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YOROKOBU / TAKE A WALK ON THE SLOW SIDE / Nยบ 48 - 2014

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LA PORTADA Centrar la mirada en lo pequeño, en lo que hay a escalas que, por reducidas, quedan lejos del alcance humano, explica muchas cosas de las que se viven y se sienten. El motor de la naturaleza funciona como la marea que adquiere su primer impulso en lo minúsculo y crece hasta hacerse imponente. Quiso Judit Maldonado vincular la portada y la contraportada de este mes mediante una relación en la que alienta la invasión de espacios ajenos, pero que, a la vez, enlaza dos parcelas con cierto mimetismo esencial. La ilustradora leridana se disfrazó de entomóloga para crear un insectarium que fundiese a Yorokobu y Volkswagen en un único ente. “Los bichos son escarabajos representando cada una de las letras que forman la palabra Yorokobu, junto con la etiqueta apropiada que recuerda al nombre científico que suele aparecer debajo de cada ejemplar del insectario. El escarabajo que falta en la portada es la clave y el hilo conductor que la vincula con la contraportada”, explica. Ese escurridizo escarabajo es el Beetle de Volkswagen.

Maldonado explica que todo empezó con un esbozo de cada escarabajo para que cada uno de los que aparecen tuviera una forma similar a las letras necesarias. “Tengo una fuerte debilidad por la ilustración hecha manualmente y que refleje mi propio trazo expresivo, así que, en este caso, todo empezó con el dibujo de cada uno de los escarabajos por separado mediante lápiz, tinta china, agua y plumilla”, dice. Tras la artesanía de la línea, vino la tecnología en el color. “Los bichos fueron escaneados y puestos en escena en la portada, a la vez que coloreados con Photoshop. El mismo proceso seguí para el coche y para el rastro de las ruedas”, cuenta. Judit Maldonado siempre ha valorado “la ventana abierta que constituye la portada de Yorokobu, al ceder el absoluto protagonismo cada mes a un artista o diseñador distinto y así dar a conocer su trabajo”. Ahora es ella la que se ha ganado por sus propios méritos el derecho a ser la cara y la cruz de la revista en febrero de 2013. Ella es la ganadora de la tercera edición de Hazlo Tú, el concurso de creatividad organizado por Yorokobu gracias al apoyo de Volkswagen. www.juditmaldonado.com

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YOROKOBU

FEBRERO

DIRECTOR

REDACTORA JEFE

REDACTOR JEFE

DIRECTOR COMERCIAL

DIRECTOR DE ARTE

Juanjo Moreno juanjo@yorokobu.es

Mar Abad mar@yorokobu.es

Marcus Hurst marcus@yorokobu.es

Fermín Abella fermin@yorokobu.es

LuisB luisb@luisbboy.com

M. Angeles García mangeles@yorokobu.es

Jose Luis Colomina colo@yorokobu.es

REDACCIÓN

David García david@yorokobu.es

Gema Lozano gema@yorokobu.es

JEFA DE PUBLICIDAD

Rocío Martí rocio@yorokobu.es

Ximena Arnau ximena@yorokobu.es

DEPARTAMENTO COMERCIAL

Laura Calvo laura@yorokobu.es

Marisa Caballero marisa@yorokobu.es

Pedro Monzó pedro@yorokobu.es

DELEGACIÓN BARCELONA

Albert Gomez agomez@guerrillademedios.es

Gemma Gené gemma@guerrillademedios.es

Silvia Moreno silvia@yorokobu.es ASSISTANT

Jordi Granja jgranja@guerrillademedios.es

Teresa Cobo teresa@yorokobu.es

HAN COLABORADO EN ESTE NÚMERO Antonio Dyaz Escritor y director de cine www.antoniodyaz.com | Benjamí Villoslada Bitólogo benjami@benjami.cat Blastto Diseñador gráfico www.blastto.es | Carlos Carabaña Periodista carloscarabanya@gmail.com Daniel Martorell Periodista y fotógrafo www.dmartorell.com | Daniel Seseña Director de Cámara Abierta 2.0 www.periodismoficcion.com David de Ugarte Economista, tecnólogo y emprendedor lasindias.com | Iñaki Berazaluce Periodista iñakiberazaluce@gmail.com Javier Creus CEO de Ideas for Change javicreus@ideasforchange.com | Javier Montañés Esquiro Diseñador www.mimetica.es José Domingo Ilustrador josedomingo.net | Juan Díaz-Faes Ilustrador www.juandiazfaes.com LeRaúl Ilustrador Ysinosquitanlobailao.com | Tiziana Trotta Periodista @Trtiz | Velckro Artwork Reggaetonero www.velckroartwork.com

C/Acebo, 13 - 28016 Madrid - t. 914 157 283 - www.yorokobu.es - twitter: @yorokobumag Edita: Brands & Roses, S.L. - Impresión: Rivadeneyra - www.rivadeneyra.com - Depósito legal: M42701-2009 Periodo de Control: Abril 2011 / Diciembre 2011 Tirada media 30.741

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ÍNDICE medidor de concentración

¿Comerías un filete cultivado en un laboratorio?

24

Los libros que fuimos

12

El poder de la risa frente al tirano

50

La biblioteca con alma de árbol

66

Cariñómetro

14

Concurso de portadas

33

Mirar entre líneas

68

El talibán de la línea recta

30

Economía directa

16

Le Raúl

49

No leas. ¡Dibuja!

60

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Tu vida es una infografía

56

Una historia de amor química

28

¿Son tus cosas realmente tuyas?

18

Thoreau y la moda

76

Cuestión de estado (una canción de jazz)

20

Regreso a la esencia en Guanajuato

65

Apps que sí, apps que no

60

Relatos ortográficos

58

¿Cuánto contamina Internet?

54

Numerografía

80



SENIOR DESIGN

FACTORY 6 / YOROKOBU / Nยบ48 - 2014


En Zurich, en el antiguo barrio industrial de la ciudad, se esconde una tienda de ropa y complementos muy peculiar. Se llama Senior Design Factory y en ella trabajan codo con codo jóvenes treintañeros expertos en diseño junto a un grupo de veteranos que superan los 70 años de edad. Los unos aportan su pericia en el diseño; los otros, manos expertas. Y juntos logran lo que la sociedad no consigue: un puente entre mundos separados. POR

Daniel Martorell Nº48 - 2014 / YOROKOBU / 7


La vejez es, probablemente, la etapa de la vida sobre la que se habla con menos franqueza. En ocasiones da la sensación de que se miente deliberadamente. Parece existir una especie de pacto social que recomienda contar únicamente las bondades de ser un venerable ‘abuelete’ o, como mínimo, pasar de puntillas sobre aspectos menos agradables. La realidad idealizada se ha construido a base de clichés repetidos hasta el hartazgo (tiempo de sabiduría, placidez, sosiego), apartando sutilmente del foco lo que irremediablemente padecemos la inmensa mayoría de los mortales rebasada la franja de los 70: desasosiego, melancolía y la sensación de que ya no formas parte de un todo. No hay química para curar ciertos achaques que sufre el alma; pero sí, algunas ayudas: por un lado, la fortuna (que la salud acompañe); y por otro, tener la capacidad para hacer un pacto honrado con la soledad, el verdadero secreto —como dice García Márquez— para una buena vejez. Ese pacto se suele alcanzar de una forma más o menos amable cuando los ancianos tienen la posibilidad de abandonar su ‘obligado’ retiro, aunque solo sea un rato a la semana, y se reintegran al mundo que se abre más allá de su gueto generacional. Benjamin Mose y Debora Biffi llevan cerca de dos años logrando que algunos ancianos de su ciudad (Zurich) vuelvan a sentirse útiles y parte fundamental de un proyecto conjunto. En la primavera de 2011 abrieron la Senior Design Factory, un espacio de creación artesanal donde se reúnen jóvenes y ancianos para colaborar de igual a igual en proyectos creativos, fomentando así un enriquecedor intercambio de técnica y experiencia. La iniciativa ha tenido un gran éxito, convirtiéndose en una creciente empresa de manufacturación textil y haciendo incursiones también en otros campos como el de la decoración o la gastronomía. En el taller, que además tiene también una zona de tienda donde se venden los productos finalizados, los mayores explican, por ejemplo, la manera más eficiente de tejer una bufanda y, a su vez, los jóvenes aportan sus conocimientos en el diseño y el marketing. Paralelamente, se organizan talleres abiertos al público en los que el grupo de jubilados dan master classes de punto o ganchillo a todo aquel que quiera aprender. Básicamente se trata de tender puentes entre generaciones tanto a nivel creativo como social, y abrir un espacio donde ancianos y jóvenes interactúen de una manera que, en otro contexto, hoy por hoy es prácticamente imposible. Todo arrancó hace cinco años, cuando a Benjamin y a Debora se les ocurrió afrontar el proyecto final de sus estudios de Diseño prescindiendo al máximo de lo digital y centrándose en la artesanía tradicional de las abuelas. La idea: hacer un calcetín de 10 metros de longitud diseñado por ellos dos, pero trabajado con la técnica de toda la vida. Obviamente necesitaban manos expertas. En su búsqueda se toparon con un grupo de ancianas que regularmente tejían juntas en la Altersheim Limmat (la residencia de ancianos de Limmat), en el número 186 de Limmatstrasse. Les presentaron el proyecto, llegaron a un acuerdo y comenzaron a trabajar 8 / YOROKOBU / Nº48 - 2014

juntos. Después de seis meses, el calcetín gigante era una realidad y las ancianas acudieron a la presentación llenas de orgullo. «Era muy curioso —recuerda Benjamin— ver a todos aquellos jóvenes diseñadores y expertos en marketing en los otros stands, y en el nuestro, a aquel grupo de abuelas de pelo blanco. Sin embargo, nos dimos cuenta de que en poco tiempo la sociedad entera iba a tener ese aspecto y que lo más natural era crear puentes que nos unieran». Parte del desafío académico que representaba el desarrollo de su tesis era, precisamente, este problema. Así que una vez acabados los estudios decidieron seguir adelante y afrontar la necesidad social con un proyecto de largo recorrido. Y así nació la Senior Design Factory. «Decidimos abrir un espacio donde jóvenes y adultos se reunieran y empezamos a dar forma a este lugar; pensamos cómo acoplarlos y cómo trabajar conjuntamente, de manera normal, con una relación de total igualdad y no del tipo ‘joven con salud-viejo enfermo’. Y eso hacemos ahora: creamos productos, hacemos talleres donde los jóvenes aprenden en esta misma mesa cómo tejer, cómo trabajar determinados materiales. Nuestros colaboradores conocen las técnicas, nosotros qué colores y formas están de moda… Es una situación en la que todos ganamos». La mesa de madera ante la que nos encontramos charlando ahora es el centro neurálgico de todo lo que ocurre en la Senior Design Factory. Benjamin y Debora se encargan de los diseños de los productos de cada temporada y después se ponen en común sobre la madera, dejando que cada anciano introduzca su propios inputs. «Eso es lo que buscamos: ver cómo pueden aportar su granito de arena en el proceso de creación. Por lo general, trabajamos con un grupo básico de 10 seniors (la mayor, una mujer de 95 años) y luego tenemos mucha gente que se nos suma en proyectos diferentes. Por ejemplo, durante las Navidades o en épocas especiales, donde reunimos hasta 30 ancianos y 10 jóvenes. Pero depende del proyecto: durante los últimos dos años hemos trabajado en un café restaurante con 8 ancianos y 6 jóvenes colaborando codo con codo. Pero ahora nos centramos en proyectos de diseño porque nos permite involucrar a más gente que en el gastronómico». El proceso de selección de los expertos senior funciona exactamente igual que en cualquier empresa. Entrega de currículum y a esperar la llamada. Pero hay requisitos, obviamente. La oferta se anuncia así: «Para nuestro equipo estamos buscando personas mayores (70+) y alegres, de preferencia con experiencia en servicios y que desee apoyar con trabajo voluntario nuestra organización sin fines de lucro. Ofrecemos un trabajo variado en una operación innovadora, así como el reembolso de los gastos y comidas. ¿Te gustaría formar parte de nuestro equipo?».


