BOSQUES DEL PERÚ

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Esta semilla no es un bosque



Esta orquidea no es un bosque



Esta rana no es un bosque



Esta mariposa no es un bosque



Esta jaguar no es un bosque



Este รกrbol no es un bosque


El bosque somos todos



¿Qué es un bosque? Lima, capital del turismo gastronómico de Latinoamérica, uno puede comer entre las paredes de un templo pre-incaico. Uno de los mejores restaurantes de la ciudad se encuentra dentro de un sitio arqueológico: la Huaca Pucllana, parada obligatoria para los gourmets locales. Ambientado como una hacienda costeña, el local combina muebles antiguos en el interior con una espectacular terraza y una vista privilegiada sobre las ruinas. La cocina está a la altura del entorno. La chef Marilú Madueño prepara una comida que se asienta firmemente en las raíces de la mesa criolla. Pero todos los platos tienen un giro novedoso y original que hacen de este restaurante un lugar único donde degustar comida tradicional peruana. Los espirales de yuca con salsa huancaína a la antigua, el mini rocoto relleno a la arequipeña con pastel de papa, o las uñas de cangrejo y langostino con salsa de limón y canela son una buena prueba de ello. Otra entrada típica de la Huaca Pucllana es el tokapu. Tokapu eran las líneas geométricas que los incas incluían en los diseños de sus ropas y artesanías. Hoy la chef ha reinterpretado este concepto, y lo ha convertido en un plato con el que degustar y compartir cuatro piqueos distintos. Rodeados por unas majestuosas columnas hechas con troncos de huarango de una sola pieza traídos de Ica, al son de la música suave, es momento de adentrarse en los platos de fondo. La carta guarda un lugar especial para los platos típicos peruanos. Cau cau, ají de gallina o chupe de corvina son algunos de los fijos. Aunque la carta se cambia y se renueva constantemente, hay platos que el público no deja de demandar, como el rissotto de sabores de arroz con pato. Junto a estos clásicos figuran creaciones nuevas de la cocina. “Preparamos lo que nos gusta comer, siempre respetando los ingredientes locales y el lugar en el que está

el restaurante”, cuenta Marilú Madueño. El nuevo ceviche caliente de camarones de Tarapoto predica con el ejemplo bridándole un homenaje a la comida amazónica, y el curry de corvina con chaufa de quinua es una buena muestra de influencias diversas y creatividad. Mientras se degusta la comida, es obligatorio deleitarse con lo que nos rodea. Las vistas sobre las ruinas de la Huaca Pucllana son majestuosas, y transmiten serenidad. Hay pocos lugares en el centro de Lima en los que sea posible disfrutar de una comida en una terraza que permita una vista tan despejada del cielo. Por las noches, el espacio exterior ofrece una segunda barra, donde se puede degustar un chilcano mientras se ve atardecer tal y como lo vieron nuestros antepasados algún día. Por descontado, el Huaca Pucllana presta especial atención al pisco y a sus macerados. Más tarde, la zona se anima un poco, y se convierte en el sitio ideal para tomar un cóctel antes o después de la cena. Esta zona también es adecuada para acoger cenas de grupo o de empresa, eventos que el restaurante acostumbra a organizar. Se elaboran menús especiales, y tanto peruanos como extranjeros disfrutarán de la degustación de la mejor comida tradicional en sus reuniones. Para redondear la experiencia, los responsables del local han reunido una de las cavas de vinos más sugerentes de Lima, ganadora ya de varios galardones internacionales. Consta de unas quinientas referencias pensadas para satisfacer a los exigentes paladares que acuden a la Huaca. Algunos muy exigentes. El recibidor del restaurante es un mosaico de fotos de músicos, políticos y hasta alguna familia real que han comido en el local. Y es comprensible. Solo hay que pensar en una noche fresca en una terraza climatizada desde la que observar iluminada toda la Huaca Pucllana. Luego hay que imaginarse saboreando la copa de vino que acompaña al chupe de camarones y quinua con habas tiernas, queso fresco y ají. Y luego, lo único que hay que hacer, es dejar de imaginar y acercarse al Huaca Pucllana. n Lima, capital del turismo gastronómico de Latinoa-


Lima, capital del turismo gastronómico de Latinoamérica, uno puede comer entre las paredes de un templo pre-incaico. Uno de los mejores restaurantes de la ciudad se encuentra dentro de un sitio arqueológico: la Huaca Pucllana, parada obligatoria para los gourmets locales.

