Tras las huellas del conde lucanor marta doncel

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TRAS LAS HUELLAS DEL CONDE LUCANOR

El brujo y las lenguas hechizadas Marta Doncel Amarilla, 2ยบ E. S. O. B



Un día como otro cualquiera Paula llegó a su casa después del colegio pero ese día ella no estaba tan animada como los otros días, su madre notó este cambio y en seguida le preguntó a su hija: -¡Vaya,Paula! parece que no te fue muy bien hoy,¿Ha pasado algo? -Pues verás, mamá-dijo la niña-parece ser que hay una niña nueva en el colegio que la ha tomado conmigo y está todo el día diciéndole a los demás cosas malas de mí. La madre miró a su hija con compasión y continuó: -Bien, te contaré una historia que quizás te ayude con tu problema. La madre comenzó a contarle el relato a su hija: Era una ciudad pequeña donde todos se conocían y trataban amablemente. Pero una noche, llegó un brujo malvado a la ciudad y cambió todo. El brujo robó las lenguas de los pobladores



mientras dormían y les aplicó un terrible hechizo para que sólo fueran capaces de decir cosas feas de los demás. Sin que las gentes de la ciudad se dieran cuenta, el brujo les devolvió sus lenguas hechizadas y esperó a ver los frutos de su magia. Como es natural, en poco tiempo, la ciudad estuvo cubierta por rumores, críticas y toda clase de comentarios negativos. El mago del pueblo, que era muy bueno, se preocupó mucho de la situación y buscó la forma de solucionarla. La única forma que se le ocurrió de bloquear esos ataques, fue evitar que llegaran a destino. Entonces se puso en marcha y hechizó todas las orejas del pueblo para que pudieran cerrarse a cada palabra desagradable que escucharan. Y así lo hicieron. En poco tiempo, las malas lenguas hablaban con el aire, pues las orejas se cerraban apenas las veían acercarse. Como todos sabemos, las malas lenguas adoran que las escuchen, pero ya no tenían público y comenzaban a aburrirse. Así que dejaron de



hablar mal de los demás y se animaron a decir alguna cosa bonita. ¡Pero qué sorpresa se llevaron! Las orejas se abrieron de inmediato. Las lenguas entonces se animaron a decir más, y la respuesta fue aún mejor. Poco a poco, las lenguas fueron olvidando su hechizo y ocupándose de decir cosas hermosas a las orejas. Las orejas también estaban encantadas y así, el pueblo comenzó a retomar su antigua cordialidad. La madre concluyó con la historia y giró la mirada hacía su hija que parecía haber mejorado su humor después de escuchar el cuento que su madre le contó. -Con eso quiero decirte-continuó su madre-que debes aprender a no escuchar malas palabras, a ignorarlas y hacer con que no las oyes y así quien sea que esté diciendo cosas malas de tí se cansará porque verá que ya no es escuchada.



Paula siguió el consejo de su madre e ignoró a la chica que decía todas esas mentiras, así aquella muchacha se cansó y decidió parar y, por si fuera poco, ¡Hasta se hicieron amigas! Me gustó tanto esta historia y la moraleja que hay en ella que la quedé plasmada en estos versos: Ignora las palabras de los que te hieren y aprende a valorar las de los que te quieren.


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