Yungay Zona Típica: La voz de la crisis murmurante

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Y U N G A Y Z O N A T Í P I C A : LA VOZ DE LA CRISIS MURMURANTE Autoreconocimiento como construcción de la autonomía. Bravo Paz María Magdalena de Jesús Facultad de Arquitectura, Universidad Central de Chile Región metropolitana, Santiago de Chile, noviembre 2016

En la carretera1 se acomodaban los traficantes para negociar sus animales y mercadería. Muy rápidamente, a ambos lados, se edificaron ranchos de barro y paja, muchos de los cuales se mantuvieron en pie hasta 1885. Tales viviendas daban un aspecto típico y pintoresco de aldea colonial (Araneda. 1971: 31). El Barrio Yungay comienza y consolida su rasgo identitario esencial con una tensión entre clases sociales. En 1839 el Gral. Manuel Bulnes derrota a la Confederación Perú-Bolivia con un ejército de extracción popular y campesina, clases despreciadas por la élite de la época. Sin embargo, su valerosa actuación forzó a líderes políticos a cambiar su discurso respecto de ellos; siendo años después de la Guerra del Pacífico cuando se inaugura el monumento al Roto Chileno, con la misma intención. Siendo su cercanía con el centro la que le permite consolidar su función residencial.

El vecindario salía a pasear a la vereda y a ver el tránsito desde los balcones. Se sentía el run-run de las mujeres habladoras, las voces pasaban pero no se oían la música de los confines, el rezo de la estación o el tímpano de algún cohete forastero. Así era el Barrio de Yungay, un Barrio donde vivíamos como niños mirando patios con sombra de aleros, el paso del carrito urbano por Catedral, algunas rinconadas pueblerinas y la algarabía marcial de los días patrios (Zañartu. 1963). Con el tiempo, Santiago se convirtió en un polo de atracción laboral y acenso social en la vida urbana; poblándose finalmente con familias de clase media y alta, intelectual y profesional de la época. Entre 1870 y 1820, el barrio es densamente poblado por la aristocracia santiaguina y la trabajadora empobrecida, en su mayoría trabajadores ferroviarios, viviendo todos en cités2 o conventillos3. Con el tiempo, la desigualdad es más marcada (1859 – 1930), emigrando las familias acomodadas, llegando inmigrante extranjeros; produciéndose finalmente una mixtura social y cultural. 1

Actual calle San Pablo, conectaba Santiago con Valparaíso.

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Conventillo, vivienda colectiva instalada en casas unifamiliares adaptadas para tal fin, generalmente en mal estado o

construcciones previas levantadas o habilitadas para este objeto. Cité, conjunto de viviendas, generalmente de edificación continua, que enfrentan un espacio común, privado, con relación a la vida pública a través de uno o varios accesos.


Más tarde, como resultado de esto, la élite del barrio emigra a partir de 1930 al oriente de Santiago en busca de mejores condiciones ambientales y sociales. Iniciando un periodo de decadencia que condujo a las familias de clase media y posteriormente más modestas a ocupar antiguas viviendas, subdividiéndolas y transformándolas. Instalando numerosas y pequeñas empresas de tipo productivo y comercial en la zona. Por otro lado, es a mediados del siglo XX que las grandes casonas neoclásicas son abandonadas definitivamente por sus habitantes, olvidando su pasado, como se afirma en El Barrio Yungay, escrito por la Municipalidad de Santiago. Este despoblamiento del centro y ocupación de casonas subdivididas por la clase trabajadora, viviendo con alto nivel de hacinamiento, provoca

