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Mar ía Isabel Remy

FLORES GALlNDO. Alberto "Movimientos campesinos en el Perú: balance y esquema". Cuadernm del Talla de Investigación Rural NQ 18. Pontificia Universidad Católica. Lima, slf. (mimeo). HOBSBA WM . Edc 1974 Rebeldes primilivos. Arie!. Barcelona. NEIRA. Hugo 1968 Los Andes: tierra o muerte. Editorial Z YX. Madrid. SABOGAL. losé 1969 "El subprefecto. los carneros y chacán". En: La · Comunidad An~ina. Instituto Indigenista Inter<UTIericano. losé Sabogal (&l.)

VIOLENCIA, DEMOCRACIA Y AUTORITARISMO EN EL PERU ACTUAL Carlos Iván Degregori

Mexlco. VILLANUEVA. Víctor 1967 1/ugo Blanco y la rebelión campesina. Editorial Juan Mejía Baca. Lima.

Reconoc .:r que la historia del Perú, especialmente a panir de la Conquista, está signada por la violencia, se va conviniendo en un lugar común. ¿Por qué, entonces, el problema de la violencia se coloca en primer plano recién en los últimos años? Se ha hablado de la "rabia andina" contenida por siglos que hoy estalla finalmente. Sin embargo, el estallido viene de antes. En efeclo, en las últimas tres décadas el Perú ha sido remecido por amplísimas movilizaciones colectivas en las cuales la violencia ha estado con frecuencia presente: desde las grandes tomas de tierras de las décadas de 1950 y 60, con su epílogo en la década pasada cn Andahuaylas, Cusco, Piura; pasando por las invasiones de terrenos y otras múltiples movilizaciones urbanas, hasta los grandes paros nacionales, regionales y sectoriales de los años 1977 al 79, para mencionar sólo los picos más altos_ Tanto en términos absolutos como en términos rel ativos, el grado de panicipación popular en esos movimientos que rcmecieron - y transformaron- el país, debe ser el más aIto desde la rebelié¡l de Túpac Amaru, y también debe serlo el número de muenos ~. heridos. ~ 237


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Lo que. sucede es que, en perspectiva, podemos distinguir con bastante mtldez dos momentos y dos tipos de violencia social en cl país en las últimas décadas. En toda una primera etapa, hasta fines de. la década pasada, la violencia presente en la mayoría de los movimientos populares, no es sólo ni principalmente el caos o la rabia an~ina :eprimi?a, si?o más bien pal1e de un proceso general de democratizaCión S?Clal e mtegración nacional desde el pueblo, en el cual la construccl.ón de nuevas relaciones sociales e institucionales, que surgen a partir de la organización democrática e independiente del pueb~o: al afim:arse, se enfrentan y chocan a veces violentamente con las viejas relaCIOnes e instituciones opresoras que les son incompatibles. . En una segunda etapa, durante la presente década, se produce en diferentes lugares y entre distintos actores, un salto cualitativo o, más precisamente, una mutación o regresión de efectos devastadores, que hace aJlorar en todo el tejido social otro tipo de violencia de la cual la denominada "guelTa sucia" y Sendero Luminoso constituyen sólo el tumor más doloroso pero de ninguna manera el único. En este segundo momento, en vez de consolidarse en el mosocial, los elementos democráticos o integradores, avanzan más bICn ~l autoritarismo y la disgregación. Por eso, el estupor y la preocupación que convierten a la violencia en tema obligado de reflexión. vimie~to

Violencia, democracia e integración nacional En un reciente seminario organizado por SERPO, Alberto Rores Galindo afirmaba que: "Hacer una revolución desde abajo es poner el mundo al revés y esto, en el Perú, significa cosas tan concretas como que, por ejemplo, los campesinos del Cusco no hablen como llorando, o que no cedan el asiento cuando sube un blanco al ómnibus, o que no miren de abajo hacia arriba, suplicando. Esto es lo que significa. hacer la revolución en un país como este. Cambiar las relaCIOnes de todos los día~. Transformar lo cotidiano".

