1(rREVISTA , EOGRAFI AMERICA ILUSTRADA
MENSUAL
AñOVII-Vol. XIV
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SE"TIEMBRE PRINCIPALES ARTlCUlOS
DE 1940
Núm. 84
DE ESTE NUMERO
El rincón de las "Diez cosas bien hechas" Escenas del Cuzco antiguo Ascensión
al cerro Tronador
De lima a Huancayo Viajando Geografía EL SUMARIO
3R RUENOS
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por América
histórico-política DETALLADO
de Grecia moderna
ESTA EN EL INTERIOR
DE LA TAPA
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Notas
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CONTIENE
NUMERO
ESTE Noticias
El rincón de las "Diez cosas bien hechas" con veint';ocho ilustraciones
Monumentos
y escenas Con ci neO ilustraciones
Dr. JULIO
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Huancavo,
PELLETAN
Dr. J. IMBELLONI
Ascensión al cerro Tronador, De lima
DE KINKELlN
del Cuzco antiguo Dr. ANTONIO
~on on~e ilustraciones
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y un mapa
Dr. AURELlO
MIRO
M. LYNCH QUESAOA
S.
Viajando por América - Los Angeles con veintitrés
ilustraciones
HORTENSIA
R. DE ANESI
Geografía histórico - polÍtic3 de la Grecia moderna con dos i1ustracion~s
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ANORES
un mapa
ANORIOTTl
.. EL MUNDO Y LAS REVISTAS Honduras desconocida: el quetzaJ, por Crift'ina Inés von Hagen Cano - Un nuevo hombre de Neanderthal, por H. V. Vallois -
Cuba y Colombia, por Bd/domero San;" El descubrimiento de] Brasil, por Ruy Hevtor
EL MUNDO Y LOS LIBROS Der Medizinmann am Lenln, por Bertha Koessler - Durch Stadte und Steppen Sudamerikas, por Hermann Burmeister - Las ciudades de los EE. UU., por Luis V. Migone - L'Argentina e gli argentini, por Mario Pu· ceini - Andanzas de una artista, por Andrée Moch - Historia y geografía del Oriente Ecuatoriano, por O. E. Reyes y F. Terán - Hombres de acción, por Juan R6mulo FernáncJez - Geografía, 6° año, por Artulo Carbonell Debali - Bolívar Internacionalista, por J. Pérez Concha - Estadística Industrial 1937 - España: el paisaje y los habititntés¡ por Martín Echeverría
UN CUADRO A TODO COLOR "Paisaje eJe C6reJoba", óleo de Juan Sol
88 ilustraciones Propiedad
Artistica y Literaria - Registro Nacional de la Propiedad Intelectual y dibujo de la tapa registrados bajo el No 161.245.
Año VII - Vol. XIV
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Núm. 84
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MONUMENTOS Y ESCENAS DEL CUZCO ANTIGUO EN LAS RECONSTRUCCIONES PICTORICAS DE LEONIE MATTHIS La ilustración crítica de las principales reconstrucciones pictóricas de la ciudad de Cuzco realizadas por la artista Leonie Marthis, ofrece al autor de este articulo la oportunidad de examinar las características del paisaje y los' monumentos del tiempo incaico
por
J.' IMBELLONI
ODOS recuerdan la última exposición de cuadros realizada en esta capital por la pintora Leonie Matthis durante el otoño 1939. Cuantos en Buenos Aires tienen algo que ver con las artes y las letras pasaron en esa ocasión por la sala central de la exposición Müller, de cuyas paredes las telas de Leonie Matthis hablaban su lenguaje tan insinuante a conocedores y a curiosos. ¡Singular temperamento el de Leonie Matthis! Trabajadora incansable, de exquisita sensibilidad, viajera inquieta que conoce las más lejanas comarcas de la tierra y en cada una de ellas ha captado hondamente los secretos que constituyen el "genio del lugar", de exactitud y honradez poco común,. no sólo nos sorprende gratamente por la modestia de sus modales, la parquedad de sus decires y la fecunda pureza de madre y esposa, sino también por sus multiformes encarnaciones como Intérprete. Parece que posea el don de no repetirse nunca, como Paganini decía de sí mismo. Una vez nos trae, de sus periódicos paréntesis de recogimiento, una docena de telas de la llanura argentina, y otra interpreta la vida como se desarrolló en la Buenos Aires de la Colonia; luego, tras unos años, nos brinda escenas y paisajes de las provincias del Norte, con sus casas solariegas, capillas coloniales y calles calcinadas por el sol. El otoño último Leonie Matthis nos ha traído un regalo delicado y seductor, después de un viaje a Jujuy, y, luego, de una larga estada- en el altiplano de Bolivia y Perú.
