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PÁGINAS, BLOGS DE JAZZ ANIMALES DEL JAZZ www.animalesdeljazz.com ARGENTJAZZ www.argentjazz.com.ar ESTACION JAZZ www.estacionjazz.blogspot.com.ar IMPRONTA DE JAZZ www.impronta-de-jazz.blogspot. com.ar JAZZ EN U www.jazzenu.blogspot.com.ar JAZZ & CASH LA NACION www.blogs.lanacion.com.ar/ jazz-and-cash/ JAZZTERIA www.jazzteria.com RADIOMONTAJE www.radiomontaje.blogspot.com
RADIOS DE JAZZ EN ARGENTINA LUNES ALGO NUESTRO, JAZZ DE ACA –20:00 hs www.estereomonoaural.com AMIGOS DEL JAZZ ARGENTINO –17:00 hs FM Urquiza 91.7. - www.fmurquiza.com RADIOMONTAJE - 22:00 hs. FM La Tribu 88.7 www.fmlatribu.com MARTES SOLO COMO PERRO MALO - 21:00 hs. www.solocomoperromalo.com.ar MIÉRCOLES JAZZ EN U –22:00hs. –http://radio.unvm.edu.ar JAZZ&CASH - 19:00 hs. Radio Palermo 94.7 SIN PARTITURA –23:00hs – Radio Cultura FM 97.9 JUEVES BLACKBIRD –21:00hs –. Vorterix Bahía 99. 1 www.vorterixbahía.com JAZZTERIA - 21:00hs. www.estereomonoaural.com LA BUENA MEMORIA –18:00hs. – FM Urquiza 91.7 - www. fmurquiza.com TOMA 5 - 21:00 hs. –89.1 FM Bariloche www.fmbariloche. com.ar VIERNES COLUMNA DE CLAUDIO KOREMBILT - 22.30 hs. – Nacional Folklórica, FM 98.7 TREN DE NOCHE – 22:00. – FM 87.9 Radio UBA www.uba. ar/radio SÁBADO IMPRONTA DE JAZZ –19:00hs. –. www.radiolv15.com.ar LA HERRERIA - 00:00 hs. –AM 1550, por la página www. am1550.com.ar y por Tunein AM 1550 - Estación Quince Cincuenta. NO TAN DISTINTOS - 17.00 hs. FM Flores 90,7 y www.radiofmflores.net. SOÑANDO BARCOS - 01:00 hs. – AM 1550, www.am1550. com.ar o Tunein AM 1550 - Estación Quince Cincuenta. . LA NOTA AZUL -18hs - www.zumbalaturba.com.ar DOMINGO BODY&SOUL - 22.00hs. –FM 90.9 www.radioub.com.ar ESTACION JAZZ - 22hs –Fm La Isla 89.9 www.fmlaisla. com.ar JAZZ BLUE - 20:00hs. Blue 100.7 FM - http://bluefm.com. ar/2009/05/10/jazz-blue/ POLO POSITIVO –20:00 hs. –105,5 FM cielo o www.fmcielo.com
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AGRADECIMIENTOS BA JAZZ MAGAZINE agradece a las siguientes personas por haber colaborado en la campaña de crowdfunding en Idea.me y hacer esto posible: Javier Berensztein, Eduardo Caamaño, Melomaniac, Pablo Berenstein, César Borsano, Sandra Emmi, Mauricio Cueto, Vale Zava, Emiliano Pardiñas, Bocha Savastano, Gustavo Oscar Genovese, Laura Cordoba, Delfina Oliver, Mariana Ibañez, Ezequiel Walter, Grisel D’Angelo, Gonzalo Chicote, Violeta Schneider, Ricardo E. Cortés, Franco Boczkowski y muchos otros.
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EDITORIAL Como música de jazz, hace muchos años sé lo difícil que es, por un lado, encontrar medios que difundan a los músicos independientes, y, por otro, encontrar buena información sobre lo que está surgiendo en la escena de jazz mundial y que no llega a las primeras planas. Por eso, en BA Jazz Magazine decidimos arremangarnos y ponernos a trabajar. Porque estamos convencidos de la cantidad de buena música que existe en TODO el país y fuera de él, y queremos darla a conocer. En internet hoy en día uno puede encontrar cualquier información, pero ¿cómo buscar lo que no conocemos o no sabemos que existe? La idea de esta revista es sugerirles todas estas excelentes bandas
para que puedan conocerlas y no solo buscarlas en internet, sino también ir a sus shows, comprar sus discos y conectarse con ellos. Para este primer número elegimos poner en la nota principal a Oscar Giunta. Fue para nosotros la opción más obvia, dado que él representa lo que buscamos hacer: Oscar, además de ser uno de los mejores músicos del país, es uno de los pocos que lleva su música a cada rincón de Argentina, tocando para todo aquel que quiera escuchar. Porque, el jazz empezó en Estados Unidos, sí, pero se fusionó con nuestra música y desde hace mucho tiempo que existe un Jazz Argentino. Porque como decía Bill Evans: “Jazz no es un qué, es un
cómo. Si fuera un qué, seria estático, y no crecería nunca. El cómo es que la música surja del momento, es espontáneo, existe en el momento que es creado. Y cualquiera que haga música de acuerdo a este método, transmite para mí un elemento que hace su música jazz” El objetivo de BA Jazz Magazine es trabajar permanentemente por la difusión de esta música que tanto amamos, crear lazos y mantener vivo el dialogo entre el artista y su público. ¡A disfrutar! Y no duden en acercarnos sus comentarios, dudas o sugerencias. María Cueto Directora General BA Jazz Magazine
SUMARIO
STAFF EDITORA GENERAL María Cueto
COLABORADORES Claudio Parisi, Fernando Rios
JEFE CONTENIDO Julian Marcel
Mario Lozano, Carlos Cerignale Marcelo Bettoni
DISEÑO Y EDICIÓN DE ARTE Matías Di Julio FOTOGRAFÍA DE TAPA Juan Francisco Córdoba
SOLO COMO PERRO MALO POR CARLOS CERIGNALE
El “CICLO DECIBÉL - Improvised and Experimental Music” nace a mitad de 2014 con el propósito de difundir la música improvisada y experimental en tiempo real en todos los espacios posibles, convocando artistas de diferentes ámbitos para reunirse, en su mayoría sin conocerse entre sí, y crear música instantánea. Uno de los objetivos de DECIBEL es lograr en un futuro no tan lejano que este género tenga el apoyo estatal para un mayor alcance nacional e internacional, con la inclusión de un festival anual donde participen todos los músicos que fueron convocados durante el ciclo. CICLO DECIBÉL es un encuentro de libre interpretación musical que se realiza en diferentes sitios del mundo, sin lugar fijo. La libre improvisación, vinculada principalmente al free jazz, es conocida por su enorme carga energética como una expresión catártica vinculada con ritos iniciáticos ancestrales. Sin embargo, desde los orígenes del genero, tanto en la raíz jazzera como en su contraparte europea (vinculada inicialmente a la escuela vienesa, al serialismo, y posteriormente a la música concreta) subyacen rasgos musicales más introspectivos, donde el cuidado por las variaciones tímbricas y dinámicas pasan a tener un mayor protagonismo en el lenguaje de la improvisación. En la cultura rioplatense, estas ideas son principalmente absorbidas por la composición contemporánea, fusionando las teorías académicas con la impronta popular de la región. Es por este motivo, que invitamos a sumar el oído atento de quienes quieran participar de una experiencia de apertura para la escucha de la nueva música, tan antigua como el tiempo, tan joven como el día. CONTACTO: lacabezanosirve@hotmail.com Facebook Ciclo Decibel
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Fue grande la sorpresa cuando me invitaron a escribir algunas líneas para la revista. A mí, el que dejó de escribir hace más de 15 años; el que se comunica mejor con sonidos que con palabras. Realmente es un desafío que quiero afrontar, nuevamente. El golpe fue tratar directamente en la computadora. Un teclado es la muerte; extraño el papel. Del lápiz brotaban las palabras. De antemano, pido paciencia y disculpas por la rusticidad de algunos pasajes. Hace algunos años me pareció que podía hacer más por la música como productor/ conductor/aventurero radial que como músico. Entonces hago radio. Muestro músicos diferentes, músicas que te conmueven, que te hacen retorcer de dolor y de placer. Prima la idea, entonces, de tratar de invitarlos a escuchar música, independientemente del estilo que sea. De disfrutarla, de dejar que te acompañe, pero que no sea sólo un entretenimiento; la música es mucho más que eso. Es compromiso, es lucha, es poesía. Son emociones, circunstancias e ideas. En Solo Como Perro Malo busco músicas que me “hablen” de una manera directa y personal. Para otras músicas hay otros programas. En estas primeras entregas, de lo que auguro será una larga serie, voy a presentarles un breve pantallazo de lo que se puede llamar “Jazz Argentino”. Una comunidad de músicos de un altísimo nivel, que fue creciendo enormemente en los últimos 10
o 15 años. Una camada de gente joven (la mayoría son sub 40) con un nivel de interpretación para nada envidiables, si los comparamos con los padres del género. Una camada de compositores increíbles. Con el plus de la propiedad de nuestras culturas, amalgamando, sumando recursos, desarrollando un lenguaje propio. Es por eso que estoy muy a gusto con esos sonidos. Me considero un firme y entusiasta difusor de nuestros músicos. Intentaré, de la forma más objetiva posible, introducirlos a este mundo; conmoverlos. Realmente, hacer una lista de recomendación hoy es imposible. Por eso, publicidad mediante, los invito a recorrer el blog del programa de radio; hay muchísimo material para escuchar y empezar a conocer. Hay muchas charlas con músicos de Argentina, presentando recientes trabajos, charlando de infinitas cosas, puntos de vista, disfrutando un vino en el estudio. Pero, irremediablemente, no puedo dejar de sugerir, quizás como una escucha obligada a tipos como Carlos Lastra, Rodrigo Dominguez, Hernán Merlo, Enrique Norris, faros de toda nuestra generación (me incluyo obligatoriamente, ya que soy un excelente mal saxofonista). Sé que la lista es caprichosa y muy poco justa. Pero prometo en las futuras entregas compensar eso. Carlos Cerignale: Productor / Conductor Solo Como Perro Malo @comoperromalo / www.solocomoperromalo.com.ar
DISCO RECOMENDADO KKC Group, New concepts of pop music, BCNJAZZ Collective, 2014
SONIDO DE NY, CON TEMPOS ARGENTOS POR MARÍA CUETO
Sonido excelente, increíble interpretación del saxo, buena grabación del bajo, hermosos armónicos de guitarra… ¿Por qué aparecen esas cosas, quizás, tan técnicas en el disco de Ignacio Cacace? Porque su calidad está por encima de la norma, y sorprende. Cuando se le da espacio a la escucha de las composiciones, aparece esa sensación única de lo semiamargo: ¿es triste o feliz?; que ocurre al ocuparse de hablar de cosas que quizás, no encuentran lugar en el lenguaje, y sí en la música. Andersen, el primer tema lo escuché durmiendo, o sea, soñé con cierta escena y esa música, me levante y la escribí- dice. En el segundo tema del disco se percibe un sonido más clásico, con muchas más notas pero melodías escuchables y linda duplicación del saxo y la guitarra; en el primer tema se podían escuchar sensaciones bien argentinas (quizás más que nada desde la percusión) pero en este tema se escucha más swing. Y corroboramos cuando le consultamos a Ignacio sobre esto: Archeological viene más de mi mano beboper, me gusta mucho Tristano, Warne Marsh. Está inspirado en eso, en el bop más matemático. El 3er tema; Good Old Fashioned Love, remite de nuevo a la esencia argentina, con melodía elegante, romántica y un excelente uso de los matices. –Justamente ese tema lo hice enteramente cantando. Lo hice en el metro mientras íbamos al estudio a grabar. Inclusive la armonía; se me ocurrió que un tema en 3 podía funcionar. Le canté la melodía al saxofonista y fue el último que grabamos, ellos no lo conocían. De hecho el saxofonista se reía arriba del metro porque yo se lo cantaba medio tangueroexplica.
-¿Esa es la esencia argentina entonces? -Es que mi abuelo canta tango. Desde chiquito ya me sentaba con los discos de Gardel, de Salgán, me explicaba las letras, me cantaba los temas. Eso queda -dice Ignacio. Hay un sonido argentino, pero también el saxofonista Gianni
Gagliardi nos recuerda al Coltrane de las baladas. Un sonido puro y claro, que golpea directo en el pecho. Arranca el tema Lenka y surge un sonido claramente de NY. -Realmente soy retazos de millones de cosas – dice Cacace -. Me gusta la idea del jazz cat, esa vida; pero también tengo una veta súper romanticista, de leer Goethe, escuchar Schubert, Chopin. Más el tango. Es un poco embrollado. ¿Acaso no lo somos todos? ¿Será esa mezcla de cosas que hace a Cacace tan original? ¿Qué hace tan sorprendente y disfrutable al disco? -El leitmotiv es un lick súper recurrente de Coltrane. Después de hacerlo me di cuenta. Siempre pensé que cantar y hacer música con lo que uno tiene en su imaginario musical, está bueno. Me parece muy sincero, hacerse cargo de que es lo que suena realmente adentro de uno.
El tema 6 está dedicado a su padre: Compongo mucho cantando las melodías por lo general. Los temas que tienen una impronta más romanticista, Recuerdos de Chechenia por ejemplo, son melodías que canto. Y busco que sean redondas; no las corrijo en una hoja o buscando más sofisticación, dejo lo que canto- nos cuenta. -Desde la neurociencia esta explicado que el ser humano repite por supervivencia (para aprender a hablar, por ejemplo, o para aprender a hacer cualquier cosa): lo repetible es más accesible al oyente y lo hace más placentero, siempre con el buen balance, entre que no sea obvio ni muy extraño, ¿no? -Definitivamente. Por eso el disco se llama así. Mi concepto de Pop es tal cual lo expresaste vos recién. Es que yo siento que son Pop los temas. Es que es jazz es música popular desde el principio, claro ¿Nos acordamos todos de eso? El último tema, High Smoke Point tiene otra vez, un sonido más jazzy desde la melodía, el bajo y la percusión, con algo más de disonancias que el resto del disco y sí, ¡mucho swing! -A mí me suena a cierta atmosfera de whisky y humo. Detectivesco dice. Coincidimos. Termina el disco, y notamos que es un disco de esos que no pasan desapercibidos. Un disco escrito por Ignacio Cacace, de La Plata, con sonidos de acá y del mundo, porque el sonido argentino, porque el sonido argentino, como todo en esta época de la globalización y las comunicaciones fáciles y rápidas, tiene ya un poco de todo lo que los músicos argentinos que lo componen tiene: es un sonido con raíces de ciertas cosas argentinas pero es en fin, un sonido global.
