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TRAMA Bogotรก, diciembre de 2009

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Edición

María Magdalena Romero magdalenatobar@gmail.com

Diseño y diagramación María Paula Forero mapmaria@gmail.com

Asistencia editorial Carlos Torres Juan Manuel Lugo Eduardo Galindo Eleonora Tobar

Portada

Autorretrato por Víctor Paz

Participación de Luvina

Cra. 5 Nº 26A - 06 http://pwp.etb.net.co/luvina/luvina/ luvinacultural@yahoo.es

Agradecimientos Laura Díaz Eleonora Tobar Jairo Romero


Contenido 4 Editorial

6 Locos amenos

12 Poesía

15 El monólogo

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20 Memoria

30 Metáforas

40 Reseñas

46 Fotografía

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- Barba Jacob en Luvina - Excusas para una discusión

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- Jota Mario Arbeláez comenta Sonidos en la luz - Fernando Vallejo

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- William Ospina y Víctor Paz - El espacio, el cuerpo y el espectador de las obras de Giangrandi - Un asombro de sombreros de Juan Manuel Lugo - Ricardo Quiroga

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- Javier Solis, literatura y fotografía para la memoria - Sebastião Salgado - Luís Alberto Celis - Magdalena Romero


Editorial El despertar de un sueño siempre tarda unos cuantos segundos. La ope-

ración de abrir los ojos en la mañana y darse cuenta de que el techo de la habitación sigue cubriendo la lámpara que apagamos la noche anterior, que en el afiche de Nosferatu el vampiro sigue en su gesto retador de raptar a la desangrada Lucy y que las pantuflas están todavía al borde de la cama, como si nos las acabáramos de quitar, nos da la sensación de que posiblemente las ballenas que circunnavegaban Monserrate durante largas horas, tal vez no eran otra cosa que el desordenamiento sistemático de las cobijas a media noche. Los sueños, al igual que la ficción literaria, sólo son posibles en la medida en que estamos convencidos de que las aventuras que experimentamos en ellos son “reales”. Al despertar o al cerrar un libro, nos damos cuenta de que ese universo de personajes y lugares inventados que conocimos por un tiempo, está dando cuenta de cómo funciona la vida, de las preocupaciones y placeres que también nosotros somos capaces de advertir. Ya lo había dicho el mismísimo Aristóteles cuando hablaba de la mimesis en la tragedia: una obra sólo es capaz de llevar al espectador a la catarsis si la historia que se cuenta es verosímil, es decir, si la trama de los personajes y las situaciones operan de la misma manera que la vida real. Trama es un revista que se pregunta ese el umbral que separa la realidad de la ficción, por la diferencia entre el sueño y la vigilia. Sin asustarnos por una aparente esquizofrenia, habría que aceptar que para hablar de nosotros mismos, los seres humanos hemos inventado varias realidades: la psíquica, la mítica, la onírica, la filosófica, la política, la ficcional, etc. Trama quiere tejer, como diría César Vallejo, “una trenza por cada letra del abecedario”, quiere conocer los recovecos de cada hilo que trenza la realidad, a partir de la literatura, ver cómo se entrecruzan estas distintas realidades desde la ficción. Si bien es cierto la literatura tiene un valor en sí mismo por permitirle al espectador sentir placer (el teatro es válido si lo miramos sólo desde la perspectiva del goce catártico, por ejemplo), también resulta interesante ver cómo se pueden aplicar los conocimientos que adquirimos de su estudio. Trama surge además de Luvina, una librería que está naciendo del vientre bogotano y como cualquier cuerpo orgánico que crece sin padres, bate aún los hombros, como abriéndose paso en medio de la fatiga, las quejas y los desencantos del mal tiempo y el mal gobierno. La apuesta de estos nacimiento es la cultura, entendida como un medio que posibilita la expresión y la puesta en escena de ideas críticas e inquietudes sentimentales. Hacer un espacio y una revista cultural es hacer un espacio para la conversación, para el debate que construye sociedad y seres humanos libres, es decir, auténticos. No corre este espacio tras pretensiones totalizantes o globalizantes, no busca afanoso el establecimiento de nuevos cánones o el replanteamiento de anteriores; lo que se busca es inventar un lugar más dentro de la convulsionada Bogotá, que acoja a quienes se sientan parte del proyecto de

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pensar los problemas sociales y humanos, usando ante todo la imaginación y la ficción como herramientas críticas y libertarias. Luvina está moldeando mecanismos para insertarse en la escena cultural bogotana y ha encontrado en la literatura una búsqueda y no guarida. Luvina no trata de volver a los clásicos para re-masticar lo masticado, porque piensa que hay que acabar con el Boom, con el Post-Boom y con cuanto Bon-Bon-Boom se inventa el poco imaginativo comercio editorial. Aquí se trata de discutir las letras presentes, las de aquellos escritores que se saben inmersos en una tradición literaria y se sienten responsables dentro de la construcción de la memoria nacional, esa que dejamos botada a la entrada de nuestros primeros laberintos históricos. Hay dolor en el pasado colombiano y aquí sentimos una licencia emocional que alivia sin olvido, con ficción y con humor. Ya es un hecho que en Luvina se presentan escritores de distintas latitudes y el material que hemos recogido para este momento tiene un alto valor, no sólo por ser verdaderos personajes públicos quienes han participado, sino por las ideas que encarnan y ponen en discusión. Con la ánimo de dejar un documento escrito para la historia de las letras colombianas y de inquietar los rincones olvidados de conversaciones relevantes, queremos editar lo inédito, darle un cuerpo físico a las eventos y poder hacer con ellos un juego literario.


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Locos amenos

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Locos amenos

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Barba Jacob en Luvina La visita de Eduardo García Aguilar a la librería nos recuerda la polémica figura del poeta y periodista Porfirio Barba Jacob. Conocido en la historia de la poesía colombiana como uno de los poe-

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tas de la sátira, de la ironía y la errancia, Ricardo Arenales, Emigidio S. Paniagua, Miguel Ángel Osorio o como quiera que se hiciera llamar nuestro poeta, su obra esbozó una de las transiciones de las letras nacionales: se abrió paso entre la poesía modernista y lanzó la primera piedra para lo que más adelante devino en la poesía de León de Greiff. Escritos mexicanos de Porfirio Barba Jacob es un evento en la historia de la literatura colombiana en cuanto descubrimos al poeta haciendo el oficio del cronista, en el momento justo en donde la está viva la discusión sobre la relación del periodismo y la literatura. Ya Fernando Vallejo, reinventando el género biográfico, nos había dado noticia del paso de Barba por los periódicos y revistas, por la creación y la dirección de varios de ellos. Eduardo García Aguilar trae ahora una selección personal de las apariciones de Barba en los diarios mexicanos, dándonos una idea de las contradicciones políticas que lo aquejaban, de la necesidad de entender su tiempo y de su admirable habilidad narrativa. Eduardo García trabaja en la AFP y reconoce la dificultad de hablar atinadamente de la situación política de un país sin tener la comodidad de

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la distancia histórica para hacer análisis; sin embargo reconoce las virtudes que esconde poder vivir la historia meticulosamente, desde adentro y en su transcurso. En Escritos mexicanos se publica el artículo en el que Barba Jacob alcanza a manifestar cierta filiación ideológica con Hilter, argumentando la bondad de querer conseguir ‘el orden interno del país’ como meta principal de su gobierno –meta, por lo demás, cercana a las propuestas de nuestro actual dirigente. García Aguilar nos comparte una lectura crítica de los textos de Barba Jacob, reconociendo la complejidad de un personaje andando caminos contradictorios; y al mismo tiempo nos recuerda la habilidad narrativa de ese periodista y prosista que nos dejó con ganas de una novela que desplegara ese tono único para recrear detalles, personajes y situaciones. Hay que atender a la propuesta de García Aguilar y retomar la discusión sobre la compleja relación entre periodismo y literatura, pues aunque muchos periodistas la han sepultado ya, desde la literatura todavía podemos preguntarnos por su estrato ficcional o, incluso, poético.


Excusas

para una discusión Los eventos culturales de Luvina son la puesta en escena del estado del arte, son un espacio para descongelar sensaciones ateridas en los rincones de un tiempo que nos confunde en su carrera.

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razón. Vida, Obra y Muerte de Víctor Jara”, que tuvo lugar un martes de agosto, fue una pieza teatral articulada no desde la cronología política o biográfica, sino desde el repertorio sentimental que la obra del cantante chileno le sugiere al actor: las canciones protagonizan la escena y buscan traer al presente la voz viva, militante y crítica de Jara. El monólogo nos sugiere que aún en la primera década del siglo XXI los problemas que aquejan a las sociedades latinoamericanas siguen siendo los mismos de hace cuarenta años y que, por tanto, no podemos ceder el paso al abuso de la clase dominante, ni dejar de trabajar por una base social pensante y sin hambre. Sin embargo, el discurso de Rojas parece no estar añadiendo nada (ni estética, ni crítica, ni políticamente) a esa lucha de la izquierda latinoamericana que se unió contra los dictadores del veinte, cosa que, como espectadores del siglo XXI, todos estaríamos esperando. Si bien las canciones de Víctor Jara las recordamos con un profundo afecto y nos regresan a uno de los momentos hermosos de efervescencia social en Latinoamérica, no olvidemos que quienes vivieron frenéticamente la época de Jara también se han encargado de heredarnos el escepticismo y el desencanto de muchos de los resultados de esa lucha; por tanto, pensamos que ahora resulta imprescindible darle voz a esa izquierda evolucionada y en constante transformación. Aunque la obra resultó poco crítica y prefirió adherirse a esa voz ya consolidada, e incluso ya gastada, sentimos que para Luvina fue una gran oportunidad para retomar puntos sensibles de la evolución que ha tenido en los últimos cincuenta años el discurso de la izquierda latinoamericana y, es más, para ver de qué manera las nuevas generaciones están leyendo y viviendo su pasado inmediato. Sentimos que es una gran alegría poder tener un espacio para propiciar el encuentro entre viejos y nuevos argumentos, con el ánimo de mezclar lo estético, lo político y lo histórico, que nos sirven nuevamente como excusa para acercarnos al escurridizo sustrato humano. Saquemos, sí, los retazos del baúl de la memoria pero guardemos el encanto de sus incongruencias, el encanto de ese eco que retumba con más fuerza que el sonido originario.

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Locos amenos

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La presentación del monólogo de René Rojas “Víctor tiene sentido y

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Jota Mario Arbeláez comenta Sonidos en la luz

El fundador del nadaísmo sentencia la voz de la mujer que escribe, le hace un homenaje y adjetiva su sombra diligente. Desde que perdí la vista no había vuelto a

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acompañados al piano por una pluma y dolienleer un libro. Me los leían en susurros, con tes amantes pisando céspedes a la hora de la fondo de música religiosa y una botella con agua merienda. Nubes de pájaros en barrena, polvo de Perrier al alcance de los labios. No podía doméstico, aguas que ruedan por el cuerpo, ver, pero apoyado en el tacto, podía dármelas soles clarividentes, perlas de mango, camisede visionario. Era una noche blanca que disitas portátiles, tortas de mano, la poetiza le da mulaban muy bien con mis gafas oscuras, mis los buenos días a la tristeza en traje de novia bufandas de olán y mi memoria prodigiosa de y la invita a sentarse para cortarle las uñas. zapatero; ni en mi propia casa se dieron cuenta Todos los elementos tienen posada en esta de mi cegama. No se requiere ser un lince para poesía tatuada de meteoros, a cada paso por la acariciar la gata, ni un águila para desligarse de casa se sienten aleteando los dioses solares. los zapatos. Pero en la Feria del Libro me cayó Cuando el poema se tiende sobre tu sombra, el como un beso Sonidos en la luz de Luz Mary cuerpo que te viste se desvanece, las endechas Giraldo y súbito, recuperé la luz de mis ojos. de amor van desnudas a la intemperie, nievan La poesía todo lo cura, desde la pérdida las sílabas, huracanan los adjetivos, treman los de la memoria hasta la pérdida de la fe, desde significados, una palabra sola encierra la tarde, la locura sagrada hasta la dispepsia, desde la oraciones subidas de tono merodean los apoinfluenza presidencial hasta el mal de Chasentos: un gato en un diván ronronea, madre gas, desde la claudicación intermitente hasta “En los poemas de este libro vuelve pone los platos llenos de fiesta. la picadura de la serpiente emplumada. Es la El rubio pan de la amistad hace margen a los el mundo a reverdecer, echan a razón de la vida la poesía y por ella hasta la poemas. Nos sugiere el recuerdo de Ignacio volar los árboles, los cielos se cargan razón se pierde, pero se recupera la claridad. Ramírez rodando por París en un taxi destarde soles, se llenan las ventanas de En los poemas de este libro vuelve el mundo talado conducido por Michel de Nostradamus. a reverdecer, echan a volar los árboles, los cieA Gonzalo Arango tirando por la borda cien picaflores, cada ángel estaciona sus los se cargan de soles, se llenan las ventanas de postales de amor desde el barco Gloria. A R. alas en una pensión caminera, el picaflores, cada ángel estaciona sus alas en una H. Moreno-Durán caminando dormido pero animal de los deseos sale a recorrer pensión caminera, el animal de los deseos sale ebrio por Barcelona. La poetiza moja su pluma la música de la noche.ˮ a recorrer la música de la noche. Aquí está el en tinta china para escribir la palabra cerezo aire contenido en el agua, la tierra contenida en el aire, el agua contenida (y la palabra cerezo sabe a cereza). Van pasando las hojas como la vida y el en la piedra, el fuego contenido en una mirada. Cruza un collar de sueños libro de la naturaleza le va cediendo espacio a la muerte que anda siempre un pájaro en cámara lenta y en contravía, ascienden cataratas de flores en buscando puesto. Es entonces cuando pinta de negro el día, ¿qué sería de el bosque de cantos, oscuro como un cerrar de ojos. la poesía sin la muerte, que es un estado del alma?. La poetiza que tiene las llaves del laberinto y abre una puerta tras otra Luz Mary toma el té con la dama de los hilos cortados, ensartados en con las manos heridas porque la vida tiene vidrios que cortan. La cicatriz la aguja del tiempo. Hablan de pérdidas y padeceres, de amores idos de en el rostro de narciso se la hizo con el espejo, sueño de espejos rotos paseo, de persecuciones de espanto, de incendios interiores y de pavesas, es el poema, pozo insondable, catalejo para acercar al inválido, salvavidas del esplendor de abrir los párpados para recibir el amanecer de hoy y del inflado con aires de Copacabana, círculo absorto. Hasta el aire cojea si el encandilamiento de enfrentar las ausencias. invierno le quita las botas de tacón alto. Yo al poema me acerco en puntas Agradezco a Luz Mary por haberme vuelto a la luz, por este bosque de de pie, paso las hojas con la lengua de los dedos. Al poema hay que saber imágenes, por este golpe de caricia en los ojos, por este torrente de vértenderle cama en el alma, pues se oye el quejido del amor doliendo rico. tigo, por el amor que todo lo vence empacado en una maleta, por toda la Ya bailé lo bailado a la sombra de la sonora, ahora canto encantado belleza que florece y fructifica en las hojas guardadas en cada página. de estos poemas impresos como flores de mimosa. Paisajes interiores

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Entre los árboles

Corteza de árbol

Silencio de los árboles

Oigo la vida pájaro carpintero la oigo en todas partes dándole fuerte a la corteza. Golpea contra el viento pica los días de madera.

Un relámpago ilumina el instante y se escucha un grano en el reloj de arena una gota de agua en la clepsidra un crujido en la piel del árbol y en la tierra. Materia efímera su tronco se desvanece como huella con el viento.

Dicen que en el silencio están la nada y la armonía pero no oyen el corazón el eco de la voz la sangre que corre por las venas el crujir de los huesos los párpados que temblorosos se abren. Escucha la respiración su trote lento o un cabalgar atormentado el agua entre la boca y la garganta el cielo de tu pecho cuando amas la materia del cuerpo y sus sonidos el árbol contra el viento. Ni siquiera en la sombra está el silencio no está en la calle vacía tampoco en el paisaje ciego. No se queda en la muerte. Algo se escucha en la carne y el hueso cuando la soledad desciende hacia a la tierra con el silencio de los árboles

Donde el silencio pesa La imagen centellea en la pantalla. No son fuegos artificiales sino los ojos de la muerte: iluminan el largo y viejo camino donde pesa el silencio.

Sorda la vida y este dolor de huesos rotos. ¿Por qué tan poca luz por qué los ángeles se esconden y corre sangre en los puntos cardinales? Piden un canto de pájaros un arco iris en palabras nada de ausencias, cruces, miedos, ruidos. Anestesio el dolor los escondo entre las páginas abro mis ojos desvalidos y el rojo se extiende como sábana. Sorda la vida y este dolor de huesos rotos.

