La narrativa española del siglo xx hasta 1939 (I)

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La narrativa española del siglo XX hasta 1939 I. LA NOVELA DE LA GENERACIÓN DEL 98 En 1902 se publican en España cuatro novelas que coinciden en el rechazo del realismo característico de la novela del siglo XIX. Sus títulos son: Amor y pedagogía, de Miguel de Unamuno, Camino de perfección, de Pío Baroja, La voluntad, de Azorín y Sonata de otoño, de Ramón del Valle Inclán. Cuatro autores, cuyas obras, tienen en común los siguientes rasgos: 1.- La denuncia de los males de España: el caciquismo, el hambre y la ignorancia… Y, a la vez, la preocupación por la búsqueda de su esencia, de sus “raíces”, de su “alma”, que encuentran sobre todo en Castilla: sus pueblos, sus paisajes y sus gentes. 2.- El pesimismo ante la situación histórica (el Desastre colonial de 1898) y ante el desmoronamiento de los valores sociales y espirituales. 3.- La influencia de la filosofía europea del momento: los planteamientos existencialistas de Kierkegaard y Schopenhauer (el escepticismo, la vida como algo absurdo y carente de sentido). 4.- La renovación del estilo, mediante el subjetivismo o antirrealismo: no se pretende, como en la estética realista, la reproducción exacta de la realidad, sino la expresión de la realidad interior. Y la novela se concibe como un género multiforme, en el que tienen cabida también la reflexión filosófica, el ensayo, el lirismo... (Es una “novela permeable”, en palabras de Azorín. Más que novela es “nivola”, según la denomina Unamuno.)

MIGUEL DE UNAMUNO (1864 -1936) Unamuno nació en Bilbao, aunque vivió la mayor parte de su vida en Salamanca –donde fue rector de su universidad- y allí murió justo cuando comenzaba de la guerra civil española, que tal vez prefirió no ver… Unamuno fue un destacado intelectual de su tiempo, y se sirvió de la novela para dejar testimonio de su intimidad agónica, para la reflexión sobre sus ideas obsesivas sobre la religión, la vida, la muerte y la propia conciencia. Para ello interviene en el relato, dialoga con sus personajes, los convierte en símbolos, interpela al lector... En 1914 publicó la que, sin duda, es su mejor novela: Niebla. Lo que más sorprende al lector de esta obra es la utilización del juego vida-literatura: Augusto Pérez, el protagonista de la novela, se enfrenta con su creador en un ambiente de confusión entre lo que es verdad y lo que es ficción. Unamuno también se sintió atraído por el tema de la lucha entre hermanos, por la historia bíblica de Caín y Abel. Este motivo fratricida sirve de base a su novela Abel Sánchez (1917). Tras La tía Tula (1921), novela sobre el instinto de maternidad y sobre la represión sexual de una mujer, Unamuno publica San Manuel Bueno, mártir (1930), en la que aparecen los motivos recurrentes de sus novelas anteriores: la lucha agónica del individuo en este mundo, la soledad, las contradicciones de la fe, la vida como sueño... Cuenta la historia de un cura de pueblo que ha perdido la fe en Dios, pero finge mantenerla para evitar que sus feligreses se sientan decepcionados y desorientados en sus vidas.


RAMÓN Mª DEL VALLE INCLÁN (1866 -1936) Dos estilos definen la obra de este importantísimo escritor de origen gallego, autor de novelas, crónicas en prensa, poemas y obras de teatro: modernismo y esperpento. Los años iniciales están marcados por la tendencia modernista y representados por las cuatro Sonatas, subtituladas “Memorias del Marqués de Bradomín”: Sonata de otoño (1902), Sonata de estío (1903), Sonata de primavera (1904) y Sonata de invierno (1905); supuestas memorias del mencionado marqués, una especie de viejo donjuán, "feo, católico y sentimental". De esta primera época también es la trilogía sobre La guerra carlista (1908 -1909). Entre las obras marcadas por el esperpento destaca la que, sin duda, es una de las mejores novelas de la primera mitad del siglo XX, Tirano Banderas (1926), que narra la caída de un despótico dictador sudamericano. Por último, destacamos las novelas de la serie El Ruedo ibérico (1927-1932), que reflejan la historia y vida de nuestro país desde el reinado de Isabel II hasta el “Desastre del 98”.

AZORÍN (1873 - 1967) En las novelas de José Martínez Ruiz, la narración se fragmenta en instantáneas que congelan el tiempo y captan la impresión del instante. Ejemplos de esta novela “impresionista” son La voluntad, Antonio Azorín (de este personaje toma su pseudónimo como escritor) y Confesiones de un pequeño filósofo. Más tarde escribe Don Juan (1922) y Doña Inés (1925), en las que se describe minuciosamente el ambiente de la época y la sensibilidad de estos famosos personajes del teatro romántico.

PÍO BAROJA (1872 - 1956) Nacido en San Sebastián, se trata de un novelista muy prolífico, autor de novelas de acción ambientadas en la historia reciente, cuyas características principales podrían resumirse así: -

Suelen estar centradas en un personaje protagonista: activo y dominador o pasivo y sin voluntad. La acción es rápida y dinámica, y cuenta con abundantes diálogos. Hay una presencia muy marcada del narrador a través de comentarios y reflexiones. Y precisas descripciones impresionistas a base de “pinceladas” con unos pocos detalles físicos y psicológicos.

Baroja agrupaba su producción narrativa en forma de trilogías temáticas: 1.- “La lucha por la vida”: La busca. Mala Hierba. Aurora roja. 2.- “La tierra vasca”: La casa de Aizgorri. El mayorazgo de Labraz. Zalacaín el aventurero. 3.- “La raza”: La dama errante. La ciudad de la niebla. El árbol de la ciencia. 4.- “El mar”: Las inquietudes de Shanti Andía. El laberinto de las sirenas. Los pilotos de altura. Entre 1913 y 1936 publica una serie de novelas históricas protagonizadas por un antepasado suyo llamado Avinareta. La serie se titula: Memorias de un hombre de acción. Recogió sus recuerdos y testimonios de su tiempo en sus memorias, tituladas: Desde la última vuelta del camino.


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