LA LITERATURA HISPANOAMERICANA: POESÍA DEL S. XX
Hasta finales del s. XIX la literatura hispanoamericana sigue los pasos de la española; a partir del Modernismo, movimiento que trae a España el poeta nicaragüense Rubén Darío, Hispanoamérica crea una rica literatura que dará sus mejores frutos en el s. XX.
Suelen distinguirse varias tendencias en la poesía hispanoamericana durante el primer tercio del s. XX. En unos casos- el Modernismo, las vanguardias y la poesía pura- coinciden con las que se desarrollan en Europa; en otros –el posmodernismo y la poesía de la negritud, entre otras- son aportaciones originales y autóctonas. MODERNISMO.Tiene su origen en Hispanoamérica, desde donde se trasladará posteriormente a España. El Modernismo, que surge como reacción a la estética del Realismo, supone una profunda renovación del lenguaje poético. Se inicia con la obra de intenso humanismo y proyección social del cubano José Martí (Versos sencillos, 1891) y alcanza su plenitud con Rubén Darío. Tres obras fundamentales señalan la evolución del gran poeta nicaragüense: Azul (1888), que señala el comienzo de la estética modernista; Prosas profanas (1891), culminación de la nueva sensibilidad poética y Cantos de vida y esperanza (1905), obra de madurez vital y literaria, con un tono intimista y existencial. Junto a Rubén Darío, son representativos del Modernismo el mexicano Amado Nervo y el argentino Leopoldo Lugones, entre otros. POSMODERNISMO.- Tendencia que supone la superación del modernismo más sensual y
brillante, que evoluciona hacia una poesía más sencilla, más directamente humana, donde tiene especial protagonismo lo elemental de la vida, el amor a las cosas o a la tierra. Tres escritoras reflejan en sus obras esta tendencia: la uruguaya Juana de Ibarbourou (1895-1979), la argentina Alfonsina Storni (1892-1938) y, sobre todo, la chilena Gabriela Mistral (1889-1957) (premio Nobel en 1945) que canta en su obra el amor a los niños, la naturaleza y los objetos entrañables de la vida cotidiana ( Ternura, 1925; Lagar, 1958). VANGUARDIAS.-
Dentro del vanguardismo de los años veinte se encuentran los grandes nombres de la poesía contemporánea en Hispanoamérica: Vicente Huidobro, César Vallejo, Jorge Luis Borges, Pablo Neruda y Octavio Paz. Vicente Huidobro (1893-1948), chileno, es el fundador del Creacionismo, movimiento vanguardista que influyó en la poesía de la Generación del 27. Jorge Luis Borges (1899-1986), añade al Ultraísmo una gran riqueza de símbolos, juegos de palabras, contrastes… De todos los movimientos de vanguardia fue el Surrealismo el que dejó una huella más profunda en la poesía hispanoamericana, que permanece aún en nuestros días. La influencia surrealista es evidente en mayor o menor medida en los tres grandes poetas que reseñamos a continuación: César Vallejo (1892-1938) nacido en Perú, es uno de los grandes poetas hispanoamericanos del s. XX. Compaginó la poesía comprometida y humanizada con el vanguardismo más avanzado y una constante exploración del lenguaje. Su obra maestra, Trilce, uno de los títulos claves de la poesía de vanguardia, es una visión desolada de la realidad y de la desorientación del ser humano expresada con un lenguaje surrealista. Su última obra, Poemas humanos, abandona el hermetismo vanguardista en favor de una intensa humanización de su poesía. Pablo Neruda (1904-1973) poeta chileno, premio Nobel en 1971. Sus variados registros se manifiestan en la poesía amorosa intimista de Veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924), el surrealismo de Residencia en la tierra (1933), la poesía social de Canto general o la sencillez de Odas elementales hasta Extravagario (1958), que condensa todas las líneas poéticas cultivadas por este gran poeta. Octavio Paz (1914-1998), mexicano, premio Nobel en 1990. En su primera etapa mezcla el neorromanticismo con el surrealismo y lo social en varios de sus obras reunidas con el título de
Libertad bajo palabra (1960). En una segunda etapa, intensifica el surrealismo (Salamandra, 1962). En la tercera etapa de su poesía mezcla influencias orientales con experimentaciones lingüísticas y poesía visual (Ladera Este, 1969). POESÍA NEGRA.- En torno a 1930, surge en las Antillas (especialmente en Cuba y Puerto
Rico) una corriente poética que se inspira en el folklore de la zona, en el que se funden las tradiciones, los mitos y ritmos africanos con los españoles. Se trata de una poesía que mezcla lo culto con lo popular, con un marcado acento social contra las discriminaciones y en defensa de la libertad. El autor más representativo de esta tendencia es el cubano Nicolás Guillén (19021989), cultivador de una poesía popular comprometida, social y política, de una gran sensualidad, musicalidad y colorido ( Sóngoro Cosongo, 1931; La paloma de vuelo popular, 1958). Desde 1950, las tendencias siguen siendo variadas: la poesía de los años sesenta, caracterizada sobre todo por la militancia política y algunas experiencias neovanguardistas, da paso en los setenta a la expresión de inquietudes políticas y sociales en la línea de la poesía comprometida de Neruda, caracterizada por el tono coloquial y el uso del humor y la ironía, que se manifiesta en el uruguayo Mario Benedetti (1920-2009) (La casa y el ladrillo, 1977), el argentino Juan Gelman (1930) o el colombiano Álvaro Mutis (1923); la poesía existencialista que refleja las condiciones de la vida urbana, propicias al pesimismo y la alienación y el experimentalismo, corriente que cultivan el chileno Nicanor Parra (1914), creador de la antipoesía, o el mexicano José Emilio Pacheco, Premio Cervantes 2010. En la poesía de las últimas décadas, la variedad temática suele resultar más amplia que la de otras generaciones anteriores: hay que destacar las abundantes referencias a la cultura de masas, al cine y a la música, el rock especialmente, a las nuevas tecnologías o a la sexualidad, la destrucción de la naturaleza y la ecología, el propio lenguaje y la literatura. La poesía en el siglo XXI se caracteriza por la necesidad del escritor de atraer a la obra poética al lector a través de un lenguaje estándar y cotidiano, el lenguaje de la calle, lejos del subjetivismo y la introspección de otras épocas.