Tela de araña 2 Teje y atrapa la vida espera en la quietud el comienzo de la muerte. Así el poema en un rincón del mundo teje el hilo del verso en silencio al paso deshilvanado de los días y en las turbulentas noches

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El miedo se acostumbra a la noche de la guerra. No hay fiesta nada entretiene el estallido del dolor.

¿Canto de pájaros?

13 Poesía

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Oigo sonar de nuevo la corteza: otro pájaro inicia la jornada y el día comienza como la noche entre los árboles.

Corteza de árbol la vida se mece entre instante y relámpago atrapa lo más largo de la noche ilumina el silencio y oscurece el canto de los pájaros.

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Pájaro milenario golpea en el árbol de la vida y mientras las hojas caen cambia el color del tiempo se agota como reloj de arena marca muy lento más lento cada vez más lento lento.


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Fernando Vallejo Tres descubrimientos en la vida de Vallejo: el lenguaje literario, las mentiras de la física y la filiación del ser humano con el mamífero. Una diatriba contra el olvido, la mediocridad y la indiferencia. Me alegra mucho saber que gran parte de ustedes

son vecinos de estas Torres del Parque porque aquí he vivido muchas épocas de mi vida, unas más delirantes que otras. Es tal vez el único sitio vivible de Bogotá, no encuentro otro, no me siento bien en ningún otro lado de la ciudad. Siempre vuelvo aquí, estoy viniendo desde que construyeron las Torres y pienso que es el sitio más bonito de esta ciudad; he buscando por todos lados y no encuentro por cuál cambiarlo. Los que están aquí conmigo, están muy bien ubicados. Los felicito. Habla mi amigo Carlos de los años que he vivido en México. En México he vivido la mayor parte de mi vida, varios años más de la mitad de mi vida y los he vivido como si nunca me hubiera ido de aquí, como si hubiera seguido viviendo en Colombia, como si no me hubiera podido desprender de ella, tal vez por que quedé muy marcado por Colombia en la infancia y en la juventud. O de los escritores griegos, de los escritores latinos; después vendría toda porque no creo que haya un país más delirante que este, ni más loco; Brasil la Edad Media que fue incorporando las mismas estructuras. Se conses muy poquita cosa al lado de esto y los otros de Suramérica ni existen, truyó un lenguaje literario que, cuando yo nací, en Colombia solamente los de Centroamérica tampoco y los del norte ni se diga. Europa tampoco. conocían dos escritores prosistas: Eduardo Caballero Calderón y Germán Es muy difícil sobrevivir a este delirio, yo me voy y vuelvo para tomar fuer- Arciniegas; al lado de ellos Manuel Mujica Lainez y Azorín que, a mi modo zas, no creo que me pudiera quedar aquí ni siquiera a vivir. Tal vez la razón de ver, son los dos hombres que más han conocido el idioma. de que pueda estar hablando ahora es que me he ido, que voy y vengo; Después de unos cuántos años de vivir en México me di cuenta de que y pienso que eso lo voy a seguir haciendo hasta el final, vendré a termi- el idioma español que yo tenía en la cabeza, el hablado, era colombiano, nar acá, al mismo sitio donde empecé, o más exactamente a la calle Perú y que así como yo pensaba y hablaba en colombiano, los argentinos habladel barrio de Agosto de la ciudad de Medellín, que toda la vida para mí ban y pensaban argentino, los mexicanos en mexicano. Si yo me hubiera ha sido el centro de la tierra. Volveré a la casa donde nací, a esa casa que ido todos esos años a París o a Nueva York (por donde también anduve) todavía no han tumbado ni el ensanche ni el cambio que acaban con todo. no hubiera podido hacer este descubrimiento; para la literatura es muy Mis recuerdos se han ido convertiendo en olvidos y la personalidad que importante saber qué es lo local, por lo menos para usar el idioma con conalgún día tuve se ha ido diluyendo, se ha ido esfumando, ciencia. Esto no quiere decir que tenga uno que escribir “ para la literatura es se ha ido borrando, como si me hubiera ido ya muriendo siempre en el lenguaje literario, uno podría escribir noveaquí perdido. Todos vamos muriéndonos de a poquito. muy importante saber las (sobre todo novelas, que es el gran género de la literaEspero no terminar muriéndome aquí en Bogotá como qué es lo local, por lo tura desde hace unos tres siglos) en el lenguaje hablado, en mendigo, en ese caos que nunca he podido dominar ni menos para usar el el coloquial, en el de la vida; al final de cuentas hasta sería comprender, ni el de este país, ni el de este planeta, ni el idioma con conciencia.” lo más acertado, la verdad es que las novelas se escriben de la vida, ni el ser humano, ni la vida en general. en el lenguaje de la vida, no en el lenguaje de la literatura. Algunas cosas he entendido en la vida, muy poquitas, y todas por des- El camino que yo tomé fue escribir en el lenguaje de la literatura vivificubrimientos míos, no recibidos de nadie. El primer descubrimiento que cado por el habla colombiana, el habla de Antioquia más específicamente. hice fue después de pasar mi niñez y mi juventud estudiando gramática. No sé para dónde lleve ese camino o si llegó a algún lado, no sé si sea el que Tratando de entender los problemas del idioma me di cuenta de que hay deban tomar los demás, cada escritor debe encontrar el suyo. También en él dos problemas diferentes, uno es la lengua hablada y otro la lengua hubiera podido elegir el camino de escribir en la lengua hablada, coloescrita. Son cosas muy distintas, la lengua escrita, que es la de la litera- quial, como el autor de Al diablo la maldita primavera. tura, es mucho más rica que la otra, más rica en vocabulario y en fórmuTodo esto fue como descubrir al agua tibia. Aristóteles había dicho las sintácticas (fórmulas que son además comunes a todos los idiomas de que el lenguaje de los retóricos tenía el mismo prestigio que la lengua occidente porque vienen del mismo lado). Para empezar vendría la Odisea extranjera, pues el lenguaje de los forjadores de nuestro tiempo (siglo IV 15 El monólogo

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antes de nuestra era) es el literario, la lengua escrita. Así fuera hablada, estaba esperando escribir dos obras literarias importantes y resulté escrino importa, las estructuras, el vocabulario y el léxico eran distintos biendo dos biografías apenas. a los del habla corriente. Esto lo que quiere decir es que mi primer desDespués de esos ejercicios resolví que tenía que hablar en primera percubrimiento fue ver algo que ya habían descubierto 2300 años antes de sona, pues las novelas en tercera persona, con su narrador omnisciente mi tiempo. Sin embargo, ni en la Facultad de Filosofía y Letras de la o no omnisciente, eran absurdas. La verdad es que estamos encerrados Universidad Nacional ni en la Universidad de los Andes nadie me lo dijo, en nuestras propias cabezas. Podríamos medio sospechar qué pasa por nadie lo había descubierto. la mente de los demás, infiriendo cosas de lo que nos dicen, de los gesCuando después de diez años de investigación sobre la vida de Porfirio tos, actitudes o acciones, pero estamos irremediablemente hundidos en Barba Jacob pretendí escribir una biografía, me di cuenta de que no sabía nosotros. Me provocó un rechazo muy grande el narrador omnisciente cómo hacerlo. Buscando la manera de enseñarme a escribir se me encen- que hacía el papel de Dios y que podía decir no sólo lo que pasaba por dió el coco y no sólo vi con claridad los dos idiomas que guarda la lengua la mente de muchos personajes, sino conocer sus biografías como si española (el hablado y el escrito) sino que entendí que una cosa es cómo hubiera investigado diez años, como lo hice yo, para terminar haciendo pensamos y otra cómo debemos escribir. Así que para enseñarme a escri- incluso escenas de amantes, acostados en una cama en un cuarto cerrado, bir hice un libro que se llama Logoi: una gramática y lenguaje literario, como si fueran vistos por un huequito por el ojo del gran inquisidor. en el que hago el inventario de todas las estructuras sintácticas de la prosa Le tomé una animal impresión a la novela en tercera persona y la descarté que son válidas para todos los idiomas de occidente. En ese libro quise en bloque. Aunque claro, esa novela fue la que me llenó la niñez porque simplificar esas estructuras y busqué los ejemplos en todos los idiomas era la que yo quería, la de Balzac, la de Dostoievski, la de Julio Verne, la de que medio conocía (inglés, italiano, francés), si hubiera conocido el ruso Salgari, la de Conan Doyle. las habría ejemplificado en ruso, dado que las estructuras son iguales. Yo estudié en un instituto de cine en Roma y allá hice descubrimientos Es una cosa muy curiosa que algo tan obvio, tan evidente, nadie lo hubiera de varias otras cosas: de que las etnociencias se disfrazan de supuestas dicho como lo estoy diciendo yo ahora. Antes de escribir ese libro, cuando grandes disciplinas como la física. Allá me di cuenta de que el ser humano era muchacho, solamente había unos manuales de retórica que explicaban es la única especie mentirosa y que no somos ningún homosapiens u algunas figuras retóricas de la poesía, pero no de la prosa. Eran manuales hombre sabio, la verdad es que ha mentido durante toda la historia, es muy elementales de preceptiva literaria y no había la sufidecir, hace unos cinco mil años. La especie mintió con “ Yo pensaba y me ciente claridad para determinar este descubrimiento tan palabras y de unos siglos para acá comenzó a mentir con ilusionaba con que tonto. No haberlo hecho a tiempo me dolió a mí enormeecuaciones, la física hoy en día miente mucho porque mente porque, al no poder escribir, me dediqué a hacer todavía no sabe qué es la gravedad o la luna. Entendí tamel cine era el gran cine. Yo pensaba y me ilusionaba con que el cine era bién el fenómeno biológico: la vida entendida como una lenguaje, que era el gran lenguaje, que era superior a la palabra y que era el maquinaria que se viene arrastrando desde un pasado superior a la palabra gran arte del siglo XX. Ahora no pienso eso, ahora siento remotísimo (de dos mil a tres mil millones de años). Yo la y que era el gran arte puedo entender ahora, pero esa maquinaria biológica no que es un simple embeleco, lo sintonizo y veo que no va del siglo XX. Ahora para ninguna parte, que el cacareado proverbio chino era entendible en el siglo XIX cuando Darwin escribió El de que “una imagen dice más que mil palabras” es una no pienso eso, ahora origen de las especies. Él no pudo definir qué es una espementira, es lo contrario, las imágenes son muy limitadas. siento que es un simple cie porque ni siquiera sabía que provenimos de un óvulo En realidad la palabra es nombre y la inmensa mayoría de fecundado por un espermatozoide, pero sí pudo explicar embeleco...ˮ las palabras no se pueden decir en imágenes; no se puede la evolución, ese fenómeno videntísimo de la tautología decir en una imagen, por ejemplo, la palabra infinito o la palabra eterni- que nos recuerda que sobrevive el más apto. Algunas cosas las he llegado dad; no se puede decir en una imagen la frase “dos semanas después” a entender, pero evidentemente me voy a morir sin entender la fuerza de o “cinco semanas después” sin escribir varias secuencias para hacerlo gravedad, la luz o las neuronas del cerebro que producen la conciencia, sentir (el recurso gráfico podría poner un letrero o un calendario o un el alma, la mente o la tensión, como la quiera llamar. Me voy a ir bastante periódico donde se pasa el tiempo, pero la frase misma no la puede decir), confuso, no sé si alguno de los contemporáneos o de los antiguos haya entonces, lo que es tan fácil de decir en un libro, “dos semanas después” visto con claridad alguna de estas cosas, y si alguien las vio no escribió al o “un año antes”, en cine resulta dificilísimo. El cine es un lenguaje muy respecto porque yo no lo he leído. limitado al lado de la palabra. Las universidades de ahora están llenas de charlatanes. Cuando la uniAhora bien, en la literatura de hace tres siglos el gran género literario versidad empezó en el siglo XIII, en los tiempos de Tomás de Aquino, de es la novela. No fue así antes porque en tiempos de Homero o en tiem- San Buenaventura, la gran ciencia era la teología. Pero es que resulta que pos de Virgilio o en tiempos de La Canción de Rolando o del Mio Cid, la teología no es una ciencia, la teología es o una ridiculez o una pseudo era la epopeya. La epopeya dejó de serlo y le dio el campo a la novela. ciencia, pues recurrir a Dios para explicar lo que no entendemos es darle La novela es el gran género literario. Cuando yo escribí el libro de Barba la vuelta al mundo en un minutico; y así mismo, la explicación de Darwin Jacob y la biografía de José Asunción Silva, pensé que la jerarquía podía sobre su pretendida teoría el origen de las especies, nunca retoñó porque cambiar y hacer de la biografía el gran género literario porque, pensé, nunca supo lo que era una especie. Entonces, la universidad desde 1250, reemplazaría a la novela. En la biografía hay que basarse en la estricta ver- desde que empezó hasta nuestro días ha estado llena de charlatanes y la dad y no en la ficción ni en el invento, por lo tanto será siempre un género gran charlatanería de nuestros tiempos es la física, ellos son los expertos menor de la literatura, nunca será una gran obra. La labor del biógrafo, en mentir con ecuaciones, con las dos rayitas del signo igual, pues si el cual la de un portero, es abrir y cerrar comillas, dejar entrar gente y tes- lado izquierdo es igual al derecho y el derecho al izquierdo, para qué les timonios, o pararlos en la puerta y apuntar más bien los nombres de las ponemos las dos rallas, es evidente que sobra uno de los dos lados. Los físipersonas, las fechas, las calles, las ciudades, los calabozos. Desde Plutarco cos que son unos mentirosos, todos hacen su carrera alabando a Newton, hasta ahora no hay una biografía que sea una gran obra literaria, sólo hay cuyos principios matemáticos no ha leído nadie, pues si hay cien persouna que otra buena biografía y en español hay muy pocas. Eso da cuenta nas en el planeta que los haya leído, no hay uno solo en alguna universide mis dos fracasos: el de Porfirio Barba Jacob y el de José Asunción Silva, dad; esos charlatanes se dedican a hablar a la ligera de lo que no conocen.

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En los principios matemáticos que fueron escritos en latín y que traducidos por Andrew Mott el año siguiente de la muerte de Newton (es decir en 1728), no hay ninguna ley de la gravedad, no hay ninguna ecuación, es un libro obtuso de teoremas geométricos que ya nadie entiende, que no son entendibles y que todo el mundo olvidó cincuenta años después de la muerte del físico. La misma palabra “fuerza” que les llenaba de agua la boca a los físicos posteriores a Newton, desapareció y fue reemplazada por la palabra “energía”. A principios del siglo XIX los físicos no tenían ni idea qué era materia y qué energía. Materia y Energía son conceptos metafísicos como la Potencia y el Acto de Aristóteles y de la escolástica, esos no son términos científicos. ¿De que están hablando entonces? He tenido muchas curiosidades en la vida y he tratado de entender todo lo que me aqueja, y por eso en la realidad política y social de Colombia no me meto, esos embrollitos son muy aburridos; y en los que tienen importancia para toda la humanidad veo el empantanamiento y la imposibilidad de cruzar la barrera de la comprensión. Las neurociencias nunca cruzarán la barrera para entender cómo vemos el rojo, el azul, los colores o cómo oímos o cómo percibimos los sabores y los olores, cada vez cartografiarán

con más precisión las áreas del cerebro, pero nunca llegarán a saltar esa barrera de lo incomprensible. Vamos viviendo y muriéndonos en medio de un caos mental, cambiante e irascible. Aquí, así por ejemplo, ustedes me están siguiendo, me están oyendo y están sintonizados con lo que yo estoy diciendo, pero si alguien empieza a toser mucho, entonces van a oír quién tose y si hay un carro frenando afuera oirán el frenón; esto quiere decir que no hay simultaneidad, sólo hay sucesión, sucesión caótica de la cabeza, de la mente. Cuando uno oye notas como Do-Mi-Sol-Do, no las oímos simultáneamente, las oímos a mucha velocidad el pero no almismo-tiempo, y esa sucesión es lo inasible, Cronos. Este caos mental que nos mueve, que da cuenta de lo que somos, lo compartimos con los animales superiores, con las tres mil seiscientas especies de mamíferos. Los perros y los caballos y los camellos y el chimpancé y el gorila son iguales en esencia a nosotros. Aunque claro, nosotros tenemos la posibilidad de hacer instrumentos con las manos y de mentir con el lenguaje, los animales no, pues al tener sistema nervioso sienten dolor, hambre, sed, miedo, terror, aburrimiento, amor, tal como los perros, pero no mienten. De unos años para acá empecé a descubrir que 17 El monólogo

