Vida, amor y muerte

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Pรกginas del Saavedra

Vida, amor y muerte

Curso

Llegรณ con tres heridas:

16-17

la del amor,

Viaje por la literatura

la de la muerte, la de la vida.

4ยบC


LA VIDA, EL AMOR, LA MUERTE. Estas tres heridas de las que hablara Miguel HernĂĄndez se han

clavado en el

corazĂłn de todos los hombres, de ahĂ­ que su presencia

sea

constante

en

nuestra

literatura. A lo largo de este curso, vamos a rastrear las huellas que estas tres realidades han

ido

escritores

dejando de

en

nuestra

tierra.

Palpitaremos

autores

murcianos que vivieran

durante

el

siglo

con XVIII,

durante el XIX, durante el XX, durante el XXI.

Emprendamos ya este hermoso viaje por nuestra literatura.


Vida, amor y muerte

El

Neoclasicismo, desarrollado durante el siglo XVIII, tiene

un marcado carácter didáctico. Con Cadalso y sus Cartas marruecas se inicia una tendencia a la literatura epistolar que sirve para mostrarnos lo que ojos “inocentes”, desconocedores de nuestras costumbres ven. Murcia, 10 enero 1752 Querida Anna: Llevo ya una semana en esta extraña provincia española que tiene por nombre Murcia y todavía no dejan de sorprenderme sus costumbres, folclore y tradiciones. Lo que más me llama la atención son los singulares atuendos que portan los campesinos en días festivos. Las mujeres se atavían con una gruesa, ancha y larga falda de laboriosos bordados llamada refajo, sobre la cual lucen un chaleco; y debajo de este, una camisa de manga media que termina en volantes. Lo que más me fascina de la vestimenta es el extravagante peinado con el que adornan su cabeza y la multitud de joyas con las que embellecen su rostro. En cuanto a los hombres, su atavío es mucho más sencillo, pero no por ello banal. Dicha indumentaria consiste en unos anchos pantalones blancos que llaman zaragüelles, sujetos con una faja roja al chaleco, decorado con una flor común llamada clavel. Otro aspecto a destacar es la gastronomía del lugar, también muy distinta a la de nuestro país. Uno de los platos que más me ha gustado, a pesar de su sencillez, es un revuelto de verduras típicas de la huerta llamado zarangollo. Pero lo que realmente me ha apasionado es un postre tradicional, el paparajote, que consiste en una especie de masa frita con aceite de oliva que contiene una hoja de limonero en su interior y está rebozado en canela y azúcar. Por último, quería hablarte de un baile popular muy original, la jota, en el que emplean unos extraños instrumentos de madera que emiten un sonido muy característico.


De momento, esto es todo, pero voy a alargar mi estancia una semana más en esta ciudad para terminar de descubrir sus costumbres. Espero escribirte pronto para contarte nuevas anécdotas. Un beso, Candela. Candela Salmerón López

El

Romanticismo

dejó profunda huella en Murcia. Por ello,

podemos leer hermosas historias o sentidos poemas en los que percibiremos ese malestar que crea en los románticos la necesidad de evadirse, al menos con sus palabras, a otras épocas a otros espacios, al interior de sí mismos, o de buscar esa otra evasión definitiva que es la muerte. El otoño o el invierno serán las estaciones en las que tengan lugar estas historias. La noche envolverá a los personajes con esa luna omnipresente y esa naturaleza que grita en rayos y truenos. Lo sobrenatural, los fantasmas, el sueño vendrán a mezclarse con la realidad. Los sentimientos triunfarán sobre la razón; las pasiones, el dolor, LA VIDA, EL AMOR, LA MUERTE… llenarán estas páginas.

Esta es la historia de Juan, un joven apasionado por la música, que vivía en un pequeño pueblo asturiano. Juan soñaba con enseñar a todo el mundo su pasión, recorriendo Europa. Su familia era muy humilde y le repetían que tenía que olvidarse de esos sueños suyos. Una mañana, Juan se despertó muy temprano y salió a la entrada de su casa. En la calle de enfrente le pareció ver a una joven tocando una flauta de forma armoniosa. Decidió ir a verla. Al llegar se quedó sin palabras al ver tanta belleza. El joven la saludó y se dispuso a preguntarle su nombre y ella respondió _Lucía. El nombre es tan bello como ella, pensó Juan. Los dos estuvieron hablando de la maravilla de la música. Cuando salió el sol, Lucía


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desapareció entre una niebla muy densa. Juan se quedó atónito, fue corriendo a casa a contárselo a sus padres, que lo tomaron por loco. Juan y su madre fueron a la iglesia, como todas las mañanas, a ayudar al párroco. Mientras Juan limpiaba los bancos se puso a pensar en Lucía y decidió esperar esa noche hasta verla aparecer. Esa noche estaba llena de niebla, una niebla fantasmagórica, todo parecía tenebroso. De repente, Juan vio aparecer a Lucía en el mismo lugar que la noche anterior. Salió corriendo y lo primero que le preguntó, agitado, fue: _ ¿Quién eres? ¿De dónde vienes? _Lucía rompió en llanto y le contó que ella había muerto hacía ya una década y su alma había sido atrapada por un demonio que le obligaba a robar almas de los más jóvenes. El problema era qye ella se había enamorado de él. El muchacho le confesó su amor y le dijo que podía llevarse su alma si podía así estar a su lado. Con un beso sus almas se fundieron y se fueron. A la mañana siguiente encontraron el cuerpo de Juan sin vida. Mariana Gutiérrez Mendoza Me desperté en mitad de la noche, asustado, temblando, empapado en sudor y a punto del ataque de histeria, al igual en que las 365 noches de los 365 días anteriores. Me empezaba a preguntar si algún día esto cesaría. Puede que para otros mis pesadillas no sean más que el producto de las exageraciones de un loco, pero para mí son reales, muy reales. Hace un año que me dejó mi prometida, la mujer que más amaba en este mundo; tan solo restaba un mes para la boda cuando decidió que yo no era suficiente y se fue con otro, dejando tras de sí mi corazón hecho un guiñapo. No negaré que intenté quitarme la vida varias veces al no poder soportar el vacío que dejaba su ausencia, por ello estuve internado varias veces y lo que para los doctores fue suerte y victoria por haber podido salvarme, para mí no fue más que otra derrota y decepción. Teniendo esto en cuenta, decidí hacer un viaje, un viaje largo a algún lugar lejano, que me permitiera estar con mi soledad y dolor.


El lugar al que llegué distaba mucho de lo que había imaginado. Sustituyendo a las imágenes paradisíacas de mi mente, encontré un pueblo viejo, más muerto que vivo que tenía justo al lado un bosque. Siempre era invierno, el viento soplaba fuerte y cuando llovía lo hacía con rayos y truenos. Aparte, pareciera que el sol nunca se dignara a pasar por ahí, porque siempre estaba oscuro y hacía frío. Un día, me vi explorando el bosque, y en medio de él me sorprendió la lluvia. Descubrí una pequeña iglesia en la que inmediatamente me resguardé. En esa iglesia, aparte de las típicas Vírgenes, santos, altares y bancos, encontré, en la parte baja, un espejo, un pulido y brillante espejo, de gran tamaño, acabado con finos adornos de color oro y discretos dibujos de un trazo muy delicado, también en color oro. No fue lo que vi en el espejo lo que me marcó tanto, sino lo que saló de él. Muchas personas atribuirían lo que vi a un estado de embriaguez. Sin embargo, yo puedo jurar que no fue así. Me costó tiempo, pero al final averigüé lo que ese espejo reflejaba en realidad, no era la apariencia física de las personas, eso lo aseguro, de lo que sí daba una imagen era de los sentimientos. Nunca lo hubiera creído pero pude comprobarlo cuando delante de mí se materializaron todos los sentimientos de pena, angustia, rencor y dolor que llevaba dentro, adoptando la forma de una masa deforme con olor a alquitrán. En ese momento lo supe y me sorprendí al darme cuenta de que esa forma y mi corazón estaban hechos de la misma esencia. Supongo que me desmayé porque al despertar estaba en una posada del pueblo. Cuando pregunté lo que había pasado me dijeron que me habían encontrado desmayado en medio del bosque, que cuando volví en mí empecé a gritar y tuvieron que dormirme. Después de aquello, dormí durante tres días.


Vida, amor y muerte

Lo que puedo decir ahora es que ese día tuve la desgracia, o tal vez la suerte, de mirar en el interior de mí mismo, aunque lo que pude ver no fue precisamente de mi agrado. JANETH MERO Una mañana, salieron dos amigos a dar un paseo. Cuando pasaban por el bosque, uno de ellos vio un claro y se lo señaló a su amigo. Ambos aceleraron el paso y, entre risas, llegaron al claro. Al llegar, los dos se tumbaron sobre la fresca hierba. El que había visto el lugar primero cerró los ojos, pero, en vez de ver el interior oscuro de sus párpados, lo que vio fue un color claro y luminoso, más claro que las nubes iluminadas por el sol que pasaban sobre su cabeza. Tuvo también la sensación de estar envuelto por luz y por una dulce brisa que acariciaba su rostro. Al abrir los ojos vio que ya estaba oscureciendo y, tanto él como el otro joven, decidieron volver a sus casas. No le contó a nadie la sensación que había experimentado y, a los meses, él mismo la había olvidado. Pasó un año desde ese día, un año en el que no había vuelto a adentrarse en el bosque, pero, una noche en que no podía dormir, decidió caminar por el bosque. Aquella noche el cielo estaba despejado, por lo tanto, la luz de las estrellas y la luna le bastaban para poder caminar sin tropezarse. Mientras caminaba podía ver la silueta de algunos árboles, dibujada por la tenue luz. Llevaba ya bastante tiempo andando y, sin embargo, no se sentía cansado, sino que se sentía un poco más despierto a cada paso que daba. Al rato, llegó al mismo claro en el que había estado aquella vez, un año atrás, solo que no lo recordaba. Sin saber por qué sintió el deseo de tumbarse en el suelo, cosa que hizo. Miró al cielo, lleno de estrellas, pues por primera vez en el tiempo que llevaba caminando lo podía ver sin que las copas de los árboles lo taparan. Extendió los brazos acariciando la hierba y cerró los ojos.


