Los ni単os y la casa Explorando la cotidianidad infantil en la vivienda
Los niĂąos y la casa Explorando la cotianidad infantil en la vivienda Trabajo de grado por: Marcela Soto Vinasco Asesor: Ader Augusto GarcĂa Cardona Universidad Nacional de Colombia Facultad de Arquitectura
Gracias... A mi familia por su cariño y su apoyo A mis conejillos de indias A Camilo por ser el mejor apoyo que podría pedir A los integrantes del equipo UNAL Colombia, especialmente al grupo de arquitectura, por haberme permitido ser parte de esta experiencia A Ader García y Renzo Ramírez por su contribución en el desarrollo de esta investigación
“A menudo el filósofo describe fenomenológicamente su “entrada en el mundo”, su “ser en el mundo”, bajo el signo de un objeto familiar. Describe fenomenológicamente su tintero. Un pobre objeto es entonces el portero del vasto mundo. El hombre de la lupa suprime -muy simplemente- el mundo familiar. Es una mirada fresca ante un objeto nuevo. La lupa del botánico es la infancia vuelta a encontrar. Presta de nuevo al botánico la mirada amplificadora del niño. Con ella, vuelve al jardín, en el jardín oü les enfants regardent grand? [Donde los niños ven grande] Así lo minúsculo, puerta estrecha, si las hay, abre el mundo. El detalle de una cosa puede ser el signo de un mundo nuevo, de un mundo, que como todos los mundos, contiene los atributos de la grandeza”. Gastón Barchelard (1958) La poética del espacio
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contenido 01 contextualización
02 sobre la casa
03 sobre los niños
04 los niños y la casa
05 conclusiones
13 Introducción 15 Problemática 17 ¿Por qué investigar sobre este tema? 19 Objetivos 20 Metodología 22 Sobre la casa 24 La casa d-escrita 27 Habitar-hábito-habitación 29 El programa inmóvil 32 La “familia tipo” 35 El programa móvil 38 La teoría de los soportes 42 Sobre los niños 44 Desarrollo y vivienda en la primera infancia 45 La conquista del suelo 48 La casa como escenario del juego 51 El juego y los objetos 53 El escondite 57 Papa, vient jouer chez moi! 61 Una aproximación desde el topoanálisis 63 Sobre unSOLAR 69 El ejercicio del cuento 71 Del hábito a la rutina y de la rutina al gesto 73 Metodología 75 Temporalidades 77 Movimiento 79 Niveles funcionales 83 La ambigüedad válida 84 La topografía de la casa 85 Vivencia lúdico-espacial 87 Tabla de figuras 88 Bibliografía Los niños y la casa. Explorando la cotidianidad infantil en la vivienda 10
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contextualizaci贸n
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introducción A partir de agosto de 2014, el equipo UNAL Colombia, compuesto por estudiantes de distintas ingenierías, construcción y arquitectura de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín, asumió el reto de participar en la primera versión para Latinoamérica y el Caribe del concurso Solar Decathlon1 con su prototipo unSOLAR. Esta investigación nace gracias a la oportunidad de haber sido parte de esa experiencia. Al ser la primera versión del concurso para esta región, los proyectos están llamados a adaptarse a las condiciones climáticas y sociales del trópico, por lo que la creación de vivienda social-sostenible desde una nueva reflexión del habitar tropical, fue el punto de partida para el desarrollo del proyecto. Gracias a esta premisa, el proceso de diseño del prototipo puso en evidencia que las necesidades habitacionales de hoy no se asemejan a la generalidad de los modelos de vivienda que propone el mercado en el contexto de ciudades latinoamericanas con un alto auge inmobiliario –como Medellín– por lo que los arquitectos debemos asumir el reto de investigar sobre de las nuevas necesidades y los usuarios poco estudiados, en orden de equiparar la exploración espacial de los lugares donde se desarrolla la vida con las aceleradas transformaciones que la caracterizan. Frente a esta necesidad y gracias al perfil de usuario que propuso el concurso, compuesto por una familia de 3 adultos y dos niños, el análisis de la cotidianidad infantil –que desde tiempo atrás fue un interés personal que tuve la intención de desarrollar– apareció como un camino para interrogar sobre los nuevos retos de la arquitectura doméstica. 1Competencia universitaria internacional organizada por el Departamento de Energía de los Estados Unidos, que consiste en el diseño y construcción de viviendas sostenibles que operen a partir de energía solar y en 2015 se realiza por primera vez en Latinoamérica con sede en la ciudad de Santiago de Cali, Colombia.
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El resultado de esa inquietud se recoge en esta investigación, la cual contiene una serie de reflexiones especiales sobre la vivienda en relación con la forma en que se desarrolla la vida cotidiana de los niños, introduciendo un análisis producto del laboratorio proyectual en que se convirtió el diseño del prototipo unSOLAR. Este documento se estructura por medio de 5 capítulos que se desarrollan en distintos subcapítulos. En el primer capítulo se elabora la contextualización sobre el problema de investigación, los objetivos para desarrollarlo y la metodología con la que se afrontará. En el segundo se reúnen una serie de reflexiones sobre la casa, que permitirán analizar la vivienda unSOLAR más adelante, así como reflexionar sobre la arquitectura doméstica en general. El tercer capítulo introduce la variable de los niños en la vivienda a partir del análisis de la teoría del desarrollo cognitivo de Jean Piaget y las formas de apropiación infantil del espacio doméstico. En el cuarto capítulo se relacionan estas dos variables –la casa y los niños– por medio del análisis del prototipo unSOLAR y el estudio antropométrico. Y por último el quinto capítulo recoge las conclusiones a las que permitió llegar la investigación. Este trabajo busca poner en evidencia nuevos caminos a explorar en el campo de la relación hombre-objeto-entorno; configurándose como una reflexión que más que llegar a verdades absolutas sobre la vivienda, busca enriquecer su proceso proyectual. Cada palabra y cada imagen están consignadas en este documento con la convicción de que nuestro papel como arquitectos no se limita al análisis de planos y proyectos paradigmáticos –a conocimientos disciplinares– también tenemos la responsabilidad de comprender la experiencia de las personas comunes en la arquitectura, para de esta forma cualificarla y ponerla al servicio de quienes la habitan.
Figura 1. Construcci贸n del prototipo unSOLAR Noviembre de 2015. Cali, Colombia
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problemática La vivienda es el escenario de la vida cotidiana por excelencia, donde los gestos y rituales diarios son un laboratorio que puede brindar pistas sobre los retos actuales de la arquitectura doméstica, bajo la premisa de que su objetivo fundamental es responder a las necesidades humanas y adaptarse a medida que se transforman. En la actualidad nos encontramos de cara a una sociedad compleja y en constante transformación, permeada por nuevas tecnologías, libre acceso a la información e importantes cambios en el paradigma de la familia y por lo tanto de la casa; ya que si bien la familia es el primer grupo de socialización, donde se aprenden los valores culturales y sociales, la casa es el espacio físico donde esta socialización tiene lugar (Coppola, 2004). Estas nuevas dinámicas han avivado la discusión sobre la exploración espacial en la casa; la cual en muchos casos, especialmente en proyectos de vivienda colectiva, no ha evolucionado significativamente en relación con las aceleradas transformaciones sociales. Nos encontramos frente a la homogenización del modelo de vivienda ofrecida por el mercado inmobiliario, el cual da una respuesta funcional para “usuarios tipo”, bajo el imaginario de que las viviendas que no son habitadas por familias nucleares son ocupadas por personas solteras que viven solas; lo que se traduce en la generalización de los apartamentos “familiares” (3 alcobas, dos baños, sala-comedor-cocina-balcón) y los aparta-estudios, olvidando todo lo que hay en el medio. Se reflexiona poco sobre los modos de vida de los usuarios, por lo que las condiciones espaciales no necesariamente responden a las necesidades habitacionales de la población. Al ser una propuesta alterna frente a esta homogenización, el prototipo unSOLAR, diseñado y construido por el equipo UNAL Colombia, de la 15
Universidad Nacional de Colombia para el Solar Decathlon Latinoamérica y el Caribe 2015, fue punto de partida para esta investigación. El concurso busca que los proyectos sean fuente de conciencia e innovación, encaminados a mitigar el cambio climático a partir de implementación de energías renovables, la conservación de recursos naturales, el ahorro de recursos económicos y el mejoramiento de la calidad de la oferta vivienda actual. Este objetivo se tradujo en la necesidad de asumir una postura crítica frente a los paradigmas de la vivienda en nuestro contexto, donde la generalidad es la poca exploración de las formas de vida del usuario y la repetición de modelos meramente funcionales. De acuerdo a las reglas del concurso, al ser la primera versión para Latinoamérica y el Caribe, los proyectos deben adaptarse a las necesidades habitacionales del trópico y responder a la vivienda social como solución de impacto positivo para la comunidad; por lo que “deben ser diseñados para satisfacer las necesidades de familias de 5 miembros (mínimo 3 adultos + 2 niños)”. De esta forma uno de los mayores determinantes para el diseño arquitectónico es la reflexión sobre perfil del usuario presentado por el concurso, a evaluarse explícitamente en la prueba de arquitectura, evidenciando la importancia de los niños como usuarios de la vivienda. Este requerimiento nos presentó el reto de proyectar una vivienda donde la presencia de los niños se convirtió en un factor determinante para el diseño arquitectónico, lo cual llevo a reflexionar sobre aspectos funcionales y vivenciales de la cotidianidad infantil, permitiendo desarrollar una serie de ejercicios proyectuales que fueron construyendo una postura crítica.
Los niños aparecieron como valiosos interlocutores del espacio que, como lo explican Monteys y Fuertes (2001) irrumpen en la arquitectura domestica modernamente y nos sirven para ofrecer un punto de vista distinto al problema de la vivienda. Tanto el cambio de perspectiva que requiere el análisis de la escala infantil, como la naturaleza del niño, quien se aproxima a la casa libre de preconcepciones sobre su uso; permiten trascender la mirada genérica para adoptar una mirada enfocada en el habitante, actor fundamental dentro del proceso proyectual, que históricamente ha pasado a un segundo plano.
Los niños se mueven espontáneamente involucrando posturas no estandarizadas donde el movimiento es un factor determinante; es por eso que esta investigación se valdrá de la antropometría funcional o dinámica, que responde de forma integral al análisis propuesto, ya que describe los límites del movimiento de acuerdo a los gestos corporales adoptados para realizarlo.
