Microrrelatos 2015

Vivo sin vivir en mí…

Diez microrrelatos escogidos de los presentados al concurso “cuenta ciento cuarenta”

IES Murgi, El Ejido, Día del Libro, 2015.

“Vivo sin vivir en mí”, pensó el pequeño corazón, mientras los pulmones se quedaban sin aire y las venas bombeaban sangre rápidamente. “Lo que has dicho no tiene ningún sentido”, le reprochó el cerebro, mientras obligaba a los ojos a bajar y al rubor a desaparecer de las mejillas. “No lo necesita”, replicó el corazón. “Las mejores cosas no suelen tenerlo, esas que ocurren una sola vez en la vida.”

El cerebro hizo una mueca de disgusto que envió una sensación de culpabilidad al estómago, víctima pasiva de aquella lucha eterna. El resto del cuerpo estaba agotado. Cada vez que aquellos dos titanes se enfrentaban sacudían al pobre humano y lo dejaban hecho un trapo. Al final, siempre era lo mismo: “¿Tú qué sabrás de obligaciones?, decía el de arriba. “¿Y tú de sentimientos?”, preguntaba el otro.

Falkenauge (Marina Acién Martín): GANADOR

“Vivo sin vivir en mí”. Se despertó con ese pensamiento en la cabeza. Acto seguido se sentó en el borde de la cama y se estiró levemente. Sentía una molestia en la espalda. Se levantó y se fijó en el espejo su derecha: llevaba una mochila negra. Intentó quitársela sin éxito. Aun así, la chica salió de casa.

Comenzó a caminar calle abajo pero pronto se dio cuenta de que todo el mundo llevaba una mochila en la que había adherida una etiqueta. Miró a la joven de enfrente y leyó para sí misma: golfa. Otro hombre llevaba escrito: demasiado femenino. Ella continuó leyendo etiquetas: gordo, inútil, poco atractivo, aburrido… De pronto tropezó y al mirar a su alrededor estaba de nuevo en su habitación, pero ya no llevaba la mochila.

Las mochilas pesan, las etiquetas también.

Eleanor Rigby (Elena Sáncer Romera): ACCÉSIT 2º CICLO ESO

Vivo sin vivir en mí. Entonces… ¿dónde vivo? Podría fingirme Dios y decir que vivo en todas partes, que habito todas las cosas, pero te mentiría. Podría decir también que no vivo en mí porque habito en una de tus pestañas, en esa farola estropeada al final de tu calle, en aquel cutre videoclub al que vas solo por las campanitas que suenan al abrir la puerta, en la otra cara del único lunar que tiene tu espalda… Podría decir todo eso, pero nadie me creería. Podría decirte un millón de lugares más, pero no, realmente no vivo en ninguno de esos sitios.

Aunque es cierto que tampoco vivo en mí. Digo, simplemente, que vivo sin vivir en mí porque lo que hago en mí no es vivir, es soñar.

Oblivion (Marta Victoria Peláez): ACCÉSIT BACHILLERATO

LLUVIA Vivo sin vivir en mí, pensó. Antes de que se marchara todo encajaba, los latidos de ambos compaginaban igual que una nota en un pentagrama. Él era la nube, y ella el pequeño lago que descansaba bajo la sombra de un hermoso álamo.

Había días en los que pequeñas gotas de agua subían y se condensaban en la nube. Así eran ellos, por separado no encajaban bien; en cambio, juntos, eran la combinación perfecta.

Pero al esfumarse una parte, cuando él se marchó, ella dejó de funcionar, era como vivir ahogándose en el silencio que dejó la nube cuando dejó caer la última gota.

Fourtris (Patricia Laura Pascal)

Querida Marie: Vivo sin vivir en mí, el cansancio me puede, las pocas fuerzas que me quedan las utilizo para escribir y disparar. El coronel dice que podré irme cuando lleguen los refuerzos, luego seguiré, cariño, el deber me llama …

Buenas noticias, voy de camino al cuartel, vuelvo a casa. Aún recuerdo las palabras del coronel cuando llegué aquí: “La guerra es como un amor a primera vista, al principio es emocionante, luego molesta y finalmente desearía no haberla conocido.” Qué cachondo… …

Cariño, no quiero alarmarte, pero el cuartel está siendo atacado, empiezo a temerme lo peor. …

Cariño, no vuelvo a casa, quiero que sepas que te quiero y que vivo sin vivir en mí, porque ojalá estuviera junto a ti.