Viol en cia , d emocrac ia y aut o ritarism o en e l Perú

En el mismo evento, Rolando Ames sostuvo: " ... lanecesidad de conccptualizardefinitivamente "democracia" como apuesta histórica, como posibilidad nunca dominante todavía entre nosotros y como término que define una forma de relaciones sociales que tiene que darse primero en la sociedad". Es indudable que en las últimas décadas ha tenido lugar parcialmente en el país esa "transformación de lo cotidiano" que demanda Rores. Un saludable desparpajo "plebeyo" hasta hace poco impensado ha transformado no sólo Lima y los principales centros urbanos, sino también significativas zonas rurales, especialmente aquéllas ubicadas en el hinterland limeño. Disminuye cada vez más el número de campesinos que habhm Uorando, que suplican o ceden el asiento. Se constata, por el contrario, ya no sólo la "cholificación", sino el "achoramiento" de sectores populares urbanos e inclusive rurales. Estos cambios han tenido lugar a través de gigantescos procesos de movilización popular, que en las últimas décadas fueron fundamentales para la transformación del país. El combate por la tierra resquebrajó de manera irreversible el sistema de dominacion terrateniente. La lucha por autOlidades propias -que, en muchos casos, es también la reivindicación de costumbres propias- produjo hondas fisuras en los anti guos sistemas locales de dominación y alteró las relaciones nes runa-misti en beneficio relativo de los primeros. A esa misma alteración ha colaborado la amplísima movilización popular por educación. Finalmente, la lucha de los migrantes por hacerse de un espacio geográfico y social en las ciudades ha producido fenómenos como la denominada "andinización" de Lima y otras ciudades costeñas , entrevista ya por José María Arguedas. Paralelamente, el fortalecimiento de la organización autónoma en sindicatos, comunidades y en multitud de "organizaciones de base" ha contribuido a fonnar un espeso tejido democrático en el pueblo. Por ello, es también indudable que a través de estos procesos avanza la democracia como "una reforma de relaciones sociales que tiene que darse primero en la sociedad", tal como demanda Ames.


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En este primer moment.o, que coincide con la expansión industrial y la ilusión desarrollista, predominan, pues, los factores de democratización social e integración nacional. Se rompe, en buena parte, el aislamiento que pelmitía, todavía en la década de los 60 definirel país corno un "archipiélago" de islotes socioculturales ilico'municados o ~é?ilmente interconect~dos. Se debilita, en parte, también e~ corporatlVtsmo estrecho: local, comunal, gremial o regional de los di ferentes actores sociales, tendiéndose en cierta medida a un comportamiento más "nacional". A pesar de sus límites, avanza en esos años la cenLralización gremial y posteriormente polílica. .. Existefl b'ases objetivas para estos procesos: los principales mdlcadores económicos muestran en rasgos generales una evolución positiva y esta expansión abre canales de moviJidad social. Con frecuencia, la violencia del movimiento popular tiene corno objetivo expandi r dichos canales. Por~ue este. proceso de democratización rompe viejos e injustos mo.nopol~os socla.les y culturales, entre ellos el monopolio estatal de l.a ViolenCia. Son ejemplos de la embrionaria ruptura de este monopolIO los Frent~s de Defens~ que surgen en diferentes partes del país. En s~s expresIOnes más vitales y por breves momentos, éstos se conv.lenen en algunos casos en instancias de autogobierno con sus proplO~ mec.anismos de vigilancia del orden y de autodefcnsa. Asimismo,. se mscnbe ~n esta perspccti.va la violencia registrada en los paros naclOnJ!es, regIOnales y sectonales del período 77-79, o la,; rondas c~pcsm~s: de~arrolJa?as especialmente en la zona de Cajamarca, qUizá la uruca mstancla que llega a definir explícitamente en sus estatutos el papel de la democracia y la violencia.

Los estatutos de las rondas, publicados recién en 1982 C?~stitLlyen, quizá, el punto más alto de elaboración logrado entre los ' dIferentes sectores populares y los diversos sectores que confluyeron con .'lIos en esos años: los partidos de izquierda, los grupos de prol1:oclón popular, los sectores cristianos, entre otros. A panir de neceslclades muy concretas del campesinado: "proteger los derechos, tra-

