuartel en Ciudad Madera, los sobrevivientes viajaron a la Ciudad de México a principios de octubre de 1965, porque pensaban extender su movimiento a otros estados de la República. Entre los encuentros que tuvieron, Saúl narra que “nunca me acuerdo de haber hablado con gente del Politécnico, eran más bien de la Universidad”. ¿Por qué? ¿La UNAM era políticamente más activa?
Para Soledad Loaeza, la desmovilización política era un aspecto central del régimen priísta a través de políticas de control como la educación y el corporativismo121. Lo que señala Loaeza lo ejemplifica Jesús Vargas en el Instituto Politécnico antes de 1967 “había una vanguardia militante de izquierda que organizaba los mítines de apoyo a Cuba o Vietnam, núcleos de jóvenes militantes de la juventud del Partido Comunista que intentaban atraer a jóvenes que se negaban participar en política”.122
¿Por qué se negaban? Pudiera ser que los espacios o los colectivos no fueran atractivos o incluyentes; que las relaciones de poder entre grupos se dirimieran con frecuencia en otros espacios, como los partidos deportivos o la calle. León Chávez Teixeiro cree que antes del 68 “si había una radicalidad en los barrios, realmente estábamos hasta la chingada […] de los pinches ricos […] de que empezábamos a ver, aquí en el Distrito Federal como estaban destrozando la ciudad, como la policía te reprimía de todo, no te podías besar en un jardín porque te mandaban a la chingada, nosotros, yo por ejemplo usaba huaraches y una piocha y la pinche policía me decía que era yo traidor a la patria, nos echaban a los del
121
Loaeza. “México…” p. 21.
122
Vargas. “Patria…” p. 89.
116
Pentatlón y teníamos que ponernos en la madre con los del Pentatlón, en mi barrio teníamos que estarnos peleando con los pinches cadetes porque llegaban a presumirnos de su uniforme de gala y a retarnos porque iban con las chavas ¿no? Los del ejército tenían permiso de ponerte en la madre y tú tocabas a un guey del ejército y luego andabas ofendiendo a la patria ¿no? Eso yo lo viví mucho en Tacuba, Santa Julia, etc.”
Esta narración ilustra con muchos significados ese segundo lustro de la década de los sesenta. No era necesario estar contemplando una guerra del otro lado del mundo. El conflicto estaba en la calle, no era un odio contra conceptos abstractos, sino con los representantes de las instituciones, los mecanismos de control contra los jóvenes o la disidencia, la retórica del respeto a la patria y una moralidad vigilada por las fuerzas del orden.
En octubre de 1966, en Morelia se realizó un mitin para protestar contra el alza de tarifas camioneras, la policía asesina a un estudiante. La Universidad Nicolaíta realizó una huelga, como protesta por la represión. Alguno integrantes del Ateneo Bertrand Russell, de la Escuela de Físico Matemáticas del Poli, entre ellos Jesús Simental y José de Jesús Corral García, se involucraron. El Consejo Universitario pidió la desaparición de poderes en el Estado y la libertad de presos políticos. El rector era Eli de Gortari. El ejército tomó las instalaciones. Simental recuerda que ellos cantaron el Himno Nacional rodeando al rector. Muchos de los dirigentes detenidos fueron condenados a varios años de prisión123.
Pero fue a principios de 1967 cuando los estudiantes del Politécnico participaron en mayor número solidarizándose con los estudiantes de agricultura de la Escuela Hermanos Escobar en Ciudad Juárez. Los principales promotores fueron aquellos que precisamente se trasladaron a la porque la opción de agricultura no era lo que deseaban estudiar. Los alumnos de agricultura en la frontera declararon la huelga
123
Semo. “Ocaso…” p. 268.
117
para exigir al Gobierno Federal que se hiciera cargo de la situación económica a través de la Secretaría de Ganadería y Agricultura124.
Simental recuerda que los estudiantes de la Hermanos Escobar “fueron desde Juárez a México, a Físico Matemáticas y a Ciencias Biológicas, que fueron las dos únicas escuelas que hicieron resonancia a la petición de apoyo, porque las demás estaban dominadas por la FNET, pero Ciencias Biológicas y Físico Matemáticas no, y como Jesús Corral si estaba, no me acuerdo en que puesto del comité de la Sociedad de Alumnos, pues se involucró más, porque yo me seguí más metido en la cuestión de matemáticas”
Simental se explica que la participación de Jesús se debía en gran parte a la identidad juarense: “el se sentía más de Juárez que de Durango”. Entre los estudiantes del Politécnico se formó una comisión para entrevistarse con Praxédis Giner, el Gobernador en turno cuando sucedieron los hechos en Madera.
Simental recuerda que se negó a asistir, porque cuando él era pequeño y trabajaba de boleador por las calles de Camargo, Giner lo correteó por haberle boleado los pantalones. Su papá, Goyo Simental, se enfrentó a Giner. Ambos se conocían desde jóvenes, en la División del Norte. “¡De tonto iba! Ángel Verdugo Beltrán, él si vino, él te podrá platicar y ¡llegó zurrado! La comisión, ellos pensaban que de ahí iban a salir al paredón, que porque de hijos de la chingada no los bajó. Ellos tuvieron que dar un informe en la asamblea porque todos habíamos pagado. Jesús (Corral) si vino pero no a la comisión, resultó que se vino hasta Juárez con los de agricultura y los otros se quedaron aquí (en Chihuahua) esperando la
124
Vargas. “Patria…” p. 88.
118
audiencia con el gobernador, porque Jesús lo que tenía es que era una persona muy discreta, muy modesta, no le gustaba figurar”.
El Gobierno federal se negó a subsidiar la Escuela de Agricultura, la cual siguió siendo privada. El grupo de estudiantes que organizó la huelga, gestionó ante la Universidad Autónoma de Chihuahua para la apertura de una Escuela de Agronomía. Cuando se fundó en la ciudad de Chihuahua, un número importante de estudiantes de la Hermanos Escobar se trasladó a la capital para iniciar los estudios en la universidad.
Los paisanos que apoyaron desde el Politécnico, los tres Jesús: Vargas, Simental y Corral, eran estudiantes de las dos escuelas que en los testimonios señalan como las más activas: Ciencias Biológicas y Físico Matemáticas, respectivamente. Las explicaciones de Vargas y Simental sobre el activismo estudiantil se diferencian de acuerdo a sus centros escolares. Para Simental la participación de los estudiantes norteños “era ayudar a los suyos, a sus paisanos”. Mientras que para Vargas significó el “momento determinante para la formación de un frente político de estudiantil de izquierda en el Politécnico, los últimos días de la FNET”.125 El apoyo para la Escuela de Agricultura Hermanos Escobar fue relevante para que escuelas y vocacionales del Politécnico, así como algunos tecnológicos, abandonaran la FNET.
Jesús Corral iba y volvía de Ciudad Juárez en vacaciones, donde se incorporaba a la dinámica familiar y de la tienda. Según Simental muchos jóvenes chihuahuenses podían viajar en vacaciones porque los apoyaba Manuel Bernardo Aguirre, que entonces era presidente del Senado. La relación con éste se debía al hijo del secretario particular del senador
125
Ibíd. p.89
119 “se llenaba un oficio, le ponía toda la lista de los juarenses y lo dábamos a Ómnibus de México, nos daba el pasaje gratuito y de ahí hasta Juárez, por eso veníamos con mucha frecuencia a Juárez, pues las novias las teníamos en Juárez porque en México estaba muy difícil. Todos íbamos en bola, casi, casi un camión para todos nosotros”. Los hermanos Corral no recuerdan que Jesús viajara gratis, “siempre se les mandó dinero cuando estudiaban acá. Llevaban las maletas vacías de México y las traían llenas con tortillas de harina, ropa, rollitos de queso, empanadas”. En septiembre de 1967, las hermanas Adela y María del Rosario “Charo” los fueron a visitar. Las fotografías muestran los paseos de esa ocasión: en las trajineras de Xochimilco, en un restaurante de Teotihuacan, en el Castillo de Chapultepec, en Ciudad Universitaria. Una de las imágenes muestra a Jesús trabajando en un restirador, con su bandera del Politécnico frente a él. Lo acompañan otros estudiantes. Se ve serio. “Era el más serio, recuerda Adela, era al único que le hablaba de usted”. Simental recuerda que “una característica que si tenía es que fumaba mucho, fumaba demasiado “Delicados” y le gustaba la cerveza, pero era de las personas que toman pero no se emborrachan […] le rasgaba a la guitarra y era desparpajado en el vestir”. Yo ya me voy a morir a los desiertos me voy del ejido y esa estrella marinera solo en pensar que ando lejos de mi tierra y no más que me acuerdo me dan ganas de llorar. “Yo ya me voy”. Canción tradicional cardenche
120
Como se señaló a principios de este capítulo, poco se recuerda de la vida de Salvador. Especialmente en esta segunda separación del hogar existen indicios de que algo andaba mal. Pareciera que la tranquilidad era propiciada por la estancia de Jesús en el Distrito Federal y por que tenía que cursar la carrera profesional.
Los relatos lo describen como un estudiante a punto de terminar la carrera de medicina, sobre todo en las noticias de su muerte. Su madre es más específica; en la entrevista narró que sólo terminó el segundo año. Pero Salvador al momento de su detención, el 30 de enero de 1974, declaró ante agentes de la Dirección Federal de Seguridad que concluyó en 1967 el primer año de medicina.
Para Eloy Corral, hermano de Salvador, la radicalización política de Salvador no está ligada a que abandonara la escuela “El dejar inconclusos los estudios de medicina más que radicalizarse es tomar una meta y tener una filosofía de la vida. Yo me acuerdo en alguna plática que tuvimos él me estaba diciendo: -de repente todo el mundo me pregunta que por qué no continúo con la carrera de médico ¿Por qué? La mayoría de la gente está pensando en que va a ser médico para ganar dinero y éste al último se vuelve igual de ratero que los otros médicos. -Él la veía así verdad, porque pues se cobra por un servicio que ni siquiera se garantiza, entonces pos ese tipo de pensamiento”.
Para Eloy, la deserción se da a través de la reflexión sobre la carrera profesional, el status y el destino al que Salvador se resistía.
Salvador declaró ante la Dirección Federal de Seguridad, que conoció en el Distrito Federal, en 1967, año en que dejó la escuela, a Mónico Rentería Medina, alias Patricio, originario de Monterrey. Los presentó un amigo en común, Guadalupe Moreno, estudiante de la Escuela Normal de Durango. Mónico era profesor normalista. Salvador y él viajaron ese mismo año a Veracruz para localizar un lugar
121
de la sierra donde pudieran instalar un foco guerrillero. La familia Corral no le atribuyen a Mónico que la decisión de que Salvador haya desertado de los estudios universitarios. Fue en el semanario “Proceso” donde se localizaron un par de entrevistas que Mónico Rentería otorgó a principios de los ochenta, desde el Penal de Topo Chico, en Monterrey, Nuevo León, donde estuvo preso acusado de ser el autor intelectual del intento de secuestro y homicidio de Eugenio Garza Sada. Según Mónico, en 1967, “para el inicio de sus operaciones tomaron un mapa de la República y localizaron una región supuestamente ideal para la actividad guerrillera: Tantoyuca, Veracruz126”.
Define a un grupo de jóvenes inconformes, inspirados
básicamente en la obra de Regis Debray "¿Revolución en la Revolución?", que escogieron el camino de las armas y optaron por la guerrilla rural, para cambiar el sistema de gobierno”. Según Mónico, el grupo nunca tuvo nombre, aunque en la historiografía se refieren a ellos como Los Macías. Viajaron a Tantoyuca para estudiar el terreno y las posibilidades de acción. Mónico narró que al reconocer la zona “que pensaba era boscosa, encontró que no había tal y que todos los árboles estaban talados. El sitio fue desechado, pero el propósito de lucha no se olvidó”.
Según el relato de Mónico Rentería, el comando se reunió nuevamente en la ciudad de Durango. Se escogió la sierra de ese estado como nuevo centro de operaciones y se hicieron de armamento: viejos rifles y pistolas, todos de diferente calibre. Entre los rifles destacaban dos de repetición, calibre 22, que había comprado Mónico “pues cada guerrillero debía proveer su propia arma”. Mónico Rentería era profesor. Existen una serie de relatos donde señalan que muchos docentes, por la facilidad de cruzar la frontera con la mera credencial de maestro, eran encargados de comprar armas
126
Miguel Ángel Rivera. “Por el asesinato de Garza Sada”. Proceso (México, número 22, 2 de abril
de 1977) http://www.proceso.com.mx/rv/hemeroteca/detalleHemeroteca/69645 consultado el 15 de enero de 2010.
122
para los diferentes grupos armados que surgieron en las décadas de los sesenta y setenta. Después de algunas exploraciones preliminares, finalmente, el comando integrado por doce hombres, entre los que se encontraba Salvador, decidió adentrarse en la sierra. ¿Por qué intentar desarrollar un foco guerrillero en la sierra de Durango? Seguramente fue importante el origen de Salvador, el conocimiento del territorio y la red familiar que permanecía en la localidad. También pudo influir el proceso de politización que Salvador vivió alrededor del Cerro del Mercado. Durango lo atrajo de nuevo.
Roberto recuerda el abundante bosque situado junto a Corrales “yo tenía doce o trece años y él (Salvador) diez, once años e íbamos hacia el monte, lo más tupido a buscar los animales, nos la pasábamos allá y nos gustaba explorar, que las cuevas y todo eso que había”.
Salvador le comentó algunas veces que “con tanto árbol ahí estaba bueno incluso para esconderse, para todo eso, yo creía que eran fantasías de Salvador. Decía: -¿verdad? aquí está bueno para esconderse, para guardar. Yo todavía no lo tomaba en serio pero creo que ya andaba en serio”. Las fechas de esas pláticas no las recuerda, “pero creo que ya andaba más o menos en eso, porque de hecho el iba mucho a la sierra y nos tocó coincidir a veces en Corrales”.
Mónico Rentería narra en la entrevista que escogieron una fecha significativa para subir a la región serrana: el 26 de julio de 1968. Recordaría que las
123 “largas jornadas en la sierra y las condiciones climáticas ocasionaron dos bajas, puesto que uno de los guerrilleros padecía de la columna vertebral y otro del aparato respiratorio. Ambos regresaron a sus hogares. Antes de cualquier acción en la sierra, los guerrilleros tuvieron que empezar a huir, pues por entonces el ejército realizaba una amplia operación contra sembradíos de amapola y mariguana. Una vez, las partidas militares llegaron a estar a sólo cuatro kilómetros del comando, cuyos integrantes, abatidos, decidieron replegarse a Santiago Papasquiaro y después sólo tres se reunieron nuevamente en la casa que tenían alquilada en Durango, con el propósito de iniciar la lucha más adelante”127.
Era julio de 1968, mes en que sucedieron los primeros hechos que desencadenaron la movilización estudiantil. No hay indicios de que Salvador participara en el, parecía que abandonaba las manifestaciones abiertas, populares, por el foco guerrillero que se remontaba a la sierra, su territorio de infancia.
Rentería en su primera entrevista menciona la localidad de Santiago Papasquiaro, cercana a Corrales. Roberto recuerda que una ocasión coincidió con Mónico y Salvador: “después ya de grande y que incluso pienso yo que ya había dejado la escuela, la universidad, coincidimos en una ocasión allá. Eran vacaciones, fue cuando me presentó a Patricio, era Mónico y si, subían a Corrales. Aparentemente andaban vendiendo lechuguilla ¡tan mal vestidotes! para como uno lo quería ver, casi, casi, de a tiro indito o muy así, no daba a notar”.
127
Ibíd.
124
Esta anécdota delata una serie de omisiones que pudieran ser importantes: Salvador no anunció a su familia que dejaba la escuela, tal vez sería más fácil que creyeran que continuaba estudiando. Otra es que en ninguna de las entrevistas de la familia Corral mencionan que en su lugar de origen fue históricamente el sitio del pueblo Tepehuan ¿Por qué a Roberto le causaba una impresión despectiva el vestir lugareño de Salvador? Ello pudiera explicar el status que siempre aparece en las narraciones de la familia: vivían una posición de blancos, mestizos o “chabochis” habitantes de la región; convivían con los indígenas pero posiblemente había una diferencia cultural con el mundo indígena, de ahí la impresión de Roberto al ver a su hermano como “indito”, de quien además esperaban se convirtiera en médico.
La narración de Roberto coincide con las subidas a la sierra de Mónico y Salvador, acompañados Eduardo Esparza, esposo de María Luisa, única hermana Corral García que se había quedado establecida en Corrales, “a la hora que él subía, subían y cargaban algo y ya venían otra vez”. Por supuesto que el cuñado de Salvador no sabía nada sobre los planes guerrilleros.
Pero Salvador no sólo regresó a Corrales, también iba por temporadas a Ciudad Juárez. Nadie narra cómo se enteraron que Salvador había abandonado los estudios universitarios. Cuando lo supo, a papá Telésforo le frustró la expectativa de tener el primer hijo profesionista: “esto ya se chingó”, expresó amargamente.
Sin embargo la familia sigue recordando a Salvador alegre, tal vez por ello había reclamo hacia él ¿Cómo era feliz sin el proyecto de vida que lo llevara a cierto bienestar? Salvador le insistía a su hermana Adela que consultara a un médico acerca de sus constantes insomnios. “Lo único que te pido, que me va a tranquilizar, que te regreses de donde andas y te dejes de cosas, que si ya no quieres estudiar te vengas con nosotros”, respondió Adelita.
125
Concepción relata que Salvador “era el más cariñoso conmigo; llegaba, me besaba y me abrazaba. Un día le digo: mentiroso, barbero, nada más tu sabes que me quieres mucho. Luego me dice: ay mamacita ¿por qué cree que no la quiero? Le dije: por que no te estás en paz, no me dejas estar tranquila, no te pones a trabajar, no me dejas estar tranquila. Luego me dice: ay mamacita, resígnese porque eso si que no se va a poder”. Adela utiliza las expresiones “esas cosas” o “aquello”, que para ella significa “a donde se fueron sus hermanos”. “Donde se fueron” es algo desconocido, a lo que mira con distancia y sospecha no era bueno. Nunca preguntó sobre “aquello”; deducía lo que pasaba por el comportamiento de los demás y lo entendía peligroso.
De manera similar lo enfrentó Concepción ¿Cómo entender lo que ocupaba el tiempo de su hijo? Era obvio que no era un trabajo regular o estudios ¿Cómo entender que pretendía? La sensación era de intranquilidad e incomprensión.
Explicarse la inquietud de Salvador a partir de entonces, resultó más difícil. Anteriormente, cuando siendo estudiante en Durango se involucró en el Cerro del Mercado, “la bronca” era pasajero, la preocupación para el resto de la familia se desvaneció, ya que se separó del movimiento popular duranguense para partir a la Ciudad de México y continuar sus estudios. Del movimiento abierto, público, Salvador se involucró en el proyecto de un foco guerrillero, armado, clandestino e ideologizado. De la revolución por la que Salvador se ausentó, poco o nada sabía su familia.
