LA CASA DE LAS PALABRAS

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PRÓLOGO A escribir se aprende escribiendo, de eso no hay lugar a dudas. Por ello, como profesora de Lengua Castellana y Literatura obligo a mis alumnos a que lo hagan durante todo el curso y digo “obligo” porque es una tarea impuesta, beneficiosa para ellos, pero impuesta. Decidida a hacer que todos los trimestres me entregaran las dichosas redacciones, en un folio, con márgenes y sangrías, tuve que comenzar a idear el tema de cada una de ellas. Al principio mi imaginación me ofrecía distintas posibilidades pero pronto llegó a sus límites. Fue entonces cuando decidí acercarme a una librería próxima al instituto en busca de ideas y las encontré en un libro titulado Taller de escritura. 1030 ejercicios de creación literaria de Felipe Montes, en el que aparecen más de mil originales propuestas para arrancar la creatividad de cualquiera

que

quiera

escribir.

Nos

pusimos

inmediatamente manos a la obra. He de confesar que después de manosear tanta falta de ortografía empecé a sufrir el mismo efecto que 3


Don Quijote a lo largo de la obra de Cervantes. Mientras algunos de mis alumnos iban quijotizándose, disminuyendo el número de faltas, ampliando el vocabulario, mejorando la estructura sintáctica y la cohesión de los textos; yo, por desgracia, me iba sanchificando, comenzando a ver corrientes errores ortográficos comunes. Sin embargo, la experiencia finalmente he de valorarla como muy positiva, ya que a lo largo de tres trimestres han pasado por mis manos buenos textos, de esos que te remueven, que te hacen pensar y que te acercan más al que los escribe. Fue esto lo que me impulsó a evitar que los escritos tuviesen como triste destino algún cajón, o quién sabe, cualquier contenedor de reciclaje, recopilándolos en un libro con el título del primero de ellos, La casa de las palabras. No tardé en proponer a Rodrigo Gómez Dávila, uno de mis compañeros de trabajo, que sus alumnos ilustrasen el libro con fotografías, y aún siendo una propuesta precipitada, ya a final de curso, él no tardó en aceptar. Todo dio como resultado un libro que surge sin más pretensiones que las de darle una finalidad práctica al 4


trabajo realizado durante el curso y la de crear un lugar donde encontrarnos cuando los años pasen, nada más. Un libro

compuesto

por

los

alumnos

de

la

E.S.O,

concretamente de 3ºA, 3ºB y 4ºB, y los alumnos del módulo del Ciclo Formativo de Laboratorio de imagen. A todos ellos agradecerles el esfuerzo y a mis propios alumnos el haber convertido el aula en un sitio agradable al que acudir casi a diario.

Marisa González Gutiérrez

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Rodrigo G贸mez

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LA ARQUITECTURA DE LOS SUEÑOS El día en que aquello ocurrió supo que nada volvería a ser

igual, que el silencio sería roto en medio de la

oscuridad por el golpe de alguna lágrima contra la almohada, que el delirio se alojaría en cada pliegue de su sábana y que cada sueño se convertiría en un pesado lastre con el que sería imposible no naufragar. Fue una de esas noches insomne cuando le vino a la cabeza el título de un libro. Hacía unos quince años que lo había

tenido

entre

sus

manos,

se

recordaba

perfectamente, intentando descifrar el significado del título y desistiendo de inmediato por la complejidad del lenguaje. Quizás ahora era el momento de reencontrarse con aquel ejemplar, de mirarlo a la cara y descubrir sus geométricos misterios. Ansioso, no esperó a que amaneciese y en medio de aquella nocturnidad improvisó una pequeña maleta y se puso en marcha hacia la casa de sus abuelos, engullendo cada kilómetro de asfalto como el comensal más voraz. Por un instante dudó si se encontraba apresado entre las 7


garras del sueño, lo que en algún momento le hizo levantar ligeramente el pie del acelerador, pero por primera vez en su vida, quiso arriesgar. Sin embargo, el piloto rojo de reserva encendido sin previo aviso le obligó a parar en medio de aquel frío olor a gasolina. Saboreando una barrita de chocolate y los escasos diez minutos que le quedaban de viaje, volvió a adentrarse en aquella expedición nocturna, aunque la dulzura del momento se vio profanada por un pinchazo que casi lo arrojó fuera de la vía. Tardó algún tiempo en cambiar la rueda por la de repuesto, el suficiente como para que aquel viaje comenzara a resultarle una pesadilla de la que difícilmente podría escapar. Después de la intensa travesía pudo ver a lo lejos la fachada blanquecina del minúsculo edificio. Con pisadas enérgicas, saboreó cada escalón de aquel lugar en el que había compartido con sus abuelos muchas noches de verano y agotado, esparció su mirada entre los montones de libros que pernoctaban en el concurrido desván. Y no pudo contener las lágrimas. Los recuerdos de su infancia 8


se agolparon en las sienes y el corazón comenzó a bombearle imponente. Entre tanto libro amontonado no iba a ser tarea fácil encontrar el que buscaba, se dijo, pero no tenía otra opción, sus noches de insomnio dependían de él. Comenzó a revolver los recuerdos y después de reconocer su caligrafía en la primera hoja de una vieja enciclopedia, leyó “Fernando, el imbencible”. Acababa de cumplir seis años y había conseguido burlar la vigilancia adulta para mancillar el impoluto manual. Bajo la rigidez de sus pastas asomó tímidamente el título de otro libro, La

arquitectura de los sueños. Lo agarró de inmediato, acarició cada estría de su lomo y lo abrió con el nerviosismo del que invade un territorio abandonado, mientras

sus

pupilas,

asombradas,

reflejaron

un

voluminoso tomo de hojas en blanco.

Marisa González Gutiérrez

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Rodrigo G贸mez

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Rodrigo G贸mez

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La casa de las palabras. Lucía Álvarez Matamoros. Cara a cara. Lucía Álvarez Matamoros. Monólogo

de

un

insomne

desesperado. Alejandro

Bravo Sánchez. De cómic a narración. Carmen Cadenas Pache. Un misterio agotador. Jorge Cambero Conejero. Entrevista al Hombre de las Nieves. Alberto Cervera

Maestre. Enamorada. Andrea Corchado Bravo. Espejismo. Sem Alejandro Díaz Magariño. Monólogo de un espantapájaros. Pilar Fernández Jaén. Un careo con la verdad. Óscar Galet Silva. El espejo. Óscar Galet Silva. El último cigarrillo. Óscar Galet Silva. Ojalá. Isabel María Gil Moreno. Afrontando los reflejos. Marta González Castaño. Viejo. Jesús Guerra Bravo. El

espantapájaros

que

quiso

volar.

Lara Guerra

Holgado. 12


Trágico día. Leticia María Herrero Acosta. La osa. Marina Lozano Cano. Un

billete

de

ida

sin

vuelta.

Antonio Jiménez

Mohedas. Kanita, Talía Abigail Llive Portilla. El

extraño

día

campestre. Víctor Jesús Marcos

Caballero. Una bonita amistad. Laura Merino Rosado. Fatídico accidente. Alexander Monroy Merino. Arcoíris tras la lluvia. Pablo Rodríguez de Alba. Ogi. Cristina Sánchez Campos. La sinrazón. Cristina Sánchez Campos. Una ciudad intranquila. David Sánchez Gómez. Deseo mortal. Noelia Sevilla Holgado. En llamas. Ana Belén Vivas Rebollo.

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Johana Vegas

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LA CASA DE LAS PALABRAS Grande, bonita y organizada por zonas. Así era la casa donde habitaban todas y cada una de las letras del abecedario. Ellas no se llevaban bien entre sí, por lo que vivían en grupos. Uno de estos era el de “las débiles”, integrado principalmente por letras como la S, apenas valorada, casi nunca pronunciada y de escasa fuerza. Otra componente era la L, esta no tenía personalidad, casi nunca salía de casa a no ser que la acompañara alguien. Por otro lado, teníamos a las gemelas N y M, que eran un grupo dentro de otro, siempre juntas y de pensamientos parecidos. Este conjunto estaba muy unido al de las vocales, ya que encajaban muy bien y se apoyaban unas a otras. Como ya sabéis, en esta casa existían disputas. En este caso, con un grupo problemático, el de las “fuertes”. Estaba compuesto por letras como la R y su potente sonido, la T y su imponente presencia o la P y su fuerza. Como

es

normal,

los

grupos

estaban

enfadados.

Principalmente el de las “débiles” y el de las “vocales” con 15


las “fuertes”, ya que estas últimas eran las dominadoras, todas las decisiones pasaban por ellas, se iba a donde ellas querían y eso no podía continuar. En medio de todas, entre todo el murmullo, estaba yo. Tan callada e indefensa como siempre. Aislada e infravalorada desde mi creación. “La mudita” me llaman algunas y yo ¿cómo respondo? Me aíslo más. No pertenezco a ningún grupo, solo vivo en mi mundo. Estoy acostumbrada a sobrevivir así, sin corros de amigas, sin compartir historias, sin relacionarme. Pero me he dado cuenta de que lo que estamos haciendo es una verdadera pérdida de tiempo, porque no ganamos nada estando separadas, porque juntas seríamos invencibles, porque juntos formaríamos LAS PALABRAS. Crearíamos eso tan valioso que vale para expresarse, formaríamos frases preciosas y quién sabe si un libro. Sería maravilloso convertir nuestro día a día en un sinfín de combinaciones de nosotras, nos conoceríamos mejor y pasaríamos momentos agradables, dejando atrás las riñas y los malos ratos. 16


Espero que vosotros seáis listos y os deis cuenta, antes que nosotras, del valor de las palabras, que las utilicéis

correctamente

y hagáis

de

ellas

vuestras

cómplices. Yo os dejo, que tengo trabajo tratando de reconciliarlas a todas e intentando convertir la casa de las letras en la casa de las palabras.

Lucía Álvarez Matamoros

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Tamara Velarde

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CARA A CARA Llevaba cerca de un año esperando volverle a ver, volver a oír su risa, su voz, sentir su presencia junto a mí. Mi espera fue horrible, noches en vela, lágrimas a escondidas, momentos de rabia...Pasaba todo el día pensando en el momento en el que volvería a verlo. Cuando me llamó y me dijo que quería verme, no daba crédito. Por un instante me olvidé de lo mal que me había hecho pasar todo ese tiempo atrás y recordé todos los momentos buenos junto a él. Quería quedar el jueves a las siete de la tarde. Estuve toda la semana nerviosa, y cuando llegó el día, comencé a prepararme a las seis y cuarto, no quería llegar tarde. Mientras me arreglaba, mi cerebro comenzó a llenarse de dudas, miedos y ganas de huir a un lugar abandonado donde nadie pudiera encontrarme. El sonido del reloj rebotaba una y otra vez en mi cabeza. A medida que lo hacía iba expulsando los malos instantes de mi mente y atrayendo a los buenos. Me acerqué a la ventana y

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contemplé el parque en el cual habíamos quedado en vernos días antes. Los minutos pasaban, los nervios aumentaban y los recuerdos

se

pensamientos,

instalaban haciéndome

definitivamente sonreír

en

mis

inconscientemente.

Eran menos diez, debía bajar. Cuando llegué al portal respiré hondo y agarré con decisión el manillar de la puerta, lo giré y salí. Al asomar la cabeza fijé mi vista en el banco donde tenía pensando esperarle, pero me sorprendí al verlo ya allí sentado y mirando el reloj. Hice amagos de regresar a casa, pero paré mis impulsos y comencé a caminar hacia él. En el corto trayecto desde mi portal hasta el parque, experimenté miles de sensaciones. Una vez allí, me frené delante de él, le miré y pronuncié en bajo y entre risas: -¡Cuánto tiempo! ¿Qué tal? Él se bajó del banco, me miró fijamente, me apartó el pelo de la cara y sonrió. No me lo pensé más, me acerqué y disfruté del escalofrío que recorrió mi cuerpo cuando nuestros labios se juntaron.

Lucía Álvarez Matamoros 20


Johana Vegas

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MONÓLOGO DE UN INSOMNE DESESPERADO Otra noche igual... Con el sueño que tengo, y el perro de Juan ladrando como siempre. Podría tenerlo controlado. ¿A él no le molestará el ruido? De todas formas, no es lo único: ¿Por qué tuvieron que poner el maldito ascensor justo al lado de mi habitación? Todo el rato el chirrido de los engranajes con la caja de unos pocos centímetros cuadrados subiendo y bajando... No entiendo qué hace la gente un día de diario a estas horas por la calle... ¿A caso no saben que algunas personas tienen que madrugar? Ya llevo aquí, en la cama metido desde las 10: 40 y ya son las 12:20, y sin poder pegar ojo. He probado de todo; contar ovejitas, repasar mentalmente todo el tema de sociales, que tengo mañana el examen y es muy aburrido, contar hasta 1000, hacia delante y atrás, recitar el abecedario con un ritmo distinto, varias veces... Ya no sé qué hacer, estoy desesperado, tendré que empezar a tomar anti-depresivos de caballo o calmantes, o tomarme un litro de tila, o mejor ¡todo a la vez!...

Alejandro Bravo Sánchez 22


DE CÓMIC A NARRACIÓN Una mañana temprano, el señor Alonso miró por la ventana y vio aparecer un pajarito que llevaba un paquete colgado del cuello. Cogió el paquete, sintió hambre y no dudó en capturar al animal. Cuando puso el pajarito en la cazuela algo tocó su hombro y apareció un ave enorme que le propinó un tremendo golpe que lo dejó con los dientes rotos. Pasado un rato, apareció el señor Martínez y le preguntó que qué le había pasado. Alonso, le dio el paquete a Martínez que había traído el pajarito y al abrirlo vieron que contenía una moneda y una dirección. Martínez mordió la moneda y se rompió un diente, pero rápidamente Alonso, que tenía siempre alguna idea, intentó en primer lugar disimular el hueco del diente con un tornillo de coche y luego con un colmillo de elefante. Juntos fueron a la dirección de la nota y se encontraron ante una caja fuerte. Alonso le dio unos golpes y al abrirse apareció otro pájaro observando que había un enorme agujero en la pared. Cuando Alonso se 23


asomó, vio a un tipo muy bajo y con sombrero que llevaba una moneda igual. Bajaron rápidamente por la barandilla, pero al llegar al suelo se dieron un gran golpe. Después de buscar al hombrecillo, Alonso le vio y cuando iba a atraparle, recibió un golpe que le dejó en el suelo. Rápidamente Martínez llegó al lugar y recibió otro golpe. De nuevo Alonso tuvo una idea y cogió una pequeña bomba-imán escondida en un árbol, con tan mala suerte que Martínez, al pasar cerca con una gran placa de hierro, recibió el bombazo. Al final, Alonso tuvo una última ocurrencia y con una cuerda atrapó el sombrero del tipo. Sin embargo, se llevaron una sorpresa, dentro había una bomba que explotó y el hombrecillo se escapó sin remedio.

Carmen Cadenas Pache

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UN MISTERIO AGOTADOR Eran las seis y cuarto y mi hija llegaba tarde a la fiesta de disfraces. Mar tenía 10 años y, como era la primera fiesta a la que iba, estaba deseosa de que comenzara de una vez por todas. Esta era una fiesta como otra cualquiera, con un único requisito, el de ir disfrazado y, si querías, llevar algo para comer o beber. En cuanto al tema trataba del crimen y el misterio. Así que los padres del niño que celebraba la fiesta prepararon un juego de pistas. Cuando llegamos, casi todos los niños, por no decir todos, iban vestidos de la misma manera. Una especie de sombrero gris, una lupa del tamaño de una mano y , cómo no, una gran chaqueta gris que les llagaba hasta los tobillos. La dejé allí y me fui tranquilamente a casa a descansar un rato. Nada más llegar a casa me tumbe en la cama y me puse el despertador cinco minutos ante de la hora a la que tenía que ir a recogerla. Cuando me presente en la casa, Laura, que era la madre del amigo de mi hija, 25


me abrió y me enseñó dónde estaban jugando. Al parecer ningún padre había ido a buscar a sus hijos todavía, pero como ya era tarde fui a ver si encontraba a Mar por alguna parte. La búsqueda iba a ser bastante compleja debido a que durante la tarde habían hecho un taller de caretas, y entre eso y que había casi treinta niños, resultaba una tarea difícil. Mi búsqueda no empezó con un muy bien pie, ya que los chiquillos estaban tan motivados con lo de los misterios que cada vez que preguntaba a alguno me soltaba alguna adivinanza a cambio de decirme una pista de quién era, y como ninguno se quería quitar la careta, me encontré más perdido que una aguja en un pajar. Aquello estaba durando demasiado y llegué a tal estado de desesperación que les tuve que pedir ayuda a Laura y a su marido a ver si entre los tres la encontrábamos. Pasaron casi 20 minutos y nada, esto se nos estaba yendo de las manos.

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Después

de

treinta

minutos

sin

parar

la

encontramos y me contó que a ella le había preguntado unas dos veces pero que no me di cuenta de que era ella. Finalmente acabé de las caretas y de las adivinanzas hasta el gorro, tanto que me empezó a doler la cabeza de una manera bestial, así que en cuanto llegamos a casa nos fuimos a acostar los dos rápidamente.

Jorge Cambero Conejero

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ENTREVISTA AL HOMBRE DE LAS NIEVES - Hola, soy María García y estoy aquí para entrevistar al mismísimo Hombre de las nieves. - Hola, Yeti, ¿qué tal estás? - Hola, María, estoy bien pero un poco harto de que todo el mundo salga corriendo cuando me ve. - ¿Tú no eres un hombre malo? ¿No quieres hacer daño a la gente? - No, claro que no, yo solo quiero que me den algo para comer y jueguen conmigo. - ¿Y por qué crees que te tienen miedo? - Por mi aspecto y porque hace tiempo un hombre me estaba siguiendo todo el día y cuando llegó la noche yo me metí en mi cueva y él se quedó fuera a dormir, pero le sorprendió un alud y quedó enterrado, entonces todo el mundo pensó que había sido yo, y así fue extendiéndose el rumor hasta hoy, que me tiene miedo todo el mundo. - Y dime, ¿cómo es tu vida diaria? - Pues es muy aburrida, porque como nadie se me acerca

y cazar también es difícil porque por aquí hay 28


pocos animales. Primero me levanto y salgo a cazar algo y además así hago algo de ejercicio, después como y me quedo preparando la cueva, cuando termino me echo la siesta y voy a dar un paseo y cazar la cena. Cuando termino de cenar, me duermo. - Entonces, ¿esta entrevista es algo increíble en tu vida? - Sí, y muchas gracias por venir. - Señoras y señores, desde el Himalaya, María García.

