Los cuentos de la iguana

Page 1

los

Cuentos 9 HISTORIAS, LA MISMA PROTAGONISTA CON DIBUJOS PARA COLOREAR



,


Ă?ndice


1

2

El despertar de la iguana

• por nicolás prieto • página 6

4

Sígueme iguana, sin llamar la atención. • por david socha • página 18

7

Camila come letras

• por carlos arredondo • página 30

3

Francisco la iguana invisible. • por fredy ospina • página 10

5

La iguana que quería ser perro. • por mauricio pérez • página 22

8

El último juguete del planeta

• por eduardo españa • página 34

Mariana la iguana.

• por luis novoa • página 14

6

Anita la iguanita.

• por julián guarín • página 26

9

Las verde y las amarillo.

• por andrés granados • página 38


6


7 n la portada de un antiguo libro vivía una pintoresca iguana, que tras ser olvidada durante años quedó completamente dormida. Esa portada, antes vistosa y colorida, ahora solo dejaba ver una espesa capa de polvo. La iguana, sin más remedio, dejó que el tiempo y el olvido se la llevaran a un largo y profundo paseo por el sueño. Un día, una serie de voces empezaron a retumbar con fuerza en sus oídos. Al principio eran lejanas y tenues, poco a poco se hicieron más y más fuertes, hasta hacerla abrir los ojos. Había despertado. Un poco asustada, saltó de página en página hasta llegar a la última. - Aquí estaré más segura, pensó y se escondió detrás del último párrafo a esperar que todo pasara. Sin embargo, esa voz suave y dulce llamó su atención. Era un niño, un niño pequeño, reconocía bien la voz de un niño porque antes eran ellos los que siempre venían a buscarla. Dejó su escondite detrás de la palabra FIN y despacio volvió a recorrer las páginas hacia la parte de adelante del libro, hasta llegar a la mitad.

Afinó un poco su oído y pudo escucharlo decir: -¡Parece que este cuento no lo han leído en años!, y después de eso escuchó el crujido que se produjo cuando la portada se despegó de la primera hoja, al abrir el libro. La iguana corrió rápidamente hasta llegar de nuevo al final y asustada pensó en cuáles serían las verdaderas intenciones de aquél muchacho. Por unos minutos todo pareció quedar en calma, así que salió de su escondite y fue a investigar lo que ocurría.

- EL DESPERTAR DE LA IGUANA- DIJO EL NIÑO CUANDO LEYÓ EL TÍTULO Y ALGO INCREÍBLE SUCEDIÓ. Al instante todo a su alrededor empezó a moverse sin parar. Sin poder sostenerse chocaba con letras, párrafos y títulos. Cuando todo se detuvo descubrió que algo en su mundo había cambiado, después de estas mágicas palabras todo en el libro brilló con gran intensidad, la luz inundaba la hoja principal del libro y la iguana se sintió después de años de olvido, más viva y feliz que nunca. No recordaba haber visto nada similar, todo el tiempo había vivido entre letras, comas, puntos,


signos de exclamación y de puntuación; era la iguana de un cuento, es natural que viviera entre letras, pero esto era diferente. Por primera vez ese mundo de letras había cobrado vida. Esos símbolos planos ahora tenían forma; las nubes eran abullonadas, el pasto picaba y el agua refrescaba. Entendió que “A” “Z” “U” y “L” eran el color del cielo. Sintió el calor del sol,

e incluso, el viento fresco sobre sus escamas. Era un mundo nuevo y supo de inmediato que la voz del niño, al leer, la había traído de vuelta a la vida. Por un segundo decidió prestar atención a las palabras del niño que con su infantil tono decía: - En la portada de un antiguo libro vivía una pintoresca iguana, que tras ser olvidada durante años quedó completamente dormida. Esa portada, antes vistosa y colorida ahora solo dejaba ver una espesa capa de polvo. La iguana, sin más remedio, dejó que el tiempo y el olvido se la llevaran a un largo y profundo paseo por el sueño. Un día, una serie de voces empezaron a retumbar con fuerza en sus oídos. Al principio eran lejanos y tenues, poco a poco se hicieron más y más fuertes, hasta hacerla abrir los ojos. Había despertado. Quedó perpleja por unos segundos y cientos de recuerdos empezaron a inundar su cabeza. Las palabras pronunciadas por el niño relataban la historia


9

de su vida, sus escamas brillaban como nunca antes y sus recuerdos se iluminaban con cada palabra leída. Por fin la iguana recordó que su verdadera misión en el mundo era darle vida a los personajes de los libros, y para ello debía lograr que las personas volvieran a leer. Ahora para la iguana todo tenía sentido. Un grito infantil e inesperado cortó la lectura del niño y alertó de inmediato a la iguana: -

¡Camilo!, ¡no encuentro mis princesas!