Esa vez también se vio envuelto en luz, aunque era menos potente que la de la última ocasión. De un momento a otro, sintió el viento rodeándole, moviendo la hierba bajo sus manos y revolviendo su pelo. También movía las hojas de los árboles, provocando un suave sonido. Sintió cómo su respiración se iba haciendo más pesada y percibió como si alguien le acariciara el brazo con la mano. Al abrir los ojos de golpe, notó que el viento se hacía más suave y su respiración volvió a la normalidad. Se incorporó y por el rabillo del ojo le pareció ver una sombra moverse en la oscuridad. Miró hacia ese lado y allí la vio, era la silueta de una persona, la silueta de una mujer. Empezó a acercarse a la silueta, pero cada vez que daba un paso en su dirección, la mujer se alejaba un poco de él. Así que empezó a seguirla. Intentó decirle que parase, pero las palabras no salían de su boca. Entonces comenzó a correr detrás de ella y cuando comenzaban a dolerle los pies, recordó la última vez que había estado en ese claro, un año atrás y le sorprendió mucho haberlo olvidado. Se tropezó un par de veces mientras corría por ir demasiado centrado en alcanzarla como para ver las ramas y las piedras del camino. A pesar del cansancio, no dejó de correr y cada vez aceleraba más su paso. Cuando estuvo a punto de atraparla, miró al suelo un momento y, sin darse cuenta, había llegado a la puerta de su casa. Las noches siguientes a esa las pasó buscando la misma silueta en el bosque. Apenas dormía o salía de su casa por el día y, cuando salía, casi no hablaba con la gente, absorto en sus pensamientos. Después de unos días en los que no había encontrado nada, decidió preguntarles a sus vecinos si habían visto a una mujer entrar o salir del bosque, pero la mayoría le dijo que hacía años que nadie se acercaba excepto él. Esta noticia le desesperanzó tanto que un día decidió adentrarse en él sin decirle nada a nadie, con un cuchillo en las manos. Jamás volvió a salir. Semanas después, el amigo con el que había ido la primera vez, preocupado porque no lo veía, se adentró en el bosque para ver si lo encontraba. Pero lo


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único que vio fueron dos siluetas, una masculina y otra femenina, en aquel claro, que, al acercarse él, desaparecieron. Julia Pagán Corominas Anhela en silencio mi alma enamorada, aun cuando mi amor se halle unido al tuyo, mi bien amada, en sublime alianza de recíproca exhalación y mutuo afecto. Es la pasión de mi alma cual albor, refulgiendo en el sepulcro interfecta, etérea, incorpórea pero

El alma enamorada

inmortal ni el fin la puede ultrajar. Recuérdame ¡Acuérdate de mí! Cerca de mi morada no transites sin darme tu oración; para mi esencia no habrá mayor suplicio que saber que has preferido mi calvario. Percibe mi finada lexía. Al fenecer te conmino a que sobre mi túmulo disemines tus sollozos. Marta Hidalgo Martínez

El siglo XIX avanza y nos encontramos en la segunda mitad. El

Realismo,

que triunfa en España, llega a Murcia. La realidad

será ahora la fuente de inspiración, las minuciosas descripciones llenarán las páginas de los mejores novelistas; el diálogo y el monólogo interior nos permitirán acercarnos a los personajes, cuyas palabras se adecuarán a sus circunstancias sociales y culturales. La vida será ahora literatura. El

pequeño

niño

se

encontraba

escribiendo historias que se reflejaban en su mente, ese era su pasatiempo preferido. Por la esquina del ojo podía ver

a

su

padre,

que

bebía

y

se

encontraba medio borracho mientras limpiaba la escopeta de caza. El padre


se quedó un momento pensativo mientras veía a su hijo, que escribía distraído, y sacándolo de sus pensamientos, lo envió a por más alcohol. El niño, obediente, fue a por él. Al cabo de un rato, este se levantó de su sillón hecho jirones y le entregó la escopeta al niño, pidiéndole que regresase con la cena. El niño suspiró y salió de la casa. Apenas podía con aquella escopeta tan pesada, además, nunca había cazado, así que optó por ir al pequeño mercadillo que había en el pueblo. La primera persona que se encontró fue un loco ciego pidiendo limosna. El niño había cogido “prestadas” unas pocas monedas que se encontraban en el sombrero sucio de su padre sin que este se diera cuenta. Al volver a su casa con un conejo, su padre lo observó, con la nariz y las mejillas coloradas de tanto beber. No se dio cuenta de que el conejo no tenía ni un tiro, ni ninguna gota de sangre chorreando por su cuerpo. Así que el muchacho se libró de una paliza de su padre. Noelia Cano Caravaca

Las novelas realistas son largas, por eso, de las siguientes obras, tan solo vamos a ofrecer el principio, en un caso, el final, en otro. Benita era una joven casada con el señor José. Ella era muy dulce, joven y hermosa.

Lucía

unos

cabellos

que

relucían como el oro, tenía labios finos y piel blanca como si de nieve se tratase. En cuanto a él, era un hombre rudo, de unos cuarenta años, de aspecto desagradable. Ella se había casado con él porque con su dinero ayudaría a la granja de su padre. Y eso era otro punto a ver, ya que ella siempre se había criado entre


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el verde campo y por eso amaba la naturaleza y había vivido sin ninguna preocupación en la pequeña granja de su padre a las afueras de la ciudad. Por el contrario, él había trabajado toda su vida en la ciudad y no perdía el tiempo con tonterías. Vivía amargado y aburrido de su trabajo y cansado de la vida en la ciudad. Pero la joven había encontrado un amante y deseaba con locura poder marcharse con él de vuelta al campo y olvidarse así de los males de la ciudad. _ ¿Cuándo podremos abandonar este terrible lugar? _ Tengo las mismas ganas que tú de volver al pueblo y abandonar esta egoísta y malvada ciudad, pero si huimos ahora, el desgraciado de tu marido vendrá a por nosotros. Tiene mucho dinero, Dios sabe qué pueda hacer. _ Es cierto, hemos de librarnos de él de alguna manera, pero de momento acábate la sopa, que se te enfría y pronto llegará él de trabajar. De repente, la puerta de la cocina se abrió, encontrándose así a los dos enamorados el señor. En su cara se reflejaba una mirada de odio, mientras los jóvenes observaban aterrorizados pensando en qué podrían hacer. (…) Carlos Sánchez del Moral

El sustituto (…) Al pasar dos años aproximadamente, el capitán se encontraba charlando con unos jóvenes soldados a los cuales había visto muy desmotivados y a los que, por ello, había decidido contarles la historia de Eleuterio. Era verdad que en aquella época las personas que partían a la guerra estaban obligadas y no tenían la motivación ni las ganas de defender a su patria, por lo que el


hombre que tenía que guiarlos y apoyarlos en la batalla pensaba que contarles la situación que había visto hacía un par de años les enseñaría lo que era un espíritu y un modelo a seguir. En plena batalla, uno de los camaradas de esa noche estaba en la trinchera y acababa de ver cómo un hombre se tropezaba y su cara chocaba bruscamente contra el suelo, la tierra adornaba de una forma brutal y grotesca las perlas de sangre de su faz. El polvo que se acababa de levantar por la terrible

caída, que

podía

significar la

muerte del soldado y de todo aquel que saliera de la trinchera a ayudarlo, le cubrió totalmente el cuerpo y a consecuencia de ello conoció al hombre que lo agarró del pie y lo llevó a la trinchera donde estaría a salvo. _ Gracias _dijo el soldado con dificultad, ya que en la caída le había hecho perder todo el aliento. _ Tranquilo, todos tenemos nuestros momentos _le sonrió, y le dejó ver su cara, pálida todavía por el miedo que había pasado. Luego saltó fuera de la trinchera para volver al combate. Pasaron los días y, en el campamento, el joven soldado que había sido rescatado buscaba con la mirada al camarada que le había ayudado en el campo. Cada vez que se acostaba y no lo había encontrado se sentía mal, vacío, con pocas ganas de salir, como si fuera inútil y no pudiera ayudar a la persona que le había salvado la vida. Al final, tras algunas semanas, se dio cuenta de que aquel bravío hombre había muerto en la misma batalla y que él no podía haber hecho nada.


Vida, amor y muerte

Los años pasaron y la guerra continuaba, por lo que el soldado salvado luchó en muchísimas batallas, para no sentirse inútil y para honrar la memoria de su compañero de trinchera. Llevaba en su cara una cicatriz que se había hecho al caerse en la batalla y al rozarla todas las mañanas tenía un impulso de energía que lo empujaba hacia adelante y que lo animaba a seguir luchando, por su amigo, por su familia, por su patria. Al tiempo, recodó la historia de Eleuterio, que había escuchado el primer día de boca del capitán. Se retó a luchar de la misma manera que él y a ser recordado como un buen soldado y un verdadero héroe de la guerra. Solo de esta manera, la muerte del soldado anónimo que le había ayudado, que le había salvado de una muerte asquerosa y sucia en una tierra que no era suya, cobraría sentido. Después de mucho tiempo, al final de la guerra, hubo una gran enfermedad que se hospedó en el barco donde nuestro joven soldado iba de vuelta a su pueblo para ser reconocido como un gran guerrero y patriota. Pero la cicatriz de su cara fue lo que hizo que su muerte llegara antes, se le infectó a mitad de viaje y murió. Al final terminó la historia de nuestro querido soldado. Al final todos morimos y solo es nuestra propia conciencia la que nos dice si nuestro fallecimiento ha tenido sentido o no. David Martínez Madrid

Leopoldo Alas, Clarín, gran amante de la tierra murciana, retó un día a sus contertulios en el Casino, ¿serían capaces de terminar dos cuentos comenzados por él? Ni que decir tiene que fueron muchos los brillantes finales ofrecidos por autores murcianos. Allá van dos de ellos.


LAS DOS CAJAS Ventura había nacido para violinista. Fue esta una convicción común a todos los de su casa desde que tuvo ocho años el futuro maestro. Nadie recordaba quién había puesto en poder del predestinado el primer violín, pero sí era memorable el día solemne en que cierta celebridad de la música, colocando una mano sobre la cabeza de Ventura, como para imponerle el sacerdocio del arte, dijo con voz profética: «Será un Paganini este muchacho». A los doce años Ventura hacía hablar al violín y llorar a los amigos de la casa, complacientes y sensibles. La palabra genio, que por entonces empezaba a ser vulgar en España, zumbaba algunas veces en los oídos del niño precoz. Un charlatán, que examinaba cráneos y levantaba horóscopos a la moderna, estudió la cabeza del músico y escribió esto en un papel que cobró muy caro: -Será un portento o será un imbécil; o asombrará al mundo por su habilidad artística, o llegará a ser un gran criminal embrutecido. Leopoldo Alas, Clarín

(…). Esto preocupó a todos los de la familia, que se preguntaban si estarían errados respecto a lo que pensaban del joven Ventura. Antes de aquello estaban convencidos de que para un chico tan inteligente, hábil y práctico la vida sería un paseo y tendría mucho éxito. Sin embargo, ahora no pasaba día sin que estuviesen atentos a todos sus movimientos por si veían alguna señal sospechosa. Al cabo de tres semanas, tras las cuales el pequeño genio estaba harto de ser observado, Lydia, la mayor de las hermanas, intervino: _ Bueno, esto es ridículo, _dijo apoyando las palmas en la mesa con tono rotundo_ no vamos a conseguir nada pasándonos día y noche mirándolo como tontos. _ Solo queremos asegurarnos de que el futuro de tu hermano no se tuerza _respondió la madre con tono tranquilizador. _ Esta no es la manera. Es todo tan ridículo, no podemos determinar el futuro de nadie…, las cosas ocurren y ya está, no… _Lydia dejó la frase suspendida mientras, desesperada, daba vueltas por la pequeña habitación. Sara, la segunda hija y hermana mayor de Ventura, carraspeó y se dispuso a intervenir:


Vida, amor y muerte

_ Creo que lo que Lydia está intentando decir es que por muy ambiguo que fuese en su veredicto ese hombre, una cosa está clara y es que va a ser una de ambas realidades, y nadie lo puede cambiar. Los ánimos se fueron calmando en la sala a medida que Sara hablaba. Ella siempre era la que defendía a sus hermanos y arreglaba las disputas familiares. _ Yo no puedo vivir con el peso sobre mis hombros de que mi hijo pueda ser un criminal. Interviniendo por primera vez en la conversación, el padre, cabizbajo, hizo que empezasen las tres a hablar entre ellas otra vez de forma entrecortada y confusa. _Shhh, vais … Se refería, por supuesto, a Ventura, que se encontraba en su cuarto ajeno a la conversación familiar. _ Si esa es la situación, supongo que habrá que determinar de alguna manera su porvenir… _ acabó diciendo Sara tras la discusión_. ¿Alguna idea? Tras un tiempo cuestionándose de qué otros medios estaban provistos para saberlo en ese momento, la madre salió de la cocina. Volvió del patio que tenían con dos cajas pequeñas y en una de ellas introdujo una piedrecita blanca mientras que en la otra puso un guijarro negro. Ordenó a Lydia que trajese a su hermano inmediatamente y puso las cajas sobre la mesa de la cocina. _ ¿Mamá, ¿qué estás…? _comenzó a preguntar la mayor de las hermanas, pero pronto fue acallada con un gesto de su madre. Volvió un par de minutos después con su hermano. Al fin habló la madre:


_ Ventura, vas a elegir una de estas dos cajas. Si eliges la que contiene la piedra blanca, serás un violinista de éxito, pero si eliges la negra, serás un criminal perseguido por la justicia _la madre dijo esto sin inmutarse y sin ninguna piedad presentó las cajas al niño. Tras esto, todos quedaron en silencio. Solo se oían los pies descalzos del niño moverse por la estrecha habitación. En la mesa al lado de los fogones, justo al lado, la madre miraba el vasto trozo de madera sin pulir sobre el que se encontraban las dos pequeñas cajas, como la cosa más importante del mundo. En un pequeño sillón estaba sentado el padre y ambas hermanas se aferraban al respaldo de las sillas. “Ahí va su futuro”, pensó Lydia, la más nerviosa de las dos. De repente, el niño se paró en seco, fue a su habitación y volvió segundo después con el violín en la mano. _ Este es mi futuro. Yo decido cómo va a ser a través de mi esfuerzo o trabajo, no por unas cajas supersticiosas o por la forma de mi cabeza. Mi futuro no está escrito, yo lo rescribo cada día con mis actos, y me aseguraré de que sea próspero. _ Esto dijo Ventura, con cara seria y sin inmutarse, tras lo cual dejó el violín sobre la mesa y volvió a la cama.


