“El hecho de que Capriles no haya ofrecido cambiar la Constitución del 99, sino hacerla cumplir, así como ofreció dar continuidad a los programas sociales (misiones) del gobierno chavista, es un mandato kármico y de destino. La Constitución del 99 es un mandato kármico que dio impulso el presidente Hugo Chávez, aunque luego quiso modificarla sin éxito en 2007; Capriles tiene el mandato kármico de proseguir de un modo más positivo, la reivindicación social de las masas populares que se ha alcanzado con las misiones y con las organizaciones del poder popular. Capriles tiene la misma misión de vida que Chávez, pero está en su libre albedrío abordarla de una forma distinta, sin embargo, aunque resulte paradójico, Capriles puede dar continuidad, aunque con otra visión, a la misión de vida de Chávez, acoplada a la misión que en esta etapa requiere Venezuela, donde lo social cobra especial importancia, y por el hecho de que justamente el haber ignorado en buena medida esa importancia de lo social, dando más importancia a cifras macroeconómicas, fue lo que dio al traste con la etapa conocida como “cuarta república”. Es por eso también que tiene sentido la manera como Capriles ha desarrollado su acción política: mientras los más radicales le critican por no tener una posición “dura” y de protesta, Capriles se ha centrado en su acción social y en hacer un llamado a la unidad de todos los venezolanos; su mandato kármico está acoplado a lo que está haciendo: ir más allá de los linderos del opositor tradicional, intentando romper la polarización, buscando ganarse a los chavistas que quedan “huérfanos” de líder, enfocándose en los problemas cotidianos más que en los políticos, deslindándose de la política opositora tradicional. Chávez fue un líder predestinado para destruir viejas estructuras, para drenar el descontento social. Esa explosividad social que se manifestó el 27 de febrero de 1 989, fue canalizada electoralmente por Hugo Chávez, quien encarnó un sentimiento reivindicativo de las masas populares, con un acento en el resentimiento y la confrontación contra las élites políticas que habían prevalecido en la etapa democrática.
Ese resentimiento y espíritu de confrontación fue creando en el país una acentuada polarización entre “chavistas” y “antichavistas”. Si bien Chávez ha cumplido su misión en cuanto a crear nuevas estructuras, la debilidad de dichas estructuras consiste en que descansan sobre el liderazgo de una sola persona. A nuestro juicio, la designación de Nicolás Maduro como heredero de Chávez, desde el punto de vista kármico, lo ha perjudicado. En la carta astral de Maduro, el nodo norte en Leo le marca un aprendizaje de liderazgo, él tiene la misión de aprender a ser líder; el asunto es que no ha quemado etapas; él pasó de un solo golpe de ser un subalterno de Chávez, a convertirse en el nuevo líder del PSUV y Presidente de la República; es un liderazgo que no se ha ganado, que se basa en la imagen de Chávez. Es como si promovieran a un niño de kínder al último año de una carrera universitaria, lo graduaran y lo pusieran a ejercer la carrera. Maduro es un aprendiz de líder según su carta astral, y lo han colocado a ejercer ese liderazgo sin haberlo labrado él mismo7”