¿qué nube? FOTOGRAFÍA
mauricio d’Ors
TEXTO
eugenio d’Ors
El mejor destino que hay es el de supervisor de nubes, acostado en una hamaca y mirando al cielo. R AMĂ“N G Ă“MEZ
DE LA
S ERNA
Es una nube...
A primera vista, una nube sin nada de particular,
una nube cualquiera.
Todas las nubes que no mira uno con amor y calma son una nube cualquiera.
Sólo la atención y estimación traídas a las cosas las individualizan.
Pensemos que en la historia universal de las nubes no se han dado acaso dos nubes con la misma figura.
Una hoja de árbol se parece a una hoja de árbol, y una golondrina a una golondrina, y una mosca a una mosca, hasta punto y límite de humana confusión. No así los hombres de raza blanca. Pero en los primeros conocemos y apreciamos este valor personal infungible.
Mientras que permanecemos distraĂdos del nacimiento y educaciĂłn y manifestaciĂłn y muerte de las nubes,
no levantando hacia ellas este rostro que nos ha sido dado erigir, no sĂłlo, como dice el verso clĂĄsico, hacia las estrellas, sino hacia las nubes tambiĂŠn.
En vano la pobre nube va mudando de forma y de color, y de contorno y virtudes de relieve,
como si ensayara nuevas maneras de gustar a los orgullosos transeĂşntes que, desde abajo, no la miran.
Así Poeta, en el teatro, si ha tenido mala suerte una vez, prueba éxito mejor con un nuevo drama, buscando el juego de inéditos resortes de interés y de hechizo,
así las nubes en el cielo se recrean en apariciones sucesivas y ensayan los más inéditos aspectos,
para provocar el aplauso de los humanos, espectadores impasibles.
Los hombres, empero, deslizamos una displicente mirada nada mĂĄs hacia lo alto, y decimos: “EstĂĄ nublado",
o “Se nubla”; o bien, en el mejor caso, nos detenemos a expresar un deliquio, más o menos fingido, ante un crepúsculo de gran espectáculo.
Y entonces hablamos de “las maravillas del cielo” o de “las grandezas de la naturaleza”...
Y cada nube, Dios mĂo, cada nube se habrĂĄ esforzado en manifestarse,
en distinguirse, en adquirir una personalidad definida a nuestros ojos.
Cada una aspiraba a una menciรณn en el chispear de nuestros comentarios y en el archivo de nuestra memoria.
Cada una se ha extenuado en sacar afuera, para conquistarnos,
todo aquello con que cuenta, todas sus posibilidades mejores.
Una nube. ¿Qué nube?
Si alguien ha sido una vez capaz de percibir, en un momento de su vida, la individualidad de una nube,
la originalidad de una nube, el sentido y misiĂłn de una nube, ĂŠste es nuestro Autor.
La presente edición, que consta de cien ejemplares numerados y firmados por el autor, más diez ejemplares P.A., es homenaje y conmemoración en el primer centenario de la publicación de “Oceanografía del tedio” de Eugenio d’Ors. El texto que acompaña a estas fotografías es un capítulo de esta obra.
SE ACABÓ EN MADRID EL VEINTIOCHO DE FEBRERO DE MMXIX . LA EDICIÓN , QUE ESTUVO A CARGO DEL AUTOR, SE IMPRIMIÓ EN LOS TALLERES DE BRIZZOLIS , ARTE EN GRÁFICAS A PART I R D E L T RABAJO D E L UCAM P REIMP RE SIÓN .
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DE LAS FOTOGRAFÍAS : MAURICIO d’ ORS
D E L T E X TO : H E R E D E R O S D E E U G E N I O d’ O R S
Nubes‌ Son como yo, un pasar desfigurado entre el cielo y la tierra, al sabor de un impulso invisible, tronando o no tronando, alegrando blancas u obscureciendo negras, ficciones del intervalo y del error, lejos del ruido de la tierra y sin tener el silencio del cielo. F ERNANDO P ESSOA