Tras las huellas de lazarillo de Tormes. Alberto, 2º b

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TRAS LAS HUELLAS DEL LAZARILLO DE TORMES

Ferrán del Almonte Alberto Pérez, 2º B


Ferrán del Almonte Su merced, me llaman así porque mi madre me abandonó en el río Almonte, ya que nada más nacer se puso precio a mi cabeza, debido a que mi padre, descanse en paz el pobre, había sido ejecutado por encabezar una rebelión contra el rey. Me dijo que yo cuando creciese vengaría su muerte. Mi pobre madre, viuda y con cuatro hijos, ( uno de ellos era del panadero, que el maldito, ¡vivía como un rey!) y mis dos hermanos y yo vivíamos de lo que yo conseguía en la calle, ya que el panadero no nos aceptaba y mucho menos a mí, que era el más grande. Al panadero lo ejecutaron por robo de ingredientes de propiedades ajenas. Mi madre, que estaba todo el día en la casa del buen curandero, daba el pecho al hijo del panadero y a un hermano mío, y al otro lo mantenía el curandero como podía. Un día pasó un caballero sabio, pero un poco loco al estilo del don Quijote de La Mancha, buscando un mozo de cuadra y un escudero. Mi madre le dijo que yo podía ir con él; ninguno de los dos queríamos, ni mi madre ni yo, pero sabíamos que era lo mejor. Mi señor montado en un buen rocín, montura nueva y riendas limpias; sin embargo, yo iba en un pequeño poni con una manta y cuerdas por montura y riendas. Tras varias horas de camino hacia Plasencia, hicimos un alto en el camino en una pequeña posada. En las cuadras, quitándole la armadura y la montura al caballo de mi señor, se me cayó todo encima, pero, ¡pobre de mí!, me dolió aún más “la leche” que me metió mi dueño. En ese momento entré en cólera, me enfadé, le tiré todas las cosas a aquel desagradecido caballero y solté su caballo y salimos a correr los dos, él a por su caballo y yo a


escapar. Estando yo en Salamanca me encontré al caballero y conseguí huir hacia Toledo, donde lo volví a ver. Parecía un sabueso detrás de un jabalí, me estaba buscando para vengarse. Una vez consiguió meterme en su sótano, pero logré escapar. Entonces fue cuando su merced me vio huyendo y dejó que me escondiese tras de su capa. Cuando llegué a su casa me enamoré de su hija y usted permitió que en un futuro le pudiera pedir la mano y ahora somos muy felices tenemos ya un hijo, se llama Fernando como usted y le escribo esta carta para invitarle a nuestra boda, será el último día de primavera a las 13.30, en la iglesia de San Juan y nos encantará que usted sea el padrino Un Beso Tu yerno Ferrán del Almonte Alberto Pérez Royo 2ºESO B


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