MALA SOMBRA: Revista de Claroscuros, Nº4 VENGANZA

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Nยบ 4 Septiembre 2016

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Un niño camina sobre las ruinas de una de las ciudades destruidas durante el conflicto sirio. Apenas golpea un par de piedras que encuentra a su paso y una cámara captura el recorrido en un traveling cuidado más propio de un film independiente. El plano concluye cuando el crío se reúne con otros infantes de similar edad al final del trayecto, esta vez armados hasta las cejas. Los chavales empuñan armas de fuego y gritan al cámara “tenemos sed de venganza”. Así arranca uno de los últimos vídeos que el EI ha lanzado rompiendo, en parte, con la espantosa estética snuff a la que nos tenía acostumbrados. En esta ocasión no hay ejecuciones en directo y a bocajarro, sin embargo la naturaleza del corto deja entrever que el monstruo nunca duerme y exhibe a niños. Más concretamente un escuadrón integrado por menores de edad que perdieron a sus padres tras los ataques de la coalición internacional en Siria, que se hacen llamar El escuadrón de los huérfanos. Los jóvenes están dispuestos a sacrificar sus vidas, buscan venganza y no tienen nada que perder, literalmente. Tan solo una edad de oro que según Benítez Reyes no deja de ser: “ la fugitiva edad de no tener edad para el pasado”. “Sangre por sangre”, es el eslogan que claman los acólitos del grupo terrorista Dáesh, los compinches de un Mahoma estropeado. No es nada nuevo utilizar menores para la propaganda política, los niños representan el futuro y, por ello, resultan elementos clave. La propaganda infantil como arma de guerra ha sido usada desde la Antigüedad. Así lo vemos en una de las civilizaciones más propagandistas

de la historia: Roma y su célebre Ara Pacis en el que ya aparecían incrustados, ocupando un lugar significativo, los pequeños Rómulo y Remo ensalzando la figura de Augusto. La propaganda como forma de comunicación tiene el objetivo de influir en la actitud de una comunidad respecto a alguna causa, presentando solamente un lado del argumento. Hecho este del que Lenin supo sacar tajada cuando en 1917 firmó el “Decreto sobre la introducción del monopolio estatal sobre la propaganda”, idea que aún perdura en la omnipresente figura de Kim Jong-un y su universo Juche. Los propagandistas islámicos en cambio usan una técnica concreta, la propaganda de muerte, que tiene como objetivo principal provocar el pánico generalizado. ISIS utiliza el peso de los medios contra los propios medios y la cobertura de los actos terroristas realizados por su equipo de propaganda es cada día más efectivo: corre como la pólvora. Ahora, los huérfanos del EI juran venganza. Carecen de conciencia política, pero son carne de instrucción militar y su rabia se cuece a fuego lento. Dicen que antes de la venganza conviene cavar dos tumbas. En este caso hay que cavar algo más que eso, porque cuando la furia se desata no hay tierra suficiente en este mundo para enterrarnos a todos.

La editora, Marta Vázquez Juárez

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COLABORAN EN ESTE NÚMERO:

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Rafael Jiménez nace en Córdoba en 1989. Licenciado en Bellas Artes en la especialidad de grabado y diseño por la Universidad de Sevilla. Inicia su trayectoria en el mundo del graffiti y el arte urbano realizando murales y participando en numerosos eventos en todo el terreno nacional, explorando diferentes lenguajes expresivos en torno a la pintura y el espacio urbano. El graffiti le lleva a Nueva York a conocer a los primeros artistas urbanos y posteriormente a una estancia con el equipo arqueológico Cuevas de Nerja, ambas experiencias le sirven como punto de inflexión para relegar al plano personal el graffiti y dedicarse exclusivamente a la pintura y a la obra plástica a través de acciones, videos y proyectos, teniendo en el tiempo, la historia y la memoria como ejes de trabajo. Ha expuesto su trabajo en distintas ciudades europeas e internacionales, en muestras individuales y colectivas. Ha sido becado por la Fundación para jóvenes creadores Antonio Gala, la muestra de arte contemporáneo D-Mencia y la X semana de arte contemporáneo de Asturias AlNorte , y seleccionado para presentar su trabajo en 89plus, encuentro internacional de jóvenes artistas, en ARCO Madrid por Hans Ulrich Obrist y Simon Castests entre otros premios y selecciones. Desde 2012 es uno de los coordinadores de Z, Jornadas de arte contemporáneo de Montalbán de Córdoba, espacio de reflexión e interacción artística en un medio rural donde comisaria diferentes proyectos expositivos e intervenciones.

Celso Blanco Lo entre sus papele licenciatura en F veces profesor, a frecuentemente a golpes de card su plácida madri arbustos para se ticipar en esta cl desde su acciden nacimiento, Mad

www.rafaeljimenezreyes.blogspot.com

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obo, poseedor es pintados de una Filología Inglesa, a a veces traductor, nada, y sacado do quemado de iguera entre los er convocado a parlaroscura empresa nte geográfico de drid.

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Amanda Gutiérrez del Castillo, poeta, dramaturga y letrista de origen andaluz, nacida en el 86 en la tierra del boquerón. Educadora y antropóloga social y cultural pero ahíta del campo académico, buscó hasta que encontró su formación en escritura dramática en el Laboratorio teatral William Layton (Madrid). Ha estado diez años dedicada a la educación social compatibilizándolo con su formación artística (talleres sobre literatura, interpretación y narración oral). Especializada en antropología del género y amante del jazz, ha escrito guiones para un programa de radio de jazz (La Quinta Disminuida) emitido en La Paz (Bolivia) con un enfoque poético y, simultáneamente, antropológico. Ha sido publicada en la Antología “Nueva Poesía y Narrativa Hispanoamericanas del siglo XXI” por Lord Byron Ediciones. Es autora del poemario “Cantar y morder osadía”, todavía inédito. Se estrenó su espectáculo teatral “El poder del saco en la espalda” el 27 de noviembre de 2015 en Manzanares el Real. Vive en la eterna dicotomía entre arte y sociedad. Sus poemas reflejan reflexiones que cuestionan un mundo establecido. Harta de la esfera académica legitimada por poderes, cree en la poesía como sistema de manifestación independiente, sin títulos ni valoraciones y basada en saberes alternativos que aboguen por una libertad de acción.