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DELFINA OLIVER
Por María Cueto Con tres discos editados en forma independiente, “Mirada”, “Camino” y “Buenos Aires Bebop” ha tocado en la mayoría de los festivales y clubes de jazz más reconocidos del país. Produce sus propios proyectos artísticos, y también bandas y orquestas de jazz y otros géneros para eventos privados y culturales, a través de su productora DO Producciones Artísticas. Desde el 2012 también viaja a Tokio, Japón una vez por año a realizar temporadas de 4 meses en prestigiosos jazz bars de esa ciudad. Es jurado en los Premios Gardel y Clarín Espectáculos. Desde que editaste el disco hasta ahora, ¿cómo fue la recepción que recibiste de parte de los escuchas? Afortunadamente “Buenos Aires Bebop” tuvo una excelente devolución tanto del público como de los críticos. Luego de haber grabado dos discos con arreglos de jazz contemporáneo – “Mirada” y “Camino” - en este tercer trabajo me saqué el gusto de grabar swing y bebop con un sonido clásico, sin perder el riesgo y la dinámica, junto a músicos con quienes vengo trabajando desde hace años como Mariano Loiácono en trompeta y arreglos, Gustavo Musso en saxo, Francisco Lo Vuolo en piano, Jerónimo Carmona en contrabajo y Eloy Michelini en batería. Para los shows en vivo se sumaron Sebastián Loiácono, Ezequiel Dutil, Pablo Raposo y el gran Oscar Giunta, y tuve la participación de un grande como Juan Cruz de Urquiza. Grabamos standards conocidos y otros no tanto, así como composiciones de Thelonious Monk, Charlie Parker y Bill Evans. Está disponible digitalmente en Itunes, Apple Music, Spotify, Amazon, etc., y sigue disponible la versión física en Argentina (www.delfinaoliver.com),
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en USA y Japón donde tengo dos distribuidoras. ¿Cómo fue el proceso de selección de los temas? El repertorio del disco surgió de mis presentaciones de los últimos años en los clubes de jazz de Buenos Aires y dos grandes clubes de jazz de Tokio, Japón donde realicé tres largas temporadas de cuatro meses cada una: una el New York Bar (el jazz bar de la película “Perdidos en Tokio” de Sofía Copolla) - donde Lady Gaga presenció el show tres veces y cantó improvisadamente un tema junto a mi trío, (hay un video en mi canal de youtube) - y dos en el Maduro Jazz Bar donde canté en 2013 y 2015. Tokio tiene más de 100 clubes y bares de jazz, y el gusto del público allí tiene más que ver con un sonido clásico del jazz de los 40 y 50. Fue allí que me volví a conectar con el swing y el bebop, ya que desde mi primer disco venía explorando un sonido de jazz contemporáneo cantando clásicos del género. Grabé una selección de diez standards de jazz, canciones clásicas del género como “Body and soul”, “That old black magic”, o “Black Coffee” así como otras no tan conocidas para el gran público como “When Sunny Gets Blue”, “But Beautiful”, o “A Nightingale Sang in Berkeley Square”, y composiciones de grandes referentes del género como Charlie Parker (“Ornithology”), Bill Evans (“Waltz for Debby”), y Thelonious Monk (“In Walked Bud”). Además, grabé una zamba del Cuchi Leguizamón arreglada en versión jazzística como bonus track, dedicada a mi marido salteño. ¿Qué esperás para el 2016? Cantar mucho jazz, presentarme en el interior y en el exterior, seguir tocando la música de “Buenos
ENTREVISTA
Aires Bebop” y comenzar a probar en el escenario el proyecto para mi próximo disco, aún en gestación. Colaborar con distintos músicos y cantantes, que siempre enriquece y suma. Cuando viajo a cantar en festivales me encanta dar talleres de jazz vocal como una devolución al público que me va a escuchar, y me gustaría empezar a dar talleres de producción, ya que los cantantes y músicos de jazz hoy día necesitan poder autogestionar sus proyectos, y ya he acumulado mucho conocimiento al respecto editando mis propios discos y produciendo mis propios shows. Hacer música no comercial hoy día es un trabajo artesanal, y son muchos los músicos amigos que me piden consejo. Me gustaría poder compartir esos conocimientos con músicos jóvenes que están abriéndose camino en una escena compleja. Sabemos que viajas todos los años a trabajar a otros países, ¿En qué sentís que influye en tu sonido ser argentina? ¿Cómo te diferencia eso en el exterior? ¿Cómo se recibe? Siento una impronta del jazz nacional en mi sonido que tiene que ver con haber estudiado y hecho mi carrera musical aquí, rodeada de músicos locales. He crecido escuchando a Charly y a Spinetta, folklore y tango, caminando los 100 barrios porteños, viviendo y respirando esta ciudad, y eso tiene que dejar huella en uno. Por otro lado, los músicos locales que más me han influenciado y con quienes he trabajado han estudiado en Berklee, o son discípulos de alumnos de Berklee, lo cual le da un sonido internacional al jazz que hacemos aquí, cuando se man-
tiene dentro de ciertos parámetros puristas. A partir de que grabé la zamba del Cuchi en mi último disco, me gustaría empezar a explorar un jazz con más elementos de nuestra música que amo y disfruto tanto.
CLÁSICO DE CLÁSICOS Delfina Oliver, Buenos Aires Bebop, Delphin Records, 2015 Por Julián Marcel Producido y financiado en un 50% a través del crowdfunding (o financiamiento colectivo), en este disco no solo encontramos a una Delfina Oliver afinadísima y clásica en su técnica vocal, sino a una banda que no es menos clásica en sus arreglos, realizados por Mariano Loiacono, que también es el trompetista. Con un sonido que desde el título nos trae el bebop y a diversos reconocidos compositores del género, los standards se van sucediendo ubicando a la voz de Delfina, obviamente, en primer plano. Con un inicio muy optimista con Ornithology / How high the moon, los ánimos bajan en una versión óptima de Waltz for Debby, con un logrado solo de Francisco Lo Vuolo en el piano. El saxofón de Gustavo Musso cobra protagonismo en When sunny gets blue, y en I’ll remember April, el dúo entre Loiacono y Jerónimo Carmona en contrabajo, nos sitúa en la canción durante un minuto hasta que Oliver nos recuerda
que lindo fue ese abril. El desamor de Black coffee está convertida en un ritmo lento con preeminencia del contrabajo, piano y flugelhorn, pero matizado por una voz en cierta medida hasta esperanzadora de la protagonista. Las últimas dos canciones se atreven a coquetear con otros géneros, como por ejemplo el funk, en la muy buena versión de In walked bud, de Thelonius Monk, que como buen clásico soporta cualquier tipo de arreglos. En este caso, hay que destacar el trabajo de Eloy Michelini, en batería. Como “bonus track” de este disco, Oliver escogió un tradicional del folklore argentino como La pomeña, de Leguizamón y Castilla, logrando una respetuosa versión. No es menor el hecho de catalogarla como “bonus track”: es un tema que no es ni bebop, ni tampoco de Buenos Aires. Sin embargo, ha sido tan cuidadosa su interpretación que podría pasar sin problemas por un standard sino supiéramos que es una zamba norteña. En el interior del disco, leemos una frase de Charlie Parker que dice que “usando las notas más agudas de los acordes como línea melódica, y con la progresión armónica correcta, podía tocar lo que escuchaba adentro mío. Allí fue cuando nací”. Efectivamente, en algún momento de nuestra vida, todos volvemos a nacer definitivamente. No sabemos cuándo fue el segundo nacimiento de Delfina Oliver, pero acercando nuestros oídos a este disco, quizás podamos encontrar una respuesta.
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ENTREVISTA
GABRIEL GRÄTZER Por María Cueto Gabriel Grätzer lleva 25 años de carrera. Tocó en 22 países y más de 70 ciudades de Europa, Asía, toda Sudamérica y casi toda la Argentina. Fue el primer músico que presentó, y a sala llena, un espectáculo propio sobre el blues en el Teatro Colón. En 2000 creó la Escuela de Blues que codirige junto a Mauro Diana y Gabriel Cabiaglia. Editó 4 discos, dos libros sobre blues y dos revistas. Abrió más de 50 shows internacionales de leyendas del blues, del country y el gospel de los Estados Unidos. Sus actividades fueron declaradas de interés cultural tanto por la Ciudad de Buenos Aires como por Nación. ¿Por qué el blues? ¿Qué es lo que tiene el blues que te apasiona en comparación con otros estilos musicales? La elección del estilo no es racional. Como el amor, el blues llegó sin preguntar y se quedó en mi vida para siempre. Desde muy chico escuchaba los Beatles y, sin dudas, en mi afán por entender y buscar sus raíces es que fui llegando cada vez más lejos en el tiempo y cuando descubrí el blues, me enamoró y ahí me quedé. Creo que lo más apasionante del blues es como, desde su supuesta simpleza pudo crear un lenguaje musical, estilístico y poético tan complejo y variado. El blues es la raíz de casi toda la música contemporánea. Ni el jazz, ni el rock, el pop y todos los estilos derivados hubieran existido de no ser por las antiguas formas folclóricas de blues de fines del siglo xix y comienzos del siglo xx. No es que haya un apasionamiento por el blues en términos comparativos con otros estilos sino más bien cómo un género iniciático. Creo que, quizás, mucha gente, tiene una idea estereotipada de esta música y conoce un período determinado pero se sorprenderían al descubrir lo que apuntaba más arriba: que casi toda la música contemporánea que existe, parte del blues. Y no es un enunciado o postura personal, es un hecho consumado y científico. ¿Cómo ves la escena argentina de blues en la actualidad? La escena actual está en un
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punto muy importante. Con más de 50 años de vida hoy, el blues argentino puede ostentar miles de músicos, festivales en todo el país, más de 50 discos editados en los últimos años, cientos de músicos que tocan y giran por todo el mundo, revistas, libros, la Escuela de Blues. Hay una escena emergente, además están todas las jams, y la tarea que hace la Asociación Civil Blues en Movimiento. Y a todo eso sumale las carreras de los músicos y las bandas ya consagradas de décadas anteriores como la Mississippi, Memphis, Don Vilanova, etc. Además, Argentina recibe cientos de artistas y leyendas internacionales cada año que tocan en los grandes teatros tanto en Buenos Aires como en el interior. Tenemos a un coleccionista como Max Hoeffner, tal vez uno de los más importantes del mundo y es argentino, desde ya. Tal vez falte algo más de difusión de los grandes medios o, como ocurre con el tango o, incluso el jazz, un trabajo en equipo con algunos organismos oficiales para que el blues pueda tener más visibilidad pero, de todos modos, si eso no ocurre, se puede decir que se ha podido construir una escena sin depender de nadie y que tampoco está a merced de los vaivenes del país porque el blues, en muchos aspectos, está instalado, no masivamente, pero está. ¿Qué proyectos tenés planeados para 2016? En 2015, terminé la primera parte de una larga gira por 6 países y 25 ciudades. Al tocar en Ecuador, en el mes de Agosto, logré un hito personal que me enorgullece y del cual agradezco al blues: haber podido completar tocar en todos los países de Sudamérica, siempre en festivales, teatros. Además, edité junto al coro de gospel que dirijo, The Boulevard Gospel Singers, nuestro primer CD. De modo que, para 2016, los proyectos son continuar con la segunda par-
te de la gira, difundir el CD del coro, arrancar con el ciclo 2016 de la Escuela de Blues y editar mi tercer libro que se enfoca en la historia del gospel y el negro Spiritual en la Argentina. Contános sobre el libro Bien Al Sur Este libro, editado en el mes de noviembre de 2015 por Ediciones El Gourmet Musical para todo el país, lo hicimos junto al periodista Martín Sassone. Así como Sergio Pujol tenía su “Jazz al Sur”, creíamos que la rica historia del blues en Argentina merecía ser contada. Así, el recorrido arranca desde la época de las Invasiones Inglesas y nos lleva hasta nuestros días. Propone un recorrido enciclopédico pero también testimonial y no se centra sólo en el relato cronológico de la historia: esta lleno de tópicos que también hacen a esta música y que fueron incluidos. El libro, además, hace un gran repaso de la historia del blues en el interior del país. Altamente recomendable tanto para el entendido como para el curioso o el fanático de otras músicas…que justamente, ¡derivan del blues!