Vida, amor y muerte

Su familia seguía atónita, pero al mismo tiempo todos estaban embargados por un sentimiento de felicidad, seguros de que todo le iría bien al muchacho. Marta Serrano López LA IMPERFECTA CASADA Mariquita Varela, casta esposa de Fernando Osorio, notaba que de algún tiempo a aquella parte se iba haciendo una sabia sin haber puesto en ello empeño, ni pensado en sacarle jugo de ninguna especie a la sabiduría. Era el caso, que, desde que los chicos mayores, Fernandito y Mariano, se habían hecho unos hombrecitos y se acostaban solos y pasaban gran parte del día en el colegio, a ella le sobraba mucho tiempo, después de cumplir todos sus deberes, para aburrirse de lo lindo; y por no estarse mamo sobre mano, pensando mal del marido ausente, sólo ocupada en acusarle y perdonarle, todo en la pura fantasía, había dado en el prurito de leer, cosa en ella tan nueva, que al principio le hacía gracia por lo rara. Leía cualquier cosa. Leopoldo Alas, Clarín

Al principio comenzó leyendo cartas y entretenidos cuentos, procedentes de su biblioteca, de cuando sus hijos eran niños. Posteriormente le dio por aficionarse a las más largas y aburridas tesis acerca de cualquier cosa, el tema no era lo importante, ciencias, matemáticas, filosofía... Finalmente, ese amor por la lectura acabó en una obsesión enfermiza con las novelas, de las que derivó luego de leer tantas tesis como para decir basta. Su predilección eran las novelas de amor, en cuyas páginas pasaba metida día y noche. A la vez que se entretenía, se consolaba y se torturaba, leyendo y pensando en las numerosas aventuras, variedad de sentimientos encontrados y nuevas experiencias que les acontecían a los protagonistas de sus novelas y que también podían estar aconteciéndole a su marido. Encontraba aliento, ya que al leer acerca de hombres infieles y de mujeres ignorantes de esto, se veía reflejada.


Pero esta situación, poco a poco empezó a cambiar, ya que ahora eran las mujeres las que protagonizaban las más ardientes traiciones a sus maridos y con ello, cada vez con más frecuencia, se empezaba a preguntar “¿Y si me convirtiera yo en el personaje principal de esas novelas?” Y así, con estos pensamientos, yendo un día para el mercado, se encontró con

un

robusto

hombre

que

correspondía

a

sus

más

exigentes

pensamientos. Empezaron a entablar una conversación. Mariquita era una esposa casta, pura, decente y formal, corrompida únicamente por el aburrimiento y la imaginación. Janeth Mero Morales

Los autores de la

Generación del 98

dejaron una profunda

huella en nuestra ciudad, por ello fueron muy queridos, admirados e imitados. El profundo amor que Antonio Machado sintió por Leonor, su mujer, se respira en cada uno de sus versos, pero la muerte se la llevó demasiado pronto. Algunos amigos de don Antonio quisieron homenajear al poeta continuando el último verso que escribiera: Estos días azules y este sol de la infancia. Estos días azules y este sol de la infancia, joven y diáfano recuerdo llega a mi mente, de un patio de Sevilla lleno de gente, de un momento anterior a cernirse la desgracia. Estas risas y juegos por las calles de Francia. Los niños saltando y corriendo alegremente, los adultos hablando de una deuda imponente, todos ajenos al sufrimiento de mi patria. Multitud de recuerdos hay en mi memoria, terribles, cada uno más amargo que el anterior, y que ocupan ahora toda mi oratoria.


Vida, amor y muerte

Ya que España es hoy de la muerte el corredor y solo hay cabida para el caos y la discordia, no para el de su historia humilde narrador. Marta Serrano López Cuando camino y no estás noto tu ausencia. Te recuerdo y me siento mal, necesito que esté tu presencia. Sé que pronto te marcharás pero tu fría fragancia para siempre perdurará en estos días azules y este sol de la infancia. Javier González Enciso

A Azorín le duele el paso del tiempo. Sabe que el instante es fugaz, de ahí su deseo de atraparlo, de plasmar con todo detalle las pequeñas realidades antes de que se escapen, de atrapar lo que permanece por debajo de lo que huye. Presentamos aquí unas curiosas historias que nos recuerdan a este autor, por ese estilo lento, esas oraciones cuajadas de adjetivos, ese predominio de verbos de estado y ese aire impresionista con el que estos escritores murcianos dibujan el cuadro, el instante que debemos imaginar. El caballero de la triste figura -sabrá el lector a quién me estoy

refiriendo-

y

su

fiel

escudero van caminando por los

maltrechos

manchegos,

en

caminos busca

de

nuevas y trepidantes aventuras, con

sus

correspondientes


equinos: uno, escuálido y famélico, en blanco níveo, y el otro, con su borrico minúsculo e insignificante, tordo y pardusco. El camino es sinuoso, angosto, de arenas cobrizas chillonas. En la lejanía, a la derecha se distingue una antigua ermita ruidosa, oscura y ocre, entre árboles pálidos, verdinegros que alcanzan las largas tapias abandonadas, agrietadas, blancas impolutas y desnudas. Es un paisaje misterioso, indescriptible, tenue. Una inmensa sensación de soledad y de abandono les va sobrecogiendo. Hay algo en las inmediaciones de este pueblo que se asemeja a un compendio de toda la tristeza de La Mancha castellana. Avanzan. Los personajes van caminando, acercándose poco a poco. La entrada al pueblo está coronada por talludos cipreses aceitunados, a cuyo flanco izquierdo se halla un camposanto, al que se accede por una cancela negruzca, de celosía, y, en derredor, una tapia antigua, agrietada, cuyos muros se están desmoronando y desplomando. En el lado derecho, las ruinas de paredillas, de casas, de chiqueros, aumentan;

observan

una

vasta

superficie de campo llano terroso, cubierta de paredes plomizas, de tabiques

rotos,

de

reliquias

de

cimientos. El mutismo es abismal, no aparece ningún ser viviente; es un poblado fantasma. La quietud ha cristalizado. Y en el fondo, allende de estos vestigios, sobre un cielo de nimbos azules, pálido, lúgubre, osco, se divisan algunas casuchas terrizas, negras, con paredes cuarteadas, esquinas demolidas, techumbres desplomadas. La sensación de abandono se acentúa a medida que se recorren estos pasajes y se aspira este ambiente hostil, enigmático, inenarrable.


Vida, amor y muerte

Esta melancólica y solitaria Mancha no puede divisar el mar. Está muy lejos el mar de estas vegas llanas, yermas, polvorientas, rojizas. A estos cipreses que se destapan a la partida de esta vetusta villa, no llega el rumor ronco del oleaje. Desde estos mansos terrenos se divisa una sendita que en zigzag alcanza un riachuelo sosegado, tranquilo. Aquí los dos hombres se detienen a respirar un poco de aire fresco después de transitar por ese sórdido paisaje, tomar algún mendrugo de pan duro y dar de beber a los équidos. Al cabo de un buen rato, y con el susto metido en sus famélicos cuerpos, deciden proseguir su caminito en busca de mejor lugar de hospedería. Marta Hidalgo Martínez

Una de las inquietudes existenciales que Miguel

de

Unamuno plantea en sus novelas es la posibilidad de que esta vida no sea sino una ficción. Augusto Pérez, que en las páginas de Niebla se enfrenta con su creador, fue uno de los personajes unamunianos que más hondo caló en nuestras tierras. Este diálogo de la criatura con su autor fue recreada por dos amigos murcianos de don Miguel. Se levantó del suelo polvoriento poco a poco, con movimientos lentos y torpes, indecisos, ni vivo ni muerto, ficticio. Un párrafo fue suficiente para crear un ser animado con la capacidad de razonar, pero yo, su creador, como un marionetista que maneja los hilos, anulo esa virtud a la que le condené, controlando sus acciones y su destino. Hay veces en las que las descripciones de un personaje son tan completas que la sensación de vida es parecida a la real, aun siendo inexistente. Lo sometí a las mayores desgracias que podían surgirle a cualquier humano, y cuando llegó al fondo del abismo, los hilos que lo controlaban y que lo separaban de lo irracional se rompieron, en un crujido que hizo resonar


todo su pozo de desesperación, haciéndole gritar descontroladamente: ¡Basta! Lo había “matado”, pero era imposible que hubiera muerto ya que nunca había estado vivo, y esa sensación de no ser nada lo había llevado a rebelarse. Los sentimientos que lo hicieron tocar la realidad saliendo de estas páginas en busca de la venganza fueron así las mismas tijeras que quebraron sus hilos para atármelos a mí, metiéndome en su historia. Aún no se sabe quién de los dos fue el creador, ya que esta historia se repite una y otra vez. No estamos vivos ni muertos, somos ficción cerrada por un círculo sin principio ni final. Juan Ramón Ruiz López LA SOMBRA DE UNA SOMBRA Estaba Leonardo da Vinci dando los últimos retoques al retrato de Lisa Gherandine en su estudio cuando, de repente, la figura comenzó a moverse dentro del lienzo sorprendiendo al artista: Mona Lisa: Pero bueno, querido Leonardo, ¿puede saberse qué está haciendo usted al emplear un tono tan oscuro en mi vestido?, y mis manos, mírelas, ¿acaso tengo yo unos miembros tan flácidos y burdos? Nada de eso, señor, mis extremidades son blancas cual nieve pura y finas como las de una princesa. Qué desfachatez la suya al descuidar tan descomunal elemento de vuestra obra. Leonardo: Perdonadme, querida, si no os complace mi creación, pero temo confesarle, por si no se ha percatado aún de ello, que yo soy el artista y usted, únicamente, el fruto de mi maestría, por lo que si algún aspecto de mi espléndida producción le incomoda, haga el favor de comunicármelo con extrema educación e idolatría, y no de forma impertinente como acaba de hacerlo, puesto que , a fin de cuentas, yo soy el maestro y el poder de retocar la pintura para satisfacer sus gustos está en mis manos, y no he de hacerlo, no es ese mi deseo.