Alberto Cervera Maestre

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ENAMORADA Pelo rubio, ojos azules, alto, fuerte, dientes perfectos, sonrisa impresionantes, o sea, el niño más guapo que había visto jamás. Estaba solo en una esquinita, como si estuviese esperando a alguien... Yo andaba por allí de paso y, claro, me fijé en él y mucho. Decidí presentarme, ya que no soy nada tímida y menos con chicos así, como él. Cuando ya llevaba un ratito hablando con el niño me di cuenta de que su cara de cerca me resultaba un tanto conocida...No sabría decirle cuándo, ni dónde lo había visto antes, pero sé que lo hice. Después de una hora de cháchara y unas cuantas preguntas me dijo su nombre, David...Todo encajaba, su pelo, sus..., sus ojos, todas sus características eran idénticas a las de un compañero de mi infancia, de mi primer colegio, de mi primera clase... No podía ser verdad, le pregunté si era él, yo esperaba angustiada su respuesta...¿Y si era él ?, estaba segura de que me iba a decir un sí. 30


Llegaba el momento esperado, sus labios se movían para articular una palabra, podía ser no, o tal vez sí, estaba muy nerviosa, de repente me dijo: -¡Claro, compi! ¡Dios!, ¿cómo podía haber cambiado tanto? , la verdad es que cuando éramos pequeños me encantaba, pero en esa época nada era serio... ¿Pero ahora?...Me he enamorado de verdad.

Andrea Corchado Bravo

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ESPEJISMO Al despertarme solo podía apreciar el reflejo de la luz de la luna en un espejo. El espejo era grande, algo antiguo, aunque con cierto atractivo. Miré por toda la habitación, pero no destacaba nada más. Sentía alguna curiosidad por aquel espejo, parecía normal, pero algo lo hacía especial. Me acerqué, noté cómo mis ojos se adaptaban cada vez más a la oscuridad y podían distinguir mejor los detalles. Cuando estuve a su lado toqué la madera que lo sujetaba que al tacto me resultó fría y rígida. Mientras vi mi reflejo en él, pude apreciar que detrás de mí había alguien, me di media vuelta y descubrí que ella también estaba allí, conmigo. - ¿Qué hacemos aquí? ¿Dónde estamos? - pregunté. - ¿No te acuerdas de nada, Tokoro? - respondió suavemente. - Me acuerdo de... de que nos íbamos a casa... y camino nos asaltó un hombre... Te defendí y me apuñaló...

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Después

me

desperté

aquí...

con

este

espejo

tan

raro...Mira por el espejo, Tokoro, ¿qué ves en él? Tokoro miró y lo que vio le sorprendió, ya no observaba su reflejo, la veía a ella llorando, agarrándole de la mano.- ¿Pero, qué...? – dije. - Tokoro, estás entre la vida y la vida y la muerte, si confías en mí, cruza el espejo, y volverás a la vida, con ella, conmigo. - ¿Cruzar el espejo? ¿Pero qué dices? - Confía en mí, si no, nunca volverás. - De acuerdo... Confiaré en ti... Puse toda mi confianza en ella e intenté tocar el espejo, pero para mi asombro, mi mano lo atravesó, como si fuera el típico agujero interdimensional de las películas, pero ahora era real, en realidad era real en algo que no podía ser real. Crucé el espejo y volví en mí.Allí estaba Arkia llorando y empezó a gritar: - ¡Tokoro! ¡Estás bien! ¡Te estás recuperando! Esa fue la primera vez que pasó...

Sem Alejandro Díaz Magariño 33


MONÓLOGO DE UN ESPANTAPÁJAROS ¿Qué os parece si os cuento una historia? Trata sobre Mía Lu, una niña de ocho años que vivía felizmente con sus padres en una cabaña de bambú junto a un lago profundo y azul. Mía jugaba todo el día con sus amigos, cogían pájaros, pilotaban cochecitos de madera, olían flores... Su madre les daba de comer arroz siempre porque no tenían dinero para más, pero no tardó en llegar el día en el que no tenían nada para comer, entonces mandó a Mía Lu a pescar al Lago. Cuando llegó, lanzó la red al agua y capturó un pez grande y hermoso. Mía se puso muy contenta pero de pronto el pez habló y dijo: - Querida Mía, por favor, suéltame y te regalaré una tijera mágica; todo lo que cortes con ella se volverá real. Mía Lu liberó al pez y a cambio éste le dio lo prometido. Mía estaba encantada, cogió un trozo de papel dorado y recortó un bonito castillo. Cuando acabó, éste se hizo real. Al instante fue a buscar a sus padres para 34


contarles lo ocurrido, pero antes pensó que sería buena idea recortarles unos trajes para que no volvieran a llevar más esos trapos viejos y raídos. Cuando sus padres vieron aquello se quedaron maravillados y sin dudarlo al día siguiente se mudaron al castillo. A medida que pasaban los días Mía Lu se dio cuenta de que no era feliz, no veía a sus amigos, jugaba sola, empezó a pensar que eso no era lo que de verdad deseaba. Una noche salió de su habitación, recorrió de puntillas los dormitorios del enorme edificio y se dirigió hacia el lago. Allí se encontró con su amigo el pez, le preguntó si la podía ayudar, entonces el pez salió del agua y dijo: - Mi pequeña amiga, te has hecho muy rica y lo tienes todo pero el dinero no da siempre la felicidad; deja la tijera en el lago, de este modo jamás volverás a ser rica pero serás otra vez feliz. Mía Lu se quedó dormida entre las hierbas del lago, pero al despertarse vio la luz del sol asomarse detrás de las montañas, se dio cuenta de que las tijeras habían 35


desaparecido. Esta historia es cierta porque yo, el espantapájaros, vi todo lo ocurrido.

Pilar Fernández Jaén

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UN CAREO CON LA VERDAD La verdad, lo normal sería buscar unos simples personajes,

describir

una

ficticia

situación

y

no

complicarse, buscar un final impactante redactando el reencuentro de dichos personajes. Pero, si digo la verdad, prefiero hablar sobre aquello que todo ser humano lucha por encontrar, esa interminable búsqueda. Cada uno utiliza sus propios medios, algunos dejan su vida en ello, y otros, prefieren claramente ocultarla al resto. Muchos no logran plantarle cara y se dedican a esquivarla continuamente. Pero la verdad es que está ahí, esperando ese reencuentro, escondida en la ignorancia de muchos. Como ya he dicho antes, una redacción que se precie debe tener un buen final, en este caso el reencuentro de dos personajes, pero realmente, el final de este texto solo puede hallarlo uno mismo, encontrar en su interior eso tan preciado que en ocasiones daña a las personas y llegar a comprenderlo.

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Yo, la verdad, aún no he logrado encontrarla, pero sé que algún día llegará el momento en el que me encuentre frente a ella. Cara a cara...

Óscar Galet Silva

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Natalia Barrio

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EL ESPEJO Lo que más me preocupaba no era aquel olor a carne podrida, ni la oscuridad que embriagaba mis ojos, era el enorme vacío que recorría mi cuerpo, el ensordecedor ruido del silencio. El tiempo no existía en aquel lugar, si podía llamarse lugar, que parecía una estancia eterna. De pronto, una tenue luz emergió de la nada, y eso me desquició más aún si cabía, mi cabeza no sabía qué pensar, ni de qué forma actuar, me encontraba totalmente desorientado. La luz comenzó a crecer al ritmo de un caracol, pero eso no me importaba en absoluto, solo necesitaba sentir la realidad, y así fue, mis ojos comenzaron a ver algo que jamás comprenderían, vi manantiales de fuego, vi calor, ira, rabia. A duras penas logré ver mi cara entre todo aquel desorden, pero también me sorprendí bastante con aquella

imagen,

con

aquellos

fríos

y

secos

ojos

observándome tales como los de un búho, con esas manos, más bien garras, cubriendo mi cara, desolada en la oscuridad. 40


La locura ya caminaba a sus anchas por mi mente, cerré los ojos en un vano intento por evitarme a mí mismo, pero era imposible, estaba allí, enfrente de mí, sentado, esperando, y tarde o temprano tendría que plantarme cara. Estiré mi cuello y alcé la vista, esperándome lo peor, miré al frente y observé el espejo. Pasaron seis segundo y cual cuervo grazné estridentemente en mi propia soledad…

Óscar Galet Silva

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Borja G贸mez

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EL ÚLTIMO CIGARRILLO Justin estaba allí, pálido, frío, tembloroso. No podía entender nada, ¿por qué a él? Tantos años investigando casos, de todos los estilos, algunos más difíciles que otros, pero ninguno como este. Investigar la muerte de su propia mujer era escalofriante, muy macabro, lo suficiente como para alejarse de las cosas por un tiempo, pero no podía hacerlo, el cariño que le tenía a su esposa era enorme, y algo más importante, el odio que sentía hacia el asesino jamás terminaría, solo lograría suavizarlo encontrándole. Pero en aquella habitación no había ni una pista, ni siquiera un arma, nada, solo recuerdos, dolor y vacío, el mismo vacío que le llenaba de alegría cada mañana, el que le hacía creer en la felicidad. Como si de una novela policíaca se tratase, nada tenía ni pies ni cabeza, jamás volvería a ser el mismo, y ahora solo podía echarse a llorar. Su trabajo le había enseñado que no todas las historias tienen un final feliz.

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Aquella habitación solo le ofrecía muerte, y no pudo evitar pensar en el suicidio, su carrera policial acababa aquí, y su vida había tocado fondo. Decidió alejarse de aquel entorno hostil, salió a la terraza y se encendió un cigarrillo, su último cigarrillo.

Óscar Galet Silva

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OJALÁ ¡Suéltame! Fue la última palabra que salió de mi boca antes de quedarme inconsciente. Cuando desperté estaba en una habitación oscura, no podía ver nada y encima tenía dolor de cabeza por aquel brutal golpe. ¿Qué estaba haciendo yo allí? No tenía ni la más remota idea, vale, tal vez no haya sido la hija ideal, ni la hermana ideal, discutí con mi hermana hace unos días pero esa no es razón para que me trajeran hasta este inhóspito y oscuro lugar. De pronto vi algo de luz, creía que ya me sacarían de aquel sitio, pero no, solo se estaba iluminando la habitación. Tenía tiempo para pensar en mis cosas, en lo que había hecho a lo largo de mis quince años de vida. Pensé en mi familia y en todo lo que les quería, en mis amigas, en la gente que me rodea, en mis defectos, mis virtudes, los buenos momentos, las risas a carcajadas, los viajes en los que nos divertíamos tanto, las noches durmiendo al aire libre con una colcha de estrellas al alcance de nuestra vista, pero eso, eran solo recuerdos que se esfuman con el paso del tiempo. 45


El cuarto se iluminó un poco más y pude ver enfrente de mí un espejo grande, viejo, en el que todavía no lograba ver mi reflejo. Pasaba algo muy extraño, yo podía verlo a él, pero a mi reflejo no conseguía distinguirlo en la oscuridad. Poco a poco la habitación se fue iluminando y conseguí verme los pies, luego más tarde la luz alcanzó mis rodillas, parecía que no había cambiado nada más de mí. Todo seguía igual que antes por lo que estaba viendo, ahora no pensaba, tenía miedo de qué me habían podido hacer. Cuando se terminó de iluminar todo, me di cuenta de mi imagen que en realidad no era la mía sino la de mi abuelo, fallecido cinco años atrás. En ese momento estaba asustada, no sabía qué hacer, pero escuché una voz cálida que provenía del espejo. Era mi abuelo diciéndome que no asustase, estaba ahí para decirme que me quería mucho y que no me iba a olvidar nunca, me dio recuerdos para toda la familia, yo le dije que se los daría y justo en ese momento…… Sonó la alarma de mi despertador, todo había

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sido un sueño y yo tenía que ir a clase. Ojalá mi sueño se hiciese realidad.

Isabel María Gil Moreno

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Samuel Hernรกndez

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AFRONTANDO LOS REFLEJOS Todo a mi alrededor en silencio, aparentemente no hay nada en este espacio. No se ve, solamente hay oscuridad. Tengo la respiración agitada, no me gusta sentirme sola, ni tampoco no ver lo que hay a mi lado. Me estoy empezando a angustiar, sin embargo, el miedo me paraliza y me obliga a quedarme quieta en el sitio, presa del suelo. La

impotencia

está

aflorando

en

mí.

La

desesperación se está haciendo notar. Las lágrimas empiezan a salir El miedo controla mi cuerpo y mis emociones. Ya no puedo más, quiero gritar y quitarme estas cadenas, correr y no parar. Esperad. Este sitio no está tan oscuro, algo se empieza a ver entre las tinieblas, mi corazón retumba cual tambor. Cada vez hay más y más luz. ¿Qué es eso? ¿Quién es eso? Veo una silueta borrosa en frente de mí. Espero que mis ojos se acostumbren a la luz. Ahora me siento más segura y vuelvo a mirar, veo con mucha más claridad. ¿Quién es? Pero si aquí no había nadie. 49


Observo con detenimiento a la chica que tengo delante. Tiene el pelo largo, liso y moreno, cara redondita, ojos almendrados de color negro como el azabache y unos labios carnosos. Me mira, se parece a mí. Me levanto, voy a tocarla pero me choco con una superficie plana y fría. Es un espejo... esa soy yo. ¿Cómo no me he dado cuenta antes? Es mi reflejo. Yo no me veo así, me parece que soy otra persona. Me examino de arriba a abajo y tengo un aspecto diferente, no soy corriente o eso me parece. Mi aspecto es un disfraz que me diferencia de los demás, una cara para que me reconozcan, una presencia que crea un pensamiento de aprobación o desaprobación del mundo. Qué miedo me da el mundo...Si se lo proponen entre todos te puedes hundir o salir a flote, depende de cómo les caigas. Aunque lo único que puedes hacer cuando intentan hundirte es luchar, potenciando lo mejor de ti y mejorando lo peor, pero nunca borrándolo porque es parte del encanto de cada persona son los errores. Si todo fuese perfecto daría asco. 50


Me levanto y otra vez la silueta me mira atenta, empiezo a sonreĂ­a y ella conmigo. De repente se me han ido mis inseguridades, ahora siento que me gusto. Y asĂ­ me gusta verme.

Marta GonzĂĄlez CastaĂąo

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VIEJO Estaba en un cuarto muy oscuro y no se veía ni el más mínimo rayo de sol. Entonces, sin previo aviso, comenzó a encenderse una luz muy floja en el fondo de la habitación. Empezó a verse mi silueta reflejada en un espejo que estaba al final de la sala, medía más o menos uno setenta y parecía un hombre de alrededor de treinta años. Más tarde, se encendió otro gran foco que me cegaba los ojos, cuando me acostumbré a la luz que irradiaba miré de nuevo al espejo y pude ver que ya no era el hombre que imaginaba, tenía muchas arrugas en la cara y mi pelo, bueno, el poco pelo que me quedaba, era blanco, ya que podría ser un tipo de aproximadamente unos setenta años. Ya no era ese niño que jugaba al balón en la calle con sus amigos, ni ese hombre que trabajaba arreglando coches en el taller de mecánico. Ahora era un pobre viejo muy feo y que sentía que no valía para nada.

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Una lágrima salió de mi ojo para recorrer mi cara llena de arrugas y poder terminar en el mentón y caer lentamente en el suelo blanco de aquella habitación, donde descubrí que ya no era el que fui. Ahora estaba muy triste y, por si no fuera poco, no recordaba nada de mi infancia, ni mi juventud, me sentía un don nadie, es como si hubiese estado en coma unos veinte años. De pronto abrí los ojos y me encontré echado en mi cama, me acababa de despertar, menudo alivio, todo fue una pesadilla que parecía real como la vida misma.

Jesús Guerra Bravo

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Virginia Cayuela

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EL ESPANTAPÁJAROS QUE QUISO VOLAR Mi vida, si es que a esto se le puede llamar vida, se resume en no hacer nada. Soy como una simple estrella en el firmamento, como un pequeño árbol en un enorme bosque, como un libro estropeado en una inmensa biblioteca, seguro que sabes a qué me refiero. Fui creado para estar en un prado solitario, espantando a pájaros que ni siquiera me tienen miedo, me siento solo, muy solo. Me gustaría ser como ellos, poder volar donde yo quisiera, sin que nadie me lo impidiera, poder estar con gente que me quiera, poder ser libre. Me encantaría tener amigos, alguien con quien poder cantar, hablar y jugar. Pero quién va a quererme a mí, si soy un simple y feo trozo de paja, estancado en mitad de la nada, sin poder moverme y llorando por no tener otra vida mucho mejor que esta. Soy un simple espantapájaros, la gente ni siquiera sabe de mi existencia y eso es lo que más me duele, porque aunque parezca que no, yo también tengo sentimientos, como cualquier otro ser en este enorme y bello mundo. 55


Mi vida no tiene sentido y moriré deseando haber sido algo mucho mejor que un simple espantapájaros. Espero que tú aproveches al máximo tu vida, yo lo haría.

Lara Guerra Holgado

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TRÁGICO DÍA

-¡Socorro, socorro! –dijo una voz que me resultaba familiar. En ese preciso instante, involuntariamente, miré hacia abajo y vi, a mi mejor amigo debatiéndose entre la vida y la muerte. Miro a mi alrededor y como yo, todos mis amigos están paralizados. En cada uno de nuestros rostros se refleja la misma expresión, terror. Todos estamos pidiendo a gritos, pero a la vez sin decir nada, que alguien ayude a Álvaro, nuestro amigo. De pronto suena cómo algo cae al agua. Eso es lo que nos hace reaccionar a los demás, es Javi, otro buen amigo. Sin pensarlo dos veces, salta para ayudar a rescatar a Álvaro, el cual ya no se mueve. Llego hasta ellos y cojo de un brazo a mi amigo, mientras Javi lo coge del otro. Con mucho esfuerzo, sudor en la frente y lágrimas en los ojos, Javi y yo sacamos a Álvaro del río. En la orilla están la novia de Javi, la chica de Álvaro y mi novio, que nos ayudan a tumbar a nuestro amigo el montón de toallas, que había sido preparado por todos los demás. Empezamos 57


rápidamente a reanimarlo, mientras Cristina, con la voz temblorosa, llama a emergencias. Cinco minutos después de hacerlo, aparecen dos operarios del SAMUR de Guadalajara. Instantes después, uno de ellos pronuncia la fase más dolorosa en una situación así: - Lo sentimos, no hemos podido hacer nada. Ya estaba casi muerto cuando llegamos. Después de esto, silencio, roto con el desesperado llanto de todos. Tras llorar desconsoladamente, ya en el velatorio, recordamos lo bien que pintaba todo cuando íbamos felizmente, esa tarde soleada del mes de agosto hacia el río que ahora maldecimos al ver a una adolescente rota del dolor, es Lucía a la que le acaban de decir que su hermano ha… - Ring, ring, ring… Abro los ojos y descubro que no estoy en un velatorio, sino que estoy tumbada en mi cama, sudando. Entonces me doy cuenta de que todo ha sido una horrible pesadilla, pero aún así necesito llamar a Álvaro para 58


escuchar su voz y comprobar que nada habĂ­a ocurrido realmente.

