CUENTOS DE TERROR
visiones y premoniciones
Esta historia la vivieron Marjorie Tillotson y su hija Hellen, de 26 años. Hellen vivía en un edificio de apartamentos al otro lado de la calle donde vivía Marjorie. Una noche, Helen dormía profundamente cuando se despertó al escuchar fuertes voces. Era su madre que gritaba "¡Helen ¿estás ahí? ¡Déjame entrar!". Helen se dirigió a la puerta y al abrir se encontró con su madre nerviosa. Marjorie quería saber por qué Helen había llamado a su puerta unos minutos antes. Helen miró a su madre estupefacta. Ella no había salido, no había ido a casa de su madre, no había llamado a su puerta. Es más, se había acostado a las 11 de la noche y no despertó hasta ese momento. Marjorie, alarmada, le dijo que aquello no era posible porque ella le había visto y había hablado con ella. Es más, según Marjorie, Helen le dijo que fuera inmediatamente a su casa sin hacer preguntas. Entonces un estruendo las dejó atónitas y madre e hija corrieron para asomarse por la ventana: en la acera de enfrente, había había un escape de gas y como consecuencia había provocado una explosión en el edificio donde vivía Marjorie!. Si en el primer caso Marjorie salvó la vida, aquí de nuevo hay un caso de premonición que... será mejor que leáis la historia: El 20 de octubre de 1966, una niña galesa de 9 años llamada Eryl Mai Jones, le dijo a su mamá que había soñado que iba a la escuela y al llegar vio que el edificio desaparecía, que "una cosa negra la había aplastado". Al día siguiente fue a la escuela como de costumbre y... medio millón de toneladas de carbón de deshecho se deslizaron sobre el pueblo minero matando a 139 personas, la mayoría niños, y entre ellos Eryl.
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ANIVERSARIO DE MUERTE
Es una noche cerrada cuando un muchacho que vuelve a casa en su coche descubre en el borde de la carretera una chica que hace autostop. La chica parece aterrorizada y helada, por lo que el chaval decide pararse, ayudarla y acompañarla a casa. Como suponía, ella estaba helada, por lo que le presta su chaqueta. La chica no es muy habladora así que es él quien habla casi todo el trayecto. A la mañana siguiente el muchacho se da cuenta que la muchacha se llevó su chaqueta a casa. Para recuperarla (y para volver a verla, pues le gustó) decide volver a la casa de ella, donde la había dejado la noche. Cuando llama a la puerta una señora no muy mayor, pero sí desmejorada, le abre la puerta. Él le explica lo sucedido y pregunta por su hija. Conforme el relato del chico avanzaba la mujer palidecía más y más. Terminó rompiendo a llorar. Tras recuperarse del shock inicial, la mujer le pide un momento al chico, entra al interior de la casa y vuelve al poco tiempo con una foto. Se la muestra al chico. Es una foto en la que sale la chica de la noche anterior. La dama llena de dolor y con la cara llena de lágrimas le cuenta que la chica era su hija. Murió en un accidente de coche un año atr ás en la misma carretera en la que supuestamente la encontró. La noche anterior exactamente era el aniversario de su muerte. El chico, escéptico, va al cementerio a comprobar si es cierto lo que dice. Y allí el terror le inmoviliza y le hace palidecer. Sobre una tumba, la tumba de la muchacha, estaba su chaqueta.
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ď Ł hasta manana a LAS
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El chico en cuestión se llamaba Ángel (no exactamente así, pero casi, obsérvese el significado del nombre: ángel). Tenía catorce años, y llevaba unos días en el hospital porque vomitaba todo lo que comía y tenía mucha fiebre. En pocos días de enfermedad su cuerpo se había estirado hasta el punto en que sobrepasaba los dos metros cuando lo metieron en la ambulancia, y tuvieron que flexionar sus rodillas en la camilla. En el hospital le hicieron muchísimas pruebas buscando una causa. La madre sospechaba de un envenenamiento, pero ningún médico supo decir qué tenía. ¡Sólo tenía catorce años y no había comido nada en días!. Su cuerpo no lo toleraba. La madre salió a dar una vuelta por los pasillos del hospital mientras Ángel hablaba con su hermano y la novia de éste. - Me voy a morir. - No digas eso, -le dijo la futura cuñada- aún tienes que venir a nuestra boda. Cuando la madre llegó no quisieron decirle nada y les dejaron a solas. Ángel tomó su reloj, puso la alarma y le dijo a su madre que dejara el reloj sobre la mesilla. La madre se giró, y la alarma sonó. En ese mismo instante a su tía se le bloqueó el volante en la misma puerta del hospital. Un hombre que apareció de la nada le dijo unas palabras muy misteriosas, y acto seguido ella alzó la mirada y el tipo ya no estaba. El hombre y el bloqueo del volante le hicieron reaccionar y salió rauda del coche para entrar de nuevo en el hospital. Cuando llegó a la habitación, todos lloraban. Al sonar la alarma que Ángel había puesto a las ocho el día ocho de abril, su alma abandonó su cuerpo, y su madre lo supo desde el mismo instante en que oyó el primer pitido.
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