LaOpinión DE MÁLAGA
Los desastres del 29 EL CONTRAPUNTO
Rafael de la Fuente
C
asi nadie en Estados Unidos recuerda la fecha en la que empezó la II Guerra Mundial. O la del ataque japonés a Pearl Harbor. O la caída del Muro de Berlín. En cambio muchos norteamericanos recuerdan perfectamente que el jueves 24 de octubre de 1929 fue el día del hundimiento de la Bolsa de Nueva York. Por supuesto, casi nadie en Estados Unidos tampoco se acuerda de otra fecha mucho más cercana: la del viernes 12 de septiembre del 2008. Esa tarde, ante la posibilidad de un inminente colapso (“meltdown”) del sistema financiero norteamericano, el presidente de la Reserva Federal y el secretario del Tesoro dieron un ultimátum a los amos de las gigantescas instituciones financieras de la época, como Citigroup, Morgan Chase o Goldman Sachs. «Señores, hasta aquí hemos llegado». Lo mismo había dicho un siglo antes el banquero J.P. Morgan a los hombres más poderosos de Estados Unidos. Estaban en su mansión de Manhattan y era el año 1907. El pánico financiero se extendía por todo el país. «Señores, hasta aquí hemos llegado». La confianza del gran J.P.Morgan en sí mismo y en el sistema financiero norteamericano fueron entonces suficientes para ayudar al país a salir de
aquella crisis que amenazaba al bienestar de millones de norteamericanos. Nada parecido ocurrió esa tarde, hace escasamente algo más de doce años. En aquella reunión del 12 de septiembre de 2008, en el Banco de la Reserva Federal, era obvio que ninguno de los grandes banqueros allí presentes sabía exactamente cuál era la verdadera situación financiera de las gigantescas instituciones que ellos representaban. Ya que no se habían dado cuenta de la rapidez con la que la ingeniería financiera y la economía mundial habían evolucionado desde el colapso de Long-Term Capital Management, diez años antes. Y, por supuesto, nadie había pensado que el mundo que sufrió el crac de Wall Street en octubre de 1929 y la Gran Depresión que le siguió era en ese momento algo tan lejano e irrelevante como la época en la que Cristóbal Colón tomó posesión en nombre de la Corona de España de las playas de una exótica y hermosa isla caribeña. Era obvio que nadie se había dado cuenta de que Wall Street padecía las consecuencias de un monstruoso vacío generacional. Un ‘generation gap’ que les amenazaba como un agujero negro. Richard Fuld, el gran jefe de Lehman Brothers tenía en su haber una larga
Queremos contar, queremos escuchar MÁLAGA SOLIDARIA
Helena Pernías
Vocal del Área de Jóvenes de la Junta Directiva de Málaga Acoge
A
li está trabajando en una empresa a media jornada y Abdurahman hace prácticas de grado medio de informática; Hassan estudia segundo de bachillerato para adultos en el Instituto Vicente Espinel mientras que Salima está terminando un curso de limpieza y pronto empezará las prácticas. Ali cuenta que le gusta el boxeo. Abdurahman prefiere coger la moto y jugar al fútbol. A Hassan le encanta dibujar. Hamid escucha rap. En cuanto a Salima, tiene su rincón preferido en un espigón de Pedregalejo desde donde mira el mar con su amiga Fátima. Los cuatro son jóvenes que rondan la veintena y han estado en centros de menores. Con distinto origen, pero los mismos gustos, inquietudes y sueños que el resto de los chavales de su edad y se merecen los mismos derechos y oportunidades. Ellos y ellas quieren que la gente les conozca, que sepan que no son diferentes. Por eso, han lanzado la campaña ‘Queremos Contar, queremos escuchar’, junto a Málaga Acoge, la Escuela de Arte San Telmo y los estudios de diseño Buenaventura, Rubio & del Amo y Atipo. En estos días, decenas de marquesinas interpelan a los viandantes en las calles de Málaga con mensajes como «Al 78% de los MENA le gusta la pizza con extra de queso», «El 81% de los
MENA canta habitualmente en la ducha» o «El 76% de los MENA pone primero los cereales». Con estos mensajes de la campaña, bajo el lema común «Mismos Gustos, mismos derechos», los jóvenes quieren desmontar, desde el humor y la cotidianidad, la imagen manipulada que algunos vierten sobre ellos. Buscan resaltar lo que les hace iguales, mostrar su verdadera realidad y sus anhelos. Mostafa cuenta que, blanco o negro, es la misma sangre la que corre por las venas. Está estudiando grado medio de atención sociosanitaria a personas dependientes porque se quiere dedicar a cuidar a personas mayores. Mohamed afirma que está formándose en hostelería y que se presentará a las pruebas libres de enseñanza para adultos. Fátima ha hecho un curso de ayudante de cocina y apoya a Málaga Acoge en traducciones y gestiones administrativas. Mostafa, Mohamed y Fátima, Ali, Abdurahman , Hassan y Hamid son nombres que humanizan el término MENA, acrónimo de menor extranjero no acompañado, cuyo uso se ha pervertido tanto. Con esta campaña los jóvenes se apropian de esta palabra para restarle carga peyorativa y desmontar la naturaleza absurda de los mensajes racistas.
