LEY DE DONACIONES CULTURALES
Lago Chungara y volcรกn Parinacota
Pukarรก de Copaquilla, precordillera de Arica
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Arica, cultura milenaria
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Guanera, playa Corazones, costa sur de Arica
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Lago Chungara, altiplano de Parinacota
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Vista panorรกmica de Putre, volcรกn Tarapacรก al fondo
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Laguna de Cotacotane, altiplano de Parinacota
Entre los objetivos fundamentales del Centro Cultural Palacio La Moneda, concebido como espacio de encuentro ciudadano en la cultura, se cuentan la consolidación y valorización de la identidad nacional a través del conocimiento y comprensión de nuestras raíces, así como el fomento de la convivencia en el respeto de la diversidad cultural. Arica, cultura milenaria, realizada en alianza con la Universidad de Tarapacá de Arica, es la primera exposición que inauguramos acerca del patrimonio arqueológico de nuestros pueblos originarios, permitiendo el contacto directo del público con valiosas manifestaciones que son ejemplo de la enorme riqueza cultural presente a lo largo de nuestro extenso y variado territorio. Con gran satisfacción, ponemos a disposición de nuestros visitantes, para su conocimiento y disfrute, un conjunto de más de 800 piezas provenientes del Museo Universidad de Tarapacá, que dan cuenta del desarrollo social y espiritual de nuestros ancestros, habitantes del desierto más seco del mundo, en lo que actualmente constituye la nueva región de Arica Parinacota. En esta región se concentran algunos de los más remotos testimonios de nuestra vida precolombina, notablemente conservados gracias a la aridez y salinidad del ambiente. Entre ellos, las famosas momias Chinchorro, las más antiguas intervenidas del mundo, que hoy aspiran a ser declaradas Patrimonio de la Humanidad por UNESCO y que son la principal expresión de esta cultura de pescadores desarrollada en la zona de Arica, cuyas complejas prácticas fúnebres alcanzan niveles propios de sociedades mucho más avanzadas.
A través de la producción material de las poblaciones de la costa y de los valles bajos e interiores, que incluyen textiles, cerámicas, cestería, tocados, collares y adornos, entre otros, la muestra permitirá apreciar el sorprendente desarrollo espiritual, estético y tecnológico de estos pueblos que, desde hace 10 mil años, vivieron en el Desierto de Atacama. A su vez , a través de las piezas de la exposición se evidencia un complejo sistema económico y simbólico que fue capaz de articularse y relacionarse con habitantes de territorios alejados como los del altiplano, la precordillera, los valles y la costa en pro de satisfacer sus necesidades por medio del intercambio basado en la cooperación y el respeto. Queremos dar a conocer a nuestros visitantes, chilenos y extranjeros, la identidad y cultura de estos hombres y mujeres, promoviendo no sólo el goce intrínseco de estas expresiones sino también el conocimiento y la valoración de la historia y del patrimonio de nuestro país. La invitación es a apropiarse del tesoro heredado de nuestros antepasados, habitantes de un espacio cuya aridez extrema constituyó un desafío a su sobrevivencia y, al mismo tiempo, a ref lexionar en torno a la sociedad que nosotros hemos construido y a la cultura que le legaremos a las generaciones futuras.
Alejandr a Serr ano Madrid Director a Ejecutiva Centro Cultur al Palacio La Moneda
Camino a las guaneras, costa sur de Arica
Contenidos Cultura milenaria 19 En armonía con una geografía extrema Los pueblos en el tiempo 21 Cerca del mar 23 La aventura del mar 25 Vida recuperada después de la muerte
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¿Cómo eran los chinchorro? 25 Evolución en los tratamientos de momificación 27 Patologías en pescadores del Periodo Arcaico 32
Los laboriosos días de los pescadores Viviendas 34 Molienda para vivir y celebrar 34 Infancia 36 Cerámica costera 37 Ornamentos personales en la costa Vestidos 41 Textilería de la costa 44
Las rutas oceánicas
En valles y montañas 73 Cosechando el desierto Túmulo funerario 75 Agricultura de valle alto
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Instrumentos agrícolas 78 Instrumentos de caza terrestre
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Las costumbres y los objetos rituales 84
Arte en los valles
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Instrumentos de pesca Redes y bolsas 48
Ritual agrícola Ritual de lluvia
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Cerámica de valles 88 Tejidos de los valles 92 Gorros y tocados 94 Tecnología Textil 96 Cestería de los valles 98
Intercambio, tráfico y pastoreo Trafico de caravanas 143
Pastores de altura 145 Ritos para la crianza del ganado
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Playa Chinchorro, costa de Arica
Cultura milenaria Desde remotas fechas, los habitantes del desierto han encontrado en lo que parece inhabitable un lugar de desarrollo privilegiado, así lo testifican las huellas que dejaron.
Arica, cultura milenaria pone en evidencia como los habitantes originarios de estas tierras nortinas se integraron en el medio ambiente de manera creativa, con una sofisticada cosmovisión, manifiesta en todo lo material; mientras que la cultura inmaterial queda sugerida en el registro arqueológico, principalmente a través de los elaborados rituales funerarios, que nos conmueven hasta el día de hoy. También hace referencia a sus modos de vida, a su capacidad de conocer y comprender el desierto y las limitaciones del hábitat, logrando a partir de esto notables desarrollo sociales y culturales en un medio adverso. Emplearon complejos sistemas tecnológicos, económicos y sociales, basados en la colaboración, el intercambio y la reciprocidad. Las huellas de sus logros han quedado guardadas en el desierto, así como en sus descendientes directos, facilitando a la ciencia antropológica su recuperación y con ellas, las semillas de nuestra identidad regional.
lado, el conocimiento científico elimina cualquier suspicacia de diferencias raciales o étnicas: los registros humanos más antiguos de Arica corresponden a la especie humana, Homo sapiens sapiens. La única distinción entre estas poblaciones y nosotros radica en el tiempo y las circunstancias en que nos ha correspondido vivir.
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La exposición, organizada por la Universidad de Tarapacá de Arica y el Centro Cultural Palacio de la Moneda, conjuntamente con el auspicio de instituciones públicas y privadas, recrea parte de una trayectoria que abarca más de 10.000 años. Este catálogo sigue el orden triádico de la exposición: vida en la costa y en los valles y, la vinculación entre ambos espacios a través de sistemas de complementariedad, que implicaron tanto la ocupación sistemática de distintas zonas ecológicas por poblaciones humanas emparentadas, como el tránsito de bienes y productos empleando el único animal de carga que disponían, la llama. Arica, cultura milenaria, nos hace transitar por un territorio extremo, abrupto, árido que, sin embargo, permitió la aventura humana desde la antigüedad a la fecha. Los testimonios de vida que hoy renacen en esta exposición, se apoyan en los vestigios arqueológicos encontrados en este paisaje.