126
Capítulo 5 El verano de 1968 El sol redondo cayó y la semilla reventó atravesó un manto azul veo venir un abedul eres tú que ríe al sol ahí viene andando un abedul y como tú se ríe el sol ahí viene un abedul […] “El abedul”. León Chávez Teixeiro/Álvaro Guzmán
En el capítulo anterior se relató como Salvador Corral decidió abandonar sus estudios de medicina en la Ciudad de México para conformar un foco guerrillero y transformar el país a través de las armas; su hermano José de Jesús continuó la carrera de Físico Matemático en el Instituto Politécnico Nacional.
Jesús Simental Balderas recuerda que a partir del apoyo a la Escuela de agricultura Hermanos Escobar, la Escuela de Físico Matemáticas se activó políticamente. Recuerda que en los meses de febrero, marzo de 1968 hubo una serie de conferencias en el Politécnico. Una de ellas la impartió el Doctor Eli de Gortari, aquel a quien apoyaron siendo rector de la Universidad Michoacana. La conferencia se llevó a cabo en el auditorio de Ciencias Matemáticas. “El se puso a explicarnos que había que agradecerle a Gustavo Díaz Ordaz que nos diera la ciudadanía a los 18 años; le había bajado de los 21 a los 18. Entonces Jesús Corral y Héctor Herrera y Verdugo Beltrán me apoyaron porque yo hablé y le dije al maestro que pues nada más yo lo iba a contradecir. -Maestro, yo lo admiro mucho en filosofía y matemáticas y todo pero lo que usted dice no tiene razón. Díaz Ordaz nos está dando la ciudadanía a los 18 años para meternos a la cárcel a los 18 y ¡no a los 21! Eso lo dije en marzo de 1968, casi le da un coma diabético, porque se
127
acabó la conferencia y se me echaron todos encima. Los maestros que más o menos sabían pero que no podían intervenir mucho, los refugiados españoles, pues eran los que nos daban cuerda por acá y por allá en las cosas políticas, que uno no entendía pero ellos nomás abrían los periódicos, porque les gustaba la polaca de corazón, pues por algo salieron corriendo de España. Entonces yo me acuerdo que de esa asamblea se comentó mucho, fue en marzo”.
En esta anécdota se observa dos elementos importantes: la influencia de los profesores y la reforma constitucional sobre la mayoría de edad.
El primer elemento significativo fue el rol de los profesores, asilados españoles que posteriormente ingresaron al Politécnico como maestros. Existen trabajos sobre la memoria de “protagonistas anónimas” que participaron en el movimiento estudiantil del 68. En el se observa como aquellos que vivieron la guerra civil española, en algunos casos alentaron la participación de los jóvenes estudiantes, como en el Politécnico. Pero en algunos testimonios se puede observar como entraron en conflicto con los propios hijos por el peligro o la ruptura de normas familiares. 128
El segundo elemento trascedente en la anécdota de Simental es que hasta 1968 un joven se convertía en mayor de edad a los 21 años ¿Qué podían ganar o perder los jóvenes al restar tres años para que la ley los considerara mayores de edad?
En los testimonios de Jesús Simental Balderas y Jesús Vargas Valdés hemos podido conocer que vivían solos, sin sus padres o familiares; recibían ayuda económica y trabajaban en lo que salía, regularmente en lo relacionado con sus
128
Deborah Cohen. “No sólo cocinábamos…Historia inédita de la otra mitad del 68”. Semo.
“Transición…” pp. 98-99.
128
estudios; las fiestas regularmente se realizaban en las mismas casas que habitaban; omiten hablar de la sexualidad, sólo platican que las novias las tenían en su ciudad de origen, porque sobretodo en Físico Matemáticas había pocas chavas. Respecto a su forma de vida ¿qué podía transformarse con la reforma sobre la mayoría de edad? “No podemos tener nada contra el gobierno y a parte de eso, nosotros somos estudiantes, no podemos opinar nosotros”.
En el mes de julio de 1968, Gustavo Díaz Ordaz planteó
129
ante un grupo de
estudiantes del Politécnico “la libertad con responsabilidad, que estaba detrás de la reforma constitucional de la mayoría de edad y de visión del compromiso social de las clases medias”. 130 Soledad Loaeza apunta que para Díaz Ordaz cualquier tipo de demandas provenientes de la clase media eran excesivas “en vista de que se trataba de grupos de privilegio cuyas deudas con la nación eran mayores que su aportación al bienestar del país”.131
Por ello
en su intervención frente al alumnado del Politécnico el entonces
presidente apuntó que “[…] los jóvenes privilegiados que llegaron hasta la educación superior deben salir con fe absoluta en sí mismos, en su preparación y conscientes de su responsabilidad ante su Patria y sus compatriotas”132.
129
Martínez. “No…”
130
Loaeza. “México…” p. 44.
131
Ibíd. p. 43.
132
Ibíd. p. 44.
129
El privilegio frente a los otros, la oportunidad, debía convertirse en responsabilidad para el país y el servicio, lo cual podría traducirse en trabajo y bienestar ¿Qué tenían que exigir a la autoridad que no tuvieran ya? En cierto modo, hay coincidencia entre el discurso de Díaz Ordaz ante los estudiantes y lo que Concepción le rebatió a su hijo Salvador ante sus inquietudes: estudiar para transformar, traer bienestar, progreso y ayuda a los demás. De hecho, eso es lo que el grueso de los estudiantes trataban de hacer.
Los discursos de Díaz Ordaz durante el conflicto estudiantil marcaron la diferencia entre estudiantes y soldados, a los cuáles señaló como “verdaderos servidores del país”133. Mientras el discurso oficial realizó este tipo de comparaciones, para los jóvenes se generó un desencanto patriótico: “tenías un odio tremendo al ejército, a los pinches cadetes, pero no tenías idea por dónde, cómo y cuándo” afirma León Chávez Teixiero. “Es que la gente joven ya no se conforma a vivir dentro de las estructuras rígidas que la gente grande, vieja, se las ha impuesto. La gente joven ya no quiere vivir en el mundo que ha heredado. Un mundo que no está bien”.134
El comentario anterior es la respuesta de un joven universitario grabado en cine durante la década de los sesenta. En diversas entrevistas, probablemente filmadas por estudiantes del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos, los jóvenes se pronuncian contra la ocupación en Vietnam “que es una guerra tonta”; a favor de la autodeterminación de los pueblos, el uso de la píldora anticonceptiva, las relaciones sexuales, el consumo de la mariguana o del LSD; dudan sobre la veracidad de las noticias en televisión “dicen la verdad cuando les conviene”.
133
Ibíd.
134
Martínez. “No…”
130 Para Enrique Rajchenberg “en los sesentas, en México y el mundo, nuestra cotidianeidad adquirió, definitivamente, características renovadas”. 135 La rebeldía se mostraba a través de la capacidad de tomar decisiones personales sobre el cuerpo y la vestimenta hasta el derecho de libre expresión y asociación. “La idea de una fractura generacional toma impulso, lo que en los años anteriores había sido contemplado como una imitación de los moldes americanos ahora resulta una peligrosa pérdida de moral y tradición”136.
El mayo francés, San Francisco, Tokio, Praga, México ¿Qué tenían en común? Podemos caracterizarlos como movimientos estudiantiles que ganaron la calle contra el autoritarismo, la educación elitista, la guerra de Vietnam, el neocolonialismo, lo establecido.
Casi en todas estas experiencias se asimilaron demandas y protestas que excedieron el ámbito universitario137. “La conjura comunista” fue la explicación recurrente desde las instituciones de gobierno, negándose a cualquier tipo de comprensión frente a sus opositores. How many times must a man look up Before he can see the sky? Yes, how many ears must one man have Before he can hear people cry? Yes, 'n' how many deaths will it take till he knows That too many people have died? The answer, my friend,
135
Rajchenberg. “Hablemos…” p.7.
136
Martínez. “No…”
137
Loaeza. “México…” p. 19.
131 is blowin' in the wind, The answer is blowin' in the wind. “Blowin in the Wind”. Bob Dylan
No es propósito de esta investigación realizar una cronología del movimiento estudiantil de 1968. Este tema en los últimos años ha sido abordado de manera más extensa por actores sobrevivientes, intelectuales, académicos, instituciones y periodistas, entre otros, a través de libros, artículos, reportajes, testimonios, trabajos audiovisuales, etc. Desde varias disciplinas y distintas perspectivas se ha estudiado lo que en la historia moderna se recuerda como el “parteaguas” en la reciente historia nacional, el antes y el después del 68.
Lo que se pretende en el contexto del 68 es encontrar cómo vivieron los actores entrevistados esa experiencia que enfrentó al autoritarismo estatal.
Ante este
conflicto seguramente tuvieron otras opciones: no participar o involucrarse; regresar a los hogares familiares en Ciudad Juárez. Pero decidieron involucrarse. Simental recuerda que para ellos todo empezó el 22 de julio, cuando
se
encontraba en un cubículo de Zacatenco. El trabajaba con los profesores refugiados españoles: “yo ya nada más me dedicaba a las matemáticas. Jesús Corral y Héctor Herrera llegaron a contarle que se había venido el pleito, de la voca 5 y la prepa”. Soledad Loaeza señala que “las huelgas universitarias, marchas callejeras y manifestaciones públicas de protesta no eran cosa nueva”138 ¿Qué novedad tenía un enfrentamiento entre preparatorianos el 22 de julio para que creciera a tales dimensiones?
En los trabajos elaborados sobre el movimiento del 68 existen dos versiones identificables: una, el de una movilización de masas, pacífica, que respondió a un 138
Ibíd. p. 39
132
autoritarismo estatal. Innovador, sumó la simpatía de una gran parte de la sociedad civil y tuvo como respuesta una violenta represión en la Plaza de las Tres Culturas el 2 de octubre de 1968.
La otra versión, más marginal y menos explorada, es la de un movimiento que responde a la violencia del Estado con métodos de acción directa; donde la guerrilla es una posibilidad ante los jóvenes que acumularon un odio en contra de las instituciones y ante la represión oficial, la lucha armada se convierte en la única opción para los estudiantes, que además se habían encontrado con diversas ideologías revolucionarias de la época. Sueñas que en el mundo no haya guerras quieres que la gente sienta solo amor por los demás. Dices que la paz es necesaria que el entendimiento mutuo debe ser nuestra verdad. Yo te pregunto si es posible esa alegría y esa armonía si en todo el mundo el hambre está […] “El Hippie”. Los Nakos
Para Soledad Loaeza el conflicto estudiantil adquirió el carácter de un “gran movimiento de masas y democrático […] el movimiento estudiantil acarreó la rebelión postergada de clases medias que habían sido marginadas del pacto político autoritario de los años veinte y treinta […] los protagonistas pertenecían a las clases medias, una de cuyas funciones ha sido interpretar la realidad” 139
La modernidad en la nevería, el welcome way of life fue cuestionado por sectores que reflexionaron que la desigualdad no era natural.
139
Ibíd. p. 25.
133
Loaeza agrega otro elemento que para caracterizar el movimiento: los estudiantes pertenecían a una institución autónoma como la UNAM. “Para la duración y el impacto del movimiento estudiantil sobre otros (movimientos mundiales) se debió a que se originó y se mantuvo como iniciativa de un grupo relativamente autónomo, por paradójico que parezca; esa misma razón explique su fuerza”. 140 Marco Bellingeri coincide en que la identidad universitaria fue una característica novedosa del movimiento, “su continuo apego a objetivos propios de la vida universitaria, aunque inscritos en enfoques populares de corte tanto político como económico”. 141
El creciente conflicto social irrumpe en un movimiento masivo estudiantil. No sólo era un enfrentamiento de estudiantes contra la autoridad y un despliegue desmesurado de su fuerza; fue evidente que el Estado no estaba dispuesto a respetar privilegios, aún fuere la autonomía universitaria. […] todos los del Poli lo saben, lo saben ya también los pumas lo saben, lo saben todos los rebeldes lo saben, lo saben […] “La boa”/arreglo de Carlos Colorado Vera
Ante los sucesos a partir del 22 de julio en la plaza de la Ciudadela, el 31 de julio de 1968, la asamblea de alumnos del Politécnico decidió apoyar la huelga de la UNAM, institución agraviada por las fuerzas policiacas.
140
Ibíd. p. 39.
141
Marco Bellingeri. “La imposibilidad del odio”. Comp. Semo. “Transición…” p. 55
134
Jesús Vargas recuerda que participó en la explanada universitaria
como
representante de Ciencias Biológicas del Poli. Era la primera intervención pública en su vida. Señala que había confianza en las autoridades universitarias. El entonces rector Barros Sierra pronunció ese día en la explanada de la UNAM: “Necesitamos demostrar al pueblo de México que somos una comunidad responsable, que merecemos la autonomía, pero no solo será la defensa de la autonomía la bandera nuestra en esta expresión pública, sino también la demanda, la exigencia por la libertad de nuestros compañeros presos. Señores sólo puedo agregar esto: ¡Viva la Universidad! ¡Viva el Politécnico! ¡Vivan las instituciones hermanas! Pero sobre todo ¡Viva México!142”
Jesús Vargas recuerda, en contraste, la ausencia en el Politécnico de una figura como la de Barros Sierra. El nombre de Guillermo Massieu, Director del Instituto Politécnico, prácticamente desaparece de la memoria del 68.
Al iniciar agosto se constituyó el Consejo Nacional de Huelga. Se redactó un pliego petitorio, cuyos puntos más relevantes fueron: exigir la liberación de los presos políticos, la destitución de los jefes policiacos responsables de la represión y la derogación del delito de disolución social, norma penal de carácter xenofóbico creada en el contexto de la Segunda Guerra Mundial a través del cual se criminalizó la protesta y las ideas disidentes al régimen gubernamental: “de palabra, por escrito o por cualquier otro medio que propaguen ideas, programas o conductas que tiendan a producir rebeliones, sediciones, motines, desórdenes y a obstruir el funcionamiento de las instituciones legales.”143
142
Martínez. “No…”
143
Bellingeri. “Imposibilidad…” p. 53
135
Jesús Simental recuerda que “ya una vez que nos involucramos y que empezaron las reuniones para que se formara el Consejo Nacional de Huelga, entonces los mismos del Ateneo formamos un equipo de apoyo al CNH, atrás de Raúl Álvarez Garín; fue el que prácticamente me nombró para que yo me encargara de la seguridad y de la entrada y salida de los delegados, yo tenía que pedir las credenciales y las cartas donde la asamblea los nombraba representantes por escuela formaba parte de la comisión de seguridad del Consejo Nacional de Huelga (CNH) cuando este sesionaba en el Poli”.
Deborah Cohen y Leslie Jo Frazier, investigadoras de la Universidad de Chicago, realizaron un trabajo sobre la memoria de las mujeres que participaron en el movimiento del 68. En el texto, señalan como “la historiografía del movimiento estudiantil mexicano revela una fascinación general con el Consejo Nacional de Huelga (CNH), el organismo representativo del movimiento, y con personalidades específicas dentro de ese grupo […] Hasta ahora, la historia del movimiento se ha conformado principalmente a través de los recuerdos de un pequeño sector de sus participantes,
quienes
han
sido
objeto
de
mucha
difusión:
las
personalidades del CNH144”.
La observación que realizan las historiadoras bien puede percibirse en la narración de Jesús Simental: la importancia del nombramiento y las responsabilidades de la comisión de seguridad del CNH, delegadas por Álvarez Garín. Raúl era un referente político para los estudiantes del Politécnico. Jesús Vargas coincide sobre la fuerte influencia de Álvarez Garín; sin embargo cree que en las memorias sobre
144
Cohen. “No....” pp.77-78
136
el movimiento del 68 se han recabado escasamente las experiencias de los politécnicos.
A través de la opinión de Jesús Vargas sobre la recuperación de las memorias de los participantes, podemos relacionar cómo coexisten diferentes posturas que conciben o no el movimiento estudiantil como de masas, pacífico y democrático.
En 1998, al cumplirse treinta años de aquel conflicto estudiantil, se publicó el libro “Asalto al cielo: lo que no se ha dicho del 68”. 145 Uno de los cinco autores, Jorge Poo Hurtado, es nombrado en las entrevistas de Jesús Simental y Jesús Vargas Valdés.
Jesús Simental narra que “Jorge Poo Hurtado era como quien dice el armado de todos nosotros, porque era el que manejaba los camiones del Poli y todo eso, Jorge y su banda, todos ya lo saben”. En la contraportada de “Asalto al cielo”, se leen las razones dirigidas al lector “por las que éste no es un libro más del 68”: “[…] Muchas de las cosas que aquí se dicen violentarán las versiones oficiales, históricas del movimiento estudiantil; se tocan asuntos y recogen testimonios que otros consideran inconvenientes, inoportunos, impopulares o desconsiderados para la memoria del movimiento […]” […] llévales flores, meditación a los que mueren de inanición trata de hacerlos estar in. Cómo quieres que no sienta odio
145
Rubén Aréchiga et al. Asalto al cielo: lo que no se ha dicho del 68. (Océano, México, 1998)
137 si hay gente que está en el hoyo por no tener qué tragar. Abre el telón de tu cerebro mira cómo no es tan fácil el llegar también a actuar. Sentado allí, en el café teniendo fe en lo que dices mientras que el mundo sigue igual. “El Hippie”. Los Nakos
Jorge Poo Hurtado, en su ensayo “Los protagonistas olvidados” anota que la violencia fue una constante del 68. En su texto se pregunta cómo los estudiantes pudieron tomar la calle cuando en años anteriores, en cada marcha el grito de “vienen los granaderos” provocaba la huída antes del movimiento estudiantil y las grandes manifestaciones. Pudiera ser que el principal motivo es la legitimación de la memoria. La movilización de jóvenes estudiantes que lograron la incorporación de otros grupos se definió como democrática. La democracia no se lleva con las armas. El propio Poo Hurtado lo escribió: “Existen franjas del movimiento del 68 poco investigadas, como son la violencia y la generación de las guerrillas de los setenta. Éstos fenómenos comúnmente se tocan en forma marginal o mediante afirmaciones generales […] Si un rasgo estuvo presente durante todo el movimiento estudiantil, fue precisamente el de la violencia […]”146
Para Poo, el carácter masivo y pacífico del movimiento es relativo. Menciona dos tipos de violencia en el contexto del movimiento estudiantil: Una, que apareció años antes, ideologizada, de grupos radicales que veían en la lucha armada una opción de cambio, de influencia maoísta, guevarista o espartaquista.
La otra
violencia, directa, la relaciona con la caracterización de los actores y del
146
Poo. “Los protagonistas olvidados”. Aréchiga et al. “Asalto…” p. 121.
138
movimiento,
al distinguir las manifestaciones masivas y la cotidianeidad del
movimiento en las brigadas. A diferencia de Soledad Loaeza, apunta que “Cotidianamente no eran las masas las que repartían volantes, ni las que salían día a día a botear para financiar el movimiento; tampoco fueron las masas las que manejaban los mimeógrafos o imprimían carteles. Todas estas actividades para sostener el movimiento descansaron práctica y fundamentalmente en los brigadistas”147.
En las brigadas, apunta Poo, confluyeron dos tipos de actores: Los estudiantes, idealistas, con convicciones ideológicas o experiencias políticas previas, de tiempo completo148, condición que podían cumplir los de provincia. Por ejemplo, Jesús Vargas narra que en su escuela, Ciencias Biológicas, “de mil estudiantes, aproximadamente doscientos cincuenta eran activistas de día y noche, la mayoría de ellos de provincia que no tenían que regresar a su casa por la noche, regla común en los hogares149”.