A pesar de que la mayoría de las viviendas albergan niños en algún momento –y cuando lo hacen gran parte de su cotidianidad se desenvuelve en este entorno– la oferta del mercado inmobiliario pocas veces considera sus necesidades espaciales, limitando la práctica de actividades primordiales para su desarrollo y dejando de lado la reflexión que ponen sobre la mesa. Es así como el interrogante sobre ¿Cómo se desarrolla la cotidianidad de los niños en relación con la espacialidad de una vivienda?, que surgió durante el proceso de diseño de unSOLAR, posibilitó desarrollar esta investigación. Para no quedar atrapados en lo anecdótico aparece el componente espacial, donde la antropometría, ciencia que mide formas y tamaños del cuerpo humano (Norris & Smith, 2008), se propone como estrategia para tejer relaciones entre lo funcional y lo poético. Toman tanta importancia la información cuantitativa que brinda el estudio antropométrico como la información cualitativa construida por medio de la teoría y la experiencia personal. El estudio antropométrico se ha realizado tradicionalmente por medio de datos estáticos, donde se miden dimensiones corporales en posturas estandarizadas, pero este tipo de datos nos dice poco sobre cómo se desenvuelve el cuerpo, especialmente durante la infancia. Los niños y la casa. Explorando la cotidianidad infantil en la vivienda 16
¿por qué investigar sobre este tema? “La distribución de las viviendas actuales, amparada en la denominación corriente de las piezas de una casa ha traído consigo una especialización estricta y estrecha (en su doble sentido) en la que la única pieza con nombre compuesto sigue siendo el llamado comedor-estar. Esta tendencia a la especialización acaba reduciendo la vivienda solo al conjunto formado por piezas “útiles”, y los niños con su actitud transgresora, ponen en evidencia nuevos caminos a desarrollar” Xavier Monteys / Pere Fuertes (2001)
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La investigación surge como trabajo de grado para acceder al título en arquitectura, en la modalidad de trabajo investigativo. El tema nace de un interés personal, despertado durante el diseño del prototipo unSOLAR, por desarrollar criterios para cualificar la experiencia de los niños en los espacios domésticos, así como enriquecer el proceso proyectual por medio del análisis de estos pequeños usuarios poco estudiados durante la formación académica. Panero y Zelnik (1983) explican como a pesar de que la arquitectura cuenta con importantes referencias en cuanto a criterios generales de diseño y planificación, existe una carencia en el campo de la relación hombre-objetoentorno, particularmente en el diseño de espacios interiores. Esta carencia se evidencia en la homogeneidad de la vivienda ofrecida en el mercado en el contexto de ciudades que como Medellín, gozan de un importante auge inmobiliario. Actualmente Medellín se caracteriza por cierto estancamiento en el diseño arquitectónico de proyectos de vivienda, ya que las dinámicas económicas se han convertido en su principal determinante. La vivienda ha perdido su valor de uso para convertirse en una suerte de mercancía, a la cual las lógicas económicas sugieren o incluso dictan como debe ser su diseño y la forma en que se habita. El acelerado crecimiento de la ciudad ha derivado en proyectos de vivienda colectiva de alta densidad, que buscan sacar el mayor aprovechamiento económico de los lotes donde se emplazan sin mayores consideraciones urbanas y arquitectónicas. Estos proyectos se caracterizan por la generalización del usuario y la poca reflexión espacial, por lo que en su mayoría funcionan como repetición de un mismo modelo que solo varía en términos de precio, acabados y área.
Esta situación evidencia la carencia de herramientas proyectuales que contemplen las particularidades de los usuarios, por lo que, considerando que gran parte de la cotidianidad de los niños se desenvuelve en la casa, el análisis de esta relación puede ofrecer una nueva perspectiva para arquitectos y profesionales del diseño enfrentados a proyectarla. Las mentes y cuerpos de los niños funcionan de una forma completamente diferente a los adultos, por lo que su experiencia del espacio se percibe a través de perspectivas que varían de acuerdo a las situaciones cotidianas en las que se ven implicados y en proporción a su desarrollo antropométrico. Como lo veremos más adelante, de acuerdo a Piaget cada etapa del desarrollo de la inteligencia por la que pasan los niños, ésta caracterizada por determinadas habilidades físicas y cognitivas. De acuerdo a esto los niños comprenden el mundo de una forma diferente a los adultos, por lo que podemos considerarlos como fuentes importantes de información. La perspectiva infantil, caracterizada por la curiosidad, la subversión y la falta de preconceptos sobre el uso de los objetos y la función de los espacios; tiene la capacidad de brindar nuevos panoramas sobre la vivienda, ya que no está determinada por parámetros culturales o económicos, sino que responde en mayor medida a la experiencia empírica, de la cual los arquitectos podemos aprender. Vale la pena investigar sobre este tema porque niños ponen en evidencia universos que normalmente son pasados por alto durante el desarrollo del proyecto arquitectónico, cuestionando las formas de comprender el espacio y enriqueciendo las reflexiones que se desarrollan en torno a él.
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objetivos General Analizar la cotidianidad de los niños entre 3 y 5 años en una vivienda prototípica Específicos Observar los hábitos cotidianos de los niños en la vivienda Detectar las rutinas que los niños utilizan para desarrollar sus hábitos Identificar los gestos corporales que los niños adoptan para desarrollar sus rutinas Analizar la relación cuerpo-espacio-objeto que se entabla durante el desarrollo de las rutinas
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metodología Para analizar la cotidianidad de los niños entre 3 y 5 años en relación con la espacialidad del prototipo unSOLAR, fue preciso partir de la construcción de bases teóricas para el análisis de la vivienda y las estrategias de apropiación que los niños tienen de ella. Posteriormente fue necesario observar los hábitos cotidianos de los niños y diferenciar tanto las rutinas que utilizan para llevarlos a cabo, como los gestos corporales que adoptan al desarrollar dichas rutinas. Por último se relacionaron ambos caminos –teórico y espacial– por medio de un estudio antropométrico que permitió desarrollar el análisis de la vivienda prototípica. Por esta razón esta investigación se desarrolló en 3 etapas. La primera etapa, comprendida en los capítulos 2 y 3 –“Sobre la casa” y “Sobre los niños”– fue la construcción del recurso teórico, por medio de la revisión bibliográfica y la experiencia personal. La segunda etapa consistió en un ejercicio de antropométrica dinámica, donde se evaluaron los gestos corporales de una niña de 3 años al desarrollar diferentes rutinas cotidianas. Y la tercera etapa fue el encuentro del recurso teórico y el gráfico-espacial, para el análisis de la cotidianidad infantil en la vivienda prototípica, que permitió encontrar las conclusiones de la investigación. Esta serie de actividades permitió hacer un reconocimiento de las relaciones niño-objeto-entorno, con el objetivo de comprender la forma en que el espacio arquitectónico determina el desarrollo de la cotidianidad, al igual que ésta aparece como un importante condicionante para el diseño.
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sobre la casa
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Como lo explica Saldarriaga (2002), lo usual en el proceso de formación del arquitecto, ha sido alejar al estudiante de su propia experiencia y situarlo en un plano abstracto desde donde proyecta sobre un entorno que no tiene completamente claro. Este distanciamiento entre lo vivido y lo proyectado se extiende después a la vida profesional, que en más de una ocasión desentiende las minucias de la cotidianidad y aspira a una trascendentalidad abstracta o a una simple ocupación del espacio. De esta forma se da una arquitectura que poco se preocupa por relacionar el problema de la técnica o el carácter abstracto del espacio con las necesidades de los usuarios, donde en muchos casos el interés de los arquitectos se ha desplazado del sujeto al objeto, un objeto desvinculado a la función esencial de la arquitectura: el habitar. A partir de esta realidad este capítulo busca plantear una serie de reflexiones con el objetivo de analizar el fenómeno de la vivienda como resultado y condicionante de la cotidianidad, particularmente en el caso de los niños.
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la casa d-escrita “Cómo no acordarme de la distribución de la casa. El comedor, una sala con gobelinos, la biblioteca y tres dormitorios grandes quedaban en la parte más retirada, la que mira hacia Rodríguez Peña. Solamente un pasillo con su maciza puerta de roble aislaba esa parte del ala delantera donde había un baño, la cocina, nuestros dormitorios y el living central, al cual comunicaban los dormitorios y el pasillo. Se entraba a la casa por un zaguán con mayólica, y la puerta cancel daba al living. De manera que uno entraba por el zaguán, abría la cancel y pasaba al living; tenía a los lados las puertas de nuestros dormitorios, y al frente el pasillo que conducía a la parte más retirada; avanzando por el pasillo se franqueaba la puerta de roble y más allá empezaba el otro lado de la casa, o bien se podía girar a la izquierda justamente antes de la puerta y seguir por un pasillo más estrecho que llevaba a la cocina y el baño. Cuando la puerta estaba abierta advertía uno que la casa era muy grande; si no, daba la impresión de un departamento de los que se edifican ahora, apenas para moverse” Fragmento de “Casa Tomada” Julio Cortázar (1946)
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Como lo explica Bachelard en La poética del espacio (1958) cuando se “lee una casa” suspendemos la lectura y empezamos a pensar en nuestra casa. Los valores de la intimidad son tan absorbentes que el lector no lee el espacio descrito por el autor, se transporta a aquel que domina sus recuerdos más preciados: los de la infancia. La infancia deja en nosotros recuerdos imborrables que recurren a la literatura para reaparecer en el presente, así que los espacios donde se desarrolla se convierten en un tema para recordar. En su cuento Casa Tomada (1946) Julio Cortázar describe la casa de Irene y su hermano como una casa “espaciosa y antigua” que han dedicado su vida a mantener y cuidar. A pesar de que el relato no se desarrolla expresamente durante la infancia de los “protagonistas” –siento que la verdadera protagonista es la casa en sí misma– nos sitúa en la idea de la casa natal. Por medio de una descripción meticulosa de la espacialidad y las costumbre de sus habitantes, al igual que lo hiciera Bachelard, Cortázar describe la casa natal. Un lugar donde se desarrolla la función innata de habitar, el primer universo del hombre caracterizado por una gran complejidad psicológica la cual se encuentra, en cierta medida, determinada por la complejidad espacial. En Casa Tomada, la vivienda se configura como un espacio vivo –quizás más vivo que sus habitantes, quienes parecen estar atrapados en una rutina interminable– que ejerce su influencia sobre la cotidianidad de quienes la habitan. Es el espacio mismo quien exige el desarrollo de una serie de acciones y cuando este espacio se transforma, las rutinas se transforman junto con él. Como en la realidad, el espacio condiciona la vida de los personajes. El escritor aparece como un arquitecto, quien proyecta una casa que no es solo un espacio físico donde se llevan a cabo una serie de acciones, es también una referencia primordial para sus habitantes, un lugar infinito entre cuatro paredes que determina su imaginario sobre el espacio y su forma de aproximarse a él.
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La casa se convierte en un espacio protector, que nos cobija y nos alberga, y a su vez, guarda nuestros temores y recuerdos. Deja de ser solo un espacio físico, y más allá de muros y muebles se construye una casa que habitamos a través de nuestros recuerdos y de nuestros gestos, construida a la medida de nuestro cuerpo y que conserva nuestra intimidad. Como lo explica Bachelard es la casa repetida y ensanchada desde nuestra infancia, un espacio habitado en el tiempo, replicable de manera universal en cada una de las casas que ocupamos a lo largo de nuestra vida. Pero la casa ha perdido sus recovecos, sus rincones, ya no cuenta con un espacio para mirar el cielo, la habitación se limita a un espacio para disponer la cama, la sala solo puede ser sala y el comedor solo sirve para comer. Y es ahí cuando entramos en luto por la complejidad que ha perdido la vivienda. Frente a esta pérdida ¿Cuáles serán los relatos de los escritores del mañana?
Figura 2. Casa Tomada. HernĂĄn Canellas
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habitar hábito habitación “.. y es a esa vida pautada, habitual, a la que responde con sus recintos, varios y bien aderezados, la habitación humana. ¿Cómo si no, la arquitectura habría de aprehender la imprevisible conducta del hombre, si ella no obedeciera a un abanico de hábitos estables? El hábito es forma y pauta de comportamiento, y es a esa vida habitual a la que la habitación responde. Puede haber habitaciones, porque hay hábitos: de estudio, de reposo, de aseo, de restauración, de trabajo, de convivencia” Jorge Sarquis (2011)
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La arquitectura es el escenario de la vida que de forma silenciosa, pero constante, funciona como telón de fondo y contenedor de nuestras experiencias; es la mediadora entre el hombre y el mundo. Habitar es definido en su forma más simple por la Real Academia de la Lengua Española como vivir o morar, sinónimos que nos transportan a la idea de estar establecido en un lugar (vivir en el campo, vivir en la ciudad, vivir en una casa). Habitar es establecernos en un lugar al que podemos llamar propio, entablar relaciones con el mundo. Esta permanencia, este establecimiento, necesariamente nos da la idea de que en ese lugar se deben solucionar las necesidades básicas para la vida, como la alimentación y el descanso, que junto con necesidades culturales –espirituales si se quiere– como recrearse u orar; hacen que el ser humano precise construir objetos y espacios. Recordando a Heidegger (1951) habitar es posible en la medida en que construimos un lugar para la permanencia y construir es posible gracias al acto fundamental de habitar. Habitar como permanencia se relaciona así con un espacio construido con el propósito explícito de albergar personas y que contiene en su interior artefactos y ámbitos diseñados para extender sus capacidades y dar soporte a sus acciones. Este espacio es la habitación.
