REPLICANTE, ENERO DEL 2012
El contexto de la acción y la necesidad de los códigos de comportamiento organizacionales. Manuel Guillén.
1. Intención, acción, interacción. Todos y cada uno de nosotros somos seres racionales. Contamos con creencias, deseos, motivos y perspectivas que nos impulsan a actuar, a tener éste o aquél comportamiento; a realizar determinadas acciones y a evitar otras. Cada una de nuestras acciones tiene un suceso psicológico que la precede, la acompaña o le sigue; sin un determinado conjunto de sucesos mentales perceptibles, la acción racional1 sería imposible. A esto se le conoce en la ciencia cognitiva y en la filosofía de la mente con el nombre de Intenciones. De las Intenciones debe subrayarse que es un concepto genérico que se utiliza en sentido técnico para nombrar un amplio conjunto de eventos mentales que influyen en nuestro comportamiento y en nuestra vida consciente en general2. De estos, los más comunes, presentes en la cotidianidad, son las creencias y los deseos. Por regla general, nuestra vida ordinaria es un cúmulo de creencias y deseos y de otras intenciones varias, algunas permanentes y pertinaces, otras cambiantes y efímeras. No todas nuestras creencias y deseos e Intenciones en general desembocan en acciones (por ejemplo, J puede creer que existe vida inteligente en otra galaxia o que los ancestros de su familia eran mexicanos sin que ello implique una acción de su parte); pero a la © MANUEL GUILLÉN 2012
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