Violencia , democracia y autoritarismo en el Pe rú

A l

bajo, ganado, sembríos y bienes particulares y comunales" (ley 11) Y "luchar contra los robos y abusos de los ladrones chicos y grandes" (ley 3), los estatutos recogen una serie de principios en los cuales resuenan los mejores ecos de la experiencia maoística: "no robar ni una aguja al campesinado" (ley 2), "unidos haremos mucho, desunidos nada" (ley 6), "hacer todo con las masas, nada sin ellas" (ley 4), "trabajar y luchar con razón, ventaja, firmeza y sin sobrepasarse" (ley 7). Se recogen también aspectos del centralismo democrático leninista: "todo rondero se somete a su organización, la minoría se somete a la mayoría, la base a las federaciones y todas las federaciones a la Confederación Campesina del Perú, CCP" (ley 11). Y de la tradición revolucionaria internacional: "practicar la democracia directa de masas, garantizando la libenad, disciplina, ayuda mutua y todo problema tratarlo con la Ronda Campesina" (ley 8). Se descubren también tópicos desarrollados por los grupos de educación y promoción popular, que tuvieron en Paulo Freire su figura más prominente: "Aprender para enseñar, organizarse para organizar, investigar y cumplir los acuerdos de las asambleas para tener derecho a criticar" (ley 10). Pcro todas estas influencias "externas" se funden de manera bastante creativa con el buen sentido dcmocrático del campesinado, como se observa en la ley 5: "Respetos guardan respetos y cada cual a sus funciones", que define las relaciones con la autoridad estatal. Este principio, basado en un proverbio popular, se amplía en el arto 24 del estatuto, que declara: "Las rondas campesinas tienen derecho a coordinar con las autoridades competentes en base al principio: "respetos guardan respetos" y "cada cual a sus funciones". Este mismo buen sentido democrático es reforzado en el arto 18: "Todos los campesinos tienen derecho a defender su vida, su familia y sus propiedades, también es su obligación. Por eso, en las rondas campesinas: . nadie es cholo de nadie". y en el arto 26 se destaca, quizá de manera imperfecta la tr¡¡ dición de lucha de las mujeres campesinas: "Las mujeres tienen derecho a apoyar a las rondas campesinas, sacando a los empañados al servicio de rondas campesinas y aplicando la disciplina de masas a los abigeos, provocadores y dirigentes traidores y oportunistas". (Es interesante que se incida en el papel de las mujeres en tareas de vigilancia y disciplina)


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sibleme~~~~péán r~cogela~ligu~s tríldi~ioncs comunales and inas y po_

mcas, e ano 17 po r eJcmplo ' "E ' . d ' desgracia procede el lb ' . n caso e peJ¡gro o tancias vecinas". a oroto y el apoyo de rondas campesinas de esPero, desde un principio l .. de trascender los tr h' ' os estatutos mu estran la voluntad cam esinos es ec os marcos comunales, e incluso gremiales u en visi ón e incluso proclama: . e cnstIamsmo. ASI , la pnmera ley

univ~rsal ~~c7:1;lf~r: ~~~~l;c~~e ~~la,

héroes

n~cional,

Violencia, d emocracia y autoritarismo en el Perú

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Los estatutos de las rondas son el documento que explicila de mejor manera los avances de un movimiento infinitamente más vasto y múltiple, que durante los años 70 transitó en mayor o menor rne.dida, con mayores aciertos, enures y/o desviaciones, ese mismo camino de construcción de un tejido democrático y nacional desde el pueblo. Sin embargo, este proceso de democratización comienza a ser bloqueado crecientemente en la presente década.

ú~·n~~~~~i~~t~a)~lo:~~~!.beradora de Cristo, de Jos má rtires y

El papel de la violencia y de 1" '1 t d ~ bién claramente d fi 'd ' u o e ensa se cncuentran tame 1111 os en los pnnclplOS de las rondas. "Somos . , .."". somos democ ráti cos ""so , indepe nd'lentes ' oJ..'

Violencia, autoritarismo y disgregación

~e tu~odcfensa, porque rechazamos a todo tipo d~'~iolcn:~~

e a ~o~es .C~ICO.S y grandes (explotación, terroli sm'o a bi~ ~e~to, 1I1JUSLICIaS, mmoralidades, etc)" "La D+. ' '. e ensa y la Justlcla propia del ' los robo bcampeSInado es una respuesta natural fren te a s y a usos de los ladrones chicos y ora ndes q nu~ca han sido ni serán 'pacíficos '. Por eso, las ;ondas ca~~ pcsmas no pueden ser .'pa CI'fIcas ' m " auxilIares ', de la policía' g~r~~~a~~~,.ronderos VIven de su trabajo y no ganan sueld; Definidas así las ronda 11 d tanto con el terrorismo de S ~' Ui e.manera natural el deslinde sucia" que desata el Estado: en ero ummoso como con la "guerra . "Las acciones de las ro d rentes y opuestas a las accion ~ ~~ ca~p,esmas. son totalmente dife'I, erro~smo infantil provocade;r' ~ea~t~~~;~rronsn:o d,e Estado' y del Q Lummoso, porque los lcrronstas no dan la cara tiran la . d le son antidemocráticos po~que act/ , ~a Yesconden la mano, es decir, sas. En tal sentido quienes no sornan a mar~en y a espaldas de las maqUt: mientras la a'utodeCensa de os terronstas afirmamos con razón masas se g , ·1 " , "lodo con las masas nada sin cUas" . UIa por e pnnclplO de .1" Jos terronSl as actúan con su principio caplichoso ('le "sólo' . con e gruJX?, nada con las masas". •

j"