La habitación, la casa, es en casi todas las sociedades humanas, el lugar para vivir donde los hechos habituales y cotidianos cargan de significado la experiencia de habitar. La casa es el contexto arquitectónico donde se desarrolla nuestra vida cotidiana, es evidencia de las transformaciones de la sociedad y sus modos de vida. El hábito, entendido como modo de proceder adquirido por repetición u originado por tendencias instintivas (R.A.E), aparece entonces como manifestación de los condicionantes biológicos y culturales en el espacio, que por su carácter repetitivo introduce la variable del tiempo en la vivienda. Habitar genera hábitos y estos hábitos se expresan en acciones y rutinas que toman lugar en el espacio-tiempo de la habitación, definiéndola y condicionándola. La habitación adquiere su identidad en función de los acontecimientos que se desarrollan en ella. La arquitectura como escenario del habitar humano tiene la capacidad de moldear la forma en que transcurre la vida cotidiana de las personas; por lo que esta cotidianidad debería poder ser una herramienta del proyecto, que lo enriquezca erigiendo puentes entre el arquitecto y el habitante, entre lo vivido y lo proyectado. Figura 3. Habitar – Hábito - Habitación
La vivienda es la expresión más directa y evidente del sentido de habitar (Saldarriaga Roa, 2002). La casa como primer espacio arquitectónico – como primera habitación– no solo nace de la necesidad primitiva del ser humano de protegerse de las inclemencias de su entorno, también se ve permeada por una serie de condicionantes biológicos y culturales para los que el hombre crea espacios y objetos que moldean, y se ven moldeados, por las dinámicas de la vida cotidiana.
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el programa inmóvil “La ambigüedad válida fomenta la flexibilidad útil” Robert Venturi Como se evidencia en la Figura 4, al revisar los proyectos de vivienda en el contexto de Medellín, podemos evidenciar una condición de vivienda estandarizada presente en la oferta del mercado inmobiliario. La mayoría de proyectos se caracterizan por la repetición de un modelo homogéneo, establecido desde el siglo XX bajo condiciones completamente diferentes a las actuales, pero en el que siguen vigentes la compartimentación y especialización de los espacios, la mentira de la “familia tipo” y el utilitarismo que antepone la función por encima de cualquier otra cualidad. El espacio arquitectónico normalmente es concebido bajo la premisa de un programa establecido. Este programa no surge exclusivamente desde el arquitecto o el cliente, también está condicionado por una serie de imaginarios culturales y proyectuales que se han ido consolidando a lo largo de la historia. La industrialización de la vivienda, ha contribuido a la estandarización –no solo de las técnicas por medio de las cuales se construyen los espacios, sino de los espacios mismos– influyendo especialmente en la configuración del espacio residencial desde la modernidad hasta la actualidad. La vivienda ha mantenido durante décadas un programa que simplemente resuelve las necesidades básicas de sus habitantes, simplificándolas en actividades que tienen lugar en el espacio doméstico (comer, asearse y descansar). Se estereotipan las actividades y los espacios donde tienen lugar. De acuerdo a Cabarrou (2011) la modernidad logró enlazar problemáticas de la técnica y el arte con programas sociales, lo cual generó una reflexión 29
sistemática sobre las formas de habitar, ya que durante la posguerra la dificultad de hacer previsiones y dar respuestas arquitectónicas adecuadas al inmediato déficit habitacional hizo pensar en la vivienda como un máquina que debe responder a la industrialización y la funcionalidad. Esta reflexión, aunque apropiada para su contexto y momento histórico, tiende a caer en programas rígidos y estandarizados que siguen influenciando los proyectos de vivienda hasta hoy, a pesar de que las condiciones culturales son diametralmente diferentes. El abordaje funcionalista ha olvidado quizás que habitar no se puede resumir a un ejercicio de funciones o a la ejecución de tareas (Pereira Da Silva, 2013). En la mayoría de los casos la distribución de la vivienda propone piezas específicas: alcobas, baño, cocina y sala-comedor, que cuentan poca flexibilidad y capacidad de adaptarse a las demás acciones que se llevan a cabo en ella. La generalidad es que la vivienda se compone por “piezas útiles” que responden a programas únicos y específicos –inmóviles- con disposiciones preconcebidas del mobiliario y donde no hay mayor campo para la ambigüedad. Sin embargo este programa pocas veces ha sido cuestionado por quienes la proponen, la diseñan o la habitan. En la Figura 4 se tomaron apartamentos aleatorios de proyectos de vivienda que actualmente se encuentran en venta en el Área Metropolitana del Valle de Aburrá. Los planos se vectorizaron para “desnudar” la configuración espacial de las viviendas de su representación comercial, pero se conservaron las disposiciones del mobiliario propuestas. En los casos estudiados es posible identificar algunas generalidades comunes sin importar área y localización, de las cuales podemos destacar cinco aspectos que fácilmente podrían constituirse como “los cinco principios de la vivienda comercial”:
Figura 4. Ofertas de vivienda (apartamentos) actualmente en venta en el Ă rea Metropolitana del Valle de Ă burra
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La vivienda se diseña para una familia nuclear La familia nuclear es definida por el ICBF (2012) como aquella compuesta por una pareja heterosexual y con hijos a su cargo. Espacialmente esta generalidad se evidencia en la jerarquización de los espacios íntimos de la vivienda, donde se puede diferenciar la habitación destinada para los padres, que cuenta con mayor área, normalmente goza de un baño independiente y se ubica en la zona más privada de la vivienda. Por su parte las habitaciones para los hijos, que son más pequeñas, se ubican próximas a las áreas sociales y tienden a representarse con camas gemelas como si estos no tuviesen ninguna otra necesidad a parte del descanso.
Zona de ropas en la cocina: Por un tema de economía de redes hidrosanitarias y metros cuadrados, la zona de ropas tiende a ubicarse adyacente o dentro de la cocina, en algunos casos limitándose a un pozuelo y un espacio para la lavadora, como si fuese un utensilio más que la conforma. Esta es una generalización a la que estamos habituados por lo que casi se nunca se cuestiona ni dentro del proceso académico, ni en la vida cotidiana. Sin embargo la cocina, plagada de olores y grasas, pareciera no ser el lugar más indicado para esta actividad, cuando en realidad el circuito del aseo de la ropa se relaciona más con las habitaciones y los baños.
Sala-comedor-cocina-balcón = “área social” Es de rescatar la forma en que se ha liberado la cocina de los muros que la tenían aprisionada, así como la preocupación por la presencia del balcón como elemento característico de nuestro contexto –nos gusta mirar por el balcón y es una actividad cotidiana que hacemos sin importar edad o condición social–. Sin embargo esta área de la vivienda casi siempre está limitada por disposiciones preconcebidas del mobiliario, ya que es simplemente un “gran espacio” indefinido, que al aparecer en la vivienda ocupa una gran cantidad de área aunque es poco utilizado, pero que, como lo explica Sarquis (2011), se mantiene por el valor simbólico que representa.
El “corredorcito” Las circulaciones se reducen a corredores oscuros de dimensiones mínimas que se limitan a conectar espacios pero fracasan en su intento por relacionarlos. Como lo explican Monteys y Fuertes (2001) se cree que los corredores existen en tanto hay habitaciones a las cuales acceder, por lo que quedan relegados a ser un espacio de servicio, configurándose simplemente como un lugar de paso y no como un ámbito de la vivienda capaz de soportar otras actividades a parte del desplazamiento.
En el caso de algunos proyectos de áreas muy reducidas, se hace un gran esfuerzo por tener todos los elementos que constituyen “el área social”, aunque quizás no se cuente con espacio suficiente, lo que a la larga termina impidiendo el normal desarrollo de la vida cotidiana. ¿No valdría la pena pensar en espacios polivalentes o en la posibilidad de prescindir de algunos elementos en orden de mejorar la experiencia de la vivienda?
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Especialización de los espacios Las viviendas están claramente diseñadas a partir de un programa funcional e inmóvil. Hay un espacio para dormir y sólo para dormir, un espacio comer y sólo para comer, un espacio para “la visita”, un espacio para bañarse…. No hay cabida para la ambigüedad válida de la que hablaba Venturi. La vivienda se reduce a un conjunto de espacios con nombre, con uso preestablecido y que se diseñan solo en función de ese uso, limitando la posibilidad de ser reinterpretados.
la “familia tipo” Vemos como la aproximación proyectual desde las lógicas del mercado deriva en una situación de “estancamiento” de la vivienda que se mantiene desde hace décadas y hace que el espacio residencial vaya en un constante detrimento, ya que se ha llevado el funcionalismo y especialización de los espacios a su extremo. Esta resistencia a introducir cambios en el modelo de vivienda funcionalista, en la “máquina para habitar” sobre la que tanto se reflexionó en la segunda mitad del siglo XX, se debe a la idea de mantener una forma de vida que responde a la homogeneidad de los grupos familiares tradicionales. La vivienda se ha petrificado en la repetición de un programa de habitaciones predeterminadas, sin embargo, las nuevas formas de cohabitación obligan cada vez más a aceptar el cambio y la exploración. Estas formas de convivencia son una realidad que se transforma constantemente gracias a los cambios sociales, económicos y culturales que de una u otra forma impactan la vida privada y es necesario tratar de comprender este carácter cambiante en orden de poder cualificar la espacialidad de la vivienda para el disfrute de sus habitantes. Entendemos cohabitar como “habitar juntamente con una u otras personas”, permanecer y apropiarse de un espacio con los demás: vivir con los otros. Como lo explica Muntañola (1979) la arquitectura sirve, no sólo para realizar ciertas acciones con mayor o menor facilidad, también como receptáculo para cohabitar, coexistir, intercambiarse cuerpos humanos diferentes. Según proyecciones del censo del DANE (2005), la población colombiana sobrepasa los 46.000.000 de personas, que de acuerdo al número promedio de personas por hogar2 se distribuyen en 12.432.432 hogares, dentro de los cuales el 31% de sus integrantes son personas menores de 15 años. 2 El DANE considera hogar al grupo humano que vive bajo el mismo techo y comparte presupuesto de alimentos. Vale aclarar que este grupo de convivencia no necesariamente responde a una familia en términos de parentesco.