Para Poo, los otros actores, por lo menos en el Politécnico, eran los chavos banda, “jóvenes con tendencias lúmpenes, porros de izquierda, jugadores de futbol americano, estudiantes con inclinaciones destructivas”150, que provenían de las colonias céntricas de Peralvillo, Tepito, Guerrero y la Morelos; de Tlatelolco, Santa Julia, San Rafael y Santa María.151 Según Poo se llegó a la integración de brigadas con los dos actores, estudiantes del Poli y chavos banda, aquellos que no pertenecían a la clase media y que vivían la violencia de otra forma, en la calle.
147
Ibíd. p. 124.
148
Ibíd. p. 125.
149
Vargas. “Patria…” p. 137.
150
Poo. “Los protagonistas olvidados”. Aréchiga et al. “Asalto…” p. 125.
151
Ibíd. p. 128.
139
En las experiencias relatadas por los entonces estudiantes del politécnico, Jesús Vargas y Jesús Simental, podemos observar aquellos aspectos a los que se refiere Poo Hurtado, como las brigadas, las acciones directas y los conflictos al interior del Consejo Nacional de Huelga en el contexto de las manifestaciones masivas.
Cuando se le pregunta a Simental sobre qué hacía Jesús Corral en el movimiento estudiantil responde que “todos ellos eran los encargados de andar como brigadistas […] Nacho del Valle, Enrique Díaz de Arce y yo éramos los encargados de abrir los botes para
contar
el
dinero
en
Físico
Matemáticas
y
entonces
lo
empaquetábamos porque eran muchas monedas. Y Jesús y otros iban y los cambiaban al banco y los entregábamos a Raúl Álvarez Garín para pagar los desplegados. Cada vez nos cobraban más caro por cualquier inserción pagada, porque estaban cerrando y cerrando la prensa y Jacobo Zaludowsky encima de nosotros, no nos bajaba de comunistas y saboteadores de las olimpiadas, bueno una barbaridad de cochinadas que decía de nosotros. Entonces Jesús, Héctor y los Domínguez eran activistas urbanos y los otros dos que te menciono, Nacho y Enrique estaban conmigo siempre, en la base, porque ahí era la base, en Físico Matemáticas sesionaba el CNH, los telefonemas y todo”. Poo recuerda que en la “Escuela Superior de Físico Matemáticas, a la entrada del auditorio, aparece la leyenda: “A la chingada el gobierno. El poder nace del fusil”152.
Jesús Simental narra poco sobre la actividad en las calles. Es Jesús Vargas quien abunda en la cotidianeidad de las guardias, brigadas y Comités de Lucha
152
Ibíd. p. 129.
140
“los brigadistas salían en la mañana y en la tarde a las horas de mayor circulación; se vaciaban los botes y se apuntaban en un cuaderno”153.
El uso más importante de lo recabado era para los alimentos y para los volantes, mantas y pancartas. Para Vargas “la práctica del brigadismo, la participación en las grandes manifestaciones y la permanencia en las escuelas generaron una transformación cultural en las formas de relación social”154.
Dicha transformación se observó en el contacto diario de mujeres y hombres; rompió con actitudes y roles hasta entonces tradicionales; rupturas de noviazgos, inicios de otros, relaciones esporádicas por la sensación inmediata de peligro o de no volverse a encontrar; abandono de la casa familiar, inclusión de la familia a las movilizaciones o al contrario, conflictos internos con los padres, aquellos que habían militado en otras experiencias demócratas anteriores. Jesús Vargas anota un dato que creo es importante para entender a los estudiantes del Politécnico: la toma y utilización de los camiones del Poli en los mítines relámpago. Fueron precisamente los del Comité de Lucha de Físico Matemáticas, junto con Jorge Poo Hurtado, de la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura, quienes se llevaron los camiones del corralón donde habían sido guardados a partir de la huelga.155
Para el historiador Marco Bellingeri
153
Vargas. “Patria…” p. 138
154
Ibíd.
155
Ibíd. p. 139
141 “la adopción de formas de lucha como los paros cívicos, las ocupaciones de edificios públicos, la toma de camiones, en fin, de todos aquellos métodos propios de la acción directa, permitían que una cultura y tradición política subalterna profunda, que podríamos definir como insurreccional y que aún sobrevivía en algunos grupos sociales y urbanos y sobre todo rurales, identificara las rebeliones estudiantiles como tendencialmente afines”.156
¿Cuándo el consenso, la asamblea o la brigada dieron paso a la guerrilla? Bellingeri considera que la consigna “Guerra no, guerrilla si” que acompañó los movimientos estudiantiles mundiales, se concretó en México, cuando en el resto fue fundamentalmente simbólica. En la historiografía sobre el 68, señala Bellingeri “hay un aceptado lugar común según el cual la relación entre guerrilla y movimiento estudiantil arranca y se justifica mediante la represión armada del movimiento del 68”157.
Carlos Montemayor señala que “a pesar del vasto contexto político del movimiento estudiantil de 1968, no podemos reducirlo a la explicación causal de la guerrilla posterior; en la urdimbre de la guerrilla se encuentran hilos que provienen de condiciones anteriores y de contextos diferentes. Es difícil saberlo, porque la incorporación de estudiantes universitarios a la guerrilla posterior no fue un proceso automático derivado de la dinámica propia de ese movimiento, que aglutinó a nutridos contingentes de estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y de la Universidad de Chapingo. Una gran parte de los estudiantes que se incorporaron a la guerrilla provinieron de dinámicas diferentes, de una
156
Bellingeri. “Imposibilidad…” p. 52.
157
Ibíd. p. 50.
142
amplia gama de otros procesos políticos y universitarios de Michoacán, Chihuahua, Jalisco, Nuevo León y Sinaloa, sin conexión orgánica con el movimiento del 68”.158
Montemayor se refiere a las organizaciones que se armaron a partir de 1965 inspiradas en el foco guerrillero, como el Grupo Popular Guerrillero, la guerrilla de Salvador Corral y Mónico Rentería; el Grupo Popular Guerrillero Arturo Gámiz o los frentes guerrilleros como el Movimiento 23 de Septiembre, con actividad en Chihuahua y Guerrero, en los que participaban sobrevivientes del grupo que intentó asaltar el cuartel de Madera.
El caso de Los Lacandones es el único que puede explicarse como un proceso directo de radicalización de jóvenes que participaron en el movimiento estudiantil; estudiantes de las brigadas de la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura, de la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica y de la Escuela Superior de Economía; eran aquellos, entre los que estaba Jorge Poo Hurtado, que se organizaron en el Poli para la autodefensa ante soldados y granaderos. Entre estos se encontraban también los hermanos Gabriel y Miguel Domínguez, de Ciudad Juárez.
Un par de años después del movimiento estudiantil de 1968, inició la aparición de las organizaciones guerrilleras en las ciudades. Como ya se había señalado en el primer capítulo, los estudiantes se convirtieron en los agentes políticos más radicales, se relacionaron con los movimientos urbanos y en este proceso, se separaron para integrarse a guerrillas. En relación Jorge Poo escribió acerca de la opción de la lucha armada, “no como una tendencia generalizada del movimiento, sino como una vía abierta para los más radicales, que, por cierto, fueron los menos”.159
158
Montemayor. “Antes…”p.13.
159
Poo. “Protagonistas…” p. 128.
143
En la memoria podemos observar no sólo los silencios alrededor de la participación de los estudiantes en acciones o colectivos que usaron métodos violentos en el 68 y posteriormente; también están presentes las contradicciones en el movimiento de masas y el Consejo Nacional de Huelga; aparecen los calificativos de enemigos, de infiltrados y policías entre los propios participantes. Jesús Simental y Jesús Vargas recuerdan un evento trascendental que provocó conflictos al interior de su nosotros, de los estudiantes. Simental narra “fue el 27 de agosto cuando la gran manifestación, tanto Jesús (Corral), como los Domínguez, como yo, decidimos que hasta ahí. Que la represión venía y gacha. Vimos que los tres mil que se quedaron de guardia en el Zócalo, cuando Sócrates (Lemus) los embarcó y no quedó más que instalar las carpas y quedarse tres mil según esto en el Zócalo. Nosotros nos venimos a Físico Matemáticas a la cafetería a preparar todo lo que tuviéramos de comida y todo eso […] con Jorge (Poo) y toda esa gente nos llevamos todos los camiones y todo lo que pudiéramos de comida, el 27 de agosto por la noche, pero ya nomás empezamos por las calles de Madero y todas esas calles que daban en el Zócalo y ahí nos quedamos atorados porque en ese momento se abrieron las puertas del Palacio (nacional) y salieron las tanquetas a rodearlo […] entonces ahí, yo esa misma noche, con Jesús nos fuimos a Juárez”. Para Jesús Vargas, la manifestación previa del 13 de agosto “fue histórica, acabó con el trauma y con el dogma de que el Zócalo era del señor presidente”.160 Dos semanas después, el día 27, se realizó la manifestación más grande del movimiento estudiantil: más de cuatrocientos mil personas. Vargas narra que
160
Vargas. “Patria…” p. 150.
144 “fue la manifestación del triunfo, la cosecha. De allí en adelante podían haber sucedido muchas cosas que hubieran acelerado el proceso de democratización de este país, pero no estábamos preparados, no tuvimos la madurez ni la experiencia y en un parpadeo cometimos un error que afectó el futuro del movimiento”.161
El Consejo Nacional de Huelga exigía un diálogo público con las autoridades para resolver el conflicto. Esa noche se sugirió que la sede del diálogo tendría que ser el Zócalo. En él se quedaron menos de cinco mil estudiantes, “no éramos nada ni teníamos nada, ni una carpa, ni una tortilla”. A la una de la mañana se anunció: “Están ustedes violando el artículo noveno de la Constitución, tienen cinco minutos para retirarse, de lo contrario procederemos a desalojarlos por la fuerza”. 162 Se soltó la desbandada.
¿Por qué después de ese momento los estudiantes de Físico Matemáticas del Poli decidieron viajar a Ciudad Juárez? Jesús Simental narra que “tomaron la decisión ahí en el Consejo Nacional de Huelga que la sede se cambiara de Físico Matemáticas a la ¡Universidad! Que porque la represión era inminente pero como la Universidad tenía autonomía, entonces que ahí no iban a entrar los soldados y al Poli si. Yo les dije: va a ser al revés. En la universidad van a entrar primero que aquí, porque si no respetan la vida, que van a andar respetando la autonomía, entiendan. Porque yo pocas veces hablé en el Consejo Nacional de Huelga”.
161
Ibíd. p. 151.
162
Ibíd. pp. 151-152
145
De retorno a Ciudad Juárez. El entorno de seguridad para los activistas politécnicos juarenses terminó. La Universidad significaba un territorio ajeno para los de Zacatenco. No sólo por ello viajaron a Juárez. Jesús Simental recuerda que “Nada más nos venimos a involucrar a todas las escuelas de Juárez, desde las primarias a través de los maestros hasta el Tecnológico, que era la más alta institución”.
El regreso a la ciudad fronteriza podría garantizar, en relación a los hechos violentos del Zócalo, una especie de seguridad: las redes familiares, de amistad, estudiantiles ¿Lograron involucrar al estudiantado en Juárez? ¿Qué sucedía en Chihuahua y Ciudad Juárez mientras el Distrito Federal se conmocionaba? ¿Cómo era aquella ciudad fronteriza, sus jóvenes?
En Chihuahua, se subió a la sierra el Grupo Popular Guerrillero Arturo Gámiz, dirigido por Óscar González Eguiarte. En esta guerrilla participó el joven estudiante Carlos Armendáriz Ponce, quien militaba en la Juventud Comunista Mexicana de Chihuahua. Formó parte de la integración del Frente Popular de Lucha Inquilinaria. El entonces Gobernador Praxédis Giner había ofrecido unos terrenos. El Partido Comunista de Chihuahua expulsó de sus filas a quienes participaron en el Frente. Iniciaron las invasiones. Los estudiantes de la facultad de Derecho fueron los defensores de los primeros presos por la invasión de terrenos163.
León Chávez Teixeiro recuerda que a su llegada a Chihuahua en 1972, se sorprendió de la formación del Comité de Defensa Popular, organización que nació fundamentalmente de las invasiones de colonias marginales:
163
Contreras. “Los Informantes…” pp. 211- 215.
146 “yo recuerdo que yo le decía a Rubén (Aguilar): -bueno, pero ¿cómo le hiciste, cómo empezaron? Él me decía: -No, pues simplemente tocábamos la puerta y le decíamos a la gente ¿qué onda, tienes casa?- No pos la rento. -¿Te gustaría tener una casa? -Si. - Pos únete a nosotros. Y se juntó un montón de gente, o sea que la gente si tenía un espíritu de lucha muy cabrón, que estaba retenida pero que en cuanto les dijeron: vamos a invadir, agarraron y se fueron a invadir”.
En 1968 Chihuahua vivía dos tipos de movimientos: el popular, con la fundación de la colonia Francisco Villa, con amplia participación de jóvenes universitarios; el foco guerrillero, en la sierra. A principios de septiembre de 1968, fueron rastreados y fusilados los integrantes de la guerrilla, entre ellos Óscar Eguiarte y Carlos Armendáriz.
A Ciudad Juárez, a finales de agosto de 1968 llegaron los estudiantes politécnicos con el propósito de extender el movimiento surgido en el Distrito Federal. South of the border - down Mexico way That's where I fell in love, where the stars above - came out to play And now as I wander my thoughts ever stray South of the border - down Mexico way “South of the border”. Frank Sinatra
Para recrear ese Juárez de finales de los sesenta, recurrimos de nuevo a los recuerdos de Rigoberto Ávila, quien en 1968 era estudiante de secundaria. “Por ejemplo, yo leía cosas de Vietnam, a veces en periódicos que caían, lo que sea, a veces que el 68. Hasta el 68 llegó la tele a la casa, finales del 67. El asunto de Vietnam, yo si lo seguía porque me impactaban dos cosas:
147
había un cuate ahí, pues los jóvenes de la colonia, amigos y total que tenía una novia y le tocó ir a Vietnam. Después llegó mal de un pie, donde lo habían herido. Entonces esas cosas, de pronto era como un sueño de los chavos que iban creciendo más:- Yo me voy a ir al Army, para arreglar. -No, pero te van a mandar allá. -No importa. Era un año forzoso, por la frontera, estaba muy cerca, había muchos militares, y luego Fort Bliss siempre ha sido un fuerte donde se forjan clases y oficiales, pero de todos los ejércitos, de la OTAN también. Los alemanes, había muchos alemanes, era muy común que las chavas se casasen con algún oficial que estaba de servicio y ya, se iban con ellos a vivir a Europa. Coreanos, una de mis hermanas fue novia de un militar coreano, ahí. O sea era muy fuerte en el marco de la guerra”.
El proceso migratorio con miras a trabajar en el otro lado no se detuvo. Amanda Arciniega recuerda que “me fui a San Fernando (California), allá fue donde me agarró el movimiento del 68, las olimpiadas y todo”.
Para narrar el contexto del 68 en la ciudad fronteriza, Rigoberto recurre a un recuerdo íntimo, privado: “En el 68 yo me vuelvo joven, a los doce años yo me vuelvo joven, ahí a la sombra de un árbol perdí la inocencia. Pues (es que) Juárez era una ciudad muy abierta, decíamos que ahí ni la miel era virgen y mis hermanas se encabronaban. Juárez siempre fue una ciudad muy abierta, otra gente le decía que muy pervertida […] Entonces el 68 llegó. Yo me acuerdo que sonó y se supo de la muerte de (Martin) Luther King, disturbios, cosas así, porque ahí entran todos los canales gringos, y pos ahí empezó la cosa. Hubo la movilización en la secundaria donde estaba yo, un movimiento contra el director que por cierto, hoy una calle tiene el nombre de él, Raúl Rivera Lara. Entonces ya con los años me di cuenta que eso fue una pugna entre los priístas de ahí de Juárez, pero te estoy hablando de mayo del 68,
148
de finales de mayo. Porque yo me acuerdo que iba a una guardia, iba, me quedaba, participaba, votaba a favor en las asambleas, ir a volantear y punto ¿verdad?”
Eloy Corral García, comparte con Rigo las experiencias de la huelgas en las secundarias y compara el antes y el ahora: “por alguna razón hoy recuerdo que la gente de ese entonces como que era diferente, yo no me imagino de haber estado como los chavos de ahora. En aquel entonces un montón de secundarias hacían huelgas, los estudiantes, para correr maestros tal o cual y ahora yo los veo así como que bien niños, en secundaria. Igual a lo mejor así estábamos pero lo que yo si recuerdo era la efervescencia política de los estudiantes de segundo y tercero, sobre todo, cosa que ya no existe ahora. Mi participación fue poca, porque por alguna razón no tenía ese don de liderazgo y porque por ejemplo la huelga de allá para correr al director y a otros como que yo no le veía mucha razón, el haberlos corrido. Pero no participaba activamente”.
Rigo y Eloy son contemporáneos, ambos estudiaban la secundaria en el 68. Sus testimonios nos dan cuenta de los primeros acercamientos en un paro contra una autoridad escolar. Una experiencia nueva en la que Eloy opta por no involucrarse demasiado o
que después Rigo calificaría como “pleito entre priístas”, un
magisterio mayoritariamente corporizado alrededor del PRI. Una vecina le advirtió al Rigo activista: “los están manipulando”. Rigo recuerda que el movimiento de secundaria para sacar al director “creo que duró semanas y luego ya vino el movimiento grande”. El “movimiento grande” al que se refiere Rigo llegó con los estudiantes juarenses del Poli. Era aún período de vacaciones.
149 “Entonces si llegó gente de acá de México, ya habían por todos lados, te estoy hablando de septiembre, yo acababa de regresar del rancho y empezaron las clases y luego, pum, fueron y paramos […] paramos septiembre, octubre, el este, mi hermana Lety estudiaba en la Normal, y cuando iba a la casa llevaba los volantes del movimiento en el estado de Chihuahua, era mucho más grande la efervescencia en Chihuahua.” […] Ven y mira, personas aterrorizadas impotentes, deambulan sin orden ni concierto, redondos los ojos[…] reúnen lo que les quedan de fuerzas y retoman, aquel, aquel caótico deambular sin fin[…] “Ven y mira”. Francisco Barrios “El Mastuerzo” citando a Ryszard Kapúscínsky
Francisco Javier Aguirre, “El Gallo”, recuerda que “en el 68 hubo gente de Juárez que estaba estudiando en México, en el Poli o en la UNAM y fueron los que vinieron en el 68. Yo por ejemplo ni cuenta, nosotros estábamos aquí y solamente por referencia de la gente que estaba allá y que se vinieron a Juárez, porque eran de Juárez ¿no? Y platicaron de lo que había sucedido allá en el Distrito […] aquí en Ciudad Juárez pues los jóvenes oíamos música, televisión, estábamos mediatizados, nuestro mundo era otra cosa. Después del 68 pues ya empezaron las preguntas propias de que qué era el ejército, que eran las fuerzas armadas, a quien representaban. Ya empezamos a ver un poquito más amplio el panorama de lo que era el mundo […] Pero muchos de nosotros no vivimos el 68 allá, lo vivimos aquí. Que fue una huelga que duró tiempo y que, bueno, pues ahí anduvimos”.
