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ESTAS FLORES SON PARA TI MAITE SÁNCHEZ ROMERO Fotografías de la autora
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Copyright © 2017 Maite Sánchez Romero All rights reserved ISBN-13: 978-1542396127 ISBN-10: 1542396123 Editado por Maite Sánchez Romero
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Para MÂŞ JesĂşs, por su bella amistad y su espiritualidad a flor de piel
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ÍNDICE SI ES TU REGALO 10 TU NOMBRE 12 LA VOZ DE DIOS 14 RESPUESTAS 16 TUS LABIOS 18 FE 20 VIDA 22 VENTANA 24 GRATITUD 26 UN SUEÑO 28 AVE DE FUEGO 30 HOGAR 32 ESTA PUERTA 34 ASÍ ME DEJASTE 36 CAÍDA 38 NAVEGO 40 SOMOS 42 ENTRAR EN EL SILENCIO 44 UN SOPLO DE FE… 46 FUERZA 48 TÚ A MI LADO 52 5
EL BAILE ETERNO 54 PALABRA ABSOLUTA 58 CUÁNTO TE HE AMADO 60 A TI ABRAZADA 62 VIVIRTE 64 ESENCIAS 66 DEDOS DE ORO 68 ME ENTREGO 70 SIN MÁS… 72 AQUELLAS CARICIAS 74 QUISIERA 76 ENTREGA DE ORO 78 OJOS PRÍSTINOS 80
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PRÓLOGO Este libro son flores en forma de versos entregadas a Dios. Las palabras humanas desean definir y apresar las ideas. Pero Dios es más que una idea y no se deja atrapar. Sólo con el alma podemos acercarnos a él. La poesía busca en la palabra ese momento fugaz en que rozamos los dedos de Dios. Espero con estos poemas espirituales elevar mi chispa de fuego junto a las vuestras en esta gran hoguera de belleza, bondad y verdad que nos calienta. Maite Sánchez Romero
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SI ES TU REGALO Si es un regalo este mordisco a la manzana despejada y rotunda; si es un regalo, una perla de agua, la uva radiante entre mis dientes. Esa curva de la vida tersa y entregada… si es un don para alzarme con los árboles; si es tu regalo, padre de sangre y lágrimas, por qué no tomarlo con la alegría de un pájaro. Si esta agua esparcida entre caricia de rocas es para mí, si esta música de caléndulas al amanecer, si este sol sobre mis yemas es mío, lo tomaré sagradamente, con manos de suave brisa y ojos derramados como prados.
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TU NOMBRE En la arena quería escribir tu nombre, y el universo se concentró en mi dedo. Morí en ese instante. Renací en todos los instantes.
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LA VOZ DE DIOS La voz de Dios no es de agua, ni de tierra, ni de fuego ni de polvo. Es la garganta de todas las voces que cantan, gritan, callan, rompen, sesgan, viven. Es la voz que supura odas por tu piel. La voz que labora ardorosa entre brazos de galaxias y un número infinito rebosante de alas. La voz de Dios dice: Créase. Destrúyase. Únase. Recorre el viento de tus pies con su fuego de violines. La voz de Dios es el coro glorioso de los átomos, es un río de diamantes brotando de los secretos ojos de los ángeles, penetrando la cola de los peces ciegos, las vértebras caídas de los hombres. La voz de Dios es sinfonía de infinitos, fuerza inaudible sosteniendo el universo en un dedo de amor… que se hunde en tu vivo corazón hasta cantar contigo.
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RESPUESTAS Cada día me respondes sin palabras: En el jeroglífico que las nubes inventan; en la espiral de la rosa; en el soliloquio nocturno del mirlo, en el aroma del café perdido por las calles, en el mar donde al bañarnos dejamos todos los recuerdos… Te gusta cantar en mi oído cuando un niño me habla. Y te encanta soplar las hojas caídas cuando hablan los ancianos. En las cimas del mundo caen palomas de nieve con todas las respuestas en sus picos.
