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INDICE
JAMES EL CAMIONERO ..........................................................................................3 UN ALTO EN EL CAMINO ........................................................................................5 POESÍA .......................................................................................................................6 LOS FANTASMAS DE AQUEL TIEMPO .................................................................7 RÉQUIEM A UN ALMA INOCENTE .........................................................................9 EL BUITRE................................................................................................................10 ÉL ................................................................................ ¡Error! Marcador no definido. MI ANTERIOR VIDA.................................................................................................13 DEJAME TU NOCHE ...............................................................................................14
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1 JAMES EL CAMIONERO Érase una vez un joven camionero llamado James. Vivía felizmente en Suiza, país que recorría todas las semanas al volante de su camión para transportar mercancías de una ciudad a otra. Un día se encontraba en plena faena, a punto de realizar una entrega. Circulaba por una carretera situada en un valle entre montañas con picos nevados y rodeada de dos lagos de agua azul ribeteada en sus orillas con verde césped. Conducía en dirección a la ciudad de Thun. Llegado a un cruce, de repente, otros dos camioneros se saltaron sus respectivos “ceda el paso” y no pudo hacer nada por esquivarlos. El choque fue tremendo y sintió como todo se transformaba en oscuridad. Al rato despertó y se encontró tirado en el suelo, con varios camiones volcados (entre ellos el suyo), y con otros camioneros que, como él, empezaban a levantarse aturdidos. Eran cuatro en total y una quinta persona que pasaba por el lugar empezó a preguntarles si se encontraban bien. James consiguió incorporarse, pero cuando fue a contestar sintió un pinchazo en el cuello y todo volvió a ser oscuridad. Al cabo de un tiempo indeterminado despertó, con la sorpresa de encontrarse de nuevo a los mandos de su camión, conduciendo por la misma carretera y en el mismo cruce. Intentó reaccionar, pero fue demasiado tarde para frenar y volvió a colisionar con los otros camioneros que se saltaban el ceda el paso nuevamente. Despertó, en las mismas circunstancias, abrió un ojo, pero el resto del cuerpo no le respondía. Desde su posición divisó como, la persona que había preguntado si estaban bien, clavaba una inyección en el cuello de uno de los camioneros accidentados que acababa de levantarse, y tras el pinchazo se desplomaba en el suelo. Ahora encajaban las piezas del puzzle y empezaba a comprender parte de la situación. Se encaró hacia la persona que estaba poniendo las inyecciones y le dijo: ¡Eh, tú! ¿Qué nos estás haciendo? ¡Maldición! ¡Nos has descubierto!- gruñó el hombre misterioso. James sacó su móvil de la chaqueta y amenazó al hombre: ¡Dime qué está pasando aquí o te denuncio a las autoridades! Está bien, te lo explicaré todo – argumentó el hombre –Las colisiones de los camiones las grabamos en vídeo y las emitimos por la web. Hay gente que paga apostando quién morirá en el accidente o quién se salvará. A los que se salvan les ponemos una inyección para borrarles la memoria y los volvemos a poner al volante de su camión, tal como 3
hicimos contigo. Se gana una fortuna, pero ahora tendré que matarte para que no me denuncies. James no podía admitir que este fuera su fin, inventó una estratagema para salvarse: ¡Espera! ¡No me mates! Puedo serte útil. Aparte de camionero soy mecánico, podemos colaborar en este negocio. Yo puedo arreglar tus camiones accidentados y así tú ahorrarte una pasta. Umm, no es mala idea, esta bien. Vendrás conmigo, pero no podrás salir de nuestro recinto. Tengo un bar de camioneros con mi esposa e hija, allí arreglarás los camiones, en la trastienda. James llegó al bar con su captor y descubrió que la mujer del secuestrador era como éste, pero no su hija Elizabeth. En cuanto la vio se enamoró de ella... y ella de él. Ella le contó lo mucho que deseaba salir de aquel lugar, ya que aquellos no eran sus padres, y que al igual que a James, se encontraba secuestrada trabajando gratis como camarera. Pasaron un par de meses y ambos seguían esclavizados en aquel bar-tapadera de apuestas ilegales de accidentes de camiones. Eran maltratados por sus captores, pero a pesar de ello los labios de los enamorados siempre dibujaban una sonrisa e idearon un plan para escapar. Fue un día en que hubo un gran evento, y en el momento en que sus secuestradores ponían a punto las cámaras Web para emitir, los jóvenes enamorados consiguieron escapar montados en la cabina sin remolque de uno de los camiones que James había trucado para que corriera más. Se pusieron a salvo y llamaron a las autoridades, que acabaron con el negocio de sus captores. James y Elizabeth consiguieron su sueño de volver a ser libres de nuevo. Comparten su felicidad hasta el día de hoy en un recóndito lugar entre montañas Suizas del que nunca nadie ha sabido su paradero. FIN “Moraleja: sigue luchando hasta el final, a pesar de las adversidades.”