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A esta artista inteligente no le faltan, por cierto, ambiciones, Se ha propuesto presentarnos algunos escenarios y monumentos del tiempo de los Incas, tal como fueron antes de que la Conquista diera por tierra con las costumbres y los hombres del período hegemónico del Cuzco. Se trata de un arte sui generi,f, que tiene por propósito reconciliar los caracteres puramente artísticos con la fidelidad y meticulosidad propias de una reconstrucción documental. No es mi objeto, al escribir estas carillas, ocuparme del primer carácter, y por otra parte no tendría la autoridad para hacerla; me limitaré a mencionar que la crítica de -los grandes diarios y ~evistas ha publicado conceptos y apreciaciones muy favorables, en el orden artístico. Respecto a la segunda finalidad, que reviste en el caso presente un valor fundamental, puedo expresar desde ya la opinión que me he formado sobre la obra de la señora Matthis, en lo que atañe a la preparación y meditación que ha precedido a la pura y simple realización pictórica de sus guaches. Formulando de un modo negativo mi' pensamiento, diré que muy pocos entre los pintores de quienes conozco modalidades artísticas v de cultura, habrían tenido tanta vers;tilidad de ingenio y facultad de asimilación de ambientes, y, aún menos, la paciencia de someterse a un estudio serio y documentado de las fuentes escritas y las tradicionales, al sopesar las páginas de los Cronistas del Perú y la topografía antigua del Cuzco. En forma positiva, afirmo que
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de esas puertas trapezoides que son Leonie Matthis ha puesto a contritan conocidas por su aspecto hierático. bución dotes de cultura, paciencia y pasión equilibrada, en una medida que En el cuadro se ven netamerite todas las características del trazo y de la debe ser apreciada por toda persona construcción, de manera que bien poversada en antigüedades americanas. Como todos saben, hay muchos mo- dría realizarse la determinación del esdos de reaccionar ante la forma incom- tilo ny6rario, o de los estilos, porque se evidencian al menos tres. pleta, a menudo borrosa y hasta contraOtro cuadro documental es el que dictoria de las tradiciones escritas, en contraste con la naturaleza misma' de reproduce el patio del templo de Santo Domingo, con su artesonado colonial, las ruinas y los juicios a menudo tan hileras de columnas y claustro convenapasionados de los Cronistas. Después de L. E. Valcárcel, L. A: Pardo y sus tual. Pero el interés de Leonie Matthis compañeros, continuadores de la obra ha sido - principalmente - el de ofreiniciada por Squier y Markham, es cemos un ejemplo vistoso de cómo se evidente que se está abriendo un sen- yuxtaponen y confunden en el Cuzco dero siempre más promisor para los los elementos indígenas y los españoles. espíritus serios, preocupados por res- En la porción mediana de la pared blantablecer las condiciones de la vida an- queada de este corredor se distingue un tigua, trazar planos y esquemas de san- recuadro, relativamente amplio, de un aparejo murario distinto, no cubierto tuarios, enumerar ayLLu y parcialidades, describir objetivamente festividades y por el revoque, con unos cuantos vaedificios. Este florecimiento no excluye nos abiertos en la pared. Se trata de un lienzo de muralla incaica que forque toda vía permanezca en honorpara muchas gentes - el sistema con- maba parte de un templo menor, siempre comprendido por el recinto del trario, de naturaleza lírico-nebulosa, 'y que lo veamos preferido por los es- templo mayor, o Kórikáncha. 