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Benjamin asegura que, aunque les gustaría, les resulta imposible trabajar con todo el mundo. «Tenemos que seleccionar a la gente en función de sus habilidades, luego buscamos el proyecto y vemos cómo encajarlas. No hay que olvidar que, al fin y al cabo, se trata de producir un producto y no actuar únicamente como terapia». En el taller se trabajan desde bufandas y cestas hasta alfombras, que luego se ponen a la venta. Pero una parte del proceso consiste también en enseñar a quien lo desee cómo elaborar en casa esos tejidos. «Se genera una energía muy positiva cuando esa gente ve que puede enseñar cosas a muchachos, y viceversa, cuando los jóvenes ven que aún tienen cosas que aprender de una persona mayor. Se genera un respeto y desaparece el típico ¡qué aburrido, cosas de vieja! Esa es una de las ideas que la Factory quiere transmitir: sabemos cómo hacer esto y queremos que ese conocimiento se transmita a los jóvenes». Seguramente no manejan el ratón con la soltura de un chaval de 20 años, ni les entra a la primera el porqué colocar este color aquí y no allí, o por qué darle esta forma determinada al producto. Pero no importa. Su aportación va por otros senderos. Y ellos están encantados con su tarea. Benjamin explica que son muchos los familiares de los abuelos que les confiesan que desde que colaboran aquí 10 / YOROKOBU / Nº48 - 2014

les ven más felices, más abiertos de mente. Simplemente, se dan cuenta de que aún pueden mantener contacto con generaciones más jóvenes y sentirse importantes y jóvenes a la vez. «Sus conversaciones habituales suelen versar sobre el dolor de cadera o de la pierna, etc. Aquí dentro todo eso es diferente. Los jóvenes no preguntan sobre la salud sino sobre la conveniencia de probar este diseño o este color. Y su actitud cambia automáticamente». Los workshops constituyen un pilar esencial de todo el proyecto. No actúan como un seller habitual, como una tienda de ropa al uso. Se trata de aprender a hacerlo por ti mismo y lograr que haya una relación social con los mayores, que esta generación se sienta útil enseñando algo. «Si basáramos todo en la producción, seguramente nos iríamos a China, que es mucho más barato. Para nosotros cuenta mucho que la gente mayor sea parte imprescindible de todo el proceso. Nos gustaría comenzar a esparcir la idea del modelo para que en el futuro la gente venga a pedirles consejo a los ancianos sobre cómo hacer esto. Ese quizás sea el siguiente paso en el que estamos». www.facebook.com/SeniorDesignFactory


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POR ANTONIO DYAZ

LOS LIBROS QUE FUIMOS Yo era un niño cuando mi padre me recomendó La vida de las termitas, escrito en 1927 por Maurice Maeterlinck. Me dejó impactado. Era como leer un relato científico surgido de la imaginación calenturienta de un gurú, y muy probablemente influyó en que años después me dedicara a estudiar los insectos en la universidad en vez de cursar la carrera de arquitectura, a la que estaba llamado de manera natural. Puedo decir que fue ese uno de los libros que cambió el curso de mi vida. En la de cada uno de nosotros hay ciertos títulos que imprimen un giro en nuestra trayectoria sobre el mundo. Si esa persona no nos hubiera prestado aquel volumen, si no hubiera caído en nuestras manos... nada habría sido lo mismo. Un par de años más tarde, la biografía que sobre Lord Byron tejió André Maurois me asaeteó sin piedad desde su primera página. La personalidad poliédrica, enfermiza y arrebatadora de ese genio atormentado que fue Byron y otros personajes secundarios del calado de Polidori o Mary Shelley me envolvieron en una atmósfera de irrealidad. Yo era un niño con necesidad de escapar de mi angustioso cautiverio, sin amigos... De hecho, sin posibilidad de salir a la calle. Tuve que convertir mi cabeza en el exterior y para ello necesitaba textos que me ayudaran a abrir la ventana y salir volando de mi habitación. Luego descubrí Así hablaba Zaratustra y el torrente desbocado de Nietzsche hablando por boca de ese loco de la montaña diciendo cosas que retumbaban en mi pecho como eructos. Siempre estaré agradecido a mi padre que, por desgracia, murió hace más de veinte años y que siendo yo un niño me dijera muy serio: “Toni, puedes leer cualquier libro de la biblioteca, excepto 12 / YOROKOBU / Nº48 - 2014

estos dos tomos”. Y señaló dos bonitos volúmenes encuadernados en cuero con letras doradas en la estantería más alta del mueble, fuera de mi alcance. En la primera ocasión en que me quedé solo, me encaramé a una silla y tomé con mano temblorosa los libros. Cada uno tenía casi mil páginas en papel biblia. Su título: Las mil y una noches. Los leí con fruición durante meses cuidando de que mi padre no se diera cuenta. Ahora, que casi tengo la edad que él tenía cuando me ‘prohibió’ esos libros, sé que lo que hizo fue precisamente indicarme el camino a la madurez. Mis primeros orgasmos los tuve leyendo esos pasajes deliciosamente eróticos y sensuales con perfumes del desierto, odaliscas, príncipes beduínos y tesoros de incalculable valor en cuentos que se anidaban dentro de otros cuentos, que se anidaban dentro de otros cuentos... y así hasta el infinito o hasta que la voz de Sheherezade interrumpía la narración. Hay épocas de la infancia y de la adolescencia en las que un libro puede moldearnos como si fuera un cincel, y sus marcas jamás desaparecen de nosotros. Cuando ya nos hemos formado o, al menos, cuando hemos adquirido la vaga silueta de lo que seremos, los libros ya solo afianzan esa sombra, la perfilan y extraen los detalles de nuestro perímetro, esa membrana que nos separa del mundo y que determina cómo nos relacionaremos con él. Así pues, somos lo que leímos. Y sobre todo, cuando lo leímos. @AntonioDyaz



POR FRANCESC BELTRI GEBRAT

CARIÑÓMETRO Investigadores del MUASC han descubierto la hormona que se sintetiza en la expresión amorosa y la han bautizado con el nombre de ‘cariñocina’. Han definido el cuddle (en inglés, ‘gesto de cariño’) como unidad de medida de este y han fijado en 200 cuddles el valor máximo alcanzable. El trabajo se inició con mamíferos y posteriormente con humanos al constatar que, a diferencia del resto de especies, estos nacen en la confianza de que serán recibidos en un entorno amoroso. Todo cachorro humano nace en una total indefensión. Apenas sobreviviría unas horas si no fuese por el ambiente afectuoso que le espera y acoge. La expresión de cariño es, pues, una ventaja evolutiva que nos caracteriza. Los estudios realizados hasta el momento demuestran que la aparición de la ‘cariñocina’ está íntimamente ligada al contacto epidérmico, sin que sea este exclusivamente quien la libera. Pueden alcanzarse niveles significativos a partir únicamente de miradas o algunas específicas frases. Estos recientes descubrimientos permiten ‘parametrizar’ tanto su impacto como sus efectos. Así pues, un beso da una medición promedio de entre los 80 y 90 cuddles. Los abrazos, entre 60 y 80; la sonrisa, entre 40 y 60. Por debajo de este valor aparecen las miradas en diferentes distancias, duración e intensidad, así como las frases de elogio y reconocimiento. Lógicamente, la combinación y/o simultaneidad de las anteriores puede llegar a resultados superiores a los 200 cuddles en las relaciones íntimas. Los investigadores han descrito a su vez la ‘analgesia cariñosa’, entendida como alivio del dolor, por expresión afectuosa, y que espera novedosos tratamientos. El contacto físico por encima de 60 cuddles (es decir, besos y abrazos) produce una significativa mejora en prácticamente todos los procesos dolorosos al actuar sobre el sistema nervioso central.

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Si bien era conocido el efecto de la oxitocina para reducir el estrés ligado a este, se ha identificado que la emoción del beso de buenos días o al salir de casa, sintetiza también ‘cariñocina’ que permite una remodelación neuronal del hipotálamo: más besos, mejor hipotálamo. Algunos sucedáneos, como el agua caliente de la ducha, libera más TRH, una hormona tiróidea, y una mayor liberación de neurotransmisores. El placer del baño se debe a la dopamina liberada en el sistema de recompensa (VTA-accumbens), que en muchos casos sustituye a los niveles bajos de ‘cariñocina’. Y finalmente, la aplicación definitiva que va a poder discriminar de forma digital, y sin error alguno, el cariño recibido y/o expresado. Esta novísima aplicación e-caddle o ‘cariñómetro’ ( aún no disponible en el mercado) mide con una exactitud de más/menos 2 cuddles el grado de cariño expresado y/o recibido. Para su uso es necesario calibrar previamente el aparato al estilo personal de cada usuario, tanto en lo que refiere a la expresión como a la receptividad. Existen varios sistemas que pueden variar en función de las diferentes culturas o biografías personales. El sistema de calibrar expresión se realiza al colocar el sensor (periférico disponible en breve para smartphone) a una distancia de 50 cm del emisor y realizar dos conductas consecutivas, beso y abrazo, sin perder el contacto visual con aquel. Esta operación debe ser repetida tres veces hasta que aparece una luz rosa que indica el correcto equilibrado. A continuación, para calibrar la recepción es necesario sujetarlo en la muñeca izquierda. Hasta la aparición de la luz rosa. Para terminar, solo nos queda señalar que el equipo del MUASC está actualmente investigando en la fabricación de ‘cariñocina’ sintética. Se está trabajando a partir del azúcar y otros dulces; parece que aún quedan años. Le auguramos un gran futuro en el mercado. Andamos todos tras lo mismo.



