Imágenes: cortesía HBO
LO INSÓLITO ENTREVISTA
El gran Anthony Hopkins Texto: MARIANA MIJARES
El experimentado actor británico vuelve a la televisión –después de más de dos décadas– para estelarizar Westworld, revival televisivo de la mítica película sci-fi de 1973, con la que HBO da el campanazo de la temporada. Podríamos haber hallado a la sucesora de Game of Thrones.
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hillip Anthony Hopkins (Gales, Reino Unido, 31 de diciembre de 1937) tiene, además de título de caballero, más de 100 películas en su haber. Pero tenía más de 20 años de no hacer un papel recurrente en una serie de televisión. Ahora, el actor acepta el reto de HBO para interpretar al Dr. Robert Ford, el brillante, taciturno y complicado director creativo, programador y fundador de Westworld, un parque creado para el divertimento de los humanos en el que habitan seres de inteligencia artificial.
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A diferencia de su personaje, un hombre controlador e inflexible, Hopkins reconoce que en su vida diaria no tiene el control sobre nada… y esa certeza lo hace sentir bien. El actor británico, reconocido por su papel de Hannibal Lecter en El silencio de los inocentes –que en 1992 le hizo ganar un Oscar–, conversa, además de su participación en la serie creada por Jonathan Nolan –hermano del director Christopher Nolan–, sobre su fascinación por la historia del siglo XX, su vida en Estados Unidos –donde lleva más de 40 años radicando– e incluso su opinión sobre el controvertido Brexit. ¿Es usted seguidor de la ciencia ficción y de las historias distópicas en general? La idea de una utopía o distopía me parece bastante alarmante. Es decir, en el siglo XX, muchas grandes ideas de utopía provocaron derramamiento de sangre y horror. No obstante, la historia del siglo XX me parece fascinante: la revolución bolchevique, el nazismo y el fascismo creciente en Italia. Y los años de la posguerra también: los Kennedy en el poder en este país [Estados Unidos], Cuba, etc. Recuerdo claramente, al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando los soviéticos eran nuestros aliados, hubo una revelación de lo monstruosa que era esa tiranía, y luego hubo que cambiar lealtades, cambiar ideologías. Mi padre fue un marxista extremo, y también su padre. Yo me críe en esa atmósfera. Poco a poco, los años han pasado. A lo largo de mi vida he escuchado muchas opiniones de la gente, pero ahora sé que la única certeza que tenemos es la muerte. Algunas personas creen que por ser una celebridad o por ser famosos protegerán su mortalidad. En lo absoluto. Podemos tratar de controlarlo todo, pero no hay control. Esa es la buena noticia: no hay control.
Imágenes de la serie Westworld, de HBO.
“Mi padre fue un marxista extremo, y también su padre. Yo me críe en esa atmósfera. Poco a poco, los años han pasado. A lo largo de mi vida he escuchado muchas opiniones de la gente, pero ahora sé que la única certeza que tenemos es la muerte” ¿Así que deberíamos dejar de preocuparnos? Exactamente, esa una sensación maravillosa. Buenas noticias, puedo predecir el futuro [risas]. Mi predicción sobre el futuro de este país es… incierto. Podemos aprender a aceptar la incertidumbre. Su personaje en la serie Westworld supervisa la creación de vida artificial. ¿Qué puede decirnos sobre el Dr. Robert Ford? Tengo la oportunidad de interpretar a estos extraños personajes que siempre están en control de todo, lo que va completamente en contra de mi naturaleza. Yo sólo voy con la corriente. No puedo tomar nada demasiado en serio. Con el Dr. Ford lo llevo a una escala masiva: él controla todo y quiere perfeccionar todo, lo que quiere decir que está completamente loco. Todo lo que hago es hablar mucho –un montón de cosas muy pretensiosas– acerca de la mente bicameral. ¿Qué le parece ser elegido con frecuencia para interpretar personajes tan controladores? No tengo ni idea. Tal vez sea la frialdad. Tal vez sea la mirada en blanco. Pero no me entusiasma demasiado porque nunca he estado interesado en el control. Creo que la mayor parte de nuestro dolor proviene precisamente de tratar de controlar todo. O de dominar; dominar a otras personas y dominarnos a nosotros mismos, aterrorizarnos a nosotros mismos. Empecé a renunciar a eso hace un tiempo. Sólo dije: ‘Oh, realmente no sé’. El consejo más sabio que puedo dar es ese: no saber nada. Puedo tener opiniones, pero realmente no lo sé con certeza. ¿Qué le atrajo para formar parte de este proyecto? Mi agente me llamó un día y me preguntó si querría formar parte de Westworld. Yo le pregunté que si de la vieja película, y ella me dijo que era de HBO. Yo no había hecho tele-
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visión en años [su última serie fue Screen Two, en 1993]. Me enviaron el guión y me dije: ‘¿Interpretar al doctor Ford? Es muy complicado’. Pero accedí. Cuando la gente me pregunta en entrevistas –y he concedido muchas entrevistas a lo largo de los años– la razón por la cual me convertí en actor, siempre respondo que es mejor esto que trabajar para ganarse la vida, ¿no? Y cuando me preguntan sobre por qué acepté tal o cual personaje, respondo que no tengo ni idea, y no es una pose, lo digo en serio.