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los animales superiores, los mamíferos y los de sistemas nerviosos com- prójimo y como han continuado la infamia de hacer que las vacas se reproplejos son mi prójimo. Eso nunca lo vio Cristo, primero que todo porque duzcan para comérselas y los pollos crezcan en esos galpones de infamia no existió y segundo porque eso que entendemos por Cristo, son varios y en que pasan sus pobre y miserables vidas desde que nacen hasta que se no uno (tres del Nuevo Testamento y una docena más del siglo II de nues- mueren, sin ver realmente el sol, yo decidí casarle la pelea a los grandes tra era, que es cuando empieza la patraña y, aunque sean la mitad de la humanidad Después de esos ejercicios resolví que del cristianismo y no antes del año 100, (y aún me quedan faltando los chinos), la pelea tenía que hablar en primera persona, como se pretende). Cómo puede ser ese la voy a ganar. Tal vez no la voy a ver, pero sé hombrecito el paradigma de lo humano, pues las novelas en tercera persona, con su que la voy a ganar. Es tanta la gente que hay si no pudo entender el dolor de los animasobre el planeta y es tan poquita la tierra para narrador omnisciente o no omnisciente, les. Mahoma tampoco lo vio, ese personaje sembrar que, dentro de poco, van a tener que eran absurdas. La verdad es que estamos histórico del que se escribió después de dejar de comer carne quieran o no quieran, encerrados en nuestras propias cabezas. doscientos años de muerto (es decir en simplemente porque no va a haber con qué el 800 d.C.). Él debió ser un hombre absolutamente vil y despreciable sostener a las vacas y a los cerdos y a los pollos. La contaminación que están y para nosotros es un perfecto desconocido: asaltante de caravanas, produciendo es de tal magnitud que va a ser imposible la vida sobre el planeta. esclavista, antijudío y antisemita. Y ahora que han venido los biocombustibles a sumarse ya veremos los A estas dos religiones, la una de un personaje que no existió, mítico, cereales, la caña de azúcar, el trigo y el maíz convertidos en el alimento no y la otra del que sabemos muy poco más allá de que era un asco humano, de 6500 millones de depredadores, sino de los carros. pertenece la mitad de la humanidad, esto es, 3500 millones de personas: Voy a ganar la pelea, voy a ganarla peleando. La van a ganar los que 2000 millones de cristianos y 1500 millones de mahometanos. Como están conmigo ahora, que cada día son más y más jóvenes. Nunca antes ninguno de ellos ha querido ver que los animales superiores son nuestro hubo jóvenes que vieran el dolor de los animales como lo están viendo ahora. Por supuesto, como siempre la esperanza está puesta en ellos, eso es obvio, en los viejos no hay esperanza, ni en la gente que tiene la cabeza dirigida por una religión infame como en la que nos educaron, la cristiana, o el catolicismo en versión monstruosa, es despreciable y criminal. Tampoco se puede tener esperanza en esta clase política, cada vez más ignorante, vil, envilecedora y rapaz. Quién de los que están allá parados puede decir hacia dónde deberíamos o tendríamos que ir, yo no sé quién en este país, la verdad no encuentro a nadie que haya sabido la verdadera dimensión de este país ni un alma grande para ver por encima de las pequeñeces del tiempo que les tocó vivir o de los puestos públicos a que aspiraban. El caso de Colombia, que es el país que más me importa porque es el mío, podría solucionarse si nosotros tomáramos el camino que yo propongo: empezar a entender que los animales superiores, los que nos comemos y los que reproducimos para comernos, los estamos atropellando en mataderos de infamia para producir ríos de sangre. Si nosotros aceptáramos quitarnos la venda moral que nos pusieron en los ojos y viéramos eso, estaríamos en la vanguardia de la humanidad, seríamos el primer planeta de la tierra. El planeta que tendría la moral consigo. Pero ninguno la tiene, ¿quien va a ver la moral aquí? ¿los cardenalitos nuestros, los tres?. El que se acaba de morir no lo vio, así que nos quedan dos, ambos de mente estrecha, mezquina, mentirosa y vil, que pretenden que tener la moral, aun cuando saben que son los más inmorales de toda la clase política colombiana. y todos los valores, disque valores, colombianos de nuestra familia, en contubernio con ellos. Hombre, en fin, hablo de mis descubrimientos, pero yo no sé por qué estoy hablando de cosas inconexas, tal vez porque no me dijeron que tenía que preparar una conferencia.

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William Ospina y Víctor Paz Dos escritores fascinados con el siglo XIX colombiano conversan sobre la invención de Simón Bolívar. Dos hombres que participan en el juego de reconstruir esa memoria histórica que se refundió en la premura del día a día y que es hoy un personaje cardinal para la reconciliación social que aún nos debemos.

William Ospina: Bueno, el que sabe de Bolívar es Víctor y cuando

inmensa. Cuando uno se enfrenta a ese abrumador hecho bibliográfico tiene que volverse necesariamente selectivo. Yo privilegio dos biografías que no son ni las más conocidas, ni las mejores en el sentido literario, pero son biografías que se escribieron al calor humano de Bolívar; son testimonios hechos por los amigos que lo vivieron y lo padecieron. La primera es la de Tomás Cipriano de Mosquera, que es además uno de mis biografiados. Tomás Cipriano, su amigo personal y su edecán, escribió unas memorias que corrigió, en términos gramaticales y de sintaxis, Rafael Pombo en Nueva York. Dicho sea de paso, y lo digo orgullosamente, antepasado cercano mío. Esta biografía es interesante desde varios puntos de vista. Es escrita por su amigo, por un hombre que lo admiraba, que lo amaba, y hay que decir que en esa época el verbo amar entre el sexo masculino no tenía connotaciones “perversa” de ninguna clase. En todas las cartas entre amigos había declaraciones de amor, se usaba el “lo amo”; y Tomás Cipriano se vanagloriaba, por supuesto, de amar a Bolívar, de respetarlo. Es sin duda el bolivariano más visceral que hemos tenido nosotros y fue un seguidor casi fanático de su obra y de su pensamiento. Esta biografía tiene ese calor y esa nitidez de la vivencia, tiene esa emoción, esa vibración de lo humano, casi tiene el sudor de Bolívar, algo de sus lágrimas. Bastante llorón era Bolívar; los héroes, como los ricos, también lloran.

nos pusimos a conversar aquí en Luvina, yo tenía muchas preguntas que hacerle. Yo estoy sobre todo interesado en saber sobre Bolívar y he estado leyendo algunas de sus biografías. Me gustaría empezar preguntándole a Víctor cuáles de las biografías que conoce de Bolívar son las que más le han interesado y las que mejor dan la medida de semejante personaje. Víctor Paz: Interesante. Empezó esta conversación casi como un fusilamiento. Yo voy a recordar que Bolívar, coincidencial y maravillosamente. Está cumpliendo años mañana, 226 años y yo creo que está más joven siempre, creo que él descubrió el secreto de la eterna juventud, a lo mejor hasta anduvo con Ponce de León en la Florida. Nunca ha estado tan vivo, tan actuante, tan palpitante y tan vibrante en el ser de la historia latinoamericana como hoy. Salud, porque mañana será de nuevo 24 de julio. William, realmente es difícil responder esa pregunta porque son innumerables las biografías que hay sobre Bolívar, es un exceso, una verdadera desmesura. Tengo referenciados casi miles y miles de libros sobre Bolívar escritos en América Latina y en otras latitudes. Es una cifra que agobia, es ya una imposibilidad real de ser un erudito, en el sentido un tanto casuístico en que se usa el concepto, nos está vedado conocer en su totalidad lo que se ha escrito de Bolívar. Bolívar es una biblioteca

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Sin embargo, tenemos en Colombia, y hay que hacerle el homenaje res- asumí ese riesgo, tuve esa osadía o esa audacia, ese atrevimiento, porque pectivo, la ya clásica biografía de Indalecio Liévano Aguirre, que es muy deseaba mirar desde adentro, desde la visceralidad emocional a Bolívar. interesante, analítica, muy bien escrita y a través de la cual los colom- Creo que ese es el primer intento de una biografía de Bolívar en esa persbianos se han formado una imagen interesante y compleja de Bolívar. pectiva. Por eso en mi obra nos encontramos con todas las potencias Hay una biografía recientemente traducida al español que yo admiro y iluminantes y desquiciantes de Bolívar, con sus desgarramientos, con que me parece extraordinaria en muchos aspectos, es la de John Lynch. sus miserias, con su totalidad y, por supuesto, nos encontramos con ese En Venezuela hay muchísimas, pero yo privilegio la de Augusto Mijares Bolívar poético y romántico. La única perspectiva que juzgué válida para titulada El Libertador. También está la de la francesa Gilette Saurat, que acercarme a ese Bolívar íntimo y desconocido fue la poética; tal vez pores la única biografía femenina, hermosa, escrita con destellos eróticos en que la poesía, como bien lo sabe William, cicatriza o cura las heridas que donde la mujer está sintiendo al héroe cerca, tiene una vibración especial regala la razón. Yo no me pude acercar a Bolívar a través de un análisis y una dimensión interesante. También la de Salvador de Madariaga, que exclusivamente racional o racionalista; si lo hubiese hecho, el verdadero los bolivarianos no la quieren porque encarna una visión desde el otro Bolívar se me hubiese quedado afuera. Él era un ser volcánico, emotivo, lado, es la mirada española sobre Bolívar, pero a mí me parece magnífica intuitivo, pasional, muy español, a veces inclusive español hasta los tuéy enriquecedora, porque aporta puntos de vista diferentes que ningún tanos, claro que con ideas impregnadas de un humor francés, veleidades biógrafo latinoamericano había considerado. Pero los bolivarianos, que de ilustrado, de masón, de librepensador; pero Bolívar en sus creencias, suelen ser fanáticos en ocasiones, no la soportan, porque en esa bio- en las que vive anclado el verdadero ser humano, es un español puro, un grafía se hacen aportes muy críticos sobre su mito. No olvidemos que español afrancesado, digamos. Bolívar ha devenido en una especie de religión laica, y como el fanático W.O.: Tú hablas del carácter tan humano de Bolívar, pero yo a veces me tiene una mente impenetrable e intolerante, no le pongo a leer sus biografías y me parece que hay algo, “Él era un ser volcánico, gusta esta biografía que no se ajusta a los parámeno puedo decir que inhumano, pero sí sobrehumano. tros preestablecidos y mitificantes con que en Amé- emotivo, intuitivo, pasional, En la medida en que hay cosas que me cuesta trabajo rica Latina se ha mirado a Bolívar. entender y no veo que los biógrafos logren arrojar muy español, a veces Nos haríamos inagotables y seguramente fatiganluces sobre eso tampoco. Por ejemplo, esa extraorinclusive español hasta los tes tratando de hablar sobre la gran cantidad de biodinaria terquedad, esa obstinación que parece ir más tuétanos, claro que con grafías bolivarianas. Sinceramente yo no podría decir allá de todo lo posible y lo previsible. Yo veo cómo ideas impregnadas de un cuál es mi preferida, pero así tenga un vago rumor se desplomó la república venezolana y cómo Bolívar vanidoso, la que yo prefiero es la mía, pues me tocó humor francés, veleidades salió en la inopia, sin ninguna esperanza y sin ninparirla entre muchos desvelos y emociones, tamde ilustrado, de masón, de guna posibilidad; no había pasado un año y ya había bién entre lágrimas y risas; se goza y se sufre tanto reconstruido su república. Nuevamente lo aplastan librepensador...ˮ cuando se escribe sobre un personaje que pertenece y otra vez tiene que huir a Jamaica y otra vez está en a las más íntimas vivencias y a nuestra más amorosa percepción histó- una situación en la que casi cualquier ser humano se sentiría vencido, se rica. A propósito, una de las cosas que me inclinó y que me hizo relati- sentiría maniatado, sin tener con quién luchar porque ni los aliados ni los vamente fácil meterme en el alma compleja y volcánica de Bolívar, fue amigos lo apoyaron. Es decir, no había como los recursos mínimos para la de que compartíamos el signo zodiacal de Leo. Eso que puede sonar proponerse semejante tarea. Cada vez que lo derrotan, cada vez que lo a extravagancia, a puro y fantástico elemento extraliterario, a veces anulan, cada vez que lo destierran, concibe un proyecto más desmesurado adquiere una especial capacidad mágica para entender el alma del otro. que el anterior, más grande. Si al comienzo lo que quería era derrotar a Bolívar es una especie de Leo en éxtasis, su personalidad, sus procede- su privada república, ahora siente entonces que tiene liberar al mismo res, a veces soberbios y altaneros, se ajustan perfectamente a esa lectura tiempo a Venezuela y a la Nueva Granada. Sale de nuevo derrotado, deszodiacal. Por un momento me estoy atreviendo a imaginar que el signo de pués de que se hunde la segunda república y ya lo que quiere es liberar al William seguramente es el de Santander. continente entero. Cuanto más derrotado estaba, más ambicioso era. Su Hay un hecho singular, yo califico mi libro como una biografía emo- sueño era casi demencial, en esos tiempos a quién se le habría ocurrido cional. Son más de seiscientas páginas escritas en primera persona. que eso era posible. Y a quién se le habría ocurrido que en la mitad de la Hay que tomar posesión, hay que empaparse y seguramente hasta enlo- selva, frente a la pregunta de “¿y ahora qué hacemos?”, la mejor respuesta quecerse, para escribir desde la primera persona sobre Bolívar. Pero yo o la más viable era “¡Triunfar!”.

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Siempre me pregunto de dónde salía esa fuerza, de dónde salía energía vital, esa obstinación que lo hizo construir un mundo, porque la verdad es que él no es que haya liberado un mundo, sino que prácticamente se lo inventó. V.P.: Pues el factor humano, para utilizar esa frasecita que anda de moda, en Bolívar es desconcertante, todo en él es desmesura, lo único que tenía pequeño es la estatura, de resto el hombre se movía en parámetros delirantes. No es raro que todo lo grande se engendre en el delirio. Él tenía esa capacidad de orientarse por sus propios impulsos emocionales, su delirio no le permitía un amplio campo a lo racional, hay algo de irracional en el mejor sentido de este maravilloso concepto que identifica a Bolívar. La razón se nos empobrece para entenderlo en su complejidad. El delirio no pertenece a la psiquiatría, de pronto sí a la mística o a la más profunda y verdadera poesía. Este hombre era un festín de impulsos demenciales, seguramente en muchas ocasiones perdió la razón para merecer la lucidez. Los biógrafos psiquiátricos de Bolívar nos lo presentan como a un enfermo, como alguien atrapado en el trastorno bipolar, sin duda que la psiquiatría a veces puede decir cositas interesantes, pero es tan pobre su percepción del alma humana que uno a veces está tentado a sostener que lo que hace interesante a la psiquiatría es el testimonio de sus enfermos. W.O.: Bueno, lo que pasa es esto: hablar de bipolaridad postularía la idea de ser un hombre que hace cosas incompatibles y yo no alcanzo a sentir que haya incompatibilidades en su carácter. Muchos cambios sí; hay biografías que mues- cilmente se le podría concebir en Europa. Y qué tanto aporte de esa ternura tran que los testigos de su vida decían que era un espectáculo verle la cara americana que le dio la única amante que él reconoció que era Manuelita, porque cambiaba continuamente, al ritmo de las emociones: del entu- ha podido entrar en el coctel de esa sangre tan apasionada, tan ardiente. siasmo a la ira, de la ira a la indignación y de la indignación a la pasión Yo siento que hay mucha influencia de la ciudad española, de la belicosio a la ternura. Todos esos cambios psicológicos se manifestaban en su dad española, de militarismo español; pero no a todo el mundo se le ocurostro de una manera extraordinaria. Era, por otra parte, muy teatral y la rre hacer el cruce de la cordillera, por ejemplo. El paso de Los Andes es época se prestaba para ello. A lo mejor alguna parte de la explicación de una locura, pareciera que eso va más allá de lo que los españoles esperaban esa energía vital, de esa desmesura, de esa actitud delirante pudo estar en que alguien pudiera hacer, so tomó por sorpresa a la capacidad de previel espíritu mismo de la época, tanto de Europa como de América. Era el sión de los españoles. Una de las claves del éxito de Bolívar era que tenía romanticismo, ese pathos de las emociones intensas de los compromisos esas ocurrencias absurdas o mágicas que, al mismo tiempo, tienen que ver a fondo. Bolívar era de los grandes románticos del siglo XIX, y uno de lo no sólo con una imaginación desaforada, sino con un sentido profundo de hijos más destacados del pensamiento que engendró el romanticismo, que la intuición, de saber qué es lo que hay que hacer en cada momento. finalmente fue el pensamiento de Rousseau y de todos los filósofos. Si uno V.P.: Sobre Bolívar siempre hay que moverse en un territorio centrado piensa en personajes como Napoleón, que es conen posibilidades, en incertidumbres, en hipótesis temporáneo suyo y si uno piensa en Byron, que no “Cuanto más derrotado estaba, que pueden ser alucinadas o solamente factibles. sólo era contemporáneo sino que además era gran más ambicioso era. Su sueño No hay verdades. Por supuesto, muchas de las admirador de Bolívar y que quiso venir a sumarse al aproximaciones que hagamos tienen tono tentaera casi demencial, en esos ejército libertador, sólo que cuando estaba decidido tivo. De hecho, e insisto en el concepto de destiempos a quién se le habría a hacerlo ya no había batallas que librar. mesura, es delirante, demencial sin duda, Pisba ocurrido que eso era posible.ˮ Uno puede encontrar afinidades: la desmesura y llegar acá. Lo mismo sucede cuando Bolívar pende la vida de Napoleón, sus aventuras, sus proyectos saba ir hasta las Filipinas a hacer la guerra de los y sus fracasos tienen un paralelo, una similitud con la existencia de Bolívar españoles; ir a Cuba, a México, también una guerra con el Brasil estuvo y, por supuesto, las aventuras de Byron, tanto eróticas como militares e en su cabeza. Todos estos proyectos nos hablan de un ser extraordinaintelectuales, son comparables. riamente volcánico, nos lo muestra como un hijo del delirio. Parece que Ahora decías que Bolívar te parece un español estructurado, ínte- todo el universo vivía aleteando y convulsionando en su cabeza. ¿Si no gro. Pero yo me veo en la obligación de preguntar si no había en Bolívar hubiese sido así, habría epopeya?. algo más que lo español que le haya permitido derrotar a los españoles. Es admirable en Bolívar, y también algo inexplicable, ese sentido del Es decir, qué grado de pertenencia tenía Bolívar a este mundo americano, movimiento total de la historia que lo caracterizaba. Su gran pasión, su qué grado de incumbencia había dejado sobre su ser, su pensamiento y su delirio fundamental, era ser “el espíritu absoluto montado sobre un cabavoluntad el mundo americano, la naturaleza americana, pues uno mismo llo”, como decía Hegel sobre Napoleón. Bolívar fue nuestro espíritu absosabe que un hombre como Bolívar sólo se entiende en América y que difí- luto y universal montado sobre muchos caballos, y la pretensión esencial