En el club de Blues Local
Gabriel Grätzer, Martín Sassone, Bien al sur: historia del blues en la Argentina, Gourmet Musical, 320 páginas, 2015. Por Julián Marcel La historia del blues en nuestro país por fin ha sido escrita a cuatro manos por Gabriel Grätzer y Martín Sassone en el logrado estudio Bien al sur: historia del blues en la Argentina, editado por Gourmet Musical. Desde el título mismo del libro, notamos que los autores han sido minuciosos dado que hace referencia al “blues en la Argentina”, y no del “blues argentino”, que es como se lo cataloga a ese “rótulo que define a una forma autóctona, única”. El “blues en la Argentina”, para los autores, son “todas las expresiones que engloban a los acontecimientos de aquellas formas, sean musicales, escritas u orales que respetan, en general, a lo tradicional”. En este volumen no hay solamente un repaso histórico de los músicos del blues, sino también de todos aquellos que fueron difusores, escritores, artistas y que le han prestado suma atención al blues, y que convirtieron a este estilo como manifestación propia y que aún hoy sigue sonando en varios rincones del país. El tratamiento que Grätzer y Sassone abarcan, lleva casi cien años de historia; sin embargo, fue en los últimos 50 años donde empezó a haber grupos estables de blues, folk, country blues, etc. Su investigación es minuciosa sobre todos las variantes del blues en todas partes del país, tanto en las décadas anteriores como en la época actual. Con la inclusión de un diccionario de músicos argentinos, una selección de 50 discos esenciales ordenados cronológicamente y una lectura amena, sumada a la original tapa creada por Santi Pazzi (que muestra a Pappo tocando la guitarra debajo de un ombú, y que recuerda en cierta medida a la tapa del Volúmen 4 de Pappo’s Blues), Bien al sur: una historia del blues en la Argentina es un libro que alcanza a todo público ávido de información. BAJ 9
SONIDOS ARGENTINOS FUERA DE ARGENTINA Por María Cueto
¿Cuándo y por qué te fuiste de Argentina? ¿A dónde te instalaste definitivamente y por qué? Contános como es la escena de jazz donde vivís actualmente. ANDRÉS: Vivo lejos de Argentina hace más de 11 años, en mi caso mudé a otro país en mi mejor momento hasta aquel entonces. Me instalé en Boston gracias a una beca que me permitió estudiar en Berklee en donde completé mis estudios. Con el mismo objetivo de seguir progresando en la música, llegué a la ciudad de Nueva York en donde vivo hace más de 8 años. La escena de jazz en esta ciudad es excepcional, sin lugar a dudas. EMILIO: Me fui el 95. Porque viví todo el florecimiento cultural de la democracia en el 83, con decenas de lugares donde tocar, programación cultural del estado y de la ciudad, cosa que el gobierno de Menem se encargó de destrozar. Me dije: si lo vuelven a votar, me voy. Lo volvieron a votar. Me fui. Me instalé en Barcelona porque conseguí trabajo ahí con Cecilia Rosetto, y yo quería irme a Europa como fuera. Llegaban noticias sobre un continente con pianos afinados y donde te pagaban por tocar “esa música”, y tenía que saber si tal paraíso era posible. Viví allí 10 años y en el 2006 me mude a Nueva York. ¿Por qué? Creo que porque soy muy vago y entonces siempre me meto en lugares donde la ropa me queda grande, porque me obliga a crecer a mí. Estoy en Nueva York… Me gusta levantarme cada día sabiendo que voy a quedar como un idiota otra vez más y que tengo que seguir estudiando como si acabara de empezar. Así es acá, siempre sos nadie, y es maravilloso. FERNANDO: Me fui de Argentina
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en el verano de 1988 para estudiar en Berklee College of Music en Boston, donde terminé instalándome. Comencé a enseñar en Berklee en 1996 lo que contribuyó a que hiciera de Boston mi residencia permanente. Es una hermosa ciudad con muchísimos estudiantes de música y excelentes músicos profesionales lo que hace que haya una escena de gran nivel en todos los estilos
musicales que se renueva gracias a escuelas como Berklee, New England Conservatory y Boston Conservatory. ¿Qué música te gusta hacer? ¿Cuáles fueron tus influencias? ANDRÉS: Mis influencias fueron variadas a través de los años, aunque siempre me gustó encontrar a la canción dentro de cualquier música; Beatles, Charly García, Pedro Aznar, Fito Páez, Charles Mingus, Horace Silver, entre muchísimos otros. Siempre busco la canción que resuene en mis emociones, esa es la música que me gusta hacer. EMILIO: Algunos le llaman tango-jazz, no sé, digamos que sale del tango y el folklore y toma armonías del jazz moderno y la música contemporánea. Las formas vienen más de mi formación clásica, me gusta escribir,
desarrollar. No soy mucho de tema-solos-tema. Influencias: Piazzolla, Cuchi, Bach, Stravinski, Cortázar, Borges, Yes, Génesis, Beatles, Brad, Herbie, Miles, Coltrane, Debussy, Ravel, la Sosa, Hugo Díaz, Ariel Ramírez, Jaime Torres, Kurosawa, Arlt, Buenos Aires, Troilo, Mendoza, Nueva York, el chango Farías, Brookmeyer, Gil Evans, Thad, Saluzzi, Jarret, Egberto, Bartok, Fellini, Pugliese, Kusturica , Capusotto, Jarret, Aca Seca, Hernán Lugano, Schissi… FERNANDO: Con mi quinteto tocamos música original y arreglos influenciados por folklore y tango argentino mezclados con jazz. Mi nuevo disco “Hashtag” editado por el sello Zoho salió este año. Participaron en él dos grandes músicos argentinos, Franco Pinna en la batería y Leo Genovese en el piano y Fender Rhodes. Completan el quinteto Yulia Musayelyan, flautista rusa y Rick DiMuzio saxofonista tenor norteamericano. Tengo muchísimas influencias de distintos estilos, músicos y compositores, sería muy largo enumerar todas. ¿Qué posibilidades sentís que hay fuera de Argentina que no hay acá? ANDRÉS: En mi experiencia de vivir en Nueva York siento que son geniales las facilidades de viajar por el mundo de la mano de la música; en los últimos años viajé por 37 países en América del Sur y del Norte, África, Asia y Oceanía. También siento que el trabajo de la música está muy bien reconocido en todo sentido aquí; ya sea en el respeto de la gente en general como en lo económico. Una de las cosas que más me fascinan del lugar en donde vivo es la posibilidad enriquecedora de conocer músicos
tremendos de todo el mundo y de todos los estilos, con quienes colaborar en diferentes proyectos musicales. EMILIO: Circuitos más establecidos con pianos afinados y programación permanente donde se cobra por tocar, o sea, es un trabajo, como cualquier otro, no solo una “vocación”. FERNANDO: La primera razón es que se puede tocar con músicos de todo el mundo y hay posibilidad de tocar distintos estilos. Al haber tantos músicos de gran nivel en Boston, estoy siempre tocando con muy buenos músicos lo que ayuda a crecer y mejorar. Enseñar en Berklee es otra razón. Es muy inspirador enseñar junto a increíbles profesores a jóvenes y talentosos estudiantes. Hay una gran energía. También es más fácil llegar a tocar en Europa y en Asia desde Estados Unidos que desde Argentina. ¿Qué influencia sentís que tenés por ser argentino en tu sonido? ¿Sentís que afuera se aprecia eso? ANDRÉS: Obviamente uno lleva el acento del lugar de donde viene, y eso es algo siempre positivo. En Argentina, los de mi generación crecimos y nos formamos con la influencia de estar rodeados de una variedad importante en lo cultural; música, teatro y arte en general. Siento que afuera se aprecia mucho a los músicos argentinos, en especial a los que muestran su identidad con
influencias del folclore, el tango y la música de América Latina. EMILIO: Todas. La manera de frasear, el sonido trabajado tantos años con la increíble Susana Kassakoff, mi profesora en Buenos Aires. Claro que se aprecia, te diría más: es la única manera de lograr un lugar en un mercado tan competitivo y con música y músicos tan buenos: tener un sonido, un “acento” propio. Si pretendes tocar o escribir “mejor” que los demás, vas listo. Pero lo “distinto” siempre se aprecia y se busca, siempre que sea honesto. FERNANDO: Estoy muy influenciado por la música argentina, principalmente por el folclore y el tango. Hay un reconocimiento mundial por el tango y en menor medida al folclore. Creo que nuestro desafío como músicos de jazz argentinos es consolidar un sonido propio combinando estas influencias con música contemporánea o jazz. ¿Qué pensás que tendría que cambiar en argentina para poder ofrecer a los músicos las posibilidades que vos encontraste afuera? ANDRÉS: Argentina es un país con una propuesta artística y cultural de impresionante calidad, sin lugar a dudas ofrece oportunidades interesantes para que cada músico pueda crecer en todo sentido. Uno se puede quejar de cada lugar y querer tener lo que pasa afuera, en otro lado. Cada lugar es diferente y hoy yo vivo lejos de Argentina por una búsqueda que jamás podría encontrar ahí; eso no quiere decir que sea mejor o peor, simplemente diferente. Cada lugar va evolucionando —o lo contrario— según quien lo mire, y según cada momento. Los músicos tenemos ese gen de trotamundos y por eso les recomiendo a todos que hagan lo posible por viajar y ver al mundo con sus propios ojos, seguramente va a influenciar positivamente a lo que tienen que decir con su música y borrar un poco esas fronteras imaginarias que tanto mal nos hacen.
EMILIO: Ja ja ja… ehhh, ¿Conocés el chiste de cuando Dios hizo el mundo, y se dio cuenta de todo lo que le había dado a la Argentina, el campo, el sur, el norte, mar, montaña, riqueza por todos lados? y dijo: mmm, tengo que compensar: ¡voy a poner acá a los Argentinos! Somos termitas, de las sociedades más autodestructivas que he visto jamás, expertos en todo, los más vivos, con presidentes que se jactan de manejar una Ferrari a 200 km/h en la ruta y donde el “piola” es el que cobra sin laburar o no paga impuestos, coimeamos a la poli para que no nos haga la multa, en vez de respetar el semáforo rojo, y así somos de los países con más mortandad por accidentes de tráfico. Pero después la culpa es de los políticos que son todos corruptos…siempre el culpable es el otro. ¿Qué tendría que cambiar? ¡Nosotros! Tendríamos que importar inmigración de Alemania y Japón, unos 2 millones de personas… seríamos una sociedad menos divertida sin duda, pero funcionaríamos. ¿Qué te jugas que esta misma respuesta me genera un montón de puteadas? Siempre estamos listos a matar al mensajero, pero nunca a hacer autocrítica sobre el mensaje. FERNANDO: Creo que ha habido bastante apoyo para los músicos desde el gobierno nacional y los municipios. Se promulgó la Ley del Músico. Veo que hay muchos festivales y artistas en radio y televisión. El apoyo es bastante mayor que el que reciben los
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músicos en Estados Unidos del gobierno, que es casi nulo. Espero que continúe el apoyo a los músicos de todos los estilos desde el gobierno para promover la cultura en el país. ¿Cómo ves la escena de jazz argentino actual? ANDRÉS: Sinceramente estoy muy desconectado de la escena del jazz argentina, cuando vuelvo a Argentina lo que más me llama la atención y me atrae profundamente a volver es la escena de la canción, la de los cantautores. EMILIO: ¡Riquísima, como siempre! Somos una máquina de fabricar gente con talento, con ideas, con personalidad artística y voz propia… siempre creí que las condiciones adversas tienen mucho que ver en eso, la dificultad nos hace muy creativos, y muy fuertes. Y ego no nos falta para nada, que siempre ayuda a la hora de abrir puertas, de que el viento en contra no te arrase. FERNANDO: He escuchado música increíble de Argentina. No sólo del ámbito del jazz. Hay grandes músicos en todo el país y músicos jóvenes haciendo cosas muy valiosas. Varios de mis mejores amigos son talentosísimos músicos tocando y creando allá. El nivel general parece haber mejorado mucho lo que me alegra enormemente.
Maestría en Composición de Jazz en el Queens College de Nueva York. Hoy en día, con siete álbumes como líder banda (Fresh Sound Records) y más de 40 como arreglista / productor, es considerado por sus colegas y la crítica como uno de los artistas más destacados y personales en esta corriente musical, una fusión de tango argentino moderno y popular con el jazz y otros estilos de música contemporánea -generalmente conocida como “Tango-Jazz” La Inestable de Brooklyn, con algunos de los más reconocidos músicos de jazz de la escena neoyorkina (John Ellis, Ryan Keberle) cuyo primer CD, Second Half (2014) fue nominado para los premios Grammy 2015 como Mejor Álbum de Jazz Latino. Actualmente es profesor en el Conservatorio de Música de Brooklyn.
ANDRÉS ROTMISTROVSKY
EMILIO SOLLA
El pianista nominado al Grammy, Emilio Solla, obtuvo su licenciatura en piano clásico en el Conservatorio Nacional de Música de Buenos Aires y su
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Es bajista, productor musical y docente argentino graduado con honores de la prestigiosa Berklee College of Music. Ha tocado en los escenarios más reconocidos en el mundo, como Blue Note Jazz Club, Montreux Jazz Festival, Carnegie Hall, Lincoln Center y Latin Grammys con artistas de la talla de Joan Baez,
Rubén Blades, La Mala Rodríguez, León Gieco, Paquito D’Rivera y Marta Gómez. Andrés ha dictado talleres de música en casi todo el mundo. Actualmente es endorser de bajos Sukop, bajos Lorita, bajos Traveler Guitar, amplificadores Aguilar, efectos Source Audio y fundas Reunion Blues.
FERNANDO HUERGO
Fernando Huergo, es un bajista cordobés y profesor en Berklee College of Music donde se graduó en 1992. Huergo ha desarrollado una vasta carrera como sesionista con más 140 álbumes grabados, incluyendo 10 como líder y compartiendo escenarios en América, Europa y Asia con algunos de los más influyentes músicos de su generación. Actualmente lidera el “Fernando Huergo Jazz Argentino Quintet”, “The Jinga Quintet” y es parte de los grupos de Guillermo Klein y Los Guachos, Marta Gomez, Mehmet Sanlikol, Leo Blanco, Daniel Ian Smith, Mozik, El Eco, Pablo Ablnedo Octeto y muchos otros.
FICCIÓN
WILLY SHORT, UN CREADOR DEL INSTANTE Por Julián Marcel
El mito de un músico o de un artista en particular generalmente está relacionado con la vida tumultuosa en la que ha estado inmerso. Miles de artistas han forjado su mito a través de sus adicciones vinculándolo con la obra artística que ha legado, pero a veces lo forja la cotidianeidad de un artista que ha mostrado talento y creatividad en sus obras. Se trata en este caso del saxofonista Willy Short, nacido en 1922 en Carolina del Norte. Cuando murió en su campo en Texas, a principios de 2001, lo hizo de uno de los modos menos ortodoxos para la historia del jazz: olvidado y feliz, rodeado de sus hijos, nietos y sobrinos. Tenía 79 años y una fiebre fue la culpable de todo. Nadie hubiese imaginado que ese hombre que yacía en una cama rodeado de su familia y feliz por la vida apacible que tuvo, grabó cinco discos (hoy descatalogados) en tan solo 3 años, sin volver en ningún momento del resto de su vida a subir a un escenario. Los discos de Short se grabaron entre 1964 y 1967. Eran sesiones extensas de improvisación en donde todo estaba permitido. Puede considerárselo como un vanguardista antes de la vanguardia. Es difícil hacer un juicio crítico de la música de Short cuando en la única entrevista que concedió (al periodista Buster Simpson en 1966 en la revista Jazz Magic) decía que de sus grabaciones lo único que podía sacar en claro, eran solamente ruidos
para divertirse. De hecho no entendía por qué algunas personas defenestraban sus discos cuando estos eran ejercicios de diversión, sin ningún contenido serio. Seguramente debido a esta particular forma de ver la música, Short apenas dio 5 conciertos en esos tres años, de los cuales uno se grabó: Live in the hole of the world, que apenas tenía dos canciones: Millimeter y Short-lived, cada uno de 28 minutos de duración. Tras esto, grabó un último disco sobre el cuál Stanley Crouch escribió que “con una serie de músicos que se junten a desarrollar una idea, con un artista que se preocupe por el escucha, con la intención de querer realizar una obra coherente y sobre todo, voluntad para poder hacer algo ‘sano’, podríamos escuchar este disco con cierto agrado. Mientras tanto, mis oídos siguen reclamando música”. Tras ese disco, la compañía d i s co g r á f i c a que lo editaba, Beta records, decidió romper su contrato por otros dos discos y dejar a la buena de Dios al artista. Se marchó con su mujer y sus dos hijos (luego tendría 4 más) a vivir a Texas a cosechar y a armar una peque-
ña fortuna. A medida que los años iban pasando Short cada vez desechó la idea de volver a hacer música y dedicó sus últimos 34 años de vida a ser otra persona, alejada del artista que (poco) se conoció. No le importó vender su saxofón con el que había grabado sus discos si en eso podía hacer su capital. La formación de los mitos esta siempre arraigada a las mentiras que son posibles de creer. Pensar en la historia o en la vida de un jazzista que fue feliz es casi inverosímil incluso para su único biógrafo, Chester Johnson, quien en 2006 editó un breve volumen de 160 páginas llamado Willy Short, a creator of moments, también descatalogado. El destino de Short fue haber alcanzado la felicidad mientras el mundo lo olvidaba. No le preocupó esa indiferencia a la hora de morir. Había tenido una vida feliz.