Leticia MarĂ­a Herrero Acosta

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UN BILLETE DE IDA SIN VUELTA Tres años después, me encontraba tumbado en el frío suelo de una oscura habitación. Había perdido el conocimiento y no sé exactamente por qué estaba ahí, lo único que recordaba es que había ido a un bar de un pueblo cercano con mis amigos después de mi inesperado regreso de la ciudad al fracasar en mis estudios. Busqué la forma más estúpida de la vida, el alcohol. Y ahora… estoy aquí, encerrado en esta especie de zulo en el que, simplemente, he podido notar que hay una pequeña ventana en la pared y un viejo espejo en una de las de la habitación. No sabía qué hora era, me dolía la cabeza y por eso, esa noche se me hizo interminable. Estuve dando vueltas por esa habitación horas, intentando pensar qué hacía allí, pero tenía la sensación de que la cabeza me estaba ardiendo, cada respiración, cada paso que daba, cada palabra que decía perdiéndose en la oscuridad, se clavaba en mis sesos como un afilado puñal y cada vez me hacían más daño. Por fin logré calmarme un poco, me senté en ese suelo tan frío, en una esquina frente al espejo. Con las manos en la 60


cabeza me lamenté de mi penosa vida y del estúpido esfuerzo que había hecho por querer llevar una mejor. Estuve pensando en las miles de horas perdidas en los libros, las millones de veces que podía haber hecho algo en vez de estar tirado en el sofá, creyéndome que esto era pan comido y las infinitas veces que no pensé en mi familia y me dejé llevar por las malas influencias que ahora me tienen encerrado en este infierno de vida y de habitación. Estuve en el maldito barranco de la locura y detrás de mí sólo había problemas y más de lo mismo que me impulsaban a saltar sin mirar hacia abajo, pero yo sabía qué había y no era nada bueno. Observé que la habitación se estaba iluminando, estaba amaneciendo y solté una pequeña sonrisa de liberación, pensando que mis amigos se habrían despertado y vendrían a por mí. Pasado un rato, pude ver que la luz de la ventana iluminaba toda la estancia, me levanté acercándome al gran espejo y… reflejaba un pobre chico con la mirada perdida, un cuerpo débil y pálido que se caería si hubiera alguna corriente de aire, su ropa estaba 61


dada de sí y tenía una herida que le estaba sangrando en el pecho, no era muy profunda, pero su longitud asustaba. Seguí observándome como si nunca hubiera visto mi cuerpo en un espejo y sin poder detenerlas se me cayeron las lágrimas. Me odiaba, estaba cabreado conmigo mismo de una forma indescriptible, quería pegarme un tiro allí mismo, pero no fui capaz, lo único que pude hacer fue decir una y otra vez: “¿qué mierda de vida es ésta? Tiene que ser una pesadilla, no puede ser verdad, ¿cómo he llegado hasta aquí?” He pasado de ser alguien admirado por todos a ser una gran decepción para mi familia y para mí, con las ganas que tenía de ser alguien en la vida y tener las cosas que nunca tuve. En cambio, se han esfumado por ser de la manera que soy: un maldito niño caprichoso que no le importa nada y que creía que las cosas iban a pasar por arte de magia, que no hacia falta esfuerzo, pero no es así. Ahora soy una basura, un don nadie, el mundo me mirará como un caso perdido, me tendrán miedo, no harán nada por ayudarme pero, simplemente, soy un niño que 62


jamás volveré a mirar hacia arriba, que se pasará el resto de su vida perdido en alguna parte del mundo, borracho y alejado de todos mis seres queridos, apartado de la sociedad, estorbando por todas partes, maldiciendo mi vida una y otra vez, deseando tener una segunda oportunidad aunque en el fondo sabré, que ya la derroché y que las cosas valiosas como el tren de la juventud, los buenos

amigos,

la

tranquilidad

de

un

verano

sin

preocupación por lo que pasa en el mundo, tumbado al lado de un río, viendo como esos maravillosos días van pasando, jamás volverán…

Antonio Jiménez Mohedas

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KANITA Hola, me llamo Kanita, tengo diez años y hasta hace poco vivía con mis padres en Puerto Príncipe. Teníamos una casita pequeña, muy humilde, pero en la que todos éramos felices El 12 de Enero de 2010 hubo un terremoto que destrozó parte de mi vida y la de miles de ciudadanos de Haití. Esta tragedia me ha quitado a mis padres. Cuando ocurrió esto, mis hermanos y yo nos libramos de la muerte ya que estábamos jugando en la calle, fue un milagro. Ahora me siento triste, con el vacío de mis padres que ya no están, sin techo en el que vivir, aunque por lo menos tengo conmigo a mis dos hermanos. Dormimos en el parque junto con otros niños que también se han quedado huérfanos, y digamos que por ahora el parque es nuestro hogar. Yo sé que los países extranjeros nos están ayudando, pero como están aquí las cosas, toda ayuda resulta poca. Muchas veces lloro al no saber cuál será el futuro que nos depara a mis hermanos y a mí, lo único que les 64


puedo decir es que vamos a salir adelante los tres juntos. Cuando ando por las calles es una pesadilla porque veo a las personas muertas, apiladas unas sobre otras y aquello parece un cementerio sin ataúdes. Cada vez que los bomberos sacan a la gente viva entre los escombros, el único agradecimiento que les podemos dar es el aplauso. El otro día tuve que ir a que me curaran unas heridas que tenía en el brazo y me atendió una joven extranjera que al que observaba conseguía sacarle una sonrisa. Al salir de la carpa, me impactó mucho cómo le amputaban el pie a un niño, y éste gritaba con fuerza porque no le podían poner anestesia, ya que no tenían. Me he enterado que hay países en los que están adoptando a niños como yo y aunque quiero mucho a mis hermanos, deseo que ellos se vayan donde alguien les de todo lo que necesiten. He pensado mucho durante este tiempo y me encantaría ser médico cuando sea mayor, porque así podría ayudar a mucha gente, ya que he vivido una gran tragedia,

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y hoy hemos sido nosotros, pero maĂąana pueden ser otros, y espero poder estar allĂ­.

TalĂ­a Abigail Llive Portilla

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LA OSA La osa sentó a dormir bajo el árbol en el campo. El lobo la mira, quiere comer carne rica, cuando la osa va a correr al campo el lobo le roba la comida. El hombre dispara un arma, oye un grande ruido, el lobo se ha muerto. La osa está contenta porque el lobo se ha muerto. El hombre coge a lobo y lo tira al río. Cuando la policía viene a buscar al campo a los lobos ven que se ha caído al río. La osa está embarazada, tiene un oso pequeño y bonito. Cuando el oso es mediano va a jugar al fútbol con sus amigos. La osa tiene un novio con el que se casará el sábado. Disfrutan de la cena. Son muy felices

Marina Lozano Cano

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EL EXTRAÑO DÍA CAMPESTRE Había una vez un grupo de amigos que se querían ir a pasar un buen día de campo. Se lo preguntaron a sus padres y ellos los dejaron. Luis, uno de los chicos del grupo, conocía un buen sitio cerca de su pueblo, se lo propuso a María y a Fernando y les pareció bien ir. Al día siguiente quedaron para ir a comprar la comida y se fueron todos juntos. Empezaron a andar y andar, pero cuando solo llevaban dos kilómetros Fernando se torció el pie, lo que le impidió andar. Entre Luis y María intentaron ayudarle para que por lo menos llegara a sentarse en una roca que había al lado. Consiguió llegar y una vez allí se quitó la zapatilla y pudo ver que tenía el tobillo hinchado. Llamaron a sus padres, pero surgió un problema, el móvil estaba sin batería. Fernando se fijó en una antigua cabaña que había detrás de él. Entraron y nada más cruzar la puerta de entrada, notaron como si alguien estuviera allí con ellos, un escalofrío recorrió el cuerpo de cada uno. María sentía 68


como si alguien le tirara de los pies y la arrastrase. Comenzó a gritar y se abrazó a Luis y a Fernando. Salió a comer sin saber a dónde ir porque no se sabía el camino. Luis la siguió y Fernando, como pudo, también. Al final se perdieron los tres, pero cada uno por una parte. Pasaron dos días y los padres llamaron a la policía. Encontraron a los niños muy deshidratados y sin saber dónde estaban. Cuando se recuperaron no se acordaban de nada y desde entonces los niños no volvieron a ser los mismos, parecía que alguien les hubiera absorbido el cerebro.

Víctor Jesús Marcos Caballero

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UNA BONITA AMISTAD Él se llamaba Marcos y ella se llamaba Beatriz. No se conocían de nada, pero un día, sus destinos se cruzaron por casualidad. Fue en el instituto, ella acababa de llegar a la ciudad y él vivía allí desde que nació. Marcos era un año mayor que ella. Tenía una moto, una de las mejores de toda la ciudad y no se dedicaba a las típicas cosas de adolescentes engreídos con motos buenas, eso era precisamente lo que le llamaba la atención a Beatriz. No era de esos chicos que iban presumiendo, era un muchacho que se limitaba a observar al mundo y actuar cuando fuera necesario, era sensato. Ella era bastante tímida, le costaba adaptarse a los sitios. Un día coincidieron los dos en secretaría, Beatriz entró y enfrente estaba él, observándola. Sus miradas se cruzaron, se dijeron sin palabras lo mucho que deseaban empezar una amistad. Entonces Marcos se acercó a ella y le preguntó su nombre, Beatriz contestó con un leve tartamudeo y cuando terminó la frase todo su mundo se volvió oscuro y lo último que vio fue a Marcos sosteniéndola entre sus brazos y 70


gritando. No sabía por qué le había pasado eso, pero le ocurrió. En el peor momento, lugar y con la peor compañía posible. Lo único que pudo hacer fue levantarse, pedir disculpas al chico y pedirle su tuenti para continuar esa “amistad” con principio desastroso. Así lo hicieron, y todo salió a la perfección. Digamos, que cada día salían más por las tardes e incluso iban a hacer excursiones al campo de vez en cuando. Hasta que uno de esos días, Beatriz, se decidió a dar un salto en su relación, armarse de valor y decidirle todo lo que sentía para acabar con la angustia que tenía de saber si su amor era correspondido o no. Habían ido al campo, los dos se pusieron muy rojos. Marcos cogió una amapola y le susurró al oído: “te quiero “. Beatriz no podía creer lo que estaba pasando, el chico de sus sueños le había dicho que la quería y pensó que lo mejor era ir con la verdad por delante siempre. Empezaron a salir, diciéndose cada día lo mucho que se querían y que nunca nadie se interpondría en su relación. Y así fue como el león se enamoró de la oveja.

Laura Merino Rosado 71


FATÍDICO ACCIDENTE Era 26 de Marzo de 1990. Ángel, un hombre de 30 años, iba conduciendo su coche acompañado de su esposa María de 28 años. De repente se cruzó un ciervo por la carretera, Ángel tuvo que dar un volantazo y se salieron de la vía, perdió el control del coche y se estrellaron contra unos árboles. Ángel perdió el conocimiento durante unos minutos. Al despertar vio que su esposa estaba herida. Rápidamente llamó a una ambulancia que llegó en unos minutos, pero no pudo salvar a María. Una semana después estaba desmoralizado tras la muerte de su esposa y solo tenía el apoyo de su gran amigo Roberto. Un

día

estaba

solo

en

su

casa

cuando

vio

fugazmente la imagen de su esposa reflejada en un espejo. Ángel se extrañó, pero no le dio mucha importancia, pensó que había sido una imaginación. Al día siguiente, cuando fue a montar en su coche, vio a su derecha otra vez a su mujer quien le dijo: - ¡Respira! 72


-¿Eres tú?- preguntó asustado. -Por favor, respira- le dijo ella. Él no entendía lo que le decía, cuando se oyó un petardo a lo lejos, Ángel lo miró y cuando volvió para hablar con María ella ya no estaba. Por la tarde, estando en su casa, la voz de su esposa le dijo: -Abre los ojos. Ángel no entendía nada, cuando de repente entró en casa su amigo Roberto. Por sorpresa María desapareció y Ángel le comentó lo ocurrido a Roberto quien le dijo que eran imaginaciones suyas. Al día siguiente Ángel iba conduciendo por el mismo lugar que en el accidente y se encontró en su coche a su esposa quien le dijo: -Aquí… ¡Moriste tú! De repente todo se volvió negro y se encontró de nuevo en el accidente, agonizante, mientras su esposa intentaba salvarlo inútilmente.

Alexander Monroy Merino

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ARCOÍRIS TRAS LA LLUVIA El ardiente sol empezaba a ocultarse tras las colinas doradas. Zoel sabía que el momento había llegado, las cristalinas gotas de agua resbalaban por su cara mientras se dirigía firmemente hacia la torre del reloj. En el mismo momento en el que hubo contacto entre la bota de Joel y el suelo del piso más alto de la torre una voz tenebrosa a la par que juvenil resonó en la sala: - Te estaba esperando, llegas cuarenta segundos tarde. - Será mejor que acabemos con esto cuanto antes. -

¿Ahora

tienes

prisa?

¿Ni

siquiera

tienes

curiosidad por saber el motivo por el que tu hermano ha destruido todas aquellas ciudades? Cuando se dio la vuelta Zoel ya no estaba allí y antes de que le diese tiempo a reaccionar, recibió un golpe en el costado con la empuñadura de la catana de su hermano. - Si hubiese sido cualquier otro rival estarías muerto, Nero, pero sabes que no me gusta ganar injustamente. 74


Sonriente, Nero desenvainó su espada y le devolvió el ataque a Zoel. Ambos lucharon con todas sus fuerzas, pero a pesar de ello ninguno de los ataques conseguía alcanzar su objetivo, hasta que uno de los cortes impactó en el torso de Zoel, el cual empezó a emanar sangre: - ¿Tanta prisa tenías por morir, Zoel? Qué decepción… Nos veremos en la otra vida, ahora tengo ciudades que arrasar. Nero caminaba con seguridad hacia las escaleras, pensando en su próximo movimiento, cuando empezó a sentir algo en el estómago. Detuvo sus pasos, y al mirar abajo pudo observar cómo el frío acero de una espada le atravesaba: - No tan rápido. Como dijo un día nuestro padre, “para ver el arcoíris has de soportar la lluvia” y tú no lo has conseguido. La espada que blandía Zoel se deslizó suavemente saliendo del cuerpo de Nero que se desplomó en el suelo. Al salir de la torre vio que el día se había tornado soleado y que

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el apaño de usar la camiseta como venda para el corte del pecho estaba funcionando mejor de lo esperado. ¿A dónde debía ir ahora que todo había acabado? Él lo tenía muy claro. Solo necesitaba encontrar a April.

Pablo Rodríguez de Alba

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Natalia Barra

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LA SINRAZÓN En aquel momento solo pude reírme, mofarme de mi propia existencia. Imagino mi cara entonces, la expresión de un cuerdo invertido, el rostro de un extrañado ante la vida. Me habían arrestado, iría a la cárcel. Estaba loco y aún no tengo claro si he dejado de estarlo. Hace tiempo que solté las riendas de mi vida. Ya ha pasado mucho desde que perdí la razón. Y por eso tengo miedo. Mucho miedo. No sé lo que he hecho, ni cuáles son las consecuencias. Todo es demasiado confuso. Recuerdo al mundo mirarme con asco, a la vida haciéndome perrerías. Recuerdo que todo lo que antes había sido mi persona se había ido transformando en un monstruo lleno de odio y deseo de venganza, todo esto causado simplemente por mí mismo. Porque yo no quise luchar, solo pensé en vengarme contra el mundo cuando en realidad el verdadero culpable era yo. Solo yo era el responsable de lo que había pasado. Recuerdo también toda la sangre que derramé injustamente. ¿Cuántas vidas sesgué por un desacuerdo 78


conmigo mismo? ¿Dónde estaban mi razón, mi mente y mi alma cuando asesiné a aquellas personas? ¿En qué me había convertido?, y ¿dónde estaba mi verdadero yo? Lo único que puedo hacer ahora es lamentarme por lo que hice, y pedir disculpas, porque lo que arrebaté al mundo ya no se puede recuperar. Al recordar a mis víctimas veo cómo mi mente enferma y mi razón me abandona. Observo sus rostros aterrorizados, grabados en la memoria de un pobre loco, y me planteo realmente por qué lo hice. Me pregunto si sirvió de algo. Pero soy incapaz de hallar una respuesta. Mi mente ya no puede más. Ha decidido abandonar este mundo para siempre, abandonar su vida y, con ella, las consecuencias que creó en las de los demás. Ha descubierto que es cobarde, que no tiene agallas para seguir

luchando

ni

para

afrontar

la

realidad.

He

descubierto que no merezco vivir más. Ahora la sangre salía de sus venas.

Cristina Sánchez Campos 79


Marta Zambrano

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OGI Vivía en una ciudad grande, la ciudad era su casa. Nadie sabía otra cosa sobre su vida que no fuera que se pasaba el día de un sitio a otro, vagando por la ciudad con un libro en la mano, una sonrisa constante en la cara, y la expresión amable, con ojos despiertos y una mirada atenta. Aquella muchacha, que aparentaba unos quince años, a la que llamaban Ogi, del japonés “secreto oculto, misterio”, de melena pelirroja y de aspecto salvaje, tez blanca e inquietantes ojos grises era un gran misterio. Nadie había conseguido entrar en su vida en todo el tiempo que llevaba allí, nadie le había visto crecer... Algunos pensaban que era inmortal, por alguna cabeza pasaba la idea de que fuera un extraterrestre, otros ni se molestaban en pensar en ella... Nadie había tenido la oportunidad de mantener una conversación con ella, porque nadie se atrevía a hablar con desconocidos, nadie tenía el valor de tratar con lo nuevo, con lo ignorado. Pero un día pasó algo diferente.