Arica, cultura milenaria
Arica, cultura milenaria tiene como propósito contribuir a difundir la riqueza e importancia mundial de la arqueología de la recientemente creada Región de Arica y Parinacota. Es un aporte al conocimiento y reconocimiento de la diversidad cultural del país, expresada a lo largo de sus más de 4.300 Km. de longitud continental, islas, canales y territorio antártico.
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El estudio antropológico de las evidencias humanas tiene un doble valor ético, pues por una parte favorece la apreciación intercultural y el respeto entre los seres humanos de ayer y hoy; y por otro
Canoas de madera en miniatura Desarrollo Regional 1.000 - 1.470 d.C.
La aventura del mar
Vida recuperada después de la muerte 24 25
El primer registro de ocupación humana en esta área corresponde a un campamento de once recintos, distribuidos en 880 m 2 en la terraza de Acha. De este sitio se recuperó un cuerpo envuelto en una estera de fibras vegetales, lo que evidencia una práctica mortuoria. Dos fechados de radiocarbono, uno tomado de un músculo del cuerpo amortajado y el otro de un fogón del sitio, dan a este campamento una antigüedad cercana a los 9.000 años antes del presente. La antigüedad del sitio arqueológico, su proximidad a la costa, junto con las evidencias de recursos marinos, permiten postular que el Hombre de Acha pudo pertenecer a las bandas de pescadores precursores o formadores de las sociedades Chinchorro, identificadas hacia los 7.000 años antes del presente.
La momificación artificial implicaba una drástica modificación corporal, por lo que sugiere la existencia de especialistas que adquirieron complejos conocimientos de anatomía, así como gran habilidad para intervenir y preparar los cuerpos. Se momificaba sin distinción de clase, edad ni género. Numerosos niños recién nacidos y fetos eran enterrados incorporando este ritual. El entierro de un feto indica el concepto de vida que tenían estas sociedades: el ser humano es tal desde el vientre de la madre. Al parecer, la momificación artificial que eliminaba de los cuerpos toda materia que se pudiera descomponer y los transformaba en estatuas, tenia el objetivo de mantenerlos en casa o entre la comunidad por un tiempo determinado. Cumplido el ciclo, se preparaba una tumba colectiva y se enterraban todos los miembros del grupo fallecidos durante ese periodo, de manera que los cuerpos, depositados sobre la espalda, quedaban uno junto a otro, en un mismo nivel. Cambios ideológicos con respecto al concepto de muerte y a la relación de los difuntos con los sobrevivientes, debieron producirse a través del tiempo; éstos serían los causantes de las modificaciones en las prácticas mortuorias. Unos 3.500 años antes del presente, ya no se practicaba la momificación artificial entre las poblaciones costeras. Los cuerpos sepultados sólo fueron envueltos en gruesas mantas de lana de camélido, luciendo turbantes en la cabeza.
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Así, los primeros cazadores-recolectores de tierras bajas y costeras tuvieron la posibilidad de beneficiarse tanto de productos marinos como de los de agua dulce, así como vegetales y materias primas que proporcionaban los valles. Esta complementación entre recursos económicos, de origen marítimo y terrestre, permite entender estos grupos humanos lograron adaptarse, de manera exitosa, a estos territorios.
Unos 7.000 años antes del presente las sociedades de pescadores Chinchorro, evidencian una eficiente adaptación a los espacios costeros a través de innovaciones tecnológicas. Se distinguen por haber desarrollado técnicas extraordinarias para preservar artificialmente a sus muertos. Los elaborados métodos de momificación observados contrastan con la vida sencilla que llevaban, dependiente de la recolección de los recursos marítimos y de valles bajos.
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El océano es fuente de vida en sí, pero también es un recurso para explorar. Los beneficios que ofrecía el litoral del extremo norte chileno, unos 10.000 años atrás, motivaron a los primeros grupos de cazadores andinos que llegaron a la costa, a modificar sus estrategias de vida y subsistencia. Encontraron alimentos proteicos y sabrosos en la abundante variedad de peces, mariscos, algas, aves y animales del hábitat costero. De las algas secas y el guano animal obtuvieron combustibles; con picos de aves y garras construyeron instrumentos de trabajo; pieles y plumas sirvieron para la confección de adornos cotidianos y rituales.
¿Cómo eran los chinchorro? El promedio de estatura en las mujeres era de 1,45 m. y 1,60 m, en hombres. De rostro ancho, frente y pómulos pronunciados; el cráneo alargado y estrecho, muestra la dentadura fuerte. Sus alimentos eran bajos en carbohidratos lo que explica las escasas caries dentales. Sin embargo, se aprecia un pronunciado desgaste de los dientes, lo que podría atribuirse al contenido de arena en su dieta costera y el uso de la dentadura como instrumento para cortar y ablandar fibras vegetales con las que hacían implementos y utensilios. Se observan deformaciones craneanas. Con la ayuda de vendas y cordeles ceñían la cabeza de los recién nacidos. El resultado era un cráneo alargado con forma circular y oblicua. Cabe suponer que esta práctica era un signo de belleza y era selectiva. Pero también es posible preguntarse si la deformación no fuera intencional sino funcional, resultante del uso del turbante desde la infancia y de la presión que ejercían las bandas que fijaban cabeza y cuerpo del bebé a la camilla de cañas rígidas con que se transportaba, cargándola sobre la espalda. Condiciones de salud. El análisis de huesos e intestinos muestra que los Chinchorro se mantuvieron con la misma dieta durante 5.000 años. Ésta provenía en un 75% del mar: pescados, mariscos y algas.
Panorámica de los sitios Morro-1, Morro-1/6, Morro 1/5, Morro Colón-10, Morro Virgen, Morro Cárcel
El Morro de Arica, último accidente de la cordillera de la Costa, que al norte se sumerge en las aguas del Océano Pacífico, fue el lugar elegido por las sociedades Chinchorro para enterrar a sus seres queridos. Si bien se han ubicado otros lugares en la costa de Arica con evidencias Chinchorro, corresponden a entierros de tres a cinco individuos. En contraste, en el Faldeo norte del Morro de Arica se ha encontrado el mayor número de cuerpos y la mayor diversidad de tratamientos mortuorios Chinchorro. El Morro de Arica es un hito geográfico que sobresale y destaca en el paisaje costero de la ciudad. Éste pudo ser percibido por las comunidades chinchorro como una tierra dotada de vida que emergía con fuerza y vitalidad, por lo que probablemente debió tener un gran simbolismo. En este lugar se han rescatado más de 300 cuerpos Chinchorro y, probablemente, alberga a cientos de cuerpos más. En contraste, hasta el momento se han encontrado escasos sitios domésticos, entendidos éstos como lugares donde la gente vivió y realizó sus actividades cotidianas. Esto podría sugerir que el Morro de Arica fue eminentemente un sitio funerario y percibido como un sitio sagrado por los Chinchorro. Vivien G. Standen
Momias de infantes con el cuerpo modelado y pintado de negro Arcaico medio 5.000 - 2.800 a.C.