neoconventillos, evocando los anteriores, a principios del siglo XX. De esta forma, es posible destacar la cualidad del barrio como receptáculo de inmigrantes. Antes indígenas y campesinos, ahora latinoamericanos y europeos; así como la polarización que esto trae consigo. Por un lado, antes, la clase culta e intelectual y por otro la empobrecida y servil; ahora la de altos ingresos que habita los edificios inmobiliarios, en contraste con la de intermedios y bajos ingresos que habita las casonas antiguas. Con estas consideraciones, y al contar con una carga histórica notable y vitalidad barrial particular, la especulación inmobiliaria pone la mirada en tierra Yungayina, comenzando la instauración de una crisis progresiva e invisible, murmurante del exilio y languidez comunitaria: la gentrificación. Siendo hasta el momento en que la destrucción de edificios patrimoniales, necesaria para la verticalización del barrio, alerta a un número suficiente de habitantes para comenzar la defensa de su patrimonio e integrar a más vecinos en la causa. Mensajes como “EL PATRIMONIO SOMOS LAS COMUNIDADES” “EL BARRIO NO SE VENDE” “BATA DE DEMOLER NUESTROS BARRIOS” encabezan lo que decantaría en el nombramiento de Yungay como Zona Típica en 2009. Institucionalidad que frena de momento la inversión inmobiliaria. Pero, ¿qué razones permiten llamarle una victoria? Si bien es cierto que la gentrificación fue detenida, la burocratización respecto a la conservación del patrimonio hace ahora un trámite tortuoso hacer cualquier modificación a las edificaciones, por mínima que sea. Para ello es necesario, según información proporcionada en entrevista con el dueño de un hostal en Calle Esperanza, acudir a una instancia de la municipalidad, solicitar el proyecto original del inmueble y finalmente la autorización de intervención. Así, para los habitantes que no tienen gran presupuesto, aun con sus el respaldo de sus pequeños negocios, la manutención de los edificios antiguos llega a ser incosteable. Derivado de esto, Yungay, a causa de su privilegiada conexión con el centro de Santiago y renta baja por la limitación de restauración,


ha enfatizado desde hace 5 años su carácter multicultural. Recibiendo gran cantidad de inmigrantes sudamericanos en busca de empleos, generalmente simples al inicio, como medio de manutención. Estando tampoco en sus planes permanecer mucho tiempo en el barrio, teniendo necesidad incluso de permanecer invisibles para evadir el cobro de servicios básicos impagados. Así, la crisis visible que cae sobre ellos los alienta a organizarse por medio de redes, con las que mantienen contacto directo en caso de requerir ayuda connacional. Es entonces que, producto de la institucionalidad (nombramiento Zona Típica), dificultando la conservación del patrimonio; atrayendo población inmigrante que por sus necesidades y modos de supervivencia provoca fricción en su relación con los habitantes residentes. De manera que ambos grupos, cada uno librando su propia lucha de clase, que corren paralelas pero terminan tensionando sus relaciones; resulta un barrio en apariencia vital y diversidad, pero fragmentado, finalmente. La victoria es parcial. Pues no es un fin en sí misma. La identidad se construye en la acción, es un proceso alentado por resultados esporádicos que fortalecen los pasos para seguir caminando. El ser humano, como sujeto que construye identidad, es un ser de procesos, no de fines. Reconociendo el valor de los procesos es como comienza a construirse la autonomía. Punto en el que se situaría Barrio Yungay, construcción de la autonomía. Pues si bien existen externalidades que denotan la fragmentación social e incluso falta de representatividad (vecinos cuestionados dijeron que el nombramiento lo hizo el Estado arbitrariamente y que solamente para obtener documentos acudían a la Junta de Vecinos) ha sido poco a poco capaz de definir y defender lo valioso para sí. Ideal de libertad planteado por Amartya Sen. En este sentido, la autonomía se construye a partir del autoreconocimiento, y éste a su vez se conforma con el binomio [historia – praxis] Reconocer el pasado para comprender el papel que se juega en el presente, según Carl Marx, y desarrollar capacidades a partir de la práctica para saberse agente de cambio, defensor y constructor de lo valioso para sí, según Amartya Sen. Con estas consideraciones, ¿podrían ser luchas sincrónicas las de los inmigrantes y residentes en la construcción de una misma identidad barrial? Identificando grupos de reunión que ofrecen apoyo a grupos inmigrantes, como son, la Iglesia Escuela de Español para Haitianos (Parroquia Saturnino, Santo Domingo 2772), Trabajo con niños migrantes en la Escuelita Víctor Jara (Nicolás Rojas, miembro Junta de Vecinos de Yungay), Escuela de Español para Haitianos (Centro Comunitario Taller Sol), entre otros intentos de integración a la vida comunitaria, la respuesta tentativa sería afirmativa. El proceso comenzaría con el autoreconocimiento del barrio como una diversidad, y asumir las responsabilidades implícitas en el término. Diversidad sin necesaria fragmentación, misma a la que, como pudo observarse, por medio de las limitaciones en accionar comunitario respecto a las intervenciones en patrimonio físico, la