Tenemos una cita Producida por J. J. Abrams (Star Wars: El despertar de la fuerza) y con guion de Jonathan Nolan (Batman: El caballero de la noche), en Westworld existe una combinación letal de western, ciencia-ficción y terror… y una reflexión sobre los avances tecnológicos y el papel del ser humano en ellos. Según la productora ejecutiva, Lisa Joy, “no se trata de ser fetichistas con la violencia, si no que intentamos explorar la delincuencia, con dignidad y profundidad”. A diferencia de la historia original –la película de 1973 dirigida por Michael Crichton–, la serie de HBO comienza desde el punto de vista de los robots, lo que la hace especialmente cruda, pues son los robots los vejados. No te la pierdas los domingos, a las 9 de la noche, por HBO.
“El otro día estuve hablando con un joven del MIT y me decía que no había tal cosa, que realmente nunca se podrá crear inteligencia artificial. Que no se puede crear la vida, a un ser pensante... y entonces también me dijo: ‘Pero podría estar equivocado’”
¿Qué aspectos de interpretar a Robert Ford disfrutó más? Me la pasé bien con él, estuve muy relajado haciéndolo. También me tuve que aprender muchos diálogos, una gran cantidad de texto, pero lo disfruto pues mantiene mis células cerebrales activas. No quiero exagerar, pero me gusta mucho aprenderme un texto largo, ¡me encanta! Tengo entendido que a los actores les dieron los guiones conforme iban filmando y no les permitieron conocer previamente toda la historia. ¿Cómo fue este método de trabajo, siendo que en una película usted siempre conoce el final al estar haciéndola? Le pregunté a Jonathan [Nolan, el productor] y a los directores: ‘¿Qué sucede en esta maldita cosa?’. Y dijeron que no iban a decirme. En verdad no tenía idea de lo que estaba ocurriendo, tampoco me dieron pistas sobre lo que ocurría a los otros personajes… hasta que se nos reveló. ¡Hubo algunas grandes sorpresas! Luego pensé que había sido un proceso muy interesante no haber sabido el final previamente. ¿Qué considera que su experiencia aportó a esta producción? Tengo una buena imaginación, y cuando estoy trabajando en un papel veo cómo podrían ser las cosas. Si digo: ‘¿Puedo probar esto?’, un muy buen director va a decirme: ‘Está bien, probemos’. Pero si ellos no tienen ni idea de lo que están haciendo, y apareces en el set y todo es un caos, entonces tienes que intentarlo de manera más sutil para evitar que alguien se sienta ofendido.
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“Creo que la mayor parte de nuestro dolor proviene precisamente de tratar de controlar todo. O de dominar; dominar a otras personas y dominarnos a nosotros mismos, aterrorizarnos a nosotros mismos. Empecé a renunciar a eso hace un tiempo” ¿Sigue viviendo en Estados Unidos? Sí, vivo en Malibú. He estado en Estados Unidos durante más de 40 años. El tiempo ha pasado tan rápido que no lo puedo creer; llegué en 1973. Eso fue cuando estuve en Nueva York y luego vine a California en 1975. Ya tengo una forma de vida aquí, y me encanta. También me gustan los estadounidenses, son increíbles, gente muy generosa. Pero también son un poco locos, tienen esa mentalidad de: ‘Quiero que las cosas se hagan ¡ahora!’ [risas]. ¿Viaja mucho a su país natal, Gales? Sí, regreso, y me encanta visitar Reino Unido. Recientemente hice allá una película para la televisión, The Dresser, con Ian McKellen. Me la pasé realmente bien en ese rodaje. ¿Cómo se sintió de que Gran Bretaña haya salido de la Unión Europea? ¿Estuvo de acuerdo? Como digo, he aprendido con el paso de los años que no hay nada que puedas controlar. Votas para que la gente en el poder te cuide, y no quiero sonar cínico, pero ya no tengo opiniones sobre nada. Tal vez eso sea sólo ignorancia, pero no importa. En Westworld la tecnología juega un rol fundamental. ¿Cuál es su relación con la tecnología en su vida cotidiana? Tengo una computadora, un iPad y un iPhone, y sé cómo usarlos. Escribo todos los textos que intento aprenderme en la computadora y les pongo códigos de
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color. Pero simplemente hace que luzcan importantes, en vez de ser sólo una página en blanco. ¿Cómo se siente usted con el avance de la tecnología? ¿Cree que los robots formarán parte de nuestro futuro? Westworld es el bebé de Jonathan Nolan y él está fascinado por la aparición y el desarrollo de la inteligencia humana y la inteligencia artificial. El otro día estuve hablando con un joven de Boston; coincidimos en un hotel de Ojai [California] y empezamos a charlar. Él es del MIT [Massachusetts Institute of Technology] y me decía que no había tal cosa, que realmente nunca se podrá crear inteligencia artificial. Que no se puede crear la vida, a un ser pensante... y entonces también me dijo: ‘Pero podría estar equivocado’.
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