De acuerdo a la Caracterización de las familias en Colombia (ICBF, 2012) estos hogares, que se encuentran en constante transformación por las condiciones sociales, económicas y culturales, se componen en su mayoría por grupos de entre dos y cinco y personas, pero el número de integrantes tiende a reducirse cada vez más. Las últimas décadas han sido escenario de cambios en las estructuras sociales y económicas del país, generando transformaciones significativas en la conformación de los hogares. Un ejemplo es la reducción en las tasas de fecundidad y el aumento de los niveles de escolaridad de las mujeres; lo que se traduce en una feminización de la jefatura de hogares: el 58% de los niños menores de 15 años vive con ambos padres, 30% solo con la madre, 3% solamente con el padre y 8% no vive con ninguno de los dos (ICBF, 2012). Este tipo de transformaciones hacen que en nuestra sociedad convivan hogares tradicionales, fundamentados en el parentesco, con grupos alternativos cuya conformación está determinada por factores diferentes a los habituales (estudiantes viviendo juntos, parejas homosexuales, grupos de extranjeros). La familia nuclear es considerada como el modelo hogar, pero la amplitud y diversidad de formas de cohabitar se traduce en un espectro mucho más amplio de usuarios potenciales para la vivienda, a los cuales vale la pena considerar dentro del proceso proyectual. Con base en el trabajo de Ana Rico de Alonso en 1999, la Caracterización de las familias en Colombia (ICBF, 2012) ordena las tipologías de hogares bajo el criterio de parentesco (familias unipersonales, nucleares y extensas) así como en base a las funciones que realizan (conyugalidad, reproducción y supervivencia); división que utilizaremos para analizar el problema de la vivienda. Los niños y la casa. Explorando la cotidianidad infantil en la vivienda 32
Como se evidencia en la Figura 5, las formas de cohabitación actuales en Colombia cubren un amplio espectro, haciendo evidente que los cambios generados por las dinámicas económicas y sociales afectan la composición de los hogares. La vivienda debería estar en condiciones de adaptarse a estos cambios, sin embargo, como observamos anteriormente, la generalidad de la oferta del mercado parece solo responder a la tipología de familia nuclear. Vale recalcar que en la mayoría de formas de cohabitación descritas por ICBF, los niños están presentes y toman un papel importante dentro de la conformación del grupo, por lo que su presencia en el espacio residencial es vital para poder comprender los nuevos retos que los cambios en las formas de cohabitar le formulan a la arquitectura. Vemos como el problema de la vivienda se ve atravesado por distintos modos de vida y condicionantes culturales, sin embargo “los cinco principios de la vivienda comercial” que se mencionaron anteriormente todavía se reiteran en los modelos de vivienda presentados por el mercado inmobiliario. Como lo explican Montaner y Muxi (2010) esta diversidad de formas de cohabitar hacen anticuada la concepción de familia nuclear como el componente mayoritario, por lo que la vivienda debe proyectarse con ambigüedad y versatilidad funcional, de forma que pueda cobijar los diferentes modos de vida. Surgen así una serie de interrogantes sobre la postura que el arquitecto debe tomar frente al deterioro de la calidad de la vivienda en orden de conservar un programa preestablecido que responde a un paradigma de hogar que se encuentra en plena transformación: ¿Deberíamos respetar el valor simbólico del modelo tradicional de vivienda?, ¿Deberíamos conservar los espacios especializados –muchas veces inútiles– en orden de mantener la estabilidad del imaginario de la “casa” y con este el de la “familia”? o por el contrario ¿Deberíamos interpretar los valores del habitar actual para generar nuevas reflexiones en torno a la vivienda? 33
Figura 5. TipologĂa de hogar en Colombia de acuerdo al ICBF
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el programa móvil “Los niños son maestros en usar “mal” las cosas más variadas para jugar, y ponen en evidencia, de una manera ingenua, el alter ego de muchos objetos y lugares de la casa. Nos enseñan la ambigüedad de muchas cosas al atreverse a usarlas de otra forma. Los niños practican este otro uso, entre otras cosas, porque su estatura les permite usar un armario como habitación. Pero, más allá del tamaño, existe una actitud desinhibida, previa al reconocimiento de su uso establecido, que denota un modo de crítica no escrita de la arquitectura que reclama nuestra atención.” Monteys y Fuertes (2001)
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Figura 6. Para Felipe (6 a単os) cualquier lugar de su casa es un escenario apropiado para jugar
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Los espacios proyectados por arquitectos están, generalmente, diseñados a partir de elementos arquitectónicos. A pesar de que la materia principal del proyecto arquitectónico es el espacio, se diseñan límites, contenedores, cerramientos; y el espacio aparece como un intersticio entre los elementos constructivos, un lugar donde habita el cuerpo y se realizan las acciones. Por su carácter privado, el espacio de la vivienda no puede existir sin elementos que lo delimiten, así como no puede haber luz sin oscuridad. Podemos considerar los espacios domésticos como intersticios contenidos dentro de límites determinados –que pueden ser espaciales o perceptivos– donde se desarrolla la cotidianidad, y a su vez la vivienda como un sistema compuesto por intersticios interrelacionados, un paisaje de hechos cotidianos. No es gratuito que para designar a la vivienda se utilice la palabra inmueble, que se refiere a aquello que está unido a un terreno del que es inseparable tanto física como jurídicamente, es decir, que no se puede mover (R.A.E). Pero si bien en el paisaje de la vivienda existe una condición de inmovilidad –de la dimensión material de la arquitectura– también existe en él la movilidad. El arquitecto sistematiza el proceder de las acciones al diseñar espacios que, idealmente, responden a ellas; sin embargo es el habitante quien trasciende los límites materiales y abstractos impuestos por el proyecto. De acuerdo a Montaner y Muxi (2010) la vivienda es un espacio que debe garantizar el desarrollo personal y social, modificándose y adecuándose de acuerdo a los cambios en los modos de vida de las personas; por lo que no puede limitarse a dar condiciones mínimas de habitabilidad, también debe ofrecer requerimientos mínimos de adaptabilidad al usuario. Como se puede apreciar en la Casa Collage (2001), los niños tienen la capacidad de reinterpretar hasta el más funcional de los objetos, por lo que son expertos en utilizar los muebles y espacios de la vivienda con finalidades distintas a las que fueron diseñados. 37
Cuando aparecen los niños, el programa de la vivienda trasciende los límites materiales de la arquitectura y adquiere una cualidad móvil, ya que los espacios se convierten en escenario de las actividades más variadas. “Los niños, que son aquí una incitación a practicar un uso distinto de los espacios de una casa, nos pueden servir para cuestionar seriamente la especialización de las partes de ésta” (Monteys y Fuertes, 2001). No hay una manifestación más evidente de esta transgresión que el juego (Figura 6), donde no importa la categorización de los espacios que hacemos los adultos, solo existe un entorno dispuesto para ser explorado, donde no se discriminan los objetos ni espacios por su uso, sino que se incluyen sus cualidades tridimensionales dentro de las dinámicas del juego. Los objetos son “convertidos” en nuevos objetos, como el balde que se hace casco o la mesa que se vuelve casa; así como la sala se convierte en patio de juegos o la habitación en estudio de baile, invitándonos a cuestionar la especialización de los espacios de la vivienda en piezas compartimentadas y dotadas de usos específicos. Cuando los niños se toman la vivienda, sus límites ya no se restringen por la dureza del inmueble, están sujetos a la personalización. Esta personalización, esta movilidad, se encarga de dotar de un carácter diferenciado a la vivienda, haciéndola soporte de la cotidianidad y reflejo del carácter de sus habitantes. La colonización que hacen los niños de la vivienda pone en evidencia que dotar al espacio de cierta indefinición, de un “programa móvil” abierto a la interpretación, puede ser un camino hacia esta flexibilidad y adaptabilidad, que desde mediados del siglo XX tanto han preocupado a la arquitectura y tanta falta le hace a la vivienda comercial ofrecida por el mercado inmobiliario en nuestra ciudad.
la teoría de los soportes “La arquitectura moderna surgió con la voluntad de resolver cuestiones del entorno cotidiano, pero siguió aplicando los criterios académicos tradicionales, creando obras singulares y extraordinarias, sin entender que la clave estaba en inventar nuevos sistemas arquitectónicos, estructuras para lo ordinario, capaces de aceptar la intervención de la gente, de permitir los cambios en el tiempo, de favorecer las relaciones entre lo privado y lo público, y de expresar unos criterios de diseño compartidos por la sociedad“ N.J. Habraken (1979)
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Una teoría de diseño relacionada al tema de la vivienda que presenta una visión alternativa frente a la estandarización de espacios domésticos es la teoría de los soportes de John Habraken. Para comprender la propuesta de Habraken podemos partir un interrogante recurrente, que aparece al enfrentarnos al problema de la vivienda: ¿Cómo se puede introducir la adaptabilidad a la diversidad de usuarios y necesidades cotidianas como una característica intrínseca del proyecto? Este interrogante nos sugiere algunas características con las que debe contar la vivienda para responder a nuevos retos que le propone la vida actual: debe atender a la diversidad de modos de vida presentes en la sociedad, debe aceptar y promover la variabilidad, y debe dar poder de decisión al habitante, de acuerdo a sus necesidades. En su libro El diseño de soportes (1979) Habraken formula la necesidad de un cambio los paradigmas de diseño, construcción y habitación de la vivienda, que lejos de limitarse a argumentos teóricos presenta una metodología diseñada para concretizar sus planteamientos. Para Habraken, la construcción de la vivienda se compone de un conjunto de acciones cuya finalidad es el habitar. Frente a la homogeneidad de los proyectos de vivienda colectiva, Habraken reflexiona sobre una cuestión fundamental: conjugar la inmovilidad de la dimensión material de la arquitectura y un programa móvil. De esta forma se haría posible plantear viviendas que pudieran soportar e incluso promover la variabilidad de necesidades habitacionales y modos de vida, así como superar la estandarización de la vivienda como un producto acabado y repetitivo.
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Desde una perspectiva heideggeriana, se establecen dos esferas de acción: el acto de construir y el de habitar, a partir de los conceptos del “soporte “ y la “unidad separable” como principio de participación o control por parte de los usuarios. Habraken define los soportes como estructuras arquitectónicas con cualidades específicas, que implican aquellas decisiones sobre las que la comunidad tiene control, como la estructura, el acceso y la infraestructura. Por su parte las unidades separables son elementos físicos no portantes, sobre las que cada individuo decide, las cuales pueden combinarse en distintas configuraciones, de acuerdo a las necesidades y deseos del habitante, generando una unidad de vivienda que refleja la personalidad de sus residentes. Como método este sistema se desarrolló para atender a las necesidades de la vivienda multifamiliar, pero se puede extender a cualquier problema arquitectónico donde se presenten los temas de la construcción, el cambio y diferentes esferas de control de decisiones. Podemos ver como esta metodología es utilizada en edificios de oficinas, usos institucionales y centros comerciales, sin embargo parece tener problemas para introducirse en la proyectación de la vivienda, problema para el que paradójicamente fue pensado, por lo que esta reflexión será una de las bases metodológicas para comprender la espacialidad del prototipo unSOLAR.
Figura 7. Escalas de participación y control en la Teoría de los Soportes
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sobre los ni単os
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Los niños nos presentan un universo amplio que se presta para diversos análisis, por lo que en nuestro caso nos centraremos en la primera infancia, la cual el Código de Infancia y Adolescencia (Congreso de Colombia, 2006) define como la etapa comprendida entre la gestación y los primeros seis años de vida del ser humano. Esta etapa es considerada como una fase crucial dentro del ciclo vital, ya que estructura las bases para el desarrollo biológico, psicológico, cultural y social. Existen pocas etapas tan determinantes en la vida del ser humano como la primera infancia y por lo tanto pocas influencias tan representativas como los espacios donde se desarrolla. Los primeros años de nuestras vidas son un periodo de importantes aprendizajes, donde el escenario que brinda la arquitectura juega un papel decisivo. Como lo explican Monteys y Fuertes (2001) la arquitectura escolar y el diseño industrial han logrado, en mayor medida que la vivienda, hacer una lectura tanto de la escala, como de las necesidades de seguridad y aprendizaje de los niños. Vale la pena que la arquitectura domestica comience a concentrar la atención en estrategias para mejorar el uso y aprendizaje de los niños sobre y de la casa; y de igual forma alimentarse de las reflexiones que generan los más pequeños en torno al problema de la vivienda. Desde esta reflexión, en este capítulo exploraremos algunas características de la vivencia de la casa durante la infancia, comprendiendo lo domestico como un entorno vital, donde tienen lugar las primeras aproximaciones al espacio, las cuales se hacen posibles gracias al desarrollo físico y cognitivo de los niños.
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desarrollo y vivienda en la primera infancia El desarrollo infantil consiste en una sucesión de etapas o fases en las que tienen lugar una serie de cambios físicos y psicológicos que llevan al crecimiento del niño. Consiste en un proceso de reorganización de las capacidades innatas de los niños, para por medio de ellas y nuevas capacidades generar hábitos. Bajo esta concepción el desarrollo infantil se configura como un proceso dinámico donde los niños se mueven entre distintas etapas (Brown & Beran, 2008), las cuales tienen lugar a medida que van creciendo y se ven implicados en nuevas situaciones.
En este enfoque el espacio se hace soporte y compañero del desarrollo, por lo que será utilizado para analizar las formas en que el niño interactúa con la espacialidad de la vivienda. De acuerdo a la teoría del desarrollo de Piaget, durante la primera infancia se dan las dos primeras etapas del desarrollo cognitivo: la etapa sensoriomotora, que normalmente transcurre entre los 0 y 2 años, y la etapa pre operacional, que se da entre los 2 y los 7 años. Aunque nos centraremos en el análisis de los niños entre 3 y 5 años, resulta importante estudiar ambas etapas para poder identificar la forma en que los niños de estas edades habitan el espacio.