Jaír Ramírez (Icod de los Vinos, Tenerife 1980), criado a la sombra de un imponente volcán medio dormido y de dragos centenarios, lleva buscando la salvación entre canciones y textos, propios y extraños, desde que tiene uso de razón. De carácter pausado y reflexivo, no es capaz de entender ahora cómo es que eligió el terrible nombre de Pumuky, un travieso duende televisivo que tenía la habilidad de desaparecer cuando se metía en problemas, para bautizar a su actual aventura musical, formación que intenta liderar desde hace más de una década entre constantes cambios de marea y metamorfosis varias. “El bosque en llamas” o “Plus ultra” son algunas de las 7 referencias discográficas que Pumuky tiene publicadas hasta la fecha, impregnadas de un personal imaginario con el que han logrado seducir a una fiel militancia, llevándoles a presentarse ante importantes audiencias (Primavera Sound, WOMAD, Festival Nrmal...) a lo largo y ancho del país, o en otras latitudes como Francia, Alemania o México. “Justicia Poética” (Jabalina Música - 2015) es su más reciente colección de canciones. www.pumuky.bandcamp.com

www.cantarymorderosadia.blogspot.com.es

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VI Ricardo Velasco (1989) onubense afincado en Granada. Historiador del arte y gestor de la plataforma artística “La cueva de Prometeo” cuyo objetivo es dar a conocer artistas emergentes de la esfera granadina entre otros. Apasionado del Arte Contemporáneo, especialmente la performance y sus formas de expresión. Trabaja duro para ser un futuro gestor cultural y comisario de exposiciones. Ha colaborado en “Presentes Futuros” con la redacción de criticas relacionadas con “PA-TA-TA FESTIVAL”.

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Xoán García Rodríguez, gallego de nacimiento, filántropo frustrado, nihilista por convicciones y coleccionista de divanes. A ciertas horas, apátrida que en la clandestinidad trafica con palabras, llegando a veces al proxenetismo. Su aparente comportamiento asocial es disipado al descubrir una gran empatía inhibida. Le ha dado 33 vueltas a la estrella más cercana, y actualmente reside en Barcelona, prestando sus servicios en Apple.

Ivan Izquierdo nace en La Zubia

Santia espera ridad, a su p a tiem viene Mal m deja q novela tiemp a cam compa brás, q

www.lacuevadeprometeo.com

(Granada) en 1983. Artista y doctor en Bellas Artes. Ha recibido varias becas de residencia y creación artística entre las que cabe destacar: MEET FACTORY (Praga, Rep.Cheq), FPDV-VIETNAM experiments & artistic collaborations (Ho chi minh city, Vietnam), IFAA Project (Louvain la Neuve, Belgica), beca INICIARTE, promovida por la Junta de Andalucía, Centre D’art Contemporain pour Essaouira”(Marruecos), Fundación Inspirarte, Valencia, Centre D’ Art La Rectoría, Barcelona, Residency Artist LA FRAGUA, Cordoba y CRIDA, Palma de Mallorca. Ha colaborado con diversas obras de teatro en Valencia y Sevilla, también ha ilustrado varios libros de poesía además de haber recibido varios premios y reconocimientos. www.ivanizquierdo.es

fig VIII fig VI

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ago Sanjurjo. Perdidas fe y anza, sólo le queda La Ca, que es su pueblo. Filólogo pesar, ejerce de truchimán mpo parcial porque traducir a ser como escribir con red. músico y peor ciudadano, que la vida pase entre la a negra y el flamenco. De un po a esta parte ha empezado mbiar la cerveza por el vino y arte piso con el gato Miraque es negro y muerde.

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Marta Vázquez Juárez, expulsada al mundo en el 83, granadina de nacimiento y vínculada al Sacromonte, las chumberas y los cardos estrellados desde su más tierna infancia. Su reciente incursión en su ciudad natal la convierten, según sus antecesores, en sardesca y raspinda. Pintacardos y porfiadora a tiempo completo, trata de llevar a cabo (en paralelo) dos proyectos tan fascinantes como eternos, el primero: consumar al fin su Tesis Doctoral titulada Arte, Afección y Vitalismo Cósmico; el segundo: dar una salida perdurable a Ediciones Hostiles, la humilde empresa que edita, entre otras publicaciones de origen temerario, MALA SOMBRA: Revista de Claroscuros. |9|


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MALA SOMBRA: Revista de Claroscuros, es una revista social independiente. La “mala sombra” entendida como sombra errónea o malograda es la que, sin embargo, nos deja entreveer fracciones de luz semiocultas a la realidad. Nos permite vislumbrar fragmentos a veces levemente enmascarados que bien podríamos sacar a la luz.

| VAL DEL OMAR |

Contáctanos en: malasombrarevista@gmail.com

| Marina Abramovic & Ulay - The Other: Rest Energy - 1980 |

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Texto de F. David

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d Ruiz

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“Dedico esta edición a mis enemigos, que tanto me han ayudado”. Cela, Dedicatoria a La familia de Pascual Duarte

“Me cago en la mala sangre y me cago en to este pueblo”. José Luís Gómez en su personaje, Emilio, El séptimo día

En el verano de 1951, el animador y director de cine escocés, aunque nacionalizado canadiense, Norman McLaren (1914-1987) rodaba una película perturbadoramente inusual. Sería un corto de apenas 8 minutos titulado Neighbours que estaría llamado a convertirse en una de las obras más recordadas del cine canadiense. Su técnica: el stopmotion con actores reales y sin guión, la experimentación unida a la improvisación más pura. El resultado: una metáfora sobre la guerra, dicen los manuales. Y sin embargo, esos dos hombres (los actores Grant Munro y Jean-Paul Ladouceur) parten de un acto sencillo para romper con la aparente felicidad y paralelismo que les caracteriza: una flor viene a nacer justo en medio de sus dos maravillosos y coloridos mundos. Esa flor del deseo nace en la linde y ambos la reclaman. Así comienza la lucha. Ahí la violencia y la guerra. De ahí, el infierno.

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Todo esto, extrapolado a un corto tiene su especial gracia, ya que de simple cuadra un maravilloso homenaje a la historia del hombre, de la que decía Ángel González que está hecha como la morcilla de su tierra: “se hacen las dos con sangre, se repiten”. Será por eso mismo, porque se repite, que la tierra, el honor y sus límites han sido los motivos principales de las grandes venganzas de la España negra. Un país hecho de pequeños municipios donde se acumulaban los odios más terribles. Ejemplo de ello es sin lugar a dudas Puerto Hurraco, una pedanía de 131 habitantes del municipio extremeño de Benquerencia de la Serena. Resulta curiosa su localización, en la provincia de Badajoz: a 60 km de la localidad cordobesa de Fuenteobejuna (donde Lope situó su obra de venganza contra el famoso comendador); a 12,5 km de Zalamea de la Serena (donde Calderón situaría también su drama de honor, El alcalde de Zalamea); a 50 km de Don Benito (donde a principios de siglo ocurriría otra de las venganzas más sonadas, la de un pueblo contra su cacique). No quisiera con esto establecer paralelismos, por supuesto, entre los hechos ocurridos. Pero sí quizás dejar huella de que la España negra se antoja repetitiva, sobre todo en zonas donde los odios pudieron guar-

| Neighbours - 1952 - Norman McLaren |

La historia del hombre viene marcada por la idea de poseer la tierra. No tanto así de labrarla, es cierto. Naturalmente, poseerla, a su vez, ha implicado también siempre parcelarla, dividirla o repartirla. Las leyes de lo natural, de la materia obligan. Y sin embargo, ese sentimiento de encontrarla dividida ha otorgado a su vez el deseo intrínseco de volver a juntarla. Por encima de todo volverla a juntar, remendando si hiciera falta campos y parcelas mediante matrimonios. Al fin, poseer hasta no ver más horizonte que lo que uno tiene.


