COMENTARIO LITERARIO: A ORILLAS DEL DUERO, composición integrada en el poemario de A. Machado Campos de Castilla.
“A orillas del Duero”
obscuras, coronadas de robles y de encinas; 25 desnudos peñascales, algún humilde prado
Mediaba el mes de julio. Era un hermoso día.
donde el merino pace y el toro, arrodillado
Yo, solo, por las quiebras del pedregal subía,
sobre la hierba, rumia; las márgenes del río
buscando los recodos de sombra, lentamente.
lucir sus verdes álamos al claro sol de estío,
A trechos me paraba para enjugar mi frente
y, silenciosamente, lejanos pasajeros,
5 y dar algún respiro al pecho jadeante;
30 ¡tan diminutos! —carros, jinetes y arrieros—
o bien, ahincando el paso, el cuerpo hacia adelante
cruzar el largo puente, y bajo las arcadas
y hacia la mano diestra vencido y apoyado
de piedra ensombrecerse las aguas plateadas
en un bastón, a guisa de pastoril cayado,
del Duero.
trepaba por los cerros que habitan las rapaces 10 aves de altura, hollando las hierbas montaraces
El Duero cruza el corazón de roble
de fuerte olor —romero, tomillo, salvia, espliego—.
35 de Iberia y de Castilla.
Sobre los agrios campos caía un sol de fuego.
¡Oh, tierra triste y noble, la de los altos llanos y yermos y roquedas,
Un buitre de anchas alas con majestuoso vuelo
de campos sin arados, regatos ni arboledas;
cruzaba solitario el puro azul del cielo.
decrépitas ciudades, caminos sin mesones,
15 Yo divisaba, lejos, un monte alto y agudo,
40 y atónitos palurdos sin danzas ni canciones
y una redonda loma cual recamado escudo,
que aun van, abandonando el mortecino hogar,
y cárdenos alcores sobre la parda tierra
como tus largos ríos, Castilla, hacia la mar!
—harapos esparcidos de un viejo arnés de guerra—, las serrezuelas calvas por donde tuerce el Duero
Castilla miserable, ayer dominadora,
20 para formar la corva ballesta de un arquero
envuelta en sus andrajos desprecia cuanto ignora.
en torno a Soria. —Soria es una barbacana,
45 ¿Espera, duerme o sueña? ¿La sangre derramada
hacia Aragón, que tiene la torre castellana—.
recuerda, cuando tuvo la fiebre de la espada?
Veía el horizonte cerrado por colinas
Todo se mueve, fluye, discurre, corre o gira;
cambian la mar y el monte y el ojo que los mira.
contemplan impasibles el amplio firmamento;
¿Pasó? Sobre sus campos aún el fantasma yerra
65 y si les llega en sueños, como un rumor distante,
50 de un pueblo que ponía a Dios sobre la guerra.
clamor de mercaderes de muelles de Levante, no acudirán siquiera a preguntar ¿qué pasa?
La madre en otro tiempo fecunda en capitanes
Y ya la guerra ha abierto las puertas de su casa.
madrastra es hoy apenas de humildes ganapanes. Castilla no es aquella tan generosa un día,
Castilla miserable, ayer dominadora,
cuando Myo Cid Rodrigo el de Vivar volvía,
70 envuelta en sus harapos desprecia cuanto ignora.
55 ufano de su nueva fortuna y su opulencia, a regalar a Alfonso los huertos de Valencia;
El sol va declinando. De la ciudad lejana
o que, tras la aventura que acreditó sus bríos,
me llega un armonioso tañido de campana
pedía la conquista de los inmensos ríos
—ya irán a su rosario las enlutadas viejas—.
indianos a la corte, la madre de soldados,
De entre las peñas salen dos lindas comadrejas;
60 guerreros y adalides que han de tornar, cargados
75 me miran y se alejan, huyendo, y aparecen
de plata y oro, a España, en regios galeones,
de nuevo ¡tan curiosas!… Los campos se obscurecen.
para la presa cuervos, para la lid leones.
Hacia el camino blanco está el mesón abierto
Filósofos nutridos de sopa de convento
al campo ensombrecido y al pedregal desierto.
