LaOpinión DE MÁLAGA
12 | MARTES, 2 DE NOVIEMBRE DE 2021
Málaga
Ilias El Masdouri dejó Tetuán con 14 años para buscar una vida mejor en España. Ahora, con 21, empieza a ver un futuro. SUSANA FERNÁNDEZ. MÁLAGA
n No se atreve a soñar todavía.
Aunque ahora vive en un piso y tiene un trabajo con contrato por primera vez desde que llegó a España. Ilias querría ser profesor de Arte. Un sueño que ve difícil pero que está más cerca de cumplirse tras los cambios en el Reglamento de Extranjería que el Gobierno aprobó en octubre. Los miles de menores inmigrantes y jóvenes extutelados que hay en España saldrán del limbo administrativo y podrán empezar a construir su vida aquí. Ilias El Masdouri es uno de estos chicos. A sus 21 años, él ya tiene permiso de residencia y laboral porque pudo acogerse al decreto de regularización para trabajar en el campo durante el confinamiento. Lleva dos meses trabajando en un restaurante del Muelle Uno y podrá renovar su documentación gracias a esta reforma legal. Además, este joven de Tetuán ha podido dejar la calle y vive en un piso gestionado por Málaga Acoge junto a otros tres extutelados. Conocer su historia pone en evidencia la importancia de los cambios legislativos que entrarán en vigor en unos días. Y es que estos jóvenes que llegan a España como menores quedaban totalmente desprotegidos al alcanzar la mayoría de edad, tal y como apunta Genoveva Pérez, coordinadora del Área de Jóvenes de Málaga Acoge. «Podían vivir en España pero no podían trabajar. Esta reforma crea un régimen que les va a autorizar a trabajar. Hasta ahora todos caían en la bolsa de
LA OPINIÓN
Inmigración. La reforma del Reglamento de Extranjería que acaba de aprobar el Gobierno ayudará a que los menores inmigrantes que llegan solos y los jóvenes extutelados tengan una verdadera oportunidad. El acceso al permiso de trabajo es la clave principal.
El empujón legal que acerca a Ilias a su sueño «Para los chicos nuevos será más fácil», afirma este joven de Tetuán que se quedó en la calle tras salir de un centro de menores y sin permiso para trabajar u
personas sin hogar al no poder trabajar y mantenerse», explica. Ese era el principal problema y es lo que le sucedió a Ilias, que recorrió los 40 kilómetros que hay entre Tetuán y Ceuta agarrado a los bajos de un autobús pese a saber que se estaba jugando la vida. «Era peligroso pero la vida en Marruecos lo es más», argumenta. Tenía entonces 14 años y dejó atrás a sus hermanos y a sus padres, que no querían que se marchase. «Todo el mundo me decía que era muy difícil, que la gente muere en el mar», cuenta y añade que para él no había otra opción porque «en Marruecos no hay oportunidades». Tras pasar unos meses solo en la calle, comiendo y durmiendo como podía, volvió a casa pero regresó a Ceuta al poco tiempo y entonces comenzó su etapa en el centro de menores de la ciudad autónoma. Allí tenía un techo pero la si-
tuación era muy dura. «Era como una cárcel, a la planta de abajo la llamábamos Guantánamo», recuerda al explicar lo saturado que estaba el centro, con hasta quince chicos en cada habitación y teniendo que dormir incluso en el suelo. Asegura que allí ni estudió ni realizó ninguna actividad que le pudiera servir para buscarse la vida cuando cumpliera los 18 años. «No hacíamos nada en todo el día. Sólo peleas, drogas...». Cuando salió del centro, Ilias lo hizo con un permiso de residencia que pensaba que también le permitía trabajar, pero no era así. La reforma del Reglamento de Extranjería contempla en primer lugar que los menores no acompañados que llegan a España sean documentados en seis meses y no en nueve como hasta ahora. Un permiso de residencia que durará dos años inicialmente y que podrán re-
novar luego por otros tres. El mayor cambio se da en el ámbito laboral, ya que ahora los menores que no estén acompañados de un adulto podrán trabajar a partir de los 16 años y se rebajan los requisitos económicos para poder tener autorización de residencia y trabajo para los mayores de edad que han estado tutelados. Ilias tiene una verdadera oportunidad con estos cambios que las organizaciones sociales llevaban años reclamando. «El proyecto mi-
«El proyecto migratorio de estos jóvenes es venir a trabajar pero era un proyecto frustrado», explica Málaga Acoge
gratorio de todos estos jóvenes es venir a España a trabajar pero era un proyecto frustrado por la imposibilidad de acceder a un empleo. Esto les da la oportunidad de demostrar realmente a qué han venido», apunta Genoveva Pérez. Un aspecto que también puede ayudar a cambiar la percepción social negativa de este colectivo. Como tantos otros, Ilias ha trabajado sin contrato, con sueldos de miseria y ninguna seguridad. Cuando salió del centro de menores se vino a la Península y su primer destino fue Jerez de la Frontera. Le habían dicho que allí le sería más fácil el tema de «los papeles». Nada más lejos de la realidad. Acabó en una casa okupa donde le engañaron y se quedó sin dinero. Su primer trabajo, sin contrato, sueldo fijo ni horario, fue en el campo en Huelva cogiendo fresas, aceitunas o arándanos. «Ibas a trabajar y no sabías cuánto te iban a pagar ni cuántas horas ibas a estar. Se aprovechaban porque no tenía papeles», dice con pesar este joven. Llegó hasta Bélgica y Holanda buscando oportunidades pero allí sólo encontró nuevas dificultades con el idioma y «mucho frío». Tras pasar por Barcelona, donde dice haber notado «mucho racismo», llegó a Málaga y por primera vez recibió la ayuda de una asociación, Málaga Acoge. «Conocí a Tarek uno de los técnicos-, me escuchó y me ayudó. Todos los días pensaba ‘dónde voy a dormir esta noche’. Quería dejar la calle ya», confiesa. Unido a la lucha por la reforma Hoy es consciente de la importancia de la reforma aprobada por el Gobierno, que él mismo reclamó en Madrid en septiembre, a las puertas del Ministerio del Interior, junto a otros jóvenes extutelados. «Lo más importante es poder trabajar, buscar la vida», afirma y dice sonriendo que «para la gente nueva ahora será más fácil». Su futuro pasa por seguir trabajando cuando se recupere del accidente que sufrió hace unas semanas, estudiar más adelante y seguir en Málaga, una ciudad que le gusta mucho aunque se acuerde de su tierra cuando mira la Alcazaba. A Tetuán espera volver pero sólo para visitar a su familia, que ya respira más tranquila. Esta reforma del Reglamento de Extranjería es todo un triunfo para las organizaciones sociales, que llevaban años reclamándola. Pero aún queda camino. La coordinadora de Jóvenes de Málaga Acoge pone el acento en la falta de plazas en pisos y programas para estos chicos que, para poder acceder a estos permisos de residencia y trabajo, necesitan demostrar que cuentan con un apoyo económico para sus gastos diarios. El cambio legal ha sido de 180 grados, pero hay que seguir luchando.