La educación que queremos

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LA EDUCACIÓ QUE QUEREMOS Solamente podemos concebir una educación que garantice que cada alumno o alumna alcance el máximo de sus potencialidades, una educación que asegure el éxito en valores humanos, en autonomía de pensamiento, en competencia personal y social y en conocimientos académicos. Ninguna persona puede quedar excluida de ese objetivo. Por eso la educación debe tener determinadas características que lo hagan posible. Defendemos una educación inclusiva y comprensiva. La escuela inclusiva educa a todas las personas juntas porque parte de un reconocimiento de sus propias capacidades y no de la constatación de sus carencias. Y las capacidades se educan en sociedad. Por eso deben preverse y organizarse los recursos necesarios para que nadie tenga que abandonar el grupo del aula o el centro para ser educado separado de quienes comparten edad y espacio vital. La escuela comprensiva pretende ser una escuela igualitaria que contribuya a evitar la reproducción de todas las desigualdades socioculturales que presentan los niños y las niñas al llegar a la escuela. Las instituciones educativas no pueden excluir a nadie de su tarea. Debe hacer crecer a todas y cada una de las personas en aquello que las hace humanas: la afectividad, la socialización, el conocimiento, la vida. Y por eso, en su proceso educativo, no puede separar ni clasificar a nadie en función del sexo, cultura, creencias, capacidades, situación económica, orientación sexual o cualquier otra razón. La escuela inclusiva y comprensiva acoge a todos y todas y consigue que, conviviendo, vayan progresando de acuerdo con sus características personales. Defendemos una educación transformadora y de calidad La educación transformadora da voz a todas las personas que no la han tenido, huye de cualquier tipo de adoctrinamiento, respeta y valora la cultura del pueblo y rechaza la aceptación acrítica de las condiciones sociales actualmente dominantes. La educación transformadora es fuente de liberación. La educación de calidad busca y aplica las mejores prácticas para que cada persona aprenda. Estimula en todos sus participantes la construcción de un pensamiento propio y la apropiación del saber y sus instrumentos mediante metodologías que fomenten un espíritu analítico y crítico. La escuela debe promover la formación integral del alumnado buscando dotarlo de las habilidades necesarias para interpretar su medio social y en su contexto vital. Debe desarrollar su afectividad y su socialización. Debe garantizar el crecimiento de cada alumno/a en valores humanos, autonomía de pensamiento, competencias personales y sociales y conocimientos académicos.

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La educación transformadora y de calidad es imprescindible para conseguir estos objetivos e implica no solo una renovación y adecuación de los contenidos del currículo, sino también cambios e innovaciones en la metodología pedagógica que garantice la adquisición de los conocimientos instrumentales (matemáticas, lenguaje…), la vivencia de valores humanos positivos y el despliegue de todas las potencialidades. Defendemos una educación democrática, directa y participativa. La educación en una democracia directa permite la expresión de todas las opiniones y fomenta el debate abierto que favorezca la aproximación de posiciones, los consensos y la toma de decisiones de forma asamblearia. La educación participativa es la que se construye entre todas las personas. Aquella en que las voces de las diversas personas y grupos tienen posibilidad real de influir en los contenidos, en las metodologías y en la organización de las instituciones. La que implica a toda la comunidad en la elaboración, aplicación, revisión y mejora de un proyecto educativo concreto y compartido. Si deseamos una sociedad democrática y participativa, la escuela debe contribuir a ello haciendo que la democracia y la participación no sea solamente un contenido de la enseñanza sino que formen parte de la vida de los centros educativos. Unos centros que deben poder cambiar, deben poder dar respuesta a necesidades sociales cambiantes y particulares de cada comunidad. Deben tener la autonomía pertinente y adecuada para hacer posible la flexibilidad organizativa y pedagógica que permita la investigación y la innovación que una educación de calidad, transformadora, comprensiva e inclusiva necesita. La escuela democrática y participativa fomenta una verdadera cooperación de la totalidad de agentes que forman parte del proceso educativo (alumnado, profesorado, familias, etc.) con el objetivo de generar corresponsabilidad. La democracia escolar supone concebir la institución escolar como ámbito de convivencia social en que todos y todas sus miembros son sujetos de derechos y deberes que deben ejercer individual y colectivamente.

Defendemos una educación local y global La educación local, se enraíza en su territorio como primer ámbito de acción, se apoya en la cultura que le es propia y defiende el uso de su lengua como un patrimonio a potenciar. La educación global tiene vocación universal, su ámbito de pensamiento es el de toda la humanidad, está abierta al mundo y reconoce las aportaciones de todas las culturas desde una postura crítica y dialogante. La educación local y global aporta la riqueza de su tradición, su lengua y su cultura a la diversidad de toda la humanidad que se enriquece con ello. Es la que permite a cada persona convertirse en ciudadana del mundo sin perder sus raíces y participando activamente en la vida de su comunidad.