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TUS LABIOS Dios, yo no sé cómo serán tus labios, pero los siento abrirse en el viento que mece los pinos; los siento cerrarse en la nieve que muere a mis pies. Tus labios atraviesan la paz de la galaxia como el vibrante rojo de un pétalo que sueña. Tus labios como niebla derramada sobre la hierba dormida... Tus labios en la boca anciana que habla con el fuego... Tus labios piando con el mirlo mojado por la lluvia... Tus labios en mis labios ayudándome a besar las espinas de las rosas.
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FE Nadie sabe lo que es la fe. Camina de la mano de los niĂąos: Donde ellos le dicen, va. Sobre un altar de hierba le gusta abrir un cofre con todos los matices del cielo, para que los ancianos lo guarden en sus cristales empaĂąados. Tiembla besando las olas bravas de los jĂłvenes. Es tan alta como los precipicios de la duda, pero ella lleva la desnudez del diamante en la mirada. Camina serena por el sueĂąo del hombre, y a veces se vuelve y te mira con su rostro de galaxias abrazadas.
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VIDA Desde el ojo del huracán me asomé a la vida, y vi... cómo el amor lo hilaba todo. Todo. Más allá de la apariencia de caos, la sangre circulaba... en armonía de fuentes eternas. Hilos cárdenos surcaban apasionadamente cada tejido existente. Y entre cruces de opuestos, los besos del mundo creaban nuevos seres, una y otra vez, en ciclos de un azul interminable... Asistí al milagro de la idea. Y al milagro del color sobre las almas. De los árboles escapaban hojas. Escapaban, no por la llamada del otoño, sino porque necesitaban dar las gracias con su vida. El milagro del amor tejía y tejía... mientras yo veía estas palabras mías buscándose en el océano de la infinita belleza. 22
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VENTANA Desde esta ventana sin dueĂąo me asomo a lanzar palabras. Me siento grillo de los marcos. AquĂ contemplo la lluvia que empapa a la gente. AquĂ contemplo los caballos que pacen la luna en la hierba; los perros que ladran ausencias. Los trenes que portan amapolas en la noche. Las grullas que dejan caer laberintos de sus picos. Los gatos que cruzan sus colas de fuego. Y a ese hombre fuerte que empuja sus miedos por las calles estrechas Canto y mi voz es la estrella que se deshace en las ventanas vecinas como una gota de lluvia violeta. Quiero amar cada instante que se amarra a la vida: ser un cabello de Dios prendido al viento.
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GRATITUD Cada mañana hay una música distinta susurrando gratitud desde cada árbol. Quiero tomarla (hoy es turquesa) y llevarla en el pecho prendida, para que todo el que me mire sonría.
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UN SUEÑO Yo sé que mi cabello en la almohada no está llorando... Está buscando un sueño que se perdió entre sueños; un sueño donde camino sobre la música de las aguas y los delfines forman una constelación a mi alrededor. En ella veo mi verdadero nombre... Algo me dice que no es un sueño; que es la llamada... de Dios en mi alma.
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AVE DE FUEGO ¿En dónde tu fragancia de olas naranjas? Ave de los mil atardeceres, mírame: Ahora soy una pura, solitaria silueta. Posa tu paso suave, tu soberana cola, tu pico en llamas sobre mis ramas esqueléticas. Sorbe en un instante mi figura. Luego, allá donde tú sabes, cantas lo mejor de mí, lo único que sobrevivió a mis cenizas.
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HOGAR Mi casa no está en ningún lado; las paredes blanqueadas del ayer me miran absortas. No tengo hogar, mi pasado naufragó en una orilla de tristeza. Mi presente es esta pisada leve de mariposa, mi futuro está guardado en una concha que tú acaricias… No tengo hogar, porque aún no he nacido… en ti, y mis brazos tienen frío.