Jesús Simental Balderas narra que a su llegada a Ciudad Juárez
150
“todos, todos, andábamos en las escuelas pero andábamos con los maestros que ya conocíamos, porque estaban de vacaciones. Cuando ya vieron que andábamos muy movidos nosotros como célula en Juárez, saca un desplegado la Secretaría de Educación Pública, que por problemas de México y quien sabe que retrasan la entrada a clases […] Organizamos una marcha ahí por todo Juárez pidiendo clases, que se iniciaran las clases, que a nosotros no nos interesaba el problema de México, que lo que nos interesaba ahí en Juárez ¡eran las clases, nosotros queríamos clases! Entonces este era nuestro plan: en cuanto se iniciaran las clases declarábamos la huelga, pero necesitábamos que oficialmente se iniciaran las clases para oficialmente iniciar la huelga […] pos nos apoyaron mucho, dijeron: - mira que buenos muchachitos y en el periódico: -mira a diferencia de los de México, estos están pidiendo clases y aquellos perdiendo el tiempo, en huelgas por comunistas. Bueno, nos elogiaron mucho en el radio, en la tele, en los periódicos y a los dos días de que se iniciaron las clases ¡paz! Se declaro la huelga general, pero así, de un solo trancazo, en el Tecnológico, en la prepa, en las secundarias, se paralizó todo, entonces ya no dijeron nada, dijeron: este desgraciado nos llevó”.
Creo que existe una diferencia en cómo se originan y desarrollan los movimientos estudiantiles o sociales en una ciudad mucho menor que el Distrito Federal: “pueblo chico, infierno grande”. En provincia las personas que se movilizan en situaciones de oposición o disidencia pueden ser ubicables fácilmente, el anonimato es complicado.
Falta investigar si la postergación de clases en
septiembre de 1968, se ordenó en otras ciudades o fue una situación especial de la localidad. En otras provincias, como Guadalajara, los activistas del movimiento
151
estudiantil del Distrito Federal no recibieron apoyo; al contrario, la Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG) se opuso a la solidaridad con los brigadistas164 ¿Qué provocó que en Ciudad Juárez si se declarara la huelga en las instituciones educativas? ¿Los profesores? ¿El liderazgo de Simental?
Recordemos que en 1967 la Escuela de Agricultura Hermanos Escobar se lanzó a la huelga con la exigencia de que la Federación se hiciera cargo de los gastos de la institución. La solidaridad estudiantil llegó con los jóvenes del Politécnico y de la Universidad de Chapingo, lo cual pudo haber creado redes de solidaridad entre estudiantes. Sin embargo los estudiantes y profesores de la Hermanos Escobar no se unieron a la huelga en Juárez en 1968, ya que los alumnos movilizados en el 67 se encontraron cursando estudios en la ciudad de Chihuahua, en la reciente fundada Facultad de Agronomía de la Universidad Autónoma de Chihuahua. La Escuela Hermanos Escobar siguió siendo una institución privada.
Los recuerdos de Francisco Javier y de Rigo nos dan la idea del proceso que los jóvenes estudiantes vivieron. Rigo como estudiante de secundaria, mientras Francisco Javier cursaba la preparatoria en el Tecnológico. Para ambos el movimiento en el que se involucraron se debió a la llegada de los estudiantes juarenses que retornaron a la frontera como activista, pero Francisco Javier reflexiona “nosotros el 68 lo vivimos aquí”.
Un activismo con una ideología
incipiente para muchos: la lucha por libertades democráticas y contra el autoritarismo.
Se
encontraron
con
nuevas
formas
de
participación,
de
incorporación a un nosotros alrededor de una huelga, “donde anduvimos”.
Los testimonios de Rigo y Francisco Javier nos muestran la colectividad del movimiento de huelga en Ciudad Juárez, narrado desde la experiencia individual pero dentro de un colectivo, un nosotros, los huelguistas, los brigadistas.
164
Entrevista a Bonifacio Mejía Segundo, agosto del 2005.
Bonifacio fue integrante de los
“Vikingos” del Barrio de San Andrés y fundador del Frente Estudiantil Revolucionario, en 1970.
152
Rigo relata las transformaciones de su experiencia como activista en la huelga: “Entonces en Juárez, pero ya, ya, entras a otra dinámica, ya no eres ni siquiera tan neutral como en la primera huelga, sino que ahí ya era el ejército represor, el apoyo a la lucha por las libertades, hablábamos del pliego petitorio por los famosos seis puntos pero no era una cosa que manejásemos mucho”.
Los jóvenes estudiantes practicaron acciones originadas desde el movimiento del Distrito Federal, como las brigadas, las agrupaciones, escasas, de padres de familia y de profesores. Desde las instituciones se respondió también con grupos de choque o grupos de padres que exigían romper la huelga.
Es curioso observar como en las entrevistas donde se recuerdan a las asociaciones de padres y madres de familia, los actores no mencionan que sus padres se hayan involucrado activamente en apoyo de la huelga.
En la entrevista que Jesús Vargas realizó a la señora Concepción García, él recuerda los valores que su madre le inculcó “cristianos básicamente, de caridad y amor al prójimo. Y cuando yo andaba en el 68 ella me censuraba mucho”. Jesús le trataba de explicar que ellos estaban aplicando aquellas enseñanzas desde el punto meramente social. Sin embargo, Concepción niega que ella fue la influencia para los hijos: “no creo, porque Salvador fue el que sacó primero la inquietud de eso y ya se las participaría a los otros, porque yo no”.
La incorporación de los familiares pueden observarse alrededor de las relaciones entre hermanos. Es el caso de Rigo influenciado por la hermana estudiante normalista; los Corral García que escuchaban los relatos de José de Jesús sobre la experiencia en el Distrito Federal; los hermanos menores de Miguel y Gabriel Domínguez, José y Beto. Francisco Javier “El Gallo” recuerda que
153
“José y Beto [Domínguez] participaron muy activamente en ese Consejo Local de Lucha, ellos también estudiaron en la secundaria para trabajadores […] eso politizó a la gente, ya las demandas eran más de tipo social que desde el punto de vista estudiantil, inclusive empezamos a ir a la Guadalajara a dar clases de primaria”.
En contraste a esas colectividades locales, los recuerdos de Jesús Simental continúan ligados al Consejo Nacional de Huelga del Distrito Federal y a sus integrantes […] “teníamos comunicación diaria con Raúl Álvarez Garín, precisamente a un teléfono que era de los familiares que te digo de Zacatenco, hablamos con él para que nos diera instrucciones de lo que teníamos que hacer en Juárez y nosotros le comentábamos lo que estábamos haciendo, como estaba acá la cosa en México, por lo periódicos, tú sabes que no había otra vía más que la comunicación directa”.
En los testimonios sobre el movimiento de huelga en Ciudad Juárez, existe coincidencia en el papel de líder de Jesús Simental Balderas.
Roberto Corral recuerda que “conocí bien a Simental, en realidad, pos como líder estudiantil del 68 si fue bueno. Pero si tuvo muchas agallas como para hablar con el Gobernador y mandarlo a la goma verdad. Según a lo que se platicaba en ese entonces”.
Los rumores, el mito alrededor de los líderes, los recuerdos alrededor de un sector, reducido, los más visibles. El propio Simental narró que no se entrevistó con el entonces Gobernador Giner en el conflicto de la Escuela de Agricultura Hermanos Escobar.
154
En las entrevistas narran muy poco de la cotidianeidad o acciones alrededor de la huelga. Brincan hacia los hechos del 2 de octubre. Simental recuerda que “como la Preparatoria (federal) del consulado americano estaba a una cuadra del parque Borunda, cuando hacen esa masacre nosotros nos salimos porque era el cuartel general la prepa […] nos salimos de la prepa con los padres de familia, maestros y alumnos que nos apoyaban y rodeamos el consulado americano, lo cercamos […] otros nos fuimos y tapamos los puentes internacionales hasta que pararan […] entonces un general mandó por mi y me llevaron casi a rastras a la colonia militar que todavía está en Juárez […] Pues porque yo era el líder, yo era el más identificado de toda la gente […] el general me dijo: -Retire toda la gente del consulado y de los puentes porque va a ser un problema internacional. Pues si los retiro, pero paren la masacre”.
No corresponde a esta investigación determinar si la anécdota de Jesús Simental sucedió como la relata. Simental era uno de los líderes visibles.
Rigoberto narra que “yo recuerdo mucho que se hizo una marcha luego, luego después del 2 de octubre, creo que fue el 4, ahí Simental fue donde lo vi yo, en un mitin en la plaza de armas, y me acuerdo que decía: ¡Gorilas, aquí estamos! Y no sé que tanto (Rigo lo imita pegándose en el pecho como un gorila), yo me acuerdo que era muy buen orador, y este, en ese tiempo lo agarraron y en la colonia donde yo vivía había un tanque muy grande, había muchas pintas, pintas en ese tiempo clandestinas y en el tanque arriba había una leyenda que decía: ¡Libertad a Simental, presos políticos libertad! Y había muchas leyendas de presos políticos”.
155 En la prensa juarense se registró: “En un mitin celebrado en la plaza de armas, estudiantes huelguistas demandan la presentación del alumno Jesús Simental”165. Jesús Simental fue aprehendido el 15 de noviembre de 1968 en Ciudad Juárez, Chihuahua, por tres agentes de la Dirección Federal de Seguridad. Lo trasladaron a la Ciudad de México, donde fue internado en Lecumberri, como lo anunció El Fronterizo: “El estudiante (Jesús Simental) que no había sido localizado se encuentra formalmente preso en la capital de la República, acusado del delito de incitación a la revolución y de asociación delictuosa”166.
¿Qué sucedió en Juárez después de los hechos del 2 de octubre? Rigo recuerda que “entonces es el 68 y bueno, viene la represión, regresamos a clases, con un montón de caras destempladas”
Los estudiantes huelguistas no narran como se vivió esa represión. En términos de castigo podríamos considerar la suspensión temporal de sus centros de estudio o la expulsión. En el ámbito privado, el reclamo de los padres. Pero esa experiencia de 1968 ¿qué otras consecuencias produjo en esos jóvenes juarenses? Francisco Javier recuerda que “a partir de ese movimiento del 68, se creó un grupo de jóvenes estudiantes, un Consejo Local de Lucha. En el 68 las estructuras sociales de los estudiantes eran sociedades de alumnos pero después del 68 se acabaron, fueron Comités de Lucha Y entonces aquí en Juárez se generó un grupo que se llamaba Consejo Local de Lucha de los cuáles Benjamín
165
El
Fronterizo.
25
de
noviembre
http://docentes2.uacj.mx/rquinter/cronicas/1961-1970.htm 166
Ibíd. 8 de diciembre de 1968.
de
1968.
Consultado
en
156
Pérez Aragón formó parte así como otros jóvenes de secundarias, del mismo Tec. Estuvimos ahí, fue una organización”. ¿Qué sucedió con Jesús Corral García? Eloy recuerda que “el nomás vino como quien dice de vacaciones mientras estaban en huelga”. Para Eloy, su hermano José de Jesús “no era líder como sus otros compañeros, los que movían el agua, los cantantes si fueron, eran ellos”. Simental coincide que ni José de Jesús Corral ni los Domínguez eran líderes identificados. A José de Jesús lo recuerda “entrón” pero discreto. Para Eloy, el liderazgo de Jesús vino años después, en el ejercicio de la docencia en Navojoa.
Parece que Jesús no se encontraba en Juárez el 2 de octubre. Sus hermanas María del Rosario y Adela recuerdan que la familia estaba preocupada por él, “ya que seguía viviendo en el Distrito Federal”. Días después llamó diciendo que estaba bien, que se encontraba en Coyuca de Benítez, Guerrero. De este recuerdo resurgen las hipótesis sobre una posible relación con grupos clandestinos guerrilleros a través de los hermanos Domínguez, lo que podría explicar su visita a la Costa de Guerrero. Sin embargo, la familia no lo sabe. Ellos aún tenían la esperanza que Jesús cuidaba de Salvador
¿Qué pasó después de octubre de 1968? Se condenó la agitación comunista; se invitó a los padres de familia que prohibieran a los hijos asistir a lugares donde se provocaron disturbios; las autoridades declararon que el ejército había acudido por un tiroteo entre bandas estudiantiles; se aprehendieron aproximadamente a 1 500 personas; las olimpiadas se llevaron a cabo167. Jesús Vargas escribe: “Durante los quince días siguientes, los habitantes de la ciudad de México se encerraron en sus casas. Las escuelas seguían con las
167
Vargas. “Patria…” pp. 181-184.
157 banderas rojinegras pero casi no concurrían los estudiantes”168. El 7 de diciembre del 68, el Consejo Nacional de Huelga decidió levantar la suspensión de clases. Al término de la huelga, los primeros días de enero de 1969, José de Jesús Corral regresó a clases en el Politécnico. Simental salió de la prisión de Lecumberri por gestión del entonces Gobernador de Chihuahua, Óscar Flores Sánchez y se reincorporó a clases: “teníamos la cafetería de Físico Matemáticas y el Comité de Lucha, que en esos momentos ya no se llamaban Comités de Huelga. Había nuevos compañeros en el comité, era la nueva camada de Físico Matemáticas […] entonces como que Jesús ya como que más bien era ya asesor de esas gentes”.
Sin embargo, para Jesús Vargas, a partir de enero de 1969, en las escuelas se introdujo dos formas de control del estudiantado: el porrismo, con la protección de la policía; y la venta y distribución de drogas. Además, frente a los impulsos de continuar con las brigadas y la organización estudiantil, se toparon con la postura de la mayoría de los profesores: volver a la realidad y estudiar169.
José de Jesús Corral García culminó sus estudios como Licenciado en Física y Matemáticas el 14 de noviembre de 1969. El padrino de la Generación 66-69 de la carrera fue Raúl Álvarez Garín, quien recuerda que estando preso en Lecumberri firmó los diplomas para los graduados.
Del movimiento estudiantil de 1968 podemos observar que para los actores los destinos se separaron: los presos políticos que permanecieron en Lecumberri se incorporaron, la mayoría, a la vida estudiantil, académica y política, abierta. Los radicales, una minoría, se incorporaron a grupos radicales: los Lacandones, que
168
Ibíd. p. 184.
169
Ibíd. pp. 190-195
158
después fundaron con otros grupos armados la Liga Comunista
23 de
Septiembre. Otro caso fueron los estudiantes politécnicos que viajaron a China y al retornar a México, se trasladaron, con otros compañeros, a Durango para iniciar un proceso revolucionaron a través del trabajo de masas, junto a los campesinos de Álvaro Ríos. Entre ellos se encontraban Jesús Vargas Valdés y Jesús Simental Balderas.
El tercer sector, mayoritario, podría haber sido el de los estudiantes que continuaron sus estudios hasta graduarse. Entre ellos estaba José de Jesús Corral.
Seguramente existieron casos, como el de los hermanos Domínguez, en los cuáles los roles se intercalaron: Miguel y Gabriel terminaron sus estudios y formaron parte de los Lacandones. Jesús Simental insiste al recordar que “los Domínguez ya andaban de a tiro metidotes, yo me imagino que fueron jalando a Jesús (Corral) […] yo creo que entre Salvador y los Domínguez”.
Para amigos y familiares, es difícil comprender porqué José de Jesús se involucró cinco años después a la guerrilla, a la Liga. Al culminar sus estudios se convirtió en académico. Según Jesús Simental, José de Jesús Corral se fue de profesor a la preparatoria de Navojoa, Sonora, porque su compañero de estudios Ignacio del Valle y un profesor, Héctor Araiza, lo invitaron a colaborar en el reciente proyecto de la Universidad de Sonora.
159
Capítulo 6 Nos vamos a la guerrilla A Salvador y José de Jesús Corral García sus experiencias de estudiantes fuera de la casa familiar los llevó a relacionarse con otras ideas, otras realidades en una ciudad cosmopolita como es la Ciudad de México. De alguna forma, rompieron con los valores aprendidos en su niñez. Para la familia se empezó a crear un antes y un después en el cual Salvador y José de Jesús resultaban cada vez más lejanos.
La participación de Jesús Corral en el movimiento del 68 fue discreta. En 1969 culminó los estudios de Físico Matemático. Meses después aceptó ser profesor de tiempo completo en la preparatoria en Navojoa, la cual dependía de la Universidad Autónoma de Sonora. Laboró en el plantel hasta octubre de 1973.
Ambos regresaron hacia el norte, a Ciudad Juárez, sin poderse alejar demasiado de la familia, de los primeros amigos, incluso José de Jesús tramitó su tarjeta de identidad para nacionales residentes en las poblaciones fronterizas mexicanas en 1970; sin embargo su estancia no fue definitiva. Salvador ya no se estableció en Ciudad Juárez. Jesús sólo lo hacía en períodos vacacionales.
Los hermanos sospechaban de la militancia de Salvador, pero pareciera que no se hablaba de ello, que no se percataban de los posibles alcances, tal vez pensando o deseando que simplemente que “anduviera de revoltoso”. No se hablaba de lo que podría pasar, pero se advertían los peligros.
Algunos testimonios dejan la idea de que las relaciones políticas radicales las entablaron en su mayoría con jóvenes varones del norte del país que creían fervientemente en la teoría del foco guerrillero. Pero en este capítulo podremos observar la divergencia de teorías tendientes al socialismo y el impacto en las organizaciones armadas que existían o estaban en proceso de conformarse después de 1968.
160
Salvador siguió militando junto a Mónico Rentería “Patricio”, en el grupo que inició en 1967. Este relató a “Proceso”
170
que después de su primera excursión a la
sierra de Durango en el verano de 1968 “[…] bajamos dos meses después bastante desmoralizados, convencidos de que la solución no era la guerrilla. El cansancio acabó con nuestro romanticismo guerrillero.” En las entrevistas con el semanario “Proceso” Mónico no se refiere nunca a Salvador Corral García. En la primera entrevista Mónico se asume como líder de sus once compañeros, de los cuales no da su nombre. En la segunda entrevista171 relata que “en abril de 1969 se volvió a conjuntar un nuevo comando”. Para entonces el mando estaba ya prácticamente dividido entre Mónico y Edmundo Medina. “El intento volvió a fallar, pues las tropas seguían en la sierra (de Durango)”. Mónico expuso el por qué no se debía ni se podía subir a la sierra: “la reducción de todos los foquistas del país después del 2 de octubre de 1968. El lugar estaba con la clase obrera, el campesinado había perdido su oportunidad histórica”.
Podemos observar la transformación de los grupos guerrilleros en la década de los sesenta: para algunas organizaciones armadas, el trabajo y politización con los obreros llevarían a la revolución socialista. “El campesino es pequeño burgués porque están más preocupados por la tierra”172. A lo largo del capítulo se
170
Rivera. “Asesinato…” Proceso número 22, 2 de abril de 1977.