La iguana reconoció que la voz era de una niña. Al instante el niño dejó el libro sobre la mesa y atendió el llamado de su hermana. La iguana aprovechó la oportunidad para escapar de su escondite y subir hasta la biblioteca a investigar qué había en los demás libros. Mientras lo hacía se le ocurrió una increíble idea y revisando los títulos de las historias encontró lo que parecía ser el libro de un guerrero. Sin pensarlo dos veces entró con cautela por una de sus páginas y se encontró con un solitario guerrero dormido. La iguana tomó aire y pronunció fuerte y claro el título: “El guerrero y su caballo” Unos segundos después este despertó como por arte de magia mientras su caballo sacudía la cabeza como volviendo en sí. Ella le contó su plan al guerrero y le explicó

cómo podrían darle vida a los demás personajes de la biblioteca. Juntos empujaron con fuerza un libro de princesas que estaba junto al del guerrero para que cayera al suelo. Pasados unos segundos la niña encontró en el suelo un libro de princesas entreabierto, emocionada lo levantó y se sentó junto a su hermano - Las princesas del bosque- leyó en la portada y al hacerlo estas se levantaron con gran emoción. Desde ese día las princesas, el guerrero, su caballo y los personajes de cientos de libros volvían a la vida a diario, gracias a la astucia de la iguana y a que los niños, después de hacer sus tareas, leían con entusiasmo sus cuentos favoritos.

Fin.


10


11

uatro mil setecientas dieciocho escamas tenía Francisco, la iguana mayor de una familia de 24 hermanos; 12 segundos exactos le llevaba a Luciana, la segunda de la camada. De todas sus cuatro mil setecientas dieciocho escamas, sólo una, la que estaba sobre su hombro derecho, esa mañana no brillaba. Lo había notado cuando mamá iguana lo llamó a desayunar, -¡Insectos servidos!, había gritado desde la cocina, pero en lugar de correr sobre su panza como habitualmente lo hacía, había lanzado una mirada desobligante sobre su hombro en dirección a la cocina, como si no le importara el desayuno o su madre, y había vuelto a poner los ojos en la pantalla del celular sin prestarle mucha atención a la falta de brillo de su escama, finalmente tenía otras cuatro mil setecientas diecisiete que sí brillaban. En toda la mañana no salió de su habitación. Papá lo llamó para que lo acompañara a cazar el almuerzo, nunca quitó los ojos del juego de su teléfono y papá tuvo que salir con otro de sus hermanos.

Cuatro mil setecientas dieciséis.

El sol se ocultó, cuatro mil setecientas quince, salió la luna, cuatro mil setecientas catorce, la luna se ocultó, cuatro mil setecientas trece, volvió el sol, cuatro mil setecientas doce, y así varios días sin que le prestara atención a nada más que la pantalla de su teléfono. Tres mil novecientas cinco.

-Franc, vamos a jugar al ríogritó Camilo. Francisco no respondió. -Vamos al cumple de Marianale dijo Daniela. Francisco no respondió. -Hagamos una fiesta- Dijeron los del colegio. Francisco no respondió. -¿Me ayudas con la tarea?Francisco no respondió. -Arregla tu cuartoFrancisco; no respondió.


12

Una mañana de sábado pensó que había pasado mucho tiempo solo en su habitación con su teléfono y quiso salir a jugar con sus amigos. Tal vez cazar algunas moscas o sólo tomar el sol en un árbol, así que salió al bosque. Al primero que encontró fue a Pepe, la iguana de cresta roja. Francisco lo vio venir y le batió la cola de felicidad. Las iguanas igual que los perros mueven la cola cuando están felices, hace tiempo no jugaban; pero Pepe no lo reconoció, siguió derecho como si no lo hubiera visto. Francisco gritó y gritó pero Pepe nunca respondió. Le sorprendió, Pepe y él habían sido los mejores amigos, habían ido juntos a la misma guardería cerca del río, siempre compartían los gusanos de la lonchera y las familias eran muy unidas desde que el padre de Pepe, don Pepo, había salvado a Francisco de un halcón cuando aún era muy chico. Por primera vez Francisco se sintió solo. Agachó su cabeza con tristeza y descubrió que cientos de escamas más habían perdido su brillo. Ya no sólo era la de su hombro, ahora toda su pata y la parte derecha de su cuerpo, habían dejado de brillar. Triste subió a un árbol a ver el valle, sacó su teléfono y le contó a todos en las redes sociales lo triste que se sentía porque su mejor amigo no lo había visto. Justo cuando oprimió el botón de publicar notó que otra de sus escamas se apagaba.

Sólo quedaban mil cuatrocientas cinco que aún brillaban. Comenzó a recibir likes y comentarios de iguanas que él no conocía pero que eran “amigos”. Descubrió que cada like apagaba otra escama.

Mil trescientas. Se asustó y corrió a casa lo más rápido que pudo. Cuando llegó descubrió que toda la familia, incluso los que vivían en el pueblo del valle, se encontraban reunidos. Era el cumpleaños de uno de sus hermanos; momento, o sea, era su cumpleaños, segundos más, segundos menos, él había nacido el mismo día en el mismo nido.

-¿Por qué no me dijeron nada? - pensó cuando se acercó y nadie lo saludó. Quiso llorar y escuchó la voz de la abuela que reconoció un pequeño destello de una pata que aún brillaba. - Abuela no me quieren- dijo Francisco con la voz entrecortada. - Nada de eso- dijo la vieja iguana de cola larga y rayada. - ¿Por qué no me hablan entonces? - Porque no te ven. Te hiciste invisible. - Pero aquí estoy abuela, no me he ido


13

- No es lo mismo estar presente, que estar de verdad. Te pueden llevar al médico para saber por qué pierdes el brillo de las escamas y no te van a poder recetar nada, porque lo que te pasa a ti, te pasa por lo que haces, o mejor por lo que dejas de hacer: Cuando alguien te busca no estás, si tus padres te necesitan no respondes, dejaste de lado a tus amigos reales por los amigos virtuales, si estás en la mesa no estás comiendo con tu familia, estás comiendo solo, mientras hablas con tu teléfono y así, de a poco, te

hiciste invisible para los que viven contigo.

