ContinĂşa la historia. Volumen 2.
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Continúa la historia. Volumen 2.
Introducción Durante los trimestres segundo y tercero del curso escolar 2011/2012 propuse a mis alumnos y alumnas ejercicios de expresión escrita semanales que consistían en continuar una historia a partir de un breve texto motivador. Tanto la idea como los textos los encontré en el sitio web http://orientacionandujar.wordpress.com/ a cuyos administradores expreso mi agradecimiento y reconocimiento. Este libro, dividido en dos volúmenes, es una recopilación de los mejores textos escritos por los niños y niñas de Cuarto B en los ejercicios que les propuse. Están acompañados por las dibujos que ellos mismos realizaron para ilustrarlos. Esperamos que os gusten. El maestro Piña.
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VIII La poción mágica
Tu mejor amigo o amiga ha descubierto una poción mágica que os hace invisibles y la habéis tomado. Cuenta todo lo que os sucedió después.
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Mi amiga Laura me invitó a tomar su poción mágica y de repente me hice invisible. Laura y yo estábamos en su casa y queríamos gastarle una broma al repelente de su hermano Juan, así que empezamos a poner en funcionamiento todos sus juguetes. Juan salió corriendo gritando: “¡Mamá, en mi habitación hay fantasmas!” Laura y yo nos reímos un buen rato. Después nos fuimos a la heladería de la esquina y nos servimos dos helados enormes. La gente gritaba al ver dos helados flotando en el aire. Nosotras nos lo estábamos pasando pipa, pero también estábamos muy cansadas porque el ser invisible cansaba mucho y además la poción era para una hora y solo nos quedaban diez minutos, así que nos fuimos corriendo a la casa de Laura y allí nos hicimos otra vez visibles. María H.
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Después de tomarme la poción decidí ir a mi colegio. Entré en mi clase y, como ese día no había ido porque fui al médico, empecé a hacer travesuras. Cogí el borrador de la pizarra y borré todo lo que había escrito en ella, abrí y cerré ventanas. Todos se asustaron mucho. Luego me fui al cine y como era invisible cogí un paquete de palomitas y una Coca-Cola y me senté a ver la película de Saw. Cuando terminó fui a un salón de videojuegos. Me lo pasé muy bien. Como llevaba todo el día haciendo travesuras decidí irme a mi casa, pues mi madre estaría preocupada buscándome. Cuando llegué y vi a mi madre, quería hablar con ella y contarle lo que me había pasado, pero no se enteraba ni me veía. Me acosté y cuando desperté por la mañana vi que ya no era invisible, fui a la habitación de mi madre y se lo conté todo. Mario.
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Yo descubrí una poción en una cueva secreta y mi amigo Anthony y yo la bebimos y nos convertimos en chicos invisibles e hicimos unas travesuras. Yo fui a la clase de Cuarto A. Primero apagué las luces y después me puse un mantel blanco y parecía un fantasma. Asusté a todos los niños y las niñas de la clase. La maestra dijo: “Voy a quitarte la túnica.” Me la quitó pero no había nadie. Se asustaron todos y se fueron del colegio. Anthony asustó fuera del colegio otra vez a Cuarto A y corrieron a la clase del maestro Piña. Dijo la señorita Lourdes: “¡Hay fantasmas!” El maestro Piña dijo: “Los fantasmas no existen.” Mientras, los poderes de la poción se agotaron y volvimos a ser visibles, volvimos a clase y todo volvió a la normalidad. La clase de Cuarto A lo olvidó todo. Álvaro T.