'Es cocritores (o "indigenistas", corno dicen nocido por los Cronistas como el templo o capilla de la Luna, o de Mama en el Perú con un sensible tinte pragmáKilla, y según la tradición estaba antico) cuya técnica fundamental consiste en el color de las imágenes y las galas tiguamente tapizado por planchas de de la expresión verbal. plata. La plata fué - como se sabe N o quiero decir con esto que los ,por el desarrollo del pensamiento temcuadros de la señora Matthis sobre la plario - el metal femenino, y por convida del Cuzco antiguo estén todos a siguiente dé la Luna y del metámero la misma altura, ni que por su medio de Abajo, o Urin; el oro, en cambio, se hayan resuelto definitivamente todos fué metal masculino, del Sol y de Jánan los problemas de la topografía y ar- o Arriba; recubría, según se dice, gran parte del interior del Kórikáncha. El queología monumental de los Incas. Por lo pronto, hay un primer grupo cuadro nos recuerda que desgraciadade telas que no son reconstrucciones, mente nos falta todo medio para a veriguar la fidelidad de las antiguas desy cuya finalidad es la de presentamos la impresión de un paisajista culto al cripciones, pues de esta "capilla de la Luna" sólo queda el fragmento murario mirar algunas de las principales ruinas que vemos representado. de aquella ciudad. En esta categoría Pero las obras de mayor responsase coloca, en primer lugar, la vista de un baluarte de la fortaleza del cerro bilidad son - sin duda alguna - las que intentan, no ya reproducir la forma Sákksaiwamán, cuyas gruesas y duras piedras se recortan sobre un cielo semi- actual de los monumentos, sino reconstruir el aspecto que tuvieron .cinco sinublado ,en que las masas de vapores bajos se mueven con rapidez, y esto glos atrás, y animarlos con la vida de contrasta eficazmente con la inmovi- las .sociedades indígenas, en pleno flolidad de las piedras 'inmensas; en un reci~iento. Este cometido implica la lado del baluarte o torreón se abre una realización de dos investigaciones su-
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mamente arduas; la primera comprende el examen de los lugares y las ruinas actuales en representación de lo que fueron, y la segunda persigue el conocimiento. de la vida ceremonial del Cuzco, sus
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ritual y organización. Leonie Matthis, que ha mostrado su capacidad de escribir y hablar con agudeza sobre estos problemas puramente arquitectónicos y arqueológicos, nos ha descr ipt o de manera sumamente eficaz sus sentimientos de artista e investigadora al llegar a la ciudad del Uno de los baluartes de la obra fortificada del cerro Sák ksaiwaCuzco, en una amable mán, la construcción más gigantesca del Cuzco conversación sostenida En nuestra tercera reproducción teante un público curioso e interesado, en el Aula Magna de la Facultad de nemos el cuadro que la señora Matthis Filosofía y Letras. ha consagrado a la plaza Wákkaipáta, "Cuando, después de un viaje largo la mayor del Cuzco antiguo; veamos de y penoso - nos dijo -llegué al Cuzco qué manera ha logrado la reconstrucción de sus aspectos y de su ambiente. llena de ilusiones, un descorazonamiento La primera tarea de la autora fué profundo me invadió frente a la realidad: la labor que creía realizable me la de tomar en cuenta el área de la plaza y los desniveles que debía necesapareció imposible, ante tantas dificulriamente presentar en su estado oritades a salvar. Subiendo .y bajando por las calles estrechas, observaba con gmarro. Sabido