TESTIMONI MARIA BOBILLO
A veces hay cosas que parece que están escritas para ti, en este caso para mí. Preguntas que te tocan, te descolocan y te ayudan a cuestionarte. Eso me pasó con algunos fragmentos de la carta La Danza de la Misión, del Superior general Emili Turú. Me han ayudado a replantearme mi misión, mi manera de estar en el mundo, de ofrecer lo que soy. Y, a partir de ahí, empecé a cuestionarme... ¿Qué estoy haciendo para ser parte de la renovación de la Iglesia? ¿Estoy dispuesta a descubrir y transmitir la mística de vivir juntos? ¿Y a complicarme la vida maravillosamente? ¿Es mi vida de verdad una opción por los últimos? Y alguna respuesta me llegó a modo de propuesta. Participar en las Comunidades Internacionales, “Lavalla 200”. La propuesta hablaba de salir de mi propia comodidad y llegar a las periferias y ahora, desde Ciudad del Cabo, eso es algo evidente. Nuestra comunidad estará en una zona marginal, Atlantis, donde no mucha gente quiere ir. Paro, criminalidad, abandono escolar, pobreza... Y yo, nosotros, queremos ser presencia entre ellos. Y no mucho más. Presencia que les habla de estar con ellos, de compartir tiempo y de llevar esperanza. Y al estar en Italia, de formación antes de venir, las preguntas se convirtieron en invitación, que gustosa y de manera muy consciente, acepté. Invitación a abrazar la diversidad, a dedicarme tiempo, a vivir desde la apertura y la acogida, a escuchar con compasión, a descubrir el misterio en el otro. Y esas preguntas, propuestas e invitaciones se hacen reales aquí. Donde la vida comunitaria se hace día a día, donde mi compromiso me incita a responder con nuevas formas, donde la espera me enseña y descoloca, donde me descubro paciente e impaciente, donde comparto el carisma marista más allá de fronteras y culturas. Me conmueve la necesidad, la injusticia, la pobreza, rostros de gente que no conozco, la vulnerabilidad de los niños, la sonrisa abierta de la gente con la que me cruzo, el compromiso anónimo, la lucha diaria, la entrega desinteresada. Todavía no sé lo que vendrá, y lo desconocido me atrae e inquieta de la misma manera. Ojalá que nuestras vidas se enriquezcan de modos que jamás imaginamos. Ojalá que nos convirtamos en presencia sencilla y significativa. Ojalá que nos dejemos interpelar por lo esencial de la vida. Ojalá... Y yo, agradecida por poder vivir este sueño, este regalo, este privilegio.