SI NUNCA ESTÁS PRESENTE CUANDO LOS DEMÁS QUIEREN ESTAR CONTIGO, DESAPARECERÁS PARA CUANDO TÚ QUIERAS ESTAR CON ELLOS.

Así que deja ese teléfono por un buen rato, porque el teléfono te conecta con los que están lejos, pero te desconecta de la gente que tienes cerca. Francisco guardó silencio por unos segundos, luego puso su teléfono lejos y se sentó a la mesa. Un par de escamas apagadas volvieron a brillar y mamá lo notó, se acercó con un pedazo de pastel y con un abrazo le dijo: -Bienvenido hijo. -¡Qué gusto verte!-.

Fin.


14


15 bviamente como todos los días, Mariana subió a lo alto de su árbol, el horizonte tenía un brillo maravilloso gracias al sol, que mientras salía majestuoso por el oriente iba iluminando todo a su paso, prometiendo que iba a ser un gran día. Mariana amaba ver el amanecer porque sentía que su sangre fría comenzaba a calentarse haciéndola la iguana más feliz del mundo. Llena de energía cerró sus ojos, abrió sus brazos y respiró muy profundo para sentir el aroma de la vida. Justo en ese momento y sin esperarlo, una pregunta que nunca había existido en su mente comenzó a recorrer su cuerpo mientras dejaba salir el aire que había respirado: «¿Cómo serán las iguanas que hay en el resto del mundo?, ¿Amarán tanto el sol como yo?» Durante semanas cada vez que Mariana subía a lo alto de su árbol para saludar al sol, no dejaba de repetirse esa pregunta en su mente. Intentaba imaginar la respuesta pero entre más lo hacía más se convencía de algo, ella no conocía a ninguna iguana extranjera a quien preguntarle, todos sus amigos, conocidos y familiares eran iguanas que habían nacido ahí, en el Amazonas colombiano. ¿Cómo podría Mariana encontrar la respuesta a

su pregunta? Una tarde de lluvia tropical, mientras Mariana comía su salpicón de frutas y su ensalada de tomate y aguacate, tuvo una idea que iba a cambiar su vida para siempre, se levantó de la mesa, miró decididamente a sus padres y con voz muy firme dijo:

-VOY A RECORRER EL MUNDO PARA CONOCER A OTRAS IGUANAS Y ASÍ SABER SI AMAN TANTO AL SOL COMO YO-. Sus padres se quedaron mudos, luego de unos minutos le dieron un gran abrazo a Mariana y le dijeron -El mundo es tuyo hija y está ahí afuera para ti. A partir de ese día y durante tres meses Mariana dedicó las mañanas a planear el viaje: lugares que visitaría, medios de transporte, hospedaje, documentos necesarios, qué ropa debía llevar y todas esas cosas en las que se piensa cada vez que vas a otro lugar del mundo. En las tardes trabajaba como mesera en un restaurante de patacones rellenos de un amigo de su papá, y en la noche se


16

sentaba con su ukelele en la plaza central de su barrio, a cantar las melodías de moda que todas las iguanas conocían. De esas dos formas consiguió ahorrar el dinero necesario para comenzar con su sueño.

El gran día había llegado, con su maleta de viaje en los hombros, bloqueador en su cara, una gran sonrisa y la esperanza de una gran aventura, se despidió de sus padres con un abrazo casi interminable, y comenzó a caminar hacia el río donde un barco de motor la llevaría por todo el Amazonas a su primer destino. Pasaron un par de días antes de que el barco se detuviera en el puerto, Mariana había llegado a Brasil y cuando bajó del barco escuchó a todas las iguanas del lugar diciéndole con un acento muy alegre -Bienvenida, que bueno que estás aquí. Aunque también eran iguanas todas tenían un lindo bronceado canela en la piel y eran un poco más grandes que ella.


17

Mariana no esperaba un recibimiento así, entonces muy alegre comenzó a caminar por las calles donde todo era música en dirección hacia el paradero de buses, allí tomó uno y después de un corto viaje llegó al hotel. Era su primera noche lejos de casa y estaba tan emocionada que casi no logra quedarse dormida. Como estaba muy cansada por el viaje, al día siguiente se le hizo un poco tarde para subir a la punta del árbol donde se hospedaba y así disfrutar del amanecer. Apresurada trepó rápidamente por el árbol sintiendo los primeros rayos del sol, y cuando llegó a la cima no pudo creer lo que vio. En la copa de los otros árboles, las iguanas de piel bronceada y un poco más grandes que ella, estaban de frente al sol que salía por el oriente, abriendo sus brazos, cerrando sus ojos y respirando profundamente para sentir el aroma de la vida. Maravillada, Mariana hizo lo mismo y justo en ese momento escuchó la voz de una iguana que desde un árbol vecino le decía -Se nota que tú también amas al sol. Fue un momento inolvidable para Mariana, había encontrado una parte de la respuesta que estaba buscando. Durante casi ocho meses estuvo viajando por mar, aire y tierra para conocer iguanas de todo el mundo. Conoció a las iguanas verdes