Mona Lisa: ¿Cómo se atreve usted, un vulgar y mísero artista a hablarme con tal descaro e insolencia? Yo soy la musa inspiradora de vuestro retrato, la diosa de la obra, ya que sin mí no habríais podido crear el magnífico cuadro del que soy protagonista. Así que haga el


Vida, amor y muerte

favor de retirar sus imprudentes palabras y de mostrarme vuestro más sincero arrepentimiento. Leonardo: Mis oídos no dan crédito a los insultos que acaban de escuchar. Esta situación está completamente fuera de lugar. Usted es una impertinente y descortés dama cuyos modales distan de ser los que una mujer de su condición social ha de tener. Yo soy el pintor y yo decido sobre mi exquisita creación, y para evitar que otro repulsivo y odioso comentario pueda herir mis oídos voy a sellarle la boca con una sonrisa de la cual nadie conocerá su significado, y que no hará honor a la bonita y dulce pero ficticia expresión que luce a diario, con la cual cautiva y engaña a las gentes. Candela Salmerón López La historia comienza en la Pamplona del siglo XIX, donde un señor de unos treinta años era el encargado de una librería, que a pesar de la poca cultura de la sociedad se mantenía haciendo transcripciones y vendiendo material a las oficinas, como papel, plumas y tinta. Este hombre tenía una vida totalmente plena y sana, tenía todo lo que se podía pedir, gozaba de salud, tenía una familia formada por su mujer y cinco hijos, una empresa que le daba el dinero suficiente para mantenerlos y darles de comer todos los días, hasta para permitirse alguna que otra vez un capricho. La vida de este hombre marchaba sobre ruedas, tenía 46 años y no podía pedir más: Todo lo que hacía estaba dentro de una espiral de buenas acciones que él creía que serían recompensadas en un futuro, aunque no supiera en qué momento, creía en que las acciones buenas atraen los buenos acontecimientos. Dentro de sus aficiones no se encontraba meditar sobre su existencia y otras razones filosóficas, pero un día llegó a su tienda un interesante libro relacionado con un filósofo italiano que cuestionaba el pensamiento del karma, que a su vez estaba influenciado por las antiguas corrientes orientales. La idea del “karma” consistía en lo mismo que había hecho toda su vida: una sucesión de buenas acciones que acababan en acontecimientos que le favorecían. Por esta explicación, el señor comenzó a pensar en la inversa de esta filosofía, que sería una sucesión de malas acciones que desembocarían en un conjunto de momentos llenos de desgracia para él, así que decidió probar un solo día cumpliendo esta regla. El día se vio frustrante para él ya que consistió en no hacer favores, tratar mal a los clientes de la tienda, no dar limosna y gritar a sus hijos, que por aquella época estaban a punto de entrar en la mayoría de edad, por cualquier mínimo fallo que tenían.


levantó y siguió la rutina habitual: desayunó, se arregló y bajó a la tienda. En este momento entró un anciano de pinta enfermiza, con los ojos hundidos en un sinfín de ojeras tan negras como el mismísimo carbón, encorvado, apoyado en un bastón de madera astillado, lucía un bonito traje de color marrón claro que daba un bonito toque pálido a su pelo encanecido. _ ¿De verdad me has hecho venir por esas tonterías que lees en los libros? Al dependiente de la tienda le sonaba ese hombre, era bastante conocido en Pamplona por ser uno de los más famosos escritores de toda España, pero el hombre nunca había salido de su piso de la Plaza del Castillo, la cual le permitía ver todo el centro. _ No sé a qué se refiere buen hombre, pero apreciaría que me tratara con el respeto que me merezco _dijo el dependiente imponiendo autoridad y sacando pecho hacia delante. _ Ah, es verdad. Se me olvidó que te puse esas características de estúpido orgullo a modo de escudo ante el miedo de que los malos modales se te contagiaran y te volvieras como el resto de ciudadanos _le respondió el señor tomando asiento en una de las sillas de la tienda y seguidamente limpiando sus gafas de media luna para examinar mejor a la que él consideraba su obra. _ ¡Cierre el pico y déjeme trabajar! Ah, y no crea que soy su juguete viejo chiflado. _ Encima de que eres uno de los pocos a los que doté con el libre albedrio me lo pagas así. Bueno, para ser justos, era un riesgo que tenía que asumir, es decir, como quien tiene un hijo y espera que le siga como si fuese un soldado de pacotilla _dictó el anciano mirando al dependiente con una curiosidad insaciable. _ ¿Está insinuando que soy yo su hijo? _ Nada más lejos de la realidad, bueno… depende de si crees que las creaciones de un autor se pueden considerar hijos de este. Tu historia fue una de las más difíciles de crear y a la vez la más simple, la más


Vida, amor y muerte

normal. Lo que más me costó, sin duda, fue la decisión de darte el don de una mente, no sabes las noches durante las que no dormí por ello. _ JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA ¿Espera que yo me crea esos cuentos de modernista atontado que tiene usted? Si eso es lo que piensa conseguir siga sentado, ya que probablemente muera antes de que yo sea fiel a sus ideas _le retó el dependiente al anciano. Seguidamente, el autor le narró toda su vida con una exactitud que no era humana, sabía los días más exactos de su vida, cada cicatriz de su cuerpo tras haber trabajado en el campo durante su infancia, los cuentos que le narraba a sus hijos cuando estos aún eran pequeños... _ Pero… pero eso solo o sé yo… no puede ser que sepa mi vida como yo. _ Te lo he explicado, chico, te he creado yo. ¡Y no vuelvas a decir que no porque esta vez me iré y me aseguraré de que tu vida sea un infierno tal y como escribió Dante en su obra! _Sentenció el anciano, que a pesar de su avanzada edad mantenía su voz como un trueno si el momento lo requería. _ No, no lo creo y espero que después de esto se marche de mi tienda _repuso tranquilamente el dependiente pamplonés, esperando que ese chalado no pisara más su tienda. _ Créeme, a partir de las doce del mediodía o en cuanto llegue a mi casa, lo que surja antes, cogeré mi pluma y haré que cada momento que vivas sea una miseria. Con las mismas me despido _ dijo el anciano y marchó a su hogar. Esa misma tarde, los policías entraron en la tienda, la registraron y encontraron una bolsa llena de monedas, que habían sido robadas esa misma mañana a un importante noble de la ciudad, al lado de la silla donde el anciano se había sentado esa misma mañana. El dueño intentó explicar la situación pero dio igual. Los policías le detuvieron y los siguiente años los pasó en una cárcel de las afueras, junto a asesinos, violadores, ladrones e incluso algunos terroristas en contra del sistema. Él no entendía a qué se debía esta mala suerte y nunca lo sabría, no sabría si era por su mala conducta y el “karma” que con un solo día le bastó para castigarle el resto de su vida o si de verdad el anciano estaba detrás de todo eso. Solo sabía que las atrocidades de la cárcel le dañaron psicológicamente y que tras cumplir su condena nada fue igual. Su mujer se casó con otro hombre


que se encargó de la tienda, sus hijos lo tachaban de ladrón y criminal, ya no le dirigían la palabra. En general, su vida fue destruida por cualquier razón. Su última acción fue lanzarse al río y dejarse llevar por la marea y terminar de una vez con la farsa a la que él, tristemente, había llamado vida. David Martínez Madrid Personaje de ficción: Bueno, ya ha llegado el momento. Nadie me quiere, nadie me apoya, ¡nadie me necesita! ¿Para qué seguir aquí? Mi novia me dejó y en el trabajo voy por el mismo camino. (Sonríe por un momento) ¡Hasta luego! Creador: Pero mírate, ¿de verdad quieres llegar a eso? Personaje de ficción: ¿Eh? ¿Qué habrá sido eso? Creador: No es una alucinación, soy real. Personaje de ficción: Pero ¿por qué no te veo? Creador: Porque no eres como yo. Personaje de ficción: ¿Y qué eres tú? Creador: ¿Yo? Se podría decir que soy tu “creador”. Es algo difícil de explicar. Digamos que yo soy el que se halla encima de ti, a cada rato desde que naciste. Lo sé todo de ti, incluso tu futuro. Personaje de ficción: ¿Mi futuro? Creador: Sí, algo así. Conozco lo que te podría pasar en base a tus acciones. Personaje de ficción: ¿Y qué pasará si me tiro? Creador: Pues que morirás. Personaje de ficción: ¡Vaya! ¿Y si no muero? Creador: Mmmmm, no debería contártelo. Personaje de ficción: ¿Por qué? Creador: Porque así pierde toda la gracia, pero, visto lo visto, solo te diré que no te irá tan mal. Más bien te irá de maravilla.


Vida, amor y muerte

Personaje de ficción: ¿Y por qué debería confiar en ti? ¿Cómo podría yo saber que no eres un espíritu maligno o algo por el estilo? Creador: Si lo fuese ¿crees que estaría aquí intentando quitarte la vida? Algo así es muy valioso. Personaje de ficción: ¡Pero si me estás convenciendo para no tirarme! Eso es que me quieres utilizar. Creador: A ver, que no te aclaras. Si tuviese malas intenciones, tú estarías haciendo cosas “malas”, no lo que estás haciendo ahora. Personaje de ficción: Hablando de mi futuro, ¿me pasarán cosas buenas? Creador: Eso es confidencial, ya sabes. Personaje de ficción: ¿Tú crees que seré millonario? Creador: Puede. Personaje de ficción: ¿O mundialmente famoso? Creador: Mira, si tanta curiosidad tienes, ¿por qué no lo descubres por ti mismo? Eryk Srybny PETER PAN _ ¡Pero bueno, no me lo puedo creer! ¿Peter Pan? _ ¡Garfio! ¿Dónde estás? _ Nunca cambiarás, eso es lo que me gustó de ti desde que te creé. Hace alrededor de treinta años que no escribo sobre ti. ¡En que hombretón te has convertido! _ Pero… ¿Qué me está contando usted? Además, ¿qué hace hablando con “un niño” como yo? _ Entiendo que tengas muchas preguntas, creo que debería empezar presentándome. Soy James Matthew Barrie, y me dedico a crear mundos imaginarios como el tuyo, llamado ¨ Peter Pan¨ _ ¡Pero si ese es mi nombre! ¿Qué es lo que me quieres decir? _ Que eres un personaje de ficción alojado en mi mente.


_ Imposible, no, no, no y no, ¡tiene que estar usted loco, si me estoy viendo en carne y hueso! Además, ¿cómo sé yo que lo que quieres no es matarme? ¡Si a campanilla le dices eso, la matas! ¿Y a mí? ¿Qué será de mí? Empiezo a notarme débil… Ahh ya sé de qué va todo esto, solo puede ser una malvada maniobra de Garfio, ¿dónde está ese maldito? Se va a enterar cuando lo lance a los cocodrilos. _ Garfio no tiene nada que ver aquí. He decidido hablar contigo directamente porque sé que no te vas a tomar bien tener que crecer, y te aseguro que no va a ser fácil, pero al público le gustaría saber qué pasaría con la relación que tendrías en un futuro con Wendy y tu madurez. _ ¡Wendy! ¿Sabes dónde está? Necesito verla… _ Sí, por si no te ha quedado claro, ella también es ficción y la sitúo donde quiero. _ ¡Eres un ser despreciable, vale que me causes injusticias, pero a ella no la toques, déjala pisar el mundo real! _ No es ninguna injusticia para vosotros, sois unos seres animados, con todo tipo de sentimientos y pensamientos que un humano tiene. Bueno, excepto tú… Todo humano crece y tú sigues siendo un niño de diez años. En cambio si fueses mayor… Podrías estar con Wendy toda tu vida. _ Eso estaría genial, pero... ¿Y Campanilla? Mi única condición es que tendría que venir conmigo. _ De acuerdo, pero si te vas a volar, que sea a un lugar donde no haya gente, podrás seguir yendo al País de Nunca Jamás, lugar en mi mente al que nunca haré vacío. Helena Vicente Vivar

Parece ser que Pío Baroja, mientras escribía su libro Vidas sombrías, visitó a algunos amigos de Murcia. Cuentan que, estando con ellos en un café, les planteó que no sabía cómo terminar su cuento Marichu, así que una conocido le ofreció este final.