es que la ciudad del Cuzco admiración las fachadas de esos granestá rodeada por todos lados de mondes palacios coloniales con portadas blasonadas, que recordaban los de To- tañas y dominada por los tres cerros ledo, Avila y Segovia. Pero - ¿dónde del lado Noroeste y Norte: Sénqua, estaban los restos de los Incas? Fué sólo Sákksaiwamán y Púkamókko; particudespués, al bajar la mirada, que me larmente el segundo, con sus estribaciones, forma la semiplanicie inclinada encontré con sus vestigios, aferrados al suelo. No. efectivamente los Incas no de Norte a Sur y de Este a Oeste en han abandonado la ciudad sagrada, por- que fué edificada la ciudad del Cuzco, sobre una y otra margen de un riacho que no hay muro que no tenga por base turbulento llamado Watanay. Las desla piedra tallada y ajustada con arte de los tiempos antiguos. Sus edificios igualdades del terreno fueron salvadas por sus arquitectos mediante el trazo fueron desmantelados, y reconstruidos después, por los conquistadores, pero de plataformas, o terrazas, numerosisimas, escalonadas una arriba de otra fueron respetados los cimientos, al igual y llamadas generalmente "andén", mienque el trazado de las calles. Realizada tras en Quéshwa su nombre es páia. esta observación, encontré las bases para Cuidadosas observaciones ha realiresolver las incógnitas de mi cometido".
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Claustro del convento de Santo Domingo, en el Cuzco; se divisa una amplia pared de piedra labrada, que aparece más obscura en la Fotografía: es lo único que nos queda de una antigua dependencia del recinto sagrado, la que se denomina comúnmente "capilla de la Luna"
zado la autora sobre este particular, en el mismo terreno. En el cuadro distinguimos de Norte a Sur (en realidad de Noreste a Suroeste) una serie de cinco terrazas, cuya altura ha sido dispuesta en atención a la magnitud del desnivel. Otra serie de los andenes observamos en sentido ortogonal al primero, y entiéndase que el de mayor elevación, que vemos en el fondo de la plaza, puede observarse aún hoy en la ciudad, en .toda su largura, en el lugar ocupado por la Iglesia del Triunfo y por la Catedral del Cuzco. Sobre esa terraza es fama que los Cuzqueños antiguos colocaban durante las mayores festividades, o Ráimi, (IntiRáimi y Qápaj-Ráimi), a los cuerpos momificados y aderezados de sus soberanos (máLlku). Cuando las pompas del culto cristiano reemplazaron las ceremonias antiguas, no por esto fueron abandonados los requisitos fundamentales del ritual, y esto nos hace comprender porque en lugar de los mallkukúna se expusieron en el mismo
lugar las imágenes de les santos. Hoy mismo, durante la semana santa, las procesiones realizan allí un descanso, y, colocadas las estatuas religiosas de idéntica manera, se efectúa la misma exposición y adoración pública. Determinado, de ese modo analítico y documental, el área de la gran plaza, llamada antiguamente Wákkaipáta, o "andenes del llanto", la autora ha tenido que reconstruir los elementos del paisaje, y luego las construcciones y viviendas que abrazaría con la mirada un observador hipotético que se colocara en el lado Suroeste de la misma plaza, algo sobreelevado, como para obtener una visión a vuelo de pájaro. Vemos dibujarse netamente el cerro Pukamokko con sus vertientes escarpadas, seguido a la izquierda del cuadro por el Sakksaihuamán, en cuya pendiente se distingue, con la sucesión de sus graderías, el conjunto arquitec.tónico del llamado "palacio" de KóLlkampála, que la tradición asigna al fundador de la dinastía.