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ESTA PUERTA Mi puerta es de madera vieja. Tú plantas jacintos en el bosque. Y yo abro esta puerta para que toda mi casa escuche el vals azul de tu música cósmica. Soy madera vieja atravesada por acres vientos. Pero yo abro la puerta para que toda mi casa se llene de frondas, huela tus pinos, ascienda al sol de las copas, reviva en tu cielo de zafiros incandescentes. Abro esta puerta y las olvidadas losas son espejos de jacintos de un violeta imposible. Un petirrojo llega salpicando inocencia, pía en la ventana y se va, dejándome la belleza de las cosas eternas. Mi madera se cubre de setas y mi alegría es un batir de alas surcando el corazón del bosque.
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ASÍ ME DEJASTE Porque así me dejaste, bañada en el aliento indescifrable de la vida. Y así, desnuda, te estoy mirando a los ojos absolutos. Así me dejaste entre los ecos de la noche; un corzo con olor a rosas me diste para que lo siguiera. Entono tu nombre como el río lo hace: Fluyendo sin pausa hacia la incógnita de un abrazo… Junto a las piedras beso los pentagramas de la tarde. Te estoy llamando en las montañas con flores en el alma... ¿Me oyes? Me arrodillo en el ocaso, desnuda, temblorosa… bajo la gloria de este sol desleído en colores.
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CAÍDA El polvo resuena en mis espuelas. Trago la carcajada del camino que no acaba. Mi caballo no quiere pisar las piedras desafinadas, y mi pelo es una triste roca donde un cuervo contempla el desplome de mi masa vertical. Da vueltas el suelo ronco, da vueltas el silencio como una rueca abandonada. Guitarra sin voz. Astillas. Hilos perdidos. Caída… Pero no me caigo. No lo entiendo… Unas manos invisibles me portan hacia el destello último del sol.
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NAVEGO Navego en la noche sobre zarzas de sal, corales negros, hipocampos hechizados... La luz de unos ojos eternos se derrite desde la luna, moja mi vela, inunda mi alma de paz. Sobre lianas de algas, peces dormidos, gritos de mar, navego‌ con mis manos empapadas y heladas, y mi alma a la espera en su capullo de luz.
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SOMOS Somos tercos como la ola. Somos vida, paz y muerte. Somos andrajos de espuma sobre la roca. Medusas de plata a la deriva… Dolor. Entrega. Impaciencia de rayos que chocan… o la calma tersa de los prados. Giran sublimes nuestros cantos de fuego. Somos libélulas creando cielos. Y tú lo sabes... Te lo estoy contando como una niña de pies rosados. Porque habitas en nosotros. Y por nuestros poros rezuma tu amor como resina de auroras.
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ENTRAR EN EL SILENCIO Pongo mis pies entre las hojas del bosque que duerme. Y entro en el pórtico de la luz, sonriente como un trébol recién abierto. Callo, abandono mis palabras aquí, en esta fuente que mana con la textura del amor. Cae mi ropaje de siglos… y oigo el pequeño rumor de mi sangre abriendo sendas. Escucho. Una estrella me está llamando. Es mi alma, desnuda, latiendo en un silencio de silencios.
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UN SOPLO DE FE… Un soplo de fe, una burbuja blanca, un soplo… sobre mi nuca niña. Un soplo de fe, una burbuja blanca, un soplo… sobre mis pasos de barro, sobre el acero que cuelga de mi pelo. Un soplo de fe, una burbuja blanca, un soplo, un roce de plumas... sobre mi llanto de caracoles rotos esparcido en el amanecer. Un soplo de fe, una burbuja blanca... un resplandor en los párpados, un escalón de flores, para subir, para flotar, para caer... vacía y pura… como la nieve.
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FUERZA Señor, dame tu fuerza. Una cadena de llanto entorpece mis pies. Tu aliento vaga por mi nuca caída. Eres polvo de azucenas posándose en mis párpados; escapas cuando abro los ojos... El día de mi vida es demasiado largo (y mis fuerzas goteando por esta ciudad rancia... y el universo corriendo ciegamente hermoso, sin mi). ¿Estás a mi lado? Tanteo el silencio y las polillas huyen... Se mueven las hojas de un arce al latido de mi corazón: se mueven… como una súplica roja. Quiero tu fuerza: ¡la tienen los ríos que se despeñan! ¡Aspírame, levántame, créceme! 48
Despierto... con mis rodillas manchadas de arcilla. Y ahí está tú, Viajando en el sol, rozándome... calladamente. Besas mi frente con la misma exquisita caricia que nutre las yemas de los bosques incendiados.
