Un paseo sorprendente.
Eran las cuatro de la tarde y yo seguía preparando la maleta, no quería que se me olvidara nada. Lisa, mi prima, me llamaba desesperada desde la calle. Metí unas cuantas cosas muy deprisa en una bolsa, por si acaso, y salí de casa. Mi prima se alegró de ver que ya había terminado. Abrió la puerta del coche y subió, y yo hice lo mismo. Era la primera vez que mi prima se ofrecía para llevarme de paseo a la ciudad, porque mi madre insistía en que era raro que a mi edad nunca hubiera ido, y como ella no podía llevarme, le había tocado a mi prima el premio gordo, o eso había escuchado decir. Tras una interminable media hora escuchando a mi prima cantar todas las canciones de la radio, llegamos al parking. Lisa es muy mala aparcando, así que para evitar desgracias, me bajé corriendo del coche. Salimos del parking y mi prima me dijo que primero me enseñaría las tiendas del centro comercial, que según ella no tenían nada que ver con las del pueblo. Yo como nunca había estado en uno de esos, me ilusionó la idea de ir. Fuimos andando hasta llegar a un gran edificio, lleno de cristales, y arcos. Al entrar yo no daba crédito a lo que estaba viendo, ¿cómo podía caber tanta gente en tan poco espacio? Mi prima me obligó a cogerla de la mano, porque decía que un hombre malo podía cogerme, aunque yo sabía de sobra que los hombres malos no existían, eso es una tontería que le dicen a los niños chicos y yo ya estoy en 3º. Entramos en la primera tienda, tenía un gran letrero que a pesar de esforzarme mucho no pude leer con claridad, era algo parecido a barsca. Rápidamente me invadió un olor demasiado fuerte para mi gusto, a frutas del bosque, que me dejó aturdida unos minutos. Ni tan siquiera me dio tiempo a darme cuenta de que mi prima llevaba unos 30 trapos de todos los colores y texturas del mundo y se disponía a entrar en los probadores. Me dijo que la esperara allí sin moverme. Estaba esperando a que mi prima acabara, cuando unas niñas mayores me llamaron la atención, iban muy bien conjuntadas, llevaban el pelo perfecto y hablaban un poco raro. Una se dio cuenta de que la miraba y se acercó y me dijo: -Hola chica, ¿Cuántos añitos tienes? Estaba un poco cortada pero conseguí decir un 7 y medio, que al parecer entendieron. -Qué monada. ! Mirad nenas qué niña tan peque! Nunca había visto a nadie hablar así en el pueblo. Cuando mi prima salió ya estaban saliendo de la tienda. Pero me dio tiempo a preguntarle a mi prima quiénes eran.
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