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creía en serio, estuvo a punto de lograrlo, si no hubiera sido por la horda de los Santanderes, de los leguleyos, de los sargentos, de los “suaves filósofos” que le quitaron vuelo al sueño del águila, hoy sería muy distinto nuestro ser y nuestro estar en la historia. W.O.: Ese tema es muy interesante, me atreveré a decir algunas cosas. Por un lado, a mí me paree que era muy fácil en aquellos tiempos malinterpretar a Bolívar; era muy difícil entender, para el término medio de los hombres que había en este continente, qué era lo que Bolívar se proponía. A veces, cuando uno mira la epidermis de los acontecimientos, siente una dificultad grande para entender qué es lo que está haciendo. Leer su vida es leer de cuántas maneras distintas sus contemporáneos y sus amigos y sus cercanos tampoco entendieron lo que él proponía. Toda su vida es una secuencia de momentos dramáticos y sería muy difícil determinar cuáles son más dramáticos que otros. Bolívar da para veinte, treinta y cincuenta novelas porque cada momento de su vida es extraordinario. No es sorprendente que haya bibliotecas enteras dedicadas a él: la infancia es una novela; la vida a los dieciséis años en la corte española, en Madrid, es una novela; el año 1804 en París, cuando asistió a la coronación de Napoleón o se negó a asistir o estuvo en las calles viendo la celebración; cuando vio la llegada Humboldt, después de hacer su recorrido por América; cuando se reencontró con su maestro Simón Rodríguez e hizo el viaje con él por Italia y Los Alpes; cuando volvió a ver a Napoleón en Milán; de su proyecto político era integrar América Latina a un lenguaje de uni- cuando estuvo en Roma. Todo esto es una novela. versalidad, no geográfica, sino en términos de espiritualidad. Quería que Y ni se diga el regreso de Bolívar a América, la declaración de IndepenAmérica Latina perteneciera enteramente a la civilización occidental y se dencia y su misión diplomática a Londres, donde lo que principal, triste integrara, en términos de simetría, de equilibrio y de igualdad con las otras y trágicamente obtuvo no fue el apoyo de Inglaterra - que era lo que él naciones del mundo. Esto es extraordinario. Nadie veía ni pensaba como buscaba - sino el regreso dramático de Miranda a Venezuela. La relación él en esta época, tal vez sólo Miranda, en el cual Bolívar soportó muchos de entre Bolívar y Miranda es una novela aterradora, yo tengo entendido que sus pensamientos; pero los Santanderes, los Páez y los Flórez sólo soña- ese es uno de los momentos en que tú mismo no tomas partido por Bolívar ban y veían parroquias donde Bolívar imaginaba continentes. Esa es la gran porque es tremendo lo que pasó allí: en 1812 Bolívar se trajo a Miranda diferencia. La diferencia entre la grandeza histórica y la pequeñez de los desde Londres. Se frecuentaron a pesar de que le habían advertido expreotros héroes de pacotilla, donde tiene destacadísimo papel ese oscuro per- samente que no se acercara a ese hombre. Bolívar lo trajo a América y, sonaje que yo llamo el “abominable hombre de las leyes”. a medida que lo nombraba en distintos cargos, hacía que Miranda se Bolívar superó todo el localismo, siempre fue consciente de que acercara a ser el jefe la revolución. Luego empezó esta guerra de desestaba acaudillando un proceso político que participaba de lo univer- confianzas mutuas y todo se fue convirtiendo en un roce permanente sal. Él estaba ayudando a fracturar una época que hasta que todo devino en una tragedia espantosa, “Este hombre era un festín debía ser liquidada porque era ya un anacronismo en uno de los hechos más dolorosos de todo el la monarquía, él quería inscribir la Revolución de período de la Independencia. de impulsos demenciales, Independencia en una gramática universalizante. Uno mira una serie de momento de la vida seguramente en muchas Para eso, parcialmente, se valió del liberalismo, Bolívar, una serie de fotografías instantáneas, ocasiones perdió la razón para del liberalismo entendido como idea y como cony le queda muy fácil malinterpretar. Uno lo ve, por merecer la lucidez.ˮ quista del espíritu, como expansión de la libertad, ejemplo, apuntándole con una pistola a Miranda, conquista de la civilización para todos los homque acaba de firmar una capitulación y un armistibres. Esto también es extraordinario en Bolívar, haber sido capaz de cio con los españoles y prácticamente entregando a Miranda a los enemiromper con esa mentalidad fronteriza y mezquina, con esos localismos. gos para que se lo lleven a la cárcel a morir en Cádiz cuatro años después, Nunca pensó en una patria pequeña, siempre pensó en términos conti- habiendo sido el principal soñador de la Independencia. Uno mira la foto nentales y universales. Yo creo que en América Latina Bolívar encarna lo y se pregunta ¿qué pasó aquí?. Uno no ve a Bolívar, por ejemplo, en Cúcuta desobedeciendo las órdenes universal, nos pone en contacto con eso, como lo haría Borges muchos años después. Para mí estos dos personajes, Bolívar y Borges, son la del gobierno de Cartagena que le ha dado las tropas y tomando la decisión de expresión de esa universalidad a la que necesaria e inexorablemente irse a liberar a Venezuela sin autorización. Lo vemos decidido casi a poner sitio en Cartagena… debemos llegar en un futuro bastante próximo. Llevamos doscientos años tratando de caminar las huellas de ese sueño V. P.: No, es que efectivamente la sitió… que soñó él con plenitud y no hemos avanzado un culo en eso. Bolívar lo W. O.: Iba a sitiar a Cartagena, que estaba en poder de los patriotas 23 La memoria

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y que tenía un gobierno patriota. Mirando las cosas así, tan epidérmi- pasó en esos días y para decirlo a grandes trazos, uno ve cómo Miranda, camente, Marx mismo ha escrito semejante andanada contra Bolívar, una vez nombrado jefe de la revolución, había designado a Bolívar defengracias a que la información con que contaba era esa misma informa- sor del fuerte de Puerto Cabello, en Carabobo. Era un fuerte muy imporción epidérmica. Uno mismo se pone a mirar más a fondo, a escuchar tante y de su conservación dependía la Primera República. Bolívar sabía las voces de unos y otros, y comprende que muy posiblemente en ese que con los recursos que tenía no iba a poder defender el fuerte. Pero lo conflicto con Miranda, Bolívar tenía razón. Muy seguramente cuando más importante es que estaban allí presos un montón de españoles muy desobedeció a Castillo y cuando desobedeció a los señores de Carta- poderosos y muy ricos, que fácilmente podían sobornar a los guardiagena y se fue con las tropas a liberar a Venezuela sin autorización, muy nes y apoderarse del fuerte y, con él, herir terriblemente la revolución. posiblemente tenía razón. Y la prueba puede estar en que un mes des- Parece que cuando Bolívar vio que eso estaba a punto de ocurrir, le pidió a pués entró victorioso a Caracas e instalaba la república. En el momento Miranda refuerzos, aun cuando ya sentía Bolívar que había sido nombrado en que ocurre el hecho, uno puede fácilmente pensar que Bolívar está jefe del fuerte, como una estrategia que concibió Miranda para sacarlo del loco, que es un traidor. Pero cuando uno mira en perspectiva las conse- frente de combate. Ahí ya estaba la idea de una rivalidad entre ellos, pues cuencias pensamos que él tenía que tomar esa decisión. aunque Miranda le daba una responsabilidad muy grande, le quitaba el Es impresionante cómo esa vida, a la larga, termina justificándose por carácter protagónico de ser jefe de las tropas. la enorme distancia con la enorme visión con la que él actúa. Lo cierto es que el fuete cayó, los españoles se apoderaron y Bolívar V.P.: Ese es uno de los puntos cruciales cuando uno se enfrenta con la rea- le pidió refuerzos a Miranda una y otra vez. Cuando le llegó la noticia lidad de ese ser llamado Bolívar. Todos sabemos que es también el mito, a Miranda, después de cuatro o cinco días que había tardado en llegar como sabemos que el mito es la cristalización de muchos elementos cul- la carta, decidió no ayudar a Bolívar en ese momento. Pero cuando se turales y políticos. El mito es una dinámica poderosa y hechizante que ha enteró de que el fuerte había caído, Miranda se descorazonó y sintió que actuado en casi todos los fenómenos de la historia, tiene algo de magne- no había manera de sostener esa revolución y que lo mejor era firmar tismo, de enigma impenetrable. Con Bolívar es difícil separar la realidad un armisticio con los españoles para evitar un desangre. Yo creo que del ser humano de la carnadura mítica del personaje. El mito, en muchas Miranda pensaba evitar una retaliación de los españoles, que podrían ocasiones distorsiona, destroza la posibilidad de mirada objetiva. ¿Será haber arrasado con toda esta generación. tan malo eso? ¿No habrá un fetichismo de la objetividad? ¿Acaso la magia Cuando Bolívar se enteró de que Miranda capituló se sentía muy culno pertenece a la historia y al alma del ser humano? ¿Cómo separar, cómo pable de la caída del fuerte, aunque no era. Y cuando se enteró de que hacer una cirugía entre el mito y el hombre latinoamericano? por esa razón Miranda había entregado la revolución, se indignó terribleW.O.: Bolívar ya no pertenece a la historia sino a la mitología… mente y debió pensar que lo habían nombrado jefe de la revolución, pero V.P.: Creo que ya lo he dicho en esta charla desordenada y hasta anar- no dueño, de modo que si iba a capitular debió haberlo conversado con quizante, pero Bolívar acabó configurando una religión laica entre los el resto de los jefes. Bolívar voló como pudo hasta la Guaira y Miranda ya latinoamericanos con sus rituales, con ceremonias, con sus estatuas, con había hecho el pacto para poder irse al exilio y conseguir la promesa de los sus poemas, con sus liturgias. ¿Cómo entrar con bisturí objetivo a este españoles de respetarle la vida a los jefes de la revolución. Bolívar sentía fenómeno religioso? ¿Cómo hacer la disección quirúrgica, repito, para que ahí había habido traición. separar al hombre del mito, si esa simbiosis existente acaba configurando Cuando Miranda abrió los ojos, Bolívar le estaba apuntando con un una sola totalidad? Cuando uno previamente asume la aventura incierta revólver. Ocurrió que los españoles se apoderaron de él y se lo llevaron. de meterse con un personaje como éste, se plantea muchas preguntas El dramatismo de los hechos admite entonces interpretaciones. que casi nunca resuelve, pero acaba aceptando que a veces hay que hacer Hay una plata por ahí, en un barco, que muchos utilizaron para acusar alguna transgresión sobre al mito para rescatar el hombre. Yo no le niego a Miranda de traición y de haberse dejado comprar por los enemigos. muchas de las miserias que pudo cometer. Yo conozco, por ejemplo, Aquí hay un episodio sobre el que yo no digo que se pueda decir la la traición que le hizo a Miranda. Es una traición abierta: Bolívar cam- última palabra y, de todas maneras, ese es de los momentos de la vida de bió por un pasaporte a Miranda. Yo lo pongo a llorar y a sangrar en mi Bolívar el que más sombras arroja sobre él y sobre su conducta. Finalmente novela por esa traición, es el único momento donde los enemigos de Bolívar, si por algo lo han criticado yo acepto que puede tener cabida una interpretaa lo largo de la historia, ha sido por su relación con “Es admirable en Bolívar, ción psicoanalítica, pertenece al capítulo de matar Miranda y por la manera como terminó, por la catásy también algo inexplicable, al padre. Bolívar, que nunca tuvo padre en su vida trofe social, política, psicológica y humana en que ese sentido del movimiento real, convirtió a Miranda en un padre emocional naufragó la primera República venezolana. y político, en un punto de referencia de su proyecto total de la historia que lo V.P.: Bueno, volvamos entonces sobre el tema de existencial. Esto para mí es bastante especulativo, caracterizaba. Su gran pasión, Puerto Cabello. La actuación militar fue una torni conozco bien ni comulgo con la jerga psicoanasu delirio fundamental, era ser peza total por parte de Bolívar, los mismos analistas lítica. Pero parece evidente, como lo decía Dimitri lo han dicho, se perdió todo lo que habían hecho “el espíritu absoluto montado Karamasov, que es difícil imaginar a alguien que no hasta ese momento, la primera República estaba haya soñado o imaginado matar al padre. De alguna sobre un caballo”, como decía hundida. Y el mayor esclarecedor de ese desastre es manera, había una compulsión muy profunda, un el propio Bolívar, pues las dos cartas que le escribe a Hegel sobre Napoleón.ˮ caos emocional, que lleva a Bolívar al asesinato de Miranda en ese instante son escritas por un Bolívar ese padre Miranda. Un pretexto político, un sentido de frustración por su destruido, deshilachado, atomizado, desgarrado visceralmente, humillado derrota en Puerto Cabello, una vergüenza humillante para su ego, tantas mental, emocional y psicológicamente. Esas dos cartas son reveladoras, veces altanero, le sirvió para asesinar al padre. Sin duda que aquí hay un ahí se muestra cómo vivió él un drama infinito, no sé cómo no se suicidó; repugnante acto de traición hacia Miranda, y nadie lo ha podido justificar entre otras cosas tenía muchas veleidades de suicida, le coqueteó mucho porque es injustificable en sí mismo. a esa posibilidad a pesar de que sus intentos no los cristalizara nunca. W.O.: A mí parece muy dura tu posición frente a ese punto, aunque es W.O.: O sea que entonces, en vez de suicidarse, decidió apuntarle con un posible que sea así. Cuando intentamos reconstruir la escena de lo que revólver a la cabeza del padre… 25 La memoria

