La vaca Parda Manuel Torres.
La vaca Parda.
Esta serie fotográfica lejos de querer herir susceptibilidades lo que pretende es mostrar una actividad que podría catalogarse como tradicional en muchos sectores rurales de Colombia. Por lo explicito de estas fotografías se recomienda discreción al verlas.
Una mañana de los primeros días de enero con toda la familia reunida celebrando la llegada de un nuevo año, el tío encargado de la finca propone al mayordomo sacrificar la vaca parda para ofrecer una asado a sus invitados, además la vaca parda está derrengada por una caída y si no se sacrifica ahora se adelgazara al extremo de no servir para el consumo humano. El mayordomo está de acuerdo con la propuesta del patrón y le responde que llamará al carnicero del pueblo.
Una hora más tarde el carnicero, en compañía de su hijo de 8 años y junto al mayordomo, estaba en medio de la finca buscando la vaca parda. Una vez encontrada, la amarraron, la acariciaron y le ofrecieron sal con alimento concentrado con la convicción de que lo hacían por tradición, es decir una tradición dentro de otra. Luego la llevaron a la sombra de unos matorrales, donde recibiría la muerte. Allí la acostaron en el suelo, le taparon los ojos y le clavaron el cuchillo en la yugular para que se desangrara y no sufriera más que la cuenta del sacrificio. Le cortaron las patas, algunos las guardan por cuestiones de cábala, la despellejaron, y de ahí en adelante fue lo que podríamos llamar una selección de la carne para consumo humano y la de las partes no aptas para el consumo. Tres o cuatro horas después la labor había terminado. La carne estaba lista para el asado. Los no invitados recibieron de regalo, carnes magras, El carnicero recibió su dinero por el sacrificio más una buena parte de vísceras, mientras el mayordomo envaraba las piezas para colocarlas al fuego. Manuel Torres.