El desarrollo permite que el niño colonice nuevos espacios de la casa, que como lo explica Coppola (2004), asumen valores simbólicos en cuanto en ellos se desarrollan funciones cuya importancia va más allá de lo fisiológico; por lo que cada uno debe ser tratado por la arquitectura con especial cuidado, teniendo presente no solo las actividades que se desarrollan en él, también su significado para cada fase de la vida. A medida que crece, el cuerpo del niño se comporta como un arquitecto del espacio, que establece y trasciende sus límites. Jean Piaget (1896-1980) fue uno de los primeros teóricos del constructivismo, enfoque del aprendizaje que se basa en que el niño construye su conocimiento a partir del mundo en el que vive, es decir, conoce a partir de sus propios saberes e interpretando nuevos hechos y objetos con los que se relaciona, como un pequeño científico que intenta comprender el mundo (Meece, 2000). Como lo explican Amar y Alcalá (2001) Piaget considera esta adaptación continua como el factor que regula los intercambios entre el organismo y el medio, entre el niño y el espacio. Los niños y la casa. Explorando la cotidianidad infantil en la vivienda 44
la conquista del suelo “El piso conservaba su condición de mundo dilatado que convenía explorar. Los adultos pisaban aquí y allá, pero yo veía únicamente zapatos grandes y brillantes -a veces polvorientos- o a veces pies desnudos de proporciones ridículamente exageradas. Ellos vivían en otro nivel, a gran altura sobre Liliput” Monique Eleb
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Figura 8. El cine y los dibujos animaos han reflexionado sobre la perspectiva infantil del suelo
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Durante lo que Piaget describe como la etapa sensorio-motora (entre los 0 y 2 años) nos encontramos con un niño que interactúa por primera vez con su entorno. Como su nombre lo dice, en esta etapa el niño explora el mundo por medio de sus sentidos y sus habilidades motoras, poniendo en marcha los mecanismos naturales con los que cuenta para comprenderlo. Muntañola (1979) reflexiona sobre esta etapa de la vida definiéndola como la fase presentativa, caracterizada porque se confunden las cualidades del cuerpo del niño con las cualidades del entorno, es decir, el cuerpo y el lugar no se diferencian conscientemente: “para él bebe, su cuerpo es a la vez escenario, actor y espectador”. Esta interpretación se relaciona con la perspectiva Froebeliana3, que define al hombre en su primer grado de desarrollo como una criatura ya que “se cría, nutre, recibe de fuera por el acto de mamar”, es decir, que el niño y el mundo exterior forman un solo mundo (Amar Amar & Alcalá Castillo, 2001). De acuerdo a Mecce (2000) la principal característica de esta etapa es la transición de los reflejos propios del lactante como llorar, asir, succionar y moverse, a una conducta orientada a metas que se da hacia el primer año. Esta transición consiste en un paso de las conductas “accidentales” como chuparse el dedo, que se repiten porque generan una sensación placentera; a conductas premeditadas, ya que el niño empieza a prever eventos y utiliza sus saberes previos para enfrentarlos, encontrando nuevas soluciones a sus problemas. Otro importante logro de esta etapa consiste en la comprensión de la permanencia de los objetos, es decir, entender que los objetos siguen existiendo a pesar de que no podamos verlos o manipularlos. Este es un proceso continuo desde el nacimiento hasta el primer año, que combinado con la conducta orientada a metas, llevará al niño a buscar y alcanzar los 3 Friedrich Fröbel (1782-1852) fue un pedagogo alemán, precursor de la educación preescolar y del concepto de jardín infantil o “Kindergarten”
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objetos que desea manipular y están por fuera de su campo de visión, con toda la exploración de nuevos espacios de la casa que ello implica. Durante esta fase el niño está en un constante acompañamiento de los adultos, quienes inicialmente suplen todas sus necesidades, pero a medida que crece va ganando independencia, ya que su desarrollo le permite adoptar nuevos gestos corporales como rodar, sentarse, gatear y caminar, los cuales utiliza para conseguir sus metas, entablando sus primeras interacciones con el espacio. El niño, quien en principio estaba relegado a la cama, la cuna o el corral, empieza a colonizar nuevos espacios de la casa y el suelo será su campo de exploración por excelencia. Múltiples autores y representaciones animadas han, con un propósito u otro, reflexionado sobre el papel del suelo en la cotidianidad infantil. Podemos recordar a un pequeño Joel escondido bajo la mesa en Eterno resplandor de una mente sin recuerdos, el transcurrir de la vida de Tom y Jerrry en el zócalo de su casa o los cuerpos a medio encuadrar de los padres de La Vaca y El Pollito. Estas escenas ilustran la fuerte relación con el suelo durante los primeros años de vida. El suelo es un incansable soporte siempre disponible a las crecientes habilidades motoras de los más pequeños, incluso antes que los muebles y las paredes, el suelo es la superficie que apoya las primeras interacciones que los niños entablan con el mundo, donde tienen lugar los reflejos del lactante y se desarrollan las habilidades motoras futuras.
la casa como escenario del juego “El juego, por su carácter universal, responde a la esencia de la propia creatividad infantil. El juego posee asimismo una resonancia simbólica en la relación con los otros y con una realidad compartida. En el juego está inscrita la biografía del cuerpo en su expresión más profunda, y es jugando cuando el niño y la niña (y también los adultos) son seres creadores y descubren su “yo” en relación al “nosotros” como un eco interior. En definitiva, jugar es existir y ser conscientes de la existencia”. Javier Abad Molina (2008)
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En la etapa pre operacional, o representativa para Muntañola (1979), nos encontramos frente a un niño que cuenta con habilidades básicas para interactuar con el entorno y a partir de ellas emprende nuevas búsquedas. El equilibrio sensorio-emotivo-motor, conseguido durante la etapa presentativa, sirve como plataforma para el desarrollo de la capacidad simbólico reflexiva (Muntañola Thornberg, 1979). Nuestro conquistador del suelo desarrolla así el pensamiento representacional, es decir, la capacidad de emplear símbolos para reflexionar sobre sobre el entorno, lo cual le permite adquirir el lenguaje. El pensamiento representacional se evidencia en la capacidad de emplear el arte, las palabras y el juego para referirse objetos que no están presentes o eventos que no se experimentan de forma directa; lo cual es posible gracias al desarrollo de la permanencia de los objetos. Entre los 3 y 5 años, etapa por la que se interesa esta investigación, el pensamiento representacional se expresa principalmente por medio del juego simbólico, el cual consiste en simular situaciones, objetos y personajes que no están presentes. El juego simbólico será el principal determinante en la apropiación del espacio doméstico durante esta etapa, que al ser una práctica universal evidencia la esencia de la creatividad infantil. Diversas corrientes pedagógicas han reflexionado sobre el juego y sus implicaciones en la relación que construyen los niños con el espacio. En el caso de Fröbel el juego es la más elevada expresión del desarrollo humano en la infancia, ya que cubre todo el campo de la instrucción sensorial e intuitiva y es la base para los aprendizajes posteriores. A través del juego el niño comienza a establecer relaciones espaciales y procede al entrenamiento sensorial y del lenguaje (Amar Amar & Alcalá Castillo, 2001). 49
Como lo explica Abad (2008) a través del juego el niño expresa y descubre el mundo en su relación con el espacio, los objetos y las personas; ya que el cuerpo no puede concebirse sin estas relaciones que constituyen el contexto en el que se construye el mundo imaginario del juego. El juego simbólico parte de una idea de escenario, por medio del cual se estructura “la trama” que se representa. El espacio se transforma en escenario de juego al convertirse, real o imaginariamente, en un entorno propicio para la historia que se está desarrollando. Los niños tienen la capacidad de imaginarse dentro de una nave espacial en el mismo espacio que el día anterior consideraban una escuela o un hospital. Los niños juegan de manera espontánea, en cualquier lugar, sin propósito ni fin. La configuración de los espacios domésticos adquiere por medio del juego un significado simbólico, donde tanto cada espacio como los objetos que se encuentran en él, sugieren diferentes formas de apropiación infantil que los re-significan. Gracias a su enorme curiosidad por el espacio y los objetos, y a que su rango de visión es diferente al de los adultos –quienes, normalmente, diseñamos la casa– los niños descubren universos inexplorados de la vivienda al jugar.
Figura 9. CaracterĂsticas del desarrollo durante la primera infancia
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el juego y los objetos Durante el juego los niños realizan un reconocimiento de los espacios y objetos de la casa. Cuando el juego involucra el uso de objetos pequeños, los niños hacen un uso localizado del espacio, concentrándose en las características de dichos objetos. Brown y Beran (2008) definen las estrategias de exploración como comportamientos consientes o inconscientes que los niños utilizan para aprender sobre el mundo. Estas estrategias tienen una estrecha relación con los objetos, que se convierten en intermediarios entre los niños y el mundo en una interacción que tiene lugar en el espacio de la vivienda. Algunas de las estrategias que describen las autoras consisten en: Introducirse objetos en la boca Surge gracias a la frustración, la necesidad de contacto o para explorar el mundo. Esta estrategia brinda más información sobre un objeto que cualquier otra, permitiendo aprender sobre la textura, tamaño, consistencia y forma de los objetos. Introducirse objetos a la boca y mirarlos Los bebes y niños en primera infancia integran la visión en su exploración de los objetos al mirar un objeto para luego llevárselo a la boca y viceversa; de esta forma conectan la información visual y táctil del objeto que están explorando. Rotación y transferencia de mano en mano Los niños aprender sobre las cualidades tridimensionales de los objetos por medio el juego. Este descubrimiento los lleva a rotar un objeto con una o ambas manos mientras lo inspeccionan visualmente. Esta estrategia ayuda a aprender sobre cualidades del objeto como el tamaño, forma, peso y consistencia, mientras practican habilidades motoras como soltar, agarrar y usar ambas manos al mismo tiempo. Inserción (El cuerpo en un objeto y un objeto en el cuerpo) Cuando los niños aprender a mover un solo dedo sin extender los otros, 51
comienzan a experimentar la inserción, ya que exploran los objetos introduciéndoles un dedo o pasándolo por sus bordes. A medida que exploran insertan partes de su cuerpo como las manos, pies, cabeza, o su cuerpo completo en los objetos, así como objetos en sus propias cavidades corporales, lo cual sucede especialmente, pero no únicamente, en los niños entre 2 y 3 años. Golpear, tirar y soltar Los niños golpean los objetos unos con otros para escuchar sonidos y evaluar su peso y textura, así como su propia fuerza. Estas estrategias les permiten aprender sobre la permanencia del objeto. Combinar objetos Especialmente durante la primera infancia los niños disfrutan explorar como encajan juntos los objetos, para ver y comprender las diferentes formas en que interactúan. Parear objetos Los niños tratan de agrupar objetos con características similares a medida que empiezan a diferenciar los conceptos de “igual” y “diferente”. Usar objetos apropiadamente Cuando los niños aprenden a usar los objetos “apropiadamente” están muy orgullosos de su conocimiento, y pueden molestarse si alguien los usa inapropiadamente. Juego de roles Busca recrear la vida real por medio de utilería y disfraces. Juego imaginativo En lugar de usar los objetos de la forma apropiada, los niños experimentan cambiando de uso los objetos o imaginando que son algo diferente.
Figura 10. Felipe hace un uso localizado del sofĂĄ para manipular sus juguetes
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el escondite “…todo rincón de una casa, todo rincón de un cuarto, todo espacio reducido donde nos gusta acurrucamos, agazaparnos sobre nosotros mismos, es para la imaginación una soledad, es decir, el germen de un cuarto, el germen de una casa” Gastón Bachelard (1958)
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Figura 11. Refugio de Cristina bajo el espejo
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Cualquier lugar que nos permite acurrucarnos contiene el germen del rincón descrito por Bachelard, la potencialidad de convertirse en un escondite acogedor donde vivir momentos de soledad y silencio, una aproximación al espacio personal.
reproducción del espacio de la vivienda. Jugamos a construir casas dentro casas, un microcosmos dentro de otro. Para Cristina escondida en el armario –su casa– el exterior era la habitación que contemplaba desde debajo del espejo, del mismo modo que la calle es el exterior de nuestra casa en la adultez.