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V.P.: Psicológicamente él estaba muerto. Esas cartas son muy reveladoras, tienen una alta expresividad emocional. Bolívar sólo podía resucitar matando al padre. Vuelvo a mi hipótesis precaria - más literaria que histórica, freudiana - para decir que Bolívar, amarrado a la sombra de Miranda, no habría cabalgado solo, no sería lo que fue. Miranda de muchas formas no lo dejaba existir. Recordemos que también en términos políticos Miranda fue su tutor; la Constitución de Bolivia la alimentó Bolívar con elementos mirandinos. Ese padre devorador, ese padre posesivo pesó en su alma durante casi todo el trayecto de su vida. No tengo hipótesis muy claras desde el punto de vista histórico y me valgo de esa grotesca aproximación (digo grotesca por el tipo de conocimiento que yo tengo sobre el psicoanálisis) para declarar una hipótesis posible. A mí no se me cae el héroe porque haya cometido una traición; al contrario, esa es parte de su grandeza. Un héroe es un desmesurado hasta en sus miserias. W.O.: Bueno, pero hay otros dos momentos de tensión, entre tantos, en la vida de Bolívar. Uno primero es, por supuesto, su relación con Miranda, que da para muchas conversaciones e investigaciones que concluirían en una novela casi policíaca, en la que hay que seguir el rastro de los hechos minuto a minuto y en donde importan todas las pistas: la lámpara, la carta, el temblor de la voz, el pasaporte. La historia del pasaporte es especialmente dramática porque al otro día de haber entregado a Miranda, su amigo Iturbe, un español, le ofreció conseguirle un pasaporte con el llos, uno termina sintiendo que Piar no estaba tan equivocado y que sabía jefe de los españoles victoriosos para poder irse del país. Cuando Monte- cuál sería la suerte de los indios y de los negros en manos de los criollos verde le entregaba el pasaporte, le dijo: “Le entregamos este pasaporte ricos que heredarían el poder de la República. Esa es una historia muy por los servicios que le ha prestado a la Corona y al Rey, al entregarnos al interesante pero que tomaría mucho tiempo analizar. jefe de la Revolución”. Bolívar, dicen los biógrafos, sintió un escalofrío Me interesaba hablar de la relación con Santander y de aquella tarde en y respondió: “Yo no lo entregué para prestarle un servicio al Rey sino Guayaquil. De la relación con Santander, yo le decía la vez pasada a Vícpara castigar una traición”. Por ese comentario, el pasaporte ya no se tor, que cuando empecé a leer sobre Bolívar yo odiaba con fervor a Sanlo iban a entregar, de modo que Bolívar en ese momento fue práctica- tander y que, a medida que fui leyendo, le fui perdiendo el odio. No es que mente capturado. Pero apareció Iturbe, su amigo no sienta mucha animadversión por él, pero fui el español, porque a Bolívar siempre se le aparecía disminuyendo mi malquerencia a medida que “a mí me paree que era muy una estrella en el momento adecuado, y le dijo a yo veía su presencia y su lugar en la historia. fácil en aquellos tiempos Monteverde: “No le haga caso a este calavera y déle En cambio, Víctor me decía que había empezado ese pasaporte para que se vaya ya”. Le entregaron malinterpretar a Bolívar; era muy sin tener mayor afecto o desafecto por Santander el pasaporte y Bolívar se fue. difícil entender, para el término y que a medida que estudiaba, lo iba odiando más. Esa sería una novela abierta a muchas interrogaMe parece muy interesante oír su versión. medio de los hombres que había ciones. Pero hay otros dos momentos muy dramátiSi uno lee la correspondencia de Bolívar en esos en este continente, qué era lo que cos y muy importantes: la relación con Santander y… primeros años de la guerra, y sobre todo si lee las Bolívar se proponía.ˮ V.P.: Con Piar… cartas que manda a sus generales, ve que siempre W.O.: Ah, bueno, de Piar ni hablemos porque esa es son cartas escritas por un jefe a sus subalternos: otra novela. Una en la que Piar posiblemente tenía razón. Piar pensaba de una cuando le escribe a Bermúdez, cuando le escribe a Mariño, etc. Son siemmanear absurda y loca que la Revolución no era sólo contra los españoles sino pre dando órdenes: “¡lleve tantas herraduras a no sé dónde!”, “¡consigan también contra los blancos, que de este continente había que echarlos a todos estos fusiles!”, “¡traigan rápido las municiones!”, “¡corran rápido a cory que se quedaran solamente los indios, los muy zambos y los negros. tarle el paso a Monteverde que viene por Valencia¡”. Pero cuando empieza a escribirse con Santander, siento que cambia el Bolívar sabía que con esa lógica era imposible triunfar jamás y que lo que permitiría avanzar esa Revolución era que los criollos, hijos de españoles, tono. Por primera vez no aparece dándole órdenes a un subalterno, sino expulsaran a sus padres y permanecieran aquí. Piar entonces era enemigo hablando con un amigo, pues le hace bromas, le trae citas literarias, etc. de los blancos y a Bolívar le tocó terminar fusilándolo porque sentía que Hay un tono que es como si por primera vez Bolívar se sintiera hablando con su actitud iba a precipitar una guerra civil que impediría que los españoles alguien para compartir su universo mental que, de paso, era muchísimo más amplio que el de cualquiera de sus generales. Yo no sé qué tan culto podía salieran jamás del continente. Pero cuando uno mira dos siglos de historia y uno sabe qué suerte ser Santander, pero en la correspondencia Bolívar pareciera que estuviera corrieron los indios y los negros después de la Independencia de los crio- hablando con un igual por el tono. A partir de ese momento empiezan las

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V.P.: Los matices a veces son interesantes, pero yo creo que está desbordando el matiz de generosidad con Santander. En este momento lo estoy pensando, lo estoy sintiendo y lo estoy oyendo. La fricción entre Santander y Bolívar empieza casi desde el mismo instante en que él tiene ese acto de iluminación negativa de nombrarlo vicepresidente. W.O.: Parece que el primer momento en que se vieron Bolívar y Santander, Bolívar lo amenazó con fusilarlo. V.P.: Si… o me fusila usted o yo lo fusilo… Miren por ejemplo este pequeño texto, que es como una clave de sol para entender esa turbia relación. Recién nombrado vicepresidente, Bolívar le escribe a Santander, y haciendo gala de su maravillosa ironía, le dice: “No está mala la vicepresidencia. Con veinte mil pesos de renta y sin el peligro de perder una sola batalla, ni de morir en ella, ni ser prisionero, o pasar por inepto o por cobarde, como le sucede a un verdadero general del ejército… Usted me parece que ha olvidado su oficio o usted no es franco como yo lo he creído siempre, aunque deseo aún que lo sea…”. Esto era aún en la fase donde eran más amigos, es muy irónico. Yo no conozco ninguna carta de Santander donde éste se asome siquiera a cierta elegancia conceptual y mucho menos a cierta elegancia literaria. Escribe como un contabilista, más estilo literario tiene un hombre que lleva libros de contabilidad; escribe como un inculto abogado de San Bartolomé, no hace alarde ni podría hacerlo de ningún pensamiento político, todos sus fricciones, porque Santander ya no sólo le está mostrando su gracia y su inte- documentos son de casuística, de horrible, estúpida y acrítica casuística. ligencia, sino que empieza a mostrar su ambición, su mezquindad, su espíritu De vez en cuando cita un librito de historia, es muy poco el valor intelectual de tendero y las quejas que tiene por lo que le piden las tropas que van hacia de Santander, así sus muchos amigos, en este país santanderista, pretenel sur. De este modo va cambiando el tono hasta que terminan enemistados. dan convertírnoslo en un intelectual. Eso sí que es otra desmesura Pero a mí me parece interesante ese cambio de tono, porque evidenSantander decía cosas como esta: “Si en la Constitución se encuentra cia un tipo de personaje en Santander. Además, cuando uno mira lo que el mal, el mal se hará”. Imagínese eso esto bordea la imbecilidad; aquí no fue esa guerra hacia el sur, puede oír las dos voces: puede oír la de San- habla un jurista, sino un simple abogado que repite tonterías. tander diciendo: “A estos guerreros no les interesa sino hacer la guerra y En cambio Bolívar, como lo discutíamos como William amablemente, no paran nunca, no sólo les basta acabar con es un creador de pensamiento político, un haceeste país sino que ahora quieren seguir con dor de formas nuevas. Inclusive si la muerte y la El mito es una dinámica poderosa el siguiente. Y tengo que ser yo el que les miseria de los otros no lo traicionan tan rápido, y hechizante que ha actuado en casi mande la plata porque ellos no saben produnos habría librado de ese gran karma cultural, todos los fenómenos de la historia, cirla, sino sólo gastársela”. Por supuesto que ese que significa ser una cultura esencialmente yo estoy tratando de caricaturizar el monó- tiene algo de magnetismo, de enigma imitativa. Bolívar se apoyaba en Rousseau pero impenetrable. Con Bolívar es difícil logo de Santander, pues él se decía cosas para interpretar nuestra realidad; en camcomo “yo soy el que tiene que administrar, separar la realidad del ser humano de bio cuando Santander necesitaba algo, salía el que tiene que manejar aquí las finanzas, el corriendo a copiar y a traducir una Constitula carnadura mítica del personaje. que tiene que recoger los impuestos y todo se ción. Bolívar se daba el lujo de crearla. tiene que ir para las tropas que nunca paran Es totalmente distinto. Su gran tragedia fue la de hacer la guerra hasta el final del continente y del mundo”. soledad, su soledad política, soledad afectiva, soledad de todos los tipos. Pero, en esta misma medida, podríamos oír también la voz que Bolí- Nunca tuvo pares, era un náufrago de su propia grandeza, un solitario. var tiene en su mente: “Claro, que Santander se queje, porque él quiere Él mismo se definía con una metáfora hermosa, decía que era un alfarero tener su paisito, con sus escuelitas y sus estudianticos bien uniforma- de repúblicas. Quería, en fin, fundar y crear sociedades. Por ejemplo, la dos y cree que eso es posible sin derrotar a los españoles. Si yo dejo de visión torpe de todos los abogadillos, como Santander, consistía en querer pelear un solo día, al otro día se le cae el negocio a Santander porque crear gobiernos, cuando Bolívar quería crear naciones. vuelven los españoles. Él se queja de los guerreros, pero, por ahora, si Cuando Santander se fue a Casanare, un territorio despoblado, no hay guerra no hay república”. que tenía sólo doscientos soldados, fundó una republiqueta de papel Aquí hay entonces una tensión entre dos actitudes que uno puede más o y nombraron de presidente a un santandereano, a Simón Serrano, imamenos entender, pues a uno le toca conseguir para los caballos y para la pro- gínense. De alguna manera uno podría decir que hay culturas que se visiones, para sostener un ejército muy costoso que tiene que estar haciendo rigen por un texto: España se nutre y vive de don Quijote, pero los la guerra. Hay que ver los matices, la complejidad de los acontecimientos. textos que querían orientar nuestra vida republicana en países como 27 La memoria

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esos, eran textos constitucionales mal traducidos y mal copiados. Qué tristeza, somos hijos de la palabrería y del leguleyismo. No es nada gratuito que nuestra miseria y nuestra tragedia histórica estén tan bien relacionadas con ese hecho de que al abogado tramposo de Santander se lo haya convertido en héroe fundacional. La diferencia entre Bolívar y todos los demás es infinita, nunca podría ser par ni compañero de conversación de Santander. Bolívar como genio astuto, genio de la política y lo militar, le tenía que “lambonear” a Santander para que le mandara los recursos para completar su guerra. Y a veces le mandaba efluvios cordiales y lo metía en un mundo de afectos, aun cuando sabía la clase de sujeto que era. Y a propósito, como cuña, mi próxima novela es sobre su majestad, sobre el General Santander al que yo llamo “el abominable hombre de las leyes”. Se llama Las penumbras del general: vida y muerte de Francisco de Paula Santander. W.O.: Ese tema de Santander también dará para mucho en estos años que vienen. Pero hay un tercer momento y como aquí no vamos a poder hablar toda la noche hay que aprovechar el tiempo. Yo diría que el problema con Miranda es un conflicto continental, que al mismo tiempo tiene un carácter muy venezolano; el conflicto con Santander tiene un carácter muy colombiano, aunque es un símbolo de lo que fue el conflicto de Bolívar son sus generales en general; pero hay un tercer momento que también se presta mucho para la polémica, lleno de enigmas, y es su relación con el General San Martín y la entrevista. Para resumir brevemente los hechos, Bolívar había avanzado en la independencia de Venezuela, de la Nueva Granada y de Ecuador, mientras San Martín avanzaba independizando a Argentina, Chile y Perú, siendo nombrado el Gran Protector de este último. Pero para expulsar a los españoles del continente se necesitaba un solo jefe y un solo ejército porque, como Bolívar decía siempre, si hay dos jefes hay guerra civil y nunca se van de aquí esos españoles. Bolívar luchó toda la vida por un mando único, por una jefatura única, ya que sabía, como general napoleónico, que el jefe único era fundamental porque el enemigo era uno mismo para todos los países suramericanos. La unión de los país latinoamericanos resultaba fundamental para poder acabar con la dominación española. Cuando llegó Bolívar a Guayaquil, se encontró con el General San Martín, un encuentro a puerta cerrada una tarde entera y de esa reunión debía salir un solo jefe. Nadie oyó lo que se dijeron, salvo el joven soldado que los escoltaba desde afuera y que con los años sería el famoso Tomás Cipriano de Mosquera. Él era un edecán que estaba allí y parece que cuando los generales alzaban la voz alcanzaba a oír algo de lo que se decían. V.P.: Es que Tomás Cipriano, siendo payanés, necesariamente tenía que ser chismoso… W.O.: Pues bueno, no sé sabe si oyó algo o no, pero lo que sí se sabe es que cuando se abrió la puerta, Bolívar se había convertido en el jefe de todos los ejércitos de Suramérica; y San Martín, que iba a durar todavía un tiempo más administrando cosas, salió con la decisión no solamente de renunciar al cargo de jefe sino además de irse al exilio. San Martín, un año después, abandonó la guerra, ni siquiera se convirtió en el subalterno de Bolívar sino que abandonó la guerra. Bolívar, que era un gran bailarín, a diferencia de San Martín, que era muy austero… V.P.: …pero tenía amantes también. Decían que bailaba con Rosita Campuzano de vez en cuando, cuando le daban papaya. Esta amante de San Martín era de Guayaquil y era muy amiga de Manuelita Sáenz; eso es muy interesante, dos ecuatorianas amantes de los dos grandes héroes y generales de la época. W.O.: Dicen que después de esa entrevista San Martín pasó toda la noche en su barco, mirando el mar, solo, pensando, y que Bolívar pasó toda la noche bailando. ¿Qué pasó en esa entrevista?

V.P.: Eeeeh… Pues como nadie oyó… W.O.: pues es que como existen los que oyen lo que nadie ha oído… V.P.: Sí… siempre algo se inventan. Yo quisiera rematar, con la venia de la concurrencia, con una paginita, que es el final de mi libro sobre Bolívar, cuando todo ha pasado. Se me ocurre contar en este momento, que Bolívar cabalgó 123.000 km., eso no lo resiste uno ni en avión, esa cifra es de desmesura. Con razón le decían “culo e’ hierro”. Este solo dato ya lo haría respetable como ser biológico, como gigante, a ese pequeño hombre de 1.65 m de estatura, aun cuando se vanagloriaba de decir que era dos centímetros más alto que Napoleón. Y, a propósito, Napoleón una vez escribió, o dijo, que todo lo que había hecho él lo había hecho por su vanidad. Eso parece terrible, pues fue el hombre que consolidó Revolución Francesa. Bolívar, y esto podría ser equivalente, dijo y escribió muchas veces que todo lo que hizo lo hizo por su gloria. A él no lo trasnochaba demasiado la ideología, pero hay que entender que el hecho de que lo haga por su gloria no quiere decir que no interviniera el proceso ideológico. Este punto es fundamental en el análisis de Bolívar. Yo tengo una hipótesis que supongo que no debe ser original, es un poco arriesgada, y es que Bolívar inaugura una nueva categoría histórica en Latinoamérica (él y muchos otros, Miranda y hasta Mosquera también lo hacen). Es el surgimiento de un fenómeno nuevo que lo trastoca todo: el nacimiento del individuo. Bolívar tenía conciencia de ser un individuo, de ser una personalidad; no quería valerse ni de su familia, ni de su cultura ni de su raza ni de su pasado. Toda la carne de sus deseos la ponía en ese objetivo extraño, insólito… ser individuo; esa categoría no existía en América Latina. Por eso la música liberal le sonaba tan bien a su alma, en la medida en que era convergente con sus íntimos anhelos. Liberalismo es individualismo. En ese momento, la categoría individuo coincidía con la categoría universal. Es interesante esa posibilidad de análisis, porque abre nuevas ventanas y nuevos horizontes interpretativos. Antes la gente funcionaba como perteneciente a una familia, a una clase. Los hombres no se habían desprendido de esas categorías a las que estaban amarrados con cordones umbilicales que los unía a clasificaciones preestablecidas, no se habían parido. El de Bolívar fue un acto de autogestación, es de los primeros individuos. Es el equivalente a Manuelita Sáenz, que en algún sentido es una de la primeras mujeres que actúan como tal en América Latina. Sus procederes desbordan la categoría biológica, asume la libertad, la ejerce, y por eso es libre en su erotismo, es libre y dueña de su escándalo, la transgresión de las categorías aplastantes como la familia, la cultura, la Iglesia es emocionante y exaltante la pareja BolívarManuela. Casi todas las culturas han tenido un arquetipo de pareja. En la cultura latinoamericana, es Bolívar y Manuela; son el equivalente de Romeo y Julieta o de Abelardo y Eloisa. ¿No tiene una enorme fascinación esta pareja libertaria? Bolívar y Manuela nos enseñaron a ser libres hasta en el amor, otra faceta que a veces se desdibuja en la comprensión vital de Bolívar, como si la ciencia de la historia pretendiese ser ofensa contra el erotismo. A lo mejor por eso a veces nos aburre tanto. Ya para terminar esta carreta yo quisiera leer una página de mi libro sobre Bolívar. No me cabe la menor duda de que leído puedo ser más soportable y más sugerente que hablado. Después… ¿qué vino después? Salir del escondrijo y el barro. El cuerpo que tiembla. La infinita y la amarga desilusión. El dolor,, el inabarcable dolor de comprobar que un inaudito sueño de futuro sólo había servido para convocar el sucio festín de algunos asesinos. Allí empezó como el olvido. Ya soy un fantasma hecho de ese olvido. Ya me habían matado muchas veces. Ya nada parecía importarme. Seguramente me enamoré de ese fantasma. ¿Quién más que yo podía saberlo?