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darse bajo llave, entre cuatro paredes blancas durante muchos años. La literatura y el cine han dado cuenta de ello. Sus historias nos interesan porque nos dicen a nosotros mismos, nos hablan de los límites propios y de hasta dónde estaríamos dispuestos a llegar por vengar un agravio. Aunque justicia y venganza no vayan de la mano. “En un pueblo pequeño nada se olvida. En las ciudades sí, porque las cosas viejas se cambian por cosas nuevas. Pero aquí… aquí se queda todo como estaba. Aquí nada crece fácilmente ni nada se muere del todo”, dice una jovencísima Yohana Cobo en la película de Carlos Saura, El séptimo día, sobre el guion de Ray Loriga. Dramas rurales como los que ocurrieron en Puerto Hurraco eran, desde luego, dignos de ser llevados al cine al igual que aquellas historias de honor incitaron a Lope y a Calderón. Y sin embargo, la realidad superó siempre con creces a la ficción. Todo empezó en torno a 1967, cuando Amadeo Cabanillas entró con el arado en una finca cuyos límites nunca estuvieron demasiado claros para las dos familias. He aquí la flor del deseo aquella de la que hablábamos. Años después, en el atardecer del domingo 16 de agosto de 1990, los hermanos Antonio y Emilio Izquierdo entraron decididos en el pequeño pueblo de Puerto Hurraco, entonces casi como ahora, dos calles principales en cruz de casas bajas y nunca restauradas. En la calle Carrera murieron justos por pecadores: nueve personas y 12 heridos. Gente que tuvo la mala fortuna de estar tomando el fresco cuando las encañonaron. No se sorprendieron al ver a dos cazadores que al atardecer volvían con sus escopetas. Tampoco pudieron escapar. Sin embargo, los Izquierdo buscaban al último de los Cabanillas, aquel al que hacían responsable de la muerte de su madre en un incendio provocado según ellos (y del que la gente decía que “se entretuvieron en sacar la televisión y el frigorífico mientras la mujer se quemaba en una de las habitaciones”; de la muerte en un psiquiátrico de su otro hermano, quien ya había salido una vez para apuñalar a Antonio Cabanillas, hermano de Amadeo, al que había asesinado; y de haberlos vuelto locos a ellos mismos y a sus hermanas, que en la película de Saura interpretarán años después Victoria Abril y Ana Wagener. Pero no queda aquí la cosa. Créanme.

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“En un pueblo pequeño nada se olvida. En las ciudades sí, porque las cosas viejas se cambian por cosas nuevas. Pero aquí… aquí se queda todo como estaba. Aquí nada crece fácilmente ni nada se muere del todo”


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Antonio Cabanillas, a la salida de los juzgados los esperó con un cuchillo que la policía le retiraría delante de las cámaras de TVE. Afirmaría que no tenía intención de usarlo. Y sin embargo, tampoco es todo. Hasta aquí, eso sí, lo que la ficción supo guardar. Terminados los juicios, los Izquierdo fueron encarcelados. Sus hermanas, a las que detuvieron armadas huyendo en Madrid, fueron llevadas a un sanatorio. El mismo sanatorio donde había muerto su hermano años antes. Allí terminarían sus días. En cambio, Antonio y Emilio, serían trasladados al Penal del Acebuche (Almería). Allí, coincidirán durante algunos años con un preso llamado Eduardo Correa quien elaboraría un blog a su salida del penal. En este videoblog ,que puede encontrarse en youtube (a fecha de 26 de abril de 2010) con el nombre de Diario de un indomable, Correa relata durante casi diez minutos su convivencia con los Izquierdo. Lo hace además el día que Antonio se suicida dentro de su celda, casi a modo de un raro homenaje. Y no solo eso, relata que llegó a vender una cadena de oro para comprar una grabadora dentro de la misma cárcel y poder realizar un retrato sonoro de los dos hermanos. Durante años intentó sonsacarles distintas informaciones sobre aquella brutal venganza que habían llevado a cabo en Puerto Hurraco. Ninguno de los dos quiso contar más. A excepción, claro, de que aquella noche, cuando hubieron asesinado a ancianas, niños y guardias civiles, se marcharon al campo a guarecerse de la madrugada que les esperaba. No se escondieron, esperaron, según dijeron, a que el pueblo se reuniese para llorar a los muertos. Así podrían haber acabado con todos de una vez. Muerto el pueblo, se acabó la rabia.

“No se escondieron, esperaron, según dijeron, a que el pueblo se reuniese para llorar a los muertos. Así podrían haber acabado con todos de una vez. Muerto el pueblo, se acabó la rabia” Allí, en mitad de la nada, los encontrarían la Guardia Civil y las cámaras de periódicos y televisiones, inmortalizando su imagen para siempre. Dos hombres, como reconoce el expresidiario Correa, menudos y dados a la confrontación mutua, que buscaban demostrarse continuamente que uno era siempre más inteligente que el otro. Por eso los siguió. Correa estuvo fascinado con aquella historia que tanto se parecía, en cierto modo, a otra de las grandes ficciones de un nacido en Badajoz con el que guardaba relación: Pascual Duarte. Aquel que como ellos, no era malo, aunque no le faltaban motivos para serlo. Correa lo sabía bien: el tremendismo español no fue solamente un movimiento literario. Tenía mucha

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verdad entre las manos y estaba decidido a hacer algo con ella. Correa era sobrino, como él reconoce en los vídeos, del mismísimo Camilo José Cela, a quien durante un tiempo estuvieron destinadas las cintas de aquellas grabaciones que hoy parecen estar “en algún sitio” de la cochera del primero. Así, y a pesar de los ríos de tinta, del papel periódico, de una película, de una obra teatral y del televisado entierro solitario del último de los Izquierdo, la historia parece cerrarse de nuevo sobre la ficción, sobre lo literario, sobre lo inconfesable y a la vez sobre la necesidad de ser contado de nuevo. Una y otra vez. Como un eco sordo de una venganza amasada durante años, tomada con el pan de cada día, pensada para acabar de una vez con la rabia, con su rabia.