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TÚ A MI LADO La luna a mi lado, posada en mi hombro con aroma a quietud. El sol a mi lado, y el horizonte cuelga de mi pelo y se deshoja riente... Mares y montañas a mi lado, observando la plenitud del instante que resbala como lluvia musical entre mis dedos. Tú a mi lado, soplándome al oído, en aleteos de colibrí, la inmortalidad.
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EL BAILE ETERNO Miro a través de la noche con los ojos fijos de los peces. Y no veo más que un negro cielo, un pensamiento que titila, un fuego que me vela, no veo... La noche me arrastra, me empuja en lo oscuro, hacia una voz que no oigo. Y yo sigo su empuje bravío. Me lleva como una hoja sin peso, efímera libélula, más allá de mí misma, mucho más allá… Y al final de su viaje oigo el relincho de un caballo negro. Sin ojos, sin luz, palpo 54
el baile eterno de los nĂşmeros. Y veo, por fin, las verdaderas formas, naciendo bajo un pĂĄrpado infinito.
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PALABRA ABSOLUTA Busco la palabra perfecta: la que contiene todas las respiraciones en un solo sonido. Me hundo bajo la hojarasca del bosque. Parpadeo entre mis pestañas de nieve, y noto un eco de túneles inmensos; un tintineo abriendo las alas al silencio… Eres tú, palabra. Te deslizas tibiamente por mi alma. ¿A dónde me llevas? Me quemas con tu aliento de ángel. Me nutre tu dorado vacío por un cordón de estrellas… Atraparte quiero. Inmensidad… Palabra absoluta. Pero estás aquí…: saco mi corazón a la luz del cielo y te encuentro en mi latido, vivísima, juvenil, elocuente como un manojo de alboradas, tan rosa y tan pura… que mis labios al mencionarte desaparecen serenamente en el Todo.
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CUÁNTO TE HE AMADO Sabes Dios cuánto te he amado desde mi latido balbuceado en el barro. Cuánto amor ha estallado en mis dedos al tocar la flor consciente de tu verbo hecho color, suave vitalidad en la efímera gloria de un coro de pétalos. Cuánto te amé, te amo... cuando doblo mis rodillas ante el océano… Cuánto te ha esperado mi jardín de místicas violetas. Respiro la sinfonía de átomos que has puesto en mi camino. Y mientras mi muerte me sople hacia adelante, hacia tus huellas... yo seguiré amándote, siempre en remolinos puros alrededor de tu beso inasible.
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A TI ABRAZADA Cuando cierro mis párpados, a ti abrazada, soy una palmera de plata siseando a las nubes su paz. Dos astros amantes son mis ojos llenando de música el baile de las abejas. Cuando cierro mis párpados, a ti abrazada, escucho el coro blanco que la nieve derrama en las montañas; y un silencio de llama infinita deja mi ser en tu ser flotando con las semillas del tiempo.
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VIVIRTE Vivirte es amarrar el corazón a un viento de hayas, y leer las páginas plenas y plenas de estrellas. Notar el temblor de un pájaro sembrando de honduras el pecho; exhalar el aliento de la Tierra. Vivirte es sentir cosquillas en la sangre, o cósmicas mariposas despertando…; y una mañana dormida en la lengua haciéndose palabra.