y sólida trayectoria en los mercados, llena de batallas tan duras como la crisis del petróleo en los años setenta, o el hundimiento de la deuda rusa o los problemas de las economías asiáticas en 1998. Pero en Lehman Brothers, igual que en los otros gigantes, todos se habían zambullido en una mágica galaxia, poblada de flamantes productos fruto de asombrosas ingenierías financieras, con rentabilidades inimaginables sólo diez años antes. Ni los grandes jefes de toda la vida, que personalmente ganaban millones gracias a los novedosos juguetes financieros, ni los jóvenes ‘traders’, que los manejaban, sabían verdaderamente lo que estaban haciendo. Y por supuesto no tenían ni idea de las consecuencias finales de la orgía especulativa en la que se habían instalado. «Si lo hubieran sabido, no estaríamos hoy en una situación como en la que nos encontramos». Así lo aseguraba Mr Cawley, el fundador y presidente de la IDX Capital. La filosofía reinante era muy simple: «Ganemos todo el dinero que podamos mientras el sol siga brillando ahí fuera. Ya nos preocuparemos por los detalles más adelante». Sólo un genio de las matemáticas puras hubiera podido descifrar los mecanismos de aquellos derivativos que hundieron a Lehman Brothers o Bear Stearns. Pero cuando los doctores en matemáticas llegaron, era demasiado tarde. Sólo pudieron levantar el acta de las autopsias. Como nos contaba John K. Galbraith en su brillante historia del crac de 1929, los norteamericanos, hasta aquel 24 de octubre, todavía «confiaban en la competencia y las virtudes de los hombres que manejaban los grandes asuntos financieros e industriales». Quizás por eso no pueden olvidar esa fecha. ¿Cómo voy a venir a Europa a robar a la gente o a hacer las cosas mal?, se pregunta Ali, mientras que Hassan asegura que no vino a quitarle el trabajo a nadie sino en busca de su sueño. Tienen 20 y 19 años, respectivamente. ¿Quién no querría un buen futuro para sus hijos e hijas: que estudien, encuentren trabajo y tengan una oportunidad en la vida? Sin embargo, las administraciones ponen muchas piedras en el camino a estos jóvenes que han estado en centros de protección de menores, que se ven obligados a ser adultos de la noche a la mañana, sin apoyos, cuando cumplen los 18 años. Con esta campaña también reclamamos a las administraciones que ayuden a los niños, niñas y jóvenes que no cuentan con una familia hasta que puedan llevar una vida adulta autónoma. Un paso en la buena dirección es la reforma del Reglamento de Extranjería propuesta el mes pasado por el Gobierno y que busca rebajar los requisitos exigidos a los chavales extranjeros para que puedan estudiar, formarse o trabajar. Hace tiempo que venimos reclamando junto a otras entidades el compromiso de las administraciones en la protección de estos chicos en su paso a la vida adulta. Ali, Abderraman y Hamid saben mucho de estas dificultades, pero son luchadores están saliendo adelante. Ellos tres participaron en la Escuela de Arte San Telmo en los talleres que dieron origen a la campaña ‘Queremos contar, queremos escuchar’. Protagonistas de un vídeo documental que se proyectó el miércoles 12 en el Teatro Albéniz, quieren que la gente les conozca de verdad y contar al mundo quiénes son y qué quieren hacer..
OPINIÓN
SÁBADO, 15 DE MAYO DE 2021 | 17
u Como casi todas las grandes explosiones sociales, el 15-M de 2011 no fue organizado por nadie, y, al igual que el 68 francés (salvando las distancias, claro) el estallido sorprendió sobre todo a los partidos de izquierda. De hecho tan a contrapié pilló a la izquierda entonces existente que nunca logró subirse al tranvía de los indignados, que iba muy deprisa y no tenía vías. Tirando de viejas etiquetas, había allí anarquismo, marxismo-leninismo, espartaquismo e incluso peronismo, pero mandaba el factor generacional. Luego algunos líderes trataron de darle forma a todo aquello antes de que la lava se solidificara, buscando modos de organización que no fueran partidos, y el resultado es esa galaxia hoy algo errante por el espacio sideral nombrada Podemos, las Mareas, los Comunes, etcétera. El predominio del factor generacional fue su fuerza, pero también su debilidad al hacerse mayores.
La vida no es fácil para Peter Pan En corto Pedro de Silva