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REVISTA! EOGBAFICA MERICA A MENSUAL
ILUSTRADA
MAYO DE 1938
. Año V - Vol. IX
Núm. 56
PRINCIPALES ARTICULOS DE ESTE NUMERO La tradición
teratológica y las deFormaciones corporales Apuntes Geo-Históricos Algo sobre Cerámica Tapajoara El Hombre de Yáví Islotes del Océano Atlántico Recuerdos de Escocia Nueva Zelandia
EL SUMARIO
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ESTE NUMERO CONTIENE
Notas
y Noticias
La tradición
teratológica
y las deformaciones
corporales
17 ilustraciones
con
Apuntes
Dr. JOSE
~on 2 mapas y 6 ilústr acioties mi
de de ex
Algo sobre Cerámica
Dr. VIDAL
VIDELA
ARGENTINO
B. ROSSANI
de Yaví '
I ilustración
con
FERREYRA
Tapajoara
con 7 íiustracíones
El Hombre Islotes
IMBELLONI
Geo-Históricos
Dr. JOSE
del Océano
IMBELLONI
Atlántico
con 3 ílusíractones
Recuerdos
J. BARRA
de Escocia
con , mapa y 13 ilustraciones.
Nueva con
JOHN
I mapa
y
15 ilúsíraciones
FRANK
EL MUNDO
J. WILLIAMSON
Y LAS REVISTAS
el
arte esquimal, por Froeltcñ G. Rainey Origen del nombre Antilla, por G. R. Crone turísti~a~ de las Islas Vírgenes Nosogeografía y Geografía Médica, por el Prof, Tumbas mayas encontradas en el Valle de Guatemala. (Sociedad de Geografía de Guatemala) Los jardines de corales de la Gran Barrera de Arrecifes, por T. G. Roughley. y bellezas de la selva colombiana, por el Pro], Ciacomo Pcroni.
e! el
Misiones:
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ARNOTT
Zelandia
Antiguo nidedes
-
EL MUNDO
Opor tu-
Dr. Eugenío
Oberhummer -
e
-
Historia Horrores
Y LOS LIBROS
Iguazú, el Alto Paraná y el cultivo de la yerba mate, por Alberto Carlos Muello Argentina, por Luis G. Repello El Universo, La Tierra y el Hombre. por Lorenzo Dagnino Pastore - Europa y Oceanta, por Julio B. Lafont - Nociones de Mineralog¡a Argentina, por la Dra. fosef a G. de Pelées De Venise Pékin au Moyen Age, por Odoríc de Pordenone - Memorias del Jardín Zoológico de La Plata, T. VJ J. las cataratas del La Mesopotamia
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UNA LAMINA
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A TODO
COLOR
"El Hombre de Yaví", óleo de Ismael Astarloa 72 Ilustraciones
o Propiedad
Artístjca
y
Literaria
Año V - Vol. IX
.. Dibujo de la tapa y titulo, registrados en la Oficina República Argentina bajo el número 161.245.
MAYO 1938
de
Marcas
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Núm. 56
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O 2074 -2076 BUENOS AIRES TELEFONOS 47CUYO 2938 y 402.
AÑO V - No 56
AIRES
MAYO 1938
REVISTA GEOGRAF A AMERI~ANA
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JOSE
BUENOS
SAN JUAN 738 U. T. 23-0487
ANESI Director
LA TRADICION TERATOLOGICAY LAS DEFORMACIONES CORPORALES por el Dr.
J.
