TEATRO
A LA ORILLA DEL RÍO
Un vagabundo confronta a un escritor con una consigna en mente: se ha robado su vida. POR MARIANA MIJARES FOTOS: VILLA
A la orilla de un río, Julio Zúñiga (Erick Elías) camina inquieto de un lado a otro. Mira su reloj y busca, impaciente, algo o a alguien. De pronto, escucha un sonido; es otro hombre: Felipe Navarrete (Kuno Becker), un vagabundo que se aproxima a él empujando un carrito repleto de chatarra. —Un día lluvioso, dice Felipe. Julio asiente, dando a entender que está de acuerdo pero que no quiere
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entablar conversación. —¡Mira con qué velocidad avanza el río! Si aventaras tu celular, te aseguro que llegaría al mar en minutos —continúa Felipe, pero Julio lo ignora. —Éste río recorre más de 500 kilómetros —afirma Felipe. —Interesante —replica Julio. —No, no es interesante. ¿Nunca has pensado qué pasaría si la corriente fuera en sentido contrario? —cuestiona Felipe. El vagabundo continúa sacándole plática a Julio, hasta que le revela su conflicto: Julio le robó su idea para una película, y con ello, su vida.
“La plática entre ellos es muy interesante. Dentro de toda esta locura las ideas
son muy coherentes. Julio se empieza a dar cuenta de que lo que dice Felipe es cierto, y eso lo tambalea al punto de que lo hace cuestionarse todo”, considera Elías. Julio espera ahí a Bárbara (Marimar Vega), su amante, y al escuchar que se aproxima se pone nervioso, pues ha decidido terminar con ella. La obra avanza y Julio se sigue transformando. Primero, por la culpabilidad de su relación extramarital, y luego porque empieza a verse como lo ve Felipe. “Su amante llega en un momento avanzado de la obra. Él ya se abrió y le contó a Felipe todos sus miedos, y éste es ya como su psicólogo”, explica Elías. “Es una comedia divertida e inteligente. Es casi un pleonasmo decirlo, pero es obvio que Woody Allen es un gran escritor y director”, señala Becker.
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