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Cuando la tomé, me volví invisible poquito a poco: primero los pies, después las manos, a continuación las piernas, seguí con el tronco y por último, la cabeza. Fui a contárselo a mi mejor amiga y me dijo que solo había una cura que estaba en la cueva de las trampas llamada Fanchuque. Cuando llegamos estaba todo muy silencioso y había varios caminos en los que ponían nombres de animales y arriba una pregunta que decía: “Elige tu animal favorito.” Había una ardilla, un elefante y una hormiga. Nosotras elegimos la ardilla. Llegamos a otro cruce igual, pero esta vez con plantas: una rosa, un clavel y una orquídea. Elegimos la orquídea y llegamos a uno de comidas: espaguetis, pizza o filete. Elegimos los espaguetis y llegamos a un laboratorio y en cuanto pasamos a la mesa se cerraron todas las salidas excepto una, por la que salimos. Era un paraíso. No había basura, nadie peleando. Era todo maravilloso. Le preguntamos a una niña que si podíamos salir y contestó que sí, que por una puerta que daba a mi casa. También le preguntamos sobre la poción y desapareció. Cuando atravesamos la puerta nos encontramos una tarjeta junto a un bote que decía “Bébeme”. Lo tomamos y nos volvimos visibles. Lorena C.
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Le pedí a mi amiga Celia que me dejara su poción. Cuando me la tomé no sentía nada, pero después me empecé a marear y empezó a dolerme la cabeza. Pero no me pasó nada. Al ratito me desmayé. Me desperté en un sitio donde había una ciudad maravillosa con mucha gente, pero nadie me echaba cuenta. Después tenía hambre y fui a comprarme una magdalena. Le dije al dependiente que quería una magdalena, pero no me contestó. La gente estaba muy rara, hacía como si no estuviera, y en ese momento me acordé de que esa poción que me prestó mi amiga era para hacerme invisible, pues por eso el dependiente no me contestó. Estaba deseando volver a mi casa y contárselo a mi amiga Celia para que supiera que su poción funcionaba. Marta.
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IX La semilla
Este bote contiene una semilla que parece una semilla como otra cualquiera, que no tiene nada de especial. Pero el bote está cerrado y se puede leer lo siguiente: “Esta semilla jamás debería ser plantada.”
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Hace tiempo vi en mi cochera un bote con una semilla dentro. En el bote ponía: “Esta semilla jamás deberá ser plantada”, y yo pensé que las semillas son para ser plantadas y me fui corriendo al huerto de mi padre y la planté. Al echarle el agua empezó a brotar y nació una sandía que cada vez era más grande, hasta que alcanzó mi tamaño. Le salieron dos ojos y una enorme boca con la que se comió todas las lechugas, espinacas, pimientos y tomates que mi padre había sembrado. En ese mismo momento apareció mi padre, se enfadó mucho y me castigó por coger sus cosas. Manuel R.
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Pues aquella semilla no tenía nada de especial. Pero claro, Celia tenía intriga por saber qué crecería después de plantarla. Entonces Celia abrió el bote, cogió la semilla, hizo un agujero en el jardín de su casa, enterró la semilla y la regó. Al día siguiente fue donde había plantado la planta y se encontró una pequeña plantita muy rara. La regó un poco más y esperó hasta el día siguiente. Al día siguiente había crecido más y así hasta que se convirtió en un árbol enorme. Celia se asustó al ver unas miniaturas muy, pero que muy pequeñas y azules. Su hermano mayor y con más inteligencia dijo que eso eran pitufos. Para ellos aquel árbol era una mansión. Se hicieron amigos y además estaba hueco y pasaban todo el rato con ellos. Celia.
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Cuando vi el bote y vi lo que ponía me entró la curiosidad y decidí abrirlo. Cogí la semilla y la planté en el campo de mi abuelo. Durante una semana estuve regándola todos los días. Quise enseñársela a mis amigos Pablo, Manuel R., Salvador y Álvaro P. y nos llevamos una sorpresa. La semilla se había convertido en una planta carnívora y se estaba comiendo todo lo que tenía sembrado mi abuelo Manuel en el campo. Me asusté mucho y mis amigos y yo empezamos a tirarle piedras y palos. La planta seguía creciendo y nos dimos cuenta de que había que quemarla para que parara de crecer. Llamé a mi abuelo y a mi padre, la cubrieron de gasolina, encendieron una cerilla y se quemó toda la planta. Mi abuelo volvió a sembrar lo que se había perdido. Me di cuenta de que tenía que haber hecho caso del letrero que había en el bote. Mario.