en Centro América, a las iguanas crestadas de Fiyi, a las iguanas terrestres de las Islas Galápagos, a las iguanas de cola espinosa en México, a las iguanas del desierto en Estados Unidos, a las iguanas rinoceronte en España y muchas más en cada uno de los continentes del mundo que visitó. Todas y cada unas de las iguanas que conoció eran diferentes a Mariana en muchos aspectos, lo único que tenían en común era que al amanecer sin falta, subían a la copa de los árboles buscando al sol por el oriente para cerrar sus ojos, abrir sus brazos, y que con un respiro el calor llenara todos sus cuerpos con el aroma de la vida. Después del largo viaje Mariana regresó a casa, todos en el barrio salieron a recibirla con música y alegría, las calles se llenaron de color y de iguanas pidiéndole con insistencia que les contara sus aventuras. Mariana se detuvo, miró a su alrededor y dijo: -Conocí cientos de iguanas muy diferentes a nosotras, que comían diferente, vestían diferente, vivían diferente y aprendí algo: Que sin importar raza, país, tamaño, color o religión, debemos respetarnos y ayudarnos a subir a la copa de nuestros árboles, porque todas somos iguanas y a todas nos llena de calor el mismo sol.

Fin.


18


19 or enésima vez, en el mismo árbol de siempre la iguana bailaba al son de la música que hace la brisa al chocar con las hojas más secas del bosque. Su especialidad era bailar sobre el ombligo mientras los micos y guacamayas se desbarataban de la risa y le tiraban los frutos más deliciosos a cambio de que no parara su espectáculo. La iguana era muy famosa de las costillas del tronco hacia arriba, pero abajo, a la altura de las raíces ningún animal la conocía. Un día, como todas las tardes cuando el sol se empezaba a besar con el horizonte, y su luz era reemplazada por el titilar de las luciérnagas, la iguana convocó de nuevo a sus seguidores del bosque para que vieran un show que venía preparando hace varias lunas. Cogió un puñado de las luciérnagas más brillantes y las envolvió en una hoja de plátano haciéndose su propia linterna, estiró su papada como si fuera el telón de un teatro y lo puso del extremo de una rama a la otra, y haciéndose detrás de él, encrespó sus espinas y con su sombra jugó a hacerse más y más grande, abriendo su boca como si se los fuera a tragar a todos de un mordisco. Todos los animales enloquecieron, el mono aullador se quedó mudo, la guacamaya más roja se puso azul y al oso perezoso de perezoso solo le

quedó el nombre después de semejante susto. El único que no dijo ni “mu” fue el mono tití, quien le manifestó tartamudeando: -Vaya vaya ti-ti-ti-enes un show mu-mu muy impresionante iguana. De-de-deberías conocer a la rana de la laguna, ella también se ha vuelto muy famosa y quiere hacer algo en grande. Al otro día la iguana viajó hasta la laguna con mucha prisa. Al llegar, azotó su cola con fuerza contra el agua como si fuera un látigo, mientras gritaba:

-¡RANA! SOY LA IGUANA DEL OTRO LADO DEL BOSQUE Y ME GUSTARÍA VER LO QUE HACES, PORQUE NO PUEDE HABER OTRO ANIMAL MÁS FAMOSO QUE YO. Del fondo de la laguna emergió una rana color chicle, cubierta de algas e inflando su pecho como una burbuja de jabón. La rana dijo sin reparo alguno: -Iguana, ¿Qué es esa forma de llegar a desafiar la tranquilidad de mi laguna? La iguana le contestó: -Hasta ayer yo era la más famosa del bosque,


20

pero me dijeron que tú tienes un show que debería ver, ¿Podrías mostrármelo? La rana encogió sus ancas y pegó un salto del tamaño de una montaña para quedar cara a cara con la iguana y decirle: -Depende, ya me contaron lo que haces. ¿Algún humano lo ha visto? Si solo te interesa que te vean empezamos mal. Te pregunto esto, porque los humanos que pasean por el bosque guardan lo que hacemos los animales en una cajita de recuerdos que llaman celular, desde allí lo comparten con más humanos, pero sin ningún fin, como tú, solo lo hacen para llamar la atención. La iguana sentía que le hablaban en otro idioma, no entendía a qué se refería esa rana loca. ¿Cajita de recuerdos?, ¿Celular?, ¿Llamar la atención?. Tengo un plan maestro, prosiguió la rana: -Por primera vez reuniremos a todos los animales que ya han sido olvidados y haremos que los humanos comprendan lo


21

que el planeta les pide a gritos, y que ellos en su egoísmo no han sabido escuchar. Sígueme iguana, sin llamar la atención. Te espero en la noche y que empiece el show. La iguana cumplió su cita, esperó impacientemente hasta el anochecer frente a la laguna, era su gran noche, tan grande como la luna, lo presentía. Por fin apareció la rana. Venía del cielo con miles de ardillas voladoras que extendían sus alas y las unían como si fuera una cobija, cargando entre ellas animales traídos de todos los rincones del mundo. Desde lo más alto del cielo, dirigiendo las tropas de animales como si fueran una orquesta, la rana decía: -Rápido iguana, haz lo tuyo, cubre el mundo con el telón de tu papada, que ya viene hasta la última luciérnaga para que empiece el show, hoy ningún humano nos hará sombra, hoy todos vamos a brillar. Las ardillas empezaron a estirar la papada de la iguana como si fuera una sábana, desde el polo norte hasta el polo sur. Todo el planeta quedó a oscuras y la gente empezó a salir de sus casas, no entendían qué pasaba en el cielo, pero lo primero que empezaron a hacer fue a guardar en su cajita