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MÚSICA KLEZMER Y JAZZ Entrevista a Esteban Ariel Dansker ¿Qué es y donde y cuando surge la música klezmer? La música klezmer es uno de los componentes folclóricos característicos de los judíos de Europa Central y Europa del Este. Etimológicamente, el término deriva de la asociación de las palabras hebreas “Kli” (instrumento) y “Zemer” (melodía, tipo de cántico religioso), lo que conlleva a la idea del uso del instrumento musical para expresar la alabanza. En el año 70 E.C los judíos comienzan a crear comunidades en Europa, que serán expulsadas de región en región y así llegarán a formarse comunidades judías en todo el continente. Se ha desarrollado a lo largo de varios siglos de manera oral, cambiando su sonido e instrumentación de acuerdo a la región geográfica de los intérpretes. ¿Qué puntos de unión sentís que hay entre la música klezmer y el jazz? Principalmente, el concepto de variación e improvisación es el que une a ambos géneros. Por otro lado, a principios del siglo XX los klezmorim (intérpretes de música klezmer) lograron fusionar con mucho éxito ambos géneros, tanto en ámbitos aca-
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démicos (Gershwin) como populares (Goodman). Esta fusión se desarrolla hasta hoy en día. ¿Por qué crees que en los últimos años se empezó a hacer tan popular esta fusión de estilos? Supongo que se debe a la web, por la gran cantidad que se comparte en la nube. Se puede encontrar material muy bueno, de antes y de ahora, lo cual estimula a muchos jóvenes a querer conocer más e interpretar el género. ¿Qué similitudes tiene con la música de los balcanes, gitana y porque se nos confunde o mezcla con la música de gente como Emir Kusturika? Poseen la misma raíz, parte del klezmer nace y se desarrolla en la península balcánica. Eso hace que “suene parecido” por momentos. ¿Cuál es tu experiencia en música klezmer? Podría decir que nací escuchando klezmer, pero recién como a los 15 años se me despertó la pasión que me llevó a querer conocer más de esta música y luego interpretarla. Unos años después también incursioné en la composición y en muchas de mis obras utilizo lo que me ofre-
ce el género. Prácticamente casi todo lo que hago en música está orientado al klezmer. ¿Qué bandas que fusionan jazz con klezmer podrías recomendarnos? Hay muchas propuestas de klezmer jazz, yo recomiendo comenzar escuchando al mítico Dave Tarras con big band. También a las Barry Sisters. Luego pegar un salto en el tiempo y conocer a David Krakauer y Kol Simcha. Esteban Ariel Dansker. Su formación es tanto académica (egresado de UNA, ex IUNA) como popular. Estrenó en 2014 “Concierto Klezmer para Piano y Orquesta”, como solista de la Orquesta Sinfónica de Corrientes y “A Klezmer Shtikl”, como solista de acordeón de la Orquesta Sinfónica del Chaco. Fue convocado para el estreno “Concierto para 85 gotas, un reclamo y una eterna memoria”, de Roberto Kuczer en piano y acordeón. Lleva una intensa carrera como docente. En 2015 formó su trío de jazz EPES con el klezmer como principal influencia. // Fb. com/eadansker Eadansker@ gmail.com
APRECIACIÓN DEL JAZZ A través de esta columna en BA Jazz Magazine abordaremos diferentes elementos técnicos tales como: análisis melódico y armónico, solos, formas, etc., que componen los diversos estilos del jazz. La mayoría de los musicólogos concuerdan en definir al jazz como el fruto del encuentro de las tradiciones musicales africana y europea en un escenario particular que fue estados unidos. Preguntarse sobre los orígenes del jazz nos lleva a comprender su tradición musical y cultural siendo este el punto de partida para apreciar y estudiar este género. Entre sus orígenes podemos destacar: las canciones denominadas “work song”, el blues, el ragtime y los spirituals. Al tomar contacto con esta música nos acercamos a la cultura afroamericana. También los sonidos de las bandas militares entre cuyos directores se destaca John Philip Sousa, conocido popularmente como el “Rey de las marchas” del período romántico tardío. Así mismo destacamos otros compositores como Louis Moreau Gottschalk y Samuel Coleridge Taylor (director y compositor Ingles). Taylor fue el primer músico descendiente de africanos que tocó en la Casa Blanca en 1904. El presidente Theodore Roosevelt le entregó una mención por su talento. Su repertorio contenía influencias de
Marcelo Bettoni
Egresado de E.M.P.A y L.A.M.A (U.S.A). Asistió a: workshops de Berklee College of Music, New York Jazz workshop, y clases privadas con los maestros: Tito Gallardo, Ricardo Pellican, Alejandro Demogli, Pino Marrone, Anel Paz, John Stowell, Sid Jacobs, Jimmy Wyble, David Leonhardt , Ben Monder, Kenny Werner Nicolás Ali .Dictó talleres en el colegio de Don Bosco PIO IX,
la música afro. Taylor fue un difusor muy importante de esta tradición musical. Otro de los músicos que influenciaron al sonido del jazz fue James Reese Europe (compositor y director), una de las figuras principales de la música afroamericana en la escena musical de la ciudad de Nueva York. Estudió violín en Europa y a su regreso organizó el Club Clef, una sociedad para difundir la música de los Afroamericanos. La orquesta del Club Clef fue la primera orquesta formada por afroamericanos en tocar en el Carnegie Hall, en 1912. Estaba formada por 125 músicos, entre los que figuraba Sidney Bechet. Reese Europe fundó la Europe Society Orchestra, con la que acompañó a la pareja de bailarines Vernon e Irene Castle, creadores del estilo de baile Foxtrot. Durante la primera guerra mundial con diversas bandas militares tocó en Francia y a su regreso realizó varios discos con ragtime, blues y spirituals bajo el nombre de “Hell’s Fighters”. tro de los pioneros que aportaron a la creación del jazz fue Buddy Bolden (cornetista) cuyo apodo era “King”: hombre con clásicos rasgos de negro “criollo” de Nueva Orleans él se auto proclamaba como creador del jass que para esa época se escribía de esta manera. La vida de Bolden continúa envuelta
trabajó trascripción para la revista Guitar Rock y el cancionero FM, Grabó junto a Hugo Bistolfi el CD para la obra de teatro “Piratas del Paraíso perdido ”. Colaboró con el conjunto folklórico MP4, Fiesta Americana (hard rock) y Sebastián Gava. Dicta clases particulares. Docente del Instituto T.A.M.A.B.A. Autor junto a Mauro Lassos de los libros: El sonido de los modos y Rítmicas de guitarras.
en leyendas que lo hacen aún más fascinante. Un aporte muy interesante a la formación del jazz se gestó en la ciudad New Orleans en Estados Unidos. En esta zona portuaria y multicultural convivían franceses, españoles, holandeses, ingleses, habitantes de la zona antillana, del Caribe, comunidades de cubanos, puertorriqueños, mexicanos, dominicanos, oriundos de las islas Martinica y Guadalupe de las cuales provenían los esclavos africanos que ingresaban a New Orleans. La fusión de estas culturas tuvo un impacto relevante en la formación del jazz. A modo de ejemplo, podemos mencionar que en 1885 la Banda del Octavo Regimiento de Caballería de México realizó una serie de actuaciones en la Exposición del Azúcar y el Algodón en New Orleans. Uno de los miembros de esta banda militar, Florencio Ramos, introdujo el saxofón, por entonces inusitado en el estado de Luisiana. Posteriormente este instrumento se convertiría en uno de los iconos del jazz. A partir de estos datos históricos, podemos continuar elaborando la escena musical de New Orleans y compartir, en nuestra próxima columna, las características que definen al jazz. ¡Hasta pronto! Pueden enviar sus consultas a jazzexpresion@yahoo.com
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RASKOSKI HOT CLUB:
TRADICIÓN Y MODERNIDAD
Por Julián Marcel La tradición argentina del swing cuenta con un nombre respetado no solamente en estos lares sino también en el mundo: Oscar Alemán. Si bien su muerte en 1980 calló su guitarra, hay actuales exponentes que siguen haciendo swing en Buenos Aires o en sus alrededores. Uno de esos exponentes es el Raskoski Hot Club, presentes en los escenarios desde 2008. Con dos discos editados (Raskoski Hot Club, de 2011 y Segundo, de 2013), han llevado el swing por los escenarios de Buenos Aires y Gran Buenos Aires, y una de sus integrantes, Silvina Aspiazú, charló con BA Jazz Magazine desde el Banfield Teatro Ensamble, el espacio en donde se presentan habitualmente. “Raskoski tiene un contacto muy pegado con el público desde su propuesta rítmica, bailable, y de acompañarnos”, dijo Aspiazú. “Es un jazz más ‘comprensible’ a diferencia de lo ‘elaborado’. Tenemos momentos de improvisación que requieren estar concentrados, pero desde un esquema más clá-
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sico, en cuanto a las formas”. -¿Cuál es su propuesta? -La propuesta de Raskoski es trabajar con el swing, o el jazz gitano, y unir esa parte estricta del género, con lo más moderno del jazz e incorporar herramientas de un lenguaje más cercano al rock, o a lo folklórico, o mismo del tango, sobre la base de esta estructura musical, y sobre una impronta de música totalmente acústica. Aunque escuchando el segundo disco (llamado justamente “Segundo”), se encuentran música de los setenta, de los veinte, un tango…hay varias cosas. -¿A qué te referís con lo moderno? -“Moderno” conceptualmente hablando, del lenguaje jazzístico. Una cosa es el estilo de los años 30 con un uso de determinadas armonías y determinadas escalas, y otra es el lenguaje actual que tiene herramientas que provienen de otros géneros, con armonías más complejas, hasta diría académicos. -¿Y fue posible adaptar músicas de otros géneros al swing? -Sí, fue posible. En este disco
hay standards del jazz gitano, hay valsecito criollo (“Joan Collins”, compuesto por la misma Aspiazú), hay una obra de Kurt Weil y Bertolt Brecht que hicieron famosa The Doors, “Alabama Song”, que podría ser lo más alejado del swing. -¿Cuál es el público de Raskoski? -Es muy variado. Podemos encontrar gente muy mayor que conoce el estilo, y por otro lado un público más joven. Hay un preconcepto que dice que el jazz es algo “aburrido”, por esto que decía de las “elaboraciones”, y se acercan al swing que es mucho más rítmico y bailable incluso Y por esto se han acercado, incluso chiquitos. -¿Por qué el nombre? -El nombre ha sido un invento totalmente. Mucha gente piensa que tiene que ver con un psicólogo (N. de la R.: se refiere a Arnaldo Rascovsky, psicólogo y escritor de varios libros de psicología social como “El filicidio” o “El psicoanálisis y el cine”), pero la verdad es que aquí en el Banfield Teatro Ensamble tenemos un músico que es concertista, y que siempre nos dijo
en broma que nuestra música era “rascar” las guitarras. Y eso derivó en el “Raskoski” del nombre. Lo de “Hot Club” viene por el quinteto del Hot Club de París, que eran los músicos que acompañaban a Django Reinhardt. -¿Por qué se enfocaron especialmente en el swing? -En el caso de Pablo, el abuelo de él escuchaba mucho swing, como Oscar Alemán. En mi caso, cuando era chica y estudiaba guitarra, empecé a escuchar también a Oscar Alemán, pero sobre todo tenemos un predilección por la música de las películas de Woody Allen, y en el año 2000, el hizo una película llamada Dulce y Melancólico (“Sweet and lowdown”) que era la biografía ficticia de un guitarrista de jazz fanático de la música de Reinhardt. Ese film nos dio a Pablo y a mí el entusiasmo para buscar esa música y en cierta medida “copiarnos” el estilo que aparecía. -¿Y qué consideran que ustedes le aportan al swing como sonido argentino, sobretodo viniendo de un estilo foráneo? -En Raskoski tratamos de darle algo propio, pero dentro de este género en particular, tan estricto en cuanto a formas, nosotros le agregamos tango, un poco de folklore, incluso cierto acercamiento al rock. -¿Y cómo ves la escena actual del jazz argentino? -Hay una escena muy grande. Aquí en el conurbano hay muchos y buenos músicos La idea de este Teatro no fue solamente abrirlo para convocar a los músicos de la zona sino poder hacer lo contrario: centralizar la escena para convocar a los artistas de capital. Es muy interesante lo que ocurre actualmente con el jazz porque no es nada estricta. Creo que el jazz es la forma más interesante de la música: hay mucha improvisación, mucha técnica, pero también logra un acercamiento tácito al público, cosa que otros géneros, como la música contemporánea, no logra.