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Yo, entusiasmada por la intriga, la planté y esperé horas, días, meses, pero no crecía. Se lo dije a mi mejor amiga, o no tan amiga, y me dijo que fuera a una floristería. Cuando llegué me dijeron que esa semilla era especial y que crecía solo el día de tu cumpleaños. ¡Mi cumpleaños era mañana! Al día siguiente creció y al tocarla me picó algo. Empecé a sentirme mal y a echar sangre por el dedo anular de la mano izquierda. Me fui a descansar. Me quedé dormida un rato. Cuando desperté no me sentía mucho mejor y pensé que a lo mejor me picó una hormiga. Cuando me di cuenta me había convertido en hormiga. No me lo podía creer: tenía poderes. Si pensaba en un animal, me convertía en él. Era un poder chulo pero peligroso... Lorena C.
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Un día, paseando por el campo, mis amigos y yo llegamos a una casa abandonada. La casa estaba vieja y llena de trastos viejos y con mucho polvo. Había una estantería con muchos botes, pero había uno que nos llamó la atención porque decía “Esta semilla jamás debería ser plantada”. Mis amigos dijeron: – Vamos a llevarnos este bote y lo vamos a plantar, para ver qué pasa. Yo estaba con un poco de miedo, pero también quería saber qué pasaba, así que la plantamos y esperamos. La planta cada día crecía y crecía pero a una velocidad increíble. Cuando de nuevo fuimos a la casa casi no podíamos abrir la puerta, pero empujamos con mucha fuerza y cuando la abrimos nos quedamos alucinados porque la planta había invadido toda la casa en cuatro días. Las ramas trepaban por las paredes, subían por el techo y salían por la ventana. Además, al crecer tan rápido, las veíamos moverse y daba miedo porque parecía que nos querían atrapar, así que nos asustamos mucho y salimos corriendo. Nunca más fuimos a la casa abandonada. María H.
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X Me he encontrado una lámpara mágica
Mi madre, el fin de semana, me mandó como siempre recoger el trastero, y no os lo vais a creer, limpiando una lámpara antigua, creo que era de mi bisabuelo, se me apareció un genio que me concedió tres deseos...
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El primer deseo que pedí fue tener una máquina para hacer dinero y así poder comprar todo lo que quisiera para ayudar a todas las personas que no tienen casa ni comida. El segundo deseo era poder volar. Iría a todos los países bonitos, llegaría a la Luna, iría a Disneyland París para conocer a todos los personajes Disney, me montaría en todas las atracciones, me lo pasaría muy, muy bien. Me quedaría a dormir en un hotel de cinco estrellas. Y el último deseo y el más importante sería que no hubieran guerras ni existieran armas para que las personas no se mataran entre ellas y pudiésemos vivir en un mundo de paz y felicidad. Todo el mundo estaría feliz sin peleas ni muertes. Mario.
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Aún estaba asustado con el humo que salió de la lámpara cuando el genio me dijo que tenía tres minutos para pedir los tres deseos, y que si superaba ese tiempo los perdería. El primero lo tenía claro. Le pedí un campo de fútbol para jugar con mis amigos. El segundo me costó algo más. A los dos minutos decidí pedir sobresalientes en todos los exámenes. Pero el problema vino ahora. Me quedaban solo treinta segundos y no sabía qué pedir. Justo cuando acababa el tiempo dije “Chucherías”, y todo lo que había en el trastero se convirtió en chucherías. Ahora todas las tardes mis amigos y yo jugamos al fútbol en mi campo, después de los deberes, porque nunca tengo que estudiar. Manuel R.