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2 UN ALTO EN EL CAMINO Cuando un hombre se detiene en el camino para echar la vista atrás por un momento, y sus ojos cansados, sin aliento, no vislumbran más que un corto recorrido. Cuando la senda ya se tornó cuesta abajo, cuando la cima superada no le deja valorar el esfuerzo que ahora le aqueja, recordar su sudor, su fatiga y su trabajo. Cuando un hombre se da cuenta de que queda menos por recorrer que recorrido, que se esfumó de un soplo lo vivido y se cuestiona si tal vez valió la pena. Es entonces cuando siente ese vacío, ese pánico de la lucha contra el tiempo, cuando siente más cerca ese momento en que entregue el agua al mar su pobre río. Y en su pecho hace nido la congoja que mana lenta de su corazón herido, pues se siente tristemente incomprendido y nota que, lentamente, su ilusión se afloja.. Con más errores que aciertos de equipaje, mas sin traición alguna a sus valores, se pregunta si sirvieron los dolores por hacer contracorriente todo el viaje. Lágrimas gastadas su rostro empañan nublándole de sal el horizonte. Le da igual este, sur, oeste o norte, va menguando la fe que le acompaña. -“¡Si tan sólo no me hallara tan solo!”, piensa. Si al final el final fuese compartido, tal vez así hallaría su recompensa: un poco de ese Amor que ha perseguido.
FIN
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3 POESÍA Poesía entrelazada de tu mirada colgada... Poesía es tu silencio cuando me hablas callada... Y silencio te cuento, cada noche estrellada En el cosmos infinito de tu preciosa mirada.... Y me miras preguntando, y te contesto callado, sobran las palabras en tu cielo estrellado... tu me miras y yo me siento afortunado, contándome un cuento de besos inacabados.. y en tu mano ofrecida, mi corazón regalado. Yo no quiero recitar la evidencia..del sabor de una caricia, prefiero el premio palpable de tu infinita sonrisa, cuando me dibujas en tus labios, el jade húmedo de un beso, Que yo recojo y lo trasformo en recuerdo del sabor sincero.. que deja cómplice y eterno, tus labios pidiendo a gritos... que si besarte es el cielo..me condeno en tu infinito. Paisaje te bautice, inacabable contorno que rodea la isla de tu presencia, déjame decirte, aunque naufrague queriéndote.. que prefiero mil veces errar en los besos, que dejar de quererte, Y si algún DIA te fundes en el ocaso de un recuerdo... que sepas, que el paisaje es eterno, y tus besos, tus besos, el principio de un cuento..