IMBELLONI
Fiel a JU programa, de anticipar a sus lectores las primicias de lo que en el campo de los esludios etnoláqicos se produce en los países americanos, REVISTd GEOGRdFICd dIJJERICd.Yd ofrece hoy un capítulo de la obra sobre las Deformaciones del cuerpo humano de carácter étnico. que saldrá proximamente, formando un nueoo volumen de la Biblioteca HUllldNIOR, Dicho lomo. del que es autor el Pro}. rldolfo Dembo, está precedido por una parte introduciioa del Dr. Imbellon i, en diez párrafos, el presente constituye el primero.
dos caminos, hoy como ayer, procede el espíritu humano en su afán de descubrir la variedad y esencia de los fenómenos del mundo. El primero es seguido por aquellos que proyectan la mirada hacia afuera, en la esperanza de captar lo más exacta y objetivamente posible la naturaleza formal y causal de las cosas, el segundo por los que acogen el reverbero de los objetos exteriores en sus propias creaciones subjetivas; aquél busca la guía de la crítica, éste se refugia en el sentido profético. El concepto de las deformidades del cuerpo humano lo encontramos ya objetivamente fijado, al menos en el caso de la plástica artificial del cráneo, por Hipócrates, Pomponio Mela y Estrabón, los cuales reconocieron en las estrafalarias cabezas de los pueblos del Mar Negro el efecto de prácticas realizadas por las madres, intencionalmente. Pero es innegable que tales conocimientos objetivos no salieron de un pequeño círculo de médicos, geógrafos
P
OR
y naturalistas; en cambio la concepción 'de las deformidades corporales tomó asiento definitivo y universal en la conciencia de los antiguos por efecto de atrevidas creaciones de la fantasía. Mientras las especulaciones sobre la forma de la tierra habían ido creando - por una parte - el concepto de una porción habitable, rlrücctonia, diametralmente opuesta a las comarcas conocidas y dividida en dos o cuatro continentes, la fantasía de los novelistas - por la otra - se había empeñado en imaginar las diversas formas corpóreas de los seres que la habitaban, fueran ellos AntictonioJ', en general, o, más específicamente, AnUpodaJ', Difícil sería averiguar hoy, cuáles estímulos obraron en este proceso imaginativo y si se trató realmente de la generalización del conocimiento de diferencias somáticas territorialmente más cercanas, como, por ejemplo, la de los pueblos pigmoides de las fuentes del Nilo, o Nasamones, .ya conocidos por la antigüedad clásica, o de la simple presunción de que la natu-
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REVISTA
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Los hombres sin nariz según la Crónica de H. Schedel (1493), en la que el autor reunió las deformidades descriptas por los antiguos
Grabado de Schedel que representa a los homobres con el labio extendido a guisa de delantal. P6ngaselo en relación con el aspecto de las dos mujeres africanas cuyas fotografías se publican en este mismo .a rticulo
Hartrnann Schedel ha representado en este grabado a los hombres con orejas desmesuradas
AMERICANA
raleza, desdeñando la repetición monótona de sus propias formas, debía haber creado, en su caprichosa fecundidad, distintos esquemas de organismos. No hay que olvidar que los escritores modernos, se llamen Cyrano de Bergerac, [onathan Swift o H. G. Wells, no han obrado de otra manera al construir las imágenes corpóreas de los supuestos habitantes de la luna, del país de Gulliver y del planeta Marte. El hecho es que inmensas masas de hombres creyeron, a partir de la antigüedad grecorromana hasta el Evo Moderno, en la existencia de hombres, confinados en los extremos de la tierra o en comarcas inaccesibles, cuyas descripciones pueden denominarse, como lo hizo Berger de Xivrey, una verdadera tradición teratológica: hombres sin boca, otros con un solo pie, de planta ensanchada a guisa de parasol, que les sirve para defenderse de los rayos solares, otros con un solo ojo en la frente, otros sin cabeza, otros con los pies dirigidos hacia atrás, otros hermafroditas, con la mama derecha masculina y la izquierda femenina, etc., etc. Estos seres tan extravagantes no eran ya personas aisladas o degeneraciones esporádicas, como podríase pensar, sino seres normales, reunidos en grupos compactos y pueblos; los antiguos hablaban corrientemente de la "nación" de los rlsiomas, de los SquiápodoJ" (o Sombripodos), y, respectivamente, de los Jl1onóculoJ", Acéfalos, Opistápodas, AndróginOJ", etc. De este fondo teratológico debieron surgir - en su mayor parte - las descripciones fantásticas y la iconografía de hombres deformes y bestias extraordinarias que tuvieron tanta difusión en la Edad Media, ya sea cuando se narraban las hazañas de Alejandro el Macedonio en las comarcas del lndo, ya cuando se describían los primeros viajes de aventuras entre pueblos desconocidos y luego también en la época precursora de los grandes viajes de exploración. Durante el Renacimiento se habló a menudo "dehombres con orejas tan grandes, que una les servía de almohada y la otra de cobija, o que podían defenderse de los rayos del sol haciéndose sombra