Las afecciones respiratorias eran comunes tanto en la población infantil como adulta, siendo la neumonía una importante causa de muerte. Entre otras patologías detectadas, se han identificado algunos casos de sífilis, aunque no está claro si corresponden al tipo venéreo.
Evolución en los tratamientos de momificación 1.- Cuerpos modelados y pintados de negro. Esculturas funerarias. 5.000 - 2.800 a.C. En líneas generales estos cuerpos eran desollados, descarnados, modelados en arcilla y pintados de negro con manganeso. El proceso sugiere que los Chinchorro conocían muy bien la anatomía y estructura del cuerpo humano. Aunque no sabemos cuanto tiempo tomaba el preparar y transformar el cuerpo, este debió ser prolongado e implicar diversas etapas para llegar a convertirlo en algo similar a una escultura. Desollado y descarnado del cuerpo La identificación de piel humana, en un cuerpo de Morro-1, sugiere que cuando un miembro de la comunidad fallecía, procedían a desollarlo utilizando probablemente hojas líticas con rebaje y lascas de filo vivo, con funciones similares a los modernos bisturís. Desollado, el cuerpo era descarnado, se observan huellas de corte y fracturas intencionales en las epífisis de los huesos largos, sugiriendo acción antrópica en la remoción de los tejidos blandos. En otros casos el cuerpo era, probablemente, expuesto a la intemperie para ayudar a la descomposición de los tejidos blandos. Así, se observan dos procedimientos distintos: (a) cuerpos que muestran efectivamente fracturas intencionales en las epífisis de los huesos y (b) cuerpos sin huellas de corte y/o fracturas, pero con desgaste óseo debido a la erosión eólica. Luego de la etapa de limpieza del tejido blando, procedían a rearmar el cuerpo colocando los huesos del esqueleto
Modelado, relleno y pintura corporal En el proceso de reconstrucción del cuerpo, incorporaron maderos con la función de reforzar el esqueleto. Éstos se colocaban paralelos a los huesos largos de las extremidades, a lo largo de la columna vertebral, y se introducían en la bóveda craneana como palo eje para fijar el cráneo. Amarrados los huesos a los maderos con una cuerda vegetal, los envolvían con una estera. Sobre la estera colocaban una pasta húmeda de arcilla, con la cual modelaban el cuerpo, dotándolo de volumen como en vida; modelaban los genitales y en las mujeres modelaban los pechos. Luego colocaban la piel sobre el modelado, la que era pintada con manganeso por lo que adquiría una tonalidad negra. Para mantener la mandíbula articulada al cráneo la amarraban con cordelería vegetal; y sobre los huesos de la cara modelaban una mascarilla de arcilla de forma oval, delineando los rasgos faciales como nariz, boca y ojos, los cuales eran señalados con incisiones horizontales y/o circulares. Para terminar el proceso, era recolocada la piel de la cara, pintándola de negro y/o rojo; sobre el cráneo ponían un casquete de arcilla al cual le era fijada una peluca de moñitas de pelo humano (de 0.5 cm de diámetro aproximado) embarriladas con cuerda vegetal y/o tendones. Casos excepcionales incluyen pintura corporal en tronco y cara, de variados colores (blanco, rojo, verde y negro) formando diseños geométricos.
2.- Cuerpos eviscerados y pintados de rojo. 2.800 - 1.500 a.C. Este tratamiento funerario implicó la evisceración y relleno de los cuerpos. El color negro fue reemplazado por el rojo, las mascarillas se hicieron más expresivas y las pelucas más elaboradas. Por otro lado, los cuerpos muestran una mayor variabilidad en las técnicas empleadas, lo que ref leja mayor creatividad en la preparación, en contraste con los cuerpos modelados, los cuales muestran una técnica más homogénea. Evisceración Ésta se debió iniciar con la extracción de los órganos del tronco, que se realizaría a través de incisiones en el tórax y abdomen. Además, realizaron cortes a nivel de ingle, rodillas, tobillos, hombros y codos por donde extraían parte de la musculatura.
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Un alto porcentaje de individuos adultos (24,6 %) registran secuelas de trauma en el cráneo. En su mayoría corresponden a fracturas por compresión, resultado de conf lictos o accidentes. Algunas de ellas se presentan sanadas, es decir, no fueron causa de muerte.
en su posición anatómica. Los cráneos muestran claras huellas de corte y fracturas intencionales, resultado de separar la región facial de la bóveda, sacar el cuero cabelludo, piel y masa encefálica.
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Se complementaba con carne de animales terrestres, como guanacos (Lama guanicoe) y tarucas (Hippocamelus antisensis), según se desprende de los huesos encontrados en las excavaciones. Exámenes intestinales han permitido encontrar semillas de tomate y menta, además de huevos de lombriz solitaria (Tenia sp.), lo que permite deducir que comían pescados crudos o parcialmente cocinados.
La cabeza era separada del tronco, desde donde removían los tejidos blandos y el cuero cabelludo. En algunos cuerpos, se observan restos chamuscados como resultado, probablemente, de introducir brazas calientes para secar las cavidades de los restos orgánicos adheridos y evitar el proceso de putrefacción.
Relleno y pintado del cuerpo Una vez extraídos órganos y músculos, rellenaban los espacios con fibra vegetal macerada, retazos de pieles de camélido y ave marina, bolones de tierra de color y material orgánico carbonizado –probablemente algas secas– para reconstruir el volumen del cuerpo. Luego, introducían palitos ovales y pulidos, que desplazaban por debajo de la piel y/o entre las capas musculares de las extremidades. Las incisiones eran suturadas con agujas de espina de cactus y filamentos tendinosos y/o vegetales. Finalmente algunos cuerpos se encuentran con las extremidades embarriladas con hilados de fibra de camélido y la pelvis cubierta con un faldellín de fibra vegetal y/o camélido. Extraían los tejidos blandos de la cabeza y la masa encefálica en los infantes y parcialmente en los adultos; luego rellenaban los espacios vaciados con los mismos elementos utilizados en la reconstrucción del cuerpo. Sobre los huesos de la cara modelaban una mascarilla de arcilla con los rasgos de cejas, ojos, nariz y boca. Les colocaban una peluca que realizaban a partir de moñitas de pelo humano (de 0.5 cm de diámetro aproximado) embarriladas con cuerda vegetal y/o de tendones, que era fijada con una capa de arcilla. Finalmente el cuerpo era pintado de rojo, con óxido de fierro.