Ambientado como una hacienda El local combina muebles antiguos en el interior con una espectacular terraza y una vista privilegiada sobre las ruinas. La cocina está a la altura del entorno. La chef Marilú Madueño prepara una comida que se asienta firmemente en las raíces de la mesa criolla. Pero todos los platos tienen un giro novedoso y original que hacen de este restaurante un lugar único donde degustar comida tradicional peruana. Los espirales de yuca con salsa huancaína a la antigua, el mini rocoto relleno a la arequipeña con pastel de papa, o las uñas de cangrejo y langostino con salsa de limón y canela son una buena prueba de ello. Otra entrada típica de la Huaca Pucllana es el tokapu. Tokapu eran las líneas geométricas que los incas incluían en los diseños de sus ropas y artesanías. Hoy la chef ha reinterpretado este concepto, y lo ha convertido en un plato con el que degustar y compartir cuatro piqueos distintos. Rodeados por unas majestuosas columnas hechas con troncos de huarango de una sola pieza traídos de Ica, al son de la música suave, es momento de adentrarse en los platos de fondo. La carta guarda un lugar especial para los platos típicos peruanos. Cau cau, ají de gallina o chupe de corvina son algunos de los fijos. Aunque la carta se cambia y se renueva constantemente, hay platos que el público no deja de demandar, como el rissotto de sabores de arroz con pato. Junto a estos clásicos figuran creaciones nuevas de la cocina. “Preparamos lo que nos gusta comer, siempre respetando los ingredientes locales y el lugar en el que está el restaurante”, cuenta Marilú Madueño. El nuevo ceviche caliente de camarones de Tarapoto predica con el ejemplo bridándole un homenaje a la comida amazónica, y el curry de corvina con chaufa de quinua es una buena muestra de inflencias diversas y creatividad.

Lima , capital of gastronomic tourism LatinoaméricaMientras se degusta la comida, es obligatorio deleitarse con lo que nos rodea. Las vistas sobre las ruinas de la Huaca Pucllana son majestuosas, y transmiten serenidad. Hay pocos lugares en el centro de Lima en los que sea posible disfrutar de una comida en una terraza que permita una vista tan despejada del cielo. Por las noches, el espacio exterior ofrece una segunda barra, donde se puede degustar un chilcano mientras se ve atardecer tal y como lo vieron nuestros antepasados algún día. Por descontado, el Huaca Pucllana presta especial atención al pisco y a sus macerados. Más tarde, la zona se anima un poco, y se convierte en el sitio ideal para tomar un cóctel antes o después de la cena. Esta zona también es adecuada para acoger cenas de grupo o de empresa, eventos que el restaurante acostumbra a organizar. Se elaboran menús especiales, y tanto peruanos como extranjeros disfrutarán de la degustación de la mejor comida tradicional en sus reuniones. Para redondear la experiencia, los responsables del local han reunido una de las cavas de vinos más sugerentes de Lima, ganadora ya de varios galardones internacionales. Consta de unas quinientas referencias pensadas para satisfacer a los exigentes paladares que acuden a la Huaca. Algunos muy exigentes. El recibidor del restaurante es un mosaico de fotos de músicos, políticos y hasta alguna familia real que han comido en el local. Y es comprensible. Solo hay que pensar en una noche fresca en una terraza climatizada desde la que observar iluminada toda la Huaca Pucllana. Luego hay que imaginarse saboreando la copa de vino que acompaña al chupe de camarones y quinua con habas tiernas, queso fresco y ají. Y luego, lo único que hay que hacer, es dejar de imaginar y acercarse al Huaca Pucllana. n Lima, capital del turismo gastronómico de Latinoamérica, uno puede comer entre las paredes de un templo pre-incaico. Uno de los mejores restaurantes de la ciudad se encuentra dentro de un sitio arqueológico: la Huaca Pucllana, parada obligatoria para los gourmets


La suavidad de sus contrastan con el s riachuelo de su flor dad de la selva baja les como la charapi BOSQUES DE SELVA BAJA


pisos hĂşmedos sonido de las aves el ra y fauna. La humea es habitat de reptiita.