POR DAVID DE UGARTE

ECONOMÍA DIRECTA En octubre de 2010, Thomas Gerhardt y Dan Provost, un par de veinteañeros neoyorquinos, sacaban de una impresora 3D una pequeña pieza de plástico: la llamaron the glif. Puro trabajo de artesano. El prototipo permitía algo muy sencillo en lo que, aparentemente, nadie había pensado antes: sostener un iPhone con un trípode convencional para cámara de fotos. Hacer un molde industrial costaba diez mil dólares. A partir de ahí cientos de fábricas chinas podrían ser su impresora 3D de bajo coste, así que en noviembre presentaban Glif en Kickstarter para conseguir fondos. En un tiempo récord obtuvieron 137.417 dólares, bastante más de lo que pedían. Glif salió al mercado por 25 dólares y a día de hoy sigue vendiéndose muy bien. Le siguieron Cosmonaut, un lápiz plástico para iPads, un libro electrónico con su mirada sobre los negocios, dos apps y ahora el Neat ice kit, una serie de herramientas para hacer cubitos de hielo de diseño que también financiaron mediante crowdsourcing. Thomas y Dan ahora son empresa; se llama Neat Studio, pero sus padres siguen sin entender muy bien lo que hacen. ¿Qué tienen que ver los cubitos de hielo con los iPhones y los iPads? La respuesta se condensa en dos palabras: Economía Directa. La receta es aparentemente sencilla y deja obsoletos los manuales de planes de negocio y los esfuerzos de las incubadoras. El punto de partida es una idea que se hace prototipo y puede convertirse en miles de unidades por cien mil euros o menos. No hace falta que resuelva un problema universal, no es necesario que 16 / YOROKOBU / Nº48 - 2014

haya millones de potenciales clientes. Ni siquiera es importante que los consumidores vivan en el mismo continente. La idea es vender en internet para un público bien definido por friki o minoritario que sea, por disperso que esté. Lo importante es asegurar el éxito de la primera producción antes de mandar el encargo en firme a fábrica. Si no quieres recurrir a un sitio de crowdsourcing, siempre puedes abrir un formulario de reserva en tu página. Eso es lo que hizo Geeksphone. En junio de 2009, su prototipo, el Geeksphone One, era la sensación en los blogs de cacharreo. Financiado entre seis amigos de Madrid y fabricado en China, su página web agotó en la preventa las unidades encargadas a producción antes de que llegaran desde Asia. En 2013, fueron los primeros en lanzar dos modelos con FirefoxOS. Las reservas superaron una vez más las proyecciones de producción. Pero no todos buscan crecer o convertirse en empresas de producto, muchas personas lanzan nuevas propuestas sin aparente relación con las anteriores, como Thomas y Dan. Otras dejan el incipiente negocio en manos de familiares o amigos para que arranquen a imaginar la ‘siguiente cosa’. Y es que no es el espíritu de Steve Jobs el que susurra a los pioneros de Economía Directa. Parece más bien el del inventor que busca vivir y divertirse a base de crear ingenios siempre nuevos. Y en cualquier caso, como me comentaba uno de ellos, en estos días «más difícil es encontrar trabajo».



POR JAVI CREUS

¿SON TUS COSAS REALMENTE TUYAS? Una pulsera que te toma el pulso, un reloj que da los tuits, unas gafas que no sirven para ver, un coche como una tableta con ruedas que lleva personas dentro, un jardinero que cuida sus plantas desde la pantalla, una moneda que sirve para hacer favores a desconocidos y que conserva la memoria de quienes la ponen en circulación, un ordenador del tamaño de una tarjeta SD. Son las cosas de siempre, sí, pero no son lo que parecen. Entramos en la cuarta era de internet. El www nos permitió intercambiar información codificada. Las redes sociales, desde los blogs a twitter, propiciaron que las personas intercambiaran contenidos entre ellas. El acceso al móvil, generalizado, nos permitió estar siempre localizados y conectados, contextualizados. Ahora los objetos se conectan también. Ahora es la pulsera la que te dice si debes correr o caminar. El reloj te sugiere qué situaciones merecen tu atención y cuales otras podrían esperar. Las gafas te proponen dónde desayunar. Es coche te indica qué ruta seguir. Tu app la que te invita a regar. Evgeny Morozov lo define como algocracia: el gobier-

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no de algoritmos inescrutables que guían nuestra voluntad. Una cascada de instrucciones ocultas diseñadas para nuestra comodidad nos facilitan la vida anticipando nuestras necesidades como si la existencia fuera lineal. Todos lo hemos vivido: buscaste un vuelo a El Cairo un día; desde entonces cada vez que examinas alguna circunstancia te aparece de nuevo. Quizás rompiste con tu pareja y lo que te gustaría es olvidar Egipto para siempre jamás. Si todas las cosas ahora llevan software incorporado: captan datos, los envían, se procesan y te proponen actividad; si como subraya la EFF (Electronic Frontier Foundation) este software no es apropiable por el usuario: no puede examinarlo, no puede modificarlo, no puede utilizarlo como componente para sus propias creaciones, no puede ni venderlo ni prestarlo; si como pasa con los contenidos digitales que supuestamente compras pero que después no puedes revender, ni dar en herencia, ni grabar y que un día pueden ser borrados de tu ordenador sin más consideración. Entonces, de acuerdo, lo compraste, pero ¿es tuyo?



POR DANIEL SESEÑA

CUESTIÓN DE ESTADO (UNA CANCIÓN DE JAZZ) Se conocieron en La mujer y la trompeta, un espacio sin más (ni menos). Sin más estructura que un escenario, una barra y mesas con secreto; ni menos que un local de jazz que únicamente tenía sentido aquella noche. Era más bien una idea planteada por un conocido común en su muro (tan social como virtual). Ella andaba buscando un argumento perdido en algún siglo anterior. Él no era consciente de estar buscando nada. Ella surgió de un comentario nostálgico sobre La mujer y la trompeta. Él, seducido por la nostalgia ajena descubierta por una alerta en su pantalla, entró en escena. Cuando se encontraron, era tarde, tarde para arrepentirse, para volver atrás, para poner cara de póquer o para jugar al despiste. Aquella noche ambos hicieron un paréntesis en sus vidas. Habían abandonado sus escaños, organizados para dejarse seducir por las letras de una abstracta y canalla inquietud común. Al principio había más gente opinando alrededor, pero la realidad les fue retornando a su situación… Rita, la camarera, que parecía salida de una película de serie C (jamás rodada), les miraba y atendía con la complicidad de alguien que sabe que existe porque él y ella se han conocido. Cuando por fin se quedaron solos, Nelson y Marley, dos jazzistas (pintados por otro sin técnica en un cuadro decorativo sin más pretensión) salieron al escenario (en penumbra por falta de presupuesto) a poner melodía a la seducción. El encuentro no fue casual. Ambos, él y ella, llevaban tiempo moviéndose por distintos estados, sin horarios, para buscar el contexto de las ideas que no paraban de producir últimamente. Les unía un sueño ligero: despertar de pronto a las tres de la mañana impulsados por una comedura absurda de tarro. Pensamientos estancos que pedían a gritos espacio y autonomía. Y ahora, ella y él se habían convertido en pensamiento común para ocupar 20 / YOROKOBU / Nº48 - 2014

un contexto, en principio, del conocido que los vinculó, que convertirían en propio el final de esta historia sin más (ni menos). A medida que iban dando huecos a las ocurrencias y verbos no verbalizados, sabían que ‘aquello’ ganaba enteros y perdía extremos. Se consideraban personas o personajes libres de prejuicios y convencionalismos, pero el deseo es común a todo ser con cabeza y extremidades y, por mucho que se empeñaran en estar por encima, la gravedad les anclaba inevitablemente al suelo. Sin embargo, preferían hacerse los locos de momento. Y Rita, a lo suyo, sirviendo en bandeja las necesidades entre hielos y cortezas de limón. Nelson y Marley, sencillamente, disfrutaban de este pedazo de realidad ficción que él y ella les habían brindado y que les hacía sentir que sí pintaban. La noche iba a quedarse corta. Lo sabían. Pero como la complicidad ya era un bloque, se atrevieron a transgredir y preguntarse a sí mismos. La respuesta nunca la pronunciaron. No hacía falta, estaba en la melodía de Nelson y Marley, en las copas contextuales de Rita, en la noche, en las miserias de las estructuras, en el deseo. Así que no, no la pronunciaron, pero se la bebieron, la notaron, la escribieron. Mucho tiempo después… Nelson y Marley tocan por su cuenta. Rita sirve contextos en bandeja sin plata. Pero nadie sabe nada ni de él ni de ella. Salvo él y ella (Nicola y Pol), que tras lograr en equipo escapar de la huida perenne, han decidido quedarse para no volver a quedarse, sin más. Porque qué menos, claman, que saber estar en el lugar adecuado por uno mismo: el estado de la imperfección. @danisesena





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¿COMERÍAS UN FILETE CULTIVADO EN UN LABORATORIO? «No», contesta Laura Aguín, gallega vegana de primer orden y habitante de Berlín POR

Carlos Carabaña

ILUSTRACIÓN

—¿Por qué? «Personalmente, comer algo con una textura y un sabor a animal muerto me provocaría rechazo precisamente por evocarme a ese animal; además, prefiero consumir productos de los que conozca su procedencia. Creo que ya existen bastantes sustancias extrañas —conservantes, colorantes— en los productos que compro y no creo que sea bueno para la salud consumir alimentos tan procesados». Aunque pueda parecer ciencia ficción, la pregunta que encabeza este texto tiene sentido. Este verano, el profesor de la Universidad de Maastricht (Holanda), Mark Post, convirtió células madre de vaca en fibras de músculo y, tras trenzarlas cuidadosamente, produjo una hamburguesa que un reputado chef británico cocinó. La experta austriaca en tendencias alimentarias y cabeza del Future Food Studio, Hanni Ruetzler, fue la primera persona en probar este manjar que costó unos 220.000 euros. «Fue realmente sorprendente ya que sabía casi como una carne tradicional; quizá su sabor no fuera tan intenso», explica desde Viena. Frente a las voces que ven esta creación in vitro como una solución a la creciente demanda de carne en un planeta que sobrepasa los 7.000 millones de personas y que se calcula que llegará a los 10.000 millones en 2050, advierte que «no necesitamos nuevos productos para alimentar al mundo ya que el hambre es un problema de distribución, solo cambiar los hábitos alimentarios». Y esto, en su opinión, incluye desde luego «comer menos carne».

Velckro Artwork

Según estudios de organismos internacionales, como la FAO o la ONU, mientras que para producir un kilo de carne se requiere el uso de 15.000 litros de agua, para la alimentación de una persona se precisan unos 3.000. Para un kilo de grano, por el contrario, hacen falta solo 1.500, y en un escenario donde el cambio climático es cada vez más evidente y en el que parece que avanzamos hacia un mundo más seco, también habría que tener en cuenta que la industria cárnica aporta, de nuevo según la FAO, entre el 14 y el 22% de las emisiones de gases invernadero, grandes responsables del calentamiento global. «El suministro de comida sería posible solamente con los productos y tecnologías que hay ahora», continúa Ruetzler. La gente está perdiendo confianza en la industria alimentaria debido a los escándalos relacionados con el aumento de la sensibilidad hacia los temas ambientales, la ética en el trato a los animales y por aspectos relacionados con la salud. Ya hay indicadores de que existe un cambio en nuestros hábitos alimentarios. Laura Aguín, por ejemplo, no fue siempre vegana. Fue un proceso que comenzó hace tiempo y culminó «hará cuatro años». Amante de los animales y contraria a la tauromaquia desde siempre, tras ver «documentales, leer información y hablar con personas veganas», llegó a la conclusión de que era «hipócrita sentir pena de un perro maltratado y, sin embargo, fomentar con su dinero que cientos de animales sufrieran unas condiciones de vida horribles y una muerte sin sentido». Apunta que su principal razón fue la ética, ya que «nuestras preferencias culinarias no deben Nº48 - 2014 / YOROKOBU / 25