Fin
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4 LOS FANTASMAS DE AQUEL TIEMPO Fue una época horrible. La verdad es que ahora no me hago una idea de cuánto duró, pero lo que sí dejó una huella imborrable en mi memoria es el terror que tuve que padecer. Vivíamos entonces en el ático de un inmueble que había conocido tiempos mejores. Los crujidos de los gastadísimos escalones de madera, en respuesta a la menor presión ejercida sobre ellos, no contribuían precisamente a tranquilizarme, especialmente, cuando sospechaba que podían ser ellos, escaleras arriba, hasta mi puerta………… Permanecer en vecindad con aquellos seres que acompañaban a mi familia a casa me producía tal espanto que procuraba, delante de ellos y aún cuando no los veía, quedarme en un rincón para que no se apercibieran de mi presencia y poder, así, escapar a su maléfico influjo. Recuerdo a aquella mujer, alta y flaca, siempre en actitud agresiva para con otra que, incomprensiblemente, andaba constantemente pegada a sus faldas. Resulta extraño, pero esta última, baja y gordita, me daba aún más pánico, con su expresión aparentemente bobalicona, pero que, seguramente, escondía una furia contenida. Había un sujeto andrajoso, sucio, con barba de varios días y un sombrero roto sobre su inmunda pelambrera ¿Qué intenciones albergaría cuando barría todo lo abarcable por su vista, con esa mirada enloquecida? Más pavor aún me producía el viejo: Un viejo con una increíblemente larga y tupida barba blanca, que no bastaba para ocultar el horror de un único y enorme diente, que parecía amenazarme cuando dirigía hacia mí esa boca de pesadilla, abierta y vociferante. También iba provisto de una garrota que más parecía arma blanca que ortopedia para la locomoción y que, en fin, como para corroborar que mis temores no eran infundados, blandía, mientras intentaba perseguir a cualquiera que se cruzara con él, pues todos le huían. ¿Y el gordo? Un sujeto obeso, circular, de aspecto atontado, con una cabeza calva, que parecía un globo y, en el centro, una enorme nariz, también redonda y como amoratada. A este, no sé por qué le temía o, quizá, se tratase, tan solo, de repulsión, quizá de miedo a que, en uno de sus torpes movimientos, tropezase y cayese sobre mí, aplastándome sin remisión. Y estaba aquella anciana, siempre peinada con moño y siempre sonriente, pero de la que, al cabo de un rato, todos escapaban también aterrorizados……….y….yo no sabía por qué, pero esa espantada, ajena e incomprensible, me angustiaba y me impedía confiar en la simpática abuelita. Llegaron más individuos de mano de mis hermanos, especímenes de toda ralea, pero de 7
todos ellos, los que he descrito son los que mayor pánico me transmitían, o, al menos, eso creo; ha transcurrido tanto tiempo. Luego…. …Luego, aprendí a leer y pude formarme una idea más aproximada de la vida y milagros de todos estos personajes, que antes me parecían abominables. Fui creciendo y dejando de temer a las hermanas Gilda, a Carpanta, al abuelo de la familia Cebolleta, a Gordito Relleno y a la abuelita Paz. Es más, me empezaron a hacer gracia y comencé a pasar momentos inolvidables viendo y leyendo sus aventuras; momentos cuya evocación, sin embargo, no atenúa el sabor amargo del recuerdo de aquellos terrores de mi primera infancia.
Fin
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RÉQUIEM A UN ALMA INOCENTE De amapolas quisieron sembrar tu rastro, Sin saber que las raíces se alimentarían de tu llanto, Con lirios blancos taparon de la barbarie la huella, Para evitarle a los ojos la realidad... y que tanto no duela.