institucionalidad en su diseño pareciese no tener intención de fomentar para su vinculación. Ante la institución como medida fragmentaria y particularizadora de los procesos humanos, a partir de la clasificación, generalización y desconexión cabría poner en crisis la institución

ciudadanía , nación, familia, con el enfoque planteado por Adam Smith al describir el capitalismo clásico (sistema económico vigente). Procesos humanos no lineales, con personalidad, relaciones y modernidad líquida, como plantea Zygmunt Bauman; conservando como esencia una estructura que se construye, difícilmente mutable, a partir del autoreconocimiento. En ese sentido, ¿hasta qué punto se tendría que profundizar en el proceso de reconocimiento? Paulo Freire plantea una ética universal, basada en la solidaridad común. El punto en el que se respete la dignidad humana por el simple hecho de ser vivo, es el nivel de profundidad idealizado. Hasta ahora se ha descrito las cualidades que llevan al Barrio Yungay a tener los pequeños alientos que ha logrado consolidar a partir del proceso que evidencia la crisis murmurante y construcción de identidad, a partir del autoreconocimiento; en contraste con la población migrante producto de la primer victoria parcial. Es Yungay quien a partir de la crisis comenzó la movilización vecinal. Reconocen lo valioso para sí y actúan en función de su cumplimiento. Además de reunir las condiciones necesarias para que el diseño participativo / urbano actúe como mediador entre los sujetos y el objeto que refleje sus anhelos y necesidades. ¿Puede el diseño participativo anteponerse a la crisis murmurante? Donde Arquitectos, Urbanistas se convierten en Actores Urbanos sembradores de posibilidades. Diseño participativo lector de las capas históricas, miembros que se autodescubren en el proceso de inducir al mismo proceso a las comunidades, quienes finalmente decidan lo valioso para sí. Diseñadores pedagogos de la autonomía, como plantea Paulo Freire; constructores de la ciudadanía cuyo Estado, como estructura organizativa de la nación, sea la ética universal. REFERENCIAS

Escuela para la Ciudadanía Activa. Santiago Participa. Facultad de Economía y Negocios, U. de Chile, Diagonal Paraguay 257, Santiago, Chile Bustos, Álvaro et al. (2014). Barrio Yungay. Historia, Identidad, Patrimonio y vida de barrio . (pp. 53). Chile Bravo, Magdalena. (2015). El juego de enlazar historias. (pp. 11). México Bravo, Magdalena. (2015) Mi hogar no está en mi ciudad. (pp. 10). México Urquijo, Martín. (2014). La teoría de las capacidades en Amartya Sen. (pp. 18). Colombia: Edetania Freire, Paulo. (2004). Pedagogía de la autonomía. (pp. 66). Brasil: Paz e Terra SA


Videla, Ludovico. (-). La importancia de la familia en la economía. (pp. 10) Revista VCI Modak, Frida (coord.). (2008). Salvador Allende: Pensamiento y acción. (pp. 348). Argentina: FLACSO-Brasil / CLACSO Boff, Leonardo. (2009). El Tao de la liberación. Una ecología de la transformación. (pp. 11-125). España: Trotta Vergara, Javier (coord. trad.). (2010). The enabling city: Innovación social para la sustentabilidad

urbana y la gobernanza participativa. (pp. 88). Creative commons Ortega, Raúl. (2016). La Ciudadanía o la Guerra. (pp. 24). Chile: Proyecto Educativo Libertario Ferrer, Eugenio. (2016). Curso Historia y Pensamiento Latinoamericano. Chile, Santiago Ferrer, Eugenio. (2016). Curso Semiología de la Arquitectura. Chile, Santiago


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