EL TEATRO ESPAÑOL DESDE LA POSGUERRA HASTA LA ACTUALIDAD Con la guerra civil, el teatro español pierde a los autores más innovadores de la época anterior: Lorca, Valle-Inclán y Unamuno han muerto; Alberti, Max Aub y Alejandro Casona marchan al exilio. Mientras en Europa se representan obras renovadoras, en España, en los primeros años de la postguerra, se lleva a escena un teatro convencional que entronca con el melodrama o el teatro popular anterior a la guerra y que sólo busca entretener a un público conservador. Por otra parte, la censura, más si cabe que en otros géneros, impide estrenar obras que planteen una mínima crítica a los valores establecidos. Vemos las tendencias más representativas del teatro español desde la posguerra a nuestros días: 1.- El teatro del exilio. Aunque Alberti (El adefesio, Noche de guerra en el Museo del Prado), Salinas y otros escritores exiliados escribieron teatro, Max Aub y Alejandro Casona fueron las figuras más representativas del teatro en el exilio, una circunstancia vital que influyó en su producción teatral de forma diferente: Max Aub (La vida conyugal o San Juan) reflexionó en sus obras sobre la tragedia de la guerra y el odio, Casona cultivó un teatro intemporal, poético o simbolista (La dama del alba) 2.- El teatro comercial que goza de gran aceptación por parte de un público, mayoritariamente burgués, que busca evasión y entretenimiento. Dentro de este teatro convencional encontramos diferentes tendencias y autores: - El drama burgués. Bajo la influencia de la alta comedia y de Jacinto Benavente se desarrolla este teatro que se caracteriza por su perfecta construcción y por su intranscendencia, con dosis de humor, ternura y amabilidad. Pretende entretener y educar. Sobresale, entre otros, el tema del amor, empleado para resaltar valores como la familia, el matrimonio y el hogar. Sus personajes pertenecen a la burguesía, igual que el público al que va dirigido. Entre sus autores, José María Pemán (La verdad), J. I. Luca de Tena (¿Dónde vas Alfonso XII?) y J. Calvo Sotelo (La muralla). - El teatro cómico o de humor. Aunque se sigue sigue cultivando un tipo de comedia intrascendente y evasiva, castiza y costumbrista, heredera del sainete, se va imponiendo un tipo de teatro innovador representada por dos grandes dramaturgos: Enrique Jardiel Poncela y Miguel Mihura. Ambos orientan el teatro cómico hacia un humor de carácter universal, basado en la creación de situaciones absurdas, diálogos con ingenio y finales ambiguos que sirvan al espectador para reflexionar. Enrique Jardiel Poncela, dos de cuyas obras más representativas son Eloísa está debajo de un almendro y Los ladrones somos gente honrada, cultiva un teatro de evasión en cuyos diálogos se mezclan el humor verbal (chistes, juegos de palabras ...) y el que se desprende de la acción y de los personajes (inverosímiles, ilógicos y casi siempre disparatados). Miguel Mihura no pretende reflejar la vida sino idealizarla por medio de la humanización de los personajes y el triunfo de la bondad y la ternura. Su humor es producto de la asociación inverosímil de elementos, de la exageración, de la distorsión de la realidad por medio de la imaginación y la fantasía poética. Entre sus obras destacan Tres sombreros de copa, Melocotón en almíbar, Maribel y la extraña familia y Ninette y un señor de Murcia. 3.-El teatro realista y social de los años 50.- El estreno en 1949 de Historia de una escalera, marcó un cambio en el teatro español. Con esta obra, nació el drama realista, en el que, a partir de un contexto, un argumento y unos personajes identificables, se intentaba hablar de la realidad desde el escenario. Este teatro se centra en el compromiso político y la denuncia social. Los dos principales representantes son Antonio Buero Vallejo y Alfonso Sastre. Sastre se muestra partidario de un teatro de agitación social, abiertamente enfrentado al poder, en el que debe prevalecer la denuncia político-social sobre lo artístico. Como consecuencia, su obra sufrió el veto de la censura y sólo pudo ser representada por grupos independientes o de aficionados. Entre sus dramas destaca una dura denuncia de la sinrazón de la guerra en Escuadra hacia la muerte, ambientada en una supuesta Tercera Guerra Mundial. A ella hay que añadir, entre otras. La sangre y la ceniza, La taberna fantástica y La mordaza. Antonio Buero Vallejo defiende un teatro de lo posible en el que el autor tiene que acatar ciertas normas del sistema social y directrices de la censura para que sus obras puedan representarse y así ejercer la denuncia social. Sus obras representan un intento de síntesis de realismo y simbolismo. Aunque ambientadas en una época concreta de la historia de España, gracias a la abstracción de los personajes de su entorno espacio-temporal, sus problemas adquieren una dimensión universal. Además de Historia de una escalera, pieza clave en esta nueva corriente teatral social y realista, citamos de entre su gran producción En la ardiente oscuridad, El tragaluz y El concierto de san Ovidio. 4 -E1 teatro renovador y experimental de los 60 A finales de los sesenta aparece una serie de autores que huyen del realismo para conectar con la vanguardia escénica del mundo al amparo de una cierta apertura del régimen franquista. Son los herederos del teatro del absurdo y el de la crueldad europeos, con una gran preocupación por la puesta en escena y vinculado a grupos independientes.