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De alguna manera tendrán que adorarte, Por el sentir del respeto, de la pena, del duelo, Ante los ojos de una madre que no recobrará el consuelo, Ante la mirada agria de una sociedad que no tiene el remedio. Buscan admirar tu belleza en el recuerdo que dejas, Intentando olvidar el sufrimiento que te aleja, No fueron lágrimas, sino afilados cristales, Los que quedaron clavados en aquellos secarrales, Al acecho y al destino de un par de desalmados Que buscaron diversión y se les fue de las manos. Las manos blancas que arropan ahora tu rastro, Son las mismas que te abrazaron antes de este espanto, Las que tapan las caras al horror que sufriste, Las que en puño cerrado sujetan la rabia inservible. Es inútil desgranar en este insoportable momento, Si lo que duele es tu falta o el horrendo suceso, Si es más alto el grito de la injusticia cometida, o el clamor de la justicia reclamada. La única verdad es que a otra inocente le dieron muerte ultrajada, que no tenemos remedio contra lo indecente, ni pastillas contra la maldad disfrazada. Blanca, nívea, transparente, con tan delicada belleza, Encaras ahora el viaje inesperado, Dejando atrás, inacabado y a destiempo La fértil vida en la que aún brillaba tu pureza. Será la tierra que te acoge, tu cálida morada, Las amapolas... tu jardín de infancia, No faltarán lágrimas para el riego que de tu madre emanan, Ni el rótulo que reza: descanse en paz su alma. A cambio faltará tu risa, la belleza temprana, El despertar de una niña acomodada en su cama, El suspiro quizá de una grácil enamorada, Los hijos que no pariste, la vida que no tuviste, Ni las 18 velas encendidas en tu tarta.
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6 EL BUITRE Quizá no lo consiga, quizá no sirva para nada, quizá solo sea un nuevo intento fallido para salir de este pozo sin fondo en el que me metí hace 30 años… y del que ahora yo decido no salir. Sólo era una niña, una niña llena de ilusiones y esperanzas, con la cabeza llena de fantasías, proyectos y tiempo para vivirlos y desarrollarlos. La vida parecía fácil, sólo tenía que ser una buena persona y todo iría bien. Era guapa, trabajadora, sencilla y mi proyecto vital estaba decidido incluso antes de que yo naciera: tener una familia maravillosa y ser la mejor madre y esposa. Por supuesto que aquello no era pequeña tarea, ya lo había visto en mi madre, se levantaba al alba y acababa al anochecer con sus piernas cansadas y su mirada perdida. La admiraba. Mi madre era una Santa, sólo que no tuvo suerte, no pudo encontrar al hombre que la protegiera, la hiciera reír y la confortara en su dura tarea de cada día. Sin embargo fuimos muy felices gracias a ella. Tenía una infinita paciencia con nosotros y con mi padre. Tal vez por eso tomé la decisión de volver a vivir su vida pero en versión triunfadora, se lo debía. Yo sabría poner al compañero de mi vida a mi lado y yo estaría a su lado, lo demás sería fácil, porque ya lo había aprendido de ella: amar, amar y amar. Cuando lo conocí supe que era el hombre de mi vida. Me azoraba ante su mirada fija y penetrante. No hablaba demasiado, aunque cuando lo hacía parecía tener las ideas muy claras y tomaba las decisiones muy fácilmente, no dudaba nunca en lo que era más conveniente para nosotros. Sus silencios los entendí como fervor por escucharme. Me trataba como a una reina, como a una dulce gacela que hay que cuidar y proteger. Yo supe entonces que esa sería la persona con la que realizaría mis sueños. Me quería tanto, que no sabía que hacerse conmigo o cómo demostrármelo. Nos casamos en primavera, a las cinco de la tarde. Los hijos vinieron más pronto de lo programado, pero los recibí como regalos deseados, a pesar de que Él empezaba a dar muestras de alejamiento. Lo achaqué a que mis embarazos y crianzas me habían hecho menos atractiva, y que mis tiempos ya no estaban a su disposición, esto, para mi, estaba implícito en mi proceso maternal, pero entendía que Él necesitaba su tiempo para integrarse en su papel de padre. No recuerdo cuando empezó a hablarme con desprecio y con voz alta. Fue poco a poco, su actitud agresiva hacia mi iba aumentando proporcionalmente a mi afán por agradarle y colmarle de paz y confort. Para no enfadarle, los niños y yo dejamos de hablar a la hora de comer. Eso fue después de repetidas explosiones de ira ante cualquier cosa que dijéramos. Queríamos evitarle cualquier molestia. Cuando Él llegaba a casa, todos callábamos y nos poníamos a hacer nuestras tareas. Cada uno procuraba hacer aquello que a Él no le molestara, aún así,