“Como un eco sordo de una venganza amasada durante años, tomada con el pan de cada día, pensada para acabar de una vez con la rabia” En cierto modo, todas las venganzas se parecen. Tienen de atávico lo mismo que decíamos de Ángel González. De alguna forma, todas buscan lo mismo: la sangre. Porque la sangre nos iguala. Porque la sangre es lo último que tendremos. Y porque al final, la sangre nos hace padres e hijos, herederos de la tierra y de las flores.

| Consulta el audiovisual “Neighbours”, aquí |

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Obra de Heiner Müller Traducción de Santiago Sanjurjo

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MEDEA Jasón Mi primero y mi último Nodriza Dónde está mi hombre NODRIZA Con la hija de Creonte, mujer MEDEA Con Creonte has dicho NODRIZA Con la hija de Creonte MEDEA Has dicho que con la hija de Creonte Sí Por qué no con la hija de Creonte que tal vez tenga El poder sobre Creonte su padre que Nos puede otorgar el derecho a vivir en Corinto O expulsarnos a otro país extranjero Quizás ahora mismo Jasón esté abrazando Sus rodillas sin arrugas con ruegos Por mí y sus hijos que ama Lloras o ríes nodriza NODRIZA Señora yo Soy más vieja que mi llanto o que mi risa

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MEDEA Cómo puedes vivir en las ruinas de tu cuerpo Con los espectros de tu juventud nodriza Tráeme un espejo Esta no es Medea Jasón

JASÓN Mujer qué voces son esas MEDEA Aquí No soy deseada Que me lleve la muerte Tres veces cinco noches Jasón no me has Deseado Ni con tu voz Ni con la voz de un esclavo ni Con tus manos o miradas JASÓN Qué quieres MEDEA Morir JASÓN Lo oigo a menudo MEDEA Este cuerpo ya no significa Nada para ti Quieres beber mi sangre Jasón JASÓN Cuándo pararás MEDEA Cuándo ha empezado Jasón JASÓN Qué eras antes de mí, mujer


MEDEA Medea Me debes un hermano Jasón JASÓN Dos hijos te di a cambio de un hermano MEDEA Tú A mí Acaso los amas Jasón a tus hijos Quieres recuperarlos A tus hijos Son tuyos Qué puede ser mío de tu esclava Todo lo mío es tu instrumento todo lo mío Por ti he matado y he parido Yo tu perra tu puta yo Yo travesaño en la escalera de tu fama Ungida con mierda sangre de tus enemigos Y cuando para recordar tu victoria Sobre mi país y mi gente que fue mi traición Quieres trenzar sobre tu frente una corona Con sus vísceras Tuyas son Mi propiedad son las imágenes de los degollados Los gritos de los vejados son mi posesión Desde que me marché de la Cólquide mi patria Siguiendo tu rastro sangriento Sangre de mis iguales Hacia mi nueva patria la traición Ciega para las imágenes sorda para los gritos Hasta que desgarraste la red Tejida con tu placer y el mío Y que era nuestro hogar y ahora mi extranjero Estoy dislocada entre sus lazos Las cenizas de tus besos en mis labios Entre los dientes la arena de nuestros años

Sobre mi piel sólo mi propio sudor Tu aliento un hedor a lechos ajenos Un hombre le da a su mujer la muerte por despedida Mi muerte no tiene otro cuerpo más que el tuyo Aún eres mi hombre soy todavía tu mujer Ojalá pudiera arrancártela a mordiscos tu puta Con la que me has traicionado y mi Traición que era tu placer Gracias por tu Traición que me devuelve la vista Para ver lo que he visto las imágenes Jasón Que has pintado en mi Cólquide Con las botas de tu tripulación Oídos nuevamente Para escuchar la música que has tocado Con las manos de tu tripulación y con las mías Las de quien era tu perra y tu puta Sobre los cuerpos huesos tumbas de mi pueblo Y mi hermano Mi hermano Jasón A quien hice que se cruzara en el camino de tus perseguidores Despedazado por estas manos mías de hermana Para tu huída del padre robado El mío y el suyo Amas a tus hijos Quieres volver a verlos a tus hijos Me debes un hermano Jasón A quién queréis más al perro o a la perra Cuando le ponéis ojitos a vuestro padre Y a su nueva perra y al rey El perro de Corinto su padre Quizás vuestro sitio esté junto a su abrevadero Jasón llévate lo que me has dado Los frutos de la traición de tu semen Y mételos en el seno de tu puta

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Mi regalo de novia para vuestra boda Id con el padre que os ama Para Que pueda deshacerse de vuestra madre la bárbara Porque obstaculiza vuestro ascenso No os queréis sentar en la elevada mesa Fui vuestra vaca lechera ahora soy vuestro escabel Queréis No veo vuestros ojos brillar Imaginando la felicidad de las panzas satisfechas Qué os ata aún a la bárbara Que es vuestra madre y vuestra mácula Sois actores hijos de la traición Clavad vuestros dientes en mi corazón y marchaos Con vuestro padre que lo ha hecho antes que vosotros Déjame los niños un día más Jasón Luego me iré a mi propio desierto Me debes un hermano Jasón No puedo odiar mucho tiempo lo que amas El amor viene y va No fui inteligente Al olvidarlo No hay rencor entre nosotros Lleva mi vestido de novia como regalo para tu —a duras penas sale de mis labios la palabra — novia Que abrazará tu cuerpo y llorará En tus hombros y alguna vez gemirá en el éxtasis El vestido del amor mi otra piel Tejida con las manos del arrebatado Con el oro de la Cólquide y teñido con la sangre Del banquete de bodas de los padres hermanos hijos Lo vestirá tu nuevo amor como En mi piel Así estaré cerca de ti Cerca de tu amor y completamente lejos de mí Ahora ve hacia tu nueva boda Jasón Quiero convertir a la novia en una antorcha nupcial Mirad Vuestra madre os ofrece ahora un espectáculo Queréis ver cómo arde la nueva novia El vestido de novia de la bárbara tiene el poder De unirse mortalmente con una piel extraña Infligir heridas y cicatrices buen veneno Y fuego escupe la ceniza que fue mi corazón

La novia es joven Con suavidad se ajusta la piel Sin devastar por la edad ni por los partos Sobre su cuerpo Estoy escribiendo mi obra de teatro Quiero oíros reír cuando ella grite Antes de medianoche estará en llamas Mi sol sale sobre Corinto Quiero veros reír cuando salga sobre mí Compartir con mis hijos la alegría Ya entra el novio en la cámara nupcial Ya pone a los pies de su joven novia El vestido nupcial de la bárbara el regalo Empapado con el sudor de mi sumisión Ahora la puta se estira ante el espejo Ahora el oro de la Cólquide le cierra los poros Planta un bosque de cuchillos en su piel El vestido nupcial de la bárbara celebra su boda Con tu Jasón novia virginal Tu primera noche es mía Es la última Ahora grita Tenéis oídos para su grito Así gritaba la Cólquide cuando estabais en mi seno Y aún sigue gritando Tenéis oídos para su grito Está ardiendo Reíd Quiero veros reír Mi espectáculo es una comedia Reíd Por qué lágrimas para la novia Ah mis pequeños Traidores No habéis llorado por nada Quiero arrancaros de mi corazón La carne de mi corazón Mi memoria Mis queridos Devolved a mi cuerpo mi sangre de vuestras venas vosotros mis entrañas Hoy es día de paga Jasón Hoy cancela Sus deudas tu Medea Podéis reír ahora La muerte es un regalo Tenéis que recibirlo de mis manos A mis espaldas queda completamente quebrantado Lo que se llamaba patria ahora detrás de nosotros mi extranjero Para que no se convierta en vuestra patria para mi vergüenza Con estas mis humanas manos Ay Ojalá hubiera seguido siendo el animal que fui Antes de que un hombre me convirtiera en su mujer Medea la bárbara ahora despreciada Con estas manos de bárbara


