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1.3.4 Normas éticas del abogado

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1.3.4 Normas éticas del abogado Una vez que analizamos y comprendimos la clasificación de las normas tenemos que entender cuáles de éstas se aplican para el desarrollo profesional-ético y personal que un estudioso en el campo del Derecho deberá emplear para su perfeccionamiento cultural y moral. Estas normas éticas las considera el “Decálogo del abogado”, cuyo autor es Eduardo Juan Couture Etcheverry,7 mismas que a continuación de transcriben:

I. Estudia. El Derecho se transforma constantemente. Si no sigues sus pasos serás cada día un poco menos abogado. II. Piensa. El Derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando. III. Trabaja. La abogacía es una ardua fatiga puesta al servicio de la justicia. IV. Lucha. Tu deber es luchar por el Derecho, pero el día que te encuentres en conflicto, el Derecho con la justicia, lucha por la justicia. V. Sé leal. Leal con tu cliente al que no puedes abandonar hasta que comprendas que es indigno de ti. Leal para con el adversario, aun cuando él sea desleal contigo. Leal para con el juez que ignora los hechos, y debe confiar en lo que tú le dices y que, en cuanto al Derecho, alguna que otra vez debe confiar en el que tú le invocas.

7 Prestigioso abogado y profesor uruguayo (1904-1956), creador de “Los mandamientos del abogado”, preceptos que debe cumplir todo abogado en el ejercicio de su profesión.

VI. Tolera. Tolera la verdad ajena en la misma medida en que quieres que sea tolerada la tuya. VII. Ten paciencia. EI tiempo se venga de las cosas que se hacen sin su colaboración. VIII. Ten fe. Ten fe en el Derecho, como el mejor instrumento para la convivencia humana; en la justicia, como destino normal del Derecho; en la Paz como substitutivo bondadoso de la justicia; y sobre todo, ten fe en la libertad, sin la cual no hay Derecho, ni justicia, ni paz. IX. Olvida. La abogacía es una lucha de pasiones. Si en cada batalla fueras llenando tu alma de rencor llegaría un día en que la vida sería imposible para ti. Concluido el combate, olvida tan pronto tu victoria como tu derrota. X. Ama tu profesión. Trata de considerar la abogacía de tal manera que el día que tu hijo te pida consejo sobre su destino, consideres un honor para ti proponerle que sea abogado.

Lo que se puede apreciar es que estas normas van enfocadas a la moral interna que en el progreso de la experiencia de la abogacía se debe adquirir, como lo es el guardar la prudencia, tener abnegación, ser paciente, virtuoso, confianza en sí mismo, seguir los impulsos de la conciencia, mantener el honor y la dignidad profesional, obrar con honestidad y buena fe, ya que el abogado afronta constantemente el peso de la injusticia al defender a sus clientes. Un abogado puede tener sus conocimientos muy concretos, buen criterio, destreza, experiencia y talento, cualidades todas que conforman al exitoso abogado. Pero ¿de qué valen todos estos conocimientos, y cualidades, si no está presente la ética profesional? La abogacía, debe enfocarse en la sinceridad de la conciencia, que es la misma ética. El abogado, su rectitud de la conciencia es más importante que el tesoro de los conocimientos. Dominar los textos legales y poseer una cultura jurídica es absolutamente indispensable; pero antes de nada, un abogado debe ser inteligente, prudente, consciente, paciente y virtuoso.

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