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No le dije nada a nadie y seguí recogiendo el trastero sin meter la lámpara muy al fondo para después averiguar si estaba soñando o no. Una vez recogido el trastero me puse a toquetear la lámpara para ver si salía otra vez el genio. Allí no salía nada y me cansé de esperar. Cuando me iba, escuché algo que me hablaba. ¡Era el genio! No me lo podía creer y por si acaso me pegué un par de pellizcos y vi que no estaba soñando. Para comprobar si era verdad le pedí los tres deseos que me concedía. Cuatro días más tarde se me hicieron realidad y al final se lo dije a todo el mundo y me hice famosa. Celia.
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El primer deseo que se me concedió fue que todos los niños tuvieran agua, comida, ropa, medicinas y una buena casa donde vivir bien. El segundo deseo fue que mi abuelo se pusiera bueno y el genio me lo concedió. Mi abuelo se puso mucho mejor y yo me puse muy contenta y le di un abrazo muy fuerte al genio por haber curado a mi abuelo. El tercer deseo fue que hubiera mucha paz y alegría, mucha salud y mucho amor, que se fuera la crisis. Y se me cumplió el deseo. Había mucha paz, mucho amor, se fue la crisis, todo el mundo estaba muy contento gracias al genio. María Rosario.
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Desearía tener un sueño donde poder ver a mi mamá, cogerla de la mano y poderla acariciar y decirle: “Mamá, te quiero.” La imagino tan alegre y tan guapa como siempre. Desearía tener un balón mágico muchos goles y que nunca se rompiera.
que
metiera
Desearía tener un montón de dinero para ayudar a todos los niños del mundo que pasan hambre. Les haría colegios para que estudiasen y así fueran un poquito más felices. Juan Manuel.
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XI La máquina de mi abuelo
Mi abuelo es inventor. El otro día fui a visitarlo y me dejó solo en su laboratorio. Allí había una gran máquina con muchos botones, mecanismos, palancas y en un lateral en color rojo había un botón que decía: “ENCENDER”...
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Me llamó mucho la atención el botón y decidí encenderlo. Descubrí que era una máquina del futuro. Me metí dentro y me transportó a diez años más de los que tengo. Tendría diecinueve años y medio. La Puebla de Cazalla había cambiado mucho. Las casas eran muy modernas. Todas tenían robots que ayudaban en las tareas de la casa. Los coches no contaminaban porque eran ecológicos. Se crearon muchos negocios y centros comerciales y todas las personas tenían trabajo. Yo estaba estudiando en Sevilla una carrera de informática y, para pagar los estudios, los fines de semana trabajaba en un bar de copas. Mario.
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Yo no quise tocarlo por si las moscas pero tenía tanta curiosidad que finalmente lo toqué. Había muchos mecanismos echando humo. Yo creía que la había estropeado pero era señal de que estaba encendiéndose. Era maravilloso. Había un grifo que hacía pasteles, una lupa gigante para mirar, una cosa que hacía cajas de cartón, otra que inventaba sueños y, por fin, la más grande era una que te metías dentro y cambiabas de aspecto. Era todo una maravilla hasta que llegó mi abuelo, me vio y me castigó sin entrar en su laboratorio. Paula.
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Cuando se fue mi abuelo, corriendo encendí la máquina. Empezó a moverse. Una gran rueda comenzó a girar y salió masa de pestiños, luego un cuchillo empezó a cortar la masa y esta caía en un recipiente con aceite caliente y ahí se freía. Otra rueda con paletas sacaba los pestiños del aceite y los introducía en la miel. Esa misma rueda los dejaba en la bandeja listos para comer. Fui corriendo a coger uno y me lo comí. Estaba muy bueno y me comí cuatro más. Cuando llegó mi abuelo apagó corriendo la máquina porque si no me pondría malo de la barriga. Manuel R.