Manos tantas veces ajadas atravesadas y hechas trizas Quiero partir la humanidad en dos mitades Y vivir en el centro vacío Yo Ni mujer ni hombre Qué gritáis Peor que la muerte Es ser viejo Si conocierais la vida Besaríais la mano que os regala la muerte Esto era Corinto Quiénes sois Quién os ha Vestido en los cuerpos de mis hijos Qué animal se oculta en vuestros ojos Haceos los muertos No engañáis a vuestra madre Sois actores Mentirosos y traidores Os habitan perros ratas serpientes Ladráis chilláis y silbáis Bien lo oigo Oh soy lista soy Medea Yo Ya no tenéis sangre Ahora todo está en silencio Los gritos de la Cólquide también se han callado Y nada más JASÓN Medea MEDEA Nodriza Conoces a este hombre

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| The kiss of death - 1992 - Rebecca Horn |

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Texto de Ricardo Velasco Imágenes de Félix Hernandez


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Han pasado ya unos cuantos años de esta venganza. Sucedió durante el 2009, en el pabellón donde se celebra la feria ARCO cada año. Allí, Félix Hernandez, en colaboración con Andrés Senra realizaron la performance titulada Venganza. Particularmente, es complicado encontrar un tema de este calibre relacionado con la performance, y más hoy en día, ya que las performances artísticas se centran sobre todo en denuncias sociales -gran parte de ellas relacionadas con temas como el conflicto de géneros, donde predomina el sexismo y la lucha de las mujeres por la igualdad-. Además, la performance es una herramienta de la que los artistas se sirven y es a través de ella que pueden desarrollar y exponer sus propias vivencias que transmiten el sufrimiento o el esfuerzo cuyo resultado puede ser una experiencia bastante enriquecedora

a nivel personal. Sin embargo, Venganza es una performance en la que no se observa esa superación de un modo positivo. No puedo evitar recordar las palabras en las que Nietzsche nos incita a matar al padre (obviamente de manera metafórica), deshacernos o superar de un modo u otro todo lo que nos reprime en esa relación dominante de la que nos hablan estos artistas en la performance. Ellos quieren hacernos ver “la venganza como un posicionamineto elegido para superar un conflicto así como un momento catártico después de la crisis” aunque, paradójicamente, no sea el método más conveniente


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de superar las rupturas. Venganza no es más que una visión particular de los artistas en la que se desarrolla el proceso del cambio de mentalidad tras una ruptura traumática. Expone la historia de una separación, de la evolución del sujeto tras el fracaso amoroso en la que siempre, una de las partes acaba peor parado. El cambio, el proceso de superación que no llega a ser sano en ciertos casos, para ninguna de las partes. La recurrente situación, que en ocasiones puede llegar al acoso, a la presión del otro y a que se involucren terceras personas en el áspero desarrollo del distanciamiento. Esta performance tiene incluso tintes literarios, en la que los cuerpos, la colaboración entre ambos artistas nos muestra unas influencias procedentes del teatro y del cine donde el propio cuerpo y distintas acciones nos dan a entender, sobre todo, la presencia de una relación dominante, en la que uno toma el control y el otro, como consecuencia, se deja llevar. Este segundo será el protagonista del cambio de mentalidad, pero sobre todo de actitud. Dichas influencias no se quedan solo aquí, sino que muestran una performance donde la estética también tiene mucho que contarnos. Y nada más lejos, los artistas nos intentan poner en situación recordándonos a través de su vestuario y caracterización la presión y el agotamiento que siente la familia acosada por los dos jovencitos protagonistas de la película de

Michael Haneke, Funny Games. Al fin y al cabo, estas influencias permiten a los artistas recurrir a completar la performance con muchas herramientas destacando los medios audiovisuales, la iluminación, etc., que consiguen potenciar esos estímulos en el público, llegando a causar una situación incómoda en los espectadores, arriesgándose a provocar un conflicto de terrible final. Por último, la ira se apodera de los performers tratando de recrear una escena de violencia -sin contacto físico- pero apoyada por un fragmento de un video que representa lo mismo. Nos hemos encontrado con un proceso en la que se transmiten multitud de sentimientos, en una performance en la que el hilo argumental nos transporta a esos rincones oscuros que todos ocultamos intrínsecamente pero que la influencia de los moralistas nos hace reprimir.

| Consulta el audiovisual “Venganza”, aquí |


1. Joan Crawford 2. Ella Raines 3. Gena Rowlands 4. Raquel Welch 5. Brigitte Bardot y Jeanne Moreau 6. Anna Karina 7. Leigh Chapman 8. Mary Astor 9. Jennifer Jones 10. Ann Sheridan, Kathleen Burke, Grace Bradley y Frances Drake 11. Mary Ure 12. Natalie Wood 13. Ursula Andress 14. Rita Hayworth 15. Anita Ekberg 16. Charlotte Rampling 17. Magali NoÍl 18. Faye Dunaway 19. Anne Baxter 20. Joan Crawford 21. Elsa Martinelli 22. Christina Lindberg 23. Carole Lombard 24. Maureen O’Hara 25. Christina Lindberg 26. Geena Davis y Susan Sarandon 27. Lilian Gish 28. Shelley Winters 29. Pam Grier 30. Barbara Bach 31. Claudia Cardinale 32. Joan Hackett 33. Frances McDormand 34. Isabella Rossellini 35. Ashley Judd 36. Marlene Dietrich

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Texto de Celso Blanco Lobo

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Aprieto el puño escondido detrás de mi espalda para hundir la anilla del llavero contra mi dedo mientras sonrío sin escuchar, porque sé que la venganza no se anuncia ni se amaga como un mal suicidio y un simple paso en falso la rebajará a vulgar escarmiento de ciego con olfato para la longaniza pero no para el poste. El hierro contra la carne sabe como una tarta arrojada sobre la cara del silencio en una película muda, sus marcas efímeras se burlan de mis cicatrices con la ironía que el dolor utiliza para esconderse detrás de sí mismo. Mis heridas no las volverá a curar tu vino picado, ni las manos del más hábil cirujano que allanan el terreno para otras nuevas, sino que seguirán abiertas para sangrar sobre tu cuerpo. No desperté de mi simpleza al buscar un murmullo en tu interior de piedra para cambiar de amo y llenar mi estómago de huesos roídos, para volverme ratón y culebra; no desperté para aprender a sobrevivir o a castigar. El castigo es un desquite para el débil, el perdón con decoro del que sólo participa el agraviado mientras un maniquí indolente se contorsiona para adaptarse al guión de su paliza de goma y aguarda a que el viento levantado por el aplauso del público lo devuelva a la vida. RACHE es mi nombre completo escrito sobre la pared con arañazos húmedos, el que me obliga a renegar de la obediencia fácil a juramentos de venganza clemente extraídos por espectros de oídos envenenados y piernas temblorosas bajo el peso del afecto. Nunca más seré un pasivo centinela ni sentiré remordimientos por teñir las cortinas con la sangre del cómplice fisgón. Mis ojos ciegos para la inocencia de la carne que no