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Era verano y Ogi caminaba tranquila por una de las calles de la ciudad, como siempre, con una expresión de felicidad

incondicional.

Algunos

turistas

le

habían

preguntado dónde estaba tal o cual sitio, y ella, con mucho gusto, les había contestado, indicándoles el camino correcto. Había pasado toda la mañana andando, y aunque no estaba cansada, se sentó en el césped de un parque, enfrente de una de las muchas terrazas que hacían negocio en verano, observando a la gente, observando al mundo con su mirada avispada. Cuando hubo pasado un rato, se tumbó boca arriba sobre la hierba para dirigir su mirada hacia el cielo, que veía entre las hojas de los árboles. Su sonrisa se amplió al sentir el poder de la naturaleza. Cerró los ojos, como tantas otras veces, para escuchar al mundo e inventar imágenes a partir de los sonidos. No le sobresaltó oír una voz a su lado. Sabía que se dirigía a ella. - Hola - había escuchado. - ¿Cómo te llamas? Ogi abrió los ojos y se incorporó. Al abrirlos vio a un 82


muchacho rubio, de curiosos ojos marrones, de unos quince años, como los que ella aparentaba, que se había sentado cómodamente a su lado. Le sorprendía que alguien demostrara

su

interés

por

ella,

ya

que

estaba

acostumbrada a escuchar su nombre cuando pensaban que no lo oiría, y a que le hablaran solo para preguntarle direcciones. - Hola - respondió. - Me llama Ogi. ¿Quién eres tú? - Yo me llamo Ángel - le dijo el muchacho. Y después de unos segundos en silencio, añadió: - ¿De qué trata ese libro? La chica miró el tomo que llevaba en la mano. Era un libro con las pastas desgastadas, algunas páginas arrancadas que asomaban entre las otras, y también las había dobladas. Ni siquiera tenía título. - Cuenta la historia de una vida - respondió ella, aunque no dijo nada más. Quería comprobar si el muchacho de verdad estaba interesado.

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- ¿De la vida de quién? - esta pregunta fue la respuesta a la incógnita que había estado en la cabeza de Ogi, y sonrió aún más. - Este libro cuenta la historia de una chica que decidió quedarse mientras se marchaba, que optó por ver la vida con optimismo, y vivir. Que luchó por los buenos momentos y contra los malos. Que resolvió buscarse a sí misma. Que se atrevió a continuar. Se quedaron unos instantes en silencio, mirándose fijamente a los ojos el uno al otro. Ogi esperaba que Ángel hablara, Ángel sabía lo que le diría a Ogi. - Ese libro cuenta la historia de tu vida - dijo, con una sonrisa. Las palabras que salieron de la boca del muchacho cogieron por sorpresa a Ogi. Con aquella frase, Ángel había demostrado todo lo que podía saber, pero al mismo tiempo lo había puesto en duda. De nuevo el muchacho había logrado desconcertar a Ogi. Era la primera vez en mucho tiempo que alguien se atrevía a hablar con ella, que alguien manifestaba verdadero interés por la muchacha, y 84


lo más inquietante, que parecía conocerla. Ogi respondió con la sonrisa que se merecía aquel momento, queriendo decirle a Ángel todo lo que pensaba, preguntarle sobre su vida. Quería conocerle.

Cristina Sánchez Campos

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UNA CIUDAD INTRANQUILA Soy Kevin Keegan, ingeniero de la zona noroeste de Philadelphia. Philly era una ciudad tranquila, cómoda y apenas molesta, pero por la noche todo cambiaba. El reloj marcaba las 04.30 a.m, tras una tarde intensa de trabajo, intentaba dormir un poco entre las suaves sábanas que rodeaban la cama. A estas alturas de la noche, ya se podían reconocer las siluetas de los “gringos” en la plaza Biwensvel, junto a mi casa. Sus largas cabelleras al viento, sus chaquetas de cuero negras y su característica forma de caminar me hacía reconocerlos sin casi alzar la vista. Me levanté para observar la situación desde la ventana de la cocina, estaban preparándose para una larga noche de alcohol y drogas. La urbe estaba fría y solitaria, excepto por esos locos de la noche. El ruido ya se apoderaba de toda la urbanización y la gente, como a menudo, se levantaba de sus camas intimidada. Como cada noche de fin de semana, la gente avisaba a la policía, pero claro, solo quedaba en un aviso. 86


Así va el mundo, cada persona hace lo que quiere, no respetan a los demás ni a su propio oficio, solo saben molestar y causar daños a la población.

David Sánchez Gómez

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DESEO MORTAL En toda mi vida no he visto otra cosa que este paisaje, y nunca veré otro, mas no me importa, porque dudo de que haya algo más hermoso que el valle que se extendía tras la granja, con verde y húmedas hierbas, la melodía del arroyo que se precipitaba contra las rocas haciendo tintinear las gotas de agua, y aún más lejos todavía se avistaban las casa de piedra, con barandas y jardines de flores protegidas por muros cubiertos de rosas silvestre. Aun así, nada de eso se comparaba con el anochecer donde oía el vuelo de los murciélagos, el paso blando del conejo de la granja, los búhos de caza. Pero ningún paisaje me distraía de mi trabajo, los pájaros se aterrorizaban al verme, incluso a veces defendía el huerto de algún topillo, que por despiste tropieza con mis palos, me gustaría hablarle, ya que nadie se digna a hacerlo, porque los animalitos huyen por pavor y los dueños de la granja infravaloraban mi esforzado trabajo. Me conformaría con saber que sin mí no habría cosecha. 88


Algunos días de fiesta los amigos de los niños se reunían en la explanada que tenía enfrente, me gustaba verlos jugar…. menos a la pelota, me atemorizaba el balón, botaba y se deslizaba por el suelo tan destructivo…. Mis peores pesadillas se hicieron realidad cuando la pelota aterrizó delante de mí y un pequeño e ignorante niño se abalanzó hacia ella propinándole un puntapié. El balón fue directo hacia mi calabaza que hacía las veces de cabeza. Mientras mi cabeza se desmorona en el suelo, mientras la gravedad hacía su trabajo, por unos segundos intenté llorar, porque nunca vi otro paisaje, lo odiaba, nunca tuve un amigo y yo era un ser realmente feo, tenía que serlo para espantar de esa forma a los pájaros. Nunca nadie me felicitó por mi trabajo, no era más que un saco de paja, por una vez desee morir y así hice.

Noelia Sevilla Holgado

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EN LLAMAS Todo comenzó con ladridos de perros y el sonido de la ambulancia, así empezaba aquella noche, la peor que había pasado nunca. Estaba en mi casa, dormido, cuando esos ruidos me despertaron de un sueño profundo, yo me pregunté qué estaba pasando, pero ni siquiera me levanté para echar un ojo por la ventana, a ver si veía algo. Cerré los ojos y me dispuse de nuevo a dormir. De pronto me volví a espabilar, esta vez porque la gente gritaba y la sirena de los bomberos se acercaba chillando. Ahora sí me asomé por la ventana y descubrí lo que estaba pasando. No era consciente de ello, mi piso estaba en llamas, me había quedado atrapado, solo se escuchaban muchos ruidos. Yo pedía auxilio, pero nadie me contestaba, pensé que moriría allí, quemado. Al cabo de un rato oí cómo tiraban abajo la puerta de mi casa para salvarme, aunque yo ya me estaba quedando sin respiración y empezaba a dormirme. Desde

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aquel mismo instante no recuerdo nada. Cuando despertĂŠ estaba en el hospital.

Ana BelĂŠn Vivas Rebollo

91


Rodrigo G贸mez

92


Rodrigo G贸mez

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Esas pequeñas cosas. Patricia Balboa Ramos. El silencio de un tiroteo. Patricia Balboa Ramos. Entrevista a un ser que nunca ha sido entrevistado .

Patricia Balboa Ramos. La

suerte

del

desafortunado.

Miriam

Barrios

Hernández. Yo no quise ser viento. Carlos Bermejo Domínguez. Cambio de papeles. Ismael Cerro Sánchez. Mala noche. Silvia Cortés Rosado. Salvado por el despertador. Rubén Fernández Caleya. El juicio final. Aarón Hernández Pérez. La careta de la muerte. Daniel Jiménez Cordobés. El rap del desesperado. Rafael Jiménez Silgado. Un rap navideño. Rafael Jiménez Silgado. Campanadas. Carla Mena Neila. Complicado enlace. Carla Mena Neila. Culpa. Carla Mena Neila. Si yo muero, tú mueres. Carla Mena Neila. Confusión. José Manuel Mirat Rabass. Reencuentro fugaz. Victoria Morato Hernández. 94


Ruido sobre ruido. Victoria Morato Hernández. La fiesta. Marcos Piñas Fernández. Todo perfecto. Juan Manuel Rodríguez Sanz. Inevitablemente. Cristina Rumbo Blanco. La cara y la cruz de la fiesta. Fernando Sierra Ávila.

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María Jesús Barrantes

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ESAS PEQUEÑAS COSAS Me desperté como todas las mañanas pero con una extraña sensación, parecía que llevaba años sin dormir, como si todos mis problemas se desvanecieran al mismo tiempo que las inquietudes de todo el mundo me afectaban. Salí al pasillo, sin embargo, no me dio tiempo a dar mucho más de un paso. La corriente de las ventanas me zarandeó y me arrastró con ella, tardé poco en darme cuenta de que me había transformado en viento. Decidí dar un paseo por la calle, ya que hacía un día bastante soleado, pero antes de poder llegar al parque me encontré con una pareja dando una vuelta por el barrio. Pensé en seguirla, tenían algo peculiar y vi que se metían casa. La curiosidad me podía y, ya que yo era viento, me colé por su ventana. La chica estaba en la cocina, era bastante joven pero no parecía ser muy feliz. No me fue difícil averiguar el porqué al ver a su pareja que llegaba del salón, gritando y preguntando por qué su comida no

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estaba preparada. Qué pena me dio la chica, tan joven y con una vida tan infeliz. Seguí con mi paseo, pero me detuve al ver a una joven mulata de largo pelo rizado que caía en cascada por sus hombros. En su cuerpo esbelto y moreno lucía un atuendo tan ligero que no daba lugar a imaginación alguna, poco más me duró el poder verla ya que un coche paró delante de ella y ella, sin ningún preámbulo, montó en él. Después de todo lo que había visto se me quitaron las ganas de seguir paseando y me dispuse a irme a casa sin más historias en la cabeza, pero encontré a un niño, a un pequeño y dulce niño, más feliz que ningún adulto, que ningún joven. Y

tanta felicidad

solo porque

había

conseguido el cromo que le faltaba en su colección. El ser ese día viento me enseñó que las pequeñas cosas son las que alegran la vida.

Patricia Balboa Ramos

98


Daniel L贸pez

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EL SILENCIO DE UN TIROTEO Aquella noche no se presentaba muy distinta a cualquier otra anterior. Aunque las persianas estuvieran bajadas, los fingidos e inconscientes gemidos de algunas de las muchas prostitutas que abundaban en mi barrio no cesarían hasta que el sol se pusiera. Los murmullos y balbuceos de los yonquis que ocupaban el sótano de mi piso serían continuos durante todo el día, y los sollozos de la vecina de abajo comenzarían cuando su marido llegase y la abofetease por simple placer, cesando al poco tiempo. Pero aquella noche todos estos ruidos fueron interrumpidos por algo menos común, unos cuantos tiroteos dejaron mudo al barrio. A uno de esos borrachos del bar de la esquina, que solía frecuentar el putiferio de las calles oscuras, no le sentó muy bien que su “dama” se negara a obedecer sus mandatos. Al poco tiempo llegó la ambulancia a recoger su cadáver.

Patricia Balboa Ramos

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ENTREVISTA A UN SER QUE NUNCA HA SIDO ENTREVISTADO 

Hola, buenos días. ¿Le importaría que le hiciera unas preguntas?

De acuerdo, ¿cómo no?

Vale, lo primero, ¿me podría decir su edad?

Mis raíces han existido desde el principio de los tiempos y fui conocida socialmente tal y como soy ahora hace unos treinta o cuarenta años.

¿Y a qué se debe ese reconocimiento?

A la poca información que tenía la gente sobre mí, que hizo que muchos cayeran en mi trampa.

¿Y en la actualidad, cómo actúa?

De forma discreta, ya que a nadie le gusta que le vean conmigo, además hay más información y me quitan seguidores.

¿Me podría nombrar algunas de sus aficiones?

Me gusta que la gente me necesite y piense en mí a todas horas, me encanta viajar, conozco el mundo

entero,

pero

mi mayor

afición

es 101


destrozar familias y a la persona que se crea mi amiga. 

Y por último, ¿me podría decir su nombre?

Me conocen por varios nombres: caballo, polvo blanco, nieve, pico, jaco, pero el más común es heroína.

Patricia Balboa Ramos

102


LA SUERTE DEL DESAFORTUNADO Me desperté con un fuerte dolor en todo el cuerpo, me dolía mucho la cabeza, sentía cómo caía la sangre por mi frente, tenía los brazos llenos de heridas profundas, creí que tenía varias costillas rotas, pero lo peor eran las piernas, estaban totalmente destrozadas, no las podía mover, me había caído encima un trozo muy pesado de hormigón. Lo último que recordaba era que iba por la calle con mi hermana y mi madre. No sabía si estarían vivos, no podía ver nada a mi alrededor. Permanecí allí sin poder moverme un día, después pensé en salvarme, así que me arrastré como pude uno cuantos metros y pude escuchar los gritos de lamentos y desesperación de personas que habían perdido a sus familias. De allí era imposible salir, no tenía fuerza para apartar los escombros. De repente solo podía llorar y llorar, acababa de ver una parte del cuerpo de mi hermana y con ella una prenda que me permitía reconocerla. Junto a su cadáver pasé los peores momentos de mi vida, desesperada, sangrando, sola, con 103


hambre... Aguanté cinco días más hasta que me despertó la tierra que me caía de los escombros, y vi la luz. Un hombre me rescató y me llevó en brazos hasta el hospital, pero al salir, el panorama que me encontré era desastroso: todo Haití estaba derrumbado, con un montón de personas muertas tiradas en el suelo y otras, como yo, gritando desesperadas del dolor de perder sin remedio a sus familias. En el hospital me operaron y me tuvieron que amputar las dos piernas. Yo esperaba ansiosa tener noticias de mi madre, pero nunca las tuve. Ya han pasado unos meses desde que ocurrió el desastre, el resultado es horrible. Yo, una joven de dieciséis años, sin piernas y huérfana. Pero al menos puedo dar gracias a que sigo con vida, otros no han tenido tanta suerte.

Miriam Barrios Hernández

104


YO NO QUISE SER VIENTO Había una vez un muchacho que caminaba por las calles para buscar a sus amigos y de repente al darle una patada a una lata de Cocacola se le apareció un genio entre una nube de humo negro y rojo. -Hola, soy el genio de la lata y te concederé un deseo. - !Oh, qué emocionante, quiero ser ...! ¡Huy¡ qué viento. -Concedido. - Vale, genial, ahora soy el viento, qué estúpido he sido. Sin embargo, a pesar de sus quejas primeras, con el tiempo el muchacho le cogió gusto a esto de ser el viento. Empezó

a

crear

tornados

contra

terroristas

y

delincuentes, salvó vidas con sus fuerzas, evitó tsunamis, trasladando tormentas y el mal tiempo hacia el mar, además de contribuir a la energía eólica haciendo girar las grandes aspas de los molinos de viento.

105


Pero al cabo de un tiempo se cansó de eso, ya que andaba vagabundeando como si de un perro de tratase. Entonces decidió buscar aquella lata por toda la tierra para encontrar al genio que le concedió el deseo y le convirtiese otra vez en humano. Actualmente sigue buscándola.

Carlos Bermejo Domínguez

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CAMBIO DE PAPELES Una tarde de verano en Cáceres, Tífani y todos sus compañeros tenían que asistir a clases particulares por la tarde. Emily, una de las niñas más listas del instituto y la menos popular, por ser como todo el mundo la llamaba, una empollona. No era amiga de nadie. En el recreo ella no se quedaba en el patio, sino que se refugiaba de los insultos de sus compañeros en la biblioteca. Emily decidió hacer una fiesta de disfraces para ver si así se hacía un poco popular, pero qué casualidad, Tífany, la más popular del instituto, también hiciera una fiesta de disfraces. Llegó la noche y todos los chavales decidieron ir a la de Tífany. Cuando llegaron allí no había nada de bebidas y, es más, estaban sus padres. Tífany, llorando, les contó que había hecho esto para que Emily no fuera popular. Todos los compañeros se cabrearon con ella por lo que había hecho y todos decidieron asistir a la de Emily. Llegaron y Emily abrió con rapidez la puerta, alucinada. Todo el mundo la saludaba y le agradecía la invitación. Así fue 107


como Emily se convirtió en la chica más querida y Tífany la más odiada.

Ismael Cerro Sánchez

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MALA NOCHE Me fui a dormir a la casa de mis tíos en el campo. Después de cenar salí a mirar las estrellas y escuché a varios cuervos. Su sonido era un poco extraño, o más bien, diría que lejano. Luego observé que los arbustos se movían, creo que pensé que debido al aire, pero al oír un ruido irregular me asusté y me metí en la cama. Eran las doce y media cuando aprecié el estampido de la escopeta de mi tío, aunque no fue lo único que sentí esa noche, porque más tarde los pájaros se volvieron locos, ya que cantaban de una forma estridente y a la vez absurda, también todas las ventanas de la casa se abrían y cerraban sin control alguno. Esa noche sólo me podía convencer de que ese tipo de estruendos eran los más típicos y originales del campo. Posteriormente, percibí un fuerte golpe en la cocina, entonces, me puse las zapatillas y me fui 109


corriendo hasta el coche. A continuación, me dirigí hacia mi casa en la ciudad, sabía que allí, aunque hubiera mucho bullicio por las noches, podría dormir tranquilamente.