3.- Cuerpos con vendaje. 2.500 - 2.000 a.C. Este estilo es una variación de los cuerpos eviscerados y pintados de rojo. La particularidad es que presentan la reposición de la piel, la cual era previamente cortada en bandas o tiras, a modo de un vendaje.
4.- Cuerpos con patina de barro 2.600 - 1.600 a.C. En este tipo de tratamiento funerario no hubo una intervención interna del cuerpo. Probablemente el cuerpo se disecaba por las condiciones climáticas de aridez extrema del norte de Chile, y luego para preservar el cuerpo momificado, colocaban una capa de arena (entre 0.3 cm. a 2 cm. de espesor) que distribuían homogéneamente sobre la piel. Con este procedimiento favorecían un proceso natural de momificación. En algunos casos la capa de arena se encuentra endurecida y cementada, mientras que en otros, se desprende y resquebraja con facilidad. Si bien en este tipo funerario la cara también era cubierta con la capa de barro, no modelaban los rasgos faciales. 5.- Cuerpos sin tratamiento complejo. 7.000 - 1.600 a.C. Estos cuerpos pueden presentar dos condiciones: (a) momificación natural, no intencional, resultado de las condiciones de aridez y ausencia de lluvias del Desierto de Atacama; y (b) cuerpos esqueletizados, donde hay una descomposición natural de los tejidos blandos, conservándose sólo el esqueleto.
FIGURITAS DE FETOS HUMANOS
Como una paradoja, la muerte sirve para conocer aspectos de la vida de las poblaciones pasadas y en particular de los Chinchorro. A través del estudio de los esqueletos y cuerpos momificados, podemos documentar de qué se enfermaban, cómo se relacionaban con el medio ambiente, a qué edad morían, con qué se alimentaban, cómo se vestían y arreglaban su cabello, entre otros aspectos de su vida cotidiana. Así, el estudio de los restos humanos y sus elementos asociados, son una importante fuente de información de variados aspectos bioantropológicos de las poblaciones pasadas, las cuales no dejaron registros que puedan ser descifrados por los arqueólogos en la actualidad. Uno de los aspectos más fascinantes y extraordinarios de la cultura Chinchorro es el especial cuidado que pusieron en el tratamiento funerario de sus niños, los recién nacidos e incluso sus fetos. En general, en las sociedades de cazadores recolectores, los niños recién nacidos no forman parte de su grupo social hasta que traspasan el umbral de ciertos ritos, tales como el adquirir un nombre, como símbolo individualizante, el que se le da varios días después de nacido. Previo a estos ritos, los recién nacidos son considerados seres incompletos, manteniendo una dualidad entre humanos completos y en proyecto de serlo. Incluso, en algunos casos si el niño moría antes de pasar por estos ritos, no se hacia duelo. En la sociedad moderna occidental, los fetos humanos producto de abortos (clandestinos o legales), son considerados desechos biosanitarios y son eliminados junto a los desechos clínicos, ya que no tienen estatus jurídico en la sociedad. En contraste, los Chinchorro nos permiten emocionarnos al presenciar fetos humanos y recién nacidos, los cuales eran tratados con los mismos procedimientos y las técnicas de momificación artificial que aplicaban a los adultos y jóvenes. Esto nos sugiere que los fetos y recién nacidos debieron ser considerados miembros de su grupo social, recibiendo los mismos honores funerarios que el resto de los individuos, lo que señalaría un extraordinaria atención, cuidados y respeto por sus seres queridos. Vivien G. Standen
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Arriba: Momia de infante, con vendajes de piel de pelĂcano Arcaico medio 2.500 - 2.000 d.C. Derecha: Canoas de madera en miniatura Arcaico medio 1.000 - 1.470 d.C.
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Conservación de los cuerpos Chinchorro
Disminuir el acelerado proceso de deterioro producido por la infección de microorganismos, los cambios bruscos de humedad relativa y temperatura y la contaminación biológica, entre otros factores, fue el principal objetivo para intervenir los cuerpos Chinchorro. Modificando el sistema de depósito y la forma de almacenarlos, las acciones se orientaron a:
1.- Embalaje de los cuerpos Los materiales utilizados para el sistema de embalaje y almacenaje de los cuerpos son inertes, libres de ácidos y con barrera para evitar la transmisión de gases. Los cuerpos Chinchorro se encuentran protegidos por dos niveles de embalaje: Caja rígida de melamina. Estas cajas se diseñaron con bisagras laterales para abrirlas totalmente si se hace necesario retirar el cuerpo. La protección de melamina de la madera, es reforzada con papel Marvelseal, resistente a la transmisión de agua, vapores y gases atmosféricos. Caja liviana y rígida de Coroplast, material plástico químicamente estable. Estos contenedores de proporcionales al cuerpo que se protegerá, están diseñados de manera que sea posible abrirlos completamente y, que a su vez, se pueden plegar y armar mediante un sistema de amarras con cinta de algodón.
Los cuerpos dentro de sus respectivos embalajes descansan y se acuñan sobre una capa de arena dulce de río, lavada y finamente tamizada. 2.- Diseño de estanterías El diseño de la estantería, reúne las condiciones para almacenar y exhibir al mismo tiempo. De este modo se minimiza el impacto mecánico, debido a que se limita el movimiento y manipulación requeridos en procesos de investigación y fotografía. A la vez, permite disponer de una visión completa de cada cuerpo a una altura adecuada y, por lo tanto, favorece su observación. Estas estanterías están hechas de acero inoxidable, material inerte que no se degrada con el tiempo. Su diseño es también resistente a los movimientos telúricos.
3.- Habilitación de un depósito sellado Las instalaciones donde permanecen los cuerpos Chinchorro, deben poseer condiciones que garanticen su almacenaje. Para esto se habilitó un espacio sellado y con condiciones medio ambientales estables, sin el recurso de sistemas y equipos mecánicos; se manejaron soluciones simples y naturales, para lo que se propuso modificar el techo, el acceso y el sistema de ventilación.
revistió con planchas de fibra mineral, placa “plateaux” sujetas con perfiles de acero pre-pintado al horno. El depósito fue sellado en el techo y en la puerta de acceso, la que se confeccionó en aluminio acanalado doble, con aislante interior y es del tipo corredera. Además, en ésta se han dispuesto burles de goma y de brocha. Al interior del depósito, en la recepción, se ha dispuesto una cámara aislada de amortiguación climática, construida con perfiles de aluminio y vidrio, para evitar los cambios de humedad relativa que se suceden al ingreso.