creció de la mía marcarán el lugar donde otros decidan construir puentes bajo los pies de los ahogados, mientras los falsos justos envenenan la punta de sus espadas con su propia muerte. La arena soplada sobre mis párpados con la que esculpía en el aire los castillos de mis sueños levanta ahora las carrozas que me alejan del desgarro de las voces que quebraban mis huesos y marcaban mi rostro. Al despertar, el eco de las riendas escocerá aún las palmas de mis manos como un miembro fantasma y cualquier vestido que toque mi piel será un regalo letal, mi perfume la estela de un cañón humeante de camino hacia el espejo. Y veré como cada día la frente plegada que abandonó su condición de gesto para ser marca, los surcos de arpones que araron impotentes la piel de una carne que no consiguieron penetrar. Palparé una vez más la mandíbula refundida a golpes en una forja de hielo para ser la hoz que cercene con su filo deforme los miembros de quien teme y persigue mi ubicuidad. Notaré mis hombros aproximándose entre sí en un escalofrío blanco capaz de atraer toda la frustración y la rabia de la raza de Adán mientras el resto de mi cuerpo asume su condición de bloque de carne tallado en forma de coche fúnebre por las mismas dentelladas que lo liberaron de las cuerdas que antes lo arrastraban. Otro beso sin labios al náufrago rescatado del vértigo para ser subastado en el vacío me devolverá con el don de su lucidez a la corriente de las miradas que lavan a mi paso su vergüenza en el suelo, a los cuchicheos interrumpidos, a las palmadas de manos mugrientas en mi espalda. Disparo a la puerta condenada a abrirse con el


canto del ave que apesta sus nidos y rebusca en el estiércol, la celda de plumas de los dioses cuyo castigo siempre se queda corto porque nunca experimentaron el sufrimiento humano. Al salir las cabezas se balancean, oscilan sobre sus pupilas afiladas intentando penetrar la máscara prestada de hojas de hiedra en busca de una fractura en mi indiferencia que permita a las lenguas resecas alimentarse y crecer hasta cerrar el paso del aire. La rutinaria caricia magnética acciona una vez más el resorte de un tridente cuya sacudida camufla esta vez el rumor de la acción al desperezarse de su letargo de paciencia y miedo mientras busca a tientas la aguja y el hilo con el que tejer su historia. El espacio se va cerrando sobre mi espalda con cada paso hasta llegar al tramo de valla electrificada de cristal líquido que lleva mi nom-

nes no se doblegaron a la tiranía: el hierro hecho de luz hecha de un mito hecho de carne. El estereograma se hunde con la vibración de una llamada, el veneno sonoro que niega al enemigo el placer de la exhibición disuasoria de su venganza y proporciona a la victoria del débil rebelado el único escondite posible. Las águilas talladas en la madera de los estandartes no podrán encontrar ya nunca el rastro de su presa, el mechón oxidado que se agita con la corriente. Sacudes la cabeza buscando la sobriedad, retirar la cortina de huesos para no ser uno más de los borrachos que creen espantar las moscas de su destino a manotazos, entre risas atragantadas, mientras colaboran con el amigo menospreciado a levantar desde el interior el muro de su propio emparedamiento. Capas alternas de ladrillo y cemento, engreimiento y

“No busques la compasión de mi hebilla clavada en tus ojos porque sólo la ignorancia merece el privilegio de la ceguera cuando se encuentra consigo misma” bre y marca la línea de un horizonte medido por centímetros en el que inexpresar ocho horas de existencia. Entonces la mirada desenfocada señala a la mente el camino de huida. Miles de puntas de alfiler clavadas en el aire removido artificialmente abren paso a formas de buques de guerra bautizados con los nombres de quie-

rencor, estupidez dócil y codicia son el molde para la última luz temblorosa de la antorcha arrojada al que muere concediendo la impunidad, la vanidosa ilusión de poder dibujada en la mueca post mortem de las víctimas cómplices. La cuerda retorcida sobre sí misma que mide el tiempo ha llegado a su límite de torsión con la

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pausa que precede al regreso sobre sus propios pasos de un paseante en un punto cualquiera del camino. La red de vasos comunicantes de la que dejé de formar parte se hace visible mientras mis suelas aún hacen crujir los fragmentos del cristal que me unía a ella. Y finalmente veo desplegarse ante mí el laberinto de cajas chinas cuyo fin es proteger aquella que guarda la esperanza. Observo escondida detrás de un agujero sin pared –como un monstruo perdiendo la inocencia− para desaprender el lenguaje que ya no necesito, las palabras que no llegan a los oídos porque se pegan a la piel, la confianza que permite a unos ojos cerrarse en la presencia de otros que permane-

dormido y despertar sin aire con unas manos nudosas cerradas sobre tu cuello antes de desaparecer en el hielo. Ser el plagio consumador de un creador de miseria es el precio pagado por elegir no formar parte del martirologio, de la vitrina de los trofeos de quienes disfrazan su cobardía de virtud y convierten la peste en herencia. No busques la compasión de mi hebilla clavada en tus ojos porque sólo la ignorancia merece el privilegio de la ceguera cuando se encuentra consigo misma. La compasión es una losa llena de gusanos pisoteados que muestran el verdadero color de sus tripas mientras se retuercen ante unas cejas fruncidas. Si vuelvo es como un salvaje adoptado

“La compasión es una losa llena de gusanos pisoteados que muestran el verdadero color de sus tripas mientras se retuercen ante unas cejas fruncidas”

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cen abiertos, las carreras que terminan en una meta de lágrimas y besos, el chirrido de los columpios que se suman con su voz a la nube de polvo levantado para cubrir la visión del futuro. Mientras mi monstruo crece sin ser apedreado, tú te conviertes sin saberlo en el culpable que vive aterrorizado por su presencia nocturna, soñando despierto que tus párpados puedan cerrarle el paso a mi pensamiento, incomprendido en tu odio derrotado, luchando por no caer

al que se ha dado un corazón como limosna para después poder rompérselo sin que sus pedazos vuelvan a encajar y sus bordes mellados corten con cada latido durante generaciones a quien se atreva a acercarse. El infierno entero naufragado ha encontrado refugio en mi isla llena de ruido y extraños compañeros de tumba, donde hablar es maldecir y donde la tierra endurecida no permite enterrar las estacas del rencor, ni el agua congelada ahogar los libros de magia