Este bloqueo nos conduce a la etapa presente. Si en la anterior la expansión económica sentó bases objetivas para determinados comportamientos, en esta etapa la crisis económica tiene efectos corrosivos para el movimiento popular. Si bien en algunos ámbitos obliga a la cooperación y a la solidaridad Oos comedores populares, los clubes de madres, los proyectos tipo " H uaycán'~ en otros casos, da lugar al "sálvese quien pueda", al imperio del "ganarse alguito". En esta nueva etapa, las mani fes taciones violentas que surgen de la sociedad adquieren caractelisticas cada vez más disgregadoras y/o autoritarias. Disgregadoras, en tanto, lo que podemos llamar amplitud de las alianzas sociales y de los objetivos del movimiento social se estrechan visiblemente, al tiempo que se exacerba la violencia. Por tales características, hemos denominado en otro ll!ga¡; ;el tránsilo de una etapa a otra como "el paso de la hora de Túpac Amaro a la hora de Túpac Catari", Alberto Flores Galindo ha desarrollado estos mismos aspectos con mayor profundidad. Nos interesa mencionar aquí, únicamente, que como tendencia se comienza a regresar a la secta (Sendero Luminoso), a la corporación (las comunidades, los barrios tanto populares como burgueses)~ a laslurbas Oos enfrentiriiieri=tos entre escolares) e incluso a procesos casi indefinib1es que tienen


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~ue ver, .quiZá, con la co~stitución de bandas a partir de un espíritu corpor~tI.vo en u~ determmado contexto (enfrentamientos entre fuerz~s polJ~lales). Fmalme~te, pasando de la disgregación a la atomizaCión, ~e mcreme.nta la vIOlencia individual, especialmente una delincuenCIa que pro.hfera y cuyas .rafees sociales son aéreas y permanecen po~ tanto a la vlstade todos, mcluyendo muchas veces a los propios d~lmcuentes. ~js al~j de los límites delincuenciales, crece la violen~I~ en I~s ~clacIOnes Interpersonales, en general, y convierte en espeCial a Lima y las grandes Ciudades en lugares "peligrosos".

La di sgregación del todo en sus partes y c1tipo de violencia ~.ue. l~ ~COm~¡:f1,:, se agudiza endetcrminados sectores sociales yespa~IO~. ~cogrjllcos. Por un lado , entre los sectores mjs afectados por la cnsls. En los PPJJ:, por ejemplo, donde prolifera la delincuencia, co~Ienzan a produclfSe como respueSIa lincham ientos sum¡¡rios de del.mcue~tes. La democraci~\ directa, el "alboroto", que en otro contexto ~u~npJ¡ó un papel expansIvo, mtegrador, tiende a convertirse, así, en II1strumento de estrecha dcfens¡¡ corporativa". . " Por otro lado, en las zonas dcclar¡¡das en "estado de emeríTencla , además,d~ la "guerra sucia", han tenido luga r hechos que ~su­ men caractenSllcas similares de defensa corporativa extrema, como J¡¡ ma~~cr~ de Uch~raccay . Si h~ho allí intervención de "sinchi s" o par¡¡m¡Jll~rcs, ella s~ II1scnbe perfectamente dentro de esta lógica, como se I.n~cr~?en tambIén las "m~nlOneras" organizacj¡¡s reCiellrel1lenre, que (~ I~clde~;:on una tendenCia de las comunidades de la zona a replcgars~ so.bre SI mlsm~s de manera dese~~erada. Según anrropólogos que rr<lba.¡aJl en la reglón, hoy la coheslon II1tema de muchas comunida(~c:' ayacuchanas, aquéllas que se ubican entre Sendero Luminoso y 1,1:-; l!A~, es mucho mayor que antes de la guerra, pero tambi én lo es )~ ,lJslamlento y su consecuente pérdida de perspectiva mjs all á de los Illll ltes comunal es. '11

Estas caracrerí.sticas se ag udizan también en las instituciones las cuales se concreta el monopolio de las armas. La "guerra sucia"

. . . .* Lo clIal no iJ1 l' ¡di ~ra la posibilidad de ronda~ vecinales c.ontra la , IlI lll lI III Id Y la drogadlcc lon. que vienen siendo promovidas, ¡)Cro con ()lrl) 1'\1 l l' ;) Cl' IOll ar .