4.- Sistema de registro de la colección, gráfica y medio ambiental El registro es una importante fuente de información como material comparativo del proceso de preservación de los cuerpos. Dentro de éste, los datos sobre las condiciones del medio ambiente en términos de humedad relativa, que es uno de los efectos más dañinos sobre las piezas de colección en general, y en particular de los cuerpos Chinchorro, son esenciales. Además permite proponer mejoras y crear o mantener las condiciones ambientales adecuadas. Mariela Santos Varela
El techo se recubrió con planchas de pizarreño, selladas con silicona de alta densidad, se pintó con pintura époxica blanca con el fin de difractar los rayos de sol impidiendo la absorción total del calor. En el entretecho se puso relleno de lana mineral. El cielo se
Factores de deterioro de los cuerpos chinchorro
Daños físicos y mecánicos
Daños bíoquímicos
Proceso de momificación, por diferencias mecánicas de los materiales que componen los cuerpos
Infección de micro organismos
Proceso deterioro en el sitio arqueológico Proceso de excavación, perdidas y roturas
Descomposición de la piel, cambio brusco de hr y tº
Traslado, roturas, fisuras y desprendimiento del barro Almacenaje inadecuado, roturas
Infección de micro organismos, polvo, gases químicos del embalaje
Depósitos inadecuados, hr y tº inestable
Descomposición de la piel y/o tejidos blandos, quebraduras
Manipulación en el proceso de investigación, difusión y exhibición
Contaminación biológica
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Dep贸sito de momias Chinchorro Museo Universidad de Tarapac谩, San Miguel de Azapa
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Patologías en pescadores del Periodo Arcaico Las alteraciones óseas más frecuentes que se observan en el estudio de los esqueletos de los cuerpos Chinchorro son ref lejo de enfermedades: infecciosas, degenerativas y traumáticas.
Infecciones Bacterianas. Treponematosis Una de las enfermedades infecciosas que afectó a las poblaciones Chinchorro fue un tipo de treponematosis. Según Rothschild y Rothschild (2000) en América prehispánica existieron los cuatro tipos de treponematosis: Pinta, Bejel, Yaw y Sífilis. Desde el punto de vista de la paleopatología, no existe una lesión clásica para identificar cada condición; lo que ayuda a definir la enfermedad son el conjunto de signos en el esqueleto, su distribución etaria, anatómica y poblacional. Las comunidades Chinchorro se vieron afectadas por algún tipo de treponematosis, teniendo las lesiones mayor semejanza al Yaws que a otras variedades. Los huesos más afectados fueron las tibias; en menor proporción cúbito, peroné, radio, fémur y huesos del cráneo. Todos los grupos etarios y ambos sexos estaban afectados, pero en general se muestra más severa en jóvenes y adultos.
Proceso degenerativos de las articulaciones. Osteoartrosis Con el paso del tiempo las articulaciones del cuerpo humano se van deteriorando y desgastando, condición que recibe por nombre genérico osteoartrosis o artropatías. A medida que el cartílago va perdiendo las propiedades, la superficie de las articulaciones se va desgastando e incluso deformando, quedando pequeñas horadaciones y reduciéndose el espacio interarticular. Esta degeneración, se ve agravada con posturas inadecuadas o forzadas, sobretodo con el abuso de las articulaciones, como por ejemplo pasar muchas horas acuclillado o llevar en los hombros y espalda cargas excesivamente pesadas. Las poblaciones Chinchorros no estuvieron exentas de este tipo de alteraciones óseas. Las articulaciones más comprometidas fueron la columna vertebral, específicamente la región lumbar. En el esqueleto apendicular, las articulaciones afectadas en las mujeres, fueron las rodillas y los hombros. En cambio en los hombres, las articulaciones más afectadas fueron esternoclavicular y codo. Estos procesos degenerativos pudieron ser gatillados por un estrés crónico sobre las articulaciones, a consecuencia de las actividades repetitivas de caza y pesca.
Traumas óseos Las fracturas óseas, que pueden ser reconocidas por observación directa o por imágenes radiológicas, ayudan a identificar los traumas óseos. Los traumas más frecuentes en los esqueletos Chinchorro son fracturas en depresión y se localizan mayoritariamente en la bóveda craneana, afectando éstos tanto a huesos de la cara (maxilares, zigomáticos, mandíbula) así como de la bóveda, principalmente frontal y parietales. Con relación a la frecuencia por sexos, se observan diferencias significativas, donde los hombres fueron más afectados por traumas a nivel de cráneo, en comparación a las mujeres que muestran mayor compromiso en los huesos de antebrazo: cúbito y radio. Los traumas del cráneo corresponden a fracturas en depresión, sanadas, por lo que no fueron causa de muerte. En los huesos largos del antebrazo son fracturas simples, sanadas, algunas no soldaron persistiendo la separación de los cabos óseos y en otros casos los huesos soldaron bastante alineados, lo que sugiere la aplicación de alguna técnica de inmovilización. En los Chinchorro, los traumas encontrados en el cráneo y los huesos del antebrazo, sugieren violencia interpersonal. La frecuencia de los traumas en el lado izquierdo de la cara y el cráneo se explicaría por golpes asestados por personas diestras; en cambio, los traumas en el antebrazo, sugieren fracturas de contención del golpe al tratar de bloquearlo. Este tipo de violencia puede ser interpretada como litigios de sangre, el “ojo por ojo y diente por diente” (Otterbein y Otterbein 1965), donde por lo general la violencia es gatillada por la venganza de una muerte, ofensas, insultos e incluso el robo de mujeres. También pudieron generarse conf lictos por el control de ciertos recursos críticos, como el agua; o la conquista de espacios y recursos productivos.
Cabezales de arpones con punta lítica y barbas de hueso sujetas con hilado de algodón Desarrollo Regional 1.000 - 1.470 d.C.
Los laboriosos días de los pescadores
El procesamiento de los productos obtenidos consistía en el desconchado de mariscos, faenamiento de pescados, secado para conservación y cocción, actividades que dejaron su evidencia en los conchales. Las algas sirvieron de alimento y combustible, utilizándose también sus cenizas en la argamasa de las construcciones. Diversas especies de la cadena trófica de costa, así como recursos sedimentarios como conglomerados calcáreos de especies protozoarias han sido recuperadas en excavaciones, indicando la explotación extensiva de este medio. Para lograr sus objetivos, los pescadores debieron manejar conocimientos acabados sobre el mar. Saber acerca del movimiento de las olas, las mareas, las corrientes marinas y los fenómenos que los inf luyen, el viento, la luna, los ciclos de reversión de las corrientes, entre otros. Todo está vinculado, repercutiendo en la vida marina acuática, terrestre y aérea, de manera que los pescadores probablemente articularon sus labores de acuerdo a los momentos propicios de captura a lo largo del día, la noche y el año. Igualmente, su tecnología instrumental se amplía para incorporar las fuerzas sobrenaturales, a quienes se les solicita a través de rogativas, beneplácito y protección para llevar a cabo una determinada faena.