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del Sol. o Irrtipรกrnpa, durante una de las ceremonias del solsticio de Invierno; las momias reales que quedaron Wรกkkaipรกta vuelven ahora al templo del sol, llevadas en andas de oro y adoradas por la muchedumbre.
expuestas
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. : Todos los demás elementos arqui. tectónicos están delineados con atención a las calles antiguas y a los cimientos que todavía son visibles en la ciudad. En lo que concierne, en cambio, a las dimensiones de cada edificio en altura, perfil, techumbre y líneas características, es evidente que la edificación actual de la ciudad del 'Cuzco ninguna indicación útil pod-ía brindar a la autora. Posiblemente otro artista, llegado ante estas dificultades, habría resuelto trabajar de pura fantasía, así como hacen los literatos cuando recurren a los adjetivos altisonantes. , Leonie l\latthis comprendió que se hacía necesario poner mano a otros recursos más afinados, por ejemplo, al de analogía. La ciudad abandonada de Macchu Picchu, en el valle del Urubamba, a unos ciento cincuenta kilómetros del Cuzco, nos ofrece lecciones incomparables sobre la vivienda privada y pública, los templos, torres y miradores, techos,. terraplenes y escalinatas. El viaje, no del todo cómodo; particularmente la ascensión al pico, bien vale la pena, como lo reconoce nuestra artista: "Cuando me encontré cara a cara con esos vestigios - nos relata -la solución de mi problema se me presentó con claridad. Realizar un estudio de esas ruinas es como levantar el telón que mantiene escondida a la vida incaica. He pasado muchos días en ese lugar extraordinario, observando y dibujando, a pesar de la lluvia tan frecuente en aquellas alturas, siempre visitadas por las nubes. Con un poco de ,imaginación .Y adiestramiento se llega a reconstruir sin esfuerzos, por medio de esos restos, cómo tuvo que desarrollarse la vida de la ciudad durante su apogeo". En la soledad de aquellas rocas y abismos probó la señora Matthis emociones profundas y fué tocada por la inspiración. "Me parecía ver a los edificios intactos y un hormiguero humano vestido de colores vivos, rojo, anaranjado, negro y plata, subiendo y bajando los millares de gradas que comienzan al pie de la montaña. PQ.r todos lados escaleras y andenes o plataformas, unas
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sencillas y otras majestuosas, de piedra pulida y brillante. Allá están las prisiones con sus instrumentos de tortura, aquí las casernas; allí el cementerio, las grandes tumbas con pasillos profundos, las paredes revestidas dé piedras finamente trabajadas. He aquí los templos, con sus altares, nichos trapezoidales, puertas, ventanas; allí la torre maciza de dos pisos, con pequeñas aberturas que servían de observatorio para localizar al enemigo. , .". Familiarizada con el arte de la construcción. el modo de techar v las características de la línea arquitectónica de los edificios del período incaico, vuelve nuestra autora al Cuzco, y emprende el estudio de los Cronistas y tradiciones diversas, con el fin de reunir todas las noticias transmitidas sobre los mayores edificios públicos y los recintos de linajes imperiales se proyectaban hacia la plaza central, o Wákkaipáta. En el centro del cuadro, algo a la derecha, observamos, ante todo, la extraña forma del Súnlurwá.ú, o "casa redonda", que estuvo emplazada en donde hoy está la Iglesia del Triunfo; la autora ha tenido presente el modelo de la torre o bastión redondeado de Macchu Picchu; el gran recinto 'que la comprende es el palacio imperial de Wiracocha, llamado Kishwarháncha, o "cerco de los álamos". Vemos en el lado izquierdo del cuadro la pared externa del Klasána, o recinto del linaje de Pachakutéj; su nombre significa "lugar helado", y, como se ve, está colocado bajo la misma pendiente del cerro Sákksaiwamán. También están figurados, en parte, los recintos Jatunkáncha y Pukamárka, respectivamente de los linajes del Inca Yupanki y Tupak Inka Yupanki. La pintora no ha tenido dificultad, después de la lección objetiva, brindada por las ruinas del Urumbamba, para interpretar con justeza el significado de la antigua palabra Káncha, o "cerco", la que indicaba el recinto de murallas con que se ceñían las propiedades de cada' .linaje, sin caer en la trampa tendida por la terminología de los Cronistas, los cuales nos hablan de "palacios" destinados a cada ayLLu. Muchos