de recuerdos lo que estaba pasando, tal y como lo había dicho la rana. Las luciérnagas cubrieron con un espectáculo de luces el telón hecho con la papada de la iguana y en el aire, desde la Patagonia hasta Tokio, se vieron sombras de animales que se creían extintos; la sombra de un rinoceronte negro del oeste exhibía su cuerno con elegancia, la silueta de un oso pardo mexicano se abrazaba a sí mismo, el contorno de un león marino japonés nadaba libre entre los pliegues de la papada, un espectáculo natural que no requería palabras. La iguana por fin entendió a lo que se refería la rana cuando le dijo que llamar la atención debería tener un fin, pues la naturaleza humana era egoísta, todos se peleaban por el mejor lugar para grabar su recuerdo, solo les importaba lo que capturaban a través de un cristal, en vez de entender y celebrar la majestuosidad de este show. Desde ese entonces, la naturaleza se hace notar de otras maneras a ver si algún día los humanos por fin podemos escuchar lo que ella nos quiere decir.

Fin.


22


23 sa mañana, Juana la iguana despertó con una idea: quería ser perro. Sí, como aquellos que menean la cola, lamen a sus amos, juegan a recoger la pelota y entierran huesos en el jardín. Por mucho tiempo, había observado a los perros de la bahía y los veía felices, juguetones. Quería unírseles, buscar troncos o hacer agujeros en la arena junto a ellos.

¿TE IMAGINAS QUE FUÉRAMOS PERROS?dijo Juana a sus amigos. -¡Podríamos divertirnos, inventarnos juegos, perseguir nuestras colas y tener el cariño de los humanos. Pero sus amigos, otras iguanas, no estaban de acuerdo con ella y las burlas no se hicieron esperar. Juana decidió que para ser perro, debía comportarse como tal y empezar a buscar su instinto, y para esto, se propuso alcanzar 3 cosas. Primero, estar en una manada. Segundo, convertirse en una sabueso y por último, tener un buen amigo.

Al día siguiente, muy temprano, se fue a la bahía a esperar a los perros. Mientras lo hacía, pensó que no estaría mal jugar como perro y perseguir su cola. Una, dos, tres… quince, veinte vueltas y Juana reía sin parar mientras perseguía su cola. Cuando la atrapó, los perros de aquella bahía la miraban con extrañeza, preguntándose qué le pasaba a aquel reptil. -Ha de estar loca, mejor vámonos- dijeron los caninos cogiendo el camino hacia la carretera. Pero uno de ellos, el viejo Rufio, un Poodle negro, se quedó feliz, mirándola jugar.

-ES DIVERTIDO EL JUEGO DE LA COLA ¿NO CREES?- DIJO EL VIEJO RUFIO. -Nunca había visto que otros animales lo jugarán. -Es muy divertido y mareador- añadió ella carcajeándose patas arriba. Rufio se le unió y jugaron hasta que les dolieron sus estómagos de tanto reírse. Esa mañana, Juana encontró un amigo que le prometió enseñarle a agudizar su olfato para ser un buen sabueso. «¡Qué bien!» pensó Juana, «¡Ahora sí me convertiré en perro!». Rufio, por su parte, le había dejado una tarea: tenía que pensar en su comida favorita para que al otro día, fueran a buscarla guiados por sus narices.


24

-¡Torta de banano!- gritó Juana. A la mañana siguiente, emocionados, Rufio y Juana empezaron a olfatear. Olían postes, botes de basura, hidrantes, sillas, el aire. Rufio decía que había que concentrarse, tener la mente en blanco y dejarse llevar por la nariz. -Concéntrate en la torta de banano- replicaba el can. Juana cerró los ojos, puso la mente en blanco y apunto su pequeña nariz verde al aire, pensando en una suculenta torta de bananos recién cogidos y horneados. De inmediato sintió algo en su pecho, abrió los ojos y de un salto, salió corriendo por la playa. Era tan rápida que Rufio iba sin aliento.

Vaya, vaya Al parecer tienes mejor

olfato que yo! - dijo el perro sorprendido.

Al parar, Juana gritaba emocionada que allí habían tortas de banano. Era una casa familiar en donde, efectivamente, había una torta en la ventana de la cocina. -¡Vaya, vaya! ¡Al parecer tienes mejor olfato que yo!- dijo el perro sorprendido. Mientras admiraban aquel delicioso círculo emanando humo de banano, de improvisto, apareció un humano sorprendiendo a los dos animales. Rufio, asustado, salió corriendo. -¡Es un humano, corre corre¡aullaba el animal. Juana, congelada, lo único que hacia era mover la cola. Al humano le causo gracia y ternura ver una iguana así y de inmediato, partió un pedazo de torta y se la lanzó al aire. De un gran salto, Juana la iguana la atrapo sorprendiendo al humano. «¡Una iguana con habilidades de perro!» pensó el humano. -¡Genial, ahora ve por la barita!le gritó el humano lanzando un delgado tronco de madera.


25

Juana, fiel a su instinto, corrió y recogió la barita. Rufio al ver esto, quiso unirse al juego. Los siguientes días jugaron los tres a la pelota, a las escondidas, a las cosquillas hasta que les dolieran sus estómagos de tanto reír.

-NO HACE FALTA QUE TE CONVIERTAS EN PERRO- LE DIJO RUFIO A JUANA. -¡ERES MEJOR QUE UN PERRO!Esa y las siguientes mañanas, Juana la iguana despertó con la mejor idea: ser la mejor amiga del humano, y al mismo tiempo le enseñó a él a ser el mejor amigo de los animales.

Fin.