negra para hacer sitio al perdón. Cada luz roja en este último camino es una esfinge a la que preguntar por qué lloro mi propia muerte si la acogí como la anfitriona más entregada, por qué elijo ahora la venganza como si fuera la penitencia por el abandono fatal de un amigo, por qué la carcoma de la conformidad en la pierna de madera del amputado por culpa de la vanagloria ajena no puede penetrar las cicatrices que forman mi armadura forjada en un infierno vacío. Mi cólera no será cantada en versos milenarios, la muerte que entra por la espalda no es honrada con la épica guerrera. Su crónica será un enunciado tenue, como el pasar de una página con los dedos secos, una rutina de palabras que suenan a ya escuchadas desde el otro lado de una reja de plástico; el relato clínico de la representación única de una obra ensayada por figurantes de cera refundidos una y otra vez. Tal vez se escuche un grito que tal vez no sea el tuyo, o un eco imaginado del primer golpe que te arrodille cuando tus huesos salten astillados. Veo tus piernas rotas imprimir su forma imposible sobre el asfalto, al reyezuelo destronado y enloquecido al que se permite jugar con su sello en la celda como una burla más antes de su ejecución. Intentas fabricar un espejo con las palmas de tus manos sin lograr que te devuelva el reflejo que te diga dónde estás. Lo que fue una nariz ensangrienta ahora tu cara y tu ropa, y tu torso encogido tiembla como aquella ardilla atropellada por un ciclista en el parque a la que yo quise recoger mientras tú repetías que estaba muerta. Dame la señal, levanta la cabeza. Piensa que ya es demasiado tarde para gritar y hay demasiada sangre

para llorar. Hago chirriar el hierro y la goma con la rabia de una especie extinta que emprende su último galope. Lo que queda de ti no es suficiente para sentirte más de lo que se siente a un insecto contra el parabrisas, incapaz de detener el curso de una sola gota de agua que escurra por él, demasiado insignificante para que ningún dios fluvial salga de las alcantarillas para mostrar su enojo. Desapareces con la molesta sacudida de un bache mal esquivado y tu piel humillada, que ni su propia carne reclamaría aunque fuese arrastrada durante nueve días, se abrasa hasta confundirse con el polvo que levanta. Un descompás de sirenas despertando a lo lejos acompaña mi última espera antes de que la palabra pierda para siempre su significado junto al resto. El olor a resina de la sombra que me vulgariza convenientemente más de lo que me oculta me recuerda las obligaciones de respirar y parpadear, me recuerda dónde termina mi cuerpo aunque la lanza que sujeto entre mis manos sea el recipiente de mis emociones. El olor a desayuno sin prisa de los domingos que se escapa por las ventanas como una válvula de seguridad que impide que la felicidad obscena explote me recuerda que todavía no huele a tu sangre y me obliga a pulsar el botón que cierra mi propia ventana. Vuelvo a repasar todos los bordes con la lija desgastada que acaricia orgullosa una obra a punto de ser entregada. Cincuenta kilómetros por hora para ponerte de rodillas. Sólo la memoria para convertirte en una alfombra de carne triturada. Nuestras manos se unen por última vez para abrir la puerta que gira la llave de un motor. Nemo me impune lacessit.

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| Fotograma de “A Clockwork Orange” - 1971 - Stanley Kubrick |

Texto de Amanda Gutiérrez del Castillo

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| Vindicatio (162x146cm, acrílico sobre lienzo)- 2006 - Ivan Izquierdo |

Obra pictórica de Ivan Izquierdo

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Este proyecto se conforma dentro de una serie titulada Vindicatio (se aplica al escrito o discurso en que se defiende la fama, nombre u honra del injustamente ultrajado u ofendido). Cada una de las obras nace de una idea común: representar la venganza de personajes históricos, mitológicos y bíblicos a manos de sus enemigos o de alguno de sus coetáneos. Con esta premisa, Ivan Izquierdo dedica lienzos a Trotsky vengándose de Iósif Stalin, a Prometeo de Zeus, Eva Braun haciendo lo propio con Hitler, Goliat con David, Jesucristo afanándose con Judas, Abel arremetiendo contra su hermano Caín, etc. Es dentro de este contexto donde el artista zubiético Iván Izquierdo realiza la serie dedicada a cuatro dictadores europeos: Adolf Hitler, Iósif Stalin, Benito Mussolini y Francisco Franco. Es aquí donde se destacará el aspecto psicológico de masas que hizo que millones de personas siguiesen a estos mandatarios, transfigurándolos, divinizándolos, concibiéndolos como auténticos salvadores en un desafortunado acto de fe, por ello también, aparecen con un aura sobrenatural que simboliza esta devoción, al mismo tiempo que sus cuerpos aparecen desencajados, agrietados, difuminados, apuñalados y agujereados personificando esa otra parte terrenal, salvaje y violenta de la que todos ellos una vez fueron dueños.

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“Todo comenzó, según lo refiere el padre Rentería, cuando Pedro Páramo, de cosa baja que era, se alzó a mayor. Fue creciendo como una mala yerba”. “–Ya déjate de miedos. Nadie te puede dar ya miedo. Haz por pensar en cosas agradables porque vamos a estar mucho tiempo enterrados”. Pedro Páramo, Juan Rulfo

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El punto de vista permite percibir de otra forma el límite. La obra que sea construida con y por el límite apenas lo reafirmará. La obra que internaliza el límite, haciendo de él su propia cuestión, podrá llegar a la grandeza. Este es el caso de Pedro Páramo, de la derrota histórica que fue la conquista y la colonización, una narrativa que internaliza la catástrofe, pero también la amenaza de venganza. Para entenderlo es necesario confrontar la posible venganza con la ruina de la cual ella es parte. El brillo que la oscuridad del angosto pasillo no logra engullir de todo, que aun exhala de la fuerza de trabajo anterior, este brillo atraviesa la escritura de Juan Rulfo. ¿Podría la obra misma construirse como venganza?¿si el mundo de Pedro Páramo es, un mundo de inmovilidad, sin futuro, entonces que es lo que se mueve en el angosto pasillo?