Vida, amor y muerte

La mujer, agobiada, corría desesperada por la oscura vereda que conducía al pueblo donde vivía la vieja gitana. Anduvo largo y tendido durante cuatro largas horas, con el aliento fuera de sí, pues sabía que esas horas eran vitales para su hijo, que seguía inconsciente, dormido, como si ya no se hallara en este mundo. Al llegar, preguntó a un hombre del lugar por la casa de la vieja mujer. Llegada a la casa y tras golpear varias veces la puerta, la recibió la anciana, y lo primero que hizo fue tumbar al niño en un pequeño catre; lo tocó, recorrió todo su cuerpo con sus manos y, acto seguido, le cortó un mechón de pelo, se lo puso en el vientre, y le hizo la señal de la cruz con el dedo impregnado de aceite y pronunció sus oraciones. Al rato habló con la madre para decirle que el niño estaba muy enfermo, que le habían hecho un conjuro muy fuerte, y no sabía si lo iba a poder curar. Debería dejar al pequeño unos días en su casa para seguir haciéndole los ungüentos necesarios y las oraciones pertinentes. La mujer, desesperada y angustiada, y no quedándole otro remedio, accedió a dejarle el niño, regresando ella a su casa. En su despedida la curandera le dijo que, al tocar al infante, había recibido vibraciones negativas, que venían de lejos. La madre le comentó que se sentía angustiada porque pensaba que había sido ella la culpable de transmitirle a su hijo su enfermedad, como le había dicho su suegra. La vieja mendiga le comentó que volviese tranquila, que ella no le había transmitido nada al niño, pues la influencia negativa venía de lejos, probablemente de alguien de su pueblo. La mujer volvió a su casa triste por tener que dejar allí a su hijo. Al llegar a su morada, la recibió su marido y la madre de este, que estaban muy preocupados pues no tenían noticias de ella, pero al no ver al niño se asustaron. La mujer les contó lo sucedido y pudo advertir cierto gesto de preocupación en la cara de su suegra y eso le hizo pensar en las palabras de la mendiga. A la mañana siguiente, encontró a su suegra en la habitación de su hijo, removiendo sus cosas y tocando sus objetos personales. La mujer sospechó, pensando que podría ser esta la causante de los males del niño


y se le ocurrió un plan. De noche, cuando dormían, acudió a la habitación de la madre de su marido, le cortó unos cuantos mechones de pelo, y junto a algunos pequeños objetos suyos, los guardó para llevárselos a la curandera. Pasaron los días y llegó el momento de regresar a ver cómo estaba su hijo, pero al mismo tiempo tenía miedo pues no sabía qué se iba a encontrar. Al llegar a la casa de la mendiga, esta la recibió sonriente, pues, según le contó, el muchacho había recuperado la consciencia, y se encontraba en perfecto estado. La mujer no podía estar más feliz. Satisfecha, le entregó a la mendiga los mechones de pelo de su suegra, junto a algunos efectos personales, pues sospechaba de ella; la curandera, después de hacer unos conjuros, le confesó que era aquella la culpable del mal de ojo de su hijo, y que mientras estuviera cerca de él, volvería a recaer y enfermaría. La mujer, intranquila y preocupada, preguntó a la curandera si había alguna manera de protegerlo, y le dijo que le haría una especie de amuleto, a modo de antídoto contra el mal de ojo de su suegra, que el niño debería llevar siempre encima, colgado del cuello. Al día siguiente regresó al pueblo con su hijo, agradeciendo a la anciana todo lo que había hecho por ellos. Cuando llegó, su marido Aitolá los recibió un tanto apenado pues su madre había fallecido mientras dormía. La mujer pensó que era mucha casualidad que hubiera ocurrido esto, y habiendo entregado un mechón y parte de sus objetos a la gitana, sospechó que había sido obra suya, que le había hecho un conjuro para evitar que su hijo volviese a enfermar. Marta Hidalgo Martínez


Vida, amor y muerte

En las primeras décadas del siglo XX se detecta una creciente inestabilidad en el panorama sociocultural europeo. Esta crisis culmina en la Primera Guerra Mundial y se extiende entre las dos grandes guerras. Ante el horror de esa muerte que se pasea por doquier, los escritores reaccionan con un afán desmedido de experimentación y novedad. Murcia se hace eco de esta

literatura de vanguardias.

Así, el Creacionismo, ese

movimiento que busca “crear” un mundo que sólo existe en la mente del poeta, con imágenes y palabras que no guardan necesariamente relación con la realidad, se manifiesta en este original ACALICO. - Acalico: Pequeño diccionario de palabras absurdas. (Ana Conesa) - Musarose: Especie de roedor que al final de la cola tiene una rosa. Su esperanza de vida es como la de los humanos. Los colores más comunes que la rosa suele tener son el rojo, el naranja y el amarillo, los menos comunes, el rosa, el azul y el lila. - Rawist: Caballo de una leyenda. Es negro y blanco. Su cabeza es una calavera de caballo. La leyenda dice que si le miras a los ojos te absorbe el alma. (Beatriz A.) - Buñaja: Gesto de amor hacia una piedra perdida en medio de una tormenta de chocolate con nueces de pan. (Diego) - Archudar: Acción de morder un bolígrafo. (Noelia) - Fratan: Líquido que sale al exprimir un corazón enamorado. (Mariana) - Marapitupendo: Adjetivo que califica a un sujeto o a un objeto fuera de lo normal. (Joaquín) - Guachupi: Cojín con forma de corazón. (Marta H.)


- Carabea: Cinta para la cabeza decorada con objetos naturales. (Alicia) - Candido: Vela perfumada con olor a caramelo. (María) - Aricanteru: (David)

Verbo que expresa el lanzamiento de armadillos.

- Badiscas: Pelea entre hermanos. (Janeth) - Púrlipo: Batidora que te exprime los sentimientos para que sean más fáciles de digerir. (León) - Dianamo: Nuevo mineral derivado del diamante. (Rubén) - Persona carroñera: Persona que se aprovecha de la tristeza ajena para beneficiarse. (Álvaro) - Eveal: Pájaro sin alas que puede volar. - Suenira: Cámara que graba los sueños. (Julia) - Camporra: Dícese cuando un pendiente se te engancha en el pelo - Putroz: Pato marginado. (Beatriz P.) - Chucheral: Árbol que nace en la imaginación y que da todo tipo de chuches. (Antonio) - Lirorero: Acción involuntaria de cerrar los ojos y rememorar el verano. (Candela) - Relana: Reloj que marca las horas cuando le da la gana. (Carlos) - Filinchi: Mezcla entre un perro, un gato y una tortuga. (Rachel) - Glubaguiglub: Chica alegre y risueña que vive bajo el mar. (Marta S.) - Musto: Champiñón gigante que crece en el Amazonas. (Ela)


Vida, amor y muerte

- Carlson: Persona que accidentalmente pisa el mismo residuo orgánico de un perro dos veces. (Eryk) - Helahot: Helado caliente. - Vasolate: Vaso que crea chocolate automáticamente. (Victoria) - Patela: Persona con enorme deseo de que le crezcan los pies. (Helena) - Vafrán: Dialecto francés. (Byron) - Fulchamú: Buscar cosas en internet. (Javier) - Fotófagro: Fotógrafo que solo le hace fotos a los cadáveres. - Flequivasco: Persona con el flequillo mal cortado. (Juan Ramón) - Mechubia: Mechas que lleva la inteligencia. (Silvana) - Molbaceto: Aparato que sacia el hambre al instante. (Pedro)

Sin lugar a dudas, el movimiento de vanguardia que mayor influencia tuvo en la literatura española y, por ende, en la murciana, fue el Surrealismo. La escritura automática, ese escribir inconsciente e irreflexivamente, abandonándose a la inspiración, esas metáforas basadas en la asociación libre e inesperada de ideas y palabras, el Surrealismo, decimos, base de todas las composiciones que leeremos a continuación, se aprecia de manera especial en estos escritos.        


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Con las manifestaciones vanguardistas, descubrimos que todo puede ser motivo de inspiración para la poesía. Así leemos


Vida, amor y muerte

curiosas

composiciones

inspiradas

en

un

sabor

(nubes,

chocolate…) o en un dibujo; o nos deleitaremos con estupendos poemas que susurran o rugen. El Futurismo y el Ultraísmo dejarán su huella: buscando la velocidad, los signos de puntuación saldrán volando. POEMAS INSPIRADOS POR UN SABOR Dulce aterciopelado, de color rojo, que se funde como un helado. Dulce y tierno, que con tus cristales de azúcar calientas mi más frío invierno. Noelia Cano Caravaca

perdidos luz.

en

lugares

Como chocolate, se rompe la cáscara de la dulzura, mis felicidades se activan y mis sentimientos se pierden en un pozo de placer relleno de cacao apetecible matando horrores y sentimientos que están fuera de la León Muñoz Pérez

La infancia, todos corriendo por el parque y esperando a que lleguen las madres para darnos con dulzura todo lo que más nos gusta. Qué dulce es, y qué agrio se vuelve al final, es como aquello que creemos conocer bien, pero resulta que nada es como se pensó. Beatriz Pérez Gomariz


Las fresas son tan frescas Como una bocanada de aire frío en pleno invierno. Ela Srybraya

Este sabor que te pica, pica, pica, pica, te despierta los sentidos, pupilas gigantes, mundo, aquel imaginario, divertido. Te dan ganas de cantar, saltar, de irte de fiesta. Inocencia es lo primero que me inspira, comportamiento infantil. Te montas en una barca de regaliz y te vas a tu mundo, fuera el aprendiz. ¡Vivan los barcos de chuches! ¡Vivan las nubes fundidas! ¡Viva la inocencia y tu buena consciencia! Helena Vicente Vivar

POEMAS INSPIRADOS POR UN DIBUJO

¿Qué le pasa? ¿Qué le asusta? ¿Qué le sorprende? ¿Qué está viendo que le disgusta? Intento entenderle, empatizarle… no encuentro la expresión justa. ¿Qué está mirando? ¿Qué es lo que con sus ojos busca? Es que lo veo y mi entendimiento se desajusta. ¿Habrá visto un horripilante monstruo de tez negruzca? ¿Habrá visto el fin que a términos apocalípticos se ajusta? ¿Qué le pasa? ¿Qué le asusta? Diego Alonso Yelo


Vida, amor y muerte

En el cielo observamos las luces de la vida, soñamos el volar, el correr libres al oír los cantos de la naturaleza. Hoy estoy aquí mirando el cielo sin poder añorarlo, veo atardeceres, amaneceres que llenan de vida y colores el cielo. Dentro de mis ojos están, pues ellos han capturado imágenes de nubes que se evaporan en mi cabeza en forma de sueño, convirtiéndome en un pájaro sin alas, un avión sin combustible, convirtiéndome en algo muerto que toca el suelo. León Muñoz Pérez

La inmensidad del cielo dentro de mi retina, maravillosa creación del universo. Azul inmenso, nubes eternas. Recreo de aves y sustento de plantas. Victoria Zamora Sánchez Días turbios repletos de nubes Momentos gastados cegados por luces Recuerdos plasmados, entre caras y cruces Movimientos zurdos, yendo de bruces. La cámara fotográfica captando el instante Como quinceañeras fanáticas gritando por su cantante Subiendo peldaños y cuestas a un ritmo constante, Mas los sabios siempre están un paso por delante. Byron Bonoso Suntaxi Tristezas del mundo, cosas sociales sin sentido en la vida real. Angustia ante ese manto que cubre a la verdad. Pequeños tonos que diferencian los caminos, pero aun así, todos con su toque de tristeza y angustia. Silvana Córdova Angulo POEMAS QUE RUGEN O RÍEN La amargura me da rabia, rabioso hasta morder y roer como un ratón, enorme rabia, retenida para no reventar rejas. Javier González Enciso


Ríe siempre, nunca rabies ni reniegues, regala una risa en cada rincón, incluso a gente rara, y hasta a un ratón. Pedro Gómez Sabater

POEMA QUE SUSPIRA Silencio, susurros, sin sonidos, soledad. Son sombras sosas que guardan silencio. Sin suspirar, sin existir, solo silencio. Solo saben silbar sin sonido. No se oyen, no se hablan, son sombras, sosas, que guardan silencio, solo silencio.