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siempre había un insulto, un grito o un pescozón para alguien, esto último, sobre todo para los niños. Cuando llegaba la hora de dormir, yo me tragaba mi rabia e impotencia porque sabía que sólo lograría elevar su inmensa ira si le confrontaba. Si acaso, me atrevía a susurrarle, después de haber satisfecho sus deseos sexuales, cuando creía que estaba relajado, un ¿por qué no intentas tratarnos de otro modo? Esto lo hice pocas veces, su ira comenzaba de nuevo y entonces yo acababa ahogando mis llantos en la almohada. Así fue como me fui acostumbrando a no hablar, a no reír, a que mi vida dependiera del ruido de una llave y de una puerta. Cuando Él salía de casa dando el portazo, todos nos relajábamos y fantaseábamos con que éramos una familia normal, feliz, libre. Si el ruido de la llave indicaba que Él volvía, todos dejábamos de hacer lo que estábamos haciendo, fuera lo que fuera, y nos poníamos en la posición que sabíamos que a Él le gustaba, mejor dicho, que menos le provocaba. Los niños iban creciendo, y poco a poco empecé a tener más tiempo para otras actividades, siempre había querido aprender a coser. Tenía que ir a una academia de una amiga y me las ingenié para ir cuando los niños estaban en el colegio. Eso, para Él, fue un acto de rebeldía por mi parte, yo no le había dicho nada porque sabía que cada cosa que le había sugerido que quería hacer, Él me había puesto miles de impedimentos y críticas contra todo, y me había castigado, sólo por pedirlo, con un enfado de dos días. Pensé que era mejor que Él no se enterara y yo podría aprovechar ese pequeño tiempo del que disponía sin nadie en casa. ¿Acaso Él no era libre para ir y venir a donde le placiera y sin dar ningún tipo de explicaciones? No os voy a relatar el infierno que vivimos. Mis hijos también. A partir de entonces no hubo día en el que no me insultara, reprochara, vejara y despreciara. Os ahorraré los maltratos físicos. Un día no pude más. Había aprendido a coser y tenía la posibilidad de tener un trabajo que me permitiría dar de comer a mis hijos y a mi misma. Se lo dije mientras cocinaba sus huevos fritos con patatas que le encantaban para cenar. Los niños habían salido. Parecía que estaba de buen humor ese día y quería que lo entendiera. Al fin y al cabo, yo sabía que ninguno de los dos éramos felices. La sartén con el aceite hirviendo me abrasó la cara. Fue su respuesta. Nunca más volví a ver, ni a mis hijos, ni a mis plantas, ni a mis días de sol, ni mis patrones que había aprendido a hacer con el Método Martí. Ya no tenía mas ganas de luchar ni de protegerme. Recordé un soneto de Unamuno: Este buitre voraz de ceño torvo que me devora las entrañas fiero y es mi único constante compañero labra mis penas con su pico corvo. El día en que le toque el postrer sorbo apurar de mi negra sangre, quiero que me dejéis con él solo y señero 11
un momento, sin nadie como estorbo. Pues quiero, triunfo haciendo mi agonía mientras él mi último despojo traga, sorprender en sus ojos la sombría mirada al ver la suerte que le amaga sin esta presa en que satisfacía el hambre atroz que nunca se le apaga. Es verano y mis hijos se han marchado de vacaciones al campo de mi hermana. La llave voltea dos veces, como siempre, en la cerradura. Yo estoy esperándolo en el salón. Tengo la pistola que el guarda en su mesita de noche, esa que, a veces, Él me había insinuado que no dudaría en utilizar contra nosotros. La aprieto fuerte, agarrada con un paño de cocina para no dejar mis huellas. He esparcido objetos por el salón para que parezca que ha habido lucha, incluso, me he golpeado en brazos y piernas. Escucho el golpe de la puerta al cerrarse a sus espaldas, sus pasos me indican que está frente a mi, le digo: Cariño, no me hace falta ver tu cara en estos momentos. Me voy feliz sabiendo lo que te espera. Aprieto el gatillo y descanso.