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Cuando lo vi pensé en presionarlo para ver lo que ocurría. Cuando lo presioné empezó a hacer ruidos y a moverse mucho. Le salieron de los lados dos brazos y dos piernas y de pronto empezó a lanzar balones de fútbol que la misma máquina fabricaba y yo empecé a pararlos. Estuvimos un buen rato jugando al fútbol, hasta que mi abuelo apareció. Me echó una buena bronca, pero después se dio cuenta de que la máquina era un buen juguete y que los demás niños también se podrían divertir mucho con ella. Lo primero que hicimos fue ponerle nombre. La llamamos “Máquina Juguetona” y a partir de entonces mi abuelo nos dejó a todos los niños y a mi que jugáramos siempre con ella. Antonio José.
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No me atrevía a encenderla, me daba mucho miedo romperla y que mi abuelo se enfadara. Al rato llegó mi abuelo y le pregunté para qué era esa máquina. Él me dijo que fabricaba una burbuja, pero que esa burbuja se podía comer y que tenía el sabor que más te gustara, así que le dije que, por favor, me diera una para probarla. Mi abuelo me dijo que sí y me dio una. Estaba buenísima. Sabía a cereza. Pero mi abuelo me dijo que no se lo contara a nadie, que la tenía que perfeccionar. Y esa fue la historia de la máquina más asombrosa del mundo. Almudena.
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Me asusté un poco, pero me dije: – Bueno, la voy a encender. Te hacía bailar sin que quisieras. A mi abuelo le pregunté: – Abuelo, ¿cómo te ha venido esta idea a la cabeza? La probé y era muy, muy, pero que muy divertida. Les dije a mis compañeras de clase María A., Paula y María B. que vinieran y dijeron: – Guau, esto es impresionante. ¿Quién ha hecho esta maravillosa máquina? Yo les dije que la hizo mi abuelito, al que yo quiero muchísimo. Le dije: – Abuelo, ¿la podemos usar? Y dijo mi abuelito: – Claro que sí. No es nada peligrosa. Le disparé a María A. y se puso a bailar. Les hizo mucha gracia. Ana.
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XII Mi nueva mascota
Mi tío siempre está de viaje. El otro día me trajo una mascota que había comprado en un país muy lejano. Él no lo sabe, pero esta mañana ha comenzado a hablarme...
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Me saludó muy amablemente y se presentó: – Hola, buenos días. Me llamo Tinko. ¿Tú cómo te llamas? – me dijo la mascota a la que llamé Nevado. – Hola. Soy tu dueña y como yo mando te he puesto Nevado. ¿Cómo es que puedes hablar? – le dije un poco asustada. – Soy un extraterrestre que vengo desde Marte a explorar la Tierra. Pero mi nave falló y caí estrellado en un zoológico o algo así. Allí, un hombre muy parecido a ti me compró por mucho, mucho dinero. Le costó convencer al dueño de aquel lugar, pero al final lo logró. Por favor, cuídame y no le digas a nadie que soy un extraterrestre, ¿vale? – Está bien, lo haré por lo buena persona que soy y esa persona que te compró se parece a mí porque es mi tío – terminó la conversación Blanca. Lorena C.
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Yo estaba dormido. Me desperté y estaba toda la habitación desordenada y con los libros del colegio rotos. Me asusté mucho porque creía que habían entrado en mi casa unos ladrones. Bajé asustado a buscar a mi madre pero mi gran sorpresa fue que la vi preparando el desayuno tan tranquila. Le conté todo lo que había pasado y de repente vimos a la mascota que me había regalado mi tío en el jardín rompiendo las macetas. Fui hacia ella para reñirle y empezó a contarme que lo había hecho porque quería que jugase con ella, porque decía que se sentía muy solita y echaba de menos a los de su país, iguales que ella. Desde ese momento la llevaba a todas partes conmigo. Mario.