Silvia Cortés Rosado

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SALVADO POR EL DESPERTADOR Allí estaba yo, en mi cuarto, tapado hasta los ojos con la sábana de mi propia cama, con esos ruidos de sillas moviéndose y algunos golpes. Estaba aterrorizado, no podía llamar a nadie ya que la línea estaba fuera de servicio y además el suministro de la luz cortado. Todo empezó un sábado que me encontraba solo en mi casa debido a que mis padres habían tenido que ir urgentemente a Madrid porque mi abuela estaba en el hospital a causa de un infarto. A las once de la noche estaba viendo la televisión de mi cuarto y comenzó algo a golpear la puerta de mi habitación. Yo, muerto de miedo, no me atreví a salir para ver quien era, pues había dejado la puerta principal cerrada y con la llave puesta. Sabía que no era una persona la que daba golpes, todos mis temores se hacían realidad. Ahí estaba yo, avanzando lentamente hacia la puerta con un paraguas en mi mano derecha y cuando me dispongo a abrir la puerta ¡pi,pi,pi! suena el despertador.

Rubén Fernández Caleya 111


EL JUICIO FINAL Un gran suspiro me levantó de mi profundo sueño, intenté abrir mis ojos, pero solo vi oscuridad. Me dije a mi mismo: “¿He muerto?”. Tenía miedo, no sabía qué hacer, intenté mover mis piernas, pero no las sentía, no noté nada de mi cuerpo. En ese instante sentí un terrible miedo, un miedo avivado por la incertidumbre y la negra oscuridad que me rodeaba. De pronto un tibio rayo de luz iluminó mi oscuridad y avivó mi esperanza. El rayo fue cobrando fuerza y empecé a sentir el calor de mi cuerpo. Conseguí levantar mi brazo y tocarme el rostro, pero no notaba nada. Intenté mover mis pies, y tras un buen rato moviéndolos, conseguí sentirlos. Mi habitación estaba más iluminada, empecé a sentir la sangre corriendo por mis venas y volví a intentar tocarme el rostro, pero me di cuenta de que mis brazos estaban vendados. Al quitarme las vendas me palpé el rostro y me di cuenta que también lo tenía cubierto. Cuando me vi el rostro cubierto me asusté, y decidí 112


desvendármelo, me las fui quitando poco a poco, y cuando por fin tenía el rostro descubierto un escalofrío corrió por mi cuerpo. Tras un buen rato mirando mi habitación distinguí un espejo en una esquina, medio mareado llegué a él y me miré. Llevaba un buen rato mirándome cuando mi más terrible sospecha se hizo realidad, tenía el rostro completamente desfigurado, calcinado y con manchas negras. El miedo volvió a mí, esta vez fue mucho peor, notaba la sangre correr tan rápido que creí que explotaría, cuando percibí un sonido tan grande que me pareció el juicio final.

Aarón Hernández Pérez

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LA CARETA DE LA MUERTE Le invitaron a una fiesta de disfraces esa misma noche, él dijo que sí por no hacer el feo, cogió el primer disfraz que encontró y se lo puso a ver cómo le quedaba. Hasta aquí todo bien .Más tarde se acercó a la fiesta y le pareció agradable, hasta que una chica de belleza deslumbrante se quedó mirándole y él se puso nervioso, en breve ella se acercó y se presentó, estuvieron hablando y a altas horas de la madrugada se fueron camino de sus casas, para despedirse, la chica le dio un beso en los labios. A la mañana siguiente, él se puso a leer el periódico como hacía normalmente al desayunar, examinando las páginas encontró un artículo que le quedó helado, en dicho artículo ponía: ''Se encuentra el cadáver de una chica con todo el rostro desgarrado'' Vio la fecha y hora del artículo, llegando a la conclusión de que esta muerte se produjo una hora antes de la fiesta de disfraces, tal fue la conclusión que le produjo el haberse besado con una careta humana que le condujo al suicidio.

Daniel Jiménez Cordobés 114


EL RAP DEL DESESPERADO Todo ocurrió el doce de enero, no sé por qué ese día miraba tanto al cielo, de repente a las 16:53 empezó a temblar el suelo, la voz de mi madre me tranquilizaba, era mi consuelo, pero sinceramente, estaba acojonado y tenía miedo, se me quedaron congelados los dedos. Entonces mi madre empezó a gritar, no sabía a dónde mirar, de repente mi padre dijo: ¡saltad! Di un salto por la ventana saliendo del piso, vi a muchísima gente muerta. ¿Así dios lo quiso? Miro a mi casa y está derrumbada, busco a mi familia pero no encuentro nada, me dan arcadas, ¿qué es lo que pasaba? Cada imagen se me quedaba guardada. Entonces empecé a buscar entre los escombros, cada segundo que pasaba, mayor era mi asombro. Noto algo tocándome el hombro, era mi hermana, estaba medio muerta al lado de la ventana,

me

dice:

''me

muero,

recuérdame

alguna

mañana'', yo estaba histérico y pedía ayuda a la gente cercana, pero nadie me escuchaba, no podía hacer nada, solo notaba que mi hermana se marchaba. Me agarra de la mano y los ojos los queda cerrados, miro a todos lados, 115


pero gracias a Dios vi a mi hermano pequeño asustado, me lo tuve que llevar de ahí antes de que la tristeza me haya llevado. No sé por qué había ocurrido este terremoto, el suelo está lleno de cristales rotos, también de álbumes llenos de fotos, nunca había visto tanto alboroto. Estaban

muertos

mi

familia,

mi

gente,

mis

amigos...pero solo me preocupaba de mi hermano que estaba conmigo, mi mente quiere rendirse pero a seguir adelante la obligo. De pronto escucho de una casa gritar ayuda y tengo que ir, mi hermano me dice que no vaya que no quiere morir, y veo un coche marchándose y le llevo allí, les digo que si en cinco minutos no vuelvo que lo saquen de aquí. Entro en la casa y se me cae encima los muros, sé que es duro, y que ya no tengo futuro, pero me acuerdo de mi hermano, solo me queda rezar para que llegue sano y salvo.

Rafael Jiménez Silgado

116


Cristina DomĂ­nguez

117


UN RAP NAVIDEÑO La Navidad no es bonita, en realidad apesta, qué sociedad es ésta, que sin mentalidad van sorteando unas cuantas cestas, mejor toma las uvas por la Sexta, tías que invaden las puertas de Bershka. La verdad es que me doy un buen palo, gente que se lleva mejor por darse regalos, tiempo en el que se olvidan de los malos, padres están contentos aunque los regalos hayan salido caros, se iluminan los faros, empiezan los villancicos, trastornos que nos tienen desde que éramos chicos, ¿tiempo en el que se unen los pobres con los ricos? No, yo creo que no, cada uno sigue en su mundo te tomas las uvas contando los segundos. Padres están contentos con sus hijos sacando suspensos, te olvidas del trabajo y del tiempo tenso, es lo que pienso, esto solo dura unos días, gente de todo tipo se emborracha, ¿dónde está la policía? Buen tiempo para los tíos, se ligan a cualquier tía, la Navidad, lo único bueno que recuerdo la comida que comía.

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Bien, todo el mundo parece estar contento, no te engañes, los sentimientos se llevan por dentro, tranquilo, empieza un nuevo año, empieza los nuevos intentos, ¿qué tal Jesús? Celebramos su nacimiento... Te escondes en casa, te alejas del invierno, te dicen que si no celebras la Navidad te pudres en el infierno. Unas fiestas que solo sirven para gastar dinero, os soy sincero, no puedo hacer nada, pero os dejo la idea de este humilde rapero. Sí, esta es mi definición en forma de canción, apaga la televisión, y viva el corazón.

Rafael Jiménez Silgado

119


Raquel Gonzรกlez

120


CULPA Tirada en el suelo, en una postura imposible, con un reguero de sangre alrededor de su preciosa y sedosa cabellera negra, con los ojos marrones, antes risueños, ahora vacíos mirando a la nada. Así la encontró Christian. Por sus ojos comenzaron a caer lágrimas. Su querida hermanita estaba muerta. La llamó:”¿Samantha?¿Sam?”No respondía. Atravesó corriendo la lúgubre habitación. Se arrodilló a su lado, le tocó el pelo, apartándoselo de la cara en un gesto cariñoso y la miró. Buscó desesperadamente algún signo de vida en ella. Finalmente, se quedó un rato contemplándola, con las manos manchadas de sangre. Era hermosa. Incluso sin sus vivos ojos mirándolo todo y la curiosidad brillando en ellos, incluso sin su permanente sonrisa y esa juventud que la hacía inexperta e inocente en un mundo demasiado cruel para alguien tan afable. Se acercó al teléfono y tecleó el número de emergencias. El inspector Serrano entró en la habitación. El oficial Manley le dio un informe de lo acontecido y una

121


primera hipótesis forenses. En ella se barajaba que la joven de diecinueve años había sido asesinada. Ya se sabía con certeza que la joven Samantha había sido asesinada. La idea principal giraba en torno a una rencilla sentimental. Aunque no se le conocía ningún novio u “amigo” oficial importante en su vida, su hermano aseguraba que la chica últimamente andaba como en otro mundo y que no paraba de hablar de un hombre que había conocido en una clase en la Universidad. Alguien mayor que ella y que la valoraba de una manera que se acercaba muy poco a como la trataban sus exnovios. Un hombre llamado Tomás. El antiguo inspector que llevaba el caso fue relevado.

Aquel

hombre

hacía

más

bien

poco

por

esclarecer los hechos del homicidio. La inspectora Dols asumió su cargo e hizo importantes avances en el caso. Isabella Dols volvió una noche a la escena del crimen. Se sentó en la cama de la chica e intentó recrear los hechos. Se fijó en los botines que se encontraban colocados en el galán. En el interior se encontró con una 122


foto, una foto del inspector Tomás Serrano. Puso los ojos en blanco. Comenzó a atar cabos y recabó pruebas concluyentes que implicaban al inspector de una forma muy directa con la muerte de Samantha Poodley. El 15 de marzo de 1989 Tomás Serrano fue conducido hacia el coche de policía con las esposas en las muñecas y llevado por la mujer que lo había relevado y descubierto. Una sombra fugaz de duda y temor cruzó por su rostro y una furtiva lágrima cayó de sus ojos tristes, apenados y atormentados por la eterna culpa de matar a un ser amado.

Carla Mena Neila

123


Borja G贸mez

124


SI YO MUERO TÚ MUERES Un fuego helado halló en sus fríos ojos azulados la primera vez que se vieron. Los de ella se tornaron más oscuros si cabía. Y aquello sucedió en la distancia. Desde el momento en que los ojos helados como llamas encendidas del chico y los suyos, que reflejaban el fuego del infierno, se encontraron, tuvo la certeza de que, aunque le resultase complicado, acabaría con su vida. La silueta del joven al que debía asesinar se desvaneció como una rápida sombra. Su sosegada mirada siguió los veloces movimientos del verdugo y lo vio desaparecer en la noche. Bajó la vista. Contempló la daga que tenía en la mano. El juego que empezaba con la nívea arma

blanca

no

la

distrajo

de

sus

inconclusos

pensamientos. Esta vez había sido demasiado lenta, pero la próxima vez, que estaba segura no era muy lejana, la próxima vez, perecería. La sonrisa de ella fue regocijante cuando su daga se hundió en la fría piel del chico. Esa sonrisa comenzó a desvanecerse cuando en el pálido rostro del joven apareció 125


una mueca de placer. La desconcertó. Mientras él caía al suelo, ella se miró las manos cubiertas de sangre. Una sangre azabache que desprendía un hedor insoportable. Lo miró de nuevo. Él se levantó con creciente dificultad. Le tomó la mano y la puso en su pecho. Y las últimas palabras que él dijo y ella escuchó fueron: - Si yo muero, tú mueres.

Carla Mena Neila

126


Cristina DomĂ­nguez

127


COMPLICADO ENLACE

Venecia, 1750. Estimado Sr. de Vuvuar : Es un gran honor para mí invitarle al anual carnaval de las máscaras que se celebrará en Venecia. Con motivo de la esperado compromiso de mi primogénita Briggitte, le invito a pasar los diez días que dura el acontecimiento, en mi finca privada. Y me complace invitarle, también, al enlace entre mi hija y D. Linam Myers de Crackovia. Se ruega confirme su asistencia y la identidad de su acompañante. Le saluda atentamente: D. Edgar de Benedetti. A la atención de D. Edgar de Benedetti. Muy señor mío: Ante todo, mi más sincera enhorabuena por el afortunado enlace entre su hija y el Sr. Myers. Le agradezco

mucho

su

ofrecimiento,

que

aceptaré

encantado. Mi acompañante será Lady Fernanda Porisateur de Erzgebinge. 128


Un cordial saludo. François de Vuvuar.

Tras dos días en Venecia, en la finca de los de Benedetti, la relación de François con la hija de su anfitrión no había mejorado. Cuando llegó, se sintió atraído por la belleza natural y juvenil de la chica. Unos penetrantes

ojos

azules

fueron

el

inmejorable

recibimiento del francés. Habían ido a montar tras su llegada. Briggitte discrepaba en casi todo con él y eso le provocaba

una

extraña

sensación.

Fernanda,

su

acompañante, percibía la peculiar relación existente entre los dos y los contemplaba impotente. A pesar de que la joven Benedetti estuviese comprometida, François y ella eran inseparables. Parecía que su peculiar amistad les unía de una forma poco ética. Conforme los días avanzaban, la dama Porisateur veía cómo aumentaba la escondida pasión entre los dos. Ella se percataba del amor imposible que sentían el uno hacia el otro. Y, mujer romántica, no pudo más que favorecer para que ese amor fluyera. 129


Tras cinco días de fiesta y mucho ajetreo, Francisca manchó por error el disfraz de Briggitte. Por lo que la dama alemana le ofreció a la señorita de Benedetti su vestido. Una deslumbrante pieza blanca, dorada, de una tela tornasolada y con encaje negro. Ella se mostró reticente a aceptar aquel maravilloso vestido, pero tras la insistencia de Fernanda, aceptó. La máscara que la joven escogió era blanca y con detalles negros, pero no conseguían esconder el brillo azulado de sus ojos. Se presentaba espectacular, con su sedosa cabellera cobriza adornándola. François esperaba a Fernanda en la escalera inferior de la mansión, lejos del bullicio general. Vestía un elegante y reluciente traje negro y rojo. Su máscara negra era casi enteriza y se confundía en la noche. La esbelta dama de blanco y negro avanzó a través de la pista de baile. Tras haber estado bailando un rato con su futuro marido, un incipiente agobio la invadió. Bajaba la escalera inferior, la que accedía al bello laberinto de rosas y espinas, cuando le vio. Él se giró como 130


movido por un resorte y contempló la magnífica visión de la diosa que avanzaba hacia él. La mujer estuvo a su altura en un momento. Se miraron a los ojos. Y entonces, él supo que

aquella

espectacular

mujer

sería

la

única

y

merecedora dueña de su amor, su corazón y su alma.

Carla Mena Neila

131


Sara DomĂ­nguez

132


CAMPANADAS La luna se veía distinta desde allí. Rodeada de árboles y con un cielo cubierto por un manto de estrellas, la soledad la contemplaba de otro modo. Miró el folio que tenía entre sus manos. Le estaba quedando muy bien el dibujo. El mismo espacio en el que ella se encontraba, pero con un niño pequeño a su izquierda y una mujer junto a un perro en el lago. Escribió a lo ancho del dibujo una frase: “Did I dream you dreamed about me? Pensó en lo improbable de esa pregunta. Desde su punto de vista nadie pensaba en ella, solamente en sí mismo. Decidió volver a casa. Pronto sería la hora de la cena. Nochevieja era una noche importante para ella, ya que significaba el comienzo de otro año y de una nueva oportunidad, además de uniformidad familiar. Cuando entró por la puerta, su madre la recibió con un plato de langostinos listo para ser llevado a la mesa. La noche transcurrió entre risas y gritos. Treinta personas en una habitación no ayuda mucho al silencio.

133


Se acerca el momento más esperado de la noche. Suenan los cuartos. Todos se ponen de pie, con las uvas y los gajos de naranja a medio camino hasta llegar a la boca. Primera uva dentro, quedan once. Última campanada y brindis. Se suceden muchos “feliz año nuevo” y algunos besos y abrazos. Contemplando esa escena, ella se sentía feliz, viva, y, por una vez, rodeada de gente que la quería.

Carla Mena Neila

134


CONFUSIÓN

¡Fiesta de disfraces a las 10:00! Estáis todos invitados. Pedro quería ir, pero no tenía suficiente dinero para comprarse el disfraz, así que, se lo hizo él mismo. El chico se puso manos a la obra. Cogió un par de telas y las empezó a cortar. Se hizo un traje de color rojo. A pesar de la exclusividad, Manuel llevaba uno que parecía el mismo que el de Pedro. La novia de Manuel no podía asistir a la fiesta porque le dolía la cabeza, pero se aburría sola en casa y decidió acudir. Manuel y Pedro estaban hablando, cuando apareció María. Su novio se separó de Pedro en ese momento para hablar con unos amigos sin darse cuenta de que María había llegado. La chica pensó que Pedro era Manuel y empezó a hablar con él. Pedro y María decidieron ir a un cuarto ellos solos y empezaron a besarse. Al final de la fiesta todos se fueron a casa. Cuando llegaron a casa, Manuel le preguntó a María: 135


¿Qué tal? ¿Estás mejor después de haber descansado?- preguntó Manuel.

Pero,... si he estado contigo en la fiesta – dijo María.

¿Conmigo? , habrá sido con Pedro.

¡Oh, no, mierda!