estar por encima del derecho de un individuo [sic] a disfrutar de su vida en libertad». Aunque, como siempre que llega un cambio, hay variadas opiniones hacia dónde debería dirigirse. Tara Garnett, principal investigadora del Oxford Martin Programme on the Future of Food, de la prestigiosa Universidad, ha resumido las posturas en su artículo Three perspectives on sustainable food security: efficiency, demand restraint, food system transformation. Al teléfono, Garnett explica que «tenemos una situación donde decenas y decenas de personas están pensando acerca de un futuro en el que tendremos problemas con la cadena de suministros y con los gases invernadero y en el que tendremos que alimentar a mucha más gente». Teniendo en cuenta que hoy hay 1.400 millones de personas con sobrepeso y 900 millones no tienen suficiente comida y agua, esa preocupación ante un mañana, incluso con más bocas, parece más que razonable. «Y todos», aclara, «tienen diferentes puntos de vista sobre qué cambiar y qué no del sistema actual». El análisis de esta doctora en investigación alimentaria por la Universidad de Surrey arroja tres grandes tendencias. «Algunos ven que la demanda de comida es inevitable, que la gente no va a cambiar, así que tenemos que poner nuestros esfuerzos en mejorar la eficiencia técnica», cuenta con marcado acento británico; «otros opinan que, paradójicamente, el problema está en nuestros extravagantes hábitos alimentarios de despilfarro y que hay que cambiar las demandas de comida que hacen daño al medio ambiente». Por último, estarían aquellos que quieren darle un punto de vista «más igualitario, que no socialista», a los medios de producción y que creen que no solo hay tener más comida, sino recuperar el control de aquellos para que sea producida y consumida localmente». Entre este tipo de iniciativas entrarían las food co-ops propias de los Estados Unidos. Estos pequeños negocios, 26 / YOROKOBU / Nº48 - 2014

propiedad de los miembros de la cooperativa y en los que todos tienen voz y voto, nacieron en los años 70 y tienen un carácter eminentemente local. «Las cooperativas han presionado para que los consumidores sepan qué están comiendo», explica Anne Meis Knupfer, autora del reciente libro Food Co-ops in America: Communities, Consumption, and Economic Democracy, «además, muchas están involucradas políticamente, con gran preocupación por los derechos laborales, y han llegado a boicotear productos que habían sido producidos bajo condiciones de trabajo injustas, así como a no negociar con corporaciones que destrozan acuíferos o tierras o que han producido napal». Al otro lado del espectro, en la gran globalidad, estaría el mundo de las semillas. Monsanto, la mayor semillera del mundo y una de las grandes en el tema de los pesticidas, controla la cuarta parte del mercado y litiga contra los pequeños agricultores que se saltan su sistema de patentes de semillas genéticamente modificadas. Las llamadas diez grandes —Danone, Nestlé, Kellogg’s...— tienen centenares de subsidiarias con las que inundan los supermercados y, según denuncia la ONG contra el hambre, Intermon Oxfam, «ninguna está siendo lo suficientemente rápida a la hora de poner fin a un legado de más de cien años, durante los cuales se han beneficiado de una tierra y una mano de obra muy barata obteniendo enormes beneficios, pero con un elevado coste social y medioambiental». Para Garnett, en este momento se hace «demasiado hincapié en la eficiencia» y se descuidan el resto de los aspectos debido, en su opinión, a que «el desarrollo de tecnologías es mucho más sencillo que reflexionar acerca del comportamiento de las personas, un tema sensible desde el punto de vista político, y además existen estructuras de poder que poseen la cadena de suministros y quieren mantener sus beneficios». Es innegable que la comida y la alimentación mundial son temas altamente polarizados. Los productos genéticamen-


te modificados o transgénicos serían el epítome de este enfrentamiento. Aunque, según la Organización Mundial de la Salud, los «alimentos GM actualmente disponibles han pasado las evaluaciones de riesgo y no se han demostrado efectos sobre la salud humana como resultado del consumo de dichos alimentos por la población en general en los países donde fueron aprobados», son vistos con suspicacia por gran parte de los habitantes pese a sus ventajas evidentes.

un 10% de la superficie mundial total cultivada. Su último gran avance ha sido el salmón de la empresa AquaAdvantage genéticamente modificado. Sus científicos han introducido en el salmón atlántico que solemos consumir dos segmentos de ADN: un gen de la hormona del crecimiento del salmón real, que se caracteriza por una talla mayor, y una secuencia reguladora de la viruela, un tipo de pez de latitud fría. El resultado es un pez que tarda un año y medio en llegar a su tamaño óptimo en lugar de tres.

Entre estas cabría destacar la creación de plantas más resistentes a los insectos, virus y herbicidas capaces de crecer más e incluso un gran potencial para solucionar la malnutrición al introducir hierro y vitamina A en alimentos base de países en vías de desarrollo como es el arroz u otros tipos de grano. Al lado contrario, se encuentra la preocupación por la salud humana y el medioambiente, como el desarrollo de alergias; una posible transferencia genética que afectara de manera adversa al comensal introduciendo, por ejemplo, variantes que pudieran resistir los antibióticos; que estas especies dopadas pasaran sus esteroides a las silvestres o que, simplemente, alimentos autorizados para animales acaben contaminando cultivos para humanos.

La Administración canadiense acaba de darle su permiso para criar los huevos de este nuevo salmón a escala industrial y la Food and Drug Administration, la agencia estadounidense encargada de evaluar los riesgos alimentarios, está deliberando si permitirá su consumo en EE UU. Su legislación es mucho menos restrictiva que la europea, donde las diferentes campañas ecologistas sobre los cultivos transgénicos han contribuido más al debate que las evidencias científicas sobre sus riesgos para la salud. Aunque de momento la ciencia considera que su peligro es escaso o incluso nulo, hasta sus mayores defensores sostienen que cada nuevo alimento modificado genéticamente debe ser examinado específicamente a conciencia antes de ser lanzado para el consumo humano.

Tanto Aguín como la pensadora austriaca Ruetzler reniegan de estos alimentos. Mientras que para la primera es una cuestión de «sustancias extrañas», la segunda arguye que su escepticismo se basa «no solo en el riesgo para nuestra salud, que no está debidamente evaluado, sino también por su peligro para la biodiversidad y la problemática que pueda traer patentar organismos vivos». Garnett, por el contrario, opina que son «una herramienta interesante».

«Habría que tener un debate serio sobre estos instrumentos», apunta Garnett, «sobre todo, en cómo podrán ser accesibles a los países pobres por su enorme potencial para mejorar las vidas de sus habitantes». La científica opina que un gran problema de la investigación es que está enfocada a mejorar las cosechas que son consumidas por los ricos, no por los pueblos en vías de desarrollo. Pese a su defensa, Garnett rápidamente apunta a que «es solo una de las herramientas» y elabora una metáfora más que apropiada.

Los cultivos transgénicos se aprobaron por primera vez en la agricultura para uso humano en 1995 en los Estados Unidos. Para 1999 ya suponían el 50% del maíz, algodón y soja plantado en el país y para el año 2010 sus granos cubrían cerca de 10 millones de kilómetros cuadrados en 29 países,

«Es como decir que tenemos una mesa puesta, con un plato, un cuchillo, una cuchara... pero tú decides coger el tenedor y convencerte a ti mismo de que es la única respuesta». Nº48 - 2014 / YOROKOBU / 27


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UNA HISTORIA DE AMOR QUÍMICA Ann y Alexander Shulgin —una afable pareja de ancianos— son desde hace casi medio siglo el faro que ilumina la cultura psicodélica de todo el mundo POR

En el sótano de una modesta vivienda en las afueras de San Francisco se han sintetizado casi todas las sustancias que han nutrido las fiestas y urdido los romances de millones de personas en todo el mundo, desde las raves en Inglaterra en los 80 hasta el Festival Boom que se celebra cada dos veranos en Portugal. A los mandos de la nave psicodélica donde renació el MDMA y surgió el 2CB, DOM, 2CI y cientos de otras drogas nombradas con indescifrables siglas, está Alexander Shulgin, Shasha para los amigos, un alquimista que debería ser acreedor del Premio Nobel de Química, si no fuera porque su campo de especialidad —las sustancias alteradoras de la conciencia, las drogas psicodélicas— está marginado de la esfera legal y científica por la policía del pensamiento que dictamina que la realidad ha de ser una, compartida e incontrovertible. Tras combatir en la II Guerra Mundial, Shulgin trabajó en la Dow Chemical, gigante químico que lo mismo fabrica medicamentos que desarrolla armas químicas para el Ejército americano. Tras probar la mescalina a principios de los 60, Shulgin decidió dedicar su vida al estudio de los psicodélicos, una augusta tarea en la que todavía está embarcado a sus 83 años. «A Shulgin le debemos que dejara de utilizar la química para la muerte y la empezara a usar para el amor», cuenta Jorge Escohotado, aplicado estudioso en neuronas propias de la obra de Shulgin. Desde hace 40 años, Shasha y su mujer, Ann, psicoterapeuta, se reúnen con un grupo de amigos psiconautas para probar las nuevas drogas que salen del

Iñaki Berazaluce

ILUSTRACIÓN

Juan Díaz-Faes

laboratorio de Shulgin, principalmente variantes de las feniletaminas (como el MDMA) y de las triptaminas (derivados del DMT). Aquellas que superan el filtro de calidad del círculo son difundidas por internet y en los libros de la pareja para que químicos de todo el mundo puedan fabricarlas, difundirlas y poner en un aprieto a las autoridades locales. Es importante subrayar que los Shulgin jamás se han lucrado con sus creaciones, apostando siempre por el copyleft químico, una generosidad que hoy están pagando en forma de apuros económicos. Un conocido adagio de la fiesta recomienda que no te cases hasta que hayan pasado completamente los efectos del MDMA, popularizado bajo el nombre de éxtasis desde los años 80. No es casualidad que el primer y monumental libro de los Shulgin se llamara ‘Philkal, una historia de amor química’. El éxtasis y sus derivados revolucionaron la fiesta y el espíritu de varias generaciones de Manchester a Goa, pasando —inevitablemente— por Ibiza. Pero el espectro del compuesto va mucho más allá de las raves interminables y el sexo hipertáctil. El MDMA se ha desvelado como herramienta muy eficiente en el tratamiento del estrés postraumático, por ejemplo, de los soldados veteranos de las guerras de Irak y Afganistán. Según escribe el propio Shulgin en Phikal, el MDMA es «penicilina para el alma». La relación de los Shulgin con las instituciones prohibicionistas ha ido evolucionando dentro de una ambigua tolerancia a lo largo de las décadas. Alexander ha llegado a colaborar con

la DEA (el poderoso departamento antidrogas de EE UU) como perito, pero también ha sido severamente reprimido, especialmente a raíz de la publicación de Phikal, en 1991, cuando el Gobierno le revocó su licencia de químico. «Shulgin se infiltró en el corazón del sistema prohibicionista y, desde dentro, lo usó para sus fines particulares y para meterle un torpedo en la línea de flotación del que no se repondrá jamás», explica Alejo Alberdi, estudioso de la psicodelia y drogófilo confeso. El influjo de las creaciones químicas de Shulgin es aún mayor que el impacto que tuvo durante los 60 el LSD de Hoffman, el otro santón del movimiento psicodélico. Pero este «dio con el LSD por casualidad mientras que la labor de los Shulgin fue totalmente intencionada», recuerda Alberdi. Las drogas psicodélicas son consumidas por un porcentaje pequeñísimo de la población (menos del 0.1%, según datos de la ONU). Esto es así porque las sustancias que alteran la percepción de la realidad «no son aptas para todos los públicos», explica el doctor Fernando Caudevilla, experto en drogas. No obstante, «no descarto que en algún momento suceda algo parecido a lo que pasó con la MDMA, que dio el salto de círculos restringidos al mainstream». Alexander Shulgin, con su salud mermada a sus 83 años y una factura médica que a duras penas puede asumir, ha ayudado a millones de personas a abrir las puertas de la percepción, derribando el velo de maya, esa ilusión compartida que, según el hinduismo, llamamos realidad. Nº48 - 2014 / YOROKOBU / 29


EL TALIBÁN DE LA LÍNEA RECTA If man is 5, then the Devil is 6. Then God is 7. Pixies La curva es la línea de Dios y la recta es la de los hombres. Antonio Gaudí POR

David García (@SrGarcia)

Les pedimos que dejen sus sensibilidades religiosas

aparte y traten de entender lo siguiente. Si a la peculiar relación entre lo divino y lo humano o entre los natural y lo artificial se le pueden poner números, ¿por qué no iba a poder hacerse algo similar desde un prisma visual basado en la geometría? El creador No Curves tiene un nombre. Sin embargo, prescindiremos de él por expreso deseo del interfecto. Devoto de las relaciones de pares, de las dualidades, piensa que en la que une al artista con la persona es el primero el que ha de imponerse. Al menos en su caso particular. El artista italiano decidió emprender camino a través de la senda recta, literalmente. Su trabajo creativo se limita a la utilización de la línea sin curvas como medio de expresión. Además, su territorio está en la calle, su idioma es el arte urbano y sus palabras se construyen exclusivamente con cinta adhesiva. «Ese camino, esa línea recta es tu vida, es la voluntad decidida de llevar a cabo una idea», explica. «Para mi, la naturaleza es curva. Por el contrario, la intervención humana, lo artificial es la línea recta, que aliena todo lo natural». A partir de esa visión del universo y el más allá, No Curves construye obras ricas a base de tiras cortas de cinta adhesiva. Es su propio trayecto de lo básico a lo complejo. «Para mi la cinta es muy instintiva. No me gusta pintar a pesar de que el concepto de creación sea similar. Cambia el medio y eso me ayuda».