Está sola, está cansada esa anciana mujer que suspiraba cansada de dormir cansada de trabajar cansada de estar cansada y de suspirar. Janeth Mero Morales Las personas pasan como serpientes, arrastrándose por el suelo, suavemente y en silencio, permitiendo que se escuche el susurro de las hojas mecidas por la brisa. Julia Pagán Corominas


Vida, amor y muerte

POEMA QUE CHILLA Ponte el chubasquero que va a chispear, para que no te chillen al chapotear. Álvaro del Olmo Vidal El Cubismo destaca como escuela pictórica, pero en el campo de la literatura debemos destacar los caligramas, poemas en los que los versos forman imágenes visuales.

Beatriz Aguilera Ferrando

Mariana Gutiérrez Mendoza


María Martínez García

David Martínez Madrid

Rubén Ochoa Garay


Vida, amor y muerte

Eryk Srybny


Antonio Pons Murcia De la mano de Trstán Tzara llega el Dadaísmo, que supone la abolición de la lógica, el quebrantamiento de las normas, la liberación de la fantasía. Siguiendo la receta de Tzara se consiguen poemas tan sugerentes como los siguientes.

Alicia López Jiménez

Carlos Sánchez del Moral


Vida, amor y muerte

Como sabemos, Ramón Gómez de la Serna fue el máximo impulsor de las vanguardias en España. Cuando publicó sus Greguerías pasó por Murcia y compañeros de oficio crearon éstas para él.

- El azúcar es la nieve de la cocina. (Beatriz A.) - Un políglota es un policía muy glotón. - El estuche es el arsenal para plasmar pensamientos. (Diego) - Las ramas son los tentáculos de los árboles. - El bolígrafo es un bailarín sobre el papel. (Noelia) - Las ventanas son túneles hacia la libertad. (Mariana) - La persona con más ego: DIEGO. (Joaquín) - Los sueños son el reposo del alma. (Marta H.) - El ordenador es la fuente de sabiduría del nuevo mundo. (Alicia) - El egoísmo tiene de apellido soledad. (María) - Los interruptores son las manos que nos quitan la venda de la oscuridad. - La cámara fotográfica es la artista que capta la ilusión, las emociones y la desesperación de los momentos que nuestras mentes no son capaces de guardar. (David) - La vida es el libro en blanco de páginas ya contadas, el cual nos corresponde manchar, pintar, borrar, escribir, destrozar…hacerlo nuestro. (Janeth) - Los sentimientos son los hilos que me atan a los demás. - La locura es la cinta que nos salva de ver la realidad. (León) - La distancia es el dolor más profundo de mi corazón. (Rubén) - Los párpados son las puertas de la mirada.


- Cuando la montaña llora, el valle crece. (Álvaro) - El silencio es una hoja vacía. - La vida es como el vuelo de un pájaro. (Julia) - El reloj es la herramienta de la amargura. (Beatriz P.) - La serpiente de cascabel es el sonajero del desierto. (Antonio) - La lengua es la alfombra roja de las palabras. - El amor es el veneno de la razón. (Candela) - Las venas son los ríos que desembocan en el corazón. (Carlos) - La goma borra lo imposible. (Rachel) - Los libros no son más que las verdades hechas tinta. (Marta S.) - Las nubes son las almas de los muertos. - Los charcos son las lágrimas de Dios. (Ela) - El zapato es el hogar del pie, pero no de la mano, sería extraño. (Eryk) - La vela es el pie de la llama. - El instituto es el ejército de las mentes. (Victoria) - Las aves son aquellas ideas que se esfuman.. - El eco es el espejo de la melodía de tu voz. (Helena) - Las garrapatas son los broches de los sucios. - La música es el idioma de los sentimientos que descifran los oídos. (Byron) - El libro es la cárcel de las palabras. (Javier)


Vida, amor y muerte

- La mente de una persona es un vaso lleno, siempre a punto de desbordarse y frágil como el cristal. (Juan Ramón) - El corazón es nuestro reloj interior. (Silvana) - El perdón es la goma que borra nuestros errores. - Las grietas de las cortezas de los árboles son sus arrugas. (Pedro) De todos es conocido el estrecho vínculo que ligó nuestra tierra a Jorge Guillén. Pero no fue éste el único miembro de la

Generación del 27 que se sientió atraído por Murcia. De ahí que en los periódicos de la época se recojan entrevistas, artículos, noticias, crónicas o cartas al director que nos acercan a alguno de estos autores, así como a Miguel Hernández, el “genial epígono” de la generación. Tras la vuela del extranjero del sensacional Federico García Lorca, hemos conseguido entrevistarle para que nos cuente su experiencia en Nueva York. D: Buenas tardes, Federico. Cuéntanos, ¿cómo ha ido el viaje a lo desconocido? FGL: Buenísimas tardes. Pues, la verdad es que la ciudad es muy diferente a la idea que yo me había hecho. D: ¿Ah, sí? ¿Y cómo se la imaginaba usted? FGL: Creía que sería alegre, acogedora, bonita, colorida, con esa chispa que te hace querer salir a la calle y conocer a la gente. D: ¿Y con qué se encontró usted? FGL: Con una sociedad mecanizada y deshumanizada. Todo esto lo tuve que expresar en papel, y dentro de poco publicaré Poeta en Nueva York, ya que ¿qué mejor manera de expresarse? Y es que quedé alucinado con la esclavitud, con el gris del cielo, el egoísmo que emanaba la gente, es una pena. D: Pues con muchísimo entusiasmo esperamos tu ahora anunciada obra, seguro que será alucinante, qué menos que esperar de usted, jajaja, permítame decirle que es un genio. FGL: Jajaja, me halaga usted, muchísimas gracias. D: Muchísimas gracias a usted por su atención, un placer. Buenas tardes. FGL: Buenísimas tardes, y gracias a ti. Diego Alonso Yelo


Hoy nos encontramos con el famoso Miguel Hernández. Nos viene a contar el gran éxito de su obra El hombre acecha. M: Hola, buenos días, señor Hernández, cuéntenos un poco sobre su obra El hombre acecha. M.H: Pues esta obra hace eco de la tragedia de la guerra, está compuesta por diecinueve poemas escritos en diversos metros y estrofas. M: ¿Qué tipos de poemas nos podemos encontrar? M.H: La verdad es que algunos tienen un tono exaltado, que remite a Viento del pueblo y en otros, el tono es más social. En cualquier caso, el tono más empleado es el afligido. Con lo cual distinguimos cuatro grupos de poemas: combativos, sociales, políticos y de aflicción. M: Por lo que vemos, es muy variado. ¿Este libro tiene alguna dedicatoria? M.H: Sí, los poemas los antecede una dedicatoria a Pablo Neruda, un poeta chileno y amigo mío. M: Usted estuvo presente en la guerra, ¿verdad? M.H: Sí, estuve en el frente republicano como voluntario. Mientras estaba allí cantaba mis versos a los soldados del frente con los que entablé una amistad. M: Bueno, pues por hoy nos despedimos. Muchas gracias, Miguel, y que tengas muchos éxitos más. Mariana Gutiérrez Mendoza INSOMNIO Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas). A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este nicho en el que hace 45 años que me pudro, y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros, o fluir blandamente la luz de la luna. Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando como un perro enfurecido, fluyendo como la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla. Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma, por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad de Madrid, por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo. Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre? ¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día, las tristes azucenas letales de tus noches? Hijos de la ira, Dámaso Alonso

Ayer como hoy… En las noticias de hoy, y de ayer, y de hace muchos días, vuelven a hablar de la guerra de Siria. Las ciudades están destruidas y las personas que se ven vagan sin rumbo entre los escombros de lo que antes serían sus hogares. El conflicto dura ya siete años, dice el reportero, y no parece tener fin.


Vida, amor y muerte

Hoy he leído un poema de Dámaso Alonso, que escribió tras la guerra civil española. Me ha hecho pensar que la tristeza y el dolor que sentiría el poeta, viendo a los habitantes de Madrid como “cadáveres” es lo que deben sufrir, casi ochenta años después, quien esté en esas ciudades que veo todos los días en las noticias. Carlos Sánchez del Moral

LORCA VISITA MURCIA El pasado jueves 3 de diciembre de 1934, el granadino Federico García Lorca presentó en la capital de la Región murciana el libro en el que está trabajando.

Federico García Lorca (rememorado autor de la Generación del 27, nacido en Granada en 1898) acudió ayer jueves por la tarde al Real Casino de Murcia a ofrecer una enriquecedora y animada tertulia con su obra más reciente, Poeta en Nueva York, como tema principal. Según el poeta, su principal fuente de inspiración al iniciar este nuevo trabajo han sido las injusticias sociales, el poder del dinero, la explotación de los trabajadores y la vida infrahumana que, dicho literalmente por el propio Lorca “impregna la ciudad neoyorquina con un aura de angustia, sufrimiento y miseria que se adhiere a los ciudadanos y vive con ellos”. Además de esto, también satisfizo la curiosidad de los murcianos informándoles con detalle sobre la vida en una de las principales ciudades del mundo, el frío tratamiento recibido en la Universidad de Columbia (uno de los principales motivos de su áspera estancia en las Américas) y su próximo viaje a Cuba dentro de dos semanas. Para finalizar el acto, la Federación de Peñas Murcianas de la Región de Murcia sorprendió a los presentes con una imponente merienda en la que integraron todos los platos típicos de la huerta murciana, y con la cual el escritor se mostró muy agradecido dedicando las siguientes palabras: “Muchas gracias por la


calurosa acogida con la cual me habéis recibido, siempre será para mí un honor poder volver a visitarles. Hasta pronto, amigos míos”. Tras esta enternecedora y cortés conclusión, el poeta cerró la reunión y retornó al céntrico hotel La huertanica, próximo a la catedral, donde se alojará hasta el domingo 6 de diciembre. Candela Salmerón López En el siguiente artículo, hablaré de la obra de Dámaso Alonso Hijos de la ira. Este libro fue publicado por primera vez en 1944, algunos años después del fin de la Guerra Civil española. En este momento concreto, el país continuaba muy dividido: los vencedores y los vencidos. Aun así, ambos bandos eran tratados de igual forma (siempre que no manifestases abiertamente tu oposición al régimen o hubieses ayudado mucho a los republicanos, claro) En este trasfondo, nace Hijos de la ira. Comenzamos con una noche de insomnio por Madrid, donde todos sus ciudadanos, según el poeta, son muertos vivientes. Así, damos pie a un viaje por el alma y la historia humanas más que por el Madrid de la época de una forma más literal. A pesar de la situación en la que se encontraba España, podemos decir que es una obra atemporal, debido a su contenido filosófico adaptado al lector medio. En este libro, el autor expresa toda su rabia ante la situación, pero viendo la parte luminosa de la humanidad. Todo el libro tiene sus claroscuros, mostrándonos por una parte la crueldad e injusticia, pero también cómo el amor prevalece sobre todo lo demás. En mi opinión es un buen libro, si bien no lo recomendaría a todo el mundo ya que parte de sus metáforas y alegorías generales son difíciles de entender. Sin embargo, para aficionados a la lectura (especialmente los de ciertos ámbitos) lo considero una lectura muy apropiada. Te hace abrir los ojos y ver la crudeza del mundo al hablar sin tapujos de este, sacando a relucir todos sus trapos sucios. Esto a veces puede considerarse grotesco e inadecuado, generalmente por ignorantes que consideran que la lectura solo debe evadirte y entretenerte. Personalmente, pienso que esta facción tan negra y oscura posee su única y especial belleza y que para que haya luz, siempre deben aparecer las tinieblas. Del mismo modo, también considero necesaria la parte más clara y esperanzadora del libro, si bien esta también se puede interpretar de diversas maneras. Mientras que el autor identifica el amor que tiene sobre todo con Dios,


Vida, amor y muerte

este último podría ser solo una metáfora. Personalmente creo que simplemente se refería a Dios directamente (el dios de la fe cristiana), pero hay gente que ve a este dios como una representación de la belleza y bondad del mundo y de la gente, así como también de los sucesos y leyes físicas. Es decir, no es Dios quien crea estos elementos sino estos elementos quienes crean a Dios. Dado que ciertas personas pueden encontrar el libro de índole demasiado religiosa, puede que no lo disfruten de la misma manera que si no hubiese hecho referencia a este personaje omnipotente. Sin embargo, al ser un libro de carácter tan personal, donde se reflejan los pensamientos y sentimientos del poeta, no vería adecuado censurarlo de ningún modo. Para concluir, me gustaría decir que si bien Hijos de la ira es un libro un tanto difícil de leer, es una lectura que recomiendo de forma general por toda su crítica social. Marta Serrano López

Estalla la Guerra Civil y España sale de ella profundamente destrozada. Esta gran tragedia supone, en el terreno cultural, una violenta ruptura de las ricas corrientes anteriores.