P.D. Ahora comprendo las palabras de ese dichoso coronel.

Por siempre, Dawson.

El gato siamés (Javier Vicente Castillo)

Vivo sin vivir en mí y sin darme cuenta me desvivo por un minuto más en este lugar. Después de un año en esta isla paradisíaca mi cuerpo se ha llenado de paz y parece que el tiempo está congelado. Por desgracia, el tiempo sí ha pasado y ha llegado la hora de volver a la realidad. Esa realidad llena de prisas, malas caras y cafés a cualquier hora del día. Huí de mi ciudad de forma ilusa, pues de quien pretendía huir estaba dentro de mí. ¿Cómo eliminar un recuerdo que nunca ha sido real? Llaman a embarcar: “Señores pasajeros, el vuelo Denpasar-Madrid saldrá en quince minutos.” Cojo mi maleta y guardo en la mochila el libro que estaba leyendo. Cruzo la terminal de mi vuelo. Tengo que aprender a vivir en mi realidad. Hasta pronto Bali.

Nacaren (Cristina Rodríguez Olvera)

“Vivo sin vivir en mí”, ese grito retumbaba por las calles de Madrid. Frase que había inspirado a la juventud, lema de la revolución que está teniendo lugar en la capital de lo que en tiempos pasados había sido España.

El gobierno está tomando medidas cada vez más drásticas y yo tengo cada vez más miedo. Pero, ¿quién sino nosotros podría enfrentarse a la total dictadura a la que están sometiendo Pendea? Recuerdo que mi abuelo nos contaba de una Pendea o, como él la llamaba, Europa pacífica y segura. Cómo cambian las cosas…

El grito me arrancó de mis melancólicos recuerdos y me devolvió a la realidad.

Mis manos se aferraron más fuertemente a la pistola que tan desconocida y fría se siente entre mis dedos. El miedo me paraliza, pero suspiro profundamente y salgo de mi escondite. ¿Quién, sino nosotros?

Anonym (Johanna Dohm)

SOMBRAS “Vivo sin vivir en mí”, gritó una voz que interrumpió mi sueño. Al abrir los ojos, me encontré en un bosque. Todo estaba oscuro y podía escuchar un río a lo lejos. Por el claro de las hojas de un árbol se filtraba un poco de luz de la luna, pero aun así no logré ver nada.

Pasaron unos instantes y empecé a pensar que aún soñaba, hasta que de improviso volví a escuchar “vivo sin vivir en mí”.

-¿Quién eres? –grité a la nada.

-¿Ya no reconoces ni a tu alma gemela?

No sabía a qué se refería. Entonces, una imagen pasó por mi cabeza. Tenía que salir de allí pero ya era tarde, la sombra entró en mí.

-Tenemos mucho por hacer –dije con una voz que ya no era mía.

La oscuridad me había atrapado.

Dustfinger (Claudia López García)

VIAJES ASTRALES Y LOCURAS TRANSITORIAS -Vivo sin vivir en mí –dijo, mientras su voz ocupaba un lugar entre aquel ruidoso viento. Sonaba desafinada, rota, como quien pretende usar un acordeón que se dejó de usar hace décadas. Y mientras sus gritos formaban la melodía más triste del mundo, su amado padre la observaba desde el cielo y se preguntaba cómo la belleza podía ser tan efímera. Cuando él se desvaneció en las estrellas, la belleza de ella se desmoronó a la par de su alma, fundiéndose en un viaje astral eterno, dejando afuera una jaula inerte cosida con hilos diamantinos y mentes demasiado cuerdas –todos soñando con volar y nadie salta-. Así que cortó las cuerdas de su opresión y se sumergió en el mar de las balanzas rotas, la más ansiada locura.

Charlie Rose (Carla Mena Manzano)

Vivo sin vivir en mí, porque llevo media vida esperando que toques el pentagrama del que yo formo parte. He perdido la cuenta de las veces que te he buscado en el sitio donde nunca has estado, de las noches en vela y los cafés que aún me quedan por tomar. Vuelo en aviones que todavía no he cogido, quiero irme lejos. Cuando las brújulas dejen de guiarme, escucho las olas y todas me hablan de ti. Quizás te pueda encontrar, la vida es un juego de azar y me puedes volver a tocar.

Gato mellao (Nuria Moreno Maldonado)