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O La plaza mayor del Cuzco, llamada por los antiguos Wákkaipáta, o "andenes del llanto". La artista la ha representado durante el desarrollo de la solemnidad religiosa del solsticio de Junio, llamada Inti-Ráimi. La muchedumbre rompe en grandes alaridos para saludar la salida del sol. La ciudad del Cuzco, nos dice ",1 cronista Cieza de León, está fundada en un sitio bien áspero y por todas partes cercado de sierras, entre dos arroyos pequeños, el uno de los cuales pasa por medio, porque se ha poblado de entrambas partes. Tiene la ciudad a la parte del norte, en el cerro más alto y más cercano a ella, una fuerza, la cual por su grandeza y fortaleza fué excelente edificio. En el comedio cerca de los collados della, donde estaba lo más de la población habla una plaza de buen tamaño, la cual dicen que antiguamente era tremedal o lago, y que los fundadores, con mezcla y piedra, lo allanaron y pusieron como agora está. Desta plaza salían cuatro caminos reales; en el que llamaban Chinchasuyos e camina a la tierra de los llanos con toda la serrania, hasta las provincias de Quito y Pasto; por, el segundo camino que nombran Condesuyo, entran las provincias 'que son ubjetas a esta ciudad y a la de Arequipa. Por el tercero camino real, que tiene por nombre Andesuyo, se va a las provincias que caen en las faldas de os Andes ,y a algunos pueblos que están pasada la cordillera. En el último camino destos que dicen Collasuyo, entran las provincias que llegan hasta Chile
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~on los visitantes del Cuzco que, tomando muy en serio esa traducción, se imaginan que las calIes antiguas estaban limitadas integralmente por grandes cuerpos compactos que ocupaban con su fachada toda la "cuadra". En este asunto nó sólo l\lacchu Picchu, sino también Pachacámaj y Chan-Chán nos enseñan de manera clara cómo estaba aprovechado, dentro' del muro exterior de cerco, el espacio de cada-uno de esos recintos. En el lado Sureste de la plaza de Wákkaipáta, que figura en la extremidad derecha de la tela, yernos el cerco exterior del famoso LlkLLawá.J'Í, o recinto de las "Escogidas" . No se asombre el lector al verlo tan exiguo, por que la inmensa "káncha" de las favoritas del soberano y de la corte, se extendía relativamente poco de Este a Oeste, y en cambio muchísimo en sentido longitudinal, de N arte a Sur, como para tener el lado septentrional en Wákkaipáta y el meridional en las inmediaciones del Kórikáncha. El momento elegido por la autora es la salida del sol, en un día de grandes solemnidades, el Iriti -Ráimi, o fiesta del Sol, que se celebraba en el solsticio de Junio. La salida del astro vivificador daba origen a un gran alboroto del enorme público reunido en los andenes de la plaza, en torno al sacerdocio, a la nobleza de oficio y de sangre, a los Orejones y al mismo Sápaínka, o soberano teocrático del imperio. Todos los Cronistas nos hablan de ese inmenso griterío y altos alaridos de la muchedumbre, y ello coincide con lo que sabemos de todos los pueblos que, siguiendo el sistema templario del tiempo, temían profundamente que el Sol se apagara un día, en señal de la ruina definitiva de una Edad del Mundo. Pero la otra mitad de la ceremonia: las invocaciones, desesperanzas y gritos angustiosos de las horas más altas de la noche, en la inminencia del dudoso crepúsculo, sólo las vemos contenidas en la denominación de la plaza: "andenes del llanto". Abundan, en cambio, los testimonios mexicanos, que habrían permitido completar nuestro conOCl-