171
Sin especificar autor. “Talamontes contra la guerrilla rural”. Proceso. (México, núm. 104, 28 de
octubre de 1978) http://www.proceso.com.mx/rv/hemeroteca/detalleHemeroteca/74432, consultado el 15 de enero de 2010. 172
Entrevista a Mario Ramírez, ex militante de la Liga Comunista 23 de Septiembre. Tort,
“Guerrilla…”
161
observará como se agudizaron las divergencias entre los grupos guerrilleros que actuaron en el campo y en la ciudad. Salvador en su declaración frente a la DFS173 no se refirió al año transcurrido de 1969 a 1970. Es a través de otras personas que declararon ante jueces o frente a la misma DFS, donde se puede reconstruir la vida de Salvador en ese año. Miguel Ángel Torres Enríquez174, quien era estudiante de medicina en la ciudad de Monterrey en 1969, conoció a Salvador, Mónico y Edmundo. Declaró que ellos cuatro, junto a tres campesinos, se trasladaron a
Santiago Papasquiaro, en
Durango, de donde subieron a la sierra. Iban armados con rifles y pistolas de diversos tipo y calibre; de provisiones: arroz, frijol y latas. En esta región serrana permanecieron alrededor de dos meses, estudiando y haciendo ejercicio, grandes caminatas y cazando animales para entrenarse en armas y como forma de abastecimiento. Miguel Ángel narró como a partir de esa estancia en la sierra se suscitaron conflictos internos en el grupo, los cuáles giraban alrededor de los recursos monetarios para continuar con el grupo armado y las diferencias precisamente sobre la lucha armada.
En enero de 1970 se llevó a cabo el robo a las oficinas de General Electric en Monterrey. Miguel Ángel, el joven médico, se enteró que Mónico Rentería y Salvador Corral habían viajado a Ciudad Juárez a ocultarse. Sería la segunda ocasión que llegó a casa de la familia Corral con Mónico. La primera había ocurrido en 1968, justo en los días en que se casó Carlos, uno de los hermanos mayores. Salvador quedó a cargo de la tienda cuando el resto de la familia viajó para celebrar el matrimonio.
173
Archivo Dirección Federal de Seguridad. Expediente L-6, 11-235-74, Fojas 35-37, Galería 1,
Archivo General de la Nación. 174
Archivo Dirección Federal de Seguridad. Caja 1-199, legajo 57, clasificación 100-17-1-77, F. 70.
Archivo General de la Nación.
162
Eloy recuerda que “Salvador venía, venía con algunos de sus compañeros, no sé si te suene el nombre de Edmundo Medina Flores. Fue uno de los que vino acá, se llamaba “Ricardo”. (A) Mónico, a todos ellos los conocimos, estuvieron en la casa […] permanecían bastante, venían obviamente a hacer varios movimientos, a lo mejor compraban radios o cosas así”
A partir de las estancias de Salvador y sus compañeros en la casa de Juárez, podemos observar un conflicto presente en la memoria de la familia Corral: las hermanas María del Rosario y Adela dicen no saber de las actividades de Salvador pero la presencia de Mónico Rentería, “el Patricio” indicaba que su hermano Salvador en “algo” andaba.
Contrariamente, Eloy asegura que si sabían pero no se cuestionaba: “Vino, la pasábamos bien, simplemente. No, no se cuestionaba nada. Ahora, todos sabíamos del movimiento pero no se dialogaba del asunto, tampoco sabíamos que Patricio, Mónico Rentería, era el jefe”.
Ante la pregunta de quién sabía sobre la militancia de Salvador, Eloy recuerda que “pues nosotros, al menos Luis Miguel y yo si, Chuy obviamente, éramos los que sabíamos, porque si Luis sabía pues me lo transmitía, entonces de esas cosas nos dábamos cuenta pero ahí quedaba la cosa, como quien dice apenas estaba en gestación. No se hablaba demasiado del asunto. Pero si, si sabíamos”.
Según Eloy, sus padres, Telésforo y Concepción también tenían conocimiento sobre Salvador y su grupo:
163 “Es que si sabían. Si, porque me acuerdo ¿quien fue? Se me hace que era el Ricardo (Edmundo Medina Flores), que iba con un chavalito, con un hijo de él, y entonces menciona mi papá: ¡híjole, ahora hasta con el crío viene este cabrón! Entonces pues se sabe en qué movimientos anda”.
Roberto dice ser el hermano que tendría más información sobre la actividad de sus hermanos guerrilleros “quisiera saber como se dio, de repente ya estaba involucrada toda la familia, no toda la familia, yo por no hacerlos quedar mal, yo fui un poquito diferente, pero siempre me involucre un poquito por querer saber de ellos. Dije: me caso. Me casé y pues no, me hablaban para solicitarme algo y ahí va”. ¿Porqué sus padres no prohibían a Salvador su militancia? Para Eloy “no había nada que impedir, como quien dice: él es el ¿Qué puede hacer la gente cuando alguien ya tomó la decisión de cualquier tipo?”.
Con la expropiación a la General Electric se presentó la primera consecuencia de la militancia radical: el seguimiento policiaco. Salvador Corral García declaró ante la policía política no haber participado en esa acción, sin embargo recibió sesenta mil pesos. El a su vez entregó más de la mitad de ese dinero a Mónico.
A mediados de 1970 el grupo subió de nuevo a la región serrana de Durango con nuevas armas que adquirieron en la frontera con lo de la "General Electric". De nuevo surgieron problemas que originaron una división y la posterior expulsión de Mónico Rentería del grupo. Edmundo Flores “Ricardo” había asumido su dirección. Para Mónico Rentería, después de la "expropiación" efectuada por Edmundo Medina “Ricardo” y sus compañeros, en enero de 1970, el fracaso de sus aspiraciones guerrilleras y desacuerdos ideológicos provocaron la escisión del grupo:
164
“se abandonó definitivamente la idea de la guerrilla y se dedicaron a otras actividades […] me costó más trabajo convencerlos de la desmovilización. Algunos más débiles psíquicamente aceptaron de inmediato, pero otros insistían en la lucha armada hasta que a principios de 1970 se desintegró totalmente el grupo. Algunos llegan mucho tiempo después de separarse de la "guerrilla rural" a la guerrilla urbana”175.
Salvador siguió en la idea del grupo armado. Los hermanos se enteraron de la salida de Mónico Rentería de la guerrilla. Eloy recuerda que “yo lo que supe: ¿sabes qué? El Patricio ya se rajó, ya se rajó. Fue Luis el que me dijo: Patricio ya jeteó”.
Roberto recuerda que Salvador le contó que Mónico se había quedado con una “troca” que era de la organización guerrillera. “Oye ¿qué van a hacer? -No, pues por los méritos, por unos asaltillos y que por los méritos y que ese no se va a rajar nunca. Bueno y no, no fue así. Y yo le tenía desconfianza porque fue el que más me conocía y el que conocía la casa”.
El rencor hacia Mónico es evidente en todos los integrantes de la familia Corral García. Siguen creyendo que fue el causante de que la DFS y la policía judicial de Nuevo León llegaron a allanar la casa y se llevaron preso a Roberto en octubre de 1973.
Podríamos inferir que con el conflicto dentro del grupo inicial y la expulsión a Mónico, Salvador estableció nuevos contactos con jóvenes norteños, la mayoría de ellos originarios de Nuevo León, con los que llegó a la formación de la Liga Comunista 23 de Septiembre. Atrás quedaría Mónico Rentería, quien regresó a la
175
Rivera. “Asesinato…”
165
región de la Comarca Lagunera para dedicarse a la docencia y la gestión entre los campesinos.
Salvador Corral, en la declaración frente a la DFS, aceptó su participación en el asalto al Banco de Comercio de Monterrey, sucursal Universidad, llevado a cabo el 3 de octubre de 1971. El monto de la “expropiación” fue de 283 mil pesos, de los cuales le entregaron cien mil para sus gastos y para otros grupos revolucionarios. Entregaría 25 mil pesos a Miguel Domínguez Rodríguez, aquel estudiante del Politécnico que formaba parte de los Lacandones.
Gran parte del dinero
“expropiado” los jóvenes lo utilizaron para la compra de armas.
Salvador también declaró que en 1972 y parte de 1973 vivió en las ciudades de Monterrey, Chihuahua y Durango, reclutando y politizando a nuevos miembros para la organización. Con los recursos que le entregaban para sus gastos, podía desplazarse hasta Ciudad Juárez.
Para Eloy Corral, el proceso de radicalización que observamos en Salvador se lo explica de la siguiente manera: “eso lo trae notoriamente desde pequeño o muy joven, en el transcurso de los años, entonces por algún momento dado se convierte en uno de los precursores de los grupos armados aquí en México, con otros forman un grupo rural. Entonces todo eso clandestino, aquí seguía viniendo y todo eso, o sea, todo en un completo clandestinaje y apenas formándose y después empiezan a surgir un montón de grupos como el de él y después en algún lugar nace la Liga, uniendo todos esos grupos. Pero más que radicalizarse es tomar una meta y tener una filosofía de la vida […] o sea, no es una radicalización así nomás y en todo ese lapso existe una preparación, en la cual se toma como ejemplo pues el desarrollo de algunos líderes de otros países, en el área comunista o socialista y se toma como ejemplo algunas de las cosas que
166
hacen, entonces empiezan por ahí, a pensar que el sistema tiene que cambiar por ahí” A pesar de la militancia de Salvador, la vida seguía su curso. En la familia Corral las fotografías nos permiten ver una aparente vida normal, cotidiana: fiestas, bodas, paseos. Un día de campo en una presa de Nuevo México, que da una muestra de la vida en la frontera. Jesús y Luis Miguel en una lancha, guapos, jóvenes, fuertes, vestidos a la moda. Salvador junto al mostrador de la tienda. Los hermanos mayores se iban casando y se iban a vivir a otras casas. En abril de 1972 se celebró el matrimonio de Eleodoro, el hermano mayor, en Herreras, Durango. José de Jesús llegó a la boda de Navojoa. Una noche antes los hermanos se fueron a divertir al billar de la localidad. Empezó a hacer proclamas frente a los presentes, pensado que eran los jornaleros “pero eran los dueños de los tractores” recuerda riendo Roberto Corral “y empezó: que no se dejen, que ya es tiempo de que tomen los medios en sus manos. Hizo su campaña y me dicen: -cállalo, se lo está diciendo a los meros, meros”.
Eloy recuerda que ese tipo de discusiones sobre ideología se daban “así de manera familiar pero yo le decía (a Salvador): -es que no todo tiene que ser tan dogmático, las cosas no tienen que ser así porque ya alguien las dijo, porque las dijo Lenin o las dijo Marx ¿verdad? […] a veces estaba Chuy también en algunas discusiones, no discusiones formales, discusiones así muy familiares, como quien dice, si y tomando acción. Ahí empieza el radicalizarse, es todo un proceso de ir madurando una idea si, y tomando acción. Y ellos tomaron acción el radicalizarse es un proceso, igual en un conflicto estudiantil, se madura que estamos haciendo, esto y esto y de repente alguien se radicaliza y es el que se convierte en líder, como Luis Miguel y el Gallo”.
167
El movimiento de los Institutos Tecnológicos de Chihuahua. Los hermanos menores Luis Miguel, Eloy y Martín siguieron estudiando. Los primeros dos ingresaron al Instituto Tecnológico de Ciudad Juárez en 1968 y 1969. Adela y María del Rosario “Charo” observan fotografías de Luis Miguel y repiten: “chulo”. Recuerdan a un muchacho alegre, bailador y que se la pasaba chuleándolas y abrazándolas. A Charo le brillan los ojos cuando habla de su hermano. Por la cercanía de edad la relación era más fuerte y franca. Cuenta que ella supo siempre que los hermanos andaban en “otra cosa”. En esta ciudad la mentira es plato de todos los días de prisa se mueven hombres mercancías sus manos ocultan tras la luz del oro un viento de plomo por dentro te rumia te ensucia la lluvia […] “En esta ciudad”. León Chávez Teixiero/ Jaime de la Torre.
¿Qué pasaba en Ciudad Juárez en los primeros años de la década de los setenta? Aunque para 1970 la migración hacia la frontera disminuyó notablemente 176, en general la ciudadanía veía con disgusto a los recién llegados y la invasión de terrenos en la periferia. Seguramente muchos de los inconformes anteriormente habían sido migrantes que aumentaron la población de la ciudad. Una de las colonias de invasión fue bautizada como Gustavo Díaz Ordaz. Obviamente 176
Ver Castellanos. “Ciudad…” pp. 129-130.
168
carecían de todo servicio público. En el Valle de Juárez, grandes terrenos que anteriormente eran tierra de cultivos se convirtieron en fraccionamientos residenciales.
Como consecuencia de la ola migratoria, el comercio informal se acrecentó, aun con la continua instalación de maquiladoras. Para 1972 funcionaban 42 compañías maquiladores que empleaban a poco más de 7500 obreras.
En materia educativa, entre 1970 y 1971 en Ciudad Juárez, Díaz Ordaz decretó la donación de tierra para la Escuela de Agricultura Hermanos Escobar. La Universidad Femenina de Ciudad Juárez se transformó en Universidad Mixta y tomó el nombre de Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, aceptando el ingreso de varones y creando nuevas carreras. La UACJ y el Tecnológico de Juárez seguían siendo las únicas opciones públicas de estudio177. Sin embargo, la mayoría de los jóvenes que habían participado en el movimiento estudiantil de 1968 en Ciudad Juárez, prosiguieron en el Tecnológico. Rigoberto Ávila y
Eloy Corral eran preparatorianos. Francisco Javier “El Gallo” era
estudiante de ingeniería electrónica junto con Luis Miguel. Amanda Arciniega era estudiante de secundaria en la escuela nocturna y obrera en una maquila. Todos seguían siendo hijos de familia. Rigo recuerda que siendo estudiante de prepa “a mi hermano se le ocurrió, puso una granja de marranos, entonces yo era el que me levantaba en la madrugada e iba en una pickup, tenía como quince años cuando empezó eso y cogía la comida de los marranos, llegaba a la escuela con la pickup cargada, salía de clases de la mañana y 177
Cronología
basada
fundamentalmente
en
información
http://docentes2.uacj.mx/rquinter/cronicas/1961-1970.htm http://docentes2.uacj.mx/rquinter/cronicas/1961-1970.htm Consultados el 20 de noviembre de 2008.
del
Diario
“El
Fronterizo”.
169
luego me iba y si tenía que entrenar americano que era temporada, era muy dinámico todo, mucho cotorreo, mucho desmadre, nos íbamos a bailar y a tratar de ligar. Era un tiempo como muy intenso. Pero ya eran muchas cosas que del 68 quedaron muy claras ¿no? Entonces pasa el primer año de prepa y el segundo, ya cuando entra el otro semestre, enero, febrero, en enero, a raíz de los sucesos del 15 de enero, la represión y los asesinatos y del gobierno, surge el movimiento en la Universidad de Chihuahua y luego en el Tecnológico, se forma el CDP (Comité de Defensa Popular). Entonces los del Tecnológico enarbolan un movimiento por un Consejo Técnico Resolutivo, ya habían hablado con el tecnológico de la Laguna, eran los de Chihuahua, eran los que le movían más y los de Juárez”. Rigoberto evoca un hecho importante, los sucesos del 15 de enero de 1972, cuando un comando armado, liderado por Diego Lucero, realizó el triple asalto bancario en la ciudad de Chihuahua. En los eventos murieron dos de los guerrilleros, Avelina Gallegos y Óscar Montes; en prisión fueron ejecutados Diego Lucero y Ramiro Díaz; a Gaspar Trujillo lo ejecutaron en el momento de su aprehensión; el resto fueron aprehendidos o lograron huir.
Víctor Orozco apunta que en 1972, en Chihuahua, “el movimiento popular encuentra un sector estudiantil fortalecido […] los cuadros estudiantiles, principalmente universitarios, representan la nueva etapa de las luchas en Chihuahua, fase en la que el foco se ha trasladado de las escuelas normales a la universidad y en la que la vinculación con las clases trabajadoras se da a través de movimientos urbanos, de obreros o posesionarios de terrenos en la ciudad”178.
178
Víctor Orozco. “Las luchas populares de los setentas”. Diez ensayos sobre Chihuahua. (Doble
Hélice ediciones, México, 2003) p. 14
170
Víctor Orozco señala que si bien, la organización armada había roto con la lucha de masas, no fue un hecho aislado, sino una idea de continuidad, “el tercer intento en el estado contra la oligarquía”179, por los hechos previos al triple asalto bancario: el Grupo Popular Guerrillero en 1965 y el Grupo Popular Guerrillero Arturo Gámiz de 1968.
Las ejecuciones contra los jóvenes detenidos movilizó a un amplio sector social. Así mismo, la rectoría de la Universidad y el Partido Popular Socialista 180 condenó o desconoció a los estudiantes que integraron el grupo guerrillero conocido como “Los Guajiros”.
Rigo recuerda que también en Juárez los estudiantes se movilizaron “Entonces convocan en el gimnasio del Tecnológico a un debate: el obispo de Juárez, Talamás Camandari; Filiberto Terrazas, un poco por la visión gubernamental y el doctor Vázquez Muñoz por la Alianza Cívico Demócrata181, por la izquierda […] la Alianza Cívico tenían mucho arraigo en los maestros de la sección 8 y 42, sobre todo en la 42 […] Entonces fue un debate donde se discutió el punto de la represión, eso fue en enero, inmediatamente. A partir de ahí, el gimnasio estaba lleno, o sea había efervescencia, incluso Luis Miguel ahí no aparece tan directamente, ahí el que aparecía porque venía del 68 era El Gallo”. 179
Ibíd. p. 15
180
Ibíd. pp. 15-16
181
“El Fronterizo” (Ciudad Juárez, 21 de marzo de 1965, p. 1B) El 21 de marzo se fundó el
organismo denominado Alianza Cívico-Demócrata Juarense; participó en las elecciones para presidente municipal llevando como candidatos a los doctores Roberto Vázquez Muñoz y Bernardo Jiménez.
http://docentes2.uacj.mx/rquinter/cronicas/1961-1970.htm
171
Francisco Javier “El Gallo” en su relato pone más énfasis en las demandas estudiantiles y administrativas que surgieron de la relación de los Institutos Tecnológicos Regionales: “una de las demandas planteadas a nivel estudiantil era un Consejo Técnico Resolutivo, que resolviera los problemas propios de las escuelas, porque había cada profe que debías ponerle en orden, que no hiciera o deshiciera a su antojo y no había una autoridad, venían siempre del Distrito Federal a reunir una comisión que daban “malacachancha” y se iban y no resolvían ¿verdad? Entonces una demanda fue un Consejo Técnico Resolutivo y en ese ínter nos reunimos los tres tecnológicos. A mi me tocó ser presidente de la sociedad de alumnos de aquí, antes de que cambiara la estructura entonces pues íbamos a Chihuahua, a Torreón y nos hicimos amigos”.