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Se rebeló el sanguinario Obando en compañía de José Hilario. Derrotaron a Mosquera en La Ladera. Pactaron con La Mar para que se hiciese más fácil la invasión. ¿Tienen memoria los fantasmas? Voy al sur. Firmo un arreglo apresurado con aquel par de coroneles canallas. Sí, el fantasma tiene patria. Mejor ese arreglo a que la perfidia de La Mar acabe infectando y destruyendo lo que queda de Colombia. Aun cuando en Colombia ya no se puede hacer nada bueno. Todo ha desaparecido para siempre. Aun cuando en Colombia ya sólo se puede vegetar entre los sufrimientos y la adversidad. Aun cuando en Colombia lo único que se puede hacer es renunciar a la quimeras que tiene la esperanza. Aun cuando en Colombia, si acaso, el instinto es lo único que puede ayudarnos a vivir un poco más. Aquí sólo está fructificando el instinto y su violencia. Aquí al alma se le ha declarado que viva en el exilio. Mi fantasma envejecido, enfermo, torturado por la tos, escarnecido, dislocado por la desilusión, siguió viajando al sur. Sólo faltan tres días para que termine este año turbio y fatídico de 1928. El general Santander ya estaba en exilio. Le perdoné la vida, ¿Debí hacerlo? Sí, quise y pude hacerlo. Quizá para que los siglos recuerden que el perdón purifica al ofendido y nunca al ofensor. En general La Mar y sus 8 000 hombres han iniciado la invasión por tierra a las provincias del sur de esta Colombia. Permanezco en Popayán durante dos meses. Espero tropas que vengan de Bogotá. Después voy a Quito. Allí se me informa que otra vez el maravilloso Sucre ha destrozado por completo el ejército invasor y que la guerra ha terminado. Y la enfermedad, trabajando sobre la precaria y deshilachada realidad de mi cuerpo. Soy ese fantasma que continúa muriendo. Llamo bilis negra a esta inmunda sensación que me hunde en el dolor. La ingratitud me tiene aniquilado el espíritu. ¿Quieren mi vida?... Aquí la tienen. ¿Quieren que continúe en el martirio de ser Cristo sin ser Dios? Ahora sólo estoy resuelto a irme de Colombia. A morir de tristeza y de miseria. Ahora sólo quiero que sepan que mi tristeza tiene desmesura y que la calumnia me ahoga como las serpientes de Laoconte. Alguien me avisa que se ha sublevado Córdoba. Que se levanta. Que continúa la sangre corriendo por esta desventurada patria. Manuela, cómo tenías razón al prevenirme que ese general era traidor. Otro aviso me informa que el gobierno de Bogotá anda dando pasos para establecer una monarquía y que está en negociaciones diplomáticas para buscar un príncipe europeo que asuma el poder. ¡Oh, Dios mío! ¿Qué ironías son estas del ingenio humano? ¿Acaso esos señores no se han per-

catado de que el príncipe de las tinieblas ha gobernado, y gobernará por los siglos de los siglos, esta cloaca que acabó fundando mi delirio? Debo regresar a esa sombría capital, donde continuarán conspirando contra mí con puñales, con calumnias, con dicterios. Cuando llegue, seguramente imaginarán que soy yo el que pretende ser rey. Se equivocan. Siempre he sido rey, el rey del infortunio. No seremos dichosos nunca. Ahora sólo estoy deseando con ansia un gran momento de desesperación para terminar esta vida que es oprobio. Pero hay que cumplir las órdenes del destino: hemos luchado más de veinte años haciéndonos cada vez más desgraciados, y si no nos retiramos pronto, seremos las criaturas más viles. Todo conspira contra nosotros. Me quiero largar para siempre de esta que es la morada de Satanás. Les dejaré el mando, pero me llevaré mi gloria. Me iré de este país en la más absoluta miseria pero prefiero la limosna a ser espectador de tantos horrores y de los horrores que aun deben llegar. Estoy ya en Bogotá, perdido y amargado entre sus sombras. Venezuela se ha separado, Páez se ha hecho cargo del mando. Hoy es 15 de enero de 1830. El Congreso me ha esperado para iniciar sus sesiones. Manuela también me ha esperado para intentar un inútil consuelo. Mi cadáver, iluminado por su fantasma, se dirige a ese Congreso y dice: “Colombianos:

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He sido víctima de sospechas ignominiosas, sin que haya podido defenderme la pureza de mis principios… a nombre de Colombia os pido, os ruego que permanezcáis unidos para que no seáis los asesinos de la patria y vuestros propios verdugos…” Pero ya casi todos eran asesinos y verdugos. Mis funciones públicas habían cesado para siempre. Mi conclusión era definitiva: el único bien que habíamos conseguido, a costa de todos los demás, era la independencia. ¿Habría valido la pena? Yo ya no creía en mis ideas, pero para morir me aferraría con apasionada desesperación a mis creencias. La asamblea nombró Presidente a Joaquín Mosquera. Yo me iría para siempre. Definitivamente me iría. Regalé mi quinta, esa quinta en cuyo frontis se había escrito: “Mi dicha es amar”. Y allí había amado. Eran los comienzos de mayo, y ahora comenzaba el viaje hacia la muerte.”

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El espacio, el cuerpo y el espectador de las obras de

Giangrandi

Unas palabras sobre la obra del artista italiano que trabaja incansablemente porque transitemos nuestras inquietudes y conozcamos las distintas posibilidades de la expresión. Un pequeño homenaje en agradecimiento a todas sus dimensiones. Puede parecer un ejercicio doble ese de imaginar un espacio, un espacio con volumen, al ver una imagen de dos dimensiones. Puede parecer un ejercicio doble pues mientras que para los ojos no hay sino una superficie plana con una imagen encima, para la mente habrá un cuarto, un patio, la calle de una ciudad, un estudio de danza. Al ver los óleos, grabados y las fotografías de Umberto Giangrandi, la aparición del espacio e, incluso, de cuerpos que allí actúan y que lo habitan salta a la vista. Hacia el final de la década de los 60 los patios que pinta son patios gigantes en los que se lava la ropa, se extiende, se pasa la vida diaria para las mujeres que allí actúan y, al mismo tiempo, se padece esa misma vida de todos los días. En

este momento el ejercicio no es doble; es un triple ejercicio. El cuerpo, solitario y femenino las más de las veces, no está simplemente actuando dentro de un espacio y permitiéndole tener volumen. Este cuerpo ha pasado ahora a ser un personaje con emociones, con sentimientos, con un pasado y, más que eso, con una vida presente que lleva a cuestas. Y es aquí que las trasposiciones no se dan sólo dentro de la imagen y la mente de quien la mira, la transposición hace que el ejercicio de ver una de las obras plásticas de Giangrandi requiera ver también otras obras, hechas con otras técnicas, y que requiera leer también lo que el mismo artista ha dicho a propósito de su mirada, a través de la cual ha llegado a ponerle en

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una imagen una historia a un personaje, a través de un cuerpo de colores, De esto resulta entonces un ¿cuarto? ejercicio (ejercicio sencillo) que a poner un cuerpo en un espacio, y a poner todo un lugar sobre un papel. debe hacerse con la serie de Espacios vecinos: traer a la mente los cuerpos Los patios, como el mismo Giangrandi lo ha dicho, son el centro de que sobre camas, encogidos y arqueados, pintó F Bacon más o menos en los inquilinatos en donde sus habitantes lloran sin lágrimas sus penas dia- la misma década y que para quien los ve resultan la exposición de las penas rias, en donde de boca en boca se sabe de la vida de todos los del lugar. Y de los hombres. Luego de esto hay que dar marcha atrás, volver a ver los es al mismo tiempo un espacio en constante cambio, que no permite ver óleos de Giangrandi. Las mujeres de los Espacios vecinos dejarán de ser sus varias caras si no se le contempla por un buen rato, sino se vive, si se mujeres que lavan la ropa en patios de inquilinatos para ser simplemente es ajeno al inquilinato y si a los inquilinos se mujeres, mujeres que habitan un espacio. El cuerpo, solitario y femenino las les conoce a cada uno por su lado. Las paredes Todas estas vueltas a las que conducen más de las veces, no está simplemente estas pinturas, algunas fotos, las palabras de del patio que fueron muro de lamentos o cartel de anuncios mientras las mujeres lavaban Giangrandi sobre lo que vio, conducen a ver actuando dentro de un espacio la ropa, con las cuerdas llenas y extendidas las por un camino parecido los grabados de la y permitiéndole tener volumen. telas pueden dar la impresión de ser uno de los serie Mitos y ritos de los años 80 y las fotograEste cuerpo ha pasado ahora a ser lugares más alegres de la Tierra. Y es también fías más recientes. En los gradados los espaun personaje con emociones, con capaz de contener castillos, montañas, campos cios están delimitados por los objetos que los sentimientos, con un pasado y, más de guerra con los juegos de los niños. Aquí se conforman, pero también por las ventanas que hace necesaria una trasposición de las imágese abren y dejan ver paisajes lejanos, puertas, que eso, con una vida presente que nes vistas por Giangrandi. otros espacios. La presencia de los personalleva a cuestas. Además de sus pinturas y de lo que ha dicho jes que los habitan –mujeres, en casi todos, si sobre los patios, para alcanzar a ver el volumen del padecimiento de los no en todos los casos– se da no sólo por actuar ellos mismos dentro de cuerpos que los habitan hay que ver las fotos de esos patios. Las fotos en la imagen sino porque esta última es un reflejo de sus actuaciones. No blanco y negro, tomadas por el mismo Giangrandi, reveladas e impresas, de otra manera podrían entenderse los tapetes, las mesas, las flores, las se aparecen para el espectador, desde la suma de ejercicios que implica lámparas con bombillos encendidos, los cepillos para el pelo, los espejos, la obra de este artista, como negativos de los cuadros al óleo. En ellas las sillas que están en estos grabados. En un momento está el espectapueden verse el piso del patio y varios niños corriendo y jugando y ropa dor frente a la imagen, en pocos segundos está frente a un espacio, un y sábanas colgando infladas por el viento. Pero se oirán los llantos que no espacio habitado por los personajes que allí hay y por las actuaciones que aparecen en las fotos si se sobreponen a estas fotos los cuerpos, que desde se supone han tenido estos personajes dentro de ese espacio. Y rápidauna esquina del espacio pintado, se acurrucan y gritan. mente el ejercicio doble del espectador se da por las diferentes acciones 31 Metáforas

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que ha tenido que hacer el artista para llegar a hacer estos grabados. La técnica de muchas de estas imágenes es grabado sobre metal, pero rápidamente puede imaginarse el proceso que ha habido puesto que algunos de los que componen esta serie son serigrafías y dibujos a lápiz. Y el título de la serie, no podemos dejarlo a un lado, es Mitos y ritos, dos elementos que indiscutiblemente implican un acto performativo y, en la base, una historia. Sigamos con las vueltas que hay en el ejercicio de mirar estas obras, démosles movimiento a las mujeres que de frente se paran en los grabados, pasemos a las fotografías más recientes. Éstas tienen, como elemento central, personajes en movimiento que acaparan la atención del espectador. Y no es sino luego de unos momentos, que el espacio en el que actúan se resalta, teniendo así un efecto contrario al de Espacios vecinos, serie en la cual el espacio es protagonista para dar luego paso a los personajes que lo habitan. Así como de una serie de óleos se pasa rápidamente a la fotografía, a otros artistas, a las experiencias de los mismos espectadores, con el grabado se pasa en corto tiempo al dibujo, a las historias de quienes habitan los grabados, a las fotografías. Y de igual modo se pasa, a través de la obra de Umberto Giangrandi, de una serie a otra, de una técnica a otra, de los pasos y el pasado que tuvo que haber para llegar a una imagen determinada, al presente en que actúan sus personajes y desde el cual el mismo espectador llega a pensarse como un cuerpo, expuesto, dentro de un espacio que, con características particulares, habita y desde el que le es posible mirar las obras de este artista y adoptar su mirada para ver otros espacios, otras personas y, finalmente, verse a sí mismo.

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Un asombro

de sombreros de Juan Manuel Lugo

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Por Eduardo Galindo Limpio, impúdico, blanco y negro, desvestido y vestido, ojival, mis-

celáneo, con córnea. Lugo conoció la luz en Popayán, el mar soñado en Bogotá y el real en Cartagena, la sonrisa en el barrio Polo Club, a vestirse con corbata en el Colegio Mayor del Rosario, a desvestirse en la Universidad Nacional, Usme, Chia, Moscú, Dublín y, por último, en Villa de Leyva y en la clínica del Country, que está situada en el Estado de Coma. Comprendió que el arte puede vestir a una sociedad pero que es más estético desvestirla para irritar el ojo gris y darle vía al color que navega la piel (piel-roja) de cada hombre. El arte en Lugo es el ácido de la verdad, ya que se compromete con causas mayores y penetra en otro vidente, se comunica, dialoga. Su obra actual es un resumen de toda su anterior trayectoria pictórica; ensambla la forma y el sueño, el color fuerte que acompaña y desafía la línea, las atmósferas de grabador y la velocidad de ubicar micro-objetos en un espacio-despacio. Sombreros Asombrados es una parte de esta exposición. Mapas humanos que cantan a un cotidiano uso y desuso de esa piel que corona la sombra-asombro de nuestra mirada, una línea veloz de color que humaniza esa prenda que desprende poesía. Retratos Cortopunzantes es la daga, cuchillo, filo, rostro-filo que como dientes primarios hieren, con nuestra actuación agresiva, los días de la vida. Ser agresivo es otra forma humana que hay que domesticar con la línea y el color. Sin sangre. Retratos en percusión es el amor por los rostros, por el gesto que canta, por la música que percute y repercute como grito de deseo, erotismo y libertad. La voz ausente anima la mirada para recordarnos habitantes de la ciudad de la música.

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La paternidad de la idea se la disputan un científico chiflado y un poeta

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insomne. Uno de los dos tuvo la singular ocurrencia de que los sombreros, en particular aquellos que de tanto usarlos llegan a convertirse en apéndices de la personalidad y del cuerpo del usuario, adquieren con el tiempo la propiedad de grabar, en las profundidades de su propia estructura molecular, segmentos más o menos extensos del incesante monólogo interior que bulle en las cabezas por ellos sombreadas. Según esta extravagante idea, llegará el día en que la ciencia haga posible la fabricación de un dispositivo de lectura de esos registros supersecretos almacenados en los sombreros, de la misma manera que las agujas de los tocadiscos extraen música de los surcos de acetato o los rayos láser hacen lo propio con los discos compactos. Estas grabaciones serán tanto de audio como de video, de modo que los sombreros y objetos similares (gorras, capelos, boinas, tiaras, pavas, kepis, bicornios, tricornios, etc.) serán testigos irrebatibles de los verdaderos pensamientos, fantasías, fabulaciones, especulaciones, maquinaciones y demás operaciones mentales de sus propietarios, durante el largo transcurso de los tiempos. Eso revolucionará por completo la interpretación de la historia: todos los oscuros recovecos, las mezquindades y las segundas intenciones de sus protagonistas estelares se bajarán del pedestal imaginario y quedarán al descubierto. Bastará entonces con sacar de las vitrinas de los museos los adminículos que en su momento lucieron sobre sus testas distinguidas tantos destacados personajes, para saber con certeza cómo y por qué hicieron lo que hicieron y con qué pequeñeces lo condimentaron. Lo mismo será aplicable para cualquier parroquiano de a pie, con el único requisito de que se tenga a la mano su sombrero favorito. Es posible que se dilucide entonces la razón de fondo para que estas útiles prendas, dotadas o no de alas, añadan su propio aire de asombro a esa noble función de adornarnos o de darnos sombra.