La composición “A orillas del Duero” fue publicada dentro de la primera edición del poemario Campos de Castilla, en 1912. En esta obra, Machado trasciende su primera etapa modernista para dirigir, de acuerdo con la ideología crítica de la Generación del 98, , su mirada hacia el paisaje y el paisanaje castellanos, en los que vuelca sus inquietudes existenciales y patrióticas. Años más tarde, en 1917, el poeta enriquece la obra, incorporando nuevos poemas, escritos en Baeza tras la muerte de Leonor, su joven esposa. En la composición que nos ocupa, el poeta cuenta cómo pasea por tierras sorianas, cerca del río Duero, un caluroso día de julio: camina por pedregales y sube por cerros. Al acceder a zonas más altas del terreno, puede observar el curso del río Duero, así como las tierras áridas y miserables de Castilla; su visión suscita en él la reflexión sobre el contraste entre el pasado glorioso del país y el mezquino presente. El día va pasando y su paseo termina cuando divisa un mesón a lo lejos; en esos momentos, la tarde declina y los campos se ensombrecen. Machado elige como formato métrico el verso alejandrino, manejado ya en la literatura medieval por los autores del Mester de Clerecía y con continuidad en movimientos posteriores, como el Modernismo. Emplea 78 versos agrupados en 39 pareados con rima consonante, lo cual aporta musicalidad y ritmo marcado al poema.
En varias ocasiones, Machado dejó testimonio de la atracción que ejercía sobre él el paisaje soriano: lo describe con frecuencia en Campos… No obstante, en repetidos casos, los elementos de la naturaleza no ofrecen solo datos de ambientación, sino que activan su sensibilidad y actúan como resortes que le permiten hacer conexiones entre estos y sus inquietudes sentimentales y patrióticas. Como es frecuente en Campos de Castilla, el autor combina en “A orillas del Duero” tres perspectivas diferentes en el análisis del paisaje. A continuación analizaremos con detalle cómo consigue integrarlas perfectamente en el desarrollo del poema . En los primeros versos, que funcionan como introducción, el autor/yo-lírico (“Yo, solo, por las quiebras del pedregal subía”, v. 2) avanza por el terreno soriano, que se presenta de manera objetiva: pedregal, cerros, hierbas montaraces, agrios campos, monte alto y agudo… Machado se siente atraído por estos elementos del paisaje castellano que connotan dureza, fortaleza, austeridad y sencillez, cualidades que él, como otros autores del 98, cree que faltan en el carácter de las gentes de su época y que ayudarían a la regeneración del país ; para el poeta, como para otros autores noventayochistas, Castilla es el corazón de España, la representa. Pero, a medida, que avanza en su camino, los elementos del paisaje evocan, en él, el pasado histórico del país (visión histórica del paisaje): una “redonda loma cual recamado escudo” (símil entre el elemento del paisaje y el instrumento de guerra, v. 16), crea varias metáforas donde identifica los “cárdenos alcores sobre la parda tierra” con los “harapos esparcidos de un viejo arnés de guerra” (v.17,18), la curva del curso del Duero le sugiere la imagen de “la corva ballesta de un arquero” (v.19,20), igual que Soria se presenta como una barbacana (v.21). Machado relaciona elementos topográficos con el pasado guerrero, luchador, valeroso de España, ligado al esplendor económico, político y cultural que los noventayochistas echan en falta. Sigue avanzando y reparando en elementos que repiten la idea de sobriedad y dureza: colinas (v. 23), desnudos peñascales, algún humilde prado (v. 25); así llega, en su observación, al río Duero, cuyas aguas en movimiento (“El Duero cruza el corazón de roble… v. 34) simbolizan el paso imparable del tiempo, tan importante en la poesía de Machado. La visión del río actúa como resorte para activar la parte crítica del poema: le sirve al autor para iniciar un contraste entre el pasado guerrero y glorioso de Castilla y el presente lleno de miseria, ignorancia y pereza. Entre los versos 36 y 42 presenta una enumeración de elementos que caracterizan la España del momento, todos ellos negativos: “campos sin arados, regatos ni arboledas/ decrépitas ciudades, caminos sin mesones/y atónitos palurdos sin danzas ni canciones/ que, aún van, abandonando el mortecino hogar…”, es decir, terrenos sin cultivar, ciudades sin renovar, falta de cultura, pobreza de las casas… A partir de ahí inicia una dura crítica a la población castellana, encuadrándola entre una especie de estribillo “Castilla miserable, ayer dominadora / envuelta en sus andrajos, desprecia cuanto ignora” (v. 43,44 y 69,70) con el que subraya su miseria y la soberbia e incultura que impiden la regeneración moral y económica del país. Hace referencia al pasado medieval del Cid y a sus éxitos guerreros (v. 53 a 56), al descubrimiento de América, al valor de los conquistadores y a la riqueza que trajeron consigo (v. 57 a 62). Opone estos éxitos, de manera antitética, al presente miserable: “La madre en otro tiempo fecunda en capitanes / madrastra es hoy apenas de humildes ganapanes” (v. 51,52), “Filósofos nutridos en sopa de convento/contemplan impasibles el amplio firmamento” (v.63,64: crítica a la excesiva religiosidad de los hombres de cultura y a su inacción, su falta de espíritu critico y renovador). Tras este duro análisis de la situación del país, en el verso 71 –y en los siguientes- aparece la visión subjetiva del paisaje: el poeta presenta el sol declinando (el ocaso), el campo ensombrecido y el camino, todos ellos símbolos del paso del tiempo y que muestran la visión melancólica y triste de la realidad, tan característica de A. Machado. A este pesimismo interior contribuye la alusión al tañido de campanas, relacionado también con el tiempo e incluso con la muerte.