Rigo narra como “Se convoca a una asamblea general otra vez ahí en el gimnasio de la escuela, se plantea lo del Consejo Resolutivo, se lleva a votación y por abrumadora mayoría excepto los de contabilidad, aunque había unos de contabilidad que jalaban muy bien, que incluso eran dirigentes del movimiento, La Güerita Cecilia, otros más, pero la mayoría eran opositores. Entonces por abrumadora mayoría nos vamos a huelga […] en ese entonces la escuela tenía unos mil doscientos alumnos, entonces ¡uta! pues impactó, el tecnológico era el mayor orgullo de la burguesía maquilera local”. Según la información publicada en el periódico “El Fronterizo” “Los estudiantes del Instituto Tecnológico Regional de Ciudad Juárez se lanzaron a la huelga con paros escalonados de 24, 48 y 72 horas. Días
172
después se suspendieron las clases por no haber una resolución favorable al contenido de un pliego petitorio: a) resolución satisfactoria de ITRCJ y UACH; b) creación de un consejo resolutivo; c) Implantación del curso de posgraduados para presentar examen profesional; d) construcción de la biblioteca”182. Rigoberto recuerda que la huelga inició desde febrero, marzo y abril, pero “ya estaba muy apagado todo y circulaba que ya iba a meterse la policía”. Había lecciones que se aprendieron del 68: “juntaban a padres de familia que iban a rescatar la escuela, que eran policías y madreaban”.
En abril prepararon un festival político cultural donde participó el cantautor José de Molina “y después del festival nos vamos en movilización, agarramos camiones y nos vamos hasta (el periódico) El Fronterizo y hacemos un desmadre. De ese desmadre agarran a Martha (De Los Ríos), a uno que se apellidaba Molinar y a otro este que se llama o se llamaba Adrián Serrano, después a ese le hicieron muchas historias de policía que yo nunca supe que pasó con él. Los meten a la cárcel y has de cuenta, primero, cuando vamos nos empiezan a corretear y luego los agarran a ellos ¡no pues el movimiento se activó! A partir de ahí ya es una movilización de activos, se para la prepa del Chamizal por su federación, se paran todas las secundarias de la ciudad y
ya
en
las
calles
marchas,
movilizaciones
y
hubo
muchos
enfrentamientos”.
Rigoberto relata que
182
Noticia del 1 de marzo de 1972. Ver http://docentes2.uacj.mx/rquinter/cronicas/1961-1970.htm
consultado el 20 de noviembre de 2008.
173 “Ahí fue cuando localicé a los antimotines en Ciudad Juárez. Eso nos radicalizaba mucho porque obviamente la prensa siempre decía pestes de nosotros pero entonces nosotros queríamos un consejo técnico resolutivo y las respuestas eran brutales, pero brutales, madrizas, llegaban por ejemplo a agarrar compañeros en pintas, y los bañaban en aceites, los hacían que hicieran gárgaras con el aceite quemado ¡pero los municipales! o sea grueso […] lo que realmente nos radicalizó eran las respuestas desmedidas de la policía, obviamente de los medios que nos condenaban y todo. Entonces las pancartas ya las hacíamos a nivel anti represivo, les poníamos unos garrotones. Por ejemplo andábamos en el camión de la escuela en brigadas, pues un día nos echaron a un chingo de porros de Armando González Soto, que había sido presidente municipal pero tenía grupos activos ahí de jóvenes y rompieron todos los vidrios del camión y madrearon pero gruesísimo. Entonces el movimiento creció”.
Rigo se explica la simpatía del movimiento estudiantil a través de la legitimidad de sus demandas y las respuestas violentas del Estado: “nosotros sobre todo buscábamos informar […] ya había pasado el 68, había pasado el 71, la matanza del 10 de junio, lo del 15 de enero (de 1972) entonces aunque fuese muy poca la información que recibía la gente el asunto del clima de las libertades, sobre todo del abuso, la prepotencia, la vida de los políticos, sobre todo de los políticos priístas, la vida cotidiana de la gente eran esas condiciones, por lo que la gente veía con simpatía. Además ya tenía cuatro años la maquila, la gente de la maquila era gente que había dejado sus hogares en busca de trabajo, eran las chavas sostén de sus familias [...] A las maquilas, por ejemplo, íbamos, volanteábamos con las chavas.”
Amanda Arciniega, quien trabajaba en la maquila mientras se desarrolló la huelga del Tecnológico recuerda que
174
“ellos iban con camiones a recoger gratis a las obreras en la tarde y los que iban en la noche pues en la noche. Entonces ya se empezaban a echar los rollitos, que porqué el movimiento de huelga y hasta cierto punto despertar la conciencia de las obreras de la maquila, algunos se echaban algún rollito sobre el manifiesto comunista”.
Amanda realiza una cronología a partir de la propaganda que se repartía entre las obreras de las maquilas: “a mi me tocó en la “RCA”. Posteriormente me tocó en la “Toco” cuando ya la Liga o cuando menos los chavos que después participaron en la Liga iban y volanteaban”. Para Francisco Javier “El Gallo” el movimiento de huelga “era masivo, abierto, no teníamos problema.” Esta afirmación nos remonta a lo sucedido en el movimiento estudiantil de 1968, cuando los movimientos abiertos, masivos, con demanades percibidas como legítimas pueden transformarse en otras formas de participación política.
Francisco Javier recuerda un encuentro que tuvo con Raúl Ramos Zavala, joven coahuilense, economista por la Universidad de Nuevo León, ex militante de la juventud comunista, fundador del grupo llamado “Los procesos” “Fue de los originarios de lo que fue la Liga […] ese cuate vino aquí, al Tec y a mi me lo presentó Martha (De Los Ríos) platicamos y me dijo: -pues aquí léete esto. Nosotros somos de la masa, del grupo de la gente, inconformes con ciertas cosas, de ahí salimos. Yo no sabía quien era, Martha no me lo dijo nunca, ella estaba trabajando aquí de profesora y pues nos comentaba”.
175
Martha De Los Ríos y Raúl Ramos Zavala se conocieron siendo militantes de la Juventud Comunista. Francisco Javier recuerda que hasta entonces “todavía nada, nada (era) clandestino. A Raúl Ramos yo lo vi normal, platicamos y entonces el me dijo: mira te voy a dejar un montón de periódicos aquí, para que los leas y después me das tu opinión. No eran los (documentos) procesos, eran otro tipo de material que ya de manera incipiente, de manera formal ya planteaban alguna situación política distinta de lo que se manejaba […] platicamos en relación al movimiento de huelga de la escuela, que yo era activista ahí, entonces del aspecto clandestino o del aspecto de otra índole que no fuera manifestaciones públicas pues yo no conocía. Hasta mucho después me di cuenta que era Raúl Ramos Zavala,
pero
ahí,
nosotros
éramos
que
a
perifonear,
hacíamos
manifestaciones, o sea, éramos (un movimiento) públicamente abierto”.183
León Chávez Teixeiro recuerda que llegó a la capital de Chihuahua cuando su tecnológico seguía en huelga. Era militante de tiempo completo del Partido Mexicano del Proletariado (PMP) “[…] intentábamos hacer dizque algunos círculos de estudio, sobre todo con los del Tec, pero fallaban porque era un activismo tremendo y los chavos eran los chambeadores, en chinga y ellos mismos sentían la necesidad de hacer círculos de estudio. Yo lo planteé a la gente de mi partido, pero realmente no respondieron y era un activismo determinado por los líderes y por el tiempo de los líderes, que me parecía muy mal pedo, porque nos citaban a las 10 de la mañana y los líderes llegaban 1.30, 2 de la tarde ¿no? Entonces todo ese tiempo era un desperdicio tremendo”
183
La entrevista que mantuvo Francisco Javier “El Gallo” con Ramos Zavala tuvo que suceder
antes del 6 de febrero de 1972, día en que fue muerto Raúl en el parque España, de la Ciudad de México.
176
Los líderes de los que habla León Chávez, son los que Víctor Orozco caracteriza como una “dirección calificada” del movimiento estudiantil chihuahuense184.
El Comité de Defensa Popular se formó a partir de los hechos del 15 de enero de 1972, a la par del Consejo Resolutivo del Tec de Juárez. Al CDP lo integraban la colonia Francisco Villa, el Movimiento Sindical Ferrocarrilero de la sección 5 del STFRM, la sección octava del SNTE, el Sindicato de trabajadores y empleados de la Universidad, el Sindicato de Aceros de Chihuahua, la sección 25 del STERM, el Frente Auténtico del Trabajo, el Movimiento Revolucionario del Magisterio y el Consejo Estudiantil de Lucha (con representantes de todas las escuelas)185. A través de este Comité se siguieron realizando acciones de protesta, donde participaban estudiantes tecnológicos aún cuando la huelga de su escuela se levantó. León Chávez Teixeiro recuerda de manera especial cómo se llevó a cabo el Tribunal Popular, el 26 de julio de 1972, en Chihuahua: “Después de varias semanas, creo que quince días, llegó la declaración, la sentencia del jurado. Entonces hubo una marcha enorme, recuerdo que han de haber sido como ocho mil personas, pero es un chingo para ese momento ¿no? Este, el zócalo, bueno el centro se llenó de gente, se dio la noche, encendimos antorchas y los líderes se subieron y Rubén Aguilar leyó la sentencia y se declaró que era culpable el Estado de asesinatos, etc., y que la sentencia era la muerte, se sentenció a muerte al Estado y todos ahí presentes, por voz de Aguilar, juramos que lucharíamos todos hasta el fin por cumplir la sentencia de terminar con el Estado capitalista. A mí me parece tremendamente importante porque varios de esos líderes, ahora veo que en realidad están en el Estado ¿no?”.
184
Orozco. “Luchas…” p. 34.
185
Ibíd. p. 16.
177 Francisco Javier “El Gallo” recuerda que con el Tribunal Popular “obviamente se dio un proceso social allá en Chihuahua cuando enjuiciaron a la burguesía, hicieron un juicio, condenaron a no sé que, pero ahí surge un grupo político con (Rubén) Aguilar creo, el CDP propiamente dicho y bueno, se creo un libro, un folleto “El Martillo”, que llevaba el consenso, la idea de toda la gente, de todos los jóvenes que andaban ahí”.
Para León Chávez, precisamente era lo contrario: no había un consenso, sino un conflicto entre los líderes y los jóvenes, factor importante para que algunos estudiantes se radicalizaran: “[…] era evidente. Se hablaba mucho de eso, de que hay que armarse, de que la cosa tiene que ser violenta, y bueno con el antecedente de Madera y con el cansancio de los chavos. Para mi era evidente que estos chavos iban a agarrar las armas pero lo iban a hacer muy emotiva, muy visceral, porque además estaban muy cansados, ellos nos decían: -Estamos muy cansados, estamos cansadísimos pero no vemos alternativa porque le dan vuelta y vuelta y no pasa nada. Estaban cansados yo creo, una, que el liderazgo era extremo, o sea las cosas las decidían un grupo determinado de líderes, yo creo que estaban cansados realmente de que no se escuchaba a los chavos y entonces no había la posibilidad de darle una vuelta al asunto y de que se hiciera un trabajo más de base y no solamente de echar rollo ¿no? Con la gente del barrio, con los ferroca, etc., yo creo que de eso estaban cansados.
Además de que no tenían tiempo de profundizar ¿A dónde
vamos? tú sabes que cuando hay una lucha tan activa, llega un momento en que dices, bueno ¿y qué está pasando? ¿A dónde vamos, para qué, de qué se trata? Falta un poco la reflexión y bueno, los que según esto reflexionan son los líderes y mandan la orden y tú como activista no tienes la posibilidad de reflexionar y de responderle, que además ellos te mandan un escrito, tú no puedes escribir tan rápido, no escribes supuestamente tan
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claramente, etc. Entonces te rebasa una cierta intelectualidad entre comillas del líder, que sabe hablar en público, que sabe escribir, que es al que le publican en el periódico militante, etc. Entonces el compa que es militante, está en un activismo cabrón y te dice: -pero ¿cómo escribo, cómo me expreso y cómo me van a publicar? ¿Me explico? Entonces hay como un poder que aplasta, inconsciente o conscientemente, el líder está aplastando al compa de base y el compa de base dice ¿qué onda, no? Porque no tengo tiempo de escribir, no tengo tiempo de leer, no tengo tiempo de poder responderte a tu rollo que puedo yo pensar que está equivocado pero te lo tengo que contestar por escrito y si te contesto en una asamblea no hay tiempo, llegan los líderes y te dicen: los puntos son estos y estos y estos y ya no hay tiempo de discutir. Entonces es un círculo vicioso tremendo que va desgastando a los chavos ¿no? Entonces cuando a mi me empiezan a decir eso es evidente que los compas están en ese pedo ¿no? Y cuando se habla del rollo de los enfermos y se empieza a hacer esa rebeldía de la base, dices: aquí está pasando algo. A mi me parecía interesante, que está pasando algo que va a rebasar a los líderes, pero era claro que la tendencia era llegar a una radicalidad en el sentido visceral, de algo de ya estuvo y a lo que había que llegar es a lo que se llegó, agarrar las armas y a la chingada ¿no?” […] Se encontraron en la arena los dos gallos frente a frente, el gallo negro era grande pero el rojo era valiente. ¡Ay, si es que yo miento que el cantar que yo canto lo borre el viento! ¡Ay, qué desencanto si me borrara el viento lo que yo canto! Se miraron cara a cara y atacó el negro primero.
179 el gallo rojo es valiente pero el negro es traicionero […] “Gallo rojo, gallo negro (Los dos gallos)”. J.A. Sánchez Ferlosio
Francisco Javier “El Gallo” recuerda que en 1972 él y Luis Miguel estudiaban en el mismo salón. Ambos fueron a un viaje con fines académicos a Chiapas, “al regreso Luis Miguel me dice: oye, hay un cuate que quiere platicar contigo […] grande fue mi sorpresa cuando la persona que quería hablar conmigo era uno de los Domínguez, Miguel Domínguez ¡Pos ya nos conocíamos! Gabriel (Domínguez) estuvo en la (secundaria) 21, en prepa, inclusive yo fui al 20 de noviembre con ellos, eran unos deportistas tremendos, Miguel y Gabriel. Aprendí a correr con ellos, nos conocíamos, pero no en política. Entonces ya cuando lo vi a él ya empezamos a platicar y obviamente la platica versó para iniciar una práctica clandestina […] Ellos (Los Domínguez) formaron un grupo que, la gente del Poli, fueron los primeros que se radicalizaron y se armaron. Y desarmaron de pistolas a policías, a los granaderos. Entonces Raúl Ramos Zavala fue de los primeros teóricos que fueron aglutinando, los Domínguez y este muchacho, Benjamín Pérez Aragón, que se había ido para allá con ellos formaron un grupo llamado Los Lacandones. Salvador (Corral) anduvo haciendo labor desde antes de que se formara la Liga. Él era de los Macías precisamente, pero que estuvieron allá pero que fracasaron y se regresaron. Salvador vino a dar acá y “Chava” pos obviamente formó parte después de la Liga. Pero el que en Juárez inicialmente vino aquí a organizar la Liga Comunista pues fue Gabriel (Domínguez)”. Para mayo de 1972, los Institutos Tecnológicos de Chihuahua y de Torreón habían levantado la huelga. Sólo se mantenía el Tec de Ciudad Juárez. Rigo relata que “a principios de mayo se hablaba mucho de que ya nos iban a madrear en serio, nos quitaron todos los camiones”. Recuerda que “Luis Miguel era muy serio, no era
180 orador de mitin, Luis Miguel era el entrador ahí en la asamblea”. Fue precisamente él quien lo invitó a formar parte de un grupo armado. Rigo tenía 16 años y Luis Miguel 21. “[…] le decía “El güerillo”. Ya habíamos hablado muchas veces, como medio tocaba la guitarra y a mi siempre me ha gustado cantar, entonces eran canciones parecidas las que nos gustaban […] sobre todo en el movimiento, en las noches, en las guardias con los que nos quedábamos, pues yo prácticamente ya estaba ahí de planta. Platicábamos y se empezaba a hablar de Cuba, del socialismo, a recomendar: a ver, échese ese libro. Me acuerdo del primer libro que leí, ahí en el movimiento, era un libro de Gilberto Balán que se llamaba “Tlatelolco 2 de octubre”. Entonces ahí, un día, me dice, siempre me decía “chavo”: -Chavo ¿usted a oído hablar de los grupos armados que ha habido en este país? Entonces yo le dije: -si como no, claro. Me dice: -¿sabe que cuando agarraron a los del MAR pues no los agarraron a todos? -Pues no sabía. -Pero hay gente que anda ahí, otras gentes que quedaron del 15 de enero por ahí andan también. -Ah pues no sabía. -¿Y usted cómo ve eso? Lo de la lucha armada, pues hay gente que anda ahí y pues tienen interés de platicar con usted ¿cómo la ve? -No, pues está bien. -Si pero le estoy hablando de cómo ve lo de la lucha armada. –No, le dije, pues le entramos, así le dije, pues yo creo que eso es importante”.
El Movimiento de Acción Revolucionaria (MAR) surgió en 1969. Algunos de sus fundadores habían vivido un período en la Universidad Patricio Lumumba de Moscú. Frente a la posibilidad del éxito del foco guerrillero para derrocar al capitalismo mexicano, se toparon con la frialdad de la burocracia del Partido Comunista Soviético. En Corea del Norte entrenaron a sesenta mexicanos, la mayoría de ellos pertenecientes a la Liga Leninista Espartaco y a la Universidad Nicolaíta de Michoacán. El 18 de diciembre de 1970 el MAR asaltó el Banco de
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Comercio de Morelia. El 15 de marzo de 1971, parte de la dirigencia del movimiento fue aprehendida.186
De algunos de los militantes del MAR que habían permanecido libres era de quienes le hablaba Luis Miguel a Rigoberto, así como de los sobrevivientes del triple asalto bancario en Chihuahua, que a su vez estaban relacionados con “Los Procesos”, de Monterrey. Rigo recuerda que a partir de mayo se integró una célula clandestina “entramos como seis pero para octubre ya quedábamos unos cuantos”. Francisco Javier “El Gallo” revela su papel y el de Luis Miguel para la incipiente estructura: “Gabriel (Domínguez) vino y entre Luis Miguel y yo fuimos los pioneros, por así decirlo, de la estructura orgánica de Juárez. En esa época la incidencia primera era de ir con las obreras e ir a denunciar lo que era el capitalismo, lo que era lo otro ¿no? y entonces Luis Miguel por un lado y yo por otro, conocíamos a quienes habíamos reclutado, entre ellos al Chícharo (Rigo) y a (Miguel) Lerma. A ellos dos. Miguel y el Chícharo formaban parte de un grupo que había formado Luis Miguel, yo lo sabía pero ellos no lo sabían y yo tenía otro grupo de personas, que fuimos los incipientes. De ahí hubo un movimiento aquí en Juárez, de la escuela preparatoria, después fue la Pancho Villa, pero antes fue la Preparatoria Popular y participamos como maestros. En esa prepa Popular también se generó un grupo de compañeros que incluso después se integraron, como las chavas de la maquila”.