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En realidad no era ningún animal sino un muñeco que funcionaba con pilas y que hablaba. Eso lo vi cuando unas luces rojas aparecían mientras yo dormía. Entonces noté que tenía como una lamparita y le miré la espalda y allí tenía las pilas. Fui corriendo a su caseta y observé que el comedero y el bebedero estaban llenos. Fui corriendo a contárselo a mi tío, pero ya se había ido y entonces se lo conté a mi tía que se quedó pasmada y con la cara pálida. – Pero cómo le han podido estafar – dijo mi tía. Y entonces le dije a mi tía que no se preocupase, que a mí me había gustado igual. Celia.
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Me dijo que cómo estaba y que iba a ser amigo mío para siempre. La mascota parecía única. Era de un país muy lejano que ni siquiera aparecía en el mapa, así que pensé que sería normal que hablara. Estuve hablando con él mucho rato y le dije que no hablara con otras personas porque se podrían asustar, pero dijo que solo yo le entendía y que estaba allí para ayudarme en todo lo que pasara. Es precioso y muy bueno. Me ayudó mucho y me sigue ayudando. Es mi mejor amigo. Almudena.
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Y me dijo: – Hola. Vengo de un mundo llamado Marte. Estoy harto de vivir allí. He venido para ver vuestra cultura, vuestra gastronomía y vuestras costumbres y fiestas tradicionales. Y le respondí tan extrañado como si acabara de nacer: – Pues si necesitas alguna ayuda, aquí estoy yo. Y si quieres te enseño las cosas que son más típicas en mi región, que es Andalucía. Mi tío me preguntó cómo me iba con lo que me regaló de un país muy lejano. Mantuve la promesa que le hice al bicho ese raro del país tan lejano. Pablo.
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Antes de irme a la cama coloqué mi nueva mascota en la estantería de los juguetes. Tenía mucho sueño y cuando me iba a quedar dormido escuché una voz mecánica que decía: “Buenas noches.” Encendí la luz y vi que no había nadie en mi habitación. Pensé que estaba soñando, pero justo cuando cerraba los ojos de nuevo la voz dijo: “No me has contestado.” Entonces me di cuenta de que quién hablaba era mi nueva mascota. Desde ese día todas las noches hablamos un rato. Manuel R.
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XIII Presidente del planeta Ladronlian
Has sido elegido presidente del planeta Ladronlian. En este planeta hay muchos ladrones, delincuentes y bandas de maleantes por todas las ciudades. ¿Cómo arreglarías este problema?
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Lo primero que hice cuando me eligieron presidente fue reunir a todos los habitantes en la plaza de la ciudad. Había que poner nuevas reglas: • Primera regla: solo está permitido robar en horario de trabajo. • Segunda regla: solo se pueden robar cosas baratas. • Tercera regla: si te roban a ti, no te puedes enfadar. • Cuarta regla: los fines de semana no estarán permitidos los robos. Desde que pusimos las nuevas normas todos los vecinos del pueblo nos robamos educada y ordenadamente, como Dios manda. Manuel R.
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Lo primero que haría sería crear puestos de trabajo para que los ladrones ganaran dinero y no tuvieran que robar. Contrataría muchos policías para repartirlos por toda la ciudad y así poder evitar que hubiesen peleas ni robos, para que los niños y los ancianos pudiesen pasear tranquilos por la calle. Pondría cámaras de seguridad por todas partes, para poder pillar a las bandas de maleantes y llevarlas a la cárcel. También abriría una residencia para que las personas con problemas de este tipo pudieran aprender un oficio y cuando estuviesen preparadas saliesen y trabajasen para poder formar un hogar y una familia. Las ciudades se quedarían limpias y tranquilas. Mario.