Entre los renovadores hay que citar a dramaturgos representativos como Femando Arrabal y Francisco Nieva y grupos independientes como “Els Joglars”. Fernando Arrabal muestra en sus inicios una elementalidad escénica: decorados breves, personajes primitivos y lenguaje ingenuo con un humor procedente del absurdo. Su teatro, que definió como "pánico", incorpora la confusión, el humor, el error, el azar y la euforia y se basa en la búsqueda de nuevas formas espaciales y gestuales, y en la incorporación de elementos surrealistas en el lenguaje. Los temas más frecuentes son la religión y la sexualidad, junto con la política, el amor y la muerte. De entre sus obras citamos El cementerio de automóviles. El Arquitecto y el Emperador de Asiría, Pic-nic y El laberinto. Francisco Nieva comparte con Arrabal la idea de un teatro regenerador y liberador. Su tema básico lo constituye la represión de la sociedad, que ha de combatirse con la trasgresión, a veces por el camino de la liberación sexual Además del erotismo, en sus obras abundan las referencias a una España negra y a la religión. Citamos de entre sus obras Pelo de tormenta, Malditas sean Coronada y sus hijas y Los españoles bajo tierra. A pesar de estos intentos teatrales vanguardistas, el público sigue demandando un teatro más convencional. En esta línea inician su trayectoria teatral hacia los años sesenta tres autores: Antonio Gala, Jaime Salom y Ana Diosdado con obras de tesis y mensaje moral que gozan de un gran éxito comercial. De entre ellos destaca Gala que en sus obras Los verdes campos del Edén. Anillos para una dama o Los buenos días perdidos manifiesta su capacidad poética y evocadora y su peculiar humor en una fórmula simbólico-existencial. 5.-El teatro desde la democracia.- Esta época está condicionada por acontecimientos tan importantes como la aprobación de la Constitución, el intento de golpe de Estado, la integración española en la Comunidad Europea y el desarrollo de las Autonomías, con lo que se pone fin a la transición española. Todo ello da lugar a una España plural y moderna, lo que va a reflejarse en la creación literaria. Con la supresión de la censura se pensó que el teatro viviría una etapa de brillantez; sin embargo, fue un periodo difícil, de luces y se sombras, en el que el teatro tuvo, y sigue teniendo, que competir con el cine, la televisión y otros espectáculos que le han restado influencia social. Por ello, ha tenido que sobrevivir, a menudo, gracias a las subvenciones. Se crearon el Centro Dramático Nacional, el Plan Nacional de Auditorios y Teatros y la Compañía Nacional de Teatro Clásico ; han proliferado los festivales de teatro (Sitges, Almagro, Cáceres, Mérida, Alcántara...), que han apostado por nuestro teatro clásico, por Lorca o por Valle Inclán; y se han recuperado autores prohibidos durante la época franquista como Alberti o Arrabal. En los primeros años de democracia abundaron las obras que abordaban el tema de la guerra civil o una visión crítica del régimen de Franco ; fue producto de la época también el llamado teatro del "destape", consecuencia de tantos años de censura. A partir de los años 70 se plantea el conflicto entre teatro de autor, que considera el diálogo creado por el autor por medio de la palabra el principal elemento de la representación, a la manera tradicional y el teatro de director, nacido bajo la influencia del teatro independiente y de calle, en el que quien dirige la obra reescribe el texto en función de su personal idea de la puesta en escena y considera el teatro como un espectáculo, que permite al público implicarse en la representación. Además de autores ya conocidos, caso de Nieva, Arrabal o Gala, se incorporan nombres procedentes del teatro independiente como José Sanchís Sinisterra, autor, entre otras obras, de ¡Ay Carmela!, comedia ambientada en la Guerra Civil y protagonizada por una compañía de cómicos en la que el humor no encubre la crítica a la sinrazón de la guerra; José Luis Alonso de Santos, en cuyas comedias costumbristas se reflejan con humor los problemas sociales de los años ochenta: drogas, paro, diferencias generacionales, inmigración… (La estanquera de Vallecas, Bajarse al moro, Pares y Nines), F. Fernán Gómez (Las bicicletas son para el verano) y Fermín Cabal (Tú estás loco, Briones). Algunas de estas obras fueron adaptadas al cine con gran éxito. Junto a ellos, jóvenes autores que han nacido al teatro en su mayoría apoyados por las ayudas de sus autonomías. Así, citamos a Luïsa Cunillé, Josep Mª Benet i Jornet, Ernesto Caballero, Paloma Pedrero, Juan Mayorga, Natalia Menéndez… No podemos olvidar en este repaso al teatro español de los últimos años la referencia a la importancia de los grupos de aficionados y compañías independientes que acercaron el teatro a públicos alejados de las grandes capitales, Madrid o Barcelona, donde existía una tradición teatral. Como herederos de los grupos independientes ha surgido compañías de teatro estables, formadas por profesionales con planteamientos estéticos e ideológicos afines, que asumen el proceso completo de la creación dramática: texto, dirección, interpretación y gestión económica. Entre las compañías más relevantes destacan en Cataluña Els Joglars, Tricicle o La Cubana; y La Cuadra, en Andalucía. Dentro de la experimentación también aparece el llamado "teatro de calle", constituido por espectáculos itinerantes, desfiles, paradas, procesiones, que rompen la barrera entre el público y la escena. Dos grupos catalanes se han especializado en esta modalidad teatral: Els Comediants y La Fura de Baus. También en esta línea trabaja La Carnicería Teatro, una de las
compañías de más prestigio internacional en el ámbito del teatro experimental desde su creación en 1989.