En Fuentevaqueros nacía el duende y la poesía. Registrado y bautizado, Federico Fue llamado.
Amigo fue de chiquillo de pobres y gitanillos. Parodia con gracia el sermón y con ironía el dramón.
De su padre heredaría la pasión y la alegría, Y con su madre comparte la vocación por el arte.
Desde niño es primordial su vocación musical. Euterpe, musa madrina, le da su lira divina.
Su madre y tía Isabel dieron vuelo a su niñez. Entre alamedas y brisas, campo, canciones y risas.
Las musas se lo rifaban y todas lo acaparaban. Marionetas callejeras fue otra de sus quimeras.
Y ya desde adolescente le admira toda la gente. Por ser poeta, comediante, buen músico y dibujante.
En la plaza del Campillo estaba “El Rinconcillo”. Tertulia intelectual de una juventud genial.
Sus primeras poesías Federico allí leía: Alba, Cigarra, Madrigal, Sueño, Paisaje, Manantial.
De un viaje estudiantil nace un libro juvenil, “Impresiones y Paisajes” es un libro con mensaje.
Don Fernando de los Ríos es la “Institución” con brío. Viendo en Lorca gran valía a la Residencia lo envía.
Con versos por equipaje emprende a Madrid el viaje. Donde se revelarían Su talento y simpatía.