Violen cia, democracia y autor it arismo en el Perú

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se lleva a cabo en Ayacucho no sólo a partir de las doctrinas de seguridad nacional, sino en un contexto concreto en el cual la violencia se tiñe de racismo etnocida. Pero ejemplos más extremos de esta disgregación son, posiblemente, los enfrentamientos entre las instituciones policiales, menos profesionales y, por tanto, más propensas a renejar de manera más inmediata la situación social global. La disgregación se manifiesta, finalmente, de manera acentuada entre las nuevas generaciones: los enfrentamientos entre escolares, el creciente "vandalismo" juvenil y el alto porcentaje de adolescentes e incluso púberes en las filas de Sendero Luminoso serían diferentes manifestaciones de esta tendencia. ¿Cómo explicar, por otra parte, el autoritarismo creciente? Sinesio López ha definido el proceso peruano de las últimas décadas como una "evolución burguesa sin revolución burguesa, a partir de sucesivas transacciones de las fuerzas apare9t~mente renovadoras con las fuerzas opresoras de dentro y de fuera" ' ~ Observando el mismo proceso desde el ángulo de las clases populares, es posible esbozar una idea complementaria: a partir del avance del movimiento popular, en el país tiene lugar una evolución democrática sin revolución democrática, en' un contexto de desarrollo capitalista y transnacionalización de las clas~s dominantes. Con esas limitaciones y en dicho contexto, el proceso de democratización social resulta incompleto y muchas veces ambiguo. Los perfiles democráticos que se iban esbozando en el movimiento popular no se imponen de manera rotunda y se mezclan, por tanto, en todos los terrenos, democracia y autoritarismo, ambos enraizados en nuestra propia historia y en las tradiciones populares. En otros artículos hemos examinado cómo esta ambigüedad abarca las manifestaciones más disímiles, desde la religiosidad popular hasta Sendero Luminoso. Si las rondas campesinas eran la institución que !TIejor ejem-


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plificaba las de la etapa anterior, el PC . del P "S en d ero L . " características 1 u~mos~ es e más claro exponente de las características actuales de l~ vIOlencIa .. Sendero va al meollo del monopolio estatal de la violenCIa, pretendiendo quebrarlo y recogiendo elementos que se encuent:a~ presentes en e~ pueb.lo .. Pero a diferencia de las' rondas y manifestacIOnes demo.crá~lcas SImIlares, inscribe sus acciones dentro de un proyecto autontano extremadamente rígido que busca imponerse mu chas veces a través del temor ("el partido tiene mil ojos y mil oídos") Hemos señal~do e~ otras ocasiones, : cómo este proyecto tiene su ori~ gen en una SituaCIón e?a mis~a .ambigua. SL surge como producto del encuentro de una élIte proVInCIana que no habría roto del todo con la e~tructura estamental del Perú "semifeudal", con una base socialjuveml que sufre un doloroso proceso de desarraigo, por lo cual necesita desespe~adamente una explicación ordenada y absoluta del mundo y de la socIedad como tabla de salvación.

. ~o pretendemos ahondar aquí este tema específico, sino enfatIz~r ~na Idea que nos parece importante. Más allá de las condiciones objetivas que fav~recen la yugulación del proceso de democratización que venía pr~ducléndose, el ca.mbio en el carácter de la violencia se produce, J?recI~amente , ~uando el vasto movimiento social democrático no cuaJ~ a mvel. polítICO en una propuesta viable de nueva sociedad y.nuevo estado, m en las organizaciones que pudieran hacer fa ctible dIcha propuesta. ~e pr~duce, así, en la presente década, una brecha e?tre la ~em,?cracla.soclal, que germina desde abajo, y una democrac.l a po~ítIca en el aI re", que no se vincula di rectamente con la anten or, ~I recoge. sus experiencias, ni l~ interesa potenciarlas, sino que, más bl~n se aSienta sobre ella absolutlzando el mecanismo de elecc'oy la legitimidad que ellas otorgan, para imponer nes P9lftIca antmaclOnal que exacerba las contradicciones sociales.

~mve~ales.