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Defendemos una escuela plural y laica. La escuela plural es la que permite convivir a todas las personas sin renunciar a su manera de pensar, a sus creencias o a su cultura que son, al fin, aquello que nos hace diferentes y que nos permite aportar algo propio a nuestra vida en común. La escuela laica es la que, como institución, evita e impide toda presión confesional en las aulas. En lo que respecta a la religión considera que los dogmas religiosos no deben formar parte de las enseñanzas y las asignaturas (currículo escolar) y que los símbolos religiosos y cualquier tipo de culto deben estar ausentes de la vida institucional. En este sentido consideramos imprescindible la derogación de los acuerdos actualmente vigentes entre el estado español y el Vaticano porque suponen un obstáculo evidente para el desarrollo real de una educación aconfesional.

Defendemos una escuela tolerante y solidaria Defendemos una escuela tolerante, que acepta la diferencia como una riqueza y promueve, por tanto, el respeto, la integración y la igualdad de oportunidades a todos los niveles; que respeta y valora la riqueza de la variedad de culturas que conforman nuestro mundo y se compromete en la erradicación de cualquier tipo de discriminación, opresión y violencia. Esta escuela, además, busca construir la paz y trabaja por la justicia social y la resolución de los conflictos por medio del diálogo, el respeto y la empatía. Defendemos una escuela solidaria, que conoce la realidad social que le rodea y se compromete con su transformación política y económica, con tal de ir hacia un mundo más justo en el que los derechos de las personas y los pueblos sean reales para todos y todas.

Defendemos una escuela integral y sostenible La educación integral es aquella que atiende al desarrollo del ser humano en todas sus dimensiones, y no solo la cognitiva: la dimensión social y cívica, la ético-moral, la afectiva y espiritual, la intelectual, la sexual y física, la sensibilidad artística, etc. Por eso tampoco podemos olvidar nuestra dimensión ecológica, ya que la humanidad forma parte de la diversidad del planeta –dentro de los diferentes procesos naturales y múltiples formas de vida que la Tierra incluye. Esta escuela, por tanto, respeta el entorno y lo valora como un bien común que hay que compartir; todos y todas en ella hacen un uso responsable de los recursos materiales que tienen a su alcance, fomentando una respuesta ecológica y sostenible a la sociedad de consumo.

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Por eso defendemos la Educación Pública y gratuita. La escuela pública es de toda la ciudadanía, es un bien social, como el saber es un hecho social, un patrimonio de la humanidad, un fruto del esfuerzo colectivo. Por ello toda educación debe ser gratuita. La pagamos entre toda la población con nuestros impuestos. El acceso real de todos a la enseñanza exige la eliminación de cualquier barrera económica que reproducirían en el ámbito educativo las discriminaciones que existen en la sociedad, manteniendo el injusto orden vigente. La educación pública y sus características no pueden verse condicionadas por la escasez presupuestaria provocada por la avaricia de las clases dominantes o por unas equivocadas políticas fiscales y prioridades de gasto. Las necesidades de la educación, históricamente cifradas en un 6% del PIB, deben condicionar cuales deben ser las recaudaciones públicas imprescindibles para hacerla posible y la inversión en educación –junto a la sanitaria y la social- debe tener la máxima prioridad: las inversiones deben garantizar el bien común y nunca los intereses privados de grupos poderosos. Es una estafa cualquier aportación pública a una escuela que sea excluyente, o selectiva, o mera reproductora del orden social, o mediocre, o autoritaria, o inflexible, o monolítica o confesional. Privatizar el esfuerzo público es inadmisible.

La presente reivindicación educativa tiene lugar en un contexto de crítica frente a la situación de crisis impuesta a través de posiciones de poder político y económico. Con ello queremos manifestar que nuestra reivindicación no forma parte de una reacción ante las consecuencias de la actual crisis, sino constituye una reivindicación fruto de las problemáticas de la educación en el aparato estatal español, que forman parte de sus carencias institucionalizadas antes de la crisis. A través de la presente crisis se ha creado un contexto ideal para la reducción y progresiva eliminación de los derechos educativos más básicos. Se trata de un contexto que permite empeorar las condiciones educacionales anteriores, agravando la precariedad de la educación pública española como parte de una estrategia interesada en el incremento de las instituciones educativas privadas, mayoritariamente concertadas, cosa totalmente irracional porque destina dinero público a mantener empresas educativas privadas.

La educación pública realmente pública, la que está al servicio de una sociedad no se define solamente por el hecho de estar financiada con recursos públicos. Sin otras características podría ser una educación opresiva y manipuladora. La educación pública se define porque es inclusiva y comprensiva, transformadora y de calidad, democrática y participativa, local y global, plural y laica, tolerante y solidaria, integral y sostenible. Es la única educación que queremos. La que despierta el gusto y el gozo por aprender y enseñar. La que contribuye a construir personas progresivamente más libres, cultas, competentes, críticas, autónomas, responsables solidarias y felices. Colocando a las personas en el centro de la construcción humana.

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