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Este amante del constructivismo ruso vive en constante movimiento sobre la línea que une Milán y Barcelona. La madurez le está haciendo trasladarse de las calles a la intervención sobre la arquitectura ya presente, ya moldeada por el hombre en los entornos urbanos. «Llevo siete años de trabajo y mi crítica y mi mundo son diferentes ahora. Cuando el mundo entra en decadencia los artistas se vuelven sucios, se hacen más abstractos», cuenta. “La línea me ayuda a mantenerme limpio”. No Curves no tiene planes de variar su manera de expresarse en un futuro próximo. La pureza, la verdad que encierra para sí el uso de las manos, le empuja a descartar cualquier tipo de injerencia creativa, sea analógica o digital. Se considera un artesano y no quiere moverse de esa posición. El milanés hace ahora intervenciones en espacios cerrados y transforma los lugares provisto de su única arma, la cinta adhesiva. Esos lugares, al alcance de todo el mundo, son un reflejo de a dónde quiere llegar: a un estado en el que el arte rodee a todos, abrace a todos. El italiano piensa que, además, ejecuta así una especie de viaje en el tiempo que le ayuda a rescatar espacios en decadencia. Lo bueno de luchar en lo dual, es que no se sabe si se hace a favor o en contra. No se sabe si el diálogo es básico o complejo. O, en realidad, sí se sabe. Pero lo bueno es que cualquier postura es correcta si es sincera. +INFO: nocurves.ws || artiststudio.eastpak.com/ creationsartist/no-curves


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En febrero cambiamos el orden de las cosas. La portada y la contraportada del ejemplar que tienes en tus manos proceden de un concurso convocado por Yorokobu + Volkswagen. Esta es la historia...

yorokobu.es/hazlotu


Talent show Más de 850 propuestas para la portada y contraportada del concurso Yorokobu + Volkswagen ‘Hazlo tú’ Febrero rompe los usos y costumbres de Yorokobu. La portada de la revista sigue otras reglas y se abre al mundo exterior. La ilustración de la cubierta y la que cierra el número resultan de un concurso que convocan, conjuntamente, Yorokobu y Volkswagen. La portada está dedicada al nombre de la revista y la contraportada, a esta compañía automovilística. Este es el tercer año que se celebra el concurso Hazlo Tú. En esta edición han participado más de 700 autores y, en total, han presentado más de 850 creatividades, formadas por el conjunto de una portada y una contraportada relacionadas entre sí. Estos números muestran que la convocatoria ha crecido notablemente respecto a la edición de 2013. En esa ocasión se presentaron unas 650 piezas. Los países de origen de los concursantes se repiten respecto

al año anterior. Han llegado propuestas de España, México, Perú, Colombia, Argentina, Chile, Italia, Francia, Reino Unido y Estados Unidos. El jurado, como en las ediciones anteriores, ha estado formado por seis profesionales y el voto del público (que eligió las piezas que más le gustaron a través de la web y la página de Facebook de Yorokobu). Siete votos en total. Este año se ha impuesto una portada que muestra una colección de insectos. Pero uno se ha escapado. El escarabajo. Huye por la contraportada y no es difícil seguir su huella.. La autora, y ganadora, es Judit Maldonado. En este cuadernillo puedes ver las diez propuestas finalistas. En todo detalle y a todo color ;-)

J U R A D O Andrés Lozano, ilustrador y ganador de la portada para Yorokobu en el II Concurso Hazlo Tú Pep Torres, inventor, creativo y fundador del Museo Miba Xavi Sempere, Partner & Creative Director Culdesac Ricardo Llavador, nuestro hermano en el altiplano. Director creativo ejecutivo en BTOB Perú Pedro Fondevilla, Head of Advertising de Volkswagen, colaborador de la convocatoria Hazlo Tú LuisB, director de arte de Yorokobu 34 / YOROKOBU / Nº48 - 2014


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Judit Maldonado Abad // www.juditmaldonado.com

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Pau Bonet Roldรกn

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www.paubonet.es

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Coke Navarro

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Herme Velรกzquez Lรณpez

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www.hermedesign.com

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Óscar Gutiérrez González // www.noncollective.es

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Dana Smit & Mercè Alfonsea // www.behance.net/danasmit - www.behance.net/mercealfonsea

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Marina Victoria Martínez Urbán // victoria_urbanfaxion@hotmail.com

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Albert Perolet Serra // www.atercero.com

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Laia Munnà Besalduch // www.behance.net/laiamunna

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Guillermo Subuno // www.guillermosubuno.com

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TODA UNA VIDA

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POR

Tiziana Trotta

A lo largo de más de dos años de conflicto, el presidente

sirio, Bachar el Assad, ha demostrado que muy pocas cosas le atemorizan. El uso de armas químicas en contra de la población civil, por ejemplo, no figura entre ellas. La risa, en cambio, sí. Su connacional, el caricaturista Alí Ferzat, con sus 62 años y la barba canosa, constituye la prueba viviente de dos hechos irrefutables: uno, que es posible reírse de las dictaduras; dos, que los tiranos tienen toda la razón por asustarse delante de unas viñetas. Pese a que en 2011 los matones del régimen le partieron los dedos de las manos, el artista sigue dibujando desde el exilio y, sobre todo, continúa riéndose, puesto que, para él, la revolución ya ha vencido. «¿Optimista? No. Soy muy optimista sobre el futuro de mi país», corrige Ferzat en conversación telefónica desde su estudio de Kuwait. «Lo que está ocurriendo en Siria es algo novedoso. Estoy convencido de que la revolución ganó hace ya tres años, cuando se vino abajo el muro del miedo», explica. Es por esta razón que sus obras preferidas datan de antes de 2011. “«Estoy muy orgulloso de mis viñetas que representan a El Assad anteriores a las protestas», dice, “porque siento que contribuyeron a que ese muro se derrumbara». Los manifestantes que salían a la calle armados con sus dibujos en blanco y negro confirman esta opinión. Ferzat tiene un carácter rebelde, como su ciudad natal. Nació en Hama, uno de los enclaves símbolo de la insurgencia en contra del clan de los Assad y que fue escenario de crueles represalias, tanto hace 30 años por parte del entonces mandatario Hafez el Assad como hoy por mano de su hijo Bachar. Tras graduarse en la facultad de Bellas Artes de la Universidad de Damasco, empezó a colaborar en revistas controladas por el

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Estado. Sus primeros trabajos ironizaban sobre la burocracia, el Ejército y la corrupción del mundo árabe en general, sin poner la mira en un jefe de Estado en particular para evitar la censura. La leyenda cuenta que hasta Bachar el Assad visitó una de sus exposiciones antes de convertirse en presidente. Las caricaturas de Ferzat poco a poco fueron afinando el objetivo a medida que las violaciones de derechos humanos en la región se hacían más frecuentes y evidentes. Esta osadía, sin embargo, le causó numerosos dolores de cabeza, le convirtió en persona no grata en distintos países e incluso hizo que recibiera una amenaza de muerte del ex líder iraquí Saddam Hussein. El artista, ganador delPremio Sajaróv a la Libertad de Conciencia en 2011 y una de las 100 personas más influyentes de 2012 según la revista Time, asegura que su trabajo no ha cambiado tras el estallido de las revueltas populares en Siria. «Mis dibujos se han ido desarrollando de acuerdo con lo que pasaba alrededor», insiste. «Al principio, mi objetivo era motivar a la gente para que se pusiera en marcha un cambio, sin calcular demasiado las consecuencias. En los últimos 50 años no se había producido ni una caricatura que representara al presidente. Sabía que era una locura tomar el pelo al poder, pero una vez que has tomado la decisión, ya no te paras a pensar en lo que te pueda suceder». Aun no reparando en ellas, las consecuencias no tardaron mucho en manifestarse y superaron en crueldad incluso a las imaginadas. La censura se ensañó con su revista satírica Al-Domari hasta su cierre definitivo. Ferzat no se rindió y buscó abrigo en internet, pero la larga mano del régimen le


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persiguió hasta ahí. Las amenazas de muerte se convirtieron en pan de cada día y el 25 de agosto de 2011 pasaron a ser realidad. La gota que colmó el vaso fue un dibujo en el que El Assad aparecía al borde de una carretera con una maleta, a punto de darse a la fuga con el ex líder libio Muammar el Gaddafi. Ferzat tenía que pagar. «Fue un castigo para todos. A través de mi ataque, estaban lanzando en realidad un mensaje a todos los intelectuales y voces críticas del país», recuerda el caricaturista. Hace una pequeña pausa y sigue su relato con el mismo tono de voz firme de alguien que ya no tiene miedo. «Estaba volviendo a casa después del trabajo cuando algunos hombres me empujaron hacia un coche, me maniataron y me cubrieron la cabeza», cuenta. Pese a ocurrir en una de las plazas más céntricas y concurridas de Damasco, nadie le prestó ayuda. Los hombres que le secuestraron, con el rostro cubierto, le partieron los dedos de ambas manos. Mientras le golpeaban con fuerzas la cabeza, la espalda y el pecho, no cesaban de repetirle —según el artista—: «El zapato del presidente vale más que tu cabeza y la de todos los que piden libertad». «Me ataron las manos tan fuerte que pensaba que me las habían partido», recuerda. Después de dejarle semiinconsciente, 52 / YOROKOBU / Nº48 - 2014

le arrojaron del coche a una cuneta de la carretera que une la capital con el aeropuerto. «Debían pensar que estaba muerto», evoca. Los medios de comunicación controlados por el Estado se hicieron eco de su ataque, achacando la responsabilidad a presuntos «terroristas» pero, cuando se enteraron de que seguía con vida, la noticia simplemente desapareció de la circulación. «Era muy peligroso para mí quedarme en Siria, así que acepté la invitación del dueño del diario kuwaití Al Watan para ir allí y recibir atención médica», asegura el ganador del último premio Václav Havel a la Disidencia Creativa. «Podrían haberme vuelto a atacar incluso en el mismo hospital». Sus palabras, sin embargo, no revelan ningún tipo de odio hacia los agresores. Su familia se encuentra actualmente repartida en el extranjero por miedo a una eventual represalia, pero Ferzat no tiene ningún remordimiento sobre su decisión. De hecho, nada más finalizar el tratamiento médico al cabo de unos ocho meses, volvió a agarrar el lápiz. «El ataque no ha tenido el resultado esperado. Al revés. Mis dibujos están cada vez más cargados», insiste. «Mi espíritu de desafío se ha reforzado. Siento que mi vida no se puede comparar con la de un país entero y, a pesar de haber tenido que sacrificarme, ha merecido la pena».