LA TRADICION
TERATOLOGICA
y LAS DEFORMACIONES
con el labio inferior, de amplitud desmesurada. En cuanto a los hombres provistos de cola, la difusión de esta fábula se ha perpetuado hasta nuestros tiempos, y no pocos lectores recuerdan haberla encontrado en muchos escritos "serios" de ayer. Lo curioso es que si uno quiere separar una de otra las dos influencias, esto es, las viejas tradiciones tera tológicas puestasen circulación por la novela clásica y los errores de interpretación divulgados por viajeros relativamente modernos, la investigación se detiene de pronto ante una zona de confusión recíproca, cuya valorización resulta sumamente oscura. Lo más prudente es conformarse con el pequeño número de identificaciones etnográficas que logramos realizar con un grado aceptable de evidencia. Así, por ejemplo, en el caso de las poblaciones con orejas desmesuradas de que hemos hablado antes, no es difícil reconocer a los pueblos que tienen por costumbre modificar ese órgano mediante estiramientos, ensanchamientos y perforaciones de la parte elástica, hasta conseguir deformidades que sorprendieron hondamente a los primeros observadores. Tampoco podría excluirse que las "naciones" con el labio extendido a guisa de delantal tengan atingencia con los conocidos pueblos que llevan platillos, reseñados por Dembo en el Cap. VI de la obra comentada, y el aspecto que les atribuye el grabado de Schedel aquí reproducido, a pesar de ser un documento relativamente tardío (Siglo XV), confirma esta conjetura. Con respecto a los hombres provistos de apéndice caudal, la etnografía ha registrado un cierto número de tribus que suelen llevar en la cintura pieles de castores y de monos, de modo que la cola de estos animales quede colgando entre las nalgas (Nyam-Nyam), o que se adornan con un larguÍsimo fleco de fibras vegetales (mujeres Bongo). Para el conocimiento del espíritu humano y la historia de las ideas, revisten gran importancia las fluctuaciones :y transformaciones observadas en el desarrollo de esta doctrina, en la que, según hemos visto, la fuerza de lo mara-
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Una concepcion enfermiza: seres híbridos con el cuerpo de hombre, pies y cuernos de cabrón
Pueblos semibestiales, según un grabado Schedel, que perseguían a los animales
de
La fantasía de [os antiguos creó seres como el que represen ta el grabado: hom bres con pies de cahallo
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AMERICANA
"
Los Astornas o seres sin boca, qu-e'- se alimentaban con la succión de liq uidos. como los representó Hartmann Schedel
Una tradición afirmaba la existencia de seres humanos con cabeza de perro llamados Cinocéfalos
Hombres
con un único ojo nóculos)
en la frente
(Mo-
Andróginos,
seres por mitad mitad mujeres
hombres
y
por
vilioso y la atracción de las monstruosidades se han demostrado infinitamente más capaces que la ciencia objetiva y crítica de influenciar el pensamiento de los hombres. A pesar del breve paréntesis representado por Hipócrates, el carácter del primer período, que llega hasta la mitad del Siglo XVII, fué la creencia que las deformidades del cuerpo humano fuesen de naturaleza fisiológica, y predominó la tendencia a conectar los territorios lejanos o poco explorados con la posibilidad de monstruosidades naturales. El segundo período, que comienza con el cundir de relatos acerca de las civilizaciones de América, particularmente por obra de los Cronistas de Indias, destruye este concepto, al menos en lo que respecta a la deformación de la cabeza y del pabellón auditivo. Durante los siglos XVII y XVIII se acumulan siempre más numerosos testimonios sobre mutilaciones, coloraciones y compresiones corporales de pueblos de América y de OceanÍa, lo que contribuye a establecer sólidamente el concepto de su origen intencional. Sin embargo, quedó inalterada la presunción de que tales prácticas eran costumbres peculiares de los pueblos indígenas, completamente ajenas a los pueblos históricos, y que formaban parte de aquella esencia distintiva, imperfectamente definida pero netamerite presentida, que informaba los conceptos de "exótico" o "salvaje".