Cristina (28 años) recuerda sus juegos de la infancia, donde se apropiaba de un viejo armario-tocador que se situaba en la alcoba de sus padres: “cuando estaba pequeña, en la alcoba de mis papás había un closet. Era uno de esos closets viejos que ocupaban toda la pared y en el centro había un espejo, debajo del que quedaba un hueco, yo me escondía a jugar ahí porque me gustaba que el espacio era muy oscuro. Me sentía muy cómoda ahí. A veces mi mamá no se daba cuenta de que estaba escondida ahí, entonces me quedaba escondida por mucho rato”
Pereira Da Silva (2013) explica como el espacio personal puede entenderse como una reproducción del espacio intrauterino: un lugar confortable, acogedor, seguro y propio. El útero es el lugar donde empieza todo y es esta idea de lugar a la que quizás responden todas nuestras experiencias del habitar; por eso durante la infancia creamos escondites bajo las mesas, entre las sabanas y detrás de los muebles, buscando volver a sentir ese confort.
A pesar de ser arquitecta, Cristina tiene algunos problemas para reconstruir espacialmente este escenario del juego, pero describe de una forma muy vivida la sensación que le generaba estar en este lugar, lo que ella misma define como “una percepción perdida”.
A diferencia del juego con objetos, en el cual el niño hace un uso localizado del espacio, al escondernos damos un valor distinto a los muebles y los espacios indeterminados de la casa, es el espacio mismo el que se convierte en el escenario para la imaginación.
Durante la etapa pre-operacional la casa no tiene ningún espacio inaccesible para el niño, quien gracias a las nuevas habilidades que ha adquirido puede convertir los lugares más inesperados en escenario de su vida imaginaria. Las mesas se convierten en castillos habitados por monstruos y princesas, los juguetes regados por el suelo son un campo de obstáculos, los armarios se hacen portales hacia otros universos.
La vivienda puede enriquecerse al incluir esta perspectiva infantil: ¿Qué percibimos si nos acostamos en el suelo? ¿Y si nos escondemos debajo de la mesa? Si visualizáramos este mundo de baja altura, muchas veces replantearíamos la ubicación de las ventanas, la disposición de los muebles y la iluminación.
Al igual que Cristina, la mayoría de nosotros recordamos experiencias espaciales relacionadas con los muebles o los espacios recónditos de nuestra casa natal: estar dentro del armario, debajo de la escalera, detrás de la puerta. Este refugio infantil, el “juego de la cueva” que describen Monteys y fuertes en la Casa Collage (2001), nos conduce a la idea de una continua 55
Esto pone en evidencia que ofrecer escenarios para la aproximación al espacio personal, recuperar las texturas, las diferentes intensidades de la luz y las configuraciones espaciales que se presten para construir escondites y refugios –lo cual es una experiencia innata de habitar– puede ser un camino interesante para enriquecer la espacialidad de la vivienda y la experiencia que los más pequeños tienen de ella.
Figura 12. Felipe disfruta construyendo escondites bajo los muebles
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Papa, vient jouer chez moi! En Dinamarca se conserva la tradición de construir pequeñas casas en los huertos situados a las afueras de las ciudades. Estas agrupaciones reciben el nombre de “Kolonihaven”, literalmente “jardín colonial” y su función es resguardar a los propietarios del frío y la lluvia mientras disfrutan de la naturaleza. En 1994 con el propósito de impulsar el nombramiento de Copenhague como Capital Cultural Europea 96´, el gobierno encargó a 13 renombrados arquitectos diseñar su interpretación de estos pabellones campestres. Entre estos arquitectos se encontraban Enric Miralles y su esposa la arquitecta Benedetta Tagliabue. El interés de los arquitectos se desplazó a elaborar una casa que recogiera el paso del tiempo, bajo sus propias palabras que “se convierte en un calendario”. Su proyecto se convertiría en un reflejo de la vida cotidiana de una familia. La pareja dio a su pequeña hija, Catarina, una silla en miniatura, con la cual empezó a jugar, sirviéndose de ella para dar sus primeros pasos; y como si se tratara de un mapa de estos movimientos sobre el suelo, se fue generando la planta de la casa. Desde los límites del movimiento de la pequeña y de los gestos de los padres sentados en la mesa, nace una estructura de madera que conforma los volúmenes que envuelven el espacio. Los arquitectos extrajeron el dibujo del libro El Modulor, de Le Corbusier, donde una pequeña niña invita a un adulto a jugar con ella, a “entrar a su casa”, haciéndolo atravesar por una diminuta puerta. Padre e hija acceden al pabellón por dos puertas distintas, cada una a su respectiva escala; la transición de la infancia a la adultez queda plasmada por medio de estructuras escalonadas que conectan el espacio de los niños con el de los adultos, como si la casa creciera con sus habitantes a medida que pasa del tiempo. 57
A pesar de que este proyecto se entiende más como un pabellón sin un programa definido que como una vivienda propiamente dicha, nos interesa ya que lleva al extremo el carácter la vivienda como escenario del juego y la cotidianidad, donde la lectura de las rutinas más elementales de sus habitantes es el mayor determinante para la conformación del espacio. La silla deja de ser simplemente un objeto para dar cabida a nuevas interpretaciones que la convierten en una imagen del espacio y de la vida misma, el proceso proyectual se convierte en una metáfora del uso que Catarina hace de la silla, que a su vez es una analogía para el paso de la infancia a la adultez.
Figura 13. Casita para un Kolonihaven. Enric Miralles y Benedetta Tagliabue
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una aproximación desde el Topoanálisis “… nos hacemos sensibles a la función de habitar, hasta el punto de convertirla en réplica imaginaria de la función de construir” Gastón Bachelard (1958) Bachelard entiende topoanálisis como el “estudio psicológico sistemático de los pasajes de nuestra vida íntima”; por lo que podemos decir, en términos muy generales, que es el estudio del espacio imaginario. Los imaginarios a los que hace referencia Bachelard en la poética del espacio (1958) provienen, casi siempre, desde la literatura. El topoanálisis se desarrolla así por medio del estudio de imágenes literarias, pero la referencia al carácter poético de los espacios –la construcción del espacio literario– abre las posibilidades a un topoanálisis que estudie el espacio arquitectónico. Coppola (2004) define el topoanálisis como el análisis de los espacios en los cuales el hombre habita y de los modos en que los utiliza. Este campo cubre el análisis de las respuestas espaciales que el hombre da a sus necesidades. De esta forma, a pesar de estar circunscrito al ámbito de la poesía y la literatura, el topoanálisis se revela como un instrumento para conocer las operaciones del habitar. La vivienda se constituye como un lugar que reúne objetos y espacios destinados a satisfacer las necesidades –biológicas y culturales– de la vida cotidiana; el cual analizaremos a partir de las acciones que allí se desarrollan, estudiándolas a través de factores que determinan la espacialidad y se ven determinados por ella como el movimiento, los itinerarios y la adaptabilidad. 61
Figura 14. Render del prototipo unSOLAR
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sobre unSOLAR Solar (R.A.E): (De suelo). 1. m. Casa, descendencia, linaje noble. 2. m. casa solar. 3. m. Porción de terreno donde se ha edificado o que se destina a edificar. 4. m. Cuadro pequeño de tierra destinado al cultivo de flores u hortalizas. 5. m. C. Rica y Ven. Corral o terreno libre situado en la parte posterior de las casas, que se utiliza como huerto o para la cría de animales y a veces como desahogo. 6. m. Cuba. Casa de vecindad. El paradigma de la vivienda social en Latinoamérica se ha caracterizado por la búsqueda de una alta densidad habitacional por medio de unidades de vivienda genéricas, donde existe poca reflexión sobre las condiciones sociales, económicas y ambientales de cada contexto particular. Frente a esta carencia el equipo UNAL Colombia ha encontrado en la memoria arquitectónica local su inspiración y fundamento, sin que ello implique una renuncia a la exploración del habitar contemporáneo. Entendemos la arquitectura como un acto cultural, primordialmente anclado a un contexto espacial e histórico. El diseño arquitectónico del prototipo unSOLAR parte de la reinterpretación de la tipología del patio central o solar, arquetipo constante a largo de toda la historia de la humanidad, con especial importancia como elemento de la tradición arquitectónica colombiana –particularmente del paisaje cultural cafetero– que se pone al servicio de las nuevas necesidades del habitar en el proyecto. 63
Al igual que en las viviendas tradicionales cafeteras, este principio general define y estructura la composición del espacio doméstico, el patio es un punto neurálgico donde converge la vida familiar, que busca configurarse como un espacio polivalente, capaz de albergar multiplicidad de usos e interpretaciones. A pesar de ser un vacío relativamente pequeño (3mx3m) las repercusiones del patio tienen gran alcance: no solo genera transparencia y regula las condiciones de confort (iluminación natural, ventilación, relación interiorexterior), ordena los demás espacios de la casa. El vacío articulador genera una “casa introvertida” capaz de llenarse de contenidos particulares, pero que se conecta con el exterior permitiendo traer la naturaleza de vuelta a la vivienda. El hecho de que la cotidianidad se desarrolle en constante contacto con el sol, la lluvia, el viento y la vegetación, ofrece la posibilidad de tener espacios confortables que a pesar de su carácter interiorizado establecen importantes relaciones con el entorno. Los diferentes espacios de la vivienda se estructuran por medio de una retícula de 3x3, delimitada por el marco estructural, donde se conforman 9 fractales de aproximadamente de 3mx3m cada uno, estructurados por medio del vacío central. Compusimos los espacios con esta área –que nos interesa más en términos de volumen que de metros cuadrados– ya que nos permitía seguir dentro de los parámetros del concurso (mínimo 60m², máximo 80m²) y desarrollar la estrategia del patio, sin sacrificar una organización correcta de los distintos espacios de la vivienda. En lugar de disponer espacios especializados, se proponen tres franjas o zonas de vida, que determinan el carácter de cada espacio en relación tanto con el patio, como el entorno circundante.
Figura 15. Planta arquitect贸nica del prototipo unSOLAR. Escala 1:100
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La franja central se compone del patio y los servicios específicos, es decir, aquellos que necesitan infraestructura e instalaciones específicas para su funcionamiento: el baño, la cocina y la zona de ropas. Esta franja se configura como el espacio de transición entre los ámbitos colectivos y los ámbitos íntimos de la vivienda, haciendo que se desdibuje su jerarquía y uso predeterminado. Las franjas laterales se destinan a las áreas colectivas e íntimas de la casa, que conforman los ámbitos no especializados, es decir, aquellos que no necesitan infraestructura o instalaciones diferenciadas, sino que han de cumplir con parámetros de confort adecuados para la habitabilidad, por lo tanto, su función quedará determinada por los usuarios (Montaner & Muxi, 2010). Estas franjas permiten diversas interpretaciones por parte de los habitantes, ya que sus cuadrantes pueden variar de uso, dividirse o integrarse de acuerdo a las necesidades. Los espacios de uso colectivo se vuelcan hacia la fachada norte, permitiendo tener un área de estancia larga con el mínimo de incursión solar, que puede extenderse hacia un deck exterior que cuenta con sombra constante gracias a la orientación del prototipo. Esta franja permite al acceso y alberga usos de sala, comedor y un espacio flexible; fácilmente intercambiables sin afectar el funcionamiento cotidiano de la vivienda. El espacio flexible es un cuadrante “comodín” –similar a la habitación sin nombre de George Nelson y Henry Right, explicada en la Casa Collage (2001)– que puede albergar diversos usos como una extensión de la sala o el comedor, un espacio productivo destinado a la gestión autónoma de la familia, hasta una alcoba o un estudio. De esta forma el espacio recibe el uso que la familia considere más relevante de acuerdo a sus necesidades, garantizando una ambigüedad que encontramos apropiada para la vivienda social, sin comprometer la configuración espacial de la casa. 65
Por su parte los espacios íntimos y para el descanso se vuelcan hacia la fachada sur del prototipo. Para efectos del concurso se proponen tres alcobas que responden a una conformación de hogar de familia nuclear extendida. Destinamos un espacio para los padres, otro para un pariente y un espacio compartido para los dos niños que se sitúa adyacente al patio, el cual aparece como una extensión de la que los niños se apropian durante el juego. Sin embargo como se observa en la Figura 16, esta franja podría presentar diversas configuraciones de acuerdo a la conformación del grupo de cohabitación que ocupa la casa, desde una gran habitación-taller para una persona que vive sola, hasta los tres espacios propuestos para el concurso y diversas opciones en medio. Así como lo proponen Montaner y Muxi (2010) buscamos que la vivienda permita la evolución y modificación del espacio, el incremento de los habitantes que alberga, la adecuación a los diferentes tipos de familias y los cambios dentro de una misma familia. En concordancia con la teoría de soportes de Habraken, el marco estructural, cerramientos y espacios específicos conforman la infraestructura de la vivienda, que tiene la capacidad de aceptar el cambio y la transformación sin que se pierda la coherencia de las relaciones entre los distintos espacios ni comprometer su normal funcionamiento.