José Manuel Mirat Rabasa

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REENCUENTRO FUGAZ De repente me desperté allí, apenas podía ver, me encontraba en una habitación desconocida. Poco a poco comenzó a iluminarse la sala, solo podía ver un espejo. La habitación estaba vacía, solamente tenía un viejo espejo en medio de la estancia. Lentamente me acerqué a él. Cuando conseguí reflejarme pude percibir que no estaba sola, él estaba conmigo. Su belleza inigualable, su piel morena y aquellos ojos

verdes

estaban

allí

conmigo,

en

aquel

lugar

desconocido. No recordaba nada de cómo había llegado hasta allí, estaba confusa. Dijo que no volveríamos a vernos, y allí estaba, igual que siempre. Intenté hablarle, pero la voz no conseguía salir de mis labios. Quise gritar, pero no pude. Entonces él se acercó y se sentó a mi lado sin llegar a rozarme. Fue entonces cuando la intensidad de la luz volvió a subir, aunque sólo unos pocos grados. Conseguí sacar algunas palabras de mi apagada voz, pero parecía que él no me escuchaba, le pregunté el porqué de su regreso, entre 137


otras cosas, pero seguía sin escucharme. Volvió a subir la luz. Él volvía a estar a unos metros de distancia, sentado en el suelo, en una esquina de la desolada habitación. Entonces fue cuando la habitación quedó iluminada por completo. Él ya no estaba allí, volvía a estar sola como siempre había estado, me levanté y fui a buscarlo, pero como sabía desde un principio él no se encontraba en aquella casa; todo había sido fruto de mi imaginación, un simple sueño, ya sólo quedaba una incógnita, ¿cómo había llegado hasta este lugar? Lo dejé pasar y regresé a la soledad del cuarto del espejo con la mínima esperanza de encontrarlo allí, sentado, esperándome. No estaba. Me tumbé en el suelo y me quedé dormida frente a aquel espejo que me había devuelto la felicidad durante unos minutos.

Victoria Morato Hernández

138


Raquel Gonzรกlez

139


RUIDO SOBRE RUIDO Me encuentro sentada en medio de un pinar en Descargamaría. Es de noche. Todo está oscuro, tan solo puedo ver el reflejo de las estrellas en el río. Una noche cerrada y ruidosa, muy ruidosa. Puedo percibir el sonido del agua corriendo por el cauce, así como el canto de un grillo. Se escuchan los pasos de los jabalíes que se acercan a la cocina en busca de comida. Corre una suave y silbante brisa. Apenas a diez metros del lugar en el que me encuentro sentada, hay varias personas jugando a las cartas en torno a una mesa, otros están hablando dentro del refugio. Ahora un cuco canta: cucú, cucú. Tras mi espalda un pequeño zorro corre ruidoso en la noche. Me levanto y cruzo el sonoro pinar hasta llegar a la cocina. En la puerta hay un jabalí, apenas a dos metros de mí. El animal, al escuchar el ruido de mis pisadas, se ha asustado y ahora gruñe mientras se aleja para adentrarse en el bosque.

140


Entro en la cocina y abro la cámara frigorífica que emite un leve pitido en señal de que está aumentando su temperatura. Afuera se escuchan las risas y las quejas de los que juegan a las cartas. En el otro salón del refugio se hallan aquellos a los que el sueño les ha podido. Incluso los que duermen hacen ruido.

Victoria Morato Hernández

141


LA FIESTA Era uno de diciembre de 2009, mi cumpleaños estaba al llegar. Llevaba mucho tiempo esperando este día, pero faltaba una semana y aún no tenía pensado cómo celebrarlo. Lo único que conocía era el número de personas que iba a asistir: mis hermanos (Eva, David y Alejandro), mis amigos y mi familia. Tenía que preparar mi fiesta de cumpleaños y recibí ideas de todo tipo, como celebrarlo en mi casa, cosa que yo no quería, en el restaurante de mi padre, en el burguer… Hasta que un día chateando con mis amigos por el Messenger me salió en la pantalla del ordenador una ventana publicitaria, la leí detenidamente y anunciaba una tienda de disfraces y me vino una idea a la cabeza, celebrar el décimo tercer cumpleaños a lo grande, con una fiesta de disfraces, decidí finalmente hacerla en el bar de mi padre. La fiesta fue todo un éxito, muy diferente a las anteriores, pero eso sí, mi tío Juan contó los chistes de siempre.

Marcos Piñas Fernández 142


TODO PERFECTO Un día me desperté sobresaltado, tuve una idea, hacer una fiesta de disfraces. Me levanté a por el móvil y empecé a llamar a mis amigos a cobro revertido, porque yo no tenía saldo. Llamé a Andrés, Carlos, Ana, Sara y a muchos más . Algunos me decían que no podían porque tenían que ir a trabajar, otros que estaban malos. Estuve a punto de no hacer ninguna fiesta, pero me acordé de mi amigo Luis que trabajaba organizando eventos y quedé con él para explicarle lo que iba a hacer. Le dije que quería poner carteles con la dirección de mi casa y que pusiera que iba a celebrarse una fiesta de disfraces por la noche. Luis me dijo que se encargaría de todo, que repartiría todos los panfletos, estuve de acuerdo y me fui a mi casa a preparar todo. Compré bebidas y algo para picar, preparé el equipo de música y terminé de colocar todo, para que estuviera a punto para la fiesta. Llegó la noche y yo estaba esperando a que empezase a venir la gente.

143


Pasó la noche y al cabo de unas horas se fue yendo la gente, me quedé solo, medio borracho, tirado en el sofá. Al día siguiente no me desperté hasta las cuatro de la tarde. Todo había salido perfecto.

Juan Manuel Rodríguez Sanz

144


INEVITABLEMENTE María tenía quince años y estaba enamorada de un chico de veinte con el que salía desde hacía un año. Para ella era todo un mundo de ilusiones cuando estaba junto a él. Una noche llena de estrellas estando en su cuarto en medio de la oscuridad poco a poco se fue iluminando, reflejando su rostro sobre él. Ella

notaba

algo

raro

en

su

imagen,

era

completamente diferente a lo que esperaba. Se notaba muy débil, tenía ganas de vomitar e incluso se mareaba. Fue al médico sin contarle nada a sus padres por miedo a que le riñeran o le dijeran algo que no quisiera escuchar. El médico le contó que todos esos síntomas eran normales porque estaba embarazada. Ella se echó a llorar porque pensaba que todo el mundo le daría de lado, hasta su propio novio, eso es lo que ella creía pero en realidad no fue así. Su novio le dijo que no tenía importancia, que pasara lo que pasara e hiciera lo que hiciera con el bebé él seguiría con ella porque la quería mucho. 145


Sus padres, muy contentos, aceptaron al bebé, como a uno más de la familia. Aunque María tuviera 15 años no le importó seguir adelante con el embarazo ya que tenía lo más importante, el cariño de sus padres y el apoyo de su novio Sin embargo, inevitablemente María se perdió toda la adolescencia y cambió los juguetes por un niño de verdad.

Cristina Rumbo Blanco

146


LA CARA Y LA CRUZ DE LA FIESTA ¿Disfrazarse?, ¿Qué es eso?...Para mí es pasar un rato divertido. Poder ir vestido de manera diferente, ser lo que nunca has sido, disfrazarse te permite perder la vergüenza, pasar de ser un chico normal a ser un superhéroe, un vaquero, un indio o un príncipe…Existen fiestas de disfraces en las que abundan la comida, la bebida y sobre todo la diversión, la gente las organizan por entretenimiento y para celebrar alguna ocasión especial como los cumpleaños...Las persona que van a esas fiestas van todas disfrazadas, bailan, juegan, hablan y pasan el tiempo con sus amigos. Celebrar una fiesta así es muy divertido, pero a la vez puede ser muy cansado, porque

tienes

que

organizar:

toda

la

decoración,

invitaciones, preparar la comida y la bebida, poner música y atender a todos los invitados, aunque lo peor de todo es la limpieza final, una vez terminada la fiesta toca recoger. De todas formas celebrar o tener una fiesta de estas merece la pena.

Fernando José Sierra Ávila 147


Rodrigo G贸mez

148


Rodrigo G贸mez

149


Territorios del alma. Azahara Campos Templado. El mundo del revés. Azahara Campos Templado. ¡Menudo cambio! Jaime Cristóbal Holgado. El tesoro del capitán Flint. Carlos Fernández

Ramos. Por siempre jamás. David Flores Román. Altruismo. Mario Fresneda Trujillo. Camino de desolación. Mario Fresneda Trujillo. Por fin cara a cara. Mario Fresneda Trujillo. Primer

capítulo

de

mi

novela.

Celia García

González. Adiós. Olga Gómez Llanos. Inconscientes. Alejandra Gómez Reyes. Descanso eterno. Jesús González Berrocal. El mundo del revés. Abel González Margallo. Un “tequiero”. Sergio Granado Timón. Imagen onírica. Alba Heras Cortijo. Lucha élfica. Ismael Jiménez Cristóbal. Cada pieza en su sitio. Roberto. J León Molano. Locos.Melisa Sol Lezcano Acosta. 150


Accidental. José Enrique Murcia Calle. Los delincuentes. Sergio Pérez Guijarro. Temblores. Francisco Javier Reyes Mangas. Hacia adelante. Esther Rosado Barbancho. El desastre. Carmen Sánchez Corrales. Caso cerrado. Araceli Vega Magro. Fotografías. Araceli Vega Magro. El alma. Araceli Vega Magro.

151


TERRITORIOS DEL ALMA Soy

Ana,

y muy a

mi

pesar

me

encuentro

físicamente muerta desde hace quince meses, aunque mi alma sigue intacta. He cometido demasiados errores y tomado algunos caminos que me han llevado a mi situación actual: postrada en una cama de hospital, dada por muerta, por perdida y, finalmente, por un objeto al que hay que mover y limpiar de vez en cuando. Tengo diecinueve años, he coqueteado con las drogas, he decepcionado, insultado y perdido a todos aquellos que me han querido. Dicen los que entienden que mi coma es irreversible y aconsejan a mi familia que tome una dura decisión y pasen página. Gracias a ella he comenzado a luchar por salir de esta situación, claro, ellos no lo saben, nadie parece saber el tormento de mi alma y la angustia que me produce estar sola en estos territorios, donde mi único sentido es el oído. Quizás por ello se ha agudizado y puedo sentir, por el tono de sus voces: la esperanza de mi madre cuando me dice al oído que me voy a recuperar, la alegría 152


de Alba, mi mejor amiga, cuando los miércoles puede dormir en el sillón, al lado de mi cama, la confianza de mi hermano cuando me cuenta cómo ha sido su último gol, la pena de mi profesora Carmen por lo que pudo ser su mejor alumna y no fue, el arrepentimiento de mi padre por no haberlo hecho mejor y ,en el fondo de todas esas voces, la melancolía de verme así. Pero

no

han

de

preocuparse,

porque

voy

a

despertarme y voy a aprovechar todas las oportunidades que tenga, demostrando que aquella moto robada fue para mí una salvación. Empiezo a ver la luz…

Azahara Campos Templado

153


EL MUNDO DEL REVÉS Hola, me llamo Namia y os voy a contar algunas cosas de mi mundo para que me conozcáis mejor. En mi mundo una gran mayoría tenemos la piel del mismo color, y no es blanco. En mi mundo tenemos un terreno en el que cultivamos una gran variedad de cereales y alimentos, sin embargo, nos morimos de hambre, prueba de ellos es que más de dos millones de niños fallecieron el pasado año. Aquí también hay minas de oro, platino, diamantes…. pero aún así seguimos siendo pobres. Imposible es ver a alguien con un collar o anillo con una piedra preciosa. Tenemos mucho petróleo, extraído de nuestro suelo e incluso así, seguimos siendo pobres y es poco habitual ver algún vehículo por el lugar. Este es mi mundo al revés: poseedor de riquezas y miserable, cultivador de comida y hambriento. Puede parecer algo imaginario, fantástico... Pero no lo es, existe y se llama África. Continente que ha sido saqueado durante doscientos años para esclavizar a sus habitantes lejos de su tierra. 154


Es un continente que todavía es saqueado por los países desarrollados que se llevan sus riquezas, pero al que le venden algo en grandes cantidades: armas. Aquellas con las que continuar las guerras que están logrando que las personas que no mueren por el hambre lo hagan a manos de éstas. Esto es un mundo al revés dentro de nuestro mundo, ¿cómo podrán salir los africanos de él, de un mundo al que no nos gusta mirar?

Azahara Campos Templado

155


¡MENUDO CAMBIO! Estaba todo escuro, no se veía nada. Me levanté despacio de la cama, me sentí algo raro, diferente, como si estuviese malo o algo me hubiese desaparecido. Busqué por toda la habitación un interruptor para encender las luces y poder ver algo, pero en vez de eso encontré un enorme espejo, me sentí algo confuso ya que ese espejo nunca había estado allí. Al fin encontré el interruptor, pude apreciar que no funcionaba, pero no me preocupó mucho porque poco a poco se iba iluminando la habitación con la luz tenue de la mañana y se veía gran parte de mi habitación. Me acerqué al espejo para mirar mi cara, para comprobar si estaba malo o algo que explicara esa sensación de extrañeza que sentía. Al acercarme al espejo y verme reflejado en él, puse el grito en el cielo. Al escucharlo mis padres vinieron corriendo a mi habitación para ver qué había pasado. Al entrar y verme también gritaron, ellos tampoco podían

156


explicarse y no tenían palabras, ellos tampoco se explicaban por qué era una chica. Estaba confuso, la única explicación para esto era que me hubiesen raptado y hecho un cambio de sexo sin mi consentimiento. AL cabo de un buen rato exclamé: "¡Joder!, pero que buena que estoy...." Antes era un chico con el pelo castaño, ojos azules, y estaba cuadrado y bien dotado, y ahora era una preciosa rubia de ojos azules, muy guapa. Decidí seguir con mi vida pero con el cuerpo de una mujercita de 16 años. Me cambié el nombre de Daniel por el de Sol Alexa del Carmen Azolga Aracelia Esther, ya que era un nombre muy particular.

Jaime Cristóbal Holgado

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Tamara Velarde

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EL TESORO DEL CAPITÁN FLINT Mi vida había cambiado mucho hacía tres meses, desde que mis padres murieron en un accidente de tráfico. Lo estaba pasando fatal. Vivía en mi casa con mis abuelos, pero todo me recordaba a ellos: la cocina, su habitación vacía, el salón, el pasillo… ¡Todo! Y pensar que yo también pude morir... La decisión de quedar con un amigo en el último momento, en vez de ir con ellos al campo fue lo que me salvó, aunque a veces pienso que quizás hubiera sido mejor marcharme con ellos para evitarme el sufrimiento. No me apetecía estar con nadie, ni salir con mis amigos y menos mal que era verano, pues no tenía fuerzas para empezar el colegio. Me pasaba las horas en mi habitación con los juegos y la música, era en esos ratos cuando dejaba por un momento de pensar en ellos. Un día, mientras cenaba en el salón, mis abuelos me dijeron que me iba a ir con mi tía materna de vacaciones a la playa y después viviría con ella. La verdad es que era una buena noticia para mí, ya que no quería volver a pisar mi casa. 159


A mi tía la conocía muy poco, vivía muy lejos y solo la veía algunos días al año, sabía que era muy solitaria y nunca había querido estar con nadie; temía ser una molestia para ella. Me recogió en mi casa y fuimos hasta el aeropuerto. Más tarde me regaló un libro al que no di importancia. Cuando llegamos al apartamento, yo me encerré en mi nueva habitación a jugar a la play. Mi tía me invitaba a ir con ella a la playa, al centro comercial..., pero yo a todo le decía que no, no me apetecía. Un

día,

cuando

fuimos

a

cenar,

la

vi

muy

entusiasmada leyendo el libro que me regaló en el aeropuerto, se titulaba El tesoro del capitán Flint. Hasta entonces no me había dado cuenta del título. A las dos de la madrugada me fui a acostar y ella seguía leyendo. Al día siguiente me levanté sobre las once, no había nadie en casa, me encontré el libro en la mesa del comedor, me picó la curiosidad y me puse a leerlo en la terraza. Al llegar mi tía e interrumpirme me sorprendí, me había leído unas cuarenta páginas y no me había dado ni cuenta. Durante ese rato había estado en otro mundo, sin pensar en nada, 160


me había metido en la historia de lleno y como decía mi tía: ``Me moría de ganas de seguir leyendo´´. Sin darme cuenta, había encontrado otra forma de olvidarlos problemas por un tiempo. Fue entonces cuando comenzó mi afición por la lectura.

Carlos Fernández Ramos

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POR SIEMPRE JAMÁS Me encuentro en un extraño lugar, muy oscuro, en el que no puedo distinguir lo que veo, y lo único que se oye es un silencio, amargo, frío y desolado. Intento comprender qué es lo que ocurre y grito con desesperación y dolor. Parece como si estuviese aislado del resto de la humanidad, como si alguien me hubiese secuestrado y me hubiese encerrado en este tenebroso lugar, o peor, como si estuviese muerto. Súbitamente, la sala donde me encuentro empieza a iluminarse, las paredes son negras, al igual que el suelo y el techo y no logro ver ninguna ventana ni puerta alguna, solo distingo un espejo grande, colocado en el centro de la habitación. Me acerco a él y lo voy observando poco a poco, detenidamente, pero no es mi reflejo lo que proyecta sino el de un niño, de unos seis años de edad, que yace en el suelo de una antigua cocina. El joven está asustado y solo, apenas puede moverse, pues está aterrado. Descubro que tiene heridas en brazos y piernas y que sus ojos, de un momento a otro, van a romper a 162


llorar. Empiezo a recordar que ese muchacho en realidad soy yo cuando tenía seis años. Ahora soy yo el que se echa a llorar. Un hombre enmascarado se acerca al niño, y yo, en ese mismo momento, rompo el espejo en pedazos de un puñetazo, la mano me sangra y hay restos de cristales incrustados en ella. Permanezco inmóvil, de rodillas, con la mano destrozada y un gran tormento en mi cabeza, que me impide levantarme, comunicarme o hacer cualquier otra cosa. Mi alma se encuentra encadenada y encerrada por siempre jamás.