Desde el punto de vista estilístico, debe tenerse en cuenta la voluntad antirretórica del poeta, empeñado en lograr un efecto de sencillez y sinceridad en sus versos. A continuación, comentaremos aquellos usos literarios del lenguaje más destacados en el poema que nos ocupa: -
Hace, deliberadamente, un uso muy destacado de sustantivos y adjetivos, logrando un estilo nominal muy acorde con la intención descriptiva. Una buena parte de los sustantivos se agrupan en el campo semántico del paisaje castellano; los restantes se refieren a personajes y hechos relacionados con éxitos históricos del pasado español. Conviene subrayar el uso frecuente de la anteposición adjetival, que busca subrayar la cualidad, positiva o negativa, que el autor considera relevante respecto al tema de la composición: “desnudos peñascales” (v. 25, se destaca la austeridad, la sobriedad como cualidad importante), “humildes ganapanes” (v. 52, incide en la pobreza); en otros casos acumula adjetivos contrapuestos, como sucede en el v. 36 -“¡Oh, tierra triste y noble”- y en el v. 43 - “Castilla miserable, ayer dominadora”-, donde incide en la situación crítica del presente y en la grandeza del pasado.
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Aparte del uso frecuente de símbolos – ya comentados- relacionados con el paso del tiempo (Duero, el sol que declina, el camino) y con la austeridad y dureza del paisaje castellano, aparece el manejo de elementos deícticos que remiten a ese pasado y a ese presente que concurren de forma antitética en el poema y sobre los que se sustenta la crítica a la situación del país: “Castilla miserable, ayer dominadora…” (v. 43), “La madre en otro tiempo fecunda en capitanes/madrastra es hoy apenas de humildes ganapanes” (v. 51,52).
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Echa también mano de las enumeraciones paralelísticas (v. 38,39 y 40) que inciden en la pobreza de Castilla, citando elementos relacionados con las viviendas, el trabajo o la falta de formación de las gentes.
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Conviene, finalmente, subrayar el uso ocasional de interrogaciones y exclamaciones retóricas, ubicadas en la parte crítica del poema (v. 36 a 42, v. 45 a 46, donde alude a la falta de iniciativa, a la pasividad de los españoles). Con ellas aporta vehemencia a la defensa de sus ideas.
Como conclusión, podemos decir que a través de este poema, A. Machado se presenta como un poeta que consigue combinar de forma magistral las visiones melancólica y crítica de Castilla, aportando no solo sinceridad a su expresión sino compromiso con la situación del país en el que vive : el espíritu noventayochista está presente en el poema, perfectamente mezclado con el tono lírico tan característico de este autor.
BIBLIOGRAFĂ?A Lengua castellana y Literatura. Bachillerato 2, Editorial Casals (LIBRO DE TEXTO)
Gibson, Ian. Antonio Machado. Salamanca: Caja Duero, 2007
http://www.educaguia.com/Apuntesde/literatura/sinopsis/SIGLOXX/CamposdeCastilladeAntonioMachado.pdf
http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/tres-simbolos-en-la-poesia-de-machado/html/68b6af1a-a10111e1-b1fb-00163ebf5e63_4.html