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Tanto las actividades previas a las labores de captura de peces, mariscos y aves, como el ejercicio mismo de éstas acciones de grupo fueron ocasiones para compartir conocimientos y destrezas. La convivencia afianzaba los vínculos de la comunidad, permitiéndoles enfrentar los desafíos con mayor éxito. Ayer como hoy, la pesca de arrastre requiere una acción colectiva. La información encontrada en estudios etnohistóricos señala el establecimiento de cotos de pesca, donde poblaciones de pescadores practicaban su oficio.
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Los habitantes, que desde periodos remotos hicieron de la costa su espacio de vida, debieron encontrar en el mar no solamente una excelente fuente alimenticia, sino además, un lugar de trabajo y encuentro. Las actividades procuradas en este medio tuvieron que ver con recolectar materias primas para confeccionar artefactos, tejer y reparar redes, tallar las puntas de proyectil, ensamblar los cabezales de arpón y preparar los anzuelos.
Viviendas Los grupos costeros establecieron campamentos con habitaciones de planta circular y una estructura de madera en forma cónica que se cubría con esteras, cueros o ramas. Este tipo de instalaciones se han localizado en zonas de desembocadura de los ríos de Arica, donde la complementación de recursos marinos y ribereños permitieron un modo de vida más estable, por ejemplo el sitio de Acha. El sitio Acha-2 (8.970 ± 255 antes del presente), ubicado en la rivera sur del valle de Azapa, a 6 kms. de la costa, corresponde a un campamento con 11 estructuras de viviendas de planta circular, con un diámetro de 3 a 5 m.; 9 de ellas tienen un fogón central. Las hiladas de piedras de base son de forma oblonga y están separadas, sugiriendo que servían para afirmar los postes que sostenían la cubierta. Junto a la costa misma, el registro de Quiani-9, (6.370 antes del presente), corresponde a una construcción en la ladera del cerro, que fue rebajada generando un plano horizontal para el piso de la vivienda y, por otra parte, un plano vertical hacia el talud. Este último sirvió de muro de fondo donde se apoyaron los palos o costillas de ballenas que soportaban un techo liviano. Esta vivienda protegía del viento y del sol; permitía mantener el fuego del hogar familiar y proporcionaba un espacio de trabajo e intimidad a los miembros del grupo. La ausencia de muro hacia el mar funcionaba como una amplia ventana que permitía el dominio del espacio, desde donde se podría observar el cambio de mareas, el desplazamiento de los astros y avistar la presencia de extraños. Uno de los materiales constructivos fue la totora, recogida de las orillas de los ríos. Tejida en forma de esteras se usó en techos, muros, cobertores; probablemente en alfombras y tapetes para sentarse o reposar. Otros usos domésticos y rituales de la totora se encuentran en mortajas funerarias, así como en vestimentas y fibra integrante de utensilios de caza, pesca y recolección.
Molienda para vivir y celebrar Muchos de los cereales, leguminosas y raíces consumidos por el ser humano se benefician con la molienda. En este proceso doméstico, los granos se ablandan perdiendo las capas externas que son fibrosas pero conservan el germen; de manera que estos vegetales siguen siendo una fuente de carbohidratos, proporcionando energía, a la vez que vitaminas, proteínas y minerales. En el pasado, el mortero de piedra fue el artefacto central de la molienda doméstica, acompañando a todas las sociedades precolombinas y aún no ha desaparecido del todo, debido a su eficiencia. Su forma variaba según el producto que se deseaba triturar. Podía estar constituido por una piedra plana sobre la que se deslizaba la mano de moler, que corresponde a una piedra alargada y un tanto cilíndrica que con el uso se va puliendo y aplanando. Otro mortero es el tipo cuenco, de profundidad variable, donde se pueden moler semillas, como las de algarrobo (Prosopis sp.) y tamarugo (Prosopis tamarugo) también granos como maíz seco (Zea mays), porotos (Phaseolus vulgaris), quinua (Chenopodium quinua) y ají (Capsicum sp.). La mano de molienda es una piedra que se usa como martillo, golpeando en forma vertical y/o deslizándola contra las paredes cuando las semillas están más molidas o blandas. Un mortero para preparar la chicha de las fiestas comunitarias, consistió en una gran piedra con cuencos donde varias personas molían simultáneamente. Éstas son conocidas como piedras tacitas. El mortero para pigmentos de colores era de tamaño menor y con forma cuenco, la oquedad le permitía contener las tierras o piedras que se pulverizarán con un percutor lítico.
Porta guagua de caña y lana Periodo Aldeano 550 - 1.530 d.C.
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Los datos que se elaboran en este apartado fueron recogidos en los valles del interior y el altiplano nortino. Asuwawa es el término utilizado para el recién nacido. El nombre genérico de wawa se aplica en comunidades aymara a niños y niñas menores de 2 años. Luego, entre 3 y 10 años, se emplean términos diferenciados: Imilla para niña y Yoqalla para niño.
Para evitar que asuwawa enferme o que su fragilidad permita que seres malignos penetren en su cuerpo, existen una serie de prohibiciones y el uso de amuletos de protección, los que se ponen cerca de la cabeza y entre sus ropas. Dentro de los más usados están conchitas marinas, semillas y lanas.
Una de las ceremonias que se practica a los pocos días de nacida la criatura es la “Echada de Agua”, que consiste en realizar ciertos rezos y aplicarle agua con sal, con el objeto de recibirla, ponerle nombre y protegerla de posibles males.
Una vez que comienzan a caminar, los/as menores se vuelven más independientes de sus madres, siendo ahora también cuidados por abuela y hermanas. Trato, alimentación y vestimenta es similar para menores de ambos sexos. Siguen amamantando, pero se incorpora alimentación sólida similar a la de los adultos; del tradicional fajado que visten los primeros meses, se pasa a una camisola suelta.
Durante los primeros meses la wawa es atendida exclusivamente por la madre, quien la carga sobre su espalda con un awayu. El awayu, es un tejido que se adapta a las formas del bebé y permite la cercanía del hijo/a mientras la madre realiza su trabajo habitual.
El inicio de la niñez se marca con el rito público de “Corte de Pelo”, en él participan familiares, amigos y padrinos. Con este rito se incorpora a los menores a la sociedad, a la vez que se les vincula con su patrimonio o herencia.