Juana


26


27 ODOS CON ANA IGUANITA!, CANTABAN LAS RANAS, A LA PRINCESA DE TODAS LAS IGUANAS, -Princesa que nadas con escamas esmeraldas, -Que saltas, bailas y nadas de espaldas, -Sigue cantando y haznos soñar -Con que serás la reina de este lugar. En el agua había fiesta cuando ella nadaba, todos en el reino, contentos miraban, a las escamas brillar por el resplandor, de los peces bailar por el corredor. La princesa Anita, por los lagos viajaba, buscando a su príncipe de cuento de hadas; Salió con lagartos, camaleones e iguanas, que le ofrecían regalos, ramas, frutas y bayas, pañuelos preciados y cajas sencillas, serenatas románticas y mil maravillas. Pero a ella ninguno la logró conquistar, regresando a su casa sin pensar en altar.

Al verla su padre, el rey, dijo en un tono tenaz, - Hija, ¡Ya Basta!, -¡El amor no verás! - Ni siquiera aunque esté en tus narices! - Si sigues saliendo con tontos reptiles,

-¡Y! ¡SI NINGUNO DE LOS LAGARTOS ES DE TU GUSTO! - YA ENCONTRARÉ YO ALGUNO QUE NO ME DE SUSTO.

Por aquello el rey una gran fiesta decidió dar, invitando a todas las iguanas del bosque y del mar. Llegaron príncipes de todas las familias: de Madagascar, de Galápagos y las Antillas, de rocas, de selvas y de muchas orillas, todos vistiendo sacos, zarcillos y zapatillas, gafas y hasta maletines hechos de piel de ardilla.


28

- ¡Bienvenidos sean! Queridos amigos, -espero descansen de su gran recorrido, -y en la ensenada, ¡Celebren conmigo!, -que pronto tendremos un maravilloso nido. Así fue como el rey dio inicio al corrillo, de nutrias con pianos y conciertos de grillos, lleno de carcajadas, risas y gritos, que darían de qué hablar en mil estribillos. El festejo empezó y las iguanas del salón se adueñaron, y todos a la princesa a su estilo cortejaron, Anita Iguanita de todos se aburrió, y al ritmo del acordeón sigilosamente se alejó, para mirar desde lejos la divertida reunión. Los ruidos del baile llegaron muy lejos, ¡muy lejos, sin querer, muy lejos!, hasta los oídos de los cocineros, que en llegar a la juerga nada tardaron, acabaron la fiesta y a muchos atraparon.

La princesa aterrada muy lejos nadó, y de ese festín de iguanas, por suerte escapó, aunque muy triste, con llanto infinito, desapareció, convirtiéndose en un mito del que todos asustados pensaban:

-¡EN LA COSTA, PLATOS DE PRINCESA CON LECHE DE COCO CENABAN!. Pero lejos de allí la princesa Anita miedo de volver tenía, y de no encontrar vivos a los que ella quería: A su padre, las nanas y al batallón, de iguanas azules, naranja y marrón, a Alejo el Pez Loro, a Sofía La Sardina y a su amiga Lorenza, la golondrina; ella sabía que regresar algún día debería, pero no tenía la fuerza, ni el valor, ni la valentía.


29

Una noche tropezó con una pequeña reunión, de baile y cerveza, guitarra, canción, la asustada Iguanita a saludar iba, pero al ver unos gatos, huyó despavorida, escuchó un alboroto, -¡Ayuda! pidió, pero con un pato tropezó y cayó, y al abrir la boca, sin querer a un sapo besó. Las nubes se abrieron y una luz convirtió, a este sapo en un príncipe iguanado, demostrando así lo que decía el rey coronado, que el amor real, puede venir de cualquier lado. La verdad, es que ni a tan curioso final este cuento ha llegado, con la doble vida que de los príncipes encantados, No olvidemos que los más estudiados, llaman “anfibios” a esta clase de sapos.

Fin.


30


31 ealmente Camila la iguana no se alimenta de insectos, tiene un apetito más fino, pero igual de voraz que sus compañeras. En lugar de cazar mariposas y hormigas con los latigazos secos de su lengua, caza letras. Cuando era pequeña, en las mañanas en cuanto se despertaba le gustaban las “A”, esa letra siempre le sabía a Amanecer, le llenaba la boca de Amarillo brillante en cada mordisco. Con el tiempo aprendió que dependiendo de la hora cambiaba su sabor, hacia las cuatro sabía más a Atardecer, a ese degradé de cielo que sus pinceladas rojizas le agrega notas picantes. Sobre las seis, la “A” ya Anochecía, y su sabor se volvía mucho más seco, como a ceniza. En los días grises amaba las “C” su olor y sabor a Café le agregaban Color al día. Durante los seis primeros años de su vida Camila probó todo tipo de letras, sentía que había nacido para ellas, se alegraba cuando su lengua se topaba con una letra rara, como la “x”, la “z” o la “w”, sus

sabores, aunque no eran tan amplios como los de las demás letras eran únicos y sentía que cuando las probaba tenía la misma suerte que la de encontrarse con un trébol de cuatro hojas. Un día, que ella misma define como el mejor día de su vida, su lengua agarró en una sola envestida dos letras al tiempo, una “s” y una “i” su boca estalló, sus ojos se cerraron y su garganta sola hizo ¡mmm!. El sabor era la unión de la S y de la I, tenía ese sabor deslizante que se te pierde en un segundo de la “S” y el golpe contundente de la I, pero juntas sabían a optimismo.