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Me han elegido presidente de este planeta y a ver cómo arreglo todos estos problemas con estos personajes tan difíciles. Empezaré por los ladrones. Intentaré hacerme amigo de ellos para guiarlos por buen camino y hacerles ver que el camino que siguen ahora no trae nada bueno. Como algunos han llevado mala vida es la única opción que les ha quedado, pero con consejos y un poco de cariño se enmendaran poco a poco. Con las bandas de maleantes lo tendré más difícil, pero igual me las arreglaré para echarles una mano y que no tengan que pasar toda su vida encerrados entre rejas. María M.
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Me han elegido presidenta del planeta Ladronlian. Este planeta tiene muchos problemas con los ladrones y delincuentes, así que tengo mucho trabajo por hacer. En primer lugar habrá que terminar con tanto robo, por lo que he decidido que al ladrón que cojamos robando le quitemos todo, le dejemos sin nada, sin casa, sin coche, sin dinero, etc., y estará trabajando gratis en el lugar donde robó hasta pagar todo lo que se llevó. Cuando veamos que ya no lo va a hacer más, le devolveremos todo lo que era suyo y lo que habría ganado trabajando y no robando. De esta manera acabaremos poco a poco con los robos. En segundo lugar hay otro gran problema con las bandas de maleantes que se dedican a pegar a la gente que es de otra raza, como a los rumanos, gitanos, negros, etc., y además queman los contenedores de basuras y rompen todo los que les da la gana. Para terminar con esto o por lo menos intentar mejorar este problema, decidí que estas bandas, cuando fueran detenidas, se dedicaran a arreglar todo lo que estuviera roto, a pintar todo lo que se necesitara y a ayudar en todo lo que pudieran a los de otras razas, hasta que trataran a estas personas como a uno más. Cuando se comportaran como personas normales serían recompensados. María H.
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XIV Qué seré de mayor
El otro día mi maestro nos propuso que hiciéramos una redacción sobre la profesión de nuestros padres y entonces me vino un pensamiento: ¿Qué me gustaría ser de mayor?
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De mayor me gustaría ser informático, para poder dar clases a todas las personas, niños y mayores, ya que cada vez dependemos más del ordenador y el que no sepa le va a ser más difícil poder encontrar un trabajo. Hoy en día es muy útil saber manejar el ordenador pues te informa de todo lo que necesitas saber. Por ejemplo, si quieres pedir cita para el médico, informarte sobre las cuentas del banco, comprar todo lo que quieras, saber las salidas de los autobuses, trenes, aviones, etc. También me gustaría poder arreglar todo tipo de máquinas y poder crear nuevas páginas en internet. Para poder ganar dinero con el trabajo que me gusta y poder comprarme una casa y un coche. Mario.
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Me gustaría ser de mayor como mi padre. Él es albañil. Aunque yo quiera ser como mi padre, también sé que debo acabar primero los estudios. Me gusta mucho la profesión de mi padre porque siempre lo he visto trabajar como albañil. También hay otra profesión que me gusta mucho, que es ser portero de un equipo de fútbol, del Betis. Ahora lo practico como un juego en actividades extraescolares y en el recreo del cole, pero yo sé que si sigo practicando mucho a lo mejor algún día seré un gran portero y podré compartir este juego con el trabajo de albañil. Antonio José.
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Me gustaría ser de mayor astronauta porque mi tatarabuelo viajó a la Luna. Pero mis padres dicen que no, porque es muy peligroso. Entonces he pensado otra cosa: quiero ser bombero porque me gusta cuando echan agua de la manguera y también cuando toca la sirena: ni, no, ni, no. Pero mis abuelos dicen que si se quemara una casa, que yo correría mucho peligro. Ya estaba cansado de que a mi familia no le gustaran esas profesiones. Entonces, por decirlo, dije que quería ser enfermero. Toda la gente se alegró de que al final quisiera ser enfermero. María A.