Fin
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MI ANTERIOR VIDA
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Tuve otra vida, una vida en la que era feliz, tenia un marido cariñoso, atento, unos hijos preciosos, una buena vida... ¿Porqué hice lo que hice?. Porqué me marche y lo deje todo. No penséis que me arrepiento, no soy de esa clase de persona, lo hecho, hecho esta. Yo era feliz en esa vida, cuidaba de mis hijos, me ocupaba de la casa, iba al gimnasio, mi vida social era muy activa, creía estar enamorada de mi marido, hasta que apareció él. El orto-dentista de mis hijos, 1,90 m, 90 kilos, guapo a rabiar, moreno con ojos verdes. Al principio le miraba, como se mira un pastel detrás del escaparate de una pastelería cuando estas a dieta, jamás pensé ni por un momento en “comérmelo”, tan guapo con su bata blanca; pero las cosas de la vida, también iba a mi gimnasio, que conste fue él, quién se acerco a mi, todo fue tan fácil, tan sencillo, de una simple charla de como iba la boca de los niños, a otro día un café, del café a vernos en un hotelito discreto. Al principio todo estaba controlado, mi vida era la misma, lo único que cambio fue que a veces no iba al gimnasio, aunque en casa pensaran que era allí donde pasaba algunos días a la semana. Mi marido, el pobre, me animaba a que siguiera con esa nueva disciplina, porqué según él cada día estaba más guapa. Si él hubiera sabido en que consistía mi nueva tabla de ejercicios. De esta manera transcurría mi vida, una vida placentera, dichosa y feliz. Tenia todo lo que se puede desear, un marido estupendo, cuatro hijos, una casa con piscina y a él. Pero todo se estropeo, él quería más, me quería solo para él, con lo bien que estábamos así. De pronto quería que lo dejara todo y me marchara con él, a Brasil. ¿Y que iba hacer?, mis niños no me preocupaban, estarían estupendamente con su padre, pero que seria de mi. ¡Brasil!. Un buen día salí de casa como siempre, pero ya no volví, allí se quedo mi ropa, mis zapatos, mi marido, mis hijos, mi anterior vida. ¿Que habrá sido de ellos?. No penséis que sigo en Brasil o con él, eso solo fue el pistoletazo de salida, el empujón para mi nueva vida, una vida llena de aventuras, de amantes, lujo,...., pero eso ya son otras historias.
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DEJAME TU NOCHE Llena toda la noche con todas sus horas llenas. Porque siempre hay algo que quisiera de ti :
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sentir tu mano lenta cuando baja por mi espalda. O asir la mirada a tus ojos si me retiras del rostro un cabello. Y detener al vuelo tu sonrisa con el dulzor de un beso. Para beber tus palabras del aire por ahuyentarlo de nuestra piel. Déjame llenarte la noche con lo que siempre quisiera que forme parte de ti : pasear mis dedos por tu pelo al entonar con silencios de nana una canción en tu frente. O besarte orgullosa el corazón para devolverte abrazos de antes entre las cuentas de un sueño. Y un despacio te quiero que se engarce a tus susurros. Has de dejarme llenar toda tu noche con la mía que sólo existe desierta para pedirte en cada una acurrucarme en tu regazo. Sin que importe estar a oscuras porque ilumina tu cara para esa caricia en el cuello o tu sien sobre mi hombro. Siempre hay algo que quisiera de ti: que me permitas llenar tu noche.
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