Lo que todavía se mueve es el grito de todos que se fueron, pero solamente la obra de arte podría preservar este grito. Mostrar la ruina es una forma de violencia, como también de autoviolencia, porque hay un precio a ser pagado por exponer la ruina. A este pesimismo cabe llamarlo radical. El sueño de Dorotea, la Cuarraca, hecho ruina es, sin embargo, lo que la novela recupera y transforma en arte. La esterilidad de Dorotea y la fecundidad de Pedro Páramo son metáforas de la Media Luna. La productividad de este resulta en la más completa esterilidad histórica. En la improductividad de aquella reluce todavía la venganza. La escena de los tiliches es la del mundo fetichizado. Los tiliches fueron un día utensilios. El desuso los recubre con un polvo fantasmal, de existencia no física y no senso-


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rial. Existen apenas como cantidad. ¿Quién podría percibirlos? A pesar de desactivados, conservan algún tipo de visibilidad. Lo que en ellos aun brilla a punto de hacerlos visibles es el trabajo que fue gastado para fabricarlos. El polvo que recubre y al mismo tiempo brilla es residuo de trabajo depositado en la historia. El brillo es lo que hace todavía actual la catástrofe (el tiempo no ha pasado) y proyecta todavía la venganza. La ruina no es la naturaleza inorgánica. Para quien la ve, captando todavía su visibilidad, es esta la impresión que ella transmite, pero como amenaza. La amenaza de Pedro Páramo se cumplió, pero a su venganza le pasaría otra cosa: todo volvería a ser otra vez piedra, piedras desmoronadas. Obras como Pedro Páramo tienen el raro poder de contundencia, que viene de su capacidad de narrar la historia como aquello que ella es: una sucesión de impases. En Pedro Páramo hay un pesimismo radical que es el modo más fuerte y contundente de la percepción de nuestra historia, al evidenciar nuestra condición periférica, deja ver también las contradicciones del sistema-mundo capitalista. Como trabajo y, por lo tanto, como producción, Pedro Páramo se sostiene en la dialéctica entre las dos metáforas, las internaliza. El arte es, a su modo, el sueño imposible, aquel que, una vez realizado, cambiaría el mundo.

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Texto de Xoán García Rodríguez Obra pictórica de Rafael Jiménez

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Hablar de venganza es hablar, en cierto modo, de justicia o, como mínimo, de una forma particular de justicia primitiva. Vengarse es restituir la falta y la injuria en aquél que la ha ocasionado o, al menos, infringir el mismo daño con el fin de evitar la impunidad del que ha cometido el agravio. No en vano, en la antigua Grecia, justicia (δίκη, “díkê”) y venganza (εκδίκη, “ekdíkê”) compartían la misma raíz léxica. La única discriminación morfológica venía dada por el prefijo εκ- (“ek-”), con la connotación de exterioridad o “fuera de”, lo que transformaba la palabra justicia (δίκη) en una suerte de justicia ilegítima, fuera del orden jurídico y consensuado, un acto que no se circunscribía al sentido actual de justicia y que se extendía más allá de su uso funcional y ético. Algunos lingüistas consideran, no obstante, que el significado de εκδίκη era el de justicia completa o íntegra, apelando al uso polisémico de la palabra δίκη la cual, en sus orígenes, podía aludir indistintamente tanto a la

y racional de equilibrio retributivo y compensatorio en sustitución de los actos vengativos, más pasionales, irracionales e inconclusos. Es sabido que en algunas sociedades primitivas, particularmente en aquellas en las que se ejercía un modelo de justicia natural, la venganza era tolerada socialmente como medida disuasoria a fin de evitar crímenes, delitos o perjuicios, ejerciéndose así como método paliativo de los mismos. Probablemente, la falta de consenso o arbitraje entre los afectados, vengadores y vengados, provocaba una serie de actos vengativos interminables, como en el caso de las vendettas o peleas de sangre, tan habituales y numerosas en las sociedades preindustriales del área del Mediterráneo (en las actuales Italia, Grecia, Albania, entre otras varias naciones). Desde la época romana hasta incluso la Edad Media, el principio jurídico de justicia retributiva venía impuesto por la lex talionis o ley de Talión, cuyo principal cometido era la reciprocidad

“Es fácil suponer que la venganza es la precursora de la justicia o, al menos, que la justicia como tal nace de la necesidad de instaurar un sistema ético imparcial, recíproco y retributivo”

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justicia como a la venganza. En este sentido, y en todo caso, podría deducirse que la justicia como tal se instituyó posteriormente en las sociedades civilizadas como una forma legítima

entre el daño causado y el castigo que se imponía en consecuencia. Efectivamente, talionis debe su raíz al término latino talis (tal), con el significado de idéntico o semejante. Diríamos, pues,


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que surgen así los primeros límites legislativos para con el acto natural y arbitrario de la venganza. Con ello, es fácil suponer que la venganza es la precursora de la justicia o, al menos, que la justicia como tal nace de la necesidad de instaurar un sistema ético imparcial, recíproco (imponiéndose como límite no infligir un daño mayor del recibido) y retributivo (en muchos casos, de naturaleza pecuniaria) en un primer momento y, posteriormente, armónico y equitativo, donde el concepto social de derecho reclamaba ya su principio y carácter legislador de igualdad y correspondencia. Lejos queda ya, pues, el concepto bíblico de «ojo por ojo, diente por diente» al que Mahatma Gandhi critica y reformula sabiamente con la siguiente célebre cita: «ojo por ojo y el mundo acabará ciego». Neurobiológica y psíquicamente, los actos vengativos, así como el castigo en tanto que método punitivo, activan la corteza prefrontal izquierda, promoviendo la secreción de la hormona grelina, relacionada, curiosamente, con el apetito, además de producir otras reacciones neuroquímicas en los neurotransmisores de la serotonina (asociada al sistema de recompensas y al placer) y otros tantos relacionados con la saciedad y la distensión. Estos patrones neurobiológicos pueden ser producto del proceso evolutivo por el cual la venganza poseía primitivamente un carácter funcional de supervivencia, en términos de defensa, protección y precaución o anticipación al delito agravante. Es, por tanto, algo innato e intrínseco a nuestra naturaleza, un acto y un sentimiento que nos define como seres humanos y que, paradójicamente, podría promover de algún modo cierto progreso social en términos de relación de

fuerzas, autoridad y poder o en la búsqueda de un principio de justicia, aún en su naturaleza más primitiva y atávica. La principal desventaja viene de la parte emocional, pues los actos vengativos generan e intensifican emociones como el odio, la ira, la violencia y el rencor, mientras que aquellos sujetos que se deciden por el contrario por el perdón, experimentan empatía, comprensión y, en consecuencia, un mayor placer y bienestar. Los que se vengan se someten al amo, a aquél que los ha agraviado, no olvidan y se involucran indistintamente en un proceso afectivo que a la larga resulta agotador y estresante, intensificando su vulnerabilidad y victimización. Es así que el escritor romántico Walter Scott sentencia con claridad: «vengarse es humano, pero perdonar es divino». El perdón trasciende al rencor y a la venganza. En este sentido, tal vez sea una resolución más evolucionada y civilizada, pacífica y consciente o, cuanto menos, más saludable para el equilibrio psíquico y social. La venganza es, pues, un arma de doble filo: ahí donde se pretende cierto modelo de justicia, el equilibrio de fuerzas y el ajuste de cuentas y de agravios, se incita simultáneamente también al odio y al resentimiento, o a la consecución de más actos vengativos en el peor de los casos. La venganza genera como tal una gran fuerza kármica (entiéndase karma con el significado original y unívoco de ley u orden retributivos y de causa-efecto), y es muy probable que precisamente por esto mismo ya hace un par de milenios Confucio previniera a todo aquél tentado a vengarse con la siguiente brillante reflexión: «antes de que te embarques en el viaje de la venganza, cava dos tumbas».

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| Cuaderno de letras de “Justicia Poética” - 2015 - Jaír Ramírez |

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