NUEVOS GRITOS
Matías Dabanch Cuarteto, El grito, Edición independiente, 2015 Por Julián Marcel
En 1967, el contrabajista Jorge López Ruiz editó un disco emblema en la historia del jazz argentino: El grito. 48 años después, hay otros gritos que buscan hacerse escuchar en la escena del jazz independiente. El Matías Dabanch Cuarteto (Dabanch en piano, Mariano Cepeda en guitarra, Ivan Moler en batería y Hernán Cassira en contrabajo) editaró un disco llamado, justamente, El grito. Son nueve temas que dan un aire de renovación a la escena del jazz. Ya desde el primer tema, que le da título al disco, encontramos a un grupo que toma influencias notorias del jazz rock: las bases armónicas que acompañan a los solos en este tema recuerdan al “Tema de Nayla”, de Seru Giran. La mayoría de las composiciones de este disco son extensas, sin embargo en ningún momento alcanzan el tedio porque precisamente esas vastas influencias que recibe el grupo abarcan varios momentos de la obra. “El ninja” es una composición donde el piano es un protagonista ineludible, y los demás instrumentos acompañan en una notable comunión de sonidos. “Oh! Mi codo” (de Mariano Cepeda) tiene un riff que recuerda en cierta medida a los que John McLaughlin realizara para la Mahavishnu Orchestra, aunque sin la distorsión y el alto
volumen con el que tocaban. Un aporte interesante ha sido el del saxofonista Lucas Goicoechea en dos canciones de este disco. Dabanch en el tema 4 de este disco, nos dice que algo “Podría ser peor”: no sabemos precisar qué específicamente, porque el solo de guitarra y el acompañamiento de los demás músicos hacen una agradable escucha de esta canción. La improvisación parece ser la principal contribución de este disco, pero sin caer en la soberbia. Los solos se suceden en un contexto muy claro, donde los músicos van y vienen con su instrumento. No es extraño pues que las canciones sean extensas en algunos casos, y por cierto, nada aburridas. Las siglas de Luis Alberto Spinetta son el título del track 5, una hermosa balada así como el siguiente, “Acto Fallido” compuesto por Cassira. “Giro” tiene un aire hasta folklórico que recuerda a las composiciones de Manolo Juarez. En este tema podemos oír cómo se luce el saxofonista Sergio Petravich. “Amoira”, el tema más breve del disco, retoma el tempo de balada, y el último tema, “Lluvia”, nos dice que este sonido seguirá sonando más adelante, pero también (paradójicamente) hay momentos que recuerdan a “El grito”, el tema que abría el disco, a la manera de coda o de obra circular. Podemos decir que a partir de este disco, Matías Dabanch y su cuarteto tienen un gran futuro por delante, y que su grito, esperemos, será escuchado por muchos oyentes.
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Texto Julián Marcel Fotos María Cueto La búsqueda del sonido, o mejor dicho, del “Sonido”, es algo que mueve permanentemente a Leo Genovese, multi-instrumentista argentino radicado en New York, que gira por todo el mundo con su música, buscando las músicas de las tierras que pisa. BA Jazz Magazine lo entrevistó en un alto de su permanente gira.
El “tercer oído” ¿Cómo notás la escena del jazz en el país? -A nosotros (es decir a su trío, con Damián Cabaud en el contrabajo y Francisco Mena en batería), nos toca girar en auto por las provincias para nuestras fechas. Las identidades que hay en Argentina son bien fuertes. Este año nos toco girar desde Misiones hasta Bariloche, pasando por provincias que no habíamos conocido, y notamos que cada lugar tiene músicos brillantes que son guerreros defensores del patrimonio de los pagos, son investigadores, gente que le está poniendo mucho esfuerzo y la pelean solos. Estuvimos en Córdoba, Tucumán y Santiago del Estero, lugares en donde creció enormemente la movida del jazz. En una anterior visita a Córdoba, estuvo con nosotros la coplera Mariana Carrizo. En Salta estuvo bueno llegar, tocar y que todos disfrutasen con nosotros. En Santiago del Estero invitamos a un bailarín de los montes a que haga pasos con sus boleadoras. ¿La música puede progresar a pesar de las tradiciones y las escuelas?
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-Sí, por supuesto. Cuando tocamos en Paraná junto con unas orquestas de chicos que “deformaban” por primera vez la música, haciendo ruidos de pajaritos, se nos acercaron dos chicas que estudian guitarra en la escuela y tenían una cara de felicidad hermosa. Y nos agradecieron lo que hicimos, pero sobre todo dijeron que no les enseñaban esa libertad musical en la escuela. Y a mí lo que se me ocurrió pensar fue algo así como “bueno, agarren las partituras clásicas, recórtenlas y péguenla como quieran, hagan un Billiken”. Hay muchas maneras de romper con todo, que fue lo que hizo Nicanor Parra con la poesía. Sigo aprendiendo de la música, estoy aprendiendo permanentemente. ¿Y cuáles fueron esas primeras partituras que tuviste? ¿Clásicos, jazz? -Empecé con el rock and roll, en la secundaria. Luego comencé a estudiar el repertorio pianístico clásico. Fue poco tiempo, no era ese repertorio lo que buscaba dentro de las cosas escritas. Estoy muy en contacto con un amigo misionero en New York que me
dio el impulso para oír cosas que no oía. Así como cuando los hindúes hablan del tercer ojo, creo en la existencia de un “tercer oído” que igual lleva un poco de conciencia, y que te permite escuchar el más allá, lo verdadero. Tuve una confirmación práctica de todo eso cuando estuve en el medio del Amazonas: estábamos escuchando el atardecer y oíamos un gran concierto de sapos, de monos aulladores, insectos, el mismo viento, todo estaba vivo. Recuerdo que pensé: “Podemos escuchar de esa manera, con la voluntad misma de escuchar”. Es el oído de la conciencia. Una vez que se puede escuchar de esa manera, se deja de tocar porque la música se toca sola. Uno está sobre el instrumento y se transforma en un canal. ¿Te sentís un compositor? -La composición y la improvisación van por la misma senda, miran las mismas estrellas. Cuando estudio composición, también estudio improvisación. Escribo música todos los días en mi casa, pero también cuando improviso trato que suene como una composición. No siempre se puede
pero esas son metas que uno se pone para crecer. Se depende mucho de los demás para la improvisación. -Totalmente. Este es el decimo segundo año en que toco con la misma gente, y a pesar de que vivimos en continentes distintos, y no ensayamos, la banda llega y vivenciamos lo que pasó en el año. Nos insultamos y nos amamos en el escenario de una manera muy pura, linda e inocente también, pero sin miedo. Sin la atadura. A ellos de hecho les digo: “empiecen cualquier canción, cuando quieran, en cualquier momento, en cualquier tonalidad”. ¿Hay que dejar de temerle al error, entonces? -Erradiqué de mi vida el concepto de “error”. Y si mi música suena como un gran error ya no pienso ni quiero que nadie de los que tocan mi música o lo que se llame mi música piensen o conciban otras opciones como “error”. Igualmente siempre va a estar la interpretación del otro, del espectador, del académico o del crítico que conciba lo que quiera como “error”.
-Sí, pero ellos que escriban sus propias canciones. El músico como “guerrero espiritual” En la revista tenemos la idea de pensar al jazz como una forma de hacer música y no como un género o un estilo. ¿Crees que eso se acerca a lo que vos propones en el escenario? -Sí, siempre. Wayne Shorter decía que “el jazz es un desafío”. Y eso me gusta. ¿A vos te desafía? -Sí, siempre. Quisiera volver a los 60´s ó 70´s donde la música movilizaba otra cosa. Lo que noto en muchos colegas de este mundo moderno es que un disco es la excusa para trabajar. Si no tenés un disco, no tenés un “curro” armado, no tenés un publicista, la gente no te va a buscar en los festivales. Cuando vengo a Argentina, antes me pelo el culo durante un año en mi computadora mandando mails, tocando puertas, trabajando mucho para organizar un mes de gira, y poder alcanzar un sonido nuevo a la gente de las provincias, y que los que vienen de afuera también tengan un sonido intenso que les
venga desde el Chaco o desde la Patagonia. ¿Y no necesitas el disco para lograr eso? -No, al menos en lo que a mí respecta. Se necesita tocar. En mi casa actualmente tengo trece mil discos de gente de todo el mundo, y la verdad no me alcanza el tiempo para escucharlos, y de lo que llego a escuchar me gusta mucho todo. No hagamos el disco para satisfacer otras cosas o para pegar un laburo, o mismo no hagas el disco para que a la gente le guste, sino para que los moleste, para que piensen, para que se movilicen y se muevan ellos a hacer el disco que quieran hacer. El músico es un guerrero, o por lo menos los músicos que escucho: Atahualpa Yupanqui, Chabuca Granda, Gilberto Gil, Milton Do Nascimento, Rubén Rada. Son todos jazzeros, guerreros espirituales, gente que está en la música desde un lugar iluminado. ¿Tus propios discos te gustan? -Sí, tuve la suerte de grabar un par de discos desde joven, desde los 23 años en adelante. Algunos en un sello, otros los hice solo,
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creándolos solo, y con pocas copias, entregándolos en diversos pagos del mundo, y que cuando se compran ayudan a pagar el combustible con el que recorremos los pueblos. Y sabes que cuando vendiste esas doscientas copias no hay otras más y esas doscientas personas tienen un pedazo de mí. Hubo uno de mis discos que tuvo más difusión, y el New York Times le hizo una buena review, pero para mí es una cosa más. ¿No te importan las críticas o la difusión? -Si así fuese me hubiese armado una página web. No sé quién fue el que escribió mi reseña en wikipedia y tuve que pelearla mucho hasta abrirme un facebook. Mi casa se cae a pedazos. Los discos sostienen la casa, y casi que se convirtieron en muebles. Tengo instrumentos musicales por todos lados. Vivo con la música, no me importa la difusión. Tengo muchos instrumentos de todo el mundo. Ellos vigilan mi casa. Son regalos que se acercan. Cuando las cosas buenas se hacen con buena fe, llegan, y más de una vez. El hecho de que editen esta revista y de que surjan escuelas para los chicos me parece muy bueno. Espero que los jóvenes sepamos preguntarnos y contestarnos sobre el silencio, sobre el tomarse un tiempo porque las respuestas decantan y
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decirlas desde un punto de vista más honesto, desde el mismo centro del individuo. La escuela nos forma como robotitos, ojalá no sean todos así. Mencionaste al silencio. ¿Le dedicás mucho tiempo? -Sí. Es difícil estar en silencio, sobre todo en ciudades como New York. ¿Pensás que parte de nuestra actualidad musical debe ser bajar línea desde esa forma de contacto directo y no desde estudiar a repetición las escalas? -En realidad es todo. Quiero vivir mi vida de la manera más conectada posible. De lo que estoy seguro es que no quiero dejar de estudiar y que no quiero dejar de ser libre ni dejar de conocer a mis colegas, no quiero perderme una escala ni quiero olvidarme de nadie. Y no lo digo de avaro, sino porque quiero estar con el hacha afilada cuando me llamen para ir al monte. Por eso estudio. Compongo canciones pero las dejo solamente para grabar el disco y ya está. Por eso sueno mal. Me preparo para cuando esté cara a cara con la resistencia y use el lado creativo, el fuego que tengo y que sea suficiente para poder alcanzar lo que quiero alcanzar sin importar los costados. Ir adelante. Wayne Shorter dice que a la hora de practicar algo, asegurate de practicar eso, porque sino alguna otra cosa te va a
practicar a vos. Enfocarse ahí en el potencial que todos tenemos y que por imposibilidades uno tiende a confundir y a leer de otra manera. Es la presión que generan ciertos espacios que te dicen que tenés que tener cuidado en todo: no toques tal nota, no te vayas de tiempo, no pierdas las formas, desarrollá el solo de tal forma como te enseñamos. Es la presión permanente. Un elogio de la ignorancia ¿Por qué crees que se sigue cuestionando lo novedoso? Incluso compositores de hace tanto como John Cage, Arnold Schönberg, y música de la India, China o Japón que existen hace siglos. -Esas músicas orientales son nociones ancestrales y rituales. Sin embargo, hurgando entre los compositores que nombrabas, muchos de ellos tenían un trato directo con la naturaleza y lo dejaban en su música. John Cage era un buscador de hongos y vivía enfermándose cuando agarraba el hongo equivocado. Olivier Messiaen era ornitólogo, Ligety y Bartok eran antropólogos y recopiladores de la música de sus países como lo fue Violeta Parra, o el mismo Atahualpa Yupanqui. Creo que tiene que ver con que la historia la escriben las momias, y a su vez con el miedo que tiene la sociedad, un miedo cómodo, el miedo a lo desconocido. Sin embargo, hay que acercarse a la música que hacen los pigmeos, los cazadores de Malí, los nativos de Botswana, de dónde sea. En términos de afinación, de temperamento, está “alejado” de lo normal, sin embargo esa música es redención, trance, purificación espiritual, es la danza del alma. ¿Y cómo se equilibra en tu caso el hecho de poder vivir en New York, tocando todos los días sumergido en el centro mismo del capitalismo y sin volverte loco? -Es que hay que tener el tercer oído, y buscar metas sanas y sin perder el tiempo porque no hay tiempo que perder. Ahora en Ar-
gentina se han creado muchas orquestas infantiles por los barrios. Tienen la chance de poder tocar su instrumento. Eso a mí me costó tenerlo. Hay un montón de cosas buenas que están pasando, como ustedes. Pasen un mensaje positivo que eso es lo que estoy tratando de hacer con mi música. No quiero que la gente venga y me diga que le gusta mi música porque, y lo digo de corazón, a la gente no le gusta lo que hago. Wayne Shorter dijo que no existe lo que se llama una obra terminada. Es la constante búsqueda. Entrever la posibilidad de una verdad desconocida es una gran esperanza para mí y los colegas que estamos en la misma. En Misiones está el “Centro del Conocimiento”. Con un amigo, Marcelo Toledo, que tiene el espíritu del yaguareté y que vive escribiendo leyes de protección cultural de Misiones, fundamos el “Centro del Desconocimiento”, y desde ese lado creamos un partido político, el “Partido del Sonido”, que no tiene sede, y solo cuenta con el sonido. Están invitados a participar, ya que el partido está en todos lados. Es un desafío de todos modos porque es complicado que alguien pueda decir “yo no sé”. Pero para empezar a saber algo hay que reconocer que se ignora algo. -Exactamente. Tengo un gran amigo que es un gurú, tiene 80 años, y fue baterista de Ornette Coleman, Chick Corea, Keith Jarrett, y fue quien me puso en contacto con la “Universidad de la Ignorancia”: esto es, poder tocar sin juzgar, sin criticar, trabajar desde la desnudez misma, como hacen los chicos. La música entra directamente sin necesidad del filtro de la cabeza. Es paradójico porque siempre se dice que para entrar al jazz hay saber mucho -Puede jugarse a algo sin necesidad de conocer sus reglas y pasar un gran momento. Me pasó en Bariloche cuando me dieron una
tabla de snowboard y me mandé sin saber nada. En la música sigo buscando esa sensación de vértigo, de vulnerabilidad total, de saber que en cualquier momento la gente se puede levantar o empezar a abuchear. Para mí, hoy por hoy, abrir los ojos después de un recital de una hora y media y ver que el público sigue es algo sorprendente. Creo que es necesario quitarse de encima toda esa cuestión de lo que está “bien” o “mal”, a través de cierta educación musical. Tengo muchas ganas de volver con las orquestas de chicos y decirles que se eduquen musicalmente pero sin corromperse a sí mismos. Poder hablar con ellos algunos minutos, y después no sé si los volveré a ver. Recuerdo que Art Blakey hacía eso: cuando iba de gira por Japón se quedaba días en ese país y trabajaba con chiquitos, mismo después del final de la segunda guerra, y las bombas atómicas. El se quedaba con ellos y les enseñaba música. El venía del país que había arrojado las bombas, causante de tanta ignorancia y violencia. Balanceó parte del dolor de la guerra con música. Pensemos en el chico que tiene un instrumento en la mano, porque por más que nunca haya escuchado un disco de Fats Waller, está ahí por los mismos motivos que nosotros. Desde el sonido es donde vamos a nuclearnos todos. Incluso de la afinación misma hablo. En mi caso toco el piano pero jamás lo afiné en mi vida. Cada nota vive en su onda, con su calor y las mudanzas. La misma naturaleza lo hace único a mi instrumento, en su sonido. Hay una teoría interesante de Frank Zappa que decía que el origen del Universo surge a partir de una nota musical, y que los músicos intentan buscar esa nota primigenia. - Mis dos pilares de la música para siempre, Wayne Shorter y Herbie Hancock, con quienes tuve el regalo de compartir músi-
ca y vida, hace casi cuarenta años que practican budismo de manera muy comprometida en sus búsquedas. Son un ejemplo del trabajo que hay que hacer. Una vez me tocó ver a Wayne Shorter componiendo a las cuatro de la mañana con el televisor prendido, como escribiendo el antídoto para ese aparato. Estaba escribiendo desde su campo de acción contrarrestando esa energía. Para mí eso es la escuela. Ya no escribo para complacer a nadie. Nunca más. Porque para eso ya hay muchas personas. Hay una tradición de música negra en Argentina y América Latina que está tapada. No hay una cátedra, ni gente, ni materias que buceen ese bache tapado por la gente que escribió esa historia y que no fueron capaces de indagar en los pueblos. Y a mí me interesa llevar eso. El mundo está cargado de un racismo increíble, en Francia, en Estados Unidos, en Argentina. Hay una cosa que viene desde la casa, la primer escuela. Tenemos mucho trabajo por hacer. No quiero estar lleno de canas y arrugas, preguntándome “¿qué estoy haciendo?”.