LA TRADICION
TERATOLOGICA
Hombres con los pies dirigidos hacia atrás tópodos)
y LAS DEFOR,vlACIONES
(Opis-
A esta última valla infirió un golpe definitivo la mentalidad naturalista del tercer período, particularmente desarrollado en Europa en la segunda mitad del Siglo XIX. La observación más atenta y menos apriorista de los etnólogos de ese período destacó que también los pueblos más civilizados de la época actual practican la coloración cutánea, dentaria y capilar, la perforación de tabiques y lóbulos, la inserción de adornos metálicos y pétreos, y toda clase de mutilaciones corporales, insistiendo en el hecho que ninguna de ellas se distingue categóricamente de las deformaciones en uso entre los pueblos que erróneamente se denominan "primitivos". La tendencia "adeformar, esto es, alterar los caracteres naturales de alqunas partes del cuerpo, es una de las caracieristicas comunes a la naturaleza humana en iodos los estados que nos son conocidos, desde el más primitivo y bárbaro hasta el más civilizado y refinado; esta enunciación tan clara del concepto predominante en la etnología moderna pertenece al óptimo ensayo de W. H. Flower y podría representar cabalmente nuestro pensamiento, si no fuera necesario corregirla, un tanto, en lo que tiene, para la culturología, de demasiado universal por un lado e indiferenciado por el otro. Naturalm~nte no faltan ejemplos sorprendentes de la fijeza de ciertas deformaciones y hasta de ciertos métodos y técnicas empleados para obtenerlas, a
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Hombres con la planta del pie tan amplia que puede servir de parasol (Squiápodos o Sombripodes)
Pigmeo en lucha con las grullas (según Hartmann Schedel en su crónica publicada en Alemania en 1493)
Los hombres sin cabeza .llamados Acéfalos, figuran entre las más curiosas tradiciones teratológicas
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Viñeta publicada por Ranke en la que muestra a un hombre Nyarn-Nyarn ya una mujer Bongo (ambos africanos) con sus apéndices animales y vegetales que indujeron a los primeros via- jeros a creer en la existencia de hom bres con cola
pesar de largas distancias de tiempo y de territorio. Prescindiendo de las perforaciones del lóbulo de la oreja, del tabique y las aletas nasales, - que son todavía en la India moderna y en nuestra civilización receptáculo de adornos análogos por forma y materia - de las características arquitectónicas del peinado, que son comunes a las mujeres civilizadas y a las del Africa sub-ecuatorial, y de las pinzas de depilar las cejas, que no sufren cambios desde los pueblos Bantu hasta nosotros, será suficiente recordar el uso de cierto calzado de la mujer blanca que recuerda por su efecto plástico la deformación de la mujer china, el uso del corsé la moda de Versailles, análogo por sus efectos al corsé metálico de las mujeres Iban de Borneo, el uso
a
í
AMERICANA
de los afeites y coloraciones cutáneas modernas, incrustaciones dentarias, tatuaje, etc. Pero un -ejemplo realmente- brillante de convergencia, hasta en el modus operandi, es el que nos presenta Flower cuando nos describe la práctica difundida en numerosas islas del Pacífico Occidental, cuyos nativos modifican el color del cabello, que es de un negro azabache, mediante la aplicación del polvo de cal, que obtienen de la combustion de ramitas de coral, tan abundante en aquellas playas. El efecto de la aplicación es convertir el color negro en un color castaño de superficie mate y tono ambarino. Ahora bien, este mismo color ar