David Flores Román

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ALTRUISMO La vida da muchas vueltas, pero son algunas de ellas las que te hacen valorar todo lo bueno que tienes. Nunca imaginaba que iba a tener que darme cuenta de esta manera, en una situación trágica. Empezaré diciendo que soy un joven bombero. Para continuar admitiré que nunca se me pasó por la cabeza la idea de tener una profesión tan importante y responsable, pero la verdad es que desde pequeño sí tenía una cosa clara, quería una profesión con la que pudiera salvar a gente y ayudar a todas las personas que lo necesitaran. Estaba sentado en el sillón de mi casa junto a mi hermana pequeña cuando vi en la tele la gran catástrofe ocurrida en Haití, ese terremoto de siete grados en la escala de Ritcher, esas más de 120.000 personas muertas, ese país devastado por un fenómeno sísmico. Yo soy una persona católica, muy creyente. Pero en estas ocasionas me pregunto. ¿Cómo es que si Dios existe deja que ocurran estas cosas? ¿Cómo deja a esas familias así? ¿A esas que han trabajado tanto para tener una casa 164


y para poder mantener a sus hijos? ¿Cómo destruye así todos sus sueños? No ya solo los edificios ni las cosas materiales, sino esas miles de personas muertas, esos niños sin familia, solos. ¿Qué culpa tienen ellos? Solo me cabe pensar que Dios no es quien decide esas cosas, que el encargado de esas catástrofes las produce un ser opuesto a Dios, alguien malvado. No podía quedarme sentado en mi sillón. Necesitaba hacer algo, yo no podía sentirme bien conmigo mismo sabiendo que había gente en otro lugar pasándolo tan mal, sin culpa alguna. Hablé con mis padres y mi jefe y en tres días estaba camino de Haití. Mis amigos, familiares y compañeros me apoyaron felices y orgullosos de mi elección. Una vez bajé del avión, todo aquello me sorprendió tanto que no pude evitar emocionarme, pero a los diez minutos ya estaba buscando entre los escombros. Mis ánimos cada día estaban más bajos, llevaba allí ya tres días y solo escombraba cadáveres. Me llenaba de impotencia no poder hacer nada más. El quinto día, 165


después de una decepción tras otra, mi energía creció en unos segundos. Encontramos el cuerpo de un hombre de unos treinta y cinco años de edad, vivo, su estado no era muy saludable, pero estaba vivo, ahora todo estaba en mis manos. Evité ponerme nervioso, ya que aunque llevara ya dos años ejerciendo de bombero, para mí no era nada fácil mantenerme sereno y de una pieza ante esta situación. Más trágico fue el final, pero bueno, por lo menos sé que lo intenté. El médico me dijo que aquel hombre no tenía casi ninguna posibilidad de vivir, que llevaba unos cinco días debajo de unos escombros, sin beber ni comer. Esa explicación no calmo mi sentimiento de culpa. El

día

antes

de

marcharme,

ya

con

pocas

esperanzas, encontré a un joven de mi edad más o menos bajo

unos

escombros,

pudo

hablar

conmigo.

Había

aguantado seis días gracias a que se había derrumbado su casa cuando él se encontraba en la despensa, por lo que pudo alimentarse. Ha sido, es y será la mejor satisfacción de mi vida. Sinceramente, no lo desearía esa desgracia ni a mi mayor enemigo.

Mario Fresneda Trujillo 166


María Jesús Barrantes

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CAMINO DE DESOLACIÓN -Si no tenemos aquí ochocientos mil euros en

veinticuatro horas usted no volverá a ver a su hija con vida. Está avisada, no intente nada raro, la estaremos vigilando...pipipi...Fue todo lo que me dijeron, señor comisario, pero yo no poseo tal cantidad de dinero, ¿qué puedo hacer? - Pues... no tengo todavía nada claro, pero no se preocupe, a su hija no le pasará nada. ¡Chicos, os quiero a todos trabajando! ¡Iglesias, interrogando a esta mujer! ¡Fernández, rastreando su teléfono!, quizás vuelva a llamar. No podemos perder un solo segundo, hay una vida en juego. Les entregué el móvil y después uno de ellos me llevó a una sala. No paró de hacerme preguntas sobre lo ocurrido, pero no había nada más que no hubiera dicho ya. Le

estaba

terminando

de

contar,

cuando

vinieron

rápidamente a por mí diciendo que el secuestrador estaba llamando de nuevo. Mi celular se encontraba enganchado a

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una computadora portátil, pero no pude pensar mucho más, si no cogía el teléfono podría colgar y... no volver a llamar. -¿Sí? - Quiero el dinero mañana, a las 5 a.m en la frontera con Francia. Le recuerdo que no debe hacer ninguna tontería si quiere volver a ver a su hija. Pipipi... Habían rastreado la llamada, así que mandó a todas las patrullas hacia allí. El hombre se encontraba en una cabina situada cerca de la comisaría. Yo salí en el último coche, al principio no les pareció buena idea que yo les acompañara, pero no desistí. Un hombre vestido de negro, tapado con un pasamontañas estaba subiendo apresuradamente a un coche. Alguien le esperaba al volante. Ahí, justo en ese momento,

comenzó

una

peligrosa

persecución.

El

secuestrador se dio cuenta de que estaba siendo perseguido, por lo que dio un fuerte volantazo, provocando que la primera patrulla se estrellara. Cuando creyó que ya no era seguido se dirigió hacia unas naves industriales abandonadas y aparcó donde se 169


encontraban situados otros coches. No iba a ser fácil sacar de ahí a mi hija, pero estaba segura de que todo saldría bien. Aparcamos justamente detrás de la nave, a mí no me dejaron bajar del coche. Durante unos minutos el silencio predominó, pero luego se escuchó un tiroteo y de nuevo la calma pitaba en mis oídos. No sabía qué hacer, cuando miré a mi derecha observé que uno de ellos había dejado el arma reglamentaria allí, en el asiento, así que la cogí y salí rápido sin pensarlo dos veces. Pude observar desde un agujero de bala realizado en la puerta que casi todos estaban muertos, buenos y malos, excepto el hombre de la cabina, que se encontraba apuntando a mi hija con una pistola. Me decidí a disparar cuando alguien me agarró, forcejeé, pero no conseguí escapar. La Vanguardia: “Madre, hija y cuatro patrullas

mueren tras una truculenta operación de secuestro en unas naves abandonadas situadas en la frontera francesa”.

Mario Fresneda Trujillo 170


Analía Valentín

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POR FIN CARA A CARA Aquel hermoso día de junio encaminó el resto de mi vida. Me despertó la melosa música que emitía el que era por entonces mi nuevo despertador, y la enorme ventana de mi habitación dio paso a los fogosos y hermosos rayos de sol. Me levanté de un salto y rápidamente me dirigí hacia las enormes y robustas puertas de mi armario. Las abrí de par en par y retiré de su interior mi nuevo traje adquirido para la ocasión. Seguro

que

en

estos

momentos

se

estarán

preguntando cuál era esa ocasión, pues había quedado para comer con mi hermana de la que desde que yo tenía seis años de edad y después de la muerte de nuestros padres en un monstruoso accidente de tráfico, de ser separadas duramente de nuestra familia y dirigidos a distintos orfanatos, no había sabido nada. Habíamos quedado en el restaurante situado al final de la calle, un establecimiento elegante para una ocasión especial. Eran las doce y media de una mañana de sábado y no me acordé ni de parar a desayunar, cosa a la que le 172


dedicaba bastante tiempo durante las vacaciones. Después de coger mi elegante atuendo, me dirigí velozmente hacia el cuarto de baño, me duché, me peiné, me afeité. El reloj marcaba la una y diez y mi hermana estaría llegando a nuestro punto de encuentro. Así que cogí el abrigo y me dirigí apresuradamente hacia allí. Fuera hacía un día espléndido, estaba seguro de que esta fecha no la iba a olvidar con facilidad. Llegué a mi destino, y desde la ventana pude observar que se encontraba sentada en una pequeña mesa situada al fondo del restaurante, pues sus facciones le delataban. La viva imagen de mi madre. Cuando me vio entrar por la puerta su mirada rebosó alegría y felicidad, me dirigí hacia ella y le di un abrazo, un achuchó en el que me hubiera perdido para siempre. Comenzamos a almorzar y a hablar. Más tarde me comentó que había encontrado trabajo en la ciudad y yo le ofrecí mi casa, lo que más deseaba en el mundo era recuperar el tiempo perdido.

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Desde aquel día cambió totalmente el transcurso de mi vida. Mi hermana me ayudó y acompañó en todo lo que fue posible. Hoy cuento esto aquí, subido al atril de una gran capilla el día de la boda de mi hermana. Espero que este vínculo que nos une no se rompa jamás.

Mario Fresneda Trujillo

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Marta Zambrano

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PRIMER CAPÍTULO DE MI NOVELA No sé cuanto tiempo llevo aquí, en este mugriento y oscuro sótano, pero no hay hora, minuto o segundo que pase en el que no me acuerde de ella. Aún recuerdo la última vez que la vi, allí sentada, en el mismo bando donde nos vimos por primera vez, llorando y diciéndome que ya no me quería, que se había enamorado de Jorge, mi mejor amigo, y que no la volviese a buscar. Al principio, preso de la desesperación, le dije que no la creía, que sabía que ella me seguía amando y que no la dejaría marchar jamás. Aun así, se levantó, y la perdí de vista entre el tumulto de gente que había en la plaza. Muchas cosas han pasado desde ese último instante juntos, pero mejor será contarlo todo desde el principio, antes incluso de conocer a Elena. Corría el año 1930 cuando llegué a París, tras la muerte de mis padres. Por aquel entonces, yo era un simple muchacho sin pasado, que lo único que buscaba en esta vida era ganarse el poco dinero que necesitaba alguien de tan solo dieciséis años de edad. 176


Nada más llegar, mis pasos me condujeron hasta el barrio de Montmartre, en el cual, tal y como me había dicho un hombre al que conocí en el tren, conseguir trabajo era tarea fácil. Con esa esperanza, me dispuse a ofrecer mis cualidades como ayudante en todas las tiendas en que requerían uno. Era cierto que el trabajo abundaba en esa parte de la ciudad, pero, por supuesto, nadie quería tener como empleado a un chico escuálido como yo. Habiendo recorrido todas las calles de punta a punta, con la convicción de que pasar un minuto más allí sería una pérdida de tiempo, me apresuré a bajar la colina cuando, de repente, un hombre menudo y con barba salió de lo que parecía ser una carpintería y me ofreció su ayuda.(...)

Celia García González

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Ignacio Mu単oz

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ADIÓS Julia se encontraba yaciendo al lado de su amante, disfrutando de cada encuentro furtivo que se les presentaba, cuando de repente oyeron crujidos de la madera bajo los pasos de una persona. Sobresaltada, Julia se levantó y decidió averiguar de quién se trataba, pero Daniel la detuvo, se vistió y salió al pasillo. Todo sucedió muy deprisa y lo único que Julia pudo recordar fue a su padre arrastrándola hacia la calle y alejándola de su amado, tendido en el suelo del salón con los labios ensangrentados. A causa de lo acontecido, Julia fue encerrada bajo llave en su habitación, sin ningún contacto con el exterior. Su padre, que estaba lleno de ira, no le dirigía la palabra, es más, la trataba como un trapo viejo. Sin embargo, ella intentó ponerse en contacto con su amado mediante una carta que Celia, una sirvienta, le entregaría a Daniel. Varios días después, Celia le entregó un pequeño sobre, que leyó cuando se quedó a solas. La respuesta de Daniel fue la más dolorosa de su vida, tanto, 179


que no lo pudo soportar. Por eso decidió alejarse de aquella ciudad en la que siempre había vivido. Hizo las maletas y sin decir nada a nadie, aprovechando la oscuridad de la noche, se lanzó a la calle, dispuesta a coger un tren para marcharse, y decir un adiós definitivo a Daniel, el único amor de su vida.

Olga Gómez Llanos

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INCONSCIENTES

2 de mayo de 1990.

Mi pensamiento se reflejaba en una farola, una sola mancha de sangre se podía ver en mi mente. Desde un principio no sabía qué había pasado, pero no tenía que ser nada bueno. No movía la vista de aquella pequeña mancha que había en la farola, tampoco podía moverme, sentía que mi cuerpo quería temblar pero no era capaz. Mi pequeña mente no dejaba de pensar en los llantos que mi bebé emitía y no podía hacer nada. El tiempo que transcurría se me hacía eterno, cuando de pronto, comencé a escuchar sirenas. Un policía se adentró en el coche donde me encontraba. Sentí cómo me agitaba y me gritaba, fue entonces cuando pude ver que había tenido un accidente de coche. Vi a mi hija llorar, pero mis esfuerzos por ayudarla fueron en vano. Fue

entonces

cuando

la

sacaron

del

coche,

destrozada por el impacto, pero yo me quedé allí .Supe que había muerto y que no volvería a ver a mi hija nunca más. 181


Tras pasar los años, una chica de 14 años escribía al periódico: "Mi nombre es Ana y quiero contaros mi

historia. Cuando yo apenas tenía 15 días de edad, un coche se estrelló contra el mío, por lo visto fueron unos borrachos que aún están sueltos. Lo peor de todo fue que mataron a mi madre. Lo único que quiero demostrar con esto es que si conduces bajo los efectos del alcohol no solo puedes hacerte daño a ti mismo, sino que puedes destrozarle la vida a gente inocente que no se lo merece. Hace dos días los policías que llevaban el caso encontraron a estos hombres, pero habían muerto en un accidente de coche. Iban como la otra vez y se volvieron a estrellar, aunque en esta ocasión no tuvieron tanta suerte. 17de mayo de 2004.” Alejandra Gómez Reyes

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DESCANSO ETERNO Estaba yo durmiendo, después de una dura y larga jornada de trabajo, cuando estaba casi consiguiéndolo empecé a oír ruidos que me desvelaron, eran los sonidos procedentes de la discoteca de mi barrio. Se escuchaba a toda la gente hablar y pegar gritos, era una cosa que no se podía soportar. Conseguí mi objetivo, que era dormirme, pero a las cuatro de la madrugada, más o menos, empecé a escuchar las sirenas de la policía local y unos tiroteos .Pensé que aquella noche no iba a llegar a su fin, no me iban a dejar descansar. Bueno, todo este ruido se acabó a las seis, pero media hora más tarde empezaron los barrenderos con su maquinaria a realizar su trabajo y los camiones a limpiar los contenedores .Solo me quedaba media hora para dormir y para colmo, el perro de la anciana de arriba comenzó su ladrido diario, que nunca faltaba. Me dije, esto tiene que terminar, tengo que dormir.

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Y me suicidé, sí, sí, me tiré por el balcón porque estaba desbordado por las circunstancias. Ahora, aquí en el cementerio, dormiré bastante mejor.

Jesús González Berrocal

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EL MUNDO DEL REVÉS Erase una vez un niño llamado María que tenía sesenta años. Vivía en Cádiz con sus tres padres de cuatro, cinco y siete años respectivamente. Un día, María se levantó tarde, sobre las once de la noche y antes de dormirse empezó a darle vueltas a su cabeza y se dio cuenta de que su muerte era una monotonía, porque todos los días hacía lo mismo: llevaba siempre a sus padres a la guardería, iba al instituto para ganar el pan de cada hora… Hasta que un día él, María, iba a por sus padres a la guardería en el triciclo y se encontró con Luis, una niña, con la que más antes se divorció con ella, Fueron infelices y bebieron perdices.

Abel González Margallo

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UN “TEQUIERO” Nunca olvidaré ese momento especial en el que tú y yo dejamos de vernos para siempre. Fue el momento más triste y al mismo tiempo el más bonito que he llegado a tener hasta ahora. Me acuerdo de esos momentos en los que tú y yo pasábamos las horas tumbados sobre la arena de aquella playa de Málaga en la que nos conocimos. Si no hubiera sido por ti, mis vacaciones hubiesen sido aburridísimas. Por eso, aquel día 7 de julio del año 1984 a las diez y treinta de la mañana me levanté de la cama de aquel hotel de cuatro estrellas, me duché y me fui corriendo a avisarte para darte lo buenos días, pero en el momento en el que llamé a la puerta de tu habitación y nadie me abría, pensé que estarías desayunando. Cuando iba en dirección al comedor, te encontré dirigiéndote a la puerta de salida con una maleta. Te grité y tú te paraste, te diste la vuelta y te acercaste a mí. Me dijiste que tus vacaciones se te acababan, y que pronto volverías, diciéndome adiós con un “te quiero”.

Sergio Granado Timón 186


IMAGEN ONÍRICA Cuando entro en el cuarto, está oscuro. Voy palpando todo a mi alrededor, pero no toco nada hasta que de repente tanteo un objeto frío y liso. Pienso que pueden ser muchas cosas: una ventana tapada, un espejo... Poco a poco la habitación se va iluminado y me doy cuenta de que efectivamente es un espejo en el que aparece alguien reflejado, me imagino que soy yo, pero estoy equivocado. Es una chica un poco más alta que yo. Tiene el pelo entre rubio y moreno, sus ojos son de color marrón, su nariz es igual que una mandarina, sus labios son de un amarillo huevo, su lengua es azul como la de un chou-chou, sus brazos son como dos salchichas de un color morado, su cuerpo no es nada estilizado y tiene un color rojo, sus piernas son como dos palos de piruletas, pero el color es algo sorprendente, es como de un blanco roto y sus zapatos son unas bailarinas verde pistacho. Alrededor de ella hay unas cosas un poco extrañas. Tienen todos los colores de su cuerpo, y el paisaje está

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lleno de frutas, gominolas, frutos secos e incluso hay perros y gatos jugando. Poco a poco la habitaciĂłn se estĂĄ poniendo oscura y la imagen del espejo se va borrando. Cuando salgo de ella todo vuelve a la normalidad, como si todo hubiera sido un sueĂąo.

Alba Heras Cortijo

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LUCHA ÉLFICA Reneé era una elfa que vivía en el bosque Laudru. Como cualquier elfo, lo tenía todo. Todo menos el amor. Durante décadas había tenido muchos pretendientes pero los había rechazado a todos porque sólo le interesaba Arfos, un elfo con grandes poderes y una sabiduría ancestral, pero este no le correspondía porque estaba casado con Meria, la guardiana del bosque. Reneé decidió pedirle ayuda a su hermano, que era un buen hechicero, para que le enseñara a usar los seis elementos, y así poder combatir con Meria. Se entrenó durante tres décadas y, al igual que su hermano, aprendió a dominar todos los poderes. La elfa se presentó contra la guardiana del bosque y la desafió a una lucha, como decía el libro rojo (el libro sagrado de los elfos). Según el artículo tres del manuscrito todo elfo puede desafiar a muerte a otro si tiene un buen motivo. Los sacerdotes del bosque revisaron la oferta y después de tres días de reuniones aceptaron la propuesta. 189


La batalla se celebró en el coliseo élfico, ante todo guerrero. La lucha comenzó con Meria al ataque pero Reneé se defendió sin ningún problema. La pelea se prolongó durante horas, hasta que llegaron a tal grado de agotamiento que un golpe fuerte acabaría con la otra. Reneé consiguió reunir el poder de todos elementos y acabar con Meria sin contemplación. La elfa se sintió dichosa al poder casarse con Arfos, pero este no. Después de un milenio juntos el elfo acabó enamorándose de ella, convirtiéndose en la pareja más envidiada de todo el reino élfico.