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Texto: María Cueto y Julián Marcel Foto: Juan Francisco Córdoba
Cuesta creer que este señor, que da clases desde hace veinte y tres años, y que tiene una profusa carrera que incluye tocar con nombres enormes como Herbie Hancock, Dave Holland, Hermeto Pascoal, Ricardo Cavalli, Javier Malosetti, y el histórico Quinteto Urbano, y que además se ha merecido el respeto y el cariño de todos sus colegas, recién ahora edite su primer disco solista. Oscar Giunta recibe a BA Jazz Magazine para contarnos sobre este proyecto, pero también sobre su historia. Hablar con Oscar Giunta no es solamente hablar de jazz, sino de la música como un espacio donde expresarnos. ¿Por qué decidiste sacar tu primer disco solista? - Yo soy medio dogmático en algunas cosas. Y trato de tener en cuenta también ciertas cosas que van más allá de lo musical, cosas que se acercan hasta lo místico. Forma parte de una convicción personal: hasta que no sentí espiritualmente que este era mi momento, por más que la banda suene bien, no puedo grabarlo si es que no me siento reflejado. No es solo el hecho de decir “bueno, tengo los músicos y las canciones, vamos a grabar”. Al menos para mí. Pareciera que además de una cuestión personal, hay algo relacionado con lo espiritual. - Sí, tiene que ver con eso. Con algo más íntimo, ligado al bienestar personal. Lo cierto es que estoy involucrado con este proyecto en un cien por ciento. Con el grupo estamos en un momen-
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to en donde compartimos ideas a cada momento, estamos todo el tiempo tocando. Como que todos estos años sirvieron para poder aceitar la maquinaria. ¿Las canciones del disco tendrán todas composiciones tuyas? - Sí. ¿De todas las épocas? - Sí. Hay algunas cosas que están desde hace muchos años, otras que estaban formateadas para otro conjunto, otras que quise reescribir y que forman parte de esa madurez, ya que tuve adaptar esas obras a este formato. ¿Y a nivel sonido, tenés una idea estética? - Hace poco alguien me dijo que nuestro trío era como un grupo de jazz que no solamente toca jazz. Y no está mal eso. Incluso a nosotros se nos hizo más dinámico tocar en ese plan. Desde ya que tenemos características puramente jazzeras, pero también
hay momentos cuasi camarísticos, otros que son rockeros, pero que nunca deja de ser el trío. Esa es la propuesta estética, son los rasgos de una búsqueda que va de un lado al otro, sin distinción. Y de hecho veo que las cosas que hice a lo largo de mi vida fueron medio bifurcadas, sea a nivel musical o a nivel trabajo. Todas esas cosas que hice forman parte de un embudo, pero eso habla de un grupo de laburo. He llegado a hacer cosas mucha más tradicionales, cercanas al dixieland incluso. Todo eso forma parte de la diversidad de cosas que fueron mi escuela desde chiquito, o mismo desde los trabajos. Ahora siento que todo lo que hice fue a parar a ese embudo, y que eso forma parte de mí. Entonces, teniendo en cuenta todo lo que aprendiste en tu vida como músico, ¿de qué hablas en este disco?
NOTA DE TAPA
- No sé si es por osmosis o lo que sea, pero sí sé que encontré con los otros músicos del trío muchos lenguajes comunes, y mucha música en común. Ellos sienten las cosas de un modo muy parecido. Arturo (Puerta, pianista del trío) es un caso: viene de un outground más cercano al swing, dado que toco con Jorge Navarro, pero también de adolescente fue bajista de bandas de rock, y por alguna cosa llego al jazz, como todos nosotros. El mensaje del trío es que somos extremadamente sinceros: no solo en cuanto al estilo, sino también en la interpretación. Y otra característica muy valiosa que encontramos es la recepción en el público: viene desde el público más jazzero hasta chicos o fanáticos del heavy metal. Pero lo más importante, creo, es que la forma en que decís lo que querés expresar es mucho más atractiva o tiene más carisma que lo que estás diciendo. El público ha sabido captar eso, porque lo interpreta desde un lugar más “sano”. Y esa es una responsabilidad tácita. Con todo lo que se dice respecto a que el público debe entender para poder escuchar jazz, y que genera una pérdida de ese mismo público que puede
apreciar la música si no la cargan con ese “peso” intelectual, primero y principal: el que debe saber de jazz es el músico, no el público. Es como si yo fuese a un restaurant a comer una milanesa pero para eso debo saber cuáles son sus ingredientes, o conocer la temperatura del aceite y todo eso. Eso lo debe saber el chef. Yo voy a disfrutar la milanesa. Yo como público voy a disfrutar el jazz. Se les induce a entender o a estudiar algo que a lo mejor no tienen ni tiempo ni ganas de hacer. ¿Y de dónde pensás que viene esa exigencia? - Me parece que tiene mucho que ver con la historia de esta música. El jazz como género surge como música de baile, como lo fue el tango o la milonga. En algún momento, surgen músicos que llevan a otro tipo de escenarios a esta música, como lo fue gente como Count Basie o Duke Ellington, y se da la necesidad de transformar al jazz en música de conciertos, y no tanto de baile. Del mismo modo ocurrió aquí con Piazzolla. Es decir, el jazz halló más lugar para los solistas, cosa que en las orquestas casi no ocurría. En ese proceso que fue muy enriquecedor pues se le daba
rienda suelta a la improvisación, también la gente se sintió algo afuera de ese lugar, y comenzó a alejarse para poder seguir en los bailes. Aunque también es raro, pienso ahora cuando escucho la música de Ellington, con la complejidad de sus melodías y lo dificultosa de ejecutar, que esa haya sido la música de baile. Pero no era solo cuestión pura del jazz. En otros ámbitos ocurría algo parecido. La música de Tom y Jerry (compuesta por el escocés Scott Bradley), por ejemplo también es compleja. Esas músicas que fueron las músicas con las que crecimos muchos, habla de otra riqueza musical. La música de la Pantera Rosa (compuesta por Henry Mancini) o la de la misma Tom y Jerry son parte de uno, y queda en uno que la escuchó para siempre. ¿Vos cómo ves la escena actual del jazz a diferencia de los noventa? Te consultamos porque sos uno de los pocos músicos que lleva el jazz a todo el país. - Tengo una cuestión algo dual respecto a eso. Lo positivo es que están surgiendo cada vez más músicos, de treinta y tantos años, o de cuarenta también. Y la gente histórica que viene tocando en el país tiene desde 50
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años para arriba. Es decir, hay una franja en el medio que quedó desapercibida a mediados de los setenta, y creo que tiene que ver por dos motivos: la primera es la escena de jazz rock que se hizo muy conocida, por bandas como Weather Report o la Mahavishnu Orchestra, se llevó a mucho joven; y la segunda es por una cuestión política, y si bien es cierto que el circuito era reducido, con la dictadura terminó siendo casi restringido para muy pocas personas. ¿Y a vos que te gusta hoy? - Últimamente estoy escuchando bandas que tienen poco que ver con el jazz. Una de ellas me la pasó mi hijo Lautaro y se llama Sigg Ragga, y son de Santa Fe. Teóricamente es un grupo de reggae pero tienen tantos elementos y tantas influencias (jazz, hip hop, Spinetta) que se lo saca de ahí. Sus canciones son muy buenas, precisamente porque están muy bien construidas, lo cual en el mercado actual se ve poco. Otras bandas que me gustan por esa misma construcción son Eruca Sativa y Román.
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¿Y sentís que entramos en una época de fusión? - Sí, pero el término “fusión” siempre estuvo. El tema es que esa palabra es muy amplia y ahora parece estar restringida a la fusión de elementos del jazz con instrumentos de rock. Pero es mucho más que eso: podemos encontrar fusiones de jazz con instrumentos hindúes que son muy buenas. ¿Y qué sentís que aporta Argentina a esa música internacional? - Los latinoamericanos tenemos mucha hermandad en cuanto a la música folklórica, pero eso no es muy común entre los norteamericanos y mucho menos en los europeos. Existen muchas historias de músicas como Mercedes Sosa que cuando va a tocar a Francia se le enferma un percusionista. No había un solo tipo en toda Francia que pudiese pescar el pulso del bombo, por ejemplo. En el aspecto rítmico, creo que esto es más importante en nuestro continente. Los boleros y los tangos son plausibles de poder improvisar sobre ellos porque tienen una estructura similar. El formato canción es muy similar. Lo mismo ocurre con la lírica, porque tanto en el folklore, en el tango, los poetas son muy buenos, como en el jazz. ¿Y respecto del jazz del país que pensás? - Encontré propuestas muy genuinas en el interior del país a diferencia de lo que ocurría en Buenos Aires, precisamente porque no está en Buenos Aires. En Santiago del Estero he visto músicos que improvisan jazz pero desde su mismo background, desde sus mismas influencias,
que son todas folklóricas. El porteño mira hacia todos lados, pero en esas zonas su tradición y cultura es muy pesada. Y también muy pura: esa tradición permite moverse aunque a su vez es un ancla permanente. ¿Y las voces te interesan? - Sí, mucho. Siempre me interesaron y siempre me van a interesar. En el jazz, lo que ocurre, es que desde su concepción es un género muy individualista. Pero algo que era de las letras y de los artistas y que extraño es este espíritu de banda de rock and roll. El hecho de estar todos juntos, y que era una especie de escudo contra el mundo. ¿Aún hoy lo sentís? - Sí, claro. Eso es lo trato de dejar en el trío. Más allá de que el trío lleve mi nombre, quiero que el grupo tenga eso de banda, de defender la camiseta, de defender el conjunto. Esto tiene que ver con lo que hablábamos del mensaje del trío. Los músicos muchas veces nos olvidamos del cómo. Si la hacemos a esta música es porque creemos en lo que hacemos. Si lo haces desde el corazón, te van a creer. Es algo que está en la energía de las cosas. Lo palpable es disfrutable, desde ya, pero lo que me importa es el cómo. Hay músicos y bandas en el exterior como Jacob Oliver, Bad Plus o Dirty Loops que son increíbles pero desde esa propuesta. Porque les importa la canción. La belleza de la música siempre estuvo, pero el tema es la escala que tiene en distintos momentos del mundo. Antes hubiese sido punta de lanza para cualquier otro artista, pero hoy están situados en una casilla más under, por decirlo de un modo, o intermedio, porque los sellos no invierten dinero ahí. Estas cosas pasan totalmente desapercibidas, es decir, ni las radios lo pasan. La atención parece estar centrada en otro lado. Creo que el desafío es encontrar menos intermediarios para poder acercar más el jazz a la gente. No hace falta tanta parafernalia para poder acercar esta música al públi-
NOTA DE TAPA co, sino fomentar la relación pura entre el artista y el espectador, de manera casi directa. Una de las intenciones de BA Jazz Magazine es precisamente poder acercarnos a los mismos músicos, charlar con ellos sobre sus proyectos sin necesidad de recurrir a una discográfica - Ese es un punto particular. Durante los 80 y los 90 hemos oído un discurso que decía: “Disco es cultura”, “Defensa a los músicos”, etc. Si efectivamente supiéramos que los músicos más reconocidos venden esa cifra millonaria de discos, los mismos músicos no lo ven. Con la inclusión de internet y la posibilidad de subir y descargar música, los sellos perdieron un negocio muy grande, pero ahora se permiten decir que se mata al artista. No. Ellos pierden. Por eso también aprovechan los baches del negocio para poder insertar sus artistas en sitios como Spotify o Apple Music. ¿Pero seguís creyendo en el disco físico? - Sí, por supuesto. Bueno, de hecho Argentina es uno de los pocos países en donde el disco es redituable, y en donde se siguen produciendo vinilos, más allá de que por el precio al cuál se venden sea casi un objeto de lujo. En el momento del surgimiento del compact, mucha gente tiraba los vinilos y los reemplazaba por eso nuevo que salía. Por eso volvieron, porque había un público que extrañaba el formato y el sonido. Pero fueron los mismos que reemplazaron el vinilo por el cd. Es como cuando hablabas respecto a las tradiciones: tiene que haber gente que las mantenga y también otros que las rompan, o las tomen desde otro lado. - Exactamente. Es como una necesidad de todos de obrar de ese modo. ¿Y vos en qué lugar te ubicas? ¿Rompiendo tradiciones o manteniéndolas? - En ambas. Tengo un pie en ambos lados. Es la cuestión dual que te dije al principio. En lo que a mí
respecta, tener un pie en ambos planos es lo que me permite la posibilidad de moverme por todos lados, y espiritualmente me siento así. La tradición para mi es parte del jazz, tiene que ver con lo que toqué y con quienes estuve. A veces siento un poco de nostalgia por los músicos que no están y que son parte de nuestra historia en el género. Eran épocas duras, pero era una parte pura de la bo-
hemia, perteneciente a una comunidad, a muchos lugares. Del mismo modo que cuando se hablan de los literatos y los puntos de encuentro para poder armar algo en común, lo mismo ocurrió en esa tierna infancia musical mía. Eran músicos con los cuales compartí mucho tiempo tocando y charlando. Ellos son un punto de referencia. Había un espíritu mucho más noble y menos contaminado de lo que pudiese estar pasando alrededor. El jazz de Buenos Aires en los setenta era la nada misma. ¿Y te das cuenta que hoy muchos de ustedes son una referencia para todas las nuevas generaciones jazzeras que surgen?