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TU VIDA ES UNA INFOGRAFÍA POR

Mar Abad (@marabad)

La inmortalidad no es una cuestión etérea. Ni siquiera mística. Se trata de un puñado de datos. Pero la perpetuidad no es algo eterno. Es algo reciente. Algo propio del mundo digital. Desde que se produjo el Big Bang hasta que las máquinas empezaron a cincelar digitalmente los alientos humanos apenas quedaron rastros de los miles de millones de personas que pisaron la Tierra. El presente, hasta hace muy poco, duraba tan solo un instante.

El mundo de los ceros y los unos creó la eternidad. En lugares protegidos del planeta trabajan, sin pausa, inmensos centros de datos que registran para siempre la estela humana. El presente se ha vuelto perpetuo y ya solo depende de un manojo de bits. En la historia del futuro no solo habrá un Copérnico y un Leonardo. También habrá millones de Martas y Mustafás. La eternidad se ha democratizado. Puede, incluso, que el advenimiento digital haya traído una nueva justificación de la existencia. El pasado ha repetido durante más de veinte siglos esta frase de la Biblia: «Ganarás el pan con el sudor de tu frente hasta que vuelvas a la tierra, de donde fuiste sacado, porque polvo eres y al polvo volverás». Reducir un humano a una colección de corpúsculos ya no funciona. La ciencia y la tecnología hacen creer que un individuo procede de una serie de datos y, cuando su cuerpo desaparece, los deja aquí. «Información eres y a la información volverás». A comienzos del XXI los humanos descubrieron que sus dispositivos, en realidad, eran testigos exhaustivos de su vida. Lo fueron desde el momento en que empezaron a utilizar un móvil y cualquier tecnología conectada a internet. Pero hasta que alguien dio la voz de alarma nadie cayó en que un clic puede ser también un registro. Al conocerlo surgió la escisión. Los que optan por tecnologías que no dejan rastro y los que pasan por la Red como un caracol. Pero hay una alternativa más. Recoger datos propios y organizarlos para alcanzar una meta, conocerse mejor, controlar algún aspecto de la vida o cambiar un compor-

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Blastto

tamiento. Estas estadísticas se han convertido en fotos de cualquier detalle vital. Desde el control de una enfermedad al rendimiento deportivo. Desde las horas de sueño a la presteza con la que se olvida un amor. Ni los registros ni la contabilidad son nuevos. Es algo que solía hacer la ciencia, las empresas, los institutos de investigación y los deportistas de élite. El asunto no iba mucho más allá hasta hace unos siete años. La afición de calibrar el rendimiento físico, el consumo de calorías o las veces que se saca al perro empezó a extenderse entre la población cuando la tecnología lo convirtió en algo muy fácil. Cuando una pulsera pudo medir pulsaciones y una app fue capaz de construir una infografía a partir de las horas de insomnio. Cuando los sensores y acelerómetros que recogen los datos bajaron su precio. Hace siete años el periodista Gary Wolf creó, junto al escritor Kevin Kelly, un blog para hablar de ese creciente interés por la medición personal y estos nuevos dispositivos. Lo llamó Quantified Self y el nombre quedó para el movimiento en su totalidad. «Entre 2007 y 2008 ocurrió algo que apuntaba claramente hacia una dirección. El seguimiento de la localización y una cierta conciencia geoespacial, el life-logging (utilizar tecnología vestible para registrar datos personales) y el uso de unos primeros sensores digitales. Esas eran las grandes pistas de que algo iba a ocurrir», cuenta Wolf. «El movimiento QS (Quanfified Self) nació como un pequeño grupo en la bahía de San Francisco y hoy es ya una comunidad internacional con más de 100 grupos en todo el mundo». El colaborador de la revista Wired cree que «casi todo lo que hacemos genera datos». La actividad registrada por ordenadores, por móviles, por puestos de control fronterizos, por transacciones bancarias... Esta información se ha utilizado, sobre todo, para fines comerciales, pero, según el estadounidense, resultaría muy útil si se empleara con fines médicos y para mejorar la calidad de vida. Además, continúa, «veo el seguimiento personal como una forma


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más para tomar consciencia y reflexionar sobre uno mismo. Es algo útil e interesante por sí mismo». En el último festival de música y cultura interactiva South By Southwest (Austin, EE UU) hablaron de la importancia de este movimiento y llegaron a decir, incluso, que el interés por My Data (Mis datos) estaba desplazando al Big Data (Grandes conjuntos de datos). MEDIR PALPITACIONES La medición empezó a registrar lo más físico. Hizo de la piel humana una cinta de casette de la que extraer datos. Los primeros gadgets controlaban el movimiento diario, las calorías consumidas, la actividad cardiaca, los kilómetros recorridos... Algunas marcas deportivas inauguraron un mercado de dispositivos vestibles que crece progresivamente y que, según un estudio de BI Intelligence, alcanzará los 12.000 millones de dólares en cinco años. Por el momento, el número de aparatos de QS se triplicó de 2011 a 2012, y en ese último año se vendieron 8,3 millones de gadgets de fitness, relojes inteligentes y tecnología vestible conectada a internet, de acuerdo con la compañía ShotTracker. La tecnología, en sus mediciones, sigue también su filosofía más íntima: intentar ser invisible e introducirse, silenciosamente, entre cualquier pliegue del mundo. En sus primeras versiones, como ocurrió siempre, los dispositivos son grandes y aparatosos. Una pulsera, un brazalete, una casco... Pero las funciones tienden a integrarse en un solo dispositivo para que el humano no acabe convirtiéndose en un ridículo árbol de navidad del que cuelgan todo tipo de gadgets. Algunas marcas, como Samsung o Sony, han creado relojes inteligentes que incorporan funciones de medición personal. Relojes que, además de dar la hora, cuentan los pasos que da su dueño. Los sensores se van integrando en la ropa y los sistemas de medición acabarán formando parte de Internet Of Everything (IoE), esa red donde los objetos, las personas y los datos se entrelazarán y comunicarán constantemente en tiempo real. La ubicuidad de los sensores y la sucesiva reducción de su coste hará cualquier cosa medible. De las más íntimas pulsiones al número de partículas de plomo del aire que respiramos. Esa información se compartirá en esa nube inmensa atiborrada de datos. Muchos usuarios de Quanti58 / YOROKOBU / Nº48 - 2014

fied Self (QS) publican ya, y desde hace años, sus estadísticas en las redes sociales. Y cada vez habrá más números y más datos. Tantos que My Data, en realidad, no desplazará nada. Solo hará más inmensa la masa gigante del Big Data. MEDIR DOLENCIAS Los síntomas se pueden traducir a un gráfico digital. Esta información lleva años compartiéndose en webs como CureTogether o PatientsLikeMe. Muchas personas que padecen una enfermedad intentan aprender de la experiencia de otros. Muchos miles de individuos. Y cada vez son más. También hay cientos de apps que ayudan a reducir el peso, controlar el asma (Asthmapolis), comprobar si el alcohol bebido afecta a la coordinación y los reflejos (Boozerlyzer)... Muchos hablan de su efecto terapéutico por el mero hecho de emplearlas. La medición hace que el individuo esté más atento a su dolencia e incluso algunos profesionales de las compañías que diseñan estas aplicaciones hablan de un cierto efecto placebo. Hoy es solo el inicio. Pero la industria médica, probablemente, sea una de las que más uso haga de estas tecnologías de automedición. MEDIR COSTUMBRES En 2005 el experto en información visual Nicholas Felton publicó su primer informe anual. El libro reunía una serie de infografías que mostraban distintos aspectos de su vida durante el año que acababa de terminar. El número de días que había pasado en el extranjero, las millas recorridas, los grupos que más había escuchado, las fotos que había hecho y cuántas en cada país visitado, los mejores libros leídos... La vida personal se mostraba de una forma inédita y The New York Times habló entonces de una narrativa tan bien diseñada que borra la línea entre arte y datos. Felton siguió publicando sus informes anuales, pero quiso contagiar su hábito de anotar cada movimiento al resto de la humanidad. Para ello creó una aplicación gratuita, junto a Ryan Case, llamada Daytum. Esta app diseña unos gráficos elegantes para mostrar la información que cada usuario introduce en su cuenta. Este tipo de gráficos muestran el pasado de un vistazo y, además, permiten descubrir hábitos que de otra manera pasarían desapercibidos. Ocurre con Daytum y con muchas otras aplicaciones similares. Themail, creado por


Fernanda Viégas, analiza los mensajes de una cuenta de correo y los convierte en un gráfico lleno de círculos y columnas de palabras. Los términos más empleados aparecen en un tamaño mayor y el volumen del círculo refleja la extensión del mensaje. MEDIR EL DESAMOR Las emociones, a lo largo de la historia, se entregaron al arte. El amor y el desamor, los celos y la admiración, fueron cantados, dibujados y recitados en poemas. Nadie sabía cómo encajar la forma etérea e invisible de los sentimientos en una tabla de números. Pero el interés por cuantificar todo, absolutamente todo, ha convertido el amor y el desamor en unas rayas y unos círculos. Lam Thuy Vo relata la historia emocional de su divorcio en un blog que ha llamado Quantified Breakup. En una gráfica muestra una comparación entre el amor recibido y el amor percibido. La editora interactiva de Al Jazeera America explica ahí que el amor que siente una persona está en la cabeza y enfrenta en dos columnas una serie de globos que reflejan una interpretación visual del apoyo que le dieron sus amigos y el apoyo que percibió. En otra infografía, titulada Texting the sorrows away (Ahogando mis penas en mensajes), muestra el número de mensajes que envió a sus amigos, sus compañeros de trabajo, su familia y su exmarido desde la separación. En total, 11.634. La idea de relatar la ruptura surgió de una conversación con la persona que la contrató para dar un curso de periodismo de datos digital e infografías en la Universidad de Massachusetts Amherst. «Iba con él a una conferencia y le hablé de mi reciente separación», indica Lam Thuy Vo. «Le conté que un divorcio lleva mucho tiempo, mucho papeleo (tanto que aún sigo en ello). Hablamos del tema durante un rato y, de pronto, me dijo: “¿Por qué no haces unas infografías sobre tu separación?”. Él pensaba que podía ser mi versión de las pinturas negras de Goya». La imagen del desgarro no es solo Saturno devorando a su hijo. También es una sucesión circular de pelotas verdes y rosas. El blog Quantified Breakup se presenta así: «El divorcio es duro. Poner este proceso en números, imágenes y visualización de datos es útil. Me saca de estos momentos de tristeza y me ayuda a entender cómo, conforme pase el tiempo, las cosas estarán bien en

el futuro (¡buscando tendencias positivas en los datos!). Espero que estas cosas-web puedan ayudarte a ti también». Pasar la angustia a líneas y barras resultó ‘terapéutico’ para la editora interactiva. «Reunir información a menudo conlleva volver a leer mails antiguos y otras comunicaciones electrónicas», indica. «El proceso de reflejar los datos en gráficos se convirtió en una forma de enfrentarme a muchos detalles de lo que había pasado. Y, a la vez, me mantenía ocupada y en una actitud creativa». EL IDIOMA DE LOS NÚMEROS Las palabras, durante siglos, han explicado el mundo. Los números calculaban ciertos asuntos y describían la abstracción. Pero ni todos los términos ni todos los dígitos son suficientes para expresar la vida. El humano nunca dejará de buscar nuevas narrativas ni de experimentar con lenguajes y signos. «Numerar las cosas permite hacer pruebas y comparaciones. Los números hacen los problemas menos graves emocionalmente y más manejables intelectualmente», escribió Gary Wolff en un artículo titulado The Data-Driven Life (La vida dirigida por datos). «En el acogedor confín de la vida personal, rara vez usamos el poder de los números. Las técnicas de análisis que se han demostrado tan efectivas quedaban en la oficina y se rescataban de nuevo la mañana siguiente. La imposición de un régimen de registro de datos objetivos para uno mismo o una familia sonaba ridículo. Un periódico era respetable. Una hoja de cálculo era repulsiva». Pero los datos, como cuenta Gary Wolff en su artículo de 2010, se están infiltrando en los reductos recónditos de la vida personal. «El sueño, el sexo, el ejercicio físico, el humor, la alimentación, la localización, la productividad e incluso el bienestar espiritual están siendo monotorizados y medidos, compartidos y publicados». La vida de una persona puede leerse hoy en una serie de gráficos. Surgió por la rápida evolución y el abaratamiento de los sensores. Porque uno lleva siempre encima un teléfono inteligente o un dispositivo capaz de medir datos. Porque hoy parece que lo que no se comparte no existe y, por eso, cualquier información acaba en el escaparate de una red social. De aquí a la poesía en código de barras apenas queda un hálito. Nº48 - 2014 / YOROKOBU / 59