La morada del gato salvaje Lima, capital del turismo gastronómico de Latinoamérica, uno puede comer entre las paredes de un templo pre-incaico. Uno de los mejores restaurantes de la ciudad se encuentra dentro de un sitio arqueológico: la Huaca Pucllana, parada obligatoria para los gourmets locales. Ambientado como una hacienda costeña, el local combina muebles antiguos en el interior con una espectacular terraza y una vista privilegiada sobre las ruinas. La cocina está a la altura del entorno. La chef Marilú Madueño prepara una comida que se asienta firmemente en las raíces de la mesa criolla. Pero todos los platos tienen un giro novedoso y original que hacen de este restaurante un lugar único donde degustar comida tradicional peruana. Los espirales de yuca con salsa huancaína a la antigua, el mini rocoto relleno a la arequipeña con pastel de papa, o las uñas de cangrejo y langostino con salsa de limón y canela son una buena prueba de ello. Otra entrada típica de la Huaca Pucllana es el tokapu. Tokapu eran las líneas geométricas que los incas incluían en los diseños de sus ropas y artesanías. Hoy la chef ha reinterpretado este concepto, y lo ha convertido en un plato con el que degustar y compartir cuatro piqueos distintos. Rodeados por unas majestuosas columnas hechas con troncos de huarango de una sola pieza traídos de Ica, al son de la música suave, es momento de adentrarse en los platos de fondo. La carta guarda un lugar especial para los platos típicos peruanos. Cau cau, ají de gallina o chupe de corvina son algunos de los fijos. Aunque la carta se cambia y se renueva constantemente, hay platos que el público no deja de demandar, como el rissotto de sabores de arroz con pato. Junto a estos clásicos figuran creaciones nuevas de la cocina. “Preparamos lo que nos gusta comer, siempre respetando los ingredientes locales y el lugar en el que está

el restaurante”, cuenta Marilú Madueño. El nuevo ceviche caliente de camarones de Tarapoto predica con el ejemplo bridándole un homenaje a la comida amazónica, y el curry de corvina con chaufa de quinua es una buena muestra de influencias diversas y creatividad. Mientras se degusta la comida, es obligatorio deleitarse con lo que nos rodea. Las vistas sobre las ruinas de la Huaca Pucllana son majestuosas, y transmiten serenidad. Hay pocos lugares en el centro de Lima en los que sea posible disfrutar de una comida en una terraza que permita una vista tan despejada del cielo. Por las noches, el espacio exterior ofrece una segunda barra, donde se puede degustar un chilcano mientras se ve atardecer tal y como lo vieron nuestros antepasados algún día. Por descontado, el Huaca Pucllana presta especial atención al pisco y a sus macerados. Más tarde, la zona se anima un poco, y se convierte en el sitio ideal para tomar un cóctel antes o después de la cena. Esta zona también es adecuada para acoger cenas de grupo o de empresa, eventos que el restaurante acostumbra a organizar. Se elaboran menús especiales, y tanto peruanos como extranjeros disfrutarán de la degustación de la mejor comida tradicional en sus reuniones. Para redondear la experiencia, los responsables del local han reunido una de las cavas de vinos más sugerentes de Lima, ganadora ya de varios galardones internacionales. Consta de unas quinientas referencias pensadas para satisfacer a los exigentes paladares que acuden a la Huaca. Algunos muy exigentes. El recibidor del restaurante es un mosaico de fotos de músicos, políticos y hasta alguna familia real que han comido en el local. Y es comprensible. Solo hay que pensar en una noche fresca en una terraza climatizada desde la que observar iluminada toda la Huaca Pucllana. Luego hay que imaginarse saboreando la copa de vino que acompaña al chupe de camarones y quinua con habas tiernas, queso fresco y ají. Y luego, lo único que hay que hacer, es dejar de imaginar y acercarse al Huaca Pucllana. n Lima, capital del turismo gastronómico de Latinoa-


Lima, capital del turismo gastronómico de Latinoamérica, uno puede comer entre las paredes de un templo pre-incaico. Uno de los mejores restaurantes de la ciudad se encuentra dentro de un sitio arqueológico: la Huaca Pucllana, parada obligatoria para los gourmets locales.

Ambientado como una hacienda El local combina muebles antiguos en el interior con una espectacular terraza y una vista privilegiada sobre las ruinas. La cocina está a la altura del entorno. La chef Marilú Madueño prepara una comida que se asienta firmemente en las raíces de la mesa criolla. Pero todos los platos tienen un giro novedoso y original que hacen de este restaurante un lugar único donde degustar comida tradicional peruana. Los espirales de yuca con salsa huancaína a la antigua, el mini rocoto relleno a la arequipeña con pastel de papa, o las uñas de cangrejo y langostino con salsa de limón y canela son una buena prueba de ello. Otra entrada típica de la Huaca Pucllana es el tokapu. Tokapu eran las líneas geométricas que los incas incluían en los diseños de sus ropas y artesanías. Hoy la chef ha reinterpretado este concepto, y lo ha convertido en un plato con el que degustar y compartir cuatro piqueos distintos. Rodeados por unas majestuosas columnas hechas con troncos de huarango de una sola pieza traídos de Ica, al son de la música suave, es momento de adentrarse en los platos de fondo. La carta guarda un lugar especial para los platos típicos peruanos. Cau cau, ají de gallina o chupe de corvina son algunos de los fijos. Aunque la carta se cambia y se renueva constantemente, hay platos que el público no deja de demandar, como el rissotto de sabores de arroz con pato. Junto a estos clásicos figuran creaciones nuevas de la cocina. “Preparamos lo que nos gusta comer, siempre respetando los ingredientes locales y el lugar en el que está el restaurante”, cuenta Marilú Madueño. El nuevo ceviche caliente de camarones de Tarapoto predica con el ejemplo bridándole un homenaje a la comida amazónica, y el curry de corvina con chaufa de quinua es una buena muestra de inflencias diversas y creatividad.