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miento del ritual peruano, si las religiones de América hubiesen tenido descifradores ab interiore, en lugar de simples descriptores impresionistas. El cuarto de nuestros grabados reproduce otra reconstrucción del Cuzco incaico realizada por la señora Leonie Matthis. Es la plaza lIamada Iniipámpa, situada ante el recinto sagrado; Kórikáncha. Otro cometido de gran responsabilidad, el de dar formas a un recuerdo más o menos borroso, a unos cuantos residuos murarios y páginas de Cronistas, cuya interpretación ha dado pábulo a más de una disputa de eruditos. Nada serio hay, hasta hoy día, en materia de reconstrucciones plásticas. "Ignoro - dice nuestra autora - si algún artista o arqueólogo ha intentado reconstruir el conjunto de esta plaza. Por mi parte, yo he ido al Cuzco con el deseo punzante de realizar ese propósito. Os confieso que al verla tan distinta de lo que había imaginado, me sentí desanimada. La plaza tiene el lado mayor de casi cien metros, y es bastante alargada. Al costado Sur, una iglesia y los muros que cercan al gran convento de los frailes dominicos. Al Norte, Este y Oeste, edificios de arquitectura colonial. La' mayoría de los muros, incaicos; el terreno en pendiente de Norte a Sur y de Este a Oeste. Durante cerca de dos meses he ido allí todos los días, para tomar apuntes y reflexionar. En efecto, mi tarea se presentaba erizada de una serie de dificultades. En primer término: ¿dónde se levantaba, exactamente, el templo del sol?; ¿cuáles eran sus limites": ¿a qué altura se elevaba sobre el nivel del suelo?" . Cada una de estas preguntas preliminares reclamaba un estudio serio. En esta clase de búsquedas, hay que proceder con la rigurosidad metódica de las ciencias, esto es, desde lo conocido y seguro, hacia lo probable y satisfactorio. Lo primero es muy poca cosa, en verdad: l°, una muralIa de trazo redondeado, hacia el lado de poniente con un desarrolIo de unos cuarenta y cinco metros, cuya construcción es magní-
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La artista Leonie Matthis ha intentado también darnos una idea plástica de lo que e~a el templo del sol en su interior. Es el momento en que el mismo Sápaínka entra en el templo trayendo vasos y ofertas: detrás de él resplandece el sol de la plaza
fica y soberbio el material pétreo, color gris obscuro, con un aparejo murario que es el mejor de cuantos se conservan en la ciudad; 2°, fragmentos de muros antiguos engarzados en el claustro de Santo Domingo, que encerraban cuatro celdas, opuestas de dos en dos; y 3°, un larguísimo muro de cerco hacia la calle, al levante. Muchos han opinado que el actual ábside circular de Santo Domingo fuese uno de los extremos lados menores del templo incaico, y este parecer lo vemos adoptado por escritores locales de gran autoridad. Pero, naturalmente, nadie ha logrado corroborar este punto de vista de manera directa y definitiva. Nuestra artista lo excluye, y agrega una hipótesis ingeniosa con respecto al significado de esa parte del recinto sagrado: dice que bien pudo ser el cerco murario que encerraba el famoso "jardín de oro" descriptc por ciertos Cronistas, o simplemente un bastión o baluarte circular, del conocido tipo que ofrecen los observatorios, o intiwalána. Y por cierto ninguno de los
descriptores antiguos más objetivos del Kórikáncha nos ha' hablado en sentido favorable a la presencia de un "coro" abovedado o simplemente sernicilindrico, como lo presentan comúnmente las iglesias católicas. La imagen que nos transmite Salkamaiwa Pachakuti del lienzo murario occidental, que formaba el fondo del templo, parece excluirlo terminantemente. Sin- hacer de ello un argumento definitivo, me inclino a considerar que la arquitectura de trazo circular no fué para los constructores incaicos característica de la edificación religiosa, y más bien de las fortificaciones. Más que en templos, la encontramos en recintos de fortalezas, bastiones y torrecnes, y en observatorios, t ya se consideren éstos como obras meramente militares, - ya como astronómicas. Por estas razones, la hipótesis sostenida por la señora MaUhis bien merece ser objeto de consideración más atenta por parte de los especialistas en topografía y monumentos cuzqueños. En lo que respecta a las características exteriores del templo, nuestra