Figura 16. Posibles distribuciones espaciales de acuerdo al modo de vida de los usuarios
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Garantizamos el normal funcionamiento de una vivienda en términos “tradicionales” donde se puede hablar de la sala, el comedor y las habitaciones, sin necesariamente condicionar los espacios por área, distribución, accesibilidad o programa. En conclusión podemos reconocer una contrapartida frente a los “cinco principios de la arquitectura comercial”, a partir de cinco aspectos fundamentales: La vivienda se diseña para un usuario variable: Proponemos una des jerarquización de los espacios íntimos de la vivienda, que les permite soportar diversos usuarios y transformarse (ensancharse o separarse) de acuerdo a la conformación del grupo de cohabitación que reside en ella. Área colectiva dinámica y en proporción a las áreas intimas Gracias a la configuración por medio de franjas o “zonas de vida” el área social o colectiva adquiere una proporción más adecuada respecto a las zonas íntimas. De igual forma tratamos de brindarle mayor ambigüedad y con ello flexibilidad, ya que no es un paquete de espacios con usos determinados y que solo pueden soportar esos usos, sino que se relaciona con una idea de galería, donde se puede disponer una sucesión de subespacios de acuerdo a los deseos y necesidades de los habitantes. Descomposición y reorganización de las zonas húmedas Los espacios específicos de la vivienda se descomponen y reorganizan, en orden de sacar el aseo de la ropa del área de la cocina –necesidad explicada en “el programa inmóvil”– y conectarlo con el espacio para el aseo del cuerpo; el cual a su vez libera el lavamanos de su interior, permitiendo el uso simultáneo por parte de los habitantes de la casa. 67
Circulación que articula los espacios A diferencia del “corredorcito” de la vivienda comercial, el patio se constituye como un volumen de luz que define los espacios y por medio de su corredor perimetral relaciona los distintos ámbitos de la vivienda, articula los recorridos. Espacios ambiguos La adaptabilidad es posible gracias a las dimensiones de los cuadrantes que conforman la vivienda, donde a parte de los servicios específicos –que están determinados por el funcionamiento de redes técnicas– no definimos piezas con usos determinados ni nombres únicos. La función esta sugerida por las relaciones que cada espacio establece con el conjunto más que por determinaciones de programa.
Figura 17. Estrategias de dise帽o arquitect贸nico
Figura 18. Seccion arquitect贸nica del prototipo unSOLAR. Escala 1:50
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el ejercicio del cuento Desde las etapas tempranas del proceso de diseño, una reflexión que apoyó esta naturaleza variable de cada de ámbito de la vivienda fue un ejercicio al que llamamos “el cuento”. Por medio del cuento se elaboró un entramado de acontecimientos, en el cual cada actividad asume una relación directa con el patio y las posibilidades que ofrece para introducir la presencia del cielo, la iluminación y ventilación natural y la vegetación en el desarrollo de la vida cotidiana. De esta forma encontramos que cada espacio se presta para brindar condiciones de habitabilidad que permiten un uso óptimo de la vivienda, donde el habitante se puede relacionar con las diversas dinámicas de los espacios. Se estudió la posibilidad de tener espacios polivalentes, aptos para actividades que no tienen lugar simultáneamente. Por medio de la construcción del entramado de acontecimientos y los vínculos que estos tienen con otras actividades complementarias se estableció una matriz que hizo evidenció las relaciones funcionales y las demandas de uso de los diferentes ámbitos de la vivienda. Considerar los diferentes itinerarios de cotidianidad domestica como una secuencia que no es simultánea, generó una postura crítica frente a la compartimentación de los espacios y la especialización del programa, que para nuestro caso podía enriquecerse al generar espacios ambiguos.
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Figura 19. Entramado de acontecimientos
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del hábito a la rutina y de la rutina al gesto Partiremos de la premisa de que los habitantes de la vivienda, en este caso los niños, son los generadores del habitar, por lo que, en orden de analizar dicha vivienda, trataremos de abstraer las dinámicas con las que estos pequeños personajes configuran su vivencia del espacio. Si el niño es en este caso el generador del habitar, los hábitos son el motor que lo impulsan. Entendemos la casa como un paisaje determinado por las acciones y actividades diarias, que generan demandas de uso en relación con el espacio residencial. La sorpresa aparece al descubrir que cuando nuestro sujeto de estudio son los niños, estas actividades son variables de acuerdo a los procesos de desarrollo cognitivo. Particularmente aquellas acciones relacionadas con juego son difíciles de esquematizar de la forma en que quizás se podría hacer con las rutinas de los adultos, ya que están ligadas a las condiciones particulares de cada niño, las cuales cambian constantemente. Este descubrimiento fue posible gracias a la observación de los hábitos cotidianos de Valentina, una niña de 3 años, que sirvió como sujeto de investigación. La observación hizo evidente que cuando tratamos la cotidianidad de los niños no es adecuado hablar de rutinas estándar, por el contrario todas las actividades están tocadas por las dinámicas del juego: se come mientras se juega, se realizan los rituales del aseo mientras se juega, se aprende mientras se juega, en pocas palabras los niños viven por medio del juego. En principio suponía que la selección de rutinas implicaría un estudio de espacios específicos de la vivienda, y lo haría si se tratara de un adulto, pero ya que los niños desentienden los códigos de especialización de los espacios bajo los que conceptualizamos la casa los adultos, la observación 71
demostró que el juego puede desarrollarse en diversos ámbitos de la vivienda y es la experiencia que determina su vivencia. Resultó importante espacializar las actividades a analizar, por lo que se identificaron una serie de gestos corporales a estudiar en un ejercicio de antropometría dinámica que se realizó con el objetivo de encontrar las relaciones que establece el niño con la casa, de acuerdo a la disposición de los objetos y la distribución de elementos arquitectónicos. El ejercicio se elaboró bajo la hipótesis de la correspondencia entre los gestos corporales adoptados al realizar las rutinas cotidianas infantiles y los elementos que conforman el espacio, los cuales componen la vivienda como un sistema topológico, donde el espacio se organiza de acuerdo a patrones de ocupación que surgen a partir de las rutinas cotidianas.
Figura 20. Cotidianidad de Valentina en su casa
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metodología Se citó con anticipación a Valentina y un acudiente. Para el ejercicio se conformó un equipo de tres personas, en el que se asignó un encargado de medir y pesar la niña, anotar los datos e indicarle las posturas y gestos a realizar; y otras dos personas encargadas de realizar el registro fotográfico. En principio se determinó el perfil antropométrico de Valentina. A partir de las dimensiones sugeridas por R. Ávila, L.R. Prado y E.L. González (2001) y J. Panero y M. Zelnik (1983), seleccionando 17 dimensiones corporales, que ayudaron a determinar que Valentina es un percentil 50. Primero se tomaron las mediciones correspondientes a la postura de pie y posteriormente las mediciones en posición sedente. Todas fueron realizadas de acuerdo al protocolo definido, lo cual permitió la recolección precisa de datos. Posteriormente, de acuerdo a parámetros de antropometría clásica, se hizo el registro fotográfico de Valentina desarrollando las rutinas elegidas, capturando imágenes en tres planos diferentes: superior, lateral y frontal. El registro fotográfico fue digitalizado en un Software de Dibujo Asistido por Computador (CAD), para obtener imágenes digitales de las siluetas de Valentina, que se superpusieron para generar la huella del movimiento realizado. Una vez digitalizados los datos, se simularon en diversos espacios de la vivienda, para realizar un análisis comparativo de la respuesta a las condiciones espaciales requeridas para la realización de las actividades. Los resultados del análisis se tabularon para la elaboración de fichas que arrojan los resultados del estudio.
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Figura 21. Perfil antropomĂŠtrico de Valentina
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temporalidades Al tratarse de los niños fue complejo introducir la variable del tiempo en el análisis, ya que la cotidianidad se caracteriza por lo que podemos llamar rutinas no estructuradas, que más que a una repetición de acciones responden a las dinámicas del juego Al igual que en el concierto de una orquesta, donde con el transcurrir de las canciones el director pone énfasis en unos u otros instrumentos; al observar la cotidianidad de Valentina en una vivienda se pudo descubrir que con el transcurrir del día, algunos espacios presentan mayores demandas de uso cobrando protagonismo mientras otros pasan a un segundo plano. Se pensaría que esta apropiación en términos temporales estaría determinada por las divisiones entre áreas sociales y privadas para el día y la noche respectivamente, pero como lo hemos visto los niños no categorizan la vivienda de la forma en que lo hacemos los adultos, por lo que las actividades se realizaron indistintamente en espacios sociales y privados de la vivienda. Un hábito que ilustra esta indistinción es el autocuidado: Valentina se encuentra en pleno aprendizaje de habilidades de autocuidado como ir sola al baño y hacerlo en el inodoro en lugar de la bacinilla, vestirse y peinarse sola o lavarse las manos antes de comer. Todas estas actividades se entienden como una parte bastante intima de la vida cotidiana del adulto, pero en el caso de los niños adquieren visibilidad en la vivienda ya que siguen, en cierta medida, siendo monitoreadas por los adultos. Valentina no cerraba la puerta al entrar al baño o prefería vestirse en la sala en lugar de hacerlo en su habitación, por lo que el imaginario de que los rituales íntimos se realizan únicamente en los espacios íntimos se vio transgredido por sus necesidades particulares.
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Valentina se apropia indistintamente de los espacios de su casa para llevar a cabo las acti-vidades más diversas, haciendo que las demandas de uso de los espacios sean variables y la dimensión temporal se desdibuje. Si hiciéramos un análisis arquitectónico tradicional del prototipo unSOLAR probablemente aparecería una zonificación definida por los límites arquitectónicos, y correspondiente a la distinción social-privado o día-noche, pero al cruzar la variables tiempo-niño-espacio aparecieron nuevas e interesantes perspectivas que hicieron pensar en la casa como un fenómeno atemporal..