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Ver Castellanos, “México…” pp. 173-178
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Rigo y Francisco Javier coinciden en un hecho que originó modificaciones de la nueva organización guerrillera: La caída de la mayoría de “Los Lacandones” en el Distrito Federal, entre ellos Miguel Domínguez. “Había un muchacho del Consejo Local de Lucha que se encargaba de la cuestión de la impresión de folletos y demás ¿verdad? Y el fue y consiguió un domicilio para que viviera Gabriel (Domínguez). Pero a Gabriel cuando fue el suceso en el Distrito que agarraron a los Lacandones, vinieron a la casa de Gabriel y lo andaban buscando. Inclusive detectaron la casa donde él estaba, la casa donde él vivía ya después como una persona para integrarse a la Liga Comunista, a organizarla. Se salió de ahí, dejamos de verlo pero en ese ínter básicamente Luis Miguel y yo formamos grupos. Como yo conocía a una Alicia de los Ríos en el Tec de Chihuahua, pues vete para Chihuahua. Entonces yo me fui a Chihuahua y en Chihuahua me tocó hacer una infraestructura de gente que se incorporara”. Rigo aclara que en aquella organización “todavía no había la Liga”. En los relatos de Rigo y Francisco Javier, es obvio que Luis Miguel Corral fue quien los invitó a reunirse con otros jóvenes con miras a organizarse en grupos armados ¿Pero, quien era el contacto de Luis Miguel para relacionarse con los sobrevivientes del MAR o de los Guajiros, como le comentó a Rigo? Éste piensa que la relación principal “eran (sus hermanos) Salvador y Cheché (José de Jesús)”.
Para Francisco Javier el enlace principal con la organización armada eran los hermanos Miguel y Gabriel Domínguez. Ambas direcciones adquieren sentido en la unión de las organizaciones “Lacandones- Macías” que mencionan algunos testimonios. Tanto los Domínguez, jóvenes politécnicos que integraron Los Lacandones, como Salvador Corral, de los Macías, se encontraron después del rompimiento interior de éste último grupo, después de la salida de Mónico Rentería. Se relacionaron con la gente de Monterrey. Por ello, pudiera ser que Salvador declaró que después de una “expropiación” cometida en 1971 por su
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grupo, entre los que se encontraban jóvenes universitarios de Nuevo León, Corral García entregó una cantidad de dinero a Miguel Domínguez.
Por ello, tanto Gabriel Domínguez como Salvador, serían los contactos de Luis Miguel Corral, cuando éste participó en el movimiento de huelga del Tecnológico. Rigo recuerda que el conoció a Salvador a finales de la huelga del Tecnológico, en junio de 1972. Iban con Luis Miguel a comer con los Corral García: “llegábamos y Luis Miguel gritaba: ¡Mamá, ya llegamos! Traigo unos chavos que traen mucha hambre […] Salvador era muy serio pero con humor, excelente humor, era un tipo de un excelente trato”.
Salvador seguramente se convirtió en una influencia ideológica para sus hermanos, un contacto con algunas de las agrupaciones radicales del momento. Pero sobre el papel de José de Jesús como vínculo con estos movimientos armados, su hermano Eloy Corral lo duda. “Salvador empezó con eso, lo de los demás fue después. Siempre pensé que a Chuy (José de Jesús) lo orillaron más las circunstancias a adherirse a la Liga que el convencimiento propio de que quería estar ahí”.
Parece que en la familia Corral había un consenso sobre la influencia de Salvador con sus hermanos. María del Rosario “Charo” recuerda que en una ocasión, su hermano Carlos, quien vivía en Chicago y se encontraba de visita en Juárez, le reclamó a Salvador el por qué involucraba a Luis Miguel y José de Jesús en “esas cosas”. Salvador le contestó que él no los obligaba, que si ellos andaban era porque querían. Es curioso observar en el caso de María del Rosario “Charo”, como no preguntó nada al observar comportamientos extraños del hermano, ni siquiera cuando Luis Miguel le extravió un automóvil, el primero que ella había comprado con su trabajo en un banco. Cuenta alegre:
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“era mío porque yo le llenaba el tanque de gasolina, por lo demás, era de Luis Miguel, que nada más me lo regresaba para que le volviera a llenar el tanque. Un día que ya no vi el carro le pregunté por él y me contestó que me olvidara, que ya, que ya no había carro. Yo creo que lo perdió en esas repartizas que hacían en la periferia. Los han de haber perseguido”.
Pareciera increíble que ni siquiera por esta razón se haya preguntado más acerca de “la otra vida” de su hermano. Clandestino no era, vivía en casa de sus padres y terminó completamente la carrera de ingeniero industrial en el Tecnológico en 1973. Charo recuerda que ella vivía muy cerca de esta escuela y que alguna vez llegó Luis Miguel corriendo junto a otros compañeros y arrojaron ropa ensagrentada al bote de la basura de la calle. ¿Qué era lo que le impedía preguntar? ¿Miedo, indiferencia, complicidad? La respuesta más cercana fue que ella no entendía qué era lo que querían sus hermanos.
Estos jóvenes, combinaban la cotidianeidad de estudiantes con la lectura de clásicos marxistas y las prácticas de tiro a blanco. Rigo recuerda que a partir de la formación de la célula guerrillera, iniciaron la lectura de documentos que “eran así como experiencias para aprender algunos métodos básicos conspirativos, chequeos, contra chequeos, las colas, los lugares” y libros como el de Marta Harnecker. Me acuerdo de alguna vez que llevaban alguna pistola, (el) aprender a desarmarla”.
Ante la pregunta de dónde provenían las armas, aparecen silencios incómodos, resistencias de Rigo para mencionar los nombres de los encargados. “Pasaban de Estados Unidos regularmente” responde, lo cual es un dato común en entrevistas a otros ex militantes armados. La frontera siempre ha posibilitado el tráfico de armas. Pero Rigo incorpora en su relato un aspecto importante: la familiaridad de las armas con el ambiente rural. Para conseguirlas “no había tanto pedo en ese
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tiempo, yo me iba al rancho con parque 22 para cazar ahí con un rifle que teníamos, no había tanto lío, lo que si es que ya Luis Miguel, él si trabajó un sistema de introducción fuerte”. Es el límite desde el cual Rigo decide responder sobre la procuración de armas para su organización. Francisco Javier “El Gallo” relata que “alguna vez nos planteamos agarrar una pistola. En mi vida había yo agarrado una pistola ¡en mi vida! Nomás en las caricaturas había visto yo una pistola y sin embargo tuvimos que armarnos y andábamos armados. Cuando en la estructura de tu familia pues no, eso ni siquiera apareció, yo no nací ni siquiera en rancho, yo era de Juárez” Los primeros entrenamientos para “El Gallo” fueron “en el cerro, a tirar con un 3006, un mugrerote que tronaba” junto a Luis Miguel Corral y Gabriel Domínguez. “Nosotros nos pusimos bien claritos de que íbamos a formar un grupo de gente que quería cambiar el sistema, por medio de la revolución, estábamos claros de que no íbamos a llegar vivos a ningún lado, todo el mundo entendimos, y eso que ahora se habla mucho de la guerra sucia, no, para nosotros estaba bien claro que nos iban a dejar tirados por ahí, en cualquier lugar ¿si? No había engaños de ninguna especie. Dejamos todo, familia, todo”. ¿No había esperanza? Francisco Javier “la veía muy difícil”. El sentimiento era muy similar para Rigoberto “lo primero que sabíamos era que muy probablemente nos íbamos a morir muy pronto. Eso fue como familiarizarte con eso, enfriar la cosa familiar. Me acuerdo que era vaguísimo y que me gustaba salir. Me acuerdo que había conocido a una chava y me dijeron, no pues ya y dejé de verla. Todo era
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preparándose para un momento insurreccional, para crear condiciones en la ciudad para sobrevivir y conducir algún movimiento insurreccional. No sabíamos cuando, como ni de que manera y lo que era la creación de un ejército insurreccional en la sierra. Cualquiera de las dos circunstancias. Ya para entonces leíamos a los Tupamaros, a Marighella, no muchas del Ché, las cuatro tesis filosóficas de Mao. En diciembre de 1972 comenta Luis Miguel: –Pues hay una raza que comenta incluso sus críticas a Lucio (Cabañas). No sé porqué, incluso en ese tiempo Lucio Cabañas, Genaro Vázquez, por ejemplo teníamos un periódico en la escuela que se llamaba “La Flama”, y el lema del periódico era: “Por una patria mejor o morir por ella”, era el lema del consejo estudiantil, que era la de Genaro. Entonces Luis Miguel dijo: Están hablando de buscar como ponerse de acuerdo pero están muy críticos, está muy extraño todo eso pero hay que estar atentos en las próximas semanas porque a lo mejor hay que hacer esas discusiones, pero por lo pronto hay que prepararnos bien. Nosotros para aquellos tiempos ya nos metimos más a fondo, aunque no la traíamos permanentemente, si a familiarizarnos con armas y eso”. Los testimonios de Francisco Javier “El Gallo” y de Rigoberto dan cuenta de cómo se iba condicionando su vida normal, su cotidianeidad y junto a ello, como se transformó la pertenencia a un movimiento abierto, de masas, con simpatía, como caracterizan la huelga del Instituto Tecnológico, a una militancia clandestina, armada y de unos cuántos, que se conocían y se relacionaban por familiaridad o amistad.
Es a partir de 1972 cuando la DFS inició el seguimiento de Luis Miguel Corral. Ese año fue acusado, junto con otras dos personas, de ser los homicidas de Ángel
187 Díaz Gutiérrez, habitante de la zona de Guadalupe y Calvo 187, sierra de Chihuahua. ¿Qué hacía Luis Miguel en esa zona y qué tenía que ver con este hombre? Solamente hay dos registros sobre el asunto. En uno de ellos se menciona una causa penal, la 44/69, lo que indica que el supuesto hecho ocurrió en 1969.
Eloy lo niega. Asegura que Luis Miguel y él no viajaron nunca, ya que un hecho que lo impedía eran las clases regulares en el Tec. Recuerda que el primer viaje que hicieron fuera de Ciudad Juárez, fue a Navojoa en 1971, con su hermano José de Jesús, “la primera vez que conocimos el mar”. […] Camino de Navojoa rumbo la libertad camino de Navojoa rumbo la realidad[…] “Los zapatistas”. León Chávez Teixeiro.
Eloy recuerda a su hermano “Chuy” como el más serio, pero muy risueño, con liderazgo. Se involucró en algunos movimientos de protesta estudiantil “De repente iba y tomaban la Universidad de Hermosillo, exigiendo algo, para la escuela y esas cosas, de ese tipo. Ahí se llevaba con todos los chavos, le decían El Físico, y luego así: -Órale, como eres gacho, me tronaste aquí. Y ya, soltaba la carcajada. -No, no, ya sabes güey, que conmigo, estudias o te chingo. Así, muy espontaneo”.
La narración de Eloy sobre su hermano Jesús nos deja ver que los movimientos en que éste se involucró eran de carácter estudiantil y que en ellos jugaba un rol de profesor en una preparatoria recién abierta, como la de Navojoa. Es difícil suponer
187
Archivo Dirección Federal de Seguridad. Legajo 38, 100-5-1-72, Foja 247. Legajo 38,
clasificación 100-51-73, F. 261. Ambos depositados en la Galería 1 del Archivo General de la Nación.
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que en el caso de estar involucrado en un grupo armado, hubiera llevado a sus hermanos menores con él de vacaciones. José de Jesús declaró en 1976, ante agentes de la Dirección Federal de Seguridad cuando fue detenido en la ciudad de Puebla, que se incorporó a la Liga Comunista 23 de Septiembre tiempo después de su conformación, por invitación de sus hermanos. Su madre pensaba, como el resto de la familia, que la razón para que Jesús se fuera a la guerrilla era la influencia de Salvador. El caso de José de Jesús tiene un expediente menor, a diferencia de la gran cantidad de documentos de la DFS sobre Salvador y Luis Miguel. El año 1973 Francisco Javier recuerda que “nosotros terminamos, después de ese movimiento, en enero del 73. Entonces nos fuimos, yo me fui a trabajar, Luis Miguel también llegó a ir a trabajar y lo que ganábamos ya lo invertíamos en las casas, pagar la rentas, ya estábamos distribuidos”. Aún con la condición de enfriar o distanciarse de la familia, los jóvenes clandestinos seguían habitando en sus hogares. Luis Miguel, terminó sus estudios como Ingeniero Industrial, aunque no se tituló. Ingresó a trabajar a la maquila “Banda Grande”. Eloy recuerda que “en alguna ocasión, cuando empezó a trabajar, mi mamá mencionó: vamos a ver si ahora si compras una televisión a colores. Para entonces pues Luis ya tenía mucha relación con Salvador, como que veía algo muy trivial en eso. Cuando uno ya tiene una idea de lo que está pasando en un país y de lo que podría cooperar, hacer algo con eso, se le hace muy trivial pensar en una televisión a colores nomás porque ya se gana más dinero, y que otra gente no tiene nada de nada. Así me acuerdo que eso me lo comentó Luis”. Doña Concepción y Telésforo tal vez no imaginaban que continuarían las frustraciones acerca de las expectativas acerca de una mejoría en su vida, a partir
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de que sus hijos egresados, comenzaran a trabajar y a percibir ingresos. Tanto Luis Miguel como Salvador, dedicaron gran parte de su tiempo y en el caso de Luis, de su sueldo para la organización guerrillera. Sólo José de Jesús, el licenciado en Físico Matemáticas, profesor de la Preparatoria de Navojoa, Sonora, enviaba constantemente un dinero. A la fundación de la Liga Comunista 23 de Septiembre en marzo de 1973 en Guadalajara siguió la creación del comité regional norte en Ciudad Juárez, en abril del mismo año. A esta reunión acudieron Luis Miguel y Salvador, personas tanto de Juárez como de Chihuahua, entre ellos algunos estudiantes de los Tecnológicos de ambas ciudades. Rigo recuerda que “Entonces en la semana santa del 73 nos convocan a lo que fue el seminario para constituir la Liga ahí. Yo tengo entendido que de la reunión de Guadalajara se van
a Juárez “Oseas” (Ignacio Salas Obregón),
Salvador Corral y “Julio” (Jesús Manuel Gámez). Llegando ellos se publicaron en el periódico El Mexicano tres fotos con el título: “Terroristas en Ciudad Juárez, subversivos”, no me acuerdo. Eran las fotos de Lourdes Quiñones, de Rigoberto Lorenzes y de Salas Obregón, pero esa foto no había salido en ningún lado”.
Rigo se acuerda que por medidas de seguridad no se dijo cuánto duraría el encuentro ni se permitió salir de ahí “me dijeron que había que ir a una reunión pero se prolongó muchos días, entonces se armó un escándalo porque allá los animales no tenían ni agua ni comida, se armó un pedo mundial con mi hermano”.
El seminario se llevó a cabo en una casa de la colonia Madero. Fueron dos grupos quienes participaron en el seminario. Rigo narra que estuvieron
190 “[…]
tres
días hable
y hable
y hable
“Las Cuestiones
Oseas,
Fundamentales”. Entonces tenía una botella de coca cola vacía y échele y échele colillas de “Delicados”, fume y fume, hable y hable. Nosotros traíamos unas bolsas de papel así en la cara ¡si andábamos todo el día juntos! pero no sé, como que la bolsa de papel te remitía a que no hubiera familiaridad”. Aquí estoy detrás de mi nariz, rebelde
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, renegado sin destino
disidente, como un equívoco un error un loco, un transgresor, un mal parido. Con los puños apretados, con la cara endurecida y este amargo en la saliva […] “Prohibido”. Francisco Barrios “El Mastuerzo”.
Los testimonios de Rigoberto y de Francisco Javier nos permiten observar los aspectos que motivaron conflictos dentro de los participantes en la fundación de la guerrilla más numerosa de la década de los setenta. Para Rigo “iniciamos a fondo nuestra etapa dogmática, porque antes hablábamos de movimientos en generales, pero ahí era volcarnos en lo que llamaban ellos los clásicos: Marx, Engels y Lenin […] Aparte de una chingada le entendías muy poquito”
Los líderes de la Liga, la mayoría de ellos provenientes de Monterrey y del Distrito Federal, manejaban la teoría marxista, pues habían pertenecido al Partido o la Juventud Comunista. Otros eran militantes del Movimiento Estudiantil Profesional (MEP), universitarios católicos, como Ignacio Salas Obregón. Para entonces, ya se había dado el intento de la “Partidaria”; militantes de “Los Procesos” y del
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La letra original dice: bohemio. Cuando León Chávez Teixeiro la interpretó por primera vez,
cambió la palabra por “rebelde” con la complicidad del autor.
191 “MAR” buscaron el contacto con el Partido de los Pobres de Lucio Cabañas. Fracasaron los intentos de los guerrilleros urbanos. A su vez, Lucio había salido de la zona de Guerrero para buscar el acercamiento con otros movimientos populares. Así llegó a Durango. Se entrevistó con algunos líderes del movimiento popular urbano. Entre ellos estaba Jesús Vargas Valdés, aquel chihuahuense, representante de Ciencias biológicas en el CNH del 68, que partió con otros politécnicos a Durango. Jesús Vargas narra “Un maestro cercano a Lucio con el que teníamos una relación estrecha nos invita a que tengamos una reunión, participamos como cinco, toda una tarde y en concreto lo que él nos va a proponer es que nos integremos a movimiento nacional, propone que se formen brigadas de ajusticiamiento en medida de lo que se necesite en Durango y que fortalezcamos una acción con las organizaciones de masas. Nosotros en aquel entonces estábamos muy metidos en la línea de masas chinas, Mao era nuestra referencia ideológica, no había una forma de conciliar el movimiento de masas con una brigada de ajusticiamiento, cuando menos en ese momento. Le decimos a Lucio que no podemos aceptar ese planteamiento, en buenos términos. Percibí a Lucio en aquel momento más que como un líder en ascenso, como un líder en derrota, desesperado, como que fue una alternativa que él vio como factible en la situación crítica. Mi percepción era de un hombre de gran tranquilidad pero también de cierta actitud derrotista. Lo acompañaba un pequeño burgués (Alberto Ulloa) que se parecía más a nosotros que a Lucio”.
Los términos en que se dio el encuentro, según relata Jesús Vargas, fueron muy diferentes a los conflictos que surgieron entre el Partido de los Pobres y los guerrilleros que después fundaron la Liga Comunista 23 de Septiembre. Precisamente después de ese viaje a Durango, a su regreso, Lucio expulsó de su zona de control en la costa grande de Guerrero a los guerrilleros urbanos que en su ausencia, hicieron fuertes críticas sobre la organización pobrista y su ideario.
192
Para Rigo escuchar las críticas hacia Lucio y el PDLP le ocasionaba desconcierto “había cuestiones que de momento nos resistíamos un poquito, sobre todo cuando hablaban muy críticamente de Lucio Cabañas, muy mal, contra todo un sector de la izquierda. Entonces, pues nosotros a veces no coincidíamos con los de la Alianza (Cívica Demócrata) pero así decir como que qué culeros y todo eso, pues no. Entonces eso fue como un choque fuerte”. Francisco Javier “El Gallo” recuerda que “Julio” (Jesús Manuel Gámez) discutió mucho con Luis Miguel en relación a la línea política de la Liga Comunista […] cuando vino Salas Obregón duró dos días, tres días y dijo: ¿dónde me voy a bañar? Y dije: vente yo te llevo. ¡Lo llevé a mi casa! Entonces había un poster del Ché ahí, obviamente a mi me hablaron en la casa por mi nombre y todo. Ya cuando estuvo en el cuarto, me dijo: de las cosas que debemos de tratar de eliminar, poco o mucho, es precisamente hacer propaganda revolucionaria del Ché o de Fidel o de gentes ¿no? precisamente porque denota tu pensamiento y tu forma de pensar o de hacer. Pues no, una casa normal y se acabó el asunto”.