DESDE ENTONCES CAMILA NO HIZO MÁS QUE UNIR LETRAS, APRENDIÓ A LEERLAS, A RECONOCER SUS SABORES.


32


33

Disfrutaba haciendo nuevas uniones, entendió que la mayoría de consonantes saben mejor seguidas de vocales, que solo unas pocas se llevaban bien juntas, la “r” era la más famosa entre ellas. Le cogió particular cariño a la “h”, que aunque muda en su boca hacía fiesta cuando llegaba. Las tildes, difíciles de usar, cuando se usaban bien acentuaban el sabor de forma única. Más temprano que tarde Camila se aventuró a juntar palabras, y luego a unir oraciones, descubrió la importancia de los puntos, que eran el momento de parar y limpiarse con la servilleta. Cayó presa de amor cuando leyó por primera vez a Shakespeare, en general sus libros sabían a Cupcake con chispas de chocolate. Muchas veces prefería no leer todo el libro para ahorrase el amargo del final.

CON EL TIEMPO DESCUBRIÓ QUE ENTRE MÁS LETRAS, PALABRAS, ORACIONES, PÁRRAFOS Y LIBROS LEÍA, MÁS LARGA ERA SU LENGUA, MUCHO MÁS QUE LA DE SUS COMPAÑERAS A LAS QUE NO LES GUSTABAN LAS LETRAS Y QUE CON ELLAS ALIMENTABA MÁS QUE SU PANZA.

Fin.


34


35 tra vez la tarde estaba lluviosa y en esa habitación blanca los segundos parecían que nunca pasaban. Allí, rodeados de todo tipo de juguetes, estaban sentados dos grandes amigos, la iguana y la mosca. En un lado, la iguana estaba con una tablet jugando a cazar hormigas, para ello utilizaba su larga y ágil lengua. En el otro, estaba la mosca sentada frente a un gran televisor. Con todas sus patas agarraba el control de la videoconsola y gracias a sus grandes ojos ningún jugador era capaz de meterle un gol. A los cinco minutos, la iguana y la mosca estaban tan aburridas que decidieron cambiar de juego. Pasaron por robots que caminaban por el techo, por gafas que convertían la habitación en la más feroz batalla e incluso utilizaron el tablero mágico donde los dibujos se hacían realidad, pero nada de eso era suficiente.

LA MOSCA Y LA IGUANA SOLO SOÑABAN CON SALIR A LA CALLE Y VIVIR NUEVAS AVENTURAS. Entonces la mosca, que era un bicho muy explorador, se acordó que cuando estaba volando por la casa vio una puerta al final de las escaleras.

La mosca, con curiosidad le preguntó a la iguana que a donde llevaba esa puerta. La iguana, con aburrimiento, le contestó que esa era la puerta del desván y que allí no se podía entrar porque siempre estaba cerrada y ella no tenía la llave. Pero la mosca, no se dio por vencida y al momento se le ocurrió un gran plan. Ella entraría por el agujero de la puerta para quitar el seguro que estaba por detrás y la iguana, con su gran cola, tiraría del pomo para abrir la puerta. Sin pensarlo, la iguana y la mosca subieron las escaleras y tras unos intentos lograron abrir la puerta que siempre estaba cerrada. Con un poco de miedo, los dos amigos, entraron a un lugar frío y oscuro donde la vieja madera del piso crujía cada vez que daban un paso. En ese lugar solo había una cosa, en una esquina y lleno de telarañas, se encontraba una pequeña caja o por lo menos eso parecía. Sin miedo, la iguana agarró ese nuevo tesoro que habían encontrado. Lo llevaron abajo y cuando llegaron otra vez a esa habitación blanca, apartaron todos los juguetes y con asombro empezaron a observar e investigar esa cosa que habían encontrado. Durante un largo tiempo estuvieron preguntándose qué era eso. Primero la iguana con un gran soplido le quitó todo


36

el polvo que lo cubría. Luego la mosca lo abrió y se metió dentro como si estuviera bajo una tienda para acampar. Más tarde se lo pusieron de sombrero, lo utilizaron como mesa e incluso le colocaron las gafas que cambiaban la realidad, pero nunca pasó nada sorprendente. La tarde seguía avanzando y la iguana y la mosca no sabían qué hacer con ese raro objeto, todo el tiempo lo volteaban y lo tocaban intentando descubrir algún botón o alguna pantalla que lo desbloqueara. A los pocos segundos, con un paso lento y bajo el sonido del bastón que con dureza golpeaba el piso, llegó el abuelo de la iguana. Cuando vio a los dos amigos mover de un lado a otro

ese objeto no pudo evitar dar una gran carcajada. Entonces, la iguana y la mosca se voltearon para ver quién andaba por allí. El abuelo, sin quitar su gran sonrisa, les preguntó qué estaban haciendo.


37

YA QUE ÉL ERA CAPAZ DE TRANSPORTARLOS A MUNDOS INIMAGINABLES,

Con desespero, los amigos le contestaron que ese juguete era muy aburrido porque con él no se podía jugar a nada. Rápidamente el abuelo les contestó que estaban frente al último y mejor juguete que había tenido el planeta.

que con él podían conocer nuevos amigos y soñar a pesar de estar despiertos. Asombrados, los amigos, le preguntaron qué cuál era clave para encenderlo. Con otra gran carcajada el abuelo le contestó que para ello solamente tendrían que abrir cada una de sus páginas y empezar a leerlas. En ese instante el abuelo comenzó a leer el libro en voz alta, la iguana y la mosca se sentaron alrededor y juntos pasaron la noche más divertida de sus vidas. Al final los dos amigos se dieron cuenta de que los libros son el mejor juguete para vivir grandes aventuras.