~na

~n esa brecha q~e se abre al no producirse una síntesis supe. r.I,or que mtegre y potencie la democ rac~ a social y la democracia polítil,;~, e~ ese desf~e que acaba por desartIcular crecientemente las org mzacJones socIales por desgastar la imagen de las

democrática~'y

l~-

Violencia, democrac ia y autoritarismo en el Perú

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bertades políticas de las que actualmente gozamos, allí germina, precisamente, este otro tipo de violencia que hoy soporta el país. La incapacidad del pueblo y sus organizaciones para convertirse en gobierno en 1980 tiene, entonces, directamente que ver con la situación actual.

Liberación o libanización Esta disgregación social cada vez más violenta, amenaza conducimos a lo que podríamos llamar una "libanización" del país, es decir una desarticulación, no a lo largo de líneas religiosas, sino más bien a lo largo de líneas en las que se entremezclan los elementos clasistas con los étnicos. Para mencionar un solo ejemplo, digamos que este proceso se vuclve crecientemente palpable, incluso geográficamente, en Lima. Primero, la burguesía abandona el centro histórico y se atrinchera en una especie de ghetto entre la Av. Javier Prado y el Oceáno Pacífico. Luego esta división es sancionada políticamente por el triunfo de IUen el llamado "cinturón de miseria" que rOdea el ghetto. La disgregación, finalmente, se exacerba con la actual política del Gobierno que mutila los distritos populares para sustraer de ellos algún sector más elevado socialmente que en ellos existiera, para integrarlo a los distritos ricos o para crear otros nuevos. Pero el proceso de democratización social e integraci6n nacional desde el pueblo no está definitivamente cancelado. La sociedad civil se defiende, diríamos, sorprendentemente. El hecho mismo de que en la peor crisis económica de nuestra historia y con una guerra sucia brutal nos encontremos en vísperas de una transferencia de gobierno por 1a vía electoral, se debe no sólo a que los militares no quieren hacerse del gobierno, o debido a condiciones internacionales favorables por el fracaso de las experiencias dictatoriales del Cono Sur, sino también a la resistencia democrática, popular y civil, en general. Esta va desde los gestos aparentemente más nimios, hasta los fenómenos centrales como la persistencia de divers_as formas de organización popular y la aparición de otras nuevas, especialmente las femeninas, juveniles y culturales; el replanteamiento, todavía embrionario, de las funciones de los gobiernos locales y su relación con las organizaciones populares; el desarrollo de la lucha por los derechos humanos. que.en los ú!timos tiempos repercute in-


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Carlo s lván Degrero ri

ENGANCHE Y FORMACION ·DE ESPACIOS REGIONALES EN EL PERU: LAMBA YEQUE 1860-1930

cluso en una cierta revitalización de la Fiscalía de la Nación; el fortalecimiento de una opinión pública "plebeya"; el fortalecimiento, asimismo, de los colegios profesionales y otras instituciones mesocráticas; la institucionalización de los partidos políticos, especialmente del APRA, que se renueva avanzando en su democratización interna, e IV, que consolida su unidad y avanza en pluralismo y en una comprensión no sólo utilitaria de la democracia.

Inés Bazán Alfaro José Gómez Cumpa

No está dicha, pues, la última palabra. El Peru de los años 80 se debate al filo de la navaja entre la liberación o una "libanización" étnica y clasista de consecuencias imprevisibles.

La fonnación del espacio regional de Lambayeque está íntimamente ligada:al problema de la escasez de mano de obra para la agricultura comercial, especialmente para las plantaciones azucareras, desde mediados del siglo pasado. La solución a este problema a través del sistema de enganche fue uno de los elementos centrales de este proceso. Es necesario señalar la vigencia, desde por lo menos el siglo XIX, de tres circuitos claramente diferenciables en el área de los actuales departamentos de Lambayeque, Cajamarca y La Libertad (norte del Perú). Estos circuitos comerciales, cuya dinámica relativamente independiente es evidente en fonna patente aún ahora, son: el que articula al valle costeño del Jequetepeque con las actuales provincias serranas cajamarquinas de San Miguel, Hualgayoc, Contumazá y Cajamarca, por un lado; por otro lado, el que articula los valles costeños del Chicama y Santa Catalina con las provincias andinas de La Libertad (Huamachuco y Santiago de Chuco) y el sur de Cajamarca; por último, el que vincula a los valles del río Chancay (o Lambayeque) y Zaña con las provincias andinas de Chota, Cutervo y San~ Cruz (~ai~arcal._l

1

Ver _~.L Bur:ga.

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encomienda a_la haciefllia

249'

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