PAUTAS BÁSICAS PARA ESCRIBIR UN RELATO CORTO
Dice Marina Mayoral que " la novela es como un veneno lento y el cuento, como un navajazo"; he aquí la primera característica de un relato: debe dar una visión concisa, profunda, e intensa de la realidad; más aun si se trata de un relato corto o un microrrelato. Horacio Quiroga, autor de excelentes cuentos, aconseja: "No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adonde vas. En un cuento bien logrado las tres primeras palabras tienen casi la misma importancia que las tres últimas". En el relato, todos los elementos deben estar interrelacionados de principio a fin para que consigan su objetivo: atraer la atención del lector. En cualquier tipo de relato, es importante planificar y seleccionar todos los elementos narrativos (historia, personajes, situaciones, tiempo...) para obtener el máximo rendimiento, renunciando a todo lo accesorio. Así, para describir el aspecto, el comportamiento o la actuación de los personajes es conveniente seleccionar rasgos significativos, que sugieran, que transmitan al lector incluso lo que no se dice. Recurramos a un ejemplo de Manuel Rivas: "María da Visitaçao había llegado hacía poco de una isla del Atlántico africano. Sin papeles. Como quien dice, se la habían vendido a Manila" (El lápiz del carpintero). No es necesario que el autor dé más detalles sobre el país de origen y la raza del personaje, ni acerca del ambiente en el que se ve obligada a vivir la mujer. Tampoco tiene que insistir el escritor sobre su desamparo. Se sugiere mucho más de lo que se dice. Una vez planificados los elementos del relato, pasemos a estructurarlo. Lo mejor es seguir la estructura clásica (planteamiento, nudo y desenlace) o, en el caso de dominar mejor la narración, recurrir a otras técnicas (flash back, in media res...) No olvidemos que un elemento fundamental de la narración es la coherencia interna entre todos los elementos del relato para que la historia resulte verosímil, si es verosimilitud lo que buscamos. Un adolescente no puede pensar ni actuar como un adulto por muy maduro que sea, salvo que haya algo en la narración que lo justifique. El inicio de un relato, su planteamiento, es fundamental para captar al lector. Veamos como comienza el cuento "Muerte constante más allá del amor" de Gabriel García Márquez: "Al senador Onésimo Sánchez le faltaban seis meses y once días para morirse cuando encontró al amor de su vida". Con una sola frase el lector queda "enganchado" al relato. ¿A quién no le apetece seguir leyendo para conocer esa historia de amor que trunca la muerte? Ni siquiera importa que conozcamos lo que parece ser el desenlace: el autor ha creado expectativas con su comienzo, ha provocado preguntas para las que el lector quiere encontrar respuestas. A continuación, hay que plantear el nudo, el conflicto: los personajes enfrentados a una situación que remueva o transforme su mundo: despertar convertido en un insecto, como Samsa en "La Metamorfosis" de Kafka, una muerte misteriosa, una enigmática desaparición... o algo más normal como un viaje, la muerte o la enfermedad, nuevos estudios, otro trabajo, el descubrimiento de una afición, un día más en la rutina diaria. El final, el desenlace, supone la transformación de los personajes. Es posible que en un relato breve sólo se pueda atisbar algún cambio, pero debe quedar claro que los personajes y su mundo no son los mismos que al principio. Recordad el relato de Mario Benedetti, “El otro yo”, que leímos en clase. En ocasiones, el escritor juega con cierta ambigüedad y deja el final abierto, de manera que sea el lector quien imagine lo que sucede con los personajes. En el cuento ya citado, García Márquez nos anuncia el desenlace desde el principio del relato, que acaba así: "Seis meses y once días después había de morir en esa misma posición, pervertido y repudiado por el escándalo público de Laura Farina, y llorando de la rabia de morirse sin ella". Aun conociendo el principio y el final del relato, el deseo de leerlo y saber más no cesa. Maestría narrativa.