Creemos que son solo los políticos los que hablan mal, pero basta salir a la calle con los oídos bien abiertos para encontrarse un camino empantanado de sandeces. Poner en valor es una de ellas, y no la más grave. Ahora todo se pone en valor, se adaptiza, prioriza o posiciona. Cuidado con corregir. Hablar bien es de señoritos y de antiguos. Si la lengua es de todos, entre todos la hacemos. Y sí, pero hacer y construir no es lo mismo que destrozar. Quienes ponen en valor un campo como sinónimo de cultivarlo, suelen ser los mismos que babean cada vez que escuchan un anglicismo. Los runnersno tienen punto de comparación con los corredores, igual que un single es mucho más moderno que un soltero. Si organizas un crucero de solteros parece una caravana del amor, de las de antes, pero uno de singles es lo más. Y las bambalinas, palabra preciosa donde las haya, ha caído en desuso frente al backstage , la comida se ordena y no se pide, y hasta las cosas se testean o ranquean. Es casi mejor no ver un partido porque los comentaristas consiguen que los futbolistas circulen el balón o lo recepcionen al ciento por cien, casi siempre. Y ya puestos, habría que taparse los oídos en los telediarios, ante las campañas de desarmamiento, palabra extraña donde las haya, sobre todo porque tenemos desarme. Si a todo esto le sumamos el infinitivo de los discursos (en primer lugar decir) y el lo que es o lo que viene siendo, nos queda un idioma digno de causar sarpullidos en la lengua al pobre Lázaro Carreter. Si levantara la cabeza, no escribiría dardos, sino que los arrojaría o los pondría en valor, a ser posible, con curare.
Pilar Galán Rodríguez El Periódico Extremadura 25/09/2014