En la década de los años 40,

podemos hablar de una

poesía “arraigada” y de una poesía “desarraigada”. Para los poetas

“desarraigados” el mundo es un caos y una angustia. Están muy lejos de toda armonía y serenidad, por eso escriben una poesía arrebatada, de agrio tono trágico, que se enfrenta a un mundo deshecho y caótico, invadido por el sufrimiento y la angustia. La religiosidad está en ellos muy presente, pero adopta el tono de la desesperanza, de la duda; o se manifiesta en imprecaciones a Dios sobre el misterio del dolor humano.

¿Por qué, a ti, mi vida? Pasaron ya cinco años desde la guerra y lo único que tengo es una herida de cinco años en el corazón. Y aunque ha pasado tiempo desde la “despedida”, si eso es lo que fue, la recuerdo y la sufro


como espina en cuerpo y alma metida. Cinco años hace que te apagaron a plomo. Cinco años hace, bajo un sol de ira. Cinco años hace que el corazón se me paró. Cinco años hace que no siento la vida. Recuerdo mirarte a los ojos, entre mares. Sujetándote para que no cayeses tendida, intenté engañar a la muerte pensando que seguías aquí, que a tu cuerpo seguías unida. Pero las lágrimas me delataron, y te miraba cuando me dijiste “Te amo”, y, emblanquecida, descansaste, …callaste,…me mataste. Y ahora, Señor, quiero que me digas ¿cuál será la siguiente puñalada? ¿Qué me darás, en hermosa hipsipila, que cuando la ame me arrancarás a sangre fría? ¿Cómo de entrometida es la desgracia y la muerte? Es que a todo este sufrimiento, no le veo salida. ¿Por qué nos destinas esto? ¿Por qué las parcas, su existencia sea maldita, solo tejen telas inútiles de mortaja? Enfrentaste a cientos de hermanos en estampida, apagaste millones de luceros, y otros miles, como el mío, navegan a la deriva, porque ahora solo quedan lágrimas, títeres en el suelo y rabia e ira. Pero, ¿por qué a iguales? ¿Porqué obligados, por el ejército y sus filas? ¿Por qué sigo yo entonces muerto en la luz? ¿Por qué suspira mi alma? ¿Por qué destruiste mi todo? ¿Por qué a ti, mi vida? Dieglo Alonso Yelo


Vida, amor y muerte

Sangre derramada

Sollozos prolongados por un latido fracturado y solitario vacío. Percibir ese brote otoñal sin frondes, evaporado y gélido. Adentro, sin muros, vetusto y sin regocijo. Una algaraza solitaria, el palpitar, sin espejo y con brisa, descuidado de espinas, tinieblas del fogón vetusto y postergado de la historia. De fogón lejano y ausente en una morada sin llama, dura adentro que ansía al margen de un sendero sombrío. El latido, palacio derruido y solitario, negrura de un palpitar etéreo. Ansiar un piélago teñido de un humor rojizo. Ansiar un aire conformado de rencor. Ansiar un nimbo repleto de carroña. Ansiar con pupilas adormecidas que ni divisan ni avistan, ardientes de linfa sin fluir. Anhelar que el cosmos sea una terrible renuncia.

Melancolía

Ojalá me levantara cada mañana con la esperanza de que algún día vuelva a vivir en la alegría de ser libre como yo querría. Cuando disfrutaba sabiendo que por mis pensamientos no tendría que salir corriendo.

Marta Hidalgo Martínez


Ahora solo pretendo que no vengan a fusilarme esas bestias armadas, con unas cuantas balas blindadas.

Pedro Gómez Sabater

Los poetas “arraigados” han salido de la Guerra Civil con un afán de claridad, de perfección, de orden. Uno de sus temas dominantes será un firme sentimiento religioso, junto con los temas tradicionales como el amor o la descripción de paisajes; mientras que evitan expresar el dolor y la angustia que acechaban, en esos momentos, a los españoles. En puras formas clásicas encierran una visión del mundo coherente, ordenada y serena. También sereno y clásico es su lenguaje. Dios eterno

El tiempo lo desmorona todo, lo desvirtúa todo. El tiempo pasa y la conciencia está en otra parte ¡pero permanece! Tenemos muchas existencias Íntegramente son expiaciones repetidas y estas, todas en conjunto, conforman el abismo purificante a cuyo fin está el resplandor, Dios Todopoderoso, llamándonos. Ni el averno …, ni la hoguera y la tortura son agonías perpetuas. Sólo la llama resplandece sin descanso,


Vida, amor y muerte

firme, eterna, compasiva, perpetua per saecula saeculorum. He aquí siempre con sus sublimes cualidades. Únicamente nuestros luceros pueden percibirla, estos pobres luceros que únicamente plañen. Marta Hidalgo Martínez

En esta

década de los años 40, en novela, predominan los

temas referidos a las duras condiciones de la vida cotidiana en aquellos años de posguerra: la miseria, la inadaptación social, la soledad.

Son

frecuentes

los

personajes

desarraigados,

desorientados o marginados. Con Camilo José Cela y su novela La familia de pascual Duarte, comienza una tendencia literaria conocida como tremendismo, pues plasma con crudeza la inhumanidad y violencia extrema de aquella España rural, de la naturaleza humana. Algunos autores murcianos responden a esta tendencia.

Salimos del bar porque ella quería fumar, y allí estaba ella mirándonos como si fuéramos escoria humana, como si amarnos fuese el delito más grande del mundo. Su mirada empezaba a incomodar, así que respondí con un “¿Qué miras?”. Se le fue la cabeza y sacó una navaja, pero en vez de ir hacia mí, fue hacia ella. Por suerte, pude tirarla, no sin llevarme un corte en la mano. Entonces me tiró al suelo y empezó a darme patadas. Comenzaron a llegar sus amigos para seguir. La agarré de la pierna y la mordí, solo entonces pude levantarme y avisar a nuestros amigos, que estaban dentro. Aquello se convirtió en una guerra de bandas.


Tras unos quince minutos de pelea, pude ver cómo la misma chica que había empezado todo se acercaba a mi compañera con un puño americano y la golpeaba en la cabeza. Ella cayó al suelo y no la volvimos a ver. Y mi rabia acumulada hizo que a mí tampoco. Beatriz Pérez Gomariz Se abalanzaron tres hombres sobre él con ganas de matarlo ahí mismo. Él se cubría de los tremendos golpes que le propinaban. Forcejeó, se escurrió y, por un momento, se consiguió soltar. Pero lo volvieron a agarrar. Gritaba de dolor pero los otros seguían castigándole las costillas. Hubo un momento en que llegó a derribar a uno de los matones de un tremendo golpe en la sien, pero ya estaban los otros dos preparados para continuar la lucha. Charco en el suelo, de su propia sangre, la cual manaba cada vez más de sus caras en cada puñetazo. Seguían luchando; llegó a tener la ropa rasgada, el pecho al aire. En un momento de despiste, el hombre le consiguió clavar la hoja de un cuchillo en la garganta a uno de los matones, dejándolo muerto en el acto. Pero a su compañero le dio igual y sin ningún apuro le quitó la hoja del cuello y se la clavó en la boca del estómago dejándolo cubierto de sangre y tumbado en el asfalto. Álvaro del Olmo Vidal Era la primera hora de la mañana y llevaba mi navaja recién afilada. Andaba entre las casas y podía ver a los lados los inmensos huertos. Me dirigía al encuentro de un vecino que me debía dinero. Era poca


Vida, amor y muerte

cantidad, pero me lo debía. De camino me encontré con un amigo que iba con una carretilla y se puso a hablar conmigo, hasta que visualicé a ese canalla. Me palpé el bolsillo donde llevaba mi arma y corté la conversación. Me dispuse a hablar con ese vecino como si no pasara nada. Nos adentramos en un pequeño callejón entre dos casas y nos posicionamos detrás de una de estas. Ahí le mencioné el dinero que me debía a la vez que sacaba mi navaja. Se la puse en el cuello mientras que le pedía el dinero. Intentó escurrirse varias veces, pero como no cedía, le clavé la navaja en la garganta, cerca de la clavícula y me dispuse a coger lo que era mío de sus bolsillos. Noelia Cano Caravaca Dos céntimos y medio Es un tranquilo martes por la tarde, en la plaza central de Madrid, la mitad de los edificios están destruidos y la otra mitad están en proceso de reconstrucción, nadie tiene nada, la gente lo ha perdido todo, ni siquiera las ratas tienen para comer un trozo de pan podrido. Un hombre viejo con las barbas blancas hasta los pies camina tranquilamente y se sienta en un banco a echarles las pocas migajas de pan que le quedan a las palomas. En ese momento pasa un vagabundo de cuyo bolsillo cae una moneda de cinco céntimos. El viejo sale corriendo ahuyentando a todas las palomas hacia la moneda. Antes de cogerla el vagabundo le coge la mano para que no puedo quedarse con la moneda y le da una patada en la boca rompiéndole los pocos dientes que le quedaban. El viejo, escupiendo sangre y un par de dientes, le da un puñetazo en el estómago


al vagabundo al que se le cae la moneda por la alcantarilla. Los dos hombres se miran y comienzan a pelearse como locos. En mitad de esta pelea, el vagabundo golpea al viejo en la cabeza haciéndole una brecha que le llega casi hasta el cerebro y sale corriendo hacia la rejilla de la alcantarilla, la levanta y se mete dentro en busca de la moneda. El viejo, con ríos de sangre sobre la cabeza, sale detrás del vagabundo, lo atrapa e intenta ahogarlo en la alcantarilla. El vagabundo pataleando para intentar librarse, araña toda la cara del viejo sacándole un ojo y arrancándole la mitad de la piel de la cara, el viejo se saca una navaja del bolsillo y el corta el brazo al vagabundo, y luego le pega una paliza con su brazo cortado. El vagabundo muere casi partido por la mitad como una moneda de cinco céntimos, el viejo mientras que busca la moneda que nunca encontró murió desangrado, desde ese momento las ratas no tuvieron pan pero sí un par de cadáveres que le duraron mucho tiempo. León Muñoz Pérez Estaba yo en la calle, sin casa en donde alojarme, sin nada para comer y nada para abrigarme de este duro invierno. Veía a la gente pasar delante de mí sin ni siquiera mirarme, como si no existiera. Eso me hacía pensar “¿Yo realmente existo?” Un día, unos desconocidos me escupieron, me pegaron patadas y se rieron de mí. Yo ya no podía más, nadie me ayudaba, nadie. Cada vez me sentía más débil, me estaba muriendo y aun así me hacían lo mismo aquellos bárbaros. Yo ya no puedo más, me voy a rendir. Beatriz Aguilera Ferrando


Vida, amor y muerte

A mediados de los

años 50 se consolida el “realismo social”.