tificia], que corresponde al tinte tanné que fué clásico entre las mujeres a la moda especialmente en Inglaterra, durante la época del romanticismo a la Ruskin, se conseguía en la Europa Occidental mediante recursos absolutamente idénticos a los empleados por los pueblos de Melanesia. Al trazar el plan de la Biblioteca Humanior creí necesario, ya desde el principio, un tomo en que la doctrina de las deformaciones se encontrase llevada al día con claridad de líneas conceptuales y fidelidad y abundancia de ejemplos y materiales etnográficos. Desde los primeros días ofrecí esta tarea a Adolfo Dembo, como una oportunidad para poner en juego toda la delicadeza de juicio que ella demanda, junto con la paciencia benedictina que requiere la investigación en una literatura científica, densísima y a menudo confusa. Además de la literatura universal, este libro tiene, corno fuente más próxima, un caudal de contribuciones y trabajos de laboratorio realizados directamente sobre el material osteológico americanoreunido en las coleccion:es de tres instituciones nacionales: el Museo Argentino de Ciencias Naturales, el Museo Etnográfico y Antropológico de la Facultad de Filosofía y Letras y el Museo de La . Plata. El lector encontrará la nómina de mis" trabajos personales dedicados al problema de la deformación, en la bibliografía del Cap. XIII de la obra de Dembo. Son monografías publicadas.
LA TRADICION
TERATOLOGICA
y LAS DEFORMACIONES
CORPORALES
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Otra mujer de la tribu Sara-Dyindyé con sus platillos labiales; obsérvese el aspecto co mparándolo con el segundo grabado de Schedel
Mujer de la tribu africana de los Sara, de la Nigeria, con los característicos discos labiales
desde 1921 hasta 1934 y en su mayoría se refieren a la deformación cefálica, pero también la doctrina general de las deformaciones fué abordada en el curso de lecciones dictadas en 1932 en el Museo Argentino de Ciencias Naturales. Han sido aprovechados, además, los resultados del doctor Ramón Pardal (ver Bibliografía XVIl)y los del propio autor. Adolfo Dembo, como se sabe, ha emprendido a investigar un sector sumamente interesante, el de las deformaciones dentarias, a las cuales ha dedicado cuatro notas, insertadas en la Bibliografía VII, cuyo mérito positivo es el descubrimiento de una técnica dentaria de complejidad insospechada en la Patagonia austral.
Las deformaciones corporales que se ilustran en el tomo citado no comprenden las prácticas individuales, sino solamente las colectivas, esto es, las que, transmitidas con la costumbre de los mayores a todo un etno, en la continuidad del tiempo llegaron a constituir un hábito perdurable, un verdadero canon, es decir, un elemento característico de su conducta moral y de su estética. La primera parte de la obra comprende las alteraciones totales o parciales del tegumento. Algunas son cambios cromáticos transitorios obtenidos por medio de sustancias pigrnentarias aplicadas uruforrnemente (coloración) o con cierto ritmo, ya sea en la combinación de los colores como. en la disposición de los dibuj os (pin tura corporal). Entre las mutilaciones tegumentarias tenemos el dibujo de cicatrices y el tatuaje. El primero, frecuentísimo entre los negros del Congo, consiste en la apertura del tegumento para colocar cuerpos extraños en la herida, con el propósito de producir un relieve más o menos notable del tejido cicatricial, acompaña-
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do: de una sensible diferenciación pigmentaria.