Ismael Jiménez Cristóbal

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CADA PIEZA EN SU SITIO Miré hacia arriba, miré hacia abajo, a la derecha y a la izquierda, pero siempre se veía oscuridad, daba lo mismo donde fijase la mirada porque siempre era lo mismo, la oscuridad lo envolvía todo. “Estoy demasiado despierto para que esto sea una pesadilla” me dije a mí mismo. No sabía dónde me encontraba, me daba un poco de miedo ya que todo estaba en silencio. Con un gran esfuerzo me incorporé y me puse de pie, avancé un par de pasos, extendí mis brazos y palpé con mis manos hasta tocar una textura suave y lisa. No estaba seguro de lo que era y con mucha precaución retiré mis manos de aquella cosa, retrocedí sobre mis pasos y revisé mis bolsillos en busca de alguna cerilla que me ayudara a descubrir dónde estaba. Sin embargo, mi búsqueda fue en vano. Al cabo de unos minutos comencé a tranquilizarme pensando que alguien, con un pésimo sentido del humor, me estaba gastando una broma absurda. Después de un rato empecé a ver pequeñas formas, no sabía si estaba 191


volviendo la luz o mis ojos se habían empezado a acostumbrar a aquella oscuridad. Distinguí un espejo que es el que había tocado antes, me acerqué a él y me horroricé por lo que vi en él. Pude observarme a mí mismo, aunque estaba algo cambiado, en mis ojos que eran azules oscuros se expresaba una confianza y seguridad que yo nunca he tenido. Mis labios se movieron y dije algo que no tenía pensado decir: “si tuviera que poner orden en el desorden en el que estoy, no estoy seguro por dónde empezar”. Al cabo de unos segundos, en el cristal del espejo se empezaron a ver letras de color verde-azulado en las que yo podía leer lo siguiente: ¿Quién dijo que era tan

difícil devolver las piezas a su sitio?

Roberto Javier León Molano

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LOCOS Una vez existió un jinete que vivía en la famosa Ciudad de los Locos, en la que, como bien dice su nombre, estaba habitada por locos. Este jinete vivía en una guarida oscura y llena de animales. Nuestro protagonista tenía la particularidad de no querer montar en caballo, ya que prefería montar en una cebra blanca y rosa, porque pensaba que los caballos eran para las personas mayores y las cebras rosas para los jóvenes. Un día decidió ir a dar un paseo en su cebra al pueblo más cercano. Al llegar, los habitantes lo miraban raro y él no comprendía qué era lo que estaba haciendo mal. Muchas personas de la aldea comenzaron a hacerle fotos, porque no era habitual lo que estaban viendo. Horas más tarde regresó a su ciudad, y al llegar se fue a su guarida y comenzó a hablar con sus animales contándoles lo sucedido aquella tarde. El jinete pensaba que los locos eran los habitantes de aquel extraño pueblo. Los días pasaron rápidamente y el jinete ya había olvidado todo. Salió de su guarida dispuesto a ir a visitar a 193


su madre, pero por el camino se encontró con una chica que tenía el pelo azul, montaba en un burro verde y tenía un conejo colgando de su espalda, por lo que decidió presentarse para así poderla conocer. Le preguntó cómo se llamaba, dónde vivía y muchas cosas más. Ella le respondió a todo con una sonrisa en la cara y le relató su propia experiencia en el pueblo que nuestro protagonista había visitado anteriormente. Cuando terminó, el jinete le explicó que a él le había pasado lo mismo. Años más tarde, los dos vivían juntos el la guarida, ya que ahora tenían más espacio, pues habían decidido enviar a todos los animales que en ésta habitaban a la antigua vivienda de la chica y todas las semanas iban a visitarlos.

Melisa Sol Lezcano Acosta

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ACCIDENTAL Soy un hombre de 24 años, cuando era niño me sucedió un extraño suceso, os voy a contar mi historia. Desde muy pequeño no tengo familia, cuando íbamos todos de vacaciones a Hawai, el avión se estrelló y murieron todos excepto yo. A veces me pregunto por qué, ¿por qué fui el único que sobreviví? ¿Por qué no me llevaron con ellos? Tuve que empezar a valerme por mí solo, maduré demasiado pronto, a veces pienso que no disfruté de mi niñez, que me salté esta etapa. No os creáis que olvidarse de tus propios padres y aceptar que no volverás a verlos es fácil, porque no lo es. Mi madre estuvo siempre a mi lado, fue ella la que me educó y me ayudó en todo momento. Mi padre siempre estaba de viaje de empresa, era el director de una importante sucursal. Hasta aquí todo puede parecer normal. Al cumplir 20 años, estaba con mis amigos de fiesta en mi casa, cuando un par de policías llamaron a la puerta. Pensé que los vecinos habían llamado por el gran 195


alboroto que teníamos formado, pero para mi desgracia, no fue así. Me contaron que mi padre no había sido un simple hombre de negocios, que hasta el día de su muerte fue el jefe de una banda terrorista. Me contaron que mi padre no tuvo la culpa de ningún atentado, que se iba a entregar, de ahí el accidente tan misterioso. Ahora comprendo por qué mi padre no estuvo conmigo, por qué esos viajes, porqué ese estrés...Lo que no entiendo ni lograré entender es por qué no pudo intentar cuidarme y darme la figura paterna que tanto me hizo falta, y poderme evitar haber estado pensando toda mi vida que mi padre no me quería.

José Enrique Murcia Calle

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LOS DELINCUENTES En aquel momento, Nick, un policía con experiencia, estaba a punto de infiltrarse en una de las bandas más peligrosas de la ciudad en los “Seventy Sixhers”. Esta organización había matado a su hermano hacía dos meses. Después de pasar unas pruebas y un pequeño ritual lo iba a conseguir. Aparecieron entonces dos hombres en un “Hummer” negro y con los cristales tintados. El primero era alto, fuerte, grande y negro, era guardaespaldas El otro que apareció detrás de aquel “gorila” era el jefe. Dio un pequeño discurso de cómo actuaba la banda y mandó a dos chavales de poco más de veinte años a atracar una tienda y Nick y Jass, el compañero, a vender droga. Después de hacerlo fueron ala casa de KJ9 a darle el dinero, y Nick hizo unas preguntas sobre la muerte de su hermano. Sacó muy poco en claro, ya que sus respuestas habían sido muy evasivas. Consiguió saber quién lo había matado, un tal Trick. Un asiático fuerte y con muy malas

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pulgas. En los Seventy Sixher esa información no servía de nada. Se apartó del caso un par de meses, donde hizo caer a varios cabecillas de la banda en manos de la policía. Un buen día Jass consiguió saber quién era Trick y por dónde se movía. Antes de ir a buscarle tenían que enfrentarse con los pincharratas. En el enfrentamiento los dos lo pasaron muy mal ya que, les estaban rodeando. Cuando Nick vio un bidón de gasolina pudo disparar. Con la explosión deshicieron el cerco y huyeron en una moto matando a dos hombres más. Más tarde los dos retaron a Trick a un duelo por pareja. Serían Jass y Nick contra rick y Brown. Quedaron a las seis en un edificio abandonado e irían armados, con pistola y navajas. Llegaron a la hora, cuando sonó un tiro se pusieron a cubierto y en una de los disparos Jass hirió a Brown dejándolo fuera de combate. Acto seguido Trick atacó a Jass violentamente. Quedaron sólo ellos dos, comenzaron a pelearse. Nick iba 198


ganando hasta que Trick cogió su pistola y apuntó a Nick. Sin embargo, este fue más rápido y le lanzó la navaja que clavo en el corazón a Trick que cayó sin vida. Por fin su hermano había sido vengado.

Sergio Pérez Guijarro

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TEMBLORES Hace pocos minutos se ha registrado un terremoto en Haití con escala siete. Muchas zonas han sido afectadas, incluyendo República Dominica, Cuba y Jamaica. Ha habido varios supervivientes entre los escombros. Esto fue lo que anunciaron los medios de comunicación. Una persona de las que sobrevivió ha contado detalladamente cómo se sintió cuando el suelo comenzó a moverse:

Iba tranquilamente paseando por la calle cuando de repente el suelo empezó a temblar. No sabía qué hacer, estaba aterrorizado, tenía mucho miedo, nunca me había sentido así. Fui corriendo hacía todos lados como la mayoría

de

la

gente,

pero

recapacité,

tenía

que

protegerme rápido. Todo se estaba derrumbando y al cabo de unas horas quedé completamente enterrado a unos metros de profundidad. Durante los días que estuve ahí debajo logré alimentarme con la comida que cayó de un supermercado cercano a mi posición. Poco a poco, fui escarbando y quitando piedras y escombros a mi alrededor. Todo esto era agotador, estaba a punto de 200


rendirme, pero con el último esfuerzo que hice conseguí ver la luz de la superficie. Después de esto, subió rápidamente mi autoestima y logré salir de todo aquello. Ya fuera, los equipos de salvamento me vieron y me llevaron al hospital en camilla por precaución. Debo decir, que todo esto seguramente se hubiera podido evitar si, como dicen, no hubieran estado haciendo pruebas nucleares cerca de allí.

Francisco Javier Reyes Mangas

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HACIA ADELANTE El año mil novecientos noventa y tres fue el año más doloroso de mi vida. Mis padres me dijeron adiós de una forma muy trágica, ambos fallecieron en un accidente de tráfico. Desde aquel año mi hermana y yo nos fuimos a vivir al pueblo con mis abuelos. Yo tan solo tenía cinco añitos, pero por muy pequeño que pareciese me había dado cuenta absolutamente de todo. Mi abuela me mimaba mucho, pero nunca iba a reemplazar el puesto de mi madre. Los echaba mucho de menos, mi hermana Sandra también había sufrido mucho, ya que era diez años mayor que yo. Ella se había enterado de todo, pero de una forma peor que la mía. Sandra iba en el coche del accidente, se hizo heridas de menor importancia. Años más tarde mi abuelo murió de cáncer de colon. Mi abuela, Sandra y yo lo pasamos muy mal. Del pueblo nos fuimos a vivir a la ciudad, en la que habitaban todos mis tíos. Allí las tres nos alojamos con mi tía, la hermana soltera de mi madre. Ella era la que nos

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cuidaba y nos daba de comer, en esos momentos tan duros sin ella no podíamos haber hecho nada. A los cinco años de la muerte de mi abuelo falleció mi abuela de un infarto al corazón. Mi hermana ya estaba trabajando y yo iba a empezar a estudiar la carrera de arquitectura técnica. Al principio lo llevamos muy mal, pero cuando

fue

transcurriendo

el

tiempo

nos

fuimos

recuperando. Pasaron cuatro años, yo terminé la carrera y me fui a Estados Unidos a hacer un máster, allí encontré un trabajo y me quedé para siempre. Sandra siguió trabajando en Madrid y mi tía vivía con mi hermana. Así seguimos para adelante y sin más desgracias.

Esther Rosado Barbancho

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EL DESASTRE Cuando todo comenzó a temblar pensé que no saldría de allí con vida. Así que agarré a mi hija y salté como pude por la ventana (no fue muy complicado, ya que vivíamos en un bajo). Tenía la esperanza de que mi marido hiciese lo mismo con el bebé, no obstante, no pude averiguarlo en ese momento. Eché a correr con la pequeña Claudia entre mis brazos. Cada vez se hacían ver más muertos a los que tenía que ir esquivando, saltando entre los escombros. El tiempo se me hacía eterno, solo pensaba en salir de allí con la niña. Me refugié como pude y después de un largo período de tiempo, el infernal temblor cesó. Al momento empezaron a llegar bomberos, policías y miembros del ejército para ayudar a los que vivían o nos hospedábamos en esa población despoblada. Iba apareciendo, poco a poco, más gente enterrada entre los destrozos... o que habían podido huir a tiempo y en ese momento volvían para pedir ayuda y buscar a 204


familiares o amigos. Entre tanto, mi esposo y mi hijo seguían sin dar señales de vida. Salí corriendo al lugar donde horas antes había sido mi lugar de vacaciones, y pude ver los dos cuerpos yacentes de los que hasta entonces eran mi familia. Ahora hemos llegado a España, cada vez que veo las noticias se me ponen los vellos de punta y vuelven a manifestarse

en

mi

mente

aquellas

escalofriantes

imágenes del peor día de toda mi vida. Por un lado, me siento afortunada por haber sobrevivido y llegar de vuelta a mi país. Pero, por otro siento mucha tristeza y agonía por aquellos que murieron, entre tantos mi marido y mi pequeño e inofensivo Marquitos, y compasión por los niños que han quedado huérfanos, por las familias agonizadas y esas personas que se han quedado solas.

Carmen Sánchez Corrales

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CASO CERRADO Hacía días que no podía dormir tranquilo, ese caso me atormentaba. Las malas lenguas comenzaban a criticar mi trabajo, comentaban que el mejor detective de la ciudad estaba acabado. Se decía que, tras varios meses de investigación, no conseguiría arrestar al asesino de Elisa y de Javier, su mejor amigo y mucho menos descubriría las causas del suicidio de Marcos, su novio. Según los testimonios obtenidos, Elisa pretendía romper su noviazgo con Marcos por Javier, con el que mantenía una relación secreta. Mi primera hipótesis fue que Marcos estaba enterado de todo, por lo que les quitó la vida y, arrepentido, se suicidó. Pero había algo en aquella teoría que no encajaba. La mañana de la muerte de Elisa, Marcos fue visto por varios testigos en su trabajo, lo que le exculpaba de haber cometido el crimen. Decidí

inspeccionar

la

casa

donde

se

había

encontrado el cadáver de la chica, en búsqueda de alguna prueba pasada por alto en mi anterior revisión, la única esperanza que me quedaba para la resolución del caso. 206


Tras varias horas de búsqueda hallé oculto, entre los libros del escritorio, el móvil de Marcos. En la lista de mensajes recibidos leí dos que me llamaron la atención. El primero decía: “el trabajo está hecho” y el segundo: “la he matado, ha sido por tu culpa”. Lo más sorprendente de todo, era que estos mensajes habían sido enviados por el padre de Elisa. Avisé a la policía, que se dirigió rápidamente a la detención del asesino. Por fin pude encajar todas las piezas del rompecabezas. El padre de Elisa no estaba de acuerdo con la relación que Javier tenía con su hija, por lo que le mató, pero fue descubierto por Elisa y no tuvo más remedio que matarla también a ella, para no ser delatado. Más tarde hizo recaer todas las culpas sobre Marcos, con el que había planeado el asesinato de Javier, lo que le llevó al suicidio. Por fin he podido concluir este caso que tantos quebraderos

de

cabeza

me

ha

proporcionado,

he

conseguido volver a ganarme el respeto de todos aquellos que dudaron de mí, y lo más importante, he logrado que la 207


familia y amigos de Elisa sepan qu茅 fue lo que realmente ocurri贸, y que el culpable de ello est茅 en prisi贸n.

Araceli Vega Magro

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Sergio Rubio 209


FOTOGRAFÍAS Un día, volviendo del trabajo, encontré un sobre tirado en el suelo, lo agarré extrañada y, al observar que no tenía remitente ni destinatario lo abrí. Dentro había un taco de fotos, a juzgar por el tamaño del montón, parecían los recuerdos de toda una vida. Lo guardé en el bolso y continué mi camino; en casa buscaría en las fotografías a algún conocido, y en caso de no encontrarlo, entregaría el sobre a la policía. Al llegar me tumbé agotada en el sofá, saqué del bolso las fotografías y les eché un primer vistazo, en el que no logré reconocer a nadie. Supuse que el propietario de estas sería el joven de pelo rubio que aparecía en la mayoría de ellas. La primera imagen mostraba la celebración del cumpleaños de este, estaba rodeado de amigos, todos ellos parecían estar pasándoselo en grande. En otra, aparecía el joven con una hermosa chica, agarrados de la mano, se veían felices y enamorados.

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Me sentí incómoda, era como estar invadiendo la intimidad de un completo desconocido, por lo que decidí guardarlas de nuevo. Entonces vi que en el sobre una foto había pasado desapercibida, la saqué y me quedé sorprendida al ver que con el muchacho del pelo rubio se encontraba mi vecino. Llamé a su puerta y me abrió con una sonrisa, le conté todo lo relacionado con el sobre y este me dio las gracias. Me explicó que el muchacho de las fotografías era un viejo amigo suyo llamado Julián y que le devolvería las fotos al día siguiente, pues habían quedado para tomar un café. Me sentí feliz, había conseguido que las fotos volvieran a su dueño y ahora Julián podría volver a disfrutar de todos sus recuerdos.

Araceli Vega Magro

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RocĂ­o Higuero

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EL ALMA El alma es un bello lugar, situado en el interior de cada persona. Es complicado acceder a ella, pues esto sólo se consigue buscando en lo más hondo de uno mismo. Cuando

logramos

adentrarnos,

nos

sentimos

como

exploradores en una pequeña isla cubierta de frondosos árboles y con una alta montaña en el centro. La playa de la isla pertenece a la parte del alma correspondiente al amor. Posee una arena fina y suave al tacto, un agua fría y cristalina y unas grandes rocas que pueden

resultar

peligrosas.

Sobre

la

playa,

permanentemente, se puede observar una hermosa puesta de sol, que tiñe las aguas de un intenso color rojizo. Si continuamos nuestro camino, y decidimos subir la montaña, podemos escuchar el susurro de un río, también nos encontraremos con numerosas ramas que caen de los altos árboles y dificultan el paso. Cuando conseguimos librarnos de ellas llegamos a una enorme llanura, donde observamos una bellísima cascada rodeada de flores, un lugar donde podemos sentirnos tranquilos y seguros, la 213


parte

del

alma

que

corresponde

a

la

amistad.

Seguimos ascendiendo por la montaña y conseguimos llegar a la cima. Allí descubrimos el cráter de un volcán, la temperatura es elevada y se puede apreciar cómo pequeñas burbujas de lava suben lentamente. Esta zona del alma pertenece al odio, un volcán en peligro de erupción. Nuestro recorrido ya ha finalizado, pero todavía quedan territorios inexplorados que albergan partes del alma aún desconocidas, a las que sólo un buen explorador consigue llegar.

Araceli Vega Magro

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