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Por Juan Manuel Lugo


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Trama 36

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Por Magdalena Romero Díciese del bestiario cerebral escurridizo que se desmanda presuroso, aunque a veces pesa-

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roso (dependiendo de la bestia-lidad), a la región transparente. Como un vapor de convulsionadas penumbras oníricas sale la sombra en cacería de costados, barba, piruetas. Un vaho de conjuro advierte que el incendio del pensamiento, sombra sola, no será ya rumor de ceniza sino cuerpo diáfano, impúdico.


Ricardo

Quiroga


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Reseñas

1. Ampliación del Campo de Batalla – Michel Houellebecq (1994) Por Astrid Ávila Michel Houellebecq (1958), novelista, poeta y ensayista francés, se encarga en Ampliación del Campo de Batalla de retratar y cuestionar una sociedad movida por la idea de la transacción. En la aglomeración diaria de informaciones, ofertas, demandas, productos y servicios del mundo contemporáneo, el autor ubica el papel de las relaciones humanas, cuestionando su carácter efímero e incierto. Para esto, escoge retratar el viaje de un ingeniero por Francia, poniendo sobre la mesa los diferentes escenarios de masificación y pérdida de identidad en los que se desenvuelve el hombre contemporáneo, resaltando así la pérdida del placer sexual y la afectividad, que han sido rápidamente reemplazados por el deseo inmediato y la posesión sistematizada (en todos los sentidos posibles). El protagonista enfrenta la idea de un mundo racionalizado y emocional y sexualmente castrado (y castrante), y a la vez la de la supervivencia en ese mundo. Se trata de un retrato no de una sociedad, tampoco de un individuo, sino más bien de un proceso cambiante de transacciones (ideológicas, humanas, económicas, sexuales). El protagonista, ingeniero de 30 años, desesperanzado, profundamente desencantado de su mundo y de su

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propia vida, consigue representar el escenario de la sociedad moderna: el campo de batalla. El hombre moderno tiende a desenvolverse en la batalla, tanto económica como personal y sexual; y este campo de concentración se amplía a su vez a todos los aspectos de la vida, a todas las clases sociales, géneros y edades. El hombre moderno, desde el instante de su nacimiento, está circunscrito a diferentes campos de batalla: el de la infancia, el de la adolescencia y despertar sexual y de ahí en adelante al de la supervivencia: económica, ideológica, amorosa, cultural. El ciudadano contemporáneo desasosegado no vaga por las ciudades en busca de formas (estéticas, sociales, políticas) que lo reafirmen en su subjetividad; mucho menos opta por la creación o cuestionamiento de su realidad. Por el contrario, se encuentra refugiado en el sistema laboral, en las relaciones de poder y dominancia que le impone la sociedad capitalista. Su forma de resistencia parece ser el desdén total, la desesperanza irrebatible se traduce en resignación: pasividad, locura y muerte. Es posiblemente eso lo que busca la maquinaria de la sociedad contemporánea: mecanizar de todas las formas posibles al individuo en aras de volverlo ciego e impotente frente al rescate de su propia subjetividad, que implicaría una pérdida, un evento económicamente improductivo inaceptable.

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La mecanización de los procesos productivos tiene su eco innegable en la forma de vida del trabajador común, quien a su vez, para Houellebecq, se constituye paulatinamente en el arquetipo del desasosegado moderno. La saturación de oferta pone al ciudadano común ante una serie infinita de transacciones en potencia, y es justamente a partir de esto que el mundo se recrea en el imaginario colectivo como un hipermercado ideológico, cultural y sexual, en el que cada oferta debe ser evaluada, aceptada o rechazada; en el que cada pequeña relación generada tiene un trasfondo fundamentalmente transaccional. Para el narrador de Ampliación del Campo de Batalla no existe un motor vital distinto a la inercia mediática del día a día, de la (im)posibilidad de relacionarse sexualmente, de la capacidad adquisitiva en todas sus formas. A pesar de esto, tiene una conciencia de su pro-

pia subjetividad y, en consecuencia, de su incapacidad para trascender el tedio vital expandido a todos los sectores de la sociedad. En esta novela, Houellebecq nos remite a la disfuncionalidad de una sociedad cegada por la búsqueda de poder, que ya no sólo abarca lo económico y lo social, sino que se ha trasladado también al campo sexual, dificultando cada vez más la búsqueda y por ende consecución del placer y de la afectividad. Como preámbulo a lo que sería Las Partículas Elementales (1998), en esta impactante novela el autor señala con macabra destreza narrativa los vacíos de una sociedad cada vez más desprovista de humanidad, que procura reducir al mínimo el contacto humano y el arraigo, fomentando así la despersonalización, la incomunicación y, en últimas, la profunda soledad en la que se ve sumido el hombre contemporáneo.

2. Balas de plata – Elmer Mendoza «Uno de los grandes nombres de la literatura mexicana viva, y el tiempo lo dirá... Un novelista puro, que no critica ni defiende la novela, sólo la cuenta.» Arturo Pérez-Reverte

Por Ramón Gerónimo Olvera Dentro de los muchos elementos persistentes que tiene la obra de Juan Rulfo, en particular me llama la atención el cíclico peregrinar de sus personajes. Seres en tránsito que, sin entender el flujo de la vida, necesitan de un alto en el camino para poder continuar su itinerario oculto. La esquina donde se erige “Luvina” es una suerte de guarida para estas ánimas. Desde que vine por primera vez, no la he podido abandonar. Un gran amigo me trajo una vez a este lugar y siempre he creído que hay que ser extensivo con la generosidad, por eso al enterarme de que México sería el país invitado de honor a la Feria Internacional del Libro de Bogotá y de que venía Elmer Mendoza, el sitio que supuse sería de su “querencia natural” era “Luvina”. Ante la invitación, inmediatamente recibí un generoso sí. Por el solo nombre del lugar, me atrevo a pensar, Elmer intuía que debía conocer el santuario a San Juan Rulfo edificado en la tierra de Macondo. A diferencia de ciertos acartonados críticos y escritores, la admiración y conocimiento que Elmer Mendoza tiene de la obra de Juan Rulfo es algo vivo. Su obra de hecho tiene una crítica sutil a los escritores de pipa y guante, que suponen que lo literario es un artificio para distanciarse de los lectores: Quihubo maricón, oye antes de que se me olvide, mi hijo necesita hacer un trabajo sobre Pedro Paramo es un libro que debes de tener, ¿se lo puedes prestar? Que pinche codo me saliste, cómprale uno, no cuesta ni 100 pesos. Pero si tu lo tienes para que gasto. Para que tengas un libro en casa. N hombre, que tal si el plebe se vuelve intelectual pinche maldición (Balas de plata:102) Elmer le aprendió una lección fundamental al Patriarca de nuestras letras y tiene que ver con la capacidad para manejar con atino las expresiones y el habla popular, esto significa alejar a la literatura del folklorismo fácil o de los tonos letrados que terminan por asfixiar las voces. Pocos escritores salen invictos de caer en estos extremos. Elmer Mendoza ha hecho fluir el habla Culichi (gentilicio de su estado: Sinaloa, al norte de México) de una forma magistral, esto se constata en toda su obra desde Un asesino solitario hasta Balas de plata. La habilidad de Elmer para narrar historias verosímiles, tanto en su estructura temática como en sus relaciones con la realidad que atraviesa actualmente México, lo ha hecho ya un lugar obligado para constatar que la narrativa actual goza de cabal salud. Elmer es uno de los representantes más destacados de la narrativa del norte de México, ha renovado el

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lenguaje y las tramas del panorama literario. Esto sin duda ha sido visto con recelo por un grupo de escritores e intelectuales identificados con la hegemonía del centro del país. El reconocimiento canónico de la literatura de Elmer vino del extranjero. En el año 2008 obtuvo el premio internacional Tusquets teniendo como jurados a Juan Marsé (en calidad de presidente), Almudena Grandes, Jorge Edwards, Evelio Rosero y Beatriz de Moura. En la trama de Balas de plata encontramos un detective sibarita, mientras disfruta un pescado zarandeado, recuerda la escena del crimen o el olor de una autopsia. Mendieta, licenciado en letras venido a detective, tras la ruta de unas balas de plata (donde aparece Fernando del Paso igual a Plinio el viejo) tratará de encontrar al homicida. Aquí todo puede ser movido por los celos, la bisexualidad, las sociedades secretas, la fama de un político que podría lucrarse con la muerte de su hijo. Esta novela triunfa con sus tonos negros e irónicos de forma impecable, a contraluz de la sociedad caótica y corrompida que tan bien describe. Elmer Mendoza, al modo que lo sugiere Sábato, hace una obra de arte en medio de un chiquero, y palabras tan locales, vigentes y dolorosas como “encobijados”, “pericazo”, “ejecutado”, “cuerno de chivo” o “cacheó” aparecen con precisión quirúrgica: duelen y lastiman. Elmer tiene el talento para tomarlas del rabo, como decía Octavio Paz, y hacerlas chillar al tiempo de volverlas sarcasmo, humor intransigente y fino. El mérito del libro es mayúsculo, recoge la realidad objetiva de la violencia, reconstruye el tratamiento amarillista de los medios, muestra sin moralizar, hace literatura de la nauseabunda impunidad, sobre las palabras talla un par de piedras; hace fuego, las quema y en el ardor siempre se ve sorprendido quien lee. Pues bien, Elmer Mendoza estuvo en “Luvina” y habló no desde el púlpito de los escritores iluminados por la gracia ni tampoco como el intelectual mareado en el ladrillo de la fama. En el conversatorio donde estuvo también Carlos Barriga, Elmer mostró como siempre al ser humano sensible y abierto, donde abordó sus influencias literarias, su visión de la obra de Juan Rulfo, entre muchos otros temas. Como en toda reunión de amigos siguieron los vinos, luego hizo la entrada triunfal un mariachi “fáustico” que entre “El Rey” y “El sinaloense” fue testigo de botellas que se negaban a morir, mientras la cerveza –a diferencia del cuento Luvina de Rulfo– no sabía a “meados de burro” sino a ese elixir que nos vuelve grato el tránsito por la existencia.

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3. Carta a D. Historia de un amor – André Gorz (2008) Por Karen Insignares

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El 22 de septiembre de 2007, el filósofo André Gorz y su esposa Dorine Keir se suicidaron en su casa de Vosnon, en Francia. Él tenía ochenta y cuatro años, y ella ochenta y dos. Carta a D. Historia de un amor, escrita por Gorz un año antes de su muerte, entre el 21 de marzo y el 6 de junio de 2006, es el relato íntimo de la historia de amor que vivieron durante los cincuenta y ocho años que permanecieron juntos. “Acabas de cumplir ochenta y dos años. Has encogido seis centímetros, no pesas más de cuarenta y cinco kilos y sigues siendo bella, elegante y deseable... Necesito reconstruir la historia de nuestro amor para captar todo su sentido Te escribo para comprender lo que he vivido, lo que hemos vivido juntos”. Así comienza esta epístola autobiográfica. Tal vez para algunas personas la promesa de la historia de un amor feliz y exitoso puede ser aburrida o carecer de mucho interés: las historias de amores dolorosos y fallidos siempre han sido una mayor fuente de inspiración en la literatura. Pero la carta que le escribió este filósofo a su esposa no es la pintura idílica de un matrimonio que sobrevivió casi sesenta años, como tampoco es el retrato de sus desventuras. No a decir que la narración carece de visiones idílicas sobre el amor, porque todo amor que se recuerda tiene algo de idílico, más aún si se recuerda literariamente. Gorz le escribe esta carta a su esposa hacia el final de la vida de ambos, y ante la certeza de la cercanía de la muerte no es de extrañar que evoque solamente los momentos más felices. En este corto ejercicio de memoria la carta aparece como la mejor manera de despedirse, de pedir disculpas por lo que se dijo y lo que se dejó de decir, de reiterar un sentimiento de amor que no ha envejecido ni se ha resquebrajado a lo largo de los años. Carta a D. es un relato sobre la fugacidad de la vida, que solamente dura 110 páginas. Cuando se llega a esa última página, el lector puede quedar con la curiosidad de saber más detalles, más anécdotas.

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Pero también quedará satisfecho porque entenderá que en esa carta dirigida a Dorine todos los detalles de su historia son innecesarios; de antemano ya existe entre ellos una complicidad, un conocimiento de lo que se ha vivido. A él solo le interesa aclarar las cosas que no habían dicho antes: “Sin que te dieras cuenta, te saqué una foto de espaldas: caminas con los pies dentro del agua por la gran playa de La Jolla. Tienes cincuenta y dos años. Eres maravillosa. Es una de las imágenes tuyas que prefiero”. Los silencios, las omisiones e imágenes como ésta le dan a la carta una atmósfera de intimidad y complicidad, y le dan un tono sincero, honesto y humilde al escrito. Cada palabra parece escrita con la firme convicción de alguien que solamente quiere recordar la importancia que el amor ha tenido en su vida, sin otras pretensiones. Solamente hay dos cosas que le objetaría al libro. La primera, es la traducción. Si bien se entiende que la versión original está escrita en francés y tiene algunas frases en inglés, la traducción al español con las mismas líneas en inglés no es completamente fluida. La traducción no es del todo molesta pero a veces incomoda. La segunda, es la tendencia que tiene Gorz de alargar excesivamente algunas reflexiones filosóficas más de lo necesario, desviando la carta hacia el género del ensayo. Carta a D. Historia de un amor es un relato sobre la vida en pareja, el amor, la pasión y la constancia. También es una historia sobre las corrientes intelectuales y políticas que influyeron en la pareja desde los años cuarenta hasta el inicio del siglo XXI: marxismo, comunismo, existencialismo y ecología del poder, sólo por nombrar algunas. Cuando Gorz le escribe la carta a su esposa, enferma ya desde hace muchos años, sabe que le queda poco tiempo. La última frase de la carta es una invitación conmovedora a que mueran juntos: “A ninguno de los dos nos gustaría tener que sobrevivir la muerte del otro. A menudo nos hemos dicho que, en el caso de tener una segunda vida, nos gustaría pasarla juntos”.

4. “Mi tío jaguareteˮ Campo general y otros relatos – Joáo Guimarães Rosa (2001)

Por Juan David Ferrer ¿Quién es bárbaro?, ¿Quién no lo es?; ¿es mejor el hombre, el animal, o el indígena que es visto como un animal?, ¿hay alguna diferencia, realmente radical, entre ellos? Todas estas preguntas nos las planteamos tras leer Mi tío jaguareté, cuento-novela del escritor brasileño Joao Guimarães. En este relato, que por su extensión se acercaría más a una novela corta, encontramos la historia de un mestizo, nacido de madre indígena y padre blanco, que se encuentra todo el tiempo conversando, desde el inicio del

relato hasta su culminación, con un desconocido en su choza, la cual se encuentra en el sertón, vasta porción geográfica del norte de Brasil. Es que el cuento que nos atañe en esta reseña es un claro ejemplo de la relación presente, ente prosa y poesía, en el quehacer escritural del autor brasileño. Es un relato escrito en prosa, pero que, como los poemas en prosa de Baudelaire o los cuentos de Rubén Darío, hacen del lenguaje prosaico una poesía. La musicalidad, la rima, son una parte indispensable e indisoluble de su estilo: es “la creación de una poética para el relato en prosa”; es a partir del lenguaje del campesino e indígena brasileño del ser-

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tón, del lenguaje único e irrepetible, que la escritura de Guimaraes pasa de lo prosaico a lo lírico, o mejor dicho, se mezcla: “¡Eré! Usté le quita los arreos al caballo, yo lo ayudo. Usté amarra el caballo, yo lo ayudo… traiga las alforjas para dentro, traiga la bolsa, sus dineros ¡Hum hum!” (411) ¡Sólo imaginemos la musicalidad cuando se lee en portugués si ya en castellano es impresionante! Qué delicia de lenguaje, corto y repetitivo, pero hondamente expresivo, tajante, pero musical, fuerte, pero hermoso. En otras ocasiones nos encontramos con que el lenguaje del texto una especie de sincretismo entre la lengua tupí (indígena) y la lengua portuguesa; el personaje principal, su lenguaje, es el resultado, como mestizo que es, de dicha mezcolanza entre lo portugués y lo nativo: es el encuentro de dos mundos, de dos lenguas que se amalgaman: la esencia de lo brasileño. Y al entremezclar estas dos lenguas el lenguaje del texto se convierte aún más en ritmo, en sonidos que también expresan, en música, en poesía. Los personajes en las obras literarias son caracterizados bajo tres formas: lo que dicen, lo que hacen, y lo que los demás personajes dicen de él. En este relato el personaje principal, Antonio de Jesús, y su interlocutor, se caracterizan bajo estas tres formas, pero de una manera completamente diferente. Los dos hablan, los dos se mueven, pero todo lo sabemos a través de lo expresado por Toñito, entonces, por lo que habla con el otro personaje, o por sus reacciones, sabemos que el otro dice o hace algo: “¡Hui! ¡Atie! ¡atimbora! Usté no puede decir que yo maté jaguar, no puede (…) No lo diga. (…) diga que yo no maté, ¿ta-ha? ¿Dijo? A-e, a-a. bueno, bonito, de verdad” (415). Todo pasa por lo que el mestizo “nos dice” (narrador en primera persona y única voz del relato, pero que no cuenta una historia, sino que simplemente responde las preguntas de su interlocutor); Toño es como un Dios, pues todo lo que sabemos del mundo del relato pasa por sus ojos, sea tanto el tiempo presente como los recuerdos (el pasado) que narra: todo se construye a partir de un único foco, de un solo punto de vista. Además Guimaraes introduce en su texto lo que ha sido denominado “el juego entre espacios”. Realmente hay un espacio físico: la choza, espacio estrecho y cerrado. Los personajes no se mueven físicamente de allí. Pero dentro de ese espacio físico encontramos otro espacio, el de la imaginación, el del recuerdo, el de la memoria, espacio no físico a través del cual estos dos personajes se mueven continuamente: la obra se