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ESENCIAS ¿Sabes cómo escucho tus grillos amarillos en la noche derramada? Penetran en mi corazón con pausa. Y la paz me llama... Me enamora tu respirar de luna fresca en la montaña; me enamora tu trino rompiendo en oros la meditación de la fuente. Me enamora acariciar al escarabajo en la hoja con la ley de la armonía escrita en sus élitros. Esencias... flotando para mí en la vida exuberante. Y la paz me llama…
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DEDOS DE ORO El viento, de pronto, ha cesado. Abro los ojos. Alguien ha descorrido el plomizo telón de troncos muertos. Y el mundo reverbera, inmaculado, inundando mis manos de oro puro. Toco y atravieso los espejos que afloran infinitos. Aliso mis cabellos con estos nuevos dedos o llamas de aurora, y tres colibríes salen, triunfantes; despegan pintando camelias en el aire. Un aroma limpio de limones llueve en el silencio. Soy la quietud de una huella en la nieve. Campanadas de sol retumban en el agua. Permanezco sobre todo, en todo, libre… como un capullo cuya única finalidad es abrirse.
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ME ENTREGO En algĂşn sitio he dejado todas mis puertas rotas. Despacio, he tirado espejos pintados, vestidos sin vida, ahogos de seda, troncos muertos. Despacio he caminado hacia ti, sĂłlo hacia ti, por entre los pinos del silencio... Sentada ante ti, escuchando el devenir de las ramas, el cristalino arrullo del sol entre las nubes... Cierro los ojos como un tallo de luz... Y me entrego.
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SIN MÁS… Sin ojos las raíces me ven; y en la incógnita tibia intuyen mis manos acariciando la tierra dormida como un pequeño pájaro. Sin luz, la noche me medita... y suspira derramando polillas de fuego en mi sueño. Sin brazos, el mar me mece… y humedece mi piel con el ritmo de los números infinitos. Sin pies los árboles siguen la sombra verde de mi amor… y se estremecen sus hojas como coros de ángeles. Sin más que mis manos recojo miríadas de pétalos agradecidos, cayendo desde las cumbres de la primavera, oliendo a Dios. Sin más que mi vida libero palomas al océano: lágrimas de entrega blanca.
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AQUELLAS CARICIAS Llegará un momento en que estas manos mías se multipliquen y sientan el roce de vivir a través del Todo maravillado. Cuando un latido eterno atraviese mi corazón no sabré hablar con mis palabras: me habitará el silencio puro de las estrellas: la verdad en llamas. Cuando sea esfera musical en el universo, comprenderé el porqué de aquellas caricias que no vi... sobre mis lágrimas mortales.
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QUISIERA Más allá de la niebla que envuelve al mundo existe el gozo. Lo conocen las ondas del mar atravesando el infinito hasta llegar a mis pies. El mundo refulge. Destella el agua; destella el acentor sobre el agua; destella el cielo que sostiene el piar del acentor entre sus dedos azules… Y de ellos una nube inquieta brota... Inclino mi frente como el girasol en la noche. Todo es belleza. Las montañas lloran oro por su cima. Los niños gritan, y como la hierba, escriben su alegría en verde intenso. Fíjate: cuando vuela la paloma, siguen sus alas en el azul, aunque ella acabe de posarse. Porque existe un abrazo allá, hacia el que vamos. En la pletórica noche cada estrella es una palabra divina. Giran, crecen, ríen, se aman... Las busco. Quisiera alimentarme sólo del gozo de los astros.
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ENTREGA DE ORO Tomas la libertad y extiendes tus palmas al infinito. Aires malvas te ascienden más y más… hasta ser huracán de conocimiento. Por el ojo de tu frente entra un abismo... de oro. Te meces sobre la paz de un aliento etéreo. Se vierte sobre ti un perfume de galaxias. El esplendor te ciega. Vas alcanzando el Diamante de Luz. Y el mar canta el asombro más puro. En tu nuca planea la bondad como un pájaro de canto turquesa y mirada de ágata. Su vuelo se filtra por tu piel; toma tu corazón, derritiendo sus alas sagradas en tu sístole. Y empiezas a adquirir un brillo profundo en los ojos... Y te entregas... Te hundes en la arena del mundo con la serena perfección de la Belleza. 78
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OJOS PRÍSTINOS Vientos en tus ojos prístinos. Cada paso que das libera un pájaro en la niebla del mundo. Sobre el agua chocan entre sí las campanillas de la luz. Se abre una cortina de lotos blancos: penetras...
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Benidorm, a 11 de abril del 2017
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