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A mí me gustaría ser de mayor cocinera. Mi madre dice que no sea cocinera, que estudie algo. Yo digo que quiero ser cocinera. Ya sé hacer muchísimas cosas, como flamenquines, croquetas, pizzas, empanadillas, hamburguesas, etc. Seré una cocinera de lujo, la mejor, sin ser creída. Mi padre está de acuerdo conmigo, no se queja. Ya me he cortado muchas veces pero no me ha pasado nada. Mi madre me riñe porque yo lo quiero hacer todo, pero luego me sale todo muy bien. No quiero que me ayuden en nada. Celia.
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El otro día, cuando me mandaron los deberes, el maestro puso entre ellos que hiciéramos una redacción sobre el trabajo de nuestros padres. Entonces pensé en lo que seré yo de mayor. Me puse a pensar, pero no me hizo falta pensarlo mucho porque de todo lo que se me ocurrió lo que más me gustaba era el trabajo de veterinaria, porque me encantan los animales: cuidarlos, ayudarlos y alimentarlos. Pensé que también, aparte de ser veterinaria, montaría un sitio donde recoger a todos los animales y después dárselos a buenas familias para que los cuiden y los quieran. Así descubrí lo que me gustaría ser de mayor. Almudena.
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XV Un viaje a la Luna
En el colegio han sorteado un viaje a la Luna y te ha tocado a ti. Además te puedes llevar a un amigo. ¿Con quién harías el viaje? ¿Qué llevarías en tu nave espacial? ¿Pasarías miedo?
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Un día en el colegio sortearon un viaje a la Luna y pensaba que no era verdad, que a lo mejor era un juguete con una nave y un muñeco o cualquier otra cosa parecida. Pero no, era un viaje a la Luna de verdad y encima me tocó a mí. Me dijeron que tenía que llevar a un amiga y elegí a mi mejor amiga, Rocío. Entramos en la nave para ver lo que había y así saber que llevarnos. Había una minitele, comida espacial, agua y unas literas para descansar. Así que me llevé una foto de mi familia, mantas y bebidas que no fueran agua. Pasaría algo de miedo, pero con mi amiga se me pasaría un poco. Almudena.
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El viaje me gustaría hacerlo con mi amigo Álvaro P., aunque si pudiera llevar a todos mis amigos me lo pasaría mucho mejor. Tendríamos que ir muy bien equipados con trajes espaciales, con bombonas de oxígeno y con comida suficiente para pasar el tiempo necesario. Yo creo que pasaría muchísimo miedo porque somos niños y si pasase algo, por ejemplo, si se estropease la nave en medio del espacio o si se chocara con un asteroide o con algo, yo no sabría qué hacer. Si estuviese mi padre o algún mecánico de naves, estaría mucho más tranquilo. Pero aún así nos lo pasaríamos muy bien, viendo el espacio exterior y las maravillas del universo y vendríamos con muchas historias que contar. Mario.
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Érase una vez un día en el colegio que sortearon un viaje a la Luna. Por suerte me tocó a mí y yo decidí llevarme a mi amiga Marta. Ella dijo: – Pero, ¿cómo es posible? ¿De verdad? No se lo creía. Al fin me mandaron los billetes del viaje en los que ponía la fecha, la hora, etc. Al fin llegó el día y muy nerviosas despegamos. Primero nos pusimos a explorar todo aquello con mucho nerviosismo. Y de pronto... ¡Oooooh! Un extraterrestre. Nos asustamos muchísimo hasta que descubrimos que era un extraterrestre muy bueno y simpático. Llegó la hora de irnos y nos costó mucho despedirnos del extraterrestre, pero al final nos lo pasamos muy bien. Celia.
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Índice Introducción......................................................3 La poción mágica..............................................5 La semilla........................................................13 Me he encontrado una lámpara mágica..........21 La máquina de mi abuelo................................29 Mi nueva mascota...........................................37 Presidente del planeta Ladronlian..................45 Que seré de mayor..........................................51 Un viaje a la Luna...........................................59
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Alumnos y alumnas de Cuarto B. Curso escolar 2011/2012.
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