Violencia contra las mujeres

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Los datos sobre la violencia contra las mujeres constatan que el problema persiste entre las nuevas generaciones

Dicen los expertos que cualquiera puede sufrir violencia sexista. Que da igual el nivel social, de estudios, la religión o la procedencia. Tampoco importa la edad. Las agresiones, fundamentadas en valores y en una educación que discrimina a hombres y mujeres, conductas más propias del pasado, siguen calando en los jóvenes. Ahí están los datos. La Ertzaintza contabilizó el año pasado 1.288 agresiones contra mujeres de entre 18 y 30 años, el 35% del total. Igual porcentaje se ha registrado en el primer semestre de 2010, según el Departamento de Interior. "Lo llamativo es que con la concienciación social que hoy en día existe, con el rechazo, las campañas de prevención... esas conductas se mantengan", afirma Enrique Echeburúa, catedrático de Psicología Clínica de la UPV y experto en violencia contra la mujer. "Estamos en la buena dirección, pero otra cosa es que los cambios tarden en consolidarse. El problema es que mujeres en edades jóvenes no interpretan ciertas señales. Por ejemplo, asocian una conducta de celos como un exceso de amor", añade. Si los datos son menos llamativos, las conclusiones de algunos estudios resultan escalofriantes. El informe de Emakunde Adolescentes en Euskadi, publicado en 2009, concluye que el 69,7% de los encuestados encuentra normal "sentir celos cuando se está enamorado" y un 36,3% de las chicas se muestra de acuerdo en "mirar el móvil de tu pareja si piensa que te está poniendo los cuernos". Otro estudio elaborado por el Ministerio de Igualdad y la Universidad Complutense de Madrid, en colaboración con todas las comunidades autónomas, y publicado el pasado julio, abunda en la misma idea. El informe recoge, entre otros datos, que un 30,7% de los chicos encuestados considera que "decirle que no vale nada" a su pareja no es maltrato, otro 22,8% opina en el mismo sentido respecto a "hacerle sentir miedo" y un 35% en "controlar todo lo que hace". Estos aspectos se encuadran en el concepto de micromaltrato, aquellas conductas que sin llegar a suponer una violencia física, sí lo son desde el punto de vista psicológico. "El problema", apunta María Silvestre, directora de Emakunde, "es que muchas jóvenes no son conscientes de que esto suponga una agresión, ni muchos de ellos". También hacen referencia los expertos a un "espejismo de igualdad". "Entre los más jóvenes ha calado la idea de que somos iguales y no perciben el problema. Piensan que es una cosa de sus padres y que ya está superado", explica Mónica Ibáñez, asesora de la Dirección de Atención a las Víctimas de la Violencia de Género del Gobierno vasco. Y si las diferencias de acceso a un puesto de trabajo entre un hombre y una mujer disminuyen, la gran diferencia de roles se sigue produciendo entre las paredes del hogar. "Los valores igualitarios no se han asimilado en la convivencia más íntima. La mujer sigue cargando con la mayoría de las tareas domésticas. Y los jóvenes siguen viendo en sus padres y abuelos unos comportamientos que inciden en relaciones asimétricas", apunta el catedrático de la UPV. "No es que las mujeres tengamos la culpa porque no sabemos delegar y los hombres la tengan porque no se quieren corresponsabilizar. La culpa es de la sociedad en su conjunto, de nuestro patrimonio cultural y de los estereotipos sexistas que hemos aprendido", apostilla María Silvestre. La educación de los más jóvenes constituye por tanto el empujón necesario para desterrar las conductas sexistas hacia las mujeres. "Hay que luchar contra la violencia de género, no me refiero sólo al bofetón, a la paliza, también contra los insultos, las frases despectivas", enumera esta estudiante de Ingeniería Química que insiste en apuntar que habla en nombre de todas sus compañeras. "Influye la educación que le das a tu hijo, porque nunca se les deja elegir, sino que en función de su sexo les enseñamos de una forma u otra", añade la joven, quien recoge ideas expresadas por Echeburúa o Silvestre, "Estamos acostumbrados al machismo y lo sufrimos sin darnos cuenta".

Inés P. Chávarri . 25 NOV 2010


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