La socialización es enfocada progresivamente hacia conductas y habilidades apropiadas de los roles de cada sexo. Imilla aprende actitudes y como hacer las cosas cotidianas de su madre, abuela y hermanas mayores. Yoqalla aprende de la madre y el padre; pero en la medida que pasa el tiempo, el padre toma mayor importancia en la enseñanza del niño. Durante esta etapa el aprendizaje se relaciona con la experiencia; así, los principales métodos usados son la enseñanza práctica más que las palabras. Los adultos realizan las tareas cotidianas con la ayuda de los niños y niñas. Habitualmente, niños y niñas juegan durante el pastoreo en los potreros o bofedales utilizándo objetos y elementos naturales, tales como palitos, piedras, huesos de animales, entre otros.
Ana María Carrasco, 1998
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Infancia
Arica, cultura milenaria
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Infancia Las evidencias arqueológicas sugieren que la descendencia era de gran importancia en la constitución de las sociedades prehispánicas. Este rasgo se registra desde la temprana cultura Chinchorro, cuando la elaborada momificación se aplicaba a los miembros del grupo a partir de la etapa de feto, entregando el mensaje de la significación de los niños en la sociedad. En los periodos posteriores, las evidencias funerarias correspondientes a niños manifiestan una sensibilidad especial hacia ellos. En el Periodo Arcaico, las wawa (bebés) eran transportadas por sus madres en la espalda sobre una estructura de cañas, hasta que aprendían a caminar. El transporte en la espalda dejaba las manos libres para la realización de otros quehaceres. La estructura rígida de este porta-wawa, permitía a la vez su uso como cuna o cama. Cuando al caminar el infante adquiría mayor independencia de movimiento, participaba en las actividades de su grupo social, imitando sus acciones. Su escuela era la práctica y la instrucción por imitación; el aprendizaje era permanente, producto de la integración de niños y niñas en la economía familiar. La salud de los niños se veía fuertemente afectada por problemas respiratorios y digestivos. Los registros paleopatológicos indican que más del 50% de los infantes nacidos morían antes de los 10 años, porcentaje que se mantuvo hasta mediados del siglo pasado, y que solamente se superó con el uso intensivo de vacunas y antibióticos.
Olla de cerámica Formativo 1000 a.C - 500 d.C.
Cerámica costera La observación del medio llevó a los antiguos pescadores a descubrir una serie de elementos aprovechables como materia prima, algunos simples y otros que forman compuestos. Entre ellos, experimentaron con la arcilla, su comportamiento en humedad y su contracción en crudo y en quema. La arcilla fue un recurso apreciado por los habitantes de la costa desde periodos arcaicos, donde su plasticidad fue aprovechada en el modelado de los cuerpos y las figuritas humanas de los enterratorios Chinchorro; del mismo modo, incorporaron arcilla a las tierras de color trituradas, formando con ellas aglomerados en forma de panes que fueron ofrendados en esas tumbas. Sin embargo, la observación y experimentación con la cocción de la arcilla tomó un tiempo más largo.
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Aunque no hay evidencia cierta de una temprana producción cerámica entre las poblaciones del litoral, algunas ollas de tamaño pequeño se asocian a la época formativa (1.000 a.C. - 500 d.C.). Desde esa fecha hasta el año 1.000 d.C. no existen evidencias de cerámica en la costa de Arica. A partir de dicho momento los ajuares funerarios de la costa, al igual que los de los valles costeros, presentan gran cantidad de cerámica entre sus bienes; la diferencia entre ambos es que mientras en la costa predominan recipientes sin decoración, en los valles la mayoría de la cerámica está densamente decorada. Dentro de los tipos de cerámica decorada encontrados en la costa, la mayor presencia corresponde a los estilos San Miguel y Gentilar que forman parte del periodo cultural de Desarrollo Regional (1.000 - 1.400 d.C.). El estilo San Miguel se caracteriza por un engobe de color blanco sobre el cual aplicaron líneas en zigzag y volutas en negro y rojo. Algunas piezas están modeladas representando aves marinas y figuras humanas. El estilo Gentilar presenta un fondo rojo granate y está decorado con una gran variedad de diseños, que ocupan la mayor parte de la superficie de las jarras, incluyendo adornos en cuello, boca y asa.
Olla de cerámica Formativo 1000 a.C - 500 d.C.
En el periodo de dominación incaica, la cerámica se presenta en forma doméstica y ritual. A la primera, corresponden las ollas de color negro o rojo, con o sin tapa, sin decoración. En cambio la cerámica ritual es polícroma, sobre una base roja se aplican los diseños geométricos en las superficies que quedan frente al observador; a diferencia de la cerámica Gentilar no se decora la boca por dentro, el asa, el cuello ni el cuerpo completo. Las formas típicamente incaicas son el aríbalo y la escudilla. El aríbalo es una botella de cuello estrecho y cuerpo con una base puntiaguda, que permite la inclinación de la botella sin levantarla; las asas para trasportar el aríbalo se encuentran en la mitad inferior del cuerpo. La escudilla es un platillo con o sin asa, decorado en su cara interna. Cuando tiene asa, ésta puede ser en forma de cinta o de cabeza de animal.
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A partir del primer milenio a.C., se registran las primeras expresiones cerámicas. Son sencillas formas globulares, de paredes gruesas, con desgrasante de paja o arena, sin decoración. Las ollas no tienen asas sino hasta el final del Periodo Formativo; las botellas conservan la forma de calabaza, recipientes para líquidos anteriores al uso de la cerámica.
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Capacho de fibra vegetal Desarrollo Regional 1.000 - 1.470 d.C.
Capacho de fibra vegetal Periodo Aldeano 550 - 1.530 d.C.
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Momia de infantes con el cuerpo modelado y pintado de negro Arcaico medio 5.000 - 2.800 a.C.
Momias de adulto e infantes con el cuerpo modelado y pintado de negro Arcaico medio 5.000 - 2.800 a.C.
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Momia de adulto con el cuerpo modelado y pintado de negro, rojo y blanco (detalle) Arcaico medio 5.000 - 2.800 a.C.
Momia de adulto con el cuerpo modelado y pintado de negro, rojo y blanco Arcaico medio 5.000 - 2.800 a.C.
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Balsa de tres palos en miniatura Desarrollo Regional 1.000 - 1.470 d.C.
Canoa en miniatura de madera Desarrollo Regional 1.000 - 1.470 d.C.
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Bolsa ch’uspa Desarrollo Regional 1.000 - 1.470 d.C.
Bolsa faja Desarrollo Regional 1.000 - 1.470 d.C. centro cultural palacio la moneda
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Camisa (vista general y detalles) Periodo Aldeano 550 - 1.530 d.C.