Fin.


38


39 as Verde Zapote, las Verde Pasto, las Verde Manzana, las Verde Esmeralda y hasta las Verde Arveja, todas viven en la selva y todas comparten el mismo primer apellido, el color de su cola. La primera fue Joaquín Verde que no tenía segundo apellido porque en ese momento solo había un tipo de verde, el suyo. Con el tiempo y el nacimiento de más y más iguanas, tuvieron que empezar a comparar el color de su cola con el de elementos de la naturaleza para nombrar a sus familias. Cada familia de iguanas no solo comparte los mismos apellidos, también el mismo árbol en la selva y en cada árbol hay un escudo que solo se puede ver a cierta hora del día cuando el sol lo hace brillar. Ese escudo está inspirado en el segundo apellido de la familia de iguanas que lo habita desde hace generaciones. El de las Zapote, por ejemplo, muestra la semilla del fruto que lo inspira: una semilla alargada, brillante y marrón que además de contar el origen de su apellido, les recuerda no olvidar de dónde vienen. El de las Arveja muestra una vaina larga que les hace recordar la necesidad de permanecer juntas siempre.

Así cada árbol de la selva fue tallado por la primera iguana de la familia y le dio a su descendencia, además de su apellido y un lugar para vivir por siempre, una ley de vida. Pero hay una familia diferente, una que nunca talló su escudo y por eso sus ancestros nunca se ubicaron en un solo árbol. Sus miembros están en constante movimiento, durante el día hacen su ruta y cuando el sol se oculta vuelven al punto donde empieza su recorrido a esperar el siguiente amanecer.

SU ESCUDO SE ESCONDE ENTRE LAS NUBES Y LAS RAMAS DE LOS ÁRBOLES, BRILLA EN LO MÁS ALTO DEL CIELO, calienta la selva y hace que todas las planta crezcan y se reproduzcan, sale por el Oriente y se esconde por el Occidente para ir a guiar a otra familia de iguanas, en otra selva, en otra parte del mundo, luego de despedirse de esta. Es la familia Amarillo y en su cola no tienen solo un tipo de amarillo, los tienen todos, desde el más oscuro hasta el más claro uno, junto al otro.


40

El primer miembro de su familia fue Mario Amarillo quién notó que el color de su cola se parecía al del sol, por eso se apellidó así y fue el encargado de declarar su misión de todos los días y la de sus familiares: acompañar al sol del alba al atardecer. Desde el principio, las Amarillo no fueron bien recibidas por el resto de familias, su color tan diferente, su costumbre de recorrer cada día la selva y no tener un árbol propio, eran características muy extrañas que el resto de familias no entendían. Por eso durante todo este tiempo, desde Mario Amarillo hasta el día de hoy, las iguanas de cola amarilla han estado apartadas del resto de iguanas acompañándose únicamente entre ellas, mientras el resto de familias las mira desde lo más alto de los árboles, sin hablarles, a veces tirándoles frutos para hacer su travesía diaria más difícil, preguntándose por qué hacen lo mismo día tras día en lugar de tallar su escudo, que nunca nadie ha visto, en un árbol libre, posarse en él y disfrutar de la comida que este les ofrezca y del sol que llegue a sus ramas. Las Amarillo, firmes en su propósito y sin hacer caso a los maltratos o indiferencia de sus primas, cada día cuando el sol se asoma al

mundo, empiezan a caminar junto a él desde la parte más alta de la selva; pasando por ríos, lagos, lodazales, pastos y arbustos, hasta la parte más baja. Allí acaban su travesía diaria, han cumplido otro día con su misión. Así que se despiden del sol, dan media vuelta y repiten sus pasos en la otra dirección, pasando por los mismos lugares hasta volver a la parte más alta para descansar y pasar otra noche esperando que el sol las visite. Así es como cada miembro de la familia Amarillo ha acompañado al sol a recorrer la selva cada día para asegurarse de que cada uno de los miembros de las familias Verde que se posa en las copas de los árboles a tomar el sol, reciba el calor necesario para hacer sus tareas del día a día. Sin importar que con frecuencia algunos de ellos se empeñen en dificultar su trabajo, y otros las observen como si estuvieran locas porque no entienden qué es lo que las motiva a hacer lo mismo cada día durante toda su vida. Ellas saben que no deben dejar de hacer su trabajo nunca porque así es como se aseguran de que el sol no olvide a ninguna de las iguanas Verde de la selva.


41

A veces juzgamos a los otros porque son diferentes; su color no es como el nuestro, unos son más grandes y otros más pequeños, unos comen más y otros menos o simplemente algunos hacen cosas diferentes a nosotros y por eso los apartamos, ignorando que eso que los hace diferentes los hace más valiosos.

GRACIAS A ESTAS IGUANAS DIFERENTES LAS OTRAS PUEDEN SEGUIR HACIENDO LO QUE LES GUSTA; POSARSE EN LOS ÁRBOLES A TOMAR EL SOL.

Fin.


Tómale una foto a tus iguanas coloreadas, súbelas a Facebook con el hashtag:

#ViveLasLetras y ayúdanos a crear una galería online con las iguanas más coloridas de la feria del libro.



Los cuentos DE


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.