Entrevista a Adela Jiménez

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MÁLAGA

Lunes 14.11.11 SUR

«La crisis ha vuelto a despertar sentimientos racistas en Málaga» Adela Jiménez Presidenta de Málaga Acoge Advierte de que la falta de trabajo provoca que se mire con más recelo al extranjero y hace aflorar discursos políticos xenófobos :: AMANDA SALAZAR MÁLAGA. Adela Jiménez lleva dos años al frente de Málaga Acoge. Profesora jubilada, empezó a colaborar con la ONG hace seis años, cuando se presentó como voluntaria para dar clases de español a los inmigrantes. En este tiempo han cambiado muchas cosas. Entonces, la llegada de pateras desde las costas del norte de África llenaba a diario las páginas de los periódicos. Ahora, con 24.347 extranjeros en situación de desempleo registrados según las últimas cifras del Ministerio de Trabajo e Inmigración, el reto es reinsertar a estas personas en un mercado laboral cerrado a cal y canto. –Son tiempos difíciles para los inmigrantes que residen en Málaga... –Sin duda son momentos muy duros porque la inmigración interesa poco a los gobiernos, no vende ni da votos. Ahora que estamos en plena campaña electoral afloran los discursos racistas y xenófobos y, cuando no, los partidos reproducen las pautas dictadas desde Europa, donde se aboga por las fronteras y por una inmigración selectiva. Quieren que solo vengan los más cualificados. –Hace años, el mayor problema era la llegada de pateras. ¿Ahora es atender a los que ya están aquí? –Tenemos que partir de la base de que la inmigración no es un problema, sino un fenómeno sociológico porque unas personas tienen necesidad de salir de sus países y buscar un futuro mejor. Pero sí, ahora lo que más nos demandan es orientación para buscar un empleo. –¿Se ha incrementado la carga de trabajo en Málaga Acoge? –No hay cambios en las cifras de usuarios con respecto a los últimos dos años. Estamos alrededor de las 6.800 atenciones entre las dos sedes de la capital, Antequera, VélezMálaga y Fuengirola. Pero sí ha variado el tipo de demanda. El área laboral es la que está notando mayor número de peticiones para ofrecer información sobre prestaciones, formación o autoempleo para salir de las listas del paro. En este sentido, tratamos de asesorarles sobre los programas existentes o buscarles la posibilidad de unas prácticas en empresa. Aunque sabemos que la situación es muy difícil para todos, siempre lo es más para los inmigrantes, que no cuentan con redes familiares de apoyo. Muchos viven ya en la pobreza y están en riesgo de exclusión social.

Jiménez preside la ONG Málaga Acoge desde hace dos años. :: ANTONIO SALAS –¿Hay muchas solicitudes de ayuda para regresar a sus países? –Apenas nos llegan estas peticiones para el retorno. No quieren volver porque saben que, si aquí hay crisis, en sus países la situación está peor. Además, para ellos regresar supone un fracaso. Y para los que trabajamos en Málaga Acoge es frustrante no poderles dar una solución porque no hay trabajo para nadie. –¿Se han roto muchas expectativas de vida? –Hay muchas personas que llegaron porque hace seis años encontraban trabajo en los puestos que no querían los españoles y pensaron que su vida podría mejorar, que podrían traer a sus hijos y sus parejas para empezar de nuevo en Eu-

ropa y, además, les sobraba para ayudar a sus familias en el país de origen. Todo eso se ha perdido ahora y vuelve a imponerse la idea de que los inmigrantes vienen para quitarles los trabajos a los españoles, cuando no es cierto. –Según el padrón municipal, en Málaga viven 275.000 extranjeros, pero hay muchos que no estarán registrados. ¿Qué ocurre con ellos? –Si no estás empadronado, eres invisible para el sistema. No puedes tener colegio para los niños o salud pública. Por eso es importante que consigan ese documento que para muchos es la única prueba escrita de que están aquí. Ni siquiera sabemos cuántos pueden ser, pero nos consta que

«Las inmigrantes están manteniendo a sus familias trabajando por una miseria en el servicio doméstico» «La inmigración no es un problema, es un fenómeno sociológico de personas que buscan un futuro»

es un número elevado. Y las oficinas de extranjería no lo están poniendo fácil. No hay voluntad para ello. –¿Hay muchos inmigrantes trabajando en el mercado negro? –Actualmente, si encuentran trabajo, es en la economía sumergida. Los empresarios se aprovechan de ello. Aún estamos con la mentalidad de que, como es inmigrante, le pago menos sueldo. –¿Son ahora más vulnerables a los abusos laborales? –Por supuesto, porque viven con el miedo a que les despidan o a que les denuncien porque no tienen papeles. Muchos de ellos trabajan por menos de cinco euros la hora. –¿Son las mujeres las más perjudicadas por esta indefensión? –Por un lado, son las que están manteniendo a la familia aquí porque en el cuidado a mayores o en el servicio doméstico sigue habiendo trabajo. Pero es un trabajo sin contrato y sin derechos, algo que esperamos que cambie cuando a partir de enero empiece a funcionar la nueva tabla salarial para empleados del hogar. Pero también tememos que muchas de ellas se queden sin trabajo ante la negativa de sus jefes a legalizar su situación. –Un año más, el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) sigue abierto. ¿Qué novedades hay sobre este asunto? –Desgraciadamente no hay muchas novedades. El CIE sigue existiendo en unas condiciones deplorables y no se puede permitir en una sociedad moderna. El Ministerio de Interior está redactando un reglamento para estos centros y no ha contado con las ONG que trabajamos con los inmigrantes. En Málaga, el Ayuntamiento ofreció un terreno para crear uno nuevo. Pero no queremos ni mejorarlo ni trasladarlo, queremos que desaparezca. –¿Qué opina sobre los cambios que se están produciendo en los países que viven la llamada ‘primavera árabe’? –Lo vemos con esperanza y deseamos que las democracias empiecen a cuajar. Sería el primer paso para mejorar la situación de estos países que son los que exportan a sus ciudadanos ante la falta de expectativas. Pero es importante que no se olvide el espíritu de estas revoluciones, ni el papel de los jóvenes o la mujer. –¿Cómo es la convivencia de los malagueños con los inmigrantes? –Ha habido pequeños roces de convivencia entre vecinos, pero nada importante. En general, los malagueños son muy tolerantes. Pero eso no quita que se despierten sentimientos racistas. –Pronto son las elecciones, ¿qué le pediría al nuevo presidente del Gobierno? –Que no se olvide de los inmigrantes ni en campaña ni después.


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