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MÁLAGA
Sábado 31.12.11 SUR
Mujeres al rescate de las familias Las empleadas del servicio doméstico son indispensables en numerosos hogares malagueños SUR descubre en cuatro testimonios la labor invisible de miles de trabajadoras de la provincia
M. ÁNGELES GONZÁLEZ maguisado@diariosur.es
MÁLAGA. Poco o nada tienen que ver con el personaje que Gracita Morales encarnó en la película ‘Cómo está el servicio’ en la década de los 60. Como recuerda Andalucía Acoge, no son sirvientas ni criadas, como se denominaban entonces, sino empleadas de hogar, mujeres, en su ma-
María José gana 600 euros al mes trabajando en cuatro casas y un portal. :: FOTOS: ANTONIO SALAS
yoría inmigrantes, que pelean desde hace años para que sus derechos laborales se equiparen al del resto de trabajadores. El sindicato CC OO estima que alrededor de 17.000 personas trabajan realizando tareas domésticas en la provincia de Málaga, aunque apro-
ximadamente la mitad no figuran en ningún registro, siendo invisibles para las estadísticas públicas. Precisamente, una nueva normativa que entra en vigor mañana, 1 de enero, pretende sacar a la luz todo este trabajo, obligando a los empleadores a cotizar por sus empleados, indepen-
Rumilda es paraguaya y lleva siete años viviendo en Málaga.
«Llevo limpiando desde los diez años, pero nunca me han asegurado»
«Con mi trabajo he encontrado una familia»
María José S. Empleada de hogar por horas
Rumilda Giménez Trabaja en una casa
Después de hacer la Primera Comunión, su madre le dejó las cosas claras: «Te vienes conmigo a barrer escaleras». Dicho y hecho. María José S. apenas tenía diez años y desde entonces no ha dejado de trabajar, aunque en todo este tiempo –hoy tiene 44 años– ninguna familia ha cotizado por ella, y duda que lo hagan con la entrada en vigor de la nueva normativa, aunque a ella le encantaría siempre y cuando haya dejado de percibir la ayuda familiar que recibe. «Estar dada de alta es fundamental para cobrar si te pones mala o tener derecho a una pensión», apunta, aunque critica que no tengan derecho a prestación por desempleo. En la actualidad esta malagueña trabaja en cuatro casas y en una comunidad de vecinos. Desde hace años cobra ocho euros por hora y, aunque le parece «poco», no se atreve a pedir más «vaya a ser que me echen». Además, tiene que competir «con tanta sudamericana que hay
Rumilda Giménez se muere por coger un vuelo hacia Paraguay y abrazar a su hijo de 12 años, al que no ve desde hace tres. Con suerte, en 2012 su sueño se hará realidad. Pero hasta que llegue ese día se consuela pensando que todos los meses puede enviarle dinero gracias a su trabajo en un hogar malagueño, en el que lleva cuatro años. «Es como mi segunda familia», cuenta Rumilda que, como muchas otras inmigrantes –más de 6.000, según las estadísticas de la Seguridad Social–, están empleadas en el servicio doméstico en Málaga. Cuando llegó a España, hace siete años, la contrató un matrimo-
trabajando barato», se queja. En total, ingresa unos 600 euros al mes, aunque ha llegado a ganar hasta 1.300 compaginando la limpieza en casas con el trabajo en alguna empresa, donde sí estuvo asegurada. Aunque admite que su trabajo no tiene ninguna parte positiva, afirma que la clave para sobrellevarlo es «llevarte bien con tu jefa y si te manda algo, hacerlo calladita. Si no te conviene, coges la puerta y te vas». «Yo siempre he estado muy arropada en las casas en las que he trabajado», señala, aunque también ha tenido sus más y sus menos. «Soy muy campechana y a una señora le dije el primer día ‘Anda, hazme un cafelillo’
«Nos tratan como una escoba. Nadie se disculpa cuando pisa el suelo que estoy fregando»
y le sentó fatal». Tanto, que la despidió. Pero a rey muerto, rey puesto, y hoy presume de que gracias a ella y a otras como ella, muchas mujeres pueden trabajar fuera de casa. «Somos fundamentales, pero no estamos valoradas porque nos ven como una escoba. Me doy cuenta cuando friego la escalera del portal y pisan el suelo mojado. Nadie pide disculpas», se lamenta.
«La muchacha» Aunque reconoce que nunca se han referido a ella con desprecio. «Los que nos llaman ‘la muchacha’ o ‘la criada’ son aquellos que han subido como la espuma, pero a mí siempre me han llamado por mi nombre», dice. «Limpiar no le gusta a nadie», afirma María José, a la que le hubiera gustado ser enfermera, algo que no descarta. Lo que tiene claro es que no quiere que su hija se dedique a esto: «No, por favor. Está muy mal pagado y te haces polvo la espalda».
«Esta normativa va a hacer que nuestro trabajo se reconozca más que nunca»
nio como interna. Durante tres años estuvo ocupándose de la casa, de la comida y de cuidar a sus propietarios, de edad avanzada, las 24 horas del día, los siete días a la semana por 600 euros al mes. «Solo podía salir algunos domingos si tenía algún compromiso», recuerda. Esta situación le provocó casi una depresión que le obligó a dejar el empleo. Entonces, a través de una amiga encontró su actual trabajo, en el que gana lo mismo pero tiene un horario de 9.00 a 15.00 horas, Seguridad Social y un mes de vacaciones pagadas. Ahora no recibe ninguna paga extra, pero su empleadora le ha asegurado que se las abonará a partir de enero, como establece la nueva normativa, que a su juicio, va a hacer «que nuestro trabajo se reconozca más que nunca». Y eso que ella no tiene queja: «Me siento muy a gusto y alguien importante en esta familia».