Figura 22. Reconstrucci贸n cotidianidad de Valentina en el protoipo unSOLAR
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movimiento Tradicionalmente los proyectos de vivienda se resuelven por medio de las relaciones en panta, para posteriormente establecer las alturas, dejando de lado la tridimensionalidad del espacio. Las superficies horizontales miden los largos de redes hidrosanitarias y eléctricas, contienen los materiales más duros como el suelo y los techos, y definen la localización de equipamientos y mobiliario, por lo cual es normal que los proyectos de vivienda se vendan en términos de metros cuadrados de superficie construida. Como lo hemos establecido, el juego es la principal estrategia por medio de la cual los niños exploran la vivienda, y éste en mayor o menor medida tiene una estrecha relación con el movimiento. Utilizando la metodología propuesta se documentaron los gestos corporales de Valentina al jugar en un espacio de 2mx2m, registrando pequeñas sesiones de juego de aproximadamente 5 minutos en relación con diferentes objetos entre los que se incluyeron: muñecos, instrumentos de doctora, hojas de papel y colores, una sábana, una caja voluminosa y una mesa. Este ejercicio evidencio que cuando los niños suben encima de la mesa o se esconden bajo de ella, cuando gatean, saltan –exploran el espacio de la vivienda en el “eje y” – descubren nuevas perspectivas espaciales. Por esta razón toma importancia el trabajo de sobre la sección y el isométrico, que a diferencia del énfasis que tradicionalmente se hace sobre el trabajo en planta brinda mayor información sobre las cualidades tridimensionales del espacio. Si trasladamos las superficies en términos de áreas (m²) a índices en términos de volumen (m³) podremos alterar las lógicas tradicionales del proyecto. Aportando mayores alturas se puede compensar superficies reducidas, las pocas áreas de armarios se pueden apoyar por la superposición de almacenajes en altura o estrategias como el patio del prototipo unSOLAR dan un respiro a los espacios más compartimentados de la vivienda; lo cual implica un cambio significativo del espacio residencial. 77
Figura 23. Estudio del movimiento
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niveles funcionales Al observar las actividades que Valentina realizó a lo largo de un día se hizo evidente que la vivienda está condicionada por una suerte de estratificación, que al igual que las curvas de nivel que componen la topografía de un terreno, dividen el espacio en niveles funcionales por medio de los cuales se resuelven las alturas de los muebles, las instalaciones y los elementos arquitectónicos. En todas las viviendas podemos reconocer una topografía determinada por las medidas antropométricas, la cual define los elementos para la realización de las actividades cotidianas. Como se ilustra en la figura 24, los espacios domésticos se adaptan a través del mobiliario y este a su vez se adapta a las medidas del cuerpo humano: la cama a 0.45m para recostarse, la cocina a 0.9m para cocinar y limpiar, el comedor y el escritorio entre los 0.6m y los 0.7m para comer y trabajar, los dinteles de las puertas a 2m, y así con los diferentes elementos que componen el espacio residencial. Sin embargo si adoptamos la perspectiva infantil encontraremos nuevas e importantes relaciones que poco se consideran en la oferta de vivienda actual, ya que tanto el espacio arquitectónico como los muebles solo consideran el tamaño estándar del adulto, por lo que los niños, importantes transgresores de las lógicas de la vivienda, pasan a un segundo plano.
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Figura 24. Niveles funcionales
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conclusiones
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la ambigüedad válida A diferencia del modelo de vivienda sobre el cual se ha trabajado desde la modernidad, donde las habitaciones adquieren usos predeterminados y en función con las espacios específicos de la vivienda, en el prototipo unSOLAR el uso de los espacios puede ser alterado y solo está limitado por las relaciones ente los mismos. En la generalidad del mercado inmobiliario una vivienda se diferencia de otra solo por las áreas, el precio y los acabados, pero la poca superposición de itinerarios hace que funcionalmente cada espacio tenga un programa determinado e inmóvil. Analizar itinerarios superpuestos para resolver viviendas de dimensiones reducidas –como en el caso de la vivienda de interés social– sugiere la necesidad de reducir los cerramientos internos y concentrar los espacios específicos. Este principio de simultaneidad y no segregación de los espacios afecta significativamente la cotidianidad, así como el diseño arquitectónico de la vivienda.
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la topografía de la casa La vivienda cuenta con ciertos niveles que definen las diferentes actividades que se realizan en ella. Como pudimos ver en el análisis, al explorar cualquier ámbito de nuestra casa podemos detectar líneas de composición que como curvas de nivel estructuran las relaciones ente el sujeto, los objetos y el espacio. Así como se ha estudiado la cotidianidad de los adultos en diversas ocasiones, el estudio de la cotidianidad y la escala de los niños, puede incorporar nuevos estructurantes para la vivienda, permitiendo no depender únicamente del mobiliario especializado.
ejercicio con personas discapacitadas, obesas o de percentiles altos; donde probablemente encontraríamos aún más niveles y relaciones a desarrollar. Estas curvas de nivel conceptuales pueden ser, además de una estrategia de análisis, una base para un diseño más ajustado, donde se optimice y se enriquezca la espacialidad de la vivienda, y a diferencia del único estrato de diseño tradicional (el piso, cota 0.0) se pueden obtenar perspectivas diversas, cualificando la experiencia del espacio residencial, no solo para los niños, para todos quienes lo habitamos.
La franja entre los 0m y 1m, que se estableció en el análisis como el mayor campo de acción de los niños, invita a plantear dos estratos, que funcionan como cotas topográficas de la casa. Al diseñar un edificio emplazado en una ladera es difícil ignorar la complejidad espacial que puede ofrecer el aprovechamiento de la inclinación del terreno al generar distintos niveles que enriquecen la tridimensionalidad del espacio. De la misma forma al diseñar una vivienda el aprovechamiento de estas “curvas de nivel” en función del usuario puede otorgarle mayor complejidad espacial al proyecto. Enriquecer la cota 1m, entendiéndola como un determinante significativo para el diseño arquitectónico puede resolver el almacenamiento de los juguetes, el escondite, el mobiliario infantil, en conclusión la casa de –y para– los niños. Posibilitar el desarrollo de distintos niveles al interior de la vivienda, así como una transición fluida entre ellos, representa una mayor integración de distintos habitantes, teniendo en cuenta las diversas perspectivas del espacio domestico que esto aporta. Valdría la pena hacer el mismo Los niños y la casa. Explorando la cotidianidad infantil en la vivienda 84
vivencia lúdico-espacial Los espacios son una fotografía de sus habitantes. Si comparamos una casa habitada por niños a una habitada únicamente por adultos, nos encontraremos con un escenario bastante diferente. Como lo vimos en “del hábito a la rutina y de la rutina al gesto” la experiencia espacial de los niños no responde a las lógicas rutinarias de los adultos, ya que la experiencia del juego es transversal a todas las actividades que desarrollan los más pequeños al interior del hogar. Para los niños una simple silla o una hoja de papel pueden tener infinidad de interpretaciones, su creatividad y disposición de aprender complejizan hasta el más utilitario de los espacios y objetos de la casa. Como acción propia –más no singular– de la infancia, el juego está sujeto a los determinantes del tiempo y el espacio. Particularmente el espacio no es solo el lugar donde se desarrolla, es un instrumento más que puede promover diferentes dinámicas pero también puede limitaras. Los itinerarios del juego afectan la composición espacial de la vivienda y se ven afectados por ella. Esto evidencia que la geometría de los espacios, su disposición y los objetos que albergan, son variables que impactan en forma directa el juego, y por lo tanto el aprendizaje y la aproximación espacial de los niños. La presencia de los niños en la casa imprime humor y alegría a la vida cotidiana, da lugar a la comunicación entre los espacios, y al intercambio de experiencias, abre a la posibilidad de compartir aprendizajes. Los espacios nos hablan de lo que en ellos suceden. Si miramos detenidamente podemos encontrarnos con situaciones diversas: el juego de roles nos permite pensar en el espacio como una construcción simbólica y el juego con objetos o el escondite abordan el espacio como construcción arquitectónica, modificando el espacio de acuerdo a las necesidades infantiles. 85
Podemos identificar diferentes factores del espacio cuando lo analizamos desde la perspectiva infantil: La dimensión física Compuesta por el marco arquitectónico y los objetos que alberga, configura el soporte que posibilita el desarrollo de la cotidianidad. Este marco cuenta con una condición de inmovilidad propia del carácter material de la arquitectura, que se ve transgredida por la movilidad programática que introduce la presencia de los niños en la vivienda. La dimensión física de la vivienda puede convertirse en un escenario enriquecedor –y enriquecido– para la cotidianidad infantil, por lo cual es interesante repensarlo a partir de la experiencia lúdica. La seguridad Este factor atiende a la ubicación de los muebles y objetos, sus terminaciones, el estado de los pisos y las paredes y las instalaciones técnicas. Dentro del análisis de los itinerarios infantiles se hizo evidente la restricción del juego en la cocina, al considerarse como el espacio de mayor riesgo para los pequeños habitantes de la casa, que se va colonizando a medida que ganan mayor independencia y responsabilidad. El programa Toma importancia la forma en que se utilizan los espacios y los criterios que determinan esta determinación. Un espacio al que se le designa un uso específico tendrá menos adaptabilidad para las dinámicas del juego, para la cotidianidad infantil, que un espacio ambiguo, donde existe una apertura para el uso diverso. El espacio ambiguo puede parecer “vacío” pero se llena a partir de la apropiación de los más pequeños.
La dimensión temporal Al analizar el espacio con relación a los tiempos en lo que se utiliza encontraremos importantes pistas que evidencian la posible adaptabilidad de acuerdo a los momentos del juego. No siempre la sala o el patio necesitan estar dispuestos para el uso de los niños, pero cuando lo hacen su disposición y dinámicas varían significativamente. Esta consideración puede enriquecer las propuestas arquitectónicas para lograr diseños consecuentes con las necesidades de los niños, así como generar espacios más interesantes y complejos, que no se comporten simplemente como “cajas” a usarse en determinados momentos del día. Entender la vivienda como un espacio que traspasa aspectos físicos y materiales, para empezar a considerarlo como un determinante de las relaciones, acciones y posibilidades, implica enriquecer su diseño cualificando la experiencia que no solo los niños, todos quienes lo habitamos, tenemos de él. Llegamos así al final de este viaje, durante el cual hemos podido recordar aquello que vivimos todos los días durante nuestra infancia y ponerlo en valor. La vivienda como escenario cotidiano, es un importante –sino el más importante– espacio donde se desarrolla nuestra vida y la vida de nuestros usuarios, por lo que estudiar sobre la cotidianidad desde otra perspectiva es un camino para lograr proyectos más reflexivos y consecuentes sobre nuestra tarea como arquitectos.
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tabla de figuras Figura1. Construcción del prototipo unSOLAR. Noviembre 2015. Cali, Colombia
Figura 12. Felipe disfruta construyendo escondites bajo los muebles. Fotografías: Camilo Ramírez, con motivo de esta investigación
Figura 2. Casa Tomada. Hernán Canellas. Recuperado de: http://www.canellas.com.ar/
Figura 13. Casita para un Kolonihaven. Miralles y Tagliabue. Imágenes recuperadas de: http://historiasdecasas.blogspot. com. co/2005/06/casita-para-un-kolonihaven-de-enric.html
Figura 3. Habitar – Hábito - Habitación Figura 14. Render del prototipo unSOLAR Figura 4. Ofertas de vivienda (apartamentos) actualmente en venta en el Área Metropolitana del Valle de Áburra. Figura 5. Tipología de hogar en Colombia de acuerdo al ICBF Figura 6. Para Felipe (6 años) cualquier lugar de su casa es un escenario apropiado para jugar. Fotografía: Camilo Ramírez, con motivo de esta investigación Figura 7. Escalas de participación y control en la teoría de los soportes. Recuperado de: https://nuevasalternativasparaelhabitatcontemporaneo.files. wordpress.com/2014/03/clase-teorica-04-habraken.pdf Figura 8. El cine y los dibujos animaos han reflexionado sobre la perspectiva infantil del suelo. Imágenes tomadas de internet Figura 9. Características del desarrollo durante la primera infancia Figura 10.Felipe hace un uso localizado del sofá para manipular sus juguetes. Fotografía: Camilo Ramírez, con motivo de esta investigación Figura 11.Refugio de Cristina bajo el espejo. Dibujos: Cristina Gómez, con motivo de esta investigación 87
Figura 15. Planta arquitectónica del prototipo unSOLAR. Escala 1:100 Figura 16. Posibles distribuciones espaciales de acuerdo al modo de vida de los usuarios Figura 17. Estrategias de diseño arquitectónico Figura 18. Seccion arquitectónica del prototipo unSOLAR. Escala 1:50 Figura 19. Entramado de acontecimientos Figura 20. Cotidianidad de Valentina en su casa. Fotografías: Camilo Ramírez, con motivo de esta investigación Figura 21. Perfil antropométrico de Valentina Figura 22. Reconstrucción cotidianidad de Valentina en el protoipo unSOLAR Figura 23. Estudio del movimiento Figura 24. Niveles funcionales
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