Lima , capital of gastronomic tourism LatinoaméricaMientras se degusta la comida, es obligatorio deleitarse con lo que nos rodea. Las vistas sobre las ruinas de la Huaca Pucllana son majestuosas, y transmiten serenidad. Hay pocos lugares en el centro de Lima en los que sea posible disfrutar de una comida en una terraza que permita una vista tan despejada del cielo. Por las noches, el espacio exterior ofrece una segunda barra, donde se puede degustar un chilcano mientras se ve atardecer tal y como lo vieron nuestros antepasados algún día. Por descontado, el Huaca Pucllana presta especial atención al pisco y a sus macerados. Más tarde, la zona se anima un poco, y se convierte en el sitio ideal para tomar un cóctel antes o después de la cena. Esta zona también es adecuada para acoger cenas de grupo o de empresa, eventos que el restaurante acostumbra a organizar. Se elaboran menús especiales, y tanto peruanos como extranjeros disfrutarán de la degustación de la mejor comida tradicional en sus reuniones. Para redondear la experiencia, los responsables del local han reunido una de las cavas de vinos más sugerentes de Lima, ganadora ya de varios galardones internacionales. Consta de unas quinientas referencias pensadas para satisfacer a los exigentes paladares que acuden a la Huaca. Algunos muy exigentes. El recibidor del restaurante es un mosaico de fotos de músicos, políticos y hasta alguna familia real que han comido en el local. Y es comprensible. Solo hay que pensar en una noche fresca en una terraza climatizada desde la que observar iluminada toda la Huaca Pucllana. Luego hay que imaginarse saboreando la copa de vino que acompaña al chupe de camarones y quinua con habas tiernas, queso fresco y ají. Y luego, lo único que hay que hacer, es dejar de imaginar y acercarse al Huaca Pucllana. n Lima, capital del turismo gastronómico de Latinoamérica, uno puede comer entre las paredes de un templo pre-incaico. Uno de los mejores restaurantes de la ciudad se encuentra dentro de un sitio arqueológico: la Huaca Pucllana, parada obligatoria para los gourmets


Lima, capital del turismo gastronómico de Latinoamérica, uno puede comer entre las paredes de un templo pre-incaico. Uno de los mejores restaurantes de la ciudad se encuentra dentro de un sitio arqueológico: la Huaca Pucllana, parada obligatoria para los gourmets locales. Ambientado como una hacienda costeña, el local combina muebles antiguos en el interior con una espectacular terraza y una vista privilegiada sobre las ruinas. La cocina está a la altura del entorno. La chef Marilú Madueño prepara una comida que se asienta firmemente en las raíces de la mesa criolla. Pero todos los platos tienen un giro novedoso y original que hacen de este restaurante un lugar único donde degustar comida tradicional peruana. Los espirales de yuca con salsa huancaína a la antigua, el mini rocoto relleno a la arequipeña con pastel de papa, o las uñas de cangrejo y langostino con salsa de limón y canela son una buena prueba de ello. Otra entrada típica de la Huaca Pucllana es el tokapu. Tokapu eran las líneas geométricas que los incas incluían en los diseños de sus ropas y artesanías. Hoy la chef ha reinterpretado este concepto, y lo ha convertido en un plato con el que degustar y compartir cuatro piqueos distintos. Rodeados por unas majestuosas columnas hechas con troncos de huarango de una sola pieza traídos de Ica, al son de la música suave, es momento de adentrarse en los platos de fondo. La carta guarda un lugar especial para los platos típicos peruanos. Cau cau, ají de gallina o chupe de corvina son algunos de los fijos. Aunque la carta se cambia y se renueva constantemente, hay platos que el público no deja de demandar, como el rissotto de sabores de arroz con pato. Junto a estos clásicos figuran creaciones nuevas de la cocina. “Preparamos lo que nos gusta comer, siempre respetando los ingredientes locales y el lugar en el que está