APPS QUE SÍ (Y CUANDO DIGO SÍ, ES SÍ) POR

David García (@SrGarcia)

Para cuando ustedes estén leyendo esto, yo ya estaré muerto. Bueno, en realidad no, pero siempre he querido empezar así un texto. También he deseado siempre introducir la palabra mandanga. Mandanga. Man-dan-ga. Cumplidos mis objetivos vitales, paso a saciar sus deseos. Ustedes vienen aquí a por apps y, como alcalde vuestro que soy, se las voy a pagar.

DIANA

DEEXME

TELEGRAM

Llenando el buche. “¡Eh, recomendadores de restaurantes hay muchos!”. Bueno, ni pajolera idea (en realidad, sí lo sé, pero también quería insertar la palabra ‘pajolera’), pero esta es nueva y nacional como el gin Larios, que también es nacional. Nuevo, ya no. Diana cataloga tus gustos de una manera muy lógica: según las puntuaciones que otorgas a los restaurantes en los que ya has estado. A partir de esas premisas, recomienda un nuevo restaurante afín, teóricamente, a esos gustos. A mí me funciona, pero no sabemos si es como la homeopatía, que solo me funciona a mí. Para iPhone.

¿Esa persona a la que siempre das la chapa con tu startup abocada al fracaso ha cambiado de teléfono o incluso de domicilio solo por perderte de vista? ¡Existe una solución! Deexme es una agenda de contactos que mantiene la información actualizada. Si uno de tus amigos cambia de teléfono, de email o de dirección postal, por ejemplo, Deexme sincroniza el cambio manteniendo en tu agenda los datos actualizados. Esta app, además, está disponible tanto para iOS como para Android.

Que vuestra responsabilidad es mantener vuestras comunicaciones anónimas y seguras es algo que, de tan sencillo de explicar, produce sonrojo. Gañanes, es vuestra obligación como ciudadanos porque, si uno puede fiarse muy poco de su padre, mucho menos ha de hacerlo del padre de cualquier ministro de Interior. Telegram es un cliente de mensajería para iOS y Android que promete encriptación, confidencialidad, una estructura descentralizada de servidores y mensajes con caducidad y grupos de chats anónimos. Por si acaso, por si falla, no olvidéis saludar a Obama al principio de cada conversación.

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APPS QUE NO (AUNQUE TIENEN SU PUNTO, ¿EH?) POR

Ricardo Llavador (@RicardoLlavador)

Tres eran tres las hijas de Elena (a mí me gustaba la mayor) y tres son las dulces inutilidades que traemos hoy. Esta vez así, sueltas, sin coherencia, ¡a lo loco! Porque, si todo tuviera sentido en esta vida…, ¿existirían acaso los unicornios?

GOLPEA A SANDRO REY

I D R AG PA P E R

SONIDOS XP

Esta aplicación es una auténtica sorpresa para todo usuario menos para quien se lo vio venir enseguida, en cuanto pasó por la mente del subdesarrollador que, no solo se ha conformado con crear esta increíble simulación, sino que, ni corto ni perezoso, ha decidido gamificar el asunto convirtiendo a Sandro en el protagonista de un entretenidísimo wak-a-mole. No es tan fácil, él adivina tus movimientos.

Seguimos en racha con la línea del papel higiénico y, en este caso, es otro juego, pero de competición, donde podrás retar a todos tus amigos que tengan iPhone a una emocionante carrera para ver quién consigue ser el primero en desenrollar todo el pliego de un rollo de papel higiénico. ¿Lo bueno? Que como todo es virtual, es totalmente sostenible… ¿o quizá no?

Llevo un buen rato pensando cómo describir esta app y siempre llego a la misma conclusión: ES LA HOSTIA. Es decir, tú, usuario de Mac; tú, que te has gastado los dineros en un iPhone; tú, fanboy, que tienes iPod, iPod Touch, Apple TV y hasta te has comprado ese maléfico mando a distancia plateado que parece ser diseñado por Satán… Tú eres el que necesita esta aplicación en la que podrás encontrar todos los sonidos de Windows XP. Un subdesarrollador brillante el que decidió crear esta app para iOS…

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REGRESO A LA ESENCIA EN GUANAJUATO Por algún motivo, durante muchos años se olvidó en la arquitectura ‘mainstream’ que una de las obligaciones inherentes a ella es que sirva a los que la habitan y que aporte soluciones económicas y eficientes. El arquitecto mexicano Hans Mayr Juárez solo tuvo que mirar atrás, a la construcción tradicional, para componer la Casa Uno, una vivienda de identidad marcadamente social, inspirada en la arquitectura típica de muchas regiones de México POR

David García (@SrGarcia)

Todo parecía sacado de una película de Scorsese en la que se muestra el lujo, el exceso y la ostentación de quien vive a mil por hora. La arquitectura alimentada desde arriba era la arquitectura del «cuanto más, mejor». Muchos ceros en los cheques, escalas anormalmente ajustadas al tamaño humano, materiales que engordaban presupuestos elaborados como si no hubiera un mañana. Ahora, efectivamente, nos hemos dado cuenta de que no hay un mañana y de que los pesimistas tenían razón. Es posible que la humanización de la construcción se haya alcanzado a través de la obligación y no del convencimiento ético, pero ya que se encuentra en ese punto, lo mejor es disfrutarlo y desear que la lección se haya aprendido. Siempre habrá arquitectos estrella, pero el deber de la sociedad para la que construyen es criticar los excesos. Hans Mayr no tiene mucho que ver con esa locura. Su visión de la arquitectura pasa irremediablemente por un prisma racionalista en el que la creatividad y la sensatez son los vehículos lógicos para alcanzar resultados con sentido. A ese modelo responde la Casa Uno, su propuesta para un concurso que la ONG Casita Linda organizó en San Miguel de Allende, en el mexicano estado de Guanajuato, y que se alzó con el primer premio de la convocatoria. «La idea surge al analizar las necesidades para crear un modelo de casa que servirá para distintas familias en áreas rurales. Una respuesta natural para resolver las necesidades 62 / YOROKOBU / Nº48 - 2014


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de las familias fue observar la arquitectura de esta zona y que, en general, se encuentra en muchos lugares de México. Quise combinar la arquitectura vernácula con las construcciones realizadas con materiales de bajo coste», explica el arquitecto. La tipología que Mayr propone apela a la arquitectura popular como respuesta a una necesidad concreta. Si un tipo de construcción se convierte en tradicional, ocurre por algún motivo. En muchas partes de México hay elementos comunes que el arquitecto mexicano ha explotado en su Casa Uno. «Combina la casa hecha en piedra y construcciones temporales con materiales como la lámina metálica. Además, las casas son muy coloridas en San Miguel de Allende y es un recurso que trata de lograr un sentido de personalización e identidad en las familias con sus hogares», cuenta Mayr. La vivienda está construida con tres elementos principales. La piedra, que es un recurso abundante y económico en casi todo el país norteamericano “y que la gente está acostumbrada a trabajar», la lámina metálica, «fácil de encontrar y que incluso ofrece la posibilidad de ser ensamblada o cortada con anterioridad para poder ser montada rápidamente» y la madera que, evidentemente, se halla en todo el país a precios razonables. Para el mexicano, la combinación de estos materiales permite una alta dosis de lógica y flexibilidad. «Se instalaría para la primera planta un material sólido, resistente y que brinda estabilidad a la casa. Para la techumbre o la segunda planta se utiliza un material ligero como la lámina metálica, con la cual sería posible su crecimiento de una a dos plantas según el tamaño de la familia o su posible futuro crecimiento». Según su creador, la casa se puede construir por un precio aproximado de 100.000 pesos mexicanos (unos 5.600 euros al cambio), si bien el precio podría variar algo dependiendo de si la casa se construye en una o dos plantas. Posiblemente, un solo arquitecto no pueda acabar con la arquitectura irracional. Como declara Mayr, «en la historia siempre ha existido la arquitectura derrochadora, de poder y un tanto inconsciente de su contexto. Es difícil que, en un planeta en el que se observa tanta disparidad económica, se logre acabar con esto». Sin embargo, cada ser humano es responsable de sus actos. El arquitecto mexicano ha elegido, al menos con su Casa Uno, el camino de la arquitectura sustentable ideada para los que más difícil acceso tienen a una vivienda digna. 64 / YOROKOBU / Nº48 - 2014


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LA BIBLIOTECA CON ALMA DE ÁRBOL Era la sala infantil de la biblioteca de Singapur. Ahora es My Tree House, un lugar que educa a los niños ‘en verde’ practicando con el ejemplo. POR

Gema Lozano

No está muy claro de qué especie se trata. Del árbol

de la peculiar biblioteca de Singapur solo se sabe que, en lugar de hojas y ramas, su copa está formada por 3.000 botellas recicladas procedentes de un centro comercial de la ciudad. Están pintadas de amarillo y verde y se distribuyen en diez paneles de metal, sujetos, a su vez, por redes de pesca. También se dice que su tronco no es de madera sino de aluminio, acero, fibra de vidrio y madera contrachapada reciclable.

