Las arañas en navidad

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En estos días de terminar trabajos, preparar carpetas, ensayar villancicos para el festival y manualidades para las fiestas que estamos celebrando, en clase también hemos querido trabajar sobre historias bonitas. Este cuento nos presenta una historia muy apropiada para estos días que seguramente identificamos algo de lo que nos cuenta y con lo que ocurre en alguna de nuestras casas. Nuestro trabajo con “La visita de las arañas al Árbol de Navidad”, ha sido de leer, recordar, poner en común, secuenciar, resumir y versionar a nuestra manera la historia siguiendo las ilustraciones del mismo. Al final todos tenemos un pequeño resumen que hemos trabajado en gran grupo y que luego con atención y cuidado hemos copiado para tenerlo de recuerdo.

El resultado nos ha parecido muy bonito y queremos compartirlo con todos, así que aquí dejamos una pequeña muestra de dos de los grupos de clase: 2º B y 2º C.


LA VISITA DE LAS ARAÑAS AL ÁRBOL DE NAVIDAD

Os voy a contar algo que le ocurrió a un Árbol de Navidad hace mucho, muchísimo tiempo, tanto, tanto que ya me he olvidado. - ¿Sabéis dónde viven las arañas? - Claro que sí, viven en todos los rinconcitos, especialmente oscuros, y son muy curiosas. Les gusta conocer y enterarse de todo lo que pasa en las casas. Eran los días previos a la Navidad y en esta casa, la mamá, el papá y la niña se pusieron a limpiar muy, pero muy bien hasta el último rinconcito del salón, con plumeros, escobas… hasta franelas pasaron por todos lados. “tris tras, tris, tras. La mamá pasaba la escoba que parecía bailar con ella, el papá la ayudaba corriendo todos los muebles para que no quedara ni una pelusita escondida, la niña de la casa que no tenía mucha fuerza pero sí muy buena voluntad pasaba un plumero por todos los muebles y preguntaba a sus padres continuamente como estaba haciendo su trabajo. Bueno la cuestión era que no habían dejado ni una telaraña, ni una arañita chiquitita se había podido quedar en esa habitación. El árbol estaba ya bien adornado con sus velas, sus bolas brillantes, sus lazos dorados y muchos juguetes chiquititos. Era de verdad un árbol hermoso, ¡muy muy hermoso! Estaba solitario en el gran salón con las puertas bien cerradas para que nada de polvo pudiera entrar a ensuciarlo. La niña de la casa invitaba a todos a ver el árbol, a sus amigos del barrio. A los abuelos, por teléfono les pedía que no dejaran de llegar temprano para mirarlo mejor. Al gato de la casa, que como era muy travieso tuvo que tenerlo bien agarradito para que no intentara subirse hasta la rama más alta. El pajarito se quedaba siempre dentro de la jaula sin poder salir a dar vueltas por la casa, para no tocar el árbol. El perro se quedaba mirando asombrado aquel árbol tan, tan grande y sin poder acercarse para poder olfatearlo.


Y las arañas que como sabéis, eran muy, muy curiosas estaban desesperadas, y hasta casi enojadas porque no podían acercarse.

Entonces se reunieron y decidieron pedir un deseo al Duende de la Navidad y mandarle un mensaje que decía así: Querido Duende de la Navidad, todo el mundo en la casa ha visto el Árbol de Navidad que está adornando el salón, para festejar esta fiesta. A nosotras no nos dejan entrar, ni hoy ni mañana y… no lo podremos ver. Sabes que nosotras somos muy caseras, que no salimos nunca, que nos gustan las cosas bonitas, pero han hecho una gran limpieza y… ¡¡¡Nos han echado!!! y ¡No podremos ver el árbol! ¡No lo podremos ver!

El Duende de la Navidad, les contesto diciéndoles: Bueno yo estoy tan contento que os voy a dejar entrar a ver el árbol. Nadie se dará cuenta por la mañana que habéis estado, porque en Navidad todo puede transformarse si de verdad lo deseamos. Pero eso sí, TENÉIS QUE ESPERAR QUE TODOS SE VAYAN A DORMIR.

Y así esa noche, cuando todos en la casa se saludaron para ir a dormir… Las arañitas fueron bajando de sus escondites, despacito, despacito y con mucho cuidado entraron al salón. Estaban todas las arañas de la casa, corrieron por el suelo y llegaron hasta el pie del árbol y entonces también despacito, despacito, fueron trepando de rama en rama hasta llegar a lo más alto. ¡Estaban tan contentas y encontraban el árbol tan bonito! Arriba, abajo, en la punta de las ramas, en el tronco, en las esferas brillantes, en los juguetes, despacito, despacito, despacito…pasaban las arañas. Y…. a su paso, iban dejando un delgado hilo brillante, como de oro. ¡Magnífico!. Ellas así hicieron al árbol aún más hermoso… Estuvieron allí hasta que lo hubieron visto todo, todo. Y entonces, se volvieron a sus casitas muy contentas.


Por la mañana, cuando la niña de la casa se despertó fue a ver el árbol y con mucha alegría corrió a buscar a sus padres, al gato de la casa, al perro y con tanto barullo hasta el pajarito se salió de su jaula para ver lo que pasaba. Todos pudieron ver la Magia de la Navidad, puesto que: El árbol de Navidad estaba lleno de hilos de oro que colgaban por sus ramas. Desde entonces siempre se colocan hilos dorados en el Árbol de Navidad.



















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