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Gorro aterciopelado Periodo Aldeano 550 - 1.530 d.C.
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Gorro Formativo 1000 a.C. - 500 d.C.
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Gorros de cuatro puntas Horizonte Tiwanaku 500 - 1.000 d.C.
Gorro de cuatro puntas Horizonte Tiwanaku 500 - 1.000 d.C.
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Camisa Horizonte Tiwanaku 500 - 1.000 d.C.
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Camisa Horizonte Tiwanaku 500 - 1.000 d.C.
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Inku単a (vista general y detalle) Horizonte Tiwanaku 500 - 1.000 d.C.
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Vaso (vista general y detalle) Horizonte Tiwanaku 500 - 1.000 d.C.
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Créditos imágenes Germán Hevia, pp: 1, 2-3, 4-5, 6-7, 8-9, 10-11, 16, 17, 23, 31, 34, 36, 37, 38, 40, 41, 42, 43, 45, 47, 48, 49, 50, 51, 52, 53, 56, 57, 58, 59, 60, 61, 62, 63, 65, 66, 67, 68, 70, 73, 74, 77, 78, 79, 80, 81, 82, 83, 84, 85, 86, 87, 89, 90, 91 (der. arriba y abajo), 92, 93, 94, 95, 99,100, 101, 102, 103, 104, 105, 114, 116, 121, 122, 138, 142, 143, 145, 148, 149, 159, 160. Fernando Maldonado, pp: 24, 46 (izq.), 54 (izq.), 64, 69, 71, 72, 97 (izq. centro), 106, 107, 108, 109, 110, 111, 112, 113, 115, 117, 118, 119, 120, 123, 124, 125, 126, 127, 128, 129, 130, 131, 132, 133, 134, 135, 136, 139, 140. Raúl Rocha, pp: 26, 29, 33, 46 (der.), 54 (der.), 55, 141, 144, 146. Juan Chacama, pp: 150, 151. Liliana Ulloa, pp: 97 (izq.), 97 (der. centro), 97 (der.). Mariela Santos, pp: 91 (izq.), 91 (izq. centro).
Agradecimientos Fuerza Aerea de Chile Museo de Historia Natural de Valparaiso Museo Chileno de Arte Precolombino Consejo de Monumentos Nacionales CĂrculo de Amigos de la Cultura Chinchorro
Exposición Arica, cultura milenaria
Catálogo Arica, cultura milenaria
Universidad de Tarapacá
Organización Centro Cultural Palacio La Moneda Museo Universidad de Tarapacá
Edición Milagros de Ugarte Gloria Cortés Karen Crossley
Autoridades
Textos Julia Cordova-González Juan Chacama Ana María Carrasco
Vicerrector Académico Hugo Bravo
Curador Juan Chacama Conservación Mariela Santos Liliana Ulloa
Ilustraciones Raúl Rocha
Colaboradores Luis Briones Gustavo Espinosa Marietta Ortega Mariela Santos Marcela Sepúlveda Vivien G. Standen Liliana Ulloa
Encargado Administrativo Jorge Andrade
Dirección de Arte y Diseño Mariana Babarovic
Equipo de Apoyo Gloria Contreras Yorka Cortez Sandra Rodríguez Dalia Santos
Fotografías Germán Hevia Fernando Maldonado Raúl Rocha
Registro de Colección Gustavo Espinosa Teresa Cañipa Leticia Latorre
Diseño de Museografía y Montaje Amercanda Producción Exposición Área de Artes Visuales y Patrimonio, Centro Cultural Palacio La Moneda
Rector Sergio Pulido
Decana Facultad de Ciencias Sociales y Jurídicas Maria Alburquenque Directora Departamento de Antropología Museo Universidad de Tarapacá, San Miguel de Azapa Marietta Ortega Integrantes Departamento de Antropología Luis Briones, Eliana Belmonte, Julia Córdova, Liliana Ulloa, Iván Muñoz, Juan Chacama, Héctor González, Vivien Standen, Marietta Ortega, Marcela Sepúlveda, Ana María Carrasco, Mariela Santos, Gustavo Espinosa, Jorge Andrade, Teresa Cañipa, Leticia Latorre, Raúl Rocha, Soledad Palma, Ximena Venegas, Giovanna Cárdenas, Andrés Vilca, José Linares, Carlos Tarque, Moisés Marín, Eugenia Rosello, Liliana Díaz.
Fundación Centro Cultural Palacio la Moneda
Dirección General
Dirección de Exposiciones
Presidenta Ministra de Cultura Paulina Urrutia
Directora Ejecutiva Alejandra Serrano
Coordinadora de Artes Visuales y Patrimonio Karen Crossley Jefa de Producción María Elena del Valle
Vicepresidente Director de Asuntos Culturales del Ministerio de Relaciones Exteriores Emilio Lamarca Secretario Subdirector de Museos de la Dirección de Bibliotecas Archivos y Museos (DIBAM) Alan Trampe Tesorero Presidente Fundación Chilena de Imágenes en Movimiento Abdullah Ommidvar
Consejeros Consejero fundador Cineasta y paisajista urbano Álvaro J. Covacevich Presidente de BancoEstado Jose Luis Mardones Académico Escuela de Arte de la Pontificia Universidad Católica de Chile Pedro Celedón Artista Visual y Crítico de arte Gaspar Galaz
Gerente de Administración y Finanzas Micaela Thais Coordinadora de Comunicaciones y Marketing Viviana Salas Prensa y Comunicaciones Rosario Mena
Asistente de Producción Ana Sanhueza Diseño Paola Irazábal
Productora Extension Asunción Balmaceda
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Asistente de Administración y Finanzas Elizabeth Sobino
Asistente Area Educativa Jorge Gonzalez
Secretarias Myriam Farias Magdalena Soto
Equipo Técnico Luis Ortega Patricio Ramírez
Junior Ariel Jaramillo
Centro de Documentación de las Artes Directora Isabel Garcia Coordinadora de Archivo Gloria Cortes Investigador de Archivo Sebastian Vidal Referencista Nicolás Raveau
ISBN xxx-xxxxx-xx-x Registro de propiedad intelectual N o 173067 Reservados todos los derechos de esta edición, © Fundación Centro Cultural Palacio La Moneda, 2008 Santiago de Chile. Las opiniones expresadas en los textos de este catálogo pertenecen a los autores. Catálogo editado con motivo de la exposición Arica, cultura milenaria en las salas de exposición del Centro Cultural Palacio La Moneda, Santiago de Chile. 26 de Agosto a 12 de Octubre de 2008 Este proyecto está acogido a la Ley de Donaciones Culturales
Cultivos, valle de Azapa
Lago Chungara, altiplano de Parinacota
LEY DE DONACIONES CULTURALES