LAUDATIO A DOÑA MARIQUITA ROS FERNÁNDEZ Bachillerato de Honor La importancia de una tierra, su identidad y significado van íntimamente unidos a la sus gentes, a sus manifestaciones culturales, a la expresión de sus sentimientos, sus testimonios, sus inquietudes. En Totana podemos estar contentos porque son muchas las personas creativas y comprometidas, que han dado lo mejor de sí, y con su capacidad se han convertido en un referente para todos nosotros, para los vecinos. De manera que sus propios valores, su estilo de vida son un referente para comunidad de todos los vecinos. Y a estas personas no se les puede ocultar debajo del celemín, sino que hemos de ponerlas bien alto, tienen que ser visibles por todos para que aprendamos a querernos más, a valorarnos mejor y para que sean un estimulo en tiempos difíciles como los que estamos viviendo. El Instituto no puede enquistarse entre sus paredes, dentro de la valla que lo rodea y que muchos tienen tantas ganas de saltar. El Juan de la Cierva debe ser un faro potente, una luz de creatividad, de innovación, tanto de crecimiento personal, como de pueblo; por eso tenemos que proponer como modelos a todas las personas de las que tenemos mucho que aprender, personas que en la universidad de la vida probablemente no hayan aprendido mucho latín, o ecuaciones, o fórmulas químicas, pero que han sido y son verdaderos portentos en determinados aspectos de la vida. La capacidad creativa muchas veces no se puede impulsar desde las escuelas o desde los institutos; simplemente porque en una determinada época de nuestra historia mucha gente no tuvo la oportunidad de asistir a sus clases. Pero no cabe duda de que la sabiduría popular, la maestría de una profesión, un oficio o un arte trabajado durante toda la vida, también existen. Y hoy estamos delante de una persona que representa todo esto que os estoy contando. Doña María Francisca Ros Fernández, Mariquita como la conocemos familiarmente. Esta mujer, con su capacidad y cualidades nos ha enriquecido a todos los totaneros; ha incrementado nuestra cultura que, indudablemente, también pasa por la gastronomía; ha deleitado con su magia en la cocina a muchas generaciones de totaneros y de gentes de otros lugares que han podido conocer a Totana por el paladar. Mariquita a lo largo de su vida ha dedicado su esmero, cariño y afecto a un trabajo bien hecho, a investigar la alquimia de los fogones, a hacer nuestro patrimonio cultural más rico. Y lo ha hecho, a través de la dignidad de «insigne señora de la cocina», señora en su sentido más noble, como son las cosas que salen de dentro, que brotan del corazón. A través de la gastronomía, con su sabiduría que ha reunido en el paladar sabores, sensaciones y aromas, Mariquita verdaderamente ha enganchado a los que hemos podido degustar sus creaciones: exquisitas a la vez que sencillas, especiales y también tradicionales. Esta mujer ha encontrado el punto exacto de las cosas en la cocina. Juan Ramón Jiménez pedía en su poema “Intejencia dame el nombre exacto de las cosas…”. Pues bien Mariquita, con su especial talento ha sabido encontrar la proporción exacta de los elementos, los tiempos, los sabores… Sus guisos son de una sencillez en la que podéis percibir lo auténtico, lo esencial que, en definitiva, es lo más importante en esta vida. Pero a la vez es capaz de darles un sabor especial: ahí está su típica, apreciada y conocida gallina en pepitoria o su cordero al jerez. Y junto a sus guisos, está la persona, con su inteligencia, su carisma, su capacidad para cautivar con su palabra llena de sentido común y sabiduría. Ahora, nosotros, desde el Instituto Juan de la Cierva, queremos incorporarla al mérito de los bachilleres. Mariquita no se ha presentado a los exámenes, ni ha entregado deberes, pero sin duda debemos otorgarle este reconocimiento, el de dómina, de doña, que es el título que podían usar los antiguos graduados en las universidades después de conseguir su diploma de
bachiller; porque ha demostrado con creces que el trabajo y la vida hacen sabias a las personas. Con el gesto que tenemos desde el Claustro de Profesores de otorgarle este Título de Bachiller de Honor, queremos también agradecerle la enorme labor que ha llevado a cabo, el legado gigante de trabajo, responsabilidad, capacidad empresarial innovadora, afecto, humanidad y cercanía que nos ha aportado a todos los totaneros. Con este título, que estamos seguros que Mariquita recibe con profunda alegría, con la felicidad de quien sabe valorar, apreciar y agradecer, no sólo reconocemos su profunda capacidad, dedicación y bien hacer sino que también expresamos la validez de su trabajo, la amplitud de su renovador testimonio en el mundo de la cultura tradicional totanera, de la restauración, en un tiempo de sufrimientos, carencias y dolores como fueron años de la Guerra Civil y el complicado tiempo de la postguerra. Mariquita lleva en los genes el amor a la cocina: su madre, de la que siempre habla con profunda veneración, le supo transmitir el amor por las cosas bien hechas, por el trabajo a conciencia, por el esmero y la pulcritud. Ese intenso legado, Mariquita lo ha sabido enriquecer con su visión creativa, con su intuición, con la hermosura de su corazón, porque los platos que Mariquita elabora guardan un perfecto equilibrio entre lo tradicional, lo innovador y la sencillez, sazonado todo por una persona que está enamorada de la cocina. Su vida es un proceso de continua evolución: comenzó sus primeros pasos entre los pucheros de la finca del Azaraque, en donde su madre atendía la cocina de los duques de Bibona y en donde Mariquita vivió los primeros años de su vida rodeada de felicidad, de afecto y calidad. Los inciertos años de la Guerra Civil fueron un paréntesis de dolor y de esfuerzo, buscando sobrevivir. A partir de los años cincuenta del pasado siglo, Mariquita, comienza su aventura empresarial regentando un hostal y casa de comidas, la Fonda de Totana en la calle General Aznar. Eran tiempos duros, pero a los que Mariquita supo aportar el calor de su persona, la alegría, la vitalidad, la resolución y la fuerza que le caracteriza. Así, con trabajo, dedicación e intenso esmero, Mariquita, se abre paso y marca estilo en la gastronomía de nuestra Región. Numerosas publicaciones regionales y nacionales se ocupan de su cocina, destacando su capacidad creativa y su excelencia humana. Son numerosos los premios que Mariquita ha recibido, entre ellos, el de la Cámara de Comercio de Murcia y la medalla de bronce del Ministerio de Turismo, reconocimiento que le entregó en Madrid, el ministro Enrique Barón. Doña María Francisca Ros Fernández, Mariquita: enhorabuena, de corazón deseamos que disfrutes de este título de Bachiller de Honor que todos los profesores del instituto hemos decidido reconocer en tu persona y en tus méritos. Queremos que seas un referente para nosotros y entre nuestros alumnos, que puedan aprender de ti todo eso que admiramos: tu creatividad, tu capacidad de trabajo, de superación, de esfuerzo y el gusto por hacer las cosas bien. Bienvenida a nuestro Instituto, que a partir de ahora también es el tuyo, y considera el gesto que hoy toda la comunidad educativa tenemos contigo, como muestra de nuestro respeto, reconocimiento y cariño.
Juan Francisco Otálora, catedrático de Lengua Castellana y Literatura