Llegó el momento de la clandestinidad, de dejar casa y familia. Rigo recuerda que “Luis Miguel había acabado ya la escuela, trabajaba en una maquila, por ese tiempo la dejó; Miguel (Lerma) trabajaba en una maquila, también la dejó; el Gallo creo que también, no me acuerdo. O sea, ya el tiempo, es decir la Liga trae un cambio cualitativo en cuanto cuáles son los planteamientos. Agarramos de fondo el izquierdismo y empieza nuestro divorcio con el movimiento porque nos golpean ahí. Eran más los que se fueron que los que seguíamos”.
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En la narración anterior podemos observar como el entorno de su movimiento de estudiantes, abierto, de masas, se transformó en las células clandestinas, armadas y de unos cuántos compañeros de la Liga Comunista 23 de septiembre.
Un aspecto del divorcio con el movimiento que menciona Rigo, pudiera ser recreado por la narración de Eloy donde hace una observación sobre la publicación del ideario de la Liga “le decía al Chícharo (Rigo): oye es que eso está mal, son unos panfletos ilegibles que cansan a la mayoría de las personas y nadie se va a tomar la molestia de leer esto, con letrita chiquita y luego me contesta: -es que nomás buscamos uno que lo lea de todos estos, si uno lo lee bien, ese es el que buscamos. Yo les sugería ¿Por qué no hacen algo con letras más grandes, más acá, más abajo? -No, no, es que nomás necesitamos uno que lo lea. El Madera, esa característica tenía. La gente de abajo no se identificaba, bueno, ese era mi sentir, en ese entonces como que era mucho para mí y yo suponía que era mucho para otros”.
Rigo y Eloy otorgan importancia en sus testimonios sobre la ideología que sustentaba a la Liga publicada en “El periódico Madera” y la complejidad de entenderla. En el relato de Francisco Javier “El Gallo”, pareciera que el conflicto a partir de la fundación de la Liga en Juárez fue la llegada de militantes extraños a su pasado, a su militancia estudiantil o las relaciones de amistad y familiaridad entre ellos, ya que éstas últimas significaban una garantía de confianza y
protección en el
peligro de la clandestinidad opositora armada. “Una vez inclusive se compraron un conjunto de armas nueve milímetros, entre él (Luis Miguel) y yo hicimos el operativo para evitar que nos cayeran,
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en el centro las recogimos y las llevamos. Muchas las guardamos, otras a compañeros: ahí te encargo este fierro, tú no preguntes, ahí te lo encargo y se acabó. Gente que se prestaba, pero éramos amigos que nos conocíamos de toda la vida ¿si me explico? […] Inclusive una vez en un juego de futbol soccer llegó Salvador (Corral)
el primer contacto que
nosotros tuvimos aquí de la Liga Comunista fue Gabriel (Domínguez) y después Salvador, pero Salvador ya estaba integrado y pues yo tampoco iba a imaginar que “Chava” estaba integrado en estos asuntos ¿no? Pero ya, después: quihubole, quihubole ¿Anda? -Simón -¿Somos de los mismos? -Somos de los mismos. ¡Había la confianza! La confianza entre amigos, bueno, conocidos de muchos años. No era igual que otro que llegó y ¿quién es este cuate? Quién sabe ¿tú lo has visto a él? Pues no”.
Recién fundada la Liga Comunista 23 de Septiembre en Ciudad Juárez y Chihuahua, inició la llegada de militantes de otros estados, lo cual originó conflictos entre los originarios del estado. Francisco Javier recuerda una anécdota en la que Rigo le comentó un problema con un activista de Sinaloa: “Al final de cuentas yo lo que le comento al Chícharo es: mira tú igual que yo, igual que todos, surgimos de las masas, a nosotros no hay un jefe que nos diga, sino las masas son las que nos orientaban, al final de cuenta toma ese mismo camino, todo aquello que consideres que no es procedente, platícalo con los demás, reúnanse, coméntenlo y lleguen a una conclusión al final de cuentas. No tenemos porqué cuadrarnos a gente que ni conocemos”.
Los muchachos del Tecnológico lograron hacer trabajo entre algunos obreros y obreras de la maquila e incorporarlos en la lucha Liga Comunista 23 de septiembre. Eran contactos que habían surgido desde la huelga y la impartición de clases en la preparatoria popular. Pudiera pensarse que eran de los mismos, se tenían confianza.
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Pero los problemas con liderazgos externos fue uno de los aspectos más graves que permearon el inicio de la Liga en la Ciudad de Juárez. Este era el panorama en el que empezaba la organización armada y clandestina donde los jóvenes juarenses se enrolaron. Atrás quedaron los movimientos estudiantiles, las huelgas y las tomas de camiones; los mítines abiertos, los volanteos y boteos, las guardias bulliciosas. Salvador Luis Miguel y José de Jesús se convirtieron en guerrilleros clandestinos de tiempo completo, lejos de la familia.
Al iniciar esta tesis se planteó terminarla en 1973, el año en que los tres hermanos Corral García se involucraron en la Liga Comunista 23 de Septiembre, junto con otros jóvenes como Rigoberto, Francisco Javier y Amanda. Queda pendiente darle continuación a las vidas de nuestros actores como militantes de su organización armada y los desenlaces que ocurrieron.
Como antecedente al trabajo pendiente, es pertinente aclarar que un hecho fue determinante, tanto para los integrantes de la nueva organización guerrillera como para la familia Corral García: el intento de secuestro y homicidio del industrial Eugenio Garza Sada, en el cual participó Salvador. Luis Miguel ya estaba fuera de casa pero algunos familiares se encontraron con él de nuevo; a Salvador y José de Jesús no los volvieron a ver.
Este hecho irrumpió con toda la fuerza para la familia Corral García: allanaron la casa, se llevaron preso a Roberto. Mónico había “cantado”. Pareciera que es más grande el rencor contra éste, incluso mayor que a los policías judiciales que le detuvieron.
Salvador, Luis Miguel y José eran cuadros políticos de la Liga. La militancia los separó geográficamente de sus amigos, los primeros de las células, el “Gallo” y Rigo. Ambos permanecieron un año aproximadamente como guerrilleros en
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Ciudad Juárez. Rigo fue aprehendido. Francisco Javier decidió irse a vivir a Nayarit. Amanda militó en la Liga hasta 1981, casi hasta el fin de la organización guerrillera. Ella convivió más con Luis Miguel, e incluso con José de Jesús, todos como integrantes de la Liga Comunista 23 de septiembre. Había un cierto sentido de “cofradía” dice Amanda: “Los de Juárez queríamos saber todo el tiempo que pasaba con nuestros compas allá”. Lo dicho por Amanda reafirma en cierto sentido la confianza que provocaba el origen juarense.
El que José de Jesús se convirtiera en guerrillero es algo que la familia Corral García aún no comprende. La familia Corral García observó, vivió los procesos de radicalización de Salvador y Luis Miguel, por ello pueden comprender, en menor o mayor grado, la elección de las armas. Pero en el caso de José de Jesús, existe un conflicto para encontrar razones de su radicalización, aunque el mismo lo aclaro: fue la invitación de sus hermanos. Algunas opciones, las más radicales, también se toman por los afectos previos. En el caso de José de Jesús, podría ser el caso.
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Capítulo 7 Comentarios a manera de conclusiones.
La recuperación de la memoria de la lucha armada ha hecho poco énfasis en las subjetividades. Esta tesis trató en todo momento de que los testimonios explicaran las razones de unos jóvenes de la década de los setenta para enrolarse como guerrilleros. Relatos de las experiencias que se sitúan en un contexto histórico.
La cronología que se abarcó en este trabajo, 1958 a 1973, quince años apenas, nos permitió esbozar
el acercamiento a la política que vivieron los jóvenes,
migrantes u originarios de Ciudad Juárez.
El tema de la guerrilla de la década de los setenta no es posible analizarla sin tener claro que está rodeada de memorias traumáticas, por las consecuencias de la militancia clandestina armada, los conflictos internos, las fracturas, la prisión, la muerte y desaparición de opositores. Esto se clarifica desde el momento de las entrevistas. La alegría de la cotidianeidad familiar, amistosa o estudiantil con los silencios pronunciados y las omisiones de la lucha armada. Creo que el énfasis está en la condena moral sobre la violencia.
Dicha condena puede provenir desde los propios ex militantes, la cual generalmente se discute en privado, o de los familiares al negarse a conocer de los hechos en que sus hijos, hermanos o padres participaron. La otra condena, la pública, avasallante, ha sido la de las instituciones estatales vía los medios de comunicación incondicionales. La “irracionalidad de la guerrilla violenta” fue enfatizada al crear y difundir historias de vida marginales, disfuncionales, de aquellos que participaron en las organizaciones armadas. “Fanáticos del comunismo, víctimas de la marea roja”, los motivos de todos aquellos jóvenes quedaron relegados de toda comprensión.
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A través de las historias de vida de los entonces jóvenes que se radicalizaron, logramos observar que eran hijos de familia, que vivieron estructuras familiares con valores, costumbres y tradiciones fuertes. La transformación cultural de la década de los sesentas, a la que se le ha dado tanto énfasis, puede observarse dentro de la cotidianeidad, sin hechos que marcaran fracturas extraordinarias entre los jóvenes naturalizados juarenses y las instituciones más fuertes: familia y escuelas.
En las trayectorias de los entrevistados podemos observar que vivieron hechos comunes: algunos, entre ellos los Corral, vivieron la ausencia de los padres de familia al migrar a los Estados Unidos, en el marco de la Segunda Guerra Mundial. Posteriormente la mayoría de ellos vivió la expulsión del campo a la ciudad a finales de la década de los cincuenta, cuando se presentó la sequía más grave hasta entonces. Dicha crisis se conjuntó con la reducción del apoyo a los campesinos y el fomento a la industria en las ciudades. Ciudad Juárez fue la elección para migrar.
Todos, de diversa manera, vivieron los efectos del milagro mexicano. La cultura del trabajo fomentado en las familias, las expectativas de mejora, gradualmente las experimentaron en la ciudad fronteriza. En ninguna entrevista se menciona que hayan observado una lucha de clases o la pertenencia a alguna, excepto Amanda, quien se denomina miembro de la clase obrera. Sin embargo, en un primer momento, ella y su familia celebraron la llegada de la maquila como fuente de empleo. Su optimismo se transformaría a través de la experiencia en la banda de producción pero también con la llegada de los primeros documentos o discursos sobre los medios de producción. Serían los estudiantes tecnológicos quienes llevaron el debate hasta las puertas de la industria maquiladora.
Sobre el papel de estudiantes, en los jóvenes entrevistados, además de Salvador, José de Jesús y Luis Miguel,
se observa que no siguieron una tradición de
continuación de sus padres o maestros. Aquí podemos señalar que a partir de
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1965, por lo menos en la región norteña de la que nos ocupamos en esta tesis, observamos dos etapas donde los estudiantes se convirtieron en actores políticos.
En la primera, los estudiantes que se involucraron con los movimientos campesinos, eran jóvenes que no siguieron en sus lugares de origen rural pero al salir a las ciudades a estudiar, eligieron en su mayoría el magisterio y las escuelas normales, seguramente influenciados por sus profesores rurales, aquellos provenientes de la escuela cardenista. La Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México sería importante para la unión de estudiantes, muchos hijos de campesinos, con los movimientos rurales. La ideología llegó con el triunfo de la revolución cubana, el foco guerrillero prendió como un ejemplo de que si podía haber eco a un llamado de insurrección desde algún lugar serrano. Salvador optó por prepararse por la lucha armada y dejó la universidad.
En la segunda etapa, donde podemos incluir a nuestros actores, los jóvenes vivieron diferentes movimientos en las instituciones educativas; movilizaciones en general
motivadas
por
demandas
específicas,
tanto
estudiantiles
como
administrativas. No eran parte de la vanguardia política estudiantil. Ninguno militó en las Juventudes comunistas, en el Partido Comunista Mexicano. La ideología socialista la encontraron por medio de relaciones personales: familiares, amistosas o de estudio. La politización fue a partir de la cotidianeidad de sus vidas.
Fueron otros, los ideólogos, donde podemos incluir a Salvador, quienes llegaron a plantear la necesidad de radicalizar las movilizaciones estudiantiles a través de grupos de “autodefensa” o armados. En esta segunda etapa podemos observar que nuestros actores, en caso contrario a los jóvenes que se organizaron en focos guerrilleros, estaban organizados en colectivos masivos, con acciones abiertas en las calles y cierta simpatía con su movimiento, como en el caso de 1968.
Cuando deciden organizarse en células clandestinas armadas, se encuentran con otro mundo que no conocen: ellos eran conocidos, discutían, se movilizaban en
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brigadas o grupos, tanto en la escuela, con otras organizaciones de profesores juarenses así
como en espacios privados, sus casas familiares. Tenían
referencias de grupos armados a los que admiraban, como al Partido de los Pobres de Lucio Cabañas, el más conocido por las publicaciones. Con la llegada del grupo de Nuevo León, los conflictos iniciaron tanto por cuestiones ideológicas como de organización. La llegada de “extraños” iniciaron las fracturas al interior de su grupo, no sabían quien era quien dentro de la nueva organización que aglutinaba diversos colectivos armados del país. Los de Juárez hasta entonces no habían tenido encuentros con las acciones violentas que darían a conocer la Liga Comunista 23 de Septiembre. Ellos estaban ocupados tratando de crecer su escasa estructura, por medio de la difusión en las maquiladoras. Ahí encontraron aceptación.
Seguramente existen demasiadas insuficiencias en el contenido del texto. Por el género de los tres actores principales, Salvador, José de Jesús y Luis Miguel, no fue posible abordar suficientemente el aspecto género y la experiencia de una mujer al ingresar en una guerrilla. Sin embargo, a través de este trabajo se trató de rastrear la mirada femenina sobre la lucha armada a través de la madre, Concepción y cómo asumió las decisiones de sus hijos. Las madres de opositores políticos desaparecidos son las actoras de los primeros grupos de derechos humanos públicos que exigen respuesta ante las desapariciones ejecutadas por agentes estatales, en un clima adverso, ya que a finales de 1970, la Liga seguía protagonizando acciones guerrilleras.
La explicación de la madre es diferente a la del resto de la familia: no comprende en gran parte la ideología de los hijos que se fueron a la guerrilla; sin embargo en al narrar los antecedentes de sus hijos, la vida que compartió con Salvador, José de Jesús y Luis Miguel, trata de argumentar a través del comportamiento y acciones de sus hijos, un sentido de justicia expresado en su militancia armada: el dolor por los demás, el sufrimiento por las condiciones de otras personas, el optar por los más pobres.
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En ella podemos observar dos momentos: el más claro, expresado en esta tesis, es el la connotación de aquellas cosas, eso, como la forma de referirse a la organización en la que se involucró Salvador. Esa cosa, la guerrilla en proceso, es aquello que le quita a su hijo, que en determinado momento explica la terminación de los estudios en el caso de Salvador; la frustración producida al momento en José de Jesús y Luis Miguel abandonen los trabajos, calificados por el grado de estudios, por la militancia clandestina armada. Pero la guerrilla además es la que los lleva a la separación, de casa, familia, de los amores, de las expectativas colectivas.
Aparece un segundo momento en la forma en que Concepción explica la militancia de sus hijos: cuando los sucesos fatales, como las ejecuciones de Salvador y Luis Miguel, o la desaparición de José de Jesús, la sacan de su habitual papel de madre y ama de casa y la llevan a la gestión política por el reclamos de los cuerpos de sus hijos o la ubicación de Jesús. Esta parte es menos obvia en el relato, sin embargo está pendiente de exponerse. La señora Concepción se convierte así en fundadora de un colectivo de madres buscando a los hijos desaparecidos. La acción frente a autoridades que no responden sobre el paradero se fue trasformando: de la suplica y la evocación de favor o de milagros pasó a la protesta y demanda de solución.
En este proceso Concepción se dio cuenta que no era un caso único el que vivió como familia; existían cientos de madres que pasaban por su misma situación. Entre ellas, se convencen de la justeza de sus hijos, sin recaer por supuesto, en la violencia como medio de “buscar un mundo mejor”. No sólo se rodea de madres, sino de compañeros que militaron con sus hijos. Aparecen en la casa de los Corral García Rigoberto Ávila, que salió de prisión; “El Gallo” que después de decidir separarse de la Liga, se reencuentra con la familia; Amanda Arciniega, quien después de salir de prisión en 1991, los vuelve a buscar. Todos ellos eran parte de un nosotros anterior a la guerrilla, eran los amigos o compañeros de estudio.
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Ellos no son esa otredad que conocieron como organización armada, personificada en Mónico. Concepción y el resto de la familia, no conoció las condiciones en que se “quebraba” a los prisioneros políticos, los métodos de violencia estatal para extraer datos de las personas; las amenazas contra las familias de los detenidos. Ellos no saben que ni Mónico, ni otros presos en Topo Chico, la mayoría, dudaron o incluso se negaron siquiera a reconocer el cadáver de Salvador, probablemente por seguridad a su organización o a la propia familia. Sin embargo, todos ellos no tenían más lazo con Salvador, que la militancia clandestina armada y la esperada revolución socialista. No existía entre ellos ese antes que los llevara a reencontrarse con la familia Corral. Sin embargo, existe esa parte dentro de la historia de la guerrilla que trastoca las colectividades familiares: los rencores, las traiciones o rumores creados desde las propias corporaciones policiacas políticas del momento.
Los juarenses regresan, Rigo, Amanda, Francisco Javier, y con ellos las narraciones de momentos o períodos de los hijos Corral García en la clandestinidad, que son relatados a la familia, la mayoría de las ocasiones, sin dar detalles de las acciones violentas de la guerrilla. Se crea o reconstruye otro nuevo colectivo, el que demanda la aparición de los desaparecidos.
Todas están vidas, la transformación de colectivos, son relatos susceptibles de ser historiados para comprender sobre todo, los motivos y expectativas de hombres y mujeres que creyeron en una revolución transformadora. La piedra en el zapato, la deslegitimación, continúa siendo el uso de la violencia de los jóvenes para la insurrección. Se sigue condenando y se presenta irracional, incluso dentro de los testimonios de algunos participantes de las guerrillas de la década de los setentas. Ello está pendiente a reflexionar.
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Entrevista realizada a Rigoberto Ordóñez Ávila por Alicia De Los Ríos Merino, el 7 de noviembre de 2009 en la Ciudad de México.
Entrevistas a Roberto Corral García realizadas por Alicia De los Ríos Merino los días 7 de agosto de 2009 y 24 de febrero de 2010, en Ciudad Juárez Chihuahua.
Entrevista a León Chávez Teixeiro realizada por Alicia De Los Ríos Merino el 1 de febrero de 2010 en la Ciudad de México.
Entrevista a Francisco Javier Aguirre Meraz realizada por Alicia De Los Ríos Merino el 24 de febrero de 2010, en Ciudad Juárez, Chih.
Entrevista a Eloy Corral García, realizada por Alicia De los Ríos Merino, el 25 de febrero de 2010 en Ciudad Juárez, Chihuahua.
Entrevista realizada a Amanda Arciniega Cano por Alicia De Los Ríos Merino, el 25 de febrero de 2010 en Ciudad Juárez, Chih.
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Entrevista a Saúl Ornelas Gómez realizada por Alicia De Los Ríos Merino el 28 de febrero de 2010 en Chihuahua, Chih.
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