La novela pretende ser un testimonio de la sociedad española de la época, registrando con total objetividad hechos, conductas y palabras de personas o grupos. El diálogo adquiere una gran importancia para mostrarnos el interior de los personajes. La novela que inició esta corriente fue La colmena de Camilo José Cela. Otro camino lo abrió Rafael Sánchez Ferlosio con su novela

El Jarama, el de esa objetividad extrema a que nos hemos referido. Un camino se siguieron algunos escritores murcianos

Ojos que no ven, corazón que no siente _ ¿Cómo está tu familia, Paula? _preguntó Carmina limpiándose el delantal. _ Bien _suspiró Paula_ mis tres hijos mayores están ahí, sobreviviendo, con sus esposas dos de ellos, el otro buscándose la vida y… pues mi Montserrat en su mundo de luz y color, como siempre. La niña me tiene loca. _ ¿No será la edad? Es muy joven, con solo quince años. _ No, ella no quiere abrir los ojos y ver todo el caos que azota a España en estos momentos. Ella te habla del color de las flores y de cosas muy dulces, no acepta la realidad. _ No te preocupes, mujer, ya abrirá los ojos. _ Eso es lo que más miedo me da, que abra los ojos y se dé de morros con esta realidad. Como cualquier madre quiero el bienestar de mis hijos y no quiero que sufran más todavía _repuso Paula cayéndosele las lágrimas. Todas queremos lo mismo para los hijos. Mira, por allí viene tu hija. _ Hola, hija mía _saludó Paula mientras se secaba las lágrimas_ ¿De dónde vienes?


_ Pues de dar un paseo _contestó esta con una gran sonrisa y los ojos brillantes_, hace muy buen día. Madre, ¿has estado llorando? ¿Por qué? _ Lo ves _contestó su madre con tono molesto dirigiéndose a Carmina_ “un día bonito”, cuando hoy han muerto decenas de personas, y ella sigue en su mundo. Hija, ¡ya basta! Estoy llorando porque estoy harta de tu ingenuidad, ¿no ves que estamos en guerra? , ¿no ves que cualquier día de estos podemos morir? No sé cómo puedes salir a “pasear” tan tranquila. Madre _balbuceó Montserrat sorprendida y con los ojos llorosos_ usted no me entiende. Yo tengo más que asumida esta horrible realidad, pero yo decido ser feliz y si tengo que morir por intentarlo lo haré. No quiero dejar de vivir como el resto de mis amigos, encerrados, asustados y muertos, ya sea por las armas o muertos en vida. Yo miro a mi alrededor con otros ojos, con los ojos de una joven que quiere ver una España libre y feliz. _ ¿No ves que eso es imposible? _le gritó su madre_ ¡Estamos en plena guerra, hija, despierta ya! _ Lo haré cuando la guerra acabe y haya paz. Montserrat se fue alejando de su madre. Cuando estaba a una calle de esta y apenas se la veía, cayó una bomba. Todo se llenó de polvo y humo. _¡Hija! _gritó Paula. Corrió entre escombros y encontró a su hija, muerta pero con una sonrisa en la cara. Paula lloraba desconsoladamente. Mariana Gutiérrez Mendoza En la década de los

años 60,

los poetas superan la poesía

social. Lo propio de estos autores es la creación de una poesía

de la experiencia personal. Su temática se caracteriza por un


Vida, amor y muerte

retorno a lo íntimo: el fluir del tiempo, la evocación nostálgica de la infancia, lo familiar, el amor, la amistad, el marco cotidiano, etc.

Mi alma gemela Tu nostalgia de blanco retratada lozana y natural, en mi memoria, cual manantial de postergada noria vuelve a rociar mi voz enamorada. ¡Tanto disfruta el aura reposada, el crepúsculo de aquella memoria con reflejos de pausada victoria entre oncejos y granos destinada! ¡Oh, sosegada luz, pasión sincera, nublado en queja y perfecta visión, son del canto, la fuente y la acedera! Mírame de mi cárcel carcelero tornar a tu esperanza contenida con un espasmo en el brillante albero. Marta Hidalgo Martínez A partir de los

años 60

tiene lugar un proceso de renovación

narrativa. Aparece una novela experimental, más preocupada por los aspectos formales del relato que por la preocupación objetiva de la realidad. Son frecuentes la “desaparición del autor”, el monólogo interior, el desorden cronológico, el punto de vista múltiple… Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos, da comienzo a esta tendencia literaria. Todo pasó tan rápido, no puedo llegar a expresar cómo me siento, no puedo. Antes de morir me gustaría que todos vieran la otra parte de la historia. Sí, yo la maté, ¿se lo merecía? No sabría qué responder, le di doce puñaladas por todo el


cuerpo, hice como que no escuchaba que me gritaba que parara, que estaba loca, estaba en mi mundo. Vi la sangre y no reaccioné ni llamé a la policía.

Dejé

que

se

quedara el cadáver en esa habitación. Nadie se dio cuenta

hasta

que

los

vecinos alertaron de que olía fuerte. Repito, la maté. Nunca me hubiera creído capaz pero ahora que ha pasado me siento liberada, me siento bien conmigo misma. Aunque la gente me repite que no lo hice bien, que nadie se lo merece. Pero yo creo que le he hecho un favor al mundo. Nadie es capaz de acabar con la vida de alguien pero aquí estoy yo. Nadie va a asumir que lo que he hecho está bien pero estoy contenta. Estoy feliz. Sé que ella me lo agradecería. Le di doce puñaladas y no me imaginé que llegaría viva al hospital. Mientras que la mataba le grité cosas malsonantes de todo tipo. Pero lo hice por el bien de todos, ella no se merecía vivir con su enfermedad y yo, yo no me merecía tener que escucharla. Necesitaba sentirme libre aunque solo fuera en el tránsito en el que la policía llegase. La gente me mira raro y mi padre se echa la culpa por no haberse dado cuenta. Pero en realidad no se dan cuenta de que lo hice bien, les he liberado de tener que soportarla un rato más. Lo hice bien. Alicia López Jiménez


Vida, amor y muerte

Aunque hacía meses que había acabado la guerra parecía que el pueblo seguía destruido por el miedo. Pero aquel día los soldados volvieron por sorpresa y nos juntaron a todos en la plaza, empujándonos y pinchándonos con la punta de sus fusiles. Había gritos, caídos y confusión. Ellos gritaban: ¿Dónde tenéis la comida? ¿Dónde tenéis los animales? Otro golpe, otro puñetazo. No iba a darles la comida de mis hijos.

Nos

apuntaban

pero

yo

sabía

que

no

dispararían.

Entonces se oyó el primer disparo y el cuerpo del señor Faustino cayó al suelo. ¿Dónde tenéis el pan? ¿Dónde habéis escondido las gallinas? ¡Os vamos a matar! La señora María echó a

correr

y

se

oyó

otro

disparo… El miedo, el terror nos paralizó. Oí otro disparo, otro

grito…

Me

desmayé

y

cuando volví a despertar no quedaban

más

que

cuerpos

tristes y oscuros sobre la arena de la plaza. Carlos Sánchez del Moral Y allí los tenía yo, delante de mí, suplicantes ante el cerrojo de

mi

semiautomática.

El

niño

me

lanzó

una

mirada

inexpresiva, como si quisiera que le disparase, pero a la vez no. A lo mejor, empezaba a empatizar yo con él, aunque sé que eso no es posible, son traidores, rebeldes merecedores de la muerte, o al menos eso me dijeron. Sean lo que sean, son


órdenes. El padre, abalanzándose, recibió un balazo en la tráquea y así consecutivamente iban muriendo los demás. Una sensación rara se apoderó de mi cuerpo, como de alivio y a la vez de angustia, no sé, pero empiezo a notar que cada vez que lo hago siento menos. Quizás debería preocuparme, pero sé que no lo haré, haré lo que me digan y así sobreviviré. Eryk Srybny

A continuación van apareciendo otras obras importantes como Cinco horas con Mario, de Delibes (Largo monólogo interior de Carmen ante el cadáver de su marido, que constituye un ajuste de cuentas, plagado de reproches, hacia el compañero culto, liberal y tolerante que era Mario). Pero Miguel Delibes no contó todo lo que Carmen habló con su marido. Desde luego, anda que sí, Mario, esposo mío, y perdona mis reprimendas en el caso de haberte ofendido con ellas, si es que eras más blando que el pan en leche y bueno como ninguno. Ahora sí, terco y testarudo también, en eso no te ganaba nadie. Recuerda aquel día en que quise comprar un coche nuevo, amplio y de gama alta, con adornos en los retrovisores y todo, pero tú, dale que dale, te opusiste y no hubo forma humana de conseguir derribar el muro en el que te convertiste, y ahí seguimos, hijo, con el mismo autocar que se cae a pedazos, sucio y cochambroso, que encima no corre casi. O, si no, esa vez en la que se me ocurrió mencionar que había encargado una televisión en la tienda de la esquina, de esas grandes, en color y


Vida, amor y muerte modernas, que encima estaba en oferta por ser de segunda mano, pero vamos, que estaba nuevísima… ¡Madre mía! Cómo te pusiste, chico, que si los ahorros por aquí, las deudas por allí…, pero si el dinero está para gastarlo, querido, y si se gasta, pues ya se volverá a ganar. Nada, que esta vez tampoco me salí con la mía y tuve que regresar a devolver la tele, y ahí seguimos, con el mismo aparato estúpido que cada dos por tres se nos para, y el volumen es ínfimo. Desde luego, si es que vaya momento para dejarme que has elegido, me has abandonado con dos hijas ya creciditas que apenas me hacen caso, claro, si están todo el día hincando los codos en sus estudios y trabajando tal y como tú les inculcaste, en vez de buscar un buen marido y darme algún nieto, que ya están en la edad y se les va a pasar el arroz. Y luego esta casa, que se me cae encima, vieja y llena de recuerdos. Ay, Mario, no podías haber durado unos meses más. Candela Salmerón López Bueno, al fin se han ido todos, me he quedado yo sola para poder velarte, Mario… Parece como si hubiese sido ayer cuando nos casamos, cuando empezamos a amueblar la casa, el primer aniversario y… Ay, Mario, te echo mucho de menos, y que Dios te guarde, pero mira que a veces eras una buena pieza. Se te olvidaban todos los aniversarios y fiestas, y claro, al finas acababas regalándome rosas. Que las flores son muy bonitas una semana, pero los pendientes y las sortijas no se marchitan. Ah, y tampoco me sacabas nunca de casa. Mis amigas siempre me contaban cómo sus maridos las llevaban al teatro, a ver una de esas nuevas comedias, o al cine, y yo aquí, más aburrida que una


ostra. Bueno, sí, sí salíamos, pero era para ir con las niñas a uno de esos museos o exposiciones de arte tuyas. ¡Y los libros! Me podrías haber llevado más a menudo de viaje si no hubiese sido por esos condenados libros. Y, ¿para qué los querías al fin y al cabo, eh?, ¿para que yo limpiase el polvo eterno que se acumulaba en las baldas? Podríamos haber comprado hasta un segundo piso en la playa, donde las niñas pudiesen salir, correr y divertirse. Aunque claro, las niñas no querían jugar con las otras de la misma forma. Porque las nuestras debían ser cultas y tenían que quedarse en casa leyendo ¿verdad? Mucho futuro prometedor, trabajo, carreras o lo que tú digas, pero si no hubiese sido por mí nunca habrían aprendido a comportarse como las señoritas que son. Y aun así tendremos suerte si es que me pueden dar nietos, que a este ritmo, puedo esperar sentada… Marta Serrano López

A partir de los años 70, observamos, en novela, un alejamiento del experimentalismo y un retorno al placer de contar una historia. En teatro, desaparece la censura y se incrementan los premios y festivales de teatro lo que ayuda a su desarrollo. En poesía, tras los novísimos, hay una tendencia a la rehumanización, a la sencillez, a la sinceridad, a la intimidad.


Vida, amor y muerte

Y aquí finaliza nuestro viaje por la literatura.

Dice Juan José Millás: “Imaginar historias se convirtió en una enfermedad.” Espero que este cuadernillo os sirva de estímulo para seguir escribiendo. Os mando un beso muy, muy grande.

¡FELIZ VERANO!


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