- Empecé a recibir una devolución de afecto últimamente. Y para mí eso es un honor. Sinceramente lo que pude haber hecho, esa pequeña semilla que pude haber dejado, y que sirvió para que en otras personas germine, para mí eso es un premio. Con el correr del tiempo, me enteré que algunos músicos que admiro me tienen de referencia y eso sinceramente me emociona. La brecha generacional se va achicando, y lentamente todos nos estamos convirtiendo en grandes. Todo forma parte de la cadena permanente de influencias. El tema es seguir estudiando, enseñando, como si fuese parte de una misión. Los que hacemos esta misión sabemos que estamos todos juntos.
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Por Claudio Parisi
Fue uno de los bateristas de jazz más importantes de toda la historia y uno de los docentes del instrumento más destacados del medio. Tuve la suerte de compartir muchos momentos en Jazz&Pop y entrevistarlo en varias; así que vamos a intentar armar un poco toda su historia contada por él mismo. Nació en Rio de Janeiro el 30 de octubre de 1945, pero a los pocos años él y su familia viene a Buenos Aires ya que su padre, un destacadísimo músico, estaba en esa ciudad cuando él nace. ¿Viniste de muy chico, no? -Sí, yo vine a los 7 años a la Argentina. En el año 1938 Josephine Baker se lo llevo a mi viejo como director y arreglador musical a Europa. En aquellos años estalla la segunda guerra mundial y claro, a un hijo de italianos lo cazaban los aliados y lo mandaban al campo de concentración. Había que rajarse, estaba recién casado con mi vieja, pero el cuerpo diplomático argentino ya se había ido, así que mis viejos quedan colgados en Paris. Entre los músicos de la compañía de Josephine Baker había dos tipos muy notables de la música brasilera y le dicen a mi viejo: ‘mirá, te has portado
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muy bien como músico, como compañero, entendemos que te quedaste acá, así que te vamos a hacer pasar por brasilero y nosotros nos iremos en el barco de repatriados que puso el gobierno de Brasil. Comenzó a trabajar de músico, arreglador y director. Lo contrata la compañía de espectáculos más importante de Brasil, y trabaja una barbaridad. Mis viejos estuvieron en Rio de Janeiro desde el año 39 hasta el 53, que vinimos a la Argentina, y yo nací en el 45, así que yo me crié entre músicos. No solo vivió y se crió rodeado de músicos, también tuvo la suerte que desde muy chico sus padres lo llevaban a conciertos de gi-
gantes del jazz, eso también fue uno de sus grandes aprendizajes que siguió manteniendo a lo largo de toda la vida. Pero hubo un acontecimiento que marcó y modificó su manera de tocar la batería para siempre. En 1980 visita por primera vez Buenos Aires Chick Corea para actuar en el Luna Park y luego de la última presentación en el estadio de Corrientes y Bouchard, Chick Corea aparece en el legendario Jazz &Pop para tocar junto a los músicos que estaban actuando en ese momento: Horacio Larumbe en piano, Ricardo Lew en guitarra, Jorge “Negro” Gozalez en contrabajo y Junior Cesari en la batería:
-Yo ya en esa época estaba escuchando distintas formas de tocar la batería, como lo estaban haciendo los americanos, que era una forma muy quebrada. Escuchaba a Jack De Johnette, a Roy Haynes y le estaba buscando la vuelta para tocar de esa manera y no entendía como era la cosa… Esa noche en Jazz &Pop, cada vez que Chick Corea terminaba uno de sus solos, y para no robar cámara, se ponía de cuclillas al lado de la batería. Eso era un delirio: yo estaba acompañando a otros músicos y de repente miraba así y veía la carita de Chick que me miraba y me decía: ‘Oh, Yeah’ Yo pensaba: ‘A mí no me puede estar pasando esto’. Todo eso fue una zapada que tiene que haber durado desde la una de la mañana hasta las cinco y media sin parar. En un momento estábamos tocando y Chick me dice: ‘¿Estás cansado Júnior?, porque tengo ganas de tocar, ¿me das los palillos...?’ Entonces le paso los palillos y se sentó en la batería y comenzó a tocar… Cuando arrancó, descubrí lo que yo estaba buscando, él tocaba lo que yo quería tocar y no me terminaba de salir…. Mirá que pasaron por Jazz & Pop los más grandes bateristas de la época, o sea que los bateristas de todos los discos que yo escuchaba en casa pasaban por ahí, y de gol-
pe y porrazo yo no lo podía creer, un pianista tocando la batería, con mis platos y mis palillos…. Empezó a tocar lo que yo estaba buscando! Debe haber tocado medio tema, habrá hecho un solo de dos coros y listo; dijo: ‘Basta’, me dio los palos, y cuando me puse a tocar era otro tipo, ya tocaba de otra forma, me cambió la historia. Yo te diría que en mi forma de tocar, hay un antes y un después de esa noche en Jazz & Pop… En mi carrera hay un antes y un después de Chick Corea… A lo largo de toda su vida ha grabado en infinidad de discos, pero nunca había editado un disco bajo su nombre. En el año 2010 toma la decisión de hacerlo junto a varios de sus amigos como invitados: Javier Malosetti, Ricardo Lew, Marcelo Mayor, Alvaro Torres, Esteban Freytes, Oscar Vega, Américo Bellotto, Arturo Puertas, Ángel Sucheras, Jorge “Negro” González, Roberto Santocono. Ese disco se llamó “Legado” pero lamentablemente Junior nunca lo vió salir; ya que él nos dejó el 3 de Agosto del 2011. Para la presentación oficial de “Legado” este disco, los bateristas que lo suplantaron fueron sus dos ex alumnos más destacados y se podría decir que sus sucesores: Diego Alejandro y el gran Oscar Giunta (hijo).
CLAUDIO PARISI En el mundo de la radio y del jazz comienza en 2001 en el programa Revuelto Gramajo en FM La Tribu. En 2007 participa en varios programas del gran Nano Herrera junto con Néstor Rodríguez en Radio Municipal y en FM La Isla, hasta el fallecimiento de Nano. En 2009 Claudio y Néstor crean La Herrería, programa de homenaje a Nano, que en la actualidad sale al aire por AM1550. (https:// www.facebook.com/laherreria.jazz) Trabajó en la revista Living Jazz Magazine como columnista. Actualmente trabaja en la realización del libro El Merodeador del Jazz, que llevó más de 10 años de investigación y recopilación, sobre las visitas de los grandes del jazz, contado desde las anécdotas de los músicos o personajes locales.
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EL MISTERIO DE LAS CUATRO CUERDAS
Por Fernando R’ios
Quién es quién Arturo Puertas lleva editados dos discos a su nombre. “Siete puertas” (2009) y “Afropuertas” (2013). Ha tocado con los músicos más importantes del país y del extranjero. Actualmente integra el Supertrío junto a Oscar Giunta y Hernán Jacinto. Pablo Básez lidera su grupo, el “Pablo Basez Novo Cuarteto” con el que lleva editados dos discos. “Nius on” y “Otros” y participó como telonero de los shows de Avishai Cohen y Ron Carter en la Argentina. Mauricio Dawid es el contrabajista del grupo de Ernesto Jodos y lleva adelante sus propios proyectos. Junto a Damien Poots y Fran Cosavella fundó el sello Kuai Music, donde en 2013 editó su primer disco. “Sonora”. Nicolás Ojeda, contrabajista cordobés, residente en Buenos Aires desde 1994, ha sabido desarrollar una interesante carrera al frente de sus propios grupos. En 2013 editó su primer trabajo como líder: “Posibles días en sueños”. Actualmente prepara el segundo, con su nuevo sexteto. Pablo Elorza, nacido en Villa María, Córdoba, formó parte del grupo “Sardinas” y luego formó y dirigió su propia orquesta de 20 músicos, con la que grabó su álbum “Jardín Japonés” en 2012. Uno de sus temas, “Unsung héroes”, ganó el rubro “Composición” en el Made in New York Jazz Competition de 2014.
Lideran sus propios grupos. Tienen discos a su nombre y actúan en las principales agrupaciones de la escena: Arturo Puertas, Pablo Elorza, Pablo Básez, Nicolas Ojeda y Mauricio Dawid, cinco contrabajistas de distintas generaciones y estilos, unidos por una misma pasión. Cinco voces autorizadas para indagar sobre un misterio: el auge de contrabajistas en el jazz argentino actual. Los músicos más experimentados lo saben. Hasta hace unos años, no era fácil encontrar un buen contrabajista de jazz en Buenos Aires. Unos pocos nombres acaparaban la demanda y la escasez era el denominador común. Esta tendencia se ha revertido de manera fenomenal en los últimos años y hoy un centenar de instrumentistas puebla los escenarios porteños. Con distintos estilos y mucha experiencia, Arturo Puertas, Pablo Básez, Nicolás Ojeda, Pablo Elorza y Mauricio Dawid, son cinco voces más que autorizadas para analizar el auge de las cuatro cuerdas en el país y un futuro a todas luces prometedor. ¿A que adjudica el auge de contrabajistas que se observa en la escena local? Arturo Puertas. En realidad el auge es de contrabajistas comparado con los años 80/90 en los cuales los contrabajistas éramos
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cuatro o cinco. Me parece que a partir de que se institucionalizó la enseñanza del jazz al muy alto nivel en que se encuentra ahora, se empezó a inculcar a los estudiantes el respeto por la tradición, los distintos estilos y los pibes fueron descubriendo el instrumento. Hoy en día impresiona la cantidad de contrabajistas que hay y que siguen saliendo, todos tocando muy bien porque han tenido buenos maestros. También ha favorecido, esto a nivel mundial, el acceso al material de estudio, grabaciones e instrumentos. Pablo Elorza. Yo creo que tanto el desarrollo del jazz y del tango, junto a la educación que cada vez es mejor en el área, juegan un papel importante. Sin embargo, otro gran factor es el poder conseguir instrumentos, aunque sea de estudio, de manera más fácil y económica. Nicolás Ojeda. Creo que el con-
trabajo fue obteniendo más atención gracias a su mística. Es un instrumento intrigante y misterioso, que a pesar de todas sus contras -su tamaño, su alto costo- siempre seduce con su sonido cavernoso y profundo, además de su estética “vintage”. Pero durante buena parte de la historia fue un instrumento algo relegado en la escena… Ojeda. Pero siempre surgieron quienes demostraron que se podía hacer mucho a pesar de que se tilde al contrabajo de instrumento limitado- Ultimamente esa evolución se acelera más y más. Pero algo que agregaría es que, más allá del contrabajo, veo que se está volviendo a lo “clásico”o “vintage” en muchos aspectos. Por ejemplo, en el bajo eléctrico y la guitarra también, desde elegir los modelos antiguos hasta las cuerdas “flats” o la estética gastada; también en los teclados, equipos y efectos analógicos...
Algo está haciéndonos volver a mirar para atrás, pero lo interesante es que la manera en que se lo aplica no necesariamente es “clásica” o “conservadora”. Por ejemplo, es común ahora combinar un contrabajo con música electrónica. ¿Qué creen que buscan y encuentran los jóvenes que se acercan a este instrumento? Pablo Básez. Siempre es la inquietud la que lleva a la búsqueda. El instrumento es simplemente una herramienta por la cual expresamos las ideas. A veces se busca, otras se encuentra. Creo que la búsqueda pasa por la inquietud y noto que los jóvenes que se suman, encuentran la posibilidad de plasmar rápidamente sus ideas sobre un instrumento. Esto antes no ocurría. Ojeda. Alguien que se acerca hoy al instrumento puede deslumbrase por cuestiones virtuosísticas o por el sonido, ya que la calidad de audio en las grabaciones y mezclas actuales es muy bueno y expone en su esplendor el sonido acústico y “maderoso” del contrabajo. Otro factor es que ahora se trabaja mucho el aspecto rítmico en la música actual, sobre todo en el jazz, y se pone el foco en el groove entre bajo y batería. Pero la respuesta a esta pregunta es, en verdad, un misterio. ¿Cuál es el actual nivel de contrabajistas en el país? Puertas. Excelente. Como te dije antes, se debe al nivel de enseñanza del jazz en el país, pero no solamente de los contrabajistas sino de todos los instrumentos. Básez. A mí también me parece excelente. Venimos de una escuela de grandes maestros del contrabajo. Desde la música clásica, pasando por la popular, principalmente el tango, también el jazz, donde dejaron sus huellas referentes indiscutidos de cada género. Mauricio Dawid. Creo que el nivel actual es muy amplio y abarca a los estudiantes y a quienes llevan décadas de trabajo a cuestas.