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mueve vertiginosamente del espacio físico, cerrado, a otro imaginado, amplio, a través del cual los dos personajes sí pueden moverse. Toño se mueve con el recuerdo, con la memoria; el blanco se mueve imaginando lo que su interlocutor le cuenta. Es el juego del espacio cerrado que solamente deja a los personajes moverse en otro espacio: el de la mente. Esa es, para mí, la literatura. Finalicemos observando otro elemento atrayente: la visión tanto del hombre blanco como del indio y el animal. El indígena empieza mostrándosenos como un ser extraño, de lenguaje exótico, inferior con respecto a su interlocutor: él mismo se siente así. De la misma manera el animal salvaje (el jaguar), también parece ser inferior al hombre blanco por su barbaridad, falta de raciocinio y nulidad de sentimientos. Pero mientras van pasando las páginas, éstos, su significación, se empiezan a trocar. Por ejemplo se nos muestra tanto la brutalidad como la falta de raciocinio y la violencia del hombre blanco: “me encargo: que yo matara a otro hombre por ajustar cuentas. No quise. Yo, no. Un tal Tiaguín, ese sí quiso: se ganó el dinero que iba a ser para mí (…) Tiaguín y Misiano mataron a muchos”; “hombre viejo rabioso, juraba que se iba a beber la sangre del otro, del hombre joven. Tiaguín y Misiano ataron al hombre joven, el hombre viejo le cortó el pescuezo con el machete, recogía sangre en una vasija…” (441). El hombre “civilizado” es brutal, y su falta de raciocinio se muestra tanto en su reacciones violentas y desenfrenadas (casi un placer al matar), como en su búsqueda desesperada del dinero que lo lleva a cometer actos irracionales. Mientras tanto, el indígena y el animal son humanizados: “Puede comérselo todo, mañana cazo más, mato un venado. Mañana no mato un venado: no es necesario”; “el jaguar sólo piensa una cosa: que todo es bonito, bueno, bonito, bueno, sin toparse con nada. Nada más piensa eso, todo el tiempo” (443). Pero lo más interesante es que también se nos dan ejemplos de hombres blancos “buenos” y de animales “malos”. No sé si se prepondera a uno u a otro, o si más bien el autor busca poner a los tres en un mismo nivel, pero lo interesante es que Guimarães pone en duda, en tela de juicio, las características que se le han impuesto a cada uno de ellos: el animal puede ser tan humano como el hombre, y el hombre tan animal como el animal (valga la redundancia). Es decir, los dos tanto animales como humanos, en los dos se pueden encontrar las características que la sociedad le ha establecido a uno y a otro indiscriminadamente.

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5. Sobre Vigilias –Javier González

Luna (2005) Elle est retrouvée! Quoi? L’éternité C’est la mer mêlée Au soleil. ¡Ha sido reencontrada! ¿Qué? La eternidad. Es el mar mezclado con el sol. Arthur Rimbaud

temporaneidad. Fue, pues, profesor y también un estudiante formado rigurosamente, un lector. El dato es importante porque lecturas son también sus poemas, lecturas de Hölderlin, de Baudelaire, de Octavio Paz, de Raúl Gómez Hattin, por mencionar sólo unos nombres. Lo que esto quiere decir es que el universo que son estos poemas está habitado por constelaciones de poetas –constelaciones es una palabra adecuada también, puesto que no son estrellas solitarias, sino puntos formando cuerpos-, comprendidos de una manera no académica, pero rigurosa, real. ¿Se animará un lector a leer a Javier González al enterarse de que su poesía entiende la poesía de Hölderlin y de Rimbaud? Quizás hemos de decir más, o de nuevo menos. El furor es la danza y la esperanza de que exista aún la Naturaleza, de que todavía tengamos un refugio fuera de la cultura (o quizás de cierta cultura):

Por Manuela Eusse Ruiz Lo primero, como hubiera hecho Javier, unas breves palabras sobre la vida del autor: Javier González Luna nació en Facatativá, Colombia en 1954 y murió en Bogotá en junio de 2009. Estudio psicología en la Universidad Nacional y posteriormente se recibió como doctor en literatura en la Sorbona. En Francia participó en la revista Spirale-Inkari. Fue profesor del departamento de literatura de la Universidad Javeriana, desde 1993 hasta su muerte. Su primer libro El cuerpo y la letra. La cosmología poética de Octavio Paz, fue publicado por el fondo de Cultura Económica en 1990. Más tarde aparecieron Hacia el alba (Lealón, Medellín, 1993); Ab-uso de palabra (CEJA, Bogotá, 1998); Vigilias (Los Conjurados, Bogotá, 2005), Nubes y relojes (No. 46, Colección Viernes de Poesía, Universidad Nacional de Colombia); El linaje de Orfeo. Poesía y modernidad, (CEJA, Bogotá, 2000), su diario de viaje Jornadas Indias (PENSAR, Bogotá, 2003) y Kôten, una colección de textos en torno a las relaciones culturales entre Japón y América Latina. ¿Cómo hablar sobre Vigilias? Lo primero quizás podría ser: nada de lo que se diga aquí puede sintetizar la experiencia de su lectura. Es decir, la experiencia es irreductible a un relato o una descripción que se hiciera de lo que “allí dice” o de “cómo es”. Y esto es así porque lo que en esta poesía ocurre es el refulgir de lo que no está fuera de ella. Refulgir es una palabra apropiada para describir lo que allí acontece, todo fulgura. Lo que esto significa, el lector tendrá que descubrirlo en las Vigilias, no tiene más que empezar a leer para ver los fulgores; nosotros lo dejaremos en que para leer esto hay que abrir los ojos a los destellos, extender las manos al calor (o al frío), atender al murmullo y al rugido. Ahora bien, quizás todavía haya que decir más, o menos, algo menos escurridizo, que permita asir (tal vez para luego desasir mejor). Empecemos por un título: Vigilias. Es un poemario, tiene dos cuerpos, cada uno de veintiún poemas. Cada cuerpo de poemas tiene un título, I. Vigilias y II. Furor, y un epígrafe, el primero de Matsuo Bashô:

No todo nos ha sido arrebatado. Imaginación y Naturaleza vuelan aún sobre el oscuro pavimento. Las vigilias siguen el camino de Bashô (y quizás también el de Rimbaud en Una temporada en el infierno): Entre el cubo lógico y las flores ¿Cómo emplear las manos? Darle vuelta a la rueda o hacer un florero? El cubo es obtuso, sus líneas rígidas y su didactismo resulta insoportable. Las flores, en cambio, tienen su amorío y se rebelan a la composición. ¿Dónde aplicar la inteligencia? ¿En la mecánica de monótonos rodajes? ¿En el exterior de una razón práctica? ¿O aquí? En la disposición de los objetos y los seres que me acompañan en la casa.

Del pino aprendo con el pino. Y del bambú, con el bambú. El segundo, de Arthur Rimbaud: He tendido cuerdas de campanario a campanario, guirnaldas de ventana a ventana, cadenas de oro de estrella a estrella y danzo. Un dato: entre los cursos que Javier González Luna dictó en la Universidad Javeriana desde 1993 hasta su muerte se cuenta una cátedra de autor sobre Bashô y otra sobre Rimbaud. Sus cursos más recurrentes versaban sobre las formas poéticas del romanticismo, pasando por la literatura francesa de la segunda mitad del siglo XIX, hasta la con-

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Ahora sí que hemos dicho demasiado. En este punto sólo nos resta desdecirnos de lo anterior para decir algo nuevo que sea más apropiado. En este estado de cosas, una vez más ¿qué decir? Quizás simplemente que nada de lo que digamos acá puede transmitir el furor en el que nos subimos en la lectura de Vigilias, tendríamos que copiar, palabra por palabra y silencio por silencio, cada poema para lograrlo. Tampoco es posible “resumir” la presencia que son estos poemas. No queda más remedio que estar ante ellos. Por lo demás, hay que hacer mención del hecho de que el libro viene en una cuidada edición en la colección Los Conjurados de Común Presencia Editores, que en esta ocasión contiene una breve pero sustanciosa cantidad de fotografías de esculturas de Jim Amaral.

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Javier Solis Literatura y fotografĂ­a para la memoria

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Un día alguien me preguntó: – ¿Sabes algún remedio para la memoria? – ¿Para la memoria? – respondí – ¡Tómate unas fotos! – La memoria... La memoria... Me suena...

La memoria se asocia con algo que implica algún esfuerzo mental, pues

ha de referirse a algún evento del pasado. Sin embargo si no hay un registro consciente de los hechos, los recuerdos no serán muy claros. El esfuerzo será entonces mayor. Podríamos decir que la memoria está relacionada con el esfuerzo mental que se hace al fantasear sobre el futuro, uno busca siempre la analogía; pero realmente la diferencia es grande, porque los hechos recordados, ocurridos en la realidad, han moldeado a cada instante la existencia de quien los vivió. No así los hechos imaginados. Pero bien, no es la idea disertar filosófica ni fisiológicamente acerca de los conceptos de memoria y fantasía, simplemente se trata de darle una connotación a este elemento fundamental en la conservación de los recuerdos. Los recuerdos en conjunción con infinidad de elementos tangibles e intangibles se plasman en cada ser, generan influencias y condicionamientos reflejados hacia el entorno social, donde se consolidan como esa amalgama llamada tradición. En ocasiones se habla del término “memoria selectiva”, como una propiedad consciente del individuo para registrar sucesos según su conveniencia; o en contrapartida el término también se asocia con el bloqueo inconsciente de recuerdos, producto de un fuerte estímulo (shock emocional). Así, los recuerdos que mas fácilmente permanecen en la memoria, son los que se registran de manera consciente. Por ejemplo desde mi perspectiva, la fotografía constituye un segundo encuentro con la consciencia reflexiva; es un ejercicio mental consciente apoyado en un recurso externo. Sin duda hubo en mí un “despertar” precoz que motivó ese cariño desproporcionado a mis tempranas impresiones del mundo. “No hay nada tan dulce ni tan extraño como meditar sobre esas primeras emociones... Poseen en la memoria una forma naturalmente plástica que nos permite registrarlas casi sin esfuerzo...” El registro formal en la memoria es algo que se puede elegir hacer o no. ¿Para qué? “Un pueblo sin memoria es un pueblo sin futuro” o “El hombre sin historia está condenado a repetirla” -dice el saber popular. En principio todas las cosas, con sólo existir y estar expuestas al paso del tiempo, son memoria de sí mismas en el instante previo. Si se tratara sólo de objetos bastaría con que perdurasen; hay cosas que constituyen memoria de otros tiempos, casi de manera accidental, simplemente porque no se han deteriorado. Pero ¿qué pasa con aquello que no es material o que siendo material no perdura? Los sucesos, el pensamiento de una época, las costumbres y tradiciones, las especies extintas, las vidas que se apagan, etc. Es necesario hacer registro de todo aquello si no quiere olvidarse. Debe acumularse una historia que al contarla nos enseñe, que produzca “experiencia”, conocimiento. Cultivar el verbo y la capacidad de observación proponiéndose además el registro formal de acontecimientos, hará desembocar necesariamente en la palabra escrita y en la imagen. Cuando no sabía nada de fotografía, honestamente pensaba que era suficiente con la palabra escrita, pues en mi mente estaban todas las escenas de mis lecturas. La curvatura de la espada de Sandokan y el brillo del metal; en “Tifón” el mar entrando torrentoso sobre la cubierta inclinada del Nan-Shan, el barrido de la mano del “sastrecillo valiente” cortando con furia el aire al matar siete moscas; los navíos españoles de la expedición de Jiménez de Quesada entrando por Bocas de Ceniza (desembocadura del río Magdalena en el mar Caribe); los gallinazos cabeza calva posados sobre los cadáveres que flotan degollados a machete en el Bajo Cauca Colombiano por allá en 1950; un detalle de la navaja de un barbero de pueblo que afeita a su enemigo, su pulgar izquierdo tensando la piel

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de la cara llena de espuma; la ceguera de Borges arañando el papel para producir criaturas sin forma conocida, etc. Luego me entero de que la imagen también cuenta historias, me las contaba mi abuelo y mis padres repasando un álbum de hojas amarillentas y fotos en blanco y negro; la foto de una puerta aparentemente insignificante, era la de una habitación que daba a un patio solariego de una casona colonial, desde que murió el bisabuelo nadie había vuelto a abrir esa puerta, cuando pasada otra generación la casa se vendió, sacaron de allí un toro de casta embalsamado, con la panza llena de billetes y monedas. El mito de la casa era que en varias ocasiones, a través de la cerradura, habían visto al mismísimo diablo con los ojos incandescentes y los cuernos en alto. Sólo para octubre de cada año el sol entraba por la rendija y daba justo en la frente del toro, sobre el que el bisabuelo colgaba todos los aparejos de montar, y de ese enredo de cabestros sólo asomaba la cabeza del toro. Así encuentro la complementariedad de estos dos medios, las historias detrás de una imagen no pueden dejarse de contar. Es un mito el decir “Una imagen vale mas que mil palabras”, no son excluyentes y la memoria las requiere juntas. La literatura asociada a la palabra que complementa imágenes llegó después. Cuando leyendo a Carlos Monsiváis (de las versiones de lo popular) en su libro de ensayos Aires de Familia, me encuentro frente a una paila chirriante donde se fríe carne, hasta el tope de grasa y carnudos trozos de cerdo, la paila humeante hipnotiza con el olor a marchantes y clientes de la plaza de mercado; bajo mi vista y miro un pie descalzo que trata de despegarse del barro produciendo un sonido chasqueante, el piso es de tierra y ha llovido; el puesto se levanta con tres palos y lo cubre un toldo de tela fabricado con empaques de harina, la algarabía lo envuelve todo; ahora ya no sé si tengo treinta y tres años o cuatro cuando acompañaba a mi Madre a mercar. Ese mismo día de mercado se abría por primera vez en Ipiales un Centro Comercial de cadena, donde aun hoy se mercadea parte de la comida “organizadamente”, parametrizadamente, estandarizadamente bajo códigos de barras. Por fortuna las plazas de mercado, donde viene el campesino a intercambiar y vender lo que la tierra le ha dado no han desaparecido. Ahora hay diversos proyectos de grupos comunitarios que promueven el retorno del trueque, de la mano con la producción de los llamados “productos orgánicos”; habrá que investigar sobre el pasado de la agricultura en las huertas y el “mercadeo” personalizado, donde hay contacto, donde se regatea, donde se da “ñapa”. Qué bueno haber documentado y contado historias de marchantes. Bajo esta visión de “fotografía y literatura” se propone entonces formar hombres reflexivos ante la realidad, creativos con el verbo, y observadores; para quienes la verdad sea sal en sus ojos. Al conjugar estos tres propósitos se puede acudir a la literatura y la fotografía como las herramientas para el registro formal de la memoria. Ayudarán a generar y a transmitir pensamiento crítico sentando bases de conocimiento. Si hay conocimiento de nuestra cultura, conservación de nuestras tradiciones, identidad misma; podremos evaluar las experiencias y trascender a estados más armoniosos, de mayor bienestar, más cercanos a lo esencial. Pues estaremos identificados con nuestra tradición de naturaleza, sabremos de dónde venimos, de quiénes venimos, cómo eran nuestros antecesores, cómo vivían, cómo evolucionaron hasta llegar a ser como nosotros. Sentiremos arraigo, orgullo de ser auténticos. La existencia de la memoria le da vigencia a casi todo, ser reflexivo frente a esa memoria permitiría mejorar o rectificar. Hay acontecimientos que se repiten constantemente donde lo único que parece haber cambiado son sus actores.

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Salgado

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Sebasti채o


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Magdalena

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