‘Plantado’ en el centro de la sala de lecturas, es el símbolo de la biblioteca verde (la primera en el mundo, según afirman orgullosos sus promotores) que, en honor a él, se ha bautizado como My Tree House. Es el alma de un lugar cuya concepción está inspirada en el crecimiento de un árbol que “debe echar raíces en una base sólida. Las frágiles semillas brotan y necesitan ser nutridas para que el árbol crezca y madure. Algo parecido ocurre con el cerebro de un niño, donde reside la clave de su futuro. De ahí que la estimulación de su mente sea esencial para poder desarrollar todo su potencial”. Con esa filosofía, el estudio de arquitectura ADDP Architects LLP ha transformado la sección infantil de la Biblioteca Pública Central de Singapur en lo que ellos denominan «un centro de educación verde». El encargo provenía de The National Library Broad y de uno de los promotores inmobiliarios más potentes del mundo: City Developments Limited. Ahora la biblioteca no es solo un lugar repleto de libros, donde se va a leer y en el que se debe guardar silencio. My Tree House es el lugar donde los niños de la ciudad se acercan para conocer y aprender sobre medio ambiente de una forma divertida e interactiva. Esa es su misión. Por eso, su entrada no es una simple puerta de cristal, sino el acceso a un bosque encantado. Dentro se encuentra el árbol de las 3.000 botellas y muchos otros más que hacen las veces de estanterías, todas ellas fabricadas con materiales sostenibles como maderas contrachapadas y tableros de fibra certificados con el sistema de etiquetado verde de Singapur. 66 / YOROKOBU / Nº48 - 2014

Y no son una excepción porque no hay nada en My Tree House que no lleve apelativos como verde, sostenible o similar en su apellido. Las alfombras, por ejemplo, se han confeccionado a partir de materiales reciclados y han sido certificadas con la Green Label del Carpet and Rug Institute, una entidad que, aunque suene a broma, existe, y cuyo sello resulta especialmente relevante ya que garantiza la calidad del aire en el interior de un local como este, repleto de niños. Con un aval similar cuentan las pinturas y vinilos con los que se han decorado las paredes. El sistema de iluminación también es más eficiente, en concreto, hasta un 47%, porque está basado en ledes y porque, además, se ha dispuesto por zonas, de acuerdo a la función y a las necesidades específicas de cada rincón de la biblioteca. Porque cada uno de ellos tiene una misión específica. La encomendada al Árbol del Conocimiento, por ejemplo, es la de analizar el grado de competencia medioambiental de los niños. Todo aquel que se acerca a esta instalación interactiva debe responder a sus preguntas, a sabiendas de que, en caso de fallar, el bosque donde crece el árbol se marchitará. El consuelo es que, con la respuesta óptima, vuelve a florecer. El tronco de otro árbol sirve para conocer qué tiempo hará en las próximas horas. Inspirado en la dendrocronología, los anillos de su tronco informan sobre la temperatura en la ciudad de Singapur (en función de su color), si lloverá o no, o la velocidad que alcanzará el viento. Junto a todas estas instalaciones y los numerosos talleres, sesiones de storytelling y demás actividades impartidas en colaboración de instituciones como la Secretaría Nacional sobre el Cambio Climático, los más de 45.000 libros para niños de entre 4 y 12 años y los eBooks disponibles en los quioscos interactivos de My Tree House mantienen al lugar dentro de la categoría de biblioteca. El 30% de ellos trata sobre temas relacionados con la naturaleza, animales, plantas, medio ambiente, reciclaje o el cambio climático.


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MIRAR ENTRE LÍNEAS POR

Mar Abad @marabad

La mirada despista. El mundo que se despliega al abrir los ojos parece el único posible pero, en realidad, es solo uno entre una lista infinita de versiones. En los espacios entre líneas de todos los versos hay cientos de mundos paralelos. En esos vacíos pueden descifrarse significados inauditos, emociones remotas o un cierto olor a dinamita. Pero ahí no alcanza la vista. Es la intuición, la memoria, el olfato o las manos las que hallan otras escenas que, también, están delante. A un milímetro de los ojos. O menos. LÍNEAS ATLÉTICAS Pocull mira así. El director de arte, diseñador y experto en animación, a veces, también ilustra. Lo hace desde pequeño y lo hace, sobre todo, en sus ratos libres. En uno de esos momentos en los que el tiempo no cuenta las horas salió un deportista. Nació entre líneas. Aunque esta vez no ocurría como a menudo pasa con las palabras. Nadie quería esconder a Pau Gasol. Al contrario. Las líneas resaltaron los rasgos y las ondas del pelo del jugador de la NBA.

Gasol quedó envuelto en rojos y violetas. Por esas miradas que solo una persona ve. «Utilicé unos colores de contraste. No sé por qué. Es oficio. Sabes lo que funciona y lo que no». LONDRES SE ESCRIBE CON VAINAS Un día la plataforma Show Us Your Type tocó a la puerta de Pocull y le invitó a diseñar una tipografía basada en la capital británica. El barcelonés conocía bien la ciudad. Había vivido allí tres años y sabía que no todo eran cabinas rojas y autobuses de dos plantas. El ilustrador intentó alejarse todo lo que pudo de los estereotipos y acabó dibujando una especie de cintas en oscilaciones de un púrpura brillante. «Mi intención era pasar un buen rato y experimentar con técnicas de 3D», comenta. «Londres forma parte de mi vida y quería enfocar el tema por ahí. Pretendía jugar con las formas, experimentar, hacer pruebas. Mi intención era desarrollar una tipografía 3D».

Fue solo la mirada. Porque justificar una ilustración, a menudo, no obedece a los dictados de la razón. La serie Atletas nació «por casualidad», explica Pocull. «Me encantan los deportes. Más verlos que practicarlos (ríe). Y pensé en hacer algo relacionado con retratos de atletas. La técnica parece muy complicada pero, en realidad, es sencilla. Es un trabajo en vectorial. Son líneas encima de un retrato.

EL ABRAZO TRENZADO Pocull recibió otra invitación. Esta vez la revista digital Graphic Hug le pidió un póster inspirado en el nombre de la publicación. El ilustrador pensó en besos y abrazos. Diseñó sus símbolos correspondientes, la X de los labios y la O de los brazos, y convirtió la imagen en una serigrafía. «Me gustan las formas naturales. Las líneas de estas letras me recuerdan a las grietas naturales que forma la madera», especifica el director de arte. «Huyo de lo octogonal y lo cuadrado. Me centro más en lo natural. Me sale más de mi interior. Prefiero no sujetarme a estructuras y basarme en lo orgánico».

Al principio son solo formas y rayas. Después aplico un degradado independiente a cada línea».

La mirada, a veces, despista. Y, a veces, abre la puerta a otros mundos.

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RELATOS ORTOGRÁFICOS

…Y comieron perdices POR

M. Ángeles García

—¡Si me queréis, irseeeee! —gritaba la folclórica desde el altar mayor de la iglesia, el moño medio deshecho, sudando, el rimel corrido y la vena del cuello hinchada como a punto de reventar. La multitud se apelotonaba en el interior del templo con algarabía y bullicio impidiendo que los novios pudieran darse el sí quiero ante el sacerdote. —¡Irseeeee! ¡Que no se pueden casaaaaaar! —volvía a gritar descompuesta la folclórica, sin conseguir siquiera un mínimo de atención desde los bancos de la iglesia. El sacerdote, agobiado y santiguándose, como intentando exorcizar aquel lío del demonio que la excesiva campechanería de la folclórica había provocado, cogió a los novios de la mano y los llevó, junto con los padrinos, a la sacristía. Y allí, a puerta cerrada, sin ningún tipo de glamour y con otras lágrimas que no eran de emoción en los ojos de los presentes, contrajeron matrimonio los agobiadísimos novios. Se dice que todavía están intentando desatascar el tapón humano provocado por la avalancha de aquel día de boda. Tal fue la magnitud de la concentración. La historia de hoy no es un cuento, es una historia real bien sabida por todos. Pero viene al pelo para recordar algo muy importante: la formación del imperativo. El *Irse de la folclórica que tanto nos hace reír todavía debería haber sido: “Idos”. Sí, como lo oyen: ‘idos’ y no *íos o *iros. Ya sé que suena raro, qué le vamos a hacer. Pero las conjugaciones en español están muy claritas, solo hay que 74 / YOROKOBU / Nº48 - 2014

repasarlas. (Aprovechen si tienen hijos, sobrinos o nietos en Primaria). En el caso de órdenes negativas o que vayan precedidas por la conjunción ‘que’, tratemos a nuestro interlocutor de usted (porque somos así de respetuosos, oiga) o usemos el voseo, recuerden que se usa el subjuntivo. Así que en esta frase: *No pisar el césped, que lo acabo de segar, ese *No pisar debería haberse dicho y escrito: ‘No piséis’ o ‘No pisen’. Usar el infinitivo por imperativo es propio de la lengua coloquial. Nosotros, que aspiramos y presumimos de hablar un español culto —o lo intentamos, al menos— no debemos hacerlo. La RAE así nos lo aconseja. Como nos exhorta también a huir de expresiones propias de los manuales de instrucciones como “Lavar a mano” o prohibiciones del tipo: “No pisar el césped”. No nos dice que sea incorrecto, pero nos sugiere sustituirlas por expresiones como “Se prohíbe pisar el césped” o “Se recomienda lavar a mano”. Muy largo, ¿verdad? Sí, no creo que triunfe. Tan solo hay un caso en el que se acepta el infinitivo por el imperativo, y es cuando va precedido por la preposición ‘a’: ¡Tú, a callar!” o “¡Concursante, a jugar!”. También es propio del uso oral coloquial, pero la RAE lo acepta. ¿Ven? Tiene su corazoncito plebeyo, no digan…


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YOROKOBU Agenda Lenguando

Lenguando son unas jornadas donde profesionales de la lengua (profesores, traductores, correctores...) encuentran recursos para su trabajo, aprenden sobre tecnología aplicada a la lengua y comparten sus ideas. La casa del lector Madrid

28-29.03.2014 Congreso de tipografía

Una mirada a la evolución de la tipografía española en la última década www.congresotipografia.com Valencia

20-22.06.2014 Play Restart

Conversaciones sobre diseño La Nave Nodriza/Atelier Madrid

20.02.2014 Barcelona

27.02.2014

Hello, My Name is Paul Smith Un repaso a la trayectoria del iconoclasta diseñador de moda británico. Design Museum Londres, hasta el

09.03.2013 Mobile World Congress El evento de telefonía móvil más importante del mundo. La fira Barcelona

24-27.02.2014 Universo Internet

En el campo de la educación, la confusión que ha creado la llamada revolución digital ha conllevado muchos miedos e incertidumbres. Este ciclo dará una visión crítica y global de Internet para conocer mejor el fenómeno. CCCB Barcelona

05-14.02.2014 Mercado de motores

Artesanía, pequeño comercio y objetos de segunda mano Museo del ferrocarril Madrid

8-9.02.2014

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WE-TRADERS Cambiamos crisis por ciudad

En Madrid, Turín, Berlín, Toulouse y Lisboa la actual crisis se manifiesta de diferentes maneras. La exposición WeTraders muestra ejemplos de iniciativas en las que ciudadanos del suroeste de Europa -diseñadores, artistas, arquitectos...- se reapropian del espacio urbano redefiniendo así la relación entre valor, beneficio y bien público. Matadero Madrid hasta el

16.03.2014 Después del naufragio El cine de Aki Kaurismäki Reina Sofia Madrid

21.02-22.03.2014 Ciudad abierta

Conferencias sobre la tecnología y el futuro de las ciudades CCCB Barcelona

27.01-24.03.2014


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NUMEROGRAFÍA#48 Autor: Javier Montañés Esquiro Número favorito: 7 www.mimetica.es

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De la argamasa de la tipografía y la arquitectura surge esta colección de dígitos. Javier Montañés, su autor, los llama «números romanos». El diseñador tomó los elementos y la metodología de la arquitectura clásica, y con ellos hizo de las astas columnas jónicas; de los hombros, arcos de medio punto; y de los brazos, frisos. Montañés quería también que estos dígitos «funcionasen entre sí como módulos para jugar con ellos y hacer pequeñas construcciones». Y, simbólicamente, hasta son capaces de construir el mundo. «Así como las matemáticas tienen como objetivo descubrir el universo, los números son como ladrillos que forman ese universo».


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