Muchos de ellos llegaron a un nivel musical muy alto, independientemente de si la ejecución se corresponde con los criterios técnicos que están bien vistos en el mundo. No es necesario ser Gary Karr para expresarse a través de un contrabajo. Elorza. Sin dudas. Creo que el nivel es cada vez es mejor y con el transcurrir del tiempo, será superior que en el presente. No tengo dudas de eso. ¿Advierten una evolución allí en los últimos años? Dawid. El contrabajo es un instrumento cuya técnica evoluciona constantemente. El jazz, a su vez, ha expandido tanto sus límites que los instrumentistas cuentan hoy en día con una cantidad de recursos expresivos que antes no existían. La expansión del lenguaje va siempre de la mano del desarrollo de nuevas técnicas de ejecución de los instrumentos. La evolución en el jazz pareciera ser interminable. Básez. Sí, claro. Yo creo que la evolución es permanente porque es parte de la vida. Se cambian los enfoques, se cambian las necesidades, por ende, cambian las técnicas y formas interpretativas. Al haber cambios de índole socio cultural, la música –como parte de esto- se transforma buscando nuevos caminos. Para eso hace falta aggiornarse y también que surjan nuevos intérpretes. Es muy sano que sea así. ¿Cuál ha sido, a su juicio, el aporte de los contrabajistas al jazz argentino actual? Básez. Siempre hubo gente muy importante antes que nosotros. Es justo saberlo, reconocerlo, estudiarlos y situarse más objetivamente en la época que le toco vivir a cada uno. Esto para entender en donde estamos parados hoy. Yo soy un agradecido de haber escuchado con atención a mis antecesores y haber sido alumno de ellos. Creo que “la culpa” de que haya un semillero de bajistas y contrabajistas en Argentina es en gran parte
responsabilidad de quienes estuvieron antes. Dawid. Para mí el aporte ha sido descomunal. Al igual que el aporte de los saxofonistas, pianistas, bateristas, cantantes, guitarristas…El jazz evoluciona a partir del trabajo en equipo. Creo que Jimmy Garrison hizo un aporte tremendo gracias a que lo tuvo a Elvin Jones a su lado durante tantos años.
Fernando Ríos Es periodista. Ha trabajado en diarios, revistas y agencias de noticias. Fue corresponsal de Revista de Jazz, de Barcelona y ha publicado artículos y entrevistas en portales de España y Argentina. Actualmente dirige la revista online Argentjazz y se desempeña en la Gerencia de Noticias de la TV Pública. http://www.argentjazz. com.ar/ BAJ 29
ESTADOS UNIDOS
BLACK IMPRESSIONS: ROBERT
GLASPER Y SU PASO POR LA ARGENTINA Por Julián Marcel Se puede ingresar en la música de Robert Glasper desde dos puntos. Uno es desde Black Radio, el disco que lo hizo mundialmente famoso, y por el cual ganó un premio Grammy y lo hizo tener más y más fanáticos de todas partes que no venían solo del jazz, sino desde el R&B o el hip hop, por el uso de teclados o sintetizadores. La otra puerta de ingreso para conocer a este pianista es a través de sus otros discos: Canvas, In my Element y el que vino a presentar a nuestro país en 2015, Covered, que marcó un regreso a su ejecución en el piano. Una mezcla de estos fanáticos fueron los que se vieron en el teatro Coliseo cuando Robert Glasper con su trío (formado por Brandon Owens en contrabajo y Damion Reid en batería) subió al escenario. Desde el primer momento en que el pianista piso el escenario capitalino, ocurrió algo que puede parecer hasta repetitivo pero que evidentemente existe: una conexión amistosa entre el público argentino y el músico. Al punto tal que desde que ingresó hasta que interpretó la primera de las diez canciones, pasaron casi cinco minutos en la que Glasper jugaba a hacer un strip tease y el público respondía con aplausos o silbidos. Esa conexión pudo verse cuando se escuchó ¡Play it loud, mother fucker!, que fue
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el grito de una chica en el medio de la platea provocando la risa de Glasper. Después sí, la música empezó a resonar por todos los espacios del Teatro Coliseo y durante dos horas se disfrutó de un show realmente inolvidable. Temas largos, solos desarrollados, pero por sobre todo, músicos que no dejaban de sonreír entre ellos o tocaban con los ojos cerrados, dejando ubicarse espacio-temporalmente por la música. Un contrabajista como Owens que era el hilo que se ubicaba en tierra para que Glasper desarrolle sus solos y la mano izquierda de Reid no errase ningún compás eran tan protagonistas como Glasper. Se
daban espacios para juegos con el público, como cuando el pianista no dejaba que el público aplaudiese el supuesto final de un tema llegando a haber largos segundos de silencio absoluto. Ese era el ambiente: música, diversión, comodidad. Por eso, las dos horas que duró el show se hicieron sentir brevemente. Por eso también, hubo varios fanáticos que se quedaron minutos después del recital para sacarse una foto con el pianista y podemos aventurarnos a decir que no pasará mucho tiempo hasta que Robert Glasper y su trío vuelvan a nuestro país. Porque las buenas experiencias, se repiten.
DAVID BECKER
ESTADOS UNIDOS
ENTREVISTA EN LA PLATA Por María Cueto
David Becker es uno de los músicos estadounidenses que viene muy seguido a Argentina. Muchos de ellos pasan desapercibidos, muchos tienen difusión. Algunos tocan en el Coliseo o el Gran Rex, y otros, dan clínicas o tocan en pequeños bares o clubs. El 2015 fue un año lleno de proyectos concretados para David, desde sus videos educativos “Transitions to Jazz”, hasta producir un disco homenaje con otros grandes músicos y lanzar un disco solista. En Julio de ese año, junto a Acoustic Music Records lanzó “The Lonely Road”, su primer disco solista en 10 años. David Becker en este álbum abandona la naturaleza colaborativa de su trío David Becker Tribune (DBT) para dar paseo solitario, armando una especie de orquesta de guitarras, como se puede escuchar en “Seat 3A”, tema inspirado en sus viajes y realizado en su guitarra Heritage signature 575. El disco se plantea como un viaje musical por todos los lugares que David quiere llevarnos; tiene incluídos standards de jazz como Corcovado y My Foolish Heart. En agosto de 2015, ENJA Records lanzó “Message To Attila” (Mensaje a Atila). El CD fue producido y coordinado por David y cuenta con músicos como Ron Carter, Pat Metheny, Mike Stern, Jim Hall, John Abercrombie, Peter Bernstein y mucho más. Este álbum es un homenaje ideado por David al compositor y guitarrista Húngaro Attila Cornelius Zoller. David arregló la mayoría de las composiciones y eligió a cada músico. El álbum también cuenta con su hermano, Bruce Becker, en batería.
Con todos estos proyectos en marcha, David no dejó de hacerse el tiempo que se hace casi cada año para venir a tocar a Argentina; esta vez, a La Plata. BA Jazz Magazine se acercó para hablar con él. Además de contarnos sobre los discos antes mencionados, hablamos sobre su álbum Leaving Argentina (2007) y esto nos contó: -He estado viniendo desde hace 10 años a Argentina. Empecé en 2005. Ese año toqué con un guitarrista de Córdoba, Daniel Corzo, con quién nos habíamos conocido en Alemania, y me había invitado al país a tocar. Tocamos a dúo en casi todo el país- Córdoba, Rio Gallegos, Buenos Aires- y fue genial. Tuve la chance de conocer a los músicos y a la gente, y amé tanto la experiencia que he venido regresando desde entonces. Vine a tocar con mi trio mínimo 3 o 4 veces, con mi hermano en la batería. Es una gran audiencia. El título del álbum está inspirado en mi segundo viaje a Argentina, ¡tardé 3 días en irme esa vez! Fue por algunas demoras en los vuelos… pero estaba triste de irme, porque había tenido una impresión hermosa en el primer viaje. Mucha música de ese disco está inspirada en historias verídicas, como Racin’ Through the Andes que surgió de algo que nos pasó; Yo estaba en Rio Gallegos y teníamos que ir a La Plata, pero no llegamos al vuelo, y no sé cómo arreglaron para ir de Rio Gallegos a El Calafate, muy muy rápido, a través de los andes.- dice. Otro dato de color, en varios sentidos, es el disco “The Color of Sound”, que David grabó junto a su mentor Joe Diorio. Este gran
disco, es uno de los pocos que Diorio grabó junto a sus alumnos. Otro disco que el profesor de David grabó con un estudiante suyo fue Under the Influence, grabado por Joe Diorio junto a alguien conocido para nosotros, Pino Marrone. En ese disco de Pino Marrone están además John Pisano en guitarras, Bob Magnusson y Putter Smith en bajo y en batería Dick Weller. Porque no solo los argentinos tomamos cosas de Estados Unidos a la hora de hacer música, como es el caso del jazz que surgió allí, sino que algunos estadounidenses, como David Becker, también vienen cada año y se llenan de Argentina para influenciar su música.
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CONFORT Y MUSICA PARA VOLAR
Space Captains, Seen from the moon, RBK Records, Francia.
Por Julián Marcel
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Desde París ha llegado hasta nosotros un disco que, como todos los discos, tiene un hilo conceptual: “Seen from the moon”, primera producción discográfica de Space Captains, liderada por Damièn Cornèlis. Este EP tiene seis canciones que, en sus veintidós minutos de duración, tienen un solo objetivo: huir de las presiones, de aquello que nos aliena como el trabajo o la televisión, y liberarse al ritmo de la música. El lema es escapar de esas presiones cotidianas. Uno de los temas y de los lemas del disco es “Be coooool”, en donde Cornèlis nos dice que “tuviste un día duro / pero ahora sos libre / tenés tiempo para el placer / y la armonía”. Aunque estar bien no es lo único: para eso hay que irse, sea a New Orleans, “la ciudad que te hace mover” como reza en el tema 4, o bien mirando desde la luna (“Seen from the moon”) cuando “Sentado en la luna / frente a la tierra; / yo estuve ahí…/ Observando esta enorme bola azul / y pensando profundamente // Bueno, yo sabía qué es lo que estaba pasando ahí / pero no me importaba”. Evidentemente el mundo no es el mejor lugar para estar, nos sugiere Cornèlis, porque “cuando
escuchas las noticias / el mundo parece un desastre / las bombas explotan / y las personas desaparecen”. La solución para él es armar una “R-Evolution”, como indica el título de la canción. Y creemos que los franceses saben de revoluciones. Damièn Cornèlis es un multi instrumentista (guitarras, bajos, sintetizadores, hammond, clavinet, órgano y percusiones) que desde su espacio de líder de la banda escogió a seis cantantes distintos que se ajustan perfectamente al sonido de Space Captains: estos cantantes son Jo Champ, Sarah Fezzani, Marco Cinelli, Dalenda-Melodie Sina y Juan Ruzzoff. Uno de los logros de Space Captains, o Damièn Cornèlis (quien es acompañado por Jerome Cornèlis y Toma Mateau) es que en el afán de querer buscar un sonido, también encontró su estilo. Y es verdad, mientras tanto los problemas sigan y sigan, habrá que soportar. La música es entonces la mejor receta para el alma, como dice el tema que cierra el disco “Soul food”. Esperemos pues, poder seguir viajando con estos capitanes del espacio en otras travesías.
DEL PURISMO Y OTROS DEMONIOS
Los géneros musicales no son otra cosa que la respuesta al afán occidental por nombrarlo todo y de esta manera controlarlo todo. Si bien el jazz empieza como cualquier tendencia contracultural y sus consumidores y gestores hacían parte de grupos marginales (sin importar cuánto dinero tuvieran sus familias) después de un tiempo este terminó por normalizarse y estandarizarse. En las sesiones del Minton´s Play House que regalaron al mundo esa música que los críticos llamaron Be Bop, nunca se sentaron Bird y los apóstoles a planear la nueva cosa (the new thing). El fuego creador vino desde muy adentro, de sus habilidades, demonios, filias y fobias. Más tarde en las academias del mundo se harían arduas sesiones para revisar nota a nota las grabaciones y repetir esa música planteada como un ejercicio de espontaneidad. Dichos procesos buscaban modelar la línea histórica del jazz, reescribirla y reinterpretarla, lo que permitió la aparición de un movimiento neoclásico. Los neoclásicos tienen intérpretes maravillosos, como Winton Marsalis, pero elimi-
naron gran parte del torrente creativo; el conservatorio (que conserva) no entrena improvisadores, por lo que el arte musical termina convirtiéndose en una pieza de museo que aun siendo una obra maestra se constituye como un objeto estéril e inalcanzable. Miles Davis en la década del setenta decía que el jazz estaba más cerca de la música clásica que de sus propias raíces, es decir se pretendía, dentro del supuesto de perfección artística occidental, una cúspide cultural. En la película Whiplash de Damien Chazelle es posible entrever dicho condicionamiento que la academia pretende imponer a una de las expresiones más libres que se hayan gestado en occidente. El jazz no es música clásica aunque esta haga parte del crisol del cool jazz y la tercera corriente, el jazz fue un grito de libertad en contra del standard blanco occidental. Aunque la punta del iceberg parezca un problema racial, lo que se esconde bajo el agua es parte de mecanismos más complejos que constituyen el pensamiento académico occidental. El “blanqueamien-
to” construye productos culturales que corresponden al modelo europeo y en el camino niegan, desconocen y exotizan los elementos del contexto, se precian de pureza porque vienen de la supuesta fuente, pero la cultura es contextual y la música no es el lenguaje universal porque no se puede tomar a occidente como el universo. El jazz es comercializado bajo el slogan de “la banda sonora del siglo XX”. Si analizamos esa simple frase es posible notar cómo se niegan tradiciones musicales de improvisación mucho más antiguas y de otras latitudes, porque el jazz hace parte de la búsqueda universalista de occidente. La cultura es un arma de domesticación que ha servido a guerras y conquistas. Atrapan al lobo, hacen un seguimiento de su linaje, de sus raíces, le cortan la cola y las orejas para que así pueda ganar el primer puesto en un concurso de perros, reprimen su instinto y lo premian con croquetas. La legitimación de dichas prácticas por parte de los propios músicos permite entender la eficacia del mecanismo. La modernidad hace que el esclavo defienda a muerte el sistema que lo hace esclavo.
Mario Lozano
Guitarrista, arreglista y compositor, Maestro en música en la Universidad INCCA de Colombia. Inicia la agrupación de nueva música Colombiana llamada Cuatroespantos. Productor en el sello independiente BIZARRA, música que no sigue los lineamientos del mercado comercial. Edita “La tradición bizarra y otras narraciones modernas” de Cuatroespantos y Pr1mate disco homónimo de una agrupación de jazz en la que colabora cómo guitarrista y arreglista. Participa en: Festival Jazz al parque 2008 y 2012; en 2009 festival Hip-Hop al parque, VFFF12 festival de video arte y creación visual en la ciudad de Baños Ecuador. Ganador de la beca de circulación internacional para músicos, agrupaciones e investigadores musicales en 2012 del Ministerio deBAJ Cultura. 33
CHET BAKER POR ANDRES ALVES
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Andres Alvez, trabaja de forma profesional como ilustrador & caricaturista freelance desde el año 2000. La versatilidad de estilos le permitió trabajar en diferentes medios, diseñando personajes, fondos e inspiracionales para diferentes medios, realizando tapas e interiores de libros, revistas y como dibujante y guionista de cómics. Su trabajo ha recorrido los diferentes medios locales e internacionales. Se puede ver y seguir su trabajo en: http://alvez-art.blogspot.com.ar/ https://www.facebook.com/andresalvez.art/
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