Decorated like a farm El local combina muebles antiguos en el interior con una espectacular terraza y una vista privilegiada sobre las ruinas. La cocina está a la altura del entorno. La chef Marilú Madueño prepara una comida que se asienta firmemente en las raíces de la mesa criolla. Pero todos los platos tienen un giro novedoso y original que hacen de este restaurante un lugar único donde degustar comida tradicional peruana. Los espirales de yuca con salsa huancaína a la antigua, el mini rocoto relleno a la arequipeña con pastel de papa, o las uñas de cangrejo y langostino con salsa de limón y canela son una buena prueba de ello. Otra entrada típica de la Huaca Pucllana es el tokapu. Tokapu eran las líneas geométricas que los incas incluían en los diseños de sus ropas y artesanías. Hoy la chef ha reinterpretado este concepto, y lo ha convertido en un plato con el que degustar y compartir cuatro piqueos distintos. Rodeados por unas majestuosas columnas hechas con troncos de huarango de una sola pieza traídos de Ica, al son de la música suave, es momento de adentrarse en los platos de fondo. La carta guarda un lugar especial para los platos típicos peruanos. Cau cau, ají de gallina o chupe de corvina son algunos de los fijos. Aunque la carta se cambia y se renueva constantemente, hay platos que el público no deja de demandar, como el rissotto de sabores de arroz con pato. Junto a estos clásicos figuran creaciones nuevas de la cocina. “Preparamos lo que nos gusta comer, siempre respetando los ingredientes locales y el lugar en el que está el restaurante”, cuenta Marilú Madueño. El nuevo ceviche caliente de camarones de Tarapoto predica con el ejemplo bridándole un homenaje a la comida amazónica, y el curry de corvina con chaufa de quinua es una buena muestra de inflencias diversas y creatividad. mérica, uno puede comer entre las paredes de un tem-


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Gallito de las rocas

Su nombre en latín canta su origen. El Rupicola peruviana es el ave nacional del Perú. Los niños de la selva lo llaman Gallito de las rocas, Gallito de las Sierras, Gallito de monte, Chaperón. Su nombre en quechua es Tunqui y se lo oye más veces de las que puede verse. Hembra y macho son distintos. La hembra, destinada a empollar y cuidar las crías, se confunde de gris, en ocasiones justo atrás de las cascadas de agua, adentro de las honduras de las rocas donde hace su nido. El macho no parece tener miedo y cuando vuela es como una flor a toda prisa, o una herida anaranjada que se abre a borbotones sobre el verde de los árboles. Su canto, en efecto, se asemeja al de los gallos. Los niños de la selva también lo llaman Berreador y fructifica el bosque diseminando las semillas de los más de 300 frutos de los que se alimenta. Su canto, en efecto, se

Su nombre en latín canta su origen. El Rupicola peruviana es el ave nacional del Perú. Los niños de la selva lo llaman Gallito de las rocas, Gallito de las Sierras, Gallito de monte, Chaperón. Su nombre en quechua es Tunqui y se lo oye más veces de las que puede verse. Hembra y macho son distintos. La hembra, destinada a empollar y cuidar las crías, se confunde de gris, en ocasiones justo atrás de las cascadas de agua, adentro de las honduras de las rocas donde hace su nido. El macho no parece tener miedo y cuando vuela es como una flor a toda prisa, o una herida anaranjada que se abre a borbotones sobre el verde de los árboles. Su canto, en efecto, se asemeja al de los gallos. Los niños de la selva también lo llaman Berreador y fructifica el bosque diseminando las semillas de los más de 300 frutos de los que se alimenta. Su canto, en efecto, se

asemeja al de los gallos. Los niños de la selva también lo llaman Berreador y fructifica el bosque diseminando las semillas de los más de 300 frutos de los que se alimenta. semillas de los más de 300 frutos de los que se alimenta. los árboles. Su canto, en efecto, se asemeja al de los gallos. Los niños de la selva también lo llaman Berreador y fructifica el bosque diseminando las semillas de los más de 300 frutos de los que se alimenta. Su canto, en efecto, se asemeja al de los gallos. Los niños de la selva también lo llaman Berreador y fructifica el bosque diseminando las semillas de los más de 300 frutos de los que se alimenta. semillas de los más de 300 frutos de los que se alimenta. más de 300 frutos de los que se alimenta.

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