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temática más familiar, como lo son el pintora se ha mantenido en lo posible fiel a las descripciones de Garcilaso y culto egipcio, el oriental y el de nuestras Cieza de León. La techumbre -- nos iglesias. Hechas estas reservas, debo añadir, dice el primero - "era de madera, muy en honor a la verdad, que la artista alta, porque tuviese mucha corriente, ha tenido también en esta tela, la suerla cobija fué de paja, la puerta principal te de contar con hallazgos notables. miraba hacia el Norte". Y el segundo añade: ((A media pared, Una cinta de _En primer lugar, el de dar consistencia plástica al dibujo esquemático de Saloro de dos palmos de ancho y cuatro kamaiwa Pachakuti, en la represendedos de altor". Los nichos, escaleras y terrazas han sido colocados por la tación del paño occidental, o fondo prinartista con fino juicio: las primeras por cipal del templo. Luego, la idea de representar las paredes laterales ligeanalogía con lo que vemos en Kóllkamramente convergentes hacia lo alto y páta, Ollántaytámpu y muchos otros monumentos; las últimas, después de con sensible convexidad; este carácter un concienzudo estudio de las pen- no sólo es visible en el templo de las dientes del terreno y les desniveles de Ventanas de Macchu Picchu, sino también en la impropiamente llamada "eaplanos. La escena representa la vuelta al pilla de Venus", del mismo Cuzco. Espero que mis buenos amigos peLntipámoa de la procesión que procede de Wakkaipála. Los mállkukúna, o mo- ruanos. el doctor Valcárcel, de Lima, mias reales, son transportados en an- y el doctor Pardo, en unión con los demás miembros del floreciente Instidas doradas, nuevamente a sus nichos tuto de Arqueología del Cuzco, sabrán del Kórikáncha, después de haber queperdonarme, por haber invadido un dado expuestos en aquella plaza durante el Inti Ráimi, o fiesta del Sol, como lo terreno que por todas razones pertenece a su especializado dominio, y casi vimos en la tela anteriormente descripta. Por fin, el mismo templo del Sol ha estoy seguro de ello, en vista de lo que movido a nuestra autora a intentar su constituye mi finalidad. Esta ha sido la de hacer conocer a un más amplio reconstrucción interior. Aquí la tarea número de personas interesadas en la es de otra Índole. Si debo abandonarme reconstrucción rigurosa del pasado ina mi propio sentir, prefiero las visiones exteriores de la artista, para cuya reali- caico, la nobilísima obra cumplida por Leonie Matthis. Espero también que zación ha tenido a mano mayor número su ejemplo convenza a los dibujantes de antecedentes y más satisfactorias soluciones. Para ser más claro, diré y plásticos en general, no menos que que en este ((interior del templo del Sol" a los escritores, de que la verdadera evocacién de ese pasado puede lograrse la autora ha empleado con idéntica honradez, todos los elementos que la por medio de la reconstrucción crítica y severa, más eficazmente que por los tradición y los documentos ofrecían, pero es necesario añadir que ellos no vuelos de fantasías desencadenadas y son suficientes para formarnos una magnilocuentes. imagen satisfactoria. En cuestiones tan De nada vale escribir carillas y volúmenes llenos de adjetivaciones audade1icadas corno son la liturgía, los adoratorios y templos, el adorno sagrado ces, así como pintar telas y grabar planchas donde las mayores visiones y la plástica del simbolismo religioso de pueblos y sistemas sacerdotales que de la perfección se fusionan con las más no conocemos sino muy imperfectasuntuosas imaginaciones de la belleza. Esas obras de la pluma, del pincel mente y cuyo contenido íntimo se escapa o del buril resultan siempre, y necesaa nuestra penetración, se corre siempre el peligro de inclinarnos hacia interriameute, compuestas de motivos extraños, que se repelen mutuamente, y pretaciones que revisten un carácter amanerado, con la adopción de "clisés" que no logran formar una unidad ni una armonía. mentales y plásticos propios de una