Sería casi innecesario hablar del tatuaje, si no fuera porque bajo este rubro la mayoría de los autores incluyen prácticas muy distintas. Hablando con propiedad, el tatuaje comprende mi cierto número de prácticas destinadas a modi-. ficar la 'coloración de la piel, sin. elevar/a, mediante la ruptura del tegumento y la introducción de sustancias colorantes en las heridas. Las mutilaciones de la oreja (lóbulo y reborde auricular), de la nariz (septum y alas), de los labios y de los dientes, constituyen el objeto de los cuatro capítulos (IV-VII) de la parte segunda, titulada Deformaciones faciales. La parte tercera versa sobre la curiosa práctica del engorde artificial (capítulo VIII); la plástica del tronco (capítulo IX) por el uso de instrumentos cornpresores, entre los cuales el corsé ocupa el lugar de preferencia; las deformaciones de los miem bros (X); Y por último, el XI, sobre mutilaciones sexuales. La parte cuarta está consagrada totalmente al estudio de las deformaciones cefálicas y comprende siete capítulos. Entre todas las alteraciones artificiales, . el estudio de la deformación craneana e~·el más elaborado, ya sea en sentido puramente técnico, ya como elemento .de diagnosis cultural. Esto explica porqué se le ha dado en la obra citada una. ,mayor extensión que a las demás deformaciones, algunas de las cuales' recién ahora comienzan a entrar en la elaboración etnológica. Con tales bases ofrecemos serenamente a los estudiosos el fruto, no sólo de una recopilación, sino también, y principalmente, de investigaciones originales acumuladas con lentitud en el espacio de más de tres lustroso Adolfo Dembo, el más joven de mis colaboradores, ha demostrado, además de la ductilidad de su inteligencia, el alto grado de su capacidad de trabajo y el poder de una voluntad disciplinada; los lectores pueden formarse una idea del análisis cumplido, al medir la inmensa mole que representan las bibliografías del tomo y la otra, sin duda más importante, de
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los datos metódicamente registrados en sus páginas. No tengan los jóvenes miedo a los que se han llamado, a veces despectivamente, los "hechos brutos". Hay, por desgracia, toda una literatura ligera y pretenciosa que tiene por costumbre mofarse de los "coleccionadores de datos", y lo más censurable es, justamente, que esta corriente tenga su punto de partida en ciertas posiciones seudo-filosóficas. ¿ No se dan cuenta esos jóvenes que el abuso de la introspección lleva a distanciarlos de la observación de la realidad? ¿que no ha habido obra alguna del pensamiento, durable, que prescindiera de lo que se llama la "encuesta"? . ¿que una sola hora de síntesis supone diez años de análisis? ¿que necesita contar con muchas formas bien observadas y criticamente discutidas, posiblemente con todas las formas creadas por el hombre y con la totalidad de las formas que le es dado crear, si no se quiere precipitar nuevamente en los moldes forjados por el pensamiento deductivo? Inconsulto es decir: "Esto es materia del antropólogo o del geógrafo, del carpintero, del cirujano o del zapatero; nosotros hacemos .filosofía únicamente con los libros de los filósofos". Muy al contrario, de estas cosas humildes y desdeñadas nace la posibilidad de un seguro y estrecho contacto con la naturaleza Íntima del hombre, así como la visión de su unidad profunda y de sus desigualdades superficiales. Naturalmente, nuestro trabajo de ningún modo podría limitarse a la fase primordial, que es la encuesta, ni a las que le siguen inmediatamente y comprenden las actividades descriptivas y clasificatorias. Si queremos realmente penetrar los secretos del alma humana, tendremos que abandonar el muy fácil modelo que nos ofrecen los costumbristas y recolectores de "curiosidades y maravillas del mundo", para ahondar, con la autoridad que confiere el largo aprendizaje analítico y con la clara visión de las finalidades propias de las"ciencias del Hombre", el